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Ciencias, Artes y Letras
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UMASS
BOSTON
1012425
030 ENC MANCHEÑO
MIGUEL
MA \
x o i.
ENCICLOPEDIA MODERNA.
TOMO TREINTA Y TRES.
3170 llIHrjIJTKíH cwi/lak.
T, MXI1!. t
ENCICLOPEDIA
MODERNA.
DICCIONARIO UNIVERSAL
DE LITERATURA, CIENCIAS, ARTES,
AGM1ULTUM» INDUSTRIA Y COMERCIO.
VVULKAM
POR FRANCISCO DE P. MELLADO.
TOMO TREINTA ¥ TRES.
ESTABLECIMIENTO
MADRID ,
CALLE DE SANTA TERESA, NUMERO 8,
y del Principe, número 25.
1S55
DE MELLADO.
PARIS,
RUS St. ANDRES DES ARTS, NUHM 47,
y de Provence, nóm. 12.
ENCICLOPEDIA MODERNA'
DICCIONARIO UNIVERSAL
DE LITERATURA, CIENCIAS , ARTES , INDUSTRIA Y COMERCIO-
T
TEMPLAMOS, (caballeros» De este modo
se llamaron los cristianos aliliados i, la orden
del Templo ó del Templa creada en Jeriisalcn
por Hugo de Paganis y Godofre de Saint Orner.
Conquistada Jerusalen en el año de 1099
por Godofredo de Bullan, duque de borona, los
cristianos que habían contribuido á la conquis-
ta-se dedicaron á varias profestones y oficios;
reuniéndose otros para fundar casas y asilos
en donde se recogieran los cruzados conquis-
tadores y los peregrinos que en gran número
acudían á visitar los Santos Lugares.
Hugo de Paganis, Godofre de Saint Omer y
otros piadosos varones, á imitación de Gerardo
Tom ó Tune, fundador de la orden de San Juan
Bautista de Jerusalen, crearon un establecimien-
to acogiéndose en él, é hicieron anteel patriar-
ca de la ciudad santa !os votos de castidad,
pobreza, hospitalidad y obligación de 'pelear
contra los infieles; tomando por lo mismo la
órden desde el principio uu carácter esencial-
mente hospitalario y mililar.
Establecido el hospital por algún tiempo en
la parte meridional del palacio ó morada real,
que Baiduino II cedió con esíe objeto, paso
Hugo á solicitar la continuación del papa,
quien remitió' el conocimiento de este asunto
a! concilio de T royes, que se abrió en 13 de
enero de 1 128. En esta asamblea se aprobó la
órden y se le dio regla por escrito.
Hugo corrió después la Inglaterra, la Es-
paña, la Francia y la Italia, recogiendo en to-
das partes grandes limosnas y estableciendo
diversos hospitales dependientes del que se ha-
bía levantado en Palestina, á cuyo pais volvió
en 1130. En el añO'de 1131 teñían ya los ca-
balleros templarios tan grande nota en España
que et rey de Aragón Alfonso el Batallador
les dejó en nníou con los de San Juan una gran
parte de sus reinos, disposición que no se cum-
plió, pera que sirvió para que estas dos órde-
nes fueran remuneradas con el otorgamiento
de grandes posesiones en Aragón y en Na-
varra.
, En et año de 1135 escribió San Bernardo
"para esta milicia una bellísima exhortación,
que todavía se conserva. En 1 136 murió Hugo
de Paganis, sucediéudole Roberto, que fué ele-
gido gran maestre, y era natural de Borgoña y
cuñado de San Anselmo.
En los primeros años vivieron con estrema
pobreza los caballeros dell'emple, y fué muy
corto su número; pero andando los tiempos
adquirieron inmensos tesoros y creció'la mili-
cia, de tal modo que en vida de Guillermo, ar-
zobispo de Tiro, se contaban en Jerusalen
mas de trescientos caballeros, y no habia na-
ción en donde no tuvierau haciendas; asegu-
rando algunos autores que lenian mas de
9,000 casas y fabulosas riquezas en metálico.
De aquí provino el decirse que estaban en dis-
posición de resistir á todas las testas corona-
das y aun al mismo papa, cuyo acuerdo refie-
ren varios escritores tomaron los caballeros en
un capítulo general.
En España se drstraguiei'on los tempten<>%
TEMPLARIOS
43
desde su establecimiento; poro dieron señal;»-,
dísimas muestras de valor y de constancia en
la gnerra"cpnfra ios moros, y nías especial-
mente en la campaña de diez años que comen-
zó en 1 U6.
En í 147 celebraron los caballeros del Tem-
ple un capitulo en París, que honraron con su
presencia el jdven rey Luis y sus cortesanos
y prelados.
En 1 187 pelearon valerosamente en Pales-
lina contra los turcos; y en 5 de julio sostu-
vieron la batalla de Tiberiade, en la cual-fue-
ron derrotados por el inmenso número de ma-
hometanos que comandaba el suban Saladino;
perdiéndose inmediatamente la ciudad de Se-
rasalen.
Retirados de ella continuaron los templa-
rios peleando con los Ínfleles; pero su prepon-
derancia les infundió demasiado orgullo, lle-
gando á tal estremo que en 1119 vinieron á las
manos con los de la orden de San Juan, der-
ramándose bastante sangre; estando la justicia
de parte de esta milicia, como lo reconocieron
los obispos de Oriente á quienes el papa Ino-
cencio III remitió el conocimiento de la cansa.
En 1201 comentaron ya los templarios á
dar muestras de rebelión, alzándose contra el
rey de Armenia y contra los obispos, á quie-
bcs desobedecían, por cuya razón el primero
les privó de algunos caslilios qne poseían en
sus estados, les echó de ellos y confiscó todos
sus bienes; viéndose Inocencio 111 en la ne-
cesidad do reprenderlos seriamente por su re-
sistencia á las órdenes de ios prelados ordi-
narios.
En 1213 ganaron en España los caballeros
del Temple la batallado Ubeda, derrotando un
poderoso ejército morisco, y cu 1224 volvie-
ron á batirse con los moros en defensa del ter-
ritorio castellano, lin 1225 dijeron en sns ca-
sas de Aragón asilo al jóven rey don' Jaime I
cuando huía de las asechanzas del ambicioso
Moneada..
En 1227 y 1229 sostuvieron largas con-
tiendas los caballeros contra el emperador Fe-
derico, enemistado con el papa , á quien se-
guían aquellas, vejándolos el monarca por es-
ta cansa en Sicilia y en chantas partes alcanza-
ba su poderío.
En 1229 concurrieron con don Taime el
Conquistador á la loma fie las islas Maleares,
habiendo sido nombrado en 123:) ayo del prin-
cipe Alfonso el grcm maestre del Templa.
En 1237 ganaron los templarios la batalla
de Alopo , habiendo tenido inmensas pérdidas
en la que perdieron los francos en 1244.
En 1 2-iS llegó San Lilis á Cbiprc, y duran-
te toda su desgraciada cruzada formaron la
vanguardia de su ejército los caballeros del
Temple.
Eii 1260 pelearon valerosamente los tem-
plarios con los moros de Andalucía y con los
sarracenos de Palestina, venciendo en España
y siendo derrotados en !a tierra Santa.
En 1 üG4 escomulgó e! papa Urbano IV á
Esteban deSissi. mariscal de la orden, por de-
lito de desobediencia, de cuya pena fué absuel- ,
fo por Clemente IV.
En 1220 perdieron los milicianos del Tem-
plo la fortaleza de Saphad, después de soste-
ner un sitio contra todas las tropas del soldán
de Egipto durante cuarenta y dos dias. En 12GS
perdieran también , tras larga resistencia , el
castillo de É'éaufórt y todas bis plazas que te-*
man en los confines de la Armenia.
En 1270 formaron la vanguardia déla nue-
va cruzada, defemliendo dorante olla los res-
tos de la Tierra Santa y protegiendo á su rey
Hugo de Ensillan.
En 1279 se indispusieron con el rey Alfon-
so de Portugal , quien los despojó de todos
cuantos bienes tenían en este reino.
En 1289 y siguientes perdieron los templa-
rios todos sus fuertes, viéndose reducidos á
concentrarse en San Juan do- Acre, la antigua
Toiemaida, á la cual amenazaba asimismo Sa-
ladillo. Con efecto, el B de abril fué sitiada la
plaza que mandaba el gran maestre dolos tem- .
plarios; el 1.° de mayo murió este gefe, y el
IS entró el ejército sitiador, defendiendo toda-
vía los caballeros del Temple su cuartel hasta
sepultarse casi todos en sus ruinas. El 20 de
mayo salieron los pocos que quedaron con los
tesoros de la orden, y se establecieron en Chi-
pre en la ciudad de Limisol con ¡os caballeros
de San Juan.
En 1299 volvieron á reconquistar los cris-
tianos áJerusalen, perdiéndolaotravez en 1300,
y á estas jornadas contribuyeron poderosa-
mente loa individuos de ta milicia del Templo.
En 1301 se retiró el gran maestre Santia-
go de Molay á la isla de Arado, y apoderados
de esta los musulmanes en 1302, se vieron los
caballeros en la necesidad de regresar á Eu-
ropa , en donde siguieron el partidó del rey
Felipe el Hermoso conlra el papabonifucio VIII.
En lilis Santiago de Molay , llamado por
otros Jacobs de Mójis, sus oficiales y todos ios
individuos de la orden fueron públicamente
acusados al papa Clemente V, do apóstalas, do
hereges y de criminales, El- papa ordenó que
fuese á Aviñon el gran maestre, y se présenlo
con sesenta compañeros. El pontifico empezó
á conocer de los delitos que se imputaban á
la órden, y determinó suprimirla; determina-
ción que combatieron denodadamente Holay y
sns colegas. Volvióse á abrir nueva informa-
ción sobre los heclios atribuidos, y se presen-
taron como acusadores un templario y un le-
go. El día 13 de octubre de ];;07 fueron pre-
sos en una misma hora todos los caballeros
residentes cu Francia, siéndolo en París el
gran maestre. El paparen 22 de noviembre
mandó á lodoS los soberanos de Europa qne
castigasen á los caballeros del Temple, for-
mándolos el debido procesó.
Continuando la causa se convocó para co-
nocer de ella el concilio general de Viena del
13
TEMPLARIOS— TEMPLO
Detonado , y tuvo principio en 131! bajo la
presidencia del papa Clemente V y con asis-
tencia del rey Felipe el Hermoso, de bu her-
mano Carlos de Yalois, de sus tres hijos, de
Luis rey de Navarra, de Eduardo II de Ingla-
terra y de Jaime rey de Aragón.
En la huía de convocación del concilio, di-
ce el pontífice que lia sabido con dolor que los
templarios habían cuido en aposlasia y en de-
litos abominables; habiendo confesado algunos
que al recibirse hermanos renunciaban á Jesu-
cristo, escupían sobre una cruz y ejecutaban
acciones deshonestas. Los caballeros presos
confesaron en el tormento muchos sacrilegios
y horribles impurezas, arrancada la confesión
por la crueldad.
El maestre Santiago deMolay, citado cu Pa-
rís ante los comisarios apostólicos, el arzobispo
de fiarbonay los obispos de Ilayeux, deMemie
y de Limqges, negó la perpetración délos he-
chos imputados, y sostuvo que solo, el 'dolor
pudo arrancar en et tormento á sus compañe-
ros declaraciones tan con I ranas á la verdad. Lo
mismo sostuvieron cincuenta y nueve caba-
lleros quemados en las cercanías de París y
nueve que fueron arrojados á las llamas en
Senliss, Todos dijeron que morían inocentes,
acusados y condenados con injusticia.
Reunido el concilio de Vicna y celebrada
la primera sesión el 1 3 de octubre se ocupó de
los hechos que se imputaban álos templarios,
y después de varias conferencias se acordó en
22 de marzo de 1312 la supresión de ta mili-
cia, publicándose en 3 de abril delante de Fe-
lipe el Hermoso y de su real familia el decre-
to do estíncion. Los bienes de la orden se dio-
ron á los hospitalarios de San Juan de Jerusa-
len y á otras religiones, escepto los existentes
en España que se destinaron á la defensa del
- pais contra los musulmanes.
El gran maestre JIolay, varios comendado-
res y muchos caballeros protestaron contra el
decreto del concilio, por cuya razón fueron en-
tregados al brazo secular, y íelipe el Hermoso
los condenó á muerte por sí y sin asistencia de
tribunal alguno. Esta sentencia se pronunció
el 18 de marzo de 1314, y se ejecutó inmedia-
tamente en París en una isteta, en donde hoy
se halla la plaza Beltina. El gran maeslre'tuvo
por compañero en el suplicio á Guido, deliin
de Auveruia y comendador de Aquitania,
Ambos al morir volvieron á protestar su ino-
cencia.
Asi acabó esta célebre órdeu , cuya exis-
tencia había durado ciento odíenla y cuatro
años, eternizándose su memoria tanto por sus
ínclitas hazañas como por sn lamentable y
desastroso fin.
Los historiadores varían mucho en la apre-
ciación de las ¿ansas de ia supresión, llegan-
do algunos á sostener que solo so les persiguió
por apoderarse de sus bienes, mientras otros
los consideran reos de prácticas fracmasóni-
cas, de heregías estraordinarias y de críme-
nes repugnantes al decoro y á la honestidad
Entonces se fundó la sociedad secreta co-
nocida con el nombre de Orden de los tem-
plarios, la cual ha contribuido poderosamente
á realizar las revoluciones ocurridas en el si-
glo pasado y en el presente ; pero que nada
tiene do común con la antigua milicia.
El hábito de los templarios era blanco,
tenían túnica y manto , y en una y en otro
una cruz roja semejanle á los caballeros de
Monlesa en España. En tiempo de guerra sobre
la armadura llevaban una túnica corla.
Esta caballería observaba los estatutos de
la úrdeu del fjister, y la regia particular que
les Labia dado el concilio de Troves. La hos-
pitalidad y la defensa de la religión eran su
divisa principal.
TEMPLO. Esta palabra derivada de la latina
temphim, indica el edificio dedicado á Dios y -
en que se da culto á los santos.
Todos los pueblos conocidos y todas la re-
ligiones de que existe noticia han tenido y de-
dicado edificios á sus dioses respectivos, acu-
mulando en ellos las mayor.es riquezas posi-
bles, en muestra de que todo es insuficiente
para dar culto i los que son mas que los
hombros. Eslos edificios se conocieron y co-
nocen en los pueblos antiguos y en los mo-
dernos, lo mismo entre las gentes que" tuvie-
ron noticia del verdadero Dios que entre los
que adoraron las falsas divinidades.
Celebrados han sido en la historia sagrada
el suntuoso templo levantado por Salomón al
dios de los judias : en la historia profana los
dedicados en Grecia y én Roma á Júpiter, Ja-
no, Jícptuno, Venus , Diana y á todos los dio-
ses y semi-dioses de la gentilidad, y entre los
cristianos los que se' Pan edificado para ren-
dir gracias y dar culto al Dios único y trino,
y álos varones piadosos y mugares ejempla-
res á quienes la Iglesia ha declarado santos.
No es fácil enumerar ni contar la incalcu-
lable multitud de edificios que los. mortales
han construido y elevado para que sirvieran
de templos ; y tampoco es posible referir la
belleza de los mas notables que han admirado
á todas las naciones por espacio de siglos en-
teros. Para este trabajo seria necesario mas
espacio y mas tiempo del que permite un ar-
ticulo de la Enciclopedia. Basta por lo mismo
decir que el de Jcrusalen fué el templo mas .
hermoso y mas rico déla antigüedad: que los
de Jano y Júpiter Capitolino en liorna fueron
suntuosos: y que en el día sorprenden por su
magnificencia los de Iteims, Orleans, Colonia,
Maguncia, San Pedro de Huma, Sania Sofía de
CpHstaMmc-pJa, San Pablo de Londres; y en
España las catedrales do Sevilla, Toledo, León,
Oviedo, Burgos y otras varias.
El estilo arquitectónico que se ha emplea-
do en los templos ha sido el dominante en el
! pais en la época de su construcción. Los grie-
gos usaron los tres órdenes, dórico, jónico y
corintio., Los romanos estos tres, ya solos, ya
43
TEMPLO— TENEDERO
combinados con su arco, y que se llamó gre-
co-romano. Los cristianos en los siglos IX y
siguientes'hasta el XII el bizantino; desde el
XIII al XVI el ojival ó gótico, aunque con im-
propiedad se le ha llamado asi; mas tarde el
greeo-romauo restaurado ó del renacimiento;
y con posterioridad otros menos agradables y
proporcionados. De todos estos estilos tenemos
en-España escelentes ejemplares.
El templo considerado como la casa de
Dios merece el mayor respeto, y es el lugar
de recogimiento, de oración, de penitencia y
de culto. Los cánones y las. leyes determinan
que en estos, edificios se esté con la mayor
compostura, con ademan y gesto humilde, cun
el ánimo puesto en el que lodo lo ve y lo sa-
be,, con corazón contrito, y con disposiciones
paramente religiosas.
El templo está destinado solo para orar y
para cumplir con los preceptos de la Iglesia y
de la religión; y por consiguiente no debe ce-
lebrarse en él ningún acto profano ó ageuo del
objeto para que ba sido construido. Tenas se-
veras y graves censuras garantizan el uso
santo que debe hacerse del templo, podiendo
verse sobre este particular las disposiciones
del tit. I, iib. I de la Novísima Recopila-
ción.
El templo ba sido considerado en muchas
naciones como lugar de asilo para los crimi-
nales, porque se entendía que el delincuente
que buscaba á Dios estaba arrepentido de su
delito y se hallaba bastante castigado con el
remordimiento. El abuso que se hizo de este
derecho ha obligado á restringirle notable-
mente.
Para terminar este artículo copiaremos un
trozo precioso de uno de los mas célebres es-
critores de nuestros úias. Dice asi: «Los primi-
tivos templos de la Divinidad fueron los bos-
ques, y de ellos tomaron los hombres la pri-
mera idea de la arquitectura. Los griegos hi-
cieron sus templos al estilo de los árboles que
tenían en su suelo, al estilo de sus bosques,
desde donde trasladaban sus dioses á los edi-
ficios construidos por los hombres, y por esta
razón tornearon la elegante columna corintia,
con sú capitel de hojas, por el modelo de la
palmera. Los egipcios construyeron templos
con enormes pilares , representando el sicó-
moro, ia higuera oriental, el banano y otros
árboles corpulentos. Los cristianos tuvieron
sus templos en los bosques de encinas, y de
ellos tomaron para el estilo ojival las bóvedas
cinceladas en hojas y los pilares que soslic-
nenlas paredes como fuertes y esbeltos árbo-
les, terminando en troncos despedazados.»
El que desee tener otras noticias sobre la
significación mística del templó, puede ver el
articulo IGLESIA.
TEMPORAL. [Marina.] Aumento considera-
ble, impetuosidad del viento á que acompa-
ñan, por lo común, la lluvia, chubascos, ráfa-
a.s violentas, que obligan á reducir conside-
rablemente el velamen, y también á veces á
suprimirlo del todo, según la intensidad de
aquel, á ponerse á la capa ó á correr, esto es,
á navegar en popa, con poca ó ninguna vela.
Correr un temporal ó un tiempo, es na-
vegar con el viento y la mar en popa, por no
poder aguantar su fuerza á la .capa.
TGWjÜLO. (Cirugía.) Instrumento que se
usa con frecuencia y utilidad eu las maniobras
y operaciones quirúrgicas; es de aniigua in-
vención y se usa con ventaja para la ligadura
de las arterias y venas principalmente pro-
fundas en las grandes operaciones, como am-
putaciones, .resecciones, etc. Su compone de
una aguja delgada, encorvada en forma de
gancho y terminada por una puota acerada,
en la que á veces existe un ojo cuyo objeto
ahora diremos ; su modo de usarlo es el si-
guiente: sujeto y cogido por el maugo á la
manera de una pluma de escribir, se dirige
A la boquilla de los vasos situados en la su-
perficie cruenta de la herida, á los qne se pro-
cura enganchar para que aislados el ayudante
coloque con mas comodidad la ligadura; cuan-
do <se trata de ligar un tumor aneurismátíco
en el trayecto de alguna arteria grande, en-
tonces se enhebra en el tenáculo un cordpnete
que sirve para hacer la ligadura, después de
bien aislada la arteria. »
Esto 'antiguo instrumento no ha variado
esencialmente en su forma desde la época de
su invención, pero ha recibido ligeras modifi-
caciones que hacen mas espedito su uso.
TENCAS, (/fisiona natural.) Género de pe-
ces óseos del órden de los ma|acopterigios ab-
dominales y de la familia de los ciprinoides;
tienen las aletas impares cortas y sin espinas;
las escamas del cuerpo y las barbillas muy
pequeñas. La especie de nuestro país es el
cyprinus tinca de Lineo , que habita en las
aguas estancadas.
TENEBR10N. (Historia natural.) Género de
coleópteros heterómeros que sirve de tipo ¡i
la tribu de los tenebrionitas eu la familia de
los melasomos. Los caractéres de la tribu son;
alas; cuerpo ovalado ú oblongo, deprimido ó
poco elevado; corselete cuadrado ó trapezoidal
y del ancho del abdómeu en su estremida d
posterior; palpos engrosados en su remate; el
último artejo de los- maxilares en forma de
hacha; la barba angosta y dejando al descu-
bierto la base de las quijadas. Se divide en los
géneros cryptieus, opatrum, corticus, oriho-
oerus, chiroscelis, toxicum, boros, calcar,
lipis, ienebrio y heter otar sus.
En cuanto al género Ienebrio comprende
doce especies entre las que ligura el Ienebrio
molitor de Lineo muy común en las panaderías
y molinos, cuya larva vive en la harina, y es
uno de los manjares mas esquisitos para los
ruiseñores.
TENEDERO. [Marina.] Lugar ó" parage del
mar donde hay fondo á propósito para fondear
y aguantarse las embarcaciones. De aqui el
17
TENEDERO— TENIA
18
llamar á veces tenedero al fondeadero, ó ha-
cer arfabas voces equívalenles.
La calidad misma del fondo considerado cu
su relación á la- mayor ü menor tenacidad, ó
adherencia de las partes que lo componen.
Dice» Mnrií. Esp.
TENIA'ó SOLITARIA. (Historia natural.} Es-
pecie de helminto parenquimaloso, de la fami-
lia de los Icnioides que es el lipo del verda-
(|ero genero lamia que comprende una mul-
lilud de especies todas parásitas de los anima-
les vertetaíoa y parjicüIaVmenle de los ma-
míferos y las aves. Su cabeza está provista de
cuatro chupadores ó ventosas, y tienen colo-
cadas en las parles laterales los orificios de
los órganos de la generación. Los animales de
esle género vanan en la forma de su cabeza
que es mas ó menos proboscidiforme, en el
número y disposición de los gáticfiüs cefálicos,
en la forma mas ó menos énsan'ch'ádá de sus
anillos, cn la situación á derecha ú i'zqpier-
da 6 bilateral de los órganos genitales y en
oíros muchos caracteres.
La tenia de la especie humana [lamia so-
lium, f. cuburbilana) vive. en los intestinos
delgados, adquiriendo «na longitud rcgular-
meulc de (i íi S metros y algunas veces aun-
que [locas llega á pasar de 40. Hay un error
muy difundido y que sin duda origina el nom-
bre vulgar que lleva dicho helminto, y es el
de creer que en el cuerpo de im"Tridividuo no
piiéden éflcoñ&rie a la vez dos solitarias, pe-
ro hay ejemplos que prucban'lo contrario, tal
os el tpie observó llacn en una muger que en
muy pocos días arrojó diez y ocho tenias.
El número de articulaciones achatadas del
cuerpo de esle gusano es proporcional á su
longitud. En la parle anterior se encuentran
la cabeza y el cuello; luego siguen articula-
ciones muy pequeñas que van aimtcnlando
progresivamente, pero "sin que las mayores
pasen de 3 ¡í 14 milímetros de ancho; las
ultimas articulaciones son mas blandas que
las demás y se. desprenden con facilidad y
aun espontáneamente-. Cada una es entonces
una especie de bolsa que contiene ademas del
órgano masculino uu ovario ó aparato femeni-
no cun mas ó menos hueveemos, y se espo-
lón fácilmente, por medio de las sales.
No se sabe aun como se verifica la trasla-
ción á otros individuos de los huevos conte-
nidos en cada articulación. Hay autores que
lian tomado estas articulaciones por gusanos
particulares á que lian dado el nombre de cu-
curbilanos.
El cuerpo de la tenia parásita del hombre
es blanquecino; su parle anterior ó cabeza,
que es lo que principalmente se debe procu-
rar que el enfermo espela, es delgada y se ter-
mina en una especie de hinchazón que es la
parte cefálica propiamente' dicha; en ella se
encuentra la corona de ganchos espinosos y
217.1 HIBLIOTKUA. POMJljUl,-
las cuatro ventosas ó chupadores, que no son
sino bombas musculares, porcuyo medio se
alimenta el animal, trasmitiendo los üquidosá
los vasos longitudinales por endosmosis indu-
dablemente pues nó existen perforaciones en
a peí aparato. Después do la hinchazón cefá-
lica sigue un cuello no articulado; viniendo
luego los artejos cada vez mas desarrollados
y mas largos que anchos. Los orificios genita-
les son aliemos. Mientras que no se arroja la
paite anterior de la tenia, sus anillos conti-
núan desarrollándose y el enfermo no se puede
ver libre de su parásito.
La lamia solium es muy frecuente en. In-
glaterra, Holanda, Alemania y Oriente.
Se lian exagerado mucho los desórdenes
eme la presencia de las feuias puede causar en
el organismo. Sin embargo, la mayor parte
de las veces no sabe el individuo que la tie-
ne hasta que arroja algunos anillos, y enton-
ces es cuando ío inipiitla y'asusla; con todo,
hay varios signos de su existencia que están
al alcance de la mayor parle de los facultati-
vos, á cuya dirección debe uno entregarse pa-
ra evitar las matas consecuencias de un trata-
miento imprudente. Pero lo que no deja de ser
interesaniees la observación deque hay olicios
mas espuestos que oíros á esta enfermedad y
que uno de aquellos es el de los salchicheros
ó choriceros.
La tcenia solium no se lia encontrado mas
que en el hombre y únicamenle en la- raza
blanca." ,
La í. serrata, y t. cucumerina en el
perro'.
La t. opuntioides y í, margínala en el
lobo.
La f. Iliterata y¿. erassiceps en el zorro.
Laí. elliplica y t. crassiooUis en el gato.
La i. ffiamülata, la i.plicaia jt. perfo-
Hata en el caballo.
Laí. espansa en el carnero y la catira.
La í, denlkulála en el buey.
La i. infundibuliformis, la t, malleus, y
i. exilis en el gallo.
-La i. infundibuliformis, laí, malleus, la
í. sinuosa, la t. cor nula y laí. megalops en
el pato.
Estos helmintos son muy raros en los rep-
tiles y aun mas en los peces, no habiéndose
encontrado hasta ahora eu los invertebrados.
En la actualidad está pciti-clamenle de-
mostrada la existencia de un ¡sislcma nervioso
ganglionar. en las tenias pero miso conoce
ningún órgano sensorial. Eslos anímales; como
liemos dicho al principio, se hallan colocados
entre los parenquiniatosos, pero impropia-
mente, pues, aunque no tienen boca, ni estó-
mago, ni canal intestinal, ni ano, tienen, sin
embargo, hilitos y ganglio? nerviosos y dos
vasos longitudinales con muchas ramiticacio-
nes y anastomosis.
Mr. bujardin divídelas tenias en siete sec-
ciones del modo siguiente:
T S.XXIII 2
tí
TENÍA- TENSION
1 .* Corona simple ó doble de seis á sesen-
ta ganchos; orificios genitales alternos: ícenia
solium, í. terrosa.
2.1 Corona como la anterior; orificios ge-
nitales unilaterales.
3.1 Trompa armada de seis á treinta gan-
chos en dos ó tres Mieras; oriflcios genitales
opuestos en cada anillo: í. cucumeñna.
4. " Trompa inerme; oriflcios genitales opues-
tos: í. lameüigeru del flamena.
5. a Trompa inerme; oriflcios genitales uni-
laterales ó alternos: í. leptoccphala de las
ratas.
6. " Trompa rodeada do un reborde liso ó
erizado de espinillas y con una corona de mu-
chos ganchitos,
Y 7.a Cuerpo terminado anteriormente por
una dilatación foliácea trasversal; trompa cor-
ta y armada de gandíos: t. malteus.
El número de especies conocidas es de cer-
ca de ciento cuarenta, pero mas de la tercera
parte están descritas muy imperfectamente pa-
ra clasificarlas como es debido.
TEÍíIOlDES {Historia natural.) Nombre que
se da á una familia de peces muy largos, apla-
nados lateralmente y con escamas pequeñas,
corresponden al órden de los acantopterigios,
y tienen mnelia semejanza con los escombe-
roides. Sus géneros principales son: el liga
(lepidopus), triquiuro (trichiurus), gimnetro
(gymnelr us), y cinta [cepola].
También se'ha denominado asi un segun-
do órden de gusanos cestoideos, que compren-
de los géneros ¡cenia, bothriocephalus, schis-
tocephalus, trioenophorus, bolhridium, 6o-
thrimijnus y lígula.
TENRECO. (Historia natural.) Género de
insectos de la familia de los erinaceidos. Tie-
nen dos incisivos y la cabeza prolongada; los
caninos son grandes. Dicho género comprende
dos especies que son el ttnrecu [erinaceus
ecaudalus deLin.)y el tenreco rayado (e. se-
mispinosus,} El cuerpo de estos animales está
cubierto de -púas, y carecen de cola. Son pro-
pios de Madagascar.
TENSION. Esta palabra indica el estado de
lo que se halla estendido ó estirado, por ejem-
plo, el de una cuerda ó de un hilo muy tirado
en sentidos contrarios por ambas puntas. Es
el estado opuesto al de relajación, y solo pue-
de aplicarse á sustancias flexibles. En medi-
cina, la tensión mas ó menos pronunciada Je
las partes blandas es el resultado ordinario de
la inflamación , y de ese eslado ó de la com-
presión ejercida sobre el sistema nervioso de-
pendo el dolor que causa esa especie de afec-
ción. Desaparece ese dolor habituatmeiile con
la cesación del eslado de tensión de las partes.
El grado de sonoridad de las cuerdas en
los instrumentos müsicos depende de su ten-
sión.
Cuando hay fijeza y concentración de fa-
cultades mentales, se dice que hay tensión de
ánimo ó de espíritu, la cual puede ser tan mar-
eada que absorba todas las demás facultades y
reduzca á la insensibilidad, como sucedió con
aquel matemático que se quemó una pierna sin
notarlo , y cou Arquímedes, que no reparó en
el asalto y toma de Siracusa. Semejante esta-
do mental es muy frecuente en los locos y en
los hombres de genio, que se parecen entre si
mucho mas de lo que se cree.
En mecánica , la tensión ó tracción de los
cuerpos es la fuerza que tiende á prolongar-
los en el sentido de su longitud.
Cuando un cuerpo está sometido en el sen-
tido de su longitud á tales esfuerzos de trac-
ción que las prolongaciones que resulten no
pasen délos ¡imites déla elasticidad, la obser-
vación enseña que las prolongaciones tota-
les son:
t , 0 Propo rcio nales á la longi tud del cuerpo.
2. " En razón inversa del área de la sección
trasversal.
3. * Proporcionales á los esfuerzos ejerci-
dos hasta cierto limite peculiar á cada cuerpo,
y que es la prolongación mas allá de la cual,
el cuerpo no vuelve á su dimensión primitiva
cuando deja de estar sujeto al esfuerzo que !o
ha estirado.
Podrá calcularse, pues , el estiramiento de
un cuerpo sometido a la tensión longitudinal/
por Ja fórmula siguiente:
\ EA '
en la cual
i representa el estiramiento del cuerpo por
cada metro de longitud, en metros,
P , el esfuerzo que produce la tensión lon-
gitudinal.
A, el úrea de la sección trasversal del cuer- ■
po, espresada en milímetros cuadrados.
E , un número constante para cada cuerpo,
llamado codiciante ó módulo de elasticidad,
que espresa en kilógramos el peso que seria
capaz de alargar en una cantidad igual á su
longitud primitiva una barra prismática forma-
da de esa sustancia, y que tenga la unidad de
superficie, por, sección trasversal, si seme-
jante cambio en las dimensiones fuese posible
sin que ese número E mudase de valor.
Vamos á consignar cuales son los valores
de E para los cuerpos que mas se usan en las
construcciones, asi como los de ¡y de P re-
lativos á los límites de tensión y de carga que
no pueden salvarse sin alterar la elasticidad.
2f
TENSION
NOMBHES DE LOS CUEHPOS.
Alargamien lo re-
lativo al limito de
elasticidad natu-
ral.
Carga por mili'
metro cuadrado
Berrea pendiente
al limite, en kilo-
gramos.
Valor det coefi-
ciente E de elas-
ticidad por milí-
metro cuadrado,
CU kilogramos.
Encina
Fino blanco .
Pino rojo
Haya
Fresno
Olmo
Abedul
Álamo . . . .
Hierro dulce pasado por la hilera.
Hierro en barras
Acero de Alemania de buena calidad
Acero fundido fino
Hierro fundido de grano fino
Alambre de latón , recocido
Lalon fundido ,
Bronce de cañones , , ,
Hilo de plomo de copela, estirado en frió de 4
milímetros de diámetro. .
Id, impuro, de 6 milímetros. .-■>,
Plomo fundido. ,
0,00!67
0,00117
0,00210
0,00236
0,00113
0,00242
0,00162
0,00195
0,00080
0,000G6
0,00120
0,000222
0,00083
0,00135
0,00076
0,00063
0,OOOG7
0,00050
0,00210
2,00
2,17
3,15
2,317
1,27
2,35
1,617
1,007
14,75
12,205
25
66
10,000
1 5,00
4,80
2,00
0,40
0,40
1,00
1200
1300
U00
980
1120
370
997
517
18000
20000
21000
30000
12000
10000
6450
3200
600
800
500
Para saber el alargamiento c[ue sufre. un
cuerpo sometido á la tensión, se practica con
auxilio de los datos anteriores lina serie de
operaciones que para ser mejor comprendida
contraeremos á un ejemplo. ¿Qué estiramiento
ó alargamiento recibirá una barra de hierro de
25 milímetros de diámetro y 8 metros de lon-
gitud, tirando de ella con .una fuerza de 4000
k ilógramo.1;?
1. " Se divide la fuerza 4000 por el área
de la sección trasversal de la barra que sien-
do cilindrica es en el caso presente igual al
cuadrado del diámetro 25 multiplicado por la
cuarta parte de 3,14, relación dfl diámetro á
la circunferencia, es decir, igual á 437 '/, mi-
límetros cuadrados. Partido, pues, el esfuerzo
400» por esta área, nos dará 8 kil. 15.
2. 'J Se multiplica este' resultado por el
alargamiento del hierro consignado en la ta-
bla, es decir, por 0,00066, y et producto se
divide por la carga correspondiente al limite
de elasticidad según la tabla, es decir, por
12,205. Esta operación nos dará el resultado
0,00044.
_ 3 " Multiplicado este resultado por la lon-
gitud total de la barra, es decir, por 8 metros,
tendremos 0,00352.
Es decir, que la barra de hierro se habrá
alargado 352 cien milésimas de metro ó algo
mas de 3 '/> milímetros, con un peso 'de 4000
quilogramos.
Es prudente no emplear en las construc-
ciones mas esfuerzos de tensión que los cor-
respondientes á la mitad de los que marcan el
limite de elasticidad.
Conviene mucho no someter los cuerpos
mas que á un décimo para las maderas y un
sesto,para los metales de las fuerzas de ten-
sión capaces de romperlos, para lo cual vamos
á apuntar cual es el esfuerzo por milímetro
cuadrado necesario para romper los cuerpos
siguientes:
Encina fuerte 8 kilógs.
Fd. endeble. ............. 6
Pino 6 á 7
Fresno 12
Olmo 10
Haya 8
Doj 14
Peral 6,9
Caoba 5,6
Hierro forjado ó estirado en barras,
el mas fuerte 60
El mas endeble 25
El mediano 40
Hierro en plancha 38
Alambre de hierro, según sea
grueso ó delgado, de 50á90
Cable de hierro 50
Cadenas de 24 á 32
Hierro colado, de. 12 á 13
Acero bueno de cementación, es-
tirado al martillo 100
Acero malo • 36
Acero mediano. . . 75
23
Bronce de cañones . ........ 23
Cobre. rojo en plancha, de ... . gt á'26
Cobre baiicío 25
Cobre fundido ,13,4
Cobre amarillo ó latón 12,6
Cobre rojo en alambre no recoci-
do, el mas delgado 70
El mas grueso 50
Cobre amarillo enalambre, el mas
delgado -85
El mas grueso 50
Hilo de platina, no recocido, de
pequeño diámetro 116
El recocido 34
Estaño fundido 3
Zinc fundido.. 6
Zinc eu-planelia 5
ílomo fundido. . , 1,28
Plomo en plancha ■ . 1,35
Hilo de plomo de copela, fundido,
pasado por la hilera, ele 4 mili-
1,36
Cuerdas de cáñamo de buena ca-
G á ti
4 á 6
Correa de cuero negro
2
Piedra ealcárea de Portland. . . .
no
Id. blanca, grano fino y homo-
14,4
Piedra arenácea calcárea
"2 9
19^50
Yeso, cuando la masa es fuerte. ,
S
11,70
H, amasado claro de
4 á 5
Mortero de cal y arena de 14 años.
4,2
0,7o
Id. de cal hidráulica y arena . . .
0
Id. de cal eminentemente hidráu-
lica í . .
15
Según los dalos que anteceden, una barra
de hierro que tenga un centímetro de sec-
ción ó sean 100 milímetros, no se romperá
siendo un material regular, sino con una fuer-
za de 100 veces 40 iilógramos ó sean 4000
Miligramos.
Una barra de plomo en iguales circunstan-
cias se rompería siendo fundido, con una
fuerza de 128 kilogramos.
En la práctica sulo podríamos someter la
citada barra de hierro á una tensión de 6G6 ki-
logramos y la de plomo a 2. 1 .
Una buena cuerda de cáñamo que tuviese
100 milímetros de sección se rompería con
unos.GOO kilogramos de peso; en la práctica
solo podríamos aplicarle 60. Un hombre que
pese sobre 60 quilogramos puede, pues, col-
garse con toda seguridad de una cuerda del
grueso citado que viene á ser próximamente
el de un dedo, pues para romperse aun nece-
sitaría una fuerza diez veces mayor. El mismo
hombre puede colgarse dé un alambre ile hier-
roqtie tenga 6 milímetros de sección 6 sean
U
algo menos que 3 de diámetro, sin riesgo nin-
guno de que se rompa.
^TENTACION. [Religión.) Dase este nombre
á toda instigación ó estímulo que sentimos y
que nos impulsa á hacer alguna cosa mala. La
tentación es la prueba á que Dios somete al
cristiano, para que venciéndola, se haga acree-
dor á una recompensa y se ciña la corona del
triunfo.
Con suma oportunidad advierte vin escritor
teológico que cuando la Escritura nos dice que
Dios tienta á los hombres, no significa que
los seduce 6 qneles tiende redes para hacer-
los caer en el pecado; la palabra tentar no
tiene este sentido en los libros del Antiguo Tes-
tamento, sino que quiere decir que pone su
virtud á prueba. Del misino modo, tentar á
Dios, no es querer escitarle al mal, sino que-
rer poner su omnipotencia y su bondad 4
prueba, esperando de él un milagro sin nece-
sidad ó esponiéndose temerariamente áuu pe-,
ligro del cual no se puede salir sin un auxi-
lio milagroso que Dios no debe ni lia prome-
tido á nadie. Por otra parte, cuando alguno
es tentado, dice muy oportunamente el após-
tol Santiago, capitulo 1 v. XIII, que no diga
que es Dios quien te tienta; Dios no condu-
ce al mal, no tienta a nadie, sino que todo hom-
bre es tentado por su propia" concupiscencia
que le seduce y le inclina al pecado.
Una de las cuestiones que fueron agitadas
entre los padres de la Iglesia y los pelagia-
nos consistía en saber si el hombre puedo re-
sistir á ias tentaciones aift el auxilio de la
gracia divina; eslos bereges lo sostenían, y su
error fué unánimemente condenado por la
Iglesia. Fué proscripto de nuevo por el con-
cilio de Trento.
J.osqúetio leen el Evangelio mas que cou-
espiritu de critica, se han escandalizado de
que el Salvador permitiese al demonio tentar-
le: esto era, dicen, conceder al enemigo de
la salvación un poder injurioso á la dignidad
del Hijo de Dios. Los padres de la, 'Iglesia, han
respondido que no era mas injurioso al Salva-
dor del mundo ser tentado, que estar reves-
tido de las debilidades de la liuiiianidad, ser
injuriado, ultrajado y erucllieado por los ju-
díos. Quería enseñarnos, que la lenlacion por
sí misma no es un crimen: que cuando se re-
siste á ella, la virtud recibe un nuevo lauro y
adquiere mayor mérito. Quería tranquilizar á
las almas tímidas y escrupulosas, que se creen
.culpables porque son leuladas, y que sedes-
animan en el camino de la virtud; quería ma-
nifestarles con qué armas so resiste al tehla-
dor. Estas son la oración, el ayuno y las lec-
ciones de la palabra de Dios, olla sido nece-
sario, dice San Pablo, que el Hijo de Dios fuese
semejanle en todo á sus hermanos, i lia de
que fuese misericordioso y fiel pontífice cerca ,
de Dios, para obtener el perdón de" los peca-
dos de su pueblo: puesto que ha espcrimenla-
do tentaciones y padecimientos, ha adquirido
TENSION— TENTACION
TENTA C10N— TEOLOGIA
26
el poder ele socorrer á los que son tentados;
no tenemos, pues, un pontíllce incapaz de
participar de nuestras enfermedades, puesto
ijuo las lia esporimentsuto to las, á eseepeiou
del pecado.
TKNTHEUO. [Historia natural.) fléncro de
Insectos litrñéüáijterOB déla támüiá de los ta-
ladradores serrlfcros. Eu nuestro pais existen
algunas especies, tales son las llamadas mos-
cas de sierra, de las cuales, la que vive en la
escrofularia ítenthredo scrophularíce dé Tjtn.j
es parecida á una avispa; la verde i f. viridis
de Un;) que vive en el abedul; y la del rosal
(í. rosee de Un.)
TKXUIROSTKKS. {Historia natural.) Con
eslo nombre lia establecido Diuneril dos fami-
lias de aves, una en el órden de los páseres
y que tiene por caracteres: dedos estemos
imidos solo fia su base; pico delgado, largo y
sin escotadura. Comprende los géneros alcedo,
sitia, merops, órihorijhcKüS, trochilus, eéí"-
thia y upupa. La otra familia es del orden de
las zancudas y comprende los géneros reettr-
virostra, numenius , scolopax, vanellus y
ehará'df'iás.
TEOCRACIA. Forma de gobierno en que el
Estado es regido y gobernudo por la yólUblád
de solo Dios. Según Josefo, el antiguo gobier-
no de los judftis era teocrático, porque Dios
mismo decidía de todo cnanto tocaba al poder
supremo. Esta teocracia duró hasta Saúl; y co-
tonees el estado se hizo monárquico.
Atenas tuvo una teocracia pasagera: en tan-
to que los hijos de Codro se dispufaban el po-
der, el pueblo abolió la dignidad real y decla-
ró que, Júpiter era e! único rey del pais. El'
gobierno de los ¡neis en el Perú era ieocráti-
co. También es hoydia una teocracia el siste-
ma que rige al 'libelen nombre de lama.
En rigor pudiera decirse que todas las na-
ciones que han principiado á civilizarse han
estado bajo un régimen teocrático, y esto pu-
diera alirniarse de los egipcios, sirios, caldeos,
persas, indios, griegos y romanos, puesto que
entre estos diferentes pueblos los sacerdotes
han tenido ntia gran participación cu la auto-
ridad y en el gobierno, y es muy fácil éspliclir
la razón de esto. El gobierno paternal ha sido el
mas antiguo de todos, ni era posible que Hu-
biese otra autoridad respetable en los tiem-
pos primitivos, y como el padre de familias
era al misino tiempo el gefe de la religión, el
sacerdocio y la autoridad civil se hallaron na-
turalmente reunidos. Luego que se j untaron
muchas familias en una ciudad ó se asociaron
para hacerse mas fuertes, necesitaron un ge-
fe, y su autoridad se modeló por la que ha-
bían ejercido antes los padres de familia; de
modo que el poder civil y la autoridad religio-
sa eonlihuai'pn en una misma mano.
Asi es como nos representa la Sagrada Ks-
critura á ilfclqúlsédech y á Jotró, y cómo nos
pinta Virgilio á Anin y.liiodoro dé Sicilia, los
primeros reyes.
Luego que las naciones fueron siendo mas
numerosas, se multiplicaron las funciones del
sacerdocio y del imperio, y se conoció la ne-
cesidad de separarlas. Las del rey fueron des-
de entonces practicar la justicia civil y mar-
char ai frente de los ejércitos, asi como las del
sacerdote el presidir al culto divino, l'oro co-
mo para este cargo se elegía comunmente á
los ancianos y á los mas sabios y mas virtuo-
sos de la nación, ellos. vinieron á ser los con-
sejeros ile los reyes y á tomar una parte prin-
cipal en el gobierno.
Todo estose concibe perfectamente sin ne-
cesidad de recurrir para esplicarlo, á la ambi-
ción, á la impostura de ios sacerdotes y á su
afectación de hacer intervenir á la Divinidad eu
todas las cosas: cargos que se les han dirigi-
do injustamente, mirando las cosas á través del
prisma exagerado del espíritu de partido. Asi
como los reyes no ejercieron en un principio
las funciones del sacerdocio en virtud de su
autoridad civil, sino por la sencillez délos go-
biernos primitivos, asilos sacerdotes no loma-
ron liarte en los negocios políticos en calidad
de mi nistros de la religión, sino porque se les
llamaba á esta participación por sus grandes
virtudes y capacidad personal.
TEOLOGÍA. Llámase asi á la ciencia que tra-
ta de Dios y de las cosas que pertenecen á
su naturaleza y operaciones, y á la religión
que es el callo debido al mismo Dios. Bien me-
rece esta importante ciencia que le dediquemos
algunas páginas en una obra de-la índole de
la présenle ¥ como las materias que á ella
dicen relación están tratadas en muchos y muy
interesantes artículos esparcidos en diferentes
lugares de nuestra Enciclopedia, vamos á li-
mitarnos aqui á esponer su historia y vicisi-
tudes desde los primitivos tiempos hasta nues-
tros dias.
Divídese la teología en natural (que tam-
bién se llama metafísica) y no es otra cosa, que
el conocimiento de Dios por'sns efectos, por
sus obras maravillosas, por el órden y armo-
nía que en ellas reina, por la sabiduría que
les preside, y por las luces de la humana razón;
y en sobrenatural ó revelada, que es el mis-
mo conocimiento de Dios y de las cosas divi-
nas, obtenido por la revelación. Fundada en
la fé y 3b la autoridad de Dios, que ni puede
engañarse ni engañarnos, reconoce como ver-
daderos los hechos que la razón humaua no
alcanza á descubrir, porque son superiores á
ella, y los misterios, que tan poco le es dado
espllcar porque su misma naturaleza los hace
incomprensibles.
En la teología se fundan la religión, que
es el lazo que une al hombre con Dios, cuyo
pacto misterioso se manifiesta csioriormenle
en lodos los pueblos del mundo por medio
del culto, que no es otra cosa que los actos de
adoración y de respeto con que todos los pue-
blos veneran el Ser Supremo aunque de dife-
rente manera unos que otros; y la moral, que
27
TEOLOGIA
38
es la ciencia que, enseñando los deberes na-
turales y revelados del hombre para con Dios,
para consigo mismo y para con sus semejan-
tes, le muestra el camino que le conduce pn
este inundo al aprecio de sus hermanos y las
bendiciones del cielo, y en el otro á ¡a pose-
sión de la gloria.
Para hacer esta esposieion histérica con
el orden debido, y tomarla desde el principio
de los tiempos, vamos á ocuparnos ante todo
de lo que era la teología desde Adán hasta
Moisés.
En los sagrados libros aparece claramente
la teología de este período. Adán, criado en
gracia de. Dios y hablándole familiarmente en
el Paraíso terrenal , logró no solo alcanzar y
comprender todas las cosas, sino el mas útil
de todos los conocimientos, el de lo que es
necesario para la salvación. Allí vio á su Ha-
cedor, y en él la suprema felicidad; alli cono-
ció que fué criado para gozar de su presencia;
que lá gozarla perpetuamente si quisiese; que
debía amar y veuerar á su Criador; llenar sus
deberes para con los hombres y obedecer los
preceptos de Dios.
Este conocimiento no fué, sin embargo,
bastante poderoso para contenerle en su de-
ber; su debilidad le precipitó en la desobedien-
cia; pecó, y él y so triste descendencia quedó
espuesta á la ignorancia , á la miseria, á las
enfermedades, á la muerle. Tero alli, en el
lugar de su infidencia, en el momento de im-
ponérsele el castigo de su culpa, tuvieron con-
suelo sus desgracias con la noticia de que Je-
sucristo, hijo único de Dios, vendría al mun-
do en cierto tiempo para redimir al género
humano; y que cuantos creyeren en él serian
socorridos con el auxilio de la gracia.
Fortificados con esta creencia, Adán, sus
hijos y descendientes, manifestaron aquella
piedad é inocencia de vida tan agradable á
Dios, y en que tanto sobresalen Abel, Unos,
Enoc , Noé, Sem, Jafet y otros. A esto se aüa-
de que muchos de ellos vivieron largo tiem-
po, que conocieron muchas generaciones, que
hablaron y oyeron al mismo Dios; y asi pu -
dieron dar fé de lo que sabían por sus ante-
pasados y enseñar á sus sucesores lo que ellos
mismos habían conocido.
Y no solo antes del diluvio, florecieron es-
tos hombres piadosos y estos patriarcas san-
tos, sino que después, siguiendo el mismo
método y -practicando las mismas virtudes, hu-
bo otros mucho i que se hicieron gratos á Dios
por su inocencia, por su fé, por su obediencia
y por su. piedad: hombres cuya memoria no
han^odido borrar los siglos con sus revolu-
ciones, ni el tiempo con su planta asoladora.
Entre ellos sobresalen las gigantescas (¡guras
de Abraham, Isaac y Jacob, profetas santísimos
que en todos los actos de su vida seguían los
preceptos de sus mayores, y no se apartaban
en un ápice de la ley natural, con lauto ma-
yor motivo cuanto qucleshabia prometido que
et Redentor del mundo nacería de su familia.
Nadie ignora que cuanto la antigüedad nos
ha trasmitido ha sido por medio de la tradi-
ción. Asi, pues, estos eminentes varones ni
formaron ni escribieron libros, y mucho me-
nos tratados de teología, siendo asi qne el
arte de reunir estos sistemas era á la sazón
desconocido: por eso los críticos se afanan
inútilmente buscando un cuerpo de teología
anterior á Moisés.
Si pasamos ahora á los tiempos de este
inspirado profeta y los que siguen hasta la des-
trucción del primer templo de Jerusalen, ha-
llaremos en primer lugar , que Dios no dió á
Moisés nuevos dogmas, y antes y después de
este legislador los hebreos observaron fiel-
mente los antiguos. Mas por desgracia, la ido-
latría habia envuelto en su manto tenebroso
muchos pueblos, .y la superstición y el tiempo
habían borrado de la memoria cuantos el Se-
ñor les mandara observar; asi es, que solo el
pueblo judaico era el depositario de la buena
doctrina; solo él sabia y creía que vendría el
Mesías, que seria Dios y hombre y que espia-
ría con su sangre los pecados del mundo.
Constituido Moisés en libertador y gefe
del pueblo hebreo, el Señor le hizo su legis-
lador dándole en el Sinaí tres clases de leyes:
naturales, sagradas y políticas: las dos pri-
meras se dirigen á confirmar la fé del Mesías:
las leyes naturales se contienen en los diez
preceptos del Decálogo, délos cuales los tres
primeros comprenden los deberes para con
Uios ylareugion naturai, y los otros siete los
deberes para con los hombres. Las leyes' sa-
gradas esplican los ritos que debian obser-
varse en el templo y en los sacrificios. Ulti-
mamente, las políticas pertenecen á la forma
y gobierno de la república, y tienen por ob-
jeto asegurar las vidas y haciendas de los bo-
breos. Todas estas leyes están comprendidas
en el Pentateuco.
Por esta simple esplicacion se vendrá fá-
cilmente en conocimiento, que en el tiempo á
que nos referimos tampoco había sistema ni
compendio alguno de doctrina; porque si bien
el Decálogo contiene los principales capítulos
de los oltcíos, sin embargo, ni se tratan dis-
tintamente, ni se distribuyen con el órden de-
bido para que se deduzcan otras consecuen-
cias.
Tampoco nos dejaron compendio alguno de
teología, ni usaron método alguno, ni tuvieron
un sistema fijo los historiadores sagrados, que
escribieron los preceptos dogmáticos ó mora-
les, como David, Salomón, Daniel, Jeremías,
Isaías, Ecequiel, y los demás profetas que flo-
recieron autes y después de la cautividad de
ISabilona; limitándose á referir algunas cosas
en el estilo oriental, esplicándolo todo por
parábolas, metáforas y figuras, sacadas de las
cosas mas vulgares y sencillas.
También hubo desde Samuel á Malaqnias
en Dethel, Jericó y Caígala, una serie de pro,-
TEOLOGIA
felas, (pie divinamente inspirados, anunciaban
lo futuro, instruían al pueblo en las leyes dei
Señor, cantaban himnos y escribían la historia
de la república. Estos profetas se ocupaban
solo de !a observancia de la ley divina, de que
se consideraban custodios, asi, pues, no se
entregaban á dispulas, ni entablaban cuestio-
nes didácticas , ni escribían, ni refutaban, ni
establecían órdenes, ni sistemas; y siempre
dedicados á la contemplación santa del -Señor
y entregados á la penitencia, enseñaban y ex-
hortaban al pueblo; y si por casualidad predi-
caban doctrinas erróneas algunos falsos profe-
tas, y apartaban al pueblo del culto debido al
Señor, entonces los profetas verdaderos, en
vez de argumentos , los oponían milagros y.
prófecfüs , y Ja impugnación era mas bien la
obra de la omnipotencia que la del discurso
y los preceptos. De modo que la teología ju-
daica , en el largo espacio que media desde
Moisés hasta el cautiverio de Babilonia, consis-
tía en cumplir la íey que Dios les diera, y es-
taba contenida en los libros santos; y en ins-
truir en ella al pueblo, confirmándolo en la
esperanza de un Mesías, cuyas circunstancias
espusiero.n claramente los profetas que le su-
cedieron.
Durante la cautividad de Babilonia, el pue-
blo judio, viendo destruido su templo, olvidó
con el trato y comunicación de los caldeos,
los sagrados ritos y sacrificios; sin embargo,
la energía de Daniel y Ecequiel, y sobretodo,
la misericordia de Dios, hicieron que conser-
vara en su corazón los principales dogmas.
Asi cuando volvió á su patria con Zorobabel,
Neemias, Mardoqueo, y sus primeros jueces,
para edificar de nuevo la ciudad de Jenisalen
y el templo, suscitó Dios a Esdrás, Agen y Zaca-
rías, que gobernaron sabiamente la república
judaica, y devolvieron su primitivo esplendor
al culto estemo de la religión. Zacarías y Ageo
escribieron de un modo pasmoso algunos ar-
tículos de nuestra religión, haciéndose notar
éste por la precisión con que trata el misterio
de la Santísima Trinidad , y aquel de las sa-
gradas escrituras, unidad y trinidad de Dios.
También disertaron claramente de la resurrec-
ción de los muertos y del purgatorio, espli-
cando según la costumbre antigua en las sina-
gogas los demás dogmas judaicos.
Muerto Malaquias, faltó el espíritu de pro-
fecía, el pueblo careció de profetas que le in-
terpretasen los divinos artículos; y entonces
los rabinos abusaron de su posición, y llenos
deunaorgullosa conüanza, despreciaron aquel
método sensillo de enseñar, que aprendieron
de sus mayores, y envolvieron al pueblo en
un fárrago de cuestiones y controversias, de
que resultó, que algunos, poco satisfechos de
los preceptos divinos que contenia la Sagrada
Escritura, y sabiendo que existían algunas tra-
diciones verbales entre ellos, añadieron é in-
terpretaron Ja ley, y obligándose a cierta dis-
ciplina estenov, muy diferente de la antigua,
formaron una práctica enteramente nueva, con
nuevos ritos y nuevas ceremonias, de donde
nació la llamada ley oral. Otros por el con-
trario, se adhirieron á las palabras de la ley,
y la defendieron enérgicamente. De aquí re-
sultó una grave desavenencia entre los rabi-
nos, que produjo su división; y faltos ya de
acuerdo, sin el lazo de unión que los estrecha-
ba, se pusieron al frente de las diversas es-
cuelas, que al flu dieron por resultado las sec-
tas de los saduceos, caraitas, fariseos y ese-
manos, de los cuales consta la teología j udáica.
Sin que entremos á dar á conocer á cada
secta de por si en atención" á que hablamos de
ellas en artículos especiales, debemos mani-
festar que había artículos de fé en que todos
convenían, y eran la creencia de un Dios cria-
dor del mundo , y autor de la ley mosaica, y
la de que el pueblo de Israel habia sido esco-
gido por Dios entre las demás naciones para
establecer con él su alianza perpétua, por lo
cual todas las promesas debían cumplirse con
él y no con otros. Tales son las creencias co-
munes i todas las sectas judaicas.
Llegamos ya á los tiempos do Jesucristo,
en cuya época recibió la teología un grande
incremento y perfección. En esios días eterna-
mente memorables, por la virtud del Espíritu
Santo se dieron á conocer á los apóstoles fo-
sos los dogmas de la fé, y les fueron espli-
cados, para que comprendiesen los divinos
misterios y enseñasen esta doctrina á la Igle-
sia, los apóstoles la propagaron de palabra
entre el pueblo. El mismo Jesucristo no dejó
escritos sus dogmas, esto es, sus leyes y con-
sejos, ni mandó á sus" discípulos que los es-
cribiesen; sino solo que los predicasen á los
pueblos. Algunos apóstoles, sin embargo, juz-
garon que convenia conservar escrita la doc-
trina del Salvador, á cuyo íin, y no con ob-
jeto alguno científico, escribieron el Evan-
gelio, y los que publicaron algunas epístolas,
hablaron en ellas solo de aquellos dogmas que
convenía saber a los que escribían ó que las
pedían para aclarar las controversias suscita-
das en la Iglesia. Nunca se dedicaron á publi-
car compendios de teología, sino á esplicar
verbalmente los dogmas con toda claridad,
como el mismo San Pablo manifiesta. De suer-
te, que aunque el apóstol espone en el capi-
tulo VI de su epístola á los hebreos los prin-
cipales dogmas de nuestra religión, no formó
de ellos un compendio completo, niél ni los
demás apóstoles pudieron hacerlo, pues em-
plearon toda su vida en combatir con los ene-
migos de la doctrina cristiana.'' Así, él credo
apostólico, qile abraza los principales dogmas
de nuestra fe, no debe considerarse como el
compendio de 1 oda la teología en el sentido
que hablamos, pues no están coordinados ni
esplicados con aquel orden que es propio de
los compendios, ni uno se deduce de otro, ni
se demuestra con argumentos, como es pecu-
liar á los sistemas.
TEOLOGIA.
32
Los padres que vivieron en tiempo de los
apóstoles, y que aprendieron de ellos la reli-
gión .cristiana, usaron el mismo método para
encuñar. Los principales fueron Simón, Igna-
cio, Policarpo, Papías y otros: todos los cua-
les se dedicaban á predicar el Evangelio á íos
in líeles, á confirmarlo con prodigios, y ense-
ñar á todos la doctrina que aprendieron dé
los apósloies , sin añadir nada nuevo por si
misinos.
Por este tiempo Horacio un cierto Hermas,
discípulo de San Pablo, autor del libro Pastor,
que dividió cu tres partes: la primera abraza
la cuatro visiones , la segunda los diez pre-
ceptos, y la tercera las diez semejanzas. Este
libro fué tan estimado en la Iglesia, que no
soíq mereció el aprecio de eminentísimos es-
critores, sino qué fue leído publicamente en
las de Oriente. Sin embargo, este libro solo
trata de la moral , y esto sin método ni
elegancia, por cuya razón no podemos iuferir
de él sistema alguno: el mismo juicio se
debe formar déla epístola de San Ignacio á los
magnesianos, que pertenece mas á la moral
que al dogma. Estos doctores fueron mas so-
lícitos para instruir á los fieles en la doc-
trina de Cristo, qne para escribir libros. Los
padres apostólicos enseñaban á los fieles y ca-
tecúmenos los rudimentos de la religión cris-
tiana, pero de un modo absolutamente diver-
so. Esplicaban á los mas ignorantes la nece-
sidad de la penitencia y de conformarse á las
máximas dei Evangelio y ¡i los preceptos del
Decálogo, enseñándoles asimismo el Credo; y
á todas estas cosas las daban el nombre de
liagoga. En cuanto á los neófitos, después del
bautismo les esplicaban los misterios de los
cristianos, como la Trinidad , la Encarnación,
los Sacramentos, y en especial ja Eucaristía,
Les aconsejaban ademas que guardasen cons-
tantemente la misma doctrina, y que estuvie-
sen preparados para defenderla aun á costa de
la vída si fuese necesario. De estos elementos
constaba su teología.
El mismo catequista esplicaba estas cate-
queses en lenguaje familiar. Por esta razón,
después de mucho liempo se llamaron cale-
quistas aquellos que enseñaban una teología
mas abstracta, esto es, que interpretaban los
libros sagrados; y con este nombre se desig-
naba también á los teólogos que interpretaban
las sagradas letras, y aun las mismas cuestio-
nes teológicas. ,
En el siglo II se observó el mismo método
de enseñar la teología , tanto respecto á los
catecúmenos como á los infieles, y el mismo
usaron también los catequistas. Pero si se
suscitaba alguna polémica entre los fieles acer-
ca de ta inteligencia de las escrituras sanias,
sacaban el Evangelio,, que se tenía en gran
veneración y de este modo se ponia fin á la
controversia. Por el contrarío, si nacía alguna
duda, si ocurría algún lugar oscuro, se con-
sultaban los ancianos que babíau oído á los
apóstoles el verdadero sentido de las palabras
y doclrinas', y asi so tranquilizaban. De esta
suerte se confeccionaron los primeros libros
de la tradición escrita, en los cnales los teó-
logos consignaban aquellas doctrinas que bu-
bian aprendido de sus mayores inspirados por
Dios.
En el sigjo J1I ya se trató la teología con
mas método eu las escuelas, especialmente en
las de Alejandría, donde enseñaron muchos
maestros eruditos como Pantono , Clemente
Alejandrino, Orígenes, Iteradas y oíros. Ver-
sados estos en la ciencia do los étnicos, que
trataban las cuestiones cuidadosa y ordenada-
mente, cuando trabajaban para instruir á los
cristianos, les enseñaban los dogmas clara y
ordenadamente, y para acomodarse á la capa-
cidad de cada uno, distinguieron la isagoge de
ios indoctos de la do los mas instruidos, re-
servando estapara si, y dejaron aquella á los
demás. Y para decirlo de una vez, aquellos se
llamaron isagógicos, y estos teólogos. El cargo
de los teólogos era interpretar alguna parle
de la Sagrada Escritura das dias de la semana,
lo cual badán los mismos obispos ú otras
personas por su mandato. Estas catequeses,
|sin embargo, no estaban esplicadas ni escri-
| las con arle y método, sino que se improvi-
! saban las mas veces según requería la ocasiou.
Asi ta leologia de estos padres puede re-
ducirse á cuatro punios principales. I." A ins-
truir á los catecúmenos en los rudimentos de
la fé y á los fieles en la moral. 2." A vindicar"
tanto los dogmas como los ritos de los cris-
tianos, de las calumnias de los étnicos. 3." A
demostrar á los judíos, si era necesario, la
verdad de la religión cristiana. 4." A interpre-
tar los teslos de la Sagrada Escritura acomo-
dados i la doctrina evangélica según la tradi-
ción apostólica, para impugnar á los hereges,
y rechazar toda novedad. Pero nunca se dedi-
caron á escribir libros, y se contentaban con
refutar los que corrompían la doctrina recibi-
da de sus mayores, figura entre los escritores
mas notables de aquel tiempo, Orígenes, que
en su obra De priiicipiis (de que solo nos que-
da la versión latina de Rufino), nos dejó una
especie de compendio de la religión cristiana
y de su filosofía, que está dividido en cuatro
libros. En el 'primero trata del Padre, del Hijo
y del Espirito Santo, en el segundo del mundo,
y cuanto en él se contiene, de Dios, como au-
tor del Kuevo y Viejo leslamcnlo; do'la En-
carnación, del mismo Espíritu Santo, y afirma
que asistió á Moisés, á los profetas y á los
apóstoles;, también Labia del alma del hombre ,
de la resurrección, de las penas y de los pre-
mios. En el tercero trata de la libertad y es-
plica por qué los demonios dañan al género
I» no; esplicando asimismo ja doctrina déla
terminación del mundo. En el cuarto habla de
iá divinidad de los libros sagrados, y do los
j muchos y muy importantes motivos porque
' deben leerse.
TEOLOGIA
Aunque en estos libras eslén contenidos
los principales dogmas de nuestra .religión,
sin embargo, se engañan los quo juzgan que
abrazan un sistema completo de teología. Al-
go mas se formalizo esle, aunque ne llegó i
constilnirso en realidad, porlos padres del cuar-
to y quinto siglo, liulonees varió algún lanío
el sistema de discutir los dogmas teológicos
y se dejó el método sencillo cou que babian
gldo ■traUtdíB8-;en los tiempos anteriores, porque
los doclores cristianos no eseribiau sino para
combatir á sus enemigos, y en aquel tiempo
se disputaba, no solo con los judíos y los ét-
nicos, sino con los hereges.
Su método de discutir era el siguiente: pri-
mero esponjan los íoslimonios de la Sagrada
Escrituro, que demostraban laverdad de la doe-
Irina cristiana. A ellos unían ios Ioslimonios de
los padres, y la doctrina recibida de losaposlo-
les, y conservada por la tradición. En seguida
couausiliode la di ¿íctico y con el raciocinio,
sacaban consGctienrlas, no escolástica, sino fa-
miliarracnle. Pero como los padres no usaban
de este método sino contra los bereges y
cuando era necesario, porque estos no ataea-
ban ni alteraban todos los dogmas, sucedió que
lo.; antiguos obispos y saulos padres, no es-
pusieron toda la doctrina cristiana con el mis-
mo método, ni escribieron obras de teología
en (Jriento ni Occidente.
So deben considerarse como instituciones
teológicas las cuatro disertaciones de San Gre-
gorio Nacianceno sobre la teología aunque
comprenden cosas muy útiles; porque cu la
primera demuestra quien debe considerarse
maestro de la teología; en seguida enseña de
que manera y con que método deba disputarse;,
también arguye a los que proceden temeraria-
menie, disputando sobre los misterios mas
venerandos de nuestra religión. El mismo jui-
cio debemos formar de otros escritores. -Exis-
ten dos libros do San Atanasio, de los cuales
e! primero se titula Sinopsis del Viejo y iVuc-
i» Testamento y el otro S-yntagma de ¿adoc-
trina para todos los solitarios y cristianos,
aun los legos. Pero unos y otros pertenecen
al dogma. En el primero se.esplsca cuanto se
contiene en cada libro de ta Sagrada Escritura,
en el otro se instruye á los fieles, en especial
á Sos monges,. en la' moral.
No es, poes, posible bailar, ni cu San Agus-
tín ni en cualquier otro escritor de los sis
■glos IV y V, un sistema ó compendio de tep-
ogia. Los padres ni aun creyeron de su de-
ber escribir los dogmas de fé ordenadamente
y según el método observado por los filósofos;
poniendo todo su conato en defenderlos de
los ataques de los gentiles, judíos y bereges;
porcaya raüon no conservamos, ni existen es-
critos algunos de los santos padres, que traten
metódica y ordenadamente de la teología, tan-
to mas cnanto que no lodos los dogmas fue-
ron atacados por los bereges en un mismo
tiempo, sino unos en pos de otros.
2172 DIDLIOTECA IfOCtJLAft.
Sin embargo, algunos se dedicaron por
entonces á la critica y prestaron con ella gran-
des servicios á la Iglesia. Tales fueron Euso-
bio Cesariense, tos dos Teodoros, el .de Ileru-
clea y el de Mopsuerta, San Gerónimo, San
| Juan Crisóstomo y Tcodoreto, que enriquecie-
I rou sus comentarios con advertencias ciáticas
é históricas de grande interés y tanto que los
intérpretes modernos del Nuevo Testamentó,
como advierto oportunamente Calmet, nada
han adelantado sóbrelo que dejaron escrito los ~
auliguos, aunque casi todos ignoraron el be-
breo; sin embargo, dejaron acomodar sus in-
terpretaciones al texto nebreo, sacando al
efcclo cun lauto tino sus' esposlciones de los
escritores precedentes, no sólo en lo peiTene-
..ciente al sentido literal, sino también al ale-
górico y moral.
Las obras que aun nos quedan de los san-
tos padres sobre la Escrilura, pueden reducir-
se á tres, á saber, á escoliones redactados por
les mas sabios; comentarios para utilidad de
aquellos que se dedican á la contemplación de
¡as cosas díviuas; y homilías, acomodadas,
bien á la inteligencia del vulgo, bien -a la de '"
los bombres ilustrados.
A fines deí sesiu siglo los teólogos esta-
blecieron un método de bablar ordenado; de-
biéndose esto principalmente á Anido Jlanlio,
que babiéndose dedicado al estudio de Aristó-
teles, y traducido del griego al laliu algunas de
sus obras, empleó en varios-de sus libros un
órden sistemático, y sirvió á otros de ejemplo
para publicar algunos cómpeodios'aunque tos-
cos é imperfectos; y á la verdad no cabe duda
que fueron publicados por los cristianos mu-
chos libros filosóficos cu este siglo. A su ter-
minación empezaron á publicarse algunos com-
pendios de leologia, aunque imperfectos, bajo
diversos títulos. San Isidoro de Sevilla, publif
có tres libros de sentencias tomados en mu-
cha parte de los morales de San Gregorio Mag-
no, ■ añadiendo algunas cosas de San Agustín.
Leoncio Cipro escribió los lugares comunes
teológicos, que tomó de las obras de los san-
tos padres; y lo mismo hicieron otros varios,
que recopilaron las sentencias de la Escritura
Sagrada y de aquellos escritores, como Atana-
sio, llamado el Sinatla, que se valió de eilus
para refutar los acéfalos.
Las mismas huellas siguieron los escrito-
res del sétimo siglo, sobre lodo en Occidente,
pudiéndonos servir de prueba los cinco libros
de sentencias de Tajón, obispo de Zaragoza.,
recopilados de los escritos de San íires'oriu
Magno y de San Agustiu, en los quu trata dü
la naturaleza y atribuios de Dios, de la Eupar-
naeion, de los prelados, de los órdenes de la
Iglesia, de las virtudes, de los vicios, de los
juicios divinos, .tentaciones y pecados, délos
condenados, del juicio Opal y de la resurrec-
ción de la carne.
Pero casi todos los teólogos sé dedicaban
coa mas .especialidad á la interpretación de
T. xxxm. 3
36
TEOLOGIA
36
los sagrados códices, y descuidaban el estu-
dio de Ja filosofía y demás ciencias profanas,
á causa de que San Gregorio quemó ia biblio-
teca que se conservaba en el templo de Apo-
lo, de suerte que esceptuando algunos escri-
tores algo versados én la lectura de los anti-
guos hereges y mahometanos, los demás se
dedicaban á espliear los sagrados libros si-
guiendo en primer lugar á Orígenes; si bien
después que se suscitaron tan graves contro-
versias sobre sus libros, los griegos siguieron
en sus interpretaciones á San Juan Crisóslomo,
y los latinos á San Agustín y San Gregorio-,
A mediados del siglo VIH dió á luz San
Juan Damasceno ún exacto compendio de teo-
logía, a que puso por tii.ulo De fide ortodoxa.
Habla-en el primer Síbro de !a naturaleza y
atributos de Dios, y de las divinas personas;
en el segundo de las cosas que Dios crió, en
particular del bombre, de la Providencia, de la
presciencia, de la predestinación y del pecado
de Adán; trata en el tercero de la Encarnación
de la persona, y de las dos naturalezas de
Cristo; y por último, en el cuarto de la fé, del
bautismo y de otros dogmas de, la religión
cristiana.
'Esta' obra se escribió para combatir á los
hereges-, y en ella toma sus argumentos de ¡as
sagradas escrituras y santos padres; y como
el santo gustaba mucho de la lilosofia aristo-
télica, en particular de la lógica, á causa de
su mucha familiaridad con los árabes, trató
ja teología eon un mélodo iilosóíico y trajo á
su terreno algunas sutilezas enteramente des-
conocidas á los primeros maestros de esta
ciencia, siendo uno de loa primeros que dieron
este carácter á los estudios teológicos. Por
esta razón creen algunos que el Damasceno
debe ser confado en el número de tos prime-
ros escolásticos: ademas escribió los Paralelos
sagrados, que condenen la misma doctrina que
el libro anterior, si bien ordenada alfabética-
mente. Esta puede llamarse cou razón la pri-
mera época del sistema teológico.
l'or lo "demás, todo cuanto escribieron y
adelantaron los teólogos desde el siglo VII al
X, se reduce en sn mayor parte á interpretar
las sagradas escrituras por las autoridades do
los padres, que los habían precedido; asi lo
líizo en el siglo VI Procopío Caceo, en el Vil
Apolonio y Julián de Toledo, en e! VIH Beda,
Alcuirio, Antonio Mellísa, Ambrosio y Antper-
lo; en el IX. Paseasio Radherto, Esmaragdo,
benito Auséntense, Floro I.ugdouense, Kaymo
Halborstiidiensc, Angel Ludobiense, Haimonio,
Habana Mauro, Watafridó Estrabo , Cristiano
Drutmano, Focion y Enrique Aulosiodorensc;
en el siglo X Moisés. Bar-Cefa y otros, aunque,
pocos, que se dedicaron á trabajar en el mismo
sentido. Ademas escribieron Imm'Hias que di-
rigían al pueblo, y Combatían las lieregias que
nacieron ó se renovaron en aquellos" tiempos.
En particular el siglo IX produjo en' una y
otra iglesia muchos teólogos dados á la polé-
mica,, qiie suscitaron tres grandes conlrover-
sías: la primera se trabó entre la iglesia orien-
tal y occidental bajo Focion, patriarca de Cons-
lantinopla, y bien pronto se convirtió en un
cisma: la seguuda entre los occidentales, so-
bre ta presencia real de Jesucristo en la Euca-
ristía; una y otra fué reñida y duró mucho
tiempo: la tercera ejercitó el talento de los
teólogos de Occidente contra el monge Gontes-
calco; acerca de esto escribieron Aurelio, Amu-
lo Lugdonense, Lupo Servato, Remigio Lugdo-
nense, Hincmaro Repiense, Habano y otros.
Contra los iconoclastas escribieron Nicéforo,
Binigalo, Teódulo Estudita, Jonás Aurelianense
y otros. Ejercitaron sus talentos contra los
mahometanos, judíos y hebreos, Teodoro Abo-
cara, Agobardo , Anastasio , Rábano Mauro y
Focion, Finalmente en el siglo X Moisés Bar-
Cefa, Herígero y ltaterio Veronense disputaron
sobre el i'araiso, sobre el cuerpo y sangre de
Jesucristo, y sobre varios otros artículos de
fé. Muy pocos, fuera de ' los referidos, torna-
ron á su cargo el cuidado de tratar los dogmas
en este siglo.
Todos estos teólogos, en sus polémicas con
I sus adversarios se acogieron á los escritos de
' tos santos padres que les habían precedido, y
' refutaban las heregías con las tradiciones, sin
necesidad de usar de ta lilosofia; por cuya ra-
' zon es inútil buscar en ellos orden ni método
alguno, porque en estos tiempos eran enlera-
: mente desconocidos; y ni es posible hallar en
'sus controversias esa. manera agradable de
: presentar las cuestiones que es hija de un in-
genio agudo y un entendimiento claro.
En el periodo trascurrido desde el siglo X
al XV, es donde principia yaá encontrársela
teología escolástica. Entonces los que se dedi-
. caban á su estudio no se ocupaban de ella en
todas sus partes, sino que trataban indistinta-
mente una que otra, ejercitándose en la dia-
léctica alejandrina, de modo que con razón se
' llama este el siglo de la dialéctica. Esto se es-,
I plicja por si mismo muy fácilmente. A lines
del siglo XI empezó la dominación de los nor-
mandos en Italia, y bajo sus auspicios empezó
. el siglo XII. En to,do el Occidente dominaba
el gusto por la dialéctica , y tos ítíólogos se
! ejercitaron mucho en ella con oujelo de esci-
' tar mas fácilmente lajuventud al estudio y lec-
tura de los códigos sagrados. En los últimos
años de este siglo se fundó la universidad de
Nápoles, donde, como en las demás escuelas;
se enseñó la teología mezclada con la dialéc-
tica y las demás sutilezas y argucias que cu
otras se usaban; y este mélodo no dejo de
traer consigo abusos lamentables, puesto que
algunos, teólogos trataron de esclarecer tos
míslerios^quesolo deben esplicarse por la re-
velación) bajo los principios de la lógica y
metafísica, de lo cual surgieron muchos erro-
res, en cuya impugnación se ocuparou ilustres
teólogos. Entre, los autores de aquel funesto
sistema, merecen particular mención por sus
37
TEOLOGÍA.
38
talentos y por el renombre que alcanzaron,
Abelardo, Amálelo de Brescia, Gilberto l'orre-
tauo, Almarico, David y Dinanlo, á los que
pudieran añadirse otros dé menos fama, cu-
yas doctrinas condenaron los concilios y la
tradición, y que escitaron la animadversión de
doctos y santos teólogos , grandemente ins-
truidos en la dialéctica. Lo peor fué que como
el estudio dé la dialéctica estaba tan arraiga-
do, no pudo ponerse remedio al mal con es-
tas medidas y continuó el prurito de disputar
y de mezclar las cosas sagradas con las cavi-
laciones y so Asmas, dando esto ocasión á que
se escribiesen en el siglo Xll muchos compen-
dios de teología con el nombre de Sentencias.
Asi vemos la teologia en este tiempo llena de
cuestiones dialécticas y metafísicas, merecien-
do particular distinción entre los autores de
esta clase de obras Simón Toniacense , Gil-
berto Porretano, Pedro Pielaviense-, Hugo de
San Víctor, Roberto Pulo, y Pedro Lombardo,
que escedieron' en mérito á los demás. Aun-
que algunos de estos hayan sido calificados
por los teólogos de innovadores, temerarios y
aun liereges, muchos de ellos brillaron indu-
dablemente por la elevación de sus talentos,
y de eslas controversias nació indudablemente
la teologia escolástica que tanto brilló en el
slguienle siglo, y llegó en éi á su mayor apo-
geo. Esta suele llamarse en los historiadores
eclesiásticos la adolescencia de la ieologia ecle-
siástica , porque como en la universidad de
París fué admitida y aun ensalzada, desde alli,
como de un centro luminoso, se cstendió por
las demás universidades del mundo.
Las sumas ó compendios á que hemos alu-
dido, eran colecciones de las,scntencia3 de los
sanios padres, que coordinaban para ilustrar
y esclarecer mas la doctrina católica, y para
dirimir mas fácilmente las cuestiones que so-
lían establecer, y á las que añadían otras su"
tilezas qué definían con palabras metafísicas.
El mas templado en su estilo de todos estos
autores, fué Pedro Lombardo , quien aunque
seguía á Aristóteles como contrario á San Agus-
tín, se abstuvo en cuanto pudo de la dialécti-
ca, argumentos filosóficos y autoridades de los
mismos filósofqs. Era tan estimada su doctrina,
gozaba de autoridad en la universidad de
París y en palacio, y se leia con tanta avidez
por sus discípulos, que á pesar de todos los
esfuerzos, no pudo conseguirse destronarla de
aquella universidad , . donde si no la inventó,
fué el primero que la enseñó públicamente; y
como después fue elevado á la silla episcopal
de París, fueron aprobados su modo de filoso-
far y su obra , y pocos años después acep-
tada por todos los teólogos y enseñada á
la juventud. Aunque Lombardo tomó de Cam-
pillo y Abelardo el método de enseñar las
facultades sagradas , sin embargo , anlcs que
los demás formó y practicó con ayuda de la
dialéctica un método teológico confeccionado
de citas de la Sagrada Escritura y santos pa-
dres, que fué aprobado y recibido por fodos
los demás teólogos, por cuya razón figura en
primer lugar- entre los teólogos de aquel tiem-
po y es considerado como 0u gefe y maestro.
En el siglo X.11 hubo algunos leólogos que
interpretaron ordenadamente la Sagrada Escri-
tura; pero cuan -estéril y casi iuúiil fué este
trabajó lo- demuestra Pedro Coinestor en su
Historia escolástica. Debe, no obstante, hacer-
se una honorífica escepcion en favor del gran
padre San Bernardo, que lo llevó á cabo con
admirable sabiduría.
Movidos del ejemplo de Alejandro de Alés,
que fué el primero que-espíicú allfaestro.de
las sentencias, Lombardo , muchos teólogos
escribieron comentarios sobre ellas, como Al-
berto Magno y otros, y las llenaron de tantas
disertaciones nuevas , que cualquiera que los
compare con Pedro Lombardo , le juzga ''anti-
escolástico. Los que de este modo trataban la
teologia, no podían contenerse sin mezclar
nuevas é inútiles cuestiones, que trataban di?
ínsaniente , y en las que hacían consistir la
ciencia y la erudición.
Al ver llevada la teologia á este terreno,
hubo hombres instruidos que se opusieron
á esle sistema, siendo el primero Inocencio III,
que queriendo reformar en París el número de
los maestros^ que enseñaban, asi la teologia,
escribió al arzobispo para que redujese á ocho
los profesores de aquella universidad, repután-
dolos suficientes para desempeñar las cáiedras,
si bien se ignora el éxito que tuvo este man-
dato. La misma universidad de París viendo la
corrupción que en sus escuelas, se había intro-
ducido, nombró ocho de sus mas célebres doc-
tores y les mandó que renovasen los antiguos
esl atufos, añadiendo lo que creyesen necesa-
rio, para remediar los males que habían inva-
dido las aulas, en particular las de íilosofia
y teologia, estableciéndose entonces que solo
se enséñase según los santos padres y sagra-
das escrituras.
Entretanto el eminentísimo Santo Tomás
de Aquino, honor y gloria de Ñapóles, en cu-
ya universidad fué profesor, viendo tan mal
enseñada la teologia y destituida de método,
trabaja para descubrir los errores de Averroes
é interpretar reciamente los libros de Aristó-
teles. Esto se propuso en su admirable Suma
teológica; y mas aun que todo, el demostrar
que la santa doctrina; solo puede hallarse en
la Sagrada Escritura , concilios y santos pa-
dres, descartando de ella el fárrago de cues-
tiones inútiles. Y no se detuvo aqui, sino que
demostró ademas que podían tomarse algunas "
cosas de Aristóteles sin perjudicar en lo mas
mínimo los dogmas recibidos de nuestros ma-
yores.
Al contemplar los medios empleados por
este santo doclor para establecer y llevar á ca-
bo su plan admirable, es imposible no ensal-
zarle hasta las nubes, y mas si se considera
que en medio de. tanta ignorancia, y precisa-
39
TEOLOGIA
40
mente en un siglo en que todos los talentos
se ejercitaban en cuestiones vanas 6 inútiles,
se opuso á las peliyi'osas novedades introdu-
cidas eñ las ciencias, las refutó vigorosamente,
y puso remedio á tanta desgracia sin arredrar-
se en peligros de ningún género. Después de
sn muerte, y aleccionados por sus escritos, se
dedicaron muclios á reducir al método de la
filosofía aristotélica la teología escolástica, por
cuya razón dicen los eruditos que esta ciencia
llego á su perfección dcspnrs de mediado el
siglo XIII, esto es, después de Alberto Magno
y de Santo Temías; y efectivamente, en esta
época' fué cuando empezó á figurar en la re-
pública literaria adornada con todos los mati-
ces dé la filosofía- arábiga , por lo cual no pa-
rece fuera de propósito fijar aquí la segunda
. época de la teología escolástica, que llegó has-
ta Durando de San Pociano, que floreció en
el siglo siguiente.
Lo mas célebre y digno de admiración de
cuanto escribió Santo Tomás, es sin dispula la
Suma teológica, que dividid en Ires partes:
en la primera trata de Dios y de sus atribuios,
de la bienaventuranza, y do la Trinidad; la se-
gunda está dividida en dos , en las cuales la
primera traía del último fin del hombre, de los
aclos humanos, de su origen, de los vicios y
virtudes y ademas de la ley y de la gracia; y
la- segunda de las virtudes teológicas y mo-
rales; por; fin, la tereera y última, trata de la
Encarnación, de Jesucristo y de los Sacramen-
tos. Ademas escribió el santo un comen-
tario sobre Lombardo, y otras obras. También
son muy dignos de elogio sus libros contra
los étnicos, en los cuales espóne de un modo
admirable la teología natural, y nos manifiesta
claramente cuanto hubiera podido adelantar y
escribir en filosofía y erudición, si sé hubiera
dedicado á estos trabajos.
Su método de disertar en teología es e! si-
guiente: usa do las autoridades de la Sagrada
Escritura y santos padres para decidir las. con-
troversias y. las. corrobora, cuando puede y lo
cree oportuno, con argumentos metafisicos y
autoridades de los filósofos. También añade al-
gunas cuestiones sutiles* que esplíca y resuel-
ve- según el modo de raciocinar de los árabes
que estaba en aquel tiempo muy admitido, por
cuya razón se ve que siguió un término me-
dio entre las doctrinas ingeniosas de los esco-
lásticos y la rígida filosofía de los santos pa-
dres antiguos.
Contemporáneo de Santo Tomás fué cf car-
denal San Buenaventura, que ademas de mu-
chos comentarios sobre las sagradas escritu-
ras y otras obras, escribió también sóbrelos
cuadro libros de las sentencias , imitando á
Hiles y Santo Tomás, cuya obra fué tenida en
gran precio por los eruditos. Este santo doc-
tor se aparta mas que nirigun otro de las
cuestiones dialécticas.
Desde esle tiempo loa teólogos se dividie-
ron .en sentenciarios, sumistas y quodlibeta-
rios; los primeros esplicaban los libros de las
sentencias de Podro Lombardo; los segundos
daban á luz nuevas sumas ó seguían á la le-
tra y comentaban la de Santo Tomás; y los
terceros no sigui .ndo un sistema lijo, como lo
indica su nombre {quod libet) disputaban co-
mo los antiguos académicos, siguiendo ya
esta, ya la otra doctrina, y dejando en liber-
tad á sus adversarios para impugnar ó defen-
der la opinión que gustasen, El gefe de estos
fué, según algunos, Gualtcro obispo pictavie-
no, á quien imitó Santo Tomás, En estas tres
clase de teólogos estuvo dividida la escuela en
la segunda y tercera edad de la teología.
A principios del siglo XIV, floreció el fran-
ciscano Juan Dnrts Bcoto ,- doctor de teología
en París,- quien espnrgando las doctrinas de
Santo Tomás, San Buenaventura y otros, re-
chazaba los argumentos que le parecían dé-
biles con una sutileza de raciocinio admirable;
mas . como esto lo hacia precisamente en la
época que estaba en su apogeo la doctrina de
Santo Tomás, los afiliados á esta escuela", y los
que se declararon por la del doctor parisiense,
se pusieron en pugna basta dividirse en dos
partidos, que del nombre délos doctores se lla-
maron tomistas y escotistas, partidos que por
mucho tiempo se han disputado y aun se dis-
putan el campo de la ciencia teológica, sin que
haya habido quien se tome el trabajo dé con-
ciliarios.
Estas controversias metafísicas formaban
la> base de la teología en los tiempos á que
nos referimos, porque los teólogos en vez de
seguir las huellas de Santo Tomás, estudiando
y utilizando este admirable modelo, sé ocu-
paron principalmente en .inventar cuestiones
nuevas, ingeniosas y sutiles, sin que ningu-
no quisiere ceder de su opinión, naciendo dé
cada cuestión otras infinitas, en las que se ocu-
paban los ingenios, malgastando unos talen-
tos que bien empleados y bien dirigidos hu-
bieran sido muy útiles á la iglesia y á la
ciencia. - .- '
Todavía vinieron á animar y acalorar es-
fas discusiones dos hombres celebérrimos, el
dominicano Guillermo Durando de San Porcia-
no y el franciscano Guillelmo Ochamo, que. ha-
cia la mitad de este siglo obtuvieron grau re-
putación entre los teólogos.
Casi todos los de Occidente siguieron la
teología escolástica,' y los mas sobresalientes
interpretaron á i'edro Lombardo, ansiosos de
adquirir por este medio la reputación que
anhelaban: algunos para hacerse mas nota-
bles, escribían sumas de cuestiones teóricas
y morales; asi lo hicieron en el siglo X 1 II
Guiilelmode Salome, San Raimundo dePBñalbrt
y otros; en el XtV, Astesano, Monaldo, Alva-
ro Pelagio, Bartolomé de Santa Concordia; en
el XV San Antonino , Bautista Salvis, Tróva-
malis, Angel do Clavario, Pacífico Noyarienso
y otros. Otras veces daban á luz compendios
sacados de las sumas, como hizo Juan Tentó-
TEOLOGIA.
nicoqiie .formó el suyo de las de Santo Tomás,
Pedro Taranlariense, Ilosliensc, San Eaimumlo
y oíros varios. Otros, imri([uc pocos, so dedi-
caron á lajeologia polémica, tales fueron en el
siglo SBÍ Santo Tomás de Aqnino, en el XIV
Guido PerpiniHiio y Pelagio y en e! XV Paulo
Burgense, Gerónimo de Santa Fe, Párchelo de
Salvaticis, Alfonso Espina y otros, que impug-
naron á los judios. fUilio 'también en este si-
glo algunos que refiflaron á los wiclelistas y
husitas; otros compusieron obras contra los
errores de los griegos y en deFensa det conci-
lio florentino, entre los que podemos enume-
rar á los griegos Jorge Trapeznnlino y Esco-
larlo, Jo?é Metouiense, Prolosincelo, el car-
denal Besurion. Isidoro Tesalonicense y oíros
varios. Por último, entre los que se dedica-
ron i la hermenéutica, podemos contar en el
siglo XII! á San Antonio de Padua, primer
lector del órrien seráfico que interpretó sa-
biamente los códices sagrados; y Hugo de San
Caro, que fué el primero que liiüo concordan-
cias; Pedro Tarantariense y otros. En el si-
glo XIV Engclberto, Aureolo, Lodolfo Sacio,
(¡ofiamo liyinerico y sobre todos Nicolás lira,
que abjurando el judaismo y abrazando el es-
tado religioso en la órden de San Francisco,
restauró en este siglo el estudio de las sanias
escrituras y escribió su Postülam ai Glosam.
Ademas hubo machos en el siglo XV que tra-
taren esle asiuító con el mayor esmero; tales
fueron Pablo Burgense, Gerónimo de Santa Fe,
Tomás Inglés, y el Tostado, que nos ha lega-
do unos eruditos comentarios sobre las sagra-
das escrituras.
Si de la Iglesia de Occidente nos traslada-
mos ahora á la Oriental, veremos que en ella
fué diverso el modo de enseñar la teología
desde el siglo XI hasta la mitad de! XV. Los
griegos no disputaban como los escolásticos
ineiafisicautente, sino por otro método, corno
puede verse cu la obra titulada Panoplia ad-
versus hwrulicoz, de Eutimio Zigabeno, que
vivió á principios del siglo XII, en la que se
noia cierto sistema de teología polémica, y
como algunos teólogos, para refutar á los lie-
reges, judíos y sarracenos, tomaban algunas
sentencias de los padres griegos. Eutimio los
coleccionó para alivio de los lectores, aunque
sin establecer cuestiones ni controversias nue-
vas, como hacían los escolásticos. Et mismo sis-
tema siguieron en el siglo XIII,' como lo niant-
Itcsta entre oirás obras la titulada Tkescturus
fiihi ortodoxa de Ricotas Achomiiiates, en la
que este ilustrado escritor refiere detenida-
mente todas las heregias.
Volviendo al Occidente, vemos que, aun-
que casi Iodos los escolásticos malgastaban el
tiempo en cuestiones metafísicas, ya en el si-
glo XV se levantaron enérgicamente contra
esle sistema y l'o condenaron abiertamente al-
gunos muy notables; entre ellos Juan Gerson,
canciller de París, Nicolás Clemangio, su ilus-
tre discípulo, y otros varios franceses, á los
que pueden añadirse los italianos Francisco
Petrarca, Rodulfo Agrícola, "Pico Mirandulatio y
luis Antonio Muratori. Al mismo tiempo los
teólogos latinos de aquel íiompo en la preci-
sión de impugnar á los griegos, wiclelistas y
á los husitas, se vieron obligados á leer la Sa-
grada Escritura, la tradición y los santos pa-
dres; y asi llegaron á convencerse que solo
en estas fuentes podían encontrar los verda-
deros fundamentos de la teología. Por otra
parte, el estudio délas humanidades y espe-
cialmente, el de las lenguas griega y latina,
hizo que muchos leyesen el original de los
padres de aquella Iglesia, y alli bebiesen las
mas puras y- sanas, doctrinas. Esto, no obstan-
te, muchos teólogos siguieron distinto sistema,
y he aqni porque en aquellos tiempos se die-
ron á conocer casi todos los casuistas que
por espacio de tres siglos fueron desconocidos
en la Iglesia y nacieron de la teología escolás-
tica. Los teólogos que ignoraban la Sagrada
Escritura, la tradición y los decretos de ios
concilios en las cosas pertenecientes á la teo-
logía moral, delinian todas las cosas según la
razón y con arreglo $ la filosofía peripatética.
De donde resultó, según Mabillou, tanla dife-
rencia de opiniones y tan licenciosas, que
apenas hay maldad alguna que no haya sido
disculpada, para lo cual han buscado mil y mil
razones especiosas.
Viendo que e! mal iba en aumento, Ale-
jando VII, Inocencio XI, y después sus suce-
sores, llenos de santo celo, lanzaron las ana-
temas contra estas doctrinas, significando el
primero todo el dolor de su espíritu en su
constitución del 24 de setiembre de 10(55-
La teología escolástica se' dividió en varias
sectas, de las cuales las mas célebres son la
de los tomistas, la de los escotístas, la de los
jesuítas y la de los agustinos. La primera re-
conoce por gefe á Sanio Tomás, la segunda á
Escoto, la tercera al jesuíta español Luis de
Molina, que floreció en el siglo XVI, y la cuar-
ta á Sau Agustín ó mejor dicho á los que ilus-
traron sus doctrinas. Estas escuelas no disien-
ten en todos y cada uno de los puntos de la
teología, sino en los relativos á la gracia de
Jesucristo, y á las cuestiones quede aqui ema-
nan. Pero en todas estas controversias es pre-
ciso distinguir cuidadosamente el dogma de
las opiniones particulares de las escuelas,
puesto que estamos obligados á adherirnos de
todo corazón ai primero, al paso que no nos es
absolutamente necesario adoptar ó rechazar
esta ó la otra opinión.
Conviene observar aqni que la teología se
ha enseñado bajo diversos métodos según lo
han exigido las circunstancias de los- tiempos;
asi es que cuando dominó en las escuelas cris-
lianas la filosofía, se cultivó la teología como
sucedió en el siglo 111, IV y V; donde decayó
aquella, decayó también esla en lo loeanlc a!
método, como aconteció en todo el tiempo que
medía desde el siglo VI al XII; y cuando la ft-
43
TEOLOGIA
losofía se vició entre el fárrago inútil ele ar-
gucias y de cuestiones inútiles, la teología se
estiüivio en el mismo sentido descendiendo de
aquella majestuosa dignidad" que llenó de ad-
miración hasta á los étnicos en los primeros
tiempos del cristianismo, á la fraseología que
afeó el noble y severo carácter (|ue lauto la
ensalzó en sus orígenes; asi sucedió en el si-
glo XIV y XV. Por el contrario, desde el feliz
instante en que la saña filosofía salió como
por grados de entre las sombras del error, re-
cobró ia leología su primitivo esplendor, ro-
deándose de uttlisimos conocimientos que á
manera de fuerte valladar la defendieron de
las acometidas de sus enemigos. Tan cierto es
que la buena filosofía, lejos de ser inútil y
aun perjudicial á la teología, le es muy con-
veniente y hasta necesaria.
Afines del siglo XVI. Ta teología decayó
algnn tanto á causa de lasberegias que ocupa-
ron toda la atención de los teólogos y agita-
ron la Iglesia del Señor. Martin Lotero, fué
el gefe y principal corifeo de los heresíarcas
de este siglo, y empezó su campaña contra la
iglesia católica en ! 522,. publicando el Nuevo
Testamento en lengua teutónica, truncando su
sentido y aun alterándolo en muchos pasages
"con climpio designio de encubrir y aun coho-
nestar con los testos de tan santos libros sus
lamentables y funestos errores.
A esto rial sucedieron como ora de espe-
rar, otros mayores, pues como los antiguos
teólogos habían abandonado completamente el
estudio de las ciencias humarías y de las len-
guas, Lotero, mny desde el principio por me-
dio de Melanclon, Zu'niglis, Ecolampadio y En-
cero, antes que discordasen entre si, atrajo á
su partido la juventud que so dedicaba al es-
tudio de las lenguas y déla oratoria,' y tanto se
aprovechó de ella en el estudio literal de la
Sagrada Escritura, (que era el único sentido
que Lutero le dabal que en la esposicion de su
contenido aventajaba á los teólogos mas per-
fectos y consumados: asi fué que enorgulleci-
dos y llenos de vanidad, par su conocimiento
en las lenguas y por su elegancia en el estilo,
no solo despreciaron, sino que hasta empeza-
ron á provocar á los antiguos, con especiali-
dad siempre que enseñaban al pueblo. Ademas,
los hereges, para probará nuestros teólogos
que sus opiniones estaban sancionadas por la
antigüedad, examinaron cuidadosamente los
monumentos antiguos y los escritos de los san-
tos padres. El primero que obró de esla mane-
ra fué Martin Tlaco Dirico, que dió á luz sus
Centurias Magdeburgenses y su Catálogo de
autoridades, en el cua! recopiló lodos los tes-
timonios desde los apóstoles hasta él año 1517,
para persuadir á los católicos de que su doc-
trina estaba corroborada con la autoridad de
los hombres mas doctos 6 instruidos de todos
los siglos: el mismo objeto se propuso Martin
Cbemenito en sus Lugares teológicos, y mas
esteosamente Miguel Meandro, que puso todo
su conato en coleccionar y escribir los testir
momos de los santos padres, En esta cruda
guerra los hereges calumniaron mucho á los
católicos, dando viólenlas interpretaciones á
muchas cosas que los escolásticos habían di-
cho en un sentido verdadero y recto, al mismo
tiempo que atacaban con fundamento las doc-
trinas "de aquella teología que, queriendo apa-
recer como tal, todo era menus lu que indica-
ba su propio nombre; de suerte qiío la igno-
rancia dió armas á lámala fé. Bastantedeploraba
este mal el padre bernardo Lamy cuando decia:
«Jamás fué tan vejada la Iglesia como en el si-
glo pasado, en que sus mismos hijos se hicie-
ron tan encarnizada guerra, precisamente
cuando los que la permanecieron fieles eran
los menos á propósito para defenderla.» Pero
el qiic mas dolorosamente se lameniaba de es-
te mal, era el inolvidable Melchor Cano, que
fué testigo ocular de los hechos y á quien lla-
ma el cardenal Palavicino: «Sobresaliente en
erudición y taleoto, eminente por su reputa-
ción, y mucho mas por lo que ora en reali-
dad.» He aquí como habla aquel sapientísimo
obispo español: «Mas en este siglo hubo mn-
chus en las universidades que reducían ta teo-
logía á sofismos. Entonces hizo el diablo, no
lo puedo decir sin llorar , que cuando Alema-
nia suscitaba por todas partes heregias, en vez
dé íener la Iglesia teólogos instruidos , no sa-
bían otra cosa que malgastar el tiempo en inú-
tiles discusiones, y asi. sucedió que al presen-
tarse al combate , vinieron armados de cañas
en vez de traer armas vigorosas y bien tem-
pladas.»
Esto mismo conocieron los padres del con-
-cilio de Trcnto, pues queriendo poner térmi-
no á tantos niales como habían traído á la igle-
sia aquellos hereges, tan perversos como
instruidos y ejercitados en las contiendas li-
terarias y deseando dirimir las controversias
pendientes, sacaron sus argumentos de las pu-
ras fuertes de la teología, esto es, de la tra-
dición y de la Sagrada Escritura, y desterraron
de las aulas las cuestiones escolásticas y las
argumentaciones inútiles. Y asi fué también
que cuando los teólogos desearon proveerse
de buenas armas antes de entrar en combate
con los hereges empezaron por purgar lateo-
logia de todas las cuestiones supértluas, y vol-
verla á su antigua sencillez y esplendor. Con
este objeto se dedicaron al estudio de las len-
'guas orientales , en particular la hebrea y la
griega: luego procuraron dará luz los códices
sagrados, lo mas correctamente que les fué
posible^ y publicaron políglotas , como lo hi-
cieron entre otros Pagnino y Arias Montano.
También confeccionaron historias eclesiásticas
Baronía y otros para refutar los^noie-sy falsas
Centurias Magdeburgenses: por último, se
empaparon de lleno en las santas escrituras, y
de alli sacaron argumentos con que combatir
tas falacias y sofismas de los hereges, y como
los disidentes del siglo XVI ponian en duda
TEOLOGIA
46
casi todos los dogmas, procuraron nuestros
teólogos ilustrarlos, reforzarlos con nuevos
argumentos, y (¡ofenderlos de sus ataques con
buenas doctrinas, por cuya razón escribió -sa-
bia y prudentemente un escolástico , que los
teólogos católicos debían mucho á los hereges,
que al menos los habían despertado de su le-
targo y enseñado lo que debían aprender , lo
que seguramente no hubieran hecho si ellos no,
les hubieran obligado.
Enlre los célebres teólogos de esla época
sobresale el ya nombrado Melchor Cano, que
asistió al concilio Tridenlino y murió después
en I üGO. El fué el primero que escribió con
elegancia sus Lugares teológicos, cuya pureza
de estilo.linn encomiado tanto los mas ilustres
teólogos, nu dudando en compararle i Cicerón,
y en efecto, demostró á los escolásticos que
la teología, aunque vieja, podía - engalanarse
con llores oratorias. Imitó á Melchor Cano el
portugués Santiago Pai va And rada, que también
asistió al concilio, hombre doctísimo, que se
ciñó Inmarcesibles laureles publicando las
Yindicias de la doctrina ortodoxa del conci-
lio Tridentino, contra los novadores y parti-
cularmente contra Cliemnicio. A estos puede
añadirse Gregorio (le Valencia, de la compañía
de Jesús, en su Análisis de la fé católica.
También los padres del concilio, jara reprimir
la audacia de los hereges, cuidaron de que se
hiciese un compendio de ¡oda la teología dog-
mática, que es el que conocemos y se llama
Catecismo romano, y que se publicase para
bien de los [leles y para que los teólogos tu-
viesen á mano un cuerpo de doctrina con que
instruir á los católicos.
Entonces los teólogos se dedicaron á traba-
jar en eslclerrcno bajo distintos puntos de vis-
ta, tratando unos esmeradamente la teología
escolástica, como Silvio y listio, escribiendo
otros bajo nuevo método y órden en la polémi-
ca,- como el cardenal de Eelarminio, llamado
vulgarmente el Martillo de los hereges, el car-
denal Perrouió, l'igio y Secano; y consagrán-
dose otros á confeccionar catecismos, entre
los cuales podemos contar á Pedro Carrisio,
Belarminio, Costero y Granada.
Pasado el siglo XVI los teólogos tuvieron
olro motivo muy poderoso para ampliar y es-
purgar la teología. Como casi todos los nova-
dores ejercitados en las disputas diarias, ad-
virtiesen que los católicos se liabian dedicado
at estudio de los santos padres y de-la tradi-
ción de la-Iglesia, pusieron todo su conato en
violentar el senlido do aquellos para probar
sus errores, y en deprimir é invalidar la auto-
ridad. Por esla causa nuestros teólogos, estu-
diaron detenidamente los monumentos antiguos,
separaron lós libros verdaderos de los apócri-
fos, y esplicaban.el senlido de cada uno de
ellos con auxilio de la historia. Entre los emi-
nentes escritores que trabajaron en este sen-
tido, ocupan el primer lugar los mongos be-
nedictinos de San Mauro, instruidos en las len-
guas griega y latina, y muy versados en la
critica, que adornaron sus ediciones á los san-
tos padres con notas de- los antiguos códices,
y con ayuda de los manuscritos los hicieron
tan inteligibles, que los jóvenes sin un gran
trabajo pudiesen comprender su verdadero
seníido. De esle modo publicaron Cotelerio
las Constituciones apostólicas; Valerio á En-
sebio Cesariense ; Potatio á San Epifanio;
Pamelio á Tertuliano ; Le-Quieu al Damas-
ceno; Huela Orígenes; Sismondi á Teodoreto,
y asi otros, ilustrando las ediciones con eru-
ditísimas notas. Duceo publicó los escritos de
Gregorio Nacianceno y Niceno, de San Basilio
y de San Juan Crisóstomo. También redactaron
un Apañalo con el íin de que los estudiosos
comprendiesen mas fácilmente las obras de
los santos padres de los primeros siglos: así
lo hicieron Surry-y Honorato de Santa María,
lo cual sirvió en gran manera para hacer flore-
cer la teología posiliva y polémica. Otros es-
critores pusieron especial cuidado en colee-_
eionar los concilios y adornar sus ediciones,
lo que llevaron á cabo babeo, Sísmondo, Aguir-
re,- Dail, y últimamente Juan Domingo Mauro,
arzobispo de Lúea. Oíros publicaron la Historia
de la Iglesia, como Baronio, los dos Pago!,
Godo, Natal Alejandro, Dupin, Tiilemont, Fleu-
ry y el padre ürsio, que dejó su obra incom-
pleta por haber fallecido cuando la escribía.
Oíros tomaron á su cargo ilustrar una parte de-
terminada de la historia, como Valerio, Launo-
so, Mabillon,- que pusieron todo su conato en
promover la, critica eclesiástica . Otros, final-
mente, espusieron con gusto las antigüedades
de la Iglesia, como Marteu, Gavanto, Durante,
Buces, Fleiiry, Mamaquio y el padre Plores.
Con estos auxiliares, nuestros teólogos re-
dujeron la ciencia á mejor forma y método,
principalmente desde mediados del siglo XVIÍ
hasta su Un. Muchos escribieron sobre el dog.-
ma, sin argucias, ni cabilosidades y corrobo-
rándolo con las autoridades de los santos pa-
dres. £1 primero que emprendió esla vía fué
Petavio, cuya teología dogmática nunca será
bastantemente alabada, y para cuya continua-
ción seriado desear que Dios suscitase alguno
que le igualase en ciencia y tálenlo. El mismo
sirvió de modelo á otros,, como Natal, Alejan-
dro, üu-IIamel, Tomasino y Boucal. Muchos
ingenios esclarecidos defendieron de los he-
reges la doctrina de los apóstoles: tales fueron
Adriano y Pedro de VValeraburg; Bosnet, que
impugnó á Basnagío, á los que puede añadirse
el autor de la obra Ululada De perpetua fidv
cclesitB catolices quo ad Eucaristiam y otros
muchos cuyos nombres omitimos por no tras-
pasar los ¡¡miles, que nos hemos propuesto
en esta reseña.
Enloncés también aparecieron. los errores
de Jnnsetüo , que sedujeron á muchos asi en
Bélgica como en Francia , por lo cual los teó-
logos pusieron todo su esmero en esplicar la
doctrina de Sail Agustín y la de los pelagia-
4?
TEOLOGIA— TERAPEUTAS
48
nos, separando tina y oirá, y enseñando cual
fué la mente del santo doctor acerca de- ellos.
Un el siglo XVllí hubo también muchos
que se dedicaron concienzudamente al estudio
de la teología positiva; algunos de estos la tra-
taron sin cuestiones, ni método escolástico;
otros, para no fallar á la escuela á que esta-
ban afiliados, mezclaron á los dogmas algunas
cuestiones metafísicas, en particular aquellas
que parecían mas á propósito para la fácil in-
teligencia de aquellos. Entre los regulares dio
u¡i ejemplo de esta práctica el erudito domi-
nicano Goti, en su Teología, quien condenó la
decidida aíicion que muchos teólogos profesa-
ban á la escuela peripatética. El mismo ejem-
plo imitaron lioucat y Iierll, á los que pueden
añadirse los seculares Tournoi y Witase, y en-,
tre los que confeccionaron compendios para i
uso de ios seminarios, Juenin, llabct, L'IIer-
míner, Abellas, y sobre todos Du-plessis, el
franciscano Sgarnbali y el jesuíta Perrom.
De aqui nace que los teólogos modernos
llamen á sus sistemas positivo-escolásticos,
porque tratan los dogmas por el método de
las escuelas, tomando dos cosas del escolasti-
cismo; primero, el que demuestran sus pro- j
posiciones por argumentos lomados de la Es-
critura, tradición y do la razón; y segundo, j
que proponen los argumentos contrarios y tos
rebaten unas veces por silogismos y las mus j
dialécticamente. También añaden algunas enes- '.
tiques teológico-melafisicas que parecen acó-'
modadas. á esplicar con mas facilidad los dog-
mas; sin embargo, las usan con mucha sobrie-
dad, porque saben que estas cuestiones no
son á propósito para ilustrar y confirmar los
dogmas.
En nuestro siglo y en nneslro suelo he-
mos tenido hombres eminentes y los obispos
Quevedo, lisguanzo, Arias Tejeiro, Veloz, Al-
varado y otros, serán siempre respetados en
el mundo católico. En nuestros dias cuenta
nuestra Iglesia celosos ministros, cuyos es-
fuerzos para defender la buena doctrina lian
probado al mundo que son dignos herederos
de la ciencia y piedad de sus "mayores, y cu-
yos nombres omitimos, porque viviendo entre
nosotros no queremos ofender su modestia;
pero no terminaremos esto articulo sin encar-
gar al clero que imite al malogrado Balmcs,
cuyos escritos deben servir dé norte y con-
suelo, yaque la Providencia se dignó hacerle
' aparecer, para que con sus consejos animase
los corazones piadosos, y con sus luces des-
terrase las sombras del error,, que parecían
esteuderse ya sobre nuestra patria para arre-
balamos su gloria y su felicidad.
Ta! es en compendio la historia de la teo-
logía desde el principio del mundo hasta nues-
tros dias; de ella se deduce fácilmente de qué
manera lia venido propagándose desde Adán
hasla Jesucristo; como se ha ido desenvol-
viendo y perfeccionando, y las diversas for-
mas que en ese espacio de tiempo ha recibido.
Con osle motivo manifestaremos en con-
clusión que. á nuestro juicio necesita alguna
reforma el mélodo que hoy su sigue en la en-
señanza de esta impurtautisima ciencia, refor-
ma que exigen de consuno el interés de la
religión, el honor del clero y el bien de la
Iglesia.- . ,
Para esto debe espurgarse la teología de
una multitud de cuestiones inútiles, y que son
enteramente agenas á ella, algunas de las
cuales hasta sirven de punto de ataque y , son
objeto de las burlas de los impíos y mal in-
tencionados. También deben cesar las rivali-
dades de escuela que mas de una vez han con-
vertido en enemigos losqne siempre debieron
ser hermanos cariñosos y celosos defensores
de la Iglesia. So deben, pues, resanar por
mas tiempo las palabras escolista, tomista,
motinista, y otras: y lo que en nuestro hu-
milde juicio debia hacerse era formarse de
todas las escuelas una, que refundiéndolas cu
si misma, hicieran desaparecer rivalidades que
solo han contribuido para dar armas de mala
ley á los adversarios del catolicismo
'TERAPEUTAS. (Historia religiosa.) Con es-
te nombro formado del griego terapeou, que
significa igualmente enrar y servir; se ha de-
signado á unos hombres que ponían todo su
conato en curarse de las enfermedades del al-
ma.'Filón, en su libro primero de la vida
contemplativa, dice, que había en Egipto, es-
pecialmente on las cercanías de Alejandría, un
gran número de hambres y de miigcres que
observaban un género de vida singular. Re-
nunciaban á sus bienes, á su familia y á lodos
los negocios temporales, vivían en la socie-
dad y tenían cada uno su habitación separada
á alguna dislaucia unos de los otros, y la lla-
maban seminario ó monasterio, es decir, lu-
gar de soledad. Allí, dice Filón, se entrega-
ban sin descanso á los ejercicios de la ora-
ción, de la contemplación y de la presencia de
Dios; hacían sus preces eir común por la lardo
y por la mañana; no comían sino después de
ponerse el sol; algunos permanecían muchos
dias siivcomci', y no vivían mas que de pan y
de' sal, añadiendo á eslo algunas plañías.
Lfiiün en sus monasterios los libros de Moisés,
los profetas y los salmos, en los cuales busca-
ban sentidos místicos y.alegóricos persuadi-
dos de que la Escritura Santa envuelve en Su
lelra significaciones ocullás é importantísi-
mas. Tenían también algunos libros de sus an-
tepasados, y componían himnos y cánticos
para escitarse á alabar á Dios: los hombres y
Las iiiHgeres guardaban continencia y se reu-
nían todos los sábados para conferenciar jun-
tos y ocuparse en ejercicios de religión.
En qué tiempo haya principiado esta sec-
la, donde tomó sus doctrinas y cuales fuesen
los motivos de su manera de vivir, es lo que
no ha sido posible determinar. Brucker, en su
Historia crítica de lá filosofía, cree que sobre
trescientos- años antea de Jesucristo muchos
19
TERAPEUTAS— TERAPEUTICA
SO
judíos pava susfraerse á los trastornos y de-
sastres que sufrió su país, se retiraron unos á
los lugares ocultos de la Jndca y otros á Egip-
to, y abrazaron cada uno por su parte un gé-
nero de vida particular; que adoptaron las opi-
niones de los filósofos pitagóricos que ense-
ñaban alli por entonces, y que en esta filoso-
fía se inspiraron del amor á la soledad, al des-
prendimiento de todas las cosas, á la austeri-
dad, á la contemplación y á las espiraciones
alegóricas de la Sagrada Escritura.
TERAPEUTICA. {Medicina.) Es la parte de
la medicina que da reglas para el tratamiento
de !as enfermedades, y consiste en la aplica-
ción racional de los medios capaces para com-
batirlas. Llámase terapéutica, ¡¡encral, aquella
parle de las instituciones médicas que prescri-
be las reglas leranéulicas que son aplicables á
tudas las enfermedades en general: y se llama
terapéutica particular aquella parle de la me-
dicina ó cirugía, que se ocupa del tralamieu-
to de cada una de las enfermedades en espe-
cial. Se divide también en dietética, farma-
cológica y quirúrgica: la primera se ocupa de
los medios higiénicos aplicados á !a curación
de las enfermedades; la segunda de los agen-
tes de la materia médica ó medicamentos, y
en íln la tercera da reglas para la práctica ra-
zonada de las operaciones quirúrgicas. La
dietética se propone evitar que la .influencia
de los modilicadores higiénicos dañe al en-
fermo, y al mismo tiempo cambiar sus cuali-
dades actuales, para que por sí solas ó acom-
pañadas de los demás medios terapéuticos pue-
dan ayudar a la naturaleza en la curación de
las enfermedades; se distingue de la higiene
en que esta enseña á usar bien las cosas de
que trata, con el objeto de que no sean noci-
vas al hombre sano, y aquella arregla estas
mismas cosas para que no dañen y aprovechen
de un modo directo al enfermo, contribuyendo
eücazmentepara que se cambie el estado mor-
boso en el de salud. Importa mucho arreglar
el uso (pie debe hacerse de las cosas higiéni-
cas, porque los oíros auxilios son ineficaces
ti perjudiciales cuando no favorece el régi-
men, y porque algunas veces, estableciendo
bien el plan dietético con relación á la en-
fermedad y al individuo, no se necesitan mas
remedios; siendo preferible el tralar la en-
fermedad con la dietética sola, cuando con
esta se puede llenar el todo de la indicación,
porque asi se gasla menos la acción vital. Sin
embargo, debe tenerse presente que los auxi-
lias dietéticos , aunque siempre indispensa-
bles para obtener la curación- no son tan dica-
ces en el tratamiento de enfermedades agudas
como los otros medios sacados tic la farmaco-
logía ó la cirugía , al paso que en el de las
crónicas la dietética ocupa el primer lugar, y
el segundo los oíros medios , sin que por es-
to en las crónicas j en las agudas se pueda
prescindir en el mayor número de casos de
tinos y otros medios y auxilios. La farma-
1173 BIBLIOTECA POPÜLAIU
cologia se divide en general y especial: la ge-
neral es aquella parte de "la terapéutica que
trata de las virtudes medicinales de todos los
preparados farmacéuticos, y enseña colectiva-
mente el uso que debe hacerse de estos en el
tratamiento de las enfermedades: la especial
se llama materia médica , y se ocupa de los
medicamentos -en particular: se llama medica-
mento todo cuerpo formado de una ó mas sus-
tancias naturales, dotado de la facultad de
obrar sobre nuestros órganos y cambiar su
disposición actual, empleado en medicina pa-
ra combatir las causas morbosas,, cohibir los
movimientos patológicos y arreglar las funcio-
nes de la vida: el medicamento cuyo Dn es ar-
reglar el desórden en que se halla la econo-
mía animal, se distingue del alimento y del
veneno, porque estos tienen por objeto, eL
primero nutrir y el segundo destruir Ja má-
quina viviente, aunque en ciertas ocasiones
podrá el medicamento ser alimento y aun con-
vertirse en veneno cuando se use indiscreta-
mente, y al contrario: el sabor, olor, color,
los caracteres botánicos, la propiedades quí-
micas, la mezcla de los cuerpos, medicamen-
tos presuntos con los varios humores, ya del
hombre, ya de otros animales, sacados de sus
propios vasos; la aplicación ó administración
de los mismos cuerpos á irracionales, ya sa-
nos ya enfermos; la inyección de. aquellos en
las venas de los mismos-, y aun en las del hom-
bre, y por último, los ensayos hechos en el
citado hombre, en el estado de salud con las
predichas sustancias, no bastan por sí solos
para darnos ¡m conocimiento exactó de -sns
virtudes medicinales: algunas de estas consi-
deraciones, juntas ó separadas, pueden servir
para conjeturar hasta cierto punto las virtudes
medicinales de los cuerpos; la observación clí-
nica hecha con la exactitud posible, es la úni-
ca que debe dar el conocimiento verdadero
de los medicamentos.
,a terapéutica quirúrgica comprende los
llamados indicados quirúrgicos y operaciones
manuales, con los medios de ponerlas en prác-
tica, a los que se les llama apositos: entre es-
tos los hay de virtud curativa esencial ó in-
trínseca, llamados tópicos, y hay otros qiie si
curan no es porque posean cualidad algbna
esencial, sino por la disposición que les co-
munica el arlo, y se llaman opósitos propia-
mente dickos. Casi todos los indicados qui-
rúrgicos generales, es decir, los que pueden
emplearse en el tratamiento de varias enfer-
medades, corresponden á la clase de meno-
res óá la parte de la cirngia menor ó minis-
trante. Como por lo regular no los practica el
facultativo que los ordena, el cual snele en-
cargar su ejecución á un practicante, y aun
en muchos casos á los asistentes del enfermo,
es preciso que aquel esplique cuidadosamente
todo lo que estos han de hacer, como la can-
tidad de sangre que debe sacarse en la sangría,
el número de sanguijuelas que Itayan de apli-
T. XXXIII. 4 -
St
curse, el sillo en que se han de poner, etc. El
alíjelo do las operaciones quirúrgicas cu gene-
ral es corlar, esfumar las partes del cuerpo hu-
mano, cuya conservación pondría en riesgo la
vida de! eurermo, modificar e! estado actual de
las pitqiiedadeí vitales, -cuando lo requiere su
trastorno general ó local, auxiliar á la inefica-
cia du la mediciua, cuando la presencia de un
cuerpo eslraño en un órgano Ó un cambio eu
la disposición natural de ciertas parles del
cuerpo , originan gravea desórdenes y ttua
gran deformidad, ó en fin, amenazan cuncluir
cqn la vida del paciente. En vista de los sín-
tomas que observan en el enfermo , y del
es-lado en que este se halla, y según la opi-
nión que hit formado el médico acerca de la
enfermedad que debo combatir , concibe esle
la indicación, que por lo mismo no es mas
que el juicio que forma el práctico acerca del
método curativo que debe emplear y los agen-
tes de que debe valerse para el indicado obje-
to: llámase indicante todo el conjunto de-cir-
cunstancias que se desprenden del enfermo,
es decir, las mutaciones que el médico obser-
va en él, comparándolo con el hombre sano,
las cuales manifiestan el carácter y estado de
la enfermedad, y hacen concebir la indicación:
indicados son los medios terapéuticos que de-
ben emplearse para satisfacer las indicaciones.
Siempre que en una enfermedad cualquiera
se observa alguna circunstancia- que confirma
6 coi-robora la indicación, eslacs mas evidente
y se dice que hay cúindicacian: la circunstan-
cia que confirma ei indicante ó establece la
coiodieaciou se llama coindicanle, y coindi-
cado el remedio propio para cumplirla: al con-
trario, cuando se présenla alguna circunstan-
cia en el enfermo que se opone al cumplimien-
to de una indicación, se dice que bay contra-
indicación , llamándose contraindicante la
circunstancia ó el síntoma que constituye ó
da á conocer la contraindicación, y contrain-
dicado el remedio ú mélodo curativo que de-
bería usarse sino se opusiera á ello el conlra-
inJicanle: algunos autores señalan con el nom-
bre de correpugnancia a una contraindicación
muy evidente que resulta de la reunion,dc rau-
cbos contraindicantes ó correpugnanies, y en
este caso se conserva el nombre de contrain-
dicante á la circunstancia que se opone con
mayor energía al cumplimiento de la indica-
ción, y son. correpugnanies los domas con-
traindicantes. Se han distinguido muchas cla-
ses de indicaciones; las principales son las si-
guientes: la indicación vital ó conservadora,
que ,es seguramente la que lia de cumplir el
práctico con mayor cuidado, se dirige á con-
servar las fuerzas de! enfermo en un grado
conveniente, para que se hallo en disposición
ile soportar los cambios que pueden sobreve-
nir durante su dolencia, y para que contribu-
yan aquellas á la eliminación de la causa mor-
bífica que ha envenenado, si asi puede decir-
le, al lenfermo: para cumplir, pues, con esta
indicación, debe el médico reprimir las fuer-
zas del enfermo, cuando sean escesivas, avi-
varlas si son débiles, reproducirlas cuando es-
tán exhaustas ó se han perdido, levanlarlas
cuando están oprimidas, destruyendo la cansa
que las mantiene en tal estado, equilibrarlas
si .están desarregladas, y por fin , mantener-
las .en eí mismo grado cuando son snlicienles
y se hallan en buen estado para vencer el nial;
la indicación se llama profiláctica ó pro-
strmtiva cuando induce al médico ú em-
plear el tratamiento profi láctico. Cumple el
práctico con esta indicación cuando se va-
le de los medios oportunos para modificar
ó combatir la disposición congénila ó adqui-
rida que ¿presentan algunos sugetos para con-
traer una enfermedad, como el vicio escrofu-
loso; cuando medica á MQ enfermo en el que
so presentan algunos síntomas que hacen temer
la invasión pronta do una enfermedad, por ha-
berso considerado como prectírsores de la mis-
ma, como sucede algunas veces con respecto
á la apoplegia; cuando prescribe remedios que
son propios para precaver alguna afección
propensa á recidivas ¡i los sugetos que la han
padecido una ú muchas veces comu eu la gu-
ra^ cuando reina una enfermedad epidémica,
endémica o contagiosa y e! médico aconseja
algún medio propio para oponerse al conta-
gio, elc.:'la indicación es curativa ó radical,
cuando se dirige á la curación de las enferme'*
dades; esta se llama directa ó fundamental,
cuando la cansa próxima del mal es bien co-
nocida do manera que están bien indicados los
remedios que deben prescribirse, sin que
pueda temerse que sobrevenga algún mal re-
sultado, por él exacto cumplimiento de la in-
dicación, como cuando en un caso do enve-
nenamiento se administra el antidoto corres-
pondiente: es indirecta, cuando se desconoce
absolutamente ó solo es conjeturable ó muy
oscura la naturaleza del mal, dudándose igual-
mente cual baya sido su cansa: y ámas cuan-
do á pesar de que se conozca la enfermedad,
por no conocer el intrínseco oslado patológi-
co suyo no está en nuestra mano impedir,
atajar ó abreviar su curso, como sucede con
las viruelas; entonces debemos "atenernos á
la indicación indirecta, prescribiendo los re-
medios adecuados al estado del enfermo, á la
naturaleza de la causa, etc.; sollama causa/,
cuando se dirige á apartar las causas que to-
davía siguen obrando, ó que sostienen y agra-
van la enfermedad, ó bien á prevenir el des-
arrollo de las que pueden sobrevenir y au-
mentar el mal: en el úllimo caso constituye
una especie de indicación profiláctica. Cuando
en una enfermedad cualquiera se presenta un
grupo de síntomas de una importancia secun-
daria que complican, sin embargo, á la enfer-
medad principal, la indicación se llama acce-
soria: esta indicación se presenta Con fre-
cuencia en la práctica: la indicación se llama
sintomática siempre que faltando los dalos
TERAPEUTICA
TERAPEUTICA
54
suticicnles para establecer una indicación fun-
damental, nos vemos limitados ;'i una indica-
ción indirecta, combatiendo los sintomas mas
sobresalientes y temibles, j lo mismo cuando
al ÜénTaCl que 88 empica una medicación indi-
recia se combalo alguno de los sintonías que-
so manifiestan, ya para impedir que contribu-
yan á agravar el mal, ya para hacerlo mas so-
portable al enfermo mientras para que pueda
sobrellevar su desgraciada existencia, en este
último caso se llama ala indicación paliativa:
por Qn, se llaman consecutivas á las indica-
ciones que debe cumplir el práctico cuando
habiendo cesado la.enJermedad se presentan
fenómenos consecutivos que debe combatir.
J,as circunstancias principales que. modifican
las indicaciones, son relativas al enfermo, á la
enfermedad y á las circunstancias estertores,
entre ollas se cuenta ol sexo, el temperamen-
to, la constitución, cíe., en cuanto al individuo;
la cansa, el sitio, el curso, las complicacio-
nes, etc., en cuanto á la enfermedad; y el
clima y las localidades en cumio á las circuns-
tancias esteriores. La fuerza medicatriz, po-
tencia vital ó principio vital tiene gran in-
fluencia en !a marcha, tendencias y tóVmina-
ciones de las enfermedades, para lo que va-
mos á dar de ella una sucinla ¡dea, asi como
de las principales bases de las indicaciones.
La única base racional cuque pueden fundar-
se es el conocimiento de la naturaleza del mal,
ó sea la modificación vital que determina los
fenómenos morbíficos que observamos. Por
Consiguiente, sea cual fuere la edad, sexo y
conslitucion del enfermo y las demás circuns-
tancias, considerándolas como propias para
modificar las indicaciones, la base de estas
siempre será la misma y las modificaciones que
aquellas circunstancias determinen, sólo po-
drán considerarse como indicaciones secun-
darias y subordinadas á las que resultan de
aquella base, es decir, de la naturaleza del
mal. Asi, por ejemplo, como dice Begin, una
flegmasía aguda y viva debe tratarse siempre
por medio de los antiflogísticos, sea cual fuere
su causa y sitio, la fuerza ó la debiliJn'! del
sugeto, su edad, sus hábitos, etc.; estas y otrtts
circunstancias pueden obligar al médico á dar
preferencia á ciertos agentes terapéuticos, á
administrarlos de diferente numera, ú á otras
modificaciones, pero jamás liarán mudar la
naturaleza del tratamiento (logística; las liases
do las indicaciones lian estado subordinadas
en diferentes épocas á varias teorías médicas,
participando en tal caso de sus vicios y ha-
biéndose establecido endóneos de un modo
tan diferente, como lo eran las teorías do que
dependían; asi, los humoristas, creyendo que
todas las causas patológicas residían en los
humores, sc-proponian corregir la acrimonia
de estos y evacuarlos después de su. cocción;
los solidisla$, olvidando que en efecto se al-
teran los humores en algunos casos y desen-
tendiéndose de las indicaciones que pueden
ofrecer estas alteraciones, atendían solamente
á restablecer- el estado normal de ios sólidos:
ios mecánicos, haciendo depender la vitalidad
de! movimiento, y atendiendo solamente á la
parte, descuidaron el estudia de las propieda-
des ile la vida y dirigían siempre sus indica-
ciones al restablecimiento de los movimientos
ó sea de la libertad de las acciones vitales y
de la permeabilidad de los vasos: los brownia-
nos, preocupados con las doctrinas de su maes-
tro, comhatiart la debilidad en todas parles,
y, al contrario, algunos broncistas, en todas
ellas ven la indicación de los debilitantes, gc-
nenilizarnlo demasiado las debilitaciones y
escediéndose á veces de la doctrina de Brnu-
sais: por fin, lus partidarios de la medicina
sintomática, atentos solamente al grupo que
forman los síntomas mas sobresalientes, ó n
alguno de ellos en paríicular, se limitan á
oponer los medios curativos confirmados por
la esperioncia como útiles para curarlos; ol-
vidan lo las causas (¡ue los han producido y
que la naturaleza de la enfermedad que repré-
senla!] puede sor diferente; á primera vista se
distinguen los vicios de todas y cada una de
eslas bases, y, por lo mismo, ninguna de ellas
puede admitirse como fundamental ó esclusiva
en el estado actual de la ciencia: nos falta ha-
blar ya solamente de la fuerza medicatriz co-
mo tafee de indicaciones de lo que se ha lla-
mado medicina especiante, fundada por Hipó-
crates: no hay duda que en el hombre como
en los demás seres organizados, existe una
fuerza vital ó una pujanza interior que preside
todos los fenómenos do la vida, lucha sin ce-
sar contra los agentes de destrucción y con-
tra las leyes generales del universo, recibe la
impresión de \os agentes deletéreos1/ se reha-
ce contra ellos de lo que resulta el desarrollo
de ios síntomas de las enfermedades, deter-
mina el curso de estas y efectúa su solución
por no mecanismo impenetrable: la alteración
de las fuerzas vitales constituye, pues, los des-
órdenes patológicos, cuya diferencia consiste
solamente en los grados, naturaleza y sitio de
esta nlleraekm: y la dirección de estas fuerzas
al restablecimiento del orden alterado, debida
á la tendencia de la naturaleza sola ó favore-
cida por los esfuerzos-del arte, es la que pro-
duce las curaciones: estas se llaman espontá-
neas en el primer caso y artificiales en el se-
gundo. De estos principios que ha confirmado
la observación y la esperioncia, se han dedu-
cido también consecuencias equivocadas por
algunos autores que, confiando escesivaraen-
te en esta tendencia de la naturaleza hacia la
salud, han sostenido que el médico debe li-
mitarse esclusivamente á observarla (medi-
cina especiante) abandonando á ella las en-
fermedades: y de este modo han dado ocasio-
nes á terminaciones funestas. Otros, al contra-
rio, desentendiéndose demasiado de aquella
disposición natural, han sostenido que son
siempre necesarios loa esfuerzos activos de la
55
TERAPEUTICA.
se
medicina (medicina activa) y asi perturban á , fermo, mal podrá conocer los efectos pri mi-
veces con ellos los saludables movimientos do
la naturaleza y aumentan la intensidad de la
dolencia que deseaban combatir. En efecto, si
bien es verdad que la esperiencia diariamente
acredita que ia naturaleza abandonada á si
misma escita reacciones cuyo resultado es el
restablecimiento de la salud, también vemos,
con frecuencia, que alterada nuestra economía
por una causa morbosa violenta, continúa au-
mentándose esta alteración, ' llega á destruir
las parles que ocupa y á causar la muerte del
enfenho: ademas, considerando atentamente e!
curso de las enfermedades, se ve con evidencia
que hay casos en que las reacciones escitadas
por ia naturaleza agravan notablemente el mal
y exigen que se oponga un dique al tor-
rente de desórdenes que de ellas dimanan.
Resulta, pues, de todo lo dicho que existe real- '
mente en nuestra economía una disposición
que tiende á repeler las causas morbosas, á
sustraerse de sd acción y á restablecer el
equilibrio de las funciones: que esta tenden- .
cia es en muclios casos suficiente para veriíi- 1
car la curación, al paso que en otros no basta
y debe ser auxiliada por el arte, y que en al-
gunos puede ser nociva estraviáudose, y debe
ser contrariada. Es; pues, preciso ponerse en
tiros y secundarios de los medicamentos que
ha administrado. Sin embargo, no debe dedu-
cirse de eslo que solo pueden ejercer debida-
mente la medicina los que tengan todos los
sentidos bien espedilos, pues el defecto que
lal vez tenga el observador en alguno de ellos,
no siendo muy clásico, puede corregirse con
el continuo ejercicio de ,1a observación, su-
pliéndose á veces el uno con el olro; los sen-
tidos por sí solos no son suficientes para for-
mar un juicio acertado de la enfermedad que
debe combatirse y para elegir los agentes te-
rapéuticos que están indicados, sino que deben
concurrir también para ello un buen racioci-
nio, la memoria, y en una palabra, todas las
facultades intelectuales. La atención es de ab-
soluta necesidad en el módico para ejercer con-
acierto la noble facultad que profesa: su ima-
ginación debe ocuparse enteramente en el en-
fermo que observa sin que tenga otra idea que
lo distraiga en manera alguna, pues que sin
la debida atención no so puede observar bien,
y todo Id que sea capEfe de alterarla ó debili-
tarla, hará que la observación sea inútil, como
dice mfiy bien fihomcl. Es también indispensa-
ble que el médico se halle en un estado de cal-
ma perfecta, no solamente porque una pasión
un< justo medio respecto á la medicina aeli- ¡ viva absorbe cu algún modo todas las faculta-
va y especiante: debemos ser racionalmente ¡ des morales, aparta de aquel la debida atención
activos; favorecerla espresada tendencia cuan- ¡ y no permite que su espíritu, ocupado en lo
do es saludable, oscilarla cuando es insuíl
cíente y oponernos á ella cuando puede per-
judicar, Estas son las bases de la indicación de
ia medicina activa y de laespectánte: debiendo
advertirse que esla palabra no se ha de enten-
der en su sentido absoluto, porque en rigor
no bay médico alguno que se contente con ser
simple espectador de la naturaleza, pues pro-
cura porSo menos remover las causas oscilan-
tes, prescribe medios negativos y sostiene en
un grado conveniente las fuerzas del enfermo.
El ejercicio de la terapóulica debe fundarse en
ia combinación de la teoría con la observación
y la esperiencia, siendo preciso antes de ele-
gir los remedios que se han de prescribir te-
ner un conocimiento exacto de ta enfermedad
qne debe combatirse; por consiguiente, antes
de formular la terapéutica debe establecer el
diagnóstico del mal. La observación en medi-
cina, requiere que los que se dedican á ejer-
cerla estén dotados de sentidos fieles, de un
espíritu átenlo y observador y de una calma
perfecta, debiendo ademas hallarse exentos de
toda prevención: en efecto, á mas de que son
indispensables estas circunstancias en el médi-
co para que pueda establecer un diagnóstico
exacto de la enfermedad que debe combatir, lo
que constituye, como hemos dicho, la base
principal de la terapéutica, tiene una particu-
lar aplicación también á la parte meramente
curativa: si no tiene el médico espeditos los
sentidos de manera qne pueda apreciar clara
y debidamente todo lo que ocurre en el en-
que le afecta, se fjje en otros objetos, si que
también porque una tierna pasión , como e!
amor que ?n profesa al enfermo, por ejemplo,
vuelve al observador inhábil en los mas de los
casos, por lo menos para conocer bien las in-
dicaciones y determinar acertadamente los me-
dios terapéuticos que deben emplearse, aun
cuando conozca bien la enfermedad y ia gra-
vedad que induce: por esta razón no debe el
médico tratar por si solo las enfermedades de
sus deudos y amigos qne le merezcan un par-
ticular cariño, ni menos las suyas propias,
pues la preocupación de su espirita por el
amor y el femor pudieran ocasionar graves
consecuencias: también conviene que el mé-
dico se présenle al enfermo ageno de toda pre-
vención para qne pueda formar tm juicio exac-
to del mal y de la indicación que presenta,
pues en e! caso contrario es inepto para ob-
servar y solo se le presenta la indicación que
está ocupando su espíritu: por esto nunca de-
be el médico apasionarse por un remedio de-
terminado, porque en este caso'veria su indi-
cación en muchos de sus enfermos. La cuali-
dad mas interesante que puede tener el médi-
co, es sin duda alguna el espíritu de observa-
ción, porque supone la reunión de todas las
demás: esta es una disposición innata, un don
infundido por el Criador que no es igual en to-
nos los hombres, pero que puede adquirirse
con ta aplicación y la práctica, pues qne como
el juicio se modifica por el hábito. No debe
confundirse la observación con la esperiencia:
57
TERAPEUTICA— TERCERIA
58
la observación es un conocimiento exacto, que
presta la naturaleza y gtte adquiere el. módico
observando atentaqjente todas las circunstan-
cias i|iie sedesprendeñ del enfermo, y la espe-
riencia es el resultado de las tentativas que lia
heclio el práctico eou el lin do conocerla rea-
lidad de alguna cosa: tampoco debe confun-
dirse la esperiencia con los espcriinenlos: el
médico que esperimenla pregunta á la natura-
leza y la esperiencia depende del resultado
constante de muchos esperimentos repetidos.
Asi se lia adquirido el conocimiento de la uti-
lidad de ciertos medicamentos contra determi-
nadas afecciones. De estas dos interesante ba-
ses de la terapéutica, la observación y la es-
periencia resulta el tino práctico, por medio
del cual el médico que lo posee ejerce con
mayor facilidad y acierto, su profesión: por él
adquiere el médico una especie de esperien-
cia qüe puede llamarse individual , porque es
propia del que la tiene, sin que pueda casi
replicarla ni comunicarla á los demás: consis-
te en una liabilidad particular, en un modo es-
pecial de ver y observar, por lo cual con un
solo golpe de vista, si asi puede decirse, co-
noce el práctico la enfermedad que va á tratar,
el métndo curativo que ha de emplear y aun
en muchos casos las esperanzas que puede con-
cebir, ií sea la terminación que el mal debe
tener: el tino práctico, lo mismo que el espí-
ritu observador, no es igual en todos los mé-
dicos, aunque hayan procurado adquirirlo con
la misma aplicación y conato, pues participa
en gran parte de esa disposición innata, de
ese don particular de que hemos hablado; na-
die podrá, empero, conseguirlo sino á la vista
del enfermo, libro el mejor do la ciencia. La
terapéutica es el complemento y perfección de
la ciencia médica; constituye esencialmente
el arte de curar; suprimida ella, la medicina
no es mas que una ciencia puramente teórica
ó iconográfica, es una rama seca de la histo-
ria natural , un objeto de estudio del natura-
lista, como la mineralogía y la zoología; crece
la terapéutica, adelanta en sus trabajos y apa-
rece entonces la medicina grande, majestuo-
sa como la ciencia mas úlil y sublime, cómo
el arte divino por escelencia: los medicatnen
tos revelan al sacerdote módico los profundos
secretos de su admirable poder como cofas
inaccesibles é inescrulables á la debilidad del
espíritu humano; en esta parle, como en to
das las demás de la medicina, es inadmisible
el esclusivismo; ni los orgameislas, ni los vi-
táoslas, ni los brousistas, ni los estáticos, ni
los humoristas , ni ningún sistema, en lin, es
suficiente á comprender con una doctrina única
todas las verdades de la terapéutico: es, pues,
necesario, que (ornemos de cada uno de ellos
las verdades que contienen para formar un có-
digo de los verdaderos principios de la cien-
cia médica.
TERCERIA, {Jurisprudencia.) Llámase ter-
cer opasilor en el lenguaje forense el que se
presenta á litigar en un pleito que otros están
siguiendo, y su pretensión y las actuaciones
áque da origen se designan con el nombre de
tercería. Puede haber tercerías en cualquier
clase de juicios; pero son mas frecuentes en
losjuicios ejecutivos y en los deapremio-
Dividense las -ten-crias y los terceros en
coadyuvantes y escluyentes: los primeros son
los que loman parte en el pleito, ayudando ó
sosteniendo el derecho de uno de los liíigun-
les: los segundos son los que personándose
en el juicio incoado, alegan un derecho pecu-
liar suyo, sin ayudar ni soslener uinguua de
las pretensiones de los primeros litigantes,
sino por el contrario escluyéndolas. Los coad-
yuvantes pueden. serlo en favor del reo. ó del
actor. De sus. demandas se conliere traslado á
la parte contraria, para que tenga conocimien-
to de la nueva pretensión y pueda impugnar-
la, con ellos hay que entenderse eu lorestau-
le del liligio; porque por medio de la tercería
vienen a ser partes legitimas; pero el juicio
seguirá, según el estado en que se halle, has-
la su terminación, sin que los terceros puedan
hacerlo retroceder ni obtener plazo alguno que
ya haya pasado. Asi, por ejemplo, si ha pasado
el término probatorio , cuando comienzan la
tercería, no podrán probar nada de lo que solo
dentro de él haya debido probarse.
Las tercerías escluyentes pueden ser de do-
minio y de prelacion: las primeras tienen por
objeto el desembargo de bienes que no perte-
necen aun deudor ejecutado; pero que fueron
embargados, creyéndose que le pertenecían:
el objeto de las segundas es que con el valor
de los bienes embargados se haga pago al ter-
cero con preferencia al que antes había ejecu-
lado, por tener su crédito algon privilegio. Pa-
ra que se admita esta última especie de terce-
ría es necesario que el deudor no posea mas
bienes que los embargados, ó que los demás
que le pertenezcan y hayan quedado libres no
basten para reintegrar al tercero; pues, sien-
do bastantes para cubrir los créditos de am-
bos, los dos cobrarán sin necesidad de ter-
cería.
Algunos escritores tratan de las tercerías
que interponen las mngeres para el reintegro
ó devolución de su dote, como si fuesen de
distinta especie que las que ya hemos clasifi-
cado; pero en realidad no lo son; pues si el do-
te fué estimado, en cuyo caso no liene el ma-
rido mas obligación que lade devolver el pre-
cio de los bienes dótalos, la tercería, que se
interponga para conseguir esto será de mejor
derecho, y si el dote fué sin estimar, estando
el marido obligado á conservar y devolver los
mismos bienes que le entregaron, da tercería
que con este fin se interponga será de do-
minio.
Como las tercerías escluyentes son una
nueva demanda que ha de producir un liligio
diferente'del que se está sustanciando, no de-
ben admitirse sin que antes se haya celebrado
89
TERCERIA.
SO
juicio de conciliación con el actor y con el reo.
Torta tercería por regla general debo inter-
ponerse en el juzgado donde se signen los
autos principales, porque son casos de acu-
mulación necesaria; y aunque las escluyenles
se interponen con mayor frecuencia en la via
de apremio, es indudable que todas ellas pue-
den ser interpuestas en cualquier estado del
juicio. '
Cuando tos bienes de un deudor ejecutado
se lian vendido y cou su precio fe ha hecho el
pago al demandante, no es admisible la terce-
ría de prelaeion; asi como no lo es la de do-
minio, cuando de los bienes vendidos se ha
hecho entrega al comprador. En el primer ca-
so no queda al nuevo acreedor otro Medio que
esperar hasta que el deudor adquiera otros
bienes: en el segundo podrá reivindicar la co-
sa vendida, dirigiendo su demanda contra el
comprador.
A. ia demanda de tercería han de acompa-
ñar, como á todas tas demás, los documentos
que sirvan para justificarla; mas esta regla no
obsta para que fa demanda no documentada se
admita, si no hay documentos ó se ignora por
entonces su paradero, porque en el término
de prueba podrán probarse los fundamentas
del derecho que se alega.
Es doctrina en que están conformes nues-
tros jurisconsultos, y qué ademas está apoya-
da por la práctica de los tribunales, que un
acreedor, cuyo plazo para pedir no esté ven-
cido, puede legalmente interponerse como ter-
cero; tanto porque el derecho de prelacion
existe desde que se contrajo la obligación,
cuanto porque, á no ser. asi, él acreedor que
había pedido, conseguiría reintegrarse de su
crédito, no obstante haber otro que debiera
ser preferido, el cual, no reclamando basta
que no venciese el plazo, podría no encontrar
bienes con que ser pagado.
El efecto inmediato de la terceria eselu-
yeñte es suspender la ejecución o el apremio,
cuando sea dota!, ó cuando se presente con la
demanda un documento fehaciente en el caso
de ser dominio; mas si el tercero no presenta
esta clase de documentos , aunque proteste
presentarlos en el término de prueba, no se
suspenderá ni la ejecución ni el apremio; si-
no que seguirán su curso, siguiéndose á la par
la tercería. Tampoco produce esta ¡a suspen-
sión de procedimientos, cuando se interpone
en juicio criminal, siendo regla general que en
estos casos debe conocerse de ella, formando
rumo separado.
Cuando la tercería sea de prelacion, pues-
to (¡no el tercero y el demandante pretenden
cobrar sus respectivos créditos, se deberá con-
tinuar el juicio hasta' la venta de los bienes
embargados; pero llegado este caso, debe es-
perarse que se decida la terceria para saber á
quien se ha de pagar primero. Entre lauto el
precio de los bienes debe permanecer en se-
guro depósito, y cuando por no haberse ven-
dido-por falla de compradores haya do hacer-
se pago con su adjudicación, serán adjudicados
á aquel que tenga mejor derecho.
Si la tercena suspendo el juicio, so van
uniendo al ramo pendiente los escritos y ac-
tuaciones relativas á ella, mas cuantío aquel y
esta so han de seguir á la vez, dobe formarse
ramo separado para la última con el objelo de
evitar confusión y entorpecimiento-i
En los escritos en que se interpongan ter-
cerías eacluyentes debe decirse que sobre su
admisión se forma articulo de previo y es¡ie-
ciat pronunciamiento; para rpie se entienda
que estas pretensiones han de sustanciarse cotí
audiencia de las otras partes, y decidirse por
medio de un auto separado del que recaiga so-
bro la principal cuestión del pleilo.
Propuesla la terceria cseluyenle, se con-
fiere traslado de ella al actor y at demandado.
En la práctica por lo general solo contesta el
primero y cou él se sigue hasta la terminación;
mas cuando c! reo quiera defenderse, deberá
ser oído como parte legitima y no menos inte-
resada que el ador en la esclusion del terce-
ro. Para contestar este traslado hay nueve días
de término, como en cualquiera otra deman-
da y los trámites restantes asi en la primera
como en la segunda instancia son los de un
juicio ordinario; porque á esta clase pertene-
cen las tercerías, aunque la demanda se pre-
sente apoyada en un documentó ejecutivo;
Asi, pues, por regla general toda tercería es-
clnyente debe sustanciarse en via ordinaria,
purque son un nuevo pleilo y no un articulo
incidente do aquel en que se Interponen.
Cuando se propusieren dos ó mas tercenas
contra un solo demandado, deberá procederse
de otra manera; pues, pidiendo judicialmente
tres acreedores contra un mismo" deudor, de-
be ser éste declarado en concurso, y entonces
el juicio es universal y de muy distintos trá-
mites.
En los pleitos mercantiles hay también lu-
gar á las tercerías; pero con sujeción á leyes
especiales. Según la ley do enjuiciamiento pa-
ra los negocios y causas de comercio , el ter-
cer opositar debe fundar su derecho en docu-
mentos fehacientes, única prueba que se ad-
mite para justificarlo. Propuesla la lerceria se
suspende el juicio ejecutivo: I" cuando la ac-
ción deducida es de dominio: i." cuando pro-
viene de dote estimada. De la oposición se
confiere traslado al ejecutante y al ejecutado
por término de tres días, y después de la con-
testación se recibe el incidente á prueba, á
petición de Cualquiera de las parles, si se cre-
yere necesario; y si no, sí procede con cita-
ción de ellas á la decisión de ta tercería. El
' término probatorio es de veinte .días perento-
I ríos, 4 cuyo vencimiento se entregan los aií-
'- tos á ¡os interesados por dos dias precisos pa-
í ra que se inslrnyan, pasados los cuales, y he-
' cha la citación para la vista, se sentencia en
' definitiva, Firme la sentencia, si es favorable
61
TERCERIA— TEREBINTACEAS
62
al tercero, se le mandan restituir los bienes
embargados, siéndola tercería de dominio.
Si ha sido u"e prelacion se forma para sustan-
ciarla ramo separado, y se continúa el juicio
ejecutivo hasla la venta de los bienes , cuyo
. producto sedeposila para entregarlo en su día
al acreedor i¡ue obtenga la preferencia. Guin-
do tenga el deudor otros bienes, ademas de
los embargados puede el ejecutante pedir que
se amplié el embargo á ellos, luego que se
baya propuesto la tercería, y si resaltare tpie
son suficientes para cubrir ambos créditos, se
continúan los procedimientos á instancia del
actor, según su estado, y el tercero usará de
su derecho contra los comprendidos en su ter-
cería.
TERCETO. [Literatura.) El terceto es una
combinación métrica muy usada por los poe-
tas españoles, italianos y franceses. Se com-
pone de Iros versos endecasílabos, de los cua-
les el primero va rimado con el tercero y el
segundo rima con el primero y tercero del si-
guiente, observándose este orden en toda la
composición, por larga que sea. Por ejemplo:
Fabio, las esperanzas cortesanas
Prisiones son, do él ambicioso muere,
Y donde al mas astuto nacen canas;
Y el que no las limare ó las rompiere,
Ni el nombre ríe varón ba merecido,
Ni subir al honor que pretendiere. '
BÍ ánimo plebeyo y abatido
Elija, en sus intentos temeroso,
Primero estar suspenso que caído:
Que el corazón entero y generoso
Al caso adverso inclinará la frente
Antes que la rodilla al poderoso.
El terceto se usa generalmente por nues-
tros poetas en las sátiras y epístolas, sin que
por eso deje de emplearse con buen éxito en
otro género de composiciones. En todas ellas,
la conclusión es una cuarteta también de en-
decasílabos.
T E REBELA. (Historia natural.) Las terebe-
las son nnnélidos de los mares de Europa,
pertenecientes al orden de los cefalobranquios
y á la familia de los sabelarios ó anQtritcs, y
se caracterizan de este modo: anélidos selíge-
ros, con cuerpo prolongado y subcilindrico,
compuesto de anillos diversiformes, ensan-
chado cu su tercio anterior y adelgazado por
detrás; cabeza poco distinta formada de tres
segmentos y superada por barbillas que sirven
para !a prehensión; tórax con doce anillos;
abdomen con muchos artejos y sin tentáculos;
branquias en forma de arisolillos y dispuestas
por pares en los tres primeros segmentos to-
rácicos; pies desemejantes, los torácicos con
dos remos y los abdominales provistos única-
mente de sedas con ganchos.
Divldense en tres tribus, que son: las sen-
cillas, las /¡celias y las idalias. flállanse en
nuestras cosías del Oeéa no, del Afediterráneo
y del mar Rojo y junto la isla de Francia. Vi-
ven en la arenad dentro de tubos compuestos
de fragmentos de conchas ú de conchas en-
teras.
TEREBINTÁCEAS, (familia de las) [Botáni-
ca.) Las terebintáceas, que toman este nombre
del pislaclio terebinto, ofrecen muchas espe-
cies notables por las sustancias balsámicas,
gomosas ó resinosas que producen. En esta
familia encontramos los árboles ó arbustos de
los cuales se sacan la resina elemi, el bálsa-
mo de la Meca, la mirra, la trementina de
Cilio, etc. Algunas contienen leche cáustica,
como el zumaque venenoso y otras especies
del mismo género. Varios ofrecen frutas pul-
posas y refrescantes, ó bien almendras bue-
nas para comer y llenas de un aceite dnlce,
como el pistacho. Las hay, en fin, cuya corte-
za astringente se emplea en medicina, como
la del sahinus molle, ó en las fábricas de cur-
tidos, como la de varios zumaques. En gene-
ral las terebintáceas tienen flores poco apa-
rentes; pero en casi todas ellas el follage es
muy elegante, y en las regiones ecuatoriales
se encuentran algunas especies que forman
árboles magníficos.
Los caracteres distintivos de esta fami-
lia son:
Arbolas á arbustos de jugos propios resi-
nosos, gomosos ó lechosos.
Hojas sin estipulas, alternadas, sencillas,
ó bien imparipennatas, rara vez paripennaías.
Florescencia terminal ó axilar, dispuesta
de diversas maneras (la mayor parte de! tiem-
po en panículas); flores pequeñas, regulares,
bracteadas, generalmente diclines ó polígamas.
Cáliz inadberenle, persistente ó pocas ve-
ces caduco, pentasépalo (á veces tri, letra ó '
heptasépalo), idiadelfo ó sinadelfo, casi siem-
pre provisto en el fondo de un disco anular ó
urceolar; estlvacion imbricativa.
Corola ¡diado Ifa (por escepcion nula ó si-
nadelfa por la base), inserta debajo del disco
ó en su ausencia en el fondo del cáliz; pélalos
en mismo número (pie los sépalos y alternos
con ellos; estivacion imbricaliva ó valvaria.
Estambres con ¡a misma inserción que la
corola, en igual número que los pétalos e iu-
terpositivus, ó bien en número doble y alter-
nativamente opositivos é interposilivos; fila-
mentos libres ó algunas veces monodelfas pol-
la base; antenas bilobadas, introrsas, longitu-
dinalmente dehiscentes (nulas en las flores
machos).
Pistilo: & veces con una sola bistrela uni-
locular, monost.ila; otras con dos á cinco bis-
trelas, igualmente unilocnlaresv monostilas,
conjanlas, ora por sus ovarios solamente, ora
por sus ovarios y por sus estilos, ó bien se-
paradas; estigmas libres ó contluyentes en su
base; óvulos solitarios ó gemíneos, ascenden-
tes ó cafólos; fuñicólo mas ó menos largo que
empieza desde lo hondo.de la cavidad.
I
fi3
TEREBINTACEAS
64
Pericarpio: nuez uni-quinque-locular ó
carcérula ó folíenla.
Semillas anatrupas (ó á vece? campulilru-
pas), generalmente solitarias; tegumento sim-
ple ó doble; perispernía nulo; embrión dicoti-
ledóneo, rectilíneo unas veces,- curvilíneo
otras;
las terebintáceas presentan muchas rela-
ciones con las celastríneas, las rhanmeas, las
ruláceas, las rosáceas y las leguminosas. Por
su aspecto, se acercan muebo á esta última
familia, de las cuales difieren notablemente
por sus hojas nti estipuladas. Este mismo ca-
rácter las distingue de las rosáceas. En ellas ad-
mite hoy el ilustre autor del Genéralos cuatro
grupos siguientes, que varios celebres botá-
nicos consideran como otras tantas' familias
distintas, reservando á la primera de eslas
secciones el nombre de terebintáceas.
1. " Anacardicas ó terebintáceas verda-
deras; cáliz provisto de un disco, eslivacion
de la corola ¡lubricativa,. (¡lamentos libres; pis-
tilo sencillo ó compuesto de varias lustrólas
conjuntas en una caja ó cápsula umlocular;
óvulos solitarios, colgantes; embrión curvilí-
neo; cotiledóneos carnosos foliáceos: á este
género pertenecen los zumaques y los alfón-
sigos.
2. " Burseráceas: cáliz provisto de un
disco; estivaejon de la corola valvularia por
lo regular; filamentos libres; dos-á cinco lús-
trelas conjuntas en una caja bi-qninquilocular;
óvulos geminados; estilos soldados ó nulos;-
drupa de dos ácinco huesos monospermos; em-
brión rectilíneo; cotiledones carnosos. Ex.
bursera.
3. " Espondiáceas: cáliz provisto de un
disco; estuación de la corola imbricativa; fila-
mentos libres; cinco hislrelas conjuntas en una
caja.qninquilocular;'est¡lo3 libres; óvulos soli-
tarios; drupa de hueso b¡-quinquiloeular. Ex-
el mombin. ó cinilo délas Antillas.
4íu Cannabáceas: disco nulo; eslivacion
de la corola imbricativa, rara vez valvularia;
separadas en número de cinco ó en menor
número, por causa de aborto; óvulos gemina-
dos ascendentes; folículos monospermos; em-
brión rectilíneo; cotiledones carnosos. Ex, el
¿omitirá,
'Se conocen unas ciento óchenla especies
que puedan con seguridad referirse á esta fa-
milia. Eslas especies pertenecen casi esclusi-
vamente á la zuna ecuatorial y" á los países
poco distantes de los trópicos, las pocas que
crecen en las zonas templadas desaparecen
mucho untes de alcanzar los limites septen
trionales. También crecen algunas especies de
zumaques en la America Septentrional y en
el Canadá; pero de todas las que se encucli-
llan en el antiguo continente ninguna resiste
con facilidad un Invierno riguroso en el clima
de París.
La distribución, geográfica de las especies
es la siguiente:
Zona ecuatorial: América, 60; Asia, 40;
Australia, 2; Africa, 31. Total, 133.
Zona templada: Cabo de liuena Esperan-
za, 44; Chile, 2; China, 3; Japón, 4; Nepal, 2;
región mediterránea,, 3; Canarias, 12; Estados
Unidos de América, 3; Canadá, 10. Total, 83. .
Daremos íin á esle articulo con algunas
nociones históricas sobre las terebintáceas
mas interesantes.
El alfónsigo [pistacia vera, Lio.) oriundo
de Pérsia y de¡ Cabul, se cultiva boy en todo el
litoral del Mediterráneo. Sus almendras, de un
hermoso color verde, son muy nombradas por
su escelente sabor. Pueden emplearse, en vez
de almendras dulces, para emulsiones. La al-
mendra del anacardium, oriéntale (Un.), es
muy buscada en la India y en las islas Mollinas.
Su nuez cordiforme va sostenida por un pe-
zón en espiral," carno?o y mas grueso. La coi>
toza de esta nuez contiene un jugo acre y cáus-
tico, que se emplea en veterinaria y en lasen-
fermedades cutáneas, y que sirve también pa-
ra la fabricación de una linta indeleble. Varios
autores pretenden que las plantas de esle géne-
ro tienen la propiedad do exaltar las faculta-
des intelectuales. La caoba de manzanas ó
anacardium oecidenlale, Lin. , ó eassuvium
pomiferum (Lam.l crece en las Antillas y en
la América Meridional. Su fruía es una nuez
sostenida por un pezón en espiral y carnoso, y
del tamaño de una pera gruesa. Esta parte su-
culenta es astringente antes de la madurez,
pero acaba por ponerse azucarada y de gusto
vinoso. Su zumo, mezclado con agua, propor-
ciona una bebida agradable y refrescante, y
fermentado, da un licor espirituoso. La cásca-
ra de la nuez contiene un aceite cáustico con
el cual so hace una linta que marca la ropa de
una manera indeleble. La almendra se come
cruda ó tostada.
El spondias mombin yspondias purpúrea,
(Lin.) árbol indígeno de la América Ecuatorial,
produce una fruta del tamaño y de la formado
una ciruela , de tloude proviene el nombre de
ciruelo de las Antillas que aqui se lo da, ó de
ciruela de España que se le da en las coló-'
nias. La pulpa de esta fruta es acida y aromá-
tica. Las frutas del spondias amarillo, [spon-
dias cuíeay spondias myrolialanus, Lin.) son
mas apreciadas que las del rojo. De esle gé-
nero hay otra especie, que es el nervy ó
árbol de Citores , {spondias dulcís, Porst ;
spondias cyterea, Lam,), oriundo de Taiti, se
cultiva i generalmente en los establecimientos
coloniales do la zona tórrida. Sus frutos tie-
nen nn gusto do manzana y con ellos se pre-
para nna bebida análoga á la sidra. La fruía
úelmangifera indica, (Lin.) es una de las pro-
ducciones mas deliciosas do los países cálidos.
De ella se cuentan unas cien variedades, de
forma, de color y de sabor diversos, que se
tienen por depurativas y autiscorbúticas.
El alfónsigo lentisco 'pistacia lentiscus,
Lin.) es un arbusto indígena (lela Europa Aus-
C5
TEREBINTACEAS— TEREBRANTES
66
tral; de Berbería y de Orienté. Doél.ypormc-
liio de corladuras en su corteza, se obtiene la
almáciga. Esta resina aromática es en la actua-
lidad mucho mas empleada por los perfumis-
tas que por los médicos. Suelen mascarla las
mugeres griegas del Archipiélago, para darse
ira aliento suave y agradable. La tercbenlina
ó trementina de Chio se recoge en esta misma
isla, del alfónsigo terebinteoi/jisíacía terebin-
Ihus), especie conocida en ¡oda la región me-
diterránea. De una epecié dé amyris (amyris
opobalsamum,^'.), común en Arabia,manacl
bálsamo de la Meca, al cual se atribuían tantas
cualidades maravillosas. Otra especie de! mis-
mo género, c\'kataf délos árabes (anujriska-
taf, Forsk.) produce la mirra; asi á lo menos
lo atestigua el célebre Forskal. Esta goma re-
sina se emplea todavía como estimulante y tó-
nico, be un bosiuellia de la India (boswelia ser-
rata, Roib.) sesaca una resma muy análoga al
verdadero incienso ú olibaa, que proviene del
Ihuya articúlala, arbolito de !a familia de los
coniferos, descubierto en el Atlas por Mr, Des-
fontaines,
El género zumaque ó rhus de los botáni-
cos es el ünico del cual existen én el centro
y el Mediodía de Europa especies que salen en
plena tierra. Deeste número es el fustete [rhus
colinus), que crece espontáneamente en laEu-
ropa Austral y se distingue por su hermoso
follage verde claro, has raices déosle arbusto
producen un color amarillo ó. rojo, con ei cual
se tiñen las lelas. El zumaque lampiño {rhm
glalrum, Un.), el zumaque de Virginia (rhus
iijphinum, Lin.) y el zumaque elegante [rhus
elegáns; íiL\ los tres oriundos de los Estados
Unidos de América , son muy comunes en los
vergeles y en los plantíos , y forman cuando
su follaje adquiere un color de púrpura, en
oloño sobre todo, árboles de muy buen efecto.
El zumaque venenoso (r. 'toxicad endron, Lia.)
arbuslo sarmentoso, indígena también cíe los
Estados Unidos, os célebre mucho tiempo ha
por sus cualidades deletéreas. Su jugo,' pues-
to aunque sea cu corla cantidad en contacto
con la piel, basta para producir, ampollas, y
basta erisipelas y obstinadas hinchazones. Se
asegura, sin embargo, que hay personas que
no sienten' los efectos de este veneno* Algu-
nos médicos han empleado el jugo del zuma-
que venenoso en dosis muy pequeñas, para el
tratamiento de la epilepsia y délas enfermeda-
des cutáneas inveteradas. El zumaque para el
barniz [rhus vernix, Un.), que, según dicen,
crece tanto en el lapon como en la< América
Septentrional, no és menos venenoso que el
loxkodemlron. Su jugo , que se coagula fá-
cilmente al contacto del aire, proporciona un
barniz, del cual sacan gran partido los japone
ses. Cuenta Koempfcr que las emanaciones de
esta sustancia hacen hincharse los labios y las
narices y causan á los opéranos que le mani
pulan dolores de cabeza; para evitarlo se cu-
bren con caretas. Los chinos hacen un hermo
2174 ltlBUPTECA POPULAR,
so barniz con el jugo de un árbol que llaman
tsi-chou y es quizás el mismo que el rhusver-
nix del lapon. La goma copal mana de las
incisiones que se hacen á la corteza de uu.zu-
maqne que crece en Méjico y en la parte me-
ridional de los Estados Unidos (rhus capalli-
num, Lin.) En fin, la corteza del zumaque de
"os curtidores de pieles, (rhus corriaria, Un.),
arbusto indígena del Mediodía de Europa, es
objeto de un comercio bastante general, en ra-
zón del gran consumo que de él se hace para
el curtido de cueros.
Los nogales, que al principio calificó mon-
sie'ur Jussieu en la categoría de las terebintá-
ceas, forman hoy un grupo "distinto , el de las
juglandeas* Esta pequeña familia es interme-
dia entre las amentáceas y las terebintáceas y
se compone de árboles mas ó meuos elevados,
de semillas oleaginosas en su mayor parle
buenas para comer.
Ademas del nogal común {fuglaus regia,
Lin.}, oriundo de-Persia y de Cabul, este géne-
ro ofrece varias especies, no menos interesan-
tes, de los Estados Buidos de América. Nos li-
mitaremos ú citar las siguientes:
El nogal negro (juglaris nigra , Lin.) , ár-
bol enorme, cuya nuez se conserva fresca du-
rante muchos meses.
El nogal oliva (juglans oüvaformis, Aie.)
Sus nueces tienen la forma de aceitunas, y la
almendra -que encierran produce escelenle
aceile.
El nogal blanco ó hikory Ijuglans alba,
Lin., juglaría tomentosa, Micb.) produce nue-
ces de poco valor; pero se aprecia por su ma-
dera, que se emplea en una infinidad de usos.
TEREBINTINA. (V. trementina).
TEREBRANTES, (anuíales) {Historia natu-
ral,) De todas las particularidades que en los
animales se observan, la que mas teme el hom-
bro es sin contradicción la costumbre que tie-
nen algunas especies de taladrar los cuerpos
sólidos de varias clases, que emplea para sa-
tisfacer sus necesidades físicas é industriales.
Rajo este punto de visla pueden reunirse to-
dos los animales que para proporcionarse su
sustento, depositar sus huevos y hacerse una
habitación, se sirven de sus instrumentos na-
turales para perforar ó terebrar los cuerpos
aólidos, en cuyo interior encuentran los me-
dios de conservarse como 'individuos y como
especie.
El estudio comparativo déla terebración ó
perforación que esponemos aqui muy sucinta-
mente, comprende tres órdenes de considera-
ciones que son relativas: t." las tinas álos
animales terebrantes: 2." las otras al fenóme-
no de esta acción ejercida en sustancias de di-
versa naturaleza, por medio de agentes diver-
sos y para varios objetos especiales: 3..' otras,
en fin, á das consecuencias de la terebración
para el hombre que puede utilizarla ó preser-
var de ella los cuerpos deque hace uso. •
.-' Sunca deberían las simples picaduras ó
T. xxxiii, 5
67
TEREBRANTES
mordeduras, hedías por animales con instru-
mentos muy agudos, confundirse con los agu-
jeros, mas. ó menos .grandes, producidos por
un. órgano de terebración, en razón de que el
orificio de la picadura vuelve á cerrarse al ins-
tanle y no larda en desaparecer, en tanló que
cu pl agujero ó boquete producido pur un
instrumento terebrante , resulta siempre una
pjrd'uía do sustancia, y nn hueco ó espacio
abierto" en el cuerpo agujereado'. Los entomó-
logos, sin embargo, designan á veces con e!
nombro de insectos terebrantes ciertos gru-
pos de especies que producen simples picadu-
ras [tara depositar sos huevos en el cuerpo de
otros animales. Antes de ponerse á examinar
una por una . todas las especies terebrantes del
reino animal, era indispensable establecer una
distinción clara y precisa cairela picadura y
la terebr ación. -
En el gran Upo de los vertebrados se con-
sideran únicamente como e species terebran-
tes las de los pájaros, que en busca de insec-
tos que comer, taladran las superficies mas
claras de los árboles , y abriendo con el pico
anchos y profundos hoyos en su corleza. Las
mordeduras de los vertebrados chupantes (vam-
piros y lampreas) no son masque pcríoraaiien-
nes de partes blandas , y no verdaderas tere-
braciones; pero principalmente en el segundo
gran tipo del reino animal , el de los anima-
les eslernebrados ó articulados , es donde se
encuentra un número bastante crecido de es-^
pecies que los naturalistas han considerado co-
mo animales terebrantes. Y como la mayor
parte de estas especies agujerean las cortezas,
la albura y la madera, dentro de los cuales
practican galerías mas o menos profundas y
sinuosas, se han distribuido por grupos de-
signados con los nombres de xilófagos, hilo-
fagos y teridilos. En el orden , sobre todo,
de los coleópteros, se encuentra el mayos; nú-
mero de animales croe terebran las maderas,
los cuales se dividen en seis familias , á sa-
ber: esternoxos, teredilos, lamelicornios, cur-
culionídeos, xilófagos y longicornios.
Con respecto á estos insectos, ha propuesto
Mr. Eugenio Robert establecer dos grandes ca-
tegorías: la primera que comprende los insec-
tos cuyos gusanillos viven esencialmente en
la corteza, ora viva para algucios, ora para otros
muerta; la segunda, las larvas que viven esen-
cialmente en el cuerpo leñoso, vivo ó muerto.
También deben colocarse en el número de
los animales terebrantes algunas especies de
nevrópferos (los termilos) , de himenópteros,
de lepidópteros y dé dípteros. Ün pequeño
crustáceo del órden de los isópodos, hay cono-
cido por los destrozos que causa en las made-
ras, con el nombre de Umrioria terebransrTA
vez entre los crustáceos Laya mas tarde que
reconocer varias otras especies terebrantes.
En los articulados vermiformes hay cierto nú-
mero de especies anillosas que pueden aguje-
rear y taladrar las piedras calcáreas ; -pero en
los lietebrados higrabiunos, principalmente, ó
en los moluscos, se encuentra un número bas-
tante considerable do especies que pueden,
ora agujerear las conchas de oíros moluscos,
ora penetrar en el inferior de las piedras cal-
cáreas muy duras , y ora también roer todas
las esencias de maderas vivas ó muertas, fres-
cas ó podridas, y nías ó menos duras ó blan-
das. Ni entre los zoolitos radiados, exiiminan-
do sucesivamente los equinodermos, los aisi-
Icfos ó medusas, y los pólipos , ni entre los
zoófitos infusorios se conoce especie ninguna
que tenga la costumbre de perforar Sfls' cuer-
pos duros , si bien gusta á algunos ilp ellos
ocultarse en los "scavaiíioues. naturales que
encuentran Ifay, sin embargo, varias especies
de equinodermos (equinos) provistos de ins-
trumenlos dentarios capaces de romper con-
chas y caparazones de crustáceos; pero lo
que quizá parecerá extraordinario, es ver re-
producirse la propiedad terebrante cu dorios
cuerpos organizados de animales que no lle-
nen boca,' estómago ni inleslinos, ni mas cu-
bierta esterior que una membrana muy blan-
da y aglutinante. En el tipo de los amoiTozoi-
reos ó espóngjarios existe, en efecto, una es-
pecie que con 'razón se ha designado con el
nombre de spongiaterebrans, la cual penetra
y corroe.no solo las conchas de los moluscos,
y particularmente de las ostras, sino hasta las
piedras calcáreas mas duras. Entre estas las
hay de tal manera cubiertas de agujeros re-
dondos al esterior, á veces tan roídas interior-
menté y cruzadas en todos sentidos por gale-
rías tortuosas y sinuosidades adyacentes, que
á primera vista se las tomaría por esponjas la-
pídeas, si no fuese muy conocido el animal
que las trasforma de esta manera.
Fenómeno de ta terebración. Según lo
que acabamos de decir, examinando rápida-
mente todos los animales.do lados de esta pro-
piedad consiste este fenómeno en una perfora-
ción de la cual resulta siempre una pérdida do
sustancia.
.Los cuerpos asi perforados, son de natura-
leza animal, vegetal ó mineral, y, en atención
á que las partes duras son siempre las que mas
fácilmente pne.den perforarse, resulla que son
los mas espuestos á la terebración los huesos,
los tejidos córneos ó epidérmicos, los leñosos
de los vegetales y en clase de minerales las
materias calcáreas nada mas. Se ha notado,
empero, en eslos últimos tiempos que algunos
gusanillos de insectos son capaces de taladrar
el plomo de los tejados y el metal de los
clichés.
La terebración se produce por la interven-
ción de varios agentes que se reducen á tres
principales clases; «saber: los medios raeoá-,
nicos, los físicos y los agentes químicos.
Los primeros son, sin perjuicio de los mús-
culos poderosos que imprimen los movimien-
tos, varios instrumentos, por lo general, du-
ros, córneos ó calcáreos, colocados en la bo-
w
TEREBRANTES -TERMOMETRO
ca, 6 en el orificio de los órganos cíe la gene- ■
ración o en varias partes de la superficie de la ;
piel, A estos instrumentos se clan los nombres
usuales de taladro, de sierra, do Musa ó cíe
. raspa , cuando se quiere espresar su modo
de obrar.
La acción emoliente del agua y los grani-
tos (inisinios deJas arenas silíceas ó calcáreas
que se adhieren á lu piel mucosa de los ani-
males, son medios físicos auxiliares de los ro-
zamientos y de las presiones mecánicas.
Ciertos jugos, en fin , considerados como
ácidos, ú otros capaces de disolver las mate-
rias calcáreas y las sustancias leñosas, provie-
nen, segnn algunos naturalistas, como los se-
ñores Turlon y Desbaics, ora de la piel, ora
ele órganos segregantes especiales, y bastan,
como simp'es agentes químicos, para corroer
las sustancias y perforar en todos sentidos las
maderas y las piedras calcáreas.
Los reactivos químicos son probablemente
los únicos medios de terebración de los ani-
males muy blandos, como la esponja silícea
terebrante, y que son al propio tiempo e! agen-
te principal de la erosión y los auxiliares, cu-
ya índole es indeterminada aun, de los roza-
QÜcwtOB efectuados por las conchas de todos
los moluscos llamados lilófugos.
También es probable que la naturaleza
combine las distintas acciones de las tres cla-
ses de medios de terebración, segnn debe es-
ta efectuarse lenta ó rápidamente para coope-
rar á !a multiplicación de las varias especies
que habitan eu el interior de las piedras y de
las maderas. i •
El objeto cié los diferentes grados de tere-
bración efectuada por los animales, es: 1."
proporcionarles simplemente una morada pára
ponerlos al abrigo ele los ataques de sus ene-
migos: 2 0 proporcionarles, .ademas del abri-
go, el alimento peculiar á cada especie, ó so-
lamente parte de las sustancias, necesarias á
su alimentación: 3." servirles para depositar
sus huevos, ya en el suelo, ya debajo do las
cortezas, ó debajo de la piel de otros anima-
les. El grado de terebración relativo i este úl-
timo objeto es el mas débil y el que mas se
acerca á las picaduras producidas por los ani-
males chupones.
Las principales consecuencias de todos los
grados de terebración, son; 1." los destrozos
que, atacando los edificios civiles hidráulicos
ó navales, no solo prodneen pérdidas y daños
de consideración, sino que esponeu ademas á
grandes peligros á los navegantes, á los habi-
tamos del litoral del mar y de los rios, y has-
ta á los del campo y de las ciudades cuyas ca-
sas son de madera y susceptibles do ser inva-
didas por los termitas: 2." los perjuicios;' las
perdidas que cansan estos insectos en los ár-
boles de varios especies que mueren en pie:
3." los destrozos y tas pérdidas que, constan-
temente y con mas ó menos eficacia, ocupan la
atención de los agentes dedicados "eo las na-
j ciónos marítimas á conservar los grandes aco-
¡ pios de maderas espuestas al aire, ó colocadas
eu agua ó en la tierra: 4." los perjuicios oca-
sionados en todos los muebles, instrumentos
y utensilios, empleados en la economía do-
méstica, rural é industrial, cuya primera ma-
teria es la madera; y finalmente: 5." los des-
engañosde los entomólogos que, después de
haber criado gusanillos, en lugar de ver salir
el verdadero insecto, en su estado perfecto, no
recogen mas que un individuo del grupo de
las especies terebrantes, que en él deposita
sns huevos.
TEltEBRATULA. Género de moluscos acéfa-
los del órden de los braquiópodos, de concha
inequivalva,. regular, simétrica y subtrtgona,
inserta á los cuerpos marinos por un pedículo
corto y tendinoso que pasa por un agujero que
hay en una de las valvas; su aparato muscular
está bastante desarrollado y prendido á un pe-
queño armazón sólido interior.
TERM1TES. [Historia natural.} Género de
insectos neurópteros de la familia de los pla-
nipennes, llamados también hormiyas blan-
cas y piojos de la madera ó de bosque, y
cuyos caractéres son: cabeza gruesa con tres
ojillos en lá parte superior y delante de las
antenas que son cortas y monilifórmes; alas
recorrida*! por nervaduras longitudinales; las
inisversuies solo son rudimentarias, y los tar-
sos compuestos de cuatro artejos.
Una de las especies mas notables es el ter-
mcslmipugum, de Rossi, que aunque pequeño
ocasiona estragos terribles en la Rochela,- Ro-
chefúrt, Saiulea y en muchos puntos del de-
partamento de la Citáronle Inferior. Casas, edi-
ficios enteros han sido minados hasta los ci-
mienlos por estos neurópteros. Los techos Se
han desplomado muchas veces, y lo que hay
mas raro en estos estragos es que jamás se'
perciben al estertor, pues respetan la superficie-
de las maderas en tanto que agujerean todo el
interior y lo llenan de galerías en todos senti-
dos. Lo mismo ataca las ropas y el papel, y en
la Rochela lian tenido que meter los papeles
del archivo cíe la prefectura eu cajas de zinc
para preservarlos.
TERMOMETRO, {Física.) El calor influye de -
tul manera en lá mayor parte de los fenóme-
nos naturales que debió muy pronto ocurrir la
necesidad de imaginar un instrumento que
sirviera para medir la energía de esa cansa ac-
tiva, sucesivamente llamada fuego, materia
del calor y por último calórico, ürebbel dé
Alcmaer pasa generalmente por inventor del
termómetro, descubrimiento que algnnos atri-
buyen también á Sanciono. .Esto instrumento
fué al principio sumamente imperfecto, y solo
en estos últimos tiempos se ha conseguido dar-
do un perfeccionamiento que permite tener se-
guridad on las indicaciones que suministra.
Amontras y Newton observaron, el uno que el
agua hirviendo, y el otro que el hielo funden-
te tienen una temperatura constante, concibie.»
TERMOMETRO
ron la feliz idea.de hacer servir esas tempera-
turas para la determinación de dos puntos Ajos
de la escata terinométrica. Desde entonces,fuó
posible construir termómetros comparables en-
tre si, es decir, termómetros que colocados
en iguales circunstancias, diesen rigurosamen-
te las^ mismas indicaciones.
Reaumur buscó la solución de otro proble-
ma: quiso que el termómetro fuese compara-
ble consigo mismo y creyó lograrlo dividien-
do el tubo en partes de igual capacidad; la
manera con que procedía á osla división, daba
al termómetro un volumen muy considerable;
por eso mismo era poco sensible; por otra par-
te, la temperatura que Reaumur indicaba como
la dol' agua liirvicndo ora realmente la tempe-
ratura de .ebullición del alcobol, y dista mu-
cho detener igual fijeza: por eso la escala ter-
jjiométricaquetodavía se distingue con el nom-
bre de tan ilustre físico, no es precisamente la
que él babia -adoptado, sino ima división susti-
tuida por. Del uc, uno de los que mas lian contri-
buido á perfeccionar el instrumento que ea ob-
jeto de este articulo. ~
Deluc dió electivamente á conocerlas pre-
cauciones minuciosas que han, deobservar-
se para dar exactitud á un termómetro; y ade-
mas fijó la naturaleza de las sustancias que de-
bo usarse como medio termométrico. El aire,
el espíritu de vino, el aceite de linaza y el mer-
curio se habían usado ya, y como se pudo no-
tar que la dilatación del alcobol era mas con-
siderable que las de otros líquidos, se le con-
cedía la preferencia; pero el alcohol se dilata
con irregularidad que varia según su mayor ó
menor grado de concentración. No sucede lo
mismo con el mercurio; siempre es fácil obte-
nerlo en estado de pureza, y entonces su cs-
pansion es sensiblemente uniforme, al mono
éntrelos limites de nuestra escala termomótri-
ca. Mas abajo y mas arriba ofrece irregular!-
dades y entonces hay que recurrir al termó-
metro de aire, que es realmente el mas exac-
to de todos, pero cuyo empleo presenta dificul-
tades ojie restringen considerablemente su
uso.
El tubo de vidrio con que ha. de ser cons-
truido un termómetro, debe escogerse con su-
mo cuidado; ha de ser angosto y de perfecto
calibre, lo cual se reconoce introduciendo en
él una cokimnila de mercurio. Si el tubo tiene
en todas partes el mismo diámetro, la colum-
na será de igual longitud, cualquiera que sea.
el sitio en que -se encuentre. En la eslremidad
del tubo se sopla una bola, ó bien se suelda. un
cilindro cuya capacidad ha de estar en rela-
ción Con el grueso de dicho tubo, y sobre to-
do, con la sensibilidad que se quiero dar al ter-
mómetro. Fácil es concebir, en efecto, que e!
mercurio del receptáculo tiene que refluir ha-
cia el tubo cuando.se dilata, y que ocupará
un espacio en longitud tanto mayor cuanto
menor sea la latitud. Por la misma razón tam-
bién la forma del receptáculo no es indiferente
porque,él termómetro para ponerse en equili-
brio de temperatura con los cuerpos inmedia-
tos, da paso al calórico por todos los puntos de
su superficie. Por consiguiente, la prontitud
de las indicacioLics crecerá á proporción que la
superficie alimente, y asi os que suponiendo
res termómetros iguales bajo todos conceptos,
ñero con un receptáculo esférico el primero,
un cilindro el segundo y una espiral el terce-
ro; si se sumergen simultáneamente en un me-
dio de una temperatura diferente de la suya,
acabarán po i' marcar el mismo grado, pero en
tiempo diferente, en este órden: primero el
termómetro en espiral, después el cilindrico y
por último el esférico.
Oponiéndose la estrechez del tuboálu in-
troducción directa del mercurio en el receptá-
culo, se recurro al medio que sigue:1 se presen-
ta este receptáculo sobre una hornilla que con-
tenga ascuas, el aire se dilata y una parle do
él queda desalojada; sumergiendo entonces la
eslremidad abierta dol tubo 1311 un vaso que con-
tenga mercurio purificado, el aire dilatado se
enfria, disminuye do volumen y la presión atr
mistérica hace subir el liquido al receptáculo
que se calienta de nuevo hasta verificarse la
ebullición. El vapor mercurial que se desar-
rolla hace salir completamente ct aire que po-
día quedar en el aparato, de suerte que basta
sumergir segunda vez en el mercurio la estre-
midad abierta del tubo para acabar de lle-
narlo.
Terminada osla operación, , es menester,
anles de proceder á la graduación del termó-
metro, no conservar mas que la cantidad de
mercurio conveniente á los diferentes usos á
que. está destinado el. instrumento. Para ello
se reconoce primero con ensayos prelimina-
res, si e! líquido se sale del tubo á la tempe-
ratura mas alta ó entra en cL receptáculo á la
mas baja. Se eierra después el tubo procuran-
do cscinir el aire que ocupa la parte superior.
Esta precaución es indispensable, para preca-
ver las intercalaciones del aire y del mercu-
rio ó impedir la salida de una porción de este
metal, inconvenientes que alterarían la mar-
cha del termómetro y que se evitan adelga-
zando en la lámpara la eslremidad abierta del
tubo, y calentando después suficientemente
el receptáculo para obligar al mercurio á diri-
girse a esa eslremidad, que se funde entonces
en la llama do una bugia á fin de cerrarla her-
méticamente. En un termómetro asi construido,
la columna de mercurio, cuando se invierte el
instrumento, cae sin dividirse.
Por simple que pueda parecer el modo de
graduar el termómetro, exige, sin embargo,
ciertas precauciones. Para obtener el limito
inferior, ó punto da partida de la escala se
envuelve con hielo fúndenle' el receptáculo,
asi como la porción del tubo que contiene
mercurio, y en el parage donde se 0ja el me-
tal se marea cero; después, sumergiendo el
termómetro enagua hirviendo, so mantiene en
7.-5
TERMOMETRO
74
tal estado hasta que el mercurio haya llegado
al máximum de elevación; entonces en el pun-
to donde se parase marca SO 6 bien 1,00, se- "
gun se quiere obtener la graduación de Deluc
ó la escala centígrada. El agua empleada para
obtener tft tcraperalnra de la ebullición debe
ser pura y estar contenida en una vasija de nie-
la!, porque la que tiene sustancias salinas en
disolución, ó que está encerrada eu una vasija
de tierra, hierve á una temperatura mas ele-
vada. Por la misma razón es menester tener
en cuenta la presión barométrica. En efecto,
la ebullición no se mauiíicsla sino cuando la
fuerza clástica del vapor se equilibra con la
presión atmosférica; y como en nuestros cli-
mas la «llura habitual de la columna de mer-
curio es dennos 76 centímetros, la tempera-
tura del agua que hierve á esta presión .es la
que señala el limite superior de la escala ter-
mométrica, Estando -fijos los dos limites, se
divide el intervalo que los sopara eu SO ó 100
pui lcs, llamadas grados del termómetro, di-
visión que se continúa por arriba y por abajo
de los dos puntos estreñios.
Si, como acontece por los termómetros
íinicamcnlc destinados á esplorar la tempera-
tura de la atmósfera, no se necesitase mas
que una fracción de la escala, seria preciso
graduar el instrumento por comparación, es
decir, colocándolo al lado de olro termómetro
cuya marcha fuese regular, y que sirviendo de
muestra, diese la facilidad de tomar en el se-
gundo termómetro dos temperaturas distantes
entre si unos 20 ó 25 grados, con las cuales
seria fácil después obtener oirás subdivi-
siones.
. Ademas del termómetro que acabamos de
describir, hay otro muy usado en el Norte de
Europa y cuya invención es debida á Fahren-
hcit- Habiendo notado este fisico que la tem-
peratura del hielo fundente, no lan solo no es
la mas baja posible, sino también mas eleva-
da que la que reina habilualmecte durante el
invierno do las regiones templadas, creyó qiie
era preciso, para acercarse mas al cero abso-
luto del calor, colocar el origen de la escala
termométrica mas abajo .del punto de conge-
lación. Tara ello sumergió el instrumento en
una mezcla refrigerante formada do partes
iguales de sal amoniaco y de hielo picado,
Este frió que entonces se creía muy riguroso,
era considerado como un máximum mas allá
del cual la temperatura no podia ya bajar. Esta
idea es falsa, no solo porque so pueden obte-
ner temperaturas mucho mas bajas, sino por-
que las condiciones con que se obra influyen
en el frió que producen aquellas mezclas. Se
cometería un grave error si para obtener la
graduación de Fahrenhelt, se- recurriese al
mismo procedimiento indicado por 61. Se usa
el hielo fundente; sólo que en lugar de fijar
el origjén de la escala en el parage donde se
detiene el liquido del termómetro, se inscribe
el número 32, porque la observación ha ■ dado.
á conocer que ese número corresponde en el
indicado instrumento á la temperatura de con-
gelación del agua; colocando después el ter-
mómclro en agua hirviendo, se señala el nú-
mero 2 12 en el punto en que se lija la colum-
na de mercurio. Es decir, que se cuentan 180"
entre ambos limites: asi, pues, 18° de Fuh-
renheit corresponden á 10 .del centígrado y
á 8 de Deluc. Es fácil, pues, trasformar las in-
dicaciones suministradas por el primero de
estos instrumentos en los grados correspon-
dientes a los otros dos termómetros. En efec-
to, después de haber bajado del número de
grados. dados las 32 divisiones que espresan
la diferencia entre los puntos de partida de
ambas escalas, bastará multiplicar el resto
por 7, para obtener la temperatura centígrada,
y . por 7„ para la de Deluc. Asi, pues, supo-
niendo que un termómetro de'Fahrenheit mar-
ca 122°, si suprimimos 32 y se multiplica el
resto, 90 por 5 y se divide después por ü,
lendremos 50 para la temperatura que indica-
rla un termómetro centígrado en iguales cir-
cunstancias. Multiplicando por 4 y dividiendo
después por 9, el resultado 40, es la tempe-
ratura de Deluc ó Reaumur. Fácil es concebir
que multiplicando los números 50 ó 40 por 9
y dividiendo el primer producto por 5 y el se-
gundo por 4 tendremos de nuevo la gradua-
ción de Fahrenheit, añadiendo 32. En cuanlo
á los termómetros cuya escala se divide en 100
u 80 partes, se determina fácilmente su cor-
respondencia mutua, multiplicándo las tempe-
raturas que el uno da, por 7, y ¡a del otro
por 7,.
La dilatabilidad de las sustancias metálicas
se ha usado algunas veces como medio propio
para remover la temperatura de los cuerpos;
pero como las dilalaciones son generalmente
muy cortas, soto se recurre á ellas para eva-
luar temperaturas muy altas , y entonces los
instrumentos reciben el nombre A&pirúmelros.
Debemos, sin embargo, señalar una especie en
favor del termómetro metálico de Breguet.
Consta de tres laminitas delgadas, oro; plata y
platina, unidas y contorneadas en espiral de
dos-á tres pulgadas de largo; en su parte infe-
rior hay una aguja que en los cambios de tem-
peratura y á causa de la desigual dilatabilidad
de Gada una de las porciones de .la espiral, se
mueve sobre un círculo horizontal graduado.
Eso instrumento no tanto es recomendable por
su exactitud como por una estraordinaria sen-
sibilidad, debida á su poca masa y á la débil
capacidad calorífica de las sustancias que lo
componen. Es tan marcada esa sensibilidad que
en las circunstancias en que otros termóme-
tros se muestran insensibles, esta indica dife-
rencias demias de 20u, por eso se usa espe-
cialmente para medir variaciones de tempera-
turas que se maniflestau, por decirlo asi, ins-
tantáneamente, como se observa, pór ejem-
plo, en mía masa de aire que se comprime ó
enrarece.
TERMOMETRO— TERRA.-NOVA N 76
Hay variaciones de temperatura tan poco
considerables, que los termómetros oráinarios
no podrían darlas á conocer. Sellan imaginado,
aparatos^.suscepliblos de emplearse en estas
circunstancias, á los cuales se lia dado el nom-
bre do termósoopos. Para que estos instrumen-
tos tengan mucha sensibilidad é indiquen con
mucha prontitud los cambios de temperatura,
es preciso que la materia empleada en su cons-
trucción sea muy dilatable, y tenga una ma-
sa muy poco considerable. Ahora bien , el ai-
re atmosférico posee estas dos cualidades en
el mayor grado: por eso la mayor parte de los
termósoopos no son en realidad mas que termó-
metros de aire: en lodos, ese fluido al dilalnr-
se, hace mover .una burbuja ó columna de li-
quido teñido, y para una pequeña variación de
temperatura, le hace recorrer grandes espacios.
. ' Con el nombre de termómetros para el
máximum y el mininiun, se han imaginado
aparatos en los cuales un índice puesto en mo-
vimiento por la dilatación y contracción del
líquido termómétrico, queda en la situación á
■ que lo llevó la variación de temperatura , de
suerte que el observador puede reconocer el
mas alto grado de calor ó de frío que ocurre,
sin. verse en la necesidad de tener constante-
mente, la vista fija en el instrumento
TEROBÁCTILÁS. .{Historia natural.) Nom-
bre con que se ha querido designar una nueva
familia de aves constituida por el género avó-
cete [recúrvirostra).
TERODACTILO. {Historia natural.) Animal
fósil de la clase de los reptiles que sin duda
debía volar si se atiende á la conformación
particular do su esqueleto, pues uno; de los de-
dos de sus estremidades anteriores tenia un
enorme desarrollo y bastante analogía con los
de los queirópieros actuales.
TEROP0U0S. [Historia natural.) Clase de
moluscos con dos órganos locomotores á los
lados del cuello en forma de remos. Son her-
niaírodilas y nadan en el mar sin poder fijarle
ni arrastrarse. Las especies mas notables de
csía clase son la dio boreal y la hiala córnea.
TEROPOS. [Historia natural.) Sombre que
se da también á 'los encárnaditlos ó berme-
jizos, género de murciélagos frugívoros.
TERRA-NOVA, (I] [Geografía.) Ko es por la
belleza de su clima ni por la riqueza de sus
producciones territoriales por lo que' se ha
hecho célebre -Terra-Nova, osla gran isla del
Occéane Atlántico , situada cerca de la costa
orienta! do la América del Norte, está incluida
entre los 47" y 51° 46' de latitud septentrio-
nal y entre los 55" y Ci" de longitud occiden-
tal. Aunque correspondiente á la región scp-.
tenti'ional dé la zona templada, su lempcralu-'
ra es mas áspera y fría que la que supone su
situación. La tierra se halla en osle país cn-
(I) En inglés Nrw-Tuundland. Ayunos csorilo-
res, -Ignorando esla particularidad, lian nvrad» cslc
último nombro como indicante cié tutu isla ilü'rrcjik!
dol Mira-Nova.
bierta de nieve desdo el mes de noviembre
hasta el de mayo; durante un 1 invierno tan
prolongado las numerosas bahías que corlan
profundamente las costas de la isla, se hallan
enteramente ludadas. Este rigor del clima os
ocasionado por los hielos que se amofitonan en
el estrecho de Bellü-Isle, que solo tiene una
latitud de siete leguas, desde la punía norte de
Terra-iíova hasta la cosía del Labrador, y por
los vientos procedentes de las regiones pola-
res, y quo "hielan la costa de la isla, echando
sobre ella cúmulos de nieve. Durante el ve-
rano, que realmente solo alcanza desde julio
hasta mediados de setiembre, presenta la at-
mósfera cargada con frecuencia, lo mismo que
en las domas estaciones y el tiempo por lo co-
man está cubierto. Las auroras boreales son
ajli frecuentes, los vientos soplan á las veces
con gran impetuosidad, especialmente en in-
vierno, y á la aproximación del equinoccio
de otoño
El terreno, muy montañoso, no ofrece mon-
tes de gran elevación, pues ninguno de ellos
conserva nieves ni hielos perpetuos, resultan-
do de ello según el clima de la isla, que la al-
tura de los puntos culminantes no llega á 500
toesas por cima del nivel .del mar. El Centelló
á lo largo de las costas es rocoso y desnudo y
á veces escarpado; las pendientes rápidas for-
nví.n por una y otra parte valles estrechos y
tortuosos, cuyo terreno esponjoso se halla cons-
tantemente empapado en aguas. Estas cuencas
contienen numerosos estanques, lagos ó panta-
nos quo á meniido no desaguan. La isla , bas-
tante alta por el Sur,' lnija progresivamente se-
gún que se dirige á la estrerniJad norte. Un
bosque no interrumpido de árboles resinosos,
cubre todas las colinas y no rc delicne sino en'
sus eminencias rocosas. Aparte de varias es-
pecies do pinos, pinabetes y alerces, so ven
en ella abedules, alisos, olmos, encinas y otros
árboles, ai-bolillos, arbustos y plañías de las
regiones frite, húmedas y boreales. La indus-
tria humana no ha logrado cultivar en esla re-
gión sino guisantes, coles, patatas, cebada,
avena y nabos.
Osos blancos y negros, linces, zorros, in-
festan la isla, en que también so encuentran
renos ó caribes, liebres, ptíco ganado mayor,
caballosfovejas y la hermosa y corpulenta es-
pecie 'de perros, á la cual ha trasmitido su
norrio re.
La pesca de! bacalao es lo, que ha dado-ce-
lebridad "á Tcrra-Nova en los fastos del comer-
cío, tisis muchos bancos esparcidos pur las
aguas circunvecinas y cu especial el gran ban-
co, atraen á aquel punto todos los años tropas
numerosas de dichos peces. Las brumas ya-
cen cárslanlemenle sobre el gran banco; y
hasta son tan densas, que apenas puede ¿lis*
linguirsc desde un estremo de un buque el
otro cstremo. La altura del agua sobro el ban-
co, varia de" 15 á fiO brazas. Los buques que
haeeu la pesca sobre el gran banco solo pre--
77
TERRA-Nü VA— TERRENOS
1H
■paran el bacalao saludo, que lleva en e! co-
mercio el nombre de bacalao verde; no tocan
en las costas de la isla, y en cuanto llegan á
completar sn cargamento, se dan é la vela pa-
ra regresará su destino. Por el contrario, las
embarcaciones despachadas pura preparar la
merluza ó bacalao seco hacen su pesca sobre
los bancos mas inmediatos á Terra -Nova y. en
las hablas de la isla. Los ingleses, los norte-
americanos, los franceses son naciones que
toman tina parle preferente en este comercio,
del cual- se lia dicho con razón que era mas
productivo que las minas del Perú. Produce
anualmente mas de 10.000,000. G-sda nación
tiene por los tratados, el derecho de sacar su
pescado sobre la playa de cierta estension de
costas.
Terra-ííova, descubierta en 1497 por Se?
bastían .Cabol, Üene 120 leguas do longitud de
Norle á Sud; su mayor latitud es de 80; su
superficie de 5,560 leguas cuadradas. Su for-
ma es casi triangular. Las costas están muy
corladas; espaciosas bahías penetran dentro de
ellas, pero solo ofrecen embocaduras de nos
medianos, ó aun solo lechos de torrentes pe-
dregosos. En el Stid-esle dos bahías profundas
y opuestas separan en lo demás do la isla
una península en que está San Juan, capital
de ta isla. Hacia esta parte es por la que se
encuentran los establecimientos de los ingle-
ses, y á las cuales pertenece la soberanía de
la isla; esta les fué cedida por el tratado de
Ulrecht. Los franceses, que antes la poseían,
lian conservado sobre la cosía meridional las
islas de San Pedro y Miquelon, y el derecho
de tender sus redes sobre la Costa del Norte.
La población fija de Terra-Nova es de 30,000
almas. Hay en su interior aborígenes que per-
tenecen á la tribu de los miemaes.
Denfis: Descripción de las cosías de la América
Septentrional, (Trancés).
La Pillaje; Noticia acerca de la isla de Terra-
Nova, (francés).
TERRENOS. (Geología.) Entiéndese esolusi-
vamente por esta palabra una fracción .mayor
ú menor del suelo, considerado en si como
un lodo sucesivamente formado por diversas
cansas.
Los terrenos dividen el suelo en secciones
cronológicas, cuyo carácter se saca de su edad
relativa, asi como las formaciones Y tes rocas
agrupan los materiales de que el suelo se com-
pone, las primeras según el origen de estos
materiales, y las segundas, según su natura-?
loza,, fin los artículos formación, geología y
smoSoNiSMÓ,; se ha procurado ya lijar el sen-
tido relativo que contiene dar á espresiones
consagradas al lengn -je geológico, poro que
muebas veces so emplean arbitraria y contra-
riamente.
Después de reparar ios artículos reciente-
mente citados, nos detendremos algunos mo-
mentos sobre la definición exacta del suelo,
debiendo servir el conocimiento do este <de
punto de partida para el verdadero estudio de
la tierra, ya que esta palabra no es objeto de
un articulo especial.
El .sucio, en lenguaje vulgar, es la parte
estertor sólida- del esferoide terrestre, sobre
la que- andamos, en la que nacen la mayor
parte de las plantas , de la que extraemos las
sustancias minerales útiles, y la que horada-
mos por encontrar las aguas de los pozos ó de
los manantiales.
'■' Los agrónomos y el vulgo no llaman suelo
mas que á la parte superljcial de las. tierras no
cubiertas de agua, y aun distinguen á veces el
subsuelo del suelo cultivable; pero la geo-
logía aplica la palabra suelo á todo el espesor
de la tierra susceptible de investigaciones di-
rectas, y el' fin que se propone es el .de llegar
á conocer la composición, el origen y la edad
de sus diferentes partes.
Las mas exactas observaciones demuestran
en efecto l.° que la porción estertor de la tier-
ra no es en todas partes de igual naturaleza
(Y. minerales., rocas, FOSii.ESl: 2.° que lian
presidido á su formación distintas causas (véa-
se formación), y ít,°, en Un, que esta forma-
macion ha sido sucesiva. A las capas cronoló-
gicas del suelo, es decir, á los minerales, ro-
cas y formaciones que se han formado en un
mismo periodo , es á los que conviene aplicar
la voz terreno.
El espesor relativo, la estructura, la forma
esterior del suelo, no ha sido siempre lo que
es hoy.
En la parte del suelo mas próxima á nos-
otros , y cuyo espesor actual no tiene acaso
sino algunas leguas, se halla ja masa planeta-
ria (véase tierra), y mas allá la atmósfera.
Las aguas líquidas y sólidas, forman acce-
soriamente parle del suelo.
Este se divide en primitivo, ó sea primiti-
vamente consolidado. Por suelo. primitivos
entiende (admitiendo la hipótesis del estado
originario candente del esferoide terrestre) la
primera película afianzada por el enfriamien-
to alrededor de la masa planetaria; puede de-
cirse que es una linea ó zona idea!, y.sn
espesor ha ido aumentándose por grados, in-
teriormente en un principio por medio de la
consolidación sucesiva de las materias inter-
nas; este es el suelo sub-primilibo , y este-
nórmenle después por el desnivel y depósito
de las sustancias minerales esparcidas por el
suelo primitivo ó abandonadas por las aguas
de -la superllcie.
Se da el nombre de sucio primeramente
consolidado , compuesto de estos depósitos
ígneos y acuosos.
E] suelo consolidada se compone" de pisos
ó grupos cronológicos, es decir, de terrenos,
y. se ha forma'do simultáneamente por causas
distintas unas de otras, pero análogas á las
que obran en la actualidad (véase sincronismo),
Erespesur del suelo, su figura, ó el relie-
79
TERRENOS
80
ve de su superficie, han variado siempre y va-
rían aun diariamente, dependiendo esto de la
adición de . nuevos depósitos, ó bien de dislo-
caciones que producen hundimientos ó terre-
motos.
La superficie del suelo es continua, y pue-
de ser o no inundada. Ei estado de los con-
tinentes y da-las islas es en la actualidad con
respecto al de las partes cubiertas, por las
aguas, lo que 1 á 3. La relación y proporción
de estas partes ha_ variado macho anterior-
mente.
Ahora bien, ya que hemos fijado el valor
relativo de las palabras sueíu, terreno, forma-
cion, roca, fácil es comprender que por clasi-
ficar los terrenos debe„obseryarse mucho su
superficie, cualquiera que sea el origen y las
materias de que cada' uno' se compone, y que
para caracterizarlos es necesario comparar en
la serie -de los terrenos' las formaciones de
igual clase, tomando por tipo las acuosas ma-
rinas, como mas predominantes y generales.
Asi puede decirse que cada terreno es un
cuadro en que se colocan primero las -forma-
ciones marinas, después las fluviátiles de agua-
dulce y las diversas ígneas contemporáneas.
La serie do los terrenos es comparable á
laque reconocen los historiadores en los su-
cesivos acontecimientos que las tradiciones les
revelan; y asi como no es idéntica la historia
de un pueblo á la de otro en la misma época,
de igual modo sucede que la composición y
la estructura del suelo formado en el mismo
periodo présenla diferencias locales mas órne-
nos notables, y eslas llegan á ser un obstáculo
para establecer una clasificación que conviene
igualmente al sueio de todas las regiones.
íío siendo sino local ó arbitraria toda di-
visión de la serie de los terrenos en grupos,
y no pudiendo en el estado actual déla ciencia
ser considerada ninguna como definitiva, pru-
dente es imitar á los arqueólogos' que han di-
vidido la historia de la lium anidad en ¡res gran-
des períodos, antigüedad, edad media y
tiempos mudemos; estas tres épocas difíciles
de confundir cuando se las compara en su con-
junto y de una manera general , no pueden,
sin embargo, limitarse clara y terminante-
mente.
El mismo sentido debe darse á la división
del sueío en I.™ terrenos primarios : 2." se-
cundarios: 3." terciarios; lo cual significa
tínicamente terrenos inferiores, medios y su-
periores, ó terrenos número I, 2, y 3. En esfa
división de tres pueden variar y confundirse
las líneas, sin que los centros de cada uno de
los tres grupos dejen de diferenciarse; cada
grupo de primer órden es y debe ser suscep-
tible de tres subdivisiones, y asi hasta la uni-
dad, según las necesidades locales.
Si se bailase conocida y descrita lá serie
. general de los terrenos, podría designarse
cada uno de sus miembros con un número de
Orden ; pero es mas conveniente dar á cada
uno el nombre mas sencillo y aun mas vulgar
que sea posible.
Por desgracia, la costumbre nos ha hecho
ya adoptar un gran número de voces, que vale
mas conservar que reemplazar por nombres
nuevos griegos ó bárbaros, que amenazan in-
vadir el dominio de ra geología, á ejemplo de
lo.sucedido.cn los demás ramos de historia
natural. Asi es que se dice terreno de ulla,
terreno cretáceo, terreno olilico, etc., para
indicar capas del suelo que en ciertas regio-
nes contienen ulla, geoda, calizos, olilicas, etc.,
sin que de esto se deduzca que deba el mismo
terreno caracterizarse en todas partes por ¡gua-
les sustancias y voces-.-'
Asimismo las palabras terrenos cambria-
nos, silurianos, diornianos, jurásicas, in-
dican tipos observados en ciertos países, y que
no se hallan generalmente representados en
toda la superficie de la tierra.
Bastan las precedentes consideraciones pa-
ra demostrar que en la clasificación arriba in-
dicada, no pueden lógicamente introducirse
los terrenos primitivos, los de transición ó
intermediarios, los cuartenarios, diluvia-
nos, etc. (véanse los artículos geología, for-
mación, FOSIL, TIERRA).
TEÍtítENOS. [Geología.) Según lo que tan
claramente se lia esplicado »cn el artículo
teoría (véase esta palabra) se da este nombre
a las grandes fi'aéciones'ó capas cronológicas
de la corteza terrestre. Los terrenos se com-
ponen de rocas (véase esta palabra) formadas
por diferentes causas y bajo la influencia dé
circunstancias variables. Estas rocas, homogé-
neas á veces, y las mas heterogéneas, tienen
un origen ígneo acuoso. En el primer caso
provienen de materias fluidas y candentes con-
solidadas por medio dcU enfriamiento, como
son los granitos, los pérfidos, basaltos , etc.;
en el segundo es el resultado do materias de-
positadas ó precipitadas al fondo de las aguas,
como el asperón, arcilla, calcáreos, etc.
. Examinando detenidamente la disposición
y la naturaleza de las masas minerales que
conslituyen la corteza consolidada ta! como la
vemos nosotros, se reconoce en seguida que
no han podido producirse estas masas sino
sucesivamente. Este aserto es evidente, tratnn-
.dose de las rocas de origen acuoso, estratifi-
cadas siempre, y ocultando la mayor parle res-
tos orgánicos, despojos de animales ó de ve-
getales que han vivido en diferentes épocas,
y cuyas formas se alejan tanto mas de las de
los seres actualmente organizados, cuanto que
pertenecen á periodos mas antiguos.
En cuanto á las rocas Igneas, se reconoce
igualmente su formación sucesiva, por 16s ca-
rácleres particulares (pie presentan, y por las
modificaciones por ellas operadas en el nivel
del suelo, cuando lanzadas del punto central
vienen á disiparse en la superficie, como ve-
mos aun en nuestros dias que sucede con las
lavas que arrojan toa volcanes. Asi, pues, la
ffl TKRP
corteza sólida del globo no es el resultado de
una creación ó de una solidificación inslantá-
noa; antes al contrario, todo- demuestra que
ha sido formada por grados, durante una lar-
ga sucesión de años, y que continúa aumen-
tando aun de poder bajo la influencia de cir-
cunstancias diversas. Aunque el ceñido margen
de este articulo no nos permita enlrar en gran-
des detalles sobro la. parte teórica de la forma-
ción de la ' corteza terrestre, no podemos, sin
embargo, dejar pasar desapercibidos los lie-
dlos principales que concurreu en favor de
hipótesis hoy admitidas por los geólogos de
toctos las escuelas. Ademas, esta parle teórica
que vamos. á compendiar con toda la exactitud
posible, permitirá al lector apreciar fácilmente
el conjunto y los detalles del edificio geog-
nóstico. Ea ligera reseña que después hare-
mos de los terrenos, ofrecerá mus interés por
la sencilla razón de que gusta conocer las
causas probables de los hechos que uno debe
examinar.
La forma esférica de la tierra, cuyo apla-
namiento bácia los polos está, según el cálcu-
lo de los mas célebres geómetras, cu la pro-
porción exacta prescrita por la conexión dé
su masa supuesta fluida, con la celeridad do
su movimiento de rotación, afirma que no
siempre basido solido el estado de la tierra, y
que las partículas que la componen han teni-
do en cierta época bastante movilidad para
ceder á la acción de la fuerza centrifuga.
En los domas planetas encontramos una
figura semejante, y salvo algunas particulari-
dades debidas á causas escepcionales, es de
tanta mas consideración el aplanamiento de
estos pianolas hácia sus polos, cuanto mas rá-
pido es su movimiento de rotación; prueba de
esto es su origen fluido como el de la tierra.
la fluidez de esta ¿iia sido acuosa ó ígnea?
Los físicos con la péndola y los geómetras
aplicando el cálculo á las esperiencias de la
física admiten todos ahora la fluidez originaria
dclesferdide terrestre, y consideran este esferói-
de formado de capas ó estrados concéntricos
de distintas materias, cuya densidad va cre-
ciendo desdela circunferencia al centro, be las
esperiencias hechas con la balanza de torsión
de Cavemlish, se infiere que la densidad me-
dia de la tierra entera es cinco veces y media
mayor que la del agua, y por consiguiente
mas de doble de la de la c.orfeaa terrestre ac-
cesible á las observaciones de ios geólogos,
pues el feldespato; el cuarzo, la mica, el fal-
co y la cal carbonatada y sulfatada, que son
los principales elementos de ella (véase el ar-
tículo iiocas), tieuen de densidad 2, 5, y cento-
la densidad media de los continentes y de los
mares no llega á .1,0, necesario es que el cre-
cimienlo de esta sea mas rápido á medida que
se desciende debajo de la superficie terrestre.
Todo, pues, demuestra que se llalla el cen-
tro del globo ocupado por metales y sus mas
pesados agregados, y que estas sustancias
2175 UIUUOTKCA POPULAN.
.«NOS 82
dispuestas por ófden de densidad, están aun
sujetas á un calor 'capaz de mantenerlas en es-
tado de fusión. 1 <-
■ Esta fluidez, sin embargo, no es acaso com-
pleta hasta el centro;. al menos tal es la con-
secuencia que podriá sacarse de varios he-
chos, en particular de los fenómenos magné-
ticos, y de su instabilidad.-
- Nadie ignora, en efeclo, á cuantas variacio-
nes se halla sujeta la aguja magnética: estas _
variaciones son de tres especies, á saber; l¡js"
que se ejecutan en el- espacio de un día, ó
seaJa diurnas, fas que se manifiestan en dis-
tintas épocas del año y corresponden á las di-
ferentes posiciones de ta tierra en el espacio
relativamente al sol, y las que guardan, en
fin, largos periodos y abrazan una sucesión
considerable de años.
^'Tratando de espinar este fenómeno Halley,
concede que es líquido el interior de la tier-
ra, pero que en el centró existe probablemen-
te un núcleo magnético sólido que ofrece ir-
regularidades de configuración y de intensidad
magnética; de estas irregularidades nos pre-
sentan las observaciones un ejemplo casi_aná-
logo-cu jos imanes naturales.
Esta masa interior magnética que formaría
el eje magnético del globo terrestre, se halla-
ría sujeta á un movimiento particular deroiu-
ejot) sobre si misma, mas ó menos indepen-
diente del que anima al globo terrestre. Nada
mas estraordinario tendría este movimiento
que el que el anillo de Saturno describe alre-
dedor de este planeta, del cual se halla com-
plelanieoté independiente.
Muchos fenómenos existen que podrían
apoyar esta hipótesis, tales son: 1,° la densi-
dad incesantemente creciente de las materias
que componen la masa del globo terrestre,
tanto en las profundidades como en el estado
fluido y en su superficie: 2." la naturaleza
misma de eslas materias en que vemos que
el hierro parece ser el elemento que á medi-
da que ellas vienen de las mayores profundi-
dades, predomina mas y mas: 3.° la naturale-
za de los areolitos ó piedras caídas de la at-
mósfera en que la presencia de! hierro en es-
tado metálico y asociado á otros principios
magnéticos, el níquel y el cromo, nos hace
creer que aquel mismo metal podría encon-
trarse en estado de hierro Metálico, en las
profundidades, formando asi el núcleo sólido,
él eje magnético del globo. Este eje se di-
ferenciaría algo del de rotación diurna, y cs-
perimenlaria tina nmlacioit particular.
lista hipótesis infinitamente probable, se-
gún .Mt\ Cordier, nos esplicoiia fenómenos
que sin ella son para nosotros incomprensi-
bles. Tendría ademas el importante resultado
de determinar de un modo positivo el limite
del grado de temperatura interior de la fierra,-
por la sola razón de que el núcleo permane-
cería sólido en la temperatura blanca,, bajo el
efeclo de una presión enorme.
t ¡isxiu. 6 ,
83
TERRENOS
Se lian hecho á la verdad .esperimentos de i
que lia resultado que el hierro fundido y can-
dente pierde su virtud magnética Jal aire li-
bre, tajo la presión atmosférica ordinaria. Pe-
ro ¿no debe de esto deducirse que el efecto
mismo déla considerable presión que se ejer-
ce en el interior de la masa, sobre el núcleo
sólido, debe ser el de conservar la virtud mag-
nética, no obstante Ja elevación de temperatu-
ra del núcleo?
La fluidez originariamente candente de la
tierra, ™ está solo probada por la geometría
y por la física, puesto que apoyándose la geo-
logía en hechos indisputables, resuelve tan
afirmativamente la misma cuestión.
És, en efectp, notable en el que desciende
á profundas minas, por ejemplo, que cuanto
mas se interna en la tierra siente mas el ca-
lor; los terremotos son' inesplicables supo-
niendo el globo sólido basta el centro, las al-
teraciones délos ilíones, la existencia de los
manantiales termales y de los pozos artesía-
, nos ó fuentes ascendentes que brotan de gran-
des profundidades, las huellas de ignición de
ciertas masas minerales cristalizadas, que se-
gim la espresion de Buffon parecen fundidas
de un solo tira, losmimerosos quebrantamien-
tos y trastornos que se notan en gran núme-
ro de regiones; multitud de hechos coneomi-
tentes nos prueban que la cubierta sólida que
cou tanta seguridad pisamos, cerca por todos
lados una materia inflamada que brama bajo
su débil envoltura, lo cual ha podido en cual-
quier tiempo hacer presumible la existencia
de esas enormes masas de materias fluidas que
vomita el cráter de los volcanes.
be cuantos hechos geológicos posee la
ciencia y seria prolijo enumerar aquí, resulta
que fué la tierra en na principio' una masa
flúida ó incandescente de materia liquidada
que adquirió bajo el doble poder dé la atrac-
ción central y de la fuerza centrífuga, la for-
ma esferoide que le conocemos. Es evidente
que durante este periodo de incandescencia,
se hallaban en estado gaseoso y reunidos á los
Huidos elásticos de la atmósfera el agua y de-
mas materias que volatiliza el simple calor de
nuestros hornillos, debiendo por consiguiente
presentar la atmósfera nn volúmen de consi-
deración, y ejercer después . una presión in-
mensa, calculada sobre cincuenta veces mas
fuerte que la de hoy.
Ya lanzado en el espacio por intervención
de voluntad suprema, debió este globo incan-
descente obedecer alas leyes de la irradiación
y perder por grados parte de su calórico para
distribuirlo á los cuerpos celestes. A este en-
friamiento incesante se debió sin duda la con-
solidación de la superficie del globo, y que
separase la primera película sólida, ó la míisa
■ incandescente interna, de la atmósfera que
nos rodea, empezando de jesuítas, el sistema
de formación de rocas ígneas. Esta primera
costra debió, aunque con lentitud, engruesar
cada vez mas, y compréndese, en efecto, que
hubieron de aproximarse y cristalizarse suce-
sivamente las moléculas mas allegadas á la
parte ya indicada, y que esta cristalización
tan visible en las rocas primordiales, pudo sin
cesar operarse interiormente de alto á bajo,
por influencia del continuo descenso de tem-
peratura. Sin embargo, según la perfecta es-
plicacion de un sabio geólogo (Mr. d'Archiac),
como esta costra produce relativamente á la
masa interna auu liquida y encandescente el
efecto de una pantalla, efecto tanto mas eficaz
cuanto que esta costra es por sí misma mas
gruesa, y se halla formada de sustancias ,que
son muy malos conductores del calor, se.con-
cibe que ha de llegar época en que apenas
se note en la superficie el brillo del calor in-
terno, y que de ello resultará para el globo
un estado casi estacionario, que es precisa-
mente el de que se trata. El enfriamiento de
una masa produce necesariamente disminución
en su volúmen, y estadisminucion del esferóide
hubiese aumentado la velocidad de su movi-
miento angular de rotación que se hubiese ma-
nifestado por un cambio correspondiente en la
duración deldia. Queda, pues, establecido, que
desde Hipparque; es decir desde hace unos
dos mil años, no habia variado esta duración
de 1 /3O0 de segundo. .
. Mientras que de este modo rodaba nuesiro
globo en» el espacio, llevando tras si' su in-
mensa atmósfera impropia á la vida, y que
ningún rayo de sol podía atravesar, conden-
sábanse algunas materias gaseiflcadas en la
atmósfera, y se precipitaban á la superficie de
la tierra. Aun el vapor del agua debió ceder á
esta ley cuando no í'ucya suficiente la tempe-
ratura á mantenerla' en el estado aeriforme.
Cayeron las primeras aguas, y el calor que
aun reinaba en la superficie del globo las pu-
so en ebullición.
Esta particularidad dió origen á combina-
ciones químicas que tenian condiciones en su
favor para manifestarse con grande "energía.
También debió operarse por contacto una oxi-
dación inmensa.
Tales precipitaciones y combinaciones di-
versas dieron lugar esteriormeníe y de baja d
alto, á depósitos de mas ó menos considera-
ción, y á modificaciones mas ó menos sensi-
bles en la estructura de las rocas. Está pro-
babilidad esplica ciertas variaciones de rocas
que en la superficie del terreno primitivo pa-
san insensiblemente de unas á otras, y que
suelen presentar el carácter de rocas produci-
rlas á la vez por la via ígnea y por la acuosa.
Sirviendo de intermediario el agua, y bajo la
influencia de un calor y presión considerable,
esplica desdo luego como debieron formarse las
primeras capas minerales, y como empezó osla
larga serie de capas estratificadas sedimen-
tarias que continúa auu en nuestros dias.
Pasan, sin embargo, los siglos, sucédeusc
los mas largos períodos, y adquiriendo la eos-
85
TERRENOS
tra sólida mas espesor por ambos lado3, de i gauizados, asi que disminuyó sensiblemente la
alio á bajo por el enfriamiento incesante, y de i presión atmosférica* y que no pasó la lempe-
Mo á alio por la acumulación de dclrila's que ralura mas de 80 á 00° se manifestó en tá
por razón natural producían la mudanza de las tierra, vi
ágttas, y de los agentes erosivos continuados;
esta corteza, decimos, debe, en fin, formar una
capa ú masa bastante espesa, sí no para neu-
tralizar, para temperar al nienos la influencia
del calOT interior. Las aguas pudieron reunir-
se en masas mas estensas, y, por último, for-
mar mares que cubrían casi toda Ja superficie
del globo,
A medida que se efectuaba la solidificación
interior de la corteza terrestre, disminuía el
volumen de la masa fluida por consecuencia
de su enfriamiento sucesivo. La costra de en-
cima debía entonces experimentar un vano,
contraerse y romperse lisurándose en varios
puntos. Operando ademas esta contracción pre-
siones enormes sobre la masa Huida, debia ha-
ber cu el 'gas y cnias materias en fusión,
tendencia á salirse por los puntos de menos
resistencia, y por las Usuras preexistentes. A
eslas influencias dinámicas se debieron los
primeros levantamientos y hundimientos quo
empezaron siendo de poca consideración, por-
que la costra que era frágil cedia fácilmente
fracturándose y despedazándose por todos la-
dos; asi es que en el suelo resultaron rompi-
mientos y ondulaciones, pero no grandes mon-
tañas. Produciendo siempre alteración en las
aguas estos trastornos y dislocaciones en la
configuración del suelo, resultaban necesaria-
mente inundaciones y corrientes, cuya poten-
cia erosiva acumulaba gran cantidad de varios
sedimentos consolidados bajo las aguas por
medio de un cimiento como sucede todavía.
l)c creer es que las dislocaciones sufridas
por la corteza sólida, se operaban sobre una
ostensión' grande; asi es que se veri los Ierre-
nos antiguos destrozados, rotos y presentando
en los puntos fracturados la materia eruptiva
que se introducía en ellos siempre que se pre-
sentaba este fenómeno.
Con él se halla directamente ligado el ori-
gen de los filones, y bien se comprende que
cuando se abria paso en el suelo, tamalería Ig-
nea y algo coherente era produciendo infinitas
hendiduras mucho mayores que las que resul-
tan de los temblores de fierra. Daban asimis-
mo paso estas hendiduras, á gases de diferen-
tes naturalezas, y probablemente á diversas
sustancias también metálicas y vaporizadas. Ha
podido gran parte también de estas fisuras re-
llenarse debajo á alto, bien por medio de la
materia misma en fusión, bien por la conden-
sación de emanaciones minerales que -según
la ley de cristalización, venían sucesivamente
á lapizar las paredes de las lisuras.
Este es el origen de los ilíones de óxido de
cobro, de eslaño y de plomo que se encuen-
tran en los terrenos antiguos.
Empero, aunque no existían las condicio-
nes necesaTias al desarrollo de los seres or-
ida. Vegetales y animales marinos se
presentaron casisimultáneamenie. No son pre-
cisamente los seres mas sencillos, los que se
encuentran en las capas fosiliferas mas anti-
guas; en estas aparecieron á la .voz varias cla-
ses, sin que pueda exactamente decirse cual
de ellas lia precedido á las demás. Señales do
plantas, de moluscos y poliperos, y, por últi-
mo, algunos pescados y crustáceos anuncia-
ron la aparición de la vida y habitaron este
globo antes desierto.
Como la temperatura bajó sensiblemente
al terminar este primer período orgánico, de-
bieron absorberlas aguas una parte do la enor-
me cantidad de gas ácido carbónico, esparci-
do en la atmósfera, ejerciendo desde entonces
una acción química sobre varias sustancias
minerales: aumentáronse las rocas calcáreas,
siendo de notar el que después se desarrollen
sin guardar proporción con la pequeña canti-
dad de cal contenida en el suelo originario, lo
cual hace creer que son causa de esto los mu-
chos manantiales termales, unidosal ácido car-
bónico de la atmósfera.
Por otra parte, los seres organizados, Jas
plantas, sobre todo, debían también apropiarse
una parto de este ácido carbónico, de que la
atmósfera estaba saturada. De aquí resellaba
que, purificándose esla atmósfera, so hacia ca-
da vez mas conveniente at desarrollo de la vi-
da animal.
Mientras que se bacian estas modificacio-
nes incesantes eíi la masa atmosférica, conti-
nuaban los sedimentos depositándose debajo
do las aguas, ora por vía de precipitación, ó
hien de agregación mecánica, y presentarían
los depósitos que resultaron, una gran conti-
nuidad, sino hubiese trastornado de vez en
cuando la acción ignea, estos depósitos , solidi-
ficados. Nunca ha sido, pues, mas' que aparen-
te al descenso de la acción plutónica, y siem-
pre que se rompía el equilibrio éntrela resis-
tencia de la cubierta y la fuerza espansiva de
los gases, que á consecuencia del enfriamiento
se estendian en" el interior, se conmovían al
hallar una salida estos gases, y rompían poco
ó mucho la costra terrestre: La materia Uñida
y encandeseente se abria muchas veces camino
hasta la superficie en que llega á derramarse,
siendo esto causa, del gran desorden que exis-
te en la disposición délas capas antiguas, quo
de planas y horizontales que eran, son ahora
algo inclinadas, y dando también lugar á las
diversas curvaturas y repliegues que presentan
ciertas rocas de esta época, que probablemen-
te se encontraban en un estado "de blandura
suficiente para doblarse sobre si mismas sin
romperse.
Por efecto de sucesivas conmociones debia
ofrecer la superficie del globo el aspecto que
presenta hoy la Oceania; es decir, hallarse lie-.
87
TERRENOS
88.
na de innumerables islas, ¿onde pudiese, bajo
ia ililuénfiia de favórables'circunstancias, des-
arrollare una riquísima vegetación, empe-
zando por manifestarse las gigantescas 'formas
délos heléchos, los equice táceos, etc.
A esta época corresponde la formación de
Ja hulla, que debe su origen amasas de vege-
tales .enterradas en el seno de las aguas, y
(fue bajo una fuerte presión lian sufrido ya una
descomposición particular. Compréndese, en
efecto, que i consecuencia de cataeli sinos mas
ó menos violentos, hayan podido las aguasal
salirse, barrer islas enteras, ó partes de con-
tinentes muy pobladas de árboles. Las mas ó
menos rápidas inundaciones y corrientes ar-
rancaron las plantas del sucio cu que habían
nacido, y arrastrándolas las lanzaron enmasa
á" los lagos, á los golfos y á las embocaduras
de los rios, en cuya superficie, después de do-
tar durante algún tiempo, saturados sin duda
por el agua estos bosques, se sumergieron con
tos deíritas gne "sucesivamente acumulaba la
repetición del mismo renómeno. Asi cubier-
tos y bajo la,- ¡afluencia probable de acciones
químicas y de diversas1 circunstancias,' es co-
ntó poco á- paca han cambiado de formáoslos
vegetales y pasado al estado de carbón mine-
ral. El acarreo de troncos de árboles que aun
hoy iiacen ciertos rios, debe darnos una idea
de lo que semejante á ésto jiudo hacerse cuan-
do se reunían todas las circunslancias favora-
bles para permitir el desarrollo de una vegeta-
ción gigantesca, cuyos restos hallamos en la
formación de la hulla. Otros geólogos atribu-
yen el origeude la hulla á antiguos hornague-
ros, es decir, que en su opinión seria aquella
el resallado de .una-abundante vegetación her-
bácea, acumulada en ciertas depresiones, y
que por medio de lá compresión y bajo láin-
lluenciá de circunstancias particulares, ha po-
dido pasara! estado de hulla. .Muchas circuns-
íaucias apoyarían fuertemente esta opinión, y
parlicidarmeníe el estado de compacidad y ho-
jnqgeneidadde la hulla, en cuyo iuteriorno hay
nunca partes vegetales leñosas ó arborescentes,
pues soleen las esquistas arcillosas y en otras
malcrías dcacarreo que acompañan álosdepó-
sltoá de hulla, se encuentra gran cantidad de
restos, tallos ó hondas-de los vegetales que
caracterizan estas formaciones.
Vegetación [au brillante como la que ori-
ginó la formación de k hulla, quitó sucesiva;
mcjjic á la atmósfera una cantidad enorme de
ácido carbónico; entonces el aire mas puro,
mas oxigenado pudo sostener la vida de ani-
males mas perfectos, desde aquel momento
respiraron seres mas complexos, y aparecie-
ron esos enormes reptiles de formas tan pe-
regrinas y tan variadas, como peces, grandes
tortugas, y mucha variedad de moluscos, to-
dos marinos. También aparecieron después, es
decir, cuando la atmosfera era ya mas favora-
ble-al desarrollo de la. organización; algunos
pájaros raros de la casta de los (ohásiieos, y
en seguida interrumpieron los árboles conife-
ros la uniformidad de la vegetación. Todo ha-
ce creer que andando el tiempo, sufrían es-
tos seres organizados la influencia de incesan-
tes modificaciones, manifestadas en la tempe-
ratura, _en la presión y en la composición de
la atmósfera y que en consecuencia se estiu-
guian familias cuándo su organización no se
hallaba en relación con las nuevas circuns-
tancias ¡idea admirable del Criador que al po-
blar la superficie del globo de distintos seres,
parece haber multiplicado primero aquellos
cuyos órganos estaban en armonía con el
medio en que debian vivir, al parque otros se-
res mas complexos no hallaban aun todos los
elementos necesarios á su existencia!
Grandes levantamientos continuaban siem-
pre elevando nuevas tierras á la superlicie del
mar, formábanse paulatinamente los continen-
tes, y con ellos los grandes lagos de agua
dulce querecibiau también diversos sedimen-
tos. La mudanza de las aguas producía grandes
corrosiones, ponían por todas partes Los ma-
nantiales termales, que pagaban su tributo á
la formación de ciertas masas miucrales, der-
ramamientos frecuentes cubrían do asperezas
el globo, y obrando siempre las mismas cau-
sas se tocaban también siempre iguales re-
sultados.
.Aun no había mamíferos. en la tierra, pero
purificándose cada vez mas la atmósfera por las
causas ya citadas, llega al fin la época en que
pueden nacer y desarrollarse animales' mas
completos; durante este periodo aparecen tam-
bién los grandes mamíferos acuáticos y ter-
restres; los manatos, los delfines, las focas etc.,
eompastene! dominio de las aguas con los ya
numeraseis pescados; los herbívoros, los car-
nívoros, los roedores habitan con los pájaros
una tierra cubierta por' una rica vegetación de
[•lanías dicotiledones. Entoijees también em-
pezaron á vivir todos esos animales , cuyas
clases ya perdidas ahora, ha restablecido Cu-
vier en sus admirables obras. A pesar del au-
mento progresivo de poder en la corteza ter-
restre, se oponían los fenómenos de contrac-
ción y de presión á que .pudiesen los gases
interiores' y la masa Huida quedar completa-
mente encerrada en su frágil cubierta, asi es
que cuanto mayor era el esfuerzo que parecía-
deberlos contener, mayor era también la fuer-
za espansiva que los empujaba hacía la super-
ficie. Manifestábase principalmente esta acción
por la salida de materias , siempre pastosas ó
coherentes, que 'crecían á veces bajo la forma
de crestas con bases mas ó menos estensas.
De estas inllueueia'S resultaban levantamientos
operados, no por un movimiento lento y con-
tinuo, sino á consecuencia de violentos y rá-
pidos sacudimientos, coum lo indican el asen-
tamiento de las capas conmovidas, y el brusco
movimiento de las aguas, cuyas huellas se
reconocen perfectamente. La intensidad de es-
tos levantamientos parecía aumentar, á medida
89
TERRENOS
90
que adquiere mas poder ¡a corteza terrestre,
dp suerte que los últimos acontecimientos de
este genero hubieran. formado las mas ailas
undenas de montañas, y como es probable que
subsistan en el dia las mismas causas, y que
sé deba la tranquilidad de que goza el globo
mas bien á su descanso que ú su anonada-
miento, nada nos garantiza de (pie no añada ta
acción plulónica en el trascurso de los siglos
venideros, nuevos sistemas (¡c montañas, mas
elevadas, mas imponentes aun que las que
existen actualmente.
Fácil es el figurarse las perturbaciones oca-
sionadas por estos levantamientos cuando se
manifestaban bruscamente en el senu de los
mares. Desbordadas entonces las agías, er-
rantes durante algún tiempo, debían producir
espantosas inundaciones que barrían una parte
del continente;, así es que en todos lados se
ven depósitos de guijos rodados, cuyos mate-
riales se bailan rara vez conglutinados, hue-
llas irrecusables de diluvios parciales de que
sin duda lia sido' con frecuencia teatro nnosiro
- globo. La impetuosidad délas aguas aumenta-
da aun por los detritos que detenía, debió en
algunas circunstancias adquirir fuerza sutt-
ciente para esplicar ei acarreo de petlruzeos
errativos.
El poder de estas corrientes debia produ-
cir grandes accidentes, de erosionen particu-
lar, cuando se ejercía subre masas de poca
coliesi¿D> y dcsmoronabSe; asi se concibe que
dejaran entonces las aguas enormes surcos y
profundas huellas de su paso, y tal es proba-
blemente la causa de las ondulaciones que
presenta la superficie de la tierra; pues do
ningún modo debe pensarse (pie sean todas las
asperezas de! globo resultado de levantamien-
tos y depresiones. También deben tenerse pre-
sente los corles, hendiduras y denudaciones á
que sin duda os debido grau número 'de va-
lles y barrancos.
La fdrmacictn'dé la sal gema debe hallarse
igualmente unida al desbordamiento de tas
aguas. Se comprende que en estas convulsiones
de la naturaleza, cuyas huellas. podemos hacer
conslar.muchas veces, hayan tenido entrada en
grandes cavidades, aguas saladas y errantes en
los continentes'; y que sostenidas en estas de-
presiones aisladas hayan sufrido en ellas nua
evaporación mas ó menos prolongada, aumen-
tada acaso por alguna infidencia plulónica, de
suerte que de aqui resaltarían masas masó me-r
nos puras de sal gema, ennegrecidas ó man-
chadas algunas veces por depósitos arcillosos.
Todo hace también presumir qne al au-
mentar de espesor la corteza terrestre pasa-
ba la temperatura sobre ciertos puntos, co-
ÍM qn Europa por ejemplo, del grado .ecua-
torial al .que actualmente sentimos: fúndase
esta opinión sobre cicitos caracteres botánicos
y zoológicos que pueden apreciarse en ios fó-
siles correspondientes á esta edad. Asi, pues,
solo el calor emitido por el sol, bastarla en
adelante al globo para la organización y la vi-
talidad de sus nuevos habitantes.
Conveniente es hacer observar aqui, que'á
pesar do la eatiiicfon sucesiva de vegetales y
animales victimas de las modificaciones qué
osporimentaba el medio en que se encontra-
ban, siempre lia ido en aumento el número de
especies animales y vegetales, al paso que se
complicaba cada vez mas su organización, pues
los últimos lechos fosiliferos nos presentan
abundancia de rumiantes, carnívoros y hasta
cuadrumanos recientemente descubiertos por
Mr. Lazlel, en un calcáreo de agua dulce cor-
respondiente al piso de las capas de conchas
rotas que se hallan debajo de la tierra. Mas-
tarde, eñ fin, cuando se encontró él globo con
condiciones propias para el libre desarrollo de
todos los seres organizados, y cuando pnecie
decirse que ya se habia hecho el ensayo de la
vida en una escala cada vez mas elevada, apa-
reció el hombre; ningún hecho positivo ba
probado , al menos hasta el dia, que hubiesen
quedado. despojos ni huellas de su paso cu
otro silio, que en los aluviones modernos.
Todo, pues, hace pensar que él es el ulti-
mo producto, así como la obra maestra de la
creación. -
Ka pbdido notarse en este rápido bosquejo
geogeuico , resultado de multitud de observa-
ciones adquiridas en la ciencia , que muchas
veces han contribuido tres hechus principales
á modificar la superficie del globo; son estos
los levantamientos, las emisiones de materia
ígnea, y la producción de depósitos sedimen-
tarios formados por capas regulares en el seno
de las aguas, y que lásnias veces provienen de
la desagregación ó de la trituración de toda
especie de rocas. Estas tres clases de fenóme-
nos han marchado constantemente sin inter-
rupción durante la larga serie délas edades
geológicas, y únicamente parece que bajo cier-
to punto de vista ha disminuido la intensidad
de su acción á medida que se acercaba la épo-
ca actual. Siempre han estado intimamente li-
gados entre sí estos tres géneros de fenóme-
nos,' pues determinando los levantamientos,
ia posición de las aguas, determinaban tam-
bién el sitio de los depósitos sedimentarios,
y tenían al mismo tiempo con las rocas íg-
neas las relaciones que existen entre los re-
sultados'de una misma causa. Hay acción
del fuego por un lado, y por otro_ la del
agua ; son , pues , los dos grandes agentes
que alternativa, y algunas veces simultánea-
mente , han presidido á la formación de
todas ias masas minerales, y como esla do-
ble acción de emisión de materia iguea, y de
depósito de detritus no ha sufrido nunca in-
terrupción alguna; como liabia siempre ten-
dencia cu la causa ígnea á producir nuevas as-
perezas cu la superficie, por los levantamien-
tos ó par el hacinamiento de materias erupti-
vas, mientras que la causa acuosa trabajaba en
hacerlas' desaparecer llenando las depresiones
9!
TERRENOS
92
con sedimentos diversos, ha resollado de oslo
cfeclos generales, que acumulándose do siglo
en1 siglo, de época en época, han formado la
corteza terrcslrcrtal como la conocemos hoy,
y como vamos á describirla 'ahora sucinta-
mente.
Dividimos los materiales que componen la
corteza mineral en tres grandes clases, ó series
distintas.
La primera se compone de terreno primi-
tivo, ó terreno de cristalización estratiforme,
formado por enfriamiento alrededor de la ma-
sa terreslré fluida y encandesoente.
La segunda comprende todos los terrenos
sedimentarios, resultantes ora de una preci-
pitación mecánica' ó química, ora de un acar-
reo; Sil estructura , los fragmentos rodados,
triturados, y los restos orgánicos que conlie-
nen, denotan evidentemente la' acción de las
aguas.
La tercera, en fin, abrázalos producios de
derramamiento tj erupción , rocas de crista-
lización como las de la primera clase, pues
que su origen es común, pero que las mas ve-
ces se presenta sin estratificación aparente,
y en todas las épocas geológicas se lian for-
mado, sea por inyección de la materia caóti-
. ca, sea por erupciones volcánicas, constitu-
yendo acumulaciones trasversales ú acumula-
ciones estratiformes en medió de los terrenos
de diversos períodos.
Aunque bien decididos y absolutos estos
caractéres generales, existen, sin embargo,
masas minerales que desde luego parecen sus-
traerse á ellos, pues según ya hemos diclio,
han dado nacimiento á efectos compuestos no
siempre fáciles de apreciar, las dos grandes
causas productoras de las rocas, el fuego y el
agua, y para su formación han obrado simul-
táneamente por lo general en las épocas an-
tiguas.
Para conocer mejor los caractéres'y la po-
sición de las masas minerales que forman ía
corteza terrestre conocida, empezaremos por
ocuparnos únicamente de las dos primeras
clases de terrenos do que acabamos de hablar,
y cuya serie estraüforme es muy regular,
cuando se hace abstracción do los producios
de derramamiento y de erupciones que se ba.u
introducido en ellas.
Estas capas estratificadas afielan enlro si
un cierto orden constante de superposición,
es decir, que las que son superiores en un
punto, no llegan jamás á ser inferiores en
otro. Cada formación independiente se distin-
gue de la que la precede ú. la sigue, por ca-
racteres particulares que le son propios. En
cuanto á la edad relativa de cada una do ellas. ,
suficientemente indicada se halla por el orden
de superposición; asi es que se ha comparado
la disposición de las capas estralilicadas á una
serie ó cierto número de libros de historia ha-
cinados unos sobre otros, y colocados de-mo-
do que cada volumen se encuentre siempre
inmediatamente encima del que encierra la re-
lación de ios acontecimieritos de' la época pre-
cedente: comparación que no es rigorosamen-
te exacta mas que bajo ciertas consideracio-
nes, pues pronto veremos que la estralilica-
cion de los terrenos scdimenlarios eslá lejos
de presentar una disposición tan regular.
Suponiendo sin embargo, que asi fuese, y
que fuese igualmenlc posible abrió una zanja
que los pusiese todos á descubierto, desde los
depósitos mas modernos hasta la base o arran-
que, digámoslo asi, del terreno primitivo, en-
tonces pues, se tendría las sucesivas disposi-
ciones de los terrenos que se presenta en ta
tabla ó estado siguiente.
En este estado no figuran los terrenos pi-
rogénicos formados cu todas las épocas geo-
lógicas, ora por inyección y derramamien-
tos de la materia caótica, ora por erupciones
i volcánicas, y que constituyen montones tras-
versales ó acuuiulacioucs estratiformes, en
medio de los terrenos do los diversos 'pe-
riodos.
93
TERRENOS
94
ESTADO GENERAL DE LA ESTRUCTURA DE LA TIERRA.
a a
Terreno (le aluvión
p I o
Terreno fosilifero (ó
supercretáceo) . . .
1 *§,¿
■ u
Terreno cretáceo
( Aluviones modernos.
[ Aluviones antiguos (ó difuvium).
f XVIII. Sistema de la cordillera principal de los
Alpes.
(Crag, colinas sub-apeninas.
XVII. Sistema de los Alpes Occidentales.
Faliius.
XVI. Sistema da Sancerrois. ?
Molasas (gredas de Fontainebleau, travertins, etc).
XV. Sistema de Córcega y Cerdeña.
Piso parisién (inferior).
XIV. Sistema de los Pirineos.
Piso cretóico (creta blanca, etc).
XIII. Sistema del monte Viso. ' ■
Piso glanceo (gredas verdes, creta cíoritica).
Tiso de las arenas ferruginosas {ó nencomianoj.
XII. Sistema de la Costa de Oro.
Oolitieo superior.
Terreno jurásico { "o{ Oolitieo medio. .
Oolílico inferior.
Piso del lias.
ÍXI. Sistemadel Thuringerwald .
Margas irisadas \ü cacupér).
Musclielkalk,
Arenisca abigarrada,
X. Sistema del Rhin.
Areniscas de los Vosges.
IX. Sistema de los Países Bajos y del Sur del
país de Gales.
Zeebstein.
Psfttas (ó areniscas rojas).
VIII. Sistema del norte de ¡nght&rra:
Piso carbonífero ú de Imita .
VII. Sistema del Forez.
Terreno carbonífero ( Piedra molar. »
VI. Sistema do los recipientes (Vosges) y de las
colinas delBocage. (Calvados).
Caliza antraxifero (o caliza carbonífera).
Areniscas purpúreas (ó antigua arenisca roja).
V. Sistema del Westmorelan y del Hundsruch
J Estilitas, ampelitas, calcáreo, areniscas.
IV. Sistema del Morbikan.
III. Sistema de Longmynd.
Terreno, cambriano (ó terreno ( II. Sistema de Finislerra.
de transición, inferior) . .^Filados, grainvackes, calizas.
ÍI. Sistema de la Vendée.
Talccos (ó esquistas lálqueas).
Mícacilas (ó esquistos micáceos).
Gneis. ' ' i
Terrenos inaccesibles y desconocidos que el enfriamiento ba formado en el inte-
rior de la corteza terrestre, y de alí;o á bajo inlerin !a duración de los perio-
dos sedimentarios. ,
'5 \ Terreno del trias (o triásico)
Terreno peneo (o pormiano)
Terreno devoniano (ó terreno
de transición superior) . .
Terreno siluriano (ó terreno
medio de transición) . . .
;3 / Terreno primitivo .
Zona 6 región subterránea de los agentes volcánicos.
Masa incandescente y liquida que contiene el principio de los fenómenos magnéticos.
TERRENOS
%
Creemos conveniente dejar subsistir cu
una columna especial del interior estado ó ta-
bla,cMa, división do los terrenos, los nombres
de las cinco grandes divisiones de la escuela
wenieriana, correspondiente á la clasificación
actual, pues aunque la p redicha nomenclatu-
ra antigua, uo solo está impugnada y aun re-
chazada por los modernos, pues no está con-
forme con los adelantos de la ciencia, conti-
nua, empero su esposicioa cuando se trata de
generalizar. Estas cinco divisiones son las si-
guientes: terrenos primitivos, terrenos de
transieión, terrenos secundarios, terciario!,
y de aluvión.
Apresurémonos á añadir que un corto se-
mejante en que se encuentran todos los terre-
nos reunidos, es ciertamente ficticio, La cor-
teza mineral no se divide en cortes ú hojas con-
céntricas,' cuyo número sea igual en lodos
puntos, como los películas de una cebolla; se
compono de diferentes masas de rocas, estra-
tificadas unas, y otras no. Las primeras son las'
qué se dividen en capas mas o menos gruesas,
á que se da algunas veces el nombre de te»
chos. Estas capas, do formas irregulares, y
de naturaleza diferente, se hallan colocadas
con variedad al lado o encima unas de otras,
sin que se "trastorne por esto el orden de las
superposiciones. Cuando se hallan los lechos
paralelamente superpuestos entre si, como las
hojas de un libro, se llama concordante la es-
tratificación, y toma el nombre de discordan-
te ó trasgresiva en el caso contrario; es decir
cuando no existe el paralelismo de los lechos
ó capas.
Finalmente, se dice que está una roca, nna
capa, una masa, subordinada á un grupo de
rocas, cuando se hallan intercalados cnlre
estos.
Enciiéntranse á veces colocados sin inter-
mediarios los terrenos antiguos sobre los mo-
dernos, y otras los mas antiguos depósitos
nunca vueltos á cubrir en algunas de sus par-
fes, ó denuiladus fuera de tiempo, pueden io
mismo que los mas modernos mostrarse en la
superficie del suelo: asi es que acaso falten
lino ó varios terrenos en tal ó tal región, como
á tal ó cual altura de la serie geognósíica, y
esto, es lo que sabemos positivamente á fuerza
de observaciones; por esta razón se compren-
de que ios punios escarpados, los trabajos sub-
terráneos y los trabajos de sonda ¡ios permitan
reconocer claros semejantes. Ademas de esto
y por mucho que se haga no puede marearse
sino una parte de la serie lomada á diferentes
niveles, ha serié entera no se ve nunca, y so-
lo combinando las observaciones recogidas por
los geólogos en diversas regiones, ha podido,
'establecerse como lo hemos trazad».
Hemos intercalado por su orden cronúlo-
gico, en el estado que precede, los diez y ocho
sistem-as de montañas, según están, indicados
por Mr. Elias de beanmont, en su sabio artí-
culo Sislemas de mbutañas. Recomendamos la
obra de esta ilustre geólogo , par la descrip-
ción de estos diversos sistemas y por los im-
importautes consideraciones que á ellos se
agregan.
Aunque generales, oran necesarios los
principios que acabamos de esponer, pues ilus-
tran al lector sobre la disposición y la supor-
pesicion de los terrenos estratificados. Ahora
vamos á describir rápidamenle estos mismos
terrenos, empezando por el primitivo que es
la base de todos; después volveremos á subil-
la escala geog,.ósíica, siguiendo el orden na-
tural ile las formaciones basta las capas mas
recientes, y terminaremos por los diversos
depósitos de origen Ígneo intercalados en to-
das las formaciones primitivas y sedíraeñtai'ias,
y que eri razun de su posición irregular ó fue-
ra de serie, hemos creído deber reunir en un
grupo distinto.
TERRENO PRIMITIVO.
Sinonimia: terrenos csiraliíieados no fosi-
liferos. Terreno primario, Terreno uipqgenodc
Mr. Syell. Terreno originario. Terrenos del pe-
riodo primitivo y parte del suelo primordial
de Mr. Cordiur. Terreno esquitáceo de mou-
sleiir Ifuol.
El terreno primitivo constituye Ja masa
esencial de la parte conocida de la corteza
consolidada, y forma el asiento de todos los
terrenos sedimentarios. Se manifiesta .sobre
una gran parte de la superficie del globo, y
como présenla caracteres generales constan-
tes en todas las regiones en que se le ha po-
dido observar, se infiero qpedebe su origen á
una sola cansa manifestada á la vez en lodos
los puntos del globo, y asi tiene que suceder
puesto que es la primera película solidificada
por .enfriamiento, película que constantemente
se im aumentado de alto á bajo interiormente,
que. aumenta aun ilc poder por la adición de
nuevas, capas, y -se hace sólida á proporción
que va disipándose el calórico. Mr. Cordier
atribuye á la cortesa consolidada [compren-
diendo todas las capas inferiores inaccesibles á
nuestras investigaciones) un espesor de unas
20 leguas métricas y considera el suelo pri-
mordial (l) como de un espesor 6 potencia
media, probablemcnle. diez y nuoye ó veinie
veces, mas considerable que el de los terrenos
sediméntartos.
El terreno primitivo propiamente dicho, se
diferencia de los sedimentarios, en que se ha-
lla siempre compuesto de rocas con elementos
cristalinos agregados, formados an el momen-
to y sin presentar jamás la menor señal de ci-
nienlo, Si contiene arena, ni cantos rodados,
ni ningún resto de cuerpos orgánicosfeE pues
(I) El nombre de suelo primordial significa para
Mr. Cordicr, no \<si tórrenos mas antiguos (como
son los primitivos; sinn los que su hallan primero en
oí orden de las superposiciones, y forman lu baso de
]a escala geognoslica.
97
TERRENOS
98
anterior á toda creación orgánica; la estratifi-
cación frecuentemente confusa qne presentan
las rocas que lo componen, parece resultar del
modo de enfriamiento, bajo la influencia de
circunstancias diversas. Fuera dé esto no e,s
estraño ver que ofrecen algunas rocas de der-
ramamiento, indicios de una disposición en ca-
pas, debida á circunstancias análogas.
Unidas á ios caracteres generales y cons-
tantes que presentan las rocas del terreno pri-
mitivo, nos autorizan estas consideraciones á
inferir que' no resulta como croen varios geó-
logos, la cristalización de estas mismas rocas
del calor de la acción 'central sobre capas de
origen acuoso yaíormadas. Generalizando fie-
masiado ciertos fenómenos metamórlieosse.ha
calculado, eu efecto que depuesto por las aguas
bajo forma de arena arcilla, etc., el terreno
que describimos fuertemente impregnado de
calor después por la vecindad de las rocas plu-
fónicas aun incandescentes, dió por resultado
un cambio completo en la textura y en el ca-
rácter de los elementos de estos pretendidos
depósitos acuosos, y que aun estos elementos
pudieron fundirse, cambiar en parte de com-
posición, perder sus fósiles y cristalizar eu fin
bajo la influencia de una fuerte presión.
No espltcando de manera ninguna esla teo-
ría establecida por Hutton, el origen de esos
pretendidos terrenos sedimentarios, que seria
siempre necesario bacer resultar de la descom-
posición ó de la trituración de las rocas pre-
existentes, nos parece mas racional aceptar
con Jifr. Cordier y otros muchos sabios la for-
mación primitiva de una costra cualquiera que
lia servido de base y facilitado los materiales
á los primeros depósitos sedimentarios: la na-
turaleza cristalina de esta costra primitiva se-
ria entonces el resultado" natural del enfria- \
miento de la masa fluida ígnea. Saí-vo los
punios en que se encuentra hendida ó parti-
da esta corteza que envuelve al globo por
todas parles, el caries es el que ciñe la masa
incandescente, y el que tiene boy baslantc po-
der para neutralizar esteriormenle la casi to-
talidad de sus efectos calóricos.
l;a solidilicacion del terreno primitivo se
Jíb. operado, pues, sucesivamente de alto á
bajo, á la inversa de lo que lia sucedido en
los terrenos sedimentarios, y como- la. materia
de la masa eu fusión no era homogénea, y,
contenia el principio do diversas sustancias de',
densidades desiguales que poseían sin duda'
alinidades varias, han resultado productos di-
fercnles de aspecto y de" composición, en el
estado sólido. El talco parece que dominó en
los primeros tiempos, y fué después reempla-
zado por la mica, á la cual sucedió mas tarde
el feldespato.
A consecuencia de esta diferencia de com-
posición de los primeros productos solidifica-
dos, se puede dividir el terreno primitivo en
tros pisos ó miembros que se presentan siem-
pre en estratificación concordante,- y que son
Í17C UIULIOTKCA POOTIMIL.
partiendo de la superficie al centro según el
órden de formación: i.°los talcüasó [esquis-
tos íaicosos! primeros productos del enfria-
miento: las micacitas ó (esquistas micáceas)
que pasan al gneiss en su parte inferior; los
gneiss que por la mayor abundancia de cuarzo,
deben presentar la composición del granito
en las regiones inferiores, conservando siem-
pre la testura estratiforme inherente á su mo-
do de formación .
Debajo de los gneiss coloca Mr. Cordier
primero: los depósitos que ha formado gradual-
mente el enfriamiento planetario mientras la
duración de los- períodos sedimentarios, des-
pués la zona subterránea de los agentes vol-
cánicos actuales, y, por último, la masa in-
candescente y liquida que contiene el princi-
pio de los fenómenos magnéticos.
No es, pues, posible al geólogo hacer la
descripción completa del suelo primordial,
cuya mayor parte es y seria siempre inacce-
sible á sus investigaciones. Hl solo medie de
apreciación que está en su peder respecto á
esto, consiste en que proviniendo las masas-
filones trasversales que se encuentran en los
terrenos primitivos y sedimentarios, de los
derramamienlos que sucesivamente han ocur-
rido, pueden estas materias eruptivas ser con-
sideradas como los representantes mineralógi-
cos de la masa interior, en via de consolida-
clon, de donde han partido, y nos proporcio-
nan datos sobre la composición de la parle
inferior del suelo primordial; por otra parte,
las materias procedentes de las erupciones
volcánicas que han sucedido á los derrama-
mientos, nos facilitan el medio de prejuzgar la
composición del suelo á mayores profundi-
dades.
Sentadas estas consideraciones generales,
abordemos la descripción particular de cada
piso ó miembro del terreno primitivo, no si-
guiendo la edad de formación de los tres miem-
bros-ó pisos mencionados, pues tendríamos
entonces que seguirlos de alto ábajo, sino em-
pezando por el de los gneiss, y subiendo su-
cetivamente según el órden de superposición.
Esta marcha natural tendrá para nosotros la
ventaja de no sufrir interrupción cuando lle-
guemos á la descripción de los terrenos sedi-
mentarios. Podrá ademas ser útil a las perso-
nas (pie estudien las completas colecciones
geológicas délos museos de historia natural,
pues, á cscepcion de los productos de derra-
mamientos y de erupciones, que creemos de-
ber describir á parle, en este artículo, esla
marcha está casi conforme con la que siguen
los sabios profesores, de geología cuyas 'lec-
ciones nos proporcionan una gran "parte délos
hechos compendiados en este trahajo.
I'vSo ó miembro de los gneiss.
Sinonimia: grupo gneissico de Mr. Huot.
.Esencialmente compuesto de feldespato y
T. XXXIIf. 7
99
ile mica, con cuarzo coito elemento acceso-
rio, es el gneiss la roca [¡omitíanle de este
inmenso piso ó miembro, que presenta ordi-
hariamenlc nna estratificación muy trastorna-
da. El conlralecho bastante ^pronunciado de
esía roca depende de que las hojas de mica
están dispuestas en el mismo sentido, y en di-
rección paralela al lecho de estratificación.
Las masas minerales subordinadas al gneiss
ofrecen á veces bastante poder, como tas do
leplinila, de pegmatila estratiforme, de unfl-
bolila, de dimita y de' calizas calcáreos con
"cristalizaciones que -condenen Ademas mn -
ellas sustancias minerales que frecuentemeute
son las siguientes: tcorindonó corundo, zafiro,
espinelas, fosfato de cal, mica, anllbol, grana-
te," etc.,) este es e! criadero mas común de va-
rias piedras Unas que se encuentran en los
aluviones. Independientemente de estos gran-
des depósitos interpuestos, encierra el miem-
bro de los gneiss, capas y masas estratifor-
mes subordinadas de poca estension; tales son
la cocolita, el granate en masa, el hierro di-
gisto, y el hierro oxklulado; finalmente, el
granito aunque ihny accidentalmente.
Es1e gran miembro constituye en casi to-
das las regiones del globo, montañas y depó-
sitos inmensos, y se encuentra con abundan-
cia en el Norte de Europa; existe en Escocia,
en Yolanda y en los Alpes; está muy desarro-
llado en Asia, en la Himálayaí vuelve á hallár-
sele en América y en Africa, y puede decirse
que en ninguna estension algo considerable
han dejado de ocurrir incidentes que lo han
sacado siempre á luz.
La potencia del gneiss imposible de apre-
ciar mas que por esquisilas consideraciones
teóricas, forma según Mr. Cordier, la miarla ó
quinta parle de la corteza Consolidada.
Si el miembro de los gneiss es ingrato y es-
téril para el agricultor, es en cambia uno de
los mas ricos para el minero. Encuóntranse en
'él crecido número de lilones metalíferos, con-
tiene oro, como en la Gardetle, en el Delflnado,
plata en Sajonia, óxido de estaño en varias lo-
calidades, cobro en Fahlua en Suecia, cobalto
en Tuncmherg y España, y ricas formaciones
de hierro. En fin, ya hemos dicho que se en-
cueraran en él eon frecuencia, el granate, o!
corindón ó cunmda, el rubí espinela y oirás
varias piedras preciosas.
Miembro del micacitas. '
Sinonimia: esquitas micáceas, micasqui-
tas, grupo mieaqiiísleo de Mr', lluot.
La micacita (micastita) que forma el princi-
pal elemento de este miembro, cubre el gneiss
y pasa á él insensiblemente: es una roca .■esen-
cialmente compuesta de cuarzo y de mica. Es-
cepto la diferencia iln composición, la micaci
ta y el gneiss presentan entre sí tanta. seme-¡
janza y analogía, que se podría en rigor con-
siderarlos como, modificaciones de una misma»
i 00
roca; sin embargo, la estructura, de-la micaci-
ta presenta hojas mas trabajadas, y su aparien-
cia es mas ondulada. .
El miembro de las micaeilas constituye
grandes masas que ocupan estonsíones de con-
sideración.' Su potencia xaria entre 100 y
2,0QQ metros, y cuando alguna vez falla, lo
reemplaza el miembro de los falceos.
. Las principales rocas subordinadas á la mi-
cacita, son algunas veces la cuarcita, y la cali-
za queforman en ella capas de bastante poder.
Asociada la caliza á la idoernsa, al gránale
compacto, al feldespato, al peritelo, á la mi-
ra, etc. , constituye una parte de las montañas
de las Cevennes, y el miembro correspondien-
te al Mediodía de los Pirineos, tan notable pol-
los contornos que presenta.
Contieue ademas este miembro la macla, la
dienriía, dolomía (Saint Gothard) y otras varias
sustancias en pequeñas capas ó masas, como
.el hierro oxidado, y á veces zincífero , el ye-
so, el anfibol, etc., contiene, en fin, gran nú-
mero de Ilíones, algunos estériles como losde
cuarzo, cales flautadas, etc. Los demás se ha-
llan esplotados en razón do. las sustancias me-
talíferas que contienen (galena argentífera,
cobre, estaño, etc.)
Miembro de los talceos.
Esquilas ialqueas, talquislas, esquilas
primitivos, esquitas primitivas.
Este miembro que domina al precedente,
se divide en dos sub-niiembros, uno inferior
que comprende las talcilas cristaliferas , de
l!r. Coi'dicr, y otro- superior que comprende
los [álceos cristalifeios del mismo geólogo.
Los- talceos crislaliferas , esencialmente
cristalinos, tienen por elemento principal de
los talcos ó talquísitas, colores variados, y tan
pronto puros como mas ó menos cuarzosos,
ieldespáticos ó cloríticos.
Las materias á ellos subordinadas pertene-
cen primero á la protogína, que suele formar
montañas y picos muy elevados, como la cor-
dillera del Monte Illanco, después vienen las
rocassiguienles: protogina, pedernal jaspeado,
serpentina, eidotida, varioleta, seiagita, calcá-
reos muchas veces talcü'eros, cípolino, (esplo-
tados por mármol, yeso, etc.) Encnéutranse y
se esplotan ademas, varias especies. de mine-
rales qué constituyen montones estratiformes,
á saber: el hierro oxidado y el hierro oligislo
acerifero, descubierto en el Brasil , el cobre ó
pirita cobriza, muy abundante en el l'iamonle,
en Noruega, etc., y el hierro crouialado esplo-
íado en los Estados Unidos para e¿lraer de 61
el cromo. • . ~
Las muchas suslancias minerales que en-
cierran los talcos cristal) teros, y el volumen
prodigioso qoe han adquirido ciertos cristales
parlicularmente los del gránale, prueban que
precedieron á la formación de ellos , un-largo
periodo de tranquilidad y ■ una lentitud escesi-
TERRENOS
101
TERRENOS
102
vade enfriamiento, Citaremos con particulari-
dad entre estas sustancias minerales, la piríla,
el hierro, oxidado, el asbesto, la dialaga, el
granate, el anfibol.
Los pocos ii Iones queeneierran los falceos,
sna plombiferos y mas ricos enjplulaque los
de los terrenos inferioi'es- * „
El sub-miembro de los ¡álceos p~ladiform.es
que reúnen algunos geólogos en el" terreno
eumbriano., está formado por capas no fosili-
feras, principalmente compuestas de talceo íila-
bilbrme, glaudulario á veces , y de "las rocas
subordinadas siguientes: pórliro protoginieb,
cuarcita, pedernal jaspeado, gneiss Icptinoide,
calcáreo taícifero, hierro oligisío, etc: Los tai-
ceos fiiadirormes, primer, producto del enfria-
miento y de li consolidacioa de la corteza del
globo, pasan algunas veces á las rocas filadia-
nas del terreno eumbriano que sigue. La" es-
tremada atenuación de los elementos que com-
ponen estos lalceos, prueba una cristalización
precipitada: contienen ademas indicios de car-
bono, el contralecbo es muy pronunciado, todo
lleva, en fin, en la contestara de estás rocas,
señales de un enfriamiento rápido. -
Aquí concluye el terreno primitivo. Aun
no habiaaparecido ia nalnraiezaorgánica, pues
los tres miembros que componen este suelo
originario están enteramente desprovistos de
fósiles. En los terrenos sedimentarios que á
continuación se hallan, veremos la huesa mis-
teriosa en que están sepultados las notables y
aglomerados despojos de la mas antigua orga-
nización conocida,
TERRENOS SEDIMENTARIOS.
Sinonimia: terrenos neptunianos , suelo
secundario de Mr. Cordier.
Los terrenos sedimentarios considerados en
masa forman una cubierta muy heterogénea eo
su composición, y se estienden sobre inmen-
sas superficies. Su poder medió total, supouien-
do reunidas y superpuestas todas las capas ea
un mismo y -único punto, no escederia de
1 miriámetro, (i leguas!, pero como no sucede
eso es raro, según Mr. Cordier, que llegue es-
te poder á 5,000 metros (1 legua) y aun á 1 á
3,000 metros. '
Como que han sido formados unos después
de otros, necesariamente son de distintas eda-
des los terrenos sedimentarios, que cuando no
se haltan formados por via de precipitación,
contienen casi siempre restos de cuerpos or-
ganizados.
Compónense en general de capas arená-
ceas, arcillosas, margosas y calcáreas, forma-
das á espensas de los terrenos primitivos, á
consecuencia de la desagregación y descom-
posición de una parte de sus elementos cons-
tituyentes. '
Ruede considerarse cada terreno sedimeñ-
tario, como un verdadero periodo geogtióslii'.o, ■
(Jurante el cual obrando las fuerzas de la pato- 1
raleza bajo la influencia de circunstancias de-
terminadas, producían efectos partí ciliares:
cada uno de ellos puede igualmente conside-
rarse como un periodo orgánico, pues enciér-
ralos restos fósiles de! fauno y de la llora que
existían en tiempo de su formación, fósiles
mas ó menos antiguos que los trabajos del mi-
nero ó el martillo del geólogo extraen diaria-
mente de su tenebrosa estancia.
TERRENO CAMBRIANO.
Sinonimia: terreno inferiorde transición;
grupo inferior fosilifero, terreno tilcoso,
miembro ¡ilddico deMr. Cordier: sistema cam-
briano de Mr. Seegwijch: esquilas cambria-
nas de Mr. Elle de Beaumont: sistema cam-
briano de Mr. Muremssnn: formación espon-
doniana de Mr. JIuQt: parte inferior del pe-
riodo polasóico, etc.
Mr. Seegwich .ha dadoáeste terreno la de-
nominación de eamhriauo, con arreglo al nom-
bre de una colonia céltica Jlamada Cambre,
que ha hecho un papel importante en la histo-
ria de Inglaterra, pero recientes observacio-
nes demuestran que las capas que1 han servido
de tipo al sistema cambriano (las de Westmo-
reland, del [luadsonch, etc/) pertenecen al sis-
tema siluriano inferior, y ha propuesto mon-
sieur Éliede Beaumont reemplazaren adelante
eL nombre ya inexacto d e cambriano por el de
eumbriano, derivado de la provincia de- Cuín-
berland, en que se manifiesta á descubierto es-
te terreno, sobre una gran estension.
Las rocas que constituyen este terreno tie-
nen en general una estructura esquitosa, y las
representan principalmente /Hades ó esquitas
arcillosas, alternando con grauvíachas filadi-
i'eras, varias areniscas, anageuitas, lidiarías, y
á veces con porciones, masas ó capas de euri-
lina, de cuarcita compacta, de jaspe, de cali-
zas ftladiferas-y magnesianás-, de hierro oli-
gisío, etc.
El terreno eumbriano que se apoya sobre
el terreno- primitivo, existe en varios puntos
de Erancia^notablemente en su parte septen-
trional, y mas ó menos estensos se ven peda-
zos suyos en casi todas las regiones del anti-
guo y del nuevo continente. Su mayor poder
llegará hasta 3.,0 00 metros, pero no pasa ordi-
nariamente de 5,000 metros.
Aunque sea difícil eu el estado actual de la
ciencia lijar rigorosamente el limite "de los pri-
meros depósitos fosiliferos , convienen casi
Lodos los geólogos en reconocer que en' el
terreno eumbriano es donde aparecen los pri-
meros vestigios de la organización. Ifallanse
algo confusas las íinellas de vegetales , pero
depende probablemente esta circunstancia de
que no han podido conservarse las plantas tan
fácilmente como los animales. Por lo demás,
bien han podido verse señales y restos, perte-
necientes sin duda todos á los cryptógamos.
Este terreno encierra ademas piontoncitos «fe
403
TERRENOS
antracita,, sustancia carbónica á que es preciso
conceder uñ origen vegetal. Los -restos de ani-
males se hallan mejor conservadas: pertene-
cen á ios zoóQtasy á los moluscos.
TERRENO SILURIANO.
Sinonimia: terreno pizarroso, formación
caradooiana de Mr. Huot: grupo de lagrau-
toache de Mr. de la Itechc: terreno medio
de transición, sistema siluriano de Mr. Mur-
chisson comprendiendo el carados-sandstone
de los ingleses: piso ampelilico de Mr. Gor-
dier: parle del periodo paleozoico.
Débese según Mr. Murchisson la denomi-
nación de terreno siluriano, al nombre de una
poblacioncita céltica (tos siluros) que habitaba
el país de Gales, y que se defendió con encar-
nizamiento cuando la invasión de los romanos
en la Gran Bretaña',
Este sistema de capas, cuyo tipo existe en
Inglaterra se compone principalmente de fila-
des (esquitas pizarrosos) de ampelíta, y de va-
rias calizas de un gris tan pronto claro como
azulado ó negruzco, de testura compacla y de
estructura fósil.
Uno de estos calcáreos, muy rico en fósi-
les, es conocido en. Inglaterra bajo el nombre
de caliaza de Dudley porque se le esplota
cerca de la- ciudad asi denominada^ También
se encuentran en el terreno siluriano otras va-
rias rocas que le están subordinadas , como
son la lidiana, ó piedra de lidia, los genis* cuar-
zosos, las calizas algunas veces magnesianas,
masas de yeso y de euritina, de camoasita ó
silicato de hierro esplotado en Bretaña; liállau-
se en fln además la lluorina, la pirita, la bari-
tina, las macras y algunas criaderos de galena
argentífera, como en Huelgoat y 'en Pou-
llaouen, en Bretaña. Empléase. la ampelita por
los carpinteros, como lápiz negro, y como abo-
no para las tierras. Las esquitas de Aogcrs pro-
mueven una inmensa esplotacion de pizarras.'
■ El- terreno siluriano tiene un poder que
acaso llegue á 2,000 metros, pero que no pasa
generalmente de 5,000. En él se encuentran
algunos vegetales fósiles, (calamitas , hele-
chos^ etc.,). 15 á 20 especies de pescados, y
un gran número de restos de trilobitas, qué
abundan sobre todo en Francia en los esquis-
tos, esquíta-pizarrosos de Angers, y en Ingla-
terra en la caliza, de Dudley, donde estos crus-
táceos se hallan asociados é muchos pólipos y
moluscos.
Los fósi I es mas caracterislicos de éste miem-
bro son los sigientes; 1." entre los zoófilos,
los cyathophtjllum turbinalum; catenipora
escharoides y labyrinlkica: 2." entre ios mo-
luscos , los orthoceras duplee , filosus y
pyriformis, el cevdmphalus oliscar s; lospew-
tamerus Icinghtii y oblongus; la atrippe affi-
nis; los terebratula reticulares y totisoni;
los spirifer orbicularis, y radiatus; los oUhis
bilobata, y granáis', los leptaina englipha, fu-
niculata, duvalii, el producías depressus, el
conularie pyramidata: 3." entre los crustá-
ceos, los trilobitas llamados calymene blu-
menbachii, asáphus caudatus >.t ouc/tít ogy~
gia desmaresti, guetardi y wahUmbergii.
TERRENO DEVOSICANO.
Sinonimia: terrenó de transición supe-
rior: antigua arenisca roja {oíd ved sands-
tonp. de los ingleses.) Formación paleosume-
rilíca de Mr. Iluol: miembro délos yneiss
purpureas de Mr. Gordier: parle del período
paieozóieo.
Este terreno ba recibido su nombre del de
Devonsbirc, en que lo lia estudiado Mr. Mur-
chisson; pero no es solo en Inglaterra donde
se manifiesta, se desarrolla también en Bélgi-
ca, en las orillas del Rhiii, en Francia, en Bre-
taña, en España y en oirás varias regiones de
Europa. Su poder varia desde 200 hasta 1 ,500
metros.
Caracterizan generalmente al terreno devo-
sioano, gneiss de varias naturalezas, frecuente-
mente rojizas con granos mas ó menos linos
principalmente formados de elementos silí-
ceos, y que á causa de su antigüedad han re-
cibido el nombre, de areniscas rojas "anti-
guas. Alternan á veces con esquitas que en-
cierran en algunos punios, capas de untr'acita
y de hulla esplotadas en los departamentos del
Sena Inferior y de Maine y Loire. También se
encuentran traumalas, melaritas, masas ó ca-
pas de calcáreos nodulosos y concrecionados,
cuntiría, acumulaciones porfirlcas, etc. Se ci-
ta entre las sustancias metalíferas que allí so
bailan, el óxido de hierro carbonatado ó si-
deróso.
Mr. Raulin ha dado á conocer en el terre-
no devonicaiio (en Montocley) un cierto nume-
ro de'especies de vegetales fósiles, entre los
cuales citaremos los sphenopleris tenecifolia
y virletii, el pecopteris áspera, el sigiüaria
venosa, el lepopodites' imbricatus, el lepi-
dodrendon carinalum, el stigmaria tubercu-
losa, etc. , y también bay gran cantidad de
zoólitas, como la aidopora serpens, galho-
phyllum ananas, davosites gothdandica, ca-
lamopora spongites.
Los géneros de moluscos presentan cierta
analogía con los de !a época siluriana, aunque
algo menos abundantes los primeros,, que son
el hautilus bilobatus, los orthoceras cordifor-
mis y subpyriformis, el belletóphon tuber-
culatus, los laptena altérnala y depressa, el
oríhis Uriata, \osspirifer speciosus y depres-
sus, la terebratula reticularis, etc.
El terreno devonicano contiene algunas
especies de trilobitas , tal que el asaphus
brongngrtü, pero lo caracteriza sobretodo
zoológicamente el gran número de pescados
fósiles, entre los cuales se cuenlan 74 espe-
cies, respecto de las cuales ha hecho una mo-
nografía notable el sabio Mr. Agassiz. Presen-
105
TERRENOS
tan á veces estos pescados formas especiales,
y tan raras, que su inclusión eíresta clase na
ofrecido muclias dudas.
TERRENO CARBONIFERO.
Sinonimia: terreno dehulla-, grupo carbo-
nífero; parte del periodo antraxifero de mon-
sieur r,úvd¡er; parte media de la formación ó
perivdu paleozoico.
lisie terreno se baila simplemente carac-
terizado por la antracita, y sobre todo por la
gran cantidad de hulla que contiene en su par-
te superior. Esiasdos sustancias, en que do-
mina el carbono, esplicán sulkieníemenle el
nonibre de carbonífero que lleva este terreno.
Divídese naturalmente en dos miembros dis-
tintos: 1.° el miembro de la caliza anlraxifc-
ra: 2." el miembro de bulla.
Miembro de la caliza antraxifera.
Sinonimia : caliza carbonífera [carboni-
feroses limestone de tos ingleses.) Caliza de
montaña [mountain limestone.) Caliza me-
talífera.
lisie miembro, cuyo poder medio es de 4
á 500 metros, présenla earactéres casi seme-
jantes en todos los puntos donde se lia podido
observarle. En Francia, en Bélgica, en Ingla-
terra, en' Escocia, en ios Estados Unidos y
liasla en la Nu,eva Holanda, se ha notado evi-
dentemente que descansa c! citado miembro
sobre el déla hulla propiamenlcdicho. Se com-
pone de la caliza compacla, comunmente gra-
nuda y atravesado otras por filones de espato
calizo: esta caliza despide un olor fétido cuan-
do se la frota y liene un color gris azulado y
negruzco, producido sin dudapor materias car-
bónica, y bituminosas. Esfa roca es laque pro-
vee al comercio de mármoles de Flandes y de
Bélgica, conocidos bajo el nombre de mármo-
les cemsinos ó de pequeño granito, asi como
el mármol de Namur y de üinao, esplotado ba-
jo el nombre de mármol de Sania Ana.
Este miembro tan sencillo por su composi-
ción, es muy variado por los fósiles que con-
tiene: en él se han reconocido algtraa's espe-
cies de vegetales, muchos'políperos, y mas de
cuatrocientas clases de vivalvos y de unival-
vos, asi como de crustáceos y de. pescados.
Se cita particularmente entre los zoófitos el
relevare flustiformis, el cijathaphillum plica-
tum y el amplexus gigas. Los moluscos mas
caracterizados de esla formación, parecen ser
el orüioeeres tateralis, los gonialites erenis-
triatus y striaius, el evomphdus celillus, el
luobo tiara, el cardiún htbernicum, los speri-
fer altennutus y trigonalis,. el productes gi-
ganteus,
Se ve en varias localidades, como en las
Ardennus y sobre todo en las -islas Británicas,
un lecho de sedimentos que se confunde con
el miembro carbonífero y que atribuyen algu-
nos geólogos á la parte superior de las calizas
antraxiferas, mientras que otros lo consideran
como formando la parte inferior del terreno
hulloso.
Este lecho se compone principalmente de
esquitas, de arcillas, de la caliza algunas ve-
ces bituminosa, arenisca feldespática, y por
último de gneiss gruesos cuarzosos, bastante
abundantes para proveer de ruedas de molino
á toda Inglaterra. A esta eirciinslancia se ha de-
vido el nombro de mill-slone-grit. Mr. Elie de
Bcaumont coloca su Sistema demontañas del
Forcz, entre el mill-slone-grit y elterreno de
hulla.
Miembro de la hulla.
Sinonimia: terreno de hulla, de varios
geólogos, formación carbonífera de monsieur-
Huot. Terreno abisieo hullero, 'de Mr. Al.
Brongniart. '
Présenla este miembro un interés especial
á causa de la abundancia del precioso combus-
tible que encierra. Se compone de capas suce-
sivas, mas ó menos potentes, de varias arenis-
cas llamadas hulleras, de esquistas á veces bi-
tuminosas é inflamables, (como en Aluse cer-
ca deAutun), y por último de bulla. Esta últi-
ma sustancia no perlenece esclusivamente al
miembro carbonífero, pero en él adquiere el
máximum de su abundancia .y llega á serla
parte que mas constantemente le caracte-
riza.
Independientemente de algunas rocas su-
bordinadas como son el carbonato de hierro, la
seflte, arcilla, caliza antraxifera, contiene ' el
miembro carbonífero, pirita do Merro (spe-
rhise), cuya sustancia perjudica á la calidad
del combustible.
El hierro carbonatado puede considerar-
se como una roca constituyente de la forma-
ción carbonífera. Esceptuando los departamen-
tos del Aveyron y del Gard, rara vez es este
mineral bastante abundante enFrancia para ser
esplotado ventajosamente, pero en cambio lo
es tanto en Inglaterra que surte á la mayor par-
te de las ricas y numerosas ferrerias de este
pais.
Los depósitos de hulla se hallan muy espar-
cidos en la parle occidental de Europa. El es-
pesor medio de sus capas no pasa de un metro,
sin embargo, en algunos pimíos llegan hasta
.4 ó 5 melros de potencia, y en ciertos grue-
sos hasta 30 y nias^
No hay pais en que haya adquirido mas im-"
porlaricia que en Inglaterra, la esplotacion de
minas de hulla, y á este precioso combustible
debe en gran parte ese pais su importancia in-
dustrial,
Aunque menos importante y rico bajo este
concepto el territorio de Francia que el de In-
glaterra, es sin embargo, bastante rico en for-
maciones carboníferas. Las cuencas de Francia
mas notables son: primero el de Saínt-Etienne
TERRENOS
108
y de Rive de Gier (Loire), después, los del Avei-
ron, de Alais, en el G-ard; del fireuzot y de Au-
tica (Saonay Loire); de Ausin moviel, etc.
- En él miembro carbonífero existen pocos
restos de animales..
Encuéntrense solamente algunos moluscos,
como el pectea papyraceus elnio, el ammoni-
tes-histeri, varias clases de pescados y, señales
de insectos, pero en cambio bay un número
prodigioso dé vegetales, sobre todo en las es-
quitas de la bulla, tales son las calamites auu-
kowii canrueformis, los pecopteris aquüine
j lidie ijone, \o* sygillarie robtagi y lyndhyi,
los sphenopteris hoeninfjha'usi y schoioteimü,
los lepidodrendon sternbergii, el asterophi-
Hites equisetiformis, etc. ,
El estado siguiente que pre.senla Mr. Urong-
niart mucb'o mus compIeW én el articulo vege-
xales fósiles, bastará para dar una ¡dea de la
naturaleza de la vegetación que cubria la tier-
ra en tiempo de la formación carbonífera.
lEquisitáeeas ,
Griptógamas vascu-
lares
Heledlos.
/Eqniselum . 2i
Eqniselites . . . 1 27 especies.
(Calamites • 24j
j Spenopteris 54t
| Ilymenopbyllites 7
Irichomanites 5
Sleffensia. 1
Gylopteris 19
Oilontopteris 13
Glossopteris v. ,. 2
Scliizopitetis t
Gaulopteris . "8
Pictyopleris I
Loncbopleris 2
N'europteris.. . 34
Pecopteris. . - 4C|
Ueinartia - I
Diplazites 2
Asplenites; . ■ 9'
Woodwartites 2 S 28 1
Alctbopleris 3(1
Cycateites 10|
Itemitelliles 4
Ralaníites I
Oligocarpia ........... 1
l'olypoditcs . 2
Aspiuites
llaostenia 2 1
Cottoea , . 1
Bockscbia. 1
filocberla ........ ¡ . .
Dancoites
(¡leiclienitcs
I'urtscbia.
\ Asténica
Ffljeites
irpus
1!
Marsileáceas.
Ilicopodáceas.
. i Spbenopliyllum 81
j-Lycopoditos 14 i
/ Lepidopbloyos. I
Pelaginites. .......... 2 ,
l Lepidodrendon . 31 j
IBerfrena 6|
¡Jllodendron . .
.(Bothrodendron
¡Megapbitura. .
KuoíTia . . . .
llulonia ....
Lcpidopbyllnm.
Lepidroslobus .
\Gardiocarpon .
r r ,t f.t i t i
Í09
TERRENOS
Sigilarías.
■ Sigillaria . . . . ' . 53'
Stígmaria / 9 ■
Syringodrendon 2
, Ilosggevathia .......... 4 ,
68
HÍ cotiledones gim- / Coniferas,
'nospermas. . .
\ Cicácleas.
Monocoliledones, familias inciertas.
Vegetales de clases inciertas.
! WalcHtó 2'
Piniles ^ . . . . fi\
Pense 3 .
, Pisadrendon 2 ,
'Cycadiles 2 •
:::::: !i
1 üemiíes,,
Plerophylluni
I Cy'caideoidea .
Caiamorilon . ,
. Pachypteris . ,
j Caiiolilitas. -. . . . 1 | q
| Zeugoplilas 1 i
í Trigonoearpum 8)
j Musocarpnm 2 J 30
(carpotiles . . . 30 )
. Total:
69 géneros, 530 especies.
Por este oslado podrá verse cuanto sé dife-
rencia la flora carbonífera de las que la lian
seguido, y sobre todo de la actual. Las cripto-
gamas vasculares, es decir, los heléchos y las
familias contiguas , forman sobre poco mas ó
menos las cuatro quintas partes de los vegeta-
les de esa época, mientras que no constituyen
sino unas treinta de la vegetación actual, al
contrario de las plantas dicotiledóneas que com-
ponen mas de tres quintas partes de tas cin-
cuenta o sesenta mil especies de vegetales hoy
existentes, que écan poco numerosos en la
época de la formación del terreno carbonífero.
Por último, los géneros, calamites, ncurop-
teris, sphenophyllum , lepidodendron, etc.,
cuyas especies, abundaban tanto entonces, no
tienen ninguna representación en la naturale-
za actual.
TERRENO FE-ffiO.
terreno per miaño , de Mr. Murchissoh.
Formación wmeritiaa, de Mr. Uuot; parte del
periodo salino-magnesiano de Mr. Cordier:
parte superior del periodo paleozóico.
Mr. Omalius d'Halloy ha dado el nombre
de peneino que signiliea pobre, ó sea terreno
.compuesto de tres miembros distintos, que
según •su orden de antigüedad son: t.° el, si¡-
fita Jó arenisca nieva roja:.) 1." sechstün:,
3 " la arenisca de los VpsgéS. Muy propenso
á faltar este terreno, no se ha representado
nunca completamente, y lo que ofrece de .im-
portante, es que se encuentran en él los pri-
meros restos de enormes reptiles saurianos.
Miembro de pséfites.
Sinonimia: areniscas rojas de varios geólo-
gos. Todthieyeade de los alemanes ; nueva
greda encamada inferior de Mr. Marohis-
son; formación samerítied de Mr. Huot.
Arenisca medio roja.
La potencia media de-Cste 'miembro es de
100 á 20O metros, y existe en gran parte de
laAlcmania, en Inglaterra, etilos Vosgns, etc.
Hállase principalmente compuesto de una roca
casi" siempre rojiza con base de conglomera-
dos porf trieos, á la cual ha dado Mr. Cordier
el nombre de pscpliita. Esta roca de grue-
sos granos angulosos ó redondeados , alter-
na con materias arcillosas. Las rocas que le
están subordinadas son masas de hierro di-
gisto, y á veces capas, de bulla que anuncian
la vecindad del terreno carbonífero sobre que
descansan.
Los escasos fósiles que presenta este miem-
bro, son generalmente restos de palmeras, co-
niferas, etc.
Miembro de zechsíein.
Sinonimia: calina alpina {alpea Icalks-
tein) de los alemanes : caliza magnesiana
(magnesiam limestone) de los ingleses: cali-
za penecina, de Mr. Brogniarr; formación
magnesiana de Mr Huot , esquüas cobrizas.
En Francia no se baila representado el
zesbstein mas que por a-gunos trozos insigni-
ficantes, pero en Alemania y en Inglaterra,
donde adquiere un poder de tOO á 150 me-
TERRENOS
412
tros, se compone generalmente de caliza mag-
nesiana, de caliza arculifera y de caliza bitu-
minosa; esta última es casi siempre negruzca
y de mal olor.
Las rocas subordinadas á este miembro son
margas, dolomius, yesos, sal gemh, y esqiTi-
tos 'calcáreas y bifumino'sas, inllamables, nota-
bles en el pais de Mansfekl y en Thucingé] por
los minerales de cobre gris argentífero y plo-
mífero que encierran y que son objetó de im-
portantes esplotaciones.
Se encuentran en estas esquitas muchos ves-
tos orgánicos, y por primera vez los de rep-
tiles saurianos de que hemos hablado, como
son el monitor thuringiensis y.elprotorosau-
rus speneri. También contiene pescados y
cierto número de especies do moluscos {pro-
ductus aculeatus y rugosus) spirifer undula-
tus y trigonalis etc., de radiarios Icyathocri-
netes planus) , de zoo ti tas relep or a ¡lusiracea,
gorgonia anceps, etc., y algunos vegetales
(fucoides brardii y leiaginoides, etc.)
Arenisca vosgiprvde Vosges..
Sinonimia: areniscas de los Vosges, parte
de las areniscas abigarradas de Mr. Cordier:
parle de la arínisca superior de varios geó-
logos.
Aunque algunos reúnen este depósito á las
areniscas abigarradas, Mr. Elie de Beaumont
lo ha separado, considerándolo como una for-
mación enteramente distinta. Compúnese de
areniscas cuarzosas desmenuzables por lo ge-
neral, de granos mas ó menos gruesos, y á
veces enrojecidas por el óxido de hierro. Pue-
de contener alguna mica y granitos de fclds-
patos intacto ó descompuesto.
La arenisca vosgiana la constituye toda la
parte septentrional de los Yosges, con una po-
tencia (¡Lie pasa algunas veces de 150 metros.
En algunos puntos, y particularmente en los
Vosges', lo atraviesan filones de ácido de hier-
ro bastante ricos para ser esplotados.
' Acompañan ¿"estos filones el carbonato, el
fosfato y el arsenialo de plomo , el cobre de
galene y la-calamina, pero la arenisca de los
Yosges no contiene casi nunca cuerpos orga-
nizados.
TEMIENO DE TRIAS.
Sinonimia: formación triásica, parle del
período salino-magnesiuno de Mr. Cordier.
Se lia dado. i este terreno el nombre de
trias (tri, tres), porque se compone de tres
depósitos, mineralógicamente muy distintos:
1." las areniscas abigarradas: 2." el múschel-
, kalh: 3.u las margas irisadas ó keuper -de los
alemanes.
Miembros de las areniscas abigarradas.
Sinonimia: arenisca nueva roja de los in-
gleses (new red sandslone) formación peei-
liana de Mr. Huot.
Este miembro, cuyo poder medio es de
unos 150 metros, es con&cido en varios inul-
tos de Francia, en Alemania, en Inglaterra, en
Rusia, en América, etc. Lo componen por lo
regular, samitas ó areniscas cuarzosas .arení-
feras, de granos mas ó menos pequeños y de
colores variado?. Encierran generalmente es-
tas areniscas alguna parte de mica, y alternan
con capas de arcilla.
Las principales rocas subordinadas á estas
samitas, son metacitas, calizas magnesianas y
globulosas, yeso aniidrita y arcillas i-alcalífe-
ras, que frecuentemente contienen masas de
sal gemfi; y también se ven algunas sustancias
minerales como el cobre carbonado (esplotado
en Chessy cerca de Lion, en Alemania y en Ru-
sia), hierro digisto., etc.
Las areniscas 'abigarradas contienen mu-
chos vegetales, pero pocos restos de animales.
Citaremos éntrelos vegetales de este miem-
bro que tanto difieren del terreno carbonífero,
los característicos siguientes: el equisclum co-
lumnare, el calamites arenáceas, el anomop-
ieris mougeoíii, el neuropteis vottzii, ele.
Encuéntrense asimismo el trigousice vulgaris,
el baceinum antiquum, la natka gaellíar-
dote, los plagioslorne[ó \imn\ lineatum y slria-
tuffi, etc. También hay algunos poliperos, crus-
táceos, seis ó siete especies de pescados,, y
algunos saurianos.
En los Estados Unidos ha indicado Mr, Hit-
ebeoch. en las areniscas abigarradas huellas de
pájaros que ha llamado ornilhichnites , y de
los cuales Hay ocho clases distintas: también
se han encontrado en Escocia indicios de tor-
tugas terrestres; y asimismo descubierto en las
areniscas cuarzosas de Hüdburghausca (en Sa-
jorna) huellas pertenecientes a un animal des-
conocido que el profesor Kanp considera como
un genero de mamífero vecino de los kaugu-
roos, y para el cual ha propuesto el nombre
de cheiroterium.
Miembro del muscheUcalk,
Sinonimia: calcáreo conchüiano. Forma-
ción conchüiana de Mr. Huot. caüza de ce-
rátitas, de Mr. Cordier.
El nombre de musclielkalk, (calcáreo con-
chudo) lo lian dado los alemanes á un miem-
bro superior á las areniscas abigarradas, que
se manifiesta principalmente en Alemania, en
donde frecuentemente adquiere un poder de
100 & 150 metros. Consiste en varias capas de
caliza compacta' de diversos colores agrisados,
magnesiana algunas veces, y con partes de
pedernal: alterna con margas y arcillas, y es
muy rico en restos de fósiles, como las tcic-
brátulas, ostras, plagiostomcs,' trigonias, etc.;
pero las especies mas características son el
encrimites, liliiformis ú monili formes, el le-
rebratula mlgaris, la avicula (ó mitilas so-
TERRENOS
ciatis) , etc. , y los curiosos fósiles llamados
rhyucholithes , que han colocado algunos au-
tores cutre los crustáceos. Entre los reptiles
sahriauos que se encuentran, cuéntanse los
ichtyosaurus dunevitleiisis , plesiosaurus,
etc., pescados y algunas especies vegetales.
Miembro de las margas irisadas. <
Sinonimia: formación Iteceprica, kcoeper
délos alemanes , red marte de los ingleses.
Este miembro, cubierto poreimnsc'ielkallc,
llosa en Francia yon Alemania ¿ una potencia
que pasa algunas veces de 200 metros. Compó-'
nese de multitud de capitas arcillosas ó mar-
gosas de colores variados, que alternan gene-
ralmente con areniscas cuarzosas desmorona-
bles arcillferas vSaruUai también de disliutos
colores
Las principaies rocas subordinadas á las
margas irisadas son arcillas salíferas, yeso,
anfklrita, bulla piritosa (eslipila) calcáreos ar-
citiferos, calcáreos magnesianos, galena, cobre
carbonado, pirita, bierro bydrocidado, etc.
Pero lo mismo en Wurtcmberg que en Francia,
la sal gema es ta materia mas abundante do
este miembro. Esta sustancia alterna en capas
de 7 á'8, y aun 10 metros, con capas de arr
cilla. Estas diversas capas salíferas reunidas
presentan juntas en algunos puntos una po-
tencia romo de I 50 metros. De este miembro'
salen igualmente los manantiales salíferos que
se esplóSa» en el Jura. También son objeto
de explotación las masas yesosas mas 6 me-
nos abundantes, que acompañan á estos depó-
sitos de sal gema.
Las margas irisadas coatienen, lo mismo,
que las areniscas abigarradas, bastantes vege-
tales, pertenecientes á unos treinta géneros.
Cflé'ntanse entre ellos los equisetum meriani
y cohimnure, cicalemetes, arenáceas, el re-
copteris meriani, etc. Los moluscos son poco
numerosos: citaremos solamente el plagiosto-
ma lineatum, el cardium pectinalum, la tri-
gonia vulgaris, etc. , y restos de saurianos y
de pescados.
TERRENO JURASICO.
El terreno jurásico se presenta en una es-
tension considerable en Francia, en Alemania,
eu las regiones alpinas, en Inglaterra, ven
casi todas partes de Europa, siendo á la vez
uno de los mas poderosos y de los mas com-
pletos. Debe su nombre este terreno , á que
de_ét se bailan enteramente formadas las mon-
tañas del Jura, que han servido de término
do comparación paralas demás regiones en que
se mariÍBeJta en descubierto. Se divide en dos
miembros distintos: 1." el lias; 2;° el miem-
bro oolitíco.
2177 I1IIÍUOTKCA MH'ULAÜ,
Miembro del lías.
Sinonimia: caliza de grifeas arqueadas,
de varios geólogos: formación liesicaúa mon-
sictir fíuqt. Terreno abisico del lias. de mon-
sienr Brogníart : areniscas y calizas bajo-
Iiasico.
Se ba adoptado generalmente " el nombre
inglés de Iras para designar un miembro que
constituye la base del terreno jurásico, y cuya
potencia es de unos 100 metros. La parte in-
ferior de esta formación (sub-mie robre- de la
arcosa sililifara de Mí. Cordierj es un siste-
ma de Capas arenáceas. variables, según las
regiones. La componen^ regularmente arenas y
c'tórtas areniscas cuarzosas blancuzcas ó ama-
rillentas, llamadas areniscas del has.
Estas son mnj''feldcspáticas en algunos
pantos del centro de la Francia'; sobro lodo
cuando descansan sobre rocas cristalizadas, y
se convierten en arkosas y mabmtas, qué con-
tienen á veces capas subordinadas de calcá-
reos, sulfato de plomo, óxido verde, cromo,
sulfato de barda, etc. Este fecho inferior cu
que se encuentran muy pocos fósiles marinos,
oculta, por el contrario, gran número ¡Jé res-
tos de vegetales continentales, como los cla-
Ihropieris, meniscoides, glossopteris, nilsso-
riana, pecopteris, agardláana, etc.
Las parles del lias se componen general-
mente 1.° de calizas, compactas arciliferas,
azuladas, grises ó amarillentas , llenas á ve-
ces de conchas, entre las que domina la ¡jn-
faa arqueada: tí.0 de margas areníferas ó bi-
tuminosas, alternando frecuentemente con ca-
pas subordinadas de arcilla de marmolila.de
calcáreo de granos estáticos: 3.° en liu , en-
euéntranse solire ciertos puntos gredas cuar-
zosas, olla piritosa, protósido 'é hidrato de
hierro, que ha dado lugar á importantes espu-
taciones en algunas localidades.
El lias es en genera! muy rico en fósiles, y
se encuentran en él vegetales, zoófitos y gran
numeróle moluscos. Las principales conchas
características de este miembro son las gry-
phea arcuata {ó inourva) y lymbium, el pla-
giosioma (ó lima) gigantea; los ammonkes
walcotii; ,cl nautilustruncatus, etc.; enenén-
transe ademas unas veinte especies de pesca-
dos pertenecientes todos á géneros estinguidos,
como son el dapedium politusa, el tetragaao-
lopis heteroderma; pero los cuerpos organiza-
dos fósiles mas uolabtcs son los reptiles, wiyo
número, tamaño y forma tocan en lo prodi-
gioso: tales son los ichthyseaurus (ícll. com-
munistenuirostris , etc.! ó pescados-lagartos,
de los cuales debe tener alguno rtnfe «fe 7 me-
tros de largo: \os phsiosaurus [l"i.-dolichr>dei-
cits macrocephalus), uolali'.c por su cuello,
que parece el cuerpo de una serpiente.
A estos diversos reptiles pertenecen los
escrementos fósiles llamados cropolitas, cpie
tan frecuentemonle se encuentran en el lias
de Lima-Regís, en Inglaterra.
T. XXXIII. S
TERRENOS
Miembro oolitiao.
, Sinonimia: formación oolitica; caliza al-
pina de varios geólogos.
Esle miembro, cuya potencia llega algunas
veces basta mas de 700 metros, está minera-
lógicamente caracterizado de una manera ge-
neral por la teslura oolitica (globular) que con
frecuencia presentan sus capas calizas. Se di-
vide en tres sub-miembros: t.° el oolita infe-
rior: 1° el oolita medio: 3." el oolilasupe-"
ñor. En Inglaterra se ban establecido ademas
otras varias subdivisiones secundarias, que
ban recibido particulares denominaciones,
Oolita inferior. Empieza porlecbos á que
se ba dado el nombre de oolita ferruginosa,
y que liega basta 40 metros de potencia. Se
compone principalmente de calizas amarillen-
tas, pardas, rojizas, cargadas de hidrato de
hierro,, ooliticas muchas veces y descansando
sobre arenas catcariferas. Estas calizas, mag-
nesianaspor lo regular, contienen gran número
de restos de euerinas y de otros fósiles.
A este depósito suceden en varias re-
giones:
1. u Alternativas do arcilla y de marga
azulada ó amarillenta, que han llamado los in-
gleses tierra de batan, porque sirve para
limpiar los paños que salen de las fábricas.
2. " La, grande oolita, lecho compuesto de
alternativas de caliaas ooliticas, de calizas tos-
cas conchíferas con arenisca magnesifera su-
bordinada y pedazos diseminados de jaspe j
de pedernal.
3 . " La arcilla de Bradfort [bradfórt clay) ,
de los ingleses, que en realidad do es mas
que una marga azulada que muchas veces con-
tiene gran número de eucrinites.
A." El forest-marble ó mármol de bos-
que, llamado asi porque en Inglaterra se le-
esplota en el bosque Wichwood; compónese
ordinariamente de delgadas capas de arena
cuarzosa, de arena margosa y de caliza muy
conchífera.
5." Termínase el sub-miembro del oolito
inferior, por la caliza tosca ó grosera masó
menos olitica, llamado cora-brash por los in-
gleses y que se halla dividido en tres capitas
que casi siempre alternan con margas esquis-
tosas.
La riqueza de la oolita inferior, es notable
en restos de cuerpos organizados. Se ban re-
conocido mas de cuarenta especies de vegeta-
les, muchos zoófitos (eucrinites pyriformis),
mas de cien clases de canchas, crustáceos,
insectos (bupreslis), pescados, reptiles y res-
tos de pájaros,
Los vegetales pertenecen á las familias de
las algas [fumides fureatus), equisetáceas
(equisetum columnare), [pecopteris desnoy-
cosie, sphamopteris hymenophüloide), etc., ei-
cádeos {ptcrophytlum williamsonis, zamia-
¡ongifolia), eto., coniferos [thuytes dimrica- !
ta), j diliáecas ibucklandia desnoyeosii).
Entre las conchas características mas nu-
merosas de este sub-miembro, citaremos las
siphonia uriopora conifera, los terebralu-
la digona, orbicularis, la lima proboscidea,
el pleuroto-maña conoidea, etc.
Oolita media. Esle sub-miembro ofrece
en su parte inferior potentes capas de arcilla
azul llamada arcilla de Oxford [oxford clay),
perfectamente caracterizada por el gryphca
dilátala, que se encuentra en todas partes.
Las- principales rocas subordinadas á estas
arcillas, son: lechas do caliza margosa y es-
quistos bituminosos, hidrato de hierro globu-
lar csplotado en varios puntos do Frauda, no •
dulas de pedernal y de calcáreo ferruginoso
llamado peptaria por los ingleses.
La oolita media termina en su parte supe-
rior por un grupo compuesto, primero de
arena y gredas caícariferas, designadas en
Inglaterra bajo el nombre de ealcáreous gtít;
después de varios lechos de diversos calcáreos
ú veces magnesianos qué comprenden el co-
ralrag ó calcáreo de corales, notable por la
abundancia de poliperos (caryophylliaannu-
laris, columnaria oblonga, etc., etc.), que
forman á. veces bancos continuados de 4 ó 5
metros de potencia, conservando la mayor
parle la posición en que han estado siempre
en el fondo del mar.
Se han, encontrado en la oolita media al-
gunos vegetales, unas ciento treinta especies
de zoolilas, sesenta de radiarios, mas de dos-
cientas clases de moluscos, insectos \libellula),
pescados, reptiles y pájaras. Entre las espe-
cies de moluscos mas comunes, citaremos el
diceras arietina, las oslrea dilatata marshii
gregaria, el trigonia clavettala, el melania
heddingtonensis, el nerinea godhallii, etc.
Oolita superior. Comprende la arcilla de
Kimmeridge {kimmerídye-clay), y la caliza
de Porlland. La arcilla de Kimmeridge está
formada de muchas capas de arcilla azul ó
amarillenta, alternando á veces con margas y
marnolitas conchíferas, margas bituminosas
inflamables y calizas magnesianas. Se halla
este lecho bastante bien representado en Fran-
cia en el cabo de la lleve, cerca del Havre, en
Hecorert, cerca de Eeauvais, etc. En Inglater-
ra adquiere nna potencia de 200 á 250 metros,
y se caracteriza orgánicamente porosírea dcl-
toidea, y por gryphea virgula (ó exogira
virgula) que se encuentra en abundancia.
En cuanto á la caliza de Portland (por-
iland-stone), que termina, la parte superior de
Información oolitica, secompone generalmen-
te de una serie de diversas calizas ooliticas,
compactas, gruesas, margosas ó arenáceas,
conteniendo á las veces pedazos silíceos.
La oolita superior no encierra mas que un
pequeño número de vegetales, de zoófilas, do
radiarios y de anelidas, pero se encuentra un
ella gran cantidad de especies de moluscos,
, de pescados, de reptiles y de mamíferos per-
tenecientes -á los géneros palaolherium y
TERRENOS
118
anoplolherium. Entre las conchas caracterís-
ticas d mas abundantes, pueden citarse la gry-
pkea vírgula üef. {exogyra virgula Goldf.,
ostrea vírgula, Desu., etc.l
Se ve que el miembro oolitico'encierra mu-
chos restos orgánicos, cuya mayor parte varia
según los sub-miembros. '
Entre los saurianos que se encuentran en
este predicho miembro oolilieo superior, apa-
recen por primera vez los géneros megalo-
sauros, tehosaurus, pleurosauros, pailcilo-
pleuron, rhaoheosatirus, y otras diversas
especies nuevas del género pterodatyio, reptil
volador, y que ya se ha reconocido su exis-
tencia en la época, del lias. También se ha re-
conocido como correspondientes al terreno
oolitico vestigios nada equívocos de algunos
pájaros que parecen pertenecer al orden de
los cazadores.
TERRENO CRETACEO.
Sinonimia: terreno cretoso; grupo cre-
táceo.
Este terreno, lo mismo que el precedente,
tiene mucha estension y potencia. El origen de
j¡u nombre es la caliza blanca, blanda y des-
menuzare que se llama creta, y que ocupa la
liarte superior: preséntase en muchas y diver-
sas localidades.
l'ucde decirse en general que este terreno
descansa sobre casi todos los que le han pre-
cedido.
Divídese por lo común el terreno creláceo
en tres miembros dislintos á saber, 'según su
orden do antigüedad: 1." el miembro délas
arenas ferruginosas: 2." el miembro gtauceo:
3." el miembro cretoso.
Miembro de las arenas ferruginosas.
Sinonimia: grupo ivealdiano: formación
wealdiana, terreno ó miembro neocomiano,
(pie comprende el terreno aptiano de mon-
sieur Ale. d'Orbigni.
Este miembro, no conocido en todo su
desarrollo mas que en Inglaterra, donde se le
llama terreno de Weald, nombre que designa
varias partes de los condados de Kent, de Sur-
rey y de Sussex, en qne se le ha observado
con. particularidad. Adquiere «na potpncia de
2 á 300 metros y se divide en tres . lechos dis-
puestos como sigue, y siempre de bajo á alto.
1. " La caliza de Pecobeck, compuesta en
la península de este nombre, de caliza arení-
fera amasada con paludintis vivíparas, y otras
conchas de agua dulce. Esta caliza alterna
frecuentemente con capas de margas más ó
menos esquistosas. La potencia media de este
¡echo es de unos 75 metros.
2. " I.as arenas de Hastings (Haslings-
Saud) del nombre de una ciudad del condado
do Sussex, en cuyos alrededores adquiere mu-
cha importancia. Su potencia media es de unos
130 metros.
3." La arcilla wealdiana, propiamente
dicha, alterna con techos marinos de arena y
de caliza conchífera.
El miembro de las arenas ferruginosas
existe en los alrededores de Beauvais (Oise),
con caraetéres casi semejantes, pero en gene-
ral se le representa por un depósito corres-
pondiente á que se ha dado el nombre de neo-
comiano. Éste depósito se compone ordina-
riamente de margas y de calizas areníferas
con capas subordinadas de arena y areniscas
cuarzosas, frecuentemente ferruginosas. Estas
últimas capas contienen el holaster complana-
tus, la trigonie alaformis , la gripheaaquila,
la plica-luía asperrivia, etc., etc., etc.
Miembro glauconien.
Sinonimia: formación de la arenisca ver-
de; greem-sand de los ingleses, compren-
diendo el glauce de los ingleses ó terreno al-
biano de Mr. Ale. d'Orbigni, y el terreno tu-
roniano del mismo autor.
Este miembro á que varios geólogos han.
llamado areniscas verdes llega algunas veces
hasta 200 metros de potencia, pero ordinaria-
mente no pasa de 20 á 30 de espesor. Puede
dividirse en dos lechos muy distintos por los
fósiles que encierran. .
El lecho inferior, llamado primero glauce
y después terreno albiano por Mr. Ale. d'Or-
bigni, comprende la glausánea arenácea de
Mr. Brogniart, las areniscas verdes inferio-
res de-la pérdida del Bódano (Ain) y del cabo
de la Heve (Sena Inferior) los calcáreos ne-
gruzcos de la montaña de los Fis(Saboya), etc.
Este Jecho se halla generalmente compues-
to de arenas cuarzosas mas ó menos cargadas
de glauzónea ó silicato de hierro que les co-
munica un color verdoso. Las principales ro-
cas subordinadas á estas arenas verdes, son
cuarzosas, micáceas ó ferruginosas, gredas
cuarzosas, arcillosas y margas de un gris azu-
lado qne los ingleses llaman glauce.
Hay muchos restos de fósiles en este terre-
no, caracterizado, sobre todo, por la abundan-
cia que contiene de cefalópodos, como son la
ammonitas, hamitas, haphitasy turrililas. Cita-
remos entre estos fósiles íús ammonitas, ar-
chiácianus, au^ilas, michelinianus,tubercu-
latus, monile, alpinus, beudanti, ele.
Al lecho superior del niiemhro giáuceo, ha
dado Mr, Ale, d'Orbigni el nombre de terreno
turoniano, comprende según este geólogo la
creta doritea, la glauceonca cretosa de Mr. Brog-
niart, la arenisca verde superior dé Honfleur
(Calvados), la creta tobada de lloucn y del
Havre, la creía de vaculitas de Yaloque (Man-
cha), etc.
Entrelos muchos fósiles que encierra este
terreno, indicaremos, los nautilus angulatus,
archiacianus racííaíws, las ammonitas beau-
i 19
TERRENOS
420
monlianus, el peclea quinquecpstatus ó ija-
niva quinquecostata de Orb., cío.) También
se encuentra ve¡retales pertenecientes á los
géneros fucoide zosterite, cié., restos dé pes-
cados y de reptiles, y muchos alciones de
formas muy variadas, como syphonka pirifor-
mes, halirboa costata, etc.
Miembro de lácrela.
La roca dominante de este miembro es la
- érela blanca casi cora puesta en su totalidad de
carbonato de cal. Esta creta Wanda y dnsme-
nuzable- presenta en los alrededores de París,
una potencia que pasa de 200 metros, y se ba-
ila mezclada a veces con arenas. En su parle
superior encierra generalmente miicho peder-
nal piromaco, pero no asi en su parte inferior
que se hace margosa. Entonces adquiere gra
dualmente cierta Jlüreza y aun pasa al estado,
de piedra sólida, cmpleable en las construc-
ciones.
La creía blanca encierra muchas conchas,
entre las que se ven, sote todo, en. los alre-
dedores de Paris, el belemnitas mucronalm,
el plagiostoma s-psiiosuro,.el ostoca msicuia-
ris, los terebralula defranisi y ocloptica-
ta, eic.
Los caracteres generales de la creta, varían
según las regiones: asi la creta de MaBstrichtj
que forma la parte mas superior del miembro j
cretáceo, es una caliza tosca amarillenta, des-
moronare ó endurecida que encierra parte de '
pedernal ealccdonioso. Couliene el belemnites ■
mucronatus, la terebralula defranisi, lacra- 1
nío parisiensis, y un reptil gigantesco, el !
mosasuurus hoffmmisk .
También se atribuye al miembro que nos ¡
ocupa, inmensos depósitos de calizas que for- ¡
man una zona existente en varios punios de.
Francia, .eu España, en Morea, en el Asia Me- ¡
ñor y aunen las dos Aracricas. A estas varias !
formaciones ile cal y á la que se hallan subor-
dinadas algunas rocas, como la arcilla, lignita,
anhidrita, yeso, azufre, etc., y, caracteriza á
aquellos, una gran abundancia de numulitas. •
fío se hallan, sin' embargo, de acuerdo los
geólogos sobre la edad de las últimos terre-
nos numiditicos ni do su verdadera posición
geológica. /
Finalmente, la creta de los alrededores de
París, inmediatamente cubierta por la arcilla
pláslica, según consideraban en otro tiempo
los geólogos, se halla en realidad separada
por un depósiío distinto ya descrito, por el
cual hemos propuesto el nombre de caliza pi-
solilica que se. lia adoptado. En ireudoñ, en
Eougival, y eu otras muchas localidades masó
rneuos lejanas de Paris, se reduce esle depo-
sito";1! calizas pisolilicas ó arenáceas, alternando
con margas, etc En el pe ha encontrado y da-
do á conocer según Ja determinación, de
3írs. Dashayes y d^Archiac varios restos .de
fósiles malinos, como zoolitos y unas veiule
especies de moluscos, considerados todos co-
mo característicos del terreno paleoteriano.
[crasatela túmida, corbis lamelhsa, etc.) En
razón á su estado de fragmentos, era de difí-
cil determinación la mayor parte de estas con-
chas, pero nuevas formaciones de la caliza
pisolitica han permitido descubrir uno en Fa-
lnis. La formación cretácea en general, y en
particular la creta blanca, abunda en conchas
malinas, nállanse en él algunos vegetales [con-
farvas, algas, inadeas, etc.), varias especies de
pescados (squalas, diodou, ele), reptiles (ter-
mes, crocodiles, etc.), pero ningnn mamífero,
dolos que veremos aumentarse á medida que
adelantemos en las formaciones posteriores.
TERREN'0 PALEOTJ1ERIA.NO.
Sinonimia: terrenos supr a -cretáceos: ter-
renos ¡erci'ffinosyeítóíernarMMdevanos geó-
logos: terrenos del periodo paleotoriano de
Mr. Cordier: terreno de sedimentos superio-
res^ de Mr. Erogniart: ierreno terciario de
Mr. d'Omalius d'Halloy: grupos eoceno, mio-
ceno'y plioceno de Mr. Lyell, que espresa con
estas voces la mayor ó menor analogía que
ofrecen los moluscos fúsiles de estos tres de-
pósitos con los moluscos que existen actual-
mente.
El terreno paleoteriano asi denominado á
causa de los muchos restos que contiene de
paleotherinm, comprende la larga serie de for-
maciones.que empieza encima de la creta blan-
ca, y se termina en los aluviones. Antique, de
mucha potencia y muy complexo, presenta,
sin embargo, menos esteusiou y espesor (pie
el precedente terreno sobre que se apoya. Los
virios miembros que lo componen, no tienen
la notable continuidad de los anteriores. Eslán
dispuestos en cuencas aisladas, de miincraquc
para describirlos en particular seria necesario
un espacio que no tenemos en los limites ¡le
este articulo, y asi trataremos únicamente de
abruzaren general el conjunto do varios miem-
bros que constituyen el terreno paleote-
riano.
No cubriendo á estos depósitos mas que ca-
pas de aluvión, se manifiestan mas fácihnen-
te en muchos puntos de la superliciedel glo-
bo, y son mas conocidos. Ofrecen, ademas, un
interés especial por !a prodigiosa abundancia,
y gran variedad de fósiles qucoculhtn, y cu ya
naturaleza orgánica prevenía por primera vez
especies análogas á las de la organización ac-
tual.
Se lia dividido el terreno paleoteriano en
tres formaciones y del que constituimos cua-
tro miembros distintos.
I.* La parle inferior {formación eoceno)
compuesta del miembro parisién, en el cnal
según Mr. Lyell no abrazan las conchas fósi-
les mas que 3 á 4 por í 00 de especies fósi-
121
TERRENOS
les, idénticas á las (inc .existen en la actua-
lidad (1).
2. ° La parte media {formación mioceno,),
comprende e! miembro de la molasa y el del
falún que contienen unas 17 por 100 de es-
pecies, con sus análogas.en eslado viviente.
3. " La parte superior, [formación plioce-
na) se halla representada por el miembro del
grag, en donde según Jlr. Lyell, han tenido
mas analogía aun las especies fúsiles con las
actuales, pues que presentan -unas 35 á 50 por
100 de especies idénticas álas que existen ac-
tualmente.
A su tez se han subdividido estos cuatro
miembros en varios sub-uiiembros 6 superpo-
siciones diversas, con el fin de agrupar conve-
nientemente los diferentes depósitos que les
pertenecen, cuyo conjunto no se halla reuni-
do en ningún punto. Continuaremos indicando
brevemente los rasgos mas característicos.
Miembro parisién inferior (2).
Sinonimia: formación ó sistema eoceno de
Mr. Lyell, terreno terciario inferior.
Compóncsc la parle inferior del miembro
parisién de varios cachos de arcilla plástica,
Y debajo de estos se baila casi siempre la ca-
liza pisolílica. Esta arcilla presenta diversos
colores y debe su nombre á la propiedad que
tiene de hacerse pasta en el agua y da' tomar
después con facilidad las formas r¡ue se le da.
Alterna aveces con capas de arena, jle arenís;
cas, de pndiugas y de lignitos, que en algu-
nas localidades, ofrece lechos de bastante po-
tencia para ser ventajosamente esplotados.
Suelen contener estas capas hidrato y car-
bonato de hierro, sucino, cristales de yeso,
tvcbsterila y eierlo número de especies de
conchas de agua dulce y marinas como las
!¡rena unligica.y cuneiformes, melannpsis
bueainadeo, planorbis prevoslinus, etc. He-
mos comprobado en la base de este depósito
la presencia dé un conglomerado compuesto de
creía y de caliza pisolitica, encontrando en él
(1) De las tablas formadas por Mr. Deshayes
en 1830 y publicadas por Mr. Lycll en 1833- en sus
Principia* di: geología, resulta esa proporción en las
especies lósiles'que tienen análogas en estado exis-
téfllei pero descubiertas después de aquella época
y cuidadosamente comparadas á las conchas ré-
denles, mul.ilud do fósiles, se ha adquirido la cer-
tcsta ile ser mucho menor ta proporción de espe-
cies vivientes halladas en estado fósil en los grupos
eoceno, mioceno y plioceno, que la que indican los
nutnerosqueaqui presentamos con arreglo á la obra
de Mr. Lycll, Ínterin se ponen de acuerdólos con-
chiólogos para sus verdaderos nombres proporcio-
nales.
(2) Teniendo por objeto este articulo dar una idea
estracta del conjuulo de los terrenos que constitu-
yen la corten terrestre, tío podemos decir mucho
respecto al miembro parisién, pero aconsejamos A las
personas qnedeseen mas detalles, que consulten el
articulo general inserto [en la voz parís) en el Dic-
ownario pintoreteo de kutari» natural, y en la es-
célenle carta laográfica del terrero terciario parisién
publicada por Mr, Yictor Raulien,
restos de varios géneros de reptiles y dientes
de mamíferos como el antracotherium, lo-
phiodon, loutre, ele.
Este descubrimiento indica que' según to-
da probabilidad debió preceder at periodo pa-
leotcriauo, la aparición de mamíferos ter-
restres.
Después de la arcilla plástica cuya poten-
cia varia entre 10 y 60 metros, vienen tres le-
chos marinos muy ricos, á saber:
1. " has arenas glauconiferas, orgánica-
mente caracterizadas por la nerita conoidea,
y que llega en los alrededores de haon, hasta
a 26 metros de potencia.
2. ° Este grande y poderoso depósito de
calizas toscas, compuesto de muchas capas
mariuas.
Con esta piedra caliza se hallan fabricados
parte de los edificios de París: contiene nn nú-
mero prodigioso de müliolitas y de conchas,
entre las que indicaremos solamente las si-
guientes, como mas frecuentes ó mas caracte-
rísticas: ccrithium gigantum, lapidum y mu-
tabile, turritela imbricatoria, llatica eplí-
gottina y spirata, ampullaria acula, terebe-
llum conoalutum, etc. También se encuentran
restos de vegetales ifioslera phyllites) , repti-
les, tortugas y mamíferos \paloolherium lo-
phiodon, anoplotherium.)
3. ° Las arenas y areniscas llamadas de
Beauchamps.
La potencia de esta gran capa ó lecho pasa
á veces de 40 metros y se compone principal-
mente de una masa de arena que contiene ha-
cia su parte superior bancos de areniscas. Mon-
sieur d'Archlac ha reconocido en estp depósito
trescientas veinte y una especies de moluscos,
de las cuales ciento sesenta y seis pertenecen
á las capas inferiores y ciento cincuenta y cin-
co álas areniscas llamadas de Beauchamps., Ci-
taremos entre íás especies mas características
la corbula angulata, la cytherea cunéala, la
vesieoicardia complánala, el pectunculas
depressus, 1-n'ostreaárcuaria, el trochuspa-
tetlatus, etc.
Preséntase encima de la arenisca de Beau-
champs un lecho de caliza do agua dulce (ca-
liza de St. Ouen) muy desarrollado en la liria1:
contieue esla formación caliza muchos granos
de chara medicaginula,, varios géneros de
conchas fluviátiles, como la lymnea longisca-
ta, planobis rotundalus, paludina pyormi-
dalis, mjolostoma mumia , etc. , restos de
pescados y pájaros, y osamentas de pala¡o-
terium.
Finalmente, corona el grupo ó miembro pa-
risién un importante depósito de yeso coá mu-
chas capas de marga.y-arcilla de varios colo-
res, entre las que se suele intercalar 'un nuevo
lecho de la caliza de agua dulce {Iravertin
medio), son pedernales cavernosos ó piedra de
molino que se esplotan en Ferté-sous-Jotiarre,
para hacer de ellos escolenlcs piedras de mo-
lino. En la situación parisienne es donde se
423
TERRENOS
124
han descubierto también los restos de mamí-
feros terrestres, que han servirlo al ilustre fiu-
vier, á quien se deben ks sabias investigaciones
sobre la osteología fósil, paradeducir la forma
y proporción délas otras partes de estos ani-
males, y á reconstruir sus esqueletos con tal
exactitud que los descubrimientos posteriores
de otros fragmentos de esosmismos animales,
han , confirmado cuanto su genio habia adi-
vinado.
El miembro parisién se presenta en otras
regiones equivalentes que ofrecen diferencias
notables con los depósitos de los alrededores
de París. En Inglaterra, por ejemplo, se hallan
estos equivalentes formados por arenas y arci-
llas (arcilla de Lóndrp.s) que se ve pertenece
á esta época, pues contienen,uua parte de ios
moluscos de caliza tosca parisién, lo mismo
sucede en Bélgica, pero en el Vicentia, en Si-
cilia y en varios puntos de nuestra península
presentan estós equivalentes ó depósitos in-
crónicos, caract eres aun mas diversos sin em-
bargo de pertenecer á la misma edad.
Aunque con duda, atribuyen algunos auto-
res al grupo parisién, el célebre depósito do
sal gema de IVietizeka en Polonia, que acaso
pertenezca al miembro de las molosas, y aun
á un nivel mas reciente. Según un geólogo
forma este depósito una masa de 400 kilóme-
tros de largo sobre 125 de ancho. Los trabajos
do csplolacion llegan basta 240 metros de pro-
fundidad, se cstienden á 3,000 metros en lar-
go y á Í,G00 enancho. Encuéntranse en el
citado depósito salas cortadas en GÜadro, sos-
tenidas por pilares de sal y con una elevación
de 100 metros. En el interior de estos es traor-
dinarios subterráneos hay capillas adornadas
de altares, columnas, estatuas y bañóos de la
misma sustancia salina; también hay lagos de
agua salada en que se pueden embarcar, de 12
á 15,000 obreros ó trabajadores y 40 ó 50 ca-
ballos permanecen 1 sin incomodidad durante
años enteros en estos admirables subterráneos.
Miembro de las molosas.
Sinonimia: parte inferior del grupo mio-
ceno de Mr. Lyell, y del terreno terciario
medio.
¡rállase compuesta ]a base de este miembro
en la cuenca parisienne, de arenas cuarzosas y
á veces micáceas de grande espesor, contie-
nen bancos de arenisca que se esplotan en Ton-
tainebleau, en Orsay, en Montmoreney ,'etc,
para el empedrado de París. Encierra la os-
trea flabelhda, cytkerea nilidula, Iwvigala y
elegans, cerithium lamellosum, etc.
Sucede á estas arenas y aremscás nn depo-
sito de agua dulce, formado de arcilla, de ca-
liza travestía, de pedernales molosas eó qite
suelen verse algunos restos do vegetales, co-
mo son los granos de chara medicaginula y
helictres; carpolithes ovulunc nymphea are-
tusa y conchas lacustcas, tales que potámides
lamarcldi, planorbis cornea, hilie lomani,
hymen venlrieosa y cornea, etc.
El miembro de las molosas lo mismo que el
precedente, cambia de composición según las
localidades. Lo representan en Auvernia capas
de arcosa, de metacita, margas y traverlin
roca algunas veces [alrededores de Bourges)
otras tubercular, son areniscas fisasfalticos,
venas de yeso, esquita inflamable (Dusodyle)
susceptible de csplolacion; y en algunos de
estos depósitos se encuentran congloméralos
casi del todo formados do cyprisfaba. Contie-
nen estas diocosas capas muchos restos do
mamíferos y de pájaros, y hasta huevos y plu-
mas fósiles perfectamente conservados.
El piso que describimos se halla represen-
tado, en el Mediodía de la Francia, por molo-
sas (areniscas cuarzosas mezcladas con marga,
granos del feldespato y de mica) caliza íro-
vertina, á veces tuberculosa, margas, brechas,
calizas con capas subordinadas de lignitos y
de yeso.
También se agrega al miembro de las mo-
losas, los esquistos silíceos y zoóticos de Bilin
(en Bohemia) que consideran algunos geólogos
como formando parte de los faluns y aun del
crag. Este esquisto llamado tripoli forma una
capa cstensa de una potencia de 4 á ó metros,
y hace tiempo que se emplea en las arles ba-
jo forma de polvo para pulimentar los metales
y según el profesor Ebrenberg, sp halla ente-
ramente compuesta de carapaces silíceos, de
infusorios á que se ha dado el nombre de gai-
llonella distans: su pequenez es tal, y Inn
prodigioso su número, que para dar de ello una
¡dea bastará decir que cada pulgada cúbica de
esto esquilo, contiene mas de 411.000,000 de
los prediclios animales infusorios.
Miembros de los faluns.
Sinonimia: parte superior del grupo mio-
smo de Mr. Lyell y del terreno terciario
medio.
Llámanse faluns varias capas formadas ca-
si todas de conchas rotas que sirven á las ve-
ces para abono de las tierras en algunas loca-
lidades, como en los alrededores de Tours y
de Burdeos. En las cercanías de Viena (Austria)
en Patagonia y en Australia suele pasar de 300
metros lo potencia de los faluns.
Estos depósitos conchíferos que no se pre-
sentan en los alrededores de París, alternan á
veces con capas de arcilla, margas, arenas y
areniscas ferruginosas que contienen varias
porciones y ríñones de hidrato ' de hierro y
algunas veces betún como en Rastennes cerca
de-Dax (departamento de las Landas), de donde
se saca casi todo el betún empleado en Eu-
ropa.
Independientemente de los fragmentos de
moluscos que componen los faluns, se en-
cuentra también gran cantidad de conchas en-
teras, mejor ó peor conservados, que presen-
V,
TERRENOS
tan mucha analogía con las especies que vi-
ven actualmente. Citaremos sobre todo_ el so-
ten, siliquarius ; la panopea menardi; los
cardium multicostatum y hians; el peciuncu-
lus qhjcimerii, la usina virginita, el conus
ponderosus, etc., y también se reconocen
pescados, reptiles y grandes mamíferos, como
et dinolherium, lophiolon, rhinoceros, mas-
todonte, lúppopotaiiie, etc.
Al miembro de los faliins es al que perte-
nece la caliza de agua dulce de! célebre cer-
rillo osit'cro do Sausau cerca ríe Aucb (Gersl,
eu que según Mr. Lartel bay gran número de
osanientos fósiles de mamíferos, como el pa-
IrMherium aurdianense, rhinoceros ineisio-
nes, brackypus y le.tr adaciijlas sus cbaro-
therium y iamuroides feiis antiqua, , quadri-
ú 'enlata y palmideus, ele, asi como restos de
pájaros, torlugas y "otros animales. Mr. Lartel
ba descubierto ademas, dientes y quijadas de
cuadrumanos pertenecí en les á una especie de
monos Ipithecus antiquus) del grupo de los
orangutanes.
Miembro del crag.
Sinonimia:, formación pliocena de mon-
sieur byell. Terreno terciario superior: ter-
reno cuaternario de varios geólogos.
Han dado los ingleses el nombre de crag
á mi depósito de unos 10 nuciros de potencia,
que existe en el condado de Sulíoltc. Consiste
principalmente osle depósito en una serie de
capas marinas de arenas cuarzosas teñidas de
rojo por materias colorantes ferruginosas. Con-
tienen estas arenas muchos restos de molus-
cos poco alterados, pero algo teñidos de ocre,
por efecto de las materias minerajes que los
cubren á saber el fusus contrarius, el murca
almolaius, la cijprca coninclloides, la voluta
lamberti.
t«tVISIOISnS Y ENCHUCHADAS.
FAMILIAS.
í, Cripiogamas anligcnos.
«Algas.
[Setas..
í Musgo.
Criptogcmas acrogenas ....... .(Helecbos . .
(Caraceas. . .
(Nipáceas. . .
I'anegoramas mouocoliledones I Palmeras . .
(Náyades. . .
{ Apocimadas.
•Camopelales. ] Ericáceas . .
(ilicíneas . ..
íMalváceas. .
'Aceríneas, .
Sapináceas .
Celtldeas . .
1 Platáneas . .
Lauríneas. .
4. Panegora-Í \Dialipelales. . jProtáceas . .
masdicotile- | - \Ramunadas .
dones. . . ./ , juapiloncadas.
I Juglandeadas,
Salicíneas. .
Cuarcíneas. .
i Betiilineas. .
\Miriceas. . ,
/Angiospermes.
'Gymnospormas
/Tar:'noas. . .
] Cuprestneas.
(Abietineas. .
Terreno
eoceno
(grupo pa-
risién.)
15
1
1
4
14
C
15
10
7
3
20
Terreno
mioceno
(molosa y
capas de
conchas.1)
11
5
4
4
1
11
7
»
2
5 .
1
S
3
3
7
Terreno
plioceno
(crag.)
6
5
5
10
I
10
1
17
II
6
i 5
13
21
8,
3
10
25'
'39
234
MI
TERRENOS
128
El miembro del crag forma grandes acumu-
laciones en varios puntos de Europa.. Hállanse
enteramente formados de ellas una parte dé la
Bresse en Francia, y todo el valle del Ródano
hasta el Mediterráneo.
lo componen generalmente arcillas y are-
nas que alternan con margas y calizas arení-
feras. Estas diversas capas, que no presentan
ya las tintas rojas del deposito de Suffolt,
contienen gran número de conchas; y citare-
mos entre ellas el peotuncuius glycimeris, la
paropea aldrovandi, lapinne nobilis, el pec-
tén jacobeus, la venus verrucosa, etc. Enceste
grupo, dcl.crag, se encuentran restos de nota-
bles mamíferos como el elefante meridional,
el mastodonte angustidens, clkippopotamus
mayor y otros grandes y peregrinos mamífe-
ros-, existe esta formación del crag en la Hueva
Holanda en uua centena de leguas cuadradas.
No hemos hablado de los vegetales fúsiles
en Iá descripción de los diversos miembros,
del terreno paleoteriano, porque nos reservá-
bamos para reproducir aqui algunos párrafos
de una interesante tesis de botánica que acalla
de presentar y de sostener en la Facultad de
las Ciencias de París, Mr. Raulieu. En esta me-
moria intitulada Sobre la trasformacion de la
¡lora de la Europa central durante el perio-
do terciario, indica Mr. Haulieu bajo forma de
estados detallados, todos los vegetales fósiles
que pueden agregarse según él á los miembros
eoceno, mioceno y plioceno, y no contando
después sino con las familias que tienen por
lo menos cuatro representantes ó especies en
uno de estos tres miembros, reduce su trabajo
por medio del anterior estado.
El estado, que como ya hemos dicho no com-
prende las familias representadas por menos
de cuatro especies en uno de los tres grupos
paleóterianos, nos presenta los caracteres si-
guientes parala vegetación de cada uno de es-
tos grupos ó miembros.
-La llora cocona se compone de ciento veinte
y siete especies , de las cuales ciento trece
pertenecen á las familias siguientes: algas, ca-
ráceas, uipáceas, palmeras, náyades, malvá-
ceas^ lapináceas, protáceas, papílonáceas ycu-
presíneas.
Sobre ciento trece especies comprende la
(lora mioeena, sesenta y nueve repartidas en-
tre las algas, palmeras, náyades, apocimodas,
aceríneas, platáceas, lauríneas, papílonáceas,
cüarcincas, miñosas 'y abitineas.
La dora fliocena se compone, en fin, de
doscientas cincuenta y nueve especies , dos-
cientas veintiuna entran en las algas, Io-
tas, musgo, heléchos, 'palmeras, ericáceas, ili-
Cíneas, aceríneas, celtídeas, rameadas, papílo-
náceas, juglandeas, salicíneas, cuarcineas, he-
lulireas, miríceas, teríneas, cupresíneas y abri-
tineas.
■ Cada una tle estas tres doras , ha sido ca-
racterizada por vegetales particulares, ■
TERRENOS DE ALUVIONES,
Sinonimia" terreno de acarreo. Período
alttvial de Mr. Cordier/
Al fin llegamos á las capas sedimentarias
mas modernas, n las que forman las partes
mas superliciarcs de la corteza terrestres yq'ie
son también las mas universalmente repar-
tidas en nuestros continentes. Estas capas alu-
viales ocupan posiciones relativas lales, que
es muy fácil confundirlas á primera vista; pues
se enredan á veces y se cubren reciproca-
mente, como si no observasen nihguua regla
de superposición constante. A pesar de esto
ha podido reconocerse con seguridad, que per-
tenecen estos depósitos generalmente arená-
ceos é incoherentes, á dos épocas muy distin-
tas. De aquí- nace su división en dos miembros
ó grupos denominados aluviones antiguos y
aluviones modernos Se cree que provienen
los primeros de perturbaciones violentas, de
causas mucho mas poderosas que las que ri-
gen en nuestros dias ; las segundas por el
contrario, deben simplemente su origen á las
acciones erosivas actuales, ó que han tenido
lugar desde los tiempos históricos mas lejanos.
Miembro de los aluviones antiguos.
Sinonimia: miembro diluviano de Mr. Cor-
dier. Düuvium de los geólogos ingleses; nm-
loer pliocene ó nuevo plioceno de Mr. Lyell;
terreno clismiano de fes. ürogniart y lluot,
Terreno de acarreo. Terreno de acarreo an-
tiguo.
La composición de los aluviones antiguos
varía necesariamente seguíi la naturaleza mi-
neral de las regiones que los han suministra-
do materiales. Compóucnse en geneyal de ca-
pas, muebles, de fragmentos rodados, que pro-
ceden de toda especie de i-ocas, mezcladas con
arenas, arcillas ó margas. Estas capas varían de
espesor, y se hallan mas ó meuos profunda-
mente colocadas debajo de la tierra vegetal.
Consiste su-carácler principal en hallarse casi
siempre acompañadas de enormes fragmentos
de rocas con ángulos musgosos llamados blocs
erráticos, de los cuates presentan algunos un
volumen hasta de 20 metros cúbicos.
Los cantos rodados y los blocs erráticos cu-
bren una gran parto de nuestro continente,
y se les encuentra sobre montañas tan eleva-
chis, que es imposible suponer que haya lle-
gado nuuca á su nivel ningún curso de agua
movida por las mas poderosas fuerzas actua-
les, de suerte que hay que creer para espli-
car su trasporte, en un violento cataclismo,
que habiendo producido grandes accidentes de
erosión, y bajo la influencia do poderosas cor-
rientes, habría dispersado esos detritus roda-
dos á distancias y á alturas mas ó menos con-
siderables.
En el vallo del Sena, encima del nivel del
rio, se nota una zona de aluviones antiguos,
TERRENOS
130
cuya anchura llega á mas de una legua en al-
gunos pujitos (Saint Gerraain, Boulogne, etc.)
Examinando con cuidado este depósito, se re-
conoce que contiene, no solamente blocs de
areniscas procedentes de la arcilla plástica de
los alrededores de Hontereau, sino también
.de Ja caliza jurásica que evidentemente vie-
ne 'do !a- Borgoña, y aun de los detritus de
granito , de sienita , de porliro y de gneis,
idénticos a los de las montañas del Morvan
(Nievre), de donde han sido acarreados. Estos
depósitos y sus análogos deben ser el resulta-
do del último cataclismo que puso fin al pe-
riodo paleoteriano , produciendo una erosión
general.
El modo de trasporte de estos blocs errá-
ticos tan enormes y que se asemejan muchas
veces á las masas de cantos rodados que cu-
bren las zonas nortes del Antiguo y de! Nuevo
Mundo, lian sido objeto de grandes discusio-
nes, y se lian concebido hipótesis mas ó me-
nos ingeniosas; pero sin que ninguna espli-
que el hecho de un modo satisfactorio. Por
eso piensan algunos geólogos que los blocs
erráticos han sido trasportados por grandes
bancos de hielos lanzados de los ventisque-
ros y empujados con violencia hacia el Sur.
Cuando se efectuaba el deshielo, se precipita-
ban las rocas desprendidas ya en el fondo de
las aguas, en Jas llanuras, en los valles, ó en
las montanas submarinas.
Por último , no encontrando varios geólo-
gos estas hipótesis suficientes para dar cuenta
de un fenómeno tan general, y para esplirar
el trasporte de los blocs erráticos, llamaron
cu su socorro á unórdende cosas casi sobre-
natural , auuque posible según algunos astró-
nomos. Se trata nada menos que del choque ó
paso de un cometa por la vecindad de la tier-
ra. Aumentándose la atracción de este astro
errante, en razón de su proximidad , hubiera
producido en la tierra grandes desbordamien-
tos en las'agiins del mar, de donde resultarían
inmensas corrientes que hubieran desunido y
arrastrado á grandes distancias esa musa do,
materiales diversos que constituye el grupo de
los aluviones antiguos.
Agréganse á estos mismos aluviones los
criaderos rcslaniíeros del Cornouailles , los
depósitos auvoplelinifcros esplotados en la
vertiente occidental de los montes Ourals; los
depósitos tan nombrados de! Brasil , de la Co-
lombia, de la California, y todos los depósitos
gemíferos ó de piedras preciosas formados de
cantos rodados , entre los cuales se encuen-
tran varios metales preciosos , acompañados
de esmeraldas , de topacios y de diamantes
desprendidos de sus situaciones originarias
por la acción combinada de los agentes ero-
sivos.
Los aluviones anligiios encierran gran can-
tidad de mamíferos fósiles , de los cuales tie-
nen algunos sus congéneres cutre los anima-
les actualmente vivientes; pero en otros mu»
2178 UrUUÜTECA l'Ol'OLAB.
chos géneros y especies no tienen, represen-
tantes en la naturaleza animada. Entre ellos se
hallan varias clases de mastodontes, de rino-
cerontes, el megaterio, colosal mamífero que
existe en el Gabinete de historia natural de
Madrid, y el megalonim. Citaremos entre los
restos orgánicos hallados en el valle del Sena,
el celephas primigenias y el gran alee de Ir-
landa (cervus giganteas) ,\esveá&s igualmente
perdidas. Al grupo que estamos describiendo
se refieren también los notables depósitos oxi-
feros de la costa de la Siberia, en que se ha
encontrado el elephas primigenius ó gran
mammouth, y el rinoceronte tichorinus, que
después de encerrados durante miles de años
en arcillas arenáceas, tenían sus cadáveres en
un estado de conservación que pudieron los
perros comerse la carne , lo cual hace creer
que se helaron aquellos inmediatamente des-
pués de muertos.
Para todo lo que á este género concierne,
recomendamos al lector el notable artículo
Grutas y cavernas, que ha insertado Mr. Des-
noyers. „
Miembro délos aluviones modernos.
Sinonimia: terreno post-diluviano {posl-
diluvium); periodo joviano de Mr. Ale. Brong-
niart: terreno de la época actual: terreno
reciente.
Este último miembro comprende todos los
depósitos que se han formado desde el prin-
cipio del período actual, durante los tiempos
históricos, y todos los que en la actualidad se
forman á nuestra vista. Presenta productos
muy variados, resultantes en general de la
desagregación de toda especie de rocas.
En las regiones montañosas , y al pie de
las escarpadas, vemos formarse diariamente
acumulaciones de tierras desprendidas, com-
puestas de la descomposición de rocas que
son desagregadas por la acción de la lluvia,
el hielo y demás agentes erosivos. Estos depó-
sitos presentan á veces in filtraciones de ma-
teria caliza ó ferruginosa, y que sirven á las
'veces de cimento que se solidiQca con el tiem-
po, dando origen á las brechas ó pudingas, se-
gún que los fragmentos son angulosos ú re-
dondeados.
Existen en varios pantos depósitos de di-
ferente naturaleza, como son los de aguas
pantanosas, en que diariamente se forma la
turba, con otros depósitos mas ó menos cena-
gosos, que debiendo hallarse en gran número
al principio de la época actual, contienen mul-
titud de osamentos pertenecientes por lo co-
mún á especies vivientes, y también á veces
á especies perdidas.
Sabido es, ademas, que acarrean y deposi-
tan sedimentos los cursus de agua, ora en el
fondo de los valles que recorren, ora basta su
embocadura, ó aun en el mar; dando asi naci-
miento á islas nuevas ó deltas de mu3 ó me*
i, as! ni a
flU
nns consideración. En otras partes hacinan loa
mures en algunas de las costas, ó en su seno,
montones dn guijarros y bancos de arena que
forman escollos peligrosos para la navegación.
lincuéntranse en las costas de algunas re-
glones restos de conchas mas ó menos arená-
ceas, consolidadas a efecto de la precipitación
del carbonato de cales que tienen en disolu-
ción las aguas.
[le esto tenemos nn ejemplo en las costas
do la Morca en Sicilia, y sobre todo cu la Gua-
dalupe, donde se ha hallado np esqueleto de
mugor cíe raza caribe probablemente, incrus-
tado en un depósito conchífero.
Los deposites marinos mas notables cor-
respondientes á este miembro, son los que
resultan de la acumulación de ciertos moluscos
que viren en familias, y principalmente de
los poliperos Las secreciones calcáreas y acu-
mulaciones de. despojos de estos animalitos,
bancos inmensos ó arrecifes que abundan con
particularidad en los mares de la zona inter-
tropical.
Por último, también se hallan los depósi-
tos de tobas calcáreas en los aluviones moder-
nos, asi Como otras concreciones calizas qun
depositan ciertos manantiales minerales, ó
que se forman por rezumamienlo en las gru-
tas y cavernas, produciendo el origen de las
estalactitas y las estalagmitas.
En estascav ernas es dond e parece q u e debían
habitar los mamíferos, y donde se encuentran
otros restos de anímales que probablemente
servían de pasto ¡i los primeros, pues se dis-
tinguen perfectamente lasseñales de los dien-
tes de animales carnívoros en los huesos roí-
dos y rotos que se han bailado1. También se
han visto en algunas cavernas mezclados con
los restos de animales de especies perdidas
osamentos humanos, y fragmentos de vagillas
y utensilios groseros, producto de la indus-
tria de los primeros hombres. (Véase el artícu-
lo Gruías y Cavernas^, de Mr. üesnoyers.
Aquí termina la descripción de los terrenos
sucesivamente formados por la vía acuosa,
siendo el Un que nos proponemos poner en
relieve los rasgos mas importantes de los gru-
pos que los componen. Pitea completar este
bosquejo geognóstico, vamos á esponer breve
y cronológicamente la aparición y descripción
de las primordiales rocas Ígneas que en todas
épocas han salido de la masa central de la
tierra al través de los terrenos sedimentarios,
trastornando estos con frecuencia y viniendo
á derramarse sobre ellos algunas veces.
TEMIMOS PLUfÓNICOS Ó DE OMG15N IGNEO.
Sinonimia: terreno pirogeno que com-
prende los terrenos granítico, piroíde y vol-
cánicos ó vukánicos de varios geólogos. De-
pósitos en masa ó Ígneos de Mr. Boué.
Según hemos indicado, las rocas que cons-
tituyen estos terrenos se hallan mezcladas ó
139
intercaladas con ias masas cstralitlcadas de
todas épocas, y en particular de las épocas
antiguas, llevando el carácter de rocas ema-
nadas del seño de la (ierra en estado de fusión
ígnea. Ilállanse como engastadas en el snob
primordial y en los terrenos BeíiWiéntáííos,
bajo forma de montones trasversales, formados
por inyección, ó al través de 'las hendiduras
causadas por quebrantamientos en la corteza
terrestre.
Tarto mucho el aspecto y la testura de es-
tas rocas ígneas, debiendo ecsullar tales dife-
rencias, de la ausencia ó de la presencia de
cierto número de elementos de formación, y
do varias circunstancias que han presidido á
su enfriamiento; asi es que por pequeña que
sea una roca, suelen verse en ella lauta va-
riedad de aspecto y de composición, que si
en lugar de ocuparse de la masa entera so fi-
jase uno en cualquiera de sus paites, se veria
cualquiera inclinado á dar un nombre distinto
á cada una do ellas. Su edad es do difícil de-
terminación, pues no pueden clasificarse tan
rigorosamente los producios' acuosos Boma
los Igneos, en razón de que en la casi totali-
dad de las materias ígneas, no existen la es-
tratificación ni los fósiles, bases de la estrati-
ficación de las rocas sedimentarias. Sin em-
bargo, como estas últimas corresponden gene-
ralmente á épocas distintas de los- terrenos
sedimentarios que lian atravesado, y que pre-
sentan en otras partes caracteres mineralógi-
cos que los distinguen, según las épocas mae
8 menos attttgaas á que pertenecen, se ha po-
dido á fuerza da combinar observaciones he-
chas en varias regiones, establecer un ótflen
relativo do antigüedad de un modo positivo,
aunque general.
Ya se comprende que no permiten los lí-
mites de un articulo de enciclopedia dar una
descripción detallada de las principales rocas
ígneas, y asi á ejemplo de varios geólogos,
rouniremos todos en cuatro grupus distintos,
(pie según su orden cronológico son los ter-
renos granitóides ó graníticos, tr achilo -ba-
sáltico, y lávico ó volcánico propiamente
dicíw.
tjerRbno cranitoide ó del giunito.
Principalmente caracterizado este grupo
por eL predominio que tiene el granito, y de la
testura granitóide que presenta, comprende
también sienitas, dioritas, pegmalilas, etc.
Todas estas rocas constituyen ciertas ma-
sas y zonas trasversales, que cortan los pla-
nos de estratificación de ias capas ó estratos
del terreno primitivo, en cuya parte superior
se igualan, y á veces se prolongan avanzando
hasta los antiguos terrenos sedimentarios. Pre-
sentanse por lo regular en anchas Usuras, por
donde se ha derramado la materia liquida é
incandescente crup ha llenado los eápacios
preexistentes,
TERRENOS
133
TERRENOS
(34
El granito compuesto de feldespato de
cuarzo y do mica, es la roca mas abundante que
lian proiiíicitlo las cspansioncs y levantamieñ-
los tle la tierra en las primeras edades. Ade-
mas de las montunas y terrenos de considera-
ción ipie forma en ia superficie de la tierra, se
lceitacn enormes fiionesó rlykes tfue atraviesan
algunos terrenos antiguos sedimentarios, loqHC
indudablemente indica cjue bu salido en dife-
rentesépocas.En relación con su ostensión ipic
suele llegar liasta 30 y 40 leguas cuadradas,
lia participado el granito de lodos los movi-
mientos de dislocación queban agitado la cor-
teza terrestre, y prueba de esto son los uni-
dlos filones que le atraviesan, cuya naturaleza
diversa y posterior, formación, pueden hacer
recordar la historia de las indicadas disloca-
ciones y enunciar sn edad. Estos filones, que
suelen entrecortarse, son estanníferos, cobri-
zos, plomíferos, etc. En el granito se encuen-
Irah generalmente las sustancias metálicas,
í'sreptuando, empero, el eslaño de Sajonia, el
do CorriouaUies, y los minerales de plomo del
Tirul, como la mayor parle de los criaderos de
plomo ó galena de nuestra península.
Espuestas algunas variedades de granito á
la acción de la atmósfera, se desagrega fácil-
mentu A consecuencia de la descomposición
del elemento feldespáticn. A esta circunstan-
cia se deben los notables trozos redondos de
granito que cubren frecuentemente el suelo,
y que se apilan unos sobre otros de un modo
raro.
La sieiiüa es después del granito la roca
mas importante del ¡erreno que nos ocupa;
presenta variedades de composición que la lia-
oen cambiar de aspecto, y constituye, lo mismo
que el granilo, territorios de consideración.
En .Siena, en Egipto, forma una banda trasver-
sal á la dirección del Nilo, que se estiende so-
bre unas 60 ieguas del Este al Oeste. Es me-
nos susceptible de descomposición la sienita
que el granito, y se nota que no contiene filo-
nes metalíferos.
Las demás rocas del terreno granitoide,
tienen rnueba menos importancia que el gra-
nito y la sienita, y son principalmente pegma-
liias y dioritas que forman también masas
trasversales; la primera -es una especie de gra-
nilo sin mica, y en su seno es donde existen
los cristales mayores que se conocen. En con-
tacto con la pegmatita se ban bailado algunas
grandes hojas de mica de Siberia que ban uti-
lizado los aldeanos rusos para vidrios de las
ventanas de sus cabanas , y que se emplean
muy, útilmente para servir de vidrieras en los
navios. Igualmente procede de esla roca el
magnifico cristal de cuarzo hialino 6 cristales
de roca, (pie se ven y' admiran en el Gabinete
de historia natural de Madrid.
Las pegmatilas presentan uu fenómeno cu-
rioso de alteración, cuya causa esaun poco co-
nocida; se descomponen por sitios, basta mu-
cha profundidad, sin quelas demás partea cons-
titutivas del granito participen de esta des-j
composición. A esla particularidad se debe el
origen del kaolín ó tierra de porcelana.
La dioriia se diferencia del granito en que
el cuarzo y la mica se bailan reemplazados
por el amfibol. Esla roca es generalmente de
granos pequeños y suele presentar en la agre-
gación de sns moléculas, un género particular
de cristalización , como en la diorita orbicu-
lar de Córcega, formada de una pasta de diori-
ta que contiene partes orbiculares con capas
concéntricas alternativamente compuestas de
feldespato y de antibol. Como pertenecí ente- al
terreno granitoide, los montículos de keosan-.
ion que se encuentran principalmente en Bre-
taña, y por último selagitas fraidonüas, eto.,
que existen en varias regiones. Menos espar-
cidas que jas otras, eslas rocas, forman un
territorio de poca consideración en alguno de
los puntos del terreno primitivo.
En la mayor parte de los paises montaño-
sos se manifiesta en la superficie del suelo el
terreno granitoide. Se le ve en ciertas partes
de los Pirineos, de los Alpes, en Bretaña, los
Vosges, el Limosin, etc. Se presenta con abun-
dancia en Sajonia, en Silesia, en Bohemia, etc.,
y en nwcltos puntos de Africa, de América, y
sobre todo del Asia. Las cordilleras que cons-
tituye son muy elevadas , y redondas por lo
genera!, pero i veces se hallan escarpadas sus
cimas y terminadas en punta.
TERRENO P0RFIRIC0.
Rállase bastante esparcido en la naturaleza
este terreno, comprende, como el anterior, va-
rias rocas diferentes, entre las que dominan
los pórticos. No permitiendo el estado actual
de los conocimientos geognóslieos, establecer
datos cronológicos muy rigorosos sobre la apa-
rición de estas diversas rocas, diremos únicas
mente en general que empezó su. salida y es-
ponsión después de la formación del terreno
primitivo, y que los diques ó masas trasversa-
les ó productos eruptivos que han formado en
los terrenos sedimentarios, pertenecen princi-
palmente á las épocas siluriana, devoniana y
carbonífera.
La composición y aspecto de los porfiros
varia mucho (véase -el articulo rocas.) Aun-
que salidos todos del mismo centro presentan,
según Mr. Cordier, dos clases diferentes de
formación. Unas, las mas antiguas, resultan de
las expansiones causados por dislocaciones ge^
nerales ó locales, mientras que otras parecen
producidas por erupciones volcánicas análogos
á las actuales: asi es que tendremos en ade-
lante que considerar dos especies de productos
ígneos; las de salida y esponsión por entre
las fisuras de la corteza terrestre , y las de
erupciones llevadas á la superficie por medio
de chimeneas volcánicas: estas últimas adquie^
, ren mas importancia á medida que aumenta el
poder de la corteza terrestre; las otras por el
TERRENOS
136
contrario desaparecen en la época de la forma-
ción paleoteriana, ó si es que aun existen no
forman ya mas que diques resultantes de las ¡
salidas y espansiones de las lavasen las H- ¡
surns. , j
Los producios dct terreno porflroide son
principalmente porfiros pretosiüceos, sieküi- '
eos, protoginicos y pirogénicos, dioritas, sie-
nitas circonianas (Noruega) piromerides (Cór-,
cega) y rocas piroxénicas mas raras, llamadas
lerzolita, ofitona, ofita y mimosita.
Se considera generalmente que el terreno
porfirico propiamente dicho, no subo mas que
el carbonífero en la escala geognóstica, pero
se agregan á la formación porfirica varios de-
pósitos pirógenos, que si bien salieron algo
después del mismo centro, se colocan como
intermediarios del terreno porfirico pro'piamen-
te'dicho, y del trac-hito balsáticoqae le sigue.
No se han formado en efecto durante los perio
dos penjuatriásico y erósico, sino productos
pirógenos de mediana estension. Estos son los
porliros dioriticos, levcostiles, mimosites, etc.
lío sucede lo mismo en el periodo cretá-
ceo que parece terminado por erupciones vol-
cánicas casi semejantes á las actuales, y por
muchos derramamientos operados por entre las
fisuras de la corteza terrestre. El terreno cre-
táceo presenta eu el Mediodía de la Francia,
grandes intercalaciones de rocas antibélicas,
como son la diorüa anfiboliia y porfiro dio-
ritico. En otras partes domina el sistema piro-
génico que consiste en mimosita y en porfi-
ro piroxénico. En Sajornase ven también ro-
cas análogas representadas por retinitas.
El terreno porfirico contiene varias sus-
tancias metalíferas, como el mercurio, manga-
neso, imán, sulfuros de hierro y varios óxidos
de este metal: también se encuentra oro y plata,
y sabido es que las situaciones importantes de
estos dos metales preciosos existen en esta for-
mación, en Méjico, en Transilvania, en Hungría
y en la Península.
El aspecto del suelo de las montañas por-
firicas es de forma cónica. Su altura en los
Yosges es de 1,000 á 1,500 metros. En otras
partes son menos elevadas, y presentan co-
munmente grandes depresiones en sus flancos.
El terreno porfirico, es, por lo demás, tan fre-
cuente en la naturaleza que seria , ocioso em-
prender aquí una enumeración ni aun general,
de los sitios en que. existe. Se le encuentra
siempre y en todas las situaciones posibles,
mezclado con las formas estratificadas que le
corresponden, y tan prorito se hallan inyecta-
das ó intercaladas estas rocas entre las capas
sedimentarias, sobre grandes ostensiones, co-
mo conslituyen cimas de colinas'ó de monta-
fias, y otras veces, en fin, forman también
en la superficie, acumulaciones ó terrenos bas-
tante estensos, como en algunos puntos de
Alemania.
TERRENO TRACTOTO— BASALTICO.
Los depósitos pyrogenos de este grupo
resultan únicamente de erupciones volcánicas
ocurridas durante el p'eriodo paleoteriauo. Es-
tas rocas de tesüira cristalina menos aparen-
te que la de los grupos que anteceden, pue-
den dividirse en tres sistemas mineralógica-
mente distintos. ■ -
El primero no presenta mas que rocas fcl-
despáticas (traqiüias).
El segundo no ofrece mas que rocas de ba-
se piroxénicas (basaltos].
El terreno es misto, ó compuesto de rocas
feldespáticas y piroxénicas.
. Eltipo del sistema feldespático ó traquhi-
co se manifiesta principalmente en los mon-
tes Engáñeos, en el Siebengebirge, en el Vi-
varees, etc., se compone de traquita, de pór-
tico l raquítico, (leucostita) de fonolita, de óí>si-
diana y de conglomeratos traquiticos. Estas
rocas traquíticas forman dykes, filones y so-
bre todo masas espansivas ó eruptivas de cier-
to espesor y menos diseminadas que el basal- ■
to, circunstancia que indica que á su salida
tenían cierto estado de pastosidad y consisten-
cia que no les ha permitido estenderse tanto
como ha sucedido á- otras materias eruptivas
de distinta naturaleza; asi es que presentan
ondulaciones y asperezas en los declives don-
de se han desparramado.
La. mayor parte de los volcanes, apagados
ó en actividad, se hallan establecidos sobre
masas traquíticas, como en el centro de la
Francia, en las islas del Cabo Verde, y sobre
todo, en América en la grande cordillera de los
Andes, donde todas las bocas ignívomas ó que
arrojan lavas, etc., descansan sobre rocas de
esta naturaleza. La traquita constituye masas
de consideración en otras muchas regiones vol-
cánicas y se presenta bajo forma de terrenos
y de montículos cónicos, i veces muy eleva-
dos. Se le considera como anteriores á las ro-
cas basálticas que forman nuestra segunda di-
visión.
Caracterizan el sistema piroaténivo ó ba-
sáltico, el basalto, la basanita, la mimosita, la
dolerita, la anfigenila, la peridolita, las es-
corias, etc. Teniendo las capas que formaban
eslas rocas mas estension que la" de las rocas
traquíticas, maniiieslan haber gozado de ma-
yor Quidez, contribuyendo esta á que so ha-
yan eslendido eon menos espesor. Manifiésta-
se en Francia el terreno basáltico en los depar-
tamentos del Aveiron, del Cantal y de 1' Arde-
che, y en España en Olot (Cataluña), en las. is-
las Canarias, y en otras localidades. También
semupstra en Sajonia, en Bohemia, enlallesse,
y, sobre todo, en las Islas Ilebrides (en Esco-
cia), donde se ve en la isla de Slaffa la célebre
columnata prismática, llamada Gruía de Fin-
gal, y por último, en Irlanda, en Antrim, lo-
calidad célebre por su Calzada de los Gi-
gantes.
437
TERRENOS
438
La estructura basáltica de 3, 4, 5, 6, 7 y S
lados ó planos afectan casi constantemente las
masas basálticas, proviene del retrocedlmienlo
producido por el enfriamiento. Se ve á las p re-
dichas sustancias basálticas del mismu aspecto
mineralógico, tanto en las masas eslendidas ó
deespansiou, como en lasque constituyen dy-
kes y aun filones; la forma exagonal es la que
presentan comunmente, y la de cuatro caras ó |
planos es la menos frecuente. Estos prismas
tienen a las veces de alto de 25 á 30 metros y
su diámetro es muy variable pues que los hay
desde 5 á 40 centímetros Se ven estas colum-
natas prismáticas que son perpendiculares y
guardan cierta simetría, como si fueran parte
de «na obra arquitectónica.
Debe saberse, porque es importante y cu-
rioso, que la predioha estructura prismática no
la ofrecen solamente las indicadas rocas basál-
ticas, sino que también algunas masas erupti-
vas traclnücas de Islandia ofrecen semejante
forma y disposición columnar, lo .que es de-
bido igualmente al retraimiento que lia esperí-
mentado la materia eruptiva en su enfria-
miento,
Respecto al sistema misto (feldspálico y
piroxenico) está este en lo general mas esten-
dido que los dos anteriores, y aunque este
sistema deuominado misto, presenta diversas
irregularidades, se ha observado que estas ir-
regularidades tienen lugar en las eslremidades
de las rocas ó lavas piroxénicas, y en el .cen-
tro las feldspáticas, que en razón de su estado
mas consistente, no lian podido avanzar tan
lejos como las primeras. De esta disposición,
hay magníficos ejemplos en Tenerife, en el
Puig de Dome, en el Mont-Dore , y en otras
varias regiones.
las rocas sedimentarias ofrecen en la pro-
ximidad de las masas de origen ígneo, huellas
visibles de alteración, y presentan por consi-
guiente un aspecto diferente de su estado ha-
bitual. Asi es, como en contacto con los ba-
saltos, han adquirido ciertas calizas una tes-
tara mas ó menos cristalina; la hulla en cir-
cunstancias análogas, pierde su betún y pasa
á la antracita; las areniscas se rompen, y to-
man á voces un aspecto de vitrificación, y las
demás rocas se trastornan siempre poco ó mu-
cho. Estas especies de alteraciones no se re-
producen, sin embargo, infaliblemente eu cir-
cunstancias análogas, asi es que frecuente-
mente vemos que Tos productos de origen acuo-
so, están en contacto inmediatamente con los
productos ígneos, sin presentar por esto la
menor señal de alteración, lo cual no sucede
ademas sino sobre una escala muy limitada.
Es probable que alterados grandemente por
el gran cataclismo diluviano, hayan perdido
en parle su forriia;primiliva los numerosos
depósitos de erupciones volcánicas del periodo
pahotariemo. Preséntense la mayor parte de
las rocas pirogenas de esta ¿poca, bajo for-
mas de corrientes de lavas, de escorias, de
cenizas ó de materias incoherentes, consoli-
dadas á veces por un cimiento posterior, que
ha formado conglomeraciones.
En los puntos donde han sido movedizas
estas materias, seencueutran accidentalmente
á las veces, algunos restos orgánicos perte-
necientes al elephas primígenius , al rhino-
ceros tichorinm , etc. Estos animales y sus
restos, han sido sin duda envueltos por sus-
tancias minerales de poca consistencia y lan-
zados muy lejos por los volcanes. Encuén-
transe estos restos orgánicos de especies per-
didas, en Avernie, en el Mont-Dore, en la pro-
longación de los Apeninos, ele. , pero hasta
aquí ningún indicio ó resto de la industria hu-
manase ha descubierto, lo cual conviene per-
fectamente con lo que en el estudio de los
terrenos sedimentarios correspondientes -A. es-
ta época se ha manifestado.
TERRENO LAVICO Ó VOLCANICO PROPIAMENTE
JUCHO,
Conságrase generalmente esta denomina-
ción i los depósitos volcánicos, resultantes do
las erupciones sobrevenidas desde el princi-
pio de la época actual ó histórica, hasta nues-
tros dias. ítingun carácter particular presenta
este grupo pirogeno moderno, que lo distinga
del terreno precedente. Las materias que lo
componen son absolutamente semejantes á las
materias arrojadas durante el período paleo-
teriano, con la diferencia, sin embargo , de
que el tiempo ni las circunstancias permitie-
ron á las infiltraciones minerales, obrar sobro
estos productos recientes como sobre los mas
antiguos, resultando de esto que los primeros
difieren de los productos antiguos por la au-
sencia casi completa de minerales accidenta-
les. Sos elementos incoherentes no han podi-
do volver á consolidarse después por medio
de nn movimiento cualquiera, como ha sucedi-
do a las materias volcánicas del periodo pre-
cedente. Hedía la abstracción de estas cir-
cunstancias, se halla representado el terreno
lávico, por las mismas lavas ó rocas feldspáti-
cas, basálticas, peridóticas y vitreas.
Importa observar aqui que las rocas volcá-
nicas del período precedente , son el resulta-
do de erupciones considerables, y que eran á
la vez mas generales y mas poderosos los fe-
nómenos quo las producían, que los de la épo-
ca actual. Resulta de esta observación per-
fectamente probada, que ha perdido y pierde
cada dia mas importancia la causa que presidé
á la salida de rocas pirogenas , pues desde el
principio de nuestro período, resultan apaga-
dos mas de la mitad de sus volcanes.
Nada mas diremos sobre el terreno lávico,
tan fácil de apreciar, y solo repetiremos que
sus productos no se diferencian de los do la
época precedente, mas que por el carácter cro-
nológico que los separa, y porque contienen
algunas veces restos de la industria humana,
TERRENOS— TERUEL
(40
unidos á despojos de animales pertenecientes
á las especies que viven actualmente.
Reasumiendo en pocas palabras loa liectios
capitales de los terrenos Ígneos ó pirógenos,
veremos que desde la época mas remola hasta
nuestros dias, ha habido continuidad en la sa-
lida de las materias pirogenas; que se lia he-
cho esta espresion , primero por espansiunes
de la materia terrestre y después por erup-
ciones; que ha sido mas frecuente y de mas
consideración en las épocas anteriores; que ai
mismo tiempo tenían mayor fuerza o disposi-
ción para la cristalización estos productos ter-
restres; y finalmente, que cuanto mas se acer-
ca ta época actual , mas se reduce y aminora
el poder que preside á los fenómenos erupti-
vos, de suerte que las lavas (fue brotan actual-
mente V se encuentran aisladas y estrañas has-
ta cierto punto al suelo que las recibe.
Terminamos aqni este articulo, tal vez al-
go estenso para el espacio que le eslá destina-
do, pero demasiado corto ciertamente para
" reasumir con exactitud todos los caracteres de
los terrenos y buscar las diversas causas que
lian presidido á su formación. Se encuentra
ademas completado por los arliculos'y obras
de Mr.- HT. Elie de Beaumont y Constan! I'rcvosl;
y por los importantes trabajos de otros dis-
tinguidos geólogos.
TERRESTRES. (Historia natural.) Familia
de moluscos gasterópodos det orden de los
pulmonados, caracterizada por la existencia de
cuatro tentáculos, de los cuales dos llevan fos
.ojos en su estremidad. Los hay desnudos y
testáceos. Entre los primeros se hallan las 6a-
bosas ó" limazas, y entre los segundos losfté-
íices y bulimos.
TERRÍCOLAS. {Historia natural.) Orden de
annélidos, caracterizados por carecer de ca-
beza y branquias esleriores y tener cerdas
para la locomoción. Viven tinas veces en tu-
bos sólidos y otras metidos en el fango ó en
la arena. Pertenecen á este orden la lombriz
de íterro-y las náides.
TERUEL. [Geografía.) Provincia de España,
de tercera clase, y una de lastres que formaban
el antiguo reino de Aragón. Confina por el N.
con la de Zaragoza y Huesca, por el E. y S.
con las de Tarragona, Castellón de la Plana f
Valencia, y por el ü. 'con las de Cuenca y
Cuadalajara. Se halla 'situada en el limite meri-
dional del anligub reino de Aragón á los 3í)u
51' WJ latitud S;, 41° 50' 00" N. y 3" 57'
40" longitud E., Iu 58' 15" 0., tómalo del
meridiano de Madrid'. Corresponde en lo ecle-
siástico, parle á la diócesis de su mismo nom-
bro y parle á la de Zaragoza, Albarracin y Se-
gorbe; en lo judicial á la audiencia territorial
de Zaragoza, en lo militar á la comandancia
general de Teruel, afecta á la capitanía gene-
ral de Aragón, y en lu civil y administrativo
al gobernador (le la misma. El clima es frió
por Ib general á causa de las muchas sierras
que la cruzan en diferentes direcciones. Cuin-
prende S9ÍI leguas cuadradas de superficie,
los diez partidos de Albarracin, Alcañiz, Aliaga,
Calamncba, (Mellóte, Ilijar, Mora, Segura,
Teruel y Valclorrobres,- y 62,7 IR vecinos y
250,000 almas. Una gran parte del territorio
de esta provincia es quebrado , montuoso y
dominado por encumbradas sierras, si bien en-
t re ellas se forman dilatadas llanuras, 'como
los campos de Celia, Mpíireál¡ Visedo, Visiedo,
y la mayor parte de la Tierra Baja , viéndose
en sus cañadas vegas frondosas y ricas ferti-
lizadas por los ríos que corren en diferentes
direcciones y por multitud de arroyos y ma-
nantiales. La sierra mas estensa que recorre la
provincia y puede considerarse como matriz
de las demás es la de Albarracin, que Antillou
reputa un su Gaografia como emanación de la
gran cordillera, denominada Ibérica. Los ríos
principales son el Ebro, el Jiloea, el Martin,
el Guadalope, el Alfambra, el Mijares, el Turia
y el Guadalaviar. Hay cuatro fábricas de sal de
de. agua en esta provincia; la primera y prin-
cipal está situada alS. en los confines de la de
Valencia; llámase las Salinas de Arcos por ha-
llarse á media legua de, distancia del pueblo de
este nombre. Elabora anualmente 9,000 fane-
gas .de sal. La segunda se denomina de Ojos
Negros, entre S. yN. á inedia hora del pueblo
del mismo nombre; produce unas 4,000 fane-
gas anuales. La tercera se titula de Armillas
y la cuarla situada en el valle de Valtablado se
halla á tres huras del pueblo de Frias, confi-
nante con Castilla la Nueva, y produee anual-
mente 3,00(1 fanegas.
Las producciones que mas abundan en esta
provincia son. revéales, vino, aceite, lanas,
seda, cáñamo, Uno, azafrán, frutas esquisitasy
hortalizas de todas clases; se cria mucho ga-
nado'lanar, vacuno y de cerda. En los pueblos
de la ribera de Mosqueruela se hacen sabrosos
quesos, distinguiéndose el de Troncbon. Los
montes abundan en maderas y leña, y en caza
do todas clases Los rios producen buen pes-
cado.
El estado de los caminos de eata provincia
es muy poco satisfactorio , pues no la cruza
ninguna carretera general; poro se construye
actualmente una que partiendo de la capital
sigue el curso derecho del Jtlocapor medio de
ios campos do Celia y Monreal ; por lo demás
existen varios proyectos para abrir diferentes
vias de comunicación, siendo el mas impor-
tante la construcción do una carretera que par-
tiendo desde Monreal del Campo atraviese los
partidos de Calamocha, Segura, Caslellole y Al-
cañiz hasla el Ebro, poniéndose en contacto
con la provincia do Tarragona. Todos los de-
mas caminos son trasversales en su mayor
parlo y los restantes do herradura en muy mal
estado.
La inslruecion pública eslá bastante atra-
sada, pues á escepciou de la capital y de las
cabezas do partido, apenas se encuentran es-
íableciimenlos de esta clase en los domas pue-
TERUEL
U{2
los de la provincia. La industria se halla li-
mitada á algunas fábricas de paños bastos y
bayetas de Albarraein, RuLiielos de Mora y No-
g-uerneías, á !a nuil tilud de telares que. se en-
cuentran en casi lodos los pueblo? para la fa-
bricación de lana y cáñamo destinados á los
usos domésticos, mantas, fajas de diferentes
colores, alpargatas, algunas fábricas do papel,
siendo muy notable la de los señores Tempra-
do y compañía, establecida eu Yillarlunngo,
varias de jabón, curtidos, batanes, martinetes
de batir cobre y alfarerías. El comercio es bas-
tante animado, especialmente el de cereales,
que sostiene con las provincias de Cuenca,
Ouadalajara, Castellón y Valencia. Se espolian
los artículos siguientes: granos, lanas, seda,
aceite, lienzos, bayetas y paños, y la impor-
tación se reduce á géneros ultramarinos, arroz,
bacalao, garbanzos de Castilla y manufacturas
nacionales y estrangeras. Se celebran en toda
la provincia ias siguientes ferias: en la capital
el lio de mayo y 21 de setiembre; en Mijar el
2 de febrero; en Montatban en ID do marzo;
en Canlavieja el 28 de agosto ; en Aliaga el
8 de setiembre; en Orilmela de Aragón el 12
do ídem; en Calauda ei 29 de ídem; en Alcalá
de la Selva el 4 de octubre; en Santa Eulalia el
12 de idem; en la Hoz de la Vieja el 3 de
noviembre; en Calaceite el 13 de diciembre, y
en ílotfili el 21 de id.
MOTEE! ciudad de España, capilal de la
provincia, partido judicial y diócesis de su
nombre,, residencia de las autoridades supe-
riores de la misma, situada sobre una altura
en la orilla izquierda del rio Guadalaviar, con
clima sano aunque algo húmedo y frió por la,
noche. Su población asciende á 1 ,791 vecinos
y 7,105 almas. Está cercada de antiguas mu-
rallas, y su contorno es una figura irregular,
con 7 puertas que dan entrada á la población.
Las calles son por lo general estrechas, tor-
tuosas y mal empedradas. La altura de las ca-
sas es de 30 á 40 pies, y su distribución inte-
rior es antigua y de poco gusto. Su aspecto
estertor nada oTrece de notable, pues no reve-
la ningún orden arquitectónico. Hay 14 pla-
zas, las principales son: la Mayor, que forma
un polígono y tiene 537 varas cuadradas y
soportales en sus contornos perfectamente pa-
vimentados, viéndose en ella las principales
tiendas de comercio y una antigua fuente de
construcción irregular; la plaza do la Marque-
sa, que es de figura cuadrilátera, de 420 va-
ras de superiieic; la de la Catedral, que es un
polígono de 389 varas de superficie con una
fuente en el costado N.; la de Santiago, de fi-
gura cuadrilálara con 66 varas de superficie y
una fuente al lado del 0 ; la del Seminario que
"gara un polígono de 43G varas y está deco-
rada con el frontispicio delsemluario conciliar
que |e da nombre; la de San. Miguel, de forma
cuadrilátera con 72 varas de superficie; la del
Pescador; la de la Judería; la de Bobinar; la de
San Andrés; la de San Juan, donde se ha hecho
una plantación de calles de árboles para que
sirvan de paseo con una fuente en el lado N.;
la plaza del Tremedal y la del Gobernador.
Hay en esta ciudad monumentos notables,
enlre los que debemos citar primeramente la
catedral, que tiene la advocaeionde Sta. Muría
de.Media Vila, y fué en lo antiguo simple par-
roquia. Consta de tVes naves paralelas con un
crucero, sobre el cual descansa un cimborio
de dos cuerpos al estilo gótico. La na,ve del
medio y el Iras-altar, han sido renovados de
arquitectura moderna. Los adornos del templo
son bastante escasos por cierto, siendo muy
regular el feciio de las naves laterales. Él altar
mayor cu cuanto á su arquitectura es do estilo
medio ó plateresco; pero el de la escultura es
mas grandioso; pertenece á la escuela lloren-
tina del tiempo de Miguel Angel. En doce ta-
bleros colocados en los diferentes cuerpos del
retablo., se ven asuntos de la Vida y pasión del
Redentor con figuras casi totalmente relevadas:
en el parage principal está la Asunción de
Nuestra Señora, de escultura, y 33 estátuas co-
locadas en los nichos del retablo. Al lado de la
epístola y propiedad de los duques de Villa-
hermosa está la capilla de los Santos Reyes.
En dos urnas colocadas á cada lado de laca-
püla se encierran las .reliquias de los santos
mártires Alejandro, Jacinto León y Eugenio, y
las'de las vírgenes Gerónima, Margarita y Es-
colástica. La reja del coro, de gusto gótico se
vé adornada con grandes follages, y algunos
ramilletes ejecutados con el mayor primor. Su
sillería, regalo del obispo de esta santa iglesia
Bon Martin Terrer, después de ser promovido á
la de Tarazona, á principios del siglo XVII, es
de órdeu dórico, con columnas estriadas eu-
tre los asientos. Cutre las varias alhajas de este
lemplo se conservan una custodia de plata de
orden plateresco con seis columnas abalaus-
tradas; en el tabernáculo ovalado, y entre los
dos ángeles que sostienen la Santa Hostia, hay
un pequeño dosel, y un arca para el monu-
mento, todo del nlejor gusto, teniendo la si-
guiente inscripción: Humilium celsitudini Pe-
trus ¡tfartiiius Rubio, decanu? Turolensis,
mrdinm vice-Rugía Qubernalor , sacroi Ro-
manos Rotee auditor. Posteriormente el iius-
(risimo señor obispo de aquella iglesia regaló
otra custodia labrada en Córdoba en 1742 por
Bernabé (jarcia de Sos Reyes; liene mas de 14
arrobas de plata; su estilo es churrigueresco,
y su forma la de un templete de dos cuerpos
sobrepuestos, sostenidos por columnas con re-
lieves y adornos de bueu gusto y terminando
eu una corona imperial.
Los demás templos, San Miguel, San Pedro,
San Andrés, San Juau y San Salvador, todos
parroquias, nada ofrecen de notable, á ascen-
ción de algunos retablos y pinturas , obra de
los mejores artistas de aquella época. El semi-
nario es un ediíicio de colosales dimensiones,
pero sin ningún órdeu arquitectónico marcado.
Sin embargo, su iglesia es magnifica y consta
143
TERUEL
444
de una nave con cmz latina. Es notable el
busto de su fundador el obispo de Teruel é in-
quisidor general donfrancisco Pérez de Prado,
ejecutado por don Felipe de Castro. Fué en un
principio colegio de jesuítas, después semi-
nario conciliar y en el día sirve de cuartel.
Hay tíos conventos de monjas y ludio dos de
frailes, el Carmen y Santo Domingo, donde se
hallan hoy todas las oficinas de hacienda. Las
casas consistoriales, cuyo frente principal da
á la plaza de la Catedral, se hallan en un esta-
do ruinoso, particularmente por el costado que
da á la plazoleta del Almudi Viejo. Ademas
de los ediücios que dejamos mencionados, tie-
ne esla ciudad una casa de misericordia, don-
de hay telares de lienzo y alpargatería á que se
dedican los hospicianos que se acogen en di-
cho establecimiento; un hospital , que en su
principio fué destinado á los leprosos con la
denominación de San Lázaro, y por último va-
rios edificios eslramuros que fueron conventos ¡
de frailes. -
La instrucción pública cuenta con cinco es- '
cuelas de primera educación sostenidas por el '
ayuntamiento, con el instituto provincial de;
segunda enseñanza y el seminario, donde hay :
doce alumnos internos y cuatro catedráticos, j
uno de moral, otro de teología escolástica, 1
olro de filosofía y otro de gramática latina, j
El rio Guádalaviar riega antes y después
de Teruel, una hermosa vega bien cultivada. ¡
Tiene hermosos paseos por la parte de dicho '
rio, -en el que sé cogen abundantes truchas, i
anguila- y barbos. A un cuarto de hora de la j
ciudad, por la parte del Norte, hay una casa de ]
baños medicinales, cuyas aguas tienen la vir-
tud de curar prodigiosamente los dolores reu-
máticos, las afecciones de estómago y otras de
esta clase. Su industria consiste en fábricas de
paños, curtidos, tintes y batanes, telares para
lienzos y talleres de cordelería, alpargatería y
obra prima. Hay fábricas y alfarería.
TERUEL. (H istoria.) Esta ciudad, tanto por su
situación en territorio que fué délos celtíberos
tusones, como por la alusión de los nombres,
es indudablemente la famosa Turba de la España
primitiva. Sobre la etimología de esta palabra
nu han faltado autores que hayan dicho proce-
der del idioma vascuence , interpretándolo
aguaducho; pero el erudito don Miguel Cortés
lo deduce del hebreo, de las voces thor y bat
ó bel, interpretándolo Domus Tanre, según la
costumbre antiguado llamará las ciudades con
el nombre de Domus. La primera noticia his-
tórica que aparece de Turba ó Teruel es con
motivo de la célebre guerra saguntina. Según
Tito Livio, los tnrbitanos eran vecinos de los
sagtmtinos, quienes, sostuvieron una empeña-
da cuestión de límites por haber invadido es-
tos iiltinios el territorio de los primeros: as; es
que los turbitanos, no solo no se opusieron á
la ruina de Sagunto, sino que fueron los pri-
meros en acometerla al frente de su poderoso
auxiliar, y cuando los saguntinos pidieron con-
diciones honrosas para evitar la total ruina
que llegaron á mirar de cerca, una de las que
se les impuso fué la restitución de los territo-
rios que tenían usurpados á los turbitanos.
Estos vieron por Un colmados sus deseos coa
la destrucción de Sagunlo, y entraron en po-
sesión de los territorios cuestionados, mientras
aquellos de sus enemigos que habían sobrevi-
vido á los horrores de tan terrible guerra, eran
vendidos por esclavos; pero Ires años después
los Escipiones victoriosos de los ejércitos car-
tagineses por toda la España Citerior, libertan
del cautiverio á los desgraciados saguntinos;
les restituyen su ciudad y sus campos, la en-
greída Turba es arrasada, sus vecinos vendidos
en pública subasta , y sos -campas y aldeas
quedan tributarios de sus antiguos émulos. Sia
embargo, los turbitanos de las aldeas, auxilia-
dos por los cartagineses, cuando volvió" á mos-
trárseles propicia la guerra, lograron recobrar
su ciudad y desechar mas adelante el predomi-
nio saguntino. En el año 196 antes de Jesucris-
to, fué testigo esla ciudad de una Famosa bala-
lia ganada junto á ella por el pretor Q. Minu-
cio Termo, sobre los celtiberos mandados por
sus generales Bndar y hesasides, de los cuales
quedé preso el primero con 12,000 muertos y
completa dispersión del resto del ejército, no-
minada Teruel por los árabes permaneció en
su poder basta el año de 1171 en que la con-
quistó el rey don Alonso 11 de Aragón sin mu-
cha pérdida , y la restauró y pobló por el mes
de octubre para ser elfuerley homenage de la
conquista del reino de Valencia. Los morado-
res de Teruel fueron los que socorrieron á
don Jaime el Conquistador, cuando se hallaba
en Murcia en grande apuro por falta de víve-
res. La ciudad disfruta varios fueros, entre
ellos el de Sepúlvcda, Durante la guerra de la
independencia contra la invasión francesa de
1808, prestó esta ciudad importantísimos ser-
vicias á la causa nacional. En ella se restable-
ció la junta de Aragón en 30 de mayo de 1 SOS.
En julio de 1843 resistieron sus habitantes con
estraordinaria constancia á las tropas sitiado-
ras, por cuyo motivo obtuvo la ciudad para su
ayuntamiento el titulo de escelenlisimo, de
que goza, y ademas un nuevo cuartel para sus
armas, cual es, en campo rojo un canon y un
obús cruzado, con una pila de balasen su cen-
tro, como emblema del ataque sufrido y de la
victoria conseguida. Al mismo tiempo le fueron
también conlirmados los títulos que de inme-
morial goza, de muy noble, fidelísima y ven-
cedora. Ademas del cuartel espresado, ostenta
el escudo de armas un murciélago, en memo-
ria de la parte que tuvo esta ciudad en la con-
quista de Valencia, y un toro con una estrella
encima.
En esta ciudad nacieron los famosos
clon Juan Diego -Martínez de Mareilla y do-
ña Isabel de Segura, conocidos por losAman-
tesde Teruel, cuyos esqueletos se conservan
en el claustro de la catedral; el padre Gcrónh
MS TERUEL-
modellipalda, do la compañía deJesiis; don Se-
bastian Navarro de Arroita, obispo de Tarazona.
y don Pascual lbañez, escritor.
TEliHEL. (orikpado be) Es sufragáneo del
aBÓÉIS'pttdü de Zaragoza, con el que confina
por el N.; por ct B. con el mismo y la diócesis
de Tortosay Valencia; por i'í-5. con esta úl-
tima y la do Scgorbe; y por el 0. con la de
Segorbe y Albarracin. El círculo es de unas 54
leguas, distando de la capital el estremo más
aportado unas 14 leguas al E., y el mas cerca-
no J leguas al 0. Pertenece á ésto obispado el
piiebíti de ltcchi, enclavado en la diócesis de
Torlnsa, que dista 1S leguas de su capital Tc-
rocl; pero no bay parte alguna eslraña dentro
de sus confines. Toda la diócesis pertenece á
la provincia civil do Teruel, cscepto o) segre-
gado pueblo de Becfal que eslá en la de Caste-
llón de la Plana Comprende el obispado 89
parroquias, co lasque hay 2GI beneficiados,
373 beneficios, 36 capellanías colativas y 113
laicas. En 1822 eran los perceptores de diez-
mos 330, y los no perceptores 17(5: lialna 5
conventos con 102 individuos, á mas de 14 se-
cularizados y esclauslrados; siendo la pobla-
ción total de la diócesis 12,019 vecinos ó
48,565 almas. La iglesia fué erigida en cate-
dral en 1677 y cuenta 6 dignidades, 10 ca-
nónigos, 5 racioneros y 2 medios. Hay ademas
una colegiala en Rnbielos y otra en Mora con
33 sirvientes; y no seminario conciliar, ad-
vocación de la Concepción y Santo Toribio de
Mogrobejo, incorporado á la universidad de
Huesca.
TERUEL; (paivtido de) Es do término en. la
provincia y diócesisde su nombre, y consta de
los 34 pueblos de Aldehuela, Alfambra, Cama-
fias, Camarona, Campillo, Cascante, Castralbo,
Cándele, Cedrillas, Coladas, Gomad, Corbalan,
(¡nula, Cuevaslabradas, Escorigüela, Escrielie,
Libros, Orrios, Peralejos, Perales, Pobo, Puebla
de Valverde, Hiodeva, Rubiales, Teruel, Tor-
lojada, Tramaeasliel, Valaclocbe, Valdecebro,
Víllalbl Alia", Villalba Baja, Villaspesa, Villas-
tar yVillel, con 5,319 vecinos y 29, S06 al-
mas.
TESALIA. [Geografía éhisioria.)Vñm\U\d.-
nienle Ilemonia, hoy dia sundjakato de Triga-
la, ele: una de las siete Comarcas de la pe-
nínsula helénica al S, de los monles Seardo y
del Humus, situada en ía costa oriental entre
la Maccdonia al N, y la Grecia propia al S.;
fenia al 0. la cadena del Pindó, que la separa-
La del Epico, al E. el mar, y al S. la cadena
del Oeta; el Olimpo,, el Ossa y el- Pelion for-
maban otra casi paralela á la costa; el pais es-
taba regado por dos ríos principales, el Sper-
chio al S.,y el Feneo al N» Eslavo en un prin-
cipio habitada iior los pelasgos y se le dió el
nombre de Ilemonia, recibiendo luego á una
porción de pueblos de la misma raza, aunque
menos civilizados; los tesados, procedentes de
Tespota que comunicaron su nombre átodo el
pais, los pbtiotas y los dorios-aqueos, que de-
'¿17D IHULIOTKCA POPULA».
-TKSORO 146
jaron la Tesalia por la Grecia propia y el Pe-
loponeso, y los en ¡anos que acabaron por fi-
jarse al SO. de la provincia. También estuvo
ocupada en los tiempos mas remotos por los
lapitas, los mirmidones, los dolopes y los driu-
pes que desaparecieron pronto. Cuando los do-
rios abandonaron el pais ochenta años antes
de la toma de Troya, hubo cinco regiones
principales en Tesalia: 1.a la Magnesia: 2.* la
Philiotída; 3.a laTesaliolida: 4.a la Palasglpti-
da, y 5.a la Ilisticolida: siendo sus ciudades
principales Voleos, Magnesia, Peres, Farsalia,
Larisa y Trica. Filipo sometió la Tesalia al pro-
tectorado de la Macedonia (352), y quedó en
tal estado hasta que los romanos se apodera-
ron de ella y del reino de Macedonia, Los te-
sados eran ingeniosos, laboriosos y guerre-
ras:, su caballería fué la -primera de la Grecia.
TESORO. (Jurisprudencia ) Viene la voz
tesoro dcjhesaurus, que. entre los griegos y
los latinos significaba una- gran cantidad de
dinero guardada, ó. depositada para usar de
ella en lo futuro; mas en los códigos roma-
nos, asi como en los nuestros, tiene dieba pa-
labra una significación meaos genérica. Pau-
lo, famoso jurisconsulto romano, la definió,
diciendo que por tesoro debia entenderse un
depósito antiguo de dinero, de que no existía
memoria y que no tenia dueño: vetusquwdam
depositio pecunim, cujus non eaXat memoria,
ut jam dominum non habeat.
La existencia de un tesoro olvidado, .y cu-
yo dueño no se conoce, puede ser fruto de la
avaricia,-, porque en todo tiempo ha habido
hombres dominados por tan degradante vicio,
y algunos por temor de verse privados de sus
riquezas han muerto sin revelar á nadie donde
las ocultaban. En los países regidos por go-
biernos despóticos, no habiendo seguridad pa-
ra las personas ni para los bienes, no es és-
traño que la previsión y no la avaricia mueva
á algunos particulares á conservar oculta una
parte mayor ó menor de sus riquezas, y que
un accidente imprevisto ó una muerte repen-
tina les impida revelar á sus herederos donde
las habían ocultado para sustraerlas á ia rapa-
cidad del gobierno. En los casos de guerras,"
invasiones, trastornos políticos y 'emigracio-
nes, se ha visto mas de una vez apelar "al me-
dio de esconder el dinero y las alhajas preciu-
sas para conservarlas, y perecer sus dueños
sin haber podido revelar el secreto á sus hi-
jos ú á los que tenían derecho de heredarles.
La distinción hecha por el jurisconsulto
Paulo, al definir el tesoro, es muy importante,
porque determina las circunstancias en que el
hallarlo puede ser cansado su adquisición. Eu
primer lugar ha de ser áñtigüo'j y tan remóla
su autignedad, que con razón pueda presumir-
se que ya no existe su dueño, ni quien tenga
derecbo á él por titulo hercdílurio. En esle
caso los legisladores romanos lo consideraron
como cosas mtllius, y fundados en este prin-
cipio establecieron las siguientes reglas. •
' T. K.KXriI, 10
TESORO-5-TESTAMENTO
1. f Cualquiera que encontraba un .tesoro
ca terreno suyo, se hacia dueño de él sin mas
ijue ocuparlo, ya lo encontrase por, casuahdad,
ya porque teniendo indicios de su existencia
lo hubiese buscado. El propietario de un ter-
reno adquiría el tesoro que bailaba en él, aun
cuaudo olra jersoha tuviese el usufructo, y
ademas, tenia derecho ála mitad si lo encon-
1 raba olra persona ó e! mismo, usufructuario,
conforme á oteas reglas de que mas adelante
trataremos. Del tesoro encontrado por un ma-
rido en una (inca dolal pertenecía á este lina
milad, y la olra babia de restituirse con el
dote. El enlileula era considerado como due-
ño cuando se bailaba uu tesoro en la tinca so-
bre que tenia el derecho de enfiteusis. Según
una constitución del emperador Adriano, no
obstaba el que un tesoro se encontrase en lu-
gar religioso ó sagrado para que lo adquiriera
el que lo encontró, concurriendo en él las cir-
cunstancias de ser dueño de la tinca ó pie-
dlo donde oslaba situado eL lugar religioso ó,
sagrado. Es opinión de muchos jurisconsultos,
que los emperadores Antonino y Lucio' Vero
establecieron por medio de un rescripto, que
del tesoro encontrado en cualquier lugar de
esta especie, correspondiese la mitad al lisco;
mas aunque esto sea cierto, Justiniano resta-
bleció lo dispuesto por Adriano, bien que con
la restricción de no poderse buscar tesoros
en ninguno de dichos lugares, pudíeudo ad-
quirirse ta propiedad de ellos solo en el caso
de que Ja casualidad descubriese su existencia.
2. a El tesoro encontrado sin buscarlo en
terreno ageno pertenecía por mitad al que lo
encontraba y al dueño del terreno; pero el
que se encontraba buscándolo en una linca
quien no tenia el dominio sobre ella, perte-
necía por entero al dueño. La razón de esta
diferencia es que se consideraba como un ata-
que contra.la propiedad el penetrar en la he-
redad agena, y haeer escavaeiones con el ob-
jelo de hallar riquezas.
3. a Cuando el tesoro se bailaba en lugar
perteneciente al César, al fisco ó a una ciu-
dad, correspondía la mitad al que había teni-
do la fortuna de hallarlo, y lo restante al Cé-
sar, al (¡seo ó á la ciudad á quien pertenecía
el terreno.
Tales eran en suma las reglas del derecho
romano con respecto á los tesoros que por su
antigüedad se consideraban como, cosas sin
dueño. Veamos lo que sobre ellos fué esta-
blecido en nuestras leyes.
La ley .'45.a; til. XXVIII, de la 3.a Partida,
ilice: «tesoros fallan los ornes á las vegadas en
sus casas ó en sus heredades por aventura ó
buscándolos. E porque podría acaecer dubda
cuyo debo ser decimos que «i el tesoro es 1a!
qué ningund homo non pueda saber quien lo
y inetiu, nín euyu es, gana eí señorío dello, .é
que debe ser lodo de aquel que lo falla en su
casa ó en su heredad. Fueras ende, silolialla-
es rjDi' encantamiento, ca entonce todo debe
ser del rey. Mas si por aventura lo ovlese y
alguno escondido ¿^pudiese probar ó averi-
guar que es suyo, entonce non ganaría el se7
ñorío delló el que lo fallare en su heredad.
K' si acaeciese que alguno lo tallare en casa ó
en heredad agena, labrando, ú en otra mane-
ra cualquier, si lo fallare por aventura non lo
buscando él á sabiendas, entonce debe ser la
mcatad suya, é la olra mealad del señor de la
casa, ó déla heredad, do lo fallé: mas si lo
fallare buscándolo estudiosamente é non pur
acaescimiento de ventura, entonce debe sor
todo del señor de la heredad, 6 non ha en
ello el que asi lo falle ninguna cosa. Eso mis-
mo decimos que seria, si el tesoro fuese falla-
do encasa ó en heredamiento que pertenecie-
se al rcy.ó al común de algún concejo.» Bien
claro se ve en esta ley que no es mas que un
trasunto de las romanas.. En tiempo de don
Juan I se dio una ley que en el concepto do
algunos escritores corrigió la de Partida que
acabamos de citar, estableciendo que el tesoro
sin dueño fuese del rey, y que solo se diese
la cuarta parle de él al descubridor. «Ordena-
mos y .mandamos, dice el rey don Juan, que
cualquier que stipiere ó oyere decir que en la
ciudad, villa ó lugar donde morare, ó en sti<
término hubiere tesoro ó oíros bienes, algunos
ó' otras cosas que pertenezcan á Mos, que nos
lo vengan á hacer saber luego por atile escri-
bano público á la justicia que lloviere juris-
dicción en aquel lugar: y el que asi lo lucie-
re saber si fuere lindado que fué asi verdad
lo que hizo. hazer saber, que haya por galar-
dón la cuarta parle » De estas palabras
cjerlamenlo no debe inferirse que fué corre-
gida la ley de don Alonso el Sabio, porque no
tratándose en ella de los que hallan tesoros,
sino de los que supieren que los hay en algún
lugar ó lo oyeren decir, es evidente que nada
nuévó se estableció en cuanto á los dereclms
del hallador. Lo que don Juan 1 se propuso al
promulgar dicha ley, fué únicamente oscilar á
la denuncia délos bienes que de cualquier
modo le perteneciesen: de modo que según lo
dispuesto en ella, cualquiera que denuncíase
la existencia de un tesoro en terreno real,
tendría derecho á.la cuarta parte de él, si "su
encontrase; pero si por casualidad lo encon-
traba ,él mismo, tendría derecho á la milad
conforme a la ley de Partida.
Hoy ya no es cuestionable este punió, por-
que la ley de 9 de mayo de 1835 dispone qnn
en la distribución de los tesoros sin dueño
se observo la cilada ley de las Partidas.
TESTACEOS. [Historia natural.) Nombre
con que designan algunos á todos los molus-
cos conchíferos.
TESTAMENTO. [Legislación.) He aqui uno
de los punios de la legislación civil que mas
vivamente interesan albomíire y en particular
al padre de familia. Aqui se ve envuelto hasla
cierto punto el derecho de propiedad, y so po-
nen limitas ú su ejercicio: aqui se establece
449
TESTAMENTO
ISO
Ja base principal de la autoridad de los pudres
y de las madres sobres los hijos, y se fijan las
relaciones de fortuna que deben unir entré tí
á los individuos c!c una misma familia: aqiii,
en fin, se establece cuales la libertad respecto
á los actos de heneficencia y á los testimonios
de amistad ó de reconocimiento, compatibles
con los deberes de familia. '
La naturaleza y.la ley han hecho al padre
gofo 'y magistrado de ella; y malpodria ejer-
cida- sus derechos y cumplir sus deberes sino
tiene medios para recompensar á los unos,
para castigará los otros, para animar á los que
$<; inclinan al bien, para dar consuelos á los
que se encuentran en desgracia ó son víctimas
de alquil revés de fortuna. Estos medios con-
sislcnprincipalmente en el mejor empleo de
su patrimonio y en una distribución presidida
por la justicia y la equidad.
El que ha perdido á los autores de sus dias
y lio tiene la felicidad de ser padre, cree de-
ber tener derecho á una mayor independencia
en sos disposiciones, pues no tiene otras con-
sideraciones á que consultar sino sus afeccio-
nes particulares ó los motivos de agradeci-
miento qne puedan ligarle á algunas personas.
Si sus parientes han rolo ó no han mantenido
los vínculos que les han unido con él, no cree
eslar obligado á llenar para con ellos deberes
de ninguna clase.
Algunos jurisconsultos oponen á estas ideas
y principios de independencia respecto á la
disposición de la propiedad, la observación
de qne el que'dispone para un tiempo en que
ya no ha dé existir, no ejerce un derecho na-
tural; qne no hay verdadera propiedad sino
cuando puede acompañarla la posesión, la cual
término con la vicia; que la .trasnlision de 'los
bienes después delamnerle del poseedor per-
tenece á la ley civil, que tiene por objeto im-
pedir el desórden á que la sociedad se vería
espuesta si estos bienes" fueran entonces presa
del primer ocupante, ó si fuera preciso divi-
dirlos entre todos los miembros de la sociedad,
como un objeto eomun á todos. Estos juriscon-
sultos pretenden que el orden primitivo y fiiñ-
damental de la trasmisión de los bienes des-
pués de la muerto es el de las sucesiones ab-
inlettalo, y que si el hombre (iene alguna fa-
cultad de disponer para un tiempo en que ya
no exista, este es un beneficio de la ley; que
es una parte de su poder lo que esta le cede,
estableciendo límites que no pueda traspasar
y formas do enjuiciamiento á qué deba estar
sujeto; que la trasmisión sucesiva de las pro-
piedades no hubiera podido quedar abandona-
da á la voluntad del' hombre, voluntad que es
muchas veces el juguete de las pasiones, y
qne" solo la ley puede establecer sobre bases
equitativas y estables.
\ .Este sistema es combalido por oíros publi-
cistas; que lo consideran atentatorio á los fun-
damentos del orden social, porque altera los
principios generales sobro que ..descansa el
derecho de propiedad: dicen que este derecho
consiste esencialmente en la facu'tad que cada
uno tiene de disponer de loque le pertenecí"';
y que, aunque la disposición no baya de cum-
plirse hasia después de la muerte, no por eso
ha dejado de hacerse durante la vida del pro-
pietario; y que cercenándole ó limitándole ja
facultad de disponer, se reduce su propiedad
á un simple usufructo.
En medio de estas encontradas opiniones
hay una guia que puede conducirnos con se-
guridad; y es la voz que la naturaleza ha he-
cho oir á todos los pueblos, y que ha dictado
los preceptos de todas las legislaciones.
Los laz.os de la sangre que unen y que
constituyen las familias, forman esos senfi-
mientos de mutua afección que 'la naturaleza
ha colocado en los corazones de todos los in-
dividuos de una misma familia: la energía de
estos sentimientos se aumenta, en razón de la
proximidad del parentesco, y llega al mas al-
to punto entre los padres y las madres respec-
to de sus hijos. No hay un legislador cutre to-
dos los que el mundo ha conocido como dig-
nos de este nombre, que no haya visto cu
estos grados de afecto el mejor orden para la
trasmisión de los bienes. Asi la ley civil para
ser perfecta en esta parte, no tiene nada que
crear; y los legisladores no se lian separado
de ella sino cuando han sacrificado al interés
de su poder la mayor ventaja y la mejor or-
ganización de las familias.
Asi, pues, y toda ven que la ley no debe
seguir sino los movimientos de la naturaleza;-
y que para la trasmihion de estos biúnes solo
debe consultar el corazón de cada miembro de
la familia, debia reputarse como una. cosa in-
diferente el que la trasmisión de los bienes se
hiciese por la voluntad del hombre ó por auto-
ridad de la ley. Hay, sin embargo, aun partien-
do de estos principios, una ventaja indispu-
table en dejar obrar hasta cierto punto la li-
bertad, del hombre. La ley no podría atender
sino al orden general de las familias; sus mi-
radas no pueden fijarse en cada una de ellas,
ni penetrar en su interior para calcular los
recursos, la conducta y las necesidades .de
cada uno de sus miembros, y para determi-
nar lo que mejor convieno á su prosperidad.
Estos sonjnedios de conservación que sblo
puede disponer el padre de familia, que co-
noce mejor que nadie las necesidades y la
posición especial de la suya. Asi la ventaja que
la ley puede sacar de dejar obrar hasta cierto
punto la voluntad del hombre, es demasiado
preciosa para que pudiera privarse de ella; y
su único cuidado ha sido el de prever los in-
convenientes á que pudiera dar lugar el uso
ilimitado de esta libertad. Ademas, la voluntad
del hombre en esle caso ha podido no mani-
festarse, ó por negligencia ó por inccrtidnnibi o
del último momento; puede haberse degradado
por pasiones' injustas; y, por lo tanto, ya sea
que el hombre uo'haya llenado su misión ó que
TESTAMENTO
152
a! hacerlo, haya Fallado al cumplimiento de
sus deberes y de sus sentimientos naturales,
la ley debe colocarse en su lugar para reparar
su omisión ó sus yerros.
Sila voluntad no se ha manifestado, la ley
no necesita establecer nuevas reglas, ¡sino con-
formarse en la sucesión con lo que baca lose
padrps que siguen el orden natural do sus
alectos. Esta, si uo es la voluntad declarada
del fiiwdo, es voluntad presunta. Cuando ha
sido desmentida por la razón, cuando en lugar
de ser el ejercicio de uno de los mas bellos
derechos naturales, es mas bien un ultragc de
estos sentimietítos; cuando en lagar de' un
principio de conservación, la inspira un senti-
miento de destrucción y de desorganización,
la Igy en este caso, todavía no hace mas que
purgarla de las pasiones dañosas, dejándole
todo lo que tiene de justo y de razonable. Ella
no destruye las liberalidades escesivas, no ha-
ce mas que reducirlas. La voluntad, pues, que-
da intacta en todo cuanto es conforme al orden
público. De modo que los propietarios mas ce-
losos de su independencia no tienen nada de-
que quejarse, ni pueden considerarla cercena-
da por la ley civil, ya cuando esta suple á su
voluntad no manifiesta, ya cuando sujeta esta
voluntad á ciertos limites "justos y razona-
bles.
Como la facultad de disponer de los bienes
por testamento, de la manera que antes he-
mos indicado, ofrece tan grandes ventajas,
no 'es sorprendente el hallarla consagrada en
todas las legislaciones, Y, en efecto, los mo-
nufnentos históricos mas antigües uos sumi-
nistran pruebas de estar en práctica los tcsta-
mcnlos, sin que se pueda descubrir la época
en que eonienzaron á conocerse.
liste derecho se ejercito entre los egipcios.
Se le encuentran asimismo en las ciudades
de Luoedemouia y Atenas, y eil todas las co-
marcas y regiones de la Grecia. Cuando, tres-
cientos años, después de la fundación de Roma,
sus diputados volvieron de Atenas'lrayendo las
leyes que habían adoptado para su patria, la
relativa á los lesíaraentos se redactó de este
modo: Paler familias, uti legasset super fa-
milia pecuniaque sua, ita jus esto. De modo
que los romanos penetrados entonces mas que
nunca del sentimiento, de la libertad pública,
no le encontraron un fundamento mas sólido
que la autoridad paterna, investida de un po-
der absoluto. Temieron que la ley se «slravla-
se mas fácilmente que el afecto 'paterno y es-
ta gran medida fué una de las liases de su go-
biernb.
Los testamentos eran conocidos nn las Ga-
llas antes que el derecho romano se introdu-
jese en ellas, Marenlfo, en su colección de fór-
mulas, ha conservado las que se empleaban
paradH. trasmisión de los bienes. La facultad de
disponer de ellos, ya por testamento, ya a.b-
inlestuto, forma asimismo parte 'Je todas las
.dernás legislaciones de los pueUos de Europa.
En unos,. los legisladores han tomado por
base de todo su sistema ta presunción de los
diversos grados de afecto de los parientes en-
tre sí, y su confianza en este afecto. les lia de-
cidido á dejar á los: parientes, toda la libertad
compatible con los deberes de que ¡a natura-
leza no permite prescindir. Otros legisladores
han establecido también el orden de suceder
sobre las presunciones de afecto según los
grados de parentesco, pero por una especie de
contradicción han reducido á muy estrechos
limites la facultad concedida á estos parientes
para disponer de sus bienes respecto de los
suyos, y aun en algunos países, esta voluntad
ha quedado completamente encadenada.
Otros, en fin, se han separado de estos
principios y han creido que podían contar co-
mo nao de los resortes de su autoridad, el
modo de trasmitir y de repartir los bienes. No
se han limitado á dirigir la voluntad del hom-
bre, sino que la han hecho casi nula, no con -
íiándnle sino una muy pequeña parte de estos
bienes.
Nuestra legislación es en esta parte muy
antigua y está caicada sobre el derecho ro-
mano, donde ciertos requisitos tenian una
significación especial, que no pueden tener en
nuestro pais, no obstante So cual se les ha
conservado como indispensables. Vamos á es-
ponerla muy brevemente, pues no puede en-
trar en nuestro propósito-dar aqui un tratado
sobre testamentos.
El testamento, á que nuestros tratadistas
definen, «un aclo solemne revocable por el
que dispone alguno de sus bienes ¡ para des-
pués de su muerte, » es de diferentes especies,
á saber: nunoupativo ó abierto, y escrito ó
aerfado, segnn que es manitlesta y pública la
voluntad del testador, ó que es oculta y reser-
vada. Hay (amblen testamentos comunes y
testamentos privilegiados.
El testamento mtncupativo sobaco mani-
festando el testador su última voluntad ante
las personas que concurren al acto, y no es de
esencia que se le reduzca á escritura pública,
aunque regularmente se hace así por no liar á
la, memoria declaraciones tan importantes. Es-
te acto puede ser válido, .según su forma, de
tres modos distintos, ó haciéndolo aute escri-
baño y tres testigos vecinos del lugar donde
se hiciere, ó sin escribano, pero con la asis-
tencia de cinco testigos déla, misma vecindad,
ú con solo tres testigos, si por lo reducido del
vecindario uo hubiere en él escribano ni cin-
co testigos. También es válido el hecho con
siete de estos, aunque no sean vecinos del lu-
gar, si tienen las demás condiciones que exige
la ley. Debe advertirse que según la legisla-
ción especial de Aragón, puede hacerse allí el
testamento abierto ante dos testigos con asis-
tencia de escribano, y en defecto de este fija-,
cionario, el cura párroco: en Cataluña rige
análoga disposición.
151 testamento escrito o cerrado sb otorga
TESTAMENTO
154
ante siete testigos y escribano, presentando el
testador á aquellos ol testamento cerrado-, fia-
ra que ou ía cubierta pong,¡n, eon la suya, las
flamas de los referidos testigos. Guando e! tes-
tador no pueda y los testigos no sepan ó no
puedan Armar , lo liarán unos por otros: si el
testador no sabe firmar, en ese caso no puede
Iiacer testamento cerrado. En todo caso basta
rá con que sean dos los testigo; que sepan
íirmar, y asi el testimonio del escribano como
el de los testigos, se limita á responder de la
declaración tiecliá en la cubierta , ó de (fue
aquella es la voluntad del tcslador según lo
manifestado por el mismo. En Aragón, Cataluña
y Navarra se entrega el testamento al escriba-
no por el tcslador enpreseociade dos testigos.
Las leyes romanas hablan establecido para
Ja validez del testamento algunas condiciones
que al principio se trasladaron literalmente á
las leyes de Partida, pero quemas tarde caye-
ron en desuso , porque no habia en nuestras
costumbres razón alguna que las autorizase.
Tales eran la necesidad de (pe en el testamen-
to hubiese institución- de heredero, y la ro-i
(¡ación ó llamamiento solemne de los testi-
gos, que en el pueblo romano representaba la
convocación á tos comicios donde se otorga-
ba el testamento, como acto público que era."
Las mismas solemnidades antes indicadas
deben concurrir ep la declaración de pobre,
ó sea en. el testamento en (fue un individuo de
esta clase, que tal ■vez no posee en el momen-
to bienes algunos, pero puede esperar adqui-
siciones futuras, manifiesta que carece de bie-
nes, sin perjuicio de lo cual puede instituir he-
rederos, sustituir, mejorar y dejar legados, con
referencia á las indicadas adquisiciones.
Al leslauicnto del ciego, que como antes
liemos dicl», solo puede ser abierto ó-nuncu-
palivo, deben etmenrrir cinco testigos, y aun-
que la ley-no dice claramente si estos han de
ser vecinos, ni si ha de concurrir al acto el
escribano, parece lo mas conveniente, para
evitar todo vicio de nulidad, que.no se omitan
estas circunstancias.
Hemos indicado mas arriba que hay testa-
mentos privilegiados, á cuyo número -pertene-
cen los otorgados por personas que gozan fue-
ro de guerra. En estos la voluntad del testador
es respetada por la ley de cualquier modo que
consto, lo cual se halla asi establecido, porque
en campaña y en guerra no siempre pueden
otorgarse estos actos con las formalidades que
rcquieVe' el derecho. Las Partidas enumeraban
entre los testamentos privilegiados los que se
celebraban ante el monarca ó con autorización
real gara los incapacitados, y los que hace el
padre entre sus hijos"
A la clase ña últimas disposiciones perte-
necen también las llamadas memorias testa-
mentarias, que aunque no tienen fundamento
en la ley, están autorizadas por la práctica.
Estas memorias valen cuando están citadas en
un testamento valedero, de modo que no. que-
da duda en la cita, y cuando es indisputable la
autenticidad del escrito. En tales papeles pri-
vados los testadores escriben aquello que no
quieren q.ue'se sepa antes de su muerte, y que
después de ella viene á formar parte de su tes-
tamento. Con razoí observa on entendido es-
critor de derecho, que este modo de disponer
los hombres de sus cosas, es abiertamente
opuesto á la letra y espíritu del derecho escri-
to, y muy espuesto á fraudes, por lo cual se-
ria con veniente- su prohibición, y con ella se
evitarían '.os dispendiosos y largos" pleitos á
que frecuentemente' suministran materia.
Conviene tocar aquí otro punto interesan-
te en asunto de testamentos, yes el délos tes-
tigos que pueden ser- llamados á .autorizarlos
con su presencia, sobre lo cual impone la ley
algunas prohibiciones. So pueden ser testigos,
por ejemplo, los menores de catorce años, ni
las mugeres, dimanando esto déla constituciou
romana, en que las mugeres no podian con-
currir á los comicios, ni después á los testa-
mentos, respecto á que la presencia de los tes-
tigos siguiücabaallila rennion popular: adver-
tiremos, sin embargo, que conformeálas leyes
de Aragón pueden las mugeres ser testigos en
los testamentos. Tampoco pueden concurrir
como testigos á estos actos los física y moral-
mente impedidos, como sordos, mudos y pró-
digos. Todos los referidos están inhabilitados-
por regla general. Tienen ademas prohibición,
respectiva: los descendientes respecto álos as-
cendientes,, y al contrario, escepto en los tes-
tamentos otorgados por personas que gozan
de fuero militar: el heredero y sus parientes
hasta el cuarto grado, en el testamento en que
se ha hecho la institución, y los legatarios y
fideicomisarios particulares en aquellos testa-
mentos en que se les dejan mandas, Estableci-
das estas escepeiones, queda dicho que pueden
ser testigos en los testamentos todos los no
comprendidos en ellas.
La facultad de testar no se concede por la
ley á todas las personas. Hay algunas que no
la tienen y son los menores de catorce años,
siendo varones, y de doce siendo hembras;
los que padecieren enagenacion mental; los
mudos y los sordos, ámenos que supiesen
escribir, y los religiosos y profesos .
lo dicho hasta aqui es lo mas esencial que
conviene dejar consignado en asunto de testa-
menrifáccion; pero ann nos resta decir algo del
testamento por comisario, institución introdu-
cida*en nuestro derecho por ei Fuero Real, y
de que luego no se hizo mención en las Parti-
das, siendo como era poco conforme al espíri-
tu de las leyes romanas, en que esla -legisla-
ción se hallaba basada. Las leyes de Toro la
confirmaron y dieron reglas" para su ejercicio,
por lo cual debemos dar á conocer aqui la ju-
risprudencia vigente en este punto,
Testamento' por comisario es como ¡o
indica esta palabra, el que se hace por medio
de una persona á quien se coipele el encargo
485
TESTAMENTO
156
de llevar á cabo este importante acto. El 'tes-
tador ¿lobo dar al comisario para este oferto
un poder investido de las mismas solcmnuk-
des que conminen en los testamentos, y quo
es revocable como estos, por su carácter de
última yoliiiltad. Todo cl que está facultado pa-
ra testar, puede dar á otro poder para hacerlo,
asi como puedo -ser comisario para este efecto,
todo el une puedo' ser apoderado. Aunque so
diga cu' la ley que puede conferir poder para
testar el que no puede. hacerlo; esta imposibi-
lidad no se entiende respecto de la legal, sino
déla física.
Lasta'GQltüdéSdel comisario no son, sin em-
bargo, por regla general , tan latas como las .
este concepto, pues el ífue presuma que en
algún (estamento cerrado recibe alguna manda
Ú otra cosa, puedo presentarse al juez con- im
escrita pidiendo su apertura. ,-RI juez lo recla-
ma de lo persona en cuyo poder estuviere, 5¡
ellos no lo hiciesen por si mismos , siendo de
advertir que están obligados á hacerlo dentro
del término de un mes contado desdo el fallo-
cimiento de! .testador todos los (pie guardaren
un testamento, y que si no lo lucieren, pier-
den lo que en él se les deja, lo cual se em-
picará cu sufragios por el alma del difunto; y
en una multa y resarcimiento de daños.
En este acto, los testigos deben recono-
cer las firmas de la cubierta antes de abrirse
del testador. Se limitan ácuinplir los encargos el testamento, á cuyo efecto se requerirá an
de conciencia de éste, pagar sus deuda?, dis-
tribuir el quinto por su alma; y repartir lo
ticipadalnente para que asistan á la apertura, á,
os que estuvieren fuera, del pueblo. Cuando
demás entre los que tengan derecho á la suce- muchos de ellos se encontraren ausentes, y el
sion; y si no hubiese persona asistida de este : juez tema que puede sobrevenir algún pcrjni-
derecho, lo empleará todo en sufragios por su 1 ció por esta causa, debe citar á personas do
alma. Para instituir heredero, desheredar, tía* j honradez, abrir el testamento en 'prcse.ncia su-
cer mejoras, instituciones y nombramiento de ¡ ya, tacar copiar de él y cerrarlo después,' man-
tutores, es necesario que en él poder' se con- ■ dando que los testigos presentes á la apertu-
cedan especialmente estas facultades, y aun ; ra firmen la cubierta que se le ponga. Réjgre-
respecto á la institución, debe designarse la j sados los testigos deben reconocer el testa-
persona que lia de ser instituida. Tampoco ' meato , ó enviárseles óste, si no es posible
puede el comisario-alterar ó revocar un testa- su vuelta sin perjuicio para los mismos. Fallc-
mento anterior del testador, si éste no le bu- cidos los testigos, debe practicarse la conci-
biese, concedido facultad para ello, ni hacer j pondiento información de abono, fionviene ati-
esto mismo respecto al que él hubiese otorga- '■ vertir aqui que el testador puede ordenar que
do cu virtud de la autorización recibida,' aun- : no se abrá hasla cierto tiempo ,una parte de
que se hubiese reservado esta facultad. j so. testamento, y que deberá cumplirse osla
Los comisarios nombrados pueden ser mu- ! disposición. De todos modos, una vez abierto
chos asi como puede serlo uno solo: en el | el -testamento, se manda protocolizar, reducir-
primor caso-, se estará siempre, en discordan- j lo á escritura pública, y dar á los interesados
cia de opiniones, á lo que decida la mayoría, las copias que necesiten, (blando el lesíamcn-
y en caso do empate, á la decisión del joca: i
y' como era preciso que las leyes señalasen'
al. comisario un plazo dentro del cual cumplie- '
se su cometido, se le lia señalado el de uua-
. tro meses si se balla cn el mismo pueblo don-
de se. le confirió- el poder; el de seis estando
fuera, pero dentro del reino; y el de un año
cuando se halle fuera de España; no pudiendo
alegar ignorancia pontra estos plazos. Pasados
ellos, no podrá ya hacerse uso de la facultad
concedida por el testador, y pasarán los bie-
nes á los herederos ab-inteslato, respetando,
no obstante, cuanto el testador bubiese orde-
nado hacer al comisario ( aun cuando este no
lo hubiese verificado, siempre que la Voluntad
de aquel constase de un modo indudable. Un
el caso de que por Sos motivos indicados los
bienes pasen á los herederos ab-intestato es-
tos estarán obligados, no siendo hijos o des-
cendientes -suyos, á emplear el quinto por el
alma del testador y á ello se les puede com-
peler por el tribunal. ., ,
. Los testamentos y los codictlos escritos, lo
mismo quo los mmoupativos, .deben reducirse
á escritura pública, para que surtan en juicio
todos sus efectos, y puedan comunicarse de
ellos traslados á las personas interesadas. En
to nuncupativo no so "haya reducido á escritu-
ra pública, puede pedirlo cualquiera de los
interesados en él y el juez lo mandará eje-
cutar.
lie aqui cnanto, en materia de testamentos,
asi en la parte histórica de esta institución le-
gal como en su parte dispositiva, nos ha pa-
recido del caso consignar en este-articulo. En-
trar-ahora en cuestiones de derecho y cu por-
menores sobre tan vasto y complicado asunto,
seria hacer interminable nuestra tarea y age-
no por otra parte al espíritu de la1 presente
obra. Remitiendo,- pues á nuestros lectores á
los libros de derecho para el examen de Ins
muchas dudas y, dificultades que pudiera su-
gerir ia Interpretación de los testamentos en
ciertos casos particulares, vamos á dar Un á
osle articulo espllcando la significación de al-
gunas locuciones relativas á la palabra lesla-
■piento, cuyo conocimiento puede ser de algu-
na utilidad..
Xo. nos detendremos 'á esplicar lo que <cs
testamento' público , privado,- f/rivilegiado,
solemne, abierto, nuncupalivo y escrito, por-
que la significación de estas voces la hemos
dado ya á conocer en el curso de este articu-
lo. Nos ocuparemos de otras locuciones que
Í87
TESTAMENTO
458
no han sido ilustradas en el mismo, ó que no
lo lian sido, con el detenimiento necesario. Ta-
les son todas las qne siguen.
Testamento militar es, como antes liemos
indicado brevemente, el qne hacen las perso-
nas que gozan del fuero de guerra, ínánifes-
' taudo su ultima voluntad de palabra ante dos
testigos ó por escrito sin ellos, en papel sim-
ple firmado dé su mano ó de otro cualquier
modo, sin sujetarse á Jas formalidades de de-
recho. Según la ley 4.ay tit. I, Part. 6.° podía
teslar el militar ó soldado en la hueste ante
dos testigos llamados y rogados; y estando en
acción ú peligro de muerte según quisiese y
pudiese de palabra ú por escrito, y aun escri-
biéndolo con su sangre en su escudo ó armas,
ó cu la tierra ri arena, con tal que se probase
con dos testigos presenciales y lio de otra for-
ma; pero fuera de la hueste, os decir fuera de
campaña, tenia que arreglarse á las leyes co-
munes. Posteriormente se dispuso en las Or-
denanzas del ejército (tratado S.u, tit. Xi, ar-
ticulo 1," basta el 4."] que todo individuo qué
gozase del fuero militar lo goce también tocan-
te á testamento, en cualquiera parte que teste,
sea dentro ó fuera de campaña;' que en el con-
llicto de un combate ó cerca de empezarle, en
naufragio n otro inminente peligro militar,
pueda teslar como quisiere ó pudiet'e, por es-
crito, sin testigos, en cuyo caso valdrá la de-
claración de su voluntad como conste ser, suya
la letra; ó de palabra ante dos testigos que de-
pongan conformes haberles manifestado su úl-
tima voluntad; que se tenga por valida la dis-
posición del militar escrita de su letra en cual-
quiera papel que la haya hecho, sea en guarni-
ción, cuartel ó marcha; y que siempre que
pueda testar en parage donde haya escribano
lo haga con éste, según costumbre. Ultima-
mente so deidaró que todos los individuos del
fuero, de guerra pueden, por virtud de sus pri-
vilegios, otorgar por sí sus testamentos en pa-
pel simple lirmado de su mano ó de otro cual-
quiera modo en que conste su voluntad, ú ha-
cerle ante escribano con las fórmulas y cláu-
. sulas de estilo, y que en !a parte dispositiva
pueden usar á su arbitrio del privilegio y fa-
cultades que les da la ley militar, la civil ó ¡a
municipal.
De aqui se deduce claramente que, no solo
los militares, sino también todos los que go-
zan del fuero de guerra por sus empleos ú des-
linos, puedenhacer testamento de palabra an-
te dos testigos ó por escrito en papel simple
turnado de su mano ó de otro cualquiera mo-
do ó bien ante escribano, sea en tiempo de paz
ó de guerra;
Testamento pagánico so llama al otorgado
por cualquier paisano en contraposición al tes-
tamento militar:' es decir c! testamento so-
lemne, sea cerrado ó abierto. '
Llámase iestamen lo con fó pública el que
se hace dolanle-del rey; y testamento con fé
privada el que se otorga del modo acostum-
brado. El testamento que presenciase el rey
seria válido y tendria autoridad aunque no
concurriese otro testigo.
Se da el nombre de testamento común el
que hacen juntamente dos personas, dispo-
niendo'en un mismo acto de sus Ancas á fa-
vor deua tercero, como el que otorgan en unión
un padre y una madre á beneficio de sus hijos;
y> testamento mutuo al que hacen reciproca-
mente dos personas á favor de la qué sobre-
viva,, como cuando marido y muger se institu-
yen herederos el uno al otro para el caso de
morir sin herederos forzosos.
Llámase testamento inoficioso al que con-
tiene una desheredación ó preterición injusta,
ó bien al testamento en que el testador des-
hereda ó pasa en silencio las personas que
por afecto natural ó deber de piedad debia ins-
tituir como herederos suyos. Este testamento
no es nulo; pero se rescinde por medio de la
acción llamada querella da inoficiosa te'sta-
mentó.
Testamento místico ó secreto es el que se
escribe por el testador ú otra persona de su
con lianza, y se presenta cerrado al escribano
y siete testigos para que autoricen y lirmen el
otorgamiento en la cubierta.
Testamento ológrafo es el escrito por.en-
tero, fechado y firmado de1 la mano del testa-
dor sin necesidad de otras- formalidades, la
denominación de ológrafo se deriva de dos
voces griegas, una de las cuales significa solo
y otra escribí?-. Este modo de testar, que está
admitido en algunas naciones, como por ejem-
plo, en Francia, no se conoció entre los ro-
manos ni tampoco está en uso entre nosotros-
sino con respecto á los militares, los cuales
pueden testar en esta forma ó en otra que me-
jor les parezca, según ya se ha. indicado, la
prueba de este testamento no puede hacerse
sino comparando la letra y firma del lestador
con 'la letra y firmas .hechas por él. en otros
papeles reconocidos por suyos; pero como hay
muchas personas que saben imitar con la ma-
yor perfección- las letras y firmas de mano es-
traüa, no cabe duda en que es poco seguro
este género de prueba y muy peligroso por
lo tanto esta manera de consignar la última
voluntad.
TESTAMENTO, (antiguo ¥ nuevo! (Religión, )
El'hebreo berith y el griego diatzege. que
.corresponden á esta palabra, significan en ge*
ne\'d\disposicion, institución, tratado, orde-
nanza, alianza y declaración de la última vo-
luntad; aquellas palabras han sido traducidas
por los latinos en el sentido de testamento,
aunque designan mas bien á la letra una alian-
za y im tratado solemne por el cual declara
Dios á'los hombres sn voluntad y las condicio-
nes bajo las cuales tes hace sus promesas yl.es
otorga sus beneficios.
Dios seha dignado mas de una vez hacer
estas clases de tratados con los hombres; hizo
alianza con Adán, con Noé al salir'dcl arca y
■159
TESTAMENTO
160
con Abraham, mas no se da á estos actos so-
lemnes el nombre de testamento, el cual está
reservado á las dos alianzas posteriores, á sa-
ber á la que formo Dios con los hebreos por
el ministerio de Moisés, y á la qne lía hecho
con todas tas unciones por la mediación de Je-
sucristo. La primera se llama !a antigua alian-
za 6 Antiguo Testamento y la segunda es la
nueva alianza ó Nuevo Testamento.
El apóstol Saiv Pablo ba dado á uno y otro
el nombre de testamento en el sentido mas
propio, haciendo notar que son como unos ac-
tos de la última voluntad. Jesucristo, dice, es
el mediador de un testamento nuevo, á fin de
que por la muerte; .que ha sufrido para espiar
las iniquidades qne se cometían bajo el primer
testamento; 'los que son llamados por Dios re-
ciban la herencia cierna que lesba prometido,
Eii efecto, para cumplir un testamento es ne-
cesario que intervenga la muerte del testador,
puesto que no tiene lugar sino después de
aqnella-,
¿Mas deberá inferirse de las palabras de
San Pablo que el Antiguo Testamento era una
alianza imperfecta y desventajosa á los hebreos
y ud mal mas bien que un beneficio? Este es
el error que han sostenido Simón el llago y
sus discípulos, los mareionistas, los mám-
emeos, y después de ellos los incrédulos mo-
dernos. Conviene no perder aqui de vista que
las palabras bueno, mulo, perfecto ó imper-
fecto son términos puramente relativos y que
no son verdaderos mas que- por comparación.
La antigua alianza era sin düda menos perfec-
ta y ventajosa que la nueva; mas este defecto-
era análogo al carácter, á los hábitos de los
judíos, y á la situación y circunstancias eu qne
se encontraban. En el estremo opuesto han
caído los judíos, sosteniendo que Dios no po-
día dar á los hombres una ley mas sania, un
cnllo mas puro y una religión mas perfecta
qíie lasque habia prescrito á sus padres. Ha-
bía, pues, agotado Dios en su favor todos Jos
tesoros de su poder y de su bondad. Por lo
demás, nada mas lejos de nuestro ánimo como
católicos, que reconocer ni consentir jamás
las desfavorables apreciaciones que hacen los
hereges del Antiguo Testamento, de las cuales
creemos deber hacernos cargo brevemente.
Dicen, pues que los libros del Antiguo Tes-
tamento dan falsas ideas de la Divinidad, atri-
buyéndole miembros corporales y pasiones
humanas cómo la ira y la envidia. Para, cono-
cer lo infundado de este cargo, basta conside-
rar que el lenguaje de los escrilores sagrados
es un lenguaje popular y debía serlo en efec- ¡
to: que las ideas metafísicas de la Divinidad ¡
son superiores al "alcance del pueblo; y que.
cuando los escritores sagrados atribuyen áj
Dios pasiones humanas, no le atribuyen en el
foitdu mas que sus efectos legítimos, - '
Ohjelaban asimismo los rnaníqueos, que los
preceptos morales existían antíis de Moisés,
el cual los habia desfigurado por otras leyes
y por promesas y amenazas qi.e no convenían
al verdadero Dios: que la conducta de muchos
patriarcas era vituperable y causaba muy mal
ejemplo. Puede observarse áesle propósítu que
añníj¡iie la ley moral sea tan antigua como el
mundo, Dios ha debido hacerla escribir en el
pecálogo y vigorizarla en calidad de legisla-
dor con el sello de su autoridad; y que la His-
toria Santa, al referir las faltas de los patriar-
cas, ñolas aprueba de modo alguno. Las relie-
re si, porque este libro está escrito con un
fondo de verdad é Imparcialidad desconocidas
en las obras del mundo.
Los mauiqueos se escandalizaban laminen
de que Moisés no hacia eu la antigua ley á los
judíos mas qne promesas temporales, condue-
la contraria á la de Jesucristo, que no promete
á los justos mas que los bienes eternos. Para
justificar las promesas temporales de la- ley
mosáica, basta considerar que Dios debía obrar
asi, ya atendido el carácter material y grose-
ro de los judíos, que se habían entregado fre-
cuentemenlc al culto de las falsas divinidades
con la esperanza dooblener la abundancia de
bienes temporales; y ya porque no convenid
unir la idea de una recompensa cierna á lo
observancia de la ley ceremonial como á la de
la ley moral.
Como en los designios de Dios el Antiguo
Testamento era un preliminar del nuevo, lia
sido muy'coávenieute que Dios hiciese poner
por escrito sus disposiciones, sus condiciones
y sus promesas, y que' nos fuesen trasmitidas
por el lirismo Moisés y por los domas hombres
que eligió para anunciar su voinnlad. Dios la
ha hecho y sus libros son en numero de cua-
renta y cinco, á saber:
Los que los judíos han llamado la ley, que
son: el Génesis, él Exodo, el Levitico, los
Números y el Deutefonomio.
Los libros históricos, que son: Josué, los
Jueves, Ruth, los cuatro libros de los Reyes,
los dos de los Paralipómenos, los dos de ¿i-
dras, Tobías, Judith, Esther, y los de los Ma-
eabeos.
Los libros morales ó sapienciales, que son:
Job, los Salmos, los Proverbios, el Eclesias-
les, el Cántico, la Sabiduría, y el Eclesiás-
tico.
Los cnalro profetas mayores, que son:
Isaías, Jeremías y Baruch, Ezequiel y Da-
niel.
Los doce menores que son: Oseas, Jod,
Amos, Abdiasl Jonás, Miqucas, Nahum,
Habacuc, Sofonias, Ageo, Zacarías y Mala-
quias .
Hemos hablado de la mayor parte de estas
obras en su articulo correspondiente.
Los judíos no admilen como auténticos y
no consideran como palabras de Dios sino los
que lian sido escritos en hebreo, preocupación
qne no tiene ningún fundamento atendible,
porque Dios ba podido inspirar á los hombres
para escribir en cualquier idioma. Mas como
!01
TESTAMENTO
462
[os judíos aun están en la creencia de que Dios
nunca ha nublado nías, que para cilios, no quie-
ren recibir como libros sagrados sino los que
lian, sido escritos en la lengua de sus mayo-
res. En verdad que si tal hubiese sida la inten-
ción de Dios, hubiera conservado esía lengua
siempre viva, ¡ce cual no lia Sucedido, lis-
iaba predicho por los profetas que todas ¡as
naciones serian atraídas al conocimiento del
verdadero Dios, por las lecciones del Mesías;
mas no so infiere de ningún hecho ni precep-
to divino la necesidad del idioma hebreo para
las revelaciones del Señor. Asi, es tanto mas
de admirar que ios protestantes conlirpicn la
preocupación de los judíos, como que cuando
se Inda de saber cómo, en que tiempo y por
quién lia sido formado el canon ó el patílogo
de los libros (pie estos lian recibido como divi-
nos, nada se encuentra que' tenga caracteres,
de certidumbre.
Como los libros del Antiguo Testamento
contienen los únicos orígenes verdaderos del
género humano y. muchos detalles históricos
sóbrelas primeras edades del mundo, intere-
san esencialmente á todas las naciones. Aun
cuando se quisiese olvidar, que son tos únicos
que nos enseñan con certeza el nacimiento,
los progresos y las vicisitudes de la verdadera
religión, seria preciso leerlos para subir á la
cuna de las naciones antiguas, para conocer
sus costumbres, sus usos, la derivación de las
leus mas, los diversos estados de la sociedad
civil y délas ciencias humanas. Fuera de aójii
no so encuentran mas que conjeturas, errores
y sistemas frivolos, que son ían fáciles de dis-
truir como de construir.
Espuestas estos breves ideas sobre e[ Anti-
guo Testamento, vamos á ocuparnos ahora del
Nuevo. Sabemos que asi se llama al orden Je
cosas que ha querido Dios establecer por me-
dio do Jesucristo su Hijo, ó la nueva alianza
que ha querido formar con los hombres por la
mediación del.Salvador divino. Este testamen-
to no es nuevo en cí sentido de que Dios for-
mase su designio recientemente sin haberlo
anunciado en ios siglos anteriores, sin haberlo
advertido al género humano y sin haberle pre-
parado paradlo; puesto que lo contrario está
demostrado con las pruebas mas solemnes é
irrecusables. Pero es nuevo en el concepto de
que Dios nos ha dado por Jesucristo lecciones
mas claras, leyes mas perfectas, pro.mesas mas
ventajosas, una esperanza mas tirme, motivos
de amor mas interesantes, gracias mas abun-
dantes que á los judíos y que exige de nos-
otros virtudes mas sublimes.
Desde que Dios hizo poner por escrito la
historia, las promesas, las condiciones y tos
privilegios del Antiguo Testamento, era toda-
vía mas necesario que hiciese lo mismo res-
pecte al Nuevo, puesto que á la venida de Jesu-
cristo las letras y los conocimientos humanos
nanian hecho mas progresos que en el siglo
do Moisés. Sin embargo, este divino maestro
2180 UIDLIOTKCA POPULAll.
no lia escrito nada por sí mismo, y no vemos
tampoco que las haya mandado, escribir nada.
Tampoco los enviados del Salvador nos han
dejado tan gran número de obras como los es-
critores del Antiguo Testamento.
Los que lian sido declarados canónicos porel
concilio de T rento son veinte y siete, á saber:
ios cuatro Evangelios de San Maleo, de San
Múreos, -de San Lucas y de San luán; U\%
Acias de los apóstoles, catoree cartas ó Epísto-
las de San Pablo, á saber: á los romanos, pri-
mera y segunda á los corintios, á los gálatas,
á los efesios, á los fllipenses, á los colasen*
ses, primera y segunda á los tesalonicenses,
primera y segunda á Timoteo, á Tito, áKilc-
mon y ú los hebreos; las Epistolar canónicas,
i saber; una-de Santiago, primera y segunda
de San Pedro, primera, segunda y tercera de
San Juan, una de San- Judas, y linulmenie el
Apocalipsis de San Jiwu._ liemos hablado de
la mayor parle de estos escritos en sus artícu-
los respectivos.
Antes de dejar de hablar de la palabra tes-
tamento, considerada en su sentido religioso,
debemos decir dos palabras acerca del Testa-
mento de los doca patriarcas, obra apócrifa,
escrita en griego por un judio convertido al
cristianismo á fines del siglo primero de la
Iglesia <) á principios del segundo. El aútót*fe
esta obra hace hablar allí uno después de olro
á los doce hijos de Jacob, supone que 'en el le-
cho de la muerte, á ejemplo ele su. padre, han
dirigido á sus hijos las predicciones é instruc-
ciones que refiere. Esta ficción nada tiene de
vituperable: no hay razón alguna para creer
que este autor haya tenido la idea de persua-
dir A sus lectores que los doce patriarcas han
pronunciado en- realidad los discursos que les
atribuye, Platón cu sús diálogos hace hablar
á Sócrates y á otros persouages de su tiempo.
.Cicerón ha hecho lo mismo en la mayor paríe
de. sus libros tilosóíicós; se han publicado en
nuestros días ias Conversaciones de Focio y
otras obras del mismo género, y por eso nadie
lia sido engañado ni ha acusado de- impostura
á estos escritores.
La antigüedad del Testamento dé los doce
patriarcas .es indisputable. Orígenes, en su
primera homilía sobre Josué, maniliesta que
había visto esía obra y que hallaba en ella
buen sentido; Grabe cree que Tertuliano; lo
había conocido también y ánn opina que San
l'ablo ha citado algunas palabras de ella; mas
esta suposición es poco fundada.
Por mucho tiempo ha sido desconocido es -
te libro á los. subios de la Europa y aun á los
griegos; los ingleses son los (pie nos jo han
dado i conocer, ttobertq Grosse-'i'esle, obispo
de Lincoln , tuvo conocimiento de él por
medio de Juan BasiugestaUus, arcediano de Le-
gies que estudió en Atenas é hizo traer un
ejemplar á Inglaterra y le tradujo al latín con
el auxilio de ¡Nicolás, griego de nacimiento y
clérigo de la abadía de San Altana, el año do
T. XXXlli. 11
163
TESTA.M ENÍO — f ESTIGO
164
1552. Después lo ha presentado Grabe en grie-
go con la traducción, en su Spicilegio de los
padres, en 1698, y también lo insertó Vabri-
cio en sus Apócrifos del Antiguo Testamento.
TESTIGO, TESTIMONIO, PRUBBÍl TBSTIMO-
Mkh. ¡Legislación.) Llámase testigo á la per-,
sona que está en el caso de 'declarar sobre la
verdad ó falsedad dc-lus hechos que se contro-
vierten ante un tribunal de justicia. A la decla-
ración ó dicho del testigo se da el nombre de
testimonio,. y el de prueba testimonial' á la
que resulta de las declaraciones de varios tes-
tigos, a diferencia de la- prueba instrumental
ó documental, que es la que resulta de los
documentos 6 inslrnmenlos públicos ú pri-
vados'.
'Compréndese fácilmente y sin necesidad
de grandes capitaciones sobre osle punto,
cuan interesante es la persona que comparece
como testigo ante un tribunal do justicia. Sus
dichos van á ilustrar el ánimo del juez sobro
la verdad ó falsedad de los hechos controverti-
dos, y por. consiguiente á ser el' fundamento
en que estriba, muchas veces el fallo de un
proceso. La ley, por lo tanto, al verse eu "la
nocesidad de dar su valor legal al dicho de las
personas que- comparecen ante un tribunal y
declaran sobre los hechos que se controvier-
ten, no lia podido menos de exigir en ellas
ciertas cualidades, indispensables para que
valga su testimonio, y sin las cuales se invali-
da ó pierde mucha parle do su fuerza.
Estas cualidades son ¡a edad, el conoci-
miento, la probidad y la imparcialidad; vea-
mos lo que la ley dispone sobre cada una de
ellas.
Respecto á la edad, se exige para poder
ser testigo en asuntos civiles , 'tener mas de
catorce años , y mas <le veinte para declarar
en asuntos criminales. La Tazón de esta dife-
rencia se concibe muy fácilmente, porque al
paso que en los primeros' solo se disputa so-
bré intereses, en la segunda se ponen en tela
de juicio la honra y la vida de las personas.
Sin embargo, como seria desfavorable álasin-
vestigaciones judiciales privará los jueces del
testimonio 'de las personas menores de la edad
señalada, cuando conocen los hechos y pueden
deponer sobre ellos , pueden ser llamadas á
' declarar, y su dicho será atendido como pre-
sunción.
Por falta de conocimiento no pueden ser
testigos el fátuo , el loco , el mentecato , el
ebrio , y ei que de cualquiera otra manera está
destituido de juicio. El dicho de estas perso-
nas no puede, ,en efecto, 'tener valor ni impor-
tancia de ningún genera.
En cnanto á la probidad!, este es también,
como hemos dicho , un requisito que debe
adornar las personas de los testigos. No pne-
der serlo, por falta de ella, según nuestras
leves, el conocido por do mala fama, el que
hubiese dicho falso testimonio ó falseado car-1
ta, sello ó moneda del gobierno; el que faltase
á la verdad en su testimonio por precio i-eciiii-
do; el que hubiese dado yerbas ó veneno para
causai- algún aborto , muerte ú otro mal cor-
poral; el homicida; el casado que tiene en su
casa barragana ó. manceba conocida; eT forza-
dor de mnger, aunque no se la llevo; ol que
saque religiosa de algún convento; el após-
tala; el que se casare sin dispensa con porten-
ta en grado prohibido; el traidor ó alevoso; el
de mala vida, como ladrón, rudan, ó tahúr, y
el excomulgado vitando,
Lo que acabamos de decir está esnriln en
nuestras leyes; pero doloroso-es confesar que
esta no es mas que una Setra muerta y una
disposición que no se observa en rigor en la
práctica.' Doloroso, decimos, porque es impo-
sible dejar do aplaudir la justicia de semejan-
tes disposiciones. Debiendo apoyarse el fallo
judicial sobre los dichos de los testigos, ¿une
valor puede dar á ellos , si sabe que vienen
de personas completamente desacreditadas y
de malas costumbres , que del mismo motlu
que violan oíros preceptos mas graves fi im-
portantes de la religión, do la moral y de las
leyes, pueden faltar á la verdad, por interés
ó por odio ó afecto hacia determinadas perso-
nas? Cuando el juez sepa que el testigo cuyo
dicho condena, á otro, es un infame raptor, es
un desalmado tahúr, es un falsificador de do-
cumentos, ó un homicida, (Pun hombre cuyas
costumbres son materia de escándalo para ta
sociedad, ¿podrá dar valor alguno ú sus di-
chos? Esto es, sin embargo, lo que sucede mo-
chas veces en la práctica en estos tiempos,
en que las costumbres' se hallan tan perverti-
das , en que se conocen tantos y tan eficaces
medios para ocultar el victo, y en que esto
mismo vicio es muchas veces tolerado en la
sociedad mientras observa ciertas formas esle-
riofes, á saber: que el dicho de los malvados
es el que condena con frecuencia á los hom-
bres de bien]
Hemos indicado que el último reqnisito in-
dispensable que exige la ley en los testigos
es la imparcialidad. Diremos, pues, que por
falta de ella no pueden ser testigos el ascen-
diente y descendiente en cansas reciprocas; la
mugerpor su marido ó el marido por su mn-
ger ,'ni un hermano ' por otro mientras vivan
juntos bajo la patria potestad; el interesado en
la causa, escepto el individuo de ayuntamien-
to ó universidad , que puede serlo en las can-
sas de dichas corporaciones; el criado familiar;
el enemigo^-capital; el hombre muy pobre, á
menos que sea de bneria reputación y arregla-
da conducta; el juez , en pleito que juzgó A
ha de juzgar; el abogado y el procurador por
su parte ó cliente; el tutor d curador en plei-
tos de sus pupilos ó menores; el cómplice en
el delito contra su compañera , pues podría
culparse a un inocente , bien por venganza,
bien por embrollar o retardar la causa , biea
por mezclar alguna persona poderosa con la
esperanza de mejorar el éxito del proceso; el
165
TESTIGO
.160
ciuo está preso eu cansa criminal contra cual- ralgunas palabras de su art, -." «Toda persona,
rmier acusado, por recelo do que podría dar dice, de cualquiera clase, fuero y condición
falso testimonio á ruego de alguno que le pro- que sea, cuando tenga que declarar como tes-
métiesé sacarle de la cárcel; el presentado por ligo, en una causa crimina!, está obligada á
el acusador, si fuese su pariente dentro del comparecer para este efecto ante el juez que
tercer grado ó viviese con él cotidianamente; conozca de ella luego que sea citado por él
el que por dinero lidie con bestia brava, y la mismo, sin necesidad de previo permiso, del
mu^er prostituta ó meretriz en causas crimi- juez ó superior respectivo.» Y en el 3.° se lee:
nales; por último, el moro, judio óherege con- «Toda persona en estos casos, cualquiera que
Ira un cristiano. Debemos advertir que las con- sea su clase , debe dar su testimonio , no por
sideraciones antes indicadas respecto á la pro- certificación Ó informe, sino por declaración
bulad , son aplicables á este capitulo; porque, bajo juramento en forma, que deberá prestar
fuera ilc algunas escepciones legales muy mar- según su estado respectivo , ante el juez 'de la
cadas, se admiten muebos testimonios en que cansa o el autorizado por este. » Como se ve,
concurre notoria falta de imparcialidad. Fuer- estas disposiciones no pueden ser mas termi-
m es confesar, sin embargo, que se observan nanles , y se llevan, á eí'eclo con gran rigor,
estas disposiciones con algún mas-rigor que La forma como deben ser recibidas las de-
aquellas, claraeiones de- los tesligos es un punto lam-
Despues de haber lijado de este modo las bien interesante, y de que nuestras leyes se
condiciones que deben concurrir en los testi- ocupan eslensamente. Tamos á reasumir aquí
sos , la ley se ocupa de establecer la obliga- lo que en ellas se dispone sobre esto,
cion en que están de prestar su testimonio an- El juez debe tomar á los testigos con cita-
te la justicia, y de la forma en que han de ser clon de la parte contraria , juramento de que
recibidas sus declaraciones. . dirán verdad sobre lo que saben del'becbo, y
ltcspeeío á lo primero ,, la ley ordena que no descubrirán siis testimonios á las'partes,
ioilos los ciudadanos están obligados á decía- sin cuyo requisito no valdrá su declaración,
mi cuando se les mande, y el juez puede apre- á no ser que ambas partes se conviniesen en
miarlos á ello basta con prisión y embargo .dispensar esta ceremonia,. Luego recibirá á ca-
de bienes, como también a que 'comparezcan da uno separadatuenle la declaración, que irá
eu el tribunal con dicho objeto; pero se dis- poniendo por escrito el escribano, empezando
peiisjju de esta obligación losancianosque pa- por preguntarle si es pariente ó enemigo do
san de setenta años, las mugeres honradas, alguna de las partes, y demás generales de la
bis personas ilustres, los que se bailen grave- ley, y cuidando de averiguar por sus respues-
menlé enfermos, los prelados y los sugetos que tas si sabe lo que depone por haber visto el
tengan otros impedimentos ó inconvenientes, hecho ó la cosa que se dispula, con espresion
á (¡uien se ha de tomar la declaración en sus del año, mes,- dia y lugar, y de las personas
casas por el mismo, juez siendo el pleito de que estaban dolante, ó si solo lo sabe por ba-
imporlaiicia, ó por el escribano sino lo fuere, borlo oido decir á otros ; pues en el primer
No puede ademas ser apremiado ningún su: caso es válido el testimonio y no en él segun-
gcto para ser testigo contra sus ascendientes do, ánb ser que no pudiese darse Otra prueba
ú descendientes ó parientes colaterales hasta por ser el suceso muy antiguo, ó por otro rao-
d cuarto grado, ni el suegro contra el yerno, | üvo semejante, liará, por último, que se léala
ni él padrastro contra el entenado, ó al contra-'
rio en causa criminal. Tales son, pues, la os
tensión y los limites de la obligación de de
clarar ante la justicia , que no es por cierto
declaración al testigo, por si tuviere que aña-
dir, enmendar ó quitar, y la ñrmará con e! es-
cribano y el mismo testigo, si supiese. Pueden
los testigos corregir sus dichos, aun después
de las monos incómodas que pesan sobre el de hecha y filmada la declaración, con tal que
ciudadano. mediare poco tiempo y no hubiesen hablado
Muchos son, en efecto , y muy poderosos con la parte interesada; y el juez liena facul-
tos motivos que concurren para retraer ála lad de llamarlos de nuevo y examinarlos , en
mayor pafte de las personas de ilustrar con razón de las palabras dudosas que hubiesen
sus dichos al 'Criterio judicial. Sin ocuparnos dicho. Si el juez hallare variedad en los testi-
aliora de ellos, como lo haremos antes de ter- gos, debe carearlos para averiguar la verdad-
minar este articulo , manifestaremos que el Si algún testigo no supiere la lengua vulgar,
retraimiento, observado en este punto ha pro- se le examina por medio de dos intérpretes
(lucido en diversas épocas la necesidad de dis- juramentados como los tesligos; y si no hubie-
posieiones muy severas. Después de lo que i se mas que un intérprete en el pueblo, ó se
acabamos de ver, todavía se impuso una obii- convinieran las parles en que sea uno solo.
gacion mas estrecha é indeclinable de decla-
rar ante los tribunales en el 'real decreto de 4
de setiembre de 1820, espedido bajóla domi-
nación de principios., liberales, y restablecido
en época análoga á aquella bajo su aspecto po-
lítico, o sea en 30 de agosto de 1S36. He aqui
valdrá sn dicho. Cuando el juez viere que los
testigos se hallan fuera de su territorio , debe
enviar requisitoria con inserción del interro-
gatorio al juez del pueblo donde aquellos vi-
ven, para que reciba sus declaraciones y se
las remita cerradas , á no hacerse por medio
TESTIGO
de receptores; pero en causas por !as cuales
haya de imponerse pena de muerte,, mutilación
ó destierro, debe el mismo juez que conoce i!e
de la causa, examinar los testigos, quienes>por
tanto habrán ¡le presentarse en su tribunal. Si
el testigo ilicc que du'da o no se acuerda bien
de lo que se le pregunta, ó que tiene pe ver
algunos papeles y pide término, se le debe
conceder este; y la parte puede hablarle y
traerle á ia memoria los hechos, encargarle
su conciencia sobré que diga la verdad, y «¡fe-
fregarle á este efecto copia del interrogatorio.
Aqui será preciso observar que- la mayor
parle de las disposiciones relativas al eximen
de testigos, se cumplen muy mal en la prác-
tica. Los jueces no se loman el trabajo Se
examinarlos por si, porque les dispensan de
hacerlo las leyes fuera de las causas y nego-
cios de gravedad; y de aqui resulta que en las
capitales, sobro tarto, loslestigos no haden mas
que prestar juramento en manos del juez, y
pasar después al oficio del escribano, donde
esplauan su declaración en ios términos quo
mas les acomoda. Como allí no hay aparato de
tribunal, ni temor de ser sorprendido con pre-
guntas sugestivas, la declaración se escribe coi)
' gran desembarazo aunque contenga un tejido
dé falsedades. No aludimos aqui ni recorda-
mos á este propósito hechos algunos: nos re-
ferimos á lo que generalmente sucede, -salva
algunas esccpcioncs honrosas. Si el juez exa-
minase siempre los testigos, seria imposible
que so consignase tanta falsedad en los pro-
cesos. Su- presencia impondría respeto ñ los'
que hubiesen pensado desfigurar iü verdad, 'y
tal vez les desconcertaría clespectácutá im-
ponente que siempre ofrece la justicia. La
práctica da ademas á los jueces medios de co-
nocer cuando se aparta el lesíigo de la verdad
en sus dichos; y aunque las preguntas capcio-
sas están prohibidas, podría en estos casos con
habilidad, sacar !a verdad de la 'mentira, <5
al menos algunas inducciones favorables á
aquella.'
Vamos á indicar aun algunas dé las dispo-
siciones de nuestras leyes sobre los testigos
que pueden presentarse al tribunal, su número,
su carácter -y los derechos de indemnización
que asisten al testigo.
Cada litigante, según nuestras leyes, puede
presentar hasta treinta testigos y no nías sot
bre cada hecho que intenta probar, como jure
que no lo hace por malicia ni por cansar di-
laciones, y nimijiic después dé haber presen-
tado algunos diga que üó quiere presentar mas,
puede, no obelante, presentar otros nuevos,
ítttSrta bis treinfa con tal que sea dentro del
término probatorio y jure (pie ignora las de-,
claraciones de los primeros que ha presentado
y las de los ríe su contrario. A pesar ríe lo que
antes liemos visto cuando ha de testificar al-
guna persona condecorada, como magistrado
ó gofo ríe ¡uri-^lirriiin, no se le suele exigir
declaración jurada, Sitio solo certificación so-
bre el hecho ó delito, oblen se 1c pasa un ofi-
cio preguntándole lo que se desea saber.'. Las
testigos tienen derecho á que !as partes les
satisfagan las espensas é intereses que pierdan
por el tiempo empleado en ir á declarar y re-
gresar á sus casas.
lie aqui lo que repulamos mas digno de
conocerse entre lo que la legislación dispone
respecto á la prueba de testigos. Y en verdad
que es esta una materia que pudiera darnos
asunt.o para muchas y mny importantes con-
sideraciones, si nos permitiera tu Índole da
estos trabajos e! entrar en ellas. Nos limita-
remos á indicar que la prueba de testigos no
puede apreciarse sino con mucho pulso y
prudencia, porque la depravación de las cos"-
fumbres, y el poco respeto á la santidad del
juramento, han hecho que se pruebe con tes-
tigos cuantu se quiera, en términos de haberse
presentado en asuntos civiles y criminales
pruebas robustísimas de este género, bochas
afirmados por un prodigioso número de testi-
gos, ¿ gusto ríe la parle qne los ha presentado,
cuya falsedad consta estra-judicialinentc. En
medio de todo, sin embargo, forzoso' es con-
fe.-ar que este género de" prueba no puede
menos de utilizarse en el foro, porque ¿qué
baria la justicia en ciertos casos, sino fuese
informada do los hechos por las declaraciones
de los que pueden ilustrado sobre ellos? ¿Co-
mo se probarían y so castigarían los debías,
en los cuales no hay de ordinario otro media
de prueba que los testigos? Pero debe tenerse
siempre por seguro, que si bien merece fe
por lo general el testimonio ríe las personas
que por casualidad han presenciado un hecho,
y vienen* á ligurar en un proceso del cual se
consideraban muy agenas, no es tan digno do
créríüo en los mas de los casos el de los Ies-
Jigos que presenta una parte para probar lo
que se propone, ya sea cu asuntos civiles, ya
en causas criminales .
No terminaremos este articulo sin haccnius
cargo de tina especie quehemos apuntado neis
arriba acerca de la repugnancia qne cuesta el
comparecer úntelos tribunales para prestar ea
ellos declaraciones, á casi todas las personas
á quienes se llama para este objeto. Esta ro-
pugoaocia no nace río otra cosa sino de los
vicios de nuestro sistema de enjuiciar, que
cansan muchas veces vejaciones y perjuicios
inmerecidos al mismo que va á ¡lustrar al Iri-
bünal'con sus declaraciones; y también, y muy
principalmente, de la desconfianza qne so abri-
ga de ipie se imponga al reo el casligo mere-
cido, y el temor de que, eludiendo esle el ri-
gor ríe las leyes, no venga á hacer blanco do
sus ataques al que,, en el deber de manifestar
la verdad, hizo cu el tribunal manifestaciones
que sinicron de fundamento á una acusación
criminal-.
Queremos dar á conocer, por conclusión
de este, articuló, ci significado ríe algunas lo-
etlHonóS formarías sobre ta palabra tusttgo.
469
TESTIGO— TESTIMONIO
170
Llámase testigo abonado al que no tiene
tticba legal, y también al' que no podiendo ra-
tificarse en su declaración por haber muerto
ó hallarse ausente, es tenido por idóneo y fi-
dedigno mediante ía justificación que se luce
de su veracidad y de no tener taclias.
Testigo auricular ó de oidas es el que
depnnedealgun hecho por haberle oído á otros,
fío tiene fuerza su testimonio, sino cuando re-
cae sobre algún suceso antiguo, ú cuando se
traía de- probar la fuma pública.
Llámase testigo-Oeular ó de vista al que
depone de algún hecho á que se halló presen-
te. Su testimoniu es Válido, concurriendo las
circunstancias antes indicadas."
Testigo instrumental es el que asiste al
otorgamiento de un instrumento ó escritura.
Testigo falso, se llama al que faifa mali-
ciosamente á la verdad en sus deposiciones,
sea negándola, sea diciendo lo contrario á
ella.
- Testigos necesarios son lodos aquellos
que teniendo tacha legal para dar testimonio,
son admitidos, no obstante, por necesidad en
algunas causas cuando faltan otros hábiles y
capaces, listo es lo (pie sucede en los delitos
de lésar-magestad ó ¡csa-nacion y cu el pecado
nefando, en los cuales se admiten como testi-
gos lodus laspersonas sin escepciou, fuefa del
enemigo capital del acusado.
Testigos .singulares se llaman á los que
discordau de los otros en el hecho, persona,
tiempo, lugar ó circunstancias esenciales del
mismo;
Testigos iestamantarios se denomina á
los que asisten al otorgamiento de algún tes-
tamento ú otra disposición do última vo -
luníad.
Por último, se da el nombre de testigos mu-
ios á las cosas inanimadas .que sirven para el
esclarecimiento de algún hecho y la convicción
del acusado; como son los instrumentos con
que se ha cjeculado algnn delito, como el pu-
ñal ó la llave falsa que pertenece ó se encuen-
tra á la persona sobre quien recaen las sos-
pechas. No hacen prueba plena; pero inducen
presunción.
TESTLUOSIALBS. Asi se llaman las certifi-
caciones espedidas por los obispos para paten-
tizar los méritos, servicios, grados y conduc-
ía do los sacerdotes o clérigos residentes en
sus diócesis. También se da el mismo nombre
alus cartas firmadas por los obispos y sellada.-:
con sus sellos, por las que remite uno de sus
diocesanos á otro obispo para que !e confiera
las órdenes; denominándose vulgarmente estas
cartas dimisorias. '
■El uso de las testimoniales es muy antiguo,
y se introdujo para que el clérigo que se tras-
ladara de una provincia eclesiástica á ofra pu-
diera acreditar lodos los unlceédcnies de su
vida, teniendo en la manifestación do su pie-
lado un lesfimnnio de su idoneidad m'oral, in-
telectual v física.
Posteriormente se ha establecido que las
testimoniales sirvan de recomendación para
obtener piezas eclesiásticas y de titulo justi-
ficativo para probar la carrera literaria y los
servicios délos clérigos que aspiran á obtener
algún beneficio.
Desde los primitivos siglos de la Iglesia se
prohibió" espesamente á los obispos ordenar
á un sábditb de otro sin Ucencia de éste, y el
cánon XVI de! concilio de Kicea confirmó esta
prohibición de una' manera terminante, habién-
dolo hecho también con la mayor claridad el
primer concilio de Cartago. Esta prohibición ha
sido siempre 'sostenida-ñor lalglesia,y el con-
cilio de Tronío on la 'sesión XIV, capitulo II De
Reform., dispone que ningún obispo confiera
órdenes fuera de su diócesis, ni aun á sus fa-
miliares, sin el consentimiento espreso de su
propio prelado ó cartas dimisorias, imponien-
do al que contraviniere á este precepto la pe-
na de suspensión ipso jure por un año de las
funciones pontificales, y el que hubiese sido
ordenado queda privado del ejercicio de las
órdenes que hubiere recibido todo el tiempo
que plazca á sis prelado.
-En la sesión VII, cap. X De Reform, del
TrJdentino, se derogaron, las facultades que
antes tenían loa cabildos "catedrales Jiara dar
dimisorias durante la vacante de lásese, y se
ordenó que hasta pasado el primer año de la
vacante no so espidiera dimisoria alguna.
El mismo concilio en la sesión XX111, ca-
pitulo X,, De Reform., dispuso que los aba-
des y prolados inferiores no pudieran dar dt-
misorias,,yenel cap. IX consignó que los obis-
pos no pudieran ordenar ¡f sus familiares de
otras diócesis, sino después de estar tres años
en su compañía,- Esto mismo han repetido en
diferentes _bulas de lósanos 1624 y 1G94 los
papas Urbano Yin 6 Inocencio Xll.
LaS testimoniales se espiden ó en forma
de certificación ó en forma de carta, y van
siempre refrendadas por el secretario del pre-
lado ó por un notario de !a curia.
En cualquier parle cu doudo so presenten
las testimoniales producen el mismo efeclo
que si se presentaran los documentos origina-
les á que suelen referirse, y de ellas se sacan,
en España én Ja cancillería del ministerio de
Gracia y Justicia los eslractos do méritos y
servicios que deben unirse á todos los espe-
dientes de pretcnsiones á dignidades, preben-
das, curatos y beneficios eclesiásticos.
TKSTIMOSIÓ; (Jurisprudencia.) Llámase
testimonio lo que un testigo dice eu-juicio, el
instrumento legalizado por escribano, en (pie
da fé de algún hecho y la prueba ó justifica-
ción de la verdad de alguna cosa.
La copia que se saca por exhibición de la
escritura original, ó de la que hace veces de
tai, se llama testimonio, y puede autorizarse
por el mismo escribano ante quien pasó la es-
critura, ó por'olro ¡míe quien se exhibe. Eu
ol primer caso hace plena fé el testimonio,
17J
TESTIMONIO— TETANOS
mas no produce ejecución: en el segundo no
hace fé sino contra la parte que se vale de .él
on juicio, á no. ser" que se de por mandato ju-
dicial y con citación. 'de la parte contraria, 6
que precediendo dicha citación se compruebe
con el protocolo, pues entonces probará con-
tra pija.
TÉTANOS. (Medicina.) Viene de una voz
griega que significa estender, estirar. Es una
enfermedad caracterizada por la contracción
¿olorosa, permanente, con repeticiones ó ac-
cesos convulsivos, de algunos ó de todos los
músculos sometidos al imperio do la volun-
tad, dependiente, según Iiegin, de una irrita-
ción inflamatoria de la médula espinal.
Variedades. El tétano se divide en idio-
pático y traumático. El primero "comprende
todos los casos do tétanos independiente de
heridas; el segundo, por el contrario, todo,
aquellos eu que sobreviene á consecuencia de
estas. Se divide también según el sitio espe-
cial que ocupa ia contracción espasmádica de
los músculos; asi es que se liau admilido:
1.° el trismo, caracterizado por la don tracción
de las. mandíbulas: 2." el amprostólmios, en
el qué los músculos de la parte anterior del
cuello y del tronco se hallan tan contraidos,
que doblan la 'cabeza hacia el pecho: 3." el
opistátones, en el que la cabeza so dirige ha-
cia atrás por la contracción de los músculos
de la parte posterior del cuello: 4.° el plettros-
tótonos, en el que se observa el cuerpo do-
blado iateraimenfe: y 5." el tétano Iónico, en
que la contracción muscular es general. 01ra
diferencia importante se establece segxin la.
marcha de la enfermedad, eu cuyo concepto
se divide el tétano na ayudó, crónico é inter-
mitente. Es agudo cuando los. síntomas se su-
ceden con rapidez y .son muy intensos; es
crónico, si el curso de los sintonías es lento y
ostos son poco graduados. Es iiitermilenle',por
último, cuando se reproduce con regularidad
por accesos, del cual Dance refiere cuatro ca-
.' sos. Se ha observado también el tolano inter-
mitente cu las calenturas perniciosos tetá-
nicas.
Hay, finalmente, otra variedad de tútanos
descrita con el nombre de trismus nascen-
tium ó trismo de los rccícn-nacidos, que se
observa prúicipaluicntej según Fonrnicr Pes-
cay, hacia- los trópicos y sobre todo en las An-
tillas, en los niños durante los ocho primeros
.dias de su vida. Se desarrolla 'particularmente
en los niños de los negros, y muy -rara vez
en los de los blancos. Es ,á curta diferencia el
leíanos de los recien-nacidos, lo' mismo que el
de los adultos, sino que en aquellos el único
fenómeno bien prounneiadoj el eulmiuaide,
es el trismo;
Etiología, Se ba dividido el télanos en
idiopúücb y traumático, pero sus síntomas son
siempre los mismos y la diferencia está solo
en las causas. Hay una influencia general que
se aplica á todos los casos de tétanos, y con-
siste en el clima; por esta razón es casi endé-
mico en los países cálidos, donde so ñola un
contraste maravilloso cutre el calor escesivo
del día y el frió de las noches, circunskmclas
que todos los autores que se han ocupado do
esta afección asignan como la mas idónea pa-
ra determinarla, al . paso que es muy raro en
tas regiones frías. Las lombrices intestinales,,
el frió, las impresiones mbrales fuerles, el es-
treñimiento pertinaz y Sos viruelas son otras
tantas causas ocasionales del tétano idiopático.
El traumático ss desarrolla á veces por. Uis
mas leves causas físicas. Las heridas no son
causa inmediata del tétano, sino en los prime-
ros dias, cuando la irritación subsiguiente á
picaduras , di si acerad o ii.es , la presencia de
cuerpos estrados, es todavía aguda, Intensa y
se hace sentir en cierto modo en toda la eco-
nomía. ,A medida que.se aleja este periodo la
herida, por la disminución do la flogosis ó in-
farto délos tejidos, la abundancia de la supu-
ración etc.,, queda reducida á un aféelo local
poco á propósito para escitar simpatías.
Eu los ¡países fríos apenas se ve sino á con-
secuencia de heridas contusas ó por dislaeera-
cion ó por instrumentos punzantes, en las heri-
das de las articulaciones giugllmoideas con ro-
turado tendones y ligamentos, cu las luxaciones
y fracturas complicadas. Lns principales cau-
sis del tétano traumático son las punturas de
la planta del pie y las fracturas de los dedos
y de la mano y del pie. Se lía atribuido el l
taños á la división parcial de un nen io; puto
en casi todas las heridas hay algunos nervios
incomplelamenle «orlados, y sin embargo, no
sobreviene: puede dudarse, por consiguiente,
de la realidad de esta causa. El Iránsito repen-
tino de los heridos del calor al frió ocasiona
también esta terrible enfermedad.
La constricción do un cordón nervioso por
una ligadura de arteria le determina en ocasio-
nes, y [d mismo la presencia de cuerpos es-
truúos cu las heridas, las afecciones morales
deprimentes, el 'abuso del coito, el csceso ele
beber licores espirituosos, los tópicos irritan-
tes y las curas demasiado largas, cuando el
aire os frió y húmedo son también otras lan-
ías causas que pueden favorecer el desarrollo
del tétanos.
Sintomatología. Como. pródromos déla en-
fermedad, por lo general, podemos citar la
tristeza, el abatimiento de los enfermos, la
pérdida del apetito y del sueno : tienen la
boca amarga, la lengua ofrece un empaste
medio amarillento y se quejan de cefalalgia;
esperimentau después bostezos, movimien-
tos convulsivos pasageros en las mandíbulas,
el cuello y los músculos de la deglución y re-
cargos cada vez mas frecuentes y durade-
ros hasta la invasión definitiva det mal. So es
raro tampoco observar, cuando debo declararse
el telamos, que los bordes de la herida se hin-
m
dbm y desecan, la supuración disminuye^ vol-
viéndose negruzca y fétidáj ó bg suprime.
■ Acaso de veinte Veces en las dieü y sois
comienza el tétanos por el trismo ó.sca la con-
tracción espasmódica de los músculos maséle-
ros y temporales, los cuates aplican la mandí-
bula inferior contra la superior con tal fuerza,
que se hace por grados imposible separarlas
lo mas mínimo: algunas veces ha sido preciso
valerse do medios mecánicos ó aprovechar el
hueco procedente dé la pérdida'de un diente
para introducir algún líuuido en la boca. En
los enfermos que no pueden tragar la saliva
so ve salir á este liquido entre los labios.
El télanos puede .permanecer en este gra-
do por muchos dias, pero llega al fin una épo-
ca en que la rigidez se estiende á los múscu-
los' de la cara, d'eí cuello, etc., hasta que se
hace tónico, en, cuyo caso lodo el cuerpo se
reduce á una masa inflexible. Al paso que esto
sucede los otros órganos déla economía pier-
den el uso de sus funciones. Los ojos carecen
de su animación ordinaria, se hunden en la
órbita y se ponen, llorosos; las paredes del
vientre se aproximan ;í la columna vertebral y
comprimen las visceras que protegen; se de-
primen las costillas, y, siendo mas limitados
los movimientos dínfragmáticos, la respiración
es corta y difícil; las contracciones de! cora-
zón son frecuentes pero débiles, y do aquí la
debilidad del movimiento circulatorio. Hay en-
sueños tristes, agdacion é insomnio; todos es-
tos accidentes progresan con tal rapidez, que
á las veinte y cuatro horas no puede ya mu-
chas veces Iragar el enfermo ó lo hace con
mncho trabajo, auuqde siente, vehementes de-
seos de beber y aun comer, lo que contribuye
mucho á agravar el mal . El pulso es pequejip
y acelerado, y por la lardo manifiesta por lo
general un acceso febril seguido de sudores
parciales. Enflaquece nolablementc el enfer-
mo, sufre dolores atroces, la rigidez aumenta,
la deglución le es ya imposible, y en este
caso es cuando conocen el peligro en que se
llalla su vida que termina, sin perder el uso
de sn inteligencia, al tercero, cuarto , quinto
ó sétimo dia, y rara tez se prolonga hasta los
diez y siele. Esta circunstancia, anotada últi-
mamente de conservar su integridad las facul-
tades inlelectüalés, es un hecho tan digno de
atención como constante , cuya exactitud ha
sido confirmada por todos los autores.
La muerte á consecuencia del télanós so-
breviene eii dos circunsiancias ó se presenta
hajo dos formas diferentes. Unas veces, en
efecto, siendo permanentes y mny intensos
los espasmos durante los continuos y rápidos
progresos del mal, la respiración no larda cu
debilitarse, apenas se percibe el pulso, sobre-
viene nna congestión cerebral que aumenta
gradualmente, la fisonomía del enfermo se
descompone, se cubre el cuerpo de un sudor
frío y viscoso y concluyo la vida, resultado
que parece debido esencialmente á la asfixia
m
consecutiva, á la imposibilidad de respirar.
En otros casos, 'por el contrario., el tétanos se
prolonga en estado crónico, sin adquirir el
grado de agudeza que !e haría prontamente
mortal, pero si conserva bástanle violencia
para privar al enfermo de todo reposo, impe-
dirle Ja ingestión de -alimentos sólidos y lí-
quidos y agolar la acción nervipsa ó determi-
nar la desorganización de la médula espinal,
en cuyas circunstancias los enfermos mueren
de debilidad, y otros sufren exacerbaciones
sucesivas acompañadas de dolores raquidianos,
y sucumben en medio de uu paroxismo, mas
marcado y duradero que ios anteriores.
Pronóstico. El tétano general es muy gra-
ve porque casi necesariamente es agudo, es
decir, muy intenso. El idiopáticoes menos pe--
ligroso que el traumático, siendo el intermi-
lenle el rueños grave, segnn resulta de las
observaciones de Denaus, ano ser que se com-
plique con el elemento pernicioso, "y asi es
que de cualro casos de liebre perniciosa tetá-
nica, l'nccinolti no pudo salvar sino un en-
fermo. Finalmente, el tétanos de cualquiera
especie que sea, es siempre una afección muy
grave y con razón temida por lodos los prácti-
cos; pero esta gravedad tiene sus grados se-
gún la mayor ó menor violencia y aproxima-
ción de los paroxismos.
Anatomía patológica. La mayor parte de
los autores están contestes en la existencia de
una lesión de la médula. Los autores Thomp-
son, en Filadelüa, y Goells, en Viena, han ob-
servado muchas veces la influencia del bulbo
raquidiano en los recien-naeidos que habían
sucumbido de trismo; el profesor Brear refiere
muchas observaciones de télanos, en los cua-
les dice haber descubierto la inflamación de
la médula; en '.as Transacciones del colegio de
médicos de irlanda se ha publicado una lámi-
na que representa la médula espinal de un tc-
táníco'que, ademas de ofrecer una imperfec-
ción notable de sus vasos, se bailaba comple-
tamente destraillada sustancia de la médula al
nivel de la novena y décima vértebras dorsa-
les. Combetlé cita un caso, en que se encontró
gran cantidad de serosidad en el conducto ra-
quídeo. Bouilland vió en ia autopsia de un te-
tánico reblandecidos los hacecillos anteriores
de la médula. Monod, Cloi, Ccndrin y otros ci-
tan casos análogos^
Según las complicaciones de la enferme-
dad, asi varían las lesiones secundarias tpic
presenta los cadáveres de individuos muertos
del tétanos. Asi que, en unos so observan se-
ñales de gastro-enterilis; en otros inyección
del cerebro; rin algunos el corazón contraído,
duro ó reblandecido, y en casi todos hay hi-
tarlo pulmonal, rubicundez en la garganta, en
la faringe, etc. Los músculos en (in, que han
eslado contraídos durante la vida ofrecen ge-
novalmcnlc inyección", equimosis, ó tal ve?, dis-
laceracionos ó rcblaadecimíeutos mas ó menos
considerables.
TETANOS
475
TETANOS-TETMGONURO
Tratamiento. Es tal la resistencia que lia
opucstp el tétanos liasta el dia á los diferentes
métodos curativos , que se lian multiplicado
hasta el inlinito. los medios para triunfar do él.
De necesidad es confesar que si cada uno de
estos tratamientos cuenta en su favor algunos
resultados felices, son á la verdad tan raros, que
deben considerarse como casos escepcionalcs.
Mencionaremos,, pues, ligeramente los mas y
solo nos detendremos e,n el que nos merece el
dictado de racional,. vistos los resultados de
las autopsias. Permitásemos, sin embargo, de-
cir algo antes de Jas precauciones que convie-
ne tomar para oponerse al desarrollo de esta
enfermedad.
Tratamiento profiláctico. La precaución
mas importante de todas es preservar al heri-
do do la impresión del frío. Desembarazar las
heridas do los cuerpos estraíios que contengan,
practicar los deslindamientos convenientes,
curaciones suaves, ligeras y tardías, situar los
heridos en lugares sanos y de igual y buen
temple, administrarles calumnies al interior,
preservarles de afecciones morales, corregir
los empachos gástricos ¿intestinales que aca-
so existan; he aqui los medios mas adecua-
dos á que debemos recurrir con el fin de pre-
venir el .desarrolló del* tétanos. Cuando reine
epidémicamente y en heridas que mas fácil-
mente lo ocasionan, es prudente practicar la
amputación. :
Tratamiento curativo. Una vez desarro-
llado, es lo esencial descubrir si ..proviene de
la herida ó depende de alguna causa estrada.
En este úítimo caso no ha precedido dolor en
la herida, y á pesar de la invasión, del tétanos
le' mantiene colorada y cubierta de un pus lau-
dable; y si bien mas tarde toma un tinte pálido
y deja de supurar, esto depende de que la in-
flamación medular desarregla ó aniquila todas
las acciones orgánicas. Si á esto se añade el
conocimiento de las causas verdaderas tle la'
invasión del tétanos, tales como una indiges-
tión, un pasmo por el frió, un acceso de cóle-
ra n otra cualquiera que haya ejercido su fu-
nesta influencia sobre el herido, el diagnósti-
co es evidente.
Asi, pues, remover la causa que haya da-
do origen al létanos, es el punto mas impor-
tante. Satisfecha esta indicación tan esencial,
las sangrías generales, las ventosas y sangui-
juelas á lo largo del "raquis, los baños tibios
prolongados, los calmantes, las embrocaciones
emolientes, aceitosas y aromáticas, seguidas
de aplicaciones de bayeta en todo el cuerpo,
¡¡c aqui los modificadores, que conslilnyen el
tratamiento metódico racional del tétanos. Las
emisiones sanguíneas necesariamente luin de
guardar proporción con las condiciones del en-
fermo é intensidad del tétanos, no deben exa-
gerarse del modo que lo han hecho algunos
prácticos En los enfermos que no carezcan do
algún diente, conviene colocar entre las arca-
das dentarias un pedacito de corcho ó madera
desde la invasión del mal.
Los sudoríficos y el álcali volátil han con-
tribuido en algunos casos á prevenir y curar
el tétanos. El opio, sobre todo en el tétano
crónico, es tal vez el n.edicamenlo que mejor
ha correspondido á las esperanzas que cotí i¡\
se proponían al emplearle; pero os menester
administrarle á dosis alias y/frecuentes y des-
de el principio de la enfermedad. Se bu re-
currido asimismo al éter y al almizcle á do-
sis crecidas, pero no gozan de la reputación
que el .opio.
•. Los chorros de agua fría en ia cabeza du-
rante hKcstaucia de los enfermos en el baño
son provechosas cuando los músculos del cue-
llo y cabeza están muy rígidos y se observan
señales de congestión cerebral. En vez de ba-
ños templados se han usando compuestus de
legía de ceniza con la adición de una ó dos
onzas de piedra de cauterio. Provocan un su-
dor copioso, sobremanera útil.
El mercurio, la digital, los enemas de ia-
baco y algunos otros medicamentos aislados se
han empleado también para combatir esta ter-
rible enfermedad, pero aun no están sancio-
nados por la práctica.
La amputación del miembro lastimado acon-
sejada por Larrcy, en cuanto aparecen los pri-
meros síntomas del tétanos, no debe practicar-
se, porque no contiene su desarrollo aun cuan-
do la ca'usa esté en el daño local.
En el tratamiento del tétanos idiopático es-
tán aconsejados los mismos medios 'que hemos
enumerado, solo que, como bien se compren-
de, no hay necesidad detener los cuidados que
las heridas requieren.
El trismo de los .recién nacidos por último,
se halla en iguales circunstancias, sino que las
dosis de los medicamentos han de sor propor-
cionadas á su corta edad, y solo liáremos men-
ción de uno empleado con buen éxito por al-
gunos autores y que por lo mismo lo aconse-
jan con eficacia; esle es la tintura de cáñamo
indiano, del que se administra cinco gotas de
hora en hora el primer dia, diez el segundo y
asi sucesivamente hasta producir el sueño.
T ETRABEASQDIOS. (Historia natural.) Fa-
milia de moluscos cefalópodos, caracterizada
por tener dós branquias á cada lado, muchos
tentáculos sin ventosas y colocados en varias
fitas.. Comprende dos géneros que son la. espí-
rala" y la laza de Venus. También se colocan en
esta familia las ammonitas , belcmnilas, mi-
mulilas y otras varias especies fósiles.
TETIUGOXURO. (Historia natural.) Género
de peces óseos del órden de los acantoplcri-
gios, familia de los estrepsibranquios, caracte-
rizado por dos Crestas salientes á cada uno de
los lados de la baso de la cola. El único géne-
ro descrito hasta ahora es el letragonurus cu-
vieri de llisso, de color negro y cuya carne
según se dice es venenosa, Habita en el Medi-
terráneo.
477
TEUTONICA.
478
TETRÁMEROS. {Historia natural.) Tercera
sección de coleópteros, caracterizada por te-
ner cuatro artejos en cada uno de los seis tar-
sos. Divídense en siete familias que son: cur-
ctítimúlos , filófagos , plaikomos , longicor-
nios, cíclicos y clavipalpos.
TETRAS. {Historia natural.) Género de la
familia de las tctraonidcas en el órden de las
gallináceas, caracterizado por su pico corlo. y
robusto; la mandíbula superior abovedada, en-
corvada por la punía, mas larga que !a infe-
rior y rebasándola por todos partes; las ven-
lanas de la nariz medio cerradas por una mem-
brana hinchada y ocultas por las plumas; ¡a
región superciliar desnuda y cubierta de una
piel verrugosa; larsos emplomados; Iros dedos
delante y uno detrás, guarnecidos en sus boi>-
desde asperezas; alas cortas, cóncavas y re-
dondeadas; la cola también redondeada y al-
guna; veces ahorquilla.da.
El urogallo {tetrao urogaüus), el urogallo
pequeño \T. iutrix), y !a ortega (T. bonasia)
son comunes en nuestra península.
TETRODIMTES. (Historia natural.) Género
de peces pleclognatos de la familia de los
giinnodontcs, caracterizado por !as láminas de
marfil que guarnecen sus mandíbulas y que
están divididas en- su parte media por una su-
tura, de modo que parece tener cuatro dientes,
dos arriba y otros dos abajo. Se hinchan como
los diodontes y se defienden de la misma suer
te qne eslos. La carne de muchas especies pa-
sa por venenosa. Llámansc erizos de mar
ciertas especies que tienen el cuerpo espino-
so. Las de piel desnuda y sin puntas óseas son
eléctricas.
La especie conocida de mas tiempo es el
tulrodonle del Nilo lletraodon linéalas de
Lin.) que el Nilo deja abundantemente en tier-
ra en sus avenidas y que sirve entonces de
juguete á los muchachos.
TEIÍTIOS. (Historia natural.) Familia de
peces óseos, del orden de los acantopterigios,
caracterizada por su boca pequeña poco ó na-
da ostensible, dieníes cortantes solo en las
mandíbulas, cuerpo comprimido y oblongo con
una sola dorsal. Los peces de esta familia son
exóticos y pertenecen á los géneros anfacan-
io, acanluro, nason , prionuro , axinuro,
priodonte y queris.
TEUTÓNICA, (orden) Esta órden fué funda-
da cu ti DO delante de San Juan de Acre por
algunos ciudadanos do Lubeck y de Rrema,
que establecieron en el campo de los cruzados
op hospital para los .cristianos enfermos y he-
ridos. Al año siguiente, 12 de febrero, dio el
papa Celestino III una bula por la cual confir-
maba el Instituto de los hermanos hospitalarios
teutónicos do Nuestra Señora de Sion, mandán-
dolos que llevasen cruz negra sobre carablan-
ca y vivieran bajo la regla de San Agustín con
todos los privilegios concedidos 'á los hospita-
larios de San Juan y a los caballeros del Tem-
ple. Al poco tiempo los hospitalarios teutónicos
'■¿181 UIULIOTliCA POMJLAIl.
se lucieron mUitares.á imitación' de los dos ór-
denes que Ies habian precedido.
He aqui la lista de sus grandes maestres :
1191. Enrique de Walpot.
1200. Olton de Kaerpen.
1200. Hermán de Bard.
1210. Hermán de Sallza, En esta época
fué cuando los caballeros, retirados al princi-
pio á Venecia, fueron llamados á Alemania por
el emperador Federico II, que les propuso la
conquista de la Prusia, todavía pagana , para
poseerla en feudo dependiente del imperio.
Llevaron la guerra á aquel pais en 1227 y se
apoderaron de'la mayor parte de él. L03 caba-
lleros del Cristo ó porla-espadas, en Livonia,
se sometieron en 1238 á ,1a órden Teutónica.
1240. Conrado, landgrave deTkuringia y
de Hesse. Conquistó la Curiandia y una parle
de la Lituania.
1253. Poppon de Osleme. En su tiempo,
año de 125G, edificaron los caballeros la ciu-
dad de ICoonigsberg.
1263. Hannon de Sangershauacn.
1275. Hartman de Hetdrungen. Fijó su
residencia en Venecia, y durante su magisterio
fué fundada la ciudad de Marienhorgo.
1283. Burchard de Schewenden, Dirigió
inútilmente en 1290 una espediciou enviada al
socorro de Acre, sitiada por los infieles.
1 290. Conrado de Feuchtwangen. Toma-
da Acre en 1231 se retiraron los caballeros
definitivamente á Alemania y eligieron por ca-
pital á la cíufSad de Marburgo en Hesse.
1297. Godofredo de Hohenloke.
1309. Sigefredo de Feuchtwangen. Ad-
quirió los derechos del margrave de Brande-
burgo sobre Dantzig y compró la Pomerelia.
1312. Carlos tíeffart, de Tréveris.
1324. Werner de Or salen. Tuvo que ha-
cer la guerra á los libramos, á los polacos y al
gran duque de Moscovia.
1331. Ludger de Brunswick.
1335. Dietrik de Otdenburgo.
1341. Ludolfo Kanig.
1345. Enrique Duseniers de Arffbcrg.
Compró á la Dinamarca parle de la Estonia.
1351. Wcinrich de Knipenrode. Ganó á
los tituanios una victoria sangrienta, el 17 de
febrero de 1370.
1352. Conrado Zolner da Itodenslein.
■ 1390. Conrado de Wallenrode. Tomó el
Ululo de principe gran maestre.
1393 . Conrado de Jungingen. Adquirió de
los polacos la Samoglciaque perdióse sucesor.
1407. Ulrico da Jungingen, hermano del
anterior. Fué muerto 011 la sangrienta batalla
de Tanneberg que perdió contra los polacos y
lituanios reunidos (15 de julio de 1410). ,
1410. Enrique Reuss I, co n de d e Pl au e 11 .
Por sospechas de sostener inteligencias con los
polacos, fué depuesto y encerrado.
1413. Miguel Kuchenmeisier de Stem-
berg.
1422. Pablo Petlnitzer de Rusdorff.
t. xxxin. 12
J79
T E UTO NICA^-Tl AR A
180
1 44 1 . Conrado de ErliehshaUsen. Bajo su
magisterio sacudieron las ciudades de Elbing,
Tlim-Ti , lícenigsberg y Dantzig la dominación de
la orden, su rebelión produjo una guerra san-
grienta entré los caballeros y los polacos.
1 440. Luis de, Erlichshausen. En 1 4CG fué
obligado á aceiitar la paz que le fué impuesta
cu Thoine por Casimiro IV, rey de Polonia,
cedió la Frusta Occidental, y no conservó la
Prtisia Oriental, si no reconociendo la sobera-
nía de Casimiro.
1 4G9. Enrique Tteuss ¡I, conde de Plauen.
I470. Enrique Reffl de Rkhlenberg.
/ 1477. Martin Truchses deWetschau-
son.
149E. Juan de Tieffen.
1498. Federico, duque de Sajonia.
1510. ¿ibertg, margrave <3e Brandeburgo
y sobrino de Sigismundo, rey de Polonia. In-
tentó sustraerse á la soberanía de su !¡o, ñero
esta empresa causó una guerra que por espacio
do muchos años devastó los dos países sin re-
sultados definitivos. En lio, en 1525 Alberto,
quebabia abrazado con ardor las doctrinas de
Lutero, se dirigió á Cracovia y concluyó el 8
de abril un tratado por el cual fué reconocido
duque hereditario de todo lo que la orden po-
seía, en Prusia, tanto por si como por sus her-
manos y sucesores, á condición de recibir la
investidura del rey Sigismundo. Ayudado des-
pués por los polacos, tomó posesión del duca-
do, echó de él á los católicos, y á pesar de los
rayos del papa y délas amenazas del empera-
dor, se hizo luterano asi como gran número de
sns caballeros. En 1526 se casó con la bija del
rey de Dinamarca. ,
Este acontecimiento puede ser .considerado
como el término de la existencia política de la
órden teutónica, cuyo poder se habia debilita-
do considerablemente en el espacio de un si-
glo por las guerras desastrosas y las discusio-
nes intestinas. Ademas en 1521, Waithcr Plet-
tenberg, maestre teutónico de bivonia, se ha-
bía flecho independiente del gran maestre, y
había sido reconocido príncipe del imperio por
Carlos Y.
1526. Walther de Cronberg. Después do
la defección de Alberto fué elegido gran maes-
tre por un capitulo general celebrada el 16 de
diciembre de 1526.
1543. Walgang Sehulzbar, llamado MU-
ehling. Bajo su magisterio perdió la orden la
Livonia.
1 5GG. Jorge Ilund de W encliheim.
1572.' Enrique de B'Aenhausen.
1585. Maximiliano, archiduque de Aus-
tria.
1618. Carlos, archiduque de Austria.
1G25, Juan Eustaquio de Weslernach.
i 627. Juan Gaspar de Stadion.
1641. Leopoldo Guillermo, archiduque de :
Austria.
1672. Carlos-José, archiduque de Austria. '
1 664 . Juan Gaspar de Ámpringen.
1685. Luis Antonio, conde palatino de
Neuburgo.
I.GU4. Franmco Luis, conde palatino de
Neuburgo.
1732. 'Clemente Augiisto de Baviera.
17G1. Carlos Alejandro de Lorena.
1780. Maximiliano, archiduque- de Aus-
tria.
En 1S05 el tratado de Prcsburgo concedió
al emperador de Austria los títulos, derechos
y rentas del gran maestre de la orden, que
fue definitivamente suprimida por Napoleón el
24 de abril de 1S09. .
SVoiL. GetchieMe Preu'scns von dir asUesltn 7,iil
bi$zum VnlerganQ des ieutschenordens, KmiiMing.
IB27-18:>.9, .fl-vol. in S.u
Dueil'ms: Historia ar'dinis cquihtm teutónico-
ricm hospitalis Sánela Mario!, Viena, 1727,
De Wall: tlisloire de l'órdre ituloiiiqut , París
el Ueiuis, 1784, 8 vnl. in 8 " — Seek*rehe* sur <« rom-
titution de bordre leutoftiqiie. Mergenlheím, 181)7,
2 vol. in 8."
Arl de verifier les dales, eilitiou in 8,° 2.a parí.
I. XVI.
TIARA. Es lamüra propia del Sumo Ponüíi-
ce, compuesta de un gorro interior al cual si:
ciñen esteriormcule tres coronas ducales, lisia
mitra es redonda, cerrada en la parte superior
y elevada, con dos listas1 pendientes, una á ca-
da lado, franjadas al cabo, sembradas de era-
celas, ceñidas de tres coronas, cimada en un
mundo ó globo de oro centrado y cruzado dolo
mismo.
I.a antigua tiara era un bonete alto y re-
dondo que remataba en una corona. Bonifa-
cio VIII añadió á este bonete lasegunda coro*
na, y Benedicto XI l la tercera. En el siglo XIV
recibió la tiara la forma que boy tiene, y [Jr-
bano V fué el primer papa que usó la de tros
coronas.
La liara es la señal de la dignidad ponlifl-
cia, asi como las llaves son la señal de la ju-
risdicción, y por lo mismo aquel distintivo so-
lo corresponde á la categoría del padre de los
fieles cristianos. Por esta razón cuando el pa-
pa muere se ponen sus armas solo con la tia-
ra, sin llaves, porque si bien queda en el ca-
dáver la representación de la dignidad , con-
cluyó con la muerte el ejercicio de la juris-
dicción.
Las tres coronas con que está ceñida la
tiara significan las tres dignidades del papa,
régia, impeiial y sacerdotal.
El pontífice tiene varias tiaras, y cidro
ellas so distingue por su riqueza la que el em-
perador Napoleón regaló á Pió Vil cuando vi-
no á Paris á consagrarle. I.a reina de España
acaba de regalar á nuestro actual pontífice
Pió IX una riquísima tiara, cuyas coronas son
de brillantes y el globo y cruz di; zafiros. Esta
bella y notable alhajase lia construido en Ma-
drid en la fábrica del señor Pizzala, y será sin
duda la obra artística mas magnífica que ha
salido en los últimos años de Íes [atieres es-
pañoles.
HERMAS
<H2
TllHMtON. [Historia natural.) Género cíe
petos cartilaginosos, tlcl órddrJ de Vos selacios,
trilm !o los cpcuu'us, caracterizado por su ho-
cico prominente con las narices y la boca en
la parle &'ferior'j la alelsi caudal con un lóbulo
por debajo que la-hace parecer casi ahorquilla-
da; la primera dorsal mucho mas adelante que
las ventrales y la última abertura branquial
encima de las pectorales; carece de espiráeulos
y sus dientes son corlantes, puntiagudos y
casi siempre aserrados en sus bordes.
lis especies mas conocidas son: e! tiburón
comün [squakts carcharías, de L.), que se en-
cuentra en lodos los mares, llega á tener hasta
2D pies y es el terror de los navegantes; la
guadañad zorra de-mar (sq. vulpes) y el azul
(st|. glaucusl, que se encuentran en nuestros
níares y aunque de menor tamaño que el pri-
mero no dejan de ser temibles.
TjCODROMOS. [Historia natural.) Género de
aves do ia familia de ios lernuiroslres, en el
órdeu de los páseres, caracterizado por su
pico muy largo, delgado, cilindrico, arqueado,
triangular y deprimido en su base, ventanas
de la nariz longitudinales, desnudas y situa-
das cerca de la base; tarsos largos y delgados;
dedos largos con fuertes uñas; alas muy gran-
des, .siendo la cuarta, quinta y sesta remera
las mas largas; cola redondeada, ancha y com-
puesta de pennas con tallos débiles.
El trepador de pared [tidiodromo mura-
ría, de lllig.) es tal vez la única espacie dé-
oste género. Habita en nuestra península y £u
toda la parle meridional de Europa.
TIEMPO. ' (Marina ) Ademas de las acepcio-
nes comunes de esta voz, se usa de ella en va-
rias frases ú aplicaciones particulares , como
tiempo regular, manejable, bonancible, du-
ro, furioso, y en la de cargar el tiempo, cal-
mar, ceder, etc., también se dice correr -el
tiempo ó un tiempo , capearlo, aguantar-
lo, etc. (Véase íehfoIííl).
En cuanto á su primera acepción. común
o á su significado como duración de las cosas,
se distingue en tiempo sidéreo, sideral ó del
primer móvil; tiempo verdadero ú aparente,
tiempo medio, tiempo astronómico y tiempo
civil, que en cada uno de estos casos es el que
se compone de horas y dias do sn" respectiva
especie ó denominación, ó el que se cuenta
según los unos y los otros.
En la segunda desús acepciones comunes
tiene también mucho uso en la marina, con la,
variedad de calificaciones que admite el esta-
do de la atmósfera, como tiempo claro, oscu-
ro, cargado, fosco, calimoso, cerrado, azor-
rado, achubascado , ahirbonudo, svcio , etc.
Asimismo se dice calmoso ó encalmadoi de
juariele, da dos rizos, de tres rizos, efe, con
relación al estado ó fuerza del viento.
Dice. Maril. Etp.
HERMAS, (baños, de) En la margen derecha
del no?iragon, éñetiria de un cerro, al pie de
la sierra de Leyre, en los confines del reino de
Aragón con Navarra, provincia de Zaragoza y
pai'tido judicial de Sos, está situada la villa de
'Hermas, conocida por las aguas termales que
la dan nombre. lüsla unas veinte y cuatro lio-
ras de Zaragoza, doce de Jaca, de cuya dióce-
sis forma parte, y oirás tantas de Pamplona.
Desde -esta última ciudad sale una diligen-
cia diaria para Liodeua, que dista legua y
media de los baños. El coste de los asientos
basla este último punto es de 40 rs., esto'es,
20 por el de la diligencia, y otros tantos por
las caballerías que se necesitan para el último
trozo de camino.
Su suelo, notable por sn feracidad' y bella
posición, es muy á propósito para el 1 cultivo
de toda clase de cereales, vifias, olivos, horta-
lizas, legumbres y árboles fruíales, especial-
mente en la dilatada vega que se esliendo de
E.'á 0., la cual présenla, como en un delicioso
panorama, un coujnnlo de objetos variados;
eslá cubierta- de verdura por todas partes y re-
gada en todas direcciones porlas aguas del rio
Aragón que la atraviesa.
Semejante posición topográfica, hace agra-
dable la permanencia en este sitio durante los
calorosos meses de! verano, asi" como so inme-
diación á los montes Pirineos; su elevación, su
proximidad á un caudaloso rio y las montañas
que le circundan, cubiertas de nieve lina gran
parle del año, hacen que el invierno seatriste,
muy largo y sumamente rigoroso.
Al pie del cerro denominado. Pelrillon, á
ciento ochenta pasos del rio y en el mismo si-
tio que ocupaban las antiguas y magniOcas ter-
mas romanas, conocidas con el nombre dé
Tarmm Vasconicc ó de Aqute Urenses, de
las que qliedan todavía algunas, minas, están
situados los edificios que ha hecho construir el
excelentísimo señor don Alejandro Olivan, los
cuales pueden figurar entre los buenos de Es-
paña. Uno de clloí eslá ya concluido y contie-
ne cincuenta y dos habitaciones decentes con
muy buenos catres de hierro; tres cocinas, dos
de ellas para cl'servicio de los bañistas que
comen por su cuenta, y la otra para la fonda;
un salón de descanso, otro destinado para co*
medor y dos almacenes bien surtidos de ropas
y vajilla excelentes. Eu el mismo estableci-
miento están encerrados ocho pozos ó baños
con agua abundantísima, que so renueva tío
conliiiuo, y unus criarlos sudaderos con camas
donde se recogen los enfermos á la salida del
baño.
El segundo cdiücio no eslá todavía conclui-
do, pero se está trabajando en él cn-la cons-
trucción de habitaciones de lujo.
Entre ambos edilicios se va á construir, es*
te mismo año, otro de planta baja, destinado
eselusivamente para baños y tendedero délas
ropas de sudar.
Pocos establecimientos poseen una abun-
dancia tan grande de agua mineral como el de
183
HERMAS
181
Tiermas. Alrededor de la casa, se pueden con-
tar hasta doee manantiales, pero de ellos tan so-
lo se benefician cuatro, que son: el del esta- |
blepímiento, la fuente del Chorro, la del Arzo- ¡
hispo y la del Alambre, El primero, que es el
míe surte los baños, ileuu completamente una
cañería tío 5 y '/, pulgadas de diámetro, sa-
liendo con mucha fuerza. El segundo brota á
cuatrocientos pasos del anterior y da 24 cuar-
tillos de agua por minuto. Solo se usa en bebi-
da. Et tercero, descubierto por el actual médi-
co director, y denominado fuente del Arzobis-
po, por haber costeado la conducción del agua
y construcción de una fuente de sillería el ex-
celentísimo señor arzobispo de Zaragoza, en
beneficio de Ja humanidad y en agradecimien-
to á los buenos efectos que le produjo el uso
del agua del indicado manantial, El cuarto, en
fin, está situado á unos- cinco cuartos de hora,
y se denomina fuente del Alambre por ser fer-
ruginosa su agua.
Él agua de las dos primeras fuentes es cla-
ra, transparente, suave y untuosa al tacto, for-
ma copos blanquecinos, mana con ruido for-
mando ampollitas, y tiene un sabor salado y
caldoso, y olor á huevos podridos. Su tempe-
ratura es de 32° R.
La de la segunda tiene las cualidades de la
anterior, escoplo el sabor salado que es menos
pronunciado, el olor á huevos podridos que es
mas fuerte y la temperatura que no pasa de
20" R.
■La última tiene, ademas de las cualidades de
la que la precede, un sabor ferruginoso muy
marcado, y forma, cuando está algún tiempo
en reposo, una telilla en su superficie de un
brillo metálico, y un.precipitado abundante de
color de ocre,
, Del análisis practicado en Madrid por los
señores Moreno y Lletget -resulta, que la gra-
vedad del agua de la fuente del establecimien-
to es Ja del agua destilada, como: 1.03:1.,
siendo la temperatura atmosférica de -I- 12",
y la presión barométrica de 28 ps, csp.
Cada libra de agua mineral contiene una
pulgada cúbica de gas snlfidrico, y deja un re-
siduo salino de 42 granos de peso estando bien
seco, cuya composición detenidamente estu-
diada resulla ser la siguiente:
Bicarbonato calcico 1. granos.
magnésico 0,5-
Cloruro sódico.. . 10,5
— cálcico ■ . 1 .
— magnésico. ....... 0,5
Sulfato sódico "... 8,4
— cálcico ■ • ■ 3.
Acido silícico 0,5
Materia orgánica . , 5.
36.4
Lá diferencia que se nota entre el peso„del
residuo salino yelde sus componentes, es'de-
bida sin duda al agua de cristalización que to-
davía contenia el residuo.
El agua de la fuente del Chorro dió resul-
tados análogos á los de ia anterior, y la del
Alambre llegó tan descompuesta, eme solo se
pudo examinar el depósito que había formado,
c! cual manifestó que ol agua es efectivamente
ferruginosa.
. Las aguas de las dos^primeras fuentes cor-
responden por su temperatura á las muy calien-
tes, y por su composición á las sulfurosas; las,
de la segunda á las sulfurosas frescas y, por
0n, las de la última á las ferruginosas sulfata-
las frias.
El terreno donde nacen, pertenece á la cla-
se de los íilades ó pizarras arcillosas, y tiene
entre sus capas gran cantidad de piritas fer-
ruginosas y de' óxidos de hierro.
Se usan en bebida, baño y chorro.
Sea cual fuere el modo como se empleen,
son siempre un estimulante que obra interior
ó esteriormente con mas ó menos fuerza. Su
principa-l acción se reduce por lo tanto á pro-
ducir una escitacion en los órganos (pie pro-
mueva secreciones ó escreciones mas ó'menos
abundantes, y á aminorar las que sean dema-
siado copiosas.
La primera impresión que se esperimenla
al entrar en el agua, es un aumento general de
calor, al que poco á poco se Va habituando el
cuerpo. Si ia permanencia en el baño; no se
protonga mucho, no se percibe desazón algu-
na; mas si se permanece en él demasiado, se per-
cibe una sensación molesta y aun. penosa en
el epigastrio, que conduciría hasta et desfalle-
cimiento. Al principio so aumenta la circula-
ción y consecutivamente se activan todas las
funciones; la cara se pone animada, se inyec-
tan ¡as conjuntivas, parece que el cuerpo au-
menta de volumen y -que se redondean las for-
mas, lo cual es consecuente al mayor acumulo
de sangro en la piel debido ála acción estimu-
lante del agua. A esto so sigue una especie de
cansancio y debilidad cu lodos los miembros
y un sudor copiosísimo, lo cual hace agrada-
ble la quietud y promueve un sueño apacibley
reparador.
La acción de los baños so hace sensible en
lodos los sistemas de nuestro organismo, asi
es que coa su uso vemos que se regularizan
las funciones de la piel, se aumenta la activi-
dad dei sistema linfático, se activa el circulo
sanguíneo, se calma la escesiva eseitacion del
sistema nervioso; si se toman tibios y de corta
duración, ejercen una influencia notable sobro
los sistemas óseo y muscular, y por lin, esci-
tan directamente las funciones de los órganos
genito-urinarios.
' Numerosos enfermos .acuden todos los años
á curarse sus dolencias á beneficio de tan sa-
iudables aguas. Seria prolijo enumerar los in-
finitos casos de curaciones sorprendentes que
se han operado en el establecimiento, asi es
que .todos los años es mayor el número de
Í85 TIERMAS-
eooeurrentes atacados do gota, reumatismo,
parálisis, «miraduras, anquilosis, fracturas
mal consolidadas, caries, afecciones herméti-
cos, gástricas, catarrales, de los órganos geni-
to-urinarios, etc., etc.; los cuales, si no salen
je allí curados todos, ven por lo menos miti-
gadas sus dolencias.
Respecto á la sitilis, de que lanío se ha ha-
blado por algunos, solo podemos decir que, si
las aguas de Tiermas no la curan, tienen por
lo menos la propiedad de desarrollar las sifili-
das, cuando el virus venéreo está todavía ocul-
to; son un coadyuvante hucnisimo para el tra-
tamiento de esta enfermedad, puesto 'que,. la
ponen de manifiesto, y reparan los estragos
causados por el mercurio administrado sin
cautela. Esto nos demuestra toda la ridiculez
de aquel adagio, que aun i principios de este
siglo e&taba escrito encima de la puerta princir
pal del edificio: Bubas, amor y locura este ba-
ño no los cura.
Tomadas en bebida nuestras aguas, obran,
sobre todo el sistema abdominal á manera
do un ligero irritante, provocando la energía,
de estos órganos, absorben los ácidos del es-
tómago por medio de sus carbonatas tórreos,
y resuelven por medio de sus sales los ¡ufarlos
é ingurgitaciones de los órganos, produciendo
con su uso moderado ligeras evacuaciones de
vientre y orina, sin dolor ni incomodidad al-
guna.
In general podemos decir que los baños de
Tiermas son perjudiciales en todas las enferme-
dades agudas; tampoco convendrían á aquellos
individuos sumamente debilitados y de empo-
brecimiento orgánico muy notable, á los cua-
les las menores, irritaciones les promueven ca-
lenturas, inflamaciones inteosas ó espasmos.
Es infructuoso su uso en la ínayor parte
de las epilepsias y en las atrofias de los miem-
bros consecutivas á antiguas parálisis, y de-
lien guardarse muy bien de usarlas las perso-
nas dispuestas- á flujos sanguíneos' agudos, y
las que tengan alguna afección orgánica del
corazón: en ambos casos producirían fatales
resultados.
El establecimiento está abierto desde el
15 de. junio basta el :í0 de setiembre.
TIERRA. (Marina.) Ademas de su acepción
común como planeta, con respecto al nave-
gante, hallándose en el mar, es la costa del
continente ó isla ó bajío que sale y piiede ser
visto á alguna distancia. Por consecuencia,
esta voz admite idénticamente las mismas ca-
lificaciones y frases que la de costa, á escep-
cíun de algunas otras que no tienen uso sino
con ella sola; como hacerse con tierra, na-
veyar por tierra, arranchar tkrra, tomar
ó coger tierra, amarrarse á tierra, etc.: y
ademas las de buscar la tierra, que es manio-
brar para descubrirla hacia el rumbo en que
puede hallarse; cantar tierra, que es anun-
ciar su vista el vijía de topes ó el primero
que la descubre; reconocer la tierra, que es
-TIERRA 486
llegar á lá distancia necesaria para venir en
conocimiento seguro déla que sea, y aun na-
vegar hacía la que lo parece para cerciorarse
de la realidad de su existencia, en caso que
asi convenga cuando hay sombra de ella en
el horizonte; meterse en tierra, que es atra-
carse iuueho á ella ó ensenarse; cortar la
tierra, que es turnar y seguir un rumbo que
intercepte el de la embarcación que se persi-
gue, antes que esta pueda atracarse á la tier-
ra para varar ó tomar puerto; perder La tier-
ra, que es dejar de verla por haberla ya ocul-
tado el horizonte; salir ó saltar en tierra,
bajar á tierra ó en tierra,, que es desembar-
car en ella.
Tierra firme, lo mismo que continente.
Tierral Esclamacion usada á' bordo del
que la descubre ó ve primero.
Dice. Marit. Etp.
TIERRA. En el articulo suelo hemos traía-
do de laformacion de las tierras y de sus di-
versos caractéres geológicos, reservando para
el presente las consideraciones puramente
agrícolas., Entraremos, pues, desde luego én
esta segunda fase que puede considerarse co-
mo segunda parte ó complemento del artícu-
lo suelo, al cual remitimos para los dalos
geológicos.
Con los nombres de forometria, agrono-
metría, estadística agrícola 6 grado de ferti-
lidad de las tierras se designa el método que
en estos últimos años han empleado los ale-
manes para medir exactamente las variaciones
de la fecundidad del suelo, valuarlas en gua-
rismos, y poder establecer entre ellas compa-
raciones, por medio de una escala común.
Thaer inauguró este mélodo, que perfecciona-
ron después Wulfon y Vogbt.
Thaer supone que una tierra que produce
anualmente, por término medio liheclólitros,
Sí centímetros de trigo por hectárea, posee
t00u de fecundidad, supliendo, con esta, indi-
cación abstracta, todo lo que ignoramos rela-
tivamente á las verdaderas cualidades de la
tierra. Estos 100° no se agotan en una cose-
cha, pero sufren una disminución, cuya im-
portancia calcula Thaer por medio de dos pro-
cedimientos que se comprueban mútuamente,
tomando: 1." el conjunto de los resultados
obtenidos en los años anteriores por esputa-
ciones bien entendidas: 2." y como funda-
mento de sus deducciones, las análisis que
de las varias especies de cereales ha hecho
Einhof, con arreglo al principio de que las
cosechas absorben los jugos alimenticios con-
tenidos en el suelo, en proporción directa de
la sustancia nutritiva qne ellas contienen par-
ticularmente en sus granos. Valiéndose de es-
tas dos clases de consideraciones, halló' que
una cosecha que inmediatamente y sin abonos
sucediese á la que hemos tomado como tipo,
producirla 7 hectolitros 70 centímetros del
[
487 TIEI
teísmo grano; y de esto ha deducido, jkfr una
simple regla de pro porcia ti, uha díiwninüt'iOLi
de 40 por 100 de íéftíUflid un \& primeva co-
secha. Por medio del mismo prcccdimicnlo, ha
üegatlo á señalar únad[sminucionde30poi- 100
a consecuencia de una cosecha de centeno, y
lado 25 por loó, cié resultas de una ü'ú cebarla
ó de avena. Resulta, pues, que para producir
un hectolitro en una hectárea, el trigo' consu-
me 3°,2L de fecundidad, e! centeno 2,34, la
cebada L ,64 y 1,18 la avena.
Varios medios se conocen para hacer ;i las j
tierras recuperar la fecundidad que les falla ó
para aumentar el grado de la que contienen:
entre ellos figuran el descanso 6 sea la conver-
sión en pastos, y el'barhecho. Thacr calcula
que un carro de estiércol de 20 quintales au-
menta en '2,55 grados la fecundidad de una
hectárea, sin tomar en críenla por lo demás
en qué parlé contribuyen á éste resultado la
calidad del estiércol 'en el oslado de la tierra;
Al-contrario, esta úlliraa condición influye en
su concepto directamente sobre el aumento cíe
fecundidad por medio del descanso.- Según sus
cálculos;
Una tierra que posee 10° gana anualmente 4°
La que 20° G"
La (pie. ' 30" S°
La que 40° , 10"
La que 50° 1 lu
La que 60o- 12°
La mejora obtenida por rnédjt) del barbe-
cho es también proporcional á la fecundidad
que posee la [ierra en el momento que se la
culliva. Thacr valuáosle resultado en ID" para
una tierra que tiene ya 40 y aumenta un gra-
do por cada decena de olios que su añade á
esto limite inferior.
Üdfl la escala furoniétrica de Thaer, lo mis-
mo que con la de los que le 'lian sucedido, es
fácil apreciar el valor' comparativo de las át-
fetsas' c&nibihaciónés de cultivo, y dlsliuguir
la que ruellos esquilma la tierra. Ño todas las
tierras pueden ctásilicarse en la misma cate-
goría, ni ceden tudas ellas 40 pur f 00 de su
fecundidad; ni utilizan ludas en la misma pro-
porción ¡os ¡tbdíííis que se les da, asi cuino
kmpÓGb es igual pura todas el aumento de
valor que resulla del barbecho, debiendo tam-
bién mollinearse, en razón de los climas, los
términos de la formula,
En-ol ¡llediodia de Francia, existen por ejem-
plo, según Mr: dedusparin, algunas tierras, que
sin abono y únicamente con el barbecho, repro-
ducido cada desafíos, pueden producir 8, Itíhec-
túlitros por hectárea; -estas tierras poseen por
consiguiente GS0 do fecundidad, y parís que
pueda haber paridad entre ias cosechas antes y
después del barbecho, 'es necesario que esta
reproduzca los 25,66? que los 8 hectolitros,
16' cent, han quitado al suelo.
IRA 188
Thaer, en éste caso, no hubiera admitido
según sus cálculos, que pudiese haber musita
12°, s0 de reslilucloñ; deduciendo de aqii¡
que en estas tierras ta facultad de reparación
es doble de la que notó Thaer eji les (.•limas
donde hacia sus observaciones
El señor de Vnlphen concibió que la fecun-
didad debía resultar, asi de los principios nu-
tritivos contenidos en la fierra, como de la ap-
titud de esta misma tierra para darles activi-
dad y apropiarlos á la vegelaciun. Vio, pues,
en la fecundidad hi resultante de la riqueza
del suelo en .malcrías orgánicas asimilables
por los vegetales, y de su turran ó su actividad
para hacerlos susceplibles de ésta asimilación,
elaborándolos en mas ó menos tiempo, y tras-
formando de esta manera la riqueza en fecun-
didad. Bajo este punto de visto dió á la agi:u-
nometria el nombre de estadística «//ritióla
De las observaciones del señor da wulplien
resulta lo siguiente:
1. " El proiiucío en cereales está en rela-
ción directa con la fecundidad del suelo.
2. ° Dnavéz conocido el número de gra-
dos de fecundidad íes decir, lijado &rbílrária-
mente un guarismo cualquiera que sirvo des-
pués de medida invariable para represen lar el
producto de un campol se encuentra la cifra
que deben representar los dos factores de la
riqueza y de la actividad, cuyo producto for-
ma la fecundidad, por medio de la diferencia
de' los productos (pie da una misma pínula
cultivada dos veces seguidas en el mismo
campo, suponiéndola cada vez precedida de
1 un barbecho. Esta diferencia es al gnu! o de
fecundidad indicado por la primera cosedia,
lo ([no á ta riqueza es la disminución de fecun-
didad. La proporción presentada asi, da el
factor de la riqueza, por el cual se divide el
número dolos grados de fecundidad pura ob-
tener el Factor de la actividad. El señor de
Wúfp'uen ha dado en estilo algébrico Un pro-
cedimiento general que sirve para determinar
aquellos dos factores.
3. " El valor numérico de la actividad deis;
siempre ser una fracción de ta unidad; poique
minea hay mas que una parle de la ritjirat
que se Irasl'uruia en fecundidad, y esin, por
consiguiente, es menor que aquella. 81 pro-
ducto de ta actividad por la 'riqueza es por
lauto siempre menor que el número que rtí-
presenta la riqueza.
4. " La pérdida de fuerza que a! suelr ci-
sionan los cereales es proporcional á la Caisli-
dud do inaleria nutritiva contenida én el gra-
no, y esla pérdida debe sustrarse del número
que espresu la riqueza.
5o l'uede compensarse la disminución de
la actividad del suero, ó producir un efeclo
análogo ¡i Una elevación de esla actividad, pQT
medio de frecuentes cultivos efecluados en la
tierra.
AI señurdcWulphcn ensus apreciaciones y
en sus cálculos, lian guiado úuicameúle, se-
TIERRA
190
aun parece; deducciones de observaciones
vagas, y muy poco repetidas, pues ni siquiera
]iu emprendido las esperiencias necesarias pa-
ra confirmar la exactitud de sus ingeniosas
ronrepeioueg, }' dar á sus determinaciones el
grado de precisión que convenía.
~ Pero lo que en este concepto fallaba á su
teoría so encargó de sii|ilirU> Mr. 'Je Woght,
pEonicíarlg de la finca de ífpsbepk, cercado
Eamburgo'^ Sus ensayos tari variadas y tan-
tas veces repetidos, deben inspirarnos toda
confianza.
Al adoptar elsistema de W ulphen, introdujo
en él Mr. dp Woglit una importante modiíica-
cíoh, A ¡a palabra actividad sustituyó la de
¡minucia, la cual espresa otra manera de conV
siderar los hechos. En efecto, según Mr. do
Wiilphen, el resultado de Ja actividad sobre la
riqueza es una fecundidad inferior á esta ri-
queza, porque en su concepto, las siislancias
orgánicas contenidas en el suelo, son las úni-
cas materias susceptibles de proveer las [dan-
tas de principios nulrilívos, y porque su masa
es siempre superior a los principios que se
lian elaborado.
SegubjMx. de Woghl, al contrario, el erec-
to de la potencia sobre la riqueza, es una fe-
cundidad superior á esta riqueza , porque la
tierra, en su opinión, posee la facultad de
atraer á si los Huidos atmosféricos que en los
vegetales so insinúan también á través de los
órganos absorbentes de las raices, ya directa-
mente, ya después de haberse combinado con
algunos de los elementos del humus. De ahi
resalla que las tierras que menos actividad tie-
nen cu concepto del uno , poseen mas poten-
cia á los ojos de! olro , y vice versa , que las
«pie tienen mayor actividad, tienen menor po-
tencia; en una palabra , que-son inversas una
dé otra las escaias de Wulphcn y de Woght.
l'ara punto lijo de la suya, escogió este úl-
timo un campo de 21 áreas, que, después de
haber recibido cinco carros de estiércol á me-
dio consumir, que formaban uua cantidad to-
tal de 435 pies cúbicos, había producido
■íOG,SI kilogramos de trigo; designó esta fe-
cundidad por el guarismo 720, et cual deter-
minó el número de divisiones en una eslen-
siou dada de su escala , y al cual dió ia pre-
ferencia, porque creyó que asi se acercaría
mas su medida á la de Wulphcn.
Pesde entonces pudo, merced á esta -.mi-
dad métrica, apreciar la fecundidad relativa de
sus otras üerras por uua simple regla de pro-
porción, basada en el conocimiento de su pro- 1
(laclo. Entre lodas sus espericncias, merece
citarse una que ba servido do norma para la.
determinación de los dos factores de la fecun- !
iliilad. ¡J'n pampo situado inmediatamente al-
iado del primero, produjo 700 libras de trigo!
en el mismo aúo, en una superficie igual de 2 1 j
arcas y en circunstancias idénticas, pero sin-
babor sido abonado. El campo, por consiguicn-1
te, poseía 000 grados de fecundidad. Estable-
cida esta base, examináronse sucesivamente y
con cuidado sus propiedades físicas y quími-
cas, asi como la naturaleza de ias plantas (fue
producía espontáneamente, y se le dió como
espresion de su potencia el número 8, por la
misma razón que había determinado la fijación
del número 720 , como espresion normal de
lá fecundidad. Para hallar la riqueza natural
de esle suelo, ó la descomposición anterior de
las sustancias que. contenia , quedaba tan solo
dividir el número 600, espresion do ia' fecun-
didad por 8, espresion de la potencia: el re-
sultado fué 75.
El campo que bahía recibido cinco carros de
estiércol por 21 áreas, habiendo tüaRifestaác-
nnafecuudidad de 720 grados, y siendo su po-
tencia la misma (píela del segundo campo, pues-
to que so hallaba en circunstancias idénticas,
resullaque Í35 pies cúbicos de estiércol por 21
áreas han aumentado la riqueza en 15 grados
y la fecundidad en 120, resultando aumentado
en tres grados cada carro de estiércol el Factor
de la riqueza. Tal es el resultado que por tér-
mino medio atribuye Mr. de Woght á la espe-
cie de estiércol do que hace uso.
Si- un campo, con la misma cantidad de
abono y en circunstancias iguales, hubiese
producido mas , de 840 libras, el resultado de
mayor polencia hubiera sido , por ejemplo,
!050. Para determinarla habría primero que
buscarla fecundidad qúc suponen 1050 libras
proporciooalnicnie coíi 840; y hecho esto, di-
vidir él resultado 900 por 00, número que, en
este caso, representa la riqueza; y la poten-
cia obtenida seria de 10 grados. Si con la mis-
ma cantidad do abono se produjese menos de
700 libras ¡le trigo, las cuales no suponeúmas
que 1500 gradas de fecundidad, habría que bus-
car ia causa de la disminución en el número
de la fecundidad en la menor polencia del sue-
lo, lo cual se obtendría por un procedimiento
análogo. De este modo es como ha medido
Mr. de Woght, la potencia del suelo por el
efecto de un abono en igual cantidad y de
igual calidad sobre este suelo, siendo ademas
exactamente idénticas todas las domas cir-
cunstancias.
Algunas cii'cuntancias estrenas, y especial-
mente los fenómenos atmosféricos , pueden ha-
cer variar la potencia de ¡a tierra. Para evitar
en lo posible estas causas de perturbación, ha
tomado Mr. de Woght por base de su sistema
la cosecha sobre la cual ejerce menos influjo
la acción atmosférica, es decir, el trigo. Tiene
ademas én cuenta la influencia de la temperar
tura en las varias fases do la vegetación , y
combinando luego estas observaciones con el
juicio emitido por los prácticos acerca de la
productividad del año por cada especie de
plantas cultivadas por él, calculad tanto por
ciento á que asciende relativamente á losaúos
anteriores, y alza ó baja en consecuencia el
guarismo de la potencia, el cual por su mul-
tiplicación con el de la riqueza que no lm va-.
TIERRA
492
riado , le da la diferencia en mas ó en menos
del año comparado con un año mediano. No
basta, ademas, un solo año para determinar
irrevocablemente la potencia del suelo. Para
llegar á una certeza racional se necesitan re-
pelidas comparaciones.
Sentadas de esta manera las primeras ba-
ses de la fdrometria, se aprecia con la mayor
facilidad el grado do potencia, siendo conoci-
do el de la riqueza. Lo mismo, y por reci-
procidad, conociendo el grado de la primera,
puede saberse el de la segunda, con una exac-
titud á la cual era antes imposiblc-llegar, des-
de el mámenlo en que se aumenta la fecun-
didad con igual cantidad de estiércol, en cam-
pos de diferente potencia , y en cuanto por
consiguiente es mayor el producto.- La foro-
melria ofrece asi el medio de conocer la can-
tidad de abono que necesita tal o cual tierra,
para alcanzar una fertilidad mediana, después
de la'cual se hacen'mas perniciosas que útiles
las aplicaciones de abonas. Por ella sabemos,
asimismo, que debe guardarse úna jusla pro-
porción entro los grados de la potencia y los
de la riqueza, según la mayor ó menor ferti-
lidad del suelo, y segtm la especie de vegeta-
les qiie en él se trata de cultivar.' Asi es, por
ejemplo, que en Tlosbeck, el colza exige 1000
grados y resiste difícilmente mas de 1200, y
que el trigo por tanto, para ser .cultivado con
ventaja, debe sembrarse en tierra cuya poten-
cia sea por lo menos de 10 grados. Las pata-
tas finas exigen 800 grados, las ordinarias G00,
la cebada GS0 á 700, etc.
Por medio de esperiencias repelidas duran-
te muchos años, ha descubierto Mr. de Woglit
que la producción do 100 libras de trigo dis-
minuye en Io, 19 la riqueza del suelo, y le
quitará 10 por 100 de su potencia; que el
centeno produce el mismo efecto sóbrela po-
tencia; pero que la disminución de riqueza
que resulla de su cultivo es de 10 por 100 me-
nor que con el trigo; la cebada produce los
mismos efectos que oí centeno, y la avena los
mismos que el trigo; pero* como los granos-de
primavera no aminoran 4a calidad de la tierra;
la fecundidad no se desminuye sino por efecto
de la disminución de la riqueza; el trigo sar-
racénico devuelve á la potencia lo que quita á
la riqueza; las patatas disminuyen !a riqueza
en '/,, de grado; pero añaden 1 á2 por 100
á la potencia. Por medio de estos datos se ha-
ce fácil calcular el aumento ó la disminución,
de fecundidad , según el estado preesisterjte
de sus dos factores.
A. pesar do sus inmensos trabajos, Mr. de
■\Voght no ha podido llegar á un conjunto sis-
temático de hechos generales y constantes,
porque cada uno de sus datos habrá de modi-
ficarse en las diversas localidades, en razón de
lü diferencia del clima y 1ambien.de la-tierra;
pero ha fundado, sobre bases sólidas, un mé-
todo cuya adopción proporcionará á los agri-
cultores todas las ventajas que resultan de la
precisión y de la exactitud y que seria inútil
enumerar.
Si pasamos ahora á estudiar cuales son las
funciones de las tierras en la vegetación, lo
primero de (pie tenemos que ocupamos es la'
germinación de las semillas y su primor des-
arrollo en las sustancias ferrosas.
Para observarla influencia especial que on
la germinación ejercen las sustancias conteni-
das en la tierras, pusiéronse cantidades igua-
les de estas tierras en vasos de igual capaci-
dad, do pulgada y media de hondo y de 4 pul-
gadas cuadradas de superlicie, que se espu-
sieron al aire en el mes de julio, de modo que
podían, en un tiempo despejado , recibir tos
rayos del sol durante ocho á nueve horas. To-
dos estos vasos se regaron al mismo tiempo,
una y otra vez y tantas como pudo hacerlo
necesario la insuficiencia de aguas pluviales.
El riégo de la tierra de labor ordinario servia
de norma, y en todas se sembraron granos do
trigo de una misma especie.
En arena cuarzosa, las semillas germinaron
en pocos dias; los tallos llegaron hasta una
pulgada de altura; pero bien pronto se mar-
chitaron y se socaron en verano.
En la arena calcárea , germinaron asimis-
mo en pocos diasr adquirieron una pulgada y
medía de altura, y presentaron mas vigor de
vegetación que en la arena cuarzosa; pero
siendo el tiempo cálido se marchitaron y se
secaron también.
En Ja greda floja, las semillas germinaron
bien, desarrollóse una radícula de una linca y
media, pero esta murió sin haber podido lio-
radar la superficie de la tierra que se cubría
de una corteza muy dura.
En la greda compacta, se observaba lo mis-
mo, pero en mayor grado, puesto que la ra-
dícula no llegaba ni á una linea de largo.
En la tierra arcillosa plástica era todavía
menor el desarrollo que en los casos ante-
riores.
En la arcilla sin arena, no se notaba ya
ninguna germinación, y por mas de quince
dias estuvieron en olíalas semillas, sin entrar
en vegetación, ora estuviese la arcilla seca ú
mojada, ora se cuidase de esponcrla al sol ó
á la sombra.
Estas mismas semillas que parecían muer-
tas se sembraron luego en una tierra ordinaria
de labor, y á los pocos dias germinaron y echa-
ron vigorosos tallos,
Ei¡ el carbonato de cal, la vegetación se
desarrollo á los pocos dias; los alfós alcanza-
ron una altura considerable y salieron muchas
raices que parecían perfectamente sanas.
En la magnesia carbonatada, sucedía lo
mismo/ asi como en el humus.
■ En la tierra de labor y en la de barbecho,
la simiente germinaba y se desarrollaba bien,
pero con mas lentitud que en la magnesia y
en el humus; y esto sin duda resulta de la
gran cantidad de agua que detienen estas sus-
193
TlÜRRA
19*
tanc.ias y de su porosidad, que permite á las
plañías ponerse en contacto coa la atmósfera.
listos resollado» prueban que la porosidad
y la humedad de las tierras son dos do las con-
diciones mas indispensables para ia vegeta-
ción, y que la arcilla pura ejerce una inllueii-
cin nociva, meóos por su gran facilidad de de-
tener el agua que por su tenacidad y su con-
sistencia, y por los obstáculos mecánicos1 que
opone al desarrollo de la [danta, privándola
dH contacto det diva, ei cual es indispensable
para la vegetación.
De lo diebo ya puede sacarse en conclu-
sión que las tierras girven esencialmente:
í." Para proporcionar ála semilla las con-
diciones de humedad, de temperatura y de
presencia de oxigeno que determinan la ger-
minación.
2. " A presentar iulcrslieios en tos cuales
puedan insinuarse las radicólas, y crear las
raíces, los tubérculos y los tallos tiara desar-
rollarse gradualmente, dejando, á la planta
nna basa sólida que lo permita resistir á la
violencia del aire y de otros agentes cslerio-
res.
3. ° A conducir el agua, y las disoluciones
alimenticias y estimulantes hacia las estremi-
dades esponjosas de las raices.,
■1." Y reciprocamente la tierra recibe en
depósito la humedad atmosférica cuudensada
por las hojas , la cual compensa la pérdida
considerable espcriinenlada en las sequías.
5. ° A recoger, durante el dia, el calor de
los rayos solares para espenderlos á su vez
durante la noche, en mayor abundancia c¡ue la
que entonces reciben; y de esle modo es co-
mo se forma un medio templado en el cual se
hallan las plañías preservadas de las variacio-
nes demasiado bruscas de temperatura.
6. " A entretener la estación eléctrica que
contribuye al desarrollo de las plantas.
7. " A proveer el agua de parles muy mí-
nimas de su propia sustancia , y particular-
mente de sales calcáreas , las cuales, no pu-
diendo, con el agua, volatilizarse en la atmós-
fera, quedan interpuestas en el tejido de los
vegetales.
8. " A ofrecer á los despojos vegetales que
quedan después de las cosechas, asi como á
oíros varios abonos orgánicos, las circunstan-
cias de humedad y de calor que favorecen su
descomposición , mientras que la porosidad
del suelo conserva parte do los. gases alimen-
ticios que resultan de esta alteración espon-
tánea.
Por estos datos, que son tan conformes con
la teoría como con la práctica, no es de temer
que se esquilme el suelo, siempre que pueda
devolvérsele la escasa proporción de abonos y
do estimulantes que le liayan quitado las co-
sechas, y que podrán suprimirse los barbe-
chos en todas las localidades que no sean inac-
cesibles á los agentes de la fertilización.
Las propiedades y la apariencia física pue-
2182 DIDUOTÉCA POPULAn.
don servir muy útilmente para apreciar las ca-i
lidades do las tierras.
Una tierra parda, ó amaiillay dividida ofre-
cería los primeros indicios de fertilidad. A al-
gunos ceutimelros deberá ser bastante húme-
da y tenaz para aglomerarse si se la apric-
j ta entro las manos, y ponerse de nuevo en
| polvo con facilidad.
A primera vista, puede conocerse un suelo
de mala naturaleza cuando , por ejemplo, las
parles arenosas no adhieren entre si, ó que
fuertemente plásticas, ofrecen grandes grietas
en tiempo de sequía, ó bien en íiu se cubren
de agua cuando Hueve y adhieren muy tenaz-
mente á los- pies y á los utensilios oratorios.
El aspecto particular á bis tierras demasia-
do arcillosas ó arenosas, ó divisibles y que
poseen las condiciones físicas que son las 'de
uua tierra útil, se nota muy bien en general
después de la primera labor. Asi es que des-
pués de esta operación la tierra arcillosa hú-
meda se mantiene en tarugos ó rajas consis-
tentes, y los surcos quedan mal trazados.
El suelo arenoso al contrario, es, en las
mismas circunstancias, pulverulento, en gra-
nos que no tienen adherencia entre si, y en
que apenas queda marcado el surco.
Las tierras sueltas 'que contienen residuos
orgánicos ofrecen, con identidad de circuns-
tancias, una forma menos pulverulenta; sus
moléculas adhieren ligeramente entre sí, de
¡iiancra que en ellas quedan los surcos perfec-
tamente trazados.
De estas y de todas las tierras varian basta
el infinito la índole y la composición, en ra-
zón de los elementos que entran en su forma-
ción; no de otro modo que el clima, la espo-
sieiony la calidad de la capa situada debajo
del suelo arable, modifican esencialmente sus
propiedades particulares, y, por lo Unto, su
acción sobro las plantas que se le confían. En
cada pais conoce perfectamente todo cultiva-
dor cual es la tierra que promete á sus fatigas
una abundante cosecha de trigo, y cual la que
solo puede producir una mata de escanda ó de
centeno. En este conocimiento fundan los la-
bradores los precios de venta y arriendo de
sus tierras: mas ignoran, ó cuando menos des-
cuidan frecuentemente el empleo de los me-
dios mas convenientes para beneficiar ctula
una de estas diferentes especies de suelo, y
trabajándolas por lo común todas de un mismo
modo, y sin salir de la jolina del pais, des-
perdician, como fácilmente deduce, una
gran parte del producto de sus campos.
A esta clase do genios va,mos, pues, á en-
señar metódica y sencillamente los medios de
proceder en vista de las principales circuns-
tancias en que se puede encontrar.
La labranza es la principal operación de
aquellas á favor de las cuales fecundizan los
bombres la tierra y Sa disponen para la pro-
ducción,
Las tierras tigqras, arenosas ó silíceas,
í. XX XIII. 13
TIEKM
m
es decir, aquellas en cuya composición domi-
nan la arena y la grava, tienen las propiedades
de ser calientes, de acelerar la vegetación, de
ser fáciles de trabaja* y de prestarse perfecta-
mente á una infinidad de cultivos; pero tienen
en cambio el defecto de no retener el agua;
resultando de aquí que se agostan con facili-
dad las plantas de que se las cubre, que de-
jan escapar de su seno los jugos fertilizantes,
asi como los gases necesarios á la vida de
las plantas, y que en suma son poco produc-
tivas.
En estas tierras, pues, se hace preciso te-
ner abonos pingues, compactos y de lenta des-
composición, hacer labores hondas'* á menos
que la segunda capa de tierra presente cir-
cunstancias contrarias á la de la superficie;
no repetir muy á menudo estas labores, á no
ser que en el campo crezcan yerbas parásitas
que importe destruir, y, por último, sembrar
mas junto y enterrar la semilla mas honda que
en los terrenos compactos.
Dichas tierras presentan de cuando en
cuando nn aspecto blanquecino, casi siempre
de mal agüero, como sucede en ciertos are-
nales situados á orillas del mar; oirás veces
se compon™ de grava y de guijo menudo,
semejante a! que se advierte en los álveos de
los rios, en cuyo caso son de mucho peor ca-
lidad que aquellas en que es mas grueso el
guijarro. Estas tierras cuando tienen un color
pardo mas subido, pueden muy bieu, á favor
de un buen cultivo, de abundantes abonos, y
de un sistema de plantíos que las resguarde
del sol, adquirir un grado inmenso de ferti-
lidad, sobre lodo, si se logra conservar la
humedad á poca distancia de la superücie. De
esta naturaleza son los ricos campos del pais
de Waes, situados en los contornos de (¡anle
y de Amberes, y los terrenos destinados en
muchas partes al cultivo do toda clase de hor-
talizas.
Las tierras arcillosas, gredosas ó compac-
tas tienen propiedades enleram ente opneslas á
las de las .arenosas, y, deben, por lo tanto, tra-
tarse de distinta manera. Las primeras cierran
el paso á las aguas, presentan á las raices de-
masiada resistencia, se endurecen, se llenan
de grietas con el calor, y llegan á hacerse
impenetrables al arado. Para atenuar estos in-
' convenientes, conviene abonarlas, ya con es-
tiércoles procedentes de paja, juncos ti otras
plantas análogas, no cortadas ni descompues-
tas, ya con ciertas especies de fon-ages enter-
rados en verde, y darles frecuentes y hondas
labores que las .dividan y. las oreen perfecta-
mente. Las tierras de esta especie son mas
difíciles de trabajar que las otras, y se prestan
menos que ellas á una gran variedad de culti-
vos; pero en cambio son mas productivas y
convienen, sobre todo, para trigo y prados ar-
tificiales.
Toda tierra calcárea tiene un color mas 6
menos blanco que la hace reflejar los rayos del
sol, impidiéndoles que penetren en la tierra,
mas "no que abrasen las plantas que nacen á
su superficie. Asi es que todo terreno donde
hay csceso de materia calcárea es casi com-
pletamente improductivo, y puede apenas ser-
vir para plantíos do árboles resinosos, lin al-
gunos parages donde se encuentran suelos
calcáreos de tercera formación, las tierras, por
lo común, son ligeras y porosas, circunstan-
cias que las hace sumamente aptas para el
cultivo, sobre todo, cuando la capa de tierra
sobre que descansa la superficial puede rete-
ner el agua. Las plañías que mas particular-
mente convienen á esta clase de tierra soa la
vid, la esparceta y el centeno.
Las tierras mas favorables para la vegeta-
ción son aquellas en cuya composición entran
en justas proporciones los tres elementos de
que acabamos de hablar. A. la ventaja de mi
ser demasiado flojas ni demasiado compactas,
reúnen estas tierras la de ser fáciles de trabajar
y la de conservar el grado justo de humedad
que les conviene, lleconócense las que se ha-
llan en esle. caso por su tersa y untuosa apa-
riencia, y por la facilidad con que, sin redu-
cirse á polvo, se desmenuzan.
Hay también otra infinidad de especies lie
tierras distintas unas de otras, pero que, por
lí) regular, son peculiares á este ó aquel limi-
tado territorio. Tales son las (¡erras ¡írnosos,
las volcánicas, las hornagueras, ele, ,
Inútil es insistir para hacer comprender
que todas estas especies de tierras, presentán-
dose mezcladas hasta lo infinito, constituyen
una multitud de suelos diferentes.
Ademas de esto las propiedades de (ierras
semejantes entre si, varían las mas de las ve-
ces por efecto de las situaciones y de los lili-
mas. Asi, por ejemplo, una tierra arenosa que
descansa sobre una capa impermeable, ó bien
una tierra arcillosa dispuesta con cierto decli-
ve que permita al agua correr, serán mejores
que otras de igual composición, pero que se
hallen en condiciones opuestas. Las lien-as ara-
nosas tienen menos inconvenientes en los paí-
ses frios y húmedos que en la seca y ardien-
te temperatura del Mediodía. Lo contrario su-
cede con las tierras arcillosas.
Para cultivar con fruto, es de la mayor im-
portancia estudiar y conocer, no solo la su-
perficie del suelo, sino también la calidad y
las propiedades de la segunda capa de tierra,
es decir, de aquella sobre la cual descansa lí
que se labra, y á la cual dan los agrónomos
el nombre de subsuelo Cuando este es de ta!
naturaleza, que puede mejorar la tierra vege-
tal ó aumentar su cantidad, sin por eso dete-
riorarla, lo que conviene es arar hasta una
gran profundidad. En ninguna parte de España
sc'da bastante á las labores: falta gravísima,
sobre todo, cuando recae en un suelo ligero
que descansa sobre una capa compacta ú sobre
una marna arcillosa ó -vice-versa. fiuando el
subsuelo, por el contrario, encierra propíeda-
197
TIERRA
m
des que ya dominan en las tierras que se cul-
tivan, es meuesler limitarse áarar superiieial-
menleleniendo cuidado de no atacar la se-
gunda capa, 6 á lo menos de hacerlo,, si se
hace, conmuclia circunspección.
Sin perjuicio de los demás efeeíos que ya
liemos dicho que produce, obra el subsuelo de
dos modos que importa examinar.
i.1 Comprimiendo las raices, en cuyo ca-
so no hay que esperar que en aquella tierra
prosperen otras plantas que las de raices cór-
neas, á no ser que tenga mucha profundidadla
capa arable. El subsuelo, cuando es iinpercnea-
blo, ofrece ventajas el cultivo de plantas de
raices largas y verticales que van ¡i buscar á lo
lejos alimento y humedad.
2." Dando á las. aguas demasiado fácil ó
demasiado difícil paso, es decir, encharcando
ó dejando absolutamente privada de agua á la
capa superior. El primero de estos dos incon -
venientes no es fácil dé remediar, como no sea
humedeciendo, á ser posible, osla capa á favor
del riego, ó resguardándola do la acción de
los vientos y del sol, ya plantando árboles, ya
cultivando plantas de muchas y grandes hojas.
Los inconvenientes de la impermeabilidad cíe
la secunda capa pueden atenuarse por medio
do surcos mas ó menos anchos, y de mayor o
menor número de acequias mas ú menos hon-
das. En Inglaterra, doudc es grande el eseeso
de luimedad de algunas tierras, se sigue la cos-
tumbre de horadar en varios punios por me-
dio de una sonda, los terrenos inferiores que
obstruyen el paso a las aguas cuando estos
terrenos son demasiado compactos y poco
hondos, v descansan sobre una capa permea-
ble. Este medio es fácil y poco costoso, sobre
todo empleado en los parages donde el terreno
présenla un declive natural ú donde suelen ve-
nir ¿acumularse las aguas.
Tara reconocer las cualidades de la tierra,
os decir, su naturaleza, su valor y su grado de
fertilidad!, es menester proceder á su análisis
químico y ai examen de sus propiedades físi-
cas, como son su densidad, su fuerza de ab-
sorción, su facilidad para retener el agua ó
pura secarse al contacto del aire, etc.
1 1° El análisis de las tierras es una de las
operaciones mas delicadas que tiene la quími-
ca, y superior por lo tanto á los cortos alcan-
ces de un simple cultivador, razón por la cual
debo osle dirigirse á un quimico de profesión
ó ¿un farmacéutico, siempre que desee cono-
cer la naturaleza y las proporciones de las
sustancias qne entran en la composición .de
sus terrenos.
Hay, sin embargo, algunos esperimentos,
mejor diré , algunos signos esteriores que,
aunque sumamente sencillos por si, pueden
bastar en muchos casos para dar á un labrador
inteligente las nociones generales que necesi-
te acerca de la constitución química de las tier-
ras que so propone beneficiar,
Asi, pór ejemplo, una tierra que es rica en
pri nci pí os vegetativos, se reconoce por su col or
negro, por sit- poca gravedad espceíüca,' porel
olor que exhala oslando húmeda, y por la no-
table pérdida de peso que quemada, esperi-
monta. Cuando el, humo que durante esta ope-
ración se desprende, huele á huesos , cuero,
pelo ó pluma quemados, es uua prueba.de que
existen en esta tierra sustancias procedentes de
animales, asi como es una prueba de que soto
contiene sustancias puramente vegetales, cuan-
do el olor del humo producido por su combus-
tión se parece, al producido por la, de paja,
madera, etc.
iLos terrenos ferruginosos son encarnados,
negros ó de un color que desde el amarillo
puede ir oscureciendo hasta el pardo. Unios
primeros no daña el óxido de hierro, daña un
poco en los segundos, los cuales se diferencian
de los terrenos ricos, por su aspereza, su den-
sidad, y por el color rojizo que calcinados so-
bro una pala de hierro, adquieren. Las peores
lierra.sde todas son por lo común las amarillas,
las cuales, al contacto del fuego , toman uua
tinta rabiosamente encarnada.
Las tierras ricas cu principios calcáreos se
descomponen ál contacto de los ácidos, pro-
duciendo una especie de hervor.
A continuación vamos á indicar un proce-
dimiento poco complicado y casi mecánico pa-
ra segregar de cualquier especie de tierra las
principales sustancias que influyen en sus pro-
piedades vegetativas, que' son; la grava, las
arenas, los esquilmos orgánicos, la tierra fi-
na y ténueque encierra principios calcáreos,
la arcilla, elmantillo, eló£ido de hierro, etc.
-Núcese secar la tierra en un horno de don-
de y\i se haya sacado el pan, y que aunque
caliente todavia, no lo esté bastante para que-
mar algunas pajas echadas en él, terminada
esta operación pésense tres onzas de esta tier-
ra y póngasela á hervir durante una hora en
un cuartillpde aguado lluvia. Todo esto se echa
luego en un tamiz ó colador ¡ de hoja de lata
cuyos agujeros circulares tendrán */4 de linea
de diámetro. Bien agitada esta tierra, dentro
del agua, preeipitanse todas las partes linas
por Jos agujeros del colador, en el fondo del
cual quedan tan soLo la grava, las arenas
gruesas, y la parte gruesa también délas sus-
tancias; orgánicas.
Para separar estas tres materias basta agi-
tarlas en un vaso lleno de agua común. Las
sustancias- orgánicas, compuestas por lo regur
lar de algunas semillas de yerbas , de frag-
mentos de raices ó ramas, se quedan sobre el
agua y pueden fácilmente cogerse y sacarse con
una espumadera: acto continuo écbansela gra-
va y las arenas depositadas en el fondo del co-
lador de hoja de lata dentro de otro del mismo
metal, pero cuyos1 agujeros tengan lineay me-
dia de diámetro, '. de modo, que por ellos pue-
dan pasar las arenas, pero no la grava. Separa-
das asi estas tres materias se sacan y se pesan
cada una de por si, Para conocer si la grava y
199
TfEítEA
200
las arenas son calcáreos, basta echar sobre
ellas algunas' gofas ilo vinagre, si ningún her-
vor produce su contacto, es prueba iln que
aquellas sustancias son puramente silíceas
Como la tierra que en la primera operación pa-
só por el colador contiene todavía arenas fi-
nas, conviene, para separarlas del resto, agi-
tarlas dentro de la vasija; después de un mi-
nuto de. reposo se saca el agua, y lo que que-
da en la vasija es la arena lina, la cual seseea
y se pesa después,
l,o, mismo se hace con la tierra ténuti que
quedó dentro de! apáralo, y cuya riqueza de
principios vegetativos se determina fácilmente
en razón á la pérdida de peso que, una vez se-
co, esperimenta por efecto de su calcinación
sobre una badila ó plancha de hierro caliente.
Tratando esta tierra calcinada con ácido clor-
hídrico desleído en un volumen de agua cua-
tro veces mayor , quitante la parte calcárea,,
quedando insoluble la parte-arcillosa de la tier-
ra, la cual puede recogerse en un filtro para pe-
sarse después de lavada.
Asi, pues, yernos que por medio de las ope-
raciones que acabamos de indicar, se han se-
parado y pesado: la grana, las arenas finas,
el mantillo, las arenas gruesas , ios abonos,
esquilmos orgánicos , la arcilla,
1,0 que para completar las tres onzas pri-
mitivamente empleadas falta, consiste en cal-
cáreo, en algunas partículas de óxido dehier-
ro, de fosfato de cal, de carbonato de magne-
sia ú otras s^les solubles, cuyo peso se puede
despreciar.
El procedimiento que acabamos de indicar
esfá lejos-de ser riguroso, pero no por eso de-
ja de dar resultados muy aproximados, que es
cnanlo en la práctica senp-cesilu.
Al que desee datos mas exactos, la quími-
ca se los dará. _
2." No menos que la composición quími-
ca de los suelos arables -influyen en el valor
de estos, bajo el pufito de vistade la fertilidad
sus cualidades físicas,, que es de suma . impor-
tancia apreciar. Mas esia apreciación, para que
de ella se puedan obtener dalos seguros, exige
operaciones- delicadas que no siempre puede
el labrador ejecutar: en cuyo caso también es
conveniente y aun necesario, recurrir al quí-
mico, que en todas ocasiones es un auxiliar
casi indispensable del hombre puramente prác-
tico. Vamos, pues, á limitarnos á indicar- aqui
las propiedades físicas que importa: conocer y
la parle do influencia que -eje roe cada una de
ellas, señalando los resultados de la esperien-
cia sin mencionar oí modo de que se obtuvie-
ron. A las personas (pie quieran profundizar
mus esta importante materia, recomendamos
el estudio de los grandes tratados de agri-
cultura.
A. I.a densidad o gravedad específica de
las ¡prrSs es cualidad q¡¡e conviene conocer y
que dependo absolntatné'ule de su constitución
física.
La arena es la mas pesada de todas las par-
tes de que se componen las tierras arables.
Las arcillas son tanto mas ligeras, cnanto
menos cantidad de arena contienen.
La tierra calcárea fina, el carbonato de
magnesia y el mantillo disminuyen la densi-
dad de los terrenos y los hacen ligeros, pul-
verulentos y secos.
Las tierras arables son por lo regular tanto
mas posadas, cuanto mas arena contienen; y
por el contrario tanto mas ligeras cnanto ma-
yor es la densidad de ■arcilla, de sustancias
calcáreas, y sobre todo de mantillo que en-
cierran.
En vista de esto, puédese hasta cierto pun-
to conocer por el peso de una tierra cuales son
los principales elementos de que se compone,
B. La tenacidad y la consistencia del suc-
io influyen también en la vegetación y en ef
cultivo.
La consistencia de las tierras arables está
por lo regularen razón directa de la cantidad
de arcilla que contienen.
La cohesión de estas mismas tierras dismi-
nuye notablemente cuando sobreviene una he-
lada á poco de labrarlas, y cuando todavía es-
tán bastante húmedas; razón por la cual pro-
ducen siempre buenos efectos las labores de
otoño, sobre todo en las tierras arcillosas,
0.- La permeabilidad es la propiedad que
tiene la tierra de dar paso al agua á través de
sus moléculas. Esta propiedad es muy útil;
pues solo á favor de olla llegan á la3 estfe-
midades esponjosas de las raices el agua, los
iiquidos nutritivos ó estimutanles, y el aire y
toda especie de gases Todos los trabajos, cuyo
efecto es disminuir la cohesión y la tenaci-
dad délas tierras, contribuyen ni mismo tiem-
po á su permeabilidad, favoreciendo su vege-
tación. Los dos estreñios en esta parle son la
arena, que deja al agua filtrarse con la ma-
yor facilidad y la arcilla plástica, que apenas
la permite c'orrer gola á gota.
D. Facultad que tienen las tierras de ab-
sorber y de atajar las aguas. A primera Vista,
parece que, esla facultad de las tierras se di-
ferencia.poco de la permeabilidad de que se
acaba de tiablar; pero examinando cpn alguna
atención estos dos efectos, no larda en cono-
corso que dependen de dos propiedades cule-
ramente distintas. Las sustancias porosas de-
jan al agua pasar mas ó menos pronto por
ellas, sin que por eso se conozca la cantidad
de agua que entre sus partículas conservan;
cantidad que depondede su mas ú menos mar-
cada afinidad con este liquido. Si esta alinidad
no existe, resultaría que el agua que cayese en
una tierra, ó se quedaría en su superficie sin
pendrar en ella, ó desaparecería toda por sus
intersticios , sin poder ni en uno ni en otro
caso dar á las raices de las plantas el alimento
que para desarrollarse necesitan. Quede sen-
tado, pues, que la facultad de absorberá de-
tener entre sus moléculas el agua; es una de
201
TIERRA.
202
las propiedades mas importantes de las tier-
ras, y una de las que mas principalmente in-
fluyen en fu fertilidad.
He ac|tii lo que sobre este punto nos ense-
ña la esperiencia:
1. " La arenas son las tierras que menos
conservan e! agua.
2. " Las tierras arcillosas la contienen
tanlo mas, cuanto menos arena encierran.
3. " la afinidad que para el agua tienen las
tierras calcáreas varia según la . forma énlqtie
están; pues en forma de arena absorben solo
39 por 100 de agua, al paso que, convertidas
en polvo fino, rellenen Iiasl¡i 85 por 100.
4. " La eseesiva afinidad que con el agua
llénela magnesia, es indudablemente una de
las causas que mas impropias las hace para el
eiiíttvo á las tierras muy castigadas de aque-
lla sal.
5. " De todos los elementos de que se com-
pone el suelo, e\mantillo es el que, después de
la magnesia, liene mayor grado: de afinidad
con el agua, pueslo que absorbe una cantidad
doble que la de su peso,
E! conocimiento de las propiedades físicas
de que acabamos de babbir, unido á la análi-
sis tpiimiea , pueden en la mayor parle de los
casos bagtaf á determinar el valor de una tier-
ra, pues del eximen de estas propiedades es
fácil inferir todas las demás. Asi, pues:
Cuanto mas pesa una licrra, 1unto mas fácil-
mente conserva su calórico y se seca,
Unalierra especialmente pesada forma por
lo regular un suelo poroso, seco y ligero.
Cuanto mayor es la disposición de una
tierra para conservar el agua y absorber la
humedad y el oxigeno de la atmósfera, tanlo
mayor es el tiempo que larda en enjugarse; y j
encaso de poseer esta facultad en alto grado, '
es señal casi infalible de que dieba (ierra es
naliii'idmente fría y húmeda.
1Á lenacidad de un suelo no está en pro-
porción ni con su facullad de retener el agua,
ni tampoco con su peso, y es tanto nías fuer-
te, cuanto mayor es la cantidad de arcilla que
contiene: si bien son escepciotics de esta re-
gla la arcilla quemada, y alguna que otra es-
pecie de tierra en su estado naíural, como por
ejemplo, la marga.
Otra circunstancia hay, por último, que in-
Huye nofablementc en el valor de la tierra, y
que es menester no perder de visla: trátase de
la profundidad de la capa arable, es decir, de
la capa vegetal; Todas las plantas, y en parti-
cular las que licúen raices largas, prosperan
mas á medida que es mas honda esla capa, y
resisten lanío á la sequedad como á la hume-
dal, mejor que en los suelos superficiales.
I'or suelo superficial entendemos nosotros
aquel cuya capa vegetal, no tiene arriba de
cuatro pulgadas de espesor; por suelo media-
no, el que fienc de seis á nueve pulgadas; por
suelo hondo aquel que liene de nueve á diez
pulgadas para arriba.
Este último vale casi siempre el doble que
el primero.
Los suelos, como ya hemos dicho, pueden
dejar de ser productivos por dos razones
opuestas; el esceso de sequía, y el esceso de
humedad. Al remedio del primero de estos in-
convenientes se acude con oportunos y mas 6
menos abundantes riegos. (Véase esta voz.)
En otros artículos, .véase desagüe y deséca-
. cion), hemos indicado igualmente los medios
de evitar ios malos consiguientes al esceso de
humedad.
Algo, sin embargo, nos queda' que decir
! en esta parte; la ocasión para ello nos parece
' oportuna, y no queremos desaprovecharla.'
Una grande innovación se ha hecho en es-
tos últimos años en el arte de desecar lástier-
i ras. La idea, según parece, no es completa-
! mente nueva, pero su aplicación en la forma
t y sobre todo en la escala en que se ha hecho,
ora seguramente cosa desconocida basta aqui.
Para espresar la idea que en este momen
lo nos ocupa, y la cosa de que queremos ha-
blar á nuestros lectores, nos fallan vocablos, y
es el caso que no nos atrevemos á crear uno.
Y ¿por qué no? Tomemos con la cosa la pala-
bra; é ínterin no se encuentre otra cosa mas
adecuada, demos el nombre inglés de drai-
nage, adoptado también por los fianceses.á
una operación que de tiempo inmemorial se
practica en aquel pais, y consiste en desaguar
los terrenos por medio de zanjas ó fosos cu-
biertos. Esto, ni en Inglaterra, ni en ningún
otro pais de Europa es nuevo ni estraordina-
rio; pero lal cual en Inglaterra, en Francia- y
en Bélgica se practica en el dia, es un perfec-
cionamiento que importa generalizar én los
países bajos y húmedos, y cuyas ventajosas
aplicaciones no podemos nosotros dispensar-
nos de consignar.
No ha mucho tiempo que á Mr. Barra!, dj-
rector de! Diario francés de Agricultura prác-
lica, escribía un cultivador de Ctermonl-Fer-
ranrl, y le decía: «Las palabras nuevas em-
pteadaspor !a ciencia, confunden muy fre-
cuentemente á los que las leen. Indicando en
su periódico el .drainage orno uii medio
poderoso desanear las tierras demasiado hú-
medas, preconizando las ventajas que de esta
operación sacaban los agricultores de Ingla-
terra y de' Délgica, han picado vds. mi curio-
sidad y preocupado vivamente mi espíritu: A
con secuencia de esto echóme á investigar qué
cosa fuese drainage, y al saberlo me encon-
tré con que drainage no e's ni mas ni menos
que lo quede padres ,á hijos cjecufamos aqui
en Auvernia, y que, con Olivicr de Serres, lla-
mamos calzadas subterráneas. Eslc descu-
brimiento, lo confieso, me causó por dé pron-
lo no poca satisfacción, pues ya he da''o, me
dije, con el quidáe la dificultad. ¡Pero que!.-....
¡Si prosiguiendo mi lectura, me encuentro lue-
go en el citado periódico con que el medio
mas eficaz y menos dispendioso para el objetó
203
TIERRA
204
eran unos conducios tubulares de arcilla! En
vano lie tratado de darme á-ml mismo cuenta
de corno en estos tubos podría penetrar el agiia
que superabundase en uña gran superficie.
No bay duda; he pensado que si esia agua,
por ejemplo, mana en un solo punto, y por
falta de desagüe se derrama por toda la eslen-
sion del campo, fácil es, después de haberla
recogido como se recoge en una cañería, in-
troducirla en los tubos y conducirla á un pun-
to muy bajo. Pero si esto no es asi, si en lu-
gar de tener que guiar un solo mananlinl, hay
que combatir varios; si el agua sobrante, des-
pués de la saturación normal del suelo, no es
mas que el resultado producido por las lluvias
escesivas durante ciertos años y en ciertas
localidades, ¿cúmo, repito, los pequeños, y
multiplicados manantiales podrán penetrar y
encontrar una salida por entre la linea de tu-
bos? Suponiendo que las estremidades de estos
«o estuviesen bien unidas, y que antes hu-
biese habido posibilidad de que las, aguas se
filtrasen por las pequeñas aberturas dejadas al
hacer el drainage, ¿no se introduciría tam-
bién la tierra en los tubos, ó no taparía tal
vez las junturas? En ambos casos se habría he-
cho una operación inútil y dispendiosa.!'
Dudas de esta naturaleza, emitidas por un
cultivador ilustrado, prueban que aun queda
mucho por decir para convencer á los agri-
cultores de la utilidad de la operación de que
queremos hablar, y hacerles conocer sus ven-
tajas. Por otra parte, son muchos los qne abri-
gan y conservan dudas sobre la manera de ha-
cer los tubos, la elección de las tierras que
en ellos se emplean, las máquinas que sirven
para amoldar los tubos, el grado do cocimien-
to que estos deben tener, él precio á que sa-
len, los resultados que de ellos se deben es-
perar, etc., etc. No parece, que los trabajos
necesarios para la colocación de los tubos sean,
por regla general, aquellos cuya comprensión
y "cuya ejecución ofrezcan mas dificultades. La
multitud de escritos que relativamente á este
punto se han publicado ya, y buen número de
artículos insertos en diferentes periódicos, han
convencido á la mayor parte de los cultiva-
dores.
Sobre la utilidad de la operación no creemos
necesario insistir, Esta utilidad se ha puesto
en evidencia cu pocas palabras y de una ma-
nera palpable en las columnas del Diario de
Agricultura, por Mr. Marlinellí, presidente del
comicio agrícola de Narac, que se ba espresa-
do en estos términos: «Tómese una mácela, y
examínese ¿por qué tiene en el fondo aquel
ugujerillo? llago esta pregunta (dice), porque
en su. contestación se encierra una completa
revolución agricola. Obsérvese que al tal aguí
jerillo es debida la renovación del agua, pues-
to que por él sale la que la mácela contenia,
á medida que se introduce la nueva. ¿Y para
qué renovar el agua? Porque el agua da la vida
ó la muerte; la vida, cuando no hace mas que
atravesar la capa de fierra dándole primera-
mente los principios de fertilización que con-
tiene, saneando después los elementos desli-
nados á la manutención1 de la planta; la muer-
te, por el contrario, cuando se estaciona en la
maceta, porque corrompiéndose, no tarda en
podrir las raices, impidiendo ademas que pe-
netre en ellas e! agua nueva.» El drainage no
es mas que el agujerillo de la maceta, abierto
en todos los campos.
Esta operación consiste esencialmente en
el empleo de regueras cubiertas. De ¡as do
otra clase, que constituyen el medio hasta aqui
conocido do quitar á la tierra su esencia liú-
meda, no es, por lo tanto, nuestro objeto ocu-
parnos en este lugar.
La ideado no inutilizar parala prodnccinii
agricola el terreno ocupado por las snperlicics
de zanjas abiertas se pierde en la noche <le
los tiempos. Los romanos conocían el arle de
enjugar las tierras por este procedimiento, que
tal vez aprendieron de pueblos de civilización
mas antigua. Entre los escritores agrícolas,
sin embargo, Columéla, que vivió en tiempos
de Augusto y de Tiberio, fué el primero que
habló de las regueras subterráneas. Catón, Var-
ron y .Virgilio aconsejaron tan solo las zanjas
abiertas Y be aqui de qué manera se espita
Columola: «Si el suelo está húmedo, háganse
zanjas para enjugarlo y dar salida á las aguas.
Dos clases de zanjas se conocen: Jas ocultas y
las abiertas. Para las primeras se harán esca-
vaoiunes de lies pies de profundidad, qne has-
ta la mitad de su altura se rellenarán de pie-
dras pequeñas, ó bien de grava pura, acallán-
dolas de rellenar ton su propia tierra. Si ni
piedra ni grava se encuentra á mano, fórmen-
se, con ramas bien unidas entre si, haces ilc
faginas del grueso y de la capacidad del fomlo
de la zanja, y dispónganse de manera que lle-
nen su vacío. Metidas en las zanjas, cúbranse
con hojas de ciprés, de pino ó de cualquier
otro árbol, comprimiéndolas fuertemente, des-
pués de haber cubierto el todo con la tierra
que se estrajo al hacer la escavacion: en am-
bas estremidades pónganse, á manera de con-
trafuertes, y según se practica en los puenlcs
pequeños, dos grandes piedras, sobre las cua-
les se colocará otra, á fin de consolidar los
costados de la zanja y favorecer la entrada y
el curso de las. aguas, o
He aqui en qué términos Paladio, bastante
mas moderno que Colurnela, describió las zan-
jas subterráneas: jSí las tierras están húme-
das, dice, deberán enjugarse abriendo zanjas
en todas direcciones, Nadie hay (pie ignore lo
que es una zanja abierta; de las suWerráneas
me voy, pues, á ocupar. Abronse en medio de
los campos eseavaciones de tres pies de pro-
fundidad, que se rellenan después, hasta la
mitad de su altura, de piedras, pequeñas ó de
grava, cubriéndolo luego todo con !a tierra s¡i-
cada rio la escavacion. Pero la estremidad Je
estas eseavaciones debe venir por cierto de-
SOS TIE
olive á parar A una zanja abierta, á la cual se
dirija toda la humedad, sin arrastrar consigo
la tierra del campo. Si se' carece de piedra,
échense en las zanjas sarmientos, paja ó ma-
tas de cualquier especie que sean.»
Asi, pues, el drainage, por medio de zan-
jas cubiertas de tierra y rellenas coa materia-
les permeables, como las piedras ó ramas, etc.,
es una invención que ningún autor moderno
pnede reclamar en justicia. Y bien que eldrai*
nage, tal como lo describen Columela y Pala-
dio, se practique en muchos puntos de Francia,
ha querido Inglaterra atribuir at capitán Wal-
!er Blight la idea "de las zanjas hondas, pero á
nosotros nos parece que Walter Blight no ha
tenido mas mérito que el de reproducir pre-
ceptos aplicados por otros antes que por él, y
peí rectamente indicados por el antiguo agró-
nomo francés Olivier de Serres.
En la obra publicada por Walter Bligh (I),
cuya tercera edición se imprimió en IG52, se
lee lo siguiente:
«Haz la zanja de drainage bastante honda,
para que á su fondo vaya á parar el agua ffia
que Dltra y que corrompe. Si de tu operación
esperas buen resultado, da á tu zanja de tres á
cuatro pies de profundidad. Y de nuevo, en
llegando al agua, profundiza ademas un espa-
cio equivalente al largo de! hierro de tu laya,
cualquiera que sea la profundidad á que ya
hayas llegado.... Pero respecto alas zanjas or-
dinarias que con frecuencia se hacen á uno ó
dos pies de profundidad, digo que es una so-
lemne locura y un trabajo perdido que deseo
evitar al lector.» Cierto que estos preceptos
son justos, y que aun en el día pueden servir
de norte; de ellos, sin embargo, no conviene
concluir, como se ha Lecho, que a Inglaterra
pertenece todo el mérito de la propagación de
las regueras cubiertas, Olivier de Serres , mas
antiguo que Walter Bligh, y cuyo Teatro de-
Agricultura se imprimió por lós anos de 1600, ;
hace una completísima descripción de las zan-
jas subterráneas, cuyo empleo recomienda con
instancia.
V he aqui en qué términos se esplica so-
bre lo mismo aquel patriarca de la agricultura
francesa (2).
«Para quitar, dice, á las tierras las aguas
que las perjudican, es conveniente abrir zan-
jas, las cuales sirven también para cercar las
propiedades. El limo que de la limpia de las
zanjas resulte, servirá de abono para las tier-
ras. Si en el interior de estas hay manantiales,
no bastan las zanjas que las rodean para su
completo saneamiento , á cuyo efecto se au-
mentarán los trabajos en proporción á la abun-
dancia de aguas esc od entes; teniendo presente
que los terrenos mas fértiles suelen ser, una
vez desaguados, aquellos que mas aguas cor-
il) Tlii> ciiglísh fmproier ¡mproved, (sí mejora-
aor ittglit mejorado).
,(3) Se»nn[lo lugar del Tcalro de Aqrieultura,
pas. I, l. 97, - ' ■
JRA 206
rompidas contenían. A. esta ventaja hay que
añadir la de poder reunirse por este medio las
aguas esparcidas por los campos y utilizarse,
bien para el riego de los prados que estén á
un nivel mas bajo que el de las tierras desa-
guadas, hien para la construcción de molinos
ú otros establecimientos que necesitan salios
de agua si la posición del terreno y demás cirr
cuastancias requeridas al efecto son favo-
rables.
«Es indispensable que el fondo de las zan-
jas esté en declive, sin cuyo requisito no po-
drían correr las aguas. Esto asi, fácil sera la
escavacion de una gran zanja principal que
atraviese todo el campo , y según lo exijan la
abundancia de aguas y demás circunstancias
particulares, la de otras zanjas pequeñas y la-
terales que vayan á desaguar en la principal.
Las zanjas serán tanto mas largasy mas anchas,
cuanto mas estensa y mas llano" sea el terre-
no. Mas no sucede lo mismo con respecto á la
profundidad, pues cualquiera que sea el terre-
no, es preciso que tenga sobre unos' cuatro
pies para cortar y recoger como conviene los
ramales de agua que corren por debajo de la
superficie. La disposición de las zanjas depen-
de déla del íerreno.
«La zanja principal debe tener cinco pies de
profundidad, y tres las otras, sobre una anchu-
ra y un declive proporcionados á las circuns-
tancias arriba indicadas del terreno en que se
opere. Tanto la zanja grande como las peque-
ñas se rellenarán hasta la mitad de su altura
de piedras pequeñas,, y- el todo se cubrirá con
la tierra sacada de la misma zanja; hecho lo
cual se nivelará el terreno de tal manera, para
la comodidad de las labores, queni rastro que-
de de la operación. En caso de no poder, para
el rellenamiento de las zanjas, echar mano de
otros materiales que piedras grandes y planas,
rómpalas el operario y colóquelas de punta,
procurando que su disposición sea tal que no
impida el paso delagua.
«Los trabajos se empezarán siempre por la
parte mas baja delterreno que se quiera desa-
guar, á Ande que las aguas empiecen también
á recorrer desde luego, lo cual no sucedería si
por la parte mas alta se empezasen dichos tra-
bajos. Estos, se harán con esmero, señalando
anletodo la linea que debe seguir la zanja, y
cuidando al abrirla, de echar toda la tierra á
un lado, con el objeto de dejar libre el otro pa-
ra ir poniendo cu él las piedras destinadas al
rellenamiento, el cual se hará inmediatamen-
te después de concluida la' escavacion , procu-
rando, sobretodo, dejar bien espedilas las en-
tradas del agua. Lo contrario inutilizaría todo
lo^ieclm al cabo de poco tiempo. Las zanjas,
en la parle mas alta del terreno , no deberán
ser tan anchas como en la parte inferior , por
la sencilla razón de que en esta ñlünia se re-
coge mas agua.
«Si para el rellenamiento de las- zanjas fal-
ta piedra ó es necesario traerla de muy lejos,
207
TIERRA
208
lo cual ocasionaría gastos considerables de
acarreo, reemplácese con paja, prefiriendo la
de centeno, y en caso de no haber de esta, la
de trigo. En la zanja, para ello, coloqúense
unas, tablas sobre un pie de paja, y rellénese
con tierra, etc.»
Con motivo del empleo de la paja que para
formar el fondo de las zanjas aconseja Olivier
de Serres, Mr. Víctor kart, en una nota de la
edición de las obras del ilustre agrónomo, pu-
blicada en IS04 por la Sociedad de Agriculfu-
ra del departamento del Sena, dice lo siguiente;
«lias prudente y mas económico seria, en
el caso de que venimos tratando, emplear fa-
ginas de aliso, que es madera que se conserva
perfectamente en agua, y en su defecto otros
ramages, que, colocados en el fondo de las
zanjas , dejan, entretejiéndose, libre paso á
las aguas, y tienen todas las ventajas de lapa-
ja, sin ofrecer ninguno de sus inconvenientes.»
■ Por la importante cita que acabamos de ha-
cer se patentiza que la invención de las re-
gueras subterráneas para el saneamiento de las.
tierras arables no puede considerarse como
perteneciente á un autor inglés, ya sea este
autor Walter Bligbí, yaElkington. Era Elking-
ton un arrendatario del condado de "Warick,
que, dotado de gran talento de observación, y
teniendo mucha perseverancia en sus trabajos,
se ocupó, en el último tercio del siglo pasado,
de! drainage de los terrenos infectados por. la
abundancia de sus aguas manantiales. El éxito
que obtuvo llamó la atención del parlamento,
el cual le concedió una multitud de recompen-
sas. Pero el método seguido por este agricul-
tor no difiere sensiblemente del procedimiento
descrito por Olivier de Serres : la diferencia
consiste solo en que el método de Elkinglon
no conduce las aguas fuera del campo por
medio de tina zanja principal, en términos de
poderlas utilizar para usos diferentes. Tres son
los sisíemas que se siguen en el empleo de
esté método.
1 . ° tino de ellos tiene por objeto hacer
que las aguas vayan á perderse por medio de
un pozo, el cual se llena de piedra seca. .
2. " Otro, cuando la profundidad del pozo
debe esceder de 5 varas ó 5 Vi. consiste en
reemplazar esle pozo por una perforación he-
cha con la sonda y profundizar hasía encon-
trar un terreno absorbente.
3. " Otro, en fin, dar salida á las aguas por
la parte superior, como sucede en las fuentes
ascendentes ú artesianas, á favor de perfora-
ciones convenientemente dispuestas para que'
las aguas puedan salir por medio de tubos de
descarga.
«Este método (diceElkington), que consis-
te en el empleo simultáneo de las zanjas, cu-
biertas y de los pozos, exige que se tomen
disposiciones especiales que solo cierta confi-
guración del terreno permite adaptar.»
Pero en este método no vemos todavía el
drainage tal como lo hemos descrito, y tal
como nos parece que en la actualidad se debe
considerar.
Hasta el año de IS10, no se pensó en reem-
plazar los materiales empleados en las zanjas
subterráneas; y adn esto se liizo primero con
tejas llanas y cóncavas, tile, en inglés. El tile
drainage parece haberse ejecutado por pri-
mora vez eu Nelherby (qondado de Cumber-
land}, en la propiedad de sir James Graban.
«Una teja cóncava, colocada sobre otra llana,
con una pequeña porción de piedra, he aquí el
nec plus ultra de esta operación,» se lee en
una Memoria publicada en Wi I en el Diark
de la Sociedad de Agricultura de Inglater-
ra (l). De donde se deduce que, treinta años
después, no se pensaba pudiese adelantare im
pasg en el método inaugurado en 18 tu. Mus
durante este tiempo, dióse, merced en parle á
los descubrimientos del escocés Sniith, consi-
derable ostensión á los trabajos de que veni-
mos hablando. Admirado de la fertilidad de un
terreno, llegó Smííh, á fuerza de exactas ob-
servaciones, á reconocer que de aquel defecto
era causa su cscesiva humedad; y sin estar al
corriente de los trabajos de ios antiguos culti-
vadores, imaginó las zanjas subterráneas para
sanear el suelo arabio. Del buen éxito que ob-
tuvo' se habló mucho por el pais, y en IS33
salió á luz un folleto, titulado Smüh's re-
markrsvii thorottghdraining. Con ¿si, Siuitli,
aunque no fué en realidad el primer inventor
de aquel procedimiento, hizo á íuglalena y á
Escocia el servicio de inducirlas á emplear
uno que aumenta en grandes proporciones los
productos do la tierra de la Gran Bretaña. Pre-
ciso es, ademas, añadir en honra de este pais
que, tanto sus grandes propietarios , cuanto
sus gobernantes, se apresuraron á dar el ejem-
plo. Citaremos con particularidad á sir Rober-
to Peel, que en 1840, hizo drainar por el
mismo Simth una parte de su propiedad de
Drayton, en el condado de Stratford (2). Por
centenares de millones de'ruales se cuentan
las sumas que para trabajos de esta especie ha
adelantado el gobierno inglés, á propietarios
y á colonos eu eslos diez últimos años.
A mano se hicieron las primeras tejas que
para esta operación se fabricaron; mas, ¿eó-
mo era posible que el genio de los ingleses,
tan inventor en mecánica, dejase por mucho
tiempo siu perfeccionar tal procedimiento? Tan
luego, pues, como este empezó á generalizar-
se," debieron las máquinas reemplazar la ma-
no del hombre en la fabricación de las tejas.
La primera de aquellas, que á la vez amoldaba
tas tejas cóncavas y las llanas, fué inventada
en 1812 (3) por Irving. Inmediatamente des-
pués, el marqués de Twceddalc, Mr. rtansome,
y luego Mr. Elheredge, imaginaron otras má-
(i) Tomo II, páü. 203.
¡2) «Joufiial of ihe rojal agricultura! sectetjor
Eiitfliim!.» Tomo 111, püg, 18.
(3) «Jdurnal oí tüc rojal agricultura! «orietj oí
Kagíanil.» Tomo III, pag. 18,
209 T1EI
quinas para el mismo objelo (I). Pero hacerlos
tubos subterráneos de dos piezas ora evidente-
meníe imponerse lin doble é' inútil cuidado.
Kustiluir á-' las lejas tubos cilindricos fué idea
que por aquel tiempo, ocurrió á. Mr. John
Ilelds Esíe fabricante, por consiguiente, lia
aiiaaido á los antiguos procedimientos la últi-
ma mejora, que" da á este método, do sanea-
miento de las tierras el' carácter que actual-
mente tiene. En el concurso de la. sociedad de
agricultura, que en Derby se celebró en 1 Si:1,,
filé donde se presentaron las primeras rháijiii-
nas de este género, y dieron lugar á un detalla-
do iid'orme de Mr. JosiahPaskes, elctial, com-
prendiendo toda su importancia, hizo (¡ne á
las inventores se concediese una medalla de
plata. Desde entonces, hasta hoy, no hay año.
en que no so hagan importantes y felices mo-
djlfeacioii'es en la construcción de dichas má-
quinas. Pero todo esle movimiento que se
produjo en Inglaterra con motivo de ¡a opera-
ción alli llamada drainage; la acalorada polé-
mica sostenida por los señores Smith y Pastees
respecto á" la profundidad que deben tener las
zanjas de desagüe, y las .votaciones del parla-,
mentó, que conceden centenares de millones
por vía de estimólos, de premios y de recom-
pensas, algún eco debían tener necesariamen-
te fuera de Inglaterra,
La agricultura francesa permaneció por
muchos años indiferente al ruido que á la otra
parte del estrecho se hacia. Desconfiábase de
lo que en Francia se llaman csccntricidades
inglesas, y el gasto de algunos centonares de
trancos que importaban los primeros trabajos
ile aquel género parecia un hijo permitido tan
solo á ciertos lores millonarios, poseídos de la
inania do tirar ol dinero1 por la ventana. La voz
empleada para delirar la nueva operación era
ile por si una dilicultad, pues no por lodos se
entendió bien desde un principio. Los france-
ses, ademas, leían poco en aquella época, y
las publicaciones en lengua eslrangera no lle-
gaban sino muy leutamenle, rara vez, y por
medio de I roaos de 'traducciones', á los. hom-
bres mas deseosos de saber cosas nuevas. So-
lé asi puede explicarse como hasta el año de
IS-1G no se agitó en 1' rancia esta imporlaulu
cuestión. ,
Hasta mayo del citado año do 1846. no'
publicó el Journal d' Agricultura practique
su primer articulo d& esta materia, debido á
Mr, Mes Naville, de Ginebra. Por entonces
también empezó eí público agrícola á preocu-
parse de algunos ensayos que en Moulereau
se hacían en la propiedad de Mr. de Manoir,
por inspiración de 'Mr,' Thaekeray, que se em-
peñó en hacer ".onocer cb Francia los mejores
procedimientos adoptados en Inglaterra para
la ejecución de los trabajos del arainage. En
marzo de |¡S4G so draiuó uu campo de algo
v» \ "í01!™"' of llwroyul aRricuUucal socicty of
bngland.a Tomo IV , pág. 370. (i8l3).
2183 IHDIJOTECA VWÍÍUMÍ,
IRA 210
mas de cuatro fanegas con seis mil tubos que
á su costa mandó Mr. Tbackeray llevar de In-
glaterra el mes anterior. En junio del mismo
año importó, para la fabricación de los tubos,
una maquipa, llamada de Ainslie, que se pre-
sentó en el concurso del comiólo del departa-
mento de Seine-ct-Marnc.
"Mr. du Manoir es, pues, el primer .propie-
tario qne en. Francia desecó sus. tierras ; por
los nuevos procedimientos de que fué inlro-
ductor Mr. Tbackeray. . :
Este, además, lia publicado varios folletos
y una multitud de artículos en los periódicos
para vulgarizar este método de desagüe por
medio de Tos tubos subterráneos : el primero
de aquellos folletos' salió á luz en I84G. lie
aquí en que términos se esplica sobre el parti-
cular Mr. Molí, en su informo al jurado de la
esposicion de los productos de la industria
nacional en 1840.
«Mr. Tbackeray, de origen inglés, pero re-
-side'nte en Francia hace veinte y siete años, ha
querido, según sus espresíones, .pagar labuoua
y cordial hospitalidad que ha recibido en nues-
tro pais, utilizando en provecho de nuestra
agricultura sus cocimientos en la materia y las
relaciones que ha conservado en su pais.
«Espiraciones sobre nuevos procedimien-
tos, máquinas acatarías y semillas de varieda-
des perfeccionadas de plantas, han sido nue-
vamente importadas por él y comunicadas con
,la mayor liberalidad á muchos agricultores
distinguidos, con los cuales.se ha puesto en
relación. Por una singularidad, de que sin du-
da no se debe acusar mas que á las circuns-
tancias, jamás á dicho señor ha cabido la me-
nor parte délos elogios y de. las recampensas
á que con frecuencia lian dado lugar sus im-
portaciones. Mr. Thaekeray ha sido uno de los
primeros que en Francia han hecho conocer
las inmensas ventajas obtenidas en Inglaterra
para el desagúnc de los terrenos húmedos por
ol método conocido con el nombre de drai-
nage, método practicado á la verdad, aunque
do una manera imperfecta, en ciertas localida-
des de nuestro pais (en los departamentos del
Iserc y de los Altos Alpes!; pero desconocido
en las domas. No contento con hacer conocer
este método por medio de artículos periódicos
y de buen número de folletos, que ha publica-
do, trajo á su costa de Londres, en 1S4G,
(¡,000 tubos y dos trabajadores,. para hacer un
esperimcuto en las tierras de Forges, cerca de.
Monlcreau, pertenecientes á, Mr. du Manoir.
Inúlií es añadir que este esperimento iiivb un
éxilo completo, y que á- consecuencia de él
importó la máquina de Ainslie para la fabrica-
ción de tubos, y los planos y el modelo deL
horno para el económico cocimiento de los
mismos.
«Esta máquina figuró en la esposicion de
Lóndres, donde funcionó do la manera mas
satisfactoria, cu presencia de la comisión.»
Los folletos publicados por Mr. Thaekeray
T. XXXIII. 14
241
TIERRA
fí'á
no lian podido tampoco contribuir ;'i dar á co-
nocer !a operación y sus buenos efectos. El
principal do estos folletos, publicado en ISÍ9,
lleva el titulo de Filosofía y arte del drama-
ge y está dividido en dos partes: en la prime-
ra traía el autor de la influencia del agua en
los que la habitan es, según creen, tí. mundo,
no es verdaderamente mas que una ¡jequeñl-
ma parle do! universo, es uno de los cuerpos
menos voluminosos y quizá monos influyen-
tes de esas innumerables é inmensas éáí'erás
que parecen están y que giran sobre nuésiriia
la temperatura del suelo, y en la segunda nía- cabezas, y que está sujeta á las leyes eomu-
niflcslu los procedimientos puestos en «so en nes que rigen et universo; la (ierra, en une
Inglaterra para drainar las tierras. palabra, no es mas que un átomo de eslu
Mr. Tbaclceray atribuye á esta operación, grandiosa obra, tan admirable en su cdojliiito
lio tan solo la acción de quitar á los terrenos como en sus detalles,
la humedad eseesiva y perjudicial al dcsarro- So solamente la tierra no es el cent'o del
lio de los vegetales, sino laminen la de penni- | universo, paro ni siquiera es el astro ó mus
tir que á las pianlas comunique el sol ¡a can- j propiamente el planeta principal del gran sis-
titlad de calor necesario para la realización de ' lema salar, culem.liéiidi)se por sistema el enn-
los diferentes Irámiles que sigúela vegetación; | junto de cuerpos celestes ijnc Circulan al red n-
alri huyesele también la de favorecer la pulvu
ri Ración del suelo, la de dejar á las raices y
a! aire que penetran cu el suelo, y por úlliiuo
la de conservar precisamente la cantidad de
humedad necesaria ai desarrollo de las pianlas.
A ésta operación se lia procedido y se está
procediendo en varios punios de Francia. Los
señores Lupiri, Carean, de llunville, Dnfonr y
oíros muchas propietarios 6 arrendatarios han
cedido en esta partea las Indicaciones de
Mr. Tuackrtray, y es probable que no larde en
haber en aquel pais sulicienle número de
hombres instruidos en osle nuevo arle, para
que no sea necesario recurrirá un eslrangcro.
~ En resúmen: dolos pormenores históricos
en los cuales nos ha parecido deber entrar, po-
demos concluir,
1 . " Que el empleo do las zanjas subterrá-
neas, con el fondo rellenado de. piedras 0 do
ramas, era conocido de Sus romanos.
2. " Que la reuuioii de una porción de zan
jas cubiertas, que sanean una vasta cílcnsiqu
de terrenos, y que se desaguan en una zanja
principal, ha sido descinta por Olivior de Ser-
res y empicada en Francia antes quecu Ingla-
terra se pensase siquiera cu ello.
3. " Que la sustitución de las tejas, y lue-
go de los tubos , á los materiales empleados
antiguamente para rellenar el fondo de las zan-
jas de saneamiento, es la única invención que
.justamente puede reclamar ¡a Inglaterra.
í." Que osla sustitución , y el empleo de
las máquinas para la fabricación de los tubos
han asegurado el buen éxito de la operación,
y permiten ejecutarla pronto y económica
inenle, sobro todo si sé compara con el tiem-
po y el dinero que costaban los procedimien-
tos antiguos,' el tiempo y el dinero que cues-
tan los empleados hoy.
TIEREA. (Geología,) El .cspacio sin limites
que nos rodea y que constituye el universo,
eslú, digámoslo asi, poblada de millones de
cuerpos, cuyo número, dimensiones, movi-
mientos, sus relaciones con el globo en gene-
ral y con cada uno délos cuerpos que lo com-
ponen, las distancias inmensas én que se ha-
llan, etc., causan ciertamente nuestra admi-
ración: la tierra, que para la mayor parte de
dor del áol,
Para distinguir y reconocer las propieda-
des y piirtiGuterMades de Isa cuerpos celosías
que esláir* al alcance de nuestra vista íi de
nuestros Instrumentos, y que á favor de estos
se lian podido observar, bien medir, etc., y
que es uno de los mus grandes adelantos de lii
inteligencia Immana; asi es que se ha llegado
á couocer cual sea la forma, el volúmen, aun
la exacta magnitud, el peso, el movimiento ba-
jo el doble aspecto sobre su eje, y el que tie-
nen en e! espacio alrededor del sol, rio sola-
mente de la Harta', sino de oíros rhuchosp/rc-
netas y aun del mismo sol: se ha averiguado
la distancia que exislc cutre cada uno de es-
tos cuerpos, la que los separa del que habita-
mos, la dirección, la celeridad de su curso, va-
rios de los fenómenos complicados que tienen
lugar on la economía del universo, en una pa-
labra, nada de lo que corresponde á la bisto-
ala del sistema solar se ha ocullado á la pe-
netración é iiilctigencia é investigaciones de
ios astrónomos, que apoyados y partiendo de
los ai-nntecimienlus y observaciones ••corres-
pondientes á los tiempos pasados , como por
el conocimiento de lo que actualmente obser-
van puede predecir con cierta seguridad ios
fenómenos y acontecimientos qué han de
ocurrir.
1.a condensación, pues, mas ó menos gran-
de da la materia que constituye los cuerpos si-
derales es la causa de su diferente aspec-
to y de los distintos caracteres que ofrecen al
observador: unos aparecen como cuerpos ó mu-
sas mas ó menos trasparentes (nebulosos co-
metas) otros son luminosos, (el sol y las estre-
llas) y otros son opacos y solamente brillan á
las veces por la reflexión de la biz que reciben
y que por consiguiente reflejan, planetas .sa-
télitesu Lü tierra es uno de los doce phmelas
(hasla aflora reconocidos) que constituyen el
sistema talar, la distancia media que Ja se-
para del soles demás de 15.000,000 de biiria-
melros: otros dos planetas, Mercurio y Venus,
se hallan entre la tierra y el sol: lodos los do-
mas piñuelas se mueven en una órbita que es
escéntíica á la de la ¡ierra; la de Urano está
diez y nueve veces mas lejos del sol que la
213
TIERNA
21 i
estú la tierra, ó lo que es lo mismo, dista de
esta 290.000, 000 de miriáinetros.
l,a tierra, como sucede á otros planetas, es-
tá acompañada ó soguilla en su marcha por nn
satélite, que C5tl! ''¡'jo la acción de ella, como
osla lo estáá la del sol, este planeta secunda-
rio es la Luna, cuya relación con la tierra es
tan necesaria njís su historia fisiea se reÜL-re
precisamente á la de nuestro globo.
Despues.de haber indicado la posición ó
lugar que la tierra ocupa en el gran niiíversu,
deben saberse sus particulares propiedades y
las distintos aspectos bajo Sos que se puede
considerar,
fio es la tierra una esfera regular, es si un
esferoide deprimido en sus polos, de tal mo-
do, que el eje tlcticio alrededor del (¡ue pare-
ce gira diariamente, es mas corto en la cifra
de cerca de -¡^ que el opuesto diámetro ó
oquatfltóiíli
El diámetro medio de (atierra es de 15,732
kilómetros ósea de unas 3,000 leguas, su cir-
cunferencia es de cerca de 9,000 leguas, cuan-
do el diámetro solar ó de sol es ciento diez ve-
ces mayor.
Según las observaciones y los cálculos que
se han lieclio se ha averiguado que la gran
misa del esferoide terrestre pesa cerca de cin-
co veces y media mas fpie el agua ósea la pe-
santez especifica relativa, y que por consi-
guiente la mayor parte de los metales es-
cedea en dos veces mas su peso especifico que
el que corresponde á las rocas que constituyen
el suelo.
Él globo terrestre tiene una admirable pro-
piedad, que es la magnética, cuya efecto se
conoce porque es atraída la aguja imantada bi-
ela el polo boreal, que es el inslruiueoto de-
nominado brújula.
Es sabido también que, la tierra ofrece dos
movimientos el uno sobre su mismo eje, cuyo
movimiento !o efccíua en 23 horas 5G minu-
tus y 4 segundos:, el otro movimiento que tie-
ne la tierra, aquel por el que gira alrededor
del sol, y larda en él 305 dias, 5 horas, y 49
minutos, teniendo este movimiento una velo-
cidad de unas 412 leguas por minuto.
Ul inovimienlo circular de la tierra alrede-
dor del sol íorma una órbita elíptica en un pla-
no ijtie tiene !a iuclinacionde 23" y 27" rela-
tiviuueutc á la dirección que ofrece el eje de
rotación diurna, '
Estos dos movimientos de la tierra se efec-
túan de la misma manera y cu la misma di-
rección que lo hacen y signen ol sol, los de-
más planetas y sus satélites, y todas estas ór-
bitas y movimientos tienen lugar en un plano
que se separa muy poco del plano del eqiia-.
dor del sol, in dórese lógicamente de esta uní-
formidaden la dirección do los movimientos de
los planetas, que la causa que diera á la tier-
ra la impulsión primera y cuyo ef'eclo han si-
do y son los movimientos que efectúan, son re-
sultado preciso y determinado porla ley gene-
ral de atracción, -que indudablemente ha debi-
do ser el mismo que obró y puso en movimiento
todos los cuerpos delsistema solar.
Resulta comprobado por las varías obser-
vaciones que se han hecho en las grandes pro-
fundidades de las minas, como también por las
correspondientes á las aguas termales ó muy
calientes , c igualmente por las de los pozos
artesianos, que la parte interior dei globo ter-
restre tiene uu 'grande calor propio, y cuyos
efectos, aunque al presente no se perciben en.
la superliciede la tierra, son muy perceptibles
y se observan prontamente á algunos metros de
profundidad, asi es que el termómetro se ele-
va cerca de uu grado centígrado porcada trein-
ta inetrus que se profundiza cu la tierra, to-
mando en cuenta y partiendo de! punto en que
deja de ejercer su acción eí calor de irradia-
ción producido por el sol.
Cualquiera que sea, pues , la causa origi-
naria ó actual de este calor interno' de la tier-
ra, el hecho de que existe es uno de los fe-
nómenos mas importantes de la historia de la
Tierra estando ciertamente bien contestado
por tantas y tan repelidas observaciones.
Bajo esté punto de vista, se puede conje-
turar fundadamente que la tierra ha debido te-
ner anteriormente una temperatura muy supe-
rior á la que ai presento íonserwi, y por con-
siguiente no puede menos de admitirse que la
tierra tuvo un estraordínario grado de calor
que debió estar en completa fusión, pero que
colocada en un medio mas frió, se ha ido en-
friando sucesiva y gradualmente del esterior
al interior, y esto que parece muy natural sc-
guu las leyes físicas, confirma la idea ¡que ha
habido tienipo en que la masa terrestre estando
en completa fusión y á efecto del impulso y
movimiento que adquiera sobre su mismo cen-
tro, se desarrollase la fuerza centrifuga y de
aquí debió provenir la forma aplanada que ofre-
ce la tierra en los polos según se ha dicho en
virtud de las observaciones astronómicas, ca-
si conforme con las apreciaciones teóricas: si
ademas se ha reconocido que otros planetasco--
o\o Júpiter y Saturno están igualmente en
sus polos deprimidos en la relación correspon-
diente á la rapidez de los movimientos y de
la masa que le correspondiera; se puede de-
ducir como una verdad i u contestable, que la
forma de la tierra como la de los otros plane-
tas es un efecto de la fuerza llamada centrifu-
ga aplicada á un cuerpo que estuviese en el
estado de cierta liquidez ó raas propiamenle en
el de fusión.
Estas observaciones fisicas y los hechos
concluidos por las mismas han dado márgen
á la brillante hypótesis que propusieran mu-
chos eminentes filósofos outre ellos el profundo
filósofo Leibnitz, el insigne matemático y gran
físico Newton y el elocuente naturalista BufiTon,
losque opinaron que la tierra debió ser un cuer-
po incandescente, y como un astro luminoso
SU TIERRA.—
que se ha vuelto opaco por haberse enfriado y
estinguido su brillanteluz.
El ilustre geómetra Founier lia tratado fté
esprofeso esla importante cuestión, opinando
que la musa terrestre, primitivamente incan-
tlesccnle, lia esperimeniado las variaciones
que según las leyes generales físicas esperi-
menlu lodo cuerpo colocado o inmergido en un
medio mas frió que 61. Eslc sabio matemático
es de Opinión que en la actualidad, cualquiera
que sea el calor inlerior del globo terrestre no
se eleva la lemperalura de la superficie mas
de un 30° de grado; por consiguiente, el en-
friamiento sucesivo que pueda esperinientar la
tierra en los tiempos venideros, no podrá ha-
cer variar mucho los climas que actualmente
se determinan y eslán relacionados intima-
mente por la acción del sol, y por las particu-
lares cuanto numerosas circunstancias esteno-
res de cada localidad: pero quejndudabiemen-
te eu los precedentes tiempos y remotas épo-
cas'del globo terrestre, Ja temperatura clima-
térica debió ser mas elevada y uniforme
obrando de consuno el calor inteuso que po-
sea la tierra, y el que le comunicara y proce-
día del sol.
Si, se toma un globo de ira pie de diámetro
que tenga la misma composición y que esté
en las mismas condiciones y eircuuslnneias
que liene el globo terrestre, necesitará mil
doscientos ochenta mil aüos, para que se dis-
minuya su temperatura iju lauto igual, en los
puntos homólogos del globo terrestre á la que
se advertirá ó esperimeutará el globo de un
pie en un segundo do minuto.
l'ara que la influencia que se ejerce en la
superficie de la tierra por el calor inlerior de
la misma, que está inducida como se lia mani-
festado á 1,30= de grado llegue á 1,G0U. -de
grado se necesitarán cnando menos treinta mil
años.
las teorias y los hechos que se han espues-
to, las consecuencias que lógica y naturalmen-
te se deducen de tales premisas y de eslos he-
chos sóñ suficientes para contestar afirmati-
vamente la hipótesis emitida por la mayor
parte-de los geólogos, de la alia temperatura
que '¡«^tenido la fierra en los primitivos tiem-
pos, y que en virtud de lau elevada tempera-
tura, la tierra hubo de estar en el estado de
fusión, y, por. consiguiente, esta gran masa
en su estado de liquidez á efecto de la rota-
ción diurna, y por la fuerza Centrifuga que se
desarrolla según las leyes generales de la fí-
sica, tuvo lugar necesariamente el aplasta-
roienlo de su masa en los polos. También de-
bia progresivamente enfriársela parte eslerior
de esla gran masa incandescente, .y por esfe
sucesivo enfriamiento ha llegado hasta el pun-
to de que toda la parte estertor del globo -ter-
resfre se baya solidificado, pues que el en-
friamiento y aun la solidificación de la (ierra
lia debido propagarse de lacircunferenciahácia
el centro, y hasja tal puolo que en la época
-TIERRAS 216
actual está toda la capa esterior, del- globo y
hasta muchos miles de miles de metros no so-
lamente enfriada, sino endurecida y muy sa-
lida; porque á algunas leguas de esla misma
costra sólida, eslá indudablemente ¡amasado
la (ierra eu el estado incandescente y de fu-
sión iguea.
J.as lavns qué vomitan los volcanes cu ac-
íividad, indican cipriamente que son parle do
lu muleria ígnea que constituye lo inlerior del
globo terrestre; obsérvase lambien que las mu-
sas lávicas incandescentes que corren sóbrala
(ierra, llegan á ennegrecerse y enfriarse has-
ta el punió de que pasado algún (¡cuspo eslán
sólidas, principalmeule en su parle eslerior,
pudiéndose pusar sobre ellas impunemutilc,
pero que á mío ó dos pies de profundidad eslá
su masa inlerior incandescente y hasta lal
punió que quema prontamente la punía del
buclon que se introduce en aquella masa que
parece sólida y fría en sn superficie.
La historia primitiva del globo terrestre ba-
jo el aspecto astronómico se termina en- la
época en que la pelicuhi, digámoslo asi, de la
(ierra se solidificara, y cuya parte eslerior ya
sólida envolviese la masa del planeta; cu csic
caso hay ya un sucio primitivo constituido,
desde está época en que existe un suelo sólido
y con diversos .relieves, enlra especialmente
la Jurisdicción, digámoslo asi, del geólogo,
cuya historia natural con lodas las modiHia-
ciones ó accidcntaeioncs que ha (cuido la fier-
ra son el objelo del geólogo, y cuyas inves-
tigaciones le llevan á reconocer las causas. y
los erectos de las alteraciones sucesivas que iia
esperimeníada el globo terráqueo, y siguien-
do en sus profundos estudios la observación
de la naturaleza, y valiéndose ademas de la
guia segura de la analogía, puede llegar cicr-
lamcnle á comprender y conocer la composi-
ción y la estructura del suelo ó de la parte
eslerior de la tierra, como de las alteraciones
ó cataclismos que ha sufrido el globo ferros-
Ire, y aun los cambios y modificaciones qno
puede esperimenlaren la sucesión de los liem-
pos. Véanse los artículos, geología, Fonsiv
CION, TE1U1ENOS, FOSILES y SUELO.
TIERRAS. [Mineralogía.) Con k denomina-
ción de (ierras se designa comunmente un gran
número de sustancias minerales amorpbas, que
son de diversa naturaleza, y que tienen gene-
ralmenle líh aspecto lerroso y male; y que no
Se hallan en cí estado crislalino. Las principa-
les especies delierras con las denominaciones
vulgares, digámoslo asi, conque se conocen
son las siguientes!
Tierra absorbente: designase con esla de-
nominación á la magnesia por la propiedad
que tiene esla sa! terrosa de absorber losácidos
que á las veces preponderan en el estómago.
Tierra de almagra: es una tierra ocrácea
do color rojo, y cuyo color rojizo so asemeja
al de la sangro, empleándose útilmente en la
pintura al fresco ó al temple.
217
TIERRAS— TIFUS
218
Tierra aluminosa: esta tierra se halla ge-
neralmente asociada al lignito terroso pirilife-
to, ó sea un esquisto piritoso; do osla sustan-
cia terrosa se estrac el alumbre que tiene cier-
to uso en las artes.
Tierra ¡ni/lesa: es una especie de arcilla
plástica con la que se hace loza escelente que
ofrece cierta traspariencia,
fierra de Armenia: es un ocre rojo mas
oscuro que la almagra, que también le deno-
mina bol de Armenia, que se usa en algu-
nas fórmulas médicas y que se emplea igual-
mente cu la pinlura,
Tierra azul: es un fosfato de hierro pulve-
rulento, que presenta un aspecto ferroso.
Tierra parda de Colonia: es un lignito
terroso de color pardo, cuya sustancia terrosa
se emplea en la pintura, y con la que los ho-
landeses adulteran el tabaco de polvo.
Tierra de China: es el ; feldespato 'en el
estado pulverulento, cuya sustancia se conoce
con" eí nombre de kaolín, y que se emplea
muy útilmente en la fabricación do la loza,
llamada china y porcelana.
Tierra comestible: es una tierra que parti-
cipa de naturaleza arcillosa y también parece
magnesia por ser algo untuosa al tacto, cuya
sustancia mineral sirve de alimentoso nlgunas-
épocas á los indios de América, según lo ha
observado el célebre naturalista Me. de Hum-
Mdt. i
Tierra de batan: es una arciüa compacta,
suave al laclo ó como jabonosa, y que so em-
pica ventajosamente en las fábricas de paños
para quitar á estos la grasa ó parle aceitosa
que contiene la lana con que se fabrican.
Tierra de Italia: es un ocre pardo forma-
do por la sustancia mineral, llamada limonita y
laacerdesa; se emplea también en la pintura.
Tierra de Lemnos: es esta tierra una de
arcilla blanca, de la que se forman una espe-
cie de pastillas, y las que se sellan para que
circulen en el comercio, y que por esta parti-
cularidad se la da igualmente la denominación
de (ierra sellada; tiene mucha analogía con
la ya descrita tierra de Armenia, aunque el
color de la tierra sellada es mas bajo, pues es
do un color rosáceo; se ha empleado igual-
mente como medicamento.
' Tierra de pipa:- es una variedad de arcilla
plástica de color oscuro ó agrisado subido, que
por la cocción-adquiere color blanco, cuya sus-
tancia se emplea para hacer pipas, pla-
tos, ote.
Tierra verde: bajo esla denominación se
comprenden diversas sustancias terrosas de
color verde, que provienen do la descomposi-
ción de algunos silicatos alufñinosos o de, otra
naturaleza.
Tierra de Verana: es una tierra compues-
ta, ó sea una mezcla de otras sustancias, que
también se ha denominado íaíco1 zoográfico;
hene un color verde, se encuentra en' Monte-
Mdo, cerca de la ciudad de Verona, y cuya
tierra lavada, decantada y secada, produce una
materia colorante que -es muy apreciada* para
los usos de la pinlura.
Tierra vegetal: es la parle terrosa de todo
suelo que es apto 6 tiene las circunstancias
necesarias para la vegetación; la tierra vegetal
es la capa superior ó superficial que cubre los
terrenos,' corresponde, por consiguiente, álos
terrenos que se denominan por los geólogos,
terrenos de detritus, de aluvión moderno, etc.;
la tierra vegetal es de diversa naturaleza, so^
gun es la del terreno sobre el que está super-
puesta ó de los inmediatos que han sido arras-
trados por el detritus. En la tierra vegetal ya
predomina la 'cal, ya la arcilla, ya la arena si-
lícea, y contiene generalmente ademas sus-
tancias animales ó vegetales, que descom-
puestas se mezclan con la tierra vegetal en su
parte Superior y constituye lo que so llama
humus ó mantillo.
TIFON, [Marina.) Sombre que se da á cier-
tos huracanes, particulares á los mares de la
China. Su violencia es mayor ú las inmedia-
ciones do las costas: acontecen durante cada
uno de los dos monzones, pero particularmen-
te desde el raes de mayo hasta el de diciem-
bre, y casi nunca en el espacio que media
entre estos dos meses. El equinoccio de otoño
es, pues, la época en que mas so declaran,
sobre todo si el périgeo y la luna nueva coiu-
' ciden con esle equinoccio. Es muy difícil pre-
veerio, aun estando muy próximo. El color
rojo del cielo, la bruma del horizonte, bastan-
te frecuente en aquellas regiones, los mares
encontrados aun en un tiempo claro y la apa-
rición de nubes espesas sobre las tierras veci-
nas, no soil anuncios de su proximidad: solo
el barómetro parece dar de ,ella algunos in-
dicios. Los tifones no sen por lo general de
larga duración; pero la fuerza del viento que
traen consigo es á veces tan considerable, que
pone en peligro de zozobrar hasta los buques
de grandes dimensiones. (Véase huraco,
TEMPESTAD, VIENTO.)
TIFUS 0 TIFO. {Medicina.) Se da este nom-
bre á una enfermedad grave epidémica en Eu-
ropa, caracterizada principalmente por cí estu-
por en que yacen sumidos los individuos que
ataca: durante mucho tiempo esta palabra no
ha tenido mas que esta signiQcacioni pero hoy
se le ha dado mas estension y se le aplica co-
mo término genérico de muelias enfermeda-
des epidémicas, qué ofrecen entre si numero-
sas analogías, á saber: el antiguo tifus, \a pes-
te J la fiebre amarilla (tifus de América), á
las que se les ha querido unir todavía el cóle-
ra morbo (tifus de Asia.) Los enlaces y seme-
janzas de estas afecciones son de grande im-
portancia por las ventajas que proporciona á
su estudio práctico; pero no se puede reunir
bajo la sola denominación de tifus todas cs.tas
enfermedades, porque esta palabra no espresa
la naturaleza de ninguna de ellas, rii un ca-
rácter esencial que sea común á todas, no di-
219
co, no significa mas que estupor: el nombre
genérico de pestes que á estas afecciones da-
ban los antiguos, circunscribe y espresa mejor
el carácter de estas enfermedades, pues aunque
no espllca su naturaleza, indica que estas en-
fermedades resultan de ¡a introducción en la
economía de un cuerpo deletéreo probable-
mente gaseoso, diferente para cada uua de
ellas, por lo que no se pueden llamar enve-
nenamientos, y si intooaicaciones miasmáti-
cas, ó mejof diebo, envenenamientos por cau-
sas desconocidas, hasta que la química y la
física hayan esclarecido con sus luces usía
cuestión. Nosotros, sin embargo , asemejamos
todas tas intoxicaciones miasmáticas á los en-
venenamientos, proposición que no dudamos
encontrará quien la impugne. Mas ¿qitc es uu
envenenamiento? Es la introducción de una
sustancia vegetal, animal o mineral, sólida, lí-
quida ó gaseosa, en lo Interior de nuestros ór-
ganos, susceptible de sorabsorbida-y que ejer-
ce una acción morbosa sobre ia economía, que
puede dar lugar á la muerte, sea que esta sus-
tancia baya penetrado por las vías respirato-
rias, gástricas ó tegumentarias; las cansas que
producen las intermitentes, el tifus, la pesie,
el cólera morbo, ele., son sustancias en esta-
do do vapores ó gases, que se introducen en la
economía principalmente por las vias respira-
torias, rpje obran de la misma manera que los
venenos, y que por lo mismo enconiramos ló-
gico asemejarlos á ellos, pues obran de igual
rundo; para combatir esta verdad se negará la
existencia de las exhalaciones miasmáticas,
dando por razón, como yu dejamos dicho, que
no afectan nuestros sentidos y que no pode-
mos verlos ni tocarlos; mas ¿negamos la exis-
tanuia de los Huidos imponderables, eléctrico,
calórico y magnético?. No, pijes tampoco los
podemos apreciar; tampoco sabemos su natu-
raleza; admitimos su existencia porque sus
efectos son claros y disUntos, y porque seria
una utopia admitir un efecto sin causa, pues
el mismo error, el mismo absurdo, comete-
ríamos uuadmiliendo la existencia de los mias-
uiarí, cuyos efectos, por desgracia, son bien
mortíferos y destructores: las enfermedades
miasmáticas son sin duda alguna verdaderos
euvcuenamienlos, y lo .prueba, ademas de lo
dicho, que la inyección' de sustancias pútri-
das en las venas de los animales, da lugar á fe-
nómenos morbosos, semejantes ó iguales en su
marcha, simonías y terminación, & los de
la generalidad de los envenenamientos. Lq na-
ini ¡ili.'/.a de loihfü oslas enfermedades, su asien-
to, primitivo es la sangre. Asi, pues, es indu-
dable que los miasmas que se desprenden de
los paútanos son la causa productora de las
flebres intermitentes; la química todavía no
nos ha dado á conocer la naturaleza de estos
miasmas: mas-si se recogen, y como hemos
dicho, se inyectan en las venas de los anima-
les con el agua que los tiene en suspensión,
nosotros vemos prusenlarse estas euferareda-
220
des que podemos hacer aparecer y desapare-
cer á voluntad: hemos visto que el desarrollo
de la peste era debido á la absorción de un
miasma que las aguas del fsilo producían poc
su continuada esposicion á los grandes calo-
res; que el colera so debía á la existencia i|fi
un principio contenido en ia atmósfera; y quo
la (lebru amarilla era Ocasionada por epilacio-
nes pútridas y miasniá'icas desprendidas en
los puerlos y bahías en ciertas ocasiones: el
tifus se desarrolla laminen probablemente bajo
la inilucncia de un ageulede naturaleza aná-
loga, pues que se le ve aparecer á consecuen-
cia delescesivo acumulo de personas en loca-
les reducidos, en donde la atmósfera- SO vicia
pur las emanaciones de los cuerpos vivos. La
viu, pues, de su introducción en la economía,
es como la de todas las enfermedades mias-
máticas, la absorción; por ella se mezclan con
la sangre alterando osle liquido, ya en su com-
posición, yapar la simple mezcla con sus
elementos propios: de esta analogía en el mo-
do de producción de todas estas enfermeda-'
des, nacidas y desarrolladas cu focos do tafee?
ciou, resulla que ú pesar de la diferencia quu
existe CO la naturaleza de sus causas produc-
toras, ellas se parecen y asemejan entre, sí
por grandes rasgos y analogías en su fisono-
mía especial. En efecto, en grados diversos
todas presenlnn coa un mismo orden una su-
cesión de fenómenos morbosos que correspon-
den perfectamente con la marcha del princi-
pio morbífico al través de nuestras órganos y
tejidos, desdo su introducción Inula su elimi-
nación. Un mal estar general precede la esce-
na que va á presentarse en un organismo ya
enfermo, y parece indica el motneulo de ab-
sorción del agente morboso ; los esgalofrios
violeotos, .la cefalalgia, el delirio , los vérti-
gos, los calambres, las convulsiones y otros
síntomas nerviosos aparecen bien pruína,
anunciando la presencia de este agente en el
torrente circulatorio , y obrando al mismo
tiempo sobre la vitalidad fisiológica de los
ceñiros nerviosos que según su naturaleza ir-
ril.inle, estupefaciente, etc., asi reflejan sín-
tomas de estupor , postración ó oscilación ; y
en lin, también oslos diversos fenómenos reu-
nidos. Después de un lienipo mas ó menos
largo, que necesariamente varia según el gra-
do de resistencia vital de los individuos y la
energía del principio dcleléreo sobrevienen
síntomas de oscitación ; tales son la frecuen-
cia del pulso', el calor general, una sed iu-
lensa, orinas encendidas, salios de tendones,
agilacion, ansiedad, y domas fenómenos alác-
sícos, los que nos indican que el miasma ar-
rastrado por el torrente circulatorio ha sido
conducido á todos los órganos de la economía,
llevando el desorden y la muerte á ludas \¡\>
funciones: oslos fenómenos aumentan mas y
mas, hasta que por íin sobrevienen los siulo-
rnas de reacción y el enfermo sucumbí-, ó ;i|w-
rece eíi l¿ salud paulalinameute; en. este idti-
T1FUS
mo caso, se observan sudores generales y
abundantes, vomites de diversas materias,
oi iiias sedimentosas, coloración amarilla de la
piel, y en algunos casos espeetoraciones mas
ó menos abundantes: todo lo- que nos indica
el Irabajo eliminatorio de ima naturaleza que
se desembaraza de agentes que conspiran con-
tra su existencia. Iguales fenómenos , como
liemos dicho, se observan con la inyección de |
sustancias pútridas en las venas de los anima-
les; mal eslar á s« introducción en la econo-
mía, fenómenos producidos por su presencia
en In sangre, acción deiecterea sobre los cen-
tros nerviosos, y en (in , mas lar.de sintonías
ilt¡ reacción sobro el aírenle que produjo ta-
les fenómenos; y no solo se ve esta mareba
y sucesión en estos casos, sino en casi todos
ios env.enenamiei.tos; con modificaciones mas
o menos diferentes, según la naturaleza del
veneno y bis condiciones individuales: si la
intoxicación es débil y el sugeto posee gran
fuerza de reacción, el mal abortará en su prin-
cipio; si al contrario, el veneno es enérgico,
la dósis absorbida es considerable y el orga-
nismo débil y sin fuerza , la muerte sobreven-
drá sucesivamente; mas cutre estos dos estre-
ñios liay grados diferentes en que la sucesión
de las cosas no pocas veces queda oscurecida;
pero en general estos fenómenos se suceden,
según el orden que liemos establecido y en
¡os casos en que este órdeti se altera ó hace
latente, se puede aun con una observación
¡líenla, descubrir su curso y sus tendencias,
iguales siempre á las que hemos 'descrito co-
mo (ipo de las infecciones miasmáticas. He-
mos insistido tanto en esta cuestión, porque es
la luento de las indicaciones acerca de la na-
turaleza, diagnostico y tratamiento de esta cla-
so de dolencias j quizá las mas difíciles de la
patología médica. Las lesiones anatómicas de
las enfermedades llamarlas miasmáticas, ofre-
cen entre si grandes analogias y semejanzas,
los mismos órganos se bailan utas ó menos
afectados en todas ellas, atestiguando la exis-
tencia de un agente morbífico que ataca de
una misma manera á casi la totalidad de la
economía: se observan síntomas de inflama-
ciones considerables en todas las mucosas, y
principalmente en las digestivas, inyecciones
del cerebro y sus membranas, congestiones
parciales, equimusis en los pulmones, el (li-
gado, el bazo, alguna vez en los riñónos y ve-
jiga, en (in, flemones, gangrenas y diversas
erupciones cutáneas, aparecen-en el cadáver,
recordando asi bis síntomas que presentó la
enfermedad en su curso durante !a vida: una
cansa deletérea ba sido puesta en contado
con lodos-Ios órganos de hi ecunomía, produ-
ciendo las lesiones profundas que observamos;
de aqut, pues ,- el que las lesiones anaforoo-
patolúgieas se asemejen tanto ó sean iguales
en todas las enfermedades miasmáticas, pues
siendo la cansa igual, iguales deben ser tam-
bién sus efectos. Ademas de estas grandes y ¡
fundamentales analogías , tienen también el
carácter eomitn de ser epidémicas: las fiebres
intermitentes son rara vez epidémicas, es de-
cir , no suelen trasportarse de la localidad
donde han tomado origen á otras mas ó me-
nos dislantes: al contrario , el tifus, la fiebre
amarilla, el cólera morbo y la, pesie, se pro-
pagan con tanta frecuencia, por desgracia, á
lejanos lugares , y su propagación no sé de-
tiene sino por la destrucción del agente dele-
téreo contagioso; pero todas se parecen en que
■atacan á un gran número de individuos á la
vez, y que los síntomas que desarrollan son
también , como liemos dicho , iguales en su
esencia aunque diferentes en alguna ocasión
en su forma, á consecuencia de las varias con-
diciones individuales; hacen cesar todas las
enfermedades esporádicas cuandosu intensidad
es grande, y si su fuerza no es suficiente para
suspenderlas (odas, al menos le imprimen tft
carácter é índole particular y sui-géiieris; en
fin, & eseepcion do las fiebres ¡nlermilenles,
todas las enfermedades miasmáticas son con-
tagiosas, pues esta proposición esta fuera de
toda duda cuando se trata del 1ifns, de la pes-
te, etc. Siendo, pues, la naturaleza y causas
de estas enfermedades casi enteramente se-
nt<: jantes, sus medios de tratamiento y sus
indicaciones terapéuticas, deben también ofre-
cer muchos puntos de semejanza: la prime-
ra indicación que hay que satisfacer en eslas
enfermedades, consiste en desembarazar á
la economía del principio morbífico que es
la causa productora de todos los movimien-
tos patológicos que en ella so verifican , asi
que nos dirigimos, con este objeto á las vias
eliminatorias por eseelencia, tales, son las
gástricas, las urinarias y la cutánea , en las
que se determinan estos efectos, con los pur-
gantes, los diuréticos y los sudoríficos: la 2.a
consiste en combatir los efectos del agente de-
letéreo sobre la ecouomia, efectos alguna vez
asténicos, en los mas de los casos inflamato-
rios y en los mas raros participan de unos y
otros; por consecuencia los medios terapéuti-
cos variarán segnn la naturaleza y las modi-
ficaciones de los mismos: la 3.a consiste, en
no limitarse eschssivameute á ninguna de es-
tas dos indicaciones, sino procurar satisfacer-
las á un mismo tiempo y modificarlas según
las circunstancias lo exijan: 4.a el tratamien-
to de estas dolencias no es igual en lodos sus
periodos, lo que nos esplica el por qué de las
curaciones con medicaciones al parecer con-
tradictorias: J,a no existe inas que nn medio
verdaderamente preservativo de eslas enfer-
medades que es alejarse pronto det lugar don-
de se han desarrollado, ó en oíros términos
sustraerse do la influencia del agente que da
lugar á estos fenómenos, pues la mayor parte
de las precauciones higiénicas que en estos
casus se recomiendau carecen de importancia:
6." debe hacerse salir á los enfermos del foco
de infección, separarlos lo mas posible ya.de
223
TIFUS
224
los individuos sanos ó ya de los enfermos: 7.a
no debemos desesperar de encontrar en un dia
un antidoto pura cada uno de estos agentes
tóxicos. Tales son las consideraciones preli-
minares que hemos juzgado necesarias para
entrar en los detalles de la historia especial
del-üfus.
Se da este nombre á una infección mias-
mática que se desenvuelve ordinariamente en
las grandes acumulaciones de hombrea, cuan-
do los individuos que las componen están
afectados por pasiones tristes., debilitados por,
la miseria, la falta de aseo, ei uso de carnes
fermentadas y la putrefacción de las aguas
corrompidas y estancadas: en razón de estas
diversas circunstancias que lo originan asi se
llama, tifus del campo, tifus de tus hospita-
les, fiebre nosopomial, de los navios, de los
campamentos, de las cárceles, de las pobla-
ciones sitiadas , fiebre de Hungría, purpú-
rea, etc., y si nos limitamos ¿ observar algu-
no de sus síntomas culminantes, le designa-,
mos con los nombres de fiebre petequial,
fiebre nerviosa, adinámica ó atóxica: nos-
otros creeuios que debe continuar llamándosé-
le ¡litis, olvidando el valor etimológico de es-
ta palabra^ basta que se le pueda denominar
con una que esprese la alteración de ta san-
gre, en que consiste, ó la naturaleza del mias-
ma que lo produce: el lifus.se presenta á ve-
ces esporádicamente, pero lo mas común es
que afecte la forran epidémica: en la deliniciou
que acabamos de dar del tifus hemos enume-
rado las principales causas que lo producen;
el miasma que le origina, difiere del que da
lugar d la pesie, el cólera morbo, la fiebre
amarilla, etc., en que no nace como estos, en
focos de infección, bajo su influencia al sol, si-
no que en cualquier sitio en donde haya al-
teración de las evaporaciones y exhalaciones
que se desprenden en grandes reuniones de
personas sanas ó enfermas acumuladas en pe-
queño espacio, lo vemos aparecer espontánea-
mente: asi se concibe como la miseria, lafalta
de aseo, las aguas corrompidas y los alimentos
mal sanos dan lugar á su desenvolvimiento,
contribuyendo eficazmente á esto el temor y
las marchas forzadas, que debilitan al soldado
en campaña, ó á bordo de embarcaciones mas
ó menos higiénicas, el olor desagradable que
se desprende de toda reunión de hombres- en
condiciones desfavorables, y en. fin la desmo-
ralización y las pasiones que en estos casos
aquejan á la generalidad son, como hemos di-
cho, condiciones muy favorables para dar lu-
gar al tifus; encerrados, en un espacio peque-
ño, por la influencia de un frió intenso ó'de
otra cansa que uü les-permíte moverse, vician
é infectan la atmósfera que les rodea, dando
por producto un principio miasmático deleté-
reo, que da. la muerte á los mismos á que de-
be su origen: en fin si las pasiones' de ánimo,
los malos alimentos y una temperatura húme-
da, priva á estos individuos de toda su fuerza
de reacción vital, el tifus se desarrollará coa
una intensidad mortífera, y una vez asi forma-
do se propagará rápidamente por contagio; ca-
da enfermo será un pequeño foco deinfeccioo
bastante enérgico para comunicar la enferme-
dad á los _que .se somcíau.á sus influencias
miasmáticas y morbosas. Los sinlomas del ti-
fus ofrecen siempre mucha gravedad: la mejor
descripción de ellos la debemos úflildebrarid,
el cual tan perfectamente ha descrito, el orden
y las modificaciones que estos presentan en el
tifus ordinario.
La enfermedad se anuncia desde luego por
un cambio en el carácter y humor de la perso-
na atacada, la tendencia á la inacción, la apa-
tía, la fátiga y-losinsoiunios penosos aparecen
sucesivamente; la fetidez del aliento, el tem-
blor, de las manos, los vértigos, una conmo-
ción dolorosa en los micmbro3_ y la ansiedad
epigástrica, forman en su conjunto loque llil-
debrand llama el primer período del tifus, co-
mo nosotros liemos dicho, señala el momento
de la intoxicación: este estado dura algunos
dias, cinco ú siete por locoomn, es el perio-
do de incubación del 'miasma. A estos suce-
den los escalofríos, la cefalalgia, los temblo-
res, la sed, eL abatimiento y una sensación de
angustiá y estupor, vértigos, náuseas y vómi-
tos de una materia mas ó menos, blanquecina,
piel hatítuosa , orinas escasas y encendidas,
pulso lleno, acelerado y contraído, sueño agi-
tado é inquieto, fenómenos que n<> tardan cu
agravarse; la pesadez de cabeza y el estupor
se hacen mas intensos, la vista se turba, los
vértigos se hacen mas frecuentes, el bido se
debilita y los enfermos contestan lentamente
á las preguntas que seles dirigen, están in-
móviles y repugnan los movimientos, la len-
gua apenas se mueve y el enfermo no puede
á pesar de sus esfuerzos sacarla de la boca
pues una fuerza irresistible Ip obliga á cncer-
.rarla cuesta cavidad; los ojos se inyectan, la
deglución se hace difícil, únalos fatigosa y ua
dolor en los hipocondrios-, molestan continua-
mente al enfermo, cuyos dolores so hacen
sentir en los lomos, á lo largo de la espalda
y en las articulaciones de los dedos; hacia el
cuarto dia se presenta por lo común una epis-
lasís mas ó menos abundante que cesa casi mo-
mentáneamente y sale gota ú gola: al mismo
tiempo se observan en la piel manchas , pe-
queñas pústulas y peteqidas que aparecen en
los lomos, vientre y miembros mas ó menos
confluentes y de un color violado casi negraa-
co: ya es aquí evidente Inacción del veneno
miasmático que lleva Ja muerte y la destruc-
ción á tgda la economía en cuyo seuo se agi-
ta; los pulmones, el hígado y la piel se resien-
ten principalmente de su acción; esf os fenóme-
nos snclen durar sois ó siete dias; hacia el lia
del primer septenario la enfermedad loma un
nuevo aspecto: en esta época se observan las
tumefacciones, inflamatorias délas parótidas y
de algunos ganglios inguinales, ó bien tumo-
223
TIFUS
na
res íleginonosos, ó mancbas lívidas y gangre-
nosas aparecen en diversas partes del cuerpo:
este es un esfuerzo eliminatoiio y medicatriz
de la naturaleza, y si el no traspasa ciertos li-
mites, si las gangrenas esteriores ¿Ó son muy
violentas, lodos los síntomas mejoran gradual-
mente y bien prorito no queda al enfermo mas
que las'iiiuamacio&es gangrenosas que produ-
jeron su curación: mas el. desarrollo de estos
fenómenos críticos es muy raro y está lejos de
observase siempre, lo mas ordinariamente el
esfuerzo reparador aborta: á una exacerbación,
marcada de todos los sintonías sucede un li-
gero alivio de muy corla duración , que es
reemplazado bien pronto por fenómenos mor-
bosos mas graves: el calor se 'hace mas acre,
mas seeo y mas intenso , las manchas de la
epidermis desaparecen y se desprenden por
descamación, las facultades intelectuales ya-
cen sumidas en un estupor profunda, los en-
fermos son indiferentes á lodo lo_ que les ro-
dea, no obstante que tienen conciencia de lo
rpie pasa á su alrededor, no beben por no pe-
dir agua, la lengua eslá soca, negruzca y en-
durecida! la deglución se linee mas y mas di-
fícil', las fosas nasales están obstruidas por
sangre y moco desecados, los dientes se cu-
bren de costras fuliginosas lo mismo que la
lengua (lentorcs), la opresión y latos disminu-
yen ó cesan, mas la respiración se hace mas
difícil y frecuente: el hipo y una diarrea abun-
dante y sanguinolenta de olor fétido y cada-
vérico sobreviene, el vientre se meteoriza y
Irace sensible á la presión, el pulso es toda-
vía lleno, fuerte y acelerado, jamás pequeño
ni débil; cuyo carácter es debido á que las pa-
redes de la arteria carecen de fuerza para con-
traerse sobre la sangre que las atraviesa, las
orinas escasas, sin color y un poco turbadas,
los temblores, los saltos de tendones, los es-
pasmos convulsivos, la dureza del oído y la
perversión ó abolición de todos los sentidos
completan esle cuadro de sintonías; los enfer-
mos sueñan sin dormir y á esta especie de
delirio se le llama tifuinania, ¡son acometidos
de algunos accesos de delirio furioso y ha-
blan y gesticulan sin cesar. Después de algu-
nos dias en este estado, es decir, liácia el un-
décimo de la enfermedad , hasta el décimo
cuarto, observamos que si la terminación va á
ser favorable, se présenla uno de estos dos
ordenes de fenómenos, ó bien los esfuerzos de
eliminación, como las llcgransins, las paróti-
das y las gangrenas, son susceptibles de des-
em baratar á la economía del agente que tien-
de d su muerte y mejorar de esta manera to-
dos los síntomas generales, ó bien, los acci-
dentes se disminuyen gradualmente como en
el liij de íodas las enfermedades por resolu-
ción; la piel se humedece, sobreviene no po-
cas veces una epistasis, las narices y la boca
se humedecen también, las costras ó leulores
Que las cubrían caen, y en fin, una espectora-
cion fácil y abundante, sudores generales con
Ü184. MUUUTKCA POl'ÜLAIl,
u» olor especial, y orinas abundantes y sedi-
mentosas, depuran asi, y libran á la natura-
leza del agente morboso: el delirio cesa, los
sentidos recobran su actividad, el apetito se
presenta y el sueño se hace tranquilamente.
Largo tiempo después de la curación los en-
fermos conservan comunmente la dureza de
oído, el encatonamiento de las orejas y aun la
pérdida de la memoria. Cuando la enfermedad
tiende á una terminación funesta, ios sínto-
mas se exacerban mas y mas y nuevos fenó-
menos vienen á presentarse; escaras gangre-
nosas aparecen sobre las partes comprimidas
por el peso del cuerpo y principalmente en el
sacro, la piel toma un aspecto lívido, se cubre
de un sudor frió y viscoso, los esputos son de
color gris negnizp exbalan por veces una fe-
tidez insoportable, las orinas exhalan un otor
amoniacal muy pronunciado, todos los esfínte-
res se relajan y las escrecíones se verifican
sin que el enfermo tenga de ello conciencia,
balbucean palabras ininteligibles y sin senti-
do, parece que quieren coger molitas ó mos-
cas que estuviesen en el aire ó en su cama, á
cuyo fenómeno se llama carfologia, los miem-
bros se enfrian, las bebidas pasan al través de
la faringe y del esófago como en un tubo iner-
te, caen en el estómago por su propio peso y
como si fuera en un pozo, la espectoracion se
hace mas difícil y se detiene, la respiración se
embaraza y se apaga y el velo de la agonía y
de la muerte se estiende encima de estos des-
graciados seres. Tales la marclia del tifus lla-
mado regular que nosotros liemos visto atra-
vesar por las mismas fases de todos los enve-
nenamientos , pero esta marcha no es cons-
tante, sucede, por ejemplo, muchas veces que
los síntomas cerebrales predominan desde el
principio de la enfermedad con una intensi-
dad considerable y que la lifomania y los mo-
vimientos convulsivos , se muestran ya desde
la invasión, os de presumir entonces una ter-
minación funesta, pues la intosicacion es tam-
bién fuerte é intensa: otras, son los síntomas
gástricos los que se hacen notar mas, tales co-
mo las náuseas, los vómitos, la diarrea, los
dolores abdominales, etc.: otras veces obser-
vamos fenómenos característicos de una neu-
monía mas ó menos aguda, como et eslertor
crepitante, los esputos herrumbrosos, el dolor
de costado, etc.; ó bien síntomas de hepatitis,
como dolor en el hipocondrio derechp, icle-
ricia, etc.: en algunos casos desde los primeros
dias se manifiestan las petequias y las escaras
gangrenosas y epistasis de uña sangre serosa y
fétida, la muerte entonces camina á pasos agi-
gantados, en fin, en alguna ocasión se ve tam-
bién qué en el periodo en que deben apare-
rocer los síntomas de reacción eliminatoria, se
presentan los que indican una terminación
inevitablemente mortal; esta inversión en el
curso y síntomas de la enfermedad constituye
lo que se llama tifus irregular. La convalecen-
cia no siempre es franca é inmediata después
T. ¡tXXIU. 15
TIFUS— TIGRE
228
do la desaparición do !os sínl ornas del tifus,
asi se observa que los enfermos conservan
sintonías de inllamuulon crónica en las menin-
ges, en la pleura ó en los pulmones, en el hí-
gado o en ¡a membrana mucosa gaslro-in tes-
tina!, en oirás las escaras gangrenosas del sa-
e.ro y los trocánteres producen úlceras de mal
carácter y de difícil curación, alleraeioues bajo
cuyo inlluju no es raro ver sucumbir á los con-
valecientes lo estas afecciones. El tifus, es
pues, una enfermedad muy grave, su forma
epidémica causa- tantos estragos como la pes-
te y aun como el cólera, porque cu nuestros
países es mucho mas f recítenle (pie esta ú!tk
jna enfermedad, las lesiones anatómicas que
caracterizan el üfus son signos de inilama-
eion de todas las mucosas, principalmente las
meninges y la mucosa gasiru-intestinal en
la que se observa la ulceración de las chapas
da Peyero , el reblandecimiento.- de ia mucosa
y el infarto é induración de los ganglios nie-
sekléricos correspondientes; en el pulmón y
el hígado se encuentran signos de pulmonía y
hepatitis, equimosis y congesliones parciales
de eslus visceras, el bazo no pecas voces se
halla Siiperlroíiado y attn alterado en stí sus-
tancia; en fln , la sangre venosa se encuentra
mas Huida que en su esturlu natural y como
descompuesta, io cual confirma nuestra opi-
nión acerca de la infección miasmática que da
lugar al tifus. Sos parece ya suliuictileiueiiio
demostrado que )a naturaleza del tifus, con-
siste en una infección de la sangre, laque
da lugar rápidamente á congestiones y luego,
inhumaciones de los principales órganos, la
mucosa gaslro-inleslinal , las meninges y el
cerebro primero, luego los pulmones, el hí-
gado y las pleuras. La esencia del miasma
causa de estos efectos nos es desconocida , lo
mismo que la délas liebres intestinales , la I
liebre amarilla y el cólera morbo asiático,
pero á juzgar por los resultados tiene mucha I
analogía con el modo de obrar de los vene- |
nos narcótico-aeres, de los que como hemos !
dicho difiere por su diverso modo de forma- I
clon. Dar salida al agente morboso, ncutrali- ¡
z.arlo, combatirlo y destruir las inflamaciones;
á que Él da, origen, y en fln, favorecer por lo- '
das las vías posibles la eliminación de los
principios morbosos que producen Ja intoxi-
cación, tales son las indicaciones terapéuticas
que présenla e! tifus como todos los domas en-
venenamientos. La sangría, tiene loco,s, partida-
rios y tenaces detractores: debe usarse en el
principio de la enfermedad cuando los sínto-
mas llogisíieós predominan y el sugeto es ro-
busto, debemos abstenernos de ella, cuantío
la enfermedad acomete en su principio con
síntomas adinámicos y aláxicos marcados,
cuando el sngelo es débil o enfermizo ó sq
constitución está empobrecida á consecuen-
cia de enfermedades auleriores; en el curso
de la enfermedad son preferibles las evacúa- •
clones sanguíneas locales, que se aplican al-
rededor de las parles principalmente conges-
tionadas, asi las sanguijuelas se pondrán en
el ano, detrás de las orejas ó en el epigastrio,
según los síntomas de colitis, meübjgiüs 6
gastritis predominen, eslos medios serán ayu-
dados por las cataplasmas y fomentos emo-
lientes, aplicaciones de tópicos fijos en la ca-
beza, fricciones con agua y. vinagre en todo
el cuerpo, bebidas acctdulas y una diela absu-
luta; en los casos cuque el abatimieulo y pu¿-
iraccíon de fuerzas es grande, se administran
con éxslo los tónicos, entre ellos el mejor es
la quinina, que se empleará ya por las vias
gástricas o ya en las fricciones ó por el mé-
todo endémico, cuando estas esleí» inilan tu-
das; el alcanfor, el almizcle, el castóreo y In-
dos los demás antiespasmódicos, en los casos
en que los síntomas, aláxicos amenacen con-
cluir con la existencia del paciente; los anti-
sépticos y los cardiacos, el acetato de amonia-
co y el álcali volátil, en aquellos en que las
escaras, petequias y erupciones , afecten las
formas gangrenosas con degeneración humo-
ral; ios «vinos generosos y aun los helados
cuando e! estómago no está tullamadu, produ-
cen aquiesceientes efectos: los vomitivos y las
purgantes se usan muy pocas veces y casi
siempre con éxito : no obstante , no es raro
verlos indicados al principio de la enl'ermc-
dad ; las bebidas diaforéticas y las de lila y
(lores de naranjo se .usarán durante el curso
de la enfermedad: los vejigatorios se usan liú-
da su terminación con feliz éxito, y aun cu
estos casos suele producir buenos efectos un
ligero laxante; procuraremos ademas hacer
curas metódicas délas ulceraciones que á su
caida dejen las escaras gangrenosas , hacien-
do que el p'eriodo de reparación libre al en-
fermo de supuraciones (.blindantes, que con-
ducirían necesariamente al . sepulcro un or-
ganismo debilitado por dolencia tan larga y
tan grave.
TIGRE. {Historia natural.) Especie de ma-
mífero del género gato, comparable con el
león en magnitud, y al mismo tiempo el mas
hermoso y cruel de todos los cuadrúpedos. Es
mas delgado y bajo que el león, con lu cabe-
za mas pequeña y redondeada y su cola llega
al suelo. Su pelage es amarillo vivo por enci-
ma y blanco p.ar debajo con fajas trasversales
negras que bajan desde el dorso al vientre y
al 'rededor de los muslos, y la cola eslá cubier-
ta de anillos amarillos y negros, siendo esíc
último color el de la punta. La hembra se pa-
rece al macho. So se halla esle animal sitio
en las ludias ürieulales, en la península del
Ganges, en Touquin, Siam, la Cochiuchina y
bis istas;'de Sumatra y do la Sonda. Su fuerza
prodigiosa unida á su ferocidad le hacen el
ton?» de aquellos países, y como suele ser
muy común en algunas comarcas, son también
muy frecuentes lo= estragos que causa cu los
ganados, Escepto et elefante, ningún animal
puede resistirle. Es capaz de llevarse un buey
TIGRE-TILO
230
en la boca y de despanzurrarlo domina mano-
tada. A pesar tic cimillo se lia dicho, piiede
domesticarse como el león, y en nuestras ca-
sas de íieras'sn ve que conoce perfeelamcnle
á los miele aliraé'i'rtáh y que se complace en
recibir sus caricias arqueando el espinazo co-
mo fes gafos Y haciendo la carretilla Su rugi-
do es parecido al del león, Cuando amenaza
da un grito corto y fuerte, y por el contrario
cuando se acerca "a alguno pacificamente pro-
duce una especie de resoplido que se parece
bastante al estornudo. La caza del tigre (feüs
ligris de Lin.l, se buce de varios modos. Unas
voces ios cazadores acechan en escondrijos
situados cerca de los sitios en que los tigres
van i beber. Otras se adelantan en carretas
¡iradas de bueyes, y en cuanto descubren al
tigre le apuntan á la cabeza á íin de que que-
de muerto del tiro, pues de no hacerlo así se
arroja sobre el cazador y lo despedaza. Tam-
bién suelen cogerse los tigres con lazos ó co-
locando cerca de un animal atado una vasija
llena de agua saturada de arsénico. Hay veces
que se forman verdaderos ejércitos para ata-
carlos ó se llevan elefantes-adiestrados, que
apoyados por los hombres y los porros cogen
al tigre con su trompa y lo aplastan con Jos
pies. ,
Hace pocos años presenció Madrid unas
llamadas luchas de fieras en que se inmorta-
lizaron los nombres de dos toros, el Señorito
y Caramelo, y que por cierto hubieran logra-
do poner en duda el valor y fuerza de los ti-
gres y los leones, sino se supiera cuanto de-,
grada á lodos los animales, incluso el hombre,
ei oslado de esclavitud.
TIJERETAS. {Historia natural.) Género de
insectos del orden de los ortópteros y de la
familia de los corredores. En España se cono-
cen dos especies, la grande {forfícula auri-
cularia), y la pequeña [F. minur), que se-
gún se dice se introducen en el oído de los
animales.
TILO. [Botánica y selvicultura) . Tilia. Gé-
nero tipo de la familia ele las liliáceas. Es ár-
bol de grandes dimensiones queTonrnefort co-
loca en la sección primera de la clase veinte
y una, que comprende los árboles con floren
rosa, cuyo pistilo se convierte en Frutó de una
sola raja y le llama tilia famenina folio maja-
re. Lineo le nombra tilia europcea, y le clasi-
fica en la poliandria numoginia.
Flor: compuesta de cinco- pótalos oblon-
gos y almenados en su cima. El cáliz es cón-
cavo, casi del color de la corola y dividido en
cinco.
Fruto: caja dura, correosa, casi redonda,
con cinco celdillas y cinco .ventallas que se
abren por su base, con una sola semilla casi
redonda; las otras aborlan.
Hojas: sostenidas por largos peciolos, sen-
cillas, enteras, aovadas, acorazonadas, termi-
nadas en punta, aserradas v de un hermoso
Yerde,
Baiz: ramosa y leñosa..
El tilo es árbol de tronco alto y recto, fron-
doso y acopado. La corteza del tronco está
agrietada, y la de las ramas es de nn pardo
verdoso: las flores están soslenidas por largos
pezones, -y tienen en su base una estípula lar-
ga, angosta, y redondeada por su eslremidad.
Sus flores, de suave olor, son axilares, arra-
cimadas y eíláu 'sujetas por el medio á una
bractea membranosa, protongada, de un color
blanco amarillento y soldada en su mayor
parle al pezón.
El tilo crece en los bosques de Europa y
florece en junio. Su Ironco adquiere un grue-
so de tres, y aun de cuatro pies de diámetro,
si el árbol está solo y en terreno que le con-
venga. Abandonado a si mismo, echa una her-
mosa copa y no necesita que !e dirijan sino
cuando esta empieza á echar ramas. Pasado el
primer año, ó el segundo á lo mas, se le qui-
tan las ramas achaparradas á Iin de dejar solo
las que en lo sucesivo han de formar ¡a copa.
. El tilo es un árbol eseelenle para formar
calles de árboles, y sus ramas flexibles se
prestan á onantas formas se le quiera dar.
Los torneros, los. ebanistas y los esculto-
■res eslimau sumadora, porque es suave, fle-
xible y ligera. Echada á remojar en agua, la
corteza de las ramas nuevas, y aun la del tron-
co, se separa en hojas delgadas de que se ha-
cen cuerdas bastante fuertes.
Las (lores tienen el olor suave y aromáti-
co, y un sabor dulce y algo acre. Reaniman
ligeramente las fuerzas vitales, y son de muy
buen efecto en las enfermedades nerviosas;
especialmente eu la epilepsia, y en muchas
de las del ánimo, cerno vértigos causados por
humores serosos, locura y afectos hipocon-
driacos; pero no provocan ni la traspiración
insensible, ni el curso de la orina. Reducidas
á polvo son cefálicas.
Las llores frescas se maceran al bañomaría
desde unadracma basta una onza, en cinco
onzas <lc agua', y secas desde media dracma
hasta media onza en la misma cantidad de
agua. El agua destilada no tiene casi ninguna
vii ind.
De este árbol hay muchas variedades, y de
ellas son las mas notables el tilo de Holanda
[tilia planluphtjllos ó grandi folia':, ó de hojas
muy anchas. Es mas dedica lo que el nuestro
en cuanlo á h calidad del terreno, y sus hojas
son ordinariamente mucho miyorcs. Ofro hay
{tilia syhestris), que tiene his hojas bastante
semejantes á las del olmo silvestre, y con lu
caja de su fruto exágeua. El tilo de hojas lige-
ramente borrosas, con las libras rojas y la caja
cuadrangular. El tilo llamado de llohemia, con
las hojas pequeñas y lisas, caja oblonga, agu-
da por ambos lados, y cuyos ángulo sapenas
'son sensibles. No se debe confundir con estas
variedades principales el tilo de América que
se cria eu Virginia y en el Canadá, porque es
una especie real, caracterizada por sus flores.
231
TILO— TIMBAL
232
que tienen nn nectario, y por sus grandes lio»
jas lanceoladas.
• Todas estas variedades se multiplican de
semilla, por renuevos arraigados, por acodos
y por eslacas-. El primer método es preferible.
Para ello se recoge la semilla luego que es!á
madura, y se deja secar á la sombra por al-
gunas semanas, á fin de que adquiera su ma-
durez complela. Parante esle intervalo se pro-,
para para almáciga una porción de terreno
sustancioso, suave, ligero y prohondo, y en
él se hacen rayas ó surquitos 'de dos pulgadas
de profundidad, á distancia de seis pulgadas
entre sí. En estos surcos y á los quince dias
de cogida, se echa la semilla bastante clara, y
después se cubre con la tierra de los lados.
En los países del Mediodía se hace necesario
cubrir la superficie del suelo con paja menuda
ó con hojas, á íin de mantener alguna frescu-
ra un la tierra, y regarla ligeramente algunas
veces en el verano; pero en los del Norte son
en general, inútiles estos riegos, por ser me-
nos intenso el calor y mas frecuentes las llu-
vias. En la elección de la grana conviene ser
muy- escrupuloso. La del tilo de Holanda es la
que mejor se reproduce; pero como quiera que
esle árbol es puramente de adorno, !a semilla
del árbol que da mas sombra es laque se de-
be preferir.
En tiempo conveniente puede injertarse el
tilo de boj as anchas sobre el común; pero asi
se aumenta inútilmente él trabajo/ podiendo
evitarle sembrando una grana que produzca su
semejante. Por otra parle, todo árbol ingería-
do tiene menos, vigor en su tronco, en su ma-
dera y en sus ramas que los demás. Sembran-
do en surcos se labran con mas comodidad los
píes de las plantitas y se arrancan mejor las
malas yerbas que sembrando á paño. Si des-
pués de haber .cogido la semilla se espera á la
primavera siguiente para sembrarla, hay mu-
cho mas riesgo de que no nazca la décima
parte, y frecuentemente ninguna hasta el se-
gundo año.
La siembra por medio de estos surquitos
tiene también la ventaja de permitir que per-
manezcan un año mas las plantas nuevas en
almáciga, porque se aclaran ó sesuprimen con
mas facilidad las sobrantes y las desmedradas,
la época de trasplantar los pies buenos que
han quedado en el semillero es el segundo
año. de sembrados; de esle modo adelantarán
mucho mas en la almáciga que si se hubiesen
trasplantado pasado el primero. La trasplan-
tación es faena sobre que debe estar el culli-
vador, cuidando de que se principien á sacar
las plantitas de la almáciga por uno de los
lados del cuadro, abriendo una zanja al menos
de dos pies de profundidad, y continuando
esta escavacion de una estremidad á otra. Si-
guiendo este método la escavacion irá por de-
bajo de las raices; no se romperá ninguna y se
conservará entera la raíz central ó madre;
con esto prenderá seguramente.
Para trasplanlar los pies nuevos en el pin ti-
ltil , observará las mismas precauciones, po.
niéndolos átres pies por lo menosunos deotros
y mejor á cuatro. De esla manera podrá eslur
seguro de que no so ahilarán, y de que ti
grueso del tronco será naturalmente propor-
cionado á su elevación. Si el terreno es bue-
no y fértil, puede sembrar durante los prime-
ros años, en el inlérvalo de los cuatro pies,
una 6 dos filas de habichuelas ó guisantes:
cl'cullivo que á oslas legumbres dé, aprove-
chará á los árboles, para los cuales serán mi
buen abono los despojos de los tallos y de la
rama de las primeras.
La hermosa forma det tilo, la elegancia y
la lozanía do su follago, qíic da mucha y grala
sombra, el olor suave que en primavera des-
piden sus llores, y. su aptitud para lomar to-
das las formas que se lo quiere dar son títulos
que en este árbol concurren para que se le
considere y se le emplee como uno Je lusmas
propios pani adornar los paseos. Su madera
es blanda, ligera, y su corteza, conveniente-
meulc preparada, sirve para fabricar cuerdas,
cables, lienzos y papel de estraza. La corteja
que para ello se pretiere es la de árboles de
doce á' quince años. El mucilago abundanlc
que en ella so encierra le da calidades nutri-
tivas que podrían hacerla servir de alimento
cu momentos do grande escasez. El carbón
procedente de ella y de (oda la madera del ár-
bol es escelen le parala fabricación de la pól-
vora, y encuentra aplicaciones en la pintura.
En sus hojas se ñola, alguna vez un jugo me-
loso que tiene todas las propiedades del azú-
car de caña. Las abejas buscan con afán las
flores del ülo, cuyos usos medicinales liemos
indicado ya. Rus frutos contienen una almen-
dra aceitosa que puede, según algunos, su-
plir al cacao pura la elaboración de chocolate;
y su savia, (¡tic se eslrae por incisión, con-
tiene bastante gran cantidad de azúcar crista-
llzable, que fermentada produce un licor vino-
so de bastante .grato sabor.
El tronco del tilo llega á veces á lomar un
grueso muy considerable. Roy diceque, en su
tiempo, existía cerca de Scnstadt (ducado de
Wlleiriberg), un tilo cuyo tronco lenia 0 me-
tros de circunferencia, y cuya copa media 17
metros de Norte á Sur y 40 de Este á Oeste.
Haller cuenta que, junio á Berna se veian
en 1720 varips tilos decrépitos, plantados
en 1410, y de los cuales había alguno que te-
nia 12 metros de-circunferencia. El doctor lloe-
fer declara haber visto en Doeschnilz (pueblo
situado en un valle lateral al rio Schwarza, cu
Turingia) un tilo que media de 6 á 7 metros
de circunferencia junio á la base y mas de 40
metros de altura.
TIMBAL. Especie de tamboril formado con
dos á modo de calderas de bronce cubiertas
con «na piel ó pfergamino tendido que sehace
sonar con palillos; se sujeta al cuello de un
caballo con fuertes correas. Se usa mas en
233 TIMBAL-
plural, los timbales. Este instrumento es, al
parecer, de origen indio y lo introdujeron en
Kuropü los sarracenos, que los trajeron á Es-
paña, Eos timbales se consideran á veces co-
mo trofeo militar. En el dia ya no se usan mas
(|iie para algunos efectos de orquesta, y en al-
gunas funciones de las corporaciones munici-
pales, en cuyo caso están adornados con col-
gaduras bordadas de oro ú plata.
TIMBRE. Es la insignia que -se coloca sobre
el escudo de armas para distinguir los* grados
de nobleza. Es la acción gloriosa que ensalza
y ennoblece. Es un inslrumento de metal des-
liando á producir un sonido semejanleal golpe
de una campanilla. Es un derecho establecido
sobre el papel destinado á ciertos usos oficia-
les y públicos. Es uno de los títulos con que
se designa el papel sellado, llamándole pajiei
del timbre. Es, en íin, una máquina qué ¿se
emplea para reproducir eu papel armas, nom-
bres, letras y Dguras. De todas estas signifi-
caciones solo !a primera y la -que se refie-
re al papel sellado tienen verdadera impor-
tancia.
El timbre como parte del escudo de armas
se conoce desde muy antiguo, y consiste ya
en las coronas, ya en los morteros, ya en los
yelmos ó celadas, ya eu las cimeras, ya en
los sombreros, mitras y bonetes de los ecle-
siásticos. No es propio de este lugar hacer
detenida mención de cada uno de estos atribu-
tos ó distintivos que completan el escudo de
armas de una persona, y, por lo mismo, solo
se indica su existencia.
El timbre como equivalente de papel se-
llado no es otra cosa que este misino, ó sea el
que llevando las armas reales y el busto
de S. M. reinante se emplea en todos los asun-
tos oficiales, públicos y solemnes. El papel
sellado ó del timbre real se estableció en los
apuros del reinado de don Felipe IV, y con-
siste la renta en la venta esclusiva que hace
la hacienda pública del papel en que so estien-
den los títulos y despachos reales, las escritu-
ras públicas, Jos contrato_s entre partes y las
actuaciones judiciales de ios tribunales. El va-
lor del papel sellado ba variado mucho desde
su introducción, asi como sus productos han
tenido un aumento considerable. El que quie-
ra tener mas antecedentes puede leer el arti-
culo PAPEL SELLADO,
En Valencia se llamaba timbre una mone-
da cuyo valor ascendía á 10 sueldos ó sean 7
reales y 2 maravedises vellón. Hace tiempo
que desapareció esta moneda.
El timbre metálico para producir sonidos
es de diversas formas y tiene un toque agudo
y penetrante La introducción de esta maqui-
nita es moderna.
TIMON. {Marina.) Aparato compuesto de va-
rias piezas de madera que forman un sólido de
forma casi prismática, cuyas dos principales
caras ó planos, iguales y paralelos entre si, li-
mitan su grueso ó espesor poco considerable
-TIMON 23¿
con relación á sus otras dimensiones , y que
colocado en el codaste ó estremo de popa de la
embarcación sobre goznes , puede girar con
desahogo á la derecha ó á la izquierda, para
darle dirección. .
Constituye la. parte principal de su cons-
trucción una fuerte pieza de roble llamada
madre, á la cual se unen y enlazan otras de
madera de pino, que fuertemente trabadas en-
tre sí, forman la parte esterior ¿aliente llama-
da azafrán y también pata. Su movimiento se
facilita con la barra, que en los buques mayo-
res es uña palanca de madera ó de hierro de
suficiente grueso y resistencia, que.se intro-
duce y engasta en su cabeza, y acciona hori-
zonlalmente eu la parte interior de la popa lla-
mada Santa Bárbara, por medio de aparejos si-
tuados lateralmente: desde allí , á favor de
retornos convenientemente dispuestos, laborea
por ambos lados un fuerte cabo de veta blan-
ca que va á enrollarse sobre cubierta al tam-
bor de la rueda colocada eu el alcázar, cuyo
movimiento de rotación es el que obliga al ti-
món á presentar una de sus caras laterales,,
mas órnenos oblicuamente respecto del plano
vertical longitudinal, que se supone pasar por
el centro de la embarcación.
De la forma y condiciones de este aparato
se infiere que.si caminando la embarcación se
presenta la parte plana del.timon de un mo-
do oblicuo, chocando contra ella el Huido ó una
corriente encontrada, el buque se verá obliga-
do á girar en íorno de su eje vertical de ma-
nera que, ya sea que el timón choque con el
Unido óque sea choeadopor lacorriente, cam-
biará siempre su dirección; efecto admirable
de la ley del movimiento en los líquidos, cuyo
estudio y aplicación proporciona uno de los
medios de seguridad para las operaciones en
la práctica de la navegación. Concíbese que la
mayor ó menor oblicuidad que pueda darse al
timón con velación al plano longitudinal pende
de la longitud de su barra , y que siendo esta
menor será mayor aquella, si bien necesitan-
do mayor fuerza para su manejo. Para 'llenar,
pues, del modo posible las condiciones de este
movimiento se ba adoptado, como el máximo
de inclinación mas conveniente para el ángulo
del timón con el plano longitudinal el de 35
á 45".'
Aunque la operación de reemplazar ó sus-
tituir un timón en la mar, en caso de desmon-
tarse ó inutilizarse esta pieza importante du-
rante un temporal, es en estremodificil, se lle-
va, no obstante, á bordo preparado para tal
ohjeto un timón de respeto. Este reemplazo
y colocación se hacen comunmente mas nece-
sarios en el conflicto de un temporal, y esta
necesidad lia escitado el estudio y las investi-
gaciones de marinos muy inteligentes, siendo
origen de multitud de invenciones mas ó me-
nos ingeniosas y practicables, cuya realización
se ha estrellado casi siempre en la dificultad
de la ejecución, impidiéndola el estado déla
238
TIMON—
TtMPANÜ
mar y otros graves obstáculos. Eu tales casos
suelen también recurrir los ta&rtnóis a la for-
ináBion de una especie de timón provisional
llamado ele espadilla, efífé. se forma con una
de las vergas de respeto, á la cual se clavan
cuartones, labias, etc.; timón, como se ve, de
muy difícil confección y éxito aventurado, á
lo rpie sin dudase ..'ene el nombredo timón de
fortuna que comunmente se le da.
Atan grande necesidad ha conseguido ocur-
rir del modo mas completo y satisfactorio
Mr. Fouque oficial de la marina francesa, por
medio de una invención tan sencilla como se-
gura, cuyos resultados, después de reiteradas
esperieucias practicadas por diferentes na-
ciones marítimas, colocan este invento entre
. los mas útiles y beneficiosos á la humanidad.
Diremos también que nuestra marina no ha
sido la última en ensayar y adoptar esta inge-
niosa invención, y que las espericnoias que
con el objeto de asegurarse de su utilidad se
lian practicado por disposición del gobierno
en un buque de nuestra armada, para el cual
se construyó espesamente el nuevo aparato
bajo la dirección del mismo Mr. Fouque, han
coi-respondido perfectamente con sus resulta-
dos y áierecidp al inventor tina' demostración
honorütea por parte de aquel (I}.
La venlaja mas esencial de este nuevo ti-
món de reemplazo, consiste en su fácil é instan-
tánea sustitución al perdido, á favor de su es-
table colocación sobre los lados ílel codaste,
escusando laiarga y penosa maniobra de calar
ó suspender un timón nuevo ó supletorio, con
mayor seguridad y facilidad aun, en medio de
los tiempos mas rudos.
Iil nuevo sistema imaginado por Mr. Fou-
que consiste en dos limones de bronce 6 de
hierro galvanizado de poco grueso, y dis-
íl} En el Museo Naval «le esta córte hay un es-
ce lente modelo de es la invención, que. pono á ta vista
del observador torios los pormenores de su ingenioso
á la par que sencillo mecanismo.
Las csííériencins que por efecto de la? gestiones
hechas al gobierno español se han practicado en el
bergantín de guerra Galiana, provisto del aparato
ársMrl Fuutfue, Correspondieron del modo mas com-
pleto y salssractorto. Habiendo tenido la suerte el
que esrribe estos renglones, de contribuir á la adop-
ción ile este invento eii nuestra marina, cree le será
licita consignarlo en este lugar, como un titulo hon-
roso. He aquí io que Mr.. Fouque Je escribía á este
proposito (en 28 do febrero de 18»)) desde Cádii,
penetrado de reconocimiento por la lisonjera acogida
ffüo Ic hilo nuestro ministro de Marina (que lo era a
ia sazón el gefe de escuadra ilon Aníotwi, DufBíj , ya
asegurados los preparativos para (a, experiencia que
fué consumada, como hemos dicho, con el éxito mas
eomplcin,.
«Ja pnis tom5 assurer d' avance qnc le sijcces cor-
responderá i vos desús ainsi ñu' íi ecui de votre
honorable gouvernemeul; j' ai !a ennvietion qu' un
jour la marine de sa majesté la reino d'Espaitic vnus
saurá gre des demarclies qu* vous ave?, faitsaupics
du ministre pour obtcru'r l'adoplíon de ec gou'vor-
nail. et nini je éorisérv'érai's une proferid ■■• rcre-
noissanee de vous etre asooioa más deslrs de olTrir
parson adnplion un moyen desurde á votre marine
miiilaire rlprocurc une plauchedc salut ponr l'hu
mauité.u
puestos sobre el codaste do manera qtte no
impiden de modo alguno los movimientos r|c[
timón común; lisios dos limones sujetos, mien-
tras no funcionan, por cada lado de la popa ¡i
la paríe maciza del casco por medio de cer-
rojos ó pasadores, bacen imposible para ellns
todo movimiento; y a favor de esla disposición
y no prcsenlando alguna superficie saliente,
sa ftallan al abrigo de los golpes de mar, de
tocar en el fondo y de las balas. Ambos li-
mones están siempre prontos á funcionar des-
de el móntenlo que el ordinarin se Italia fuera
de servicio por ttn accidente cualquiera. Lle-
gado este caso, se retiran los pasadores ú cer-
rojos de retenida, y se presentan paralelamen-
te al plan longitudinal de! buque. La cabeza de
los dos timones se halla á la altura convenien-
te, y pueden ligarse cutre sí por medin de
barras, si se quiere funcionar con ambos á la
vez. Las esperieucias han becbo ver que cu
las maniobras difíciles de virar de bordo en
todas posiciones en que es necesaria toda la
acción del limón, esta operación se ha ejecu-
tado casi con igual facilidad, y por lo contint
usaudo de uno solo de estos timones.
Se da también a! timón el nombre de éavn,
gobierno, y antiguamente se llamaba Jeme,
y gobernalle.
TIMPANO. (Anatomía y cirugía,) La mem-
brana del tímpano se ¡talla encapóla en el
oriüeio interno del conducto auditivo, sepa-
rando á éste de la caja del tímpano. Es una
membrana elíptica, delgada, que se dirige un
poco oMícuamepte de arriba abajo, de fuera
adentro y de atnis adelante. No se ve en ella
.absolutamente abertura alguna en el estado
normal, por mas que se baya emitido la opl-
nion contraria bajo muchas formas diferentes,
Por lo lanío separa completamente la caja del
tímpano y el laberinto de la porción ósea del
conducto auditivo, nomo es un poco mayor que
la abertura que la recibe, es susceptible su
formado sufrir varias modificaciones relativas
á su grado de tensión ó de relajamiento, de-
pendje'níéá eu parle de la acción de los múscu-
los de los buesceiilos del oído. Engrana exac-
tamente en la ranura que se ve en la éslremi-
dad interna del conducto'andilivo.
Los anatómicos disienten en punto ii la
composición de la membrana del limpano, pe-
ro lamas exacta es la (pie !a considera cons-
tituida por una membrana propia, siltiada co-
medio de una sggu'u'da esterna qne sigue ¡i la
déla porción ósea del conduelo auditivo, y de
una tercera interna que se continúa con la
mucosa del citado conduelo. Según esc modo
de ver bis capas estertores son prolongacio-
nes sin salida de los síntomas cutáneo interno
y estenio, ;d paso que la capa inlerior cons-
tituye una membrana disfiÜta y parlicidar
qu'e nace de la porción ósea del conduelo au-
ditivo. ,
lisia membrana especial consta do libras
bien distintas que se estienden irradiantes de!
2d7
TIMPANO
238
centro á ln circunferencia, y que son, sobre
lüM aparentes en sil cara interna. A jnjg^r
por analogía, es decir, por lo i|iio se observa
(>n los ¡miníales mas corpulentos, en el ele-
fante en particular, estas libras son muy pro-
bablemente de naturaleza muscular. E. Home
os (¡alen pretendió fiabev encontrado Abras
musculares en la membrana del tímpano' del
elefante; pero su exisiencia, es, por lo menos
dudosa, pues lUlrlolíi no pudo observar nada
análogo en la ballena, ni en el e-aballo. Las
¡nyecoioiies becbas con cuidado demuestran
también la exisiencia de un considerable nú-
mero de vasos sanguíneos, que provienen
prineipalmcnlc do dos troneos circulares, uno
interno y otro esterna, que se anasloniosati
frecuentemente entre sí.
lio las dos capas superficiales es la esmerila
la que con, nías facilidad se aisla, siendo ya
nías difícil separar la interna de la media, ya
á causa de su finura, ya también porque está
adherida de un modo mas intimo á esta úl-
tima. '
Después de haber estudiado anatómica-
mente el tímpano, debemos pasar abura á ha-
cernos cargo de sus enfermedades,
Se verifica á veces por el oido un derrame
puriforme acompañado de .una sordera cuyo
grado es proporcionado á la alteración que re-
sille en la cavidad del tímpano. Si respirando
por la nariz, sale aire por el conducto auditi-
vo, es ovidenle en lulcaso que se halla alterada
ó destruida la membrana del tímpano. Cuando
se encuentra obliterada la trompa de Eustaquio
por muciis ó por cualquiera otra materia , ó
cuando la inflamación ha determinado su obs-
trucción, bien (pie no esté intacta la membra-
na del tímpano, claro es en tales condiciones
no saldrá aire por el oido. Conviene, pues, no
eciiar en olvido el examen del conducto audi-
tivo espouiéudole á la luz del so! ó esplorán-
dolc con una sonda. Si está agujereada la
membrana del liuipano penetrará el cirujano
dentro de la cavidad y tocará los huesecillos
que forman la cadena.
Dé esta suerte se conseguirá distinguir esa
alteración' de la ulceración herpética del con-
duelo auditivo. Las causas do esla enfermedad
son muy variables. Vésela que se desarrollad)
la escarlatina maligna, como que a veces se
inflama la membrana del tímpano y se destru-
ye, caen los huesecillos y queda sordo el pa-
ciente, si es que sobrevive, ha inllamacion
aginia de la cavidad del tímpano determina en
esta cavidad una acumulación de pus! que in-
vade igualmente las celdas mastouleas. La
membrana del tímpano se ulcera alílu, fluyen-
do una gran cantidad de pus , pero como no
por eso cesa la secreción purulenta , continua
verificándose el derrame por el oido estenio.
La inflamación del lunpuiiodcbesercomba-
lida, no por los tópicus estimulantes, sino al
contrario, por el mas severo régimen autillo -
gíslico. Mas por desgracia reina la costurabrq
funesta, en la práctica, de no servirse mas que
de medicamentos irritantes y espirituosos. De-
bemos insistir sobremanera en la aplicación
de sanguijuelas cerca del oido eslerno y de la
apólisis masloidea; á medida que se disminuye
la inflamación va desapareciendo la sordera
que motivaba, si bien. no siempre se presenta
un ter/uino tan feliz. '
Toda vez formado un absceso en la cavidad
"Id tímpano, cree Mr. Saunders que no se de-
be esperar que el pus baya ulcerado la mem-
brana, sino que es preciso practicar una lige-
ra punción. Sin embargo, parécenos (¡ue aolo
en el caso de. que haya un poderoso inolivo
para creer que se halla obliterada la trompa
de Eustaquio, no se debe recurrir á este me-
dio, porque los síntomas de la presencia del
pus en la cavidad del tímpano son liarlo in-
ciorlos para poder senlar un diagnóstico po-
sitivo.
A veces es muy insidiosa en su origen la
enfermedad en cuestión; el enfermo sufre al-
gunos ataques de dolor que cesan después de
un ligero derrame, continuando asi basta que
tiene lugar un derrame continuo por la oreja.
En lauto se altera mas y mas el oido, hasta que
encontrándose totalmente desorganizadas la
cavidad del tímpano y las partes que contiene,
es completa la sordera. En vista de esta consi-
deración, insiste Mr. Saunders en la necesidad
de oponerse desde un principio á los estragos
del mal, y declama contra el temor ridiculo de
que la supresión de este derrame produzca fu-
nestos efectos en la salud del individuo Si se
descuida esta'afecciou, continua Mr. Saunders,
so carian las paredes del tímpano, mienlras
que no es incurable el mal antes qlie sobre-*
venga esta alteración.
Mr. Saunders reconoce tres periodos en
esta enfermedad, á saber:
1 . " Simple derrame. puriforme.
2. " Derrame puriforme complicado con es-
crecencias fungosas.
3. " Derrame puriforme con caries del tím-
pano.
Como el mal es local es preciso que se ten-
ga suma confianza en los tópicos que se leapli-
can, pudiéndose emplear con ventaja los ve-
jigatorios y los sedales. Mr. Saunders adminis-
tra los laxantes y se vale de fomentos libios
en la oreja durante el periodo inflamatorio, re-
curriendo en seguida á las inyeccionesde snl-
fulos de zinc y de acetato de plomo. En el se-
gundo período, cuando se desarrollan cscre-
cencias fungosas, las arranca con pinzas, y to-
ca en seguida la superficie sobre laque habían
salido con el nitrato de piala, ó bien con una
disolución de alumbre, de sulfato de zinc y de
nitrato argéntico.
Lus autores baldan de cierto estado de re-
lajación de, la membrada del tímpano, consi-
derándola como causa de sordera. Si después
de un derrame, cuyo origen esté en el con-
ducto auditivo ó en la cavidad del tímpano, di-
239
ce el autor crne acabamos de citar, ó biencon-
secútivamente á una hidropesía de esta caja, ;
queda duro el oíd o, motivos hay para creer que
dependa esta dolencia de la relajación de la
membrana timpánica ó de la parálisis de los
músculos del martillo. Y macho mayor será
aun la razón para creerlo asi^ si aumenta la
sordera cuando reina un Uempohúmedo y dis-
minuye en el caso de que sea este seco, y si
mejora el oido después de inyecciones cóni-
cas ó después de espuesto el órgano al humo
de la madera de nebrina. Es también muy bue-
no el cocimiento de quinina en inyección.
Es una enfermedad incurable la relajación
de la membrana del tímpano resultante de la
rotura del músculo del martillo; pero no en el
caso que dependa do la parálisis del mismo
músculo. Se ha aconsejado en tales casos el
uso de las inypeciongs tónicas por la trompa
de Eustaquio, habiéndose empleado ó ensaya-
do también la electricidad", los gargarismos y
los linimentos estimulantes.
Podemos suponer que la imperfección del
oido reconozca por causa una considerable ten-
sión de la membrana del tímpano , !o cual se
conoce porque el enfermo oye mejor cuando
el tiempo está húmedo que cuando seco. Oye
lambien mejor las palabras pronunciadas con
suavidad cerca de su oreja que las articuladas
con fuerza. Son puramente hipotéticas las es-
piraciones tpio lian dado los actores de ese
oslado, Aconséjense como tratamiento local
las inyecciones por el conducto auditivo de co-
cimientos-emolientes ó de leche caliente, ó
bien la introducción en el.oido de algodón em-
papado en aceile de almendras dulces. Nada
se ha indicado para el trnlamiento general á
causa de nuestra ignorancia sobre las verda-
deras causas de esta enfermedad.
La dureza del oido puede depender del en-
grnesamienfo do la membrana del tímpano, y
hasta se ha pretendido que acaso dependiese
alguna vez de una causa sifilítica y reclamase
el uso del mercurio. Se han aconsejado igual-
mente para este caso la aplicación deuncaute-
rio en el brazo del lado enfermo y lociones
emolientes y ligeramente estimulantes. Cuan-
do es harto considerable este engruesamíento
para esperar su resolución, ¿no seria preferi-
ble, se pregunta Mr. Portal, perforar la mem-
brana? Cheselden fué el primero que aconsejó,
esta operación.
Morgani encontró la cavidad del tímpano
interceptada por muchas capas membranosas
que impedían los movimientos de los hueseci-
llos del oido. llectel no cita ejemplo alguno
de la falta completa de estos huesecíllos. Mor-
sanni encontró que fallaba el yunque; üaldn-
ni el martillo y el yunque, pero en esto últi-
mo caso no liabia alteración alguna del oido,
mientras que en el segundo reinaba la sordera.
Iiailly observó en una criatura de tres años que
los hnesecülos solo median la tercera parte de
sus acostumbradas dimensiones, y por el con •
240
traite, en otro caso, en que estaba oblilera-
; da la membrana redonda, notó Cotunni que
eran dos veces mas voluminosos quede ordina-
rio.' Por fin, recientemente hemos ' visto con-
signada en un diccionario la falta completa ilc
la cadena ó sea de lu caja timpánica.
TINTE. (Tecnología.) El arle de teñir ocupa
sobrado puesto entre las industrias de los
pueblos civilizados para hacernos presumir
qne, había adelantado mucho ya en épocas muy
remotas. Homero habla de sus héroes como
adornados con vestimentas de púrpura y teji-
dos estampados, lierodoto nos enseña que en
el Cáucaso los habitantes imprimían en sus
vestidos diversos colores, por medio de cier-
tos mordientes y que estos colores duraban
tanto como la tela. Plinto, por último, nos re-
vela la perfección con que se teñía en Egipto
en la época de la dominación do los romanos.
«Es curioso , dice , ver en este pais cómo los
tejidos blancos, después de haber sido cubier-
tos con sustancias sin color, toman en un ba-
ño de tinte los matices mas variados, sin re-
cibir niugnna alteración do los efectos del
aire.» Espresiones que son una declaración in-
contestable de ser conocido entonces éntrelos
egipcios el eslampado de los tejidos. Por ¡o
demás, si en el illa se trata de averiguar en
qué consistía el arte do teñir entre los anti-
guos, cuando florecían Tiro y Cartago, ó canu-
do las conquistas de Alejandro lucieron pasar
á Europa lo1 industria de los persas y todas las
artes del Asia, no hay mas que atender á lo
que maquinalmente hacen boy los indios, cu-
yos procedimientos no son de desdeñar. En
efecto, la causa de ser superiores los produc-
tos europeos á los de" la India, no consiste en
la mayor perfección de los tejidos, ni el brillo
y solidez de los colores, pero en la celeridad
del trabajo y en la gracia y perfección <Ie los
dibujos á los cualbs preside comunmente mi
gusto esquisito. Seria, en nuestro entender,
muy preciosa adquisición , la de conocer los
procedimientos seguidos en la India , porque
ta práctica sacaria de ellos grandes auxilios y
suministraría á la teoría deducciones lumi-
nosas.
Pero , sea cual fuere el estado do perfec-
ción á que habia llegado el arte de teñir en la
antigüedad, es lo positivo que fué olvidado
después de la invasión de los bárbaros , sin
conservarse de él mas que algunos vestiglos
en cierlas ciudades industriosas.
ES comercio establecido din-ante las cruza-
das con el Oriente, y sucesivamente la-intro-
duccion de lu cochinilla y del añil, dieron por
fin alguna importancia" al arle del tinte; pero
no adquirió desarrollo hasta el siglo pasado,
aumentándose su dominio con ei auxilio de
las ciencias químicas y la introducción de los
rudimentos de un artemuCvo, el de la impre-
sión de tejidos, importado de ludía á Europa,
debía hacer en pocos años grandes adelantos,
El arte del tinte duplicó sus recursos hasta que
TIMPANO— TINTE
TINTE
242
llegó á ser, para los que se dedican á él, un
campo inmenso de observaciones y de estu-
diasen que siempre hay descubrimientos por
haber; para los gobiernos es uno de los mas
imporlantes ranios dé industria, y para las
genfe nti objeto de admiración.
É arle del tinté tiene por objelo fijar cier-
tas malerias colorantes sobre diferentes sus-
tancias del reino animal ó vegetal de tpie se
componen los tejidos empleados en nuestros
miiebles y vestidos, l'cro como esas sustancias
liciicn generalmente poca afinidad inicia ¡as
malerias colóranles, hay que someterlas á la
reacción 'de ciertos cuerpos llamados mordien-
tes que modifican hasta cierto punió su natu-
raleza ó, ebntesfnra y los disponen á formar
combinaciones mas permanentes con las pai-
tadas del cuerpo colorante. La investigación
de los fenómenos á que da lugar la reacción
de los mordientes, lo mismo en el tejido que
ha de teñirse que en la misma materia colo-
rante, merecerla gran desarrollo; pero como
no liemos de escribir un tratado especial, rea-
sumiremos en pocas palabras los principios
, fundamentales.
Los cuerpos que hacen el- oficio de mor-
dícales, ademas de su modo de obrar, dife-
renle según la naturaleza del tejido, tienen
laminen propiedades particulares, según su
propia naturaleza. Los ácidos usados como
mordientes, obran, al parecer, como las sales
de base soluble, modificando hasta cierto pun-
to, la coidestura del tejido con el cual quedan
ligadas sus moléculas, aunque sin descompo-
nerse, y en Lat estado, si el tejido se somete
al baño de tinte, el mordiente , á causa de sus
propiedades, agrupa y conglomera las partí-
calas colorantes en contacto, las cuales se
precipitan sobre la tela y se adhieren á ella
con mas o menos fijeza, según su naturales»,
la del mordiente y la de la suslancia á que se
aplica el (inte.
Cuando el mordiente 3bS una sal de base
¡nsoluble, el tejido, ademas de las modifica-
ciones análogas á las citadas que su contesta-
ra puede recibir, se combina con una cantidad
variable de ia base y cuando se somele al baño
de tinte , roba á este una gran cantidad de
principios, verificándose nna combinación tri-
ple entre ellos, el objeto por teñir y las par-
tes del mordiente ya combinadas con este.
Por último, cuando se usa para mordiente
el principio astrin'genlo que encierran algu-
nos vegetales, el objelo por teñir entra en
combinación con él, y adquiriendo propieda-
des nuevas, forma con las materias colóranles
una combinación mucho mas duradera que an-
tes de la reacción del cuerpo astringente.
La'práctica qué debe , seguirse para hacer
entrar al mordiente en combinación con. las
dilcrentes sustancias que deben teñirle, no es
la misma cuando estas son vegetales y cuan-
do pertenecen al reino animal. Tara estas úl-
timas, tales como la lana, los polos y lasplu-.
21 85 HIBLIOTKOA POPULAN,
mas, fa combinación del mordiente debe ha-
corse á una temperatura alta, ordinariamente
á la de ebullición, al paso que se verifica en
frió, ó afínenos auna temperatura baja, cuan-
do dichas sustancias son de naturaleza vege-
ta!, como el algodón ó el lino. Eñ cuanto á la
seda, aunque es un produelo dol reino animal,
la' ebullición no le es favorable, y no recibe'
la acción de los mordientes sino "á muy baja
temperatura.
Para concebir con claridad basta que pimío
la acción de los mordientes es susceptible de
modificar la naturaleza de los objetos que lito
de leñirse, basta considerar que las pieles pro-
paradas por los gamneeros deben á la combi-
nación de la alúmina, base del alumbre, ¡a
cualidad de hacerse indescomponibles é impu-
trescibles. l,a acción de la suslancia astringen-
te que se usa para el curtido produce efectos
de igual naturaleza y en mas alto grado; por
último, las redes de pescar sometidas á las
modificaciones que determina un jugo astrin-
gente, son susceptibles de durar- mucho mas
tiempo que sino hubiesen recibido semejante
preparación. .„,u!
En verdad ojíelos tejidos de lana, seda, al-
godón ó lino, dispuestos para recibir el tinle
por medio del mordiente, uo sufren modifica-
ciones tan. imporlantes como las mencionadas,
pero son algo análogas, lo cual basta para que
la comparación de que se trata no sea inútil
para .el leclor.
El modo con que se presenta ei mordiente
al objeto por teñir, puede variar según las cir-
cunstancias y frecuentemente a. gusto del prac-
tico. Generalmente en ei tinte-de lanas secora-
bina el mordiente con' el objeto por medio de
ebullición, que suele durar dc'dos á tres horas,
después de lo cual se pasa al baño do tinte.
Antiguamente se acostumbraba hacer entrar en
esfe toda la materia colorante necesaria para
la operación; sin embargo, para los ^colores
subidos o muy compuestos se distribuía fre-
cuentemente esla malcría en dos ó tres baños
que se aplicaban sucesivamente. De este modo
la misma lana se trabajaba varias veces en'ba-
ños hirviendo, pero hoy se resfriuge el núme-
ro de operaciones, y al tiempo de dar el mor-
diente suele aplicarse una parte considerable
del cuerpo colorante, algunas veces todo él, y
en este último caso, toda fa operación del tínte-
se reduce á lia solo baño.
Las propiedades de los mordientes son. va-
riables como es fácil' presumirlo,- no solo á
causa de la naturaleza de las sustancias l'mto-
riales, sjuo también por su uátiiraloaa y com-
posición particular. Asi es ([tic los mordientes
salinos, en los cuales predomina el ácido, y
cuya base no es un óxido metálico, ó. al me:
nos óxido de color, tienen la propiedad de acla-
rar y avivar los matices, al pa.-o que los oscu-
recen cuando la base predomina. En cuanto á
las sales metálicas, cuya base es de color, la-
les como las de hierro, cobre, bismuto 6 man-
T. XXXlll. 16
TINTE
Sfi
ganeso, contribuyen siempre á alterar el matiz
por el color de su base, tanto mas cnanto que
las materias colorantes en su mayor parte, es-
tán dotadas de alguna astricción y forman con
las sustancias de esa especie precipitados mas
o menos subidos, Para las mordientes astrin-
gentes, modifican también casi siempre muy
sensiblemente el matiz de las materias coloran-
tes que han de fijar, y esto porque no so em-
plean jamás puros, y porque las materias Ve-
getales que los contienen, tales como , el zuma-
que, agallas, casca de nuez, etc., son unos
compuestos en (pie el principio astringente va
siempre unido á alguna materia colorante.
Todos los colores, como lo hemos visto, no
se obtienen con el mismo mordiente; añadire-
mos que cuando el color es el mismo, sin di-
ferenciarse mas qne en mayor ó menor viveza
0 intensidad, él mordiente ha de ser uno mis-
mo también, pero en proporciones; variables
como los matices. Asi, puede sentarse como
■principio, que con el alumbre, el tártaro ó las
sales de estaño, los matices obtenidos son tan-
to más vivos, cuanto que la proporción del
mordiente es mas fuerte relativamente á la
cantidad de 'materia colorante empleada, y tan-
to menos, por el contrario, cuanto menos
abundante está el mordiente y mas en escoso
la materia colorante.
Pero nos estralimitariamos si tratásemos de
estendernos en este asunto, por lo cual pasa-
remos á las aplicaciones y espondremos sucin-
tamente de qué modo pueden alterarse los di-
ferentes colores.
Las lanas que ban de teñirse deben ser pri-
mero desengrasadas en un baño de agua libia,
al cual se añade orina putriticada y algunas
veces jabón ó un álcali. Las lanas para paños
regulares se tiñen en vellón, los merinos y
suertes finas, después de tejidos, y las que ban
de servir para tapices y mantones reciben el
color en hilo. En estos diferentes casos no es
igual la manipulación, pero los mismos princi-
pios dirigen la operación y pueden usarse igua-
les sustancias tinloriales.
Encarnado sobre lana. El color enearna-
do se obtiene comunmente con la rubia, .el pa-
lo brasil, la cochinilla y la laca. Con la rubia
debe darse á las lanas un hervor donde el
alumbre entre en la proporción de un décimo
del peso de la lana, y el tártaro en la de un
vigésimo séptimo; se tiñe después en un segun-
do baño en que se emplea casi tanta rubia co-
mo lana, y al cual se añade cierta cantidad de
disolución dé estaño, una décima 6 décima
quinta parte, según el matiz que se desea. Es-
ta disolncion se prepara con una parte de esta-
ño, otra de sal" marina, ocho de ácido y ocho
de agua.
Para teñir de colorado con brasilete, es ne-
cesario emplear de alnuibre un quinto y de tár-
taro un décimo del peso de la lana en el hervor,
y teñir después en una decocción mas órnenos
cargada, segrni el matiz que se quiere obtener.
Para los encarnados de cochinilla ó de la-
ca, se emplean el alumbre y el tártaro en pro-
porción muy considerable, y después se tiñe
en una decocción pura y simple de aquellas
materias cuando los matices ban de ser rosa-
dos, pero cuando ban de ser subidos y vivos,
en lugar de alumbre se emplea la disolución ilo
estaño, y al baño se añade una nueva cantidad
de esa misma disolución. Variando las propor-
ciones do la materia colorante y las del mor-
diente, é introduciendo en el baño cantidades
mas ó menos considerables de una materia
amarilla so pueden obtener los mas variados
matices de anaranjado.
Amarillo sobre lana. Las sustancias em-
pleadas comunmente para teñir la lana on
amarillo sólido son la gualda y el palo amari-
llo. La lana se combina fácilmente con estas
sustancias después de un hervor de alumine
y tártaro, siendo el primero del cuarto al do-
zavo del peso de la tela y el segundo, del oc-
tavo al vigésimo cuarto. En cuanto á la pro--
porción de la materia colorante, varia también
según el matiz que se desea obtener, y no de-
be olvidarse que debe ser tanto mayor cuanto
mayor es también el matiz que se desea ob-
tener.
Azul sobre lana. El palo de Indias ó de
campeche comunica á tas tanas, después du
un ligero hervor de alumbre y de tártaro, un
color violado que pasa al azal con la adición
de una corta cantidad de vitriolo azul ó salíalo
de cobre; pero este matiz no ofrece solidez, y
solo el añil puede comunicar á los tejidos de
cualquiera naturaleza que sean, un azul sólido.
Para teñir con el añil, es preciso recurrir
á una práctica particular que en nada se pare-
ce á las demás operaciones del tinte. El añil,
después de haberse molido con agua hasta re-
ducirse á moléculas impalpables, se introduce
en una gran vasija de cobre llamada tina y que
difiere de las calderas ordinarias por su fondo,
que es de cimento. Tuesto en digestión á una
temperatura de 45 a' 55 grados, con un peso
igual al suyo de rubia común y salvado y on
peso triple de potasa del comercio, sufre una
alteración quedo hace soluble en los álcalis y
toma un color amarillento. Sin embargo. Gomo
no todo el añil entra simultánearacnlc en diso-
lución, el baño parece verde con una super-
ficie azul, irisada y cobriza; en él se sumer-
gen'las lanas por espacio de un cuarta hora, la
esposicion al aire torna azul el color verdoso;
sin que haya necesidad de mordiente.
Este modo de disolver el añil no os el úni-
co usado en los talleres: se emplea algunas
veces la cal en lugar de potasa, para tener la
materia colorante en disolución. Pero se aña-
de entonces al baño en que ha de ser disuelto
el añil una cantidad considerable de pastel,
cuya éntíada en fermentación se determina con '
un poco de rubia' y salvado. En estas tinas la
temperatura debe mantenerse á un grado lijo
comprendido entre 50 y 60 grados.
I
345
TINTE
216
l'ara mantener las tinas en estado de teñir,
es menesler tomar precauciones minuciosas
que no tratamos de esponer aquí; diremos tan
solo que ta disolución del añil va siempre pre-
cedida de un movimiento de fermentación en
los materiales de que se compone et baño,
siendo necesario entretener ese movimiento
si no se quiere que el añil se descomponga y
q 11 c el baño cese de teñir; pero también pue-
de este al lerarsc por csceso, en cuyo caso
conviene recurrir á la adición de nn álcali,
por ejemplo, la cal ó la potasa. Por lo demás,
la dirección de lus tinas es tan importante que
se considera como la parte mas importante del
arte de teñir.
La diUculIad de hacer entrar al añil en di-
solución en los álcalis hu liecbo recurrir á una
práctica mas sencilla para utilizar la materia
calorante de aquella sustancia; pero el resul-
tado obtenido es tan inferior á los citados ar-
riba, que el calor no tiene sulidez alguna. Con-
siste esta práctica, en disolver el añil en un
peso séxtuplo de ácido sulfúrico concentrado,
cuya reacción se facilita por una ligera eleva-
ción de temperatura. Se tiñe después, intro-
duciendo cantidades variables de esta disolu-
ción en una caldera; pero este tinte, como lo
liemos observado, no es solido, y como no se
conoce mordiente alguno para darle (Ijcza, es
casi desusado por tos buenos tintoreros, no
ofreciendo buen recurso mas que para los te-
jidos ligeros de poca duración. ,
Gn estos últimos tiempos, se ba tratado de
teñir la lana con el azul de Frusia, pero, no es
color sólido y solo es aplicable á tejidos de
poco precio como los ligeros de algodón ó
seda.
Neyro -sobre lana. . La nuez de agallas, el
zumaque, el palo campeche y algunas otras
sustancias tíntoriales que tienen la propiedad
de formar con la caparrosa (sulfato de hierro)
precipitados negros mas ó menos subidos, son
las sustancias .preferentemente usadas para te-
ñir en negro. Para este tinte se mezcla siem-
pre el campeche con las agallas o el zumaque,
á íln de dar mas brillo al color, y después que
ol tejido lia hervido en una decocion de estas
sustancias se añade caparrosa. El matiz se mo
dilica al punto y pasa al negro. La ventilación
aumenta después la intensidad del color; pero
si so apetece obtener un negro muy sólido la
pieza que se tiñe debe recibir un matiz bien
pronunciado de azul añil antes de pasarla al
baño de campeche.
Colores compuestos sobre lana. Combi-
nando los cuatro "colores principales de que
acabamos de hablar, se pueden obtener tin-
tas y matices muy variados. Los verdes sóli-
dos se consiguen trabajando sobre tinas de
azul las lanas pasadas por gualda, y para los
morados es menester llevar las piezas del ba-
íiqi de azul al de cochinilla ó laca; asociando
Combinando en mayor número los mismos
colores principales, se pueden obtener todas
las tintas variadas que se usan en; ciertos teji-
dos. Trabajando las lanas empapadas de azul,
en un baño de gualda, palo amarillo y rubia,
al cual se añade caparrosa, á fin de hacer el
color mas. oscuro, se obtienen todos los mati-
ces bronceados verdes y rojos, en cuya escala
están comprendidos todos los colores mistos
desde la venturina hasta el verde botella. Los
grises se obtienen con pequeñas cantidades de
materia colorante, diversamente combinadas,
sirviéndoles de base el azul.
Tinte de la seda. La seda antes de teñirse
debe ser desengomada, y en seguida se su- '
merge durante muchas horas en una fuerte
disolución de alumbre, después de lo cual se
pasa por agua clara. En esta disposición puede
pasar á los baños de tinte.
Encarnado sobre seda. Se obtiene el en-
carnado carmesí sobre seda por medio de la
cochinilla, haciendo hervir dos partes de eslo
insecto pulverizado y una de agallas para cada
doce ó quince de seda. Este color puede con-
vertirse en escarlata ó grana, pasando la se-
da teñida por un baño de alazor y por olro li-
geramente amarillo ; pero este ofrece siempre
bastantes diücultades.
Los bellos matices de color de fuego, ce-
reza, rosa, etc., se consiguen disolviendo una
corta cantidad de azafrán romi en un álcali,
después se satura la disolución por un ácido,
se trabájala seda en ella, y asi se obtiene un
matiz rosado que adquiere intensidad con nue-
vos baños. También se recurre á decocciones de
achiote en un álcali. Algunos usan para lo
mismo el brasilero.
Amarilla en seda._ Se usa á una tempe-
ratura baja una ligera decocción de gualda.
También el cuercitron produce matices amari-
llos á una temperatura mediana. Son muy
buenos asimismo los tintes obtenidos sumer-
giendo la seda á un calor suave en el acetato
de plomo y en el cromato neutro de potasa.
Azul en seda. Las tinas del añil en que se
disuelve esta sustancia tintorial por la potasa
sirven también pará las sedas. A veces se usa
el sulfuro de arsénico en lugar de la rubia y
salvado, para lo cual es preciso hervir en cua-
renta partes de agua, una de añil, una de cal ó
potasa y otra de sulfuro pulverizado, y csLen-
der esta preparación en una tina que couteii-
ga una ligera disolución de potasa algo ca-
liente.
La seda toma primero un matiz azul, perú
muy fugaz, en una decocción de palo campe-
che enfrio, después de haberla dejado por al-
gún tiempo en una disolución de una sal de
cobre.
El tinte por el azul de Prusia es mas sóli-
do c[ne el mencionado últimamente, pero mas
alterable que el de añil. Para obtenerlo se in-
dul propio modo el amarillo y encarnado se.troduce la seda en una ligera disolución de
obtienen los tinles mas variados de anaranjado, hidroclorato de triióxido de' hierro, y d'espue
247
TINTE -TIÑA
248
de haberla lavado se somete A una disolución
de jabón hirviendo; se lava otra vez y se' in-
troduce en oua débil disolución de prusiato
alcalino, acidulado con un poco de áoido sul-
fúrico. Esta inmersión le hace lomar inmedia-
tamente un color azul que. tiene brillo, pero
une parece verdoso siempre que se espone
al sol.
Negro en seda. Ei tinte de !a seda en ne-
gro se obtiene por diferentes procedimientos
que ¡10 describiremos, pero cuyo objeto es com-
binar esa sustancia con las agallas, el zuma-
.que, cí campeche y las sales de cobre y hier-
ro, sustaucias que con su reacción producen
el negro. .
Colores compuestos en seda. En cnanto á
los, colores compuestos se obtienen combinan-
do los diferentes matices citados, por medios
en cuyos pormenores iío entraremos,, pero que,
dependen de la habilidad del tintorero.
Tinte del algodón y del lino. Esías sus-
tancias se traen casi siempre en frió como la
seda. Lo que digamos del algodón es aplica-
ble 'igualmente al liuo.
Se procede ptimero al Tranqueo por los
procedimientos conocidos para esta operación
y después se someten las piezas á una decoc-.
croo caliente de agallas y á otra tibia de alum-
bre, después de lo cual se pasa á los baños de
titile.
Enmmado en algodón. Se introducen los
objetos en un baño qnc tenga rubia, cuya
temperatura se eleva basta la ebullición y des-
pués á otro absolutamente semejante. Las pro-
porciones de rubia han de ser ¡guales al peso
de las piezas. El encarnado asi obtenido care-
ce do brillo; para obtenerlo es menester hacer
preceder el tiute de ciertas opcracíunes, cuyo
objeto es combinar el tejido con sales anima-
les. También se Uñe de encarnado con el bra-
silete; pero sin solidez.
Amarillo en algodón. La gualda, el palo
amarillo y el cuercitron suministran matices
de color amarillo, sóüdo. También se usan las
sales de hierro, pero haciendo pasar después
los objetos por una disolución de álcali cáus-
tico. El crómalo de plomo aplicado del mis-
mo modo que en la serla , comunica también
a! algodón un color amarillo. -
Azul an algodón El algodón toma un ma-
tiz azul sólido cuando se trabaja en frío en una
tina de cal, caparrosa, añil y un poco de sosa;
á esta suele sustituirla otra en que la potasa
Y el oropimente se emplean para disolver el
añil; pero en estos dos casos, el producto tiene
igual solidez. >'o sucede lo mismo con el tinte
de aznl de Prusia, que se aplica casi de igual
modo que en la seda, yes un matiz muy malo
el obtenido cuu eampei.ho.
Negro en algodón. ihiede darse un matiz
negro al ajgbdoíi recurriendo á diferentes ppe-
raciones, cuyo" objeto es someterlo á la reac-
ción de las aballas, del zumaque ó del cam-
peche y á la de una sal de hierro; comunmente
el acetato. Hay otros procedimientos,, per»
creemos supérll'uo mencionarlos.
Sara los colores complexos téngase pre-.
senté lo dicho acerca del tinte sobre lana y seda.
Impresión de los tejidos en algodón. Ko
podemos dar una idea completa del estampa-
do. Soto haremos notar que los mordientes
mas usados son los acetatos de alúmina y
hierro, espesados con almidón y trasportados
al tejido por medio de planchas á propósito.
Esas sustancias sirven de escipientes para el
color; cuando las piezas se someten á los ba-
ños de tinte, solo toman matiz las parles im-
presas con el mordiente. Un lavado fácil lia-
ce desaparecer la mancha de color que pu-
dieran tomarlas parles no cubiertas. Los ma-
tices de rojo y amarillo exigen el uso del ace-
tato de alúmina; los violarlos y negros el ace-
tato de hierro. En cuanto á los colores com-
puestos se obtienencon la mezclade mordientes
y colores.
TI.Ñ'A. [Medicina.) Bajo el nombre gonú-
rico de tinas ó pórrigos, se han comprendido
todas las inflamaciones del cuero cabelludo,
y no es raro ver algunos autores que han res-
tringido tanto su sentido, que han considera-
do como enfermedades diferentes las varieda-
des del mismo nial: el nombre de estas es-
pecies ha variado según las opiniones de los
nosologistas, y lo mismo su nomenclatura y
sus descripciones: algunos llaman pórrigo
& lo que otros ezema, impétigo, psoriasis, etc.,
nosotros vamos á dar primero su definición y
etimología, y luego nos ocuparemos de su
clasificación y descripciones. La tina, es una
erupción de pústulas, psydraciadas, esto es,
pústulas pequeñas sin areola inflamatoria y
contagiosa, cuyo sitio principal es el cuero ca-
belludo, aunque no osla exento de padecerlas el
resto del cuerpo: según Mosquillón la palabra
linea fué empleada por primera voz pur Es-
teban Autioche que tradujo en 1127 las übras
de Habi-Ilabas induciéndole á servirse de esla
palabra, la analogía que existia"' entro la en-
fermedad que describió y las cualidades de un
inseclo del mismo nombre, pues que la pri-
mera corroe las partes aféetadas y el otro des-
truye los tejidos: otros elimologistas creen,
que la palabra linea es deríva la ríe tenere y
que hace alusión' á la rebeldía de la erupción;
últimamente según otros esta palabra es deri-
vada del árabe. Muchas han sido las clasifica-
ciones que de '.esta enfermedad se ha hecho,
vamos á enumerar rápidamente -las principa-
les; Guy de Chaiiliac ailmiliq Uñas favosas,
¡¡cosas , amedosas, tuberosas y lupinosas.
Alibort admitió cinco especies que son: la
mucosa, furfurúcea, ámiantácea, granulo-
sa y favosa; Willam recurriendo á la palabra
griega pórrigo., admitió seis variedades: el
pórrigo larvalis, el furfurans, el lupinosa,
el scutidata, al decalvans y el favosa. Mayer,
en Un, admite solo cuatro, que spn la favosa,*
la (titular, la granulosa y la mucosa* nos-
240
TINA.
■230
oíros seguiremos para su descripción la división
de Aliberl, pues nos parece la mejor: las cau-
sas mas comunes de las liñas, son la edad de
dos ú siete años, la labes escrofulosa y sifilí-
tica, congénilas ó' adquiridas, el empobreci-
miento orgánico, el desasco, la miseria, las
liabilaeioiics bajas, húmedas y mal ventiladas,
los nialos alimentos: el desabrigo, el lemflem-
nicntü litifálico y laaueniia, predisponen y aun
determinan en la generalidad de los casos esla
enfermedad: los empachus gástricos y nn es-
tado (le irritación crónica del tubo digestivo,
son también causas abonadas pura su produc-
ción: esla enfermedad es esencialmente; con-
liigiosa en el mayor número de sus especies y
variedades, y si algunos han querido negarle
esta propiedad, ha sido porque ta confundie-
ron con los ezenia, ¡mpeligos, ele,, se cotnu-
nica por medio de los peines, gorros ú otros
utensilios impregnados del p'is- que mana de
las coslras de los tinosos, y eslo mayurmeule
cuando hay algunas escoriaciones en el cuero
cabelludo que recibe el contagio; por eslo se
la observa lan frecuentemente en , los hospi-
cios, hospitales y casas de bcncQceneia, en
que ¡as reglas higiénicas no se ponen en prác-
tica, ó son totalmente iuatendidas, como suce-
de eu nuestro desgraciado pais, en el que,
todavía se cree, que los preceptos higiénicos,
son solo para los convalecientes y que los
médicos, solo deben intervenir en el Iratamien?
to de las enfermedades. ¡Plegué al cielo que
la civilización de oíros países derrame en bre-
ve su riego por nuestra hermosa patria!
Tiña favosa: generalmente los que van á
padefier la liña esperimenlau un prurito y ar-
dor insoportable en la cabeza, la culis del crá-
neo se pone roja y tumefacta y en seguida se
manifiesta la erupción con caracteres algo di-
versos seguu la especie do liña. La favosa se
presenta, por lo coinnn, en la cabeza, el cue-
llo y los codos, con pústulas ó mejor peque-
ños puntos amarillos, hundidos en la piel de
cuyo nivel no csceden, circulares y deprimi-
dos en el centro, de! cual nace un pelo ó ca-
bello, la depresión de estos puntos empieza
á ser visible desde el quinto dia déla erupción;
la comezón aumenta, rásganse las pústulas y
el liquido se coucrela que tenían formando ¡
costras circuidas de una areola rubicunda, las !
cuales crecen insensiblemenle hasta adquirir :
en alguna ocasión una pulgada de diámetro, j
Reuniéndose estas unas con oirás, forman cos-
tras cstensas y amarillas, con depresiones yj
luindiinieutos que corresponden á los de las ■
pústulas primitivas, eu cuyo estado se las '
compara á nn panal de miel: la irrilaeiou y
prurito que causa el mal, y peor todavía, l'a!
que ¡producen, los innumerables piojos, que se'
anidan debajo de estas, ocasionan un comezón i
insoportable: las costras se levanlany se abren '
rascándose las enfermos y mana de ellas y de
jas grietas que las separan, un liquido que
liuele á ojina de gato, y muy nauseoso cuan- '
do las costras se cae por el auxilio del arte ó
con los esfuerzos de la naturaleza; entonces
queda rubicundo el cutis, liso con úlceras que
profundizan hasta los huesos del cráneo y sin
cabellos, o solo con algunos que parece se
hallan eu estado .morboso por ser de color
elaro muy delgados y de aspecto. lanoso: es-
la variedad de la liña es esencialmente conta-
giosa.
Tiña rugosa ó granulosa: empieza por
pústulas blancas y amarillas muy inflamadas
en su circunferencia, pruriginosas y con un
pelo en el centro, (fue revientan al segundo ó
tercer dia de haber brotado; babean un humor
que secándose forma costras de color gris os-
curo, las cuales pegan los cabellos en mano-
jos, se endurecen con el tiempo y cuando se
desprenden quedan esparcidas entre aquellos,
confundiéndose con la multitud de piojos que,
son muy abundantes en esta variedad de liña.
Los tubérculos que forman las castras soldu-
ras, abollados, desiguales, irregulares, bastan-
te separados unos de otros, sin hundimiento
en el centro, secos y del color espresado;
estos tubérculos que resulian déla desecación
de las costras constituyen los caracteres de la
tiñá granulosa, mirada por algunos como uno
de los periodos de la mucosa. Jamás es conta-
giosa ni destruye el bulbo de los cabellos. -
Tiña mucosa ó benigna: esta especie se
presenta comunmente durante la infancia y
puede durar basta la edad" de tres á cuatro
aiius: se diferencia de las demás especies eu
que las úlceras y costras dan siempre un hu-
mor amarillo, (¡lamentoso, circunstancia que
ha dado origen al nombre de tiña mucosa,
con que se la designa: empieza por ulceracio-
nes superficiales del cuero cabelludo, siempre
humedecidas por el liquido que segregan, mu-
coso, amarillento y parecido á la miel corrom-
pida, este liquido se seca y forma costras,
comunmente amarillas, á veces cenicientas,
con nu tinte verdoso yque se desprenden con
facilidad del cuero Cabelludo, las mismas cosr
tras abriéndose luego, se hallan reblandecidas
por un humor fétido, espeso, de consistencia
de jarabe, que mana en abundancia de la úl-
cera que está debajo, adquieren sucesivamen-
te mayor grueso y estension y alcanzándose
unas á oirás forman chapas muy anchas que
cubren á veces toda la cabeza á manera de un
casquete: el olor que despiden los niños sino
se les mantiene muy limpios, es sumamente
nauseoso c insoportable. Aun cuando se cai-
gan los cabellos, vuelven á aparecer dentro
de poco con señales que manilleslau no estar-
afectados los bulbos que los nutren: la tiña
mucosa puede propagarse á la frente, sienes y
orejas desarrollándose en estos puntos por
medio de pústulas, vesículas ó pequeños abs-
cesos, muy dolorosos de que mana después de
su abertura, espontánea o efecto de rascarse,
un liquido tenaz, el cual desecándose se con-
creta éft costras blandujas, amarillentas, ¿ ít&i
251
TINA
252
ees algo rojizas: la tumefacción del cuero ca-
belludo se estiende á veces ¡«isla las orejas
yadquieren estas doble volumen, del natural;
la comezón es tan vivaque obliga á los infan-
tes á rascarse sin cesar: después do caídas las
costras la cutis del cráneo se preséntamenos
inflamada que en las especies anteriores, se
mantiene siempre húmeda y despide un olor
análogo al de la leche cuando empieza á
agriarse, Mr. Alibert ha observado que cuando
las costras no fluyen, los niños están tristes,
inquietos, taciturnos y enfermizos y muy ale-
gres, ai contrario, euarjdo""cl¡ui una cantidad
propurcionada de ruucus; esta variedad nunca
es contagiosa según la mayor parte de los auto-
res: el desaseo del cuerpo y principalmente de
la cabeza, parece influir mas que ninguna otra
circunstancia en su desarrollo: muchos han
confundido la liña mucosa con las costras lác-
teas, pero estos dos exantemas, se diferencian
esencialmente por su sitio, duración y sínto-
mas que los acompañan.
Tíña furfurácea: con este nombre se de-
signa la inflamación del cuero cabelludo (pío
empieza por una comezón viva, seguida de pe-
queñas manchas rojas, descamación del epi-
dermis y secreción de un humor, que, cuaján-
dose en forma de escamas delgadas, blancas ó
rojizas, adherentcs á la raiz de los cabellos,
forma cajias escamosas que ceden á la .presión
del dedo, al contrario de las costras de latina
favosa, que resisten á esta acción: las escamas
se desunen con solo tocarlas ligeramente y
cuando caen dejan la piel sonrosada y relu-
ciente, cual si hubiese sido barnizada, que-
dando muy raras veces áspera.
Tina amiantácea; esta tina ha sida des-
crita poco tiempo hace por Alibert, el que di-
ce, aparece por boloncitos en la parle fiogo-
seada del cuero cabelludo, de los cuales mana
nn liquido gris que le solidifica formando es-
camas muy delgadas , relucientes, de color
blanco, plateado ó nacarado, que & manera de
canutos envuelve los cabellos ó manojos, del
mismo modo que la película blanca de las plu-
mas de una ave tierna envuelve los Clámen-
los de que consta y -los aglutina entre si: cua-
tro-circunstancias caracterizan, según él, es-
ta nueva especie de tifia, el color blanco pla-
teado de las escamas que jamás forman cos-
tras, la disposición arrollada y oblonga de las
mismas, la división por manojos de cabellos
que esta secreción reúne y los surcos superfi-
ciales que las separan, Los mas de los enfer-
mos que padecen la tifia tienen infartadas las
glándulas cervicales ú occipitales y muy a me-
nudo doiorosas; la tifia inveterada hace estra-
gos dé consideración, especialmente cuando
se ha descuidado en su principio, las orejas
se ponen sumamente hinchadas, los ojos pa-
decen la psoroftalmia y un lagrimeo habitual,
las pústulas adquieren cada dia-mayor hedion-
dez, los cabellos se secan y se caen y son
blanquecinos y lanosos los que nacen, la in-
teligencia está como sofocada, aniquiladas las
fuerzas musculares y aun según algunos Im-
pedido el desarrollo de los órganos genitales.
La tina, aun cuando siempre presenta im
carácter benigno, es una de las enfermedades
mas asquerosas, á menudo <liUctl de curar, y
á veces de peligrosa curación, se reproduce
con facilidad, cuando al parecer ya se habla
destruido y es rebelde á los medios terapéuti-
cos; las revoluciones que acarrea en la econo-
mía el paso de una edad á otra, la cura á ve-
ces, pero no es raro observar cu estos- casos
la aparición de un hidroeéfalo , empiema, los
ferusa, ú otras enfermedades internas, conse-
cutivas á su desaparición, que no pocas ve-
ces ponen en peligro la vida de los enfermos;
de aqui la necesidad de tratarla con método
para no suprimirla de repente y prevenir un
trasporte de irritación , que se lia visto con
frecuencia cuando se ha suprimido impruden-
temente un flujo que al propio tiempo que ya
habitual, se habia hecho depuratorio: cuando
no se ha curado la tina anles de la pubertad,
poca ó .njngima esperanza nos queda de su
curación posterior, y nos debemos guardar de
asegurar el éxito de nuestras medicaciones,
hasta que no. hayan pasado meses y aun años
después cío su total desaparición.
£n su tratamiento debemos cuidar de ar-
reglar primero las funciones que aparezcan al-
teradas, moderar la inflamación de las parles
enfermas, ó tal vez escitarlas; quitar las cos-
tras á medida que aparezcanfusav do una es-
merada limpieza en todas estas partes; esta-
blecer puntos de fluxión mas ó rnenos lejos del
cuero cabelludo ; secar luego la liña y preve-
nir la recidiva: vamos á dar una ligera idea
de lOs medios mejores de satisfacer estas in-
dicaciones. La .limpieza del cuerpo os indis-
pensable para facilitar la traspiración, á cuyo
íln emplearemos los baños tibios y repetidas
lecciones sobre toda la superficie del cuerpo:
mantendremos el vientre libre por medio do
un laxante, usando ademas con frecuencia do
las leches y aun do algún tónico, si la atonía
intestinal llamase nuestra atención: en las ti-
pas algo antiguas antes de aplicar tópicos que
puedan suprimirlas, debemos promover por
espacio de tres ó cuatro dius evacuaciones ven-
trales frecuentes: como la cabeza por lo co-
mún está muy sucia, y en la generalidad pla-
gada de piojos, se cortará el pelo, se lavará
cuidadosamente con un liquido emoliente , y
se untará repetidas veces con la pomada do
cebadilla, y si hubiese tumefacción y síntomas
inflamatorios, convienen algunas aplicaciones
de sanguijuelas alrededor de la cabeza, su nú-
mero proporcionado á la lension, rubor, ca-
lor y dolor de la parte, añadiendo á esto el
uso de los semicupios. Asi como en muchos
casos reclama esta afección el uso de los anti-
flogísticos, asi en otros también debemos em-
plear los tónicos; cuando la anemia, el empo-
brecimiento de la constitución y la pérdida de
253
T1ÑA— TIPOGRAFIA
las fuerzas se hacen sentir, ostán indicados los
cocimientos de plantas amargas y aromáticas,
y un pin» higiénico reconstituyente. No son
siempre suficientes para la curación de la tiña
los sencillos medios que acabamos de enume-
rar, v se liace por lo general indispensable
ruc'u'rir á otros mas enérgieos, las prepara-
ciones alcalinas, sulfurosas en chorros y en
loccloncs, las pomadas de la misma naturale-
za, los caterélicos, los revulsivos á partes mas
0 menos distantes del centro de fluxión y los
antiflogísticos usados con constancia, seliacen
á veces necesarios para triunfar de tan rebel-
dc dolencia. En algunos casos, las erupciones
Uñosas han traído con su aparición notables
mejoras en enfermedades internas invetera-
da , estableciendo sobre el cuero cabelludo
una especie de revulsión saludable; en tales
circunstancias, procederemos con mucha pru-
dencia en su tratamiento, cuidando de no ha-
cerla desuparecer bruscamente, pues esto po-
dría traer futirles consecuencias. Por último
diremos que hay ciertas tinas que recaen en
silgólos linfáticos y caquécticos, que solo des-
aparecen á beneficio de medios higiénicos,
tales son el aire puro, los buenos alimentos,
d) ejercicio , el aseo , la tranquilidad de espí-
ritu, ble.
TIODÁCTILOS. {Historia natural.) Grupo de
reptiles, del orden de los saurios y de la fa-
milia de los gecotios. Los animales de este
grupo tienen los dedos dilatados en sn estre-
rno, en forma de placas esl riadas por debajo
1 manera de abanico , con una hcndidura'en
el medio , y eñ ella la uña que es muy gan-
chuda,
TIPOGRAFIA.. El descubrimiento de la im-
prenta separa al mundo antiguo del mundo
moderno , abre un nuevo horizonte al genio
del hombre, y por su relación intima con las
ideas, parece ser un nuevo sentido de que le
dola. Una grande diferencia lé distingue de
los oíros grandes descubrimientos de la mis-
ma época, la pólvora y el Nuevo Mwido, y
aun el que nos es contemporáneo , el vapor,
no puede serle comparado. Jíu efecto, estos
grandes y útiles descubrimientos no han obra-
do i mas <¡ue sobre la parte material de la hu-
manidad: la pólvora igualando la -fuerza bru-
ta , el Nuevo Mundo completando los dones
terrestres del Criador, yol vapor acrecentando
las fuerzas productivas del hombre , á quien
libra del esceso de fatiga á que estaba conde-
nado: mientras que la imprenta, que todavía
no lia terminado su misión de ilustrar al mun-
do sin ponerle en combustión, eleva el nivel
de la inteligencia humana y nos aproxima á
la soberana inteligencia con que Dios dotó al
liombre al criarle á su imagen.
La imprenta es un descubrimiento que
Hinchas ciudades' se disputan, que ha mereci-
do grandes elogios, y que los pontiltees y
prelados han proclamado divino desde su na-
cimiento. A la imprenta se deben los grandes
progresos de la civilización, y sin ellalos pue-
blos no hubieran podido comunicarse sus pen-
samientos y sus sentimientos y vivir en cierto
modo en una vida común. Abandonados á la
ignorancia y á las preocupaciones que sostie-
nen las antipatías nacionales, nunca podrían
ofrecer el maravilloso espectáculo de una con-
cordia universal.
Es de admirar' que el inventor de un arte
que anota todas las invenciones y conserva
para siempre su recuerdo, haya querido ocul-
tar su nombré á la posteridad. La antigüedad
so aproximó' mucho al descubrimiento de la
imprenta: los chinos concibieron la impresión
tabellada 300 años antes de Jesucristo. Los
egipcios y los griegos grababan caracteres en
relieve, y la impresión húmeda ya fué hallada
por Agesiluo entre los griegos. Qúintiliano y
San (Jerónimo nos dicen que en su tiempo se
empleaban letras movibles para enseñar á
leer á los niños ; ' los patrones recortados y
otros medios de señalar los caracíéres, ya es-
tuvieron en uso desde .la edad media. A estos
informes ensayos hechos con tablas de made-
ra, con letras movibles de madera , y por úl-
timo con caracteres de metal, primero escul-
pidos y luego fundidos y retocados al buril,
se debe el origen de la imprenta. La urgencia
del descubrimiento de este arte era ya tan ge-
neralmente sentida , que., para probarlo basta-
citar el pasage siguiente de Sebastian Munster,
en su Cosmografía universal,
«Casi en nuestro tiempo se ha inventado
este arte de imprimir los libros con tipos de
estaño: invención divina , suceso memorable,
que ya por sí tan diguo.de admiración, lo se-
ria aun mas si no hubiese inconveniente en di-
vulgarle. Es una maravilla casi increíble, aun-
que verdadera, que un solo operario, y en uii
solo día, pueda producir tanto eómo en dos
años el escribiente mas espedito. Esta inven-
ción alemana produjo al principio mucho asom-
bro y después grandes beneficios. El autor de
este bello descubrimiento fué juaíí gütemberg
(1440), noble de nacimiento, que hizo sus pri-
meros ensayos en Maguncia, con una perse-
verancia que sobrepujó á la fé que tenia en su
descubrimiento. Débil en sus principios, bien
pronto este ingenioso descubrimiento del en-
tendimiento humano llegó á la perfección que
en el día tiene. Sin. él perdidos eran todos los
buenos estudios en estos últimos tiempos en
que nadie cuida mas quede su provecho, y en
que domina la insaciable sed de la ganancia
basta tal punto que apenas so dignan recoger
en las calles esos libros escelontes que no se
podían adquirir en otro tiempo á fuerza de di-
nero. Ciertamente que antes del descubrimien-
to de la imprenta, cuando. ya los buenos auto-
res empezaban á. ser abandonados , todas las
doctrinas hubiesen desaparecido con ellos, si
este arle no hubiese venido ásu auxilio. Ha si-
do Dios ordenador de todas las cosas, que no
abandona jamás las do este mundo y provee
i
iberaknente al bienestar general, el que hizo
á los mortales el don indispensable de la im-
prenta en el momento en que perecían las le-
tras y Ja bisloria. Mas por 'ella revivieron y se
esparcieron por lodos los países, lo mismo que
la memoria de ¡os tiempos antiguos, la sabi-
duría de los filósofos, etc.»
Sin embargo, de que Gutemberg está gene-
ralmente reconocido como el inventor de la
imprenta, no hay un libro siquiera impreso
que lleve su nombre. Se ignora cual sea la
causa: tal vez sea uno de esos misterios que
rodean el origen de la imprenta y que nadie
lia podido penetrar. ¿Gnlemberg lia tenido par-
te en las obras que lian aparecido con el nom-
bre de Faust y de Schosfer? $f en este caso
por qué )a omisión de su nombre eotte los de
sus asociados? Si es tan difícil en un gran nú-
mero de descubrimientos, sobre todo .en la
edad media, saber el nombro de los invento-
res y lijar la época de la invención, se conci-
be cuanto se aumentará la dificultad, cuando
los inventores han querido rodearse de un
profundo misterio, para que los productos de
sus nuevos descubrimientos no pudieran dis-
tinguirse délos que la mano de los escribien-
tes creaba tan lenta y penosamente.
Lo que aumenta las dificultades y compli-
ca la cuestión es que casi desde su origen, in-
•tereses nacionales y. también intereses de fa-
milia, lian querido atribuirse el honor de este
descubrimiento y hacer inclinar la balanza en
favor ya sea de tlarlem¿ ya sea do Maguncia,
de Estrasburgo y de Barnberg, y uo se citan
aquí mas que las ciudades cuyas pretensiones
tienen algún titulo en que apoyarse. Solo Es-
trasburgo y Maguncia tienen derechos incon-
testables al descubrimiento de la impresionen
caracteres movibles, dejando á ¡Jarlem el mé-
rito de haberlas adelantado respecto de ía im-
presión en tabla.
Se pretende que en Ja biblioteca real de.
Munich existe uu libro en versos alemanes,
impreso con caracteres de madera hacia fines
de 1434, pero de todos los libros mas antiguos
que se han podido reunir, resulta quclos de
fecha mas remota datan de 1442. A los veinte
y cinco años de haberse impreso este primer
libro, ya en las cortes y principales ciudades
de Europa estaba difundido el instrumento que
es por escelencia él propagador de los cono-
cimientos humanos.
La imprenta se introdujo en España mas
tarde que en Italia y que en Francia, sin em-
bargo de que ia fabricación del papel ya esta-
ba introducida eu España desde el tiempo de
los árabes. En 1474 se imprimió el primer li-
bro en Valencia con el titulo de Trabes della
Ver ge María en i." En Sevilla Ja imprenta
apareció en 1475, 1,0 mismo que en Zaragoza,
En Salamanca en 1485; en Toledo, en 1486; en
Barcelona en ] 407. y en Madrid en 1 499.
En Alcalá fué impresa á toda costa y por la
voluntad del cardenal Jiménez de Cisneros; la
TIPOGRAFIA.
966
primera Biblia Políglota, 6 vol. en folio, des-
de 13 14 ¡i. ¡517, por Arnaído Guillermo de nro.
car. .\Tíula se omitió para el buen desempeño
de los trabajos y para el esmero en la parte
tipográfica. Reuniéronse por todas parles ma-
nuscrilos y Lfeon X que se lomaba un grande
interés en esta empresa y animaba á Jltnrjhei
á elevarla á la mayor perfección, le comunicó
los manuscritos de! Vaticano. El trabajo empe-
zado en 1502 duró quince años y la impresión
acababa de terminarse cuando el cardenal mu-
rió Su suscitaron dudas cu Roma sobre la uli-
lidad de dar publicidad á la obra y solo eu 2!
de marzo de 1520 fué cuando el papa León X
autorizó la publicación.
Joaquín lbarra el célebre impresor de Jla-
drid que uinríó en I7S5 fué el primoru (pife
empleó el satinado de el papel después de la
impresión. Carlos III le nombró impresor ilc
cámara y en 1772 publicó la traducción espa-
ñola del Saluslio hecha por el infante don
Gabriel, obra maestra de la lípugrafia, á laque
pueden agregarse el Quijote, la Biblia y la
Historia da España de Mariana,
La impresión, propiamenle dicha no esotra
cosa mas que el medio por el que los punios
superficiales del relieve so aplican fuertemen-
te sobre otra superficie, cuyo procedimiento
consiste eu que los punios de contacto de las
superficies so hallan en dos planos esactamíu-
te paralelos. El arte de la imprenta se compo-
ne de dos diversos ramos, a saber arreglar,
ordenar las dicciones que es lo que constituye
las operaciones de el cajista -y estamparlas
después, que es el oficio de el prensista, y es
preciso espliear cada una de estas operaciones
y los objetos que para ellas se necesitan.
Se llama caja de imprenta á dos cuadri-
longos de madera cuya longitud y latitud va-
rían; pero que siempre tienen como pulgada y
media de profundidad con unas divisiones lau-
to horizontales como verticales que forman
unos cuadrados llamados cajetines, donde se
colocan las letras. Estas dos cajas llamadas la
una alia y la otra baja, ó bien las dos unidas
en una sola, se colocan subre unos pies de ma-
dera á la altura de un hombre, llamados e/t¡-
valetes. hit lelra se va colocando on<el compo-
nedor que es un listón cuadrilongo con una
entrada forrada de metal eii que se colocan las
letras para formar la linea ó renglón. Las letras
se colocan segundas palabras escritas que tie-
ne enfrente el cajista en un papel que se lla-
ma original, 'colocado en un listón de madera
con una ranura y un punzón ó hierro, que cn-
Ira en un agujero de la caja y á esto se llama
el mordanle.
Se conocen diferentes y bonitos grados de
letra considerados de mayor á menor y cono-
cidos con tos nombres de pelicano, misal,
parangona, texto, aianasia, lectura, entre-
dós, breviario, glosilla y numpareille con si-
gimas oirás clases, que varían según el uso,
el páiSj la necesidad, etc., como son los ca-
3S7 TIPOG
ractéres góticos, ingleaes, franceses y las vi-
ñeta!, orlas, y marmosetes. Hasta ahora eran
estos los únicos grados y las diferentes clases
de letras; pero luego que se estendió el circu-
lo de las ciencias y que se tuvieron que redu-
cir obras voluminosas á menores dimensiones
se idearon otros caracteres que por su tama-
ño diminuto se les señaló con el nombre de
microscópicos de lo que felizmente se tienen
ya ejemplos en España en ios-Sinónimos de
nuestra lengua y en la obra del Quijote publi-
cada en París por don Joaquín María Ferrer.
Se hace asimismo uso en la caja de una re-
gleta común, do un inaderito cuadrado y liso
torrado por un lado de valdés para bajar tas
¡elras que están alias y quedar todas en un
completo paralelismo, y de algunos otros ob-
jetos, que por ser demasiado minuciosos no
me detengo á esponer. Resta solo en la caja
esponer sus operaciones de las que se deduci-
rá la acción del cajista.
Distribuidas las letras y evitando que ten-
ga posfeí la caja (se llama paslel cuando las
lunas de un cajetín e;tán en otro), se colocará
frente á ella el operario, cuidando de que 'el
cuerpo y las piernas estén rectas, ya se halle
sentado, ya puesto en pie, evitando todo mo-
vimiento que uo sea natural, y procurando te-
ner soltura y desembarazo, pues todo vicio una
vez adquirido acarrea graves daños en la prác-
tica: en esta disposición toma el componedor
en la mano izquierda descansando en la pulpa
(le ella y en el pulpejo del pulgar, sujetándole
con los demás dedos y arreglando con algu-
nos cuadrados la longitud que se quiera tenga
el renglón, lo que se evita en los de muelle;
con los dedos índice y pulgar de la mano de-
recha se toma la lelra de los cajetines, te-
niendo cuidado en lijar !a vista en ella para
ponerla derecha, para cuyo caso se necesita
conocer el eran, pues de Jo contrario resulla
una pérdida de tiempo considerable.
Concluida la linea ó renglón se endereza y
ajnsla á la medida exactamente en el compone-
dor, y abrazando sus dos estreñios con los
dedos índice y pulgar de la mano derecha, se
coloca eu la galera: cuando la linea es algo
larga, en cuyo caso la apertura de la mano es
pequeña, se toma con la regleta sujetándola-
ron todos los dedos: la operación que acaba-
mos de indicar respecto de este renglón es la
misma en lodos los casos y la que constituye
el todo del cajista, no olvidando que, según
los mejores tipógrafos, la colocación do los
espacios es la base de una buena impre-
sión.
Después que se lia llenado la galera se re-
visa con cuidado la composición por si nay al-
guu error, y no resultando, se pasa á dividir
eu planas del tamaño que se desee, bien sea
en cuarto, octavo ó diez y seisavo, etc. para
lo que se valen de la regleta separando tanta de
aquella cuanla es la longitud de esta y atando
cada plana con un cordel; pero no tan fuerte
'¿18G BIBLIOTECA POPULAR.
RAFIA 358
que se tuerza el molde y salte la letra, á cuya
operación se llama justificar.
En este estado pasa por encima de las pla-
nas el rotiiüo de que hablaremos después, y
se coloca un papel sobre ellas apretando coa
la mano hasta que resulte estampada toda la
composición, á ctiya operación se denomina
sacar pruebas. Estas primeras planas ya im-"
presas se leerán con cuidado, notando al mar-
gen todos los descuidos ó errores que se ha-
yan cometido para corregirlos inmediatamen-
te: eslo se hace si es una sola letra sacando-,
la con 'las pinzas, ó si fueren mas desatando
la composición, lo que varia según los erro-
res, aunque siempre conviene mas desatarla
por ser mas útil abandonar un poco de tiempo
que echar á perder la letra con las punías de
aquellas. Se volverán á sacar otras pruebas,
se comprobarán unas con otras, ó, nuevamente
con el original hasta quedar plenamente satis-
fechos de no haber equivocaciones, examinan-
do con cuidado el modo de colocar los folios
en las planas para que no se cambien estas al
tiempo de doblarlas, de todo lo que hablaría si-
no temiera incurrir en detalles á cuyo cono-
cimiento se puede llegar mucho mas pronto
por la práctica que por largas esplicaclones y
multiplicadas estampas.
De la prensa. Entre las importantísimas
aplicaciones, que dimanan del sublime templo
de las matemáticas, ninguna ha aliviado tanto
la especie humana, como la que se ha dirigido
á vencer la resistencia de los cuerpos y á po-
nerlos en movimiento. El hombre á pesar de
teñera su disposición varios agentes mecáni-
cos dotados de diferentes especies y grados de
potencia, se encontró muchas veces sin apti-
tud para obrar en la dirección propia que ne-
cesitaba, ó para lograr la velocidad ó intensi-
dad que requería, en cuyo caso tuvo que re-
currir á un agente intermedio, que convirtiese
un movimiento dado y de que podia disponer
en otro también dado y que le era necesario,
sobre onyo punto no se puédemenos de admi-
rar el talento inventor de los dos célebres es-
pañoles don José Sanz y don Agustín de Betan-
court, los que en su aprecíabilisima y original
obra intitulada Éssai sur la composition des
machines, publicada en París y recibida en Eu-
ropa con la mayor aceptación, han tratado esta
materia con tal sublimidad y maestría, que se
hallan encadenadas por un sistema ingenioso,
no solo todas las máquinas que existen, sino
lo que acaso parecerá una paradoja, todas
cuantas podrán existir en los siglos venideros.
Mas si esta proposición es eslraordinaria
y manifiesta de un modo directo el punto á
donde ha llegado el iugeuio humano, no cau-
sa menos admiración el observar las conse-
cuencias absolutamente ciertas y las verdades
importantes, que so han deducido de una sola
verdad demostrada; en efecto, refiriéndonos á
nuestro objeto desde luego echamos de verlos
dos grandes principios aplicables á todos los
t. xxx m. 17
259
TIPOGRAFÍA.
SCO
casos y que contienen (oda la ciencia meeáni- l
ca, á saber: el principio de las velocidades j
virtuales para las máquinas simples y el de la '
conservación de las fuerzas vivas para las j
compuestas, de cuyos dos luminosos pi'in.ci- j
píos se lian deducido todas las tecinas, que ]
han conducido inmediatamente á las trasmi-
siones y trasEormacioiíes del movimiento, que
tanto lian cooperado al trabajo y adelantamien-
to de la especie humana, sirviendo de fecun- j
dos manantiales de riquezas, y l'ormando al '
aplicarlas' á nuestras necesidades la partero-
nocida en el mundo científico con el nombre
de mecánica industrial.
La historia de esta ciencia es de tal natu-
raleza que verdaderamente no se puede ni es-
tender ni compendiar: solo para descender
progresivamente al punto donde nos dirigi-
mos,me valdré-dé las observaciones, que hace
sobre este particular Mr. I. A. Borguis en el
prólogo de uno de sus tomos del gran Trata-
do compUto de mecánica aplicada á las ar-
tes. «La historia de las arles. industriales pre-
senta el mismo tránsito qne la de las ciencias;
hemos visto á estas seguir largo tiempo en un
estado de decadencia, y de repenle producir
con el mayor ligar y rapidez unos adelanta-
mientos admirables, deducidos de las investi-
gaciones laboriosas de algunos ingenios es-
iraordinarios: esta época se puede fijar para
las artes industriales á últimos del siglo ante-
rior;» pero como todos los inveotos cuando se
efectúan, se tienen por paradójicos destru-
yendo y aniquilando al que los produce, y co-
mo los de esta clase tuvieron que luchar con
artistas de una educación (descuidada entonces
y todavía en España), resulta que hasta nues-
tros dias no han esperimentado las grandes
masas populares las ventajas do su aplicación,
de todo lo que se puede" concluir que la me-
cánica industrial es ciencia de nuestro tiem-
po, pues que en él se ha empezado á conocer
su. iuilujo, como se ve en los paises ilus-
trados,- de los que .podría citar muchísimos
ejemplos.
Los diversos medios de aplicar los dife-
rentes motores y las propiedades del movi-
miento y de la fuerza á los trabajos industria-
les, han sido tantos ojiantes lian respondido
de un modo positivo á las necesidades de la vi-
da, usando no solo los motores animados ó
de sangre, sino los inanimados, que son tan-
to 'mas propios para el objeto cuanto la natu-
raleza, nos los suministra, como el agua, el
aire, el vapor, la dilatación de los cuer-
pos, etc.; pero como Siempre todas estas apli-
caciones han sido la reunión de las piezas. que
constituyen el modo de aplicar ei motor á las
trasmisiones y trasformaciones del movimien-
to, resulta que los principios de cada-una de
ellas- han sido y serán los mismos en, todos
los casos,, consistiendo su única, variación en
modificar los agentes intermedios, con el .obje-
to de qne den mas economía de fuerzas, mas
solidez en el producto, mas simplicidad en la
composición, pero no variando nada en el prin-
cipio genera!; lo que comprueba lo espuesto
de Mres. Sanz y Betancomi, y manifiesta que
liara que se iorme idea de. una operación cual-
quiera se debe proceder, no dando á conocer
la estructura particular de los agentes inter-
medios, sino el principio general sobre que
son construidos.
Las máquinas que nos sirven para ejercer
la presión en general se llaman prensas: las
que son de diversos géneros, á saber: de pa-
lancas, de roscos, escenificas y de cütnrfros.
La prensa de palancas es la mas simple de to-
das, componiéndose de una pieza de madera
mas ó menos fuerte y estando una de sus es-
tremidades suspendida en un punto de apoyo
inmoble y la otra ejerciendo la acción. Este
sistema de prensas no da una potencia consi-
derable á la acción, por lo que tiene que estar
enlazado con otro.
La prensa de roscas damucha mas potencia
y nn servicio mas cómodo tanto por el espacio
que ocupa, cuanto por el desarrollo de su ar-
ción y efectos que produce. Su principal ven-
taja es la de oprimir á un lado y deprimir háj
cia el otro por la misma acción de potencia;
pues alejándose ella misma después de haber
oprimido no se pierde nada, de tiempo ni de
fuerza en ponqria en aptitud de volver á im-
primir. Esia doble facultad, que desde luego
manifiesta sus utilidades, ha hecho que se
aplique á la impresión, y habiéndose fundado
esta tuerca en los principios generales de la
teoría de la rosca y palanca, se observa hoy
con admiración que á pesar de los adelantos
que han hecho las artes en estos últimos tiem-
pos, todas las prensas de imprenta no son si-
no una modificación del principio general de
presión y tuerca ú rosca, que fué el que cons-
tituyó la primitiva. Tan enlazados están los co-
nocimientosartíslicos con los científicos que
no pueden existir sin auxilio; se ha visto á pro-
fundos sabios consumir todos sus talentos en re-
solver algunas cuestiones de mecánica indus-
trial y no tener niliaber encontrado resultado
alguno, efecto de caminar ó buscar tierra ca
lina región vacia ¿qué resultados, qué adelan-
tos se habían de hacer sin un profundo cono-
cimiento de las artes, sin aquella firmeza, sin
aquella guia que suministra la práctica? Toda
la riqueza de las ciencias en este caso de po-
co nos serviría, quienes pueden adelantar las
operaciones mecánicas son Solo aquellos, que
los manejan diariamente, que conocen los de-
fectos de sus inlrumentos, y por lo tanto he
aqui la sublime aplicación de la ciencia para
que aprovechándose de esta feliz coyuntura
puedan resolver problemas de conocida uti-
lidad y adelanto.
El' gran uso que se ha hecho de la im-
prenta en estos últimos años y su conoci-
da utilidad ha llamado la atención de profe-
sores respetables, que han sacado su prensa
TIPOGRAFIA
232
déla primitiva: la Francia y la Inglaterra han
manifestado esto aserto en toda su estension,
produciendo la de Mr. Haas, 4'Anisson, de
fierre, de liidleij, de Prasser, de lord Slan-
hope, de Chjmer y algunos otros, que omito
por no ser del todo esenciales á esta manifes-
tación: hablaría gustoso del problema eme cada
uno de estos se han propuesto resolver y del
punto hasta que lo habían resuelto; pero me
apartaría demasiado de mi objeto ; sin embar-
go hablaremos en general de todas ellas, y en
particular de la primitiva como mas general
y como base de las demás.
Prensa primitiva. Esla prensa se com-
pone de dos piernas de madera de unos sie-
te pies de altura, sujetas por la parte supe-
rior con un madero horizontal con sus cor-
respondientes espigas , que encajan en las
dos piernas, y cuyo nombre es el de som-
brero; mas abajo de este y colocado del mis-
mo modo hay otro que es mucho mas grue-
so y se llama somero: en medio de este hay.
una mortaja donde entran las orejeras dé un
cilindro cóncavo, llamado matriz, compuesto
de una ó muchas espiras, á las coates so
ajustan perfectamente las de la rosca ó husillo,
que son mas vivas que las otras con el objeto
de que la ejecución sea mas suave : á esla
rosca se halla unido un hierro como de una
tercia de largo con un ojo en un lado donde
entra otro hierro rancho mas largo, que se lla-
ma barra, en cuya eslreraidad hay una manija
de madera denominada caña que sirve para
colocar la mano y hacer los tiros; este huso va
á pasar por un agujero, que tiene un madero
llamado cubo, colocado en medio do nna tabla
rajada y dos listones mas anchos pendientes
y encolados en la misma y abrazando los ma-
deros de las piernas de la prensa, cuyo me-
canismo se llama cárcel , por cuyo agujero
entra el cubo y por este el huso, que va á pa-
rar con su punta al tejuelo de un cuadro de
madera de nogal muy liso y sujeto con unos
cordeles amarrados á unos hierros, que están
en los esquinazos del cubo; de manera que á
impulso de la barra da una vuelta el husillo,
entra su punta- en el tejuelo, y baja el cuadro
para verificar la presión sobre el cuerpo, que
debe encontrar debajo.
Este cuerpo en la parte inferior está dis-
puesto de tal modo, que mas ahajo é indepen-
diente de todo esto, hay otro madero colocado
en la misma disposición que el que hemos
llamado somero , por el que se empieza á ar-
mar la prensa y en el que descansa un cuadri-
longo, que se llama escalera, compuesto de dos
listones de madera gordos y anchos con otros
dos que cierran , y entre 1 los que anda un ta-
blón adelante y atrás para que no se vaya ni
a un lado ni á otro; á estos listones, conside-
rados horizontalmentc, se hallan asegurados
con ocho tornillos embutidos otros dos de
"erro mi 8 ec llaman batidas , poV encima de
m tmisi toa \u Utnbnm (Jípate m ü
tablón, descansando el otro estremo de la es-
calera en un caballete. En. la parle anterior
de esla hay una anilla donde se asegura con
na nudo un pedazo de maroma de una vara,
que se llama vaca, metiéndose por un aguje-
ro qne tiene el tablón en la misma parte; que
sirve para detenerle después de hacer los ti-
ros. En ni mismo agujero se pone otro pedazo
de maroma con un nudo, que va debajo de
dicho tablón y rodeándose al rodete, que cita-
remos después, viene á parar á otro agujero
que Heno el tablón en la parte posterior. Éste
cordel sirve, para dar impulso y hacer andar el
tablón con lodo, lo que se coloque encima, cu-
yo movimiento se efectúa por medio del ro-
dete; que es un madero torneado_con un ci-
lindro de hierro que le atraviesa y sujeto con
unos •tornillos á los listones de la escalera,
saliendo afuera una cigüeña con su corres-
pondiente manija, que hace dar vueltas al ro-
dete y por lo tanto da movimiento al tablón.
Encima de este se coloca" el cofre , que
es un cuadrilongo formado de cuatro listones
de hierro y otro cabecero en la parte poste-
rior de álamo negro adonde están clavadas dos
medias vi sagras, que encajan cu las qne tiene
un listón cabecero de otro cuadrilongo, lla-
mado tímpano, unido al cofre por estas vísa-
gras. A la parte opuesta á la que se halla uni-
da al tímpano con el cofre hay otras visagras,
que encajan en otras medias , que tiene un
cuadrado igual al tímpano, que se llama fras-
queta, con unas varillas de hierro, que for-
man una cruz, con una chapa de hierro. en tín
lado. Encima de la frasqueta se colocan unas
bayetas y para sujetarlas se pone dentro del
tímpano otro cuadrilongo, que encaja justa-
mente en el tímpano, teniendo sus dos estre-
ñios amarrados por un lado con unos goznes
y por otro con un pasador, á lo qtíe se llama
timpanillo.
Encima del cofre Ee pone una piedra de
mármol muy lisa, donde se sienta el molde, y
en sus' esquinazos hay clavadas dos cantoneras
de álamo negro mas altas que la piedra, donde
se asegura y encaja la rama, que es uu cerco
de hierro para ceñir el molde apretándole cou
doce tornillos, colocando antes unos coronde-
les de hierro arrimados á la imposición de ma-
dera qne osla amparando las planas.
En el tímpano hay enmedio de el unas pie-
zas de hoja de lata con unas puntas de hierro,
que se llaman punturas, donde se clava el
pliego que se hade imprimir: la cubierta déla
frasqueta se arregla de tal modo que echada
encima riel tímpano deje solo en blanco el pa-
pel donde se desee quede la impresión.
Operaciones de! prensista. La operación
del prensista esta reducida á tomar el pliego
de los que tenga en el tablón, y colocándole
sobre el tímpano clávale en las punturas ya
dichas. Hecho esto, vuelve la frasqueta sobre
ei pliego i el ttmttancr Con pliego y frasqueta
m tm <s Ü msltU saltando las jHirtfuws etl
9fl3
TIPOGRAFIA.
264
el crucero de la rama; dando una vuelta á la
manija, que dirige el rodete, el cofre con mol-
de, tímpano y frasqueta, entra entre Irs pier-
nas de la prensa y debajo del cuadro; en este
caso, elprensista con la mano derecha toma el
mango de hbarra y tirando de ella velozmen-
te nace bajar el husillo, con cuyo impulso la
punta de éste entra en el tejuelo y apretando
el cuadro por una ó das veces, queda impreso
el molde en el blanco, que dijimos dejaba la
frasqueta: se da otra vuelta al rodete en direc-
ción contraria á la anterior, y luego que ha
salido el cofre, se levanta la frasqueta por me-
dio déla chapa de quien hablamos, y volvién-
dola hasta que encuentre un punto de apoyo
se. saca el pliego del tímpano y se coloca al la-
do de los que no están impresos, lo que forma
la operación del prensista.
Como estos no son unos elementos ni una
Instrucción práctica de la imprenta, liemos
omitido los diversos preceptos que constituyen
el arte perfeccionando el producto y dando
mas utilidad, omitiendo por lo mismo la diver-
sidad de imprimir en seda, pergamino, con tin-
ta encarnada, etc. -
Como para redactar estos apuntes hemos
hecho varias investigaciones y reunido algu-
nos datos, citamos con elogio un papelito inti-
tulado: Mecánica aplicada ai arle de la im-
prenta, en el que se tratará con toda estén-
sion todo género de prensas, siguiendo los lu-
minosos principios delires. Sanzy Detancourt;
mas á pesar de esto citaremos las mas esencia-
les en e! momento.
La prensa de Mrj Haas se asemeja mucho
su rosca á los balancines, y se observa que la
presión es mas vigorosa que en el método or-
dinario.
La de Mr. Anisson tiene un mecanismo de-
masiado largo, su rosca es!á cortada de un ci-
lindro de acero, de la longitudide las roscas
ordinarias, y el problema que Mr. Anisson se
propuso resolver, ha sido el imprimir de un
solo golpe por ambos lados.
En la prensa de Mr. Pierres la presión se
hace tomando por purtto de apoyo una báscu-
la, que hay en el costado de las gemelas que se
vuelve á levantar por la acción de las ge-
melas.
El objeto de la prensa de Mr. Prosser ha
sido obtener mas elasticidad y que no trabaje
tanto el pape!.
En la prensa de Mr. líidley se reemplaza la
rosca con una barra perpendicular de acero
terminando en un cono metido en un quicio
puesto sobre la plancheta; la presión se obtie-
ne por un eje horizontal que pasa las dos geme-
las de la prensa, al que se atan tres cadenas,
dos que sirven para hacer bajar la barra de
acero y la plancha, y la tercera para relevar á
estas.
la prensa de Mr. Clymer, á que su autorha
dado el nombre de colümbian press, tiene mu-
cha analogía con la de Mr. Ridley: en la una y
la otra no hay rosca, reemplazándola una pa-
lanca compuesta, que, produce la presión, y
uua barra armada de un contrapeso sostiene la
plancha luego que el hombre deja do ser mo-
tor, teniendo las ventajas mas apreciables y las
propiedades de una buena prensa.
Todas estas son de hierro colado ó forjailo.
Mr. Earnet, cónsul de los Estados Unidos en
I'aris, publicó un folleto en el que da noti<;ia
de las prensas que existen, de sus ventajas, etc.,
autentizado todo con los nombres de profeso-
fes respetables. Mr. Didot en un informe que
eslendió sobre prensas, dice, hablando de la
de Mr. Clymer, que una prensa que présenla la
misma solidez que las de lord Stanhope, y en
que pueden tirar formas de cualquier carácter,
debe ser preferida.
Las prensas de vapor presentan si ventajas
considerabilísimas, pero ofrecen la misma difi-
cultad que todas las de cilindro, á saber: es-
tropearse mucho la letra, quedando inservible
después de una larga lirada, por cuya razón so-
lo podrán continuar en Inglaterra donde la le-,
tra es mucho mas fuerte que en España, donde
ya se ha esperimenlado lo que acabo de in-
dicar.
La parte técnica de la imprenta propende i
mejorarse, principalmente en lo relativo á las
prensas, cuyos diversos sistemas han cambiado
'de tal modo de forma que ya no hay una solí
pieza en las máquinas nuevas que tenga la me-
nor analogía con la prensa de Gutemberg.
Las máquinas para componer las letras,
que debían sustituir á la mano del cajista, no
han tenido hasta ahora éxito ninguno, á pesar
do todo lo que los sistemas nuevos ofrecen
de ingenioso. Se puede asegurar quelacomp-
sicion nunca será ventajosamente ejecutada
por la mecánica, y en cuanto á la distribución
mecánica se mira como .imposible por los ope-
rarios.
Las numerosas transformaciones de las pren-
sas de imprimir, han sido mas bien un motivo
de ruina para los impresores. Las unas tienen
por principio la fuerza, como en la prensa
Stanhope, y las otras la palanca, como en la
prensa Clymer, y en otras, el plano inclinado
Inicia arriba o hácia abajo, como en la prensa
Frapie. Estas diversas combinaciones se mocii-
ücan al infinito: en las linas la palanca está
quebrada, articulada, y adapta una forma seme-
jante á la de la rodilla: las hay en que el con-
trapeso y la palanca (pie sirven para levantar
la platina, se hallan felizmente reemplazadas
por la reacción de cierto resorte, y de esta
clase es la prensa llamada Albion, imitada
después en la prensa Gutembergesa. Otras mas
complicadas entintan á la vez las formas con
rodillos que hace mover el mismo obrero que
da la presión, tal es la prensa Ilopkinson. Hay
oirás, en fin, como la prensa de Frapié en la
que no es la platina la que b;ija, sino el már-
mol que para dar la presión es levantado con-
tra la platina, que permanece inmóvil, efe.
TIPOGRAFIA— TISIS
26G
Las prensas mecánicas, ya sean de cilin-
dro, con reacción ó sin ella, ya sean do plati-
na 'varían al infinito y son generalmente co-
nucidas con el nombre del mecánico que las
l¡a construido, como Gi rondel, Gavaux, Lenor-
mand y otros muchos. Han introducido en sus
prensas, sobre todo en las de Dutartre y Le-
uormand, mejoras tales que han llamado mu-
cho la atención en las últimas esposiciones
déla industria francesa. ■
El bello descubrimiento de las máquinas
de imprimir lia librado á la impresión de todo
lo que esta parte mecánica de la profesión te-
nia de penoso ó repugnante. l.° La fatiga de
los brazos para tirar de la palanca de la pren-
sa, distribuir la tinta en las balas y tocar á las
formas para dar tinta á los caracteres. 2.° La
molestia xde la preparación y sostenimiento de
las balas de lana cubiertas de piel de perro,
las que solo daban una impresión perfecta,
cuando esta piel se hallaba casi en estado de
putrefacción. El antiguo uso de estas balas se
ha reemplazado con gran ventaja de los obre-
ros con rodillos hechos de cola ó gelatina y
melaza cuya proporción -varia según los gra-
dos de la temperatura atmosférica que hace á
veces necesario el cambio en un mismo dia de
los rodillos.
TIPULA. [Historia natural.) Género de díp-
teros de la familia de los nemóceros cuyos ca-
racteres son: prolongación de la cabeza bas •
íante larga y angosta; frente plana; los tres
primeros artejos de los palpos algo clavífor-
mes, el cuarto largo y flexible; antenas filifor-
mes, casi setáceas y de trece artejos: el 1.°
largo y cilindrico, y el 2." pequeño y ciaüfor-
me, los diez siguientes cilindricos y guarne-
cidos de sedas en su base, y el 13,° delgado y
oblongo; alas separadas; cinco celdillas pos-
teriores y la segunda peeiolada.
Las hembras ponen en ¡as margas general-
nenie sus huevos, que son duros, de un ne-
gro brillante y de figura oblonga y un poco
curva á manera de media luna. Las Jarras pa-
recen gusanillos cenicientos, largos y cilin-
dricos, aunque algo adelgazados por sus dos
esfremidades. La cabeza es pequeña, escamosa
■y susceptible de esconderse en el anillo in-
mediato. En el estado perfecto se parecen á
los mosquitos en sus formas pero no en sus
costumbres. No son nocivos; y en el estado de
larvas únicamente so alimenlan de tierra, por
lo que solo dañan los sembrados cuando son
muchos porque entonces aislan las raices de
las plantas. Tenemos, por ejemplo, la típula
de los prados [típula olerácea de Lin.)
TIRANO. {Historia natural'.) Género de aves
do) orden de los páseres y de la familia de los
denlirostres. Sus caracteres son: pico largo,
robusto, guarnecido de sedas en su base y de-
primido en toda su longitud; la mandíbula
superior convexa, escotada y ganchuda en la
punta; la inferior recia; las ventanas de la na-
n* básales, redondas y abiertas;' . los tarsos
muy robustos y anillados; las alas regulares,
siendo la primera, segunda y tercera remera
las mas largas; cola de forma variable.
¡ Todas las especies de este género son pro-
pias de América; son pendencieras y poco, so-
ciables y se alimentan de insectos, reptiles y
pajarillos. . '
TISANUROS. (Historia natural.) Orden de
Insectos caracterizado por carecer de meta-
morfosis y de alas; su abdomen está guarne-
cido de falsas patas ó apéndices propios para
el salto; tienen tres pares de patas torácicas,
y contienen dos familias, la de los lepisme-
nos y le de los podurelos.
TISIS. {Medicina.) Una estenuacion ó con-
suncion.de todo el cuerpo con calentura lenta,
tos, dispnea y espeeloracion purulenta es lo
que se llama tisis.
Se divide en pulmonar y traqueal ó la-
ríngea.
En la pulmonar el principal órgano afec-
tado es el pulmón, y en la traqueal ó laríngea,
la tráquea ó laringe.
Puede dividirse también la tisis en escro-
fulosa ó tuberculosa, carcinomaiosa, hemop-
toica, hemorroidal 6 clorótica, escorbútica, si-
filítica, reumática ó artrítica, metastálica, vó-
mica y ulcerosa.
Se consideran en esta enfermedad tres pe-
ríodos. El primero es aquel en que se mani-
fiesta la predisposición á ella, presentándose-
esta de tres distinos modos ó formas. La pri-
mera forma se manifiesta con entorpecimiento
ó inercia en todo el cuerpo, dolor gravativo
de cabeza y pecho; laxitud en los músculos
de esta cavidad; mucha facilidad en acatarrar-
se con difícil espectoracion; tos violenta re-
petida mayormente, al andar ó bebiendo agua
fria; somnolencia y supresión de algún flujo
habitual como el deuu cauterio, sedal, úlcera,
flujo blanco, etc. La segunda con una consti-
tución muy irritable, sensible ó espasmódica;
conformación viciosa de la cavidad del pecho
asi hereditaria como accidentalmente adquirida;
mucha tristeza; falta de respiración al menor
movimiento; fácil iracundia; propensión á la
venus; inconstancia en el modo de pensar;
dolores vagos en las plantas dejos pies ó en
las palmas de las manos; esputos de saugre;
epistaxis; voracidad sin aumento de nutrición;
mucha afición al estudio, etc. La tercera con
un estado de la constitución enteramente opues-
to al precedente, sensibilidad apagada, apatía,
disposición á las escrófulas ó al escorbulo; es-
pectoracion abundante por' la mañana con sa-
bor salado, falta de apetito, postración de áni-
mo, tos incómoda y endurecimiento de las
glándulas del cuello.
En el segundo periodo se "declara la tisis
moviéndose una tos particular diferente de la
catarral mas de noche que de dia y que au-
menta poco á poco en intensidad; cosquilleo
en la laringe y tráquea; vigilias perli naces
que acrecen el movimiento febril; respiración
267
nsis
308
muy difícil; mutación de la voz qué" se vuelve
ronca ú débil y poco sonora; suma inapeten-
cia; dolor gravativo ea el estómago y vómitos
repetidos después de haber comido; una ca-
lenturilla lenta que aumenta por las tardes non
calofríos al principiar el recargo; calorinten-
so, pénense encendidas las megiltas y enfla-
quece gradualmente el cuerpo.
En el tercer periodo, que es el de conflr-
macioo, el pulso es pequeño, muy frecuente
y alguna vez un poco duro; .hay un calor bée-
tico por toda la superficie del cuerpo con cier-
ta acritud que se percibe al tomar el pulso del
paciente: mientras dura la exacerbación febril
está muy molestado el enfermo de^ la tos y
dilicultad de respirar con gran opresión en
el pecho; ¡as noches las pasa con mucha in-
quietud, durmiendo tan solo un poco sosega-
damente por las mañanas; no pierde nunca
la esperanza de curar, proyectando viages ha-
lagüeños para emprenderlos luego que se vea
restablecido; alternan los dolores colicuativos
de noche al , amanecer con la diarrea igual-
mente colicuativa, de modo que cuando cesa
esta entran aquellos y lo mismo viceversa;
arroja con mas ó menos dificultad un esputo
purulento ó globuloso, aveces salado y otras
dulce; las pies se le ponen edematosos; la
lengua y boca encarnadas y aftosas; van fal-
tando las fuerzas para la espectoracion; la
respiración se vuelve sihilosa ó estertorosa;
entra el delirio, vienen las. lipotimias,, la cara
se pone hipocrátíca, y, por último, acaba sus
dias el enfermo.
En la tisis tuberculosa se manifiesta la diá-
tesis escrofulosa habiendo padecido de ante-
mano el enfermo algunas afecciones de esta
naturaleza, con una tos seca é impertinente al
principio que después se vuelve mucosa y á
ia que se agregan todos los síntomas análogos
á las escrófulas. Es esta tisis la que comun-
mente reina en los pueblos donde predomina
dicho vicio, presentándose regularmente desde
la edad de diez y seis años hasta los treinta y
seis; sin embargo, de que no lian dejado de
ocurrir ejemplos de haberse manifestado mu-
cho antes de la pubertad.
En la carcinomatosa, habiéndose puesto
escirrosas las glándulas pulmonales, hay do-
lores lancinantes en el pecho, presentándose
al mismo tiempo ia diátesis de dicho nombre
por todo el cuerpo, particularmente en el sis-
tenia glandular, y arrojando el enfermo por
esputo una materia lardosa fétida. Esta espe-
cie de lísis es muy común entre las mugeres
al cesarles la menstruación, y también después
de haber sufrido por el vicio canceroso algu-
na operación quirúrgica, como la operación de
un pecho escirrado, etc.
En la tisis hemoptóica precede ia hemopti-
sis, ó la epistaxis, ó la supresión de algún
otro flujo habitual como el ménstruo, ■hemor-
roidal ó loquial. Aparecen en ella síntomas
tie plenitud sanguínea general ó parcial del
pecho, como pulso duro y lleno, mucho ca
lor por todo el cuerpo, dispnea, opresioa en
la cavidad torácica can dolor pungitivo en los
costados de la misma, rubicundez en las megi-
liad, oriua encendida, etc. Esta especie de ti-
sis suele sobrevenir desde la edad de quince á
veinte y cinco años, y cmmto mas jóvenes-el
enfermo tanto mas rápido es su curso. Tam-
bién se presenta alguna vez en edad mas avan-
zada por !a supresión del flujo hemorroidal,
mas no es osla muy común.
La lísis escorbútica va acompañada de esta
diátesis: ios esputos son siempre sanguinolen-
tos, negruzcos y fétidos, !a calentura afecta
un carácter decididamente adinámico, y ataca
á todas edades.
La tisis reumática ó artrítica suelen pade-
cerla aquellos que han sido muy molestados por
dolores reumáticos ó artríticos, si al propio
tiempo es escrofulosa su constitución, ó son muy
propensos á los catarros. Se ve que hay fre-
cuente espnlsion por esputo de pequeñas con-
creciones calculosas. Esta tisis suelo padecer-
se en una edad mas avanzada que la de otras
especies. "
La tisis metastá tica -ataca á aquellas perso-
nas que padeciendo una enfermedad cutánea,
hermética ó de otra especie, ó una fluxión se-
rosa ó purulenta habitual, ó un flujo de sudor
en los pies, se desvanece repentinamente el
elemento morboso cutáneo ó el humor iluxio-
nario, dirigiéndose al interior del pecho para
determinar la tisis.
La tisis sifilítica es la procedente del mal
venéreo, existiendo, sin embargo, de antema-
ño disposición escrofulosa ó caquéctica en el
paciente para producir esta lísis.
La tisis por vómica va precedida ,de alguna
inflamación aguda ó crónica del pulmón ú de
los bronquios, de catarros inflamatorios ó fie-
bres eruptivas graves mal terminadas ú otra
irritación constante que ha producido óú di-
chas partes una inflamación terminada por su-
puración. Ya acompañada de mucha sofoca-
ción ¿.inquietud y de tos seca, hasta que rom-
piéndose el pequeño saquilo que contiene la
materja purulenta, que es lo que forma la vó-
mica, se la espectora en abundancia, vienen
las lipotimias, y si no se consigue arrojarlo ó
sofoca repentinamente al enfermo ó se derra-
ma en el interior de la cavidad del pecho for-
mando un empieraa.
La ulcerosa es el último término de todas
las citadas tisis en las que se han formado úl-
ceras en los pulmones, manifestándose los
síntomas del tercer periodo de la tisis.
La lísis pulmonar sé distingue déla larin-
geaó traqueal, porque en aquella los síntomas
mas gravosos de dolor y opresión del pecho
nacen del interior de esta cavidad, y en la tra-
queal se nota desde sus principios un estado
affoso y Uogislico en la cámara posterior de la
boca, fijándose la irritación en las fauces; la
! itiá es roQoa ó afónica desde el principio) y W
969
. TISIS
270
los continua con poco ó ningun esputo, pu-
diondo estar sellado el enfermo de todos lados
sin opresión ni peso en el pecho.
La duración de la tisis es varia, pues en
los jóvenes es mas corta que en los de edad
avanzada, citándose casos de haberse prolon-
garlo durante largos'años en estos últimos.
No se ven en la práctica las lísis que aca-
llamos de describir con solo los sintonías pro-
pios de cada uña de ellas, porque se mezclan
yse confunden frecuentemente los ele una es-
pecie con los de otra; del mismo modo que su-
cede con los que hemos indicado para cada pe-
riodo, presentándose á reces ios del segundo
en el tercero, y apareciendo en otros casos los
de este en el segundo.
En los cadáveres de los tisicos, hecha su
autopsia, se encuentran las siguientes modifi-
caciones: adhesiones de la pleura con los pul-
mones y de estos entre st en varios puntos;
derrames purulentos, sanguíneos, mezclados
á v,eces con alguna sustancia gaseosa dentro
de la cavidad del pecho, y en algunos cadáve-
res so han observado también on los ventrícu-
los del cerebro y canal vertebra!; el pulmón
ulcerado, saliendo pus á Sa mas mínima pun-
tura que se haga en él, y en muchos están
consumidos uno ó mas de sus lóbulos, que-
dando solo de ellos un ligero vestigio, un hu-
mor purulento, fétido, de varios colores y di-
versa consistencia en su superficie, y los va-
sos sanguíneos de dicha cavidad en algunas
ocasiones enteramente vacíos.
En la lísis escrofulosa aparecen unos cuer-
pos redondos, duros, trasparentes , mayores ó
menores en los pulmones ó pleura, y mas en
el derecho que en el izquierdo, los cuales pre-
sentan varias formas como la cistica, lahidati-
dosa, tuberculosa, cartilaginosa ó verrucosa,
de varios colores y entretejidos de toda. clase
de vasos, cuerpos que se conocen con el nonu
bre de tubérculos. Los mismos vestigios escro-
fulosos se hallan también en las visceras ab-
dominales. Los huetos de los tísicos de esta
clase son mas blandos y se ha encontrado al-
guna vez aneurismada la aorta.
En la tisis carcinomatosa se manifiestan los
vestigios dé este vicio, no solo en el pulmón,
sino también en otras partes del cuerpo.
En la hemoploica se hallan el corazón y los
pulmones abultados con varicosidades y livi-
dez en varios puntos, derrames sanguíneos y
manchas azuladas en diferentes U'micas de las
visceras del pecho y abdomen.
En la escorbútica! se observan en todo el
cuerpo varias desorganizaciones procedentes
del estado 'do disolución general que ocasiona
este vicio.
En la sifilítica se ven comunmente caria-
dos el esternón y los cartílagos de la laringe
Y traquea, úlceras corrosivas y saniosas en los
pulmones , derrames serosos en los mis-
mos, etc.
En la, mef asiática, según la observación de :
varios pi'ácii eos, bg han bailado en, los pulmo-
nes algunos restos de la enfermedad rfctroeéT
dida que ocasionó esta especie de tisis, como
por ejemplo, en la procedente de la leche des-
viada y abocada al pecho, pero aunque se di-
ce que se encontró este humor en dicha visce-
ra , probablemente no seria verdadera le-
che, sino pus ó humor puriforme parecido á
ella.
En la tisis artrítica se hallan las glándulas
bronquiales y traqueales duras y llenas de to-
fos calcáreos, lo mismo se observa en la sus-
tancia pulmonar, en las válvulas del corazón,
en la aorta y en la arteria pulmonar, osifica-
dos los cartílagos de la tráquea con otras alte-
raciones en varios puntos del cuerpo produci-
das por el mismo vicio gotoso.
Un la tisis por vómica se ven grandes
abscesos y úlceras en el pulmón, mucho der-
rame purulento, destrozos de las membranas
de los quistes, etc.
Entre las causas predisponentes, la princi-
pal es la hereditaria. La talla alfa y el repen-
tino y prematuro crecimiento, la delgadez del
cuerpo, ¡a piel blanca, tina y descolorida, la
cara pálida con alguna rubicundez a manera
de mancha eñ los pómulos, el cuello largo y
demás organización propensa á la homopfisis,
el ingenio precoz, la caquexia escrofulosa, ar-
trítica, etc., el ser hijo de padres caquécticos
ó atrofíeos, el clima húmedo, frió é inconse-
cuente en la temperatura, el vivir en ciudades
populosas y de mucho lujo, los países maríti-
mos y bajos, ta ociosidad, etc., etc., son tam-
bién causas predisponentes de esta desastrosa
enfermedad.
La determinan las largas vigilias, los ejer-
cicios violentos á pie y é caballo, el poco abri-
go, las bebidas frías estando el cuerpo sudado,
todo error dietético , toda especie de pasiones
de ánimo, las liebres intermitentes y las erup-
tivas precedidas, é igualmente las infamacio-
nes pneuraónicas, pleuriíicas , etc., el ona-
nismo, el coito inmoderado, y principalmente
el prematuro, el abuso dé purgantes drásticos,
el vicio sifilítico, el eareinomatoso, etc., !a lac-
tancia, la entrada de cuerpos cstraños en Ja
tráquea y los pulmones, las compresiones so-
bre-el pecho y las malas posiciones del" cuer-
po, los ejercicios violentos del canto, de reci-
tación, de instrumentos músicos de viculo, el
bracear mucho y demás esfuerzos violentos.
La causa próxima de esta terrible enferme-
dad es todavía desconocida. -
Se duda si es ó no contagiosa. Tarece que
no lo es tanto como las demás fiebres de con-
tagio, pero con todo llegando al tercer grado
es muy prudente tomar algunas precauciones
para que no se rocen mucho ó por largo tiem-
po con el 'enfermo mayormente aquellos que
tienen la, salud quebrantada, pues en la prác-
tica se citan varios casos que hacen sospechar
con cierto fundamento et carácter contagioso
de la tisis, bien qne no tan general ni tan ac-
TISIS
272
tivo como lo tienen otras muchas enfermeda-
des evidentemente contagiosas.
En punió- al diagnostico siempre que se
sospeche la existencia de esta enfermedad, de-
bemos examinaren su principio eon todo cui-
dado los síntomas y las cansas, comparando
aquellos con estas, para no equivocar la pre-
disposición tlsi ca con una clorosis, hipocondría,
afección espasmódica vaga, etc.
La percusión en el pedio para dislínguir
la tisis tuberculosa no deja de dar alguna luz,
pues da un sonido oscuro o mate distinto del
natural. El estetóscopo de Laennec y el pnl-
mómatro de Keltisch son instrumentos que en
la práctica están espuestos á muchas equivo-
caciones^ tratando de conocer esclusivanienle
por ellos el estado de vacuidad 6 de plenitud del
interior del pecho. Nádanos ilustra tanlo para
conocer esla especie de tisis como el ver que
domina en el enfermo la dialesis tísica, sea
qne esta se presente en el estertor ó que la
presumamos en el interior por las señales ra-
cionales evidentes de la misma. Ademas do
esto el estado de opresión del pecho y la so-
focación eon una tos seca y muy continua nos
dan á conocer por si solas el eslado tuberculo-
so del pulmón, y mas cuando rompiéndose los
tubérculos supurados se vuelve la ios húmeda
con una espectoracion purulenta continua.
La tisis artrítica no debe confundirse con
el asma, ni con la los espasmúdica, ni con los
vicios orgánicos del corazón, pues en estas
enfermedades no se presenta la calentura héc-
tic'a que hemos dicho ocurre en la tisis.
En ,1a carcinonialósa se notan las señales de
la dialesis cancerosa y se distinguen fácilmen-
te los síntomas propios de esta diátesis.
„En la tisis hemoptóica ha precedido la he-
moptisis ó la supresión de algún flujo sanguí-
neo, y es preciso no confundirla con alguna de
las afecciones de las visceras abdominales que
simpáticamente á veces irritan el pecho, sien-
do por lo. mismo muy útil el informarnos si
los lia padecido el enfermo.
La escorbútica y la melastática se conocen
por el estado anamnéstico del enfermo y porlos
sinfonías que se presentan, los cuales no per-
miten dudar de la existencia de estos dos ma-
les que líayan dado lugar á la producción de
la tisis.
- En la tisis producida por una vómica, an-
tes de que esta se rompa hay una gran sofo-
cación y respiración muy difícil, luego de
romperse se espulsa del pecho gran canlidad
de la materia purulenta, eon pedazos del quis-
te ó paredes que formaban la vómica; quedan-
do el enfermo por algún tiempo eon mas ó
menos tranquilidad después de haber arrojado
(odo el pus acumulado cu los pulmones, hasla
la formación de otra vómica déla misma natu-
raleza, que sea motivo de que le moleslen de
nuevo los mismos sintonías que experimentó
con la anterior, y asi sucesivamente otras mu-
chas mientras el paciente las vaya tolerando;
por lo que se ve que esta tisis sigue su curso
con unos ataques intermitentes que poco á po-
co van acabando con la existencia del enfermo.
En todas las especies de tisis suele notarse
alguna remisión de la calentura de cuando ca
cuando. y escalofríos-, principalmente á la en-
trada de la noche, por cuya razón se lian cu-
ganado muchos lomando las tisis por calentu-
ras intermitentes, en lo que es preciso poner
sumo cuidado, para no equivocar el pronósti-
co y esponerse á perder el concepto faciiU
tativo. ,
•. Es difícil distinguir á veces el verdadero
pus del humor pm ieniulo, pues todos los ca.
sayos físico-químicos que se han hecho para
esta distinción son equívocos; porque el pre-
cipitarse al fondo de un vaso lleno de aguad
humor, su color blanco de leche, el mal olor
que despide al quemarlo, el concretarse coa
el aceite de tártaro y el ir mezclado con k
sangre, puede verificarse todo esto en mi hu-
mor mucoso de mala calidad.
Las calenturas liéclicas procedentes de su-
puraciones del hígado, ríñones, intestinos y
otros órganos del cuerpo, no deben confundir-
se con la tisis, porque esla es una enfermedad
sui géneris distinta enteramente de las predi-
chas por mas que la remeden. •
En el primer periodo puede curarse algu-
na vez la tisis; en el segundo es ya difícil su
curación, y en ni tercero casi ó del todo ídi-
posible, sobretodo al íln de ella.
La tisis hereditaria es la mas temible üe
todas.
La escorbútica, la escrofulosa y lacarciuo-
maíosa se vencen laminen con muchísima di-
ficultad.
La artrítica ó reumática suelen ser de larga
duración como no se hagan agudas.
Lahemoplóíca, la metastáticay la que vie-
ne por vómica, como no vayan acompañadas
de una diátesis tísica muy marcada, se consi-
gue alguna vea curarlas, Mu embargo, de que
dejan siempre noa predisposición á renovarse
Generalmente hablando siempre que acom-
paña á la tisis una organización favorable á su
producción hay poco que confiar en los reme-
dios; pero dependiendo de una causa acciden-
tal, con el buen régimen dietético y fanija-
céutíco apropiado á las causas que la hayan
originado, puede obtenerse alguna vez su cu-
ración, como no haya llegado al último perio-
do en que sea ya una tisis desesperada.
Cuando la tisis de crónica se hace aguda,
si entra el enfermo cu delirio quedan péididas
ya todas las esperanzas de poderse esle salvar,
Para conseguir la curación "es picciso in-
dagar con mucha solicitud las cansas y sinto-
nías de la .tisis en su primer periodo, para lo-
mar las indicaciones convenientes, sin dejir
pasar la ocasión oportuna que se présenla en
aquel, única tal vez para poder esperar un
buen resultado de los indicados. En dicho pe-
riodo es cuando se deben remover lorias las
273
TISIS
274
causas que hayan dudo lugar ó sostengan la
indisposición física del enfermo, y mandar á
este que observe severamente un buen régi-
men dietético, encargándole que evite el cons-
tiparse guardándose de pasar repentinamente
de un aire frió á otro caliente y viceversa, que
no liaga ejercicios violentos,, «pie se pasee sin
fatigarse demasiado cuando la atmosfera esté
ipjifita y templada i que, no viva en aposentos
muy cerrados ó de mucho concurso, llenos-de
humo ó vapores; que no bracee mucho, ni can-
te, ni levante demasiado la voz, ni toque nin-
gún instrumento de viento; que se abstenga de
bebidas espirituosas, de las reiformes, como el
té, café y demás, y asimismo de alimentos
indigestos, picantes ó salados ; ,qu.e no supri-
ma el sudor de los pies poniéndolos descalzos
sobre los ladrillos; que evite las pasiones de
ánimo violentas y contristantes, y que guarde
en todo las demás reglas higiénicas.
Pero la medicina mas á propósito en el pri-
mer periodo de esta insidiosa enfermedad es
!a lüetaSiiicriüca; como el mudar de aires y de
aguas, mayormente si la ha contraído el en-
fermo en un clima frío y húmedo, pasar á otro
seco y templado; el ejercicio moderado- del
cuerpo á pie ó á caballo, tanto mas si la vida
ociosa ha contribuido a la disposición tísica
del paciente; la rusticación; los viages por mar
Jante con la distracción de los negocios' case-
ros que abruman el entendimiento,- y todo
cuanto puede contribuir á la tranquilidad de!
espíritu. Es estala medicina que ha producido
mas ventajas que otra ninguna teniendo pro-
porción de poderla emprender el enfermo en
diclio primer periodo; pues pasado este, en los
mas dé los casos se hace ya superfina.
En la tisis hemoptóica ó por efecto de la
supresión de algún flujo sanguíneo en la que
se ve marcado él carácter II ogistieo, las eva-
cuaciones sanguíneas generales y locales son
el principal remedio en su origen, porque des-
pués cuando lia sobrevenido una terminación
por supuración, escirroSa ó de otra especie de
dicho estado flogislico son mas perniciosas
que favorables las citadas evacuaciones. Mas no
siempre deben ser copiosas, sino cortas y re-
petidas de cuando en' cuando, coadyuvando á
las mismas ios demás medios antiflogísticos
como los atemperantes, los alimentos poco
sustanciosos y en corta cantidad, mantenién-
dose el cuerpo por largo tiempo con este pian
curativo debilitante. Muchos jóvenes acometi-
dos de esta especie de tisis "se han libertado
poco á poco de ella guardando rigurosamente
una dieta láctea, principiándola con la leche
unida al agua de cebada, hasta llegar poco . á
poco por grados á Bebería pura; no pasando
a los alimentos de mas sustancia hasta al cabo
de largo tiempo, y absteniéndose sobretodo
de cuaido pueda enardecer el cuerpo y el es-
píritu.
En la tisis escrofulosa, no manifestándose
61 su principio con un carácter irritativo, con-
¿187 ¡JILILIOTUCA I'CHMILAII.
■ vendrá aquellos-remedios que se recomiendan
en el vicio escrofuloso; pero á poco que se
presente la flógosis, como sucede con frecuen-
cia en esta enfermedad, ' mayormente cuando
sigue su curso con alguna rapidez, en este
caso debemos adoptar el plan antiflogístico lo
mismo que en la hemoptóica; valiéndonos tan
solo de los anti-escrofulosos que tengan muy
poca fuerza estimulante como son los coci-
mientos é infusiones de la achicoria, del sa-
raxacum, de la ahónide ó bonagra con un po-
co de la dulcamara ó del nitro, el suero clari-
ficado con un poco del crémor tártaro, la tier-
ra foliada de tártaro, etc., etc. En verano pue-
den ser también conducentes los baños de
agua del mar de corta duración, junto con el
régimen dietético apropiado. Pasado empero
el estado inüamatorio, adelantada que esté ya
la tisis de que tratamos, deberemos desistir
del plan antiflogístico, sirviéndonos de los
anfiescrofulosos unidos con los demulcentes y
lacticinosos, conforme mejor pareciere para
cumplir con la indicación que se presente en
■el enfermó, pues tísico escrofuloso hay que
resiste muy bien el muriato calcáreo, las aguas
alcalinas, los medicamentos jabonosos ú otros
de la misma clase; al paso que otro no podrá
sobrellevarlos sin la unión de ellos .con ¡ale-
che ó con alguna de las féculas del salep, del
liquen, arrowroot, patatas ó alguna otra.
En cuanto al uso de la leche que la han
considerado muchos como uno de los medica-
mentos mas á propósito, no solo para curar
los tísicos, sino para nutrirles también conve-
nientemente, no podemos prescribir una regla
general. Hay naturalezas á las que prueba muy
bien este alimento digiriéndole, perfectamen-
te; al paso que otras le digieren con mucha
dificultad, en lo que se debe poner particular
atención para aconsejaría á los sugetos de las
primeras circunstancias y no permitirla á los
de las' segundas. Lo mismo se debe tener en-
tendido con respecto á la elección de la espe-
cie de leche, si debe ser de mugeí, de burra,
de cabra ó de vaca, á fin de prescribir la que
se acomode mejor á las fuerzas digestivas del
paciente, y !e sea mas grata al mismo tiempo.
Los medicamentos béchicos ó mucilagino-
sos, como los cocimientos del liquen, de la
tapioca, de la fócala del almidón é igualmente
los caldos de víboras, de ranas, de tortuga, de
caracoles, etc., al misino tiempo que son nu-
tritivos, facilitan la espectoracion, y por tanto
podrán ser conducentes mientras no fastidien
ai enfermo, pues en tal caso acarrearían mas
bien daño que provecho. También las mistu-
ras gomosas, íosjámedores ya simples ya mez-
clados con algún calmante son muy útiles al-
guna vez para mitigar la irritación nerviosa
del pecho; no obstante de que debemos ir con
mucho cuidado en no abusar de los opiados,
valiéndonos solamente de ellos en casos de
mucha vigilia, y estando bien seguros de que
p.0 hay ninguna escandescencia en el cuerpo,
T. ¡SXXI». 18
TISIS
276
Los medicamentos balsámicos en casos de
suma flojedad del- pulmón sin nada de llógo-
sis en esta \iscera, como el jarabe del bálsa-
mo del ,Perú, las pildoras balsámicas de Mor-
ton, y otros de esta clase, no dejan de ser muy
útiles para facilitar la salida del esputo al mis-
mo tiempo que promueven la secreción de la
orina, por cuyo" medio, se desvía á la par ta flu-
xión hácia el pecho que tanto incomoda y per-
judica al paciente. Por igual razón se ve que
son muy útiles estos medicamentos en muchos
catarros crónicos, á que están muy sujetos los
■viejos.
El cocimiento de la polígala con la regaliz
es también muy útil para Ionizar el pecho y
suavizarle, no solo al fin de la tisis escrofulo-
sa, sino también en las de otra especie, no-
tándose mucha debilidad en dicha entraña. El
cocimiento de la rab de mecerco con leche no
deja de ser conveniente en casos análogos.
La digital purpúrea. prescrita con modera-
ción, asi en infusión como en polvo, es muy
conveniente en esta tisis y también en la he-
moptoica, artrítica ó reumática y demás, no
solo como sedante del sistema sanguíneo, sino
también del nervioso, en los casos de irrita-
ción en el pecho, favoreciendo al mismo tiem-
po la resolución del eslado flogistico y linfá-
tico que puede haber en él.
.¡En la tisis escorbútica, según sea mas ó
menos exaltada esta diátesis , convendrán ya
los remedios sub-ácidos atemperantes mezcla-
dos con los mucilagiuosos., ya los tónicos qui-
nados, los cocimientos de las bellotas, de la
quasia, rubia y demás tónicos permanentes
mientras pueda el enfermo soportarlos, porque
sucede muchísimas veces en este estado que
se vuelvan nauseabundos ó suprimen la es-
pectoracion poniéndose la respiración difícil y
anhelosa. Cuando esto suceda es lo mejor ate-
nerse á un simple cocimiento ligeramente amar-
go, con una corta dosis dé nn vino seco que
facilite la digestión, siguiendo en todo el mis-
mo régimen que en el escorbuto, valiéndonos
igualmente del plan tónico, siempre que no-
temos en el enfermo un estado adinámico
decidido.
En la curación déla tisis sililítica, no sien-
do muy al principio, rara vez están indicados
los anti-siflltticos mercuriales , á no ser que
bajo meras apariencias ó remedo de' esta tisis
se trate de una calentura procedente de la si lilis
constitucional muy radicada en el cuerpo, en
cuyo caso los mercuriales son á propósito
para combatirla, mas no cuando la tisis es ver-
dadera, producida' secundariamente por el mal
venéreo.
fin la tisis artrítica ó reumática, en su ori-
gen , pueden ser conducentes los polvos ■ de
llower ó la ipecacuana en muy corta dósis, ó
igualmente algún preparado antimonial en pe-
queña cantidad, á fin de promover la traspira-
ción; mas nunca nos valdremos de estos reme-
dios habiendo precedido una hemoptisis ó ha-
llándose el enfermo con una disposición á es-
ta hemorragia. El extractó del acónito y del
beleño, el agua destilada del lanro-ceraso y
demás remedios calmantes, de la afección reu-
mática pueden ser muy útiles en unión con los
demulcentes y lacticinosos , procurando sobre
todo promover la traspiración, mas con los me-
dios higiénicos que con los farmacéuticos, si-
guiendo lasmismas reglas, que se prescriben en
el reumatismo; poro siempre que se notasen
síntomas de irritación Ilogistica no podremos
prescindir de las evacuaciones de sangre, lo
mismo que hemos dicho hablando de la • tisis
escrofulosa.
En la tisis metaslálica , mayormente si el
elemento morboso reconcentrado es de Índole
herpélica, ademas de los épispásticos podrán
ser útiles los baños sulfurosos y también Ids
aguas hepáticas; mas estos remedios deben
ser prescritos muy al principio, pues una vez
constituida en el segundo ó tercer periodo, asi
los baños sulfurosos como los baños de la mis-
ma especie tomados interiormente, determi-
nan mas pronto los sudores colicuativos ó le
diarrea. El creer que dichas aguas son un es-
pecifleo para toda especie de tisis, bajo cuyo
concepto fas aconsejan muchos , es un error
muy clásico, habiendo la esperiencia demos-
trado los funestísimos efeclos qué han surgi-
do de la indiscreción en prescribirlas.
En la tisis carcinomatosa son pocos los re-
cursos del arle;, pues no hay mas que atener-
se á la medicina paliativa calmante, demulcen-
te ó lacticinosa que mejor se acomode á la na-
turaleza del enfermo, para hacerle menos sen-
sibles en cuanto se pueda sus padecimientos
en una tisis tan dolo-rosa.
' En los casos de tisis por vómica han sido
diversos los pareceres de muchos prácticos so-
bre si conviene ó no procurar la rotura do di-
cha vómico. Nosotros somos de parecer que lo
único que puede hacerse en caso , es reblan-
decerla cuanto sea posible por medio de los
emolientes y demulcentes , tomados interior-
mente en unión con algunos balsámicos expec-
torantes, junto con la inspiración délos vapo-
res de la misma especie, para facilitarla aber-
tura de dicho quiste purulento á (In de que lu
naturaleza pueda con menos esfuerzo verificar-
la; mas nunca . se deben emplear los eméticos
paru la consecución de este objeto, por ser
muy propensos á determinar una sofocación
repentina del pulmón.
Algunos prácticos han aconsejado en la li-
sia ulcerosa ó dé nn carácter muy irritativo,
que pasen los enfermos á vivir en Un pesebre
donde estén reunidas- muchas vacas, á fin Je
que inspiren aquel aire, que por ser poco oxi-
genado podrá convenir en algunos tísicos, mas
como remedio paliativo que como radical cura-
tivo. Esta práctica pocas vece¿ ó casi úunca es
provechosa.
La medicina de los gases, en particular la
del cloro que fué muy de moda algunos años
2Í7
TISIS— TITANES
atrás, ¡suele mas bien agravar 'que mejorar á
los enfermos.
lomillos son los remedios empíricos que
lian estado en boga para la Usis, como el agua
de la pez , el fumar las hojas do la belladona,
ó las del estramonio, la inspiración' del vapor
del alazor quemado y otros muchos por medio
de los cuales si alguna vez después de su pres-
cripción ban mejorado algunos tísicos y hasta
lian curado, es muy presumible que la me-
joría procediese de los esfuerzos de la natura-
leza, que no combatía con una verdadera tisis
sino con otra enfermedad que la remedaba,
como sucede' muchísimas veces en algunas
afecciones catarrales crónicas que han sido cla-
sificadas de verdaderas Usis, y que -habiéndo-
se curado espontáneamente se glorian algu-
nos facultativos de haber salido victoriosos de
ellas con cualquier remedio insignificante.
Sobre, todo en la tisis de larga duración en
que afecta al enfermo nn estado de decaimien-
to universal de fuerzas , el pasar á un aire pu-
ro y elástico es lo que mas le conviene, junto
con las aguas ferruginosas naturales que pue-
dan proporcionársele en el sitio donde se halle
con un plan dietético corroborante en toda su
extensión.
I.os medios paliativos como son para con -
tener la diarrea, el diascordio ó la triaca; los
cocimientos de la salvia , el elixir de vitriolo
dnloc ó pequeñas dosis del-acetato de plomo
para reprimir los sudoros colicuativos, deben
administrarse con mucho cuidado no abusan-
do de ellos , á (in de que en ciertos casos no
causen mas daño que provecho si somos de-
masiado oliciosos eusu prosecución.
La medicina profiláctica para librarnos de
las tisis, consiste en un régimen dietético bien
arreglado , pero sobre todo la vida activa es el
medioque mas conduce á dicho objeto, según
lo demuestra la experiencia. Todos los que
lian estado acostumbrados á dicho género de
vida activa si repentinamente pasan á la ocio-
sidad , por poca disposición que tengan á esa
dolencia al momento la contraen. Eso es lo
que suele observarse en los militares que du-
rante el servicio ban tenido que sufrir los tra-
bajos, lasfatigas y penalidades de una guerra;
pues mientras dura el empeño muchísimos ni
siquiera experimentan el menor asomo de ti-
sis , al paso que después de regresados á sus
casas no pocos son victimas de tan terrible en-
fermedad. Mucho puede coutribuir también al
fomento de la tisis el abuso de las bebidas es-
pirituosas que. se ha introducido de bastantes
años a esta parte y que tanto influye en la pro-
ducción de toda clase de inflamaciones" asi
agudas como crónicas;
TITANES. Con este nombre son conocidos
en la mitología griega los hijos de Urano (el
cieto)^ ydeGhé(la tierra.) Después de estas
dos divinidades, materias nacidas del caos y
que encierran' toda la creación , los titanes,
lujos de su amorosa alianza , personifican los
elementos en el sentido de los antigaos (pues
la mayor parte de esos elementos no son ya
reconocidos como tules en nuestros días) , y
los fenómenos físicos deque son rnaruvj lioso •
teatro, según las disposiciones del arquitecto
universal, En efecto, muchos de esos titanos son
Hyperion (el sol), el Océano , Orónos [el tiem-
po) , Rfrea (la naturaleza vivilicada) , Febe (la
luna), Tetis (el mar tranquilo), Brontes , Ste-
ropes, Arges, tres ciclopes, fraguadores .tib-
ios rayos celestes ; Briáreo , uno de los tres
hecatonquiros ó centimanos , imágenes de las
grandes montañas volcánicas. Después de Ja
sangre de Urano, muiilado por Saturno (el
tiempo), su propio hijo, nacieron los gigan-
tes, raza monstruosa de hombres, ciiya exis-
tencia prueba la Biblia, y con ellos Afrodita,
el amor físico, que los latinos llamaron Venus.
Después de la nulidad viril de Urano , su pri-
mer esposo , la Tierra se unió con Pontos, el
universal montón de agua salada llamado mar.
De aquí nacieron cuatro hijos titanes, entre
los cuales se cuenta Nereo , el mar Archipié-
lago.y;Ceto, muger-ballena ó monstruosa co-
mo un cetáceo. De los descendientes de Gbé y
Urano nacieron Vesla (el fuego), Ceres (la vir-
tud nutritiva del humus), Juno (el aire), Hades
ó Pintón (las tinieblas internas del globo), Nep-
tuno (el mar sometido á leyes) , Júpiter (el re-
gulador del universo), y después las tres mil
oceánides, todas ensenadas , radas y golfos
del Océano su padre. En Un, de la descenden-
cia de Ghé y de Pontos t alieron , entre otros
vastagos , la encantadora Iris , con faja de sie-
te colores , arco admirable de los cielos , y
Seila, horrible escollo.. ¿Pero la etimología del
nombre de titanes no jusliQca bastante esa
simbolización de Ja naturaleza? Procede del
hebreo íií (barro) , y por filiación, del griego
titanos (cal, yeso); ademas estos seres pri-
mordiales tienen por madre i Ghé (la tierra)
ó Titea (la arcillosa). Sin embargo, participan-
do también del Cielo , su padre , nacieron de
vez en cuando brillantes ó diáfanos; tales, son
la Luna y el arco Iris; Saturno, á quien la mi-
tología ha hecho pasar por hijo segundo deTi-
tan-llyperion , el padre del Sol ó el Sol mis-
mo , recibió de su madre una guadaña de ace-
ro , con la cual mutiló á Urano , sobre el pe-
cho mismo de su pérfida esposa ; la Tierra;
después se apoderó del reino del universo.
Llevado de su furor, Urano envolvió en su
venganza á todos sus hijos , precipitándolo!:
en el tenebroso Tártaro, y entonces fué, pre-
tenden algunos mitos , cuando les dió el ul-
trajante nombre de titanes (hombres de lodo
y de polvo). Estos dioses gigantes rompen sus
cadenas , hacen la guerra á Saturno, é iban á
destronarlo, cuando Júpiter .su hijo les arroja
los rayos, arma nueva de los ciclopes, titanes
también , pero partidarios suyos , y los hunde
para siempre en la tenebrosa noche , de la
cual no habian salido un momento mas que
para espantar á. la Tierra, su propia madre. 41-
279
TITANES— TOCADOR * „ 280
giraos dicen que Saturno no arrebató -violen-
tamente el trono á sns hermanos, sino que la
soberanía le fué benévolamente cedida por Ti-
tán , con la condición de que haría perecer
todos sus hijos varones , luego que hubiesen
nacido , medio homicida con el cual , el im-
perio del universo había de pasar á la rama
mayor. Conocido es el ardid con que Rhea su
esposa, salvó á Júpiter de la infanticida gar-
ganta de Saturno, que se tragaba á sus re-
cien nacidos : admirable síntoma del tiempo,
que destruye sin piedad sus propias obras. Por
"último , Saturno , Orónos ó el tiempo , en su
furor suspicaz , iba á mutilar á su propio hijo,
cuando éste se anticipólo arrojó deí trono
celeste ala playa itálica, y se sentó en él para
siempre, con el rayo en la mano. Los titanes,
según algunos mitólogos, fueron relegados ¡i
las estremidades de la Hesperia , no lejos del
palacio de la Noche. Tres dinastías se sucedie-
ron, pues en el Olimpo griego: Urano, Satur-
no y Júpiter, tres grandes divisiones ó divi-
nidades cosmogónicas del universo, el Cielo,
el Tiempo, y la Atmósfera que había quedado
estable y nivelada , sobre todo después del
parcial cataclismo del globo. Júpiter ó Zeus
(el fuego y la vida) representa la atmósfera,
cuyo reinado dura desde aquella .época casi
siempre igaal sobre todo lo que respira. La
guadaña con que Saturno ó el tiempo está ar-
mado , y con la que mutiló á su padre el
Cielo , del cual efectivamente ese ser incom-
prensible, misterioso, impalpable, que los
griegos llamaron Chronos , sacó su existencia
despUes de despejado el caos, es ese anonada-
miento futuro cumplido por los siglos y pro-
metido por los profetas al globo : «Los cielos
y la tierra pasarán, dice el hijo del nombre
en el Evangelio , pero mis palabras no pasa-
rán^ Si queremos ver en los lítanos , no tres
dinastías distintas, sino tres religiones análo-
gas , sucediéndose en la pequeña porción del
globo , entonces civilizada, esceptuadas las
Indias , ¿quién no reconocería en aquellos hi-
jos de la Tierra divinizados, esos dioses 1 1c ar-
cilla y yeso , indignación deí cristiano Poliuc-
to? Del cielo alegórico , los titanes descendie-
ron ala tierra, de la cual nabian nacido: rei-
naron allí, según algunos eruditos, 300 años,
bástala emigración de los hebreos en Egipto.
131 Asia Menor y toda Europa hasta el Occidente
les estuvieron sometidas, otros muchos rei-
naron en las Gallas. ífo falla quién pretende
que descendían todos de Comer, hijo de Jafet.
Dio doró cree ([ue nacieron en Creta durante la
juventud de los coretes, maestros de Júpiter.
Alli se hicieron célebres , dice el citado histo-
riador, con descubrimientos útiles á los hom-
bres. Aquellos seres fuertes, de una estatura
elevada, de una civilización salvage, debian1
pasar necesariamente por hijos del Cielo y de
la- Tierra, origen que también les atribuye DÍOr
«Joro. Suidas quiero que ios titanes sean los
yientps furiosas de ios espíritus encerrados en
las cuevas de la tierra; perdonemos á ese ero*
nista su descubrimiento geológico y cabalís-
tico que no tiene alcance alguno.
Llámanse tilánides los descendientes de
los titanes. La Tesalia, entonces trastornada
por un diluvio y terremotos, fué escogida pol-
los poetas para teatro del combate de Júpiler
y de los dioses contra los hijos monslruosos
de la Tierra, á la cual representan como Apo-
lodoro en su Biblioteca, con horrible rostro,
cabellera desmesurada, barba de espantoso
grueso, á veces con cien brazos y piernas á
modo de cola de serpiente. Una prueba de que
ios titanes eran hombres poderosos y no el
producto de las repugnantes uniones amorosas
del Cielo con la Tierra, es que en una piedra
sardónica antigua, uno de ellos está represen-
tado con broquel redondo en el brazo izquier-
do y una piel de león; en otra piedra igual,
otro de los mismos está armado con una maza;
solo una calcedonia presenta uno de esos hijos
de la Tierra con piernas á modo de cola de
dragón.
TITANIO. {Mineralogía.) Este metal se en-
cuentra generalmente cristalizado en la forma
prismática, y que ofrece una disposición par-
ticular en hacecillos, ó como si fuesen cabe-
llos por ser muy delgados estos prismas aci-
culares; hállase á las veces en esta forma el
titanio, dentro del cuarzo cristalizado ó sea el
cristal de roca, cuya circunstancia le da na
aspecto muy hermoso y peregrino. Es el üta-
nio infusible al soplete, como no sea por me-
dio de un fundente. Se eneuenlra este metal
en algunos terrenos graníticos y del gneis, y
en los micaesquistos, y frecuentemente en el
cristal de roca como se ha indicado, viéndose
estos en cantos rodados y atravesados por el
titanio. Se emplea esta sustancia metálica pa-
ra colorarla porcelana.
TfTÍS. {Historia natural.) Sombre pe
suele darse á los monos del género seimiri.
[Callitkrix.)
TITÍ-TIGPiE. (Historia natural.) Así suelen
llamar aldnruculi. especie de mono del géne-
ro nictipitbecus por su grito que es bástanle
parecido al del jaguar.
TOCADOR. Dase este nombro a un mueble
que consiste en una mesa con espejo, mas ú
.menos lujoso, donde se colocan todos los úti-
les necesarios para el asco, limpieza y ador-
no de una persona. También se da el mismo
nombre á la habitación donde se coloca este
mueble, ó sea la que se destín» esclusivamen-
tq para asearse, vestirse y adornarse. También
se llama tocador al arte de componerse, sobre
todo cnanto se hace con esmero y para stgti;
na solemnidad, y asi se dice que alguno «esta ,
haciendo su tocador.»
El tocador de los hombres es necesaria-
mente muy breve y sencillo, y si no lo es,
esto hace poco honor á sn carácter y denuncia
una reprensible vanidad, Pero respecto de las
señoras, es upa de sus ocupaciones principa*
281
TOCADOR
les, y el respeto con que estas ocupaciones se
miran, es un tributo que paga la sociedad de
muy antiguo á la debilidad del seso. Las seño-
ras necesitan nn peinado que requiere tiempo;
llevan para su adorno una porción de cosas
cuya colocación también lo exige; y como
esln es una cosa de que no pueden, ni en
cierto modo deben prescindir, de aquí el que,
cbíBB liemos diebo, se considere su. cuarto de
tocador como uno de esos objetos necesarios.
Es verdad que en estaparle bay no poca exa-
geración en nuestras costumbres-, e! tocador de
las señoras es, según la folia espresion de un
contemporáneo, un altar donde pasan algún
tiempo contemplándose á si mismas, y donde
se ostentan á porfía los perfumes, loa cosmé-
ticos, las aguas olorosas y todo cuanto puede
conducir á cscitar la vanidad y á producir un
sentimiento de sensualidad siempre pernicio-
so, y origen, por lo general, de la frivolidad
de carácter y de otros defectos análogos de
que suele adolecer la bella mitad del género
liumano.
Parece, sin embargo, que esta debilidad
baya sido desde muy antiguo patrimonio de la
humanidad, si juzgamos por un articulo pu-
blicado años ha en la Revista Dritánica, en que
se hace la descripción, tal vez algo poética y
exagerada del tocador de una israelita en tiem-
po de las grandezas de Jcrusalen.
«nrillnn, dice, sobre ta cumbre del templo
de Jcrusalen, los primeros resplandores del
alba y doran las orillas del Ebron y del Sinai.
La multitud se agolpa á las calles de la ciudad
santa en dirección al templo, y este movimien-
to matutino anuncia que acaba de nacer el dia
en que ha de tener lugar una gran solemnidad.
Adormecida eu tranquilo sueño y oculta á los
ojos' de lodos, reposa la jóven Raquel en el in-
terior de su palacio rodeada de sus doncellas
sobre almohadas guarnecidas de pieles precio-
sas y los ricos tejidos preparados por la indus-
tria de los fenicios, y se admira de dispertar
se antes de la hora ordinaria, en que se abren
á la luz del dia sus bellos ojos. Circundan su
lecho sus servidoras, cuyos pies siíenau car-
gados de mía multitud de campanillas de plata:
visten unas corlas túnicas que apenas bajau de
la rodilla y sujetan sus cabellos con lazos de
seda de varios colores.
"La primera de ellas presenta á su señora
unas sencillas sandalias de piel de cabra, que
liga al pie con dos pequeñas cintas, de las
cuales una pasa entre los dus primeros deiíos
del pie, y otra, después do haber dado dos
mellas por la pierna, se culaza con la prime-
ra. Deja Raquel la toca de algodón que cubría
su cabeza y recibe de una de sus doncellas
iiua eolia de'lana do color de purpura, galonea-
da con oro y plata, sostenida por detrás por
un semicírculo de metal, del que penden co-
mo adorno algunas tiras de galón. Vístesela
corta y finísima camisa de lino llamada syndon;
IMia túnica sin mangas que no llega, á la ro-
dilla, y después ira segundo vestido de igual
ligereza que la envuelve toda entera en sus
vaslos pliegues. Levántase una cortina y se
descubre la piececita interior en que bajo la
sombra apacible de palmeras y. dátiles puestos
alli para conservar la frescura del agua que
salta en un receptáculo de mármol, Raquel va
á gustar la delicia del baño, que según - las
costumbres asiáticas y los ardores del clima
oriental es una de las primeras necesidades y
hasta un acto prescrito terminantemente. Es-
tos no son aun, sin.embargo, mas que los pre-
parativos para el tocador de Raquel,
«Sentada al estilo oriental sobre las ricas
alfombras de que está cubierto el pequeño par-
.que, deja á discreción de sus doncellas las
ondulantes trenzas de su negra y . brillante ca-
bellera, que hacen pasar por encima de brase-
rillos cuyo perfume les penetra, 'y tas tiñen
después con aceite de nardo, de mirra y de
cinamomo. Ni Raquel ni sus servidoras cono-
nocen el uso del peine, de este instrumento
tan propio para el adorno y comodidad. Las
doncellas hacen pasar mil veces sus dedos
blancos como el marfil, por entre los bucles
naturales que forma la cabellera de su se-
ñora.
«Terminada esta operación, -sujetan con cin-
tas encarnadas los cabellos de Raquel, á los
que la habilidad y el arte, de sus criadas ha
sabido dar un brillo de azabaehe-y el suave
olor que exbalan -los árboles floridos de Cache-
' mira. Una doncella se le acerca llevando en
sus manos una copila de marfil cerrada, don-
de se echa una sustancia crasa y perfumada,
que por medio - del fuego de un braserillo se
reduce a! estado de liquidez. En este esquisito
perfume, llamado makaehol, de un color ne-
gro y lustroso , moja un pequeño pincel de
piafe aecho á propósito para recibir y conser-
bar la materia colóranle. Cierra Raquel sus
párpados y se desliza el pincel borizontalmen-
te entre los dos arcos de pestañas que los
adornan; y cuando vuelve á abrir sus ojos, la
doble linea negra que describe el contorno
aumenta su brillo como si los engrandeciera
y les comunicara cierta languidez y aquella
gracia melancólica que no concebirá fácilmen-
te quien no baya podido entreveer alguna de
las bellezas orientales que se guardan cerra-
das en los harems. Llega también el pincel á
las cejas de Raquel, cobra mas vivo lustre su
ligera curva, y tal vez se prolongan ambas li-
neas de manera que se toquen y confundan
bajo la frente.
"Levántase entonces lar jóven judía, deja
sus vestidos de mañana y la túnica romana, y
se hace" llevar otro tejido de la misma forma,
pero mucho mas ajustado y hecho de finísi-
mos bordados de seda, Este vestido interior,
que no llega al tobillo, y cuyas mangas al-
canzan apenas hasta el codo, le cubre por de-
lante todo el pecho y se le cierra por detrás
por medio de un brpolie de plata muy ajusta?
283
TOCADOR— TOISON DE ORO
381
do, pero que no perjudica á la gracia de sus
formas.. La parte superior de esta túnica, bor-
dada con mucho arte y profusión,, ofrece á la
vista (lores y frutos imitados con oro y plata;
y la franja dé seda violada que la guarnece
Mee resaltar mas su blancura y su diáfana tras-
parencia.
«Después de colocarla, las-doncellas pasa-
ron largo rato en disponer con estudiada ele-
gancia los pliegues que formaba por delante
esle ligerisimo vestido. Presentáronle después
muchos pares de sandalias, todas semejamos
en su forma, pei'O diferentes en los adornos y
coloros. Las correas y cintas que servían para
Jijarlas eran encarnadas, amarillas ó azules,
otras de muchos colores á la vez.
«Solo ^faltaba un ceñidor para mantener los
pliegues de su ropa y marcar el elegante talle
de Raquel: el que ella escogió después de al-
gún rato de incertidumbre era de escarlata y
de la misma mezcla que las flores de que es-
taba sembrado su vestido. La faja era de un al-
godón (ljiisinio adornaimbou guirnaldas de llo-
res orieutales, que un hábil artista había borda-
do sobre plata. Cuando este ceñidor ajustó el
flexible y gracioso, talle de la judia, tas dos
estremidados guarnecidas de franjas cayendo
sobre un lado se unían con los últimos plie-
gues del vestido.
«Raquel se hace llevar el turbante magnifleo
con que por la primera voz va á cubrir su ca-
beza: á este adorno, que reúne la gracia, el
lujo asiático y una especie de magostad des-
lumbradora y de dignidad guerrera, se añade
otro adorno que parece recordar el carácter
sacerdotal de que estaba revestida toda la na-
ción judaica. Una tiara de oro, circulo brillan-
te y delgado, en el cual las perlas trazaban ca-
ractéres sagrados, rodeaba sin cubrir la parte
de la frente mas inmediata á las cejas y se per-
día bajo su casco: pendían, del turbante dos ca-
denas de coral , siguiendo la línea de las sie-
nes hastd reunirse bajo del manto. Tal es el
adorno nacional y característico de las muge-
res judías.»'
i lo dicho por la Revista Británica solo po-
demos añadir nosotros que tal vez la descrip-
ción que hace de Un antiguo tocador, es apli-
cable al que hacen hoy la mayor parte de las
mugeres orientales. Es en efecto, oondicionde
aquel clima ardoroso y lánguido eique la sen-
sualidad domine hasta el último estremo, y que
la muger no se ocupe de otra cosa que del
adorno personal y de- sus galas y perfumes,
para servir al capricho de su señor. Pero nose
pierda de vista cual es la condición inherente
á esle estado. La muger en aquellos paises es
una pobre esclava, encerrada en lo Interior de
una habitación, sumisa y obediente á los pre-
ceptos de, sn señor, que tiembla y se estreme-
ce en su presencia , al paso que en nuestras
sociedades es la compañera del hombre, la
que comparte con él los honores de la socie-
dad, qiie ea'el hogar doméstico es su mejor
amiga y que goza denlro y fuera de él de uná
libertad sin limites.
Si las dumus europeas recuerdan, pues, en-
los trasportes de una vanidad que suele doaií-
par á algunas personas de su sexo, el lujoso y,
magnífico tocador de las orientales, recuerden
también que él es el instrumento de un gro-
sero sensualismo y el dorado que barniza las
cadenas de su misera esclavitud, y noquicran
colocarse ellas mismas al nivel de unas mu-
geres cuyo estado es el oprobio de su seso.
Sepan calcular que allí donde la muger vale
mas moralmente, se estiman en menos sus
adornos y perfumes, los cuales, por el contra-
río son mas de una vez repugnantes y desagra-
dables: renuncien sobre todo' á esos afeiles
reservados hoy para el teatro, que tan mal
sientan y tan poco se disimulan, á esos simu-
lados colores deque por desgracia se usa mas
de loque convendría, y crean que siempre se-
rán condenadas e-itas exageraciones por las
personas de buen sentido, asi como la sociedad
apreciará en ellas mas que nada , las cualida-
des que las hagan mas A propósito para ser
buenas esposas y madres de familia, y que no
son ciertamente incompatibles con los encan-
tos de una belleza natural vsin artíllelo.
TOISON DE ORO. La insigne órden del io¡-
son, tusón ó collar del vellocino de oro, no es
un instituto sujeto á los votos de religión ni á
constituciones regulares, aun cuando se creo
con el objetó de recordar la gran batalla que
el israelita Gedeon ganó á los madianitas, que
eran enemigos del verdadero Dios.
Felipe 11, llamado el Bueno, duque de
Borgoña y conde de Flandes,- Instituyó en el
año de 1429, en la villa de Tomer y su igle-
sia de San Berlín esta órden de caballería con
motivo de su casamiento con la infanta doña
Isabel, hija del rey de Portugal don Juan I; y
tuvo por objeto la fundación ta defensa de la
Iglesia de Dios y de la religión cristiana. ■
La insignia consiste en un collar compues-
to de eslabones dobles entrelazados de peder-
nales ó piedras centelleantes inflamadas de
fuego con. esmalte de azul, y tos rayos de ro-
jo, rematando en un cordero. El toisón, esto
es, la piel de un carnero con su lana y estre-
ñios adornada de oro, fiada por el medio y
suspendida del collar, todo de oro esmaltado.
La alusión del carnero se refiere at vellocino
ó vellón que Gedeon, de la tribu de Manasés,
ofreció á Dios en Sacríücio y acción de gracias
por la victoria conseguida contra los madiani-
tas. Los eslabones y piedras de fuego siguiti-
can ta divisa que el mismo duque, fundador,
traía siempre en sus armas, que era un esla-
bón con su pedernal y un epígrafe que decía:
Ante ferit gmm ftamma micet: (Hiere antes
de que óe vea la llatna.)
Esta órden tuvo solo al principio veinte y
cuatro caballeros, y luego en 1433 Felipe II
de Borgoña los aumentó basta el número de
treinta, y uno-I El emperador Cirios V estén-
m
dió esle hasta cincuenta y uno en el capitulo
general cel obrado en Bruselas en 154 6.
La bula de cohOrmacion de la órden y de
aprobación de sus constituciones y ordenan-
zas se espidió por el papa Eugenio I V eu 7 de
setiembre de 1433.
Las dignidades de la órden ,son cuatro: el
canciller, el tesorero, el rey de armas y el se-
cretario. El gran maestrazgo corresponde al
rey de España por bulas de los pontííices Gre-
gorio XIII, de 1574, y de Clemente VIH,
de 1000.
Las principales constituciones de la órden
son las siguientes:
Que los caballeros sean nobles de sangre y
merecedores por sus hazañas.
Que no sea admitido caballero quien tenga
otra orden militar, esceptuándose los empera-
dores, reyes y duques que sean maestres
üe ellas.
Que solo el maestre pueda conferir el toi-
són, el cual han de usar los caballeros cons-
tantemente si no hubiere impedimento grave.
Que el caballero guarde fidelidad á la ór-
den, respeto al superior, amistad al compañe-
ro, debiendo el presente defender la honra
del ausenlc.
Que el caballero está obligado á armarse
en defensa del maestre y de sus vasallos y de
la religión cristiana.
Que el maestre, antes de declarar guerra á
otros principes haya de consultar á la mayor
parle de los caballeros.
Que los caballeros ■vasallos del maestre no
pueden servir sin licencia de este á ningún
principe. , 1
Que el maestre conozca de todas las causas
de los caballeros.
Que lodos los caballeros salgan á la defen-
sa de aquel que hubiere sido ofendido con al-
guna superchería.
Que cada caballero ayude á los demás, co-
mo pueda, en sus necesidades, y si en manos
de uno cayese otro prisionero debe darle la li-
bertad sin rescate.
Que el caballero incurso en lieregia, trai-
ción, fuga de sus banderas ó delito grave, sea
espelido déla órden.
Que el caballero mas antiguo preceda al
roas moderno, aun cuando esle sea empera-
dor ó rey.
Oíros muchos capitulas y particulares com-
prenden las constituciones; pero se omiten
por no ser de tanta importancia.
Esta distinción solo se confiere á las -per-
sonas reales, á los personuges mas distingui-
dos de las naciones, y i los hombres mas emi-
nentes en la guerra ó eu el gobierno de los
estados.
Cuando vaca uno de los collares por muer-
te del caballero que le tenia se devuelve este •
¡>1 maestre, quien nombra al sucesor. EÍ se-
cretario registra el nombramiento en el libro
de la órden, y el collar se confiere ó coloca
286
por el mismo maestre, 6 por otro caballero á
quien se de especial mensage y encargo para
tal objeto.
T0LD1LLA. [Marina.) La cubierta que sirve
de techo á la cámara, alta ó del alcázar y se
estiende desde el palo de mesana hasta el coro-
namiento de popa. Llámase también chupeta
y sobreeámara, y antiguamente se decia cfto-
pa, chapeta-; duneiay castillo depopa,
Dite. Maril. Eip.
TOLEDO. [Geografía é historia.) Provincia
de España de segunda clase, la mas central de
las cinco que componen el distrito de Castilla
la Nueva, entre la cordillera Carpetana y las
sierras de Guadalupe, participando de la aspe-
reza de las montañas y ocupando una parte
de las llanuras de la Mancha. Conüua al N. con
las de Avila y Madrid, al E. con la de Cuenca,
al S. con la de Ciudad Real, y al 0. con la de
Cáceres, y tiene 4CS leguas cuadradas de su-
perficie. Se divide en los doce partidos de Es-
calona, lllescas, Lillo, Madridejos, Navahermo-
sa, Ocaña, Orgaz, Puente del Arzobispo, Quin-
tanar déla Orden, Talavera de lalleiua, Tole-
do y Torrijos , con una población de 61,714
vecinos y 239,896 almas. En la parte militar
depende de la capitanía general de Castilla la
Nueva; en la eclesiáslica'del arzobispado de su
nombre; en la judicial de la audiencia del ter-
ritorio, sita en Madrid ; y en la civil de las
autoridades residentes en la capital. El clima
es en lo general vario y desapacible, sintién-
dose un calor escesivo en algunos puntos en
el eslío , al paso que en otros , en la misma
estación^ refrescan estraordinariamente las no-
ches y se suceden dias destemplados.
Atraviesan y fertilizan esta provincia el
rio Tajo y sus afluentes el Alberche , el Gua-
darrama, el Jarama, el Tajuña y otros. La par-
te llana está desprovista de árboles ; pero se
cogen abundantes cosechas de granos y le-
gumbres en la Mancha y la Sagra. La parle
montañosa, compuesta de una cordillera de
montañas, llamada |montes de Toledo, ocupa
una eslension de 160 leguas cuadradas. Se es-
tienden desde las dehesas de Guadalerza y
montes de Malagon, hasta la tierra de Pusa y
Talavera, y desde las sierras del Castañar has-
ta el puerto de Yiltarla, que son de 17 leguas
E. á 0. , y 1 1 de N. á S. Comprenden los diez
y seis pueblos que siguen: Yentas con Peña-
Aguilera, San Pablo, la Retuerta, Navas de Se-
tena, Horcajo, Navahermosa, Hontanar, Naval-
cecillos, Navalmoral, el Molinillo, Alcoba, Fón-
tanarejo", Arroba, Navalpino, Marjaliza y Yebe-
nes. Todo este esleñso territorio correspondía
en el siglo XIII al arzobispo y cabildo de To-
ledo, ya por donaciones reales, ya por dota-
ción de la memoria fundada por Alonso Tellez,
pero, en 20 de abril de 1243 lo adquirió el
rey don Fernando, dando en cambio al cabildo
y al arzobispo la villa de Añover de Tajo y la
TOISON DE ORO— TOLEDO
287
TOLEDO
ciudad de Baza, que aun estaba en poder de
los moros. Poseyólo el rey hasta 4 de enero
de 1246, en que lo vendió todo al concejo y
vecinos de la ciudad de Toledo por 45,000
maravedises alfónsies; y desde entonces se
llamaron estos terrenos Montes fie Toledo. El
ayuntamiento de la ciudad los administró con
un juzgado privativo, que causaba infinitas
vejaciones A los pueblos, sin sacar gran pro-
vecho de tantas vastas y pingües dehesas;
pues los productos se reducían al dozavo de
los frutos cogidos en los pocos terrenos que
se permitía cultivar, y a! carboneo de ios mon-
tes, en cuyo manejo eran pocos los beneflcia-
dos. Los pastos, que era la principal riqueza,
se disfrutaba de mancomún por los labradores
de los diez y seis pueblos de los montes, por
los ganaderos de Toledo y por los de Orgaz,
Cuerva, Pulgar y Mora, que parece contribu-
yeron también á !a compra. En IS"25y siguien-
tes, se dividieron el millón y medio de fane-
gas de estos propios en dehesas proporciona-
das, después de dejar á los pueblos las boya-
les necesarias, y se han enagenado á censo
perpéíuo, conforme á la legislación vigente.
El suelo de los mouíes es variado, con sierras,
malezas y valles entremezclados; contiene di-
iferentes granitos , cristal de roca, pizarra ar-
cillosa, piedra biográfica, lápiz, plomo y otros
minerales: y cu sus bosques abundan las en-
cinas, robles, quegigos, alcornoques, sauces,
brezos, j^ras, fresnos, .castaños, acebuches y
otros vegetales, entre los que- se abrigan mul-
titud do animales salvages, y donde hallan
guarida los malhechores por la escabrosidad
y la despoblación. Para perseguirlos, en lo an-
tiguo, se establecieron las santas hermanda-
des, que vinieron á sustituir los vejámenes de
los cuadrilleros á las violencias de los saltea-
dores, y fué necesario abolirías. En la última
guerra civil cobraron estos montes una triste
celebridad por los asesinatos que en ellos co-
metían los facciosos.
A pesar de- la importancia irue en todos
tiempos ha tenido la ciudad de Toledo, como
residencia de la antigua córte , y después
del arzobispado primado de las Espadas, pue-
de decirse que no tiene ni un solo camino
bueno que la ponga en comunicación con los
diferentes puntos de la península, El de Madrid,
por lltescas y la Sagra, aunque llano, está des-
trocado, y a escepcion del pueblo de Olias,
todo el terreno se halla desnudo de árboles.
No es mejor el que dirige desde Aranjuez á
Toledo ; por cuya razón, los viageros que de-
sean visitar la ciudad imperial, para economi-
zar las molestias del camino , van por el de
hierro hasta dicho real sitio, cuyas inmedia-
ciones pintorescas, cubiertas de vegetación y
^arbolado, forman triste contraste con las de
Toledo, cubiertas de lodazales en el invierno
y de polvo insufrible en el verano. El camino
de Talavera de la Reina á Toledo, tercero en
importancia, es también malísimo, si se escep-
túa la primera legua hasta el puente de Albei
che, la chai forma parte do la carretera de Es-
(remaiiura. Ademas de estos. caminos, cruzan
la provincia las carreteras generales siguien-
tes: ¡a de Valencia , desdo Ocaña á Villalobos
corral de Almaguer y Qtiintanar de la Orden;
la de Andalucía desde el mismo Ocutia, ¡i |¿
Guardia, Tembleque y Madridejos; y la de Es-
tremad ura desde Valmojudo á Santa Cruz del
Pietamar, Quismomlo, Maqueda, Santa i Hulla,
el Bravo, puente de Alberche, Talavera, Torral-
ba y Calzada de Oropesa ; hay finalmente, e¡-
minos de Toledo á Cuenca por Ocaña , Villar-
rubia de Santiago, y Santa Cruz de la Zarza; á
Ciudad Iteal por Orgaz y Yébenes ; á Almadén
por bayos, Pulgar , Cuenca y San Pablo; á Ávi-
la de-de Talavera al puente de Hontanares su-
bre el Tietar; á Guadalupe, por filcaudete, Es-
pinoso del Itey, Sevilleja y Puerto de San Vi-
cente, "y los vecinales de unos pueblos con
otros.
Variando estreñidamente la calidad del
terreno de esta provincia, son por consecuen-
cia variados también sus productos. Abunda
en toda ella la cosecha de cereales , sí bien
se distinguen los partidos de lllcscasy Torri-
jos, asi como la de lentejas, quijas, titos, al-
berjas, almorlas, algarrobas, guisantes, gar-
banzos y patalas. En el partido del Puente
abundan las castañas; en los de Talavera, To-
¡edu y Xavahermosa las frutas ; en los de Ma-
dridejos y Ocaña el salicor y la barrilla; en ios
de Talavera y el Puente, melones y sandías;
en los de Lilío, Madridejos y Quintauar, anís,
cominos y azafrán; en los de Talavera, Escür
¡ona y Puente, seda y lino; y en el de Ocaña,
cáñamo y esparto. También es general en la
provincia la recolección de aceite, no esca-
seando tampoco el vino en ninguno de los par-
tidos; el de Cebolla, cerca de Talavera, es es-
relente. Ilay ganado lanar, cabrío, mular y
yeguar; del vacuno solo existen las cateas
necesarias para la labranza; algunas piaras de
cerdos, y colmenas en los del Puente y Nava- 1
hermosa. La caza es abundante en todos ellas,
y la pesca de ios ríos que ya liemos mencio-
nado. . ,
Industria. Antiguamente sobresalía Tole-
do por la riqueza de sus tejidos de lana, cuya
industria empezó á decaer durante los reina-
dos de los últimos descendientes de la casa
de Austria, y desapareció casi totulmenlc por
la introducción de lelas eslrangeras en el rei-
nado de Felipe V". Empleábanse anualmente
en estas manufacturas 45,000 quintales de la-
na para la fabricación de paños, gergas y es-
tameñas, que ocupaban 38,250 personas; se
fabricaban ademas 7J)0, 000. pares demedias,
en lo que se ocupaban 16,000 individuos,
5.000,000 de gorros encarnados de laua, en
lo que se empleaban 564 fabricantes; tas ma-
nufacturas de seda no eran menos considera-
bles, si bien por los años de 1 G20 hacia dis-
minuido el consumo de seda en 430,000 libras
289
TOLEDO
290
y habían dejado de tener trabajo en su conse-
cuencia 38,442 personas empleadas en este
ramo. Igual auerie corrió la magnifica fábrica
de espadas de Toledo, únicas que se usaban
eu la n¡ic¡oií, por su forma peculiar al trage y
costumbres españolas, pues desapareció tam-
bién esla industria á causa de las modas fran-
cesas que introdujo el mismo Felipe V. Bajo
los reinados de Carlos II 1 y Carlos IV se resta-
blecieron algunas do las fábricas de telas y
la de espadas. La industria dominante boy en
la provincia es la fabricación de telas y galo-
nes do seda en Taiavera y Toledo; la de punto
inglés y liso en esta capital; la de telas ordi-
narias de la lana en algunos pueblos del par-
tido de Torrijos, Consuegra, Madridejos', Me-
nasalvas y Santa Cruz de la Zarza; la de loza,
en Taiavera , Puente del Arzobispo , Toledo y
Ocaña; la de jabón, eu Mora, Torrijos, Ocaña
y Gerindote; la elaboración del salitre en Tem-
bleque, y la de armas blancas en Toledo,
Comercio. Esta provincia consume deníro
de sus limites sus granos, su aceite, y el poco
vino que en la misma se cosecha. Sin embar-
go, en algunos pueblos se esporlan granos y
vinos á la de Madrid, y aceite ¿Madrid y Casti-
lla la Vieja basla León. Las manufacturas do
'falaveru se esporlan en pequeña cantidad para
Madrid. Pura facilitarlas transacciones comer-
ciales y la circulación de sus producios, cuen-
ta la provincia coa las siguientes ferias, El 22
de marzo en I'uenle del .Arzobispo; el 15 de
mayo en Taiavera de la Reina; el 1 a de agosto
en Toledo; en el mismo día en el (Juintanar
de la Orden, en cuya villa se celebra también
todas los sábados ün mercado de los mas con-
(inrridbs de España; el I £ de setiembre en Tor-
rijos y Escalona; el fi del mismo eu Navamor-
cuende y Calera; el 8 en Ocaña y Casarubios
del Monte; el 14 en Madridejos y Mora; el 20
en la Puebla de Montalvan; eí 2 1 en Consue-
gra, Taiavera y Torre de Esteban Ambran; el
30 en Hqvés y ürdn, y en 9 de diciembre en
Oropesu. Los principales arüculos son: gana-
dos de todas clases, géneros del país, paños
ordinarios, lienzos, quincalla, aperos de labor
y comestibles.
Inxtruccioii pública. Aunque corlo el nú-
mero de escuelas superiores públicas, es pro-
porcionado al de alumnos que las frecuentan.
El total de escuelas, incluidas las de niños,
niñas y comunes para ambos sexos, ascienden
a doscientas cuarenla y ocho , que distribui-
das entre 269,53a almas, dan la proporcionde
uno por 242 habitantes, líl número de niñas
que concurren á los escuelas se calcula en una
quinta parle del de los ñiños. Aunque la ins-
trucción pública mejora de dia en día en esta
provincia, se halla" todavía muy distante del
estado que las necesidades públicas reclaman
y tienen otras provincias.
La beneficencia cuenta con los siguientes
establecimientos : en Almo o acid u n hospital pa -
i'a la curación de los enfermos naturales ó ve-
2188 IHBHOTKGA P0F8L&H.
cinos del pueblo, en Casar de Escalona otro ti-
tulado Santiago el Zebedeo para los- pobres de
ambos sexos de esta villa y el Bravo , en Ca-
sarrubias el de Corpus Cristi para los naturales
ó vecinos, en Esquivias el hospital de Quijada,
que sostiene dos camas, en Escalona el de San
Andrés para curar enfermos pobres, en ia mis-
ma villa, otro con destino á albergue, en Fuen-
salida el de la Soledad para socorros, en la
Guardia el de la Cruz para hospitalidad, en Ma-
queda el de San Ildefonso para ídem; en Noble-
jas el de Caridad para socorros y una memoria
de don Manuel Avilés para educar veinte niños
pobres, parientes del fundador y dotar dos
doncellas, en Oropesa el de San Joan Bautista
para curación de los pobres y estado de Orope-
sa, en Puente del Arzobispo el de Santa Cata-
lina para asistencia de enfermos de esta villa,
en Santa Olalla el de Corpus Cristi para los ve-
cinos y transeúntes, en Sonseca uno para so-
corros, en Torralva el de Santa Ana para hos-
pedar pobres, en Taiavera de la Heina el de la
Misericordia para enfermedades agudas , en
'torrijos el de la Santísima Trinidad para cura-
ción, en villarreai ó Ciruelos un hospital para
acoger pobres y dar socorros, en Illescas el de
la Caridad para pobres de la villa y estancia
por ocho dias de los forasteros , en Yepes el
de la Concepción, San Pedro y San Nicolás, y
por último en Toledo varios establecimientos
de que hablaremos en el articulo relativo á es-
ta ciudad.
Minas. Según el señor Madoz se cuentan
en esta provincia, dos de oro, setenta y seis
de plata, doscientas cincuenta de plomo, cin-
cuenta y seis de hierro, setenta y cinco de co-
bre, nueve de cinabrio, una de alumbre, tres
de azogue, tres de carbón, una de bismuto,
una de ocre, una de graQto, tres de estaño y
quince de varios metales
TOLEDO. Ciudad metropolitana de España,
capital de la provincia, partido judicial y dió-
cesis de su nombre, situada sobre una monta-
ña de dura peña, cercada por el rio Tajo á los
lados E. S. y 0. á manera de herradura ¡ con
clima benigno y una población de 3,528 ve-
cinos y 13,580 almas. Está naturalmente de-
fendida, y ademas tiene murallas, con tres
puertas principales, llamadas del Cambrón, Vi-
sagra y Nueva, y dos puentes sobre el Tajo ti-
tulados do Alcántara y San Martin: el primero
situado al E. se compone de un guau arco ti-
rado con valeutiade unaá otra margen del rio,
y de otro mas pequeño, ambos de fortisima
cantería, y fué construido por Alef, hijo de
Mahomat Alameri, alcaide de Toledo por los
años 3S7 de ios moros, y renovado por el rey
don Alonso X. año de 1258; el de San Martin se
encuentra al 0. y consta de fres arcos de piedra
labrada, edificado en 1203, derribado por el
conde don Enrique cuando cercó á la ciudad,,
durante la guerra civil que sostuvo con el rey
don Pedro, renovado por el arzobispo don Pe-
dro Tenorio y reedificado en ÍG'JO por su mal
T. XXXIII. 19
TOLEDO
292
estado. Conserva restos de sus primitivos mu-
ros durante la dominación de los romanos, en
cuya época contenia á lo sumo una tercera
parte del perímetro que tuvo masadelantc. Los
árabes dilataron la ciudad, abrazando en ma-
chos puntos las fortificaciones romanas para
construir las nuevas puertas. En el recinto in-
terior se conservan dos puertas, que son-.Puer-
ta de la Cruz, que nada ofrece de notable y se
llama también de Yalmardonesó del rey Agila,
y la Puerta del Sol, que se cree ejecutada en
el último periodo del reinado de los sarrace-
nos. La población está dividida interiormente
en tres distritos o cuarteles, asi para la admi-
nistracion municipal como para el servicio de
protección y seguridad; en cuanto á policía
urbana se subdivide enseis distritos. La mon-
taña sobre que tiene asiento la ciudad, se divi-
de en siete cerros con sus valles; el primero
abraza el espacio que media éntrela puerta de
Visagra y Zocodover; el segundo desde esta
plaza al" alcázar, conocido con el nombre.de el
Espinar del Can; el tercero desde este al rio;
el cuarto de Aihadanaqufi á la catedral; el quin-
to ocupa el barrio do San Román; elsesto el de
Montiehel, y el sétimo ia Solana. De estas mul-
tiplicadas pendientes resultan las calles torci-
das y empinadas con muchas revueltas y calle-
jones sin salida que forman un verdadero la-
berinto. Las plazas principales son las de la
Constitución, que vulgarmente se dice de Zo-
cudover, palabra árabe que significa plaza de
las bestias, donde se corrían toros y cañas, se
celebraban los autos de féy los mercados, está
cercada de portales y tiene una pequeña glo-
rieta que sirve de paseo; la Mayor ó de las
Verduras, donde se iiace el mercado diario pa-
ra los artículos de consumo , la del Ayunta-
miento , donde se hallan las casas para esta
corporación , la iglesia catedral y el palacio
arzobispal; la de San Juan Bautista y por últi-
mo la que forma el solar de la casa de Padilla,
derribada por orden del emperador Carlos Y.
Muchos son los edificios que se admiran en
esta ciudad, entre los destinados al culto Ocu-
pa el primer rango la catedral, fundada desde
la época de San Eugenio , primer obispo de
Toledo, en el misino sitio en que hoy se halla,
aunque bajo un plano mas reducido. Los is-
maelitas, la convirtieron en mezquita, en cu-
yo destino continuó,, aun después de la con-
quista, por haberse estipulado asi, basta que
el sanio rey, Temando 111, pareciéndose inde-
ccnle que la catedral estuviese edificada á ma-
nera de mezquita, ordenó su derribo, fundan-
do en el. mismo lugar otra , cuyos primeros ci-
mientos se echaron en 1227. Se debió la tra-
za y dirección al maestro Pedro Pérez, que
falleció en 1275. Pertenece su arquitectura al
género gótico puro, aunque por la larga dura-
ción.de la obra se encuentren caracléres de
todas las edades. El icmplo tiene ocho puer-
.'tas, enriquecidas con infinitas bellezas del ar-
le; la fachada principal se halla al 0. con tres
portadas, llamadas del Infierno ó de la Torre
del Perdón, y de Escribanos ú del Juicio, La
del Perdón, que ocupa el centro es la mayor
y mas rica de todas; consta de un magnifico
arco apuntado, dividido en dos ojos y reves-
tido de hermosos ornamentos góticos que
forman dos graciosos cuerpos de arquitectu-
ra; las molduras y archi voltas que van abrien-
do el' arco basta su parte esterior se bailan
cuajadas de figuras de ángeles, santos y pro-
fetas, y en la cornisa se representa la cena
del Salvador;. las puertas de los lados, igua-
les entre sí, pero de menos dimensiones que
la del centro, constan de un solo arco sin
división, enriquecido por multitud de esta-
tuas delicadamente trabajadas. Dividen lastres
portadas dos grandes pilarones que se levan-
tan en forma de torres hasta la parte mas
elevada, viéndose decorados de cuerpos sobre-
puestos, en los cuales hay 20 estatuas. Cierra
esta fachada una verja sencilla sujeta por ma-
chones de piedra coronados con jarrones, y á
los lados el cuerpo de la torre á la derecha, y
á la izquierda la capilla muzárabe: la altura de
la torre es de 321 pies; consta de tres gran-
des cuerpos, acabando el último en forma de
pirámide, adornada de tres circuios de rayos
que figuran tres coronas de espinas, las cua-
les están cubiertas de plomo: todo el cuerpo
de la torre es de piedra berroqueña; el arma-
zón del capitel es de madera y está cubierta
de pizarra. Las campanas están distribuidas en
los dos primeros cuerpos; en el centro del pri-
mero estala tan celebrada por su magnitud, tie-
ne 34 pies de circunferencia y pesa 1,543 arro-
bas: fué construida el año 1637 y refundida en
1753 bajóla dirección de don Alejando (Jorga*
llo. La planta de la capilla muzárabe es igual
á la de la torre; poro al segundo compartí-
mienlo termina con dos lindos antepechos ca-
lados, levantándose después el cuerpo de la
media naranja, la cual es de planta octágona,
presentando en cada ochava una graciosa ven-
tana y termina con una linterna. La fachada
del S. tiene dos puertas, la primera entera-
mente nueva construida en 1800, es eldelór-
den jónico; la segunda, llamada de los ¿co-
rles, es una do las mas bellas en su género;
consta de un arco de grandes dimensiones,
guarnecido de molduras que van estrechándose
á medida que se acercan al centro, ostentando
infinidad de cstátuas y labores; tiene (amblen
un atrio cerrado por una verja que se apoya
en sois columnas, sobre las cuales asientan
otros tantos leones que sostienen escudos. Lt
fachada del Norte se compone ríe un. arco gnu-
da, adornado de tres anchas molduras, en las
cuales se conlemplan multitud de ángeles y
profetas; en el segundo Cuerpo está la esfera
del reloj, cuya torre se eleva á su derecha. La
catedral tiene oirás dos puertas que comuni-
can con el claustro y este con la calle, por
medio de otra puerta, llamada del Mollete,
qne se halla á la derecha de la torre: deno-
593
TOLEDO
minándose aquellas puertas de Sajúa Catali-
na y do la Presentación; la primera es gótica
y la'segunda del renacimiento.
El templo tiene cinco espaciosas naves con
72 bóvedas sostenidas en l(j columnas; la plan-
ta es cuadrilonga de E. á 0., aunque termi-
nando en su cabecera con semicírculo: .su
longitud total es do 404 pies, su latitud de 204
y su elevación en la nave principal de 180,
descendiendo gradualmente ¡as laterales: alum-
bran este grandioso recinto 750 ventanas y
trasparentes adornados de vidrieras de colo-
res, que representan pasages del Nuevo Tes-
tamento y otros asuntos. Hay varias capillas,
la mayor está en el centro ocupando el espa-
cio de las bóvedas tercera y cuarta y elevada
sobre el pavimento, á su í'reufc so ve el coro.
Aliado de la Epístola de esta capilla están los
senulcrosde don Sancho II y el infante don Pe-
dro, y al del Evangelio los de don Alonso Vü,
don Sancho el Deseado y el infante don San-
cho, hijo de Don Jaime el Conquistador; en
el mismo lado del Evangelio y después de ba-
jar las seis gradas del presbiterio se halla el
enterramiento del cardenal Mendoza, suntuoso
en todos conceptos. En una bóveda debajo de
la capilla se halla la del Santo Sepulcro, en la
que se guardan las reliquias de Santa Ursula.
J,o mas notable del coro es sii sillería, -que
eonsla de dos cuerpos de arquitectura, com-
puestos el primero de 7 1 arcos apoyados en
72 columnas de vistoso mármol rojo, en cuyos
espacios existen las sillas, que son de nogal
y de una estructura inimitable.
Enlre las demás capillas merece mención
aparte la Muzárabe, coustrnida por disposi-
ción del cardenal Cisnoros, con el objeto de
perpetuar el antiguo rito de los godos con e!
esplendor que merece, destinándola únicamen-
te para todos los curas y beneficiados de las
seis iglesias muzárabes que babia en Toledo,
que después de cumplir con sus obligaciones
parroquiales asistiesen bajo graves penas á
celebrar diariamente lodo ei olicio canónico de
su rito, por la mañana y por la tarde á la mis-
ma hora en que lo hacia en su coro mayor el
cabildo catedral, y esto con el doble objeto de
que áun mismo tiempo resonasenbajo las bó-
vedas del templo las preces romanas y espa-
ñolas, ta planta de la capilla es cuadrada, te-
niendo 50 pies en toda su latitud, cerrada al
í. por una reja de hierro; el retablo es de
gusto moderno, trazado en 1791 por don Juan
Manzano: en su intercolumnio existe una de
las mas preciosas joyas que posee la catedral
es un magnifico mosaico de piedras duras que
tienen una pulgada de grueso y dos lineas de
superficie, formando un cuadro de 6 pies de
alio por 4 y medio "de ancho, el cual repre-
senta la Concepción tan esmeradamente dise
nada y de tan brillaute colorido , que parece
mas biemuna soberbia pintura do escuela ita-
liana. Esta iglesia tiene vavias capillas, dedi-
cadas i San Gil, San Juan Bautista, Santa Ana,
los lleves Viejo?, .Santa Encía, San Eugenio,
San Martin, la Concepción, la Epifanía, San-
tiago, San Ildefonso, la Trinidad, San Nicolás,
Reyes Nuevos, Santa Leocadia, Cristo de la
Columna, el Sagrario, San Pedro, Virgen de
los Dolores, el Bautisterio, la Antigua y la de
doña Teresa de Haro. Es también notable en
esta iglesia la sala capitular , comenzada en
1504 y concluida en 1512; presenta eu su es-
rior una portada de gusto gótico, y en lo-in-
ferior de la sala hay una colección de relra-
íos de todos los arzobispos.
Al .costado W. de la catedral se halla el
claustro, digno del templo á que pertenece,
comenzado en !3S9 por órdc.i del arzobispo
don Pedro Tenorio, y concluido por el carde-
nal Gisneros. Ene! ángulo del N, está la capi-
lla de San Blas, con tos enterramientos de di-
chos arzobispos y del obispo de I'lascucia, don
Vicente Arias Balboa; al lado de es!a capilla
hay una verja que da paso á la biblioteca de
los canónigos , donde se conservan multitud
de obras Taras y sumamente «preciables y có-
dices escelentes que pasan de 7,000. Muchos
de estos manuscritos fueron regalados por el
cardenal Lorenzana, que los compró en Roma
en la almoneda del cardenal Celada. Los mas
raros son el Talmud, escrito en hojas do pal-
ma, un precioso Coran, el libro de Ester en un
rollo bien conservado, y un devocionario que
sirvió á Carlos V y está escrito en Francia.
Hay tambieo varios libros chinos y una defen-
sa en latin de los jesuítas . estampada en !a
China en papel de seda. Las obras mas antiguas
de esta biblioteca son los misales ,de San Gre-
gorio, obra en folio escrita en el año 083, por
el monge Florencio en Valeria (Castilla), y una
biblia también en folio, escrita toda en el año
988- por el obispo de Ecija San Servando. Esla
obra fué de la catedral de Sevilla. También os
rarísimo y de un mérito sin igual uu libro pre-
cioso de coro con iluminados de Juan y José
de Salazar, hijos de Toledo. Está,escrito y di-
bujado en los últimos años del siglo XVI y
principios del siguiente. La mayor parte de los
libros son italianos. Entre estos se tiene por de
gran valor una traducción única en verso ita-
liano de las comedias de Aristófanes, se igno-
ra desgraciadamente el nombre del traductor,
si bien parece ser de gran familia, por la ri-
queza de sus armas. Eu esta biblioieca está el
ejemplar mas autorizado y -correcto de las
obras de Plinio, el naturalista. En la sacristía
se guarda tambie'S una biblia manuscrita del
siglo IÍ£¡ adornada de viñetas bien conser-
vadas, que se dice la regaló á e;ta iglesia
San Luis, rey de Francia. Entre las riquísimas
alhajas que posee esta iglesia, descuella la
gran custodia de la procesión del Corpus, de
plata sobredorada y de 795 marcos de peso;
el viril consta de dos cuerpos, ambos de oro,
que pesan 57 marcos, 8 castellanos y 4 tomi-
nes; los diamanf,es abundan por todks partes
con profusión. Esta grandiosa obra fué debida
295
TOLEDO
S96
al alemán Enrique de Arfe, á quien el carde-
nal Eisneros encomendó la traza, y se supone
que trabajaron en ella el mismo Enrique, su
hijo y su nieto, durando la obra cien años y
concluyéndose en 1594. Es asimismo admi-
rable el manto de la Virgen del Sagrario, bor-
dado en 17E¡'2, que contiene 256 ouzas de al-
jófar, 85,000 perlas y un número inmenso de
diamantes, rubíes , amatistas y otras ricas pie-
dras, completando el adorno de esla presea sin
igual el -vestido del niño Dios, la corona y las
pulseras. En uno de los estantes de la sacris-
tía se guarda la espada de don Alonso VI y la
urua que encierra los huesos, de los reyes
"ft'amba y Hecesvinto, trasladados á este sitio
en ib de febrero de 1845 de la bóveda de la
colegiata de Santa Leocadia, donde eslaban
enterrados.
■ La ciudad de Toledo cuenta en el día dos
parroquias muzárabes y nueve latinas, siendo
aquellas las de Santa, Justa y BuDua y la de
San Marcos, y estas las de San Pedro, Santiago
apóstol, San Martin, San Justo y Pastor, San
Andrés, San Juan Bautista, ia Magdalena. San-
ta Leocadia y San Hicolás. Hay diez y nueve
conventos de monjas, a saber: San(a Fó, la
Concepción, Santa Isabel, Santaclara, Capuchi-
nas, San Juan de la Penitencia, Santa Ana,
San Pablo, la reina y la vida pobre, Nuestra
Señora de la Misericordia, Santo' Domingo el
Beal, Jesús y Mana, San José, San Torcuata,
Santa Ursula, Santo Domingo el Antiguo, San
Clemente el geal, la Asunción y la Purísima
Concepción. Hubo diez y seis convenios de
frailes, de los que en el dia, solo están dedi-
cados al culto, los siguientes: el de los jesuí-
tas, boy parroquia de San Juan Bautista, San
Juan de los Beyes, cuya iglesia ocupa hoy la
parroquia de San Martin , San Pedro mártir
(dominicos) y la Trinidad, destinada para par-
roquia muzárabe de San Marcos. Los demás
están destinados á diferentes establecimientos
públicos.
El alcázar y famoso palacio llamado de Ga-
liana, ocupan el mismo sitio que hoy tiene ei
convento de Santa Fé y el hospital de Santa
Cruz con mucha parte del monasterio de la
Concepción y estaban fortalecidos con torres
macizas al S. y al E.; en los tiempos que es-
tos palacios fueron de los reyes godos se lla-
maron el pretorio y hubo en ellos iglesia epis-
copal de San Pedro. Cuando los moros so apo-
deraron de la ciudad, Alfahri, hijo de Yussuí',
llamado Galafre por nuestras historias, cons-
truyó para su hija Galiana palacios junto á su
casa, de donde que, asi el pretorio como la ca-
sa de ¡a infanta, se llamasen palacios de Ga-
liana. En el dia están casi destruidos estos so-
berbios edilieios, á consecuencia del horroroso
incendio que sufrieron el auode I8Ü9, causado
por la* tropas franceses. «A pesar de tantos
contratiempos, dice el señor Madoa en su Dic-
cionario, aun -se encuentra mucho que. admi-
rar; su planta es cuadrilonga, viéndose colo-
cado, de N. á Bij presentando en aquel lado ¡a
fachada principal, obra de Alonso de Covarru-
bias, ayudado de Luis de Ycrgara y Francisco
de Villalpando, la cual consta de tres cuerpos
de arquitectura del género plateresco : la fa-
diada do S. pertenece á Juan de Herrera, y
se compone de cuatro cuerpos de órden dóri-
co, de magestuoso aspecto y bellas proporcio-
nes: los lados de E. y 0. ofrecen poco nota-
ble; en los cuatro ángulos hay torres cuadra-
das, que dominan toda la ciudad. Dé|magnl{¡-
eo vestíbulo á que da entrada la puerta princi-
pal, se pasa al gran patio, obra también de
Cüvarrubias, compuesto de treinta y dos arcos
de suntuosa perspectiva, que forman una es-
paciosa galería, y asientan en columnas de
órden corintio; al frente se halla la escalera,
que es una de los obras mas suntuosas y mag-
nificas que pueden imaginarse, trazada por
Francisco de Villalpando, á que ayudó Gaspar
de Vega, y en el muro del frente existen las
puertas que daban entrada á la capilla, (pie
debió ser una de las mejores piezas de este
despedazado palacio; las demás que se conser-
van aun ofrecen interés, siendo denotarlas
caballerizas, en las que se han encerrado en
diferentes ocasiones algunos centenares de ca-
ballos. La restauración del siglo pasado fué
dirigida por don Ventara Rodríguez y en ella
se cerraron los arcos superiores de la galería
del patio, dejando en cada intercolumnio mía
ventana.»
A la inmediación del convenio de Santa
Isabel, se ven las ruinas del /antiguo alcázar
del rey don Pedro, que á juzgar por los bellos
adornos y ia disposición de los. muros que atril
se mantienen, eu pie, debió ser muy suntuo-
so. El palacio arzobispal, situado en la plaza
del ayuntamiento donde tiene su faciiada prin-
cipal, es el qne ocupan los reyes cuando visi-
tan esta ciudad, trasladándose entonces los.
prelados á otra casa que se halla á su espalda.
Al lado de este palacio están las casas de ayun-
tamiento; cuya fachada tiene dos cuerpos de
arquitectura greco-romaua, los cuales se le-
vantan sobre una lonja que se alza del suelo
en nueve arcos de foitisima construcción, co-
ronados de un antepecho: el primer cuerpo
tiene el mismo número de arcos que estriñan
en gruesos pilares y adornados de columnas
dóricas: el segundo es jónico y consta de ca-
torce columnas, recibiendo el arquitrabe J'
cornisa : sobre los tres espacios del cenlro,
descansa el frontispicio triangular, presentan-
do en el hueco el escudo de armas do la ciu-
dad: á los lados se levantan dos torres, qne
rematan con una pirámide y veleta; la puerta
de entrada está en el muro del N. que no ofre-
ce cosa notable.
, Entre las antigüedades que se «onseivan
dentro y fuera de la ciudad, debemos mencio-
nar la cueva de Hércules, célebre por las por-
tentosas tradiciones de que es objeto; ia final
parece ser obra de ta naturaleza antes de )o
297
TOLEDO
fundación de la ciudad en las mismas "peñas
en que esta se edificó, haciéndose después al-
gunos trabajos en ella; es lafjp J no se le ave-
rigua el Un; la cidrada es ancha, después se va
angostando y en ella hay muchos caminos y
veredas; el Circo Máximo de que se conserva
tadaíía un arco; las. ruinas deltempio de Hér-
cules; la naumaquia; el anfiteatro; los baños do
la Cava; ¡a Huerta del Bey y los restos de lós
palacios de recreo de la princesa Galiana.
Dentro de la ciudad hay tres paseos, llama-
dos de San Cristóbal, el Tránsito y las Carreras,
todos al S. sobre el rio y ademas una bonita
glorieta en la plaza de Zocodover, y estramu-
ros los titulados paseo de las llosas, el de Ma-
drid y la Vega baja. Hay un teatro en lo plaza
de las Verduras, un liceo, un presidio y dos
cárceles.
1.a beneficencia pública cuanta con los si-
guientes establecimientos: un hospital de de-
mentes, vulgo del Nuncio, casa provincial de
maternidad y caridad, j: hospitales del {(efugio
y Santiago, refundidos en el convento de San
Pedro mártir, el hospital de Santiago, el de
Santa Cruz, una casa de caridad, fundada por
el cardenal Lorcnzana, en 1774, el de Nuestra
Señora de la Misericordia y el del Rey, el de la
cofradía de la Santa Caridad, el de la Concep-
ción, el de San Lázaro, el de San Juan de Dios
y otros; un pósito, creado en 1507 por el car-
denal Cisneros con 20,000 fanegas de trigo
que entregó para este efecto y los préstamos
que los vecinos pudientes hicieron para el aco-
pio do los demás granos.
Instrucción pública. Entre los varios es-
tablecimientos con que cuenta debe citarse co-
mo el primero el colegio general militar, su-
cesor de la escuela establecida el año de IS0Ü
por la junta central y á propuesta del teniente
coronel de artillería don Mariano OfN de Ber-
nabé. Hállase el colegio en los edificios del
hospital de Santa Cruz, fonda de la Caridad y
bospital do Santiago. Se compone de un ge-
neral director é inspector; un secretario para
la dirección; un oficial para la misma encar-
gado del archivo; un subdirector, coronel se-
gundo gefe; un coronel gefe del detall; únge-
le de estudios; un capitán y 4 subalternos por
compañía; 3 ayiulanles para todas; 2 profesó-
se? por compañía; S capellanes castrenses; 2
médicos-cirujanos do ejército; 3 maestros de
idiomas; 3 de geografía; 2 de esgrima; uno de
gimnasia; uno do baile; un armero , uu sar-
gento l,u; -2 id. m¡ 4 cabos, un trómpela de
urden; 12 cornetas; 12 tambores; 24 soldados
de infantería y 24 do caballería para el servi-
cio de la guardia estertor del colegio, ordenan-
zas de los gofos y ¡a asistencia para los 24 ca-
ballos, destinados á la escuela de equitación
y ejercicios de caballería, y por último (300
cadetes, distribuidos en 0 compañías y 4 bri-
gadas con un brigadier y 2 sub-brigadieres,
cada uno formando actualmente un batallón
Con bandera. SI curso de estudios es de tres 1
años. En el primero se enseña aritmética y
primera y segunda parte de álgebra, ordenan-
zas, táctica de infantería y ligera, religión,
hisloru y francés; en el segundo, geometría,
trigonometría y geometría práctica, táctica de
caballería y ligera, y geografía y en el tercer
año fortificación, castramenlacion, y reconoci-
mientos militares, láctica sublime, teoría ge-
neral de ecuaciones y repaso general, descrip-
tiva y dibujo militan, equitación, esgrima y
baile.
El instituto de segunda enseñanza, que
reemplazó en 1845 á la universidad fundada
por don Francisco Alvarez de Toledo, ocupa el
mismo edificio donde estaba aquella, y el cual
es uno de los mas suntuosos de la ciudad. Las
asignaturas que se estudian son las siguientes:
Iatin y castellano, geografía, religión y moral,
historia general, retórica y poética, matemáti-
cas, lógica é ideología, física y química, his-
toria natural, lengua francesa. Posee la biblio-
teca de la universidad con 2,400 volúmenes.
Hay ademas en Toledo un. setninario conci-
liar establecido en el convento que fué de
carmelitas descalzos. El número de alumnos
internos puede ser Hasta de 100'; los 50 de
gracia y los otros de pensión; hay 2 5, becas de
gracia. El número do cátedras es e! qne señala
el plan de estudios para la segunda enseñan-
za y para la facultad de teología; posee tam-
bién una biblioteca con 4,000 volúmenes. Por
último, cuenta en instrucción pública con un
colegio de doctrinos, otro de doncellas nobles,
fundado en 1557 por el cardenal Silíceo, con
una escuela de nobles artes; cuatro escuelas
de primera educación á cargo de maestros con
litulo dotados de fondos municipales, un gabi-
nete de historia natural, una sociedad econó-
mica de amigos del pais, biblioteca y museo
provincial.
Industria. Llama justamente la atención
en esta ciudad la gran fábrica de ornamentos
de iglesia y pontificales, única en España, en
la cual se elaboran suntuosas ' vestiduras de
una sola pieza, con todos sus adornos, cene-
fas y galones: de esla fábrica han salido 1er-
nos completos para Constantinopla, Jerusalen,
Roma, Nápúles y otras ciudades de Europa y
América; Es también notable y de merecida
fama la fábrica de armas blancas, que está á
cargo del cuerpo de artillería, donde se cons-
truyen toda clase de armas, desde las mas an-
tiguas hasta las del jnas ridiculo capricho,
siendo sometidas á pruebas que no sufren las
estrangeras. De esta fábrica son todas las ar-
mas qne gasta el ejérciio. Hay ademas 103 te-
lares de galones de seda y cintas, 7 de sargas;
tafetanes y pañuelos de seda; uno de medias
de seda y otro de gorros; k fábricas de curti-
dos, 3 de sombreros, 5 de loza, 2 de ti ja y
ladrillo, varios molinos de aceile, harineros
y de chocolate, tahonas, batanes, tintes y to-
dos los demás oficios necesarios para las aterj-
eiunep de la vida. - ■
209
TOLEDO
.100
Comercio. Se esportan con bastante esti-
mación granos y aceite, y. se importan las ma-
terias para los telares dé la galoneria y torce-
dores de seda, y su despacho se va á buscará
Castilla la Vieja y á las ferias de Almagro y
Trujillo, pues "lian cesado totalmente los pe-
didos á Portugal. Las fábricas de Alcoy, Tar-
rasa y Sajle.pt surten de paños á Toledjj,. y la
lencería se suple con elefantes calalanes para
la gente trabajadora; los géneros coloniales
se toman, por lo comuu, en Anmjnez. Celebra
una feria del 15 al 23 de agosto, reducida á la
venta que hacen varios comerciantes de quin-
calla, modas de Madrid y juguetes de niños,
y un mercada todos los martes para la venia
de provisiones y arlículos de consumo; de
veinle años a esta parte se presenlan caballe-
rías cu algunos mercados. -
TOLEDO. (Historiad Procede la palabra
Toletum de las raices Thol que en caldeo sig-
nifica altura y eta de donde etum, que equiva-
le á población, por lo que Toletum (Toledo),
vale tanto como población elevada ó fuerte.
Según dice bivio, cuando llegó sobre esta ciu-
dad el procónsul'' Marco Fuívio era pequeña,
fortificada por el sitio. Aunque Toledo era ciu-
dad de la Carpetania,~nol'ué capital de esta re-
gión, como han creido algunos autores, entré
ellos el maestro Ftorez. La primera mención
que hace la historia bajo la dominación roma-
na, es la que hemos indicado de bivio; el es-
presado Fulvio ganó cerca de esta ciudad una
famosa batalla á los ejércitos de la liga de las
regiones del interior el año 193 antes de Je-
sucristo. Al año siguiente (102), se puso, sobre
Toledo: los vellones, acudieron á socorrerla,
pero fueron vencidos: FutVio la combatió con
máquinas y al íln se apoderó de ella, viniendo
de este modo al poder de los romanos, quie-
nes la fortificaron y hermosearon con sun-
tuosos edificios públicos, llegando á ser muni-
cipio muy importante. Con la irrupción de tas
tribus del Korle padeció bastante Toledo; pero
afianzada la monarquía de los godos, se hizo
cabeza de España, no solo en lo tempural,
sino en lo espiritual con ia introducción del
Evangelio, y siendo su iglesia primada de las
Españas, habiendo seis santos entre sus arzo-
bispos. Sellan celebrado en Toledo veinle con-
cilios, y sus decisiones eran entonces la legis-
lación del mundo cristiano. Leovigildo se lijó en
Toledo, Teodorico celebró cortes y Wamba la
guarneció de murallas y torres. Los árabes se
apoderaron de Toledo en el año de 7 15, y fue-
ron tan tolerantes que permitieron .quedasen
seis parroquias de cristianos, llamados muzá-
rabes. Estuvo en poder de los infieles 368 años,
siendo cabeza de uno de los reinos mas po-
derosos que se formaron después do la des-
membración del califato de Córdoba. La ganó
el rey don Alonso VI el Bravo, que ensanchó
los muros, siendo inútiles todas las tentativas
que hicieron después los moros para recupe-
rarla. En Toledo ha habido sangrientos moti-
nes contra los judíos, discordias funestasen Ir
época do don Pedro el Cruel jjj su hermano don
Enrique, y también los restos de los eomnne-
ros sostenidos por la viuda de Padilla, hicie-
ron una resistencia heroica. En la guerra ile
sucesión padeció bástanlo Toledo y los portu-
gueses quemaron el alcázar, y reedificado en
tiempo de Carlos III, fué segunda vez deslnñ-
do en la guerra de ia independencia. Toleilu
tiene el título de «Real ó Imperial» y sosiic-
ne por el voto en c'órtes, competencia con
Burgos.
En Toledo han nacido muchos varones ilus-
tres. Prescindiendo de los reyes, principes y
notabilidades políticas, cuyo catálogo seria
interminable, podemos citar los siguientes:
Santa Obdulia, Santa Leocadia, San Ildefonso,
San Gumersindo y otros menos ciertos. Estos
lian honrado á Toledo por su santidad y oíros
por su valor y virtudes militares, y por sus
trabajos literarios cuyas obras existen en las
bibliotecas y son los siguientes: Alfonso Aira-
re/ de Toledo, Alfonso Pérez de Lara, Alfon-
so Tellez de Meneses, Alfonso de Rojas, Al-
fonso de Pisa, Alfonso de Castra, Alvaro Gu-
tiérrez de Torres, Angela Sigea de Velasen,
Antonio de Cobarrubias, Andrés Ceuon, Balta-
sar Eliso de Mediuílla, Baltasar de Sotomayor,
Bernardina de Sandoval, Blas de la Serna, Bar-
tolomé Díaz de Encinas, Baltasar Gómez de
Amezciia, Cristóforo de Rojas, Cosme de Palma
Fuentes, Diego de la Vega, Diego Paslrana y
Sotomayor, Diego de Narbona, Diego Hurtado
de Mendoza, Diego de la Madre do Dios, Die-
go Alvarez de Paz, Eugenio de Robles, Eugenio
de Manzanas, Esteban de Villalobos, Eugenio
Martínez, Francisco de Villalpando, Francisco
Ñoñez de Cépeda, Francisco de Fuensalida, Fer-
nando Suarez del Castillo, Francisco de Pisa,
Francisco de Sosa, Francisco Rades de Anilla-
da, Fernando Diaz Patermano, Gabriel de Val-
des y Saracola, Gerónimo do la llua, Gaspar de
IUvadeneira, García Lasso de la Vega, Gaspar
de Villachoaga, José de Valdivieso, Juan de
Vergara, Juan de Luna, Juan de Silva y Tole-
do, Juan González de Mendoza, Juan de Molo,
Juan Bautista de Loyola, Juan.de Santiago, Inu
de Ürozco y Covarrubias, Tres Juan de Rojas,
Lorenzo de Ayala, Luis Hurtado, Luisa Sigea,
Luis Gallan de Vozmediano, Luis Belltiga, Ma-
nuel de Nájera, Melchor de Sania María, Mar-
eo de Sepúlveda, Martin Alfonso Vivatdo, l'or
dro Chacón, Pedro de IUvadeneira, Pedro Vaa-
quez Belluga, Pedro de Navarro, Pedro Pantoja
de Ayala, Pedro de Reinosa, Pedro de Rojas,
Pedro de Herrera, Pedro Uuiz de Visitación,
Pedro Salazar de Mendoza, Rodrigo Cota, Se-
bastian de ürozco, Sancho de Moneada, Se-
bastian de Covarrubias y Tomás Hurtado.
Las armas de esta ciudad son- uua corona
cerrada ó imperial de oro en campo azur, se-
gún so las dió Alfonso VI, su conquistador con
el titulo de imperial. El escudo de armas fue
en lo antiguo, según se asegura, dos estrellas,
TOLEDO
302
dos mundos y un león. Dieese que después
representó un rey sentado sobre su trono, por
haberlo tenido en esta ciudad los godos.
TOLEDO, (arzobispado de'i Lleva el título
de primado de las Españas y tiene por sufragá-
neos los obispados de Cúrdoba, Cuenca, Si-
giienza, Jaén, Segovia, Cartagena, Qsma y Ya-
Uadolid. Confina al N. con la diócesis de Sego-
via y Sigüenzn, al E. con las de Cuenca y Car-
lacena, al S. con las de Jaén y Córdoba , al 0.
con las de Plaseneia y Avila. Su circunferen-
cia es de mas de 180 teguas, de cuyo punto
mas lejano á la capital se cuentan ¿18 leguas
por la parte de Cartagena, y desde el mas cer-
cano, ipie es el limite de Avila, 8 leguas. Tie-
ne dos grandes porciones aisladas en otros
territorios: ú° el partido de Cazorla de 28 le-
guas de circunferencia; enclavado entre las
diócesis de Jaén y Guadis, y la vicaria de Se-
gurado la órden de Santiago, y 2." el partido
de Huesear de 24 leguas de perímetro encer-
rado entre las diócesis de Almería y Guadix, y
las vicarias santiaguislasde Segura y Caravaea.
Kl esleusu pais que abraza este arzobispado
comprende en lo civil las provincias enteras
de Madrid y Ciudad Real, casi toda la de Tole,
do y algunas porciones de las de Guadalajara,
Albacete, Badajoz, Cácercs y Segovia. Divídese
en dos vicarias generales (de Toledo y Alcalá
de licuares), y ocbo foráneas ó de partido,
que son Madrid, Talavera de la lleina, Puente
del Arzobispo, Alcázar de San Juan, Ciudad
Real, Alcázar, Cazoria y Huesear, contando en
lodo SU iglesias parroquiales, las68'J matrices
y las 125 restantes anejas y en ellas 287 be-
neficios servidores y 35S simples. La iglesia
primada fué restaurada por don Alonso YI en
10S5, y tiene á inas del prelado y obispos au-
xiliares en Toledo y Madrid , 1 4 dignidades,
40 canónigos, (G do ellos con el título de es-
travagantes), 50 racioneros y 33 capellanías.
Al cuerpo de racioneros corresponden por bu-
las poulifleias todas las iglesias despobladas de
la diócesis. Hay ademas tres colegiatas, las de
Talavera y Pastrana y la magistral de Alcalá;
en Toledo ia capilla de los Reyes nuevos y la
Muzárabe, en Madrid la real capilla do Sanlsi-
ilro, en el Puente del Arzobispo la capilla de
Sania Catalina, y dos parroquias capitulares en
Escalona y Torrijos: contándose en los nueve
cuerpos 17 a eclesiásticos.
TOLEDO, (partido de) Es de término, pro-
. vincia de'su nombre, compuesto délos 13 pue-
blos de Argés, Bargas, BurguUIos, Casasbuc-
nas, Covisa, Cuadamur, Sayos, Magan, Moce-
jo:i, Nambroca, Olías, Polan y Toledo.
_ TOLEDO, (Arqueología.) Pocas ciudades ha-
brá cu España tan ricas como Toledo- de mo-
numentos artísticos. Corle esla famosa pobla-
ción en otros tiempos, .acariciada por la abun-
dancia casi basta nuestros días y objeto cons-
tante del cariño de su opulento cabildo y de
bus prolados;, no es de estrañar que las artes
™yun asentado en ella su trono en mas feliz
época, poblándose las orillas del Tajo de cíen
y cien monumentos, cuyas copiosas bellezas
son abora admiradas por naturales y estran-
geros.
Si en el siglo XVI, si en ese largo perio-
do de las glorias de España, se enriqueció To-
ledo con las primicias de las artes, en siglos
anteriores habian embellecido también su re-
cinto monumentos de otros géneros, que por
lá antigüedad de suoi'igen y por las preciosi-
dades que encierran, son cada diamas aprecia-
dos de los inteligentes. El pueblo romano que
dominó largo tiempo en España é hizo á Tole-
do silla de sus prefectos, la bonró con el titu-
lo de colonia, la cercó de robustos muros y la
enriqueció con soberbios monumentos, de que
aun todavía se conservan vestigios y ruinas.
El pueblo sarraceno, qué también fué dueño
de esta ciudad, durante un largo periodo, dejó
en ella brillantes muestras de su dominación:
levantó mezquitas á sus creencias, ediücó si-
nagogas páralos judíos y elevó ese género de
arquitectura, que le es .propio absolutamente,
á un grado de perfección admirable.
Asi, pues, considerada Toledo artisticamen-
le, pueden clasificarse susmonumentos y rui-
nas, délos cuales vamos á dar una ligera idea,
en romanos, arábigos y cristianos. No son tan
numerosos los edificios debidos á los árabes 1
como los que levantaron los católicos: de los
romanos apenas queda mas que algunas rui-
nas; pero estas y aquellos son de sumo inte-
rés para los amantes de las artes y para los
que se dedican á estudiar la historia de nues-
tra civilización.
I.
Monumentos romanos.
Circo Máximo. DouFrancisco Santiago de
Palomares, tratando de este monumento en
una carta que dirigió en 1748 á fray Esteban
de Terreros, decia: «Se ven boy en la vega de
Toledo las ruinas de un edificio de piedra me-
nuda y cal, tan unidos los materiales que está
hecho un cuerpo sólido, fortisimo, tanto que
la injuria de los tiempos no lo ha deshecho
del todo. Estas ruinas se estienden formando
un espaciosísimo óvalo envo mayor diámetro
tiene 1,045 pies castellanos, y el menor 332:
por la parte oriental, en .que está fabricado un
humilladero que llamaban la -capilla del Mon-
tero, se miran ciertas bóvedas' de dicha fábri-
ca ó argamasa, cuyas entradas hoy están por
la parte estertor, elevadas como 0 pies de la
superficie de la tierra, y van estrechándose
hasta fenecer en un arco de poca altura que
sale del óvalo. Por la parte superior tiene un
plano de ! 2 pies de ancho con bastante de-
clive ó pendiente.
«Indican oslas ruinas haber sido lo primi-
tivo un gran anfiteatro para juegos, espectá-
culos ó ejercicios militares de á caballo ó en
303
TOLEDO
■su
carrea. Tuvo entrada y salida por cuatro ar-
cos muy capaces, del mismo argamasón: uno
de elios está entero en la parte que mira en-
tre Norte y Poniente. Es bastante grande, pues
puede entrar por él ua carro triunfal aunque
sea muy corpulento. En ellado opuesto y otros
á correspondencia solo lian quedado los- estri-
eos de otro igual. Fuera dei anfiteatro, conti-
guo á él, se miran ruinas de algunas piezas ú
oficinas para sus usos.»
El, doctor don Cristóbal Lozano trató tam-
bién dei Circo Máximo de Toledo, y su rela-
ción, aunque algo exagerada¡ no deja de ser
interesante. «Como se vieron, dice, los roma-
nos, señores de esta imperial ciudad, y luego
vieron en ella sitio tan acomodado , tan deli-
cioso y saludable , como es lo que llamamos
la Vega, descubierta al Norte y cerrada al Me-
diodía, fundaron y edificaron un famoso circo,
del cual boy ae ven y están, hartos vestigios
en pie entre el humilladero y el monasterio de
San Bartolomé, que no es poco que al cabo de
mas de dos mil años queden, ruinas que Icslifi-
quen.la verdad de este edificio. Era ovado y te-
nia de largo y de ancho en proporción 1,500
píes: sus puertas, sus apartados y sus cuevas
de la misma forma, ventajosa en todo, asi en
lo grande como en lo bien acabado á los de-
mas circos que hubo en algunas ciudades de
España, como en Barcelona, Tarragona, Carta-
gena y Herida.»
Los godos, no obstante su aversión á todo
lo que tenia relación con el imperio de los Cé-
sares, y aun los árabes mismos, vieron con
cierta especio de veneración el Circo Máximo
de Toledo que se conservó integro hasta el
año 9 1 1 en que sublevado el walid Kalib-Aben-
Ilatamconlra el califa de Córdoba Ábd-er-lüia-
man i! se vio ésto en la necesidad de sitiar á
Toledo y destruir una gran parte del circo que
servia á la defensa de los sitiados.
Al Norte dei Circo se encuentran varios tro-
zos de tiiurallas quedan indicio de haber exis-
tido en aquel sillo algún templo, en lo cual
están conformes los escritores toledanos, si
bien creen algunos que son ruinas de templo
consagrado á Venus, á Marte ó á Esculapio,
mientras asientan otros que hubo alli un tem-
plo dedicado á Hércules, siendo esta .a opi-
nión mas generalmente admitida. «Un poco
mas distante, dice el citado Palomares, pero
no lejos del Circo, hacia el Norte, hay vesti-
gios del mismo material, como son, once ce-
pas macizas en figura triangular equilátera, co-
locadas por huen orden, formando todas un
espacioso medio óvalo, cuya entrada tiene de
ancho 158 pies castellanos, y de fondo hasta
el foro 101 . Estos fragmentos parecen ser co-
mo de algún templo que alli babia. Hacia Po-
niente hay unos fregones macizos y muy abul-
tados, de tal snerle desfigurados, que no se'
viene en conocimiento del lin para que han
servido, Al todo de estas ruinas llaman en To-
ledo el Circo Máximo de la Vega, y es co-
mnn opinión entre los que 'saben algo( fué |ai
anliteatro del tiempo de los romanos, y qu0
allí cerca tuvieron ua templo dedicado á una
deidad.»
Don Francisco de Palomares' hace mención
tambieu de varios fregones macizos, situa-
dos en la parte occidental del Circo Máxi-
mo,, pero sin atreverse á señalar el uso que
pudieron tener en un principio, si bien da á
entender que eslaban construidos del mismo,
material que el Circo y lus machones del lem-
plo. .No asi el aulor do los Reyes «usuos de To-
ledo, el cual debió tener ocasión de examinar
detenidamente estos vestigios ea niejur osla-
rlo de conservación, y aseguró, que perlino-,
cian á la naumaquia, que supone haber te-
nido los romanos en Toledo, llegando su cre-
dulidad hasta ol punto de describirla minucio-
samente. Su opinión,, sin embargo, no tiene un
fundamento sólido, no obstante que en cierto
modo parece apoyarla el haberse encontrado
en las azudas vestigios de arcaduces, por don-
de ól creia que iba el agua á la naumaquía.
Oíro de los monumentos con que lus ro-
manos enriquecieron á Toledo, fué ol teatro,
anfiteatro ó hipódromo, cuyos vestigios se con-
servan en ol barrio llamado de las Covachue-
las, cerca del hospital del cardenal Tavera.
Juan Bautista lloncgro. que los examinó en el
siglo XV!, aseguró en unacarla dirigida al doc-
tor Pisa, que pertenecían á un teatro, teniendo
en cuenta para emitir esta opinión la forma
(otal que presentaban comparándola con la de
otros nmclios que habla examinado. El doctor
Lozano, tratando de este monumento dice, que
ora de forma circular, pero mas recogido que
el Circo, que estaba situado sobre una emi-
nencia á la orilla de^ Tajo, y que lenia eu
contorno mas de catorce gradas, debajo de las
cuales habla muchas cuevas pequeñas. Palo-
mares, que también vló estas ruinas, cuando
se conservaban en mejor estado, dice: «Un uu
sillo no muy lejano de !a Vega, que llaman
las Covachuelas, barrio ó suburbio a la parle
oriental de la ciudad, inmediato al convento
ile Trinitarias descalzas, se miran hoy unas
ruinas de semcjaulc argamasa que la del Mr-
co, ca diferentes parages: son unos fregones
muy robustos, eu que hay algunos huecos o
cañones de bóvedas, anchas ú la entrada y an-
gostas á la salida: hoy no se puede hacer jui-
cio cabal de la planta do todo el edificio, por-
que hay fabricadas diferentes casas sobre ¿I;
pero si manifiestan las ruinas ser circular, J
entre la gente mas culta está recibida la opi-
nión de haber sido teatro para representacio-
nes y escenas cómicas de romanos.» Todos
los autores que han escrito SDbre estas ruinas
en tiempos anteriores á los nuestros, convie-
nen eu que debieron ser de un lealro ó anli-
teatro, inclinándose los mas autorizados á lo
primero; mas hoy aunque subsisten, se halla»
tan desfiguradas, que -no es posible determi-
na!? ú quégénei'o ríe monumento pertenecieron.
305
TOLEDO
306
Uno de 'os mas curiosos monumentos que tribuyó á robustecer las fábulas que habían
existen en Toledo es la famosa cueva de Hér- corrido' basta aquel tiempo. Algunos escritores
cuíes, cuya boca se encuentra en la antigua '. que se han distinguido por el conocimiento de
in-lesia de San Ginés, en lo mas alto de la po- ; las antigüedades romanas, opinan que la cueva
bíacion, y sobre cuyo origen andan muy di¡
cortes los autores. Asientan algunos que alie-
nas vino Tabal á líspaña conieuzó abacería,
añadiendo que Hércules la reeditieó y amplió,
sirviéndose de ella como de real palacio,
y leyendo alli la arte mágica. Sostienen
otros que esta cueva fué desde el principio un
templo consagrado á Hércules. Hay también
quien opine que los romanos, después de su
venida á España, la engrandecieron y ensan-
charon, ya para que les sirviera de refugio, ya
para desalojar la ciudad cómodamente y sin
riesgo alguno, caso de ser entrada por fuerza.
Escriben otros, .que durante las persecuciones
sufridas por los primitivos cristianos, fué asi-
lo, oratorio y cementerio délos mártires- Ha
sido también esta cueva objeto de una tradi-
ción fabulosa, consignada en nuestras antiguas
crónicas, donde se dice que don Rodrigo, At-
ibad rey de los godos, penetro en ella y en
un cofre que encontró cerrado é hizo abrir,
bailó ira lienzo con caractéres latinos y algu-
nas figuras, que siguí llcaban la próxima perdi-
ción del reino.
Hállase cerrada la cueva de Hércules desde
tiempo inmemorial, y aunque se han hecho va-
rias (colativas para reconocerla, todas han si-
do en vano. Asi, pues, nos contentaremos con
citar aqui lo que de su forma y disposición di-
ce elaulorde los Reyes nuevos de Toledo, siu
que por esto se crea que en nuestro concepto
deba darse crédito á todo lo que dice en su
descripción. «Va la cueva, dice el 'doctor Lo-
Mío; por debajo de tierra, tan dilatada y lar-
ge, que no solo cogo el espacio qne hay hasla
el cabo de la ciudad, sino que sale de ella por
término de tres leguas. Su fábrica es notable,
magnilica y primorosa, compuesla de muchos
arcos, pilares y columnas, y adornada toda de
labradas y menudas piedras, ülras cosas de
grandeza y de primor (seguu lo que vieron
ciertos especuladores) se dejan al discursó y
al sentir de cada uno. Que las hay grandes y
aun quizá tesoros, no lo dudo, pues en parles
menos guardadas y secretas, donde vivieron
los moros, sabembs, y lo venios cada din, que
■se han bailado y descubierto joyas y riquezas
de sumo valor, A una manga ó cabo de esla
cueva, &i bien los autores varían el sitio, como
tan gran mágico hizo labrar Hércules un pala
cío encantado, en que puso ciertos lienzos y
flguras con algunos caractéres, alcanzando por
ciencia propia que bubia de verse España des-
truida por aquella gente bárbara y estruiia.»
Entre las varias esploracioues que se lian bo-
cho de esta cueva, es la mas importante la
que se llevó á cabo en 1 546 por mandato del
arzobispo don Juan Martínez Silíceo; pero los
exploradores, llenos de miedo, vieron lo que
no existía ni podia existir, y su relación con-
Ü18Ü UIDUOTRCA POPOLA!!.
de Hércules no pasa de ser una cloaca.
En dirección al puerto de Yébenes, se es-
líenden por espacio de siete leguas unos tro-
zos de muralla, restos de un acueducto que
los romanos construyeron en Toledo. Don An-
tonio Pons, siguiendo los informes que le habían
dado el padre liiiriel y dou Santiago Francisco
Palomares, dice de él en su Viage de Sspaña:
«Entraban sus aguas por el parage que llaman
de Doce cantos, y antiguamente de Doce cau-
ces, enfrente del cual y á una y á otra parte
del Tajo se ven grandes frogones de los cimien-
tos sobre que se levantarían series de arcos,
como el acueducto de Segovia, nivelando las
aguas hasta lo mas elevado de Toledo. Este
acueducto se reconoce en mas de 600 pa-
sos, junto al camino que llaman de la Plata,
en la falda de aquellos cerros, y es nn canal
coáio de media vara de ancho y una tercia de
hondo, formado de una fuerte argamasa. Jun-
to al camino de Toledo al monasterio de Sisla,
se ven á trechos frogones de argamasa, que
parecen pilares de arcos, y en este sitio hay
un conduelo por donde va el agua al Cigarral
ó casa de campo de los padres trinitarios calza-
dos, que claramente se ve ser de construcción
romana. Entre la ermita de Santa Ana y el re-
ferido monasterio de Sisla, existe todavía .un
castillo ó Torre acuaria, á cuyas ruinas llama el
viilgo Horno del vidrio. Mas adelante, como
000 pasos de! monasterio , se encuentra
otro y allí nace a borbotones una copiosa fuen-
te que hoy se pierde en el Tajo por el arroyo
de Val-de-la-degollada. u En toda la esteosiou
que tenia el acueducto se conservan aun gran-
des torreones en la misma disposición que los
mencionados por el autor del Viage de Es-
paña, y se ven gruesos paredones de trecho
en trecha, conociéndose en ellos perfectamen-
te la tarjea por donde venia encañonada el
agua, apareciendo unas veces mas estrecha y
mas profunda y manifestándose otras mas an-
cha y somera.
. También hicieron los romanos varios cami-
nos, de ¡pie apenas quedan ya vestigios. Siu
embargo, á las inmediaciones del castillo de
San Cervantes, todavía se halla nn trozo de ca-
mino que en su latitud y manera particular de
construcción no es inferior á los mus celebra-
dos de Italia. Debió de conocerse en la anti-
güedad con el titulo de Via lata, de donde
corrompida aquella frase con el tiempo vino á
llamarse camino de la Plata. Siguiendo la
misma dirección de esla via, se descubren
otras reliquias eu diferentes puntos, pero tan
destrozadas, que es imposible formar idea de
ellas. >
1\ XKSIII. 20
307
TOLEDO
30fi
m
Monumentos arábigos.
Santa María la Blanca. Don Tomás T.i-
mayo de Vargas asienta en sus Antigüedades
nuevas de Toledo, que este edilieio fié en su
principio una sinagoga fundada por los bebrS >s
antes de la era cristiana, pero esta opinión es-
triba únicamente en nial fundadas COTjétB'ras,
y ademas basta tener algún conocimiento dol
arte y examinar dicho edificio para no dudar
que no tiene semejanza alguna con los templos
hebreos, ácuya imitación se dice que fué he-
cho, pues sti plañía, la distribución de sus na-
ves, la ornamentación de sus" muros y la for-
ma de sus arcos, oslan demostrando que paite;
nece al segundo periodo de la arquitectura
arábiga, no habiendo podido existir' sino
pues que los árabes ocuparon á Toledo. Una
inscripción que se encuentra en ta puerta oc-
cidental, manifiesta quo este edificio fué sina-
goga hasta el año de 1405 en que se' consagró
en iglesia por la predicación de Sai) Vírenlo
Ferrcr; que después so fundó alli un monaste-
rio; que mas tarde quedó reducida á ser una
ermita ú oratorio; que después de ésto fué
profanado y convertido en cuartel, y que por
último, vino á ser almacén de enseres de la
real hacienda. El aspecto que ahora presenta
en su parle estertor, no puede ser mas som-
brío, y está muy distante de dar una idea de la
mag'nilicenciaque se encuentra en su interior.
Este monumento asi por . su mérito como por
su antigüedad, es indudablemente uno de los
mas importantes déla arquitectura de les ára-
bes, entre cuantos se han conservado en Es-
paña.
El Tránsito, conocido vulgarmente por San
•Benito. Este edificio, que está situado no le-
jos de Santa María la Blanca y mas inmediato
al , rio., fué también sinagoga. Fué edideado
en 13GG, es decir, en la época mas 'floreciente
de la arquitectura árabe andaluza. La abun-
dancia y riqueza de los ornatos que cubren
sus muros y la disposición de todo et templo,
no permiten dudar que tan bello monumento
fué erigido en distinta época que el anterior,
cuando ya el arte sarraceno había tenido nn
gran desarrollo , y alejado de su origen, se
ostentaba verdaderamente original como en la
Alhambra de Granalla, l'uó el arquitecto dei
Tránsito nn hebreo llamado don Meir Abdeli,
persona muy ducta y respetada cutre" sn pue-
blo, y costeó la obra Samuel Leví, tesorero del
rey don 'Pedro , á quien los judíos prodigaron
las mayores alabanzas. Sirvió este edificio de
sinagoga hasta la iotat expulsión de los judíos
en 1492. Después fué cedfda por los reyes Ca-
tólicos á los caballeros de Cakilrava, en cam-
bio det priorato de Santa Fe, y vino á conver-
tirse en la iglesia de San Benito.
^Palacio de ViÜana. A corta distancia del
Tránsito y de Santa María la Blanca, se con-
templan las ruinas de un antiguo palacio fa-
bricado también por ot famoso tesorera dol
rey don Pedro y confiscado con todos sus ble-
nes, cuando cayó en desgracia do aquel sobo-
rano. La circunstancia de haberlo habitado el
célebre don Enrique de'Viücna, durante sn
permanencia en Toledo, ha -dado origen á nuil-
titud de cuentos relativos á aquel famoso ni-
gromante, Ahora se reducen estas Tuinas i <t¡.
rios arcos de ladrillo rolos unos por sus di-
ves y culeros otros, y á varias bóvedas de
Tortísima construcción, que han podido resis-
tir la injuria de los tiempos. Reconócese en
estos fragmentos el estado de la arquitectura
arábiga en la época á que la fábrica portena-
ce; y aunque no pueden examinarse de lleno
los subterráneos , por estar cortados en dife-
rentes viviendas , se deja ver que un palacio
que tenia taies Jjóvedas debia ser verdadera-
mente suntuoso y digno del nombre con que
son reconocidas sus reliquias,
El Cristo de la Lik. Lleva esle nombre
upa venerada ermita, celebre desdo el liempo
de la conquista, y objeto ya en aquella época
de milagrosas tradiciones. Su arquitectura es
árabe y se remonta ai primer periodo que be.
mos llamado de imitación. Prescindiendo de
estas tradiciones, se sabe que la primer iglesia
(¡ue se bendijo al tomar Alonso VI la ciudad itc
Toledo, fué dicha ermita. Hasta entonces creen
alganas escrilpres, no sin razón, que sirvií
demezquila. Parle de ella, que se hallaba rui-
nosa, fué restaurada por el abad y arzobispo
don Bernardo, l'or los años de 1 1SG el rey don
Alonso VIH , queriendo distinguir á los enlia-
lleros de San Juan por los servicios que le
habían prestado , tuvo á bien entregarles esta
iglesia, que permaneció en poder de dichos
caballeros hasta la época del , gran •cardenal
Mendoza, quien la recobró bajo ciertas condí1
clones, y la hizo restaurar nuevamente, lisios
reparaciones , si bien han contribuido á desd-
gurar la capilla del Cristo , despojándola en su
parte interior de los ornamentos arábigos, m
han afectado mucho la eslerior, ni lo que es
ahora cuerpo de la iglesia.
Taller del Moro. Llámase asi uno délos
bellos monumentos toledanos sin que la histo-
ria dé alguna razón bastante para- justificar es-
te titulo. A juzgar por su aspecto no es de
creer sino que so erigió para ser habitación
de algún magnate ; pues no se concibe como
pudo emplearse para un taller la riqueza de
ornatos y suntuosidad que se ven en el misino
salón y en las dos piezas á él contiguas. La
Alhambra de Granada y el Alcázar de Sevilla,
licnen muchos punios de contacto con elTa-
ller del Moro con respecto á la ornamentación.
Por su arquitectura no parece este edificio an-
terior al siglo XIV, siendo probable que lo ft-
brtcára algún magnate, valiéndose do alhari-
fes musulmanes como se habia hecho antes y
se hizo mucho tiempo después. Mas adelante
se convirtió en' convento de monjas , bajo la
309
TOLEDO
lili
advocación de Santa Eufemia, y ha sido .objeto
de agregaciones y demoliciones que le hafl ro-
baao°álgo de su méritu. Lo que ahora existe
del antiguo palacio, es un cuadrilongo de cien
nies y ipísdio de longitud dividido en los estre-
ñios por dos secciones de 23 pies en cuadro
cada una y presentando en el grande espacio
del centro 54 y medio de largo y 21 de ancho,
á lin do engrosar algún lauto los murasen esta
parte. No es posible averiguar la forma total y
primitiva de este monumento, ni la distribución
que tuvo la iglesia de Santa Eufemia. El inte-
rior de lo.-; departamentos mencionados est:i
revestido de estufó y adornado de és'quisitos
relieves, en que resalta el lujo de la imagina-
ción oriental. En la actualidad sirve de alma-
cén de muebles de la catedral.
La casa de Musa, Al lado de la parroquia
de San Román hay una antigua casa, objeto de
cariosas tradiciones, que lleva el nombre del
mayorazgo úqtie pertenece en estos tiempos.
Dícese que perteneció á don Pedro Ulan y que
fué una de las casas que le dio el rey Alfon-
so VI, cuando conquistó ¡i Toledo. En ella se
conserva todavía un magnifico salón ricamen-
te exornado según el gusto de los musulma-
nes, cosa que ha hecho sospechar que en tiem-
pos mas lejanos fué una sinagoga; pero ia ri-
queza de sn ornato y la disposición de todo
el edificio no deja duda de que fué levantado
con posterioridad á ia conquista.
San Román. Hay varias opiniones sobre
la época en que se levantó este odideio, y su
construcción es indudablemeute arábiga , y
atendiendo á algunas inscripciones que habia
en él, puede creerse que fué mezquita antes
de ser un templo cristiano. Opinan algunos
qne fué consagrado por el arzobispo don Ro-
drigo coa el titulo de San Román. Esta iglesia,
aunque desfigurada por las restauraciones pue-
de clasificarse entre los monumentos del pri-
mer periodo de la arquitectura arábiga en Es-
paña. Su planta se asemeja á la de las anti-
guas basílicas , de que tanto imitaron los ára-
bes, y las formas délos arcos que aun subsis-
ten se acercan mucho á los de la grande aljama
da Córdoba. La capilla mayor fué conslruida á
principios del siglo XVI y pertenece al género
plateresco.' El retablo mayor, aunque no tan
suntuoso y bien ejecutado como la capilla, es
una obra notable del renacimiento. La torre
de San Itoman es de planta cuadrada y se com-
pone de tres cuerpos. El primero se levanta á
una razonable altura sin presentar adorno al-
guno : el segundo ofrece á k vista una arque-
ría estalactilica que determina !a época do su
fundación : el tercero contiene los arcos de
las campanas, cuyas formas son Característi-
cas del arte arábigo.
Palacio de don Diefío.—Arco del Alcázar
del rey don Pedro.— Colegio de Santa C daii-
JJS' Estos tres monumentos testifican la in-
fluencia que necesariamente hubo de ejercer so-
bre las costumbres y las artes de nuestros
abuelos la civilización despueblo mahometano.
Todos tres pueden clasillcarso como pertene-
cientes ¿ una misma época de la arquitectura
arábiga. El palacio de don Diego, que ahora se
halla convertido en casa de vecindad con e¡ de-"
nigranto titulo de Corral, fué edificado por el
conde de Trastauiara , hermano del rey don
Pedro. Esta situado á la inmediación de la par-
roquia de la Magdalena, y aunque no presenta
ninguna fachada principal, su aspecto estertor
da á conocer desde luego que debió ser un
edificio importante. La injuria del tiempo y la
mano de los hombres lo han desfigurado de
tai manera , que hoy do seria posible formar
idea de su' plan|a, sin echar por tierra mu-
idlas de las diferentes casas y viviendas en
que está dividido. Subsiste aun una grandiosa
tarbea de plañía cuadrada, cuya estension es
de unos 35 pies y su elevación de 15 a 50
hasta el artesonado. El arco que Je da entrada
manifiesta cu el interior mucha suntuosidad y
majj iiilicencia, tanío por la magnitud como pol-
la riqueza de su ornato. Al ícente de esle arco
se ve iodavia otro de gran mérito y muy nota-
ble por su ornamentación. Elartesonado, aun-
que oscurecido por ebbumo , conserva aun
vestigios de lo que fué, descubriéndose en al-
gunas parles el antiguo dorado y la pintura. El
arco del alcázar del rey don Pedro exisle
entre las ruinas de una antigua casa cercana al
convento de Santa Isabel y no muy distantedel
colegio de Santa Calaíina. Se ignora que fun-
damento tiene el nombre conque es conocido.
El ediíicio á que perteneció debió levantarse á
iiues del siglo XIV ó principios del XV, La ar-
quitectura de este arco es rica de. ornamentos,
tan bien modelados que encantan la imagina-
ción al contemplarlos; mas á pesar de tanta ri-
queza se advierte que el ediíicio de que formó
parte pertenecía al cuarto periodo del arte
sarraceno. El colegio de Santa Catalina ha
sufrido tales y tan importantes "variaciones,
que apenas da una idea de su estado primiti-
vo. Algunos escritores quieren remontar la
antigüedad del palacio en que existe dicho co-
legio, á la época de la dominación de los ára-
bes en Toledo; pero el examen de su arquitec-
tura da á conocer que no .debió ser labrado
sino á mediados del siglo XIV. Lo mas nota-
ble que se encuentra en este edificio es la
puerta del patio principal y el soberbio arte-
sonado de su modesta capilla construida á la
manera arabesca, el cual quedó por pintar do-
lorosamente.
Santiago del Arrabal, lis un edificio nota-
ble por sus tradiciones, que está situado cer-
ca de la puerta Nueva de Visagra. El doctor
Salazar y Mendoza da á entender en su Monar-
quía de España, que quien debió erigirlo fué
don Saneho Capelo, rey de Portugal. Lo que
puede asegurarse es que esta iglesia se fabri-
có, ó al menos sufrió una restauración impor-
tante á mediados del siglo XIII, cuando co-
menzaba á hacerse sensible el tercer periodo
3H
TOLEDO
W
de la arquitectura árabe. Compónese de tres
naves espaciosas, levantándose la del centro
mucho mas que las laterales, y estribando en
cuatro arcos arábigos, que por su desacostum-
brada elevación debieran ser dignos de detenir
do examen, á no haber sufrido en el último
tercio del siglo pasado algunas alteraciones.
En esta época de intolerancia artística se
Cebaron ciclos rasos á esta misma iglesia,
cuyos ricos artesonados de alerce, formados
de mnltitnd de combinaciones geométricas,
producirían indudablemente un. efecto agrada-
ble. En la nave del centro y al lado del Evan-
gelio, se encuentra un palpito tallado de es-
tuco, de forma octógono, entre cuyas ocbavas
hay algunas revestidas de ornatos puramente
góticos, acomodándose en el relieve á la ín-
dole y carácter de tos ornamentos arabescos.
La forma total de este pulpito no puede ser mas
bella y gallaría, estribando sobre una colum-
na enieramenle árabe que tiene por basa un
capitel inverso. Ocupa el centro una estátua
de no escaso mérito, que figura á San Viceute
Ferrer, presentando en su mano izquierda un
crucifijo, mientras con la otra señala al cielo.
Ademas contiene esta iglesia algunos retablos
debidos al buen tiempo de las artes españolas.
La basílica de Santa Leocadia. Situada
en la vega, no muy distante de la puerta del
Cambrón, se fundó, segnn la opinión conteste
de los historiadores, írácia el año GIS , man-
dándola construir Sisebnto. Nada se sabe del
deslino que se dio á esta basílica mientras los
árabes fueron dueños de Toledo, Recobrada
esta ciudad por los cristianos , se restauró di-
cha iglesia, según algunos cronistas, por el ar-
zobispo don Jijan I; según .otros en tiempo de
don Alonso el Sabio; y mas posteriormente, en
concepto de otros, por don Juan 111, entre los
arzobispos toledanos. Este famoso santuario
pertenece iududablemeute á la arquitectura
mozárabe ó morisca. Su interior no revela
por si ninguno de aquellos grandes pensamien-
tos, que brotan eu la imaginación al pisar el
recinto de ios grandiosos templos del arte gó-
tico, consagrado esencialmente al cristianis-
mo. La iglesia se halla reducida á una sola
nave de 36 pies de longitud por 21 de latitud,
cubierta por una bóveda de 36 pies de eleva-
ción, sostenida en fuertes y robustos muros.
los baños de'la Cava. No muy distante
de la basílica y en la orilla oriental del rio, se
encuentra un torreón conocido con este nom-
bre y despedazado en parte por las injurias
de los siglos. Si se sabe, ni es fácil averiguar,
cual es la causa de que se haya denominado
asi, no encontrándose, por otra parte, entro
dicho torreón y unos baños la relación mas
leve. Supónese por tradición que el rey don
Rodrigo tenia su palacio enfrente, en lo que
ha sido después convento de San Agustín, y
de aqoi ha debido tenor origen el suponer que
la torre eran los baños de la hija del conde
don Julián; pero observando como está situa-
do el torreón y viendo los grandes trozos de
argamasa qne se encuentran en el vio en su
dirección horizontal, parece que debió sor uno
do tos estribos del antiguo puente. Su arqui-
tectura es sin duda arábiga.
Puerta antigua da Visagra Los filólo-
gos, opinan de diferentes maneras ea cuanto
á ta etimologia de la voz visagra. Pretenden
unos que es corrupción de las palabras via y
■sacro, y otros, que se deriva de bab y sitara,
que significan puerta y campo. La arquitectu-
ra de esta puerta es esencialmente árabe, ;-
debió construirse antes de la rebelión de ¡les-
eham contra el califa Abd-el-lUiaman, que acon-
teció por los años S38. Compónese su fachu-
da de tres arcos, siendo el del centro mnclio
mas ancho y elevado que los laterales , qtB
conservando las tradiciones de los primeros
templos del Asia, presentan la forma apuntada,
si bien con menos atrevimiento que los arcos
do ojiva, qne caracterizan en parte la segunda
época de esta rica arquitectura. El arco ilcl
centro contiene otro de mas reducidas dimen-
siones, que' se aparta de aquel por el grueso
del muro que lo forma, y constituía la pueda,
propiamente hablando. Coronada de almonas
1 esta torre como las do las murallas inmedia-
' tas, aparecen eslas, sin embargo, menos ga-
> llardas y masgrnesas, completando asi aquel
lodo un tanto pesado qne constituyela llsono-
¡ mía do la celebrada puerta de Visagra.
La puerta del Sol. Has conocida y sira-
i luesa que la de Visagra, pertenece á una c-po-
! ea mas adelantada del arte árabe. No se sabe
j á punto fijo en que tiempo se fabricó, aunque
j no haya faltado quien comparándola con otros
; monumentos, la lia tenido por obra defines
j del siglo XI. Sin embargo, parece mas proba-
j ble que sea de los primeros monumentos ¡M
• tercer periodo de la arquitectura arábiga. Bslá
■ defendida esta puerta por un fuerte torreón
¡ cuadrado y un enhn, y ademas se halla coro-
nada de almenas. El espacio que resulta entre
una y otra torre está ocupado por los arcos
que abren paso, siendo el primero mucho mn-
¡ yor que los restantes, y levantándose sobre
dos columnas hasta llegar con su ojiva i la li-
nea que separa este de los domas cuerpos que
decoran el monumento. Le sirven de órnalo
dos arquerías sobrepuestas , presentando la
primera seis arcos redondos enlazados gracio-
samente, y la segundo oíros tantos de forma
cstalacíltica. Los restantes arcos de la poerla
son de herradura', y mucho roas cerrados quo
los de la de Visagra
Castillo de San Cervantes. Al frenlo del
celebrado puente de Alcántara, sobre un escar-
pado cerro, se levanta el castillo de San Cer-
vantes, voz corrompida por el tiempo, que ape-
nas da idea del verdadero nombre que tuvo esta
antigua fortaleza. El rey don Alfonso VI fundó
eu ¡030 un monasterio c.luniense, concediendo
! á los monges varios privilegios y entregándoles
1 la iglesia de Nuestra Señora del Alfieen (de
f
313
TOLEDO
314
i, la cual habla permanecido abierta a! , culos, adorno pcmiliar del torcer periodo' de la
culto cristiano durante la dominación de los j urqutf uíu ra arábiga
sarracenos. Al lado del monasterio se constru-
yó para su defensa por mandado del rey este
castillo conocido al principio con el nombre de
San Servando. Cuando se estendió por Euro-
pa la orden runfiar del Temple, entregó el rey
don Alfonso VIII dicha fortaleza, á sus esforza-
dos caballeros, que la conservaron largo tiem-
po; pero después de la extinción de los tem-
plarios quedó abandonada, y en el espacio de
poco mas de medio siglo, vinieron casi por
tierra sus maros. El arzobispo don Pedro Teno-
rio la restauró y ensanchó sus muros , com-
prendiendo en su recinto el antiguo monas-
terio. Su arquitectura , que pertenece al gus-
to arábigo, no pasa de ser bija de la imita-
ción mozárabe que en tiempo del arzobispo
Tenorio comenzaba á aparecer con mas sen-
sibles caracteres. Consérvanse solo tres lien-
zos de muralla , defendidos por robustos tor-
reones coronados de almenas y guarnecidos
de aspilleras' y barbacanas. En el frente del
Mediodía hay una puerta formada por un ar-
co dn herradura., despojado ya algún tanto
déla gracia y de los airosos contornos de los
propiamente árabes. Presenta esta fachada tres
gruesas torres, coyas barbacanas están ador-
nadas de arcos estalacliticos. En, la parte de
Oriente se conservan solo dos torreones deco-
rados en la misma forma. AlKorte se adelan-
tan otros dos mas gruesos. Al Occidente se
halla desmantelado, hallándose solo un gran-
de arco de herradura que daba frente al famo-
so puente de. Alcántara. En' la parte interior
existen algunas cuadras do armas, cubiertas
de tortísimas bóvedas y algunos sótanos.
Palacio de Galiana. Según antiguas tra-
diciones, en la Huerta del rey liubo un palacio
suntuoso construido por on rey "moro llamado
Calatee para recreo, y habitación de una hija
suya conocida con el nombre de Galiana y
muy célebre por su hermosura. Esto podrá ser
fabuloso; pero lo que no cabe dudar es que
en dicha huerta existió un magnifico ediücio,
cuya importancia prueba el hacerse mención
de él en las capitulaciones firmadas por ei
rey don Alonso, al entregarse la ciudad de To-
ledo. Lo que queda de los palacios de Galia-
na son dos torreones y algunos muros de po^
ca elevación que sirven, no obstante, de firme
estribo á las bóvedas que aun subsisten. Pa-
rece que el palacio, si no se fabricó después
de la conquista, fué á lo menos restaurado,
do lo cual es prueba la forma de su arquitec-
tura y el hallarse en diferentes partes varios
escudos de armas Con un león y otros con dos
calderos cruzados por tres barras y en su par-
le superior la siguiente leyenda: Guzman. La
fachada principal debió existir al Norte, como
indican algunos vestigios. En el centro de su
maro so contempla todavía un grande arce de
herradura/ y en el centro otros tres mas de
forma piramidal decorados de pequeños clr-
Casa de iis Tornerías. El monumento
conocido con este nombro se . halla situado
en una calle llamada de las Tornerías y desig-
nado con el número 17 entre las casas de la
misma. Al examinar esle edificio, no puedo
menos de advertir quien conozca la historia
del arte monumental que pertenece á la época
primitiva de la 'arquitectura muslímica, la, cual
hemos designado bajo el titulo de Período de
imitación. Én.este antiguo palacio ó mezquita
todo está dando á conocer la influencia del
arfe antiguo en el arte arábigo, todo está ma-
ní fe? lado que esto nació y debió nacer de la
imitación modüicada por el influjo que hubo
de. ejercer en ella naturalmente el carácter par-
ticular de la arquitectura que en cada pueblo
se propusieron por modelo. Encuéntrase divi-
dido dicho monumento en trps grandes de-
partamentos que concluyen otras tanlascasas
con diferentes puertas, quedando todo él por
consecuencia absolutamente desfigurado. A juz-
gar por la disposlcion qne conserva debió tener
la puerta principal en la parle do Occidente,
que da vista á una pequeña plaza. Aun cuando
su distribución y disposición total sea en par-
te desconocida, se advierte que las columnas
que lo decoraron y que aun subsisten, guardan
el mismo orden que las de la célebre catedral
de Córdoba, formando naves cruzadas del mis-
mo modo, si bien es imposible hacerse cargo
del número total de ellas, asi como del de las
bóvedas. Tampoco existe fragmento alguno
del artesonado; pero en cambio los arcos y
columnas se encuentran muy enleros.
El Temple, Otro edificio encierra Toledo
en su seno, si no tan importante por sn arqui-
tectura, de tanto interés at menos por sus anti-
quísimas leyendas. Al lado de la parroquia de
San Miguel, entre Norte y Mediodía, se en-
cuentra una mauzana de casas de singular
aspecto, que revelan desde luego su antigüe-
dad y que presentan multitud de inscripcio-
nes árabes talladas en el maderamen de los
techos, las cuales conservan la pureza do los
primeros caracteres usados por los musulma-
nes en sus edificios Tienen estas casas fuer-
tes bóvedas de ladrillo, que mantienen las ha-
bitaciones subterráneas que resultan del gran
declive del terreno, y presentan al lado de
Oriente !a entrada de la que debió ser princi-
pal entre ellas, la cual contiene anchurosort
patios y 6alones. Es fama en Toledo que dichas
casas fueron morada délos caballeros del Tem-
ple, y aunase cuenta que la casa ó palacio del
lado de Oriente fué habitada por el procurador
ó dignidad que tenia el imperio sobre los que
vivían en esta parlo de España, ocupando los de-
mas caballeros el resto de la manzana, Ladistri-
bncion de ios departamentos que se conservan en
su primitiva forma en !a casa principal ó palacio
que hemos mencionado demuestra que el arte
mozárabe lia influido y alterado notablemen-
31S
TOLEDO
316
te cuanto existia del arte arábigo. El patio, qüe
ha sufrido también algunas alteraciones, con-
serva en la parte de Occidente un arco tapiado
en su totalidad, exornado de varias labores de
atanriqne une semejan vastagos y bojas de
yedra, viéndose rodeado de una orla con una
inscripción lalina de caradores monacales,
(¡onticneel arco en el centro una especio de
oratorio, compuesto de dos euerpecillos arábi-
gos de varios arcos estalaeíiiícos, ipve ponen de
manifiesto la época en que debió fabricarse
este edilicio, viéndose cuajado de menudas y
graciosas labores de cinías y follagos, y pro-
duciendo, un agradable efecto en su conjunto.
Los relieves están ennegrecidos pos- el humó
de una cocina inmediata.
Ruinas de San Agú$tin. En la pacte mas
occidental de la antigua córíe española, y muy
próximo á Ja puerta del Cambrón, se encuen-
tra el despedazado convento de agustinos, fun-
dado por los condes de ürgaz, sobre los es-
combros del antiquísimo palacio de ios reyes
godos, que fué después, habitado é ilustrado
por los musulmanes. Créese generalmente que
este palacio Tué morada del padre do Santa
Casilda, tercer rey de la dinastía árabe de To-
ledo, habiendo nacido aquella gloriosa mártir
en el mismo edilicio. Gónséryunse todavía las
paredes de las grandiosas tarbeas del alcázar
arábigo; y dan testimonio de su magnitud y
suntuosidad algunos arcos, en donde el tiem-
po ha guardada bellísimos trozos de estucados
relieves. En las deshechas paredes que dan
vista á la íroridosa Vega, se han conservado
acaso algunos «preciables trozos úcataurique,
que si no prometen largo tiempo de vida, al
menos han bastado para revelar, lo que fué es-
te famoso edificio. Entre las ricas labias de
bellas labores, se contemplan algunas orlas
que contienen inscripciones arábigas con ole-
gantes caracteres cúficos.
Abside da Santa Fé. En este monumento
aparece caracterizado completamente el arte
arábigo, al pasar á las manos de los mozára-
bes sus imitadores. La placíaos octógona, pre-
sentando ahora solamente tres ochavas, aunque
no completas, merced á los edilL'ios que se te
han arrimado para uso y comodidad del con-
vento. Las dos ochavas que han quedado in-
tegras se hallan exornadas de dos. cuerpos
sobrepuestos, viéndose lodas divididas por una
especie de machón, adherido al edilicio, que
asciende hasta el mismo alero del tejado. El
primer cuerpo se levanta sobre un muro de
piedra, que guarda la furnia total del ábside y
consiste en ambas divisiones en un arco apun-
tado, que encierra otros varios de herradura y
de ojiva. El segundo cuerpo consta de ana
bella arquería, enlazada cómo la déla Pitarla
del Sol, que debió tal vez tenerse presente,
formando un agradable conjunto., Sobre estos
arcos se ve una especie de friso que apenas
conserva su diseño, y que da la vuelta todo
alrededor, y mas arriba un gracioso cordón
de canecillos, cobijado por el alero del tejado
que se divide en bello compartimiento. '
Torre dd convenio da la Concepción. Js
una de las mas bellas y airosas que existen
en Toledo, y tiene mucha analogía con la do
San Román.
111.
Monumentos da los cristianos.
La catedral. La historia de las artes es-
pañolas desde principios del siglo XI!1 hasta
nuestros días, se halla comprendida en este
gran monumento que se levanta en medio de
Toledo, para revolar el espíritu de las genera-
ciones pasadas y poner de manifiesto al punto
que llevaron nuestros padres su cultura. La
historia religiosa, militar y política de aquel
pueblo que snsfuvo una encarnizada lucha do
siete siglos para recobrar su independencia,
que arrancó palmo á palmo el suelo de la
península ibérica al poder sarraceno, se halla
escrita, esculpida y piulada en tan suntuoso
templo, silla de grandes prelados y depósito
de misteriosas tradiciones. El aspecto de aquel
magnifico edificio, que da á conocer á prime-
ra vista cuál fué Disentimiento dominante que
elevó sus naves, y que levantó su esbelta 6
imponente torre, despierta en la imaginación
de cuantos tienen la fortunado contemplarlo,
ideas elevadas, pensamientos sublimes, cuya
grandeza parece aumentarse at tender la vista
sobre cuanto nos rodea en la época que al-
ean ¡sanios. La catedral de Toledo, como las de
León, Burgos y Sevilla, pertenece al gusto gó-
tico en toda su pureza; á esc género de ar-
quitectura, nacido para consagrarse al crislia-
nismo en la edad inedia, que aparece ahora á
nuestros ojos como una personificación del
sentimiento religioso, alma de aquellas socie-
dades, y que tenido en menos por nuestros,
padres, ha recobrado toda su importancia con
el estudio de la arqueología de los tiempos
niedios.
I'oco después de conquistada Toledo, fué
erigida la mezquita en iglesia molropolitana,
si bien conservando sus formas arábigas, has-
ta principios del siglo XIII, época en que ocu-
pando el trono de Castilla Fernando III se echa-
ban los cimienlos á las grandes empresas que
habían de-inmortalizar su nombre. El cabildo
toledano mas rico y poderoso entonces que en
el iÍL'mpo de la conquista y teniendo á su ca-
beza al arzobispo don Rodrigo Jiménez de Ra-
da, pensó cu levaular un templo digno del
Dios á quien adoraba. Abriéronse, pues, los
cimientos de la nueva catedral en 1227, y se
continuó la obra durante la vida de este pre-
lado y de aquel monarca con el mayor enlu-
siusmo. Después no continuó la fábrica con el
mismo empeño; pero esta lentitud fué úlil al
edificio que iba enriqueciéndose con los pro-
gresivos adelantos del arle, En siglos anteria-
317
\
TOLEDO
318
res al nuestro hubo escritores que pava ciar lina
Mea de la magnificencia de la. catedral de To-
ledo dijeron qué era igual en su planta al ce-
lebrado de Diana en Efeso; pero la verdad es
que lejos de ser asi, este templo no tuvo na-
da rjué ver en su origen con griegos ni- con
romanos, siendo su arquitectura enteray esen-
cialmente cristiana. Su planta es cuadrilonga,
si bien (ermina por la parle de Oriente eu un
semicírculo: so levanta sobre óchenla y ocho
pilares, compuestos cada uno de diez y seis
gallardas comunas, sobre las cuales asientan
setenta y dos bóvedas derramándose en cinco
espaciosas naves, y formando la del centro,
que es mas elevada que las restantes una cruz,
al portar de Serle á Mediodía las cuatro men-
cionadas, de cuya división resulta Su crucero.
Tiene todo el templo la longitud de 400 pies
de Oliente á Occidente, y 204 de latitud: en
esle espacio encierra inmensos tesoros artis
ticos, cuya descripción seria mas que sufi-
ciente materia para escribir un volumen.
San Juan de los reyes. Este suntuoso mo-
numento, que, como la catedral pertenece al
género de la arquitectura gótica:genlil, es in-
dudablemente uno de los edideios que mas
renombre han dado á Toledo. Tanto la iglesia
como el convento de San Juan de los Reyes
fueron debidos á la piedad de ios reyes Caló-
liras. Está situado en la parte mas occidental
de Toledo fuera de la puerta del Cambrón y
del puente de San Martin. Forma en la parle
estertor un cuadrilongo presentando su porta-
da en el lado del Norte y quedando a! Medio-
día su bellísimo claustro. La planta de la igle-
sia es de cruz. Consta de una sola nave que
concluye con un semicírculo en su cabecera,
y presenta eu su cuerpo principal seis arcos
hiérales. El crucero está dividirlo por dos ga-
llardos pilares sembrados de ricos ornatos y
estatuas de gran mérito. Sus arcos, su bóveda,
su claustro y sus capillas, asi como toda su
ornamentación han llamado y llamarán junta-
mente la atención de cuantos visitan este fa-
moso santuario.
El hospital de Santa Cruz. Comenzó á
edificarse en 1504, trayéndose la madera que
había de emplearse en él par el Tajo, cosa no
visla hasta entonces, y se concluyó cu 15t4,
Es uno de ios primeros edificios en que em-
pezó á ensayarse el género plateresco, y bajo
éste aspecto es uno de los monnmenlos mas
dignos do estudio. Don Antonio I'ons, cuyos
conocimientos en artes son bástanle estima-
Mes, dice, hablando de su arquitectura, que
«da todavía á conocer qne es hija de la llama-
da vulgarmente gótica, n lo cual, á decir ver-
dad, no carece de fundamento. El hospital de
Santa Cruz, y especialmente su bellísima
portada, señala en efecto uno de los pasos mas
notables que dieron las artes entre nosotros á
principios del siglo XVft presenta esa especie
de maridnge que debió hacer la arquitectura
gótica con la arquitectura del renacimiento,
liara crear el género plateresco llamado á pro-
ducir tantas preciosidades en nuestro suelo.
En el hospital de Santa Cruz las.lmjarascas y
los calados góticos se mezclan con los relie-
ves y ornatos con que habían ya enriquecido
los italianos la arquitectura de Miguel Angel,
decorando ademas sus puertas y ventanas airo-
sas fajas de arabescos, como después tendre-
mos ocasión de. notar. La planta de la iglesia
es de cruz griega, siendo sus cuatro brazos
enteramente igualas, si bien fueron tapiados
los trasversales á fines det siglo pasado, des-
tinándolos á otros usos y dejando reducido el
templo á una nave prodigiosamente larga, cu-
ya estension es de 309 pies por 30 de ancho.
El Alcázar. Esle famoso monumento que
domina la ciudad con su jnraensa mole, y cu-
ya grandeza escitaba el entusiasmo de Car-
los V, yace en nuestros dias desmantelado en
su mayor parte; mas á pesar de eslo revela el
estado á que llegaron las artes españolas en
el siglo XVI en manos de los C.ovarrubias, 'Vi-
ltaljtaiHlos y Herreras. Fué el alcázar al princi-
pio, según se cuenta, una fortaleza construida
por Alfonso VI para ia defensa de los cristia-
nos, que después de la conquisla fneron á mo-
raren Toledo. Hicieron agregaciones y restau-
raciones en los tiempos de Alonso VIH y don
Alonso el Sabio. Carlos V peusó en levantar un
palacio digno de sus altas empresas. y renom-
bre, y escogiendo el terreno mismo que ocu-
paba la antigua fortaleza, encargó su traza á
Alonso Covarrubias y Juan de Herrera. Que-'
dó terminada la fábrica en 1 551. Destruido en
gran parte porlpsportugueses durante la guer-
ra de sucesión, y por los soldados de Napo-
león posteriormente, solo quedan algunos de-
parlamentos de segundo orden, que respetaron
las llamas, permaneciendo erguidos, sin em-
bargo, sus fuertes muros. Su planta es cua-
drilonga, viéndose colocado de Korte á Me-
diodía, presentando eu aquel la fachada prin-
cipal, que consta de tres cuerpos de arquitec-
tura del género plateresco. En el primero se
contempla la -portada, compuesta de un gran-
de arco esornado de un gracioso cuerpo jóni-
co que óslenla dos columnas á cada lado, las
cítales reciben el cornisamento: el segundo se
alza sobre la cornisa que le sirvo de remate en
toda la fachada y lo decoran ventanas triangu-
lares flh sus frontones, gallardas pilastras y
candelabros que le sirven de reñíate. El terce-
ro tiene nueve arcos con caprichosas colum-
nas de balaustres, presentando en sus claves
las armas de Castilla y acabando con diferen-
tes pirámides. Del magnífico vestíbulo a que
daba entrada dicha puerta solo han quedado
los tres arcos dóricos que comunicaban con.el
gran patio, el cual consta • de treinta y dos ar-
cos de suntuosa perspectiva que forman una
espaciosa galería y asientan en columnas de
orden corintio, notándose en cada ángulo un
grupo de dos pareadas.
El hospital de Tavera, Comenzóse la fí-
319
TOLEDO
320
brica de este edificio en 1541, debiendo su
fundación al cardenal don JuanTavera. En 1562
se puso !a primera piedra en la iglesia capi-
lla. El hospital que está consagrado bajo la
advocación de San Juan Bautista, tiene cuatro
fachadas; la principal está al Mediodía y cons-
ta de tres cuerpos sencillos en estremo. En el
centro se ve lu porlada que se compone de
tres cuerpos: los dos primeros de orden dórico
y el tercero de -orden jónico. Las otras tres
fachadas no tienen .nada do notable en su ador-
no: El vestíbulo; .que comunica con el patio
principal, se compone de tres bóvedas algirtl
lanío apuntadas y revestidas de aristones góti-
cos, hallándose en el muro del frente la puer-
ta que da paso á aquel. En el lienzo del Norte
y al frente de la cidrada del magnifico claus-
tro se ve la po.rlada de la capilla, obra debida á
Berrngoete, y muy digna delaprcclo de los ar-
tistas por la belleza de sus proporciones y la
delicadeza de sus relieves y esculturas. Hay
antes do entrar en la iglesia un veslíbulo, pre-
sentando ene! muro del Norte otra portada no
menos estimable por su belleza. El templo,
cuya plañía es de cruz lalina, tiene una sola
nave adornada con un soberbio cuerpo de or-
den dórico'. Otra de las cosas notables que ha;
en él, es el sepulcro del fundador, obra de las
mejores de Berrúguété, El hospital de Tarara
puede competir en magniíiceneia con cual-
quiera de los monumentos célebres del si-
glo XVI.
Las casas de ayuntamiento. Están situa-
das frente á la fachada principal de la santa
iglesia metropolitana y al lado del palacio-ar-
zobispal, preseulundo el agradable aspecto de
un iROnuaienlo cu donde á la belleza del to-
do se agrega la sencillez de los pormenores
en la parte estertor, mientras encuentran tos
artistas no pocas cosas dignas de reprenderse
en la interior, terminada en mas adelantados
tiempos. Trazó todo, el edilicio y se encargó
de su dirección Jorge Theotocópuli y se con-
cluyó la obra en 1G1S. En IG0O fué restaura-
da la parle interior, y en 1704 sufrió olra re-
paración de bastante importancia. La fachada
se compone de dos cuerpos1 de arquitectura
greco-romana, En el muro occidental se ve la
portada, que sobre estar en un terreno falto
de nivel ño ofrece cosa notable. La sala capi-
tular tampoco tiene nada que merezca' men-
cionarse, fuera de las molduras do mal gusto
que (icnc en la bóveda y Los azulejos que la
rodean en ta' parle inferior. Las casas de ayun-
tamiento presentan la historia de las artes en
el largo periodo de un siglo en que, siguien-
do la suerle de la nación española, caminaban,
como las letras, al despeñadero.
■ El palacio'arzobispal. No es este uno de
aquellos edilicius que pm den presentarse por
modelo en un género de arquitectura, cual-
quiera que esla sea, por uo ofrecer ningún
ciones del talento. Levantado en la época en
que se operaba una do las reacciones mus ia-
tolerantes que han esperimenlado tal vez las
artes y las letras, , ocupa, sin embargo, su
puesto en te historia de los monumentos tota
danos. En la descomposición y mala combina-
ción de su traza presenta tres fachadas, guar-
dando solo alguna simetría la del lado de
Oriento, compuesta de tres cuerpos sencillos
de arquitectura, viéndose en el primero Si
portada. Adornante dos pilastras almohadilla-
das que dejan en el centro el arco de entrada,
sobre coya claye asienta un baleen cubierto
de un frontispicio redondo, mientras que bou
triangulares los que decoran los demás en los
dos primeros cuerpos, sin que se adviertan
otros ornatos en toda la fachada. ELarco de la
puerta descubre una galuriaoblieua, compues-
ta de varios arcos en la misma dirección. Ea
el muro del Norte del segundo patio existe la
escalera principal, cubierta de un artesoDailo
con casetones octógonos y de otras ligaras
geométricas, ostentando en sus muros dos
cuerpos de arquitectura con pilastras dóricas,
sin que en sus salones encierre objeto alguno
que merezca mencionarse. En cambio ofrece
grande interés para los eruditos la Biblioteca,
que contiene sobre trece mil volúmenes esco-
idos, entro tos cuales se encuentran los que
componían la biblioteca de los jesuítas, varias
colecciones de Biblias, Concilios, SanlosPa^
dres y autores que han tratado de Toledo;
multitud de manuscritos relativos ú América,
y una colección de sinodales españolas.
La Casa del Nuncio. Llámase asi un hos-
pital construido en tiempo del cardonal Loren-
zana, y que antes existió en unas casas yac
fueron de la propiedad del nuncio de Su San-
tidad don Francisco Ortiz , á cuya caridad se
debió te fundación de este establecimiento de
benolicencia. La planta de dicho hospital perte-
nece esciüsLvameúte á la arquitectura greco-
romana, es cuadrilonga y consta de 530 pies
de longitud por 22,0 do ancho. Gompónese de
dos cuerpos, dórico el primero y jóuico el se-
gundo, presentando en sus cuatro fachadas do-
cc ventanas iguales, ornadas tes bajas de jam-
bas de molduras y coronando las altas fronto-
nes de bástanle elegancia. La fichada principal
está situada al Mediodía, viéndose en su cea-
tro te portada , que se compone de dos cuer-
pos en los cuales se atendió mas á la arquitec-
tura griega que á la romana. La puerta princi-
pal da entrada á un espacioso atrio, y al fren-
te se ve una escalera suntuosa que conduce»
la capilla y habitaciones del segundo cuerpo.
La capilla os de fonna'ciiptica y está decorada
de un gracioso cuerpo de órden corintio,
Existen ademas en Toledo oíros muchos
monumentos hijos de las creencias de laeítal
medía, fundados unos íobre los restos do an-
tiguas mezquitas, levantados otros en el titm-
carácter decidido, ni tener ninguna de aque-!po déte conquista; monumentos que no uejaa
lias prendas que hacen resallar tes produecio- J dé ofrecer algo notable para la_ historia de l*s
321
TOLEDO
322
arles españolas. Tales son las iglesias parro-
quiales de San Andrés, San Bartolomé, San
Justo, San Juan Bautista, Santa Justa, SanfaLeo-
cadia' San Lorenzo, San Lucas, la Magdalena,
San Miguel, San Salvador,. Santo Tomé y San
Vicente. Al estudiar estos edificios se vén en
ellos confundidos todos los géneros y qué cu-
da' época lia puesto atli alguna piedra para do»
jar un testimonio de sus creencias y costum-
bres respectivas. Los cristianos se servían do
las iglesias de sus aldeas y sus villas en los
tiempos de la lucha con los árabes , como de
fortalezas, donde se defendían cuando sus ho-
gares eran invadidos por la morisma, y por
eso las dejaban aisladas y las guarnecían de
torres y las coronaban de almenas. Las cos-
Inmbresde aquellos tiempos están representa-
das en las obras artísticas, y eslo mismo se ob-
serva en las iglesias parroquiales de Toledo.
Aunque el rey don Alonso el Sabio conce-
dió ala ciudad de Toledo el privilegio de que
no pudiesen fundarse dentro de ella monaste-
rios ni conventos, con el objeto laudable de
que su vecindario no se viera en la dura pre-
cisiones de estrecharse en el circuito de sus
muros, andando el tiempo y convertida en fa-
natismo la piedad fervorosa de nuestros abue-
los, se fundaron no pocos conventos. Eslo si
jior una parto fué perjudicial á la riqueza y
prosperidad de Toledo, contribuyo por otra ¡i
que el buen gusto en las arles no desapare-
ciese tan pronto de su suelo como de otras po-
blaciones. Los convenios ciertamente no ofre-
cen el interés monumental que las iglesias
parroquiales, pero sus templos son en cambio
mas regulares y suntuosos generalmente ha-
blando. Las iglesias mas notables tanto parti-
culares como de monasteriosy conventos son:
la de la Asunción, ta de las Capuchinas, la de
Santa Clara, la de San Clemente, la del Colegio
de-doncellas nobles, la de la Concepción, San-
to Domingo el Antiguo, Santo Domingo el Real,
Sania Fé, las Galianas, San José, San Juan de
la Penitencia, San Pablo, San Toreuato, la Tri-
nidad, la Reina, Santa Ursula y Santa Isabel.
Puertas del Cambrón y Ñueva de Visa-
gra. La primera está situada cu la parte oc-
cidental de Toledo y fué reedificada en 1576.
Antes de esta restauración se hallaba exorna-
da n la manera árabe, habiendo sido edificada
en los tiempos de Wamba. Al presente lá de-
coran ilos cuerpos de arquitectura de ta época
del renuciinienlo, ambos de orden dórico, pre-
sentando en su parte esterior dos torres á los
esíremos y las armas reales en el centro,' y en
la [interior otras dos torres y una hornacina,
qué sirvió en tiempos anteriores á una estatua
de Santa Leocadia. La segunda fué' edificada
también á mediados del siglo XVI. Sobreel ar-
co de la entrada, que se ve guardado por dos
fuertes torreones, existe un grande escudo con
Jas armas imperiales. Entre dichas torres se
levanta un frontispicio triangular, en cuya
cúspide asienta un ángel custodio. En cada
í¡ 190 IIIBLITJT8CA POI'UXAB.
torreón se halla un rey de armas de mediana
escultura, y sobre la clave del arco hay un
nicho cffn una bellísima estátua de mármol
qne figura ser el primer arzobispo toledano,
atribuida por unos á Rerruguete y por otros á
Monegro.
El puente de San Martin s ituado en la
parte occidental de Toledo, fué edificado por
los años 1203 en que una terrible aveuida
destruyó el antiguo, cuyas ruinas se encuen-
tran á corta distancia del mismo. Posterior-
mente lta sido restaurado y reedificado. Es de
sillería y se compone de tres ojos, pero el rio
no pasa sino por el del centro, que es mucho
mayor que los otros. Su altura es de 90 piesy
su anchura de 140: á cada estremo se levanta
un torreón Tortísimo que lo defiende , los cua-
les han sufrido modificaciones que los han des-
pojado de una gran parte de su mérito y be-
lleza. En ambos se ve lo arraigada que estaba
en nuestros abuelos la manera de construir de
los árabes.
El puente de Alcántara asentado en la
parte oriental de la antigua corte de España, se
refiere, como su nombre indica, á la época en
que los árabes dominaban esta ciudad. El mo-
ro Rajis escribe en su célebre Crónica: «E To-
ledo yace sobre ét rio Tejo é sobre Tejo hay
una puente rica émuy maravillosa: é tanto fué
sotilmeute labrada, que nunca orne puede ar-
mar con verdad que Otra tan buena haya fecho
,en España» . 'El arco de entrada se hizo en el
reinado de Felipe V. Se compone de un cuer-
po de órden dórico decorado de festones de
gruesas frutas y hojarasca de mal gusto, levan-
tándose sobre la clave un escudo de armas. En
la parte interior de este arco se ve una estátua
do la,Coucepcion, de bastante mérito aunque
algo amanerada. Es el puente de sólida y du-
rable construcción, y recibe todo el rio por el
ojo principal, cuya elevación es estraordinaria.
Eu la parte occidental hay un alto tdrreon ará-
bigo que le sirve de estribo. La entrada que
ofrece paso á" la ciudad se compone de varios
arcos, viéndose sobre la clave de uno de ellos
una estátua que representa á San Ildefonso.
El artificio de Juanelo. Fué construido
para dar agua á la ciudad en tiempo de Cár-
los V. noy se halla reducido al último eslrc-
mo. lie aqui como describo Ambrosio de Mora-
les: esta gran máquina. «La suma de ella es
anejar ó engoznar unos maderos pequeños en
cruz por en medio y por los estreñios de la
manera que en Roberto Valturnio está una má-
quina para levantar un hombre en alto, aun-
que esta de Juanelo tiene nuevos primores y
sutilezas. Estando asi todo el trecho encadena-
do, al moverse los dos primeros maderos jun-
to al rio, se mueven, todos los demás hasta el
alcázar con gran sosiego y suavidad, cual para
la perpetuidad de la máquina convenia. Y esto
ya parece que estaba hallado por Valturnio,
aunque, como dije, Juanelo le añadió tanto
mas en concierto y sosiego del movimiento que
T. xxxin, 2 1
m
TOLEDO-TOLItUNGU RELLGIOS A
es sin conipara.ciqn mas que lo que antes ha-
íiia. Mas lo qué es todo suyo y muy maravi-
lloso, es haber encajado y engoznado en esle
movimiento do la madera unos caños largos
de latoa, cuasi de una braza en largo, con dos
vasos dol mismo metal á los cabos, los cuales
subiendo y abajando con el movimiento de la
madera, al bajar el uno va lleno y el otro va-
cío, y juntándose por el lado ambos, están
quedos todo el tiempo que es meuesler para
que el lleno derrame en el vacio. En acabando
de hacerse esto, se levanta para derramar por
el caño vacío y el que derramó ya y quedó va-
cio, se levanta para bajarse y juntarse con el
lleno de atrás que también se baja para hen-
chirle. Asi los dos vasos de un caño están al-
guna vez vacíos, teniendo sus dos laterales un
vaso lleno, yéndose guardando asi el que tuvo
un vaso lleno, luego queda vacio del todo y el
vacio del todo tiene luego un vaso lleno, y
siempre entre dos llenos hay un caño con dos
vacíos.»
Museo provincial. Existe en el edificio
que fué convento de San Pedro mártir, uno de
los mas .notables por su magnitud y por la be-
lleza de su templo. Tiene este una portada
compuesta de dos columnas y dos pilastras
corintias qne forman el primer cuerpo, en cu-
yos intercolumnios existen dos estatuas de
gran mérito atribuidas á Berruguele. Concluye
la fachada . con un escudo de armas, en que
abundan las bellezas. El altar mayor obra del
tiempo de Felipe IV ofrece algún interés ar-
quitectónico. En el museo se conservan cier-
tamente obras de no escaso mérito; pero no
corresponden al gran número de cuadros re-
cogidos, por haber concurrido a enriquecer
el museo déla córíe muchos délos lienzos que
mas llamaban la atención de los inteligentes.
La fábrica de armas blancas, '- No puede
negarse á Toledo la gloria do haber suminis-
trado desde antiguo toda clase dé armas para
los ejércitos de nuestros reyes, por lo cual
han llevado algunos de sus maestros el título
de sús espaderos, si bien no estaban sus talle-
.res cerrados á cuantos deseaban adquirir toda
clase de armas. El gremio de espaderos obtu
vo algunos privilegios, pero con. la muerte de
Felipe II empezó á decaer su prestigio y con
el uso de las armas negras que se hizo mas
general decayó su industria. Cárlos III quiso
dar nuevo impulso á la fabricación de armas
toledanas y mandó construir la gran fábrica
que hoy existe, encargando la elección del
terreno, la traza y dirección de la obra al ar-
quitecto (Ion Francisco Sabalini, Suplanta for-
ma un rectángulo de 400 pies de longitud y
22E de latitud; pero el edificio considerado
arquitec iónicamente no ofrece nada que pue-
da llamar la atención.
La portada de la casa de los Toledos,
inmediata al convento de Santa Ursula merece
mencionarse. Compónese de un, arco apunta- 1
do, sostenido por columnas ochavadas, á cu- '
yos lados se levanla otra hasta recibir na sea-'
cilio cornisamento con qne termina. En el
centro del arco sé encuentra un escudo de J.
mas, soslcnido por dos perros, rodeándolo
vástagos de frondosa yedra. Corta la ojiva n¡la
arquitrabe revestido de grandes hojas de ye-
dra, en cuyo alrededor hay una orla con una
inscripción latina.
TOLERANCIA RELIGIOSA (\). Nada hay lau
común en los escritos de la incredulidad, lia
dicho un escritor casi contemporáneo, como la
palabra tolerancia. En efecto, esla palabra era
en él siglo pasado como el grito de reunión de
los enemigos del cristianismo; y al oir á los
novadores, parecía que á una voz lan dulce y
pacificadora iban á reconciliarse todos los áni-
mos, á calmarse los odios, á desaparecer to-
das las rivalidades de las naciones; y que uní
nueva filosofía, recorriendo todo el globo, iba
á llevar con la tolerancia la paz y la felicidad
á los pueblos, A la manera que el' sol hace go-
zar á ambos hemisferios de los beneficios de
su luz; Sin embargo, cuanto mus so prometa
ver salir de esta fuente la felicidad pública,
mas odiosa representaban la religión cristiana,
a la que acusaban de. intolerancia. Si se rür
contaba para gloria suya que en cuantas par
tes se había establecido, había abolido el culto
frecuentemente licencioso y cruel de los fal-
sos dioses, hecho cesar los sacrificios de vic-
timas humanas, el divorcio, la poligamia, los
infanticidios legales, el rigor desmesurado de
la esclavitud, y aquel derecho atroz de la guer-
ra que ponía al vencido á discreción del ven-
cedor, en nada al parecer se tenían estos be-
neficios, porque era, seguir decían, intoleran-
te: por último, si los hombres sabios é ilus-
trados se sobresaltaban al ver aquella muche-
dumbre de obras que enseñaban el desprecio
ú la Divinidad, el odio á la religión y á la au-
toridad,.y que por lo mismo podia conmover
todos los fundamentos de la sociedad, se re-
clamaba la libertad de pensar, la tolerancia.
De este modo se esparcían por todas partes
doctrinas nuevas, se miraban las antiguas co-
mo preocupaciones, y se insultaba lo pasado,
ensalzando lo presente.
He aqui una muy breve reseña histórica de
lo que la tolerancia ha sido, y de lo que en su
nombre se ha hecho desde que por ella se
aboga. Mas como al haber de hablar conlra
una cosa denominada tolerancia , tengamos
desde luego en contra nuestra el gran presti-
gio que esfa palabra lleva siempre consigo,
hemos de permitirnos una pequeña esplicaeion
sobre su verdadero sentido. Por tolerancia se
entiende comunmente el principio general de
dejar a cada cual tranquilo en sus creencias,
(1) Para que se comprenda que no bájenoslo
articulo espíritu alguno de polémica,' bastará decir
que osla sacado ñor su autor de una memoria que
el mismo escribió doce anos lia para un cerla»"1
académico, A mejor dicho que es la misma menui'
lia suprimida una parte da ella»
TOLERANCIA RELIGIOSA
326
de no forzarle á que las abjure y abandone por
seguir las que nosotros profesamos. Bajo esle
Hipucslo, nosotros somos acérrimos defenso-
res de la tolerancia. Esta palabra, sin embar-
go, signiiiba también otra cúsa muy, dtstíula.
Si ea su nombre se pule que abramos la puer-
ta dentro de nuestra nación á todas las reli-
giones del mundo, que permitamos creer y
fomentar en nuestro suelo mil creencias di-
versas, en este sentido combatiremos en este
articulo la idea de tolerancia.
Era lanío mas necesario para nosotros es-
plicav en esle lügár el verdadero sentido de la'
palabra tolerancia, cuanto que dado este paso
pueden rechazarse victoriosamente los 'argu-
mentos que bajo de -otro concepto pudieran
oponerse.
Asi es que no se nos alegue, por ejemplo,
que en úú gobierno monárquico representati-
vo se toleran y escueban las doctrinas de hom-
bres tjae profesan principios, ya democráticos,
ya monárquicos absolutos. Las diferencias en-
tre las creencias religiosas y las. creencias po-
líticas,.es tan inmensa como la distancia que
media entre el cielo y la tierra. En efecto,
¿quién les negaría los escritores republicanos
el derecho de sostener en teoría sus principios
y de creer en ellos firmemenle, si Aleñas y
Esparta fueron felices bajo este régimen, y si
coala misma fonua.de gobierno llegó á abar-
car Roma el imperio del mundo? ¿Y cuánto me-
nos deberá estragarse que los amantes del ab-
solutismo defiendan de buena l'é sus doctrinas,
si las épocas de felicidad para muchas nacio-
nes están unidas, á la en que se gobernaron
baja el régimen absoluto; si la Francia nunca
fué mas grande que en tiempo de Luis XI Y, ni
la España mas poderosa que bajo el gobierno
de Felipe II? Pero ningún defensor de la tole-
rancia nos dirá de buena fé que es posible sal-
varse siguiendo la religión de los judíos ó con-
virtiéndose en creyente de Alá. ¿Y lan indife-
rente puede serle á un gobierno el que irnos
dosnssúbditos adórenla verdad, mieutrasque
los demás tributen culto á la mentira? ¿Tan po-
co puede importarle que los unos se salven al
paso que los otros se condenan?
Es necesario no perder de vista que en las
cuestiones religiosas son lo primero los prin-
cipios religiosos; por eso liemos traillo la
cuestión á este terreno, en el qne aun conti-
nuaremos tratándola sin perjuicio de examinar-
la defpnes bajo otros aspectos. Y ahora bien,
queremos que se nos diga: ¿tiene la criatura un
derecho á desobedecer los mandatos de,' su
Criador? ¿Pügdc dispensarse de pagar un tribu-
to de adoración y de amor á aquel de quien to-
da lo ba recibido? ¥ habiéndose- dignado este
mismo Criador manifestarnos su voluntad san -
ia, darnos una religión positiva y revelarnos
de una manera clara y terminante lo que de-
bemos creer y lo que debemos obrar, ¿podre-
mos despreciar impunemente este benefició y
dictarle la ley en lugar de recibirla? l'ucs si
nosotros consideramos moralmente imposible
sustraernos al imperio de sus doctrinas; si la
obligación que á su observancia nos liga es
tan sagrada é inmutable como la voluntad di-
vina de donde emana; y si nosotros creemos
firmemente que la religión cristiana es la
única verdadera, ¿corno pudiéramos pensar
que es útil y conveniente para la felicidad de
un país, mezclar la mentira y las tinieblas
con la verdad y la radiante luz del Evan-
gelio?
Has, aun queriendo prescindir de este sa-
grado deber, aun queriendo olvidarnos entera-
mente de la obligación moral qne nos llama á
conservar la creencia católica, apostólica, ro-
mana, sin mezcla- de otra alguna; aun conside-
rada la cuestión bajo su aspecto filosófico, ha-
ríamos con la tolerancia de cultos el mas grave
desacato á la religión cristiana y nos mostra-
ríamos altamente desagradecidos i los benefi-
cios que derramó desde su advenimiento sobre
el mundo entero. Ño bien aparece el cristianis-
mo sóbrela tierra,' cuando predicando igualdad
y fraternidad ante los hombres, rompe las ca-
denas al esclavo, arranca á la muger del domi-
nio despótico del hombre para hacerla su com-
pañera, quita á los padres el derecho de vida y
muelle sobre sus hijos, y proclama en voz alta
que solo se saívaráelqne sea virtuoso, hones-
to, hijo obediente, amante de sus hermanos é
indulgente con sus enemigos. Poco le importa
que el inundo no esté dispuesto á recibir estas
doctrinas. Ella se difunde bajo, el disfraz délos
misioneros por las orillas del rio Santo, y las
llanuras do Siria y 'Armenia; visita con ellos
misinos el Japón y Tong-Kipf, para instruir i
los discípulos de Confticio y predicar en la
corte delirñperio chino; se interna con su ayu-
da en las Antillas, la Cuayana y basta en los
bosques del Paraguay, y no se olvida de ilumi-
nar con la luz del Evangelio las provincias del
ludostan y las nuevas Filipinas. A su voz las
doncellas huyen de esarvida sensual á que las
reduelan las groseras creencias del paganismo
para consagrarse á Dios en el estado puro de
la virginidad, las costumbres se corrigen y me-
joran, los hombres todos, en fin, aprenden de
ella á obedecer las potestades legítimamente
constituidas y á respetarse recíprocamente en
sus derechos. — Ninguno de estos inmensos be-
neficios, s'rque no pocos desastres, han ocasio-
nado en el mundo las demás religiones. ¿Y se
nos negará ahora que el colocarlas á la misma
altura de! cristianismo; el dispensar á éste la
misma protección que á aquellas, no es ser
marcadamente ingratos con nuestro bien-
hechor?
dispuestas estas lijcras indicaciones sobre
la tolerancia considerada religiosa y Ulosófica-
mente, no solo rehuiremos, sino que vamos,
por el contrario, con el mayor, gusto á hacer
algunas muv breves observaciones sobre la
cuestión considerada en su parte política.
[Cuán diverso se ofrece á nuestros ojos e
327
TOLEltANCU RELIGIOSA.
328
espectáculo de ira pueblo iluminado por una
sola creencia, que'dirige los ojos hacia una so-
la luz y pot- ella se guia, del que, dividido eu
varias fracciones, ve entregada cada una de
ellas á una superstición distinta, que cree ha-
llar su felicidad eterna en aquello en que pre-
cisamente la otra ve su eterna condenación! Y
81 enmedio de las tribulaciones á que las fami
lias y los pueblo» enteros se ven muchas veces
condenados, es dulce aunar los corazones en
ta contemplación de un solo Dios, é invocar
juntos su. misericordia, ¡euán triste no debe
ser, por el contrario, ver orando á nuestro la-
do á nuestros enemigos religiosos, ver invo-
car á dioses cuyo culto creemos como la causa
de nuestras desgracias, ver acaso moribundo
un amigo á quien miramos irremisiblemente
perdido para siempre!
Ko insistiremos ciertamente sobre una idea
que basta enunciarla para conocería, porque
la fuerza que la diversidad de la religión qní
ta á la unión entre las familias, se ve también
disminuida en las relaciones de pueblo á pue
blo y do provincia á provincia, ¿Cómo podrá
sentir un pueblo las ofensas que olro de dis-
tinta religión reciba en las cosas pertenecien-
tes á su culto? ¿Cómo volará á defenderle, aun-
que los comprenda fina patria común, cuando
se profanen sus ceremonias religiosas y se til-
tragen sus altares y sus templos? *Una ley,
una fé,\> decia el valiente y virtuoso conde de
Montmorency,' y bajo tan gloriosa enseña la
Francia entera sostuvo cuarenta anos una lu
cha en que los sanos principios salieron al fin
vencedores. Una fe quería también Tención,
cuando decia al lujo de Jacobo 11, que,y aun
concedida la tolerancia, no era conveniente
mirarlo todo como indiferente, sino atraer á
los hombres por medios dulces y. persuasivos
á una sola creencia.
Y en efecto, ¿dónde podría encontrarse la
unión y acuerdo de todos los habitantes de un
pais más prontay seguramente que en la unidad
religiosa! En ninguna ciertamente. He aqui lo
que lia hecho decir á Monlcsquieu en su Es-
píritu de las leyes, que ida religión cristiana
por el apoyo que presta á !a caridad, por su,
culto publico universal y por la participación
de linos mismos sacramentos, parece exigir
que todo se una y acuerde en un solo princi-
pio. ¿Y cómo podrá esto verificarse cuando los
pueblos, por la variedad de creencias, rompan
este vínculo de unión, cuando este vinculo
venga á convertirse en un principio de dis-
cordia? Con razón dice Bodin que la variedad
de religiones es perniciosa al Estado por las
desavenencias que puede ocasionar, y cita co-
mo ejemplos, la Suecia, la Escocia, la Ingla-
terra, la Dinamarca, la Suiza y la Alemania.
Con no menos exactitud dice también mon-
sieur de Iteal en sn obra intitulada, Science
du gouvernemcnt, que uno de los principios
de disolución del gobierno helvético es la di-
versidad de los cultos y que este es también j
el mayor mal de los que afeclan á la conslítn-
cion polonesa. Y con igual acierto lia confesa-
do también el mismo gefe de los tolerantes
Juan Jacobo Rousseau, que es imposible qK
vivan en paz personas que piensen de diverso
modo en materia de religión.
Supuesta la exactitud de los principios
asentados ¿quién seria capaz de negar [pie el
indiferentismo ó la irreligión se seguirían in-
dudablemente á la admisión de diversos cul-
tos? Imposible 'es desconocer que eu un país
donde existen varias creencias religiosas, de-
be haber necesariamente disputas sobre ellas
entre unos y otros "ciudadanos. Ahora bien, si
estas "disputas son acaloradas yreñidas, ¿quién
podrá calcular sus tristes efectos? ¥ si son
frías ó poco frecuentes, ¿qué señal mas risi-
ble de que los pueblos han perdido el interés
por la religión, y que de la tolerancia se lia
pasado á la indiferencia, de la cual al despre-
cio, es muy corta la distancia? Platón en su
República, y Cicerón en la Academia no que-
rian que se disputase jamás sobre asuntos de
religión. «-Mala et impía consuettido esl dts-
putandi contra Deui, sive id ex animo ftal,
s'we simúlate.* Y es que conocían muy bien
que al pueblo le basta oír estas disputas para
principiar á dudar, y que basta la duda para
relajar aquel temor que la idea de un juez Su-
premo y justiciero infunde en los hombres,
sirviendo de freno a sus pasiones.
Pero , donde mas marcados se verían los fu-
nestos efectos de esta libertad, seria sin duda
en los funcionarios del gobierno', en sus agen-
tes, en los encargados de administrar justicia
á los pueblos y velar por el bien estar y tran-
quilidad. ¿Deberían ser estos de una sola reli-
gión? En este caso es indudable que escita-
rían contra si la antipatía de los sectarios de
todas las domas que se creerían tan dignos co-
mo ellos de ocupar un lugar en la magistra-
tura y cargos públicos, y que no verían cu
aquel privilegio mas que un destello tic ¡into-
lerancia en medio do la tolerancia qué por to-
das partes se predicaba. ¿Deberían, pues, ser
do todas indiferciitcmcu le? Entonces nunca po-
dría conseguirse que cada uno administrase
justicia con la misma imparcialidad á los de su
mismo culto ([uc á los eslraños, nunca podrían
impedirse las rencillas de los funcionónos per-
tenecientes á uno de ellos con los que profe-
sase otro diverso, jamás se evitarían las par-
cialidades de cada uno cu favor de -los suyo?,
y los odios ó venganzas particulares, para cu-
yo desahogo lodos aquellos que tuviesen en
sus manos algiui poder ó alguna autoridad sa-
brían aprovecharse de ella, ¿Y á dónde iriau
entonces á fallarse las cansas en que alguna
religión se hallase interesada? ¿A los jueces
sectarios de ella , parciales en su favor y en
contra de los ofensores; ó á los de diverso cul-
to, parciales en favor de los ofensores y e&
contra de la religión ofendida?
Todos esíqs daños }' peligros á que la to-
329
TOLERANCIA RELIGIOSA
330
lcrnncia religiosa espone á lospueblos, fueron
bien conocidos de los antiguos legisladores, y
aun (le loS naciones modernas. Principiando
por los israelitas, ¿quién uo conoce Jas leyes
que Dios les impuso de no tener con los idó-
latras comunicaciones ni tratos íntimos, ni en-
lazarse cou las familias de ellos? Non socia-
¡lis cum eis conjngia nec filiam tuam dabis
jilio ejus, nec filiam illius accipies filio tuo,
quia scduoet eum, dice esp Tesamente el Deu-
terouomio. La ley nueva prohibió después las
comunicaciones con los apóstatas,, el comer á
la mesa de los hereges, ó tener con ellos irato
alguno. Si Ecclesiamnonaudierü, sit tibisi-
nul Ethmcus et Publicanus , dice el Evange-
lio do San Mateo. Los egipcios odiaban ato-,
dos los forasteros que profesaban un culto dis-
tinto al suyo, como Homero y Diodoro de Si-
cilia lo manifiestan en sus historias, y Jnve-
nal en sus sátiras. Platón, en su libro da le-
jtfrus, quiere que los particulares no tengan
otros dioses que los reconocidos por la repú-
¿lica, y que no se forjen ritos á capricho,
entendiendo la religión á su manera. Los grie-
gos obligaban siempre á sus subditos, cuando
eran llamados á ocupar algún lugar eminente,
á jurar que defenderían la religión de sus pa-
dres, con esdusion de todo culto. Bien. cono-
cido era el rigor de los romanos eu no admi-
tir ni dioses ni religiones estrangeras, porque,
como deeia Cicerón, Déos, aut novos aut alie-
nigenas coli , confusionem habebat religio-
nurn. Del principio de intolerancia general
trae origen la persecución suscitada contra los
primeros cristianos en los pueblos gentiles, y
la sangre de los infinitos mártires que nues-
tra religión cuenta. Del mismo origen nace la
persecución que los hereges antiguamente y
después los protestantes han dirigido contra
los católicos, temiendo ver decaidasu religión
en el momento que abriesen las puertas á las
(lemas. Y fundado en iguales principios ha di-
cho Montesquieu, uno de los primeros políti-
cos modernos, que cuando un principe ó un
goMerno pueden admitir en sus estados una
nueva religión, ó no admitirla, es lo mejor es-
tar por lo último. .
Algunos escritores do economía política
declaman, sin embargo, á favor de la toleran-
cia, porque la creen indispensable para au-
mentar la población, el comercio y la opulen-
cia de las naciones. Pero prescindiendo de que
nosotros no indicamos aquí si los principios
di? intolerancia' deben eslenderse contra un
culto ya introducido y establecido, porque es-
ta cuestión es ociosa en el oslado de nuestro
país, y olvidándonos también de que con to-
lerancia ó con intolerancia, la población de un
]>ais oslará siempre en equilibrio con su ri-
queza, como ha dicho un célebre economista,
sentando en este punió un axioma de indes-
Tuctibie -verdad, es también indisputable que
¡a felicidad de una nación no depende tanto
del inmenso número de sus habitantes, como
de la unión recíproca de estos, de sus virtudes
y del interés de todos ellos por una causaco-
mun. Con esta unión y estas virtudes fueron
felices Esparla y Atenas, y se ensancharon
tanto los limites de la república romana; mien-
tras que la corrupción de costumbres, conse-
cuencia de una población heterogénea y de la
cscesiva opulencia, fué la causa principal de
la decadencia del imperio; y mientras' que he-
mos visto naciones opulentas y florecientes en
tiempos en que la tolerancia religiosa era una
idea enteramente desconocida, ó por lo menos,
ahogada bajo el peso de los principios de go-
bierno que entonces reglan. Luis XIV revocó,
en < 685, -el edicto de Nantes dado en 15 1 8 por
razones políticas muy poderosas en favor de
los calvinistas de Enrique IV, y á pesar de es-
te gran golpe de intolerancia, la Francia no de-
jó de continuar tan poblada y floreciente co-
mo antes y- cotí la ventaja de eslar mas unida,
mas acorde y mas tranquila que nunca.
Mas si por ventura nos propusiéramos ad-
mitir en nuestra patria diversas religiones,
¿cuáles serian estas? ¿Acaso el mahometismo?
¿Será digna de las sociedades modernas una
religión que obliga á recibir como otros tan-
tos oráculos las estravagancías, las ridiculeces
y las obscenidades del Alcorán? ¿Recibiríamos
la enseñanza religiosa de la mano de aquel im-
postor á quien Dios, según él, había concedi-
do como hombre santo y como profeta el pri-
vilegio de tener y emplearen sus caprichos una
multituddemugeresy cuantas esclavas quisiese?
Por lo que respecta al judaismo, si se le
considera eii el estado á que lo han reducido
los talmudistas y los rabinos, ciertamente que
ninguno creerá dignas de un pueblo civilizado
las ridiculas supersticiones, y las pueriles ce-
remonias, bajo las cuales se ha confundido el
culto del verdadero Dios. Cierto es que si se
considera la religión hebre'a tal cual fué en su
primitivo origen, su verdad, su santidad y su
institución divina aparecen á nuestros ojos tan
respetables y tan santas como en realidad lo
fueron. Pero seguramente no es de desear que
de la religión hebrea siga profesándose sobre
la tierra otra parte que aquella que conservó
la ley de gracia. Nosotros por lo menos jamás
podremos persuadirnos de que en un siglo en
que tanto se declama por la libertad de con-
ciencia, y aun se desea sacudir el yugo suave
y el peso ligero que el Salvador nos ha im-
puesto, pueda juzgar conveniente ningún po-
lítico la Teligion judaica que, como dice San
Agustín, se impuso con mucha razón y sabi-
duría á un pueblo de dura cerviz.
Hay todavía otra seda religiosa que es la
que mas nos amenaza, que es la que quiere
invadir nuestro terreno y disputar al catoli-
cismo las almas destinadas á la salvación. Es
esta él protestantismo; pero de él no quere-
mos ocuparnos siquiera en este artículo, lo
hemos hecho en su lugar correspondiente, y
allí remitimos á nuestros lectores,
331
TOLERANCIA RELIGIOSA—TOMATE
Para complemento de este artículo debe
leerse el de unidad religiosa , y también el
de CRISTIANISMO.
TOLON. [Historia y geografía.) Telo Mar-
tius ó Telonis Partus, primer puerto de mar
de Francia en et Mediterráneo, y ciudad princi-
pal del departamento del Var, de el que sin em-
bargo, solo es capital de distrito. Fundada en
el siglo IV, era ya en el siguiente ciudad de
cierta importancia, pues tenia obispo. Los ára-
bes la saquearon y arruinaron completamente
en el siglo X. Reedificada por los condes de
Provenza y rodeada de algunas fortificaciones,
tuvo no obstante que sufrir todavía igual de-
sastre en 1 178 y 1 19G, siendo reducidos á es-
clavitud los habitantes que escaparon de ta ma-
tanza. A pesar de estas desgracias, se repobló
la ciudad, favoreciendo mucho á su acrecenta-
miento y riqueza la protección de los princi-
pes de la primera y de la segunda casa de An-
jou, en términos de llegar á ser una de las ciu-
dades mas importantes de la Provenza, cuan-
do esta provincia fué reunida á la Francia. To-
dos los reyes desde Luis XI aumentaron sus
formicaciones. El condestable de Borbon ta
tomó en 1524 y Carlos V en 1536. Luis X!V
encomendó sn fortificación á Vauban, y en
1707 fué inútilmente sitiada por el dnqpie de
S aboya, ayudado de todas las fuerzas de Ja
Holanda y de la Inglaterra. En 1793 fué en-
tregada á los ingleses por una traición de los
realistas, y recuperada por ios republicanos
el 18 de diciembre del mismo año. Antes de
huir tos ingleses pegaron fuego al arsenal y á
los buques surtos en el puerto, y soltaron á
los presidiarios con el objeto de que hicieran
sufrir la, misma "suerte á la ciudad, después
de haberla saqueado; pero -frustróse la espe-
ranza, y se vio á aquellos foragidos unir sus
esfuerzos á los de los habita utos para apagar
el incendio. Treinta y un navios de linea y
veinte y cinco fragatas había en Tolón, cuan-
do entraron los enemigos; pues bien, de todos
estos buques quedaron solamente intactos -en
la dársena siete navios y once fragatas, pues
todos los demás fueron quemados, á escepcíon
de tres navios y nueve fragatas que se lleva-
ron los ingleses.
La población de Tolón que desde la con-
quista de la Argelia aumenta rápidamente, se
calcula hoy en mas de 40,000 habitantes. -
Hay en esta ciudad buenos establecimien-
tos de marina, cordelería, arsenal, fundición,
talleres de construcción y grandes almacenes
de madera, cuarteles y ira vasto presidio. En
sus cercanías se encuentra un hospital militar
y un lazareto. Posee un colegio comunal, es-
cuela real de navegación, idem do medicina,
y de -la marina, biblioteca, museo de historia
natural, jardín botánico y sociedad de cien-
cias, literatura y artes.
Es patria del jesuíta Amyot, del pintor Pa-
blo Oneriu , del gefe de escuadra Gliabert y
del vice -almirante Truguet.
Vidal (el abalo H). Essaí tur ¡'origine de ¡Tos-
ían, 18-27, ííi S.o
Pona: Mr.mnire ponr servir d l'histaire de te ijilia
de, Tnulon, (sai), ¡n 8."— flec/urcAe» s«r ¡'origine it
Toulon, 1838, in 8 "
TOLOSA. [Tolüuse;.) [Historia y geografía].
Tolosa, antigua capital del Languedoc, hoy c>
buza do partido del departamento del Allo-fia-
rona, tiene 59,700 habitantes.
El origen de esta ciudad es muy romoto, y
se atribuye su fundación úlosmarselleses. Ala
llegada de los romanos á las (¡alias , era una
ciudad muy floreciente y capital del país de los
-voleos tectosagos. Fué tomada y saqueada por
el cónsul S. Servilto Copión, el año 106 antes
de Jesucristo. Acto continuo trasladaron á ella
los vencedores una colonia y la ensancharon
y embellecieron todavía mas, tanto que por
el Cuarto siglo era mirada como la décima-
quinta ciudad del imperio y ta tercera de las
Galias.
Apoderóse Clovis de esle punto en 50S, eu
cuya época era capital del rcynp de los visi-
godos. También lo fué del reino de Aqmtania,
formado después por Garlo-Magno, siendo mas
adelante gobernada por condes independien-
tes. Tuvo mucho que sufrir en la cruzada con-
tra losiilbigenses., que fué dirigida , como es
sabido, en primer Jugar por el conde de Tolo-
sa Raimundo VI. Las guerras de religión del
siglo VI no fueron, menos funestas á su tran-
quilidad: Goligny intentó apoderarse de ella
bajo el reinado de Carlos !X.; sus habitantes
abrazaron con entusiasmo el partido de la Li-
ga; solo se sometieron á Enrique IV en 1506,
a los tres años trascurridos de.su abjuración,
y cuando ya hacia mucho tiempo (pie todos loa
gefes de la Liga se habían, avenido. Fué en To-
losa donde se cometió en 176" el célebre ase-
sinato jurídico de Calas.
Las inmediaciones de esta ciudad fueron
teatro en* 1814 de una célebre batalla entre
el mariscal Soult y el general inglés We-
Uingtop,.*
Tolósa es patria de Clemencia Isaura , ins-
tauradora de los juegos dorales: de t'ibrac, del
presidente Duranti , del jurisconsulto Cujas
{Cujacio), del pintor Antonio Rivaíz, de Pablo
¡tíquet , de Lapeyrouse , de Fermat , de Maig-
nan , de Palaprat, de Campistron., .de Barras,
del pintor Gres , etc.
Cavia (J. M.) V Perrjn-PavioL; Historia de ii ciu-
dad da fohn. I83Ü, 8," (Trances).
Lafíiille (Gcrmain); Anales de ta ciudad de ÜH
losa, mi, -2 vol.8." (¡el,). '
Durosoi: Anales de ln ciudad de rotoso, 17JI,
5 vol. i.° (n\.)
TOMATE. [Solano tomatera, tamalera, to-
mates.) [Botánica y horticultura.) Toumefonl
le coloca en la sección sétima de la clase se-
gunda, que comprende tas yerbas con flor ro-
sada, cuyo pistilo se convierte en un. fruto
tierno y carnoso , y se llama lycopersicum
333
TOMATE— TONELADA
ÍÍ34
qakni. Lineo le clasifica en la pentandria
monoginiu, y le llama solanum licopersicum.
Tiene la llor una sola pieza, y está abierta,
en forma de salvilla, y dividida en cinco seg-
mentos ovalados y puntiagudos. Los estambres,
en número de cinco , están reunidos por so
cima y forman una especie de clavo. El cáliz
es dé una sola pieza, dividido en cinco par-
les largas, rectas, angostas y puntiagudas,
El fruto es una baya tierna y jugosa, divi-
dida ordinariamente en tres celdillas. Las gra-
nas están encerradas en el fruto, cuyo colól-
es de un hermoso encarnado vivo, y tiene fre-
cuentemente la forma de una manzana.
Sus hojas so.n aladas , con dos grandes y
dos pequeñas alternativamente ; sus hojuelas
casi iguales y hendidas.
Su raíz es rojiza, larga y fibrosa.
En las provincias meridionales se eleva el
lalld, que es herbáceo y tierno, ála altura de
muchos pies, poniéndote rodrigones. Las flo-
res y los frutos están en racimos opuestos' á
las hojas.
En países templados se puede sembrar .en
campo raso, sobre todo en tierras estercoladas
para diferentes frutos. La siembra se hace en
terreno bien labrado y abonado , y en estan-
do las matas fuertes, se clarean, y se dan
las labores y" los riegos regulares.' De este
modo se cogen tomates muy tempranos. Pero
lo común es ejecutar la siembra por diciem-
bre en era ó almáciga: de marzo en adelante
se trasplantan á pie y medio de distancia, en
saelo preparado , y este dividido en tablares
con sus regueras; se cuida de escardar y re-
gar á su tiempo. A fines de mayo empiezan
los tomatares á dar fruto, el cual dura hasta
las heladas , sucediéndose en una misma ma-
ja. Algunos disponen lo que llaman barraca,
que es como una bóveda , larga á voluntad,
de una vara de ancha 'y una y inedia de alta,
formada de cañas, bien asegurada; al pie de
los dos lados esteriores se plantan los matas, á
una distancia proporcionada unas de otras , y
conforme crecen los brazos, se les dirige por
cima del encañado , de modo que le lleguen á
cubrir por completo. Eü.esla disposición ma-
duran los tomates, y 'bien pronto se mantienen
fructitteando bastante tiempo. Por gusto se
suelen reservar matas, que se levantan sobre
encañizadas á buena esposicion al sol ó al abri-
go délos aires fríos ; durante el tiempo rígido
se cubren con esteras, que no toquen á las ma-
tas, las cuales debeu disfrutar del aire ; y de
este modo se recogen tomates muy tempra-
nos, y hasta sucede que no dejan de producir,
particularmente en los inviernos templados.
Los brazos de las tomateras también se pue-
den amugronar, y en estando bien arraigados,
trasplantarse donde se quiera.
Esta planta no es conocida en los paises
del Norte, donde si la cultivan es mas bien
por curiosidad que por el producto que de ella
se obtiene; pero en España, en Italia y en el
Mediodía de Francia se da fácil y abundante-
mente, y es muy estimada.
TOMILLO. [Botánica.) Planta del género de .
las labiadas que Lineo coloca en la didinamia
gymnospermia , y llama thijmus vulgaris.
Tourncfürt le pone en la sección tercera de la
clase cuarta, que compréndelas yerbas y ma-
tas con llores de una sola pieza y labiadas,
con el labio superior erguido, y le llama thy-
mus vulgaris folio tenniore.
Flor: labiada, el tubo tan largo como el
cáliz; el labio superior erguido y revuelto, es
mas corto que el inferior, que está dividido en
tres y es ancho y obtuso.
Fruto: cuatro semillas casi redondas, en
un cáliz en forma de tubo y estrecho por la
cima.
Hojas: pequeñas, estrechas, ovales, y do-
bladas sobre ellas mismas por los costados.
Hay una variedad de esta especie con las hojas
mas anchas.
Raiz; dura, leñosa y ramosa.
El tomilloesmata cuyo tallo subsiste du-
rante el invierno. Es recto, poco elevado, ra-
moso y leñoso. Las flores están en espiga
■ colocadas alrededor del tallo, y las hojas son
opuestas. Crece en España, en Berbería, en los
Alpes 'marítimos del Píamente sóbrelas rocas,
en las colmas incultas y los jardines; florece
desde el mes de junio al de octubre.
Sus hojas son de un olor aromático, fuer-
te y agradable y de un sabor acre. - Son mas
activas que las del serpol, y tienen las mis-
mas propiedades. Cultivase por su buen olor
en los jardines; tiene pocos usos etí medicina,
pero bastantes en perfumería. Con tomillo se
aromatizan los frutos secos que se quieren
conservar como los higos, las uvas y los dá -
tiles.
TONEL. [Historia natural.) Género de mo-
luscos gasterópodos de la familia de los bucá-
nidos, cuyas conchas tienen él labro dente-
llado' ó acanalado en toda su longitud. La espe-
cie tipo es el dolium olearium.
TONELADA [Marina. — Navegación y co-
mercio.) Unidad de peso ó de medida que sir-
ve para averiguar la capacidad de las embar-
caciones y su desplazamiento. Como unidad
de medida consta de ocho 'codos cúbicos de
ribera, y como unidad de peso contiene 20
quintales ó 2,000 libras. La primera se llama
tonelada de arqueo, y la segunda tonelada
de desplazamiento ; mas debe advertirse que
estas medidas no guardan rigorosamente rela-
ción entre si, porque el sólido ó ciiho repre-
sentado por la de arqueo desocuparía en el
agua un volumen que contendría una vez, mas
708, ó si se quiere, nueve milésimos de otra,
el peso de la de desplazamiento: esto es, que
aquella pesaría 3,417 libras, cuando esta no
pesa mas que, 2,000.
Se llama también tonelada la provisión ó
conjunto de toneles que se hace en los na
vlos; y derecho de tonelada el que con relé-
TONELADA— TONICOS
rencia al número de las que miden pagan las
embarcaciones. 1
Dice. Marit. Esp.
TÓNICOS. (Medicina. ) Llámanse tónicos
aquellos ^edicamenlos que levantan las tuer-
zas aumentando gradualmente la acción vital
de los tejidos, sin contraer sus fibras, como las
contraen los astringentes, y sin determinar
una acción viva, pronta y casi esclusivamente
nerviosa, como la determinan los estimulantes.
Los tónicos, asi llamados del griego tonos, to-
no, tensión, son medicamentos que entonan
la máquina orgánica, medicamentos cuya ac-
ción genera! sobre la economía tiende á. au-
mentar la energía de los órganos.
íJo existe linea de separación bien marca-
da entre las sustancias túnicas y las asfrin-
gentes: en efecto, los túnicos administrados
en corlas dosis casi no obran mas que local-
mente y á )a manera de los astringentes; pero
á mas altas dosis ejercen sebre ia mayor par-
te'de las funciones vitales una influencia di-
recta é independiente de su acción local. En
este último caso, las contracciones del cora-
zón se liacen mus enérgicas, sin que por esto
aumenten de frecuencia, y el pulso, al paso
que adquiere fuera, se pone al propio tiem-
po mas duro y lleno Sin embargo, el sem-
blante no se anima, ni se- aumenta el calor
animal á menos de que se prolongue mucho
la medicación tónica: pero entonces tales fe-
nómenos, asi como la aceleración dé la circu-
lación que les acompaña, no son mas que efec-
tos secundarios dependientes del aumento de
la nutrición y «o del influjo directo de los tó-
nicos sobre el sistema nervioso.
Los medicamentos iónicos activan la nu-
trición, no solo mediante su acción sobre la
economía en genera!, sino también , por las
modificaciones que imprimen en los órganos
digestivos. Hacen la digestión mas rápida y
completa y vuelven las materias fecales mas
consistentes; disminuyen su cantidad, y hasta
llegan á producir la constipación ó el estreñi-
miento de vientre.
Igualmente marcada es la acción de los tó-
nicos sobre los órganos secretorios, tendiendo
á fortalecer y aumentar la energía de estos,
aun cuando de es!a acción puedan.rcsultar á
veces efectos diametralmenle opuestos. Asi
cuando la eiuberancia de los productos de la
secreción depende de la debilidad del órgano,
los medicamentos tónicos tienden evidente-
mente á disminuirlos, volviendo el tejido se-
cretor al estado normal; y cuando, por el con-
trario, las secreciones están disminuidas por
causa de la inercia de los órganos, se las ve
aumentar bajo la ¡¡¡fluencia de los Iónicos. Asi
se esplica c! por qué muchas veces obran co-
mo diuréticos, diaforéticos, enienagogos, es-
pectorantes, etc.
Los medicamentos tónico, se sacan, por lo
general, de los reinos vegetal y mineral. Los
tónicos vegetales se distinguen por los princi-
pios amargos que contienen- y á los cuales son
en mucha parte deudores de sus virtudes tera-
péuticas. En muchos de ellos, et principio
amargo presenta todos los caracteres de la
alcalinidad, como son !a quinina, la cinconi-
na, etc. Al principio de este siglo todos esos
diversos elementos amargos se confundían lu-
jo el nombre de extractivo; pero hoy saben
que el estractivo es un producto cuya compo-
sición varia según la naturaleza de ia plañía
que lo da. Como sea, en el análisis de muchos
vegetales se designa todavía bajo el nomine
de extractivo una sustancia amarga, azoada,
soluble en el agua y en el alcohol.
Ademas de estos principios á menudo con-
tienen los medicamentos tónicos sustancian
curtientes, ácido agállico, etc., lo cual les da
una semejanza de composición con los astrio.
gentes; mas por lo general es débil la pro-
porción en que se hallan esas sustancias, y no
son ellas las que ejercen una influencia mas
directa sóbrela economía animal.
Los tónicos que se sacan del reino mineral
se acercan algo mas á los astringentes, y no
existen caractéres químicos que puedan ha-
cerlos distinguir de una mañera terminante.
Los tónicos sacados del reino animal son
muy pocos. Apenas si puede contarse como
tal otro que la bilis de buey, sustancia em-
pleada antiguamente con gran le.
Aprovéchase el influjo fortificante de los
tónicos sobre toda la economía pai'a levantar
las fuerzas generales cuando se hallan postra-
das y aumentar la energía de los órganos en
un gran rúmero de enfermedades. El uso ile
los medicamentos de esla clase puede decirse
adoptado con toda generalidad en la curación
de las fiebres intermitentes y de derlas afec-
ciones periódicas, como las neuralgias, ele. En
tales casos son tan marcados sus efectos, co-
mo que muchos de ellos fueron por largo
tiempo considerados como específicos, y de-
signados bajó el título de febrífugos j defln-
ti-lipicos ó anti- periódicos. Este resultado pa-
rece debido á su acción tónica, porque admi-
nistrados durante la apirexla se oponen al rc-
lorno déla enfermedad, imprimiendo á toda la
economía una energía y una actividad insóli-
tas, al paso qoe si se administran durante el
acceso, aumentan la intensidad de los sínto-
mas, haciéndose dañosos por la misma razón
que son útiles en eí primer caso.
El uso de los tónicos está indicado tam-
bién en las enfermedades esencialmente ató-
nicas, como son ks calenturas adinámicas y
las afecciones gangrenosas, escorbúticas j'
escrofulosas. Con ventaja se emplean también
los fortificantes al fin de la mayor parle de las
inflamaciones crónicas cuando el enfermo está
limpio de calentura y no hay ya dolor, en
los casos de debilidad de los órganos diges-
tivos, etc.
337
TONÍCOS-TONO
338
Pov lo dicho se ve claro que conviene abs-
tenerse (le los medicamentos tónicos, si.erapre
i[Lie el canal digestivo ú otro órgano impor-
tante sea asiento de liria inflamación mas ó
meaos aguda.
Los tónicos se emplean al esterior en mu
r.lios casos, y sobre todo en las úlceras atóni-
cas y de gangrena. Entonces su acción se ase-
meja muebo á la de los astringentes.
Las sustancias minerales tónicas mas co
munmeiilo empleadas son: las limaduras de
hierro, el óxido negro de hierro, el subearbo-
nalo, el tartruro de potasa y de hierro, el pro-
toclornro y el hidroelorato del mismo metal y
de amoniaco. A estos preparados químicos ó
ftrmacóuticos hay que añadir las aguas mine-
rales tónicas, llamadas ferruginosas, marcia-
les ó calibeadas, porque en general contienen
una muy regular proporción de hierro, que
suele encoutrarsc en el estado de peróxido
mantenido en disolución por el ácido carbó-
nico, y rara vez en el estado de sulfato. Esta
es, por ¡o menos, la opinión general. Sin em-
bargo, el químico francés, Longchamps, ea
virtud de sus repelidos ensayos, opina que en
la mayor parle de estas aguas el óxido de bier-
ro se encuentra combinado con la cal; que
respecto.de esla base 'desempeña el papel de
un ácido; y que, por lo mismo, la sal calcá-
rea mantenida en disolución será nn ferrato,
de cal. Encuéiitranse ademas en tales aguas,
y en proporciones varias, ácido carbónico, sa-
les de sosa, de magnesia, de cal y hasta do
manganeso, etc. Por otra parte, se compor-
tan, con los reactivos, como todas las demás
disoluciones de hierro.
Las aguas ferruginosas , tomadas al salir
del manantial, son generalmente límpidas,
inodoras y de un sabor estíptico y metálico.
L'spnesías á la acción del aire, se cubren pron-
tamente de una película irisada, y depositan,
al cabo de cierto tiempo, copos de un amari-
llo de ocre formados de protóxido de hierro.
' las aguas ferruginosas tónicas son todas
filas; las calientes ó termales gozan de pro-
piedade? purgantes y contienen una muy es-
cala proporción de hierro.
La acción de estas aguas sobre la econo-
mía animal es, á corta diferencia, la misma que
in de los preparados de hierro; asi es que so
emplean á menudo con buen resultado en las
enfermedades que exigen el neo de los ferru-
ginosos. Oblicúense de ellas grandes ventajas
en las afecciones crónicas de las visceras ab-
dominales, en la clorosis ú opilación, en los
flujos mucosos atónicos y rebeldes, etc. Ad-
nu'uistnmse por lo común en bebida y á do-
sis variables.
las aguas .ferruginosas principales que te-
nemos en España son las de Aliseda (Jaén),
Caldas de Oviedo, Castañar de Ibor (Toledo,
Cuerva (Cádiz), Covtegada, Ferreira, Fuen Cá-
beme, (¡raería, Santa Agueda, Lanjaron, Fanti-
wsa, Ispluga del Fraucolj, Font den Xirot,
2191 UIISLJOTECiV ra-ULAIl.
FonGroga, Gavá, (Barcelona), etc., eíc. De las
principales de estas fuentes hemos hablado ya
en los artículos especiales de esta Enciclo-
pedia.
Las sustancias vegetales tónicas que mas
uso tienen son: la quina y sus preparados, la
cuasia ó casia amarga, la súnaruba, la angus-
íura, la raíz de colombo, la genciana, la con-
laurea, el tusílago , la achicoria silvestre, el
hombrecillo ó lúpulo, la fumaria, la sapona-
ria, el liquen de Islandia, etc., etc.
Entre las sustancias medicamentosas tóni-
cas animales sólo se cnenta el estrado de bi-
lis de buey ó la hiél de buey, sustancia blan-
da, de color amarillo-verdoso, de sabor muy
amargo, de un olor ligero, pero muy especi-
fico, y que atrae un poco la humedad. Se ob-
tiene haciendo evaporar suavemente la bilis
del buey- en una vasija de plata. Hoy día es
medicamento poco usado.
Los tónicos se administran bajo diversas
formas, tanto al interior como al esterior. Asi
Iqs baños pueden hacerse tónicos añadiendo un
fuerte cocimiento de plantas aromáticas. Lo
mismo puede decirse ¡le los fomentos, fric-
ciones y gargarismos, etc.
Hace treinta años, cuando se hallaba en su
apogeo el brousseismo ó la escuela llamada
fisiológica, los tónicos estaban como proscri-
tos, teniéndoles por agentes de la irritación.
Hoy vuelven'á usarse, y con particular ventaja
siempre que- están razonablemente indica-
dos.
TONO. (Música.) Esta palabra tiene en mú-
sica muchas significaciones.
l.° Se emplea para designar y precisar el
valor acústico de la estension que ha de con-
tener el intérvalo que separa un sonido de otro
sonido, sea subiendo ó bajando la escala en un
tono. Asi se dice: del primer al segundo gra-
do, ó de ¿o á re, hay un íono; del sétimo al
octavo grado, ó de si á do, hay medio lono, etc.
Tomado en este sentido, el tono y el semitono
son A la escala musical lo que la pulgada y
media pulgada son al pie de rey. La estension
del pie de rey es de doce pulgadas divididas
en medias pulgadas y lineas: la estension de
la escala musical consta.de ocho sonidos y se
divide en tonos y semitonos, lo cual siempre
da una suma, sea para la escala del modo ma-
yor, sea para la del menor, de seis tonos; los
teóricos dividen el tono en nueve comas. En
caanlo al valor preciso de este último interva-
lo, hablaremos de ello mas adelante..
La palabra íono, tomada en el mismo sen-
tido, pero colectivamente, sirve también para
designar el valor de la distancia que existe re-
cíprocamente entre cada uno de los grados de
que consta la es.cala musical. Dícese en este ca-
so: del primer al segundo grado hay una dis-
tancia de quinta inalterada, que se compone en
el modo mayor de una sucesión de dos tonos,
de un semitono y de un tono, al todo tres to-
nos y un semitono, y en el modo n.enor, de
T. xxxiri. 22
839
TONO
3 0
una sucesión de nn tono, -tin semitono y dos
tonos, tota! también tres tonos y medio
Esta manera de computar el valor de las
distancias respectivas de los intérvalos, es pa-
ra la escala musical lo que son para un termr>
metro las cifras qne indican el grado de tem-
peratura. -
2. " La palabra tono se emplea también pa-
ra designar la nota (¡ue se escoge para punto de
partida de una escala, haciéndola que sirva de
fundamento á esta, con lo cnat las demás no-
tas tienen qne modificarse colocándose en el
ítigai y orden requeridos para la tonalidad.
Dicha nota se llama tónica.
Asi, pues, cuando la palabra tono se toma
en ese sentido, se dice: esa pieza está en el
tono de do natural, mayor ó menor; esa otra en
el de mi natural, mayor ó menor; aquella en
el de mi bemol, mayor ó menor, etc.
3. " También se dice: dar el tono, tomar
el tono. Este modo de espresarse significa que
en una reunión de músicos, antes de empezar
á tocar es menester templar los instrumentos,
y á este fin uno de ellos da el tono, que es un
sonido convenido, generalmente el la. La elec-
ción de esta nota para dar el tono, ha hecho
sustituir á las locuciones dar y tomar el tono,
estas otras-, dar, tomar el la. Para obtener
siempre un mismo sonido, se han ideado algu-
nos instrumentos, entre ellos el diapasón de
■metal, que es una especie de horquilla de aee
ro de dos ramas elásticas, que al vibrar pro
duce siempre el mismo sonido para el la.
4. ° Se dice igualmente los tonos de igle
sia. Es un modo de modular el canto llano en
las iglesias. Se cuentan ocho tonos regulares,
cuatro auténticos ó principales y cuatro cola-
terales. Los primeros son aquellos en que la
tónica es lanota casi mas grave delcanto; etilos
segundos, dicha nota-desciende algunos grados.
No analizaremos esos toóos de iglesia con
que nos dotaron los tiempos bárbaros, porque
esperamos que llegará á quedar proscrita una
música que se halla en contrasentido con nues-
tra civilización y que carece de tonalidad.
Aqui nos referimos al canto llano tal como
se entiende generalmente, pero hay una parle
de la música de iglesia que es un resto de la
antigua de los griegos, aunque bastante desfi-
gurada y privada del ritmo y de la medida.
Generalmente esa música se aplica á cier-
tos himnos, y de algunos de ellos han sacado
partido los grandes maestros, para algunas
composiciones sagradas en nada parecidas á la
salmodia.
5. ° Dícesetambien íono /S/ocomo sinónimo
de sonido. Pero el tono 6 sonido aislado es siem-
prejusto, si verdaderamente es sonido y no rui-
do. Los tonosy los sonidos queles suceden son
los únicos que pueden apreciarle como afina-
dos ó falsos comparativamente y según las re-
laciones mutuas. Esta proposición nos lleva
naturalmente á hablar de la coma, aduciendo
las consideraciones de Berton.
Los teóricos reconocen tres especies do
comas.
1. ° La menor, cuya razón matemática es
de 2025 á 2048.
2. " La mayor, cuya razón es de 80 á 8!.
3. " La máxima, ó de Pitágoras, cuya ra-
zón es de 524288 a 531441.
Los prácticos pretenden que la coma es la
octava ó novena parte del tono, ¡ncerlidumbre
que prueba lo inapreciable que es semejante
intervalo, para el cual se necesitarían micros-
copios de oido. Los teóricos pretenden haber
logrado ese objeto por el cálculo; pero no lo-
dos tienen igual opinión y diariamente apare-
cen nuevos sistemas sobre esa parte datarla
musical, cuyos autores tratan de demostrar
con A mas B los yerros-cometidos por sus pre-
decesores. Sin embargo, : no hay ciencia mas
positiva que la de los números, y esa diver-
gencia de opiniones en la parte especulativa
de la música nos demuestra que hay punto
que mas depende del instinto que de la cita,
cia. También estamos convencidos deque un ar-
tista que tratase de hacer sentir la diferencia
délas comas entre si, acabaría por cantar ó lo-
car sin afinación porque la música obra sobre
nosotros con dos influjos muy distintos uno
de otro. Siendo la parte intelectual susceptible
de analizarse, puede agradar á nuestro espíri-
tu, pero la parte sensitiva embarga nuestros
sentidos antes que nuestra inteligencia baya
podido comprender la causa de semejante
efecto, y esta, por decirlo asi, es la parte mú-
sica del arte, es una especie de misterio es
que debemos creer sin tratar de profundi-
zarlo.
La tonalidad, que es la esencia de nueslrn
sistema moderno en música y el manantial itc
todas las sensaciones que tan bello arte nos
hace esperimentar, no puede ser sentida ni
apreciada mas que por la coincidencia recipro-
ca de los diferentes grados de la escala. Estos
son los que constituyen la tonalidad y el mo-
do. La tercera de la tónica, en ambos modos,
establece ya esa función; pero la cuarta y, so-
bre todo, la séptima, son las que comprueban
y confirman !a tonalidad; no sin razón se lia
dado al sétimo grado ó sétima nota el nom-
bre de sensifeie, porque realmente por su me-
dio se percibe la tonalidad. Sn tendencia na-
tural á acercarse todo lo posible á la tónica ú
octavo grado, es una cosa probada; pero lo
que no está demostrado matemáticamente os el
grado de elevación que debe recibir la nota
sensible, y ¿quién es capaz de decir si el se-
mitono que la separa de la tónica ha de dismi-
nuirse en una ó dos comas, ó quizá media?
Nadie; y los teóricos mismos permanecen rau-
dos sobre esta cuestión. Solo la práctica lia
demostrado, ó mas bien inspirado, la elevación
de la ñola sensible, y aqni 'es donde la parte
especulativa del arte no puede combatir venta-
josamente un hecho sancionado por la espe-
rlencia, é inspirado por un sentimiento que nos
34t
TONO
343
dice: eso está bien; aunque no es po-ihle for-
mular cotí números el motivo.. La cuarta oon-
ciurt: larobioii ¡i formar la tonalidad, sobre to-
do, cuando sé 'baila eu contacto con la séptima.
Entonces se puede observar que estando ambas
notas en la posición de cuatro al grave y siete al
agudo, lo cual armónicamente bablando, da
un acorde de cuarta aumentada, parece .que
por una fuerza repulsiva tienen que exagerar
el valor de su distancia, tendiendo la cuarla
¡i bajar para acercarse á la mediante, y la sép-
tima a subir para aproximarse á la tónica; por
el contrario en el. acorde insulso que da siete
al grave y cuatro al agudo, es decir, una quin-
ta diminuida, parece que una fuerza atractiva
hace que la sélima propenda á subir bácia la
tónica, y la cuarta á "bajar hacia la mediante.
Si tanto bemos insistido en la esencia cons-
titutiva del tono, es para demostrar que no
puede haber otro tono lijo propiamente dicho
mas que el del punto de partida , es decir, la
Iónica ó. primer grado. Todos los demas iónos
en su proporción respectiva , deben estarle
subordinados, como miembros' de una misma
familia cuya base es la tónica. Debe esta con-
siderarse como el centro de gravedad meló-
dica y armónica bácia et cual son atraídos
lodos los demás grados de la escala; por eso,
esc movimiento, esa calda de las demás oolas
sobre la primera, han recibido en música el
nombre de cadencia, del latín cadera, y para
obedecer á esta necesidad imperiosa, toda mú-
sica tiene que' hacer descansar el canto y el
bajo sobre la tónica, apelando a un acto de
cadencia. ío hay, pues, tono lijo propiamente
dicho mas que el de la tónica; el de su domi-
nante ó quinta al agudo es también de esa na-
turaleza, pero nada mas que relativamente y
para satisfacer el órden físico de los sonidos,
dado por la resonancia del cuerpo sonoro; el
intervalo que separa uua tónica de su domi-
nante, procediendo del grave al agudo, debe
contener. un valor de tres tonos y un semito-
no, bo repetimos, pues; todos los demás gra-
dos de la escala están sometidos á la influencia
de la Iónica. Las mínimas alteraciones que es-
ta introduce en ellos son inapreciables por
el cálculo, pero el sentimiento las inspira á
todo el que esté dotado de las cualidades que
han de abundar en un verdadero músico.
Para comprender materialmente lo que de-
jamos sentado , hágase un esperimento com-
parativo entre un piano y unviolin. Sabido es
que el primero está afinado convenientemente
y sin tener en cuenta las exigencias de ta to-
nalidad; pero el segundo, asi como la voz hu-
mana y otros instrumentos, tiene la preciosa
facultad de elevar ó bajar los sonidos volunta-
riamente y en una proporción incómenstira-
ble. En el piano el si natural y el do bemol
son una misma cosa; el uno no es mas alto ni
mas bajo que el otro; pero en el violin, el si
natural es mas alto que el do bemol ; el sol
sostenido. mas alto que el la bemol, etc., ¿quién
puede inspirar, quién puede dictar esos ralo- 1
res? Solo el sentimiento , y especialmente el
iLela tonalidad, probándonos esto que no hay
mas tono lijo que el de la Iónica, y por ana-
logía y relación el de!» dominante.
Las observaciones que anteceden son debi-
das á Berlon; pero á pesar de lo que asegura,
la teoría esplica perfectamente lo mismo que
él atribuye al instinto. En erecto, ' tomemos la
escala cuya tónica sea el ¿o natural. Eslá fue-
ra de duda que la tonalidad depende de una
relación entre el número de vibraciones de
los grados de la escala. Asi, por ejemplo, para
el acorde de quinta, es menester que por ca-
da vibración de la tónica, la quinta haga una
y media. Ahora bien, en la escala, mientras el
do vibra una vez, el sol vibra vez y media, lo
cual da la quinta perfecta; en la misma esca-
la, mientras el do vibra una vez, el re vibra
una vez y '/»■ 7 ei .'fl vibra una vez y '/,; en-
tre el re. j el la no puede baber por consi-
guiente quinta, por cuanto k relación de sus
vibraciones no es de I á f '/, i sino de 1 á 1
y "/„.- Si alteramos el tono, y tomamos el re
como tónica, tendremos que aumentar las vi-
braciones del la y hacerlas a7i« en lugar de */,.
es decir, que ya no usaremos para satisfacer
las exigencias de la tonalidad el mismo la de
la escala de do, sino un la mas alto. Lo mismo
decimos de la tendencia á la elevación de la
sétima; entre esta y la octava ha de haber una
relación de ! á "/,s , Y esla es te que hay en-
íre el si y el do de la escala natural; pero si
tomamos de dicha escala como tónica , por
ejemplo, el re, su sétima será el do sostenido,
y entre este y el re para la tonalidad, ha de
haber' la misma relación de t á 'V,t, ó sea de
I á sV,s I es asi que en la escala natural de
do, la relación entre el do sostenido y el re es
de l á 'V», luego es mayor de laqne debe ser
para el tono de re, y hay necesidad de elevar
el do sostenido para que sea una verdadera
sétima del re. En este caso hay que tomarel
re bemol y no el do sostenido, porque entre -
el re bemol y el re hay la misma relación que
entre el sí natural y el do. Con este motivo
haremos notar que los sostenidos no son mas
altos que los bemoles, como asegura Berton,
sino todo lo contrario, que los, bemoles son
mas elevados que los sostenidos, es decir, por
ejemplo, que el do sostenido es mas bajo que
el re bemol, habiendo entre ambos ana rela-
ción imperceptible para muchos oidos , pero
apreciante por el cálculo, porque las leyes
del sonido y de la armonía son invariables
y lijas como todas las de la naturaleza, y por
consiguiente sujetas á cálculo; mientras el do
sostenido hace 15,000 vibraciones, el re be-
mol da 15,552.
Solo el mi sostenido y el si sostenido son
mucho mas altos que el fa bemol y el do be-
mol, como se comprende al instante, sabiendo
que de mi á fa y de si á do solo hay medio
Itono. Vamos á apuntar la tabla siguiente del
343
TONO— TONSURA
34*
número de vibraciones que corresponden- con
toda exactitud á cada uno de loa sonidos de
ana escala cromática perfecta , para cada
14400 que esperimente la tónica que llama-
remos do. ■
do. . . ; . . U400
Do sostenido 15000
Re bemol 15552
RE. ...... 16200
Re sosteuido 16S75
Mi bemol '. 17280
MI. . .' 18000
Fa bemol. . . '. 18432
Mi sostenido ¡S750
i'A. . 19200
Fa sostenido 19920
Sol bemol 2073G
sol .... . 21600
Sol sostenido. 22500
La bemol 23040
LA '. 24000
. la sostenido 25000
• Si bemol. 25900
sr 27000
Do bemol 27648
Si sostenido 28 125
no ...... v. 28800
Esta relación de vibraciones puede ser mas
sencilla, aplicada á la escala natural, en la
cual las notas vibran el número de veces que
indica el estado siguiente por cada 24 que vi-
bra la tónica.
Do. ............ .\ 24
Re ; . . 27
'Mi 30
Ta.- . . 32
. Sol. .' 36
La .' 40
Si . ' ". ■. 45
Do. 48
Resulta también que no todos los tonos son
iguales; de aqui la necesidad de alterar las
notas, según la tónica, para que las vibracio-
nes correspondan á la tonalidad requerida. La
razón entre do y re, fa y sol, la y si, es de
'(,; son tres.touos iguales entre si. La relación
entre re y0 Y entre s°lj es "i, distinta
de la anterior aunque muy inmediata. Los se-
' mitonos de mi á fa y de si á do son absoluta-
mente iguales y su razón es "tl.
,Las notas se alteran, pues, según la tóni-
ca, no porque solo, ei sentimiento lo indique,
sino porque asi lo exige también la teoría, ai
las leyes de la tonalidad no lian de infringirse.
Es digno, de notarse que los acordes ó Ja ar-
monía són debidos á la concurrencia de aque-
llos sonidos cuyas vibraciones entre sí están
en la relación mas sencilla, al paso que hay
disonancia en la concurrencia de aquellos cu-
ya relación de vibraciones es mas complica-
da. Por ejemplo, mientras eJ do vibra 24 ve-
ces, el mi vibra 30, lo cual reducido á su es-
presion mas sencilla, da 4 vibraciones del pri-
mero por cada 5 del segundo; á cada 4 vibra-
ciones del dü, ambos sonidos terminan juntos
un periodo pequeñísimo de vibración, inapre-
ciable para nuestros sentidos y agradable al
oido para el cual desaparecen las pequeñísi-
mas diferencias intermedias del periodo per-
fecto. Mientras el mi vibra 30 veces, el sol vi-
bra 36, lo cual reducido á sti espresion mas
sencilla da 5 vibraciones del primero por caía
6 del segundo, periodo también pequeñísimo,
aunque no tanto como el primero, y por con-,
siguiente menos perfecto. Mientras el do vibra
24 veces, el sai vibra 3G, -lo cual reducido i
su espresion mas sencilla da dos vibraciones
del do por cada 3 del sol, periodo mas pe-
queño aun que los anteriores, y por consi-
guiente mas perfecto y agradable. Este es el
acorde llamado quinta. Mientras el do vibra
2-í veces, eiicf vibra 40, lo cual reducido á su
espresion mas sencilla da 3 vibraciones del
primero por. cada 5 del segundo, concurren-
cia agradable también. Lo mismo pudiéramos
deducir, .respecto del do con el fa, de este con
el la, del. mi con el si, del re con el -soí y con
sí,_ etc. La concurrencia de las tres notas do,
mi, sol, produce una armonía agradable, por-
que en cada, periodo de 4 vibraciones del dio,
terminan las otras, dos también una revolución
completa de vibraciones. Pero tomemos otras
coincidencias de sonidos, el do con el re, por
ejemplo; mientras el primero vibra 24 veces,
el segundo lo ejecuta 27, lo cual reducido á
su espresion mas sencilla, da 8 vibracioues
del do por cada 9 del ra, periodo mucho mas
largo que los anteriores, mas perceptible al
oido, y por consiguiente mas desagradable.
Lo mismo decimos de la concurrencia del do
con el si, que da S vibraciones del primero
por cada 15 del segundo. La del re con el mi
es de 9 vibraciones por 10, etc.
TONSURA. Es una ceremonia santa, estable-
cida por la Iglesia para dar entrada en el es-
tado clerical á las personas que la reciben,
disponiéndolas para, aspirar á las órdenes sa-
gradas. Esta ceremonia se llama tonsura,
porque su principal acción consiste eu cortar
los cabellos; significándose de este modo (pie
los clérigos deben separarse del mundo y de
sus vanidades, despojándose de los vicios, de-
dicándose á la práctica de las virtudes y con-
virtiéndose el hombre viejo en un ser nuevo,
cuyo símbolo es la sobrepelliz blanca que se
pone al tonsurado.
La tonsura no es una órdeu y solamente
coloca á los que la reciben en la clase de
clérigos.
Los autores no están acordes respecto i ¡a
antigüedad de esta ceremonia. Unos creen que
se practicaba desde ¡os primeros siglos; otros
que comenzó á usarse á linea del siglo V;
otros que se confería en unión con la prime-
345
TONSURA-TOPOGRAFIA
34(1
a de' las órdenes; otros, en fin, que siempre- de la planclreía, brújula, grafómetro, semi
se confirió por separado. Pero de todos ni o
dos es lo cierto que su uso es tan antiguo, que
hoy se considera, sin disputa, como una pre-
paración indispensable para recibirlas órdenes.
J5l concilio deTrento eo la sesión XXIII,
cap. III, De Reform., dice que no se admitirá
ála primera tonsura á los que no bayan reci-
bido el sacramento de ta Continuación, y no
hayan sido instruidos en los primeros princi-
pios de la fé, ni á los que no sepan leer ni es-
cribir, y de quienes no se tenga una conjetu-
ra probable de que han elegido esle género
de vida para servir á Dios Belmente, y no para
sustraerse fraudulentamente á la jurisdicción
secular.
TOPACIO. {Mineralogía.) Véase fiedp.as fi-
iüs ó PISECIOSAS.
TOPACIO. {Historia natural.) El topacio
(Irochüus pena) llamado asi á causa del color
y brillo de sus plumas, es seguramente una
de las especies mas bonitas del género colibrí
en la familia de los páseres tenuirostres. Son
propios de América.
TOPO. (Historia natural.) Género de car-
niceros insectívoros que no deja de ofrecer
particularidades muy notables en su organi-
zación. Su cabeza está terminada por una es-
pecie de geta, armada de un buesecillo parti-
cular y que le sirve al mismo tiempo que para
hozarla tierra como órgano del tacto; susmus-
culos cervicales son vigorosos y tanto que en
el ligamento, se forma un hueso que da mayor
fuerza á estos órganos. Los ojos son muy pe-
queños y ocultos por los petos. Los miembros
anteriores están en estremo desarrollados; yel
esternón tiene una gran cresta saliente. En !a
hembra el aparato genital y el urinario tienen
diferentes orificios esleriores, la pelvis es es-
trecha y los huesos pubis no están unidos; y
la uretra pasa al través det cliloris.
Los topos son animales cavadores y sub-
terráneos y construyen en el suelo con arte
y rapidez largas galerías con numerosas sali-
das, y de trecho en trecho unas especies de
respiraderos que se conocen con el nombro de
toperas .
Disliuguense dos especies: el topo común
{talpa vulgaris) de peiage negro intenso y
aterciopelado y e! topo ciego (talpa caica) mas
pequeño que el común y que vive en los Ape-
ninos.
TOPO MAK1N0. (Historia natural.) Especie
deannéliílos,. del orden de los dorsibranquibs
y del género afrodita (aphrodila acuhata
de lin.} cuyas cerdas presentan los mas bri-
llan les colores.
TOPOGRAFIA. Yoz derivada del griego (torco;,
lugar y Ypáow, descrito), que significa la
descripción ó el diseño de una ciudad, de nn
terreno ó de una porción de territorio de me-
diana ostensión.
fa topografía se funda en el levantamiento
de planos ó geodesia práctica que, por medio
circulo, seslante, etc., mide la abertura de los
ángulos y la longitud de los lados de una su-
perficie cualquiera.
La topografía espresa con el dibujo y con
caracteres mas ó menos pronunciados, los co-
.lores, las sombras convencionales ó imitativas,
la estension, la altura y la inclinación del ter-
reno; las corrientes de agua, el estado de las
comunicaciones, la naturaleza del suelo y sus
productos, y otros muchos pormenores de
igual género.
Para ello no basta que todos los puntos
estén situados del mismo modo que los del
terreno, sino que el ojo debe también adver-
tir las diferencias de nivel y los accidentes
locales.
Entre los diferentes métodos propuestos be
aqui los que suelen usarse.
Se imagina el terreno cortado por diferen-
tes planos horizontales equidistantes. Esta dis-
tancia de los planos es de 5, 10 metros, etc.,
según la magnitud de la escala. Proyectadas
octogonalmenie estas secciones en el plano,
las configuraciones de la superficie quedan
bien marcadas. Cada monte- aislado tiene su
sistema de secciones aislado y según estas se
acerquen, se alejen ó se toquen, la inclinación
del terreno se aumenta, disminuye ó se hace
vertical. Se ha modificado este método, y en
lugar de trazar en et dibujo las curvas hori-
zontales, se llena el claro de dos secciones
consecutivas con plumeados que representan
la sección del terreno según su mayor pen-
diente.
Los trazos son por consiguiente perpendi-
culares á las secciones horizontales, y es de-
eonveneion aproximarlos en proporción" á la
inclinación del terreno; de suerte que cuanto
mayores son las pendientes, mas cortos son
y mas inmediatos están los rasguitos ó plu-
meadlos.
El dibujo se sombrea después, suponiendo
que la luz forma un ángulo de 45" con la ver-
tical, y que procede del ángulo de la izquier-
da en lo alio del plano.
En muchos trabajos topográficos el rayo
luminoso se considera como vertical y enton-
ces las pendientes se alumbran proporcional-
mente á su inclinación, y los vértices de las
montañas, asi como el fondo de los valles se
encuentran igualmente alumbrados; pero es-
tos dos estados se distinguen por un signo
particular, después, con tintas 'Convencionales
se indica la naturaleza del terreno, según es-
té cubierlo de bosques, viñas, praderas, etc.
Se procura ademas indicar en pies ó metros
la elevación de los puntos principales sobre
el nivel del mar. Estos números se denomi-
nan «¿oías de altura.
Los planos topográficos en la arquitectura
civil, dan á conocer todo cuanto pertenece á
la distribución y decoración de un edificio pro-
yectado ó existente: ta arquitectura militar los
347
TOPOGRAFÍA
348
aplica para juzgar de la disposición general,
de la fuerza absoluta y del valor relativo de
las obras de una plaza de guerra; el comercio
los usa para decidir de la construcción de fá-
bricas, del lugar que ocupa un camino, de las
ventajas de un canal ó del curso de un rio;
eu la economía doméstica ofrecen á los pro-
pietarios de las tierras la facilidad d§ evaluar
su estensioti, partirlas con exactitud y lijar
sus limites; por último, el general de un ejér-
cito solo funda la seguridad de sus operacio-
nes en la descripción exacta de los diferentes
puntos que abraza eL teatro eu que se qpera.
El levantamiento de planos indica también
los' procedimientos mas sencillos y espeditós
para trazar toda especie de mapas. Pero este
móto'do se aplica particularmente al arte mi-
litar, sobretodo, desde que la defensa de las
fronteras de un pais se apoya mas en los recur-
sos de la estrategia que en la existencia de
plazas fuertes. -
Todo ofleial, dice un ingenioso militar, de
quien tomamos algunas entendidas reflexio-
nes sobre la topografía, todo ofleial destinado
á esa clase de trabajos, debe reunir á los es-
tudios particulares que exige una teoría bas-
tante sobre la guerra para dar á sus conoci-
mientos todo el desarrollo 'de que son sus-
ceptibles.
El que no sabe hacer otra cosa mas que
representar un terreno es un simple dibujan-
te; el que solo posee la facilidad de escribir
memorias no presenta ideas exactas del con-
junto y es menester reuuir ambas circunstan-
cias para desempeñar con éxito el objeto de un
reconocimiento militar.
El hábito de -juzgar el terreno militarme» -
te es el fruto de meditaciones mas profundas
de lo que generalmente se cree. Es menester
estudiarlo como geómetra para graduar su os-
tensión; como táctico para combinar los mo-
vimientos de un ejército en razón de las for-
mas que presenta; como mecánico para des-
cubrir la posibilidad de crear ó destruir obs-
táculos.
La teoría de las fortificaciones, la ciencia
de la artillería, el examen de los diferentes ór-
denes en que se fundan los grandesmoviraien-
los estratégicos, el análisis de sus relaciones
con ei ataque y la defensa, la combinación de
las armas, de las maniobras y de las circuns-
tancias, tales son las fuentes donde se debe
beber para aprender á juagar pronta y segura-
mente del partido que puede sacarse de un
terreno.
Los escritos de Jenofonte, Follbio, César,
Ycgecio, Puisegur, Folard, etc., etc., ofrecen
mucha luz á los que quieran iniciarse en el
grande arte de las batallas. El genio del hom-
bre, movido por elevados intereses , muestra
en 'dichos autores el origen y los efectos de
esos recursos ingeniosos que sabe añadir á la
naturaleza para multiplicar las fuerzas. La ra-
i0n.se ve alti guiada por la espériencia de to-
dds los tiempos, y se apropia sin esfuemo
verda Jes que la práctica nunca descubre ó quizá
adquiere á espeusas de muchos errores.
fío se sigue de aqui que el arle de estudiar
un pais exija minuciosos detalles sobre todos
los ramos del arte de la guerra. No deben pro-
fundizarse sino de un modo relativo á la nece-
sidad que haya do ellos; se generalizan y se
estrada, por decirlo asi, todo lo perteneciente
á la carrera que se abraza.
Ni el simple manejo de las armas, ni las
maniobras de pequeños -cuerpos deben dis-
traer la atención; esta debe solo fijarse >cn la
estrategia, en el arte de disponer un ejército
y combinar sus movimientos del modo mas '
favorable para lograr un tin determinado.
Se huirá de la adopción esclusiva de esos
sistemas 'que acomodan todos los terrenos a
sus métodos y á sus diferentes organizaciones;
se apreciará cada orden según sus ventajas ¿
inconvenientes absolutos y relativos y se lle-
gará á reconocer que la superioridad de uno
sobre otro, depende de las localidades y de
una infinidad de condiciones que el hábito en-
seña á apreciar con tino. Importa conocer tam-
bién la teoría de los despliegues y formacio-
nes en columnas, asi como la organización de
los regimientos, batallones y escuadrones, la
estension de estos cuerpos en batalla, ele.
Ejercitándose en representar eu el papel los
movimientos combinados de esas masas, so
adquirirá la costumbre de trazar con exactitud
é inteligencia los movimientos de los ejércitos.
Cualquiera que sea la época enquu se ha-
gan reconocimientos militares, ora en tiempo
de guerra, ora durante la paz, siempre debe
atenderse á iguales miras parala redacción do
las memorias. Se supone en tiempo de paz lo
que sucedo cuando los ejércitos están reuni-
dos en la guerra, y se discurre con arreglo i
esas suposiciones, para dar á conocer los re-
cursos de que es susceptible cada localidad.
Las aguas y las montañas son los objetos,
por decirlo asi, permanentes que la naturaleza
opone al ataque para favorecer la defensa. £1
arle que sabe obrar sobre estos obstáculos; dis-
pone absolutamente de todos tos demás.
Los medios que ofrecen las montañas para
hacer posible la defensa con pocas tropas, no
son iguales á los que presenlan las llanuras,
donde se necesitan lineas estensas; estas cir-
cunstancias deben tenerse muy en cuenta , y
por eso en la memoria que acompaña álos pla-
nos, deberán mencionarse los montes, llanos,
arroyos, caminos, poblaciones, castillos, mo-
linos, etc., indicando las ventaja» que propor-
cionen ó los inconvenientes que ofrezcan ; la
memoria se divide en tantos capítulos como
objetos; se designan después las posiciones
mas favorables, los recursos, el estado de sub-
sistencias, forrages, etc.
La utilidad que resulta de los trabajos es-
tratégicos hechos en tiempo de paz es incon-
testable, pero su principal objeto debe consis-
TOPOGBAFIA— TORMENTILA.
850
t¡r en formar hombres que adquieran el hábito
de juzgar con presteza todo el partido que
puede sacarse de una localidad,
La lentitud en la guerra es Incompatible
con lo que se espera de un oíicial encargado
de un reconocimiento. Entonces no se trata de
dibujos tinos ni de memorias bien redactadas;
solo debe tratarse de instruir por medio de
croquis y notas. Conviene adquirir práctica en
este género de trabajos, sin descuidar ta per-
fección del dibujo que es la base de los bue-
nos bosquejos.
La topografía era bastante imperfecta en
íuropa á mediados del siglo XVIII. Desde en-
tonces acá adquirido una perfección es-
traordinaria.
T0IIACQZ0AR1OS. [Historia natural.) Nom-
bre dado por Carus al grupo de los anillados.
TORCEDORA ó TORTRIX. (Historia natu-
ral.) Género de lepidópteros nocturnos que
Fabricáis designó con el nombre de pirala y
que comprende una mulüUid de especies, délas
cuales mas de cuatrocientas pertenecen á Euro-
pa; Duponcbel y Lattreille han hecho de este
género una tribu {platyamides de Dup. (torce-
doras de Latt.) dejando la palabra lortrix para
designar una división de este grupo cuyos ca-
racteres son: antenas sencillas en los dos se-
ios; palpos gruesos; el segundo artejo muy
guarnecido de escamas y claviforme; el terce-
ro subcónico; trompa corta y casi nula; cabe-
za bastante fuerte y en el mismo plano que el
corselete; cuerpo delgado; alas que terminan
rectangularmente y que á veces están algo
encorvadas en su vértice. Las orugas están cu-
biertas de puntos tuberculosos con nn pelo en
la cúspide de cada uno; no labran capullo y lo
único que hacen para convertirse en crisáli-
das es arrollar ó reunir en paquetes las hojas
délos árboles ó plantas de que se alimentan
por medio de hilitos con los cuales tapizan in-
teriormente sn morada.
Délas torcedoras propiamente dichas la
única especie europea es la torcedora ó pirala
tic la viña (tortrix pilkriana de Dup„ pyra-
Us pilkriana de Fab. T. luteana de 11. pyra-
Hs vitana de Rose. P. vitis de Latt. P. dauti-
cana de Walck.) que apenas tiene 2 centíme-
tros de crucero; la cabeza, el corselete y. las
alas superiores son de un amarillo verdoso
con cambiantes metálicos dorados; las alas su-
periores tienen tres líneas trasversales obli-
cuas de un pardo ferruginoso, muy anchas en
el macho y angostas ó casi nulas en la hem-
wa; las alas inferiores son pardas con cam-
biantes sedosos y la franja nías descolorida,
la oruga aunque polífaga aíacu de preferencia
e|i las países meridionales á la viña y es de
fflis de 2 centímetros de larga , de un verde
nías ú menos amarillento según la edad, con
la cabeza y el disco superior del primer seg-
mento pardos lustrosos y algunos pelos salpi-
cados en todos los segmentos. Para construir
su morada se reúnen muchas y atacan juntas
los vasos nutritivos del peciolo de la hoja to-
davía tierna, con lo que estas se marchitan y
en seguida las juntan con otras hojas próxi-
mas y de esta manera se forman un abrigo
contra la intemperie del que no salen sino pa-
ra buscar su alimento, devorando entonces los
fallos tiernos de las flores y los racimos que
entretejen y aglomeran en paquetes informes
que se desecan, marchitan y pudren y destru-
yen de esta manera las esperanzas de la mejor
cosecha. ■
La crisálida tiene la forma común y es par-
da oscura; los segmentos de su abdómen es-
tán ribeteados por detrás de pequeños dienle-
citos y se coloca en la misma cavidad que
ocupaba la oruga. Las mariposas empiezan á
salir á principios de agosto no concluyendo
hasta veinte y cinco días después cuando me-
nos; en todo este intérvalo ponen las hembras
sus huevos, los cuales salen también en épo-
cas distintas.
Los huevos son depositados sobre la cara
superior de las hojas, situados unos junto á
otros, y formando unaláminamas ó menos es-
tensa y cubierta de uumueilago verdoso y blan-
do que poco á poco se va desecando y adqui-
riendo mas consistencia, cambiándose al par
su color y tomando un tinte mas amarillento.
Dicho mucilago insoluble en el agua sirve de
barniz protector á los gérmenes que cubre.
Los huevos se abren veinte dias después de la
puesta. La ornga al principio no se mantiene
mas que de la sustancia parenquimatosa de las
hojas; asi que ha ¡crecido un poco y es mas
fuerte, se baja huyendo del frió y se esconde
debajo de la corteza inmediata á la raiz ó en
cualquier grietecilla. Reunidas alli en mas ó
menos número hilan una especie de tienda ó
capullo sedoso dentro del cual se aletargan y
no vuelven á salir hasta los primeros dias de
primavera, entonces se esparcen sobre la vid,
crecen con rapidez y si alguna circunstancia
no las hace perecer, acaban por comprometer
gravemente la recolección.
Varios medios se han propuesto para es-
tinguir esta plaga, pero el mas eficaz es el co-
ger con sumo cuidado las hojas en que se en-
cuentran los huevos y las crisálidas y quemar-
ías en seguida, sin embargo, nada se habrá
conseguido en tanto que haya nn propiciarlo
de viñedos- en las cercanías que no practique
.este desorugamietito pues por su desidia se
infestarán de nuevo todas las viñas del con-
torno.
TORDO. (Historia natural.) Género de aves
del Orden de los páseres y de la familia de los
dentirostres, que ostentan en su ptumage pe-
queñas manchas oscuras, son muy cantores,
viajan en bandadas y su carne es esquisila. Las
especies propias.de nuestro pais son: el ¡or-
do vulgar (merhn viscivorus de L.), el sor-
zal {M. pihris de L.), y el malvis [M. ilia-
cus de L.|.
TORMENTILA, TGRMENTILLÁ, (Botánica.)
351
T0RMENT1LA— TORMENTO
352
Tournefort la coloca en la sección sétima de
k clase sesta, que comprende las flores con
muchas piezas regulares dispuestas en forma
tle rosa, cuyo pistilo se convierte en un fruto
compuesto de muchas semillas recogidas en
cabezuela, y se llama tormentüla silvestris,
Lineo la clasifica en la icosandria poliginia, y
la llama tormentüla erecta.
flor, en rosa, compuesta de cuatro púla-
los oblongos, ligeramente corlados eu cora-
zón; los estambres están prendidos á la orilla
del tobo del cáliz; el pistilo está colocado e.n
e! centro de los estambres en el fondo del cá-
liz; este es un tubo de una sola pieza, dividi-
do en ocho lacinias , cuatro grandes y cuatro
pequeñas, dispuestas en cruz.
Su fruto es una cápsula pequeña, con unas
sesenta semillas oblongas y menudas.
Hojas sostenidas por pezones, de tres en
tres, ó de cinco en cinco. Las foliólas son
sencillas, f recortadas por los bordes.
La raíz es nudosa y rastrera.
Sus tallos son recios, cosa de un pie de lar-
go, delgados, débiles, vellosos y rojizos; las
(lores solitarias y opuestas á las hojas , eslán
sostenidas por largos pezones y colocadas al-
terñativameule sobre los tallos.
En terrenos ligeramente húmedos, la plan-
ta es vivaz y florece en junio, julio y agos-
to; también se cria en las orillas de los bos-
ques, por los caminos , y es rara en tos países
meridionales.
Su raiz tiene un sabor bastante áspero, y
triturada eshala un olor aromático muy ligero.
Aveces es úlil para corregir la debilidad de!
estómago y de los intestinos , en la diarrea se-
rosa, la disentería benigna, la hemolisis esen-
cial por relajación , y la hemorragia ulerina
por plétora ó por herida. En gárgaras ayuda
á deterger las úlceras de la boca, á detener la
inflamación reciente de las amígdalas y del
cielo'del paladar, y á fortificar las encías.
La raíz secase da como medicina de media
á una onza, en maceracion al baño de María
en seis onzas de agua, y las hojas frescas des-
de media á dos onzas, en infusión en cinco do
agua.
TORMENTO. (Legislación.) Asi se llamábala
pena corporal qoe se imponía aireo contra e!
cual aparecían indicios de culpa, para que
confesara la perpetración del delito?
ES uso del tormento es antiquísimo y le han
practicado casi todos los pueblos del Oriente.
Entre los hebreos parece que no so conocía,
pues nada dicen sobre él las leyes do Moisés.
En Atenas no habia tormento preparatorio; pe-
ro los ya condenados le sufrían treinta días
después ele la sentencia. En Roma tenia lugar
el ¡ormcíiío antes de la condenación; pero su-
jo en los delitos de, lesa magostad.
Casi todos los pueblos-adoptaron osla bár-
bara costumbre como medio de averiguación,
siendo de eslraíiar que se haya conservado en
la legislación hasta tiempos muy inmediatos y
que lo adoptasen las autoridades eclesiásticas,
i La Inglaterra fue la primera nación de En-
, ropa que abolió el tormenta ¡ Francia siguió el
\ ejemplo dado por la nación británica ; y ]q3
l domas estados han derogado las leyes en que
se establecía aquel horroroso é injusto espec-
táculo.
La introdueciou del tormento en las legis-
laciones europeas fué hija de la barbarie délas
razas del Norte que se apoderaron de casi lodos
los pueblos del Mediodía1 y del Occidente. l¡¡
España su uso fué ilegitimo y contrario al es-
píritu de noeslrtó leyes. Nada se habla de él
en el Fuero Viejo de Castilla , ni en el Fuero
Real, ni eu el Ordenamiento de Alcalá; y solo
se consigna su memoria, en las Partidas de don
Alonso el Sabio, que como todos saben están
tomadas del Derecho Romano y del Canónico.
'¡Tormento, según la ley 1." lit. XXX,
«Partida 7, es manera de pena que fallaron
«los que fueron amadores de la justicia para
«escodriñar ct saber la verdal por el de los
«malos fechos que se facen- encubiertanieiile,
«que non pueden seer sabidos nin probados
«de otra manera.»
El tormento se daba de varios modos; pe-
ro dos eran los principales, uno con heridas
de azotes, otra colgándole al reo de los bra-
zos , y cargándole las espaldas y piernas con
alguna cosa pesada. ¡\'o debia procederse á él
sin espreso mandato del juez ordinario, y solo
cuando resultasen presunciones ú sospechas
ciertas contra el acusado; no podia emplearse
en 'el menor de catorce años, en el caballero,
en el muestro de ciencias, en los consejeros
del rey ó del pueblo , en la muger preñada,
en et siervo para que declarara contra su se-
ñor, en los parientes del acusado dentro del
cuarto grado.
Tampoco podia hacerse uso del tormento
cuando el delito estaba plenamente probado;
permitiéndose tan solo cuando VmicameDle
existían pruebas semiplenas ó indicios vehe-
mentes.
El tormento se pedía por los acusadores
[invades ó por los acusadores públicos; y déla
petición se conferia traslado al acusado para
que pudiera contradecirla. Vista la súplica y la
contestación proveía el juez, ya declarando la
clase del tormento que se balda de dar al acu-
sado, ya sin declarar el género de él ; enten-
diéndose en este caso que había de ser el mas
benigno. De la sentencia se apelaba, y la ape-
lación se admitía en ambos efectos, no impo-
niéndose la pena hasla que fuese continuada
aquella por tribunal superior.
En algunas naciones se daba el tormento
en lugar público; mas en España se hacía sieni-
pre en lugar secreto , y ni aun se permitía
asislir á los defensores del reo.
Recibida la declaración al atormentado de-
bía restituírsele á la prisión: si habia confe-
sado el delito durante la tortura, habia de pre-
guntarle el juez en el dia inmediato, libre del
353
TORMENTO-TORNASOL
354
tormento, y ratificándose pasaba á sentenciarlo
con arregle á derecho. Si antes de pronunciar
la sentencia resultaba incierto lo confesado,
debía el juez absolver al procesado, Si fuera
del tormento negaba el reo lo confesado en
el, se le volvía á atormentar, y sino confesaba
el delito era absuelto,
El juez encargado de dar tormento cuando
le daba fuera de la ley y contraía ley, debía
sufrir igual pena que habla sufrido el atormen-
tado.
Cuando debía darse tormento á muchos,
había de principiarse por el' menor de edad ó
por la persona de mas vicios y de peor con-
ducta, continuando eu la misma forma, y ha-
ciéndolo con separación, de modo que unos no
oyesen lo que otros confesaban. En todo caso
debía procurarse que el tormento no causara
la muerte del atormentado.
1.a clase de tormentos fué muy distinta, se-
gún la mayor ó menor cultura délas naciones
y de la épocas. En España los mas usados fue-
ron los siguiente: el de\ayua y cordeles; el
de l¡i ¡/arrucha; el del sueño ; el del ladrillo,
y el de las tablillas.
El tormflíiío del agua y cordeles consistía
en ser atado e! procesado de pies y manos en
el potro , dándole en cada pierna dos garrotes
ó vueltas de cordeles apretados á torno, uno
en el muslo y otro en la caña izquierda, déla
rodilla abajo , y' otros dos garrotes en cada
brazo, el uno en el morcillo y el otro en el
antebrazo. Colocado asi el infeliz paciente le
echaban siete cuartillos de agua por un embudo
á la boca, obligándole á tragárselos.
El tormento de la (¡arrucha se aplicaba de
eslemodo. De la techumbre mas alta de la cár-
cel colgaban una soga gruesa de cáñamo ó de
esparto, doblada por medio y asida á una po-
'lea b garrucha pendiente del mismo techo, pa-
ra que pudiese correr. Al reo le ataban á esa
cuerda por las muñecas de los brazos vuelíos
hácia la espalda , le sujetaban los pies, y de
sus gargantas le ponían y colgaban cien libras
de peso. En esta forma, tirando de un cabo de
l¡i soga , levantaban al atormentado , suspen-
diéndole en el aire á una altura notable, y lue-
go le suhian y bajaban sin dejarle locar en el
. 'BUClo,
Kl tormexio del ladrillo y del sueño era
eomo sigue. Ataban al acusado á una viga de
la cárcel con una soga que le sujaban los bra-
zos á las espaldas, y le ponían los pies juntos
y descalzos encima de, un ladrillo frió por es-
pacio de veinte y cualro horas, sin dejarle
dormir; y pasadas estas solían dar fuego al reo
en las plantas de los pies con el mismo la-
drillo encendido.
El tormento de las tablillas se daba en es-
ta forma. Colocado el acusado en el potro agar-
rotado, según convenia, de pies y de manos,
se tomaban cuatro tabliUas pequeñas cuadra-
das del tamaño de un palmo cada una, que te-
nían cinco agujeros que pasaban de una parte á
'-M92 mnUOTWJA POPULAD.
otra , tan angostos que no cabia mas que un
dedo. Por estos agujeros se metían los dedos
de los pies y de las manos de los atormenta-
dos , y luego por entre el agujero y el dedo
se introducía una cuña de madera, haciéndola
entrar á golpe de martillo; de modo que los
dedos se hacían completamente pedazos.
Horroriza escribir estos pormenores, y pa-
rece imposible que por espacio de tantos si-
glos hayan consentido los legisladores estas
monstruosas crueldades.
En España tenemos ejemplos de personas
notables y de gran categoría, á quienes se apli-
có el tormento sin la menor consideración y
sin respeto alguno á'su clase, Antonio Pérez,
secretario de, Felipe II, sufrió ocho vueltas de
cuerda. Don Rodrigo Calderón, ministro de Fe-
lipe 111, sufrió seis vueltas. El duque de Hijar,
don Rodrigo Sarmiento de Villandrando, sufrió
doce vueltas en 1648. Pudieran citarse otros
muchos casos, pero bastan estos para demos-
trar que. ni la dignidad ni la nobleza, dispensa-
ban totalmente de la pena de la tortura.
El tribunal de la Inquisición prodigó el tor-
mento de una manera inhumana, y le hizo to-
davía mas frecuente y odioso.
Desde el principio del siglo XVIII comenzó
á escribirse y declamarse contra el tormento,
y en 1770 publicó don Alvaro de Acebedo una
memoria pidiendo su abolición, memoria que
fué refutada en 1778 por don Pedro de Castro.
La civilización de la centuria presente, hizo
que desde los primeros años del reinado de
don Fernando VII se mirase el tormento como
impropio de un pueblo culto. Las córtes de Cá-
diz de 1812 abolieron tan brutal é ineficaz me-
dio de prueba-, y el rey don Fernando, por real
cédula de 25 de julio de 1814, la desterró >dé
nuestra legislación.
Desde entonces cesó esta horrorosa pena
anterior á la justificación de la delincuencia
del acusado, y fué tal el horror que el monar-
ca concibió de aquel castigo qne en uña visi-
ta que hizo en 4817 á la cárcel de Villa, man-
dó quemar el potro para qué no quedase en
lo sucesivo ni aun la idea de semejante in-
fernal máquina.
T0RKAS0L. (Tecnología.) Con el nombre de
tornasol en panes se designa una sustancia
que se espende en forma de pequeños parale-
lip'tfedos recios, de color azul oscuro. Hasta
nuestros dias no habla sido posible tener nocio-
nes ciertas sobre la naturaleza y la fabricación
de dicho compuesto.- No bacé mucho tiempo
que este secreto ha sido descubierto, y hoy sa-
bemos cual es la sustancia que lo produce, y
cuales son los medios de obtenerla.
Prepárase el tornasol en los países montuo-
sos' de Europa, donde crecen con abundancia
los liqúenes que sirven para la confección de
la orchilla terrosa. Se pulverizan los liqúenes
y se mezclan en una tina con la mitad en peso
de cenizas gra veladas. Se echan allí orines
basta formar una pasta blanda, añadiendo ori-
T. XXXIII. 23
TORNASOL— TORNEO
386
ha á medida .que estase evapora. Al cabo de
cuarenta dias, la mezcla toma un color purpú
reo; entonces se pasa á otra tina añadiendo
mas orina. La pasta adquiero en algunos dias
un color azul; se distribuye después en unas
gamellas donde se añade mas orina y derla
cantidad de cal en polvo. Por último, so iucor-
pora la pasta con la suficiente dosis de carbo-
nato de cal en polvo para darle consistencia
rme, y se vacia en moldes, después de lo
cual se pone á secar á la sombra.
El tornasol en panes es, pues, una especie
de laca usada en las fábricas de papel piulado,
y en muchos talleres. Es uu reactivo muy sen-
sibleusado en química, sea en forma liquida,
sea por medio de tiras de papel teñido con esa
sustancia, para averiguar la presencia de los
ácidos libres; estos Uñen en rojo ese liquido
llamado tintura de tornasol , el cual se prepara
del siguiente modo:
' Tomase un decigramo do tornasol en pa-
nes; se introduce en polvo en un frasco que
contenga cinco centilitros de agua destilada.
Se deja en ¡¡ilusión en frió durante dos dias,
procurando agitar de vez en cuando. La tinlu-
ra de tornasol asi preparada no se conserva
mucho tiempo, porque fermenta. En un frasco
bien tapado pasa espontáneamente al color
amarillo oscuro, y exhala cuando, se destapa el
olor del hidrógeno sulfurado. Espuesta al aire
en tal estado, recobra su color primitivo.
Para evitar toda alteración, se puede aña-
dir á la solución quince gramos de sal marina;
después de disuetta esta se trasiega el . liquido
y se conserva en frascos tapado.
TORNEO. Según la Academia en so. gran
Diccionario de autoridades de ta lengua es-
pañola, es el »eowioaíe de á caballo entre va-
rias personas, puestas en cuadrillas y ban-
dos de una parte y otra, en que batallan y
se hieren sangrientamente, dando vueltas'en
tomo, para perseguir cada cual á su contra-
rio. Se llama asi también, añade, la fiesta pú-
blica, que se ejecuta entre caballeros arma-
dos, unidos en cuadrillas, que entrando en
un circo dis/mesto á este fin, escaramucean,
dando vueltas al rededor, á. imitación de
una reñida batalla. Es muy parecida á las
justas, y solo se diferencia en que en eslases
el combate singular, y en el torneo acuadri-
llado.»
En esta última acepción trataremos de los
torneos, que definen algunos autores juego ó
ejercicio de guerra y galantería, sujeto á
ciertas reglas, que hadan entre silos anti-
guos caballeros para ostentar su valor ó lo-
grar aplauso y preferencia entre1 ios damas.
Según Ja opinión mas recibida, .derivase esta
palabra, ó de la francesa tourner, ó de las la-
tinas bárbaras tomare, torneamentum, por
la figura, dice el padre Terreros en su Dic-
cionario, de las vueltas, torneos y escaramu-
zas que hucian unos contra otros los comba-
tientes que se ejercitaban en esta clase de jue-
gos militares. Suponen algunos' que 'lostor-
neos tomaron el nombre de la ciudad de
Tours en Francia; pero Valtaire (1) tiene por
mas probable que se llamaron asi por la espa-
da denominada en la baja latinidad ensis íor-
nealicus, espade de sable sin punía pomo es-
lar permitido en estos juegos herir con otra
que con la de la lanza.
l as armas de que generalmente hacíase aso
en esta clase de ejercicios, consistían en bas-
tones, cañas, lanzas sin hierro y con la punta
roma, ó espacias sin corte, por cuya razón lla-
mábanse armas corteses 6 graciosas. Esto im
obstante, algunas veces usábase en dichos
combates de toda clase de armas de batalla y
entonces se llamaban armas á ludo trance o
de muerte.
El espíritu caballeresco de la edad media
dio vida á los torneos , juegos mas notables
que la lucha, el disco y la carrera de los grie-
gos, y menos bárbaros que los combates délos
gladiadores romanos; si bien algunos autores
solo ven en aquellos una continuación dees-
tos. Cuando cesaban las fatigas do la guerra,
ya por haberse terminado esta, ya por ha-
berse ajustado una tregua cualquiera, ejerci-
tábase la nobleza con npble ardimiento en ese
linage de juegos militares. Ue ese modo pre-
parábase á las suertes de la futura guerra, y
como entonces teníase en tanto el vigor del
cuerpo, contribuían poderosamente esos ejer-
cicios ¿desarrollar la fuerza muscular de aque-
llos esforzados guerreros. Ademas los túnicos
eran muy útiles, según las leyes del buen rey
Rene ti) «pues podrá acontecer que algún jo-
ven caballero ó escudero, por hacerlos bien,
adquiera gracia 6 aumento de amor de su da-
ma.» Hoy que las costumbres han cambiado
de tal manera, hoy que los adelantos hechos
en el arle de la guerra son tan. prodigiosos,
hoy que, merced á la' institución de las armas
de fuego, son ios soldados, segnn la espresíon
de un autor contemporáneo, «máquinas desti-
nadas á dar la muerte sin cólera ni piedad,
ejecutando un pequeño número de movimien-
tos regulares; n hoy, repetimos, estos juegos
no lienen objeto alguno, han caidq necesaria-
mente en completo desuso, y solo nomo un gra-
to recuerdo de apartadas edades, celébranse ea
grandes regocijos públicos, principalmente en
nuestra nación. Prueba de ello las justas y
torneos que en nuestros mismos dias hemos
visto con motivo del nacimiento de Isabel II y
del de su bija la princesa de Asturias.
Las crónicas de Tours atribuyen la inven-
ción ó establecimiento de los torneos á 6o-
defroy 11, señor de Preuilly , que dicen , dio
el primero en 1066. Pero esto no es exacto:
(1) Eitaii surtes maeursr cap. XCIX.
(2) René de Anjuu, rey de Sicilia y ¡te Jcrusalen
y duque do Lürraine, yn erue no podía poseer nin-
guno de sus «indos, consolábase componiendo ver-
sos y haciendo leyes para los lorneos¿ en los cuatí*
tomaba parle.
357
TORNEO
3S8
antes, esla época la historia refiere habían
tenido lugar varios ejercicios de esta clase, y
lo mas que pudo hacer e! señor de Preuüly,
fué regularizar los torneos, dictar ciertas re-
Has y establecer ó perfeccionar algunas suer-
tes i evoluciones) en una palabra, dar el or-
den y la forma de estos juegos y hacerlos , si,
se quiere , de práctica mas frecuente. Asi es,
en efecto, que Ennodio bahía ya de los tor-
neos en el siglo VI, que en el VIH elponfifice
Eugeríio ¡I los anatematizo , que en U20 En-
rique el Pajarero torno parle en uno celebra-
do con motivo de su coronación; que los caba-
lleros de las comitivas de Luisel Germánica y
Carlos el Calvo combatieron a caballo en
Strasburgo, después de la batalla de Fontenoy
para manifestar su adhesión á dichos reyes;
que la Crónica deGeo/froy de Montmculh, re-
dactada el siglo XII, describe minuciosamen-
telas circunstancias de un torneo, sin que sea
fuera de nuestro propósito citar el Valhallade
ios scandinavos, especie de paraíso en que
los héroes, después del banquete, combatían
todos los dias duranle la eternidad.
Generalizado el uso de los' torneos por to-
da Europa, constituyó por largo tiempo la prin-
cipal diversión de las cortés y ciudades popu-
losas. Los franceses dedicáronse ú eaos jue-
gos con la energía propia de ese pueblo tan
apasionado , y habiendo llegado á ser entre
ellos muy frecuentes, llamáronse los torneos,
según Mateo París, citado por Du Cange,
Conslictus yallici, combates franceses. Los in-
gleses primero , los alemanes después, y mas
lardo los ilalianos y bizantinos , introdujeron
en sus pueblos respectivos la costumbre de ce-
lebrar dichos ejercicios.
Los españoles fueron de antiguo muy da-
dos á esta clase de juegos, y su bizarría y ca-
ballerosidad crecieron, si cabe, con motivo de
la entrada de los árabes en nuestro suelo. Los
adalides mas famosos de uno y otro bando me-
dían sus armas en esta clase de funciones, no
por espirita de rivalidad, sino por cortesanía
y amor á las bellas. Las historias de aquella
época reOeren multitud de espectáculos de es-
ta naturaleza tenidos, ya en las cói'tes de los
reyes cristianos, ya en las de los moros. Omi-
timos su relato por no hacer pesado este aril-
lo, pero referiremos en pocas palabras el de-
safio ó torneo concertado entro Carlos de Va-
tois y Pedro IIJ de Aragón, con cíen caballe-
ros tle cada parte, con motivo de la posesión
del reino de Sicilia, que correspondía á la es-
posa del segundo, y que el primero le dispu-
tan;!. El palenque alzóse en el territorio del rey
de Inglaterra, y tan crecido fué el número de
caballeros nacionales, estrnngevos y aun del
nando contrario, que se ofreció al monarca
aragonés, que receloso del éxito Carlos de Va-
lois, rogó al ponliticc bendijese el cartel de
desalió. Pero esto era solicito r la prohibición
del torneo, y asi on efecto sucedió. El pontí-
fice, como era natural, fulminó graves censa-
ras contra Oárlos si concurría k la batalla y
contra el rey de Inglaterra 'si concedía terri-
torió en sus estados para que se verificase, pe-
ro nada habló de Pedro fi¡ , con quien tenia
cortada su correspondencia. En este estado, y.
á pesar de todo, dirigióse éste disfrazado coa
solos tres caballeros , á Burdeos: presentóse
al senescal, de Inglaterra como un comisionado,
del monarca aragonés, éhízose conducir al si-,
tio ]i reparado para el combate: dió. en él va-
rias vueltas á caballo y se descubrió por.fln.
Aturdido el senescal instóle vivamente á ques.é
retirara, á causa del gran peligro que corría su
persona por tan temerario empeño, estando
rodeado de numerosos é implacables enemigos:
convino, por fln, en ello, á condición no obs-
tante de que un escribano diese fé de su .lle-
gada y de los motivos que le obligaban á no
publicarla. Dejó escritas algunas carias para
varios puntos de Europa, noticiando su arribo
á Burdeos, y salió de la ciudad con dirección á
■sus estados, ¿Pero á qué. cansarnos en probar
las altas prendas de valor y caballerosidad, de
los guerreros españoles? Suestes lectores co-
nocen demasiado nuestra historia nacional, tan
fecupda en lances maravillosos, si bien oscu-
recidos ó tergiversados algunos por la envi-
.dia de los estrangeros.
En Alemania tenian lugar cada. tr,cs años
solemnes torneos, que servían de prueba de
nobleza, porque el caballero que había asisti-
do á dos de ellos, era ya suficientemente bla-
sonado y publicado, es decir, reconocido por
noble, y llevaba desde este momento dos cuer-
nos ;l) sobre la cimera.de su casco. Los tor-
neos dieron ocasión á las armerías ó escudos
de armas á causa, dice un autor español, «de
las armas ó vestidos de que se servían en esr
tos ejercicios militares; v. gr, los palos, che-
brones y sotueres se tomaron de los pedazos
de las barreras y palenques que servían de
vallas; los roques y los anillos, de los juegos
y carreras de la sortija; las bandas, de las que
sacaban los caballeros; y como otros de estos
afectaban llamarse el caballero del Icón, del
águila, etc., quedaron también semejantes ani-
males por divisa (2).»
Cuantas solemnidades públicas, profanas ó
eclesiásticas tenian las naciones, otras tantas
daban ocasión á la nobleza de la edad media
á lucir su ánimo resuelto, su valor y apostura
en esta clase de juegos. Natalicios, matrimo-
nios, coronaciones de reyes, principes y se-
ñores principales ; conquistas, paces , treguas
y alianzas, recibimiento de reyes, principes.
ti) Tíngase presenil! que blasón viene de !a pa-
labra alemana blasen, tacaré sanar ti cuerno.
(2) Es preciso confesar, no obstante, que la cien-
cia del blasón fué estudiada por todos ios pueblos an-
tiguos, si bien es cierto que duranle el siglo XI reci-
bió una forma dcoconoeida: ..el blasón 'de la edad
media, dice on autor moderno, es nuevo, si .se
atiende ñ sus reglas; antiguo, si se consideran sus
elementos; de todas ta; épocas, si se mira á su abr-
ieto,» ' ' .
TORNEO
360
embajadores y personajes de alta estima, to-
dos estos, y otros varios sucesos, celebrában-
se con juslas y ¡órneos.
Desarrollada encía (lia mas la afición por
estos guerreros pasatiempos, el número de
combatientes (pie en ellos querían tomar par-
te, creció de un modo sorprendente. Hubo tor-
neos, en que se presentaron quince, treinta,
cincuenta y aun cisn caballeros de un bando
contra igual número del opuesto. Tuvieron gran
parte en ello el espíritu de galantería y las
ideas caballerescas que se apoderaron de los
nobles de la edad media; pues niugtino había
que no consagrase su pensamiento y sus triun-
fos á una dama, ni señora que no graduase
por la suerte y ardimiento que en la pelea
mostraba el mérito de un caballero. Algunos
de estos, tan lieros como indomables en el
combate, presentábanse en público al comen-
zar los torneos, en pos de la señora de sm
pensamientos, que los conducía atados con
cadenas de oro al lugar de la liza. ¡Tal era, y
tan poderoso el influjo que la belleza ejercía
en nuestros mayores! Si no en todos era tan
intenso el amor que á tanto se allanaran, era,
no obstante, demasiado profundo para que no
hicieran prodigios de valor antes que dejarse
arrebatar un objeto Cualquiera que su dama
■ les hubiere regalado. Una banda, un brazale-
te, un rizo de sus cabellos , era para el ena-
morado caballero la joya mas preciada, y no
trocara la ventura de poseerla por todas las
riquezas del universo. Con ella presentábase
ufano en el palenque, y si por azar en las
suertes del combate perdíala, su dama se apre-
suraba á remitirle otra segunda prenda, cuya
vista infundía al caballero nuevo valor y lan-
zábase denodado á recuperar la primera. En
cierto torneo celebrado en Francia, encontrá-
ronse al finias damas con el pecho y los bra-
zos completamente desnudos, por haber dado
á sus caballeros cuantos adornos y prendas de
su vestido llevaban. Cuando se apercibieron de
la descompostura de su trage, avergonzáronse
de la indiscreción de su entusiasmo, pero vien-
do que todas estaban en el mismo estado, rié-
ronse largamente de la aventura que habíalas
hecho dar cuanto encima llevaban.
Al comenzar este artículo" dejamos dichola
clase de armas que comunmente empicaban
en los torneos, esto es, las corteses; pero tam-
bién hemos indicado que en algunas ocasiones
se hacia uso-de las llamadas d todo trame ó
de muerte. Estos juegos, cuyo principal ob-
jeto era amaestrar á los caballeros en los lan-
ces de la guerra, que tan al vivo remedaban,
juegos por otra parte que tenían lugar casi
siempre al celebrarse las fiestas mus señala-
das del pueblo, no podían llevar consigo la
idea de heridas peligrosas, desgracias y'aun
muerte de los combatientes; pero esto no obs-
tante, acontecía algunas veces á los que to- '
maban parte en estos ejercicios olvidarse com- )
pletamente de la Indole especial de ellos, y
ciegos de cólera y desatentados, cebarse en los
contrarios combatientes para satisfacer algu-
na antigua enemistad nacional ó particular; to-
mar venganza de cualquiera agravio; dar rien-
da suelta al odio ó la envidia, ó deshacerse,
en fin, de este modo de un molesto rival. En
vano era que en tal conflicto los heraldos y re-
yes de armas interpusiéronse entre los com-
balientes; asi sus razones é influencia, como
la autoridad de los jueces y el llanto de las
damas, eran ineficaces para calmar las pasio-
nes de que se hallaban poseídos aquellos mal
aconsejados caballeros.
Muchos ejemplos présenla la historia de
personas principales que perdieron su vida cu
el palenque, ya casualmente, ya por los mo-
tivos que acabamos de apuntar. En II 56 su-
cumbió en París Geoffroy Plantagemito , hijo
de Enrique II, rey de Inglaterra. En 1 175 mu-
rieron en varios torneos de Sujonia diez y aeis
caballeros, sucediéudole también igual per-
cance en el mismo año á un príncipe de la
casa de Misnia. Roberto de Jermakn, conde
de Essex en Inglaterra, pereció en I2lfi. Flo-
rent, conde de Hainant, y Felipe , conde de
lloulogne y de Clermonf, sucumbieron en Cor-
bie el año f223, asi como también el conde
di' Holanda en Nimegue el de 1234, Gilber-
to, conde de Pembroefc el de 1241, y Juan,
marqués de Brandebourg el de 1269. Un el
torneo que tuvieron en Chalón el año 1274 el
rey Eduardo y los ingleses contra et conde
de Chalón y los Bourguignons quedaron ea
el campo muchos caballeros, de suerte que sa
conocía este torneo bajo el nombre de peque-
ña guerra de Chalón. Fué gravemente herido
en 1279 el conde de Clermont, y Luis, hijo
del conde palatino del Ilhin, perdió la vida en
1289: igual suerte sufrieron Juan, duque de
Brabante, en 1294, y cuarenta y dos caballe-
ros y otros tantos escuderos, en Neuss, el año
1403. Renunciamos á enumerar mas desgra-
cias, si bien no podemos pasar por alto la
muerte en un torneo del rey de Francia- En-
rique II, en 1559, la del caballero aragonés
Esberte de Claramonte, en el paso honroso
de Suero de Quiñones, el año 1434, y la del
principe Enrique Borbon-Montpensier , ea
Orteans, el de 1530.
La Iglesia desde luego trató de poner re-
medio á estas desgracias, prohibiendo los_ (ór-
neos, y negando sepultura eclesiástica á loa
que eu ellos morían; cuyas disposiciones se
mandaron observar por nuestra leyes de Par-
tida (I). Eugenio //por los años de 827, Ino-
(ti La ley 10, fíf. Xltt, Partida*.», dice as¡:«rit-
so por pena (la Iglesia) n los que enlrasscn en «1 M~
neamento e allí muriessen, que los non solcrraücn
en el cementerio con los otros fieles chrislianos, roa-
Ruer se confcssassen, e rescibiessen el cuerpo o»
Nuestro Sefior: a esto mando, porque lo» ornes tomas-
sen escarmiento, en los que viessen soterrar por Its
campos, ose guardassen de lo faier ... E_ si alsan
clérigo rescibiesso eu sepultura de su celesta a al?"'
na de las personas, a quien es defendido por Us lt-
361
TORNEO
362
unció II por los de 1 140, y Eugenio 111 en
e! concilio de Lelran celebrado en 1 170 lanza-
ron sus anatemas conlra los lómeos, inocen-
cia prohibiólos por lresaüos en el concilio
de León (1245), no pudiéndolos abolir comple-
tamente. Nicolás ill escoraulgó á cuantos
combatientes y espectadores concurrieron á un
torneo celebrado ^en Francia el año 1279 en
tiempo de Felipe'et Atrevido. Finalmente, Ni-
colás IV (12881, y Clemente V (1313) renova-
tod sus censuras conlra estos juegos. No obs-
tante, algun pontífice parece que hubo que los
liennilió y aun asistió á ellos; entre otros, Ur-
bano V, a quien el rey de Francia Juan II
ofreció el espectáculo de un torneo, cuando
después de haber estado prisionero en Lón-
dres por la batalla de Potiers, dirigíase á la
ciudad de Avignon con objeto de cruzarse" (1),
Algunos reyes prohibieron también por su
parle los torneos, y entre ellos, parece que el
de Francia Felipe Augusto hizo jurar á sus
hijos el año 1209 no asistirían á ninguna de
estas funciones. I'ero después ele esta época,
los mismos reyes de Francia han combatido
en ellos, entre otros Carlos VI, Francisco I
y el desdichado Enrique II,
Ya por las frecuentes desgracias ocurridas,
ya por los anatemas de la Iglesia, y ya sobre
lodo por el cambio que en las costumbres se
operó, es lo cierto que los torneos fueron ca-
da día perdiendo terreno, dejándose por últi-
mo de celebrar completamente. «Con la aboli-
ción de los torneos, dice Vohaire, desapare-
ció el antiguo espíritu de la caballería, sobre.-
viviendo solo en los romances. Ese espíritu,
no obstante, reinaba todavía en tiempos de
Francisco I y Carlos V. Empero, encerrado en
su palacio Felipe ÍI, no hubo en España otro
mérito que el de la sumisión á su voluntad.
La Francia, después de la muerte de Enri-
que II fué presa del fanatismo y asolada pol-
las guerras de religión. La Alemania, dividida
en católicos romanos, luterauos y calvinistas,
olvidó todos los usos caballerescos, y el espí-
ritu de intriga destruyólos en Italia (2).»
El sitio en que se verificaban los torneos
era generalmente una plaza pública, un espa-
cioso circuito ó tela magnifica: á su derredor
colocábanse dos órdenes de barreras, desple-
gando en todo gran lujo de adornos, tapices,
banderas, gallardetes, escudos de armas, etc.
Construíanse varios labiados suntuosos para
las personas reales, nobleza, jueces del cam-
po y de paz, y caballeros esperimentados, re-
yes de armas, farautes, persevantes, músicos
¡fei (léale Ululo, o lo snlc rrasse olro cualquier en ee-
Jifijitrio de dglcíia redada, puédelo vedar su perla-
do <le oficio e beneficio, fasta que venga a emienda
"el yerro que lito.»
jt) La ley 87, ¡ti. V, Partida t.s prohibe á los
odesiisiicos jnp;ar, catar y asistir i las funciones de
loros y oirás bestias bravas, bajo pena de privación
«e olicio por cierto tiempo seiiun ios casos, pero ffa-f
<la dice de los torneos.
i» Eisay mr tet moeart, cap. ICIX.
y otros varios. El pueblo ocupaba un lugar es-
pecial. Cerca del palenque elevábanse algu-
nas tiendas para los caballeros, escuderos,
criados y oficiales destinados al servicio efe la
plaza. Anunciábanse los ¡órneos con bastante
anticipación para que los combatientes se fue-
ran preparando, y dirigíanse á las córtes, casti-
llos y ciudades populosas los heraldos y reyes
de armas con los carteles de desafío. Mientras
tanto se hacían todos los preparativos para el
dia de la tiesta. La víspera de este corrían los
escuderos una especie de justa con armas li-
geras y poco peligrosas, que se llamaba jjrue-
6a, ensayo ó esgrima. Según iban llegando
los caballeros al lugar de la cita, colgaban sus
escudos de armas, en un sitio público, como el
patio del castillo ó los claustros de alguna igle-
sia ¿monasterio. Un rey de armas decía á todos
los que á verlos iban, los nombres de los caba-
lleros á quienes pertenecían. Según las leyes
del buen rey Relié, solo podian hacer armas
los príncipes, ó á lomas los altos barones. Pa-
ra tomar parte en el torneo era preciso que el
escudo quedara intacto, que no hubiera nada
que tildar en él, pues si alguna dama ó caba-
llero se hal(aban ofendidos de cualquier modo,
por alguno de los que á combatir se prepara-
ban, podia íocar ó volver su escudo, y con
solo esto se daba parle inmediatamente á los
jueces, los cuales disponían, después de un
maduro esámen, la clase de castigo que debia
sufrir aquel mal caballero. Si á pesar de todo,
osaba éste presentarse en la liza, descarga-
ban sobre él los demás combatientes gran nú-
mero de golpes de lanza, y solo por los rue-
gos y compasión de las damas podia librarse
el desdichado que olvidado había los deberes
de su clase. El día del combatej notábase des-
de el amanecer gran animación y contento en
la ciudad: preparábanse todos á acudir al si-
tio señalado, desplegando todos, según sus
clases y posición gran lujo en trages, caballos,
paramentos, arneses, adornos, armas, etc.
Dada la señal conveniente, al son de- instru-
mentos marciales, que alegraban los ánimos
con ciertas fanfarrias, presentábanse los ca-
balleros en la liza^con gran aparato y nume-
roso séquito. Las leyes comunes de esta clase
de ejercicios consistían en no herir de punta;
en no pelear fuera de filas, ni varios contra
uno solo; en no hacer armas contra el caballo;
en no descargar golpes al adversario mas que
en el rostro y entre los cuatro miembros, es
decirí en el pecho; en no herir al caballero
que se alzara la visera. Las damas elegian un
juez de paz para recordar la clemencia, cuan-
do por alguna falla de cortesía ó violación de
las leyes de caballería, un combatiente se veia
rodeado de muchos adversarios. Difícil es pin-
tar el interés con que se seguían los mas pe-
queños movimientos de los caballeros, y difí-
cil lambien describir la animación, el júbilo
con que se aplaudían las suertes y lances en
que mas se distinguían la pericia y valor de
363
TORNEO
364
los combatientes. El vencido y sus. aunas y ca- r
ballos quedaban por lo común á disposición
del vencedor. Entre nosotros asi lo dispone
una ley de Partida (i), y tanto en la legisla-
ción como en la costumbre, apoyábase don
Quijote al querer se presentasen i Dulcinea
aquellos á quienes había vencido. La última
suerte que se corria en los torneos llamábase
el golpe 6 la parta de las damas.
Los vencedores .eran saludados con frené-
ticas aclamaciones y prolongados aplausos, al
compás de marchas marciales: en triunfo eran
conducidos á recibir de manos de los , jueces ó
de las damas los premios ofrecidos, que apre-
surábanse ellos á deponer á los pies do las se-
ñorasde sus pensamientos. Luego en palacio
celebrábase casi siempre un suntuoso banque-
te en que los vencedores eran objeto de laS
mayores atenciones de parte do las damas y
caballeros.
Tenían lugar en los torneos varios juegos
de distintos nombres, como el carrusel', la
sotlija, la quintería, ademas de arrojarse el
dardo, romperse lanzas, etc. Consistía el car-
rusel én una fiesta militar con earros y deco-
raciones, en que so representaban bechos de
los antiguos héroes y paladines. Uno de los
"mas célebres es „el dado en Berlín por el rey
de Rusia el año 1750; pero el mas magm'fico
'y singular fué el de San Petersburgo , dado
por Catalina II, en el cual las damas corrieron
con los caballeros, y ganaron el premio. Era
la sorlija un ejercicio sin peligro cu que mar-
chando los caballos al gran galope, debían los
gioetes ensartar un anillo colgado. La quinte-
ría era im juego en que ..descarga lian sus gol-
pes á un maniquí movible, dispuesto sobre un
eje de tal modo, que herido en la [rento se vol-
vía y asentaba un fuerte garrotazo sobre el
torpe asaltador: otras varias, suertes tiabia que
fuera.largo enumerar.
Una de las empresas mas arriesgadas á qiie
se dedicaban los caballeros >de la edad media,
era sin duda lo que se llamaba paso de armas:
en ninguna como en ella mostrábase mas á
las claras el valor que distinguía á aquellos au-
(I). ,He aqui lo que. dice la ley IB, lit. XXVI, Par-
tida %a: (r el torneamienlo, que se fafce por razón
de vsar las armas, e non por matarse, nín por olra
enemistad que los ornes ouiess.e» vnos con oíros
con loilo lo que y ganasse, doue ser suyo, c non ha
de partir con ninguno, nin dar quinto, uin derreho
al rey, nin á otro señor que aya. E aun si aeaescie-
re, quealgun cnuallero fuesse y preso, puede y bien
llenar aqiiel que le pri»io, tamaña quanlia de aner,
segund la postura que ante niiiesc piieS'to, que aquel
torncamientn eotiienrafsc. I! si aíliiíjeSB que algunos
se remoniessen, e ouiesen de justar uno por otro tan
solamente'de laucas, el que derribase, auria el cana-
lio del derribarlo, de aquella manera que lo fallasse,
armado, o por armar. 1L tiesto non ha de (Jar parte,
nin derecho á ninguno. Mas si por aventura fuesse,
que lidiassen en prncua uno por otro, o mas por ra-
zón de ricplo, deuen los vep -edores auer pa'ra si , to-
das las co^as que ganaren de los vencidos. E non
deuen dello dar parte, nin derecho íi ninguno. Fue-
ras ende, si aquello que iraxessen los vencidos, tp
iju ó alguna partida dello fuesse de otro,*
tiguos guerreros, siempre ganosos de gloria,
Eran los pasos un combale que sostenían su.
jeto á ciertas reglas y por cierto mímero de
dias , uno ó varios caballeros , con cuantos
acertaban á pasar por las inmediaciones rJel
castillo, puente, camino ú encrucijada en que
se situaban y se proponían defender. La Mí-
loria bace mención de varias empresas de esta
clase, pero ninguna es tan famosa como la
que llevó á cabo el español Surtro de Qui-
ñones con su paso honroso de la puente dt
Orbigo. Tanlo por esta circunstancia, como
por ser una cosa enteramente nacional, damos
á continuación un estrado del libro. o íbu
bien acta , que. se redactó, comprensiva di;
cuantos hechos particulares, desafios; carteles,
mensages, carias, juramentos, etc., tuvieron
lugar en estai famosísima empresa. I'or olra
parte, el libro de que hablamos es la desetipejoh
mas acabada que puede presentarse de los tor-
neos de la edad media, pues este ofreció cuan-
tos lances y acontecimientos tenien lugar en
todos y cada uno de ellos. Copiamos testual- '
mente largos trozos de la relación oficial del
paso honroso, por conservar su estilo especial
y la fórmula precisa de sus curíeles, juramen-
tos, etc., asi como hacemos uso de sus mis-
mas palabras al calificar los caballeros ó los
sucesos que ocurrieron. He aqui la relación;
El paso honrosa fué defendido «por el ge-
neroso de magnánimo corazón, forzado de
gran_ virtud , honorable caballero Suero de
Quiñones» , cerca deb puente de Orbigo , dis-
tante seis leguas francesas rlí León y tres de
Astorga, por espacio de treinta dias, desde el
10 de julio de 1434 al 9 de agosto siguiente
Dicho año «fué de jubileo ó perdonanzas, re-
misión otorgada al bienaventurado npúsiol
Sanliagoii, cuya festividad cayó en domingo.
Nueve lijos-dalgó de limpia sangre, roga-
ron muy estrechamente á Suero de Quiñones,
los admitiera por particioneros de la honrosa
empresa que pensaba acomeler. Recibiólas, en
efecto por tales, siendo sus nombres .los si-
guientes, con las calificaciones que de ellos
liace el Libro del passo honroso:
«K Honrado, virtuoso, discreto y genero-
so caballero Lope de Estúñiga , hijo del muy
famoso y honorable caballero, mariscal que
fué, lingo de Eslóñiga , nieto del muy ilustre
é magnifico don Carlos, rey , que fué de Na-
varra;
u2. Diego de Basan , hijo del honrado y
famoso caballero Pero Jluiz áCBStíSMj;
Pedro de Nava, hijo del honrado y
famoso caballero Jlossen Suero de Nava, afi-
liado que fué del rey don Fernando de Arugui);
n 4. Alvaro, hijo del honrado Alvar Comea
de fjumones;
» 5. Sancho de Ravanal, hijo deí honrado
Juan Arias de Ravanal, nieto del muy fumoso
caballero Suero de guiñones;
ni!. Lope da Aller , pariente de Sueru
Quiüonesj A :*
TORNEO
»7, Diego de Venavides , nieto del hon-
rado caballero Gonzalo' Alfonso de Venavides;
»8. Pedro de los Rios, criado del muy ho-
norable, famoso y gerierosó don Fadrique, al-
mirante de Castilla, y sobrino del muy famo-
so mariscal Diego Fernandez de Córdoba, señor
de Baena; y
«9. Goinez de Vülacoria, sobrino del hon-
rado y famoso caballero Luis de Almanza , se-
ñor de Alcañices.»
Con los sostenedores del paso honroso,
fueron como jueces los honorables y discre-
tos caballeros virtuosos y antiguos Pero Bar-
ha v (jumes Arias de Quiñones, acompa.ña-
dos'de varias otras personas y del escribano
del rey y notario público de so corte y reinos,
Pero Rodrigues Deleita, que fué el encarga-
do de escribir la relación. También marcha-
ron varias dueñas para et cuidado y asistencia
de los caballeros Heridos.'
El 1.° de enero de 1434, á la primera ho-
ra de la noche, y mientras el rey con su fami-
lia y la corte estaba era Medina del Campo en
grandes fiestas é gasajado , presentáronse
en la real cámara Suero de Quillones y, sus
compañeros; besaron al rey pies y maños, y
un faraute ó avanguarda leyó la siguiente
petición
«Deseo justo é razonable es, los que en
prisiones, o fuera de su libre poder son, desear
¡iberliid: é como yo vassallo é natural vuestro
sea en prisión de una señora de gran tiempo
ncá, en señal de lo qual todos los jueves traygo
i mi cuello este (ierro, segund notorio sea en
vuestra magnifica corte,, é reynos é fuera de-
llos por los farautes, que la semejante prisión
con mis armas han llevado. Agora, pues, po-
deroso sejjor, en nombre del apóstol Sanctiago
yo he concertado mi rescate, el cual es tres-
cienlas lanzas rompidas por el asta con Cerros
de Milán, de mi édestos caballeros, que aqui
son en estos arneses, segund mas complida-
mente en estos capítulos se contienen, rom-
piendo con cada caballero ó gentil-orne, que
alli verná, tres, contando la que fisciere san-
gre, por rompida en este año, del qual hoy
es el primero dia. Conviene saber, quince 'días
untes del Apóstol Santiago abogado e guiador
de vuestros subditos, é quince días después,
salvo si. antes deste plazo mi rescate fuere com-
plido Eslo será en el derecho camino por don-
de las mas gentes suelen passar para la cib-
dad donde su sancta sepultura eslá, certifican-
do á todos los caballeros 'ó gentiles-ornes es-
trangeros que alli se fallaren, que alli fallarán
arneses, é caballos, é armas é lanzas, tales,
que qualquier caballero ose dar con ellas sin
temor de las qoébrar con pequeño golpe. E no-
torio sea^í lodas las señoras de honor, que
cualquiera que fuere por aquel lugar do yo
seré, que si non llevare caballero ó gentil-orne,
(|ue faga armas por ella, que perderá el guan-
te de la mano derecha. Mas lo dicho se en-
tienda salvando dos cosas: que vuestra mages-
tad real non ha de entrar en estas pruebas,'
ni el muy magníQco señor condestable don Al-
varo de Luna.»
El rey, después de conferenciar con la no-
Meza, concedió el permiso que solicitaba,S«a-
ro de Quiñones, diciendo en consecuencia en
alta voz el avanguarda: «Sepan todos los ca-
balleros é genliles-omes del muy alto rey
nuestro señor, como él da licencia á este ca-
ballero para esta empresa, guardadas las con-
diciones, que nin el rey nuestro señor, nin
su condestable entren en ella.» Quitado el
almete, Quiñones subió al estrado en que es-
taba el rey, á quien dirigió la palabra en los
términos siguientes: «Muy poderoso señor,
yo tengo en mucha merced á vuestra gran alta
señoría, otorgarme esta licencia que yo dispues-
to fui á vos demandar; pues tanto necesaria
á mi honor era: é yo espero en el Señor Dios,
que yo le serviré á vuestra real magestad,
segund que han servido aquellos donde yo
vengo á los poderosos príncipes de que vues-
tra esclarecida magestad desciende.» Desar-
mados luego los caballeros, tomaron parte
en las danzas, concluidas las cuales, publicá-
ronse los capítulos que debian observarse erí
la empresa del Paso honroso. Decían asi:
«En el nombre de Dios, é de la bienaven-
turada Virgen Nuestra Señora é del apóstol
señor Sanctiago, yo Suero de Quiñones, ca-
ballero é natural vassallo del muy alto rey de
Castilla, é de la casa del magnifico señor su
condestable, notifico é hago saber las condi-
ciones de una mi empresa, lacaal yo notifiqué
dia primero del año ante el muy poderoso rey
ya nombrado: las cuales son las que por su
ónleu parecen en los capítulos de yuso es-
criptos.
I. «El primero es, que á todos los caballe-
ros é gentiles-ornes, á cuya noticia verná el
presente fecho de armas, les sea manifiesto,
que yo seré con nueve e'aballeros,-que comigo
serán en la deliberación de la dicha mi prisión
é empresa, en el passo cerca de la puente de
Orbigo, arredrado algún tanto del camino,
quince días antes de !a Gesta de Santiago, fas-
la quince dias después, si antes deste tiem-
po mi rescate non fuere cumplido. El qual es
trescientas lanzas, rompidas por el asta con
fierros fuertes en arneses de guerra, sin es-
curto ni u tarja, nin mas de una dobladura -so-
lí re cada pieza.
n. «El segundo es, que alli fallarán todos
los caballeros estrangeros arneses, caballos
é lanzas, sin ninguna mejoría de mí, nin de
los caballeros, que comigo serán. E quien sus
armas quisiere traer podrido fascer.
III. «El tercero es, que correrán con cada
uno dé los caballeros ó gentiles ornes que ay
vinieren, tres lanzas rompidas por el asta: con-
tando por rompida la que derribare caballero
ó fisciere sangre.
IV. «El cuarto es, que cualquiera señora
de honor, que por alli passare ó á media len-
367
TORNEO
363
gua dende, que si non llevare caballero, que
por ella faga las armas ya devisadas, pierda el
guante de la mano derecha.
V. «El quiuto es, que si dos caballeros ó
mas vinieren, por salvar el guante de alguna
señora, será rescebido el primeroi
YI. «El sesto es, que porque algunos non
aman verdaderamente, é querrían salvar el
guante demás de una señora; que non lo pue-
dan fascer, después que se ovleren rompido
con 61 las tres lanzas.
Y1I, uEl sétimo es, que por mi serán nom-
bradas tres señoras deste reiuo á los farautes,
que allí comigo serán para dar fé de lo que
passare- é asseguro, que non será nombrada
la señora cuyo yo soy, salvo'por sus grandes
virtudes: é al primero caballero, que viniere
á salvar por armas el guante de cualquiera de-
lias contra mí, le daré un diamante.
YIII, «El octavo es, que porque tantos po-
drían pedir las armas de uno de nos, ó de dos
que guardamos el passo, que sus personas non
bastarían á tanto trabajo, ó que si basfassen,
non quedaría lugar á los oíros sus compañe-
ros, para fascer armas; sepan todos que nin-
guno ha de pedir á ninguno, nin ha de saber
coa quien justa, fasta las armas eomplidas:
mas al tanto estarán ciertos, que se fallarán
con caballero ó gentil-orne de todas armas sin
reproche.
IX. «El nono es, que si alguno (non em-
peciente lo dicho) después de las tres lanzas
rompidas quisiere requerir y alguno de los del
paso señaladamente, envíelo á descir, que si
el tiempo lo sufre romperá con él otra'lanza.
X. «El deceno es, que si algún caballero ó
gentil-orne délos que a justar vinieren, qui-
siere quitar alguna pieza del arnés de las que
por mi son nombradas, para correr las dichas
lanzas, ó de alguna dellas, envíenmelo á des-
cir, é serie ha respondido de gracia, si la ra-,
zon é el tiempo lo sufriere,
XI. «El onceno es, que con ningún caba-
llero, que ay viniere, serán fechas armas, si
primero non disce quien es, é de donde.
XII. «El doceno es, que si algún caballe-
ro, fasciendo las dichas armas, incurriere en
algún daño de su persona ó salud (como suele
acontecer en los juegos de armas), yo le daré
allí recabdo , para ser curado, también como
para mi persona, por todo el tiempo necesa-
rio é por mas.
XIII. «El treceno es, que si alguno de los
caballeros, que comigo se probaren ó con mis
compañeros, nos ílciereu ventaja, yo les asse-
guro á fé de caballero, que nunca les será de-
mandado por nosotros nin por nuestros pa-
rientes ó amigos,
XIV. , «El catorceno es, que qualquiera ca-
ballero ó geñtil-ome, que fuere camino dere-
cho de la sancta romería, non acostándose al
dicho lugar del passo por mi defendido, se po-
drá ir sin contraste alguno de mi nin de mis
compañeros, á cumplir su viage
XV: «El quinceno es, que qualquiera caba.
llei;o que, dexado el camino derecho, viniere
al passo defendido é por mí guardado, non se
podrá de ay partir sin fascer las armas di-
chas, ó dexar una arma de las que llevare, 6
la espuela derecha, so fé de jamás traer aque-
lla arma ó espuela, fasta que se vea en fecho
de armas tan peligroso, ó mas que este, ei
que la de^a.
XVI. «El sexto décimo es, que si qual-
quicr caballero ó gentil-ome de los que comi-
go estarán, matare caballo á qualquiera que
allí viniere á fascer armas, que yo se lepa-
garé: é si ellos mataren caballo a qualquiera
de nos, bástele la fealdad del encuentro por
paga.
XY1I. «El decisieteno es, que si qualquier
caballero ó'genlil-ome de los que armas Hi-
cieren, encontrara á caballo, si el que corrie-
re con él le encontrare poco ó mucho en el
arnés, que se cuente la lanza de este por rom-
pida, por la fealdad del encuentro del que al
caballo encontrare.
XVIII. «El deciocheuo es, que si algún ca-
ballero ó gentil-ome de los que á fascer arma
vinieren, después de la una lanza ú de las doi
rompidas, por su voluntad non quisiere fascer
mas armas, que pierda la arma, ó la espuela
derecha, como si non quisíesse fascer ninguna.
XIX. «El décimo nono es, trae allí se darán
lanzas 6 fierros sin ventaja á todos los del rei-
no, que llevaren amias é caballo, para fascer
con las suyas, en caso que las lleven, por qui-
tar la ventaja.
XX. '«El veinteno es, que si algún caba-
llero en la prueba fuere ferido en la primera
lanza, en la segunda, tal que non puede ar-
mas fascer por aquel dia, que después noa sea-
mos tenudos á fascer armas con él , aunque
las demande otro dia.
XXI. «El veinte é uno es, que porque nin-
gún caballéro ó gentil-ome dexe de venir i
la prueba del passo con recato de que non se
te guardará justicia conforme á su valor; alli
estarán présenles dos caballeros antiguos i
probados en armas é dignos de fé, é dos fa-
rautes, que farán á los caballeros que á prue-
ba venían, que juramento apostólico é lioate-
ge les farán de estar á todo lo que .ellos les
mandaren acerca de las-dichas anuas. F, los
sobredichos dos caballeros jueces é farautes
igual juramento les farán de los guardar de en-
gaño, é que juzgarán verdad, segund razón t
derecho de armas. E si alguna dubda de nuevo
(allende lo que yo en estos mis capítulos es-
cribo) acaesciese, quede á discreción de ®0'
líos juzgar sobre ello; porque non sea escon-
dido el bien, ó ventaja que en las armas algu-
no ílsciese. E los farautes, que alli esUrwi.
dará signado á qualquiera que lo demandare,
lo que con verdad cerca dello fallaren aver
sido fecbn. , .
XXII. «El veintidoseno capitulo do mi deli-
beración es, que sea notorio á todos los bcíip-
3G9
TORNEO
370
res tlcl mundo, é á los caballeros é geñüles-
omes,. que los canitulos susodichos oirán, que
sí la señora cuyo yo soy, passáre por aquel lu-
¡rar; que podrá ir segura su mano derecha de
perder e! guante; é que ningún genlil-orae fará
por ella armas sin yo; pues que en el mundo
non ha quien lan verdaderamente las pueda
fascercomo yo.»
Luido es lo, Suero de Quiñones 'entregó á
lAOn, (tj rey de armas, la siguiente carta fir-
mada de su nombre y sellada con sus armas:
«León, rey de armas, vos diréis á todos los
reyes, duques, principes é señores, á cuyas
setarias vos llegaredes, que como yo haya sói-
do en prisión de una señora de mucho tiem-
po acá, é'como yo haya concertado mi rescate
en trescientas lanzas rompidas por el asta, é
como sin ayuda de caballeros, que consigo é
con mis ayudadores justen, non pueda llegar
á efecto mi rescate, vos les ofrecéis mis nie-
go*, pidiéndoles por gentileza ' é por amor de
sus señoras, les plega venir en mi socorro. E
á los dichos revi-í, duques, principes ó seño-
res, con' la reverencia á sus personas debida
suplicareis, que á contemplación mia plega á
sus señoras dar graciosas é otorgar licencia á
sus caballeros 6 gentilcs-omes, para venir á
la dicha mi deliberación. E porque los reyes,
duques 6 principes, que en amistad son con
el muy alio rey de Castilla mi señor, non ha-
yan á enojo la dicha mi empresa sér traída á
sus reynos; vos faredes ciertas á sus señorías,
como el rey mi señor, viendo el dicho rescate
mío non poder ser complido de ligero sin com-
pañía de muchos, caballeros é gentiles- ornes, á
mi contemplación dio licencia á todos sus na-
tales, entre los quales muchos son á mi muy
cercanos en debdo. E si allende desto fuere-
des preguntado por algunos señores, caballe-
ros é gentiles-ornes, assi cerca de mi empresa,
como de la persona, vos, rey de armas, los
podréis l'ascer ciertos de mi licencia é de to-
das las demás cosas, que yo en mis capítulos
mando publicar: las quales, por evitar enojo de
prolijidad, aqui non escribo.»
Partido .que hubo el rey de - armas y algu-
nos farautes para hacer la publicación del pas-
so «en toda la cristiandad que andar se podia,»
comenzaron los preparativos para la función
de armas proyectada. Reuniéronse gran" núme-
ro de armas y Gaballos, y trescientos carros
de bueyes ocupáronse en trasportar la madera
necesaria para construir los cadahalsos, liza,
salas, etc. Armóse una gran liza de madera,
de 14G pasos de largo: de, uno á otro estremo
de la tela colocóse una linea de maderos de
un estado de altura, sujetos en tierra. Al der-
(11 Los reyes rio armas v heraldos lomaban gene-
ralmente el nombre de la nació» ú orden de cahalle-
na cuyo señor era soberana Q gele, escupió el prime-
ro ue Jos-de Francia, que se llamaba Mont-joh Saint
íJeiíji, ({rilo de guerra ¡16 los franceses; los demás se
oro1 ele" Le°n' Portu,ia!' s,ci)«a> Brdtaña, Toiion de
2H»3 U1ÜLIOTKCA POPULA!!.
redor de la liza construyéronse siete cadahal-
sos; uno cerca de la puerta destinado para los
mantenedores del paso, que no tomaban- parte
en el combate; dos para los caballeras estran-
geros que iban á hacer armas; uno para los
jueces del campo, rey de armas, farautes,
trompetas y escribanos;' otro para los genero*
sos, fumosos, honrados caballeros que con-
currieran á presenciar el passo, y otros dos,
en fin, para el público y para los trompetas y
oficiales de los caballeros y gentiles-hombres
que se proponían romper lanzas. Había dos
puertas, "por la una entraban en la liza los
mantenedores y por la otra los aventureros; en
ambas estaba enarbolada una bandera coa las
armas de Suero de Quiñones. Armáronse tam-
bién veinte y dostiendas para vestirse y descan-
sar los mantenedores, y aventureros, asi como
para alojamiento de los reyes de armas, farau-
tes, armeros, herreros, médicos, cirujanos, lan-
ceros, sastres, bordadores, etc., etc. Ademas, en
varios tugares cercanos del señorío de su padre,
hospedó bizarramente Suero de -Quiñonesé.
gran número de personas. La concurrencia fué
muy grande, de todas las clases de la so-
ciedad.
Llegado el dia señalado para dar principio
al paso, presentáronse en el puente deOrbigo
tres caballeros, uno alemán y dos valencianos,-
demandando entrar en combate con los soste-
nedores del mismo. Recibidos por estos con
gran contento y cortesía, los valencianos, que
eran hermanos, cedieron á su ruego al alemán
su defecho de pelear los primeros. El rey de
armas y un faraute quitaron luego á los tres
caballeros las espuelas -derechas por haber pa-
sado 50 pasos dentro de la liza, las cuales, se-
gún las condiciones publicadas, debían serles
devueltas al entrar en combate, y permanecer
en tanto colgadas sobre na paño francés en el
cadahalso de los jueces.
Al día siguiente, 12 de julio, Suero de Qui-
ñones fué con sus compañeros á oír misa, y
vueltos de ella salieron poco después con gran
aparato á recibir su campo y liza. Montaba el
gefe un brioso caballo con paramentos azules
y . en la divisa el mote/¡ faui deliberér. El ves-
tido era rico y vistoso, y llevaba en el brazo
su empresa de oro con letras azules, que
decia: .
Si avous neplait de avoyr mesure,
Certes ie dis,
Que iejuis
Sans venture.
Seguíanle tres pages á, caballo y con lan-
zas. Precedíanle los nueve' compañeros de su
empresa ricamente ataviados, llevando todos
la divisa: 11 faut deliberér. Formaban parte de
la comitiva Sos trompetas y atabales del rey
y de los cabalaros, y buen número de estos
iban á pie al lado de Suero, á quien, para mas
honrar, llevábanle algunos el caballo de las
Ti XXXIII. 24
£7<
TORNEO
372
riendas. Dadas dos vueltas por la liza, paróse
la comitiva aníe los jueces, á los cuales requi-
rióse para que juzgasen sin odio ni enemistad.
Algunos señores pidieron ser nombrados sus-
titutos para el caso de que alguno de los man- 1
tenedores se pusiera fuera de combate, y aun-
que á ello consintió Quillones, los jueces de-
clararon al dia siguiente que no procedía la
demanda como Contraria á la concesión real.
Oida la misa, vistiéronse los caballeros en pre-
sencia de los jueces, los cuales examinaron
las armas, asi de estos como del alemán. Para
el servicio de la liza nombráronse treinta es-
cuderos, con gran número de ballesteros y
piqueros, con sus correspondientes capitanes.
Dada la señal oportuna, entraron en la liza con
gran música y acompañamiento, primero Qui-
ñones y después el caballero alemán, lil rey
de armas y el faraute publicaron en alta voz,
«que ninguno fuesse ossado, por cosa que su-
cediesse a ningún caballe.ro, dar voces ó avi-
so, ó menear mano nin facer seña, so pena de
que que por hablar le cortarían la lengua, ó
por facer seña le cortarían la mano.» Ademas
dijoseá los justadores, »fuessen seguros, que
por ninguna ferída que diessen, nin muerte
que flseiessen á sus contrarios, procediendo
confórmenlas condiciones de la justa, les se-
ria fecho agravio, nin fuerza, nin jamás les
seria puesto en demanda.» Después de volver
al caballero alemán su espuela derecha, y de
disponer que soto acompañasen á los comba-
tientes para su servicio, dos criados, unoá ca-
ballo y otro á pie, mandaron los jueces «sonar
toda la música con grandes estruendos, é en
tono rasgado de romper en batalla, » al propio
tiempo que el rey de armas y el faraute die-
ron «la grida, ó viva la gala, en esta manera:
Legeres aller, legeresaller, é fair Sun de-
ber.» Entonces arrancaron los caballeros, ar-
remetiéronse lanza en ristre y comenzaron
tan famosas fiestas.
Narrar los mil y mil lances que ocurrieron
durante el tiempo que estuvo abierla la liza,
la gentileza- y gallardía de los combatientes,
el lujo y aparato que todos desplegaron, los
encuentros y hechos de armas que tuvieron
lugar, seria demasiado prolijo, y por otra
parte baria interminable /este artículo. Sin
perjuicio de notar luego algunos pormenores
qiic den á conocer la naturaleza de estos com-
baten, sus formalidades y ceremonias, inser-
tamos aquí el siguiente curioso
Estado que manifiesta el nombre de los ca-
balleros que, como conquistadores ó aventu-
reros, se presentaron á disputar el paso del
puente de Orbiyo, propuesto por Suero 4e
Quiñones, con espresion de su patria, lan-
zas que corrieron y número de las que que-
braron.
LAMAS.
.NOMBRE V PATM.l,
1. " Micer Arnaldo de la Floresta Ber-
meja, alemán C 5
2. ° Mosen Juan Tabla, valenciano. 19 ;¡
3. " Mosen Pero Tabla, id 5 3
4. ° Rodrigo de Zayas, aragonés . . 23 3
5. ° Antón de Funes, id 15 3
6. " Sancho Zapata, id ta 3
7. " Fernando de Liñan, id 14 1
8. ° Francisco Muñoz, id l(i 5
9. 5 Mosen Gonzalo de León, id. . . 18 4
10. Juan de Eslamari, id 8 1
11. Jofre Jardín, id 3 3
12. Francisco de Funes, id 27 3
13. Mosen Per Davio, id. .... . 23 2
14. Mosen Francés Davio, fd. ... 23 3
15. YascodeBarrionuevo 7 3
16. Juan deSoto. .'. 24 3
17. Diego de Mancilla . 1 I
18. Rodrigo de Olloa 7
19. Juan Freyre de Andrada. ... 3 3
20. Lope de Mendoza . (i 3
21. Juan de Gamoz, catalán 9 3
22. Mosen Bernal de Requesenes,
Id.. 8 :l
23. Pedro de Vesga -21 3
24. Juan de Villalobos 8 3
25. Gonzalo de Castañeda 5 2
26. Alonso Quijada 12 .1
27. Bueso de Solis. .......... II 2
28. Juan de Castellanos 5 i
29. Gutierre Quijada 4 'i
30 Rodrigo de Quijada 2 3
31. García Osorio 8 3
32. Diego Zapata 20 3
33. Alfonso de flavedo . . 19 3
34. Arnao de Sovalles, aragonés. 17 3
35. Ordoño de Valencia, 10 «
3G, Rodrigo de Xuara. 17 •
37. Juan de Merlo. . . 'i •
38. Alfonso Deza 13 |¡
39. Galaor Mosquera. 4 S
40 : Pero Vázquez de Castilblanco. 22 3
4 1 . Lope de la Torre 0 *
42. Marlin de Almeida 14 3
43. Gonzalo de León 18 *
44. Juan de Soto. . . , 1* 3
45. Juan Vázquez de Olivera. . . . 19 3
46. Pedro de Linares., 16 J
47 Antón Deza & >
48. Juan de Carvallo 20
373
TORNEO
374
LANZAS.
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l
un ITchAfin íTf1 nlaríininiiíf* riraffi-
n¿*i miirirt pn f*l Inrnpn
n
1
61. Jliccr Luis de Aversa, italiano.
5
1
62. Pero Gil de Ahreo, portugués.
4
1
63. Arnao Bojue Bretón..
2
61. Sancho tle Ferrera. ......
3
2
65. Lope dejen-era
6
1
66. ".losen Francés Perobasle. . . .
12
ii
67. Don Juan de Portugal. . . . .
2
1
15
3
68. Caballeros. 727 I6ü
■1 Tales sucesos ocurrieron en este célebre
paso honroso, y de tal manera se guardaron
en todo, asi las leyes de caballería, como en
los capítulos y bandos contenido, sin omitir
formalidad alguna, que referiremos algunos
acontecimientos que tuvieron lugar, persuadi-
dos de que, al hacerlo asi, ponemos á nues-
tros lectores en el casó tle formar tina idea
cabal y exacta del espirita y forma de aque-
llas famosas fiestas a que los guerreros de la
edad media tan aficionados se mostraban.
Los caballeros y gentiles-hombres que al
paso acudían, presentábanse á los oficíales del
combate; por si ó por algún enviado, solici-
tando ser admitidos á probar su esfuerzo. Re-
conocida su nobleza y visto que eran caballe-
ro «ime sin reproche podían fascer cota de ar-
mas,» recibiáseles por el rey de armas el ju-
ramento y homeuage correspondiente, en los
tórmutos siguientes «señor vos é todos los
caballeros (cuando eran varios) que coa vusco
Tienen, é aqui están, para en estepasso fascer
armas ¿fascédes homeuage por vos mesmo, é
por todos los que descides ser venidos con vus-
co, que estaredes á mandado é gobernanza de
los jueces deste passo, é manternedes é com-
pliredes todo lo contenido en los capítulos que
Suero de Quiñones sobre este passo ordenó?»
Asi lo ofrecían los caballeros, levantaudo sus
manos derechas en señal de fé y homenage.
Entonces los jueces prometíanles «guar-
darles» toda «igualdad ¿justicia,» quitándoles
a seguida el faraute sus espuelas derechas bas-
ta que les locase entrar en combate. Hospe-
dábanse luego los caballeras en tiendas , pro-
pias ó de Quiñones, y pasaban el tiempo sola-
zándose en fiestas y comidas.
Como ya hemos dicho antes, los caballeros
oían misa todos los días al amanecer, dicién-
dose ademas otras dos á las horas de prima y
tercia. Vestidos y armados los mantenedores
y aventureros, presentábanse en la liza al son
de instrumentos músicos. Comenzaba íuego el
combate, en el cual Suero y sus amigos pro-
curaban siempre accederá cuantas exigencias,
mas ó menos razonables, y oportunas , espo-
njan los caballeros forasteros. Algunos lances
hubo peligrosos, bastante encuentros de ries-
go, algunas heridas, mas ó monos graves, y
también esperimenlóse la desgracia de babee
muerto el caballero aragonés Esbtrle de Cía-
ramonte al combatir con el mantenedor Suero,
hijo de Alvar Gómez,
Ya que de tan desdichado lance hemos ha-
blado, diremos algunas, palabras sobre el mis-
mo. Gran pesar tuvieron, no solo sus amigos
los jaballeros aragoneses y catalanes, sino
Quiñones, y el matador, mjjy especialmente.
El primero «procuró todas las honras que pudo
para el cuerpo muerto: é para lo del alma non
¡opuso en olvido, » Envió, pues, religiosos para
que le administrasen los sacramentos, rogán-
doles cantasen nn responso sobre el cadáver,
como si él mismo fuera; empero, el sacerdote
principal dijole «que la saucta iglesia non tiene'
por Bjos á los que mueren en tales ejercicios;
por que non se pueden fascer sin pecado mor-
tal: nin ruega por ellos á Dios, como deján-
dolos por condenados.» A pesar de estas rabo-
nes, pidió por carta Suero al obispo de Aslor-
ga licencia para sepultar en sagrado á Clara-
monte, cuya gracia no le fué coucedida (1).
Entérresele, pues, fuera de sagrado, cerca de
una ermita , cotí la mayor honra que pudie-
ron, derramándose muchas lágrimas por cuan-
tos caballeros estaban presentes.
No terminaremos la narración de este des-
graciado incidente sin copiar antes la declara-
ción que hizo al partir Afosen Gonzalo de
Liori, paisano y compañero del infortunado
Ciar amonte. TAce asi: «Señorea caballeros jue-
ces del honroso passo, yo parezco ante vos á
vos decir, como soe espedido del multo hono-
rable caballero Mosen Suero de Quiñones,
capitán mayor del famoso passo, para me ávár
á mi tierra, si á NuestroSeñor plascerá. E por
quantó algunos maliciosamente que bau di-
to, que bañ parlado aveluutariosameníe so-
bre la muerte del honrado Esberte de Clára-
monle, clamando, é non con verdad, que le
non fueron donadas armas de igualdad, se,-
gund los capítulos de ilosen Suero de Quiño-
nes: lo qual sin falta, quien tal ha dito ó dirá,
lo avrá parlado ó parlará plus con pujanza de
malecia ó coa envidia, por afear la veritad, é
(!) Recuérdese \n ley de Partid* que dejamos ci-.
ta¡) a mas arriba, y lo que en el artículo decimos.,
375
TORNEO
376
lanovelindad é gentileza del multo famoso é
honorable Mosen Suero de Quiñones, que por-
que ventad sea. Por ende, señores, yo ruego
a los escribanos de los honrables fechos' de
armas aquí recrescidos, que escriban , que yo
en nombre de Nuestro Señor , ó de la Señora
Virgen María su madre, é del señor Sanct Jor-
ge, que confiando ventad, é gran igualdad,
que aqui lia passado , digo de agora para en-
tonce, é de entonce por agora „ que al que
tal razón dixere ó dirá, que al trance, como
él querrá, yo le combatiré en que' non disce
veritad*. é á vos, señores, plegade me perdo-
nar, é onde quiera que yo sea, seré muy pres-
to dó honor vuestro sea, é con vuestra gracia,
señores, »
Antes hemos indicado la puntualidad con-
que se cumplía todo lo publicado, y ahora di-
remos á nuestros lectores que á un criado de
tope de Estúñiga, en cierto encuentro que su
amo tuvo con un caballero valenciano, hubié-
ronsele de escapar la palabras á él , á él, di-
chas sin reflexión, arrebatado por su entusias-
mo y olvidado delbando del primer dia. Cara
pudo cosíarle su imprudencia, porque apenas
los jueces oyeron su voz, mandáronle cortar
la lengua; mas interpuestos el ruego é influen-
cia de varios caballeros, eonmutósele la pena
en «treinta buenos palos» , ademas de llevarle
á la cárcel. _ .
Cierto dia presentóse el gentil-hombre Vas-
co de Barrionuevo, á tomar parte en el tor-
neo; pero suplicando antes á Suero le hiciese
la gracia desarmarle caballero. Concedióselo
Quiñones muy gustoso, y haciendo esperar al
aspirante fuera de la puerta de los aventu-
reros,-dirigiéronse á ella Suero y ios . nue-
ve mantenedores, con gran acompañamiento
de nobles, gente del pueblo y músicos. Llega-
dos alli, preguntó Suero á Vasco «si quería
ser caballero», á lo que contestó ailrmativa-
inente. Entonces, sacando su espada dorada,
díjote: «¿Vos, gentil-ome, proponedes de te-
ner y guardar todas las cosas debidas al hono-
rable oficio de caballería, é que antes morí-
redes, que faltedes en ninguna dellas?» Juró
hacerlo asi Barrionuevo; Quiñones dióle con
la espada desnuda sobre el almete y dijole:
«Dios te faga buen caballero, é te dexe com-
plir las condiciones que todo, buen caballero
debe tener»; con lo cual terminóse la ceremo-
nia y entró á combatir contra Pedro de los
Ríos
Algunos caballeros no quedaban satisfechos
con los peligros corridos y solieitaban, ya por
una causa, ya por otrá, continuar la pelea. De
este número fué, entre otros, Lope de Men-
dosa, el cual envió á decir á Suero de Qui-
ñones «que por quanto él avia fecho aquellas
armas en servicio de una dama , que mucho
amaba, e de la qual non era amado; que le
snpücaba le dexasse fascer ~mas armas para
ganar su voluntad.» Suero de Quiñones, tan
mesurado como esforzado, le respondió «que
á saber quien fuesse su señora, él iriaá la no-
tificar quan buen caballero é gran guerrero-la
servia; mas que fascer armas mas de con uno
fasta ser rompidas tres lanzas, era contra las
condiciones de su aventura.»
En uno de los primeros dias del torneo,
acertaron á pasar por cerca del campamento
coú dirección á la romería de Santiago dos se-
ñoras acompañadas de un caballero. Mandaron
les jueces al rey de armas y al faraute averi-
guasen si eran nobles y si ¡levaban caballeros
que las franqueassen el passo, Eranlo en erec-
to, éíbaias sirviendo el marido de una do ellas,
el cual ni tenia noticia del torneo ni venia
prevenido para combatir; pero ofreció, sin
embargo, volver & hacer armas tan pronto
como concluyese el viage de su romería. Pi-
dió el. rey de armas los guaníes á las damas
hagta.ffue algún caballero les delibrasso su
cabsa, á lo cual se ofreció desde luego el ara-
gonés Mosen Francés Davio, Colocados los
guantes en el paño francés del cadahalso de
los jueces, determinóse después con mejor
acuerdo no debian ser detenidos «por ¡ion
parescer que iban (los del paso) contra la de-
voción christiana de la romería,, c por la ca-
ballerosa respuesta de Juan de la Vega (el ma-
rido].» Remitiéronse, pues, los guantes á las
señoras por medio de un persovante, «dando
por libres á los guaníes é al caballero de las
armas que por ellos se avia ofrescido fascer,'
Oirás varias damas pasaron también en los
dias siguientes por las inmediaciones del cam-
po del torneo , y con todas observáronse las
leyes prescritas, teniendo que dejar algunas
sus guantes, segun, atendido cada caso, falla-
ban los jueces. Lope de Forga, gentil-liom-
bre, á quien Swero de Quiñones hauia prorae-
lido admitir por nno desús nueve compañeros,
oferla que no pudo realizarse por hallarse en-
fermo con una pierna rola al licmpo de comen-
zarse el torneo, ofrecióse ahora, restableci-
do ya de su dolencia, á lomar á su cargo el
rescate de los guantes de cuantas damas fue-
ran sin caballero. Para dar á conocer su pro-
pósito hizo publicar la siguiente carta, después
de recibido el beneplácito y aquiescencia de
los jueces y caballeros:
«Como las dueñas é señoras generosas de
virtud con su digno merescimienfo tragan los
trabajos homeniles a su servicio loable, sepan
todas las mundanas generaciones, que un gen-
til-ome de renombre é de armas, ávida consi-
deración del agravio que, resciben las dignas
de preeminencia por la indignidad de serles
vedado ningún camino nin passo, que plas-
oienlé de proseguir les sea: mayormente los
honrosos é pelcgrinos passages, como es de la
puente de Ortigo, peligroso á las honradas
dueñas por la pérdida, de sus guantes, si non
dan caballero sin reproche de balalla: yo po-
nedor de las présenles letras aviendo pesante
é cou'sideroso estudio sobra tanta graveza fe-
cha á las dueñas valerosas de quien se proco-
377
TORNEO
378
de amor con todos sus gloriosos vínculos, ó
atamientos de amistad, deliberé de fascer mi,
fé sufragánea con homenage que pongo, é do
segund puedo, é abasta limpieza de fidalguía,
que non cessará por falta de caballero ser fe-
cho seguro el ya contenido-passo á todas las
venientes dueñas, que sus caminos por aquel
lugar quisieren enderezar. El qual assi fasce-
dor (le armas por la libertad de sus guantes
fallarán alli do serán apremiadas sus manos
merescedoras de obediencia en defensión fa-
vorable suya. Por (estamento firme de la qual
verdad ,por non tener sello al presente de mis
armas, á contemplación mía movido Portugal
rey de armas con la cierta autoridad de su se-
llo acostumbrado selló la contenida letra, en
que escribo mi nombre de mi propia mano en
lai'uenle de Orbigo á veinte é seis de julio
año de jubileo, é del Señor de mil ó quatro-
cienlos 6 treinta 6 qualro años.»'
Pero Alvarez Osorio, señor de Villalobos,
envió un dia á- Suero de Quiñones un faraute
con la siguiente razón deparSedeGuíten-eQui-
¡ada: «Muy honrado caballero, como vuestro
oficio sea de caballeros , non liay para qué
gastar tiempo nin palabras en decir lo porque
api soy llegado, como vos estéis en la misma
ocupación. Solamente vos digo, que Gutierre
Quijada se vos encomienda, al qual yo dexé po-
cos dias ha con otros nueve gentiles-ornes pa-
rientes ó amigos suyos, é caballejos de armas !
vestir, para ir en romería al apóstol Santiago.
Los cuales, sabiendo de vuestra prisión é quan
trabajosa sea, non passarán sia ayudaros á sa-
iirdella, probándose en vuestra honrosa aven-
tura.» Al dia siguiente llegaron al passo Gu-
tierre Quijada y sus compañeros, á los cua-
les Quiñones envió al rey de armas y al farau-
te, (¿ les dar-la buena profaga de su llegada,
¿muchas gracias, por le venir á ayudar en la
deliberación de su capliverio... Tambieu les
ofresció lo que oviessen menester para sus ex-
pensas, afirmando que le farlan mucha honra
enrescibir déllo que oviessen menester.»
Son muy curiosas las siguientes comuni-
caciones que entre Suero y dos caballeros ca-
talanes mediaron. Dirigieron estos al prime-
ro una caria en papel cíbli del tenor siguien-
te: «Señor Suero de Quiñones, como nosotros
dos caballeros catalanes c hermanos de armas
seamos ciertos, que vos tenedes un passo en
la- puente de Orbigo camino romero de Sanc-
Uagó, aviendo fecho una empresa de armas.,
por la qual conviene á los romeros caballeros,
é gentiles-omes que van á la dicha perdonan-
za, eslorvar sus devociones, é tardar la rome-
ría, como por sus honras sean forzados de com-
plircon vuestra voluntariosa empresa: !o qual
visto por nos, partimos de Cataluña con la ma-
yor priessa que avenios podido, esperando ser-
virá Diosé al apóstol Sanctiago, é nos ofres-
cemns á vos á romper todas aquellas lanzas
contenidas en vuestros ■carteles con las condi-
ciones alli señaladas: deseando quitar vuestro
estorvo á los devotos romeros dentro deltiem-
po por vos tomado, é que los torneros non re- -
ciban de aqiii adelante mas embargo. Paracom-
ptimiento de lo dicho pedimos se fagan las ar-
mas dentro de dos días , porque non nos po-
demos engorrar mas, aviendo negocios que
delibrar ea otra parte de mucha estima. Va
esla letra Armada de nuestros nombres, Tran-
ci d& Valle é ñiembao de Corvera ; é sellada
con nuestros sellos de nuestras armas é parti-
da por a. b. c. Dado en la cibdad de León, á
veinle édos de julio, de mit, ó cuatrocientos,
é treinta é quatro.» '
Suero de Quiñones respondió lo siguien-
te: .Alosen Tranci de Valle, é Masen Riembao
de Corvera, por Portugal rey de armas me fué
reportada una letra hoy sábado víspera del
apóstol Sanctiago, en la cual, se contenía que
vos fuisteis dispuestos de partir de Cataluña,
por servir á Dios, é al apóstol Sanctiago, que-
riendo romper comigo las lanzas contenidas
en mis carteles, por me delibrar de ia prisión
en que estoy, lo qual yo vos mucho agradez-
co ¿estimo: mas entended, que á ningún con-
quistador es lícito (conforme á mis capítulos)
justar con ninguno de los defensores del passo
honroso mas de fasta romper tres lanzas en-
tre ellos: 6 non me alargo mas; porque las
manos son menester para otras cosas L'e mas
honor. Sábado, víspera de Santiago de mil, é
quatrocientos, é treinta é cuatro años. Esta es
mi respuesta firmada de mi nombre, é sellada
del sello de mis armas partida por a. b. c.
Suero d'e Quiñones.»
Los caballeros catalanes replicaron con la
carta que á continuación insertamos.
nlloscii Suero de Quiñones, por Sintra Per-
sevant avernos reseíbido una letra vuestra hoy
sábado víspera de señor Sanctiago, respuesta
á una' por nos á vos enviada, á la qual' nos
conviene responder"; pues vos en ninguna ma-
nera quisisteis aceptar nuestra afrenta, por la
qual aviamos venido con priessa de Cataluña,
á delibrar todos los romeros, que por ' su ho-
nor son forzados de cumplir á vuestra, volun-
tariosa empresa. É non peusedes ser nos aqui
venidos, por' romper tres lanzas, como non
tengamos encuentro; pero pues non ha lugar
la dicha oferta, que vos avenios fechó, porvos
non la aver querido aceptar, conviene á noso-
tros de cumplir el voto que fecho avernos,
aquesto es requerirvos de batalla á todo tran-
ce, pensando ende fascer servicio á Dios, ó al
apóstol Sanctiago, é averíos de nuestra parle
por el grande estorvo, que por vos los dichos
romeros han ávido en muchas maneras. Por
¡o que por la presente, nosotros requerimos á
vos Suero de Quiñones, combatirvos á todo
trance, é á otro qualquiera caballero, que vos
■ querréis tomar por compañero, ofreciendo vos
de aver plaza segura, é juez convenible é á
; noso'ro's en nada sospechoso. E porque kis en-
I cima dichas cosas non" se puedan mudar nin
traspassar, vos enviamos In presente por Tor-
379
TORNEO
tugal rey de armas de yuso escripia de nues-
tras manos, é sellada con el sello de nuestras
armas partida por a. 1), c. Dada en Leoa la ma-
ñana de Sanctiago año de mil, é quatrocientos,
é treinta é quatro: Riembao di Corvera, é
Trancl de Valle.»
' Disgustó esta carta á Quiñones, que res-
pondió lo siguiente:
«Mosen Riembao defiorvcru, é Mosen Tran-
ci de Valle, por el rey de armas de l'ortugal
me fué dada una letra vuestra subscripta de
vuestras manos ó sellada de los sellos de vues-
tras armas hoy domingo "lia del apóstol se-
ñor Sancliagó. En la qual se contenia, que vos-
otros non teniendo encuento de romper las
tres lanzas (según j se contiene eu mis capí-
tulos) vosotros me requeriades de batalla á
lodo trance, de lo qual non poco soy mara-
villado de vosotros, siendo vosotros caballe-
ros que pensades saber de armas, requerirlo
semejante, sabiendo vosotros que yo manten-
go empresa contra torios los caballeros é gen-
tües-óines del mundo: la cual ya puesta en
obra, es -querer vosotros perturbar mi fecho
con la vuestra voluntariosa respuesta. Que si
mi empresa fuera con un caballero ó dos,
debiera aver lugar la mas peligrosa: mas á lo
susodicho vos respondo, (pues en poco tene-
des las tres lanzas) que leades bien mis capí-
tulos, é fallaredes, que el deceno dice, que
cualquier caballero, ó gentil-orne que quisie-
re quitar qualquiera pieza del arnés, para cor-
rer las dichas lanzas, ó algunas dellas, que
me lo envié a desoír, é que será respondido a
su grado, si la razón é el tiempo la a liuilie-
re. E pues á vosotros plasceio mas peligroso,
yo vos requiero,, que vos ptega venir apis,
é requerir de quitar aquella pieza en que ra-
zonablemente mas peligro venir puede: cé'rli-
íicándovos, que aqui fallaredes do caballeros é
gentiles-ornes, tales que ningún caballero del
mundo reprocharlos pueda, que lo quitarán
luego. R sed ciertos que son tales, que pues
vosotros avedes voluntad de combatir por el
servicio de Dios, que muy prestamente, é con
ayuda suya, vos enviarán delante del: é non
vos trajedes de saber quien son, sino de mas
me escribir sobre este caso, si en'plascer non
vos viene de fascer lo sobredicho, que certi-
l)cp vos de non rescibir vuestra letra. Assi vos
respondo por esta Qrmada de mi nombre, é
sellada del sello de mis armas partidas por
a. b. c. Dada en el passo de la puente de Or-
bigo el dia del bienaventurado apóstol Santia-
go de mil, é quatrocíentos, é treinta é quatro
años. Suero de Quiñones.» •
: Como tan ganosos de batalla se mostraban
los catalanes, don Juan de Benavertle, en-
vióles la carta que capiomos á continuación.
«Mosen Tranci de Valle, é Mosen Riembao
de Uorvera, vista una letra por vos enviada á
Mosen ^Suero de Quiñones Caballero, la qual
demostraba devoto é animoso propósito ser
por amor del soberano é ¿honor del bienaven-
turado apóstol Saucliago, de delibrar al dicho
Suero todas las lanzas, porque él fuesse resca-
tado de su prisión, á fln de los devotos rome-
ros non ser detenidos é quitos de su devoción:
yo, don Juan de llenavente (amigo suyo en
tanto grado, que el peligro non es tanto), por
quitar los desastres, que en los fechos de ar-
mas suelen suceder, razón me constriñó, que
en este honroso passo de armas non fisciese,
siendo esto en contra de mi deseo. Vo bien
voté non ir á casa del apóstol ya dicho, fusta
en semejante caso é inas ser: é segund veo i
ni ha plascido, que vuestra venida sea, á ¡1q
de dar lugar á sus devotos* , como á su casa
puedan ir. Por tanto, si en plascer á vos vor-
ná, después de ser libre el caballero, por cu-
ya cabsa de vuestra tierra vinisteis, é á cuya
honor nosotros somos venidos, de librar mi
voló: porque mis deseos sean eomplidos, (por-
que tengo votado 6 debo cumplir mi voto de
devoción, fasta que me falle en otro fecho do
armas tan arduo ó mas que este, é el año de
los perdones se va yendo) en gran gracia por
mi vos será tenido, si lo dicho aceptar ros "
plasce, é fallaredes coniigo otro caballero gen-
til-ome, del qual todo caballero deba ser con-
tento. E porque mas verdad la presente pueda
dar, va íirmada de mi nombre , é sellada con
el sello del rey de armas Portugal: el qual
selló á mi ruego; porque al presente mi sollo
non se pudo aver. Dada en .el puente de Orti-
go á veinte é tres de Julio. Don Juan.*
Los catalanes respondieron que no podían
aceptar este desafio hasía íantn que hubiesen
cumplido el voto de quitar á ¿'«ero de Quiño-
nes de aquel passo; porque después de alcan-
zado esto, mantendrían batalla de las trescien-
tas lanzas, si menester fuese, no solo con Be-
navente, sino con otro cualquiera campeón
que se eligiese. Túvoseles por palabreros, dice
la historia , y se Ies contestó no escribiesen
caria alguna sobre el particular, pues no so
recibiría. "Asi quedaron las cosas por alguuos
dias, ' mas los caballeros "catalanes, que á la
cuenta eran sobrado voluntariosos, presentá-
ronse á deshora en el campo de Suero pre-
tendiendo entrar desde luego en batalla y co-
menzaron sin mas dilación ni aviso á vestirse
y armarse para el combate. Sabido esto ñor
Suero de Quiñones envíales ai rey de armas
y al faraute rogándoles desisliesen por aquel
día de su propósito á causa de estar los defen-
sores del passo «mal parados por feridos d
por lisiados, porque al siguiente encontrarían
con quien se probar.» No cedieron' los catala-
nes, y en tal caso los jueces del campo con el
rey de armas y el faraute, se fueron á su tien-
da y les dirigieron la siguientes razones: «Ca-
balleros, ya sabedes el juramento ó pleito bo-
menage, que fechos nos lenedes, de estar á
nuestra goheruanza ó mandado en este fecho
de armas, de que nos somos jueces: 6 también
sabedes, quenos vos juramos de guardar vues-
tro derecho é igualdad con toda justicia: é en
88Í TOR
virtud de tales condiciones vos notificamos
que iodos los diez defensores del passo están
mal feridos, 6 desencasados manos é brazos:
(. por ende vos rogamos, como mejor pode-
mos, é vos lo mandamos, que cessen por hoy
vuestras armas, é que mañana fallaredes caba-
lleros sanos ó enfermos, que vos mantornan
justa.» Hubieron de ceder por fin, aunque de
mala gana y esperar á que fueran llamados al
palenque.
Omitimos, en gracia de la brevedad, otra
porción de incidentes, y terminaremos esta
reseña dando cuenta ú nuestros lectores de las
formalidades con que concluyó la famosa em-
presa del Paso Honroso, defendido por Suero
de Quiñones por espacio de treinta dias, «con
grandes costas, é con grandes trabajos é pe-
ligros suyos, é de sus nueve compañeros, é
con muy mayores bonras alli conqueridas.»
Llegado el término deseado, celebróse tan
fauslodia con grandes músicas é iluminacio-
nes. Los jueces devolvieron á los caballeros
que por falta de tiempo no pudieron entrar en
combate las espuelas que se custodiaban en el
paño francés, diéronles las gracias «por el
¿uenzelo de su honra, con que se avian ofres-
cido al peligro de las armas, é dieron por sen-
tencia, que por non aver fecho armas, non
avian menoscabado en su honor, pues non que-
dó por ellos, si non por la falta del' tiempo.»
Luego entraron en la liza Quiñones y sus com-
pañeros, esceplo «noque estaba mal herido, y
pasearon el campo, como victoriosos que ha-
bían salido, con igual pompa y aparato que el
primer dia. Suero se dirigió á los jueces y ha-
bló en estos términos: «Señores de gran ho-
nor, ya es no lorio á vosotros como yo fui pre-
sentado aquí hoy ha treinta dias con los caba-
lleros, gentilcs-omes , que présenles son: é
mi venida es, paracomplir lo restante de mi
prisión, que fué fecha por una muy virtuosa
señora de quien yo. era fasta aqui: en señal do
laqual prisión yo lie traído este fierro al cuello
lodos los jueves continuamente. E porque la
razón, porque me concerté, fué (como sabe-
des), de trescientas lanzas rompidas por el as-
ía, ó estar en guarda de este passo treinta
dias continuos, esperando caballeros é geníi-
les-homes que me librassen de tal rescate,
quebrando las dichas lanzas comigo é con los
caballeros gentiles-ornes con quien emprendí
esta empresa: é porque yo, señores, pienso
aver complido todo lo que debía segund el te-
nor de mis capítulos, yo pido á vuestra virtud
me querades mandar quitar este fierro en tes-
timonio de libertad, pues mi rescato ya es
complido. E si yo en algo he fallescido, que
W notifiquéis, porque yo lücgo de presente
pueda de mi dar razón: ó si algo queda, que
fascer deba, que yo lo compla é satisfaga, pa-
ra 'o qual me fallo dispuesto é aparejado. 15
Porque assimesmo, señores, en el dia prime-
ro que rescibí este campo, propuse que todos
tos caballeros é gentiles-ornes que han seido
UO 382
en esta empresa comígo, puedan traer por
devisa este fierro, que fasta agora era prisión
mia, con condición, que cada é quando que
por mi leS fuesse mandado expresamente que
la dexassen, fuessen tenidos á la mas non po •
der traer; empero, honrosos señores, la tal
condición non fué, nin es mi voluntad, que
se entienda de mi primo Lope de Estúñiga, nin
de Diego de Dazan, que presentes están: antes
digo, que la puedan traer como é quando su
voluntad fuere; sin que á mi me quede poder
de se lo contrallar en ningún tiempo. >i
Los jueces contestaron lo siguiente: «Vir-
tuoso caballero é señor, como hayamos oido
vuestra proposición é arenga, é nos parezca
justa, descimos, segund que de la justicia re-
foir .non podemos, que damos vuestras ar-
mas por complidas, é vuestro rescate por
bien pagado. E notificamos as'si á vos, como
á los demás presentes, que de todas las tres-
cientas lanzas en vuestra razón limitadas que-
dan bien pocas por romper: é que aun esas
non quedaran, siuou fuera por aquellos dias
en que non fecistes armas por falta de caba-
lleros conquistadores. E acerca de vos man-
dar quitar el fierro, descimos é mandamos lue-
go ul rey de armas é al faraute, que vos le
quiten; porque nosotros vos damos de aqui
por libre de vuestra empresa é rescate.»
Entonces procedióse con solemnidad á qui-
tar la argolla que Suero llevaba al cuello, tras
lo cual Lope de Estúñiga, dirigiéndose á los
jueces habló de la manera siguiente: «Señores
honorables caballeros, como todos los que
aqui son, oido hayan la libertad, que con su
devisa mi muy amado señor primo Suero de
Quiñones, que presente es, capitán é defensor
mayor deste Honroso. Passo, ya á Diego de
Bazan é á mi, oyan é sea notorio assimesmo,
nosotros la rescibí r en el grado de mas sobe-
rana gracia que nos es possible: é regrades-
cieudo con todo nuestro poderla voluntad amo-
rosa, con que á lo fascer se mueve, plascerá
á nuestro señor, que por nuestras personas
dispuestas á toda su ordenanza é honor le se-
rá agradescido bien sin mucha dilación de
tiempo. E porque arenga larga de presente
non satisfaría segund pienso al regradesci-
míento, que nuestras voluntades mandan, dó
fln á mi prolongada fabla en este caso, é tor-
no á mi. Muy virtuosos señores é jueces jus-
tos que sois presentes, como en el principio
de aquestas armas yo non haya manifestado la
cabsa de mi venir á ellas, después de aquel
gran amor que yolié á Suero de Quiñones, mi
primo é señor, esrae necessario agora descir
la final razón, porque á esta empresa movido
fui. Assi que, muy virtuosos señores, saber
vos plega, que en las manos de una muy vir-
tuosa é honrosa señora, cuyo yo soy, ha gran
tiempo que homenage fJsce de jamás non jus-
tar, fasta en tanto que corriesen justas, en
que oviesse comunal peligro, é esto por tal d
ganar honor: 'con el qual yo me dando á ello,
383
TORNEO
384
me lo pudiesse dar todos tiempos servidor,
aunque non tanto como la virtud suya es me-
rescedora. E assi ella ya movida con acata-
miento-de galardón, mirando mi voto ser fe-
cho só titulo de servicio suyo, me dió su firme
palabra é fé,„ que por cada que las armas, só
que mi verdad obligada estaba, yo compliesse,
me seria dada por ella en testimonio de galar-
dón una rama de aquella yerba, que por su
propio nombre es agramonia llamada, cuya de-
visa era suya, al tiempo quela otorgó. Assique
vos muy suplicando, é omilmente requeriendo
con aquel capitulo contenido entre los désta
empresa, que dísce, que será dado con vues-
tra cierta abtoridad á cada caballero ó gentil-
orne esso que con verdad de lo que fizo de-
mandar querrá por escripto, que vos plega las
armas que fecho lié en aquesta liza é campo
me sean dadas. Lo qual demando por tal, que
de mi presentarse queda á la señora de quien
obediente soy; porque haya ella mas segura
certinidad del voto mió ser compUdo, é me
satisfaga segund su fé, é mi mérito fallará.
E porque, muy honorables señores, assi como
yo los otros caballeros é gentiles-ornes desta
empresa son movidos por diversas cabsas, á
demandar la auctoridad cierta de sus armas,
según yo fago; en nombre suyo dellos, api
como puedo, vos omilmente suplico, que á ca-
do uno se dé segimd verdad testimonio de lo
que en estas armas fecho haga.»
Los jueces concedieron de buen grado
cuanto se les pedia, y mandaron al punto que
los escribanos llenaran desde luego los deseos
de aquellos caballeros.
Al siguiente dia levantóse el campo , y los
mantenedores del paso, coa los nobles y mu-
cha gente principal, pusiéronse en camino há-
cia la eórte do León, en donde fueron recibi-
dos con grandes fiestas y regocijos.
Para poner fin á este articulo, y como com-
plemente á lo dicho en él , nos ha parecido
muy curiosa la ioserciou de los dos documen-
tos siguientes. £1 primero es el cap. XXII de
las Ordenanzas de la drden du caballería de
la Banda, que en 1330 instituyó el rey de Cas-
tilla Alonso XI, cuyo original se conserva en
el archivo de la villa de Brloues, y el segundo
el Ceremonial ú Sumario de batalla á iodo
trance , escrito 'en lemosin por los años
de 1470, documentos ambos no muy conoci-
dos y dignos ambos, asi como la relación del
Paso honroso, de figurar en lá Enciclopedia.
He aqui el primer documento:
Capítulo XX1L Que habla de los ordena-
mientos de los torneos. «Decimos que la pri-
mera cosa que deben facer los fieles qaando
los caualleros quisieren comenzar el torneo
que an á catar las espadas que las non trayan
agudas en el tajo nin en la punta, si non que
sean romas, ^et' eso mesmo que caten que non
trayan agudos los arcos, de las carelinas; et
otrosi que tomen jura á. todos los caualleros
que non den con ellas de punta en ninguna
guisa nin de rebes el rostro, et otrosi si algu-
no cayere la Carolina ó el yelmo que! non den
fasta que la ponga ; et otrosi si alguno cayese
en tierra que el non estropellen, otrosi bardes
de decir los, fieles que comiencen el torneo
quando tannieren las trompetas é los atabales,
et quando quieren lamiere! annaftl que se re-
tiren fuera, é se recojan cada uno á su paite;
et otrosi decimos que si el torneo fuere gran-
de de muchos caualleros en que aya pendones
de cada parte, et se ovieren á trauar los cana-
neros los ynos de los otros para se derribar
de los cauallos, que los cauallos de los caua-
lleros que fueren ganados de la vna parte c
de la otra que sean leñados á do estudieren
los pendones, et que non sean dados á los ca-
ualleros que los perdieren fasta que sea el tor-
neo pasado, et oírosi decimos que desque fue-
re pasado el torneo que so detien ayuntar to-
dos los fieles é decir é escoger por la venial
que son temidos de decir asi como fieles so-
gunt su entendimiento qual cauallero ovo la
rnejoria del torneo, también délos de una par-
te como de la otra, porque deu prca al vn ca-
uallero de la vna parte é al otro de la ulra,
quo fallaren que andovicnm y mejor ó si fuere
e! torneo de treinta caualleros ayuso decimos
que aya y quatro fieles de la una parte ó otros
quatro de la otra; ct si fuere de cincoenla ca-
ualleros ó dende arriba que sean de lio de-
les de la una parte et otros de bo de la otra, el
si fuere el torneo de cient caualleros ó mas,
que sean doce fieles de la vna parte é otros do-
ce de la otra.»
El libro lemosin es como sigue;
Jesús Curistiis,
Sumar i de Batalla á Ullransa, fet per Mos-
sen Pere /ocm Ferrer, Cavaller.
Anligament s'a tractat jots diverses formes
de Batalla á Ullransa, d' on s' a seguit que en
cascun Regne s' a fet Leys estranyent en cerls
casos é no allres tal Batalla concentirse. lí' com
fentre Cavallors servar nos' sia pogut que seis
per aquells s'e bagues á combatre, per ser mes
1' avismo lur inclinat ab armes, quo en altra
manera lur diferencias aclarir s'a pres entra
aquels en costnm qui vuy te forsa de Ley per
boa tal Batalla entre aquels es permesa no
otorgan! per aso liberlat ais qui sens licencia
de lur' Princep combatre no poden mes en
aquells á qui es concernida. E' per que en los
actos de Gavalleria es lo mes principal é pus
honrat aquest do Batalla l! Itransa miran! jo malJ
tas Leys, practiques é costums qui de aquelle
tracten lie volgut fer un breu Sumad truclanl
de aquella no presumint com autor les coses
dites á mi tribuirse degnen mes com aquoll
qui ab traball miran! les acles pasáis brennient
be posat lo que'm par á tot Cavaller ser nece-
sari. lí' per co aquest tractat haurá non Suma-
mari de Batalla de Ultransa. la correcció del
385
TORNEO
386
cual si falliment hi hauvá remet en aguells qui
jier la gran esa de lur entendre áper sa espe-
riencle de tais actes s'esguarde,
CAPITOL i.
Com Batalla se ka de tractat per páranles
de present, é per müga de Cariéis.
Tola Batalla a Ullransa se ha de tractar per
paraules de present ó per mitga de Cartels.
Per paraules de present ha de ser en aquesta
forma díent un Cavaller á altre vos me haben
fiillit en tal cosa é direu eri quina manera. E
laltre deu respondre 3ous' dits que non dien
ver ó nicñliu segons la calitat del crin imposat
seas pus ni mes. E aquesta resposta de men-
li ncs eomplida satisfacció en acte de traició é
del major surs al menor. E-no afretúra dir
Jáis' lio delendré par Batalla com sia cert tot
Cavaller qui projuou Batalla formant querella
ab qualsevolnom es requeridor per quant es
actor de aquella é sens neeecitat de honra sua
Irada é promoit la Batalla. E axi com lo To-
cable de mentir satisfa á tot creiu imposat.. E
axi lo vocablo de Batalla formant querela es
ile tanta forsa que lo qui primer lapromon.es
actor de aquella 6 -per so requeridor. '
capítol ir.
Com lo qui inculpa á allre es oblígat en pr.o-
var lo crim qui li posa.
Loque inculpa c- repte á altre es oblígat á
provar per Batalla lo crim qufli posa no po-
dentse provar en altre manera, com Batalla no
tinga loe sino endefallsnient de prova. E per
so com lo tráete de Batalla ab paraules de pre-
sent dea lo reptador lensar gatge al reptat en
senya!: delals paraules de que l'inculpa, lo
cual guatge lo raplat no deu pendre fnís son
acorts de querela perqué seria oblígat á com-
batido perqué aquell auvia dooat lo gatge;
mes com son de acorts de querela á tal hora
lo reptat lo deu acceptar é teñir ñns á la torna-
da que son compareguís en la lit aon aquell
(lia lo Bey d'Armas lo den pendre é reslituhir
sa aquell al reptador, Ver es que posat per pa-
raules de present ells sien de acort é lo gatge
daté acceptat es necesari. per cartels entre
ells fets aparega lur querela é concordia - de
Halaba é lo divisar de llui's armes á íi que
aq u el 1 qui iTá á cercar la plasa pnga mostrar
al Jutge'la causa de la Batalla é la concordia
de aquella, car ningún Princcp, Bey ó Senyo
no ácosluma dar loe á tais actes sens que no
Tage lo Procos fot euire aquells qui combatre
volen.
1194 BIBLIOTECA POPULAR,
CAPITOL m.
Com no apretura gatge com per mitga de
Cartels les Batalles se tracten.
Com por mitga de Cartels aqüestes Batalles
,se tracten aquelles hores no' y afretare gatge
car los Cartels signats de lur ma é segellats de
lur Armes fan eomplida fe, los quals Cartels
han eser partits per A, B, C. Signat é segellat
com ja es dit é tramesos per oGeials d'Armes
é en defallimení d'ells per trompeta los qúals
han de fer verdadera relació, esenilii per lur
otici tinguts é obligats.
CAPITOL iv. .
Del orde que lurs Cartels deuen teñir.
L'orde deis Cartels ha eser lo mes breu
que's pnga ab paraules limitades posan lorep-
tador la querela sua clara é afermetiva dient
!o reptador: Yo dic que Vos mehabeu fallit en
tal cosa é te a dir lo falliment qual es é en
quina forma fuá fet. E lo reptat den respondre
Vos no dien ver ú mentía segons 5a caiitat del
crim imposat. Les altres páranles en le cartel
posadés deuen eser á mi semble ó per tal co-
sa á ti que lo reptat no puga mudar querela
sobre alguna páranla dita afirmativa majorment
si aquella tal era de mes importancia que no
la de ia querela de qne tráete: E son de paper
alguns que si dos letrejanse están en deferen-
cia sobre una querela, si per ears parlant sur- .
ten en attra, no's poí mudar ni partir déla
primera si dones no será de major importancia
á tal hora lio pot fer com á cosa mes necesaria
á la honra sua é perqué lo major cars pre-
cehep lo menor. Ver es que son alguns de pa-
rer si deu quant pot mesclar, la primera que
mes honrada cosa es perqué mostra que en
aquella te veritat é que'stá ferm' en un propo-
sit é no manda sino per necesitatde major cars
mes aso fase ell si li fa al fet é no en altre
manera car moltes voltes se seguex que hom
no te bona querela en la primera é ab contra-
rietats de paraules ne surt alguna altre com es
dit qui' es major importancia y en aquella hom
la te hona, y es gran discreció en tal cars mi-
rar tot son avantatge.
CAPITOL V.
Com en Cartel de Batalla no's deuúesmen-
iir sino per la sola querela.
Son alguns de parer que en Cartel de Ba-
talla no's deu desmentir sino per la querela ó
per cosa major d'eila, per cuant lo desmentir
te tanta forsa que si algn es incufpát de trai-
ció dient mentía es eomplida satisfacció é per
so es vist que la desmentir importa tant ab sí
qne sí algu clesment l'altre fará la querela
aquel tal pot dexar aquella é formar querela
T, xxxiii. ¿5
387
TORNEO
388
nova de aquella cosa perqué lo desmentiment
es fet, ó per lo desmentiment com á infamat
de mentiros.
capítol vi.
Com tot Septat es defenedor.
Tot reptat es defenedor é te do son dret
per antigás Leys é Costums divisar la forma de
la Batalla, so es á pcn 6 á.caval é los armes,
é cercar Jutge gni'ls tinga la Masa, ó ha facul-
tat sis'vol de dónamelo earrech al requiridor.
CAPITOL VII.
Com deuen eser divísenles les Armes.
Tot Home qui divise Armes les deu divisar
que sien ofensives pera si é defensives pera
si, car altrament no son ditas Armes. É feta
diferencia en la segona Partida de Espanga que
les defensives propiament no son ditas Armes
ans se anomenan armaduras. É son aquestas
las que'ns vestim é ns armám per defensió de
la Persona. É acerca de asó es dit que asi com
en lo divisar deis senyals c, bandera sont, ú
cota d'Armes qui son les lnsinias deis cava-
llers guanyadas per fets d'Armes. Un sol co-
lor no fa divisa ni senyal asi en lo divisar de
les Armes com de combatre cors Icors no son
dites Armes sino son divisades de ofensives é
defensives. É per so en lo divisar de aquellessc
deu mOlt entendre que aten lals> quals eser
deuen é tant cavallerivols com fer se puga, car
: 1 rament ían gran earrec á qnl les divise per
qnant asenyala no volver Batalla, car qui Ba-
tirla vol deu divisar lo que es rehonuble é
pirtinent per atal acto, so es posar querela
psrtineut, Armes rehonables, é Jntge compe-
tent tant per esercregut, com cucara perqué
mes facilment Iiagen Jutge qni'ls tingue la
Plaia, car com los Princeps o Senyors vciient
cf lio la forma ab que anen á combatre es deso-
nesla é foi'a de'stil per algún desordenat divi-
sar d'Armes ó per querela Civil ó desrabona-
ble no volen donar loe ne otorgat aquella, 6
asi' á culpa de tal la Batalla se alargue é'sdila-
1e lo que enien á senyalar aete com es Bata-
lla á Ullrunsa se deu molt atendré. É son al-
guna de parer tais Armes no deuen ser accep-
ladcs, car aceeptar lo que es molt difícil de
fer es voler pendre temps sens fer acte de
fet, Ver es qneposat aso sia dit ellas se deuen
accc|jlar per no metre en ningún duple ne
perill la Honra.
CAPITOL VIII.
Qual arde deuhen teñir aqudls qui son, en
diferencia de, requiridor á defendedor.
Son de parer algñns que si dos lelrcjantse
stan en diferencia de requiridor ó defendedor
no podentse concordar deuen pendre lo Pro-
cés de lurs Cariéis é cercar Jutge qui'ls acla-
resca la tal diferencia é que aquel males los
tíngala Plasa perqué no's hage á perdre leai-
ps en cércame altre.
CAPITOL IX.
Com vengú deu dar temps al altre eu fon
scriure.
Estant dos en cariéis de Batalla dcgt'i no
deu donar temps al altre eu son scriure, si
dones no era de tal edat que perdés en la dis-
posició ó si habie entendre en menors empre-
ses de que per aquell fet stigués empatxat, car
por les majors cada ha escusat reste.
CAPITOL X.
Qital ordu deu teñir Coqui te á cercar é tra-
bar. Jutge y Plasa.
Com son de acort de querela lo qui te lo
carree de cercar la Plasa deu demanar aquella
si es acte de traició, ó de fe a son Senyor na-
tural, si es per altre cars á Senyor strany feut
sa diligencia ell eu persona 6 trametrerbi al-
tre qui sia altre ell mates eu cercar aquella
dins spay de sis mesos per stil d'Armes acus-
tumats de donar; é si aquella R es denegada
peq algún Princep ó Senyor scusantse per al-
guna causa 6 rao, en tal cars deu suplicar lo
Senyor qui aquella li dessega 11 vulla donarla
rcsposla en sbrits, dient la causa perqué aque-
lla no' ls conceut, la cual resposta age auten-
ticada é treta en forma ab son Segéll per ea-
ler segellada á ti que si dins lo dit temps aque-
lla hagut no haurá puga per los actes mostrar
baberfet sa" diligencia. E si pasará per alguna
Ierra de Senyor qui puga tenir Plasa y aquell
tal seráabseut fase levar acte, lo qual sen por!
autentie com ell es stat en lo dit loe per di-
manar la Plasa al dit Senyor é que no'l lia
irobat eu sa térra.
CAPITOL XI.
Qué deu fer aquell qui la Plasa aura anuda
ne que deu haber del Jutge qui aquella li
otorga ¿ consen.
É com lo qui cerca la Plasa, aquella ama
aguda, tleu haber del Senyor qui aquellali coii-
cent letra citatoria per aquell ab qui combalre's
te , é un guiatge 6 salconduyt per aquell , é
per totes seseosas, é per tots los qui en la Ba-
talla lo aeompangarán , ó per lo semblan! por
si'malei.x. treinetmrti aquella en temps ab mu
letra sna ; avisanllo, com r.b sa diligencia lia
dat complüinent al que obligat s're, la cual
letra citatoria, ha eser tremesa, ó aportadla per
Rey d'Armes, Araut ó Personan! si ni háurí,
la qual donada ha aíer rclació al qui aquella
TORNEO
39 0
iramét de la qual relació safer actc per mitga
de Kota'ri , 6 aquella ensertar en lo Procés do
lurs Cariéis ó Letres. É si Rey d' Armes, Araut
6 I'ersonaiil no hi hanri en tais caos la den
portar trómpela poriant a!) ell un Notari ab
dos testimonia, é si terse pot, que sien gentils
Horneas, lo quu.1 Notari leu acte de la prcsen-
lactó de aquella ¡ é per lo semblant sia encel-
lada en lo Srocés de Inr Balatla.
CAPITOL XII.
Que den en fer tos combalenst aprés de pre-
sentada la Letra citatoria.
Présenla 'a la letra cilnloria 6 rets los no-
tes demnnl dits, los cabnllcrs qui rómbatrór
teñen prcslnmenl parlir tirant la viude la cin-
lat, ó vila hun lo Senyoriós lia asignada la ■ Piu-
sa aueiil les Persones Ifui; laiil guardadas cuni
terse puga, c per lo semldant los cavaÜers é
armes que portan.
CAPITOL XIH,
Si algún inconvenieni seguía ais combalens
finaitl ú la Batalla que es lo que deuen fer.
Si per c'ars anan los enmbalonts á la Bata-
lla ert jo cania los seguía algún impediment de
mahiltin, ó altee qjualseval do aquell fase fer
ueles auleutics é tan probables com fer se
puxa, irametcnt aquells al Senyor qui'ls te
filáis per á la Batalla, porque sia autenticament
cerlilieat de la causa qui'ls deté en no poder
eser ;i la Jornada, y encara per major cornpll
ment, si fer bo pot, bi trenieta Procurador per
tlav ralio de tot son eser no moventse james
ilel loe bont lo la¿ inconyenient U es seguit,
si dones no aeostanse a la ciutat ó Yila lion la
1' lasa li es asignada.
CAPITOL XIV.
Que deuen fer ios Combalents quant arriben
en algún loe círcxtmvehi pres del loe hont los
es asignada la Plasa.
Com los Cavallers serna arribáis en algún
loe circumyehi profs de la Ciutat ó Vtla bont
los es asignada la Plasa den cascií per, si en
arribaut tremetre un Oficial d' Armes si aquell
tindrá d sino alguna Persqua principal al Se-
nyor qiü la Plasa los ba donada certiflcantlo de
delavtnguda soplicant á sa Senyoria man li
sia donat aposentament per ell é sa Gent, per
que encontinent pnga entrar en la Ciutat ó Vi
la hont lo Senyor los ha asignada la Plasa.
CAPITOL XV.
Que es lo que deuen fer los Combatents com
son arribáis en lo Loe hon lo Senyor los ha
asignada la Plasa.
Com los dos cavallers será arribáis dins la
Cinlut o Vila hon lo Senyor será deuen infor-
marse quL son los Oficiáis é grans Homens pus
favorits de Rey ó Senyor, é parlar abs aquells
tiruntlos á sa voluntat qnaut puga, é perqué lo
qni ha liagut la Plasa de rao deu haber y ha
pi'eccbir cu guanyarse aquells. Lo qui derrerá
la Batalla ve deu dir cutre les altres coses,
coui ell los te per tant Nobles é valents Cava-
lies que no eren que per eser vingut primer
fon "Adversan é nomenaullo clls falgucsent un
res á la honra sua, ans per la fama que ha oit
dul rey ó Senyor é deis conlia tant de lur vir-
tut com faria per pensament deParents é Per-
dones á cIL raolt acostadas. Aso sia dit 3egonts
la eondieió deis Uomeus proporcionaut las
paraulas segons la Granosa c stlma de aqi.ells
é axi'ls demana- de gracia en en tot é per tot
lo vullan, aconsellar é haber la honra sua per
recomanada aixi com ell faria per ells 6 per
qunlseval dell senlitab semblanls maneras é al»
tres la voluntat de aquells.
CAPITOL XVI.
Qual orde deuen teñir los Combatents, y qw
deuen dir com venen á fer reverencia al Se-
nyor qui la Plasa los ha eoneentida.
Asignada la hora per venir á fer reveren-
cia al Senyor, fasa cada hu aquella segons la
eondieió del Senyor, qual será veniut devant
la Senyoria sua ab cara ferma é ha cotinensa
s'forsada, é si lo Senyor es tal que hage me-
nester turcimany suplió aquell que li do de
anar lo cual digne tres cosas, la primera com
ell es aqui^ier ferli reverencia, é regresia ¡i
Deu com li ha fot gracia de doDarll causa de
veiire un tal virtuós y famós Rey ó Senyor lo
qual tota sa vida bahia desitjalveure per lá sua
gran lama de sa molta vlrtut é cavaUeria. É lo
qui agut la Plasa, regraciad! la mercé qni li
lia feta de concentivli aquella. La segona que
ell comparega devant sa gran Senyoria com á
citat á Batalla per ell faedora ab tal é per qual
soplique sia de mercé que sa comparado li
man eser fet é liurat acte autentic.é perpet-
nal memoria é testimoni de veritat. La tercera
que protesta que en cars lo Cavaller qui l'fa
comparerli fális del que per sur letres ó Car-
iéis, é concordia, é en altre manera li perlanga
proteslant en aso temps alguno li incorrega ó
de asso aximatex requerirá lisia fet é liurat ac-
te publie é aquell é tots altres actes qui fas en
á consérvame de la honra sua hage en públi-
ca é autentica forma, é aso fase cada tni d'ellí
segons la obligació en que será.
TORNEO
CAPITOL XVII.
Com se han de comportar veyentse los Com-
batents.
Estant en la Giutat hont los es asignada la
Plasa los Gavallersqui á corubatrer teñen, ma-
jorment en la Cotí del Rey ó Senyor ans de la
jomada de la "Batalla veentse la hu al altre se
detieti saludar ab continensa alegre é s'forsa-
da per mostrar que te alegría de la compavició
de aquel per venir á eonclusió de Batalla.
capítol xvm.
Qual arde deu teñir lo requiridor si es re-
questde Concordia ab son adversar i.
E si lo Rey ó Senyor ó per qualsevol altre
persona era traetat entre ells combatents con-
cordia alguna ó compromis, axi fora la Batalla,
ó com diüs la Batalla prohibintse per lo Jutge
la Batalla, lo requiridor no M deu dar loe,
com sia obligat á dar fl al que comeiisa é non'
püt esir konradament sino fa otorgat al dete-
nedor lo de que 1' inculpa ó I'mata per quant
te facultat, si lo .Tutge que lo request haurá
agut, sopren, de liaberne altre. O'si ell n'a
pres primer lo carree es en culpa sua , sino
l'agat tal que lidex la Batalla venir á C E
per so deu molt guardarse cada bu ans de re-
querir de Batalla á que s'obliga, car molt es
gran la obligasió en que lo requeridor se pasa.
CAPITOL XIX*
Sí lo defanedor es request de la matexá
' Concordia que deu fer é dir.
E si lo defenedor es request de la matexa
Concordia, la sua resposta deu eser com el es
aqui demanat á Batalla pertalqui l'h'a request,
é axi te donar execució á la Batalla, - com de
metre aquella á tota lur diferencia á conexen-
sa'ell es prest, seguiníse la voluntat del qui
l'te request axi de femé conaguda com de
combatre.
CAPITOL XX.
Si lo requisidor se concordaban de metre sa
diferencia á conaguda, que deu fer lo de-
fenedor.
E sí per. lo Senyor. Jutge ó per altres lo
requiridor se concordaba de voler metre la di-
fenencia á couéguda ó en poder de algu deo
lo defenedor eser coucert de seguir aquel com
á ell en quant es request no li pot seguir
carree
CAPITOL XXI.
Si's concordaban los combatents de metre lur
diferencia á coneguda, é diferien der for-
mar primer, si es carree al defenedor fer-
mar primer.
E posat se concordasen de metre lar dife-
rencia á coneguda é diferisen qual de les parís
fermarian ó parlarían, primer, en tal cars ao
es carree ni inconvenient algu que- lo rcquesl
ferme ó parle primer, protensíanl que res que
en tal cars per ell dit, promes, ó ferraat sia,
no vaja per dit, promes, ni fermant (ins á tau!
que lo requiridor haja dit, promes ó fermat.
CAPITOL XXII.
Com tota Batalla te tres temps.
E perqué tota Batalla á Vetransa lia tres
temps, la ha en lo qual lia eser compareguts;
L'altre lo dia en que es asignada la Batalla;
L'allre la-hora para combatre, deu lo requiri-
dor arribant dinslo temps en la part hont li es
asignada la Plasa suplicar lo Senyor que li
asigne lo dia para la Batalla, car de stil é cos-
tura es que posat siau citat per lo Jutge asig-
nantvos Jornada, que siau. comparegiit perá
la Batalla sempre lo Jutge apres^que los (lava-
üers son arrihat al Regué aquella per metre
en orde lo camp é les coses que per á la jor-
nada de la Batalla son necesarias. E per la
semblan asignat lo dia de la Batalla vos asig-
ne la hora que haheu á esser en lo Camp pera
combatre. Ver es que posat los Jutges molíes
voltes aso practiquen, ells no poden de' justi-
cia prorogar, ni alargar la jornada déla Bata-
lla sino essent los dos Combatents compare-
guts é presents ó per temps molt curt, car
aftrement es fet en gran perjuy en aquel) s. E
per so com tal prorogació es felá á cada lili
deis Combatents deu requerir é protestar al
Jutge dal perjuy que li fá alargant la Batalla
mes del terme asignat fentne casen levar acte.
CAPITOL xxni. i
Com ans del dia de laBatallalos Combatents
deuen elegir lurs Padris.
Ans de la jornada dé la Batalla los Comba-
tents deuen elegir lurs Padris so es dos Cava-
llers s'perimenfats en Jets d'Armes qui'ls
aconsellen en tot lo que es necesari per la Ba-
talla.
CAPITOL XXIV.
Com deuen venir los Combatents á la hora
del Combatre.
• Venint los Combatents á la Plasa deu ve-
nir primer lo requiridor porlant cada Im so-
393
bra la persona saa mía cofa de ses Armes ves-
tida, e una Bandera de ses Armes devant- sa
Perspna, é devant la Bandera un standart de
divisa poríant aquellas dos gentils homcns, é
si Bey d' Armes, Arant, ó Personant hi aura,
per lo semblant úcu anar. devant la Persona
]ur Je de entrar lo requisridor per la porta
de Camp qui sta á Orient. Semblant orde ha
de teñir lo defenedor en lo venirsen a la llssa,
sino que le entrar per la porta qui es á Deci-
den!. Lo pavaló del requiridor den star ala
part dreta del Jutge, é lo defenedor A la siuis-
Ira. Lo Jurament te á fer primor lo requiridor
sferraulivament aflrmant la querela sua é lo
defendor per lo semblant te á pirar sens con-
úiciú alguna afermant lo eonlrart. ,
CAPITOL XXV.
Conclutní la forma del Camp é la fi del Su-
mar i.
La forma del Camp lia eser segons cascun
Senyor en sa térra acostuma car jo trop una
forma del Rey don' Alonso de Castella el de-
sé en la Setena Partida de S'panya en lo tito!
tercer qui tráete deis Reiptos sobre aeíe de
(raició, é de altre, que ordena que los faels
asenyalen lo Camp é l'aniollenon roostrantho
ais Cavallers perqué enfangan é sapian per
quin loo son los Mollons. E' aquest Camp es
sens nenguna clausura. Trobe per lo semblant
que lo Rey pn Pero d'Arogó cri acte de traicid
édefé rornpúda ordena altre forma de Camp
é apest ab clausura cobrada de país, feta é
doblada de tres paíenes sots certa mesura ab
son eadafal alt posat en la andana del Campo
segons largament er> la dita Ordinació es con-
tened. E' per lo semblant en Fransa é en Ají.-
glelerraab clausura combaten. É' perqué aqües-
tes cases tota vegada fer no's poden ab la ce-
rimaniá deguda, aus segons lo loe é tenjps
s'ba de practicar, par A mi que tota votta que.
fer se pot le Camp dega esor fet quadrat é de
tres palencs doblat per mesura perqué silgué
ab l'orde que's don é á tota seguretad deis
flombatents ames perqué la forma del se s'guar-
de al fulge de la Batalla é no ais combatents,
dexe al carree del Senyor qui la Plasá con-
cent la ordinació d'aqpell. Sois lie volgut dir
aquellos coses qui m'an ocorregut quant at
s'gnart deis Cavallers per informació det-órde
que deueu teñir tractant de Batalla á Vetransa
tos i la execuciú do aquella. Lo restantremet
ála virtut é animo lur é ai ben obrar de ses
mans per hon lo premi de la vicloria s'al-
cansa.
¡TORRERO. {Tnonalogia.) No puede formar-
le dea del arte del tornero sin un prolijo tra-
tado ageno de esla obra por su naturaleza y
s¡a una abundante colección de láminas. Es
ana de los mas útiles y frecuentes, porque
ademas de constituir por sí solo una profesión
°ra para tornear la madera, ora para el bronce
394
y oíros metales, es una parte muy importante
de otras artes, entre las cuales citaremos el
relojero, el maquinista, el sillero, etc.
La herramienta principal de los torneros es
un aparato conocido con el nombre de ionio,
del cual hay muchas especies, siendo las prin-
cipales el torno de puntas y el torno at aire.
En el primero la pieza que se tornea está
stijela entre dos puntas aceradas y sostenidas
por dos piezas llamadas muñecas susceptibles
de acercarse 6 alejarse según sea necesario.
Para estaclasede tornos basta un corto número
de herramientas que consisten generalmente
en cinceles y puntas de diferentes especies.
En el torno al aire la pieza solo esta ase-
gurada por una de sus estremidades sobre el
árbol, que ademas de girar cireularmente, pue-
de tomar diferentes movimientos simultáneos
para que los objetos reciban las formas apete-
cidas. Los instrumentos usados son numero-
sos , asi como es inmensa la categoría de ob-
jetos que pueden labrarse , por lo cual aconse-
jamos quu se consulten los tratados especia-
les. Consignaremos aqui tan solo una cosa de
mucha utilidad para los torneros, y de la cual
no se suele hacer mención en los libros dedi-
cados al arte.
» Sabido es quelas herramientas del tornero,
por lo mucho que trabajan , deben adiarse á
cada paso .en una muela á propósito. Ofreco
esla el inconveniente de usarse mas por un la-
do que por otro , y esta circunstancia obliga á
redondear la piedra con frecuencia. Habiéndo-
se observado que el desgaste es debido at es-
fuerzo que hacen involuntariamente las manos
cuando el pie pisa la calca de la muela , se ha
remediado el inconveniente adaptando al eje
una rueda de 21 dientes que engrana con otra
dé 20. 151 manubrio se aplica al eje de este , de
cuya disposición resulta que cada pisada déla
eájea no coincide con el mismo sitio de-la mue-
la sino A cada 21 vueltas, después que todos
los puntos de la circunferencia han estado so-
menlidos por igual á la diferencia de presión.
Una muela con esta modificación estuvo traba-
jando sin necesidad de ser redondeada , hasta
llegar á perder con el uso seis pulgadas de diá-
metro.
Aconsejamos al aficionado y al artista que
consulte las obras siguientes:
Plumicr; E! (tríe del tornero, ITiO.
Uergcron: Manual del tornero, 3 tomos en i. o con
muchas lámina:.
Paulino Dcsormeaux: el Arte del loriare, 3 lo-
mos en tí, con atlas.
Dfisalles: Jíanual del tornero, de la colección
Itoret, -2 tom. un iS, con láminas.
TORNIQUETE. {Historia natural:) Especie de
coleóptero penlámero, de la familia délos car-
niceros y de la sección de los hidrocánlaros,
llámase también pulga acuática, y es el gyri-
nus natator {de L., notable porque se le vé
describir incesantemente círculos dentro del
agua.. ' •
TORNEO— TORNIQUETE
305
TOROZON
395
TOROZON. (Medicina veterinaria.) Dolor .
ajado en el vientre que da á las bestias, "se-
mejante al que en los racionales llaman cólico.
Procede de diferentes causas, y es por esta ra-
zón de varias especies. Hay torozones vento-
sos, de indigestión , de agnafria,- de bezoar y
rojos. De cada especie vamos ú tratar por se-
parado.
1.° Torozones ventosos,^ Las causas comu-
nes de esta dolencia son las malas digestio-
nes , la putrefacción , la fermentación de los
alimentos y el calor que desprendiéndose de
ellos, enrarece el aire. A estas causas puede
agregarse la relajación de las libras délos in-
testinos, en cuyo caso no tienen estos bastan-
te fuerza para expeler los vientos. Los sínto-
mas, 'ó 'mejor dicho los cfeclos de la enferme-
dad, son dilatación de vientre, dificultad en
respirar, latidos en los ijares, Humanización
en fin.
Ésta enfermedad, cono ciclaba rabien con los
nombres dé memorización ó indigestión me-
fítica, no es , otra cosa que una indigestión
acompañada de hincbazon de vientre, produ-
cida por la dilatación de ¡os gases en el estó-
mago del animal. A. ella están casi únicamente
expuestos los herbívoros, y íes síntomas con
que se presenta son distintos según lu especie
■i que ellos pertenecen.
En los rumiantes suele esta enfermedad
manifestarse por primavera , sobre toda des-
pués de lluvias ó de abundantes rocíos, y á
consecuencia de haber comido cierta cantidad
de trébol ó de alfalfa en, verde antes de su
completa fermentación. El centeno, las pata-
tas, los nabos, las coles y otras plantas de la
misma especiepueden también determinar esta
dolencia; pero lo hacen menos frecuentemen-
te. Esta enfermedad, que muy'amenudo apare-
ce antes de haber acabado el animal de comer
las sustancias que la ocasionan, empieza por
producir hinchazón en toda el arca del cuerpo,
y mas particularmente en el ¡jar izquierdo.
A medida que aumenta está hinchazón vese al
animal alargar el cuello, respirar con trabajo,
" abrir los sallares y la boca, ponerse triste y
cabizbajo, y quejarse. A complicarse coa eslos
síntomas viene lue^o lo bajo del pulso_que á
veces llega á hacerle inexplurable; y por últi-
mo , si. desde luego no se cuida de poner re-
medio al mal, vese al animal atacado de él agi-
tarse , bambolearse, caer asfixiado al suelo y
morir enmedio de horribles convulsiones , ar-
rojando por la boca y por tas narices una can-
tidad mas ó menos cunsiderable de materias
alimenticias. Veces hay en que es talla rapidez
con qne se suceden estos síntomas que tres ú
cuatro horas , y muy frecuentemente menos,
bastan para producir la muerte.
De ganado lanar se ha visto á mas de una
res caer estando pastando, y morir sin que ha-
ya tenido el pastor tiempo siquiera de adver-
tirlo.
El tratamiento para este mal consiste en
administrar medicamentos capaces de absor-
ber los gases, como son bebidas de agua sala-
da, agua de jabón, de legia do cenizas, de
snb-carbonato de potasa ó do sosa, y sobre lo-
do álcali volátil , cuyos buenos cfeclos pan
hacer desaparecer inmediatamente la hincha-
zón, son conocidos, administrado eii dúsis de
una ó tíos onzas para uñares mayor, y de
dos á veinte y cinco gotas desloidas'en su cor.
respondiente cantidad de agua commi para
una menor. El éter en doble .dósis y mezcla'
do con agua' fria, puede convenir lambien;
pero el remedio mas eficaz de todos es el qne
aconseja Mr. Cuortot, y consiste en una cu-
charada de cloruro de potasa líquido cebado
en nna botella de cenizas. Este remedio, ü no
produjese efecto la primera vez debe repetirse.
Otro medio hay que á veces, y en caso de
no surtir afecto aquellos, conviene emplear.
Consiste este eo introducir hasta el rumen del
animal por la boca y el exófugo, ya una sua ta
de alambre retorcido en forma de espiral y
forrado de cuero, ya una vara larga y flexible.
También se consigue hacer á los bueyes es-
petar los gases por la boca, levantándolas k
cabeza, ó metiéndoles en el tragadero un pu-
ñado de sal, á fin de escitar el movimiento de
las mandíbulas, y apoyando al mismo íiempo
con una paleta de palo sobre la parte superiur
de, la lengua. Este mismo efecto suele obte-
nerse con las resés lanares, apretándoles sua-
vemente en los ijares con las manos. Y por
último cuando la timpanizacion entra con sín-
tomas alarmantes y hace temer sofocación, «
indispensable, recurrir á la punción de la paa-
za; operación qúe se práctica introduciendo
en el ijar izquierdo un punzón ó simplemeiilc
un instrumento cualquiera punzante ó corlan-
te. Hecha en tiempo oportuno, la punción es
el medio mas eficaz y mas seguro de atajarlos
progresos del mal.
De los solípedos, el animal en quien mas
particularmente se manifiesta esta enfermedad
es el caballo. Son causas principales (le ella
la alimentación de este cuadrúpedo con plan-
tas leguminosas en verde, y las indigestiones
producidas por las orvejas, las babas, los gui-
santes ó el salvado. En sus síntomas, en su
marcha, y en su terminación presenta esta en-
fermedad en el caballo las mismas circunstan-
cias.que en el buey. En su tratamiento tam-
bién hay bastantes puntos ele semejanza.
Para su curación será bueuo administrar
bebidas estimulantes , aromáticas ó etéreas, ó
bien compuestas de álcali volátil ó de. agua de
cloruro de potasa. A estos medios que por su-
puesto solo pueden dar resultados cuando la
enfermedad está poco desarrollada, hay nue
agregar las friegas y el ejercicio al paso, pe-
ro cuando los síntomas del mal "son muy in-
tensos, conviene sustituir las bebidas mucila-
gibosas, las fricciones con esencia de tremen-
tina y hasta la sangría , si hay señales de in-
flamación intestinal. En la especie caballa'
397
TOROZON
rara vez produce buenos efectos la punción,
5," Torozones por indigestión. De esta
enfermedad suelen ser atacados los individuos
de la especie caballar, y de ella puede inferir-
se q ue padecen cuando, después de haber co-
mido ipiicho grano, patean, se agitan y se po-
nen tristes, alargando de cuando en cuando la
cabeza y resollando con dificultad.
En tal caso no hay que sangrar al caüallo,
por lémur do que.se ie disminuyan las fuer-
tas digestivas, y de ésponerle á morir sofoca-
do; al contrario, se le dará una onza de triaca
desleída en medio cuartillo de vino bueno; ha-
ciéndale tragar después en abundancia ou co-
cimiento emoliente, y se le echarán algunas la-
valivas de lo mismo terminando la curación con
tina lavativa purgante, compuesta de cuatro
onzas ile pulpa de caña fistola disuelta en el
mismo cocimiento.
Del éter sulfúrico vitriólico obtuvo escá-
lenles resultados el marqués de San Vicente
contra los cólicos que tan frecuentes son en-
tre la gente del campo, por las aguas crudas,
impuras y selenitosas que beben y por la mala
calidad <ie los alimentos que usan. No tenia el
marqués noticia do que este remedio se hubie-
se aplicado á los animales; pero la uecesidad
iliislra machas veces. A poco de morlrscle de
cóligo por la impericia de un albeitar, un ca-
ballo muy bueno que tenia vinieron á avisar-
le, que en la misma disposición se halla-
ba otro.
Eu vista, pues, de la insuficiencia de los
remedios ordinarios contra estas, enfermeda-
des peligrosas, resolvió probare! éter, y halló
medio de hacer al caballo tragar una dosis pro-
porcionada. El animal, que se revolcaba y for-
cejaba con la mayor violencia, que estaba
sndunflo, tenia las avivas duras é hinchadas,
las orejas frias, y todos los síntomas de peor
carácter, se calmóy tranquilizó en un instante,
arrojó ana gran cantidad de escrccnenlos, y
se salvó. Algunos meses después, una yegua
vieja de labor, atacada de un cólico que no
creyó fuese de la misma especie, aunque te-
nia síntomas muy terribles, curó mhy pronto
con el mismo remedio. Esto prueba la utilidad
del uso del éter tanto en los cólicos de indi-
gestión como en los ventosos. A la mañana si-
guiente volvió la yegua á su trabajo, sin la
menor incomodidad.
La reaes vacunas están con mas frecuencia
«puestas á cólicos qne los caballos, porque
pasando de un alimento seco y poco sustancio-
so a pastos abundantes y húmedos, ó bien dán-
doles con esceso trébol ó alfalfa, sus digestio-
nes deben ser malas. El marqués de San Vi-
cente tuvo, una ocasión de probar el éter en
"u vaca preñada, que tenia un cólico ,y otra
<Hifi?rmedad; y juzgó per su pronta curación
•Militan efeolo de osle remedio, que para los
cólicos de los animales de asías, se puede usar
e¡i cualquier circunstancia.
la dósis que creyó conveniente para cada
animal es cincuenta á sesenta gotas de éter; y
el medio de hacérselo tragar el siguiente.
Hacia atar muy corto al pesebre el animal,
llenaba un cuerno de agua pura, echaba en
una cuchara de mango largo azúcar molido, y
en ella derramaba el éter que introducía pron-
tamente en la boca del animal, lo mas adentro
posible, y al mismo tiempo le echaba el agua
preparada en el cuerno. Obligándole asi á que
tragase el éter, y el azúcar. Pasados algunos
minutos, cuando ya había tragado bien el éter,
le soltaba, y si le parecía le hacia pasear lle-
vándolo del diestro. Al poco rato comenzaba el
animal á arrojar ventosidades ó escrementos,
y volvía perfectamente bueno al establo. De
comer ni de beber no se le daba en tres días.
3." Torozones por haber bebido agua
fria. Sobteviene este mal á aquellos anima-
les que, estando en ayunas ó, sudando, beben
una gran cantidad de agua fria, la cual, obran-
do fuertemente sobre los nervios del estóma-
go, comprime los vasos, y causa en ellos in-
flamación: de aquí proceden el dolor y los
torozones.
Esta enfermedad, que no es peligrosa, se
cura manteniendo el caballo bien caliente, y
haciéndole pasear. Si eu algunos casos no fue-
ran suficiente estos remedios, puede recurrir-
se á Sos que indicaremos para los torozones
rojos.
• 4." Torozones de bezoar. El bezoar es
una especie de bola, ya esponjosa, ya pétrea,
que se forma en los intestinos de los aníma-
les, especialmente del caballo.
En el primer caso se halla formada de po-
los, borra y oirás sustancias análogas, de co-
lor sucio y amarillento, y que en llegando á
cierto tamaño no toman mas grueso, ni rue-
dan en los intestinos. Esta bola es" mas bien
un ügagropilo (véase esla palabra) que un be-
zoar. Eu 1778 halló Rozier una en el apéndi-
ce del intestino ciego de un caballo de doce
años.
La segunda ó la otra especie de bezoar par-
ticipa de la naturaleza de la piedra. Se forma
origínariamenle por una píedrecita que se ha-
lla en los intestinos, y alrededor de Ja cual so
va pegando uu sedimento semejante ni tártaro
de los dientes: esta piedrecita es el núcleo del
bezoar, y á veces se forma por capas sensi-
bles, ya concéntricas, ya excéntricas. Todo be-
zoar existenle-en el canal intestinal, impide á
los alimentos el puso á los intestinos gruesos,
causando el torozón y la muerte del animal.
5." Torozones rojos.. Esta enfermedad no
es otra cosa que la inflamación del estóma-
go y de ios intestinos llevada al último gradó/.
A ella está, mucho mas espnesto el caballo
que los demás animales. El caballo que la pa-
decí oslá casi siempre echado con la cabeza
vuelta Inicia el vientre, mueve las manos, espe-
cialineiile, estando en pie, y escarva la tierra. Si
se echa, esliendo al punto las patas y las mue-
ve; da grandes resoplidos; tiene la lengua se-
399
TOROZON
¿00
ca y caliente, y el pulso frecuente y duró; es-
tá triste y abatido y rehusa todo alimento.
Cuando le tocan bajo del vientre siente dolor en
la conjuntiva y el esfínter del ano, hay infla-
mación, y es raro que no calmándose esta
viva el animal arriba de veinte y cuatro
horas.
las principales causas de esta enfermedad
son íá avena'ó la alfalfa1 comidas en demasia-
ba cantidad; los brevages espirituosos, los
purgantes violentos, las aguas demasiado frins
durante los calores del verano , y la mala ca-
lidad de los Jugos contenidos eii el. estómago ó
en los intestinos,
Para moderar la inflamación, relaxar las
partes inflamadas y facilitar el paso de los me-
dicamentos muciláginosos á los intestinos, el
primer remedio es la sangría,' la cual 'conviene
repetir cuatro ó cinco veces en el espacio de
veinte y cuatro horas, teniendo siempre con-
sideración a la edad y al temperamento del
animal, á la estación , 'y á la especié de en-
fermedad y su gravedad. Las lavativas muciía-
ginosas después de la sangría son sumamente
útiles para disminuir* la inflamación. Tómense
tres libras de infusión de hojas de lechuga, y
disuélvanse en ella tres onzas de nitro- para
ta mas que el buey, y como él se mira al vien.
Iré y escarva la tierra. Cuando el iriat progre.
sa, se queda el 'animal echado, se le. aumenla
la agitación cu el cuerpo, suspira , tiene lai¡.
dos de ijares, y orina y estercola cou dificul-
tad, á menos que la sustancia sea purgante ii
haya pasado a los intestinos.
Las sustancias venenosas introducidas en
las primeras vias de los animales, son-régela-
les, minerales 6 animales. El reino vcgetalesel
que ofrece mas venenos, perode cnalqiüeradc
ellos que sean deben obrar diferentemente en
las primeras que -en las segundrs vias. Se lia
observado que la misma sustancia venenosa
produce síntomas diferentes en cada animal,
pues esperiruentos hechos sobre los vegelalc?
qae se crian en los prados en que al buey al
caballo, a la oveja, á la cabra y ul cerdo, se
han presentado diferentes plantas , se ha ob-
servado que algunas que eran dañosas al ca-
ballo, eran provechosas al buey, á la cabra y
al cerdo, que plantas que comen con ansia eii
primavera, las desdeñan en olúño y que la dis-
posición del animal hace' variar su gusto:
cuando las vacas están criando comen las le-
chelrcznas, y en otras ocasiones las rehusan,
Los bueyes, los caballos y las ovejas despre-
cian las plantas acuáticas, amargas y aeres, ai
paso que los cerdos gustan de muchas acuáti-
úna lavativa, (píese reproducirá cinco ó seis
veces al dia. Si en los tegumentos y en la len-
gua hubiese ardor, se añadirá medía onza de ticas, las ovejas de las aromáticas , y las ca-
cremor de tártaro , sin otro alimento que una bras,- que son mas delicadas , de los cogollos
corta cantidad de agua blanqueada con harina 1 y las flores de las plantas de ios brotes del ro-
dé trigo y que en "disolución tenga una onza ; ble, r"oi olmo y de otros muchos árboles. La
de nitro en seis libras de agua, 6 si con esfo
no calmas'e la irritación, un cocimiento ligero
de raiz de malvavisco en pequeña dosis y ti-
bio. Los alimentos contenidos en el estómago
del caballo , fio pudiendo pasar por el orificio
delexófago, fuerza es que pasen por eí dúo
cicuta mata las vacas y alimenta las cabras,
' et acónito no hace daño á los caballos y mata
1 las cabras. El olor y el sabor de las plantas de-
termina á los animales á escoger ¡as que les
son útiles y desprecian las dañosas , pero m
i todas las que les repugnan son capaces de in-
flamar sus estómagos. Entre las dañosas las
hay que, comidas en dosis medianas, fatigan
deno que es ía porción mas espuesta á !a in-
flamación. El estómago, por lo tanto, sí al ani-
mal se hiciese tomar grau cantidad de fluido, se j á los animales sin causarles la muerte, y otras,
dilataría demasiado, lo cual, lejos de favorecer en corto número, que son verdaderamente ve-
la espulsion de materias, alimentaria la infla- nenosas inflaman sus estómagos y les causan
macion. Reitérenselas bebidas en corla dosis, | la muerte. A esta última clase pertenecen la
y las lavativas mucilaginosas y cuidóse sobre jalapa, la colóquintida , el cólquico, la cebolla
todo de no confundir la enfermedad de que es- albarrana, el eléboro y otras muchas. Es cosa
tamos tratando con el cólico ventoso, y de no ' probada que estas sustancias, dadas en pro-
administrar las.bebidas aromáticas, espirituo
sas y purgantes que arrastrarían el animal á
una muerte violentísima.
A torozones rojos ó inflamación del estó-
mago ó de los intestinos, dan también lugar
las sustancias venenosas.
Luego que nn buey ha tragado una sustan-
cia venenosa, deja de comer, se agita, tiene la-
tidos de ijares, da resoplidos, y se le hincha porción duodenal del estómago del caballo »
el vientre de un modo pronto y estraordinario. del rumen del buey y de la oveja.
A medida que se agrava, aumenta la palpitación- . Aunanimal que coma alguna- sustancia ve-
del corazón, las orejas, las astas y las narices, - nenosa vegetal, adminístresele inmediatameo-
frias al principio, adquieren muy pronto con- te en bebida y en lavativa una gran cantidad
siderable calor, del ano sale á veces una sus-'1 de fluido mucilaginoso, tal como agua blan-
tancia mucosa y sanguinolenta, y se vuelve fre-' queada, melada, cocimiento de raíz de malva-
cuente la orina. El caballo en este caso se agí- visco y leche, ó de aceite común fresco, etc..
porción al tamaño y al temperamento del ani-
mal, causan casi siempre al caballo la inflama-
ción de estómago en el orificio del duodeno,
y al buey y á la oveja en el rúmen , lo cual
prueba que no siempre se deben atribuir los
malos efectos de los purgantes á ¡a demasiada
sensibilidad de los intestinos del caballo ni de
ía panza tlel buey, sino a la inflamación de la
<
401 TOROZOtS
y désele en la vena yugular una sangría mas ú
menos copiosa.
Si el veneno estuviese compuesto de una
sustancia mineral unida á un ácido' como el
arsénico, el álcali lijo ó la potasa desleídos en
gran cantidad de agua melada, descompondrán
la sal metálica, y evitarán sus malos efectos;
c! agua de cal y la magnesia producen igual
efecto,, pero mas lento. Navier, médico de Cha-
tas lia encontrado contraveneno para el ar-
sénico, que consiste ,en una malcrió, que sc-
combina con esla sustancia por la vía húme-
da, la satura, y destruye la mayor parte
desús propiedades. Esta materia, dice Itozier,
os el hígado de azufre calizo o alcalino, amo-
niacal, y todavía mejor el hígado de azufre que
tiene en disolución un poco de hierro. Ver-
lieuáo esta sustancia en una disolución de ar-
sénico, el hígado ríe azufre sé descompone
sin exiliar ningún olor, porque el arsénico se
combina con el azufre, con el cual lince el oro-
pimente ú óxido de arsénico sulfurado amari-
llo y se une al mismo tiempo con el hierro.
Sr. Navier prescribe un drncma de azufre en
media azumbre de agua, que manda lomar á
vasos, A las personas envenenadas, se Ies
pueden dar también de 5 á 6 granos de hí-
gado de azufre seco en pildoras, y encima de
cada una un vaso do agua caliente. Disipados
los primeros síntomas deben usarse las aguas
minerales sulfurosas, las cuates ha manifesta-
do la esperiencia que son útilísimas para des-
truir los temblores y la parálisis, que siguen
ordinariamente al efecto del arsénico y que
conducen á la tisis y á la muerte. Con los ani-
males seria acaso conveniente emplear el mis-
mo método proporcionando la dosis al tamaño
y temperamento de cada especie.
Las sustancias venenosas del reino animal
exigen til uso del ag ua melada; del suero y del
¡ISHá blanqueada con harina de arroz ó de ce-
liada. Si se sospecha que las sanguijuelas son
las que producen los cólicos violentos y los
convulsiones, hágase beberuna cantidad gran-
de do agua salnrada de sal común. En vez de
cnqu'ñarse cu oscilar el vómito, lo cual es
imposible en el buey y en el caballo, debe
Iwcérsélea arrojar por el ano las suslancias
venenosas, impedir que entren en el torrente
Ud la circulación, y moderar su acción sobre
(■'1 estómago ó sobre ios intestinos; pero si han
oscilado inllamacion, duplíquense los cuidados,
sángrese al animal una y mas veces de la ve-
aa yugidar, désele á beber, con frecuencia y
en corla dosis, cocimiento de echada ó de
i'uiz de malvavisco, avivada con una pequeña
cantidad de nilro ó de suero, reitérense las la-
vuiivas mucilaginosas ya indicadas, proscrí-
banse la leche, los aceites y toda especie de
alimentos, y manténgase el animal sin hacer
ningún ejercicio en cuadra ó establo limpio y*
bien ventilado.
De cólicos ó torozones, que padecen al po-
co tiempo de haber nacido, mueren muchos
i 190 UIDLiOTECA VOI'I'fcAIÍ,
—TORSO 402
terneros, y en pocas horas á veces. No habla-
remos aquí del cólico que acompaña un curso
disentérico, y que en algunos años húmedos y
Mos mata muchos de estos animales; de lo
qne hablamos es del cólico sencillo, que debe
atribuirse al uso de la leche ó de otros malos
alimentos.
Si con las bebidas y las lavativas suavizan-
tes y refrigerantes, como el salvado, la miel,
etcétera, no curan pronto, es necesario hacer-
les tomar algún laxante ó láudano, ó ambas
cosas juntas, con 30 granos .de azufre, ó de
sal de nitro pulverizada y mezclada con leche,
lo mismo que el láudano. El azufre se volverá
á dar al cabo de seis horas, y lo mismo al dia
siguiente si, á pesar de haber repetido las be-
bidas y las lavativas, subsistiese todavía el có-
lico. *
TORSO. Palabra con que en escultura se
designa la parle del cuerpo humano llamada
tronco. También se aplica el nombre de torso
á ciertas estatuas antiguas mutiladas, cuyos
miembros y cabeza están rotos. Citaremos en-
tre otros el fragmento de un Hércules, llama-
do el torso del Delveder, que Napoleón agregó
ásu museo, donde permaneció basta 1815. Se
creia que dicho torso representaba á Hércu-
les en reposo, siendo ya dios inmortal en el
monte OEta. La piel de león que está sobre
la peña en que se halla sentado el hijo de
Júpiter y Alcmene, la fuerza, el desarrollo de
sus miembros no permiten duda alguna sobre
el verdadero asunto de la estatua.
Nótase que el escultor no marcó ninguna
vena en los miembros de la estatua, á pesar
de haberla representado con formas1 no juve-
niles y músculos muy pronunciados, Yinkel-
man cree que el artista, con la firmeza -pura
y tersa de los contornos quiso representar á
Hércules dios y no á Hércules hombre. Esla
opinión es muy plausible. Ademas, no fallan
arqueólogos que partiendo de ciertos indicios
juzgan que esa figura deAlcides formaba gru-
po con otra colocada á la izquierda, y sabido
es quela fábula del apoteosis de Hércules ha-
bla de Ilebe, diosa de la juventud, á quien ha-
bía tomado por esposa, el héroe deificado.
El célebre escultor Flaxman quiso restau-
rar en ese sentido una copia del torso y lo
consiguió con tal perfección que nadie al ver-
lo dudaría que el escultor moderno ha repro-
ducido tal cual era la escultura antigua y des-
conocida. -
En la peña que sirve de base al cílado tor»
so, ejecutada. en mármol del monte Pentélico,
hay una inscripción griega que descubre el
nombre del artista escultor. He aquí sn tra-
ducción: nApolania, hijo de Nuator, atenían'
¡se, la hada.» La forma de la letra omega,
que se encuentra en el nombre de Apolonio,
parece indicar una fecha que no ha de ser
muy anterior á los últimos tiempos de la re-
pública romana; y si es cierto que tan precio-
so fragmento se aneontró en Roma, á fines del
T. xtíxiií. 2G
403
TORSO-TOSCANA
404
siglo XV, en las escavaciones practicadas cer-
ca del teatro de Pompeyo,bay Campo di Fio-
re, pudiera emitirse una opinión, la de que
Apolonio esculpió el Alcides en la época de
Pompeyo.
El papa Julio II habia colocado el torso de
Belveder en los jardines del Vaticano, con eí
Apolo Pitia y el grupo de Laocoonte; en esté
parage le vieron y copiaron todos los hombres
célebres á qaieues la civilización moderna debe
el perfeccionamiento de las bellas artes. Sirvió
para los estudios de .Miguel Angel, Rafael, Julio.
Romano, Carracba, etc.
- Cuéntase que Miguel Angel, cuando estaba
ciego, hacia que lo llevasen delante el torso
de Belveder y allí palpaba el suave modelado,
y las formas tersas de tan bello tronco.
«El torso de! Belveder, dice Rafael Mengs,
es completamente ideal; tiene todos las belle-
zas de las demás estatuas antiguas, un loque
imperceptible y la mas perfecta variedad. «
Vinkelman cree que Apolonio de Atenas vivía
en tiempo de Alejandro Magno, y al hablar de
la estatua, dice: «Mutilada basta el último pun-
to, sin cabeza, sin brazos y sin piernas, esa
estatua de Hércules, tal como la vemos hoy,
se presenta, aun para los que saben penetrar
los misterios del arte, con un brillo que revela
su belleza primitiva. No hay figura que es-
prese las carnes mejor que esta. Pudiera de-
cirse que ese Hércules se acerca mas á la bue-
na edad del arte que el Apolo del Belvedere.»
La mayor parte de los estatuarios convie-
nen en decir con' los arqueólogos, que no
existe escultura antigua ejecutada con tan gran-
de estilo.
TÓRTOLA. [Historia natural.) Especie de
- aves del órden de las gallináceas,' familia de
las columbinas y del género paloma. Eñ la ac-
tualidad hay'mncbos que consideran la tórtola
como un género del que es tipo la tárlolaw-
muri (columba türtur de Lin.) Este animal
tiene los mismos instintos y hábitos que el
palomo, se. alimentan del mismo modo y se
rennen también en bandadas en ciertas esta-
ciones. Las caricias mutuas del macho y de la
hembra son bastante parecidas; la misma voz,
ó mejor dicho, el mismo gemido lastimero y
el mismo modo de incubar y criar suspollue-
los. Se lian citado á estas aves como' mode-
los de fidelidad, y por cierto quesentímos de-
( sengañar á los que aun están en tal creencia. El
macho busca sin escrúpulo muchas hembras,
y estas no temen favorecer á mas de uno. Vi-
ven por lo común en la parte mas fresca y
■sombría, délos bosques, y anidan generalmen-
te en los grandes árboles. Se cazan con tazos,
■ redes, reclamos y escopetas.
TORTUGA. (Historia natural.) Lineo reunía
todos los quelonios conocidos en su tiempo
bajóla denominación genérica de testudo. En
la actualidad no se llaman asi mas que lasíor-
tugas terrestres ó quersitos, y aun este gru-
po se encuentra todavía restringido dividién-
dose por algunos autores en cuatro géneros,
que son: tortuga {testudo), píxide [piséis),
ciniscide (cinyxis) y homopodo [homopodus],
Todos estos animales se reconocen por un es-
paldar muy abombado, A veces mas alto que
ancho, y debajo de cuya bóveda esconden com-
pletamente la cabeza, cola y estrcmiilades,
quedando al abrigo de golpes y presiones enor-
mes; las placas son grandes, córneas y no re-
cargadas, y su número apenas varia, contán-
dosc siempre trece en el disco que corres-
ponde á las vértebras y costillas, y de veinte
y tres á veinte y cuatro en la circunferencia.
Las estremidades propias para andar y no pura
la natación rematan en dedos casi iguales, in-
móviles y reunidos por una piel gruesa en una
especie de muñen, en cuya circunferencia se
ven las uñas gruesas, cortas y cónicas. Se ali-
mentan principalmente de vegetales y de al-
gunos insectos y moluscos. En los países tem-
plados se aletargan durante el invierno, Su
lentitud andando es proverbial, y su carácter
es estúpido y familiar al mismo tiempo. 5fl
generación es ovípara y los machos buscan á
las hembras con mucho ardor. Estas ponen sus
huevos, que son pocos, y casi siempre esféri-
cas en un agujero en donde los abandonan, y
parece que no se cuidan de los pequeñnelus.
Las especies ! mas conocidas del género
testudo, sou: la tortuga griega {testudo grte-
ca, de' Lin.), de unas diez pulgadas de longi-
tud con la coraza, amarilla manchada de ne-
gro y una prominencia en el borde posterior
del espaldar, algo encorvada sobre la cola; la
tortuga morisca [chersus iberas), y la tortu-
ga bordada (Ch. marginaius.)
En tas islas del caual.de Mozambique, en la
India, en la América del Sur y en las islas de
los Galápagos hay tortugas mucho mayores
que las de Europa, y suele haberlas que pe-
san de 400" á 500 libras, y que por ello han
merecido los nombres de elefantinas y g¡~
gantes.
TOSCANA. (c n as ducado de) Toscana. (Geo-
grafía.) La Toscana, uno de los principales
estados de la Italia Central, está limitada ¡il
Norte por et ducado de Módena, á el Usté y
Sur por los estados de la Iglesia, y al Oeste
por el Mediterráneo. El actual Gran ducado de
Toscana consta de varios países: la Toscana
propia, ó sea el Florentin, el Siennes ó Pisano,
los Présides, el principado de Piombino, la
isla de Elba y el ducado de Luca (i).
La superficie de la Toscana se regula en
unas 1,100 leguas cuadradas, y su población
en 1848, en 1,700,000 habitantes.
Él Apenino cubre toda la parte' oriental tic
la Toscana y eclia. numerosos estribos sobre
lo demás del pais; está bañada la Toscana por
el Arno y el Ombronc; es un pais fértil en lo
(14, En 18.47 turnó posesión la Toscaua del ducado
de Luca, cediendo á los ducados de MAdena. y far-
iña, T¡vi7,?.ana, Ponlremoli y oíros puntos.
«5
TOSCANi— TRABAJO
406
general, bien cultivada, y que lia sido titulado
el jardin de la Italia. Xo obstante, desde el
Monle-fiirccllo, cerca de Liorna, son sus lito-
rales bajos, pantanosos y malsanos, tul es el
territorio marítimo que se conoce por el nom-
bre de llaremmas.
El ejército toscano es de unos 5,000 hom-
brea.
La marina militar cuenta tres goletas y. al-
gunas chalupas ó lanchas cañoneras; la mer-
cante se componía en 1835 de 793 buques.
Las rentas ascienden á unos 21.0(10,000
de francos.
Divídese la Toucana en seis provincias lia-'
¡nadas compartimento.
Florencia, caneza de partido Florencia,
capital de la Toscana;' Pistoyu, Volalcrra.
Arezzo, cabeza de partido Arezzo.
Sienna, cabeza de partido Siena ,
Gro-selta, cabeza de partido Grosclíe.
Pisa, cabeza de partido Pisa; Liorna, gran
centro comercial, -puerto franco. Piombino,
I'orto-FcrrajQ, capital de la isla de Elba.
Luco, cabeza de partido Laica.
TOTIPALMAS. [Historia natural.) Familia
de aves palmípedas caracterizada por tener el
dedo pulgar comprendido con los otros dedos
en la palmeadura común; alas largas y pico
córneo. Sus principales géneros son: e\ pelica-
no tpeieoanus) , cormorán {phalacrocoraos),
ave (oca (suía), fragata ilaehypeles), anhinga
(piafad), y fietonte iphaeton).
TOURS. [Geografía é historia.) Turones.
Cwsarodunum. Está antigua capital de la Tu-
rena, boy cabeza de partido del departamento
de Indre-y-Loire, fué primitivamente la ciudad
de los turones ó turoni, que Julio César en
sus Comentarios incluye en el número do los
celtas. Bajo Honorio so elevó ,á metrópoli de
tercera ciudad que era en el Lyonés; y cuan-
do el imperio romano de Occidente fué invadi-
do y desmembrado por los bárbaros, cayó en
poder de los visigodos, del cual la arrancó
Clovís en 507. Habiendo sido divididos á su
muerte los estados de este principe entre sus
hijos, tocó Tours á Tierry, rey de Austrasia,
pasando ¡l sus sucesores hasta el tiempo de
Clolario II , que reunían baio su mando toda la
monarquía francesa. Posteriormente, bizo par-
te esta ciudad del reino de ííeusíria , al cual
permaneció incorporada bástala disolución del
imperio de Carlo-Maguo.
Durante ln anarquía precedente, y que oca-
sionó este ruidoso acontecimiento, Thikuid, el
Tramposo, conde de Blois y Chartres, se apo-
deró de Tours , sosteniéndose en ella y tras-
mitiéndola á.sus descendientes. Eu 1044 Tht-
liaml III, que era uno de estos, se vió precisa-
do á cederla con las poblaciones de Clúnou y
l.angey, por valor de su rescate , á Geoffroy
Marle!, conde de Anjou, que lo habia vencido
y hecho prisionero. .Habiendo subido al trono
ÍP Inglaterra la casa de Aujou , cedió Enri-
que III, en 1250 la ciudad de Tours á Luis IX.,
quien la agregó al dominio de la corona.'
Grandes asambleas nacionales y eclesiásti-
cas se celebraron en Tours. Convocáronse los
oslados generales en 1470, 84, 1500 y 10. Hu-
bo en ella diez y seis concilios, el primero en
506, y el tillimo en 1 583. Espulsado Enrique'III
de París el 12 dp mayo de 158S por la jor-
nada de las barricadas , huyó primero á Char-
tres y luego á Tours, donde le faltó poco para
ser pillado por los de la Liga. Llamó á aque-
llos miembros del parlamento de París que ha-
bían permanecido fieles á su causa, y esta
asamblea , que subsistió en Cuerpo separado
iiasta en 1594, derogó con frecuencia los de-
cretos que eran contrarios á los intereses del
rey, espedidos por los consejeros queso ba-
ldan quedado en París á iuíluencias de la Liga.
Tours es patria del historiador Andrés Du-
chesne, del cardenal Jorge de Amboise,-del
poeta latino Rene Rapin, de Destouches, de
Ilonore de Dalzac, de Duténs, del célebre ci-
rujano Heurteloup, del grabador Abrabam
Bosse, de los escultores Juan y Justo Lejuste,
del mariscal Boucícot , del superintendente
Serablancay, etc., etc.
Chctiu (i,)': Privilegios d* te ciudad de Tours,
1620, i." {francéi).
Duverüé: Memoria topográfica y física da la ciu-
dad de Tours, I3.u (id.)
TRABAJO. (Economía política.) Llámase asi
la aplicación de las fuerzas físicas y morales
del hombre á la agricultura y á.la industria, ó
la acción continuada que se emplea en ejecu-
tar cualquiera do las operaciones de la agri-
cultura ó de la industria.
El trabajo es uno de los agentes de la ri-
queza de las naciones, y es productivo sea
el que fuere su objeto, puesto que concurre á
la creación de un producto. Según un célebre
economista español, el trabajo es el genio es-
clusivo de la felicidad de nuestra especie, por-
que proporciona todas las cosas útiles eme sa-
tisfacen las necesidades y los placeres de la
vida. Cuando en un' pueblo se aumenta la ma-
sadet trabajo, se aumenta su riqueza; y cuan-
do el trabajo disminuye decae visiblemente
ta prosperidad. Esta doctrina proclamada como
nueva por los economistas modernos, era co-
nocida hace muchos años en España, y el doc-
tor Pérez de la Oliva, exhortando en 1524 á
los cordobeses á emprender la navegación del
Guadalquivir, les decía que do quier que sem-
brasen les nacería oro, y do quiera que planta-
sen el fruto seria riqueza; siendo todavía mas
espllcito el doctor Sancho Moneada , que en.
el año de 1619, y en e! discurso sobre la ri-
queza firme y estable de España, al recordar
los medios "de producir la riqueza, decía que
facilitando los consumos crecerían el trabajo
y los arbitrios de mantenerse, que son las ri-
quezas. Osorio escribía al manifestar las causas
que ofendían esta monarquía, que lo que se
necesitaba era que ninguno estuviera ocioso,
407
TRABAJO
408
y que todos se ejercitaran según su calidad y
"posibilidad. Francisco Martínez de íaMafa afir-
maba que los reyes que tenían vasallos indus-
triosos y trabajadores no necesitaban oro, por-
que en él convertían las materias por medio
de la industria, Don Miguel Caja de témela es-
presaba que el mejor género de acrecentar y
conservar el patrimonio son las labores y la
pastoría. Campomanes, en fin, espuso que el
trabajo era mas productivo y útil que los Te-
soros venidos de las Indias. Seré, pues, que
antes qnc los economistas estrangeros, los es-
pañoles conocían el valor del trabajo, y sa-
cian que este era la fuente verdadera de la ri-
queza de las naciones.
Todo trabajo produce real y verdaderamen-
te, aun cuando por de pronto no se vean sus
efectos. El trabajo del hombre de letras, que
se ocupa en escribir y hacer esperieucias, es
productivo: lo es el del que idea ú concibe el
pensamiento de una obra nueva, aun cuando
no se realice esla inmediatamente: lo es el
del operario qae ejecuta lo qué otro lia pensa-
do ó inventado. Tío hay por lo mismo hombre
que no produzca at emprender cualquiera cla-
se de trabajo.
La naturaleza ayuda al hombre en su íra-
bajo, y este la obliga á que trabajo de consuno
con él en la creación de los productos. Asi el
fuego concurre á la producción ayudando al
hombre para ablandar los metales; el viento
concurre para mover los molinos; el fuego,
el agua, la tierra, el vapor, concurren para dar
movimiento á las máquinas; el agua, el aire y
la tierra, concurren para producir las plantas
y los bosques. La elasticidad , el peso de los
cuerpos, la electricidad, la gravedad, nos ayu-
dan en el trabajo ; y la naturaleza toda con-
vierte en utilidad del hombre todas sus leyes
físicas.
El trabajo del hombre nada produce sino
de acuerdo con la naturaleza, porque la acción
del hombre no puede hacer otra cosa que pro-
ducir movimiento; no sabiendo mas que lo
que la esperiencia y la observación le han
enseñado. La mayor parte de los objetos que
el hombre desea son el resultado de una señe
de operaciones que exigen cierto trascurso de
tiempo ; y de consiguiente el trabajo es una
parle importantísima de la producción; pero
no basta por si solo para producir.
El trabajo puede en muchos casos conci-
llarse con las máquinas, porque la mano del
trabajadores insuficiente para formar el obje-
to, y la producción será mayor y tanto mas be-
neficiosa cuanto mayor paite de trabajo car-
guemos á la naturaleza ó á la maquinaria. Los
antiguos apenas conocían las máquinas , y por
esta razón tardaban mucho más tiempo en pro-
ducir y producían con menos igualdad y esme-
ro. Las máquinas 6 son sencillas ó complica-
das; las primeras son indispensables para ob-
tener varios productos, y proporcionan como-
didades y riquezas ; las segundas no son tan
precisas, poro sirven para conseguir un resul-
tado que de otro modo no poclria obtenerse,
Las máquinas de la primera clase no au-
mentan el trabajo, pero no le limitan hasta el
punto de reducir la mano del trabajador: las
máquinas de la segunda clase disminuyen (;|
Irabüjo del hombre y suelen dejar paralizados
y sin ocupación á muchos jornaleros.
Cuanto mayor os la división del trabajo,
tnnto mas se estrechan los vínculos sociales;
tanto mas se estienden las relaciones entre
los pueblos, tanto mas grande es la cantidad
de productos obtenida en un determinado tiem-
po de trabajo. Poco se necesita reflexionar
para convencernos de la ventaja qne rastilla
de la división del trabajo. Aon en el estado
socuü de mayor atraso estas ventajas son muy
notables para que no se vean. A proponmiu
que es mayor la facilidad de las permutas, mas
cstensa es la división del trabajo, principio
vital de la industria. Sin cambios ó división do
■ocupaciones nadie produciría otros artículos
que los que él mismo consumiese. La división
del trabajo contribuye de tres modos á au-
mentar su eficacia. Primero, aumentando k
destreza del trabajador; porque cuando eslo
se dedica á un solo ramo de industria adquie-
re un grado de agilidad y destreza muy supe-
rior al que adquirirla si se dedícase á varias
ocupaciones. Segundo, proporcionando al tra-
bajador economía dn tiempo; porque cuantío
éste se dedica a diferentes ramos, pierde ne-
cesariamente una parte considerable de tiem-
po aí variar de ocupación Tercero, facilitar
at trabajador inventar instrumentos para
abreviar el trabajo; porqué ésle, conocedor
de cada una de las piezas indispensables para
dar un resultado ventajoso, puede idear me-
dios de perfeccionar los útiles de qne neix-
sita valerse.
La división del trabajo ha producido ¡a
mayor parte de los adelantamientos inlaloc-
tuulés y materiales, científicos y artísticos; y
á ella debemos multitud de resultados que no
se hubieran logrado por ntugun otro medio.
Persuadidos todos los economistas de este
siglo de que' el trabajo es el agente del bien-
estar y de la riqueza, lian deseado proporcio-
nar á las clases obreras y mas necesitadas
ocupación regularizada, fácil, productiva y
constante; y para realizar sus deseos han in-
ventado una multitud de sistemas dirigidos lo-
dos á organizar el trabajo. Unos han creído
que el obrero tiene derecho á' emplear poco
tiempo y pocas fuerzas corporales y á ser re-
compensado con Ja canlida.d necesaria para
atender cómodamente á las necesidades de la
vida. Otros, avanzando todavía mas, lian de-
fendido que el trabajador debe reportar de su
ocupación una notable pane de la riqueza que
contribuya á producir. Otros,han sostenido que
el trabajo debe ser repartido entre todos5 ¡os
hombres en proporciones iguales , obteniendo
cada uno ana recompensa idéntica á la. de los
409
TRABAJO
410
dcmaf. Otros, en fln, que los hombres deben
viviré» comunidad, repartiéndose los bienes
v las ocupaciones como hermanos. Seria in-
ícrminable referir las diversas escuelas y las
diferentes opiniones que los utilitarios, los so-
cialistas, los comunistas, los niveladores y
laníos oíros dementes han creado y tratado de
hacer prevalecer, sin que hasta ahora hayan
podido mejorar la condición de la clase obre-
ra, y siu que'puedan con tales utopias mejo-
rarla en adelante.
Lo que han conseguido es inocular el ve-
neno (le sus doctrinas en el corazón de mu-
chos tle los infelices jornaleros, haciéndolos
desgraciados, porque han despertado en ellos
el deseo de los goces y les han hecho creer
que pueden lograr en este mundo una gran
suma de felicidad. De estas ideas provienen las
revoluciones y los sacudimientos que en este
siglo lian acaecido en los pueblos fabriles é
industriales en donde la clase obrera es nume-
rosa y está mas adelantada en conocimientos.
Y lo uias estraño es que los propagadores
de tan anárquicas é irreligiosas doctrinas se
llaman observadores del cristianismo y procu-
tan acreditarlas con testos del Evangelio, que
Tergiversan á su antojo. Esta conduela trastor-
na las sociedades y perjudica á las verdaderas
máximas que defiende la Iglesia Católica, y
que recopilaremos para evitar sensibles y la-
mentables estravios.
El Irabajo productor nació con las necesi-
dades del hombre, y comenzó desde que el Cria-
dor en el Paraíso dijo á Adán; Comerás el
pan con el sudor de tu rostro; y con efec-
to: desde entonces solo por medio del trabajo
lia podido libertarse el hombre de los tormen-
tos de la necesidad y de la miseria. El Criador,
castigando el pecado original, condenó al hom-
bre al trabajo; pero no le prohibióla comodidad,
ni la riqueza, ni el descanso, puesto que es-
tos bienes debían resultar necesariamente del
trabajo y de la virtud. Dios previó que por la
multiplicación de los hombres y por la forma-
ción de las sociedades babian de originarse di-
versas especies de trabajo, á la manera que
por el acrecentamiento de las riquezas y por
la desigualdad de las condiciones habían de
crearse nuevos deberes y nuevas vistudes, en-
tre las Guales sobresaldría la caridad. Todo en-
tró en el plan del destino religioso del hom-
bro sobre la tierra, y el trabajo de la inteli-
gencia ocupó un gran lugar, como que era el
lialriniooio de los hombres á quienes la Pro-
videncia dotase de un genio superior ó de con-
diciones mas perfectas. Por último, hasta á los
ricos se ha impuesto su trabajo, porque la ad-
mmistracion de los bienes, la buena inversión
de su fortuna, el tiempo. consagrado á ocupa-
ciones útiles , y .la práctica de la beneficen-
cia, son trabajos por cuyo medio continúa
obedeciendo la suprema ley del Criador. El
trabajo material del cuerpo , el trabajo de
la inteligencia, el trabajo de la conservación,
el trabajo de la distribución, todos son tra-
bajos ; y asi so cumple el mandato de Dios
pronunciado en el Paraíso después que el hom-
bre le ofendió. Todos los hombres comen el
! pan con el sudor de su rostro.
| ' Es verdad que en el actual estado de las
sociedades hay. respecto ñ muy pocos y deter-
í minados individuos, imposibilidad, falla ó de-
legación del trabajo; pero estos casos aisla-
lados son insignificantes escepciones de la re-
gla general. Existe la imposibilidad cuando
existen en una persona la debilidad tísica ó
moral, las enfermedades, la edad avanzada, ó
la ignorancia absoluta; ocurre la falla cuando
la dirección de la industria ó el desarrollo de
la población aumentan la producción í mayor
altura que el consumo. Tiene lugar la denega-
ción cuando el hombre se entrega á la pereza
ó á la inmoralidad. Estas diversas sil naciones
producen la indigencia; pero ;i todas se aplica
la caridad, que completa, fortifica y concier-
ta la suprema ley del trabajo. La teoría del
trabajo y la teoría de la caridad caminan es-
trechamente unidas en el catolicismo.
Por lo mismo el trabajo inherente á la na-
turaleza del hombre tiene ante la doctrina de
la religión de Jesucristo un poder efectivo.
Convertido en lazo de unión entre los ricos y
los pobres elévase á la categoría de las virtu-
des, aunque siempre sirve de espiacíon del
pecado original. Ya no es el trabajo el indi-
cio del gran castigo del género humano; es,
por el contrario, el germen de esc progreso
que debe incesantemente acercar al hombre
n sü primitiva condición. Unido con la cari-
dad, concurre á mejorar de día en dia la si-
tuación del cuerpo y ¡a del alma; produce el
bienestar y la riqueza; desenvuelve la inteli-
gencia en provecho de todos los hombres y
en el órden de su destino físico y religioso.
Por estas razones en vez de halagar á las
masas de trabajadores con quiméricos ensue-
ños de dicha y de goces lo que importa es in-
culcarles que practiquen los principios positi-
vos de la Iglesia católica; que tengan fé en
Dios, resignación en las desgracias,' templan-
za en los deseos, moralidad en las acciones,
esperanza en el porvenir, y seguridad en las
recompensas de la vida eterna. En vez de ater-
rorizar al rico con. Ja espectativa de la despo-
seston de lo suyo se le debe recomendar el
socorro de los pobres, el cuidado de los en-
fermos, la manutención de los desvalidos, el
sustento de los imposibilitados, la práctica, en
Un, de la caridad.
De este modo la especie humana será me-
nos desgraciada caminará derecha y tranqui-
lamente hacia su. objeto, sin que la sociedad
esperimente y sienta los efectos terribles de
esos sistemas filosófico-econóniicos que tienen
trastornado el mundo y que amenazan hun-
dirle en el caos.
De este modo comprendemos nosotros la
teoría del trabajo.
4M TRADICIONES UNIVERSALES
TRADICION. Es la palabra de Dio3 emanada
de_boca del 'mismo Jesucristo, ó recogida por
ios apóstoles inspirados por el Espíritu Saulo,
ó trasmitida de viva voz por los primeros rie-
les á sus sucesores. Se baila. consignada en
los concilios, en los escritos íle los Padres, y
y en la uniformidad de creencia de todas las
iglesias.
La tradición divina es ,1a que Dios nos • lia
revelado, ó por Jesucristo ó por sus apóstoles.
Según la doctrina de San Agosto B0 se colo-
ca en el número de las tradiciones apostóli-
cas, sino aquello que es generalmente ense-
ñado y practicado en toda la Iglesia, sin saber-
se su principio.
Hablando de las tradiciones, dice el conci-
lio de Trento en la Sesión IV, «que la verdad
y la disciplina de la Iglesia eslá'n contenidas
en los libros escritos, y en las tradiciones no
escritas, que recibidas de boca del mismo firis-
to por los apóstoles , ó enseñadas por los
mismos apóstoles inspirados por el Espíritu
Santo, han llegado como de mano cu mano
basta nosotros ; por cuya razón siguiendo el
concilio Sos ejemplos de los padres católicos,
recibe y venera con igual afecto de piedad y
reverencia, todos los libros del Viejo y Nuevo
Testamento , pues Dios es el único autor de
ambos, asi como las mencionadas tradiciones
pertenecientes á la fe y á las costumbres ; co -
mo que fueron dictadas verbalmente por Jesu-
cristo ó por el Espirita Santo, y conservadas
perpetuamente sin interrupción en la Iglesia
católica. »
Este decreto del Tridentino enseña que las
tradiciones merecen respeto y üenen autori-
dad, ya se refieran á la fé , ya & las costum-
bres ; puesto que sú objeto es la manifesta-
ción de los dogmas de la primera ó la demos-
tración de las reglas de las segundas, que for-
man parte de la fé.
Las tradiciones se relieren á muchos y
Iniiy distintos puntos, porque ó esplican va-
rios pasages de la vida del Redentor consig-
nando sus preceptos, ó contienen las creencias
y opiniones' del divino Salvador, ó dau idea
de tos misterios de la santa religión del Cru-
cificado. Asi las tradiciones son como el com-
plemento de los libros santos y una parte in-
tegrante y preciosa de las doctrinas del cris-
tianismo.
No es Fácil ni es propio de este logar ha-
cer una reseña de las principales tradiciones
crisiianas que reconoce y acata la Iglesia ca-
tólica, y por lo oiismo creemos haber dicho
lo bástanle para acreditar el respeto que me-
recen. '-
TRADICIONES UNIVERSALES. [Religión.) Asi
se denominan las noticias que de los princi-
pales sucesos de la- Historia Sagrada, tal como
la conserva el catolicismo, tenían varios pue-
blos de la antigüedad y tienen algunos de los
modernos que todavía no conocen la luz del
Evangelio,, cuyas noiicias han venido desde
m
una época desconocida de padres á hijos y se
han comunicado por relación sucesiva de aj¡a
generación á otra.
La caída del hombre y la promesa de un [i-
berlador son los dus hechos culminantes de la
narración de .Moisés contenida en lus libros
que escribió, á saber, el Génesis, el Exodo, el
Levitico, el libro de los Números y el Dcule'ro.
nomio, que forman el código de la ley llama,
do el Pentaleucho , en el cual se comprendí
todo lo que pasó desde la creación del mundo
hasta la muerte del mismo Moisés, Nuestros
primeros padres , al ser arrojados del Paraíso
ninguna otra cosa podrían iencr mas Bjaén
su idea que aquellos dos acoulecimienlos ; el
primero como causa de la desgracia cu que se
veían envueltos, yol segundo como "el único
consuelo que podría dulcificar sus amarguras.
Claro es pat la mismo que irian comunicando'
á su descendencia el conocimiento de estos
sucesos , y que de este modo so iría su noticia
eslendiendo y propagando por el mundo.
La longevidad de los primeros patriarcas
hizo llegar esta tradición hasta el tiempo do
Moisés en bien pocas generaciones. Para com-
prenderlo basta tener presente (pie Matusalén
alcanzó de la vida de Adán doscientos cuaren-
ta y cuatro anos, que tto murió 'hasta un año
antes del diluvio. Tliare , padre de Abrflliáii,
nació mas de cien años antes de la muerte do
Noé. Jacob, lujo de Isaac, nació viviendo ana
sti abuelo Abrahan; y unos ciento setenta años
después de la muerte de José, hijo de Jacob,
fué cuando nació Moisés, sobre el año 2433
del mundo, 777 después del diluvio, y 250 de
la muerte de Abrahan.
Si no se conoce , pues, antigüedad supe-
rior á la que refiere Moisés ni hay tampoco
tradición que nías pronta y derechamente se
aproxima al origen del mundo que la que fil
mismo nos enseña, tenemos que convenir en
que los dos grandes sucesos de la eaiila del
hombre y de la promesa de un Uedenlor, son
las dos verdades mas antiguas , las primera-
mente sabidas, y lasque naturalmente debían
ser como el centro común de donde dimanase
y se propagase ¡a tradición por todo d
inundo.
Pues bien ; todas las tradiciones de los
pueblos, esto es, todas las tradiciones univer-
sales , encierran la idea do armellas dos
grandes verdades. Según las noticias van
apartándose de su origen, los hombres las
desfiguran : •' los errores adquieren poco á
poco antigüedad y se unen á las verdades;
pero á pesar de todo y de los delirios de los
hombres que dan'un nuevo giro á los hechos
notables-, se conservan no obstante ideas ca-
pitales sobre los dos puntos culminantes délos
libros de Moisés. Todos los pueblos primitivos
tienen el convencimiento de una falta en el
hombre y Ja esperanza en un Redentor. Kl
principal carácter de la verdad és el de apare-
cer en lodas partes; y por todas partes en efec-
0
to asoma para demostrárnosla exactitud de lo
escrito por Moisés,
Todos los tratados mitológicos nos ense-
ñan que 'a Kbula no es otra cosa que una ¡il-
.teracíon. de las verdades reveladas y de los
tochos' principales de la historia sagrada y
profana, que las opiniones de los pueblos han
ido desnaturalizando al pasar de boca en boca.
La fábula nos dice que Prometeo formó el pri-
mor hombre de barro, y habiendo conseguido
roliar por medio de Minerva un rayo de fuego
celestial para animar á la estatua, irritó esto n
Júpiter, quien mandó entonces á Pandora (mu-
ger que habian formado los otros dioses! con
una caja en que estaban encerrados todos tos
males: la caja fuó ahiérta por lacuriosidad de
hmuger, y entonces salieron para el mundo
lodos los males: por pronto que quiso cerrarla
ya no pudo dejardontro mas que la esperanza.
Esta alegoría es una copia bastardeada de la
creación del hombre , del pecado original, y
del único cunsuclo (pie quedaba con la espe-
ranza de un libertador, ha tradición conserva
la idea de la verdad, pero envuelta en groseros
errores.
En la Media y en la Persia se creia que el
primer hombre fué criado inocente y feliz , y
que después de él y de su semilla brotó la'
planta Ileivas, de donde nacieron los primeros
padres de los hombres; que el enemigo de ta
naturaleza viéndolos felices saltó del cielo á la
tierra en figura de culebra, les engañó con
unos frutos, y se corrompieron ; y por último
que entre el enemigo de la naturaleza y el dios
fiiieiío estaba un medianero puesto por esto
último para que combatiese & su favor, el cual
llegarla un tiempo en que vencería al enemigo
del hombre.
Los egipcios tenían el genio del mal al
que daban la figura de serpiente, y el cual ha-
bla de ser vencido por un descendiente de la
diosa Isutí
• Los indios hablaban o*é la serpiente Kaly,
ála que representaban mitad serpiente y mi-
tad muges-, y la atribuían la causa de grandes
males, creyendo en la encarnación del dios
Brihma para reparar los estragos que aquella
había hecho.
En la China también hahia la creencia de
haberse rebelado el hombre y alterado su na-
turaleza, y esperaban que había de bajar del
cielo un santo que inspiraría una fé espontá-
nea y produciría Un mar de acciones meri-
torias.
ios mejicanos llamaban A la primera mu-
gir madre de nuestra carne, y en sus gero-
gltícos ponian siempre á su lado una serpien-
ála cual representaban en otros puntos ro-
la, esperando que un espíritu triunfaría de los
espíritus feroces reformando los sacrificios y
las ceremonias religiosas.
Los incas creían en la existencia de un es-
píritu malo, y decían que hallándose los hom-
aros en un estado casi salvage, el sol se apia-*
4U
dó y hubo lastima de ellos, y envió del cielo
á la tierra un hijo y una hija de los suyos pa-
ra que les enseñasen á conocerle, y le adora-
sen y tuviesen por su- dios, y para que les
diesen preceptos y leyes en que viviesen co-
mo hombres, en razón y urbanidad. Creían
ademas en otra vida mejor que - la de este
mundo.
Todo Jo dicho sacado de.los escritos de la
(f recia; de Roma, de Zoroaslro, de Confucio,
de los signos cabalísticos de la India y de la
América, y de las relaciones deles habitantes
de estos pueblos, demuestra que en todo el
orbe, en todos ios países, entre todos los
hombres, se tenían tradiciones que llamare-
mos por lo mismo universales, acerca de las
verdades capitales de la religión verdadera.
Esas tradiciones del descenso del cielo a la
tierra de un ser creador, de la corrupción del
hombre, atribuyéndosela á la muger, y de ía
esperanza de la regeneración del género hu-
mano por un medio fuera de las fuerzas del
hombre, persuaden que existían tradiciones
universales sobre el pecado original y la re-
dención. .
í son tan evidentes y notorias estas tra-
diciones universales que hasta los mas famo-
sos incrédulos del siglo pasado, Voltaire, Tol-
ney y Boulanger, se han visto precisados á
confesar que en todos los pueblos antiguos
existia la creencia de que el hombre había
caido y degenerado, como asi bien que todos
abrigaban la esperanza de un santo, un media-
dor, un libertador que traería el reinado de la
justicia y salvaría á los hombres del dominio del
mal. Y reconocieron también que la esperanza
se dirigía por todos hacia un mismo punto: los
indios y los chinos hacia Occidente; la Europa y
la América hacia el Oriente; habiendo un país
entre Críenle y Occidente que era el polo de
la esperanza de todas las' naciones.
Estos antiguos pueblos se habían alejado
tanto do la luz de la'revelacion, que solo co-
lumbraban por entre sombras el débil resplan-
dor de algunos de sus rayos. Faltos de la luz
sobrenatural, que solo se conservaba pura en
un rincón del mundo , en el pueblo judio,
amoldaron á los alcances de su pobre razón
las ideas que había esparcido la tradición pri-
mitiva; nías minea pudieron borrarla. No hi-
cieron otra cosa que retratos imperfectos y
desfigurados de un mismo tipo; pero estas im-
perí'eclisimas copias reunidas no hacen cono-
cer cual es el original de donde han dimana-
-do, á fin de que las palabras de verdad salidas
de la boca del inspirado Moisés reciban la san-
ción mas -universal y solemne.
Las tradiciones por tanto del pecado ori-
ginal y de la redención eran universales, por-
que se tenían en la mayor parte de los pue-
blos del viejo y del nuevo mundo.
Otro tanto acontecía con las tradiciones
sobre los misterios de la Santísima Trinidad
(véase tiuphbad) y de ia Encarnación; sóbrela
TRADICIONES UNIVERSALES
445
TRADICIONES UNIVERSALES— TRAGEDIA
41 S
inmortalidad del alma; sobre el cielo y el in-
fierno; sobre el porvenir de otra vida; y so-
bre los puntos principales de nuestra sacro-
santa religión.
En todos los países del globo se tenian no-
ticias, antes de la predicación del Evangelio,
de las principales verdades de la historia sa-
grada; habiendo 'venido estas noticias desde
una época remotísima de padres á hijos, co-
municándose por la relación sucesiva de. una
eo otra generación, que son los modos de cons-
tituirse las tradiciones universales.
TRAGE CLERICAL., En los primeros tiempos
de la Iglesia y durante los siglos en que la re-
ligión del firucillcado sufrió tas persecuciones
délos emperadores romanos, et trage esterior
de los clérigos fué el mismo que usaban los
seglares, y solo los monges comenzaron en
el siglo III á vestir un hábito Humilde y po-
. bre. Esta costumbre siguió después de haber
abrazado Constantino el cristianismo, y no se
alteró basta que fueron elevados al episcopado
algunos monges, que conservaron su hábito,
y de aquí tomaron los clérigos la idea de ves-
tirse de un modo mas sencillo que los segla-
res. Sin embargo, este uso no se generalizo
notablemente, y los clérigos siguieron vis-
tiendo el trage común, sin otra diferencia que
la de llevar cortados los cabellos, hasta la ir-
rupción de los bárbaros del Norte acaecida en
e! siglo VI. Entonces los seglares abandonaron
el trago romano, que consistía en la túnica y
el manto talar, y le conservaron los clérigos.
Desde esla época se ha diferenciado el vestido
clerical, publicándose en los siglos desde el
VII hasta el XVI un número considerable de
cánones y de leyes civiles con el objelode li-
jar el trage de ias personas deslinadas al ser-
vicio de los templos.
El coneilio de Trento en la sesión XIV cu-
pílulo VI 'de reform. establece penas para los
eclesiásticos., que no usen constantemente el
trage clerical, basta llegar á privarlos de sus
beneficios y dignidades. Esto mismo disponen
varias bulas de los suipos pontífices, y seña-
ladamente la publicada por Sisto Y con el prin-
cipio de Sacrosatwtan,
El trage clerical se diferencia según los
países, reinos y naciones, y sobre este parti-
cular nada disponen los cánon'esl Unicamente
se halla prevenido que sea talar de modo que
cubra las piernas; que sea de color- negro; que
sea sencillo; que no aféele lujo, y que se com-
plete con la corona. Por esla razón la iotana
y la corona son los signos jieculiares y gene-
rales del, hábito de los clérigos católicos en
todas las partes ilel mundo.
. Ademas de las prescripciones de los cáno-
nes sobre el uso conslanie del trage clerical
es i. Uert acerca de este punto singulares man-
datos de los obispos y terminantes disposicio-
nes de las leyes civiles. En España casi todas
las sinodales de las diócesis previenen el tra-
ge que deben usar los clérigos; y diferentes
leyes de las Partidas y de la Novísima Recopi-
lación acuerdan lo mismo. Ultimamente en js
de febrero de 1844 y en 15 de noviembre de
1852 se ha recordado á los clérigos la prohi-
bición de usar trage seglar.
El trage clerical en España consiste en
ropa interior negra, sotana, manteo y sombre-
ro de teja negros, alzacuello y corona.
El trage de los clérigos para el interior del
templo y para celebrar los divinos misterios
comenzó en el siglo II de la Iglesia, y ha su-
frido muclias niodiíicaciones, aunque conser-
vando bastante de su primitiva forma. Sobre
este particular puede verse el articulo orna-
mentos.
TRAGEDIA. [Literatura.) Xo vamos á espo-
ner en este artículo las reglas establecidas par
los escritores antiguos sobre la tragedia, ni i
decir cual fué el origen xlc esta, ni coraoís
perfeccionó entre los griegos, porque habien-
do tratado ya de lo primero y de lo segundo
en los artículos drama y teatiío, y habiendo
dado ademas en éste último algunas noticias
generales sobre los progresos de la literatura
dramática en casi todas las naciones de Europa,
nos ha parecido conveniente tratar aqui solo
de la tragedia española.
Hemos dicho en otros arliculos de esla
misma obra, que al principiar el siglo XVI,
generalizada ya en España la afición á los es-
pectáculos teatrales, y viéndolos hombres eru-
ditos que los ensayos dramáticos que se hacina
por otros no eran en nada conformes ul gasto
de los antiguos, intentaron poner remedio í
este mal, de lo cual nació la contienda cutre
lo que se llamó uso antiguo y «so ;iuei>o;-cs
decir, entre los hombres sabios que preten-
dían aclimatar en nuestra nación el teatro grie-
go, sin tener en cuenta lo que nuestra civili-
zación se diferenciaba de la civilización heléni-
ca, y los autores que sin conoeerja literatura
antigua, pero dotados de originalidad y ani-
mados de las misrnas4deas y sentimientos que
el pueblo se acomodaban á su gusto y seguían
como por instinto el único camino que podía
conducir á la formación de un teatro verdndí-
ramente nacional.
Los primeros poetas españoles que se in-
dicaron , al género trágico fueron Vasco Dl«
Tanco de Fregenal, Juan Roscan y el maestro
Fernán Pérez de Oliva, que florecieron á prin-
cipios de dicho siglo. El primero asegura Ú
el prólogo de una obra suya titulada Jardín
del alma cristiana, que compuso Ire3 trage-
dias: una con el titulo de Absalon, otra ow
el de Amoti y olra con el de Saúl; pero no
habiéndose impreso se han perdido como olra
varias obras del 'mismo autor, siendo de la-
| mentai- esta pérdida que nos impide ver baila
j qué punto imitó Vasco Uiaz los modelos an-
tiguos. ,
Coscan escribió una tragedia de latuol na-
da se sabe, constando solo que esistió por el
privilegio dado para que se imprimiese.
417
TRAGEDIA
418
Las tragedias que compuso el maestro OH-
M, y publicó su sobrino Ambrosio de Morales,
fueron dos, ambas escritas en prosa é imita-
das del griego: una se titula La venganza de
Aaameuim, y otra Hécuba triste. Los asun-
tas son tomados do tragedias griegas; pero ei
autor hizo en ellos bastantes alteraciones, prin-
cipalmente en el primero, ^procurando parecer
inas bien imitador que traductor. Dialogaba el
maestro Oliva con notable facilidad; su prosa
es elegante, son nobles y adecuados sus píen
samíenlos, pero es un detecto no pequeño de
sus tragedias el carecer de la armonía de la
versificación, asi como cierta falta de ani-
mación y de interés que se advieite en las
escenas y el encontrarse en ellas no pocos re-
truócaiios.
Juan de la Cueva hace mención, en su
Ejemplar poético, de Juan de Mal-Lara, como
uno de tos mejores poetas dramáticos de su
tiempo, llamándole Menandro español, y aña-
diendo que compuso tragedias mil, pero como
no lia llegado basta nosotros ninguna de di-
chas tragedias, no es posible decir el lugar
que merece su autor entre nuestros poetas
trágicos.
- El primer poeta español, de quien s.e sabe
ijue empleó el verso en la tragedia y busco
asuntos de los tiempos modernos, es el padre
Gerónimo Bermudez, de la órden de Santo Do-
mingo, el cual publicó dos obras de esta es-
pecie: una con el titulo de Nisa lastimosa, y
otra con el de Nise laureada. El asunto de
la primera es la muerte de la famosa doña
Inés de Castro, á consecuencia de sus amores
coa tin hijo del rey de Portugal. La marcha de
la obra se ajusta á la de los modelos griegos,
basta el punto de alternar el coro en el diálo-
go con los interlocutores. El plan es suma-
mente sencillo, y la catástrofe se veriüca en
el cuarto acto, reduciéndose el quinto á pintar
el dolor y la desesperación del principe por-
tugués, al saber la muerte de su amada. El ar-
gumento, sin embargo, no está bien desarro-
llado, pudiendo huber dado lugar á mas de una
situación que hubiese aumentado mucho su
Interés; pero en medio de su escaso artificio
la acción está bien seguida y ordenada. Em-
pleó Dermudeis, no solo versos endecasílabos,
sino también otros mas cortos; pero ni en es-
tes ni en todos aquellos usó de la rima ni de
la asonancia, notándose en todos ellos cierta
llojudad y descuido. A pesar de e¿.tos defectos
tiene la tragedia do que hablamos algunos tro-
zos muy bellos, donde resalla el sentimiento
y la naturalidad con que el poeta saina espre-
sarlu. El siguiente que es parte de la escena
en que doña Inés implora el perdón del rey,
ladre de su amante, es diguo de notarse por
la suavidad y ternura.
DOÑA INES.
. Amigos,
venia también vosotros á tal punto
2 196 UIDUOUCA l'OVULAlt,
No me dejéis: pedid misericordia,
Pedid misericordia por aquesta
Tan inocente cuanto desdichada;
Llorad el desamparo de estos niños,
Tan tiernos y sin madre. Mis amores,
El padre veis aquí de vuestro padre;
Aquel es vuestro abuelo y señor nuestro:
La mano le besad: á su clemencia
Os entregad, pedidle que la emplee
En esta vuestra madre cuya vida
Os vinen i robar.
cono.
¿Quién puede verte
Que no se ablande y llore?
DOÑA INES.
<, Señor mió,
Esta es la triste madre de tus nietos,
Estos son hijos de aquel hijo tuyo,
Legitimo heredero de tu reino;
Esta es aquella triste muger flaca
Contra quien vienes de crudeza armado.
Aquí, señor, me tienes: tu mandato
Bastaba solo para que aquí, donde
Agora estoy sin falla te esperara,
En ti y en mi inocencia confiada.
Todo ese estruendo de armas y caballos
Pudieras escusar; porque no huye
Ni teme la inocencia de frontarse
Con la justicia. Y ciertamente cuando
Mis pecados y culpas me acusaran
A tí fuera á buscar, á ti tomara
Por valedor y amparo. ......
Existe otra tragedia sobre el mismo asun-
to escrita efl portugués por Antonio Ferreira
y tan semejante á la de Bermudez que forzo-
samente debe ser la una imitación de la otra;
pero todavía no está suficientemente aclarado
cual de estos dos autores fué el imitador, aun-
que falte no quien opina que la obra originales
la portuguesa.
La Nise laureada, cuyo asunto es la ven-
ganza tomada por don Pedro contra los ma-
tadores de doña Inés, se tiene con razón por
nna obra muy inferior i la iVíse lastimosa.
El asunto no era de suyo muy bueno y el
poeta lo afeó todavía mas con arrocidades que
no pueden sufrirse en la escena, como la de
sacar á Coello y á Pacheco los corazones en
el mismo teatro, al uno por el pecho y al otro
por la espalda. Sin embargo, hay cu ella ul- '
gunos bellos trozos de versificación, entre los
cuales merece notarse el siguiente, porque sus
versos, aunque' cortos y sueltos son en est re-
mo fluidos y basta cantables.
|D corazones
Mas que de tigresl
¡0 manos crudas
T. XXXIII. 21 -
TRAGEDIA
Í20
Mas que de fieras!
iGóíno pudistes
Tan inoceíite
Táü apurada
Sangre verterl •
. ¡Ay que su grito
Desda la tierra í
ño rapó. los cielos,
Rompe las nubes,
. Rompe los aires,
Trae las llamas
Del celo vivo
Trae los rayos
Del vivo friego
QUe purifica
Toda la tierra
Contaminada
Con la crudeza,
Que cometiste! ele,
Lupercio Leonardo de Argensola, uno do
nuestros mas famosos poetas líricos, escribió
también 'tres tragedias con los títulos de ¿o
Isabela, la Alejandra y la Filis. Elogiólas
Cervantes como obras sujetas á todas las re-
glas'del arte, y míe, según su testimonio, me-
recieron general aplauso, cuando se pusieron
en. escena, deduciendo 'de aquí que se podía
agradar al público, sin necesidad de los dispa-
rates que escribían los autores de su tiempo.
Esto junto eon ser obras de un poeta de buen
gusto y sano jüio fue cansa de que por algún
tiempo se lamentase la perdida de dichas tra-
gedias, pues por perdidas se tenían todas ellas;
mas á fines del siglo anterior se descubrieron
la Isabela y la Alejandra y fueron publica-
das, con lo cual quedó, un tanto rebajada la
fama de Argensola y hasta varió la opinión que
se habia formado Con respecto' al gusto del
autor de don Quijote en punto á oíras dramá-
ticas. Entonces, lejos de tenerse por obras
maestras ¡íi Isabela y la Alejandra, parecie-
ron mónstrüos indignos de la escena, y aun
hoy no falta qülen juzgue de la raisina mane-
ra; si bien algunos criticos califican de exa-
gerados los elogios de Cervantes asi como el'
juicio- poco favorable de los modernos. Cier-
tamente no estuvo libre Argensola del espíri-
tu de imitación; pero en estas dos tragedias
se advierte, sin embargo, que se apartó y uo
poco de los antiguos modelos tanto en los ar-
gumentos como en et modo de manejarlos,
pues 'Sobre haberlos inventado él, hay en ellos
cierta complicación y artificio, que distan, mu-
cho de-la sencillez de las tragedias griegas.
Los asuntos de la Isabela y la Alejandra eran
de suyo no poco interesantes; pero Lupercio
los cargó de lu ti eslrauos incidentes y amon-
tonó las muertes de ttn modo tStl absurdo y
atroz, que' sus obra? fueron insufribles en el
teatro para espoctadores cultos. Por lo demás,
en él lenguaje hay pureza, corrección y ele-
gancia; facilidad ¿h el dialogó, armonía en la
versificación y variedad en Ids metros; pero el
estilo peca unas veces por humilde y bajo y
otras tiene el defecto do ser demasiado lírico.
Como prueba de esto citamos el siguiente mo-
nólogo de Isabela.
Noelio triste, deseada
Para descansar los moros,
A los cristianos pesada
Pues con suspiros y lloros
Has de sur amenizada.
Con justa causa la luna
Esconde su Manca cara,
Sin dar claridad alguna,
Por no mirar la fortuna
Que contra nos se prepara.
Tú, Ebro, que te apresuras
Ron tus aguas enturbiadas,
En cuyas olas murmuras
Nuestras glorias ya pasadas
Y presentes desventuras;
Como cuando de trofeos
Sus aguas turbias y fieras
Adornaban los caldeos,
Llorando por las riberas
Los ya vencidos hebreos;
Cuyos muchos instrumentos
En los árboles colgados
"Algunos de sus acentos
Eran solo frecuentados
De los importunos vientos:
Tales verás tus cristianos
En los nudosos cordeles
Puestas las cruzadas manos.
Sujetos ¿ los infieles
Y bárbaros africanos. .
Vuelve, pues, padre clemente,
Los ojos á nos; y mira
Del tirano rey la ira,
Y á tn perseguida gente
Lo que debe hacer inspira
Juan de la Cueva, poeta sevillano que .flo-
reció á fines del siglo XVI y escribió en varios
gónei'os, compuso también diez tragedias que
se publicaron en 1588; pero á decir verdad,
na hay entre ellas una de mediano mérito si-
quiera,'siendo de notar que se cuidó tan poco
de observar las reglas sobre la unidad de lu-
gar y tiempo que hay tragedia suya que dura
multitud de años, y en que se recorren mu-
chas' provineras. ■ Ademas los caractéres son,
por lo común, exagerados; las inverosimili-
tudes se encuentran á cada paso; el lenguaje,
es incorrecto'; el esülo hinchado con frecuen-
cia y altisonante y, á pesar de esto, la versi-
ficación escasa de armonía.
Por el mismo tiempo vivió el capitán Cris-
tóbal de- Virués, autor del poema titulado B
TRAGEDIA
422
Monserrate, el cual compaso ademas cinco
tragedias que se publicaron en Madrid con to-
das sus poesías en 1609, llevando por títulos:
la GranSemvrnmis, la Cruel Casandra, Ati-
Iíí furioso, la infeliz Marcela y Elisa Dido.
En las cuatro primeras procuró, como él mis-
ino dice, unir
La mayor fineza
Del arte antiguo y del moderno uso.
Y la caballería entonces troíe
Por el inmenso globo de la luna.
Mis entrañas son fuego del infierno,
lil vino es el amor de nuestras bodas,
La dulce copa ya no es copa, es capa,
Es-eápa-se del alma y del infierno,
V del fuego, y de amor, y de la boda.
en la ultima aspiró ¡i escribir una obra con
enlera sujeción á las regbss antiguas.
Juan de la Cueva había columbrado que
la sencillez de las acciones dramáticas de los
antiguos, no era á propósito para interesar á
los espectadores de su tiempo, y por dar ma-
yor complicación y movimiento al drama,
prescindió de las antiguas reglas; pero des-
graciadamente, sin conocer el punto on don-
de debía detenerse, al acometer esta reforma,
y sin tener ingenio bastante para suplir con
bellezas la fa'iía de regularidad de sus llama-
das Iragedias. Y no fué lo peor esto, sino que
Juan de la Cueva tuvo también imitadores,
catre los coales se cuenta Viriles, que como
otros, siguió por el mal camino que aquel les
labia enseñado. Cueva eréis hacer una gran
cosa, reduciendo á cuatro jornadas sus obras
dramáticas, y Virues presentaba como un mé-
rito el haberlas dividido en tres actos ó partes,
con la circunstancia de que considerándolas
independientes una do otra, eran, eo realidad
tres acciones distintas. Asi en la Gran Setní-
ramis, el primer acto es el casamiento de es-
ta muger estraordinaria con Nina, rey de Así-
ría; en el segundo da muerte á su marido y
usurpa el trono; y en el tercero ¡ espia este
crimen, muriendo á manos de su hijo.
Ilablando de las tragedias de este autor
decia nuestro ilustre compatriota, don Alberto
de-Lisia: «los caracteres, por lo general, son
atroces; las situaciones amatorias indecentes
las trágicas honiblesy hasta nauseosas, y nin
guno de estos defectos está resarcido con el
mévittí de la "versificación.» Diferente juicio
lia formado de Virues chm Francisco Martínez
de la llosa , concediéndole algún mérito como
autor dramático y culpándole solamente de ha-
ber contribuido al desorden que por aquellos
tiempos se iba introduciendo en nuestro tea
tro; pero no cabe dudar que la falta de regu
laridad y de buen gusto en las llamadas tra-
gedias de Virues llega á un estremo muy re-
prensible, bastando decir en prueba de esto
que en el Atila mueren nada menos que cin
cuenta y seis personas, y toda la tripulación
de u'ira galera que se abrasa. En cuanto á su
estilo, puede juzgarse de él por los siguientes
¡rozos tomados de dicha tragedia:
Formados escuadrones , lo presenten
Al enemigo la batalla, y talen i
El campa todo donde están las nayas:,
Armas son esas para mí ridiculas:
¿Víboras me arrojáis, culebras y áspides?
Con el aliento solo yo consumólas:
Ministros fuertes- de mi esfuerzo y ánimo, -
Capitanes, soldados, armas, máquinas,
Militares, bravísimos ejércitos,
Antropófagos, lestrigonos y ciclopes,
Mundos, infiernos, manos mias sólidas
Mas que diamantes, y mas fuertes y ásperas,
Dadme aquí montes de pesantes pórfidos -
Con que sepulte estos gigantes pérfidos.
La tragedia de Elisa Dido que procuró es-
cribir Virues con arreglo á los preceptos de
'os antiguos, observundo las tres unidades, está
dividida en cinco actos, cada uno de los cua-
les termina con un coro. No son el asunto de
esta composición los amores de Dido 'y Eneas,
aventados por Virgilio, sino la constancia de
aquella famosa reina de Carlago en la fé que
guardaba á ía memoria de su marido, su resis-
tencia á Yarbasque, enamorado -de ella, la so-
licita, y por último, la muerte que se¡ da ella
misma por no faltará su propósito. El argu-
mento no está mal conducido; pero falta el
contraste de las pasiones, los caracteres no es-
tán bien desarrollados y las situaciones tienen
poco ó nada de patético. El siguiente trozo, que
es uno de los mejores, basta para conocer la fal-
la de animación y colorido poético que hay
en toda la tragedia. He aqui con cuanta tibieza
se espresa un amor que na puede sermas puro.
¡Ay, mi Siqueo! Si la Té debida
A mi amor ni i tu amor no es la mas alta,
No es la mayor de cuantas tiene el inundo,
La de Ismeria será, yo asi lo creo;
Pero no puede ser, porque es sin duda
Esta fé la mayor. Tú, Ismeria mia,
Luego signe tras ella, y vé contenta.
Que es escelsn el lugar que te señalo,
Tanto que pocos aun de vista apenas
Se alcanzarán: que en fé y amor son pocos
Los que á sublime puerto se levantan.
Que pasiones mortales miserables
Con pesados afectos, viles, bajos,
Estorban al espíritu el alzarse
Al punto que el amor y fé se debe.
Pero en mi ni mortal pasión ni afeto,
Ni misera, pesada y yü bajeza
Me estorbarán que á mi Siqueo muestre
Mi fé y amor en su debido punto.
Miguel Cervantes de Saavedra, quilo tam-
bién ejercitar su ingenio en la BeeBía.dramá-
423
tica y escribió una tragedia, tomando por asun-
to de ella la destrucción de Numancia, hecho
histórico que, aunque antiguo, no podía me-
nos de ser muy interesante para espectadores
de nuestra nación. De. cuantas obras dramáti-
cas compuso Cervantes, que no fueron mu-
chas, la Numancia es indudablemente la me-
jor, no obstante , que la critica baila cu ella
mas de un defecto. En cuanto á la acción no
puede negarse que produce en ella cierta falta
de unidad la mezcla de amores y episodios
impropios; el e»lilo decae algunas veces hasta
ser trivial y bajo; la versificación es desigual,
y se encuentran muchos trozos que por su en-
tonación pertenecen mas bien al poema épico
que á la tragedia; pero en cambio se encuen-
tran escenas de gran interés, cuadros bellísi-
mos, rasgos admirables, y algunos trozos muy
notables por la armonía de sus versos. Dignos
son ciertamente del mejor poeta las siguien-
tes ocla vas:
No con tanta presteza el rayo ardiente
Pasa rompiendo el aire ea presto vuelo,
Ni tanto la cometa reluciente
Se muestra presurosa por el cielo,
Como estos dos por medio de la gente
Pasaron, coronando el duro suelo,
Con la sangre romana que sacaban
Sus espadas do quiera que llegaban.
En el cuadro de la destrucción de tínmun-
cia hay las siguientes también bellísimas:
Cual suelen las ovejas desenidadas
Siendo del ¡iero lobo acometidas,
Andar aqni y alli descarriadas,
Con temor de perder las tristes vidas;
Tal niños y mugeres delicadas
Huyendo las espadas homicidas,
Andan de calle en calle ¡ohJiudo insanol
Su cierta muerte dilatando en vano.
El pecho de la amada nueva esposa
Traspasa del esposo el hierro agudo;
Contra la madre, ¡ oh nunca vista cosa!
Se muestra el hijo de piedad desnudo;
Y contra el hijo el padre, con rabiosa
Clemencia levantando el brazo crudo,
Rompe aquellas entrañas que ha engendrado,
Quedando satisfecho y lastimado.
Las reconvensiones de las numantinas á
sus compatriotas son uno de los mejores tro-
zos de esta 'tragedia:
¿Qué pensáis, varones claros?
¿Revolvéis aun todavía
En la triste fantasía
De dejarnos y ausentaros?
¿Queréis dejar por ventura
A la romana arrogancia
Las vírgenes de Numancia
Para mayor desventura? i
424
¿T á los libres hijos nuestros
Queréis esclavos dejallos?
¿No será mejor ahogal los
Con los propios brazos vuestros?
Basta el ligero análisis que acabamos rio
hacer de las tragedias» españolas compuestas
hasta la gloriosa época de Cervantes y Lajic
de Vega, para no dudar que ninguno de nues-
tros grandes ingenios acertó á producir una
obra de fisto género que pasase siquiera de l¡i
medianía. Después quedó la tragedia como ol-
vidada por largo tiempo en España, no obslan-
lc ser mayor el número de los poetas que cnl-
Livaron ¡a poesía dramática-
Al hablar de Juan de la Cueva y de Cristó-
bal de Virues, dijimos que en su tiempo era
ya conocida la necesidad de prescindir de Al-
gunas de las antiguas reglas para dar mayor
interés y animación á nuestras produccionej
dramáticas; que uno y otro habían traspasad»
los estrechos limites del arte antiguo, pero
que A pesar de eso ninguno de ellos habia te-
nido bastante ingenio para dará, las una pro-
ducción nolahle por.sus bellezas. ¿Qué impor-
taba no sttjelarse á las reglas que prescribidii
la unidad de Jugar y tiempo conforme á tai
modelos de los griegos y los latinos, si loque
faltaba de regularidad alas nuevas prodúcelo-
oes;" juzgándolas con arreglo al uso antiguo,
no era compensado con bellezas de olro géne-
ro*? Faltab:i indudablemente osla compensación,
y á ninguno otro do nuestros grandes ¡no-
nios fué debida sino á Lope de Vega. Hablan-
do de tan célebre escritor y de la influencia
que tuvo en nuestro teatro, dice el erudito don
Agustín Duran: «Conoció Lope que las reglm
clásicas relativas á las unidades no eran esen-
ciales mas que á cierto y determinado siste-
ma de ímila.-ion á cierta clase de verosimili-
tud; pero que existiendo eu la naturaleza ot res
medios de imitación y de verosimilitud queea
aquellos no cabían, ningún inconveniente re-
sultaba de abandonarlas. Buenas, escelentes,
indispensables, eran para las naciones bajo
enya civilización se crearon y en cuyas cos-
tumbres las hallaron sus poetas; pero en un
pueblo meridional por escelencia, místicamen-
te religioso, ferviente de imaginación, que
buscaba las impresiones intimas del alma mas
bien que las de los sentidos, los efectos délas
luchas de las pasiones y no los resultados del
fatalismo; en un pueblo ansioso de asuntos
complicados, curioso de examinarse á sí mis-
mo, lleno de fé para con los hechos maravi-
llosos y las enredadas situaciones, ¿cómo ha-
bían de bastar á interesarle las sencillas r
breves combinaciones que caben en un cuadro
clásico? Nuestro genio especial abarcaba un in-
menso espacio poético; para tenerle suspenso
y entretenido en el teatro, se necesitaba una
historia entera, un poema épico completo. Po-
co nos importaba qqe el poeta corriese de
TRAGEDIA
425 TRA
Oriente á Occidente , que pasase de siglos ú
siglos: pues como nuestro drama era una his-
toria, y eso buscábamos alii, volábamos en
el teatro con el poeta, como seguíamos en un
libro al historiador. La curiosidad que nos con-
ducía á la escena, y nuestra imaginación, abar-
caban las creaciones del ingenio; y ya en ei
cíelo, ó ya en el abismo, estábamos contentos,
sí como en la tierra veíamos al héroe que con
hechos maravillosos, intrigas complicadas,
combates íntimos de pasiones, cuestiones de
punto de honor, galantería, mclarisica, accio-
nes caballerescas y religiosas nos reproducía
á nosotros y á nuestros Íntimos sentimientos,
y ni aun esto bastaba para construir el drama
popular. En ello ciertamente consistía su esen-
cia; mas para su partede ornato exigía nuestro
gusto y tendencia natural que se revistiese de
todos los tonos -de la poesía; necesitábamos,
en fin, que la lírica, la épica, la narrativa,
ostentasen todos los recursos en el teatro, por-
que ¡icosl timbrados á la gala, riqueza, y abun-
dancia de nuestra hermosa lengua, los oídos es-
pañoles no podían renunciar, ni aun en el dra-
ma, los encantos de sus variados y armonio-
sos sonidos.» Mas adelante añade este mismo
escritor; «Al ingenio grande, audaz, emincnle-
mente español de Lope, estuvo reservado com-
prender é inventar un sistema dramático que
fuese verdadera espresion de nuestras necesi-
dades intelectuales y morales. Por inspiración
ó por sentimiento Intimo , quizá mas que por
estadio, halló el drama español, y formándolo
con la quinta esencia del carácter indígena, le
apropió ademas cuanto no era incompatible
con ella y habíamos adquirido de losestraños.
Cultivado el árbol de nuestra poesía popular,
creció magnifico y robusto hasta las nubes, y
sus vigorosas ramas asombraron la culta Euro-
pa. Modelo fué de ella casi un siglo entero, y
sus mayores ingenios se alimentaron de su
sustancia para producir obras análogas, en
cuanto lo permitía la diferente índole de las
naciones para quienes escribían.»
El grande aplauso que encontraron los dra-
mas de Lope , tan conformes al gusto de los
españoles en aquellos tiempos, fué mas que
tetante para que otros Ingenios siguiesen por
«I mismo camino en. que él babia ..recogido
tantos laureles, resultando de aqui, como lie-
mos dicho antes, el quedar olvidada la tra-
gedia.
Después de la época de Calderón, que su-
peró en el nuevo género dramático á todos
los poetas anteriores, incluso Lope de Vega,
comenzó á decaer nuestro teatro y continuó
su decadencia, llegando á un estremo lamen-
table en el siglo último. Ya por este tiempo
reinaba en España la dinastía borbónica, cuyo
advenimiento al trono inauguró un periodo dé
restauración para las letras y las artes españo-
«s, y hubo algunos varones que consagraron
m esfuerzos á desterrar del teatro las dispa-
ratadas producciones de los últimos tiempos
5EDIÁ. 426
'de la corrupción y del mal gusto; mas como
la nación francesa ejercía entonces en España
una gran influencia, no solo política, sino lite-
raria, nuestros literatos reformadores confun-
dieron ábope y Calderón con los infelices co-
pleros que desatinaban á destajo, y admirando
las grandes obras del teatro francés, quisie-
ron naturalizar entre nosotros la tragedia y ¡a
comedia clásica, tales como la hablan cullíva-
do en Francia Corneille, Itacine y Moliere.
El primero que dió el ejemplo,, fué don
Agustín Montiano y Luyando, que publicó dns
tragedias, una titulada Virginia y otra Ataúl-
fo , ambas escritas en verso endecasílabo suel-
to; mas este ensayo fué bien poco feliz, á pe-
sai- de la grande erudición del autor , notán-
dose en dichas obras gran falta de interés y
movimiento, y no poca escasez de armonía
en la versificad o u , aunque el lenguaje no
deja de ser correcto y fácil el estilo.
Otros, como don Eugenio Llaguuo y Amí-
rola, don Pablo Olavide y don José Clavijo y
Fajardo, no sintiéndose con fuerzas para com-
poner tragedias, se dedicaron á traducir las
mejores de los franceses; pero casi todas es-
tas traducciones fueron olvidadas bien pronto,
escípto la de Atalia, hecha por Llaguno.
Don Nicolás Moratin dió á luz tres tragedias
suyas tituladas Lucrecia, Hormesindav Gua-
rnan el Bueno ; Cadalso escribió otra titulada
Sancho Garda ; López de Ayala hizo repre-
sentar la Numancia, y Jovellanos escribió el
Munuza, Casi todas estas producciones son de
muy escaso mérito. En las de Moratin se en-
cuentran algunos bellos trozos de versifica-
ción; pero ninguna de ellas podría represen-
tarse ahora con buen éxito. Cadalso cometió
el yerro de escribir la suya en versos parea-
dos, que ademas tienen el defecto de ser muy
flojos: el Munuza tiene un plan bastante mal
trazado,' notándose no pocos defectos sn los
caracteres y en la versificación: solóla trage-
dia de Ayala, reducida á mas eslrecbas dimen-
siones y purificada de algunos defectos, se ha
sostenido en el teatro basta estos últimos tiem-
pos, merced á los sentimientos patrióticos que
en ella resaltan , y á no pocos trozos de su
bueña versificación,
Don Vicente García de la Huerta, á quien
no parecieron bien los esfuerzos que se bacian
para acreditar en el teatro español el sistema
francés, emprendió publicar una colección de
nuestras mejores comedias; pero tnvo mala
elección y no consiguió lo que se babia pro-
puesto; siendo lo mas notable que después de
largas declamaciones contra los innovadores,
no solo siguió su ejemplo, escribiendo una
tragedia original, sino que publicó una traduc-
ción de la Zaira de Voltaire, siendo estas dos
las mas apreciadas y conocidas de sus obras.
La Raquel', que asi se titula la tragedia origi-
nal de Huerta, descuella" á una inmensa altura
entre todas las obras de este género qfie se
compusieron en el último siglo, porque aun
427
TRAGEDIA— TRAtíES NACIONALES
cuando se hallen en ella algunos defectos, el
plan está Lien ordenado y bien pintados los
caractéres; lataccion es interesante y los ver-
sos por lo general son muy buenos.
Don 'Sfieasio Alvarez Gienfuegos publicó
jwsteriormente el Idomeneo, la Zoraid.ay la
Condesa de Castilla, ensayos del género trá-
gico que nunca han logrado los honores de la
representación. Después de su muerte se im-
primió otra tragedia suya titulada el Pitaco.
Conio producciones dramáticas, solo la segun-
da tiene algún interés: la acción de la tercera
es demasiado horrible, y el Pitaco, aunque
mejor escrita que todas, carece de movi-
miento.
Enlos.primerosaños de este siglo tuvo Es
paña un actor dotado de tan raras prendas que
hizo aplaudir en el teatro las composiciones
que parecían contrarias á nuestra índole y gus
tos literarios. Tal fué el entusiasmo que produ
jo Maiquez representando tragedias, que un
gran número de poetas se dedicaron á tan di
ficil género, unos traduciendo las mejores que
tenia el teatro francés y otros escribiéndolas
originales. 'Pero de todas ellas la mayor parle
han quedado olvidadas por su escaso mérito,
escepto el Pdatjo, obra compuesta antes de
1808 y que pasará á la posteridad con la fama
de su autor, á quien hemos vislo coronar co-
mo eminente poeta.
TRAGES NACIONALES. De una preciosa obra
contemporánea tomamos este sentido artículo,
que reproducimos con levísimas alteraciones.
En él se nota un espíritu de nacionalidad que
encanta, y se pinta con bellos colores la poe-
sía de nuestros dos trages característicos, la
capa y la mantilla La historia de nuestra ga-
lantería, dice, la Indole particular que en las
pasiones de los españoles dejaron impresas la
invasión íagarena, y las disensiones domésti-
cas que por tanto tiempo agitaron ios diversos
imperios del cristianismo español, son la ver-
dadera fuente de dondé salieron los originales
rasgos que aun en la actualidad determinan de
un modo ideal y poético al habitante de la ?e~
nlnsiila.
Los árabes españoles fueron sin disputa el
pueblp mas civilizado del mundo. La inteligen-
cia alcanzó entre ellos un grado de desarrollo
muy superior al que obtenía entre las demás
naciones. Sus costumbres también eran las mas
dulces y su galantería !a mas culta entre las
que imperaban sobre los pueblos qoe se deno-
minaban civilizados, Tan cierto es esto, que
nilestro trato continuo con ellos >ñió la verda-
dera causa de que la enérgica aspereza de los
hábitos góticos se templase con la dulzura de
los usos árabes, con la ilustración que las es-
cuelas cordobesas sin cesar derramaban, con
la blandura que por todo el ámbito de España
esparcían las industrias, talleres y comercio de
los moros toledanos, valencianos y grana-
dinos.
Mas detenidamente demostraríamos esta
verdad,, si pudiéramos ocuparnos esclusiva-
mente de esto. Válganos, pues, de escusa esla
razón, si saltando las épocas y esquivando his-
tóricas computaciones, consideramos demos-
trado el origen de las .dos partes del vestido
español. La cipa y la mantilla.
Nada se parece mas á un albornoz que una
capa española. Ningún tocado tiene con el velo
de las moras mas semejanza que las mantillas
de nuestras damas. Los árabes, ardientes y ce-
losos amadores, idearon, sin duda, estos trages
para mejor favorecer al misterio de sus galan-
teos, para mejor esquivar las miradas inopor-
tunas de los eslraños. Los cristianos, nacidos
y criados bajo la influencia del sol que calien-
ta la vega granadina, teniendo acaso en sus
venas no poca parte de sangre berberisca y
árabe, tenían el mismo temple en sus pasiones
la misma poesía de sentimientos que á los mo-
ros habla inspirado el lujo de sus conquistas,
la preponderancia de su cultura, el i n II ir j o do
los climas de donde eran indígenas*
Si los abencerrages de Granada, depuesta
la pesada cota, embozados hasta los ojos, no
bien limpias las mauos de la sangre cristiana
con que las mancharon en el rebato de por la
mañana junto á los muros de Santa Té, vola-
ban apenas anochecía á suspirar rendidas baja
las celosías de sus amadas, entregando á loa
perfumados vientos de los cármenes los armo-
niosos versos de sus romances; el cristiano
del campo católico, calando en vez del casco li
ligera toca, envuelto también en una capa
rondalla por entre las tiendas de las damas de
la reina esperando la hora de ver brillar al ra-
yo de la luna los hermasos ojos de su dama, y
entreteniendo ei tiempo con la canción de ena-
moradas trovas.
Iguales eran ya las costumbres y confundi-
dos estaban los hábitos, cuando en las sierras
alpujarreñas cayó espirante nadando en su he-
roica sangre, la última esperanza de libertad,
de gloria y nacionalidad que el islamismo es-
pañol habia concebido. Las callos toledanas,
las de Zaragoza, las de Sevilla, presentábanla
misma escena. Edificios 'cargados .de celosías,
misteriosos embozados, damas lapadas, escude-
ros, pagos y dueñas, sirviendo todo al fanatis-
mo con que nn pueblo original, exaltado, poé-
tico y heroico en su vivir, daba culto á los dos
sentimientos que le caracterizaban: su religión
y sus amores.
Emulas de la careta y del dominó venecia-
nos, mas lísongsras que estos disfraces y mas
que ellos elegantes y airosas, la capa y la
mantilla españolas fueron dejando escrita en la
tradición y en el gusto para vestir la curiosa
crónica de nuestra galantería. Una mujer ve-
lada pasando como un sueño de felicidad debá-
jo el manto una pulida jamo, símbolo tal vez
de su rara belleza,' decidía de la suerte de un
hombre: para siempre regulaba sus movimien-
tos: la vida del caballero estaba á los pies de
la dama, que desde el encierro de su hogar
TRAGES NACIONALES
430
acaso disponía de una conquista ó de la paci-
ficación de un reiQO.
has reyes y los sasaYJos, los grandes y los
simples hidalgos, los escuderos y los malones,
lodos al anochecer calaban el sombrero, se
hundían en el rebozo de su capa y acariciando
por debajo de ella los gabikmes de la tizona ó
]a culata del pistolete, se ponían en ia calle cu-
pos de sus buenas o malas andanzas: y llovían
con esto los tajos y reveses, y las rejas se cer-
raban de golpe y la justicia corría á meterse
cu su casa, y si se quedaba, era para recoger
innci'losó heridos, ó cuando menos alguu som-
brero 6 guanle de los reñidores. Amanecía el
cirio como si nada hubiera sucedido: sonaba
la campana llamando á misa; doncellas y due-
ñas, casadas y viudas, bien embebidas en sus
mantos, salían de sus casas mirando de reojo
á los madrugadores galanes y seguras de que no
fallaría algún page rutianque al volver una es-
quinapusiera en sus manos elbiltete del enamo-
rado caballero. Asi nuestros abuelos, divinizan-
do sus pasiones y llenando el mundo con la
fama de su valentía, pasaron sendos años de
vida y de ilusión, años de poesias, hasta en las
catástrofes sangrientas que los recelos dei po-
der venían á decretar de cuando en cuando.
Con tales antecedentes, con tan variados
recuerdos, ¡a capa y la mantilla reinaban so-
bre nuestro suelo, mandando todavía y fasci-
nando las imaginaciones mas Anas, cuando la
moda, esclava de la influencia política, vino á
variar de capricho porque la suerte de la Es-
paña liahia variado-. Los estilos ultramontanos
invadieron nuestros salones, paseos y teatros,
hollando recuerdos lisongeros, destruyendo la
nacionalidad de las costumbres, atacando la
melancólica gravedad que a pesar de lodo ca-
racteriza aun á ios ardientes hijos de la Espa-
ña. Todo fué cediendo al tórrenle dominador,
lodo fué cejando anle su poderosa influencia.
Sin embargo, el caballero español , si dejó la
espada, si abandonó la daga y el sombrero de
anchas alas, no quiso desprenderse de su ca-
pa; ni muchas damas dejaron do veiar al sol
sus encantos , por mucho que gustasen de
prenderse al estilo de Francia é Inglaterra.
Las ciases acomodadas de nuestro pais
adoptaron las modas estrangeras, sin abando-
nar las garbosas ropas españolas. Admitieron
a, las primeras como medio de variar en eluso
de las segundas, empleándolas en los actos de
la vida y eu las costumbres introducidas tam-
bién por los estrangeros.
Ta desde' entonces forma olro periodo la
historia' de nuestros trages nacionales. Insen-
siblemente fueron desapareciendo sus formas.
Quedaron sus galanes y lujosos adornos para
lances de legitimo capricho español, para las
romerías y funciones de tradición puramente
española. Lá capa y la mantilla solamente perma-
necieron dominando como símbolo poderoso de
nuestro carácter, como recuerdo vivo de nues-
tra poesía, del romanticismo de nuestra vida.
Sin embargo , forzoso es confesar que ia
mantilla es aun el trage dominante de nuestro
suelo, y el adorno que mejor sienta á nues-
tras damas. En cuanto álos hombres, por mas
que anden vestidos á la inglesa, sienten aun
en sus venas arder un resto de sangre africa-
na, y por mas que se introduzcan capotes con
mangas ó sin ellas del otro lado de los Piri-
neos, el español lleva capa y con ella se em-
boza, ya que no para rondar las rejas por la
noche (que de ésto nos ha librado la civiliza-
ción moderna) para guarecerse del frió y evi-
tar las intemperies del invierno. El pueblo es-
pañol, coinoel anciano que recuerda los goces
de su juventud, ama todavía las prendas que de
aquella época venturosa le han quedado. To-
davía los españoles preüeren las ropas y los
usos que en otros tiempos eran compañeros y
protectores de sus delicias. Y mientras mas se
desciende á las ciases que por su posición no
están en el caso de haber alterado sus cos-
tumbres, mas se conoce el apego de los es-
pañoles á los antiguos usos de sus gloriosos
tiempos.
. Pueblos hay en la Península donde nues-
tros abuelos tendrían muy poco que echar de
menos en punto á costumbres y tradiciones, y
muchas son las ciudades, que, si bien han su-
frido los .trastornos de las modernas revolucio-
nes, todavía conservan en sus usos trages gó-
ticos y moriscos, resto de lo que fueron hace
dos ó tres siglos.
Sin embargo, la tendencia general llegará
nn día á conseguir la abolición de nuestros tra-
ges nacionales. Como sombra que se desvane-
ce en nn dibujo , desde el oscuro mas negro
hasta la mayor claridad , asi nuestras usanzas
vendrán á confundirse en los estilos eotrange-
ros. La ropa española, tan bella, tan galana,
tan ideal, será una tradición , un sueño de los
pasados tiempos, y no pudiendo ya brillar en
los asiáticos saraos, en las lujosas ferias, en
las plazas de toros, en las nocturnas serénalas,
lucirá su elegante forma eu los "bailes de más-
caras, sino con la fe de su juventud, con el ar-
dor al menos del deseo,
Mientras tanto , en algunas provincias de
nuestro suelo son todavía características, toda-
vía necesarias al pueblo, que sin ellas y sin las
costumbres que á ellas van eslabonadas , no
puede pasar la vida. Y por lo que respecta al
objeto de este artículo, aun podemos decir
que reina su influencia con poderosa energía
en nuestros compatriotas. Los españoles, por
muy elevada que sea su clase , conservan aun
en su vestir, como en otras muchas cosas, al-
gunos rasgos característicos, bastantes signos
para distinguirse de cualquier estrangero.
Aquí concluye el articulo que liemos repro-
ducido. Conformes con el autor del mismo en
las apreciaciones que hace de nuestros trages
nacionales. y en los sentidos recuerdos que les
consagra, no lo estamos del mismo modo res-
pecto á sus temores de que desaparezcan estos
431
TRAGES NACIONALES— TRAICION
439
consejo, que alguna gente ó tierra, que obe-
descieseh á su rey se alzaren contra él , qm>
no lo obedcsciesen ansi como solian: la quar-
ta es, cuando algún rey, 6 señor de alguna
tierra (le fuera del señorío, le quiere darla
tierra ó le obesdecer, dándole parias 6 tríbulo
y alguno de su señorío lo estorba de becho ó
de consejo: la quinta es cuando el que tiene
por et rey villa o fortaleza, se alzare con aquel
lugar ó lo da á sus enemigos, ó lo pierde por
su culpa, ó algún engaño que él hiciere: !a
sexta es, cuando alguno tiene castillo de royó
villa de otro señor por homenage, y no lo da
á su señor quando gelo pide, ó lo pierde, no
muriendo en defendimiento de el, teniéndolo
abastecido y haciendo las otras cosas que de-
be hacer por defender el castillo según fuero y
costumbre de España, ó si tuviese el castillo,
villa ó ciudad del rey y maguer no la tuviese
por él : la Séptima si alguno desamparare a!
rey en batalla ó se fuere i los enemigos, ó se
vestigios de la nacionalidad española. Nosotros
creemos que se conservarán siempre, y en
prueba de ello podemos notar cuan corto es el
número de las personas que lian abandonado
el trage español por el estrangero. Las hay en
Madrid y en las grandes capitales; pero en las
demás poblaciones, fuera de cuarenta ó cincuen-
ta, su número es muy reducido. Ademas no se
cuentan en él las señoras, que no han aban-
donado nunca la mantilla para los usos comu-
nes de la vida, y aun para su lujoso atavío.
Con gusto daríamos en este articulo una
noticia de los principales trages de las provin-
cias de España, pero renunciamos á nuestro
deseo por no alargar demasiado el presente ar-
ticulo. Los mas mareados por sus diferencias
características son el andaluz, el valenciano,
el pasiego y el raaragato. Todo el-mundo co-
noce sus desemejanzas con eltruge de Castilla,
que es el mas usado con pocas modificaciones
en toda España.
TRAICION.' (Jurisprudencia.) Una ley del j fuere de la hueste , ó eu otra manera, sin su
Ordenamiento de Alcalá trata de los diferenles mandado, ante del tiempo que hubiere de
delitos que entonces se conocían con el uom-j vir, y si alguno descubriere á los enemigos las
bre . de traición y los distingue de esta mane- ' puridades del rey á daño de éi: la octava es, si
ra. «Traición es la mas vil cosa que puede ' alguno ílciere bollicio ó levantamiento del rey-
caer en el corazón del hombre y nascen delta no haciendo juras ó cofradías de caballeros 6
tres cosas que son contrarias de la lealtad, y de villas contra el rey, dequenascieredañoal
son estas: mentira, vileza y tuerto: y estas tres rey ó al reyno: la novena, quien poblase cas-
cosas hacen al corazón del hombre tan flaco tillo viejo del rey, 6 de peña brava, sin man-
que yerra contra Dios y su señor natural, y ! dado del rey, para hacer deservicio al rey, o
contra todos los hombres, haciendo lo que uo guerra, ó mal daño á la tierr::, ó si alguno po-
deben hacer: y tan gran % es la vileza y mal- blase por servicio del rey, y no gelo hiciere
dad de ios hombres, y de mala ventura que saber hasta treinta días, desde el dia que le
tal yerro facen, que no se atreven á tomar ven-
ganza de otra guisa de los que malquieren,
sino encubiertamente y con engaño: y trai-
ción tanto quiere decir, como traer un hombre
á otro so semejanza de bien á mal, y es mal-
dad que tira asi la lealtad del corazón del hom-
bre. Y caen los hombres en yerro de traición menage, y cualquier que lo no hiciere asi, sen
en muchas maneras: la primera y la mayor, y por ello traidor. Otro si, si algunos hombres
lá qne mas cruelmente debe ser escarmentada, : son dados por rehenes al rey, por causa qué
es la que atañe á la persona del rey, asi como él sea guardado del cuerpo ó del estado ó por-
si alguno se trabajase de le malar, ó lo hiriese que cobre alguna villa ó castillo, ó señorío ó
ó lo prendiese, ó le hiciere deshonra, hacien- j vasallage en otro rey, ó reyno 6 señorío, óal-
do tuerto con la reina su muger, ú con su hija guno mata todos los rehenes ó alguno dellos,
del rey, no siendo ella casada, ñ se trabajase ' ó los sueltan ó hacen huir: y otro si, si el rey
por le hacer perder la honra de su dignidad ; tuviese algún hombre preso, de quien, seyen-
que tiene: y otro si, cualquier que hiciere es- ¡ do suelto, le vernia peligro al cuerpo ó desde-
tos yerros susodichos al infante heredero, cae- redamiento, y alguno lo soltare de la prisión,
ria en este mismo caso; fueras ende si él qui- ' ó huyese con él: y cualquier que hiciere apu-
siere matar ó herir, prenderé deshonrar al rey i na cosa de las susodichas contra cualquier se-
su padre, ca entonces, que quier que hiciesen j ñor que hoviere, con quien viviere, baria ale-
les vasallos por defender al rey su señor, no j ve conoseido, pero si lo matase ó hiriese ó le
dehen haber pena por ende, ante deben haber j prendiese, ó le hiciere tuerto con su muger
galardón; y esto es porque el señorío del rey
debe ser guardado sobre todas las cosas: la se-
pobló para hacer dello lo que mandare: y cual
quier que tal fortaleza tuviese aunque él no la
tuviese poblada, ni labrada, mas otro algmio
de quien la bobo, sea tenido de venir al pla-
zo del rey, y hacer della lo que él mandare,
asi como de olro castillo que tuviese por lio-
Banda, si alguno nel pone con los enemigos
para guerrear 0 hacer mal al rey ó al reino, ó
les ayudare de hecho, ó de consejo, ó les en-
viare carta ó mandado porque se aperciban en
alguna cosa contra el rey en daño de la tierra: 1 la traición que hicieren contra el rey, y coi-
la tercera, si alguno se trabajare de hecho ó de I tra su señorío, ó contra procomunal del reyno,
ó no le entregase su castillo, quando gelo de-
mandase y traxese ciudad ó villa ó castillo,
maguer no lo tuviere por él, en eslas cosas lia-
ría traición, y seria por ello traidor , y mere-
ció muerte de traidor, y perder los bienes, co-
mo quier que este yerro no es tan grave como
T R A1CI0N— T& A NSILV A NIA
434
ni su linagc no haya aquella mancilla que ha-
bría en lo c¡ue tangiere al rey ó álreyno.»
Según el código penal -rigente , el delito
do traición solo se comete por los que alentan
de algwi modo .contra la seguridad esterior del
Estado".
La tentativa para destruir la independencia
ú h iufegridad de! listado, sera castigada con
la pena de muerte. (Arttó'ulo 13!)).
El español que indujera á nna potencia es-
Inmgera á declarar guerra á España ú se con-
certare cotí ella para el mismo fin, será casti-
gado bou ¡a pena de muerte , si llegare á de-
clararse la guerra, y en otro caso con la de
cadena perpetua. (Arl. 140).
El español que lomare las armas contra su
patria bajo Lamieras enemigas, será castigado
con la pena de cadena temporal en su grado
máxima ú la de muerte. (Art. 141).
Se impondrá también la pena de cadena
temporal en Su grado máximo á la de muerte:
!t* Al que faciliiare al enemigo la entra-
da en el reino, el progreso de sus armas ó la
lóala de nna plaza, puesto militar, buque del
Estado, ú almacenes de boca y guerra del
mismo,
1.a leiilativa de estos delitos se castigará
con la misma pena qne su consumación.
2 " Al que suministrare á las tropas de
tina potencia enemiga cándales, armas, embar-
caciones, otéelos ó municiones de boca ó guer-
ra, ú otros medios directos para hostilizar á
España.
3.° Al qne suministrare al enemigo planos
de fo'ftnleüa o terrenos, documentos ó noticias
que conduzcan directamente al propio fln do
hostllMaí & España.
Al qne en tiempo de guerra impidiere
halle comprendida en el número 3." del arti-
culo 142. (Art. 144).
TRANSACCION {Jurisprudencia.) La transac-
ción es oh convenio celebrado entre partes que
litigan una contra otra, y por medio del cual
queda decidido el punto litigioso y termina-el
litigio.
Es esencial en las transacciones que ten-
gan por objeto nna cosa dudosa ; y por tanto
seria nula la qne se hiciese, siendo indudable
que uno de los contrayentes no tenia derecho
alguno, ó habiéndose ejecutoriado la sentencia
daila sobre la materia del litigio. Ademas debe
ser onerosa y no gratuita , de manera que los
transigentes se den, retengan ó prometan mú-/
luamente alguna cosa; porque sin esto habría
redunda en vez de transacción. Et que queda
en posesión de alguna cosa ó llega á poseerla
por haber transigido , no tiene derecho á la
eviccion , si un tercero le priva de ella. En la
transacción jamás se entienden comprendidas
las cosas no señaladas expresamente. Para
Iransigir se necesita la misma capacidad que
paTa enagenar. Puede transigirse por medio de
procurador dándole un poder especial, y aque-
llo en que convenga el apoderado será valido
en cuanto no esceda á los limites do las facul-
tades concedidas por el poderdante.
No puede transigirse sobre eausas matri-
moniales porque se opone á ello la indisolubi-
lidad del matrimonio; ni sobre lo que se deja
en algún testamento, sin que preceda su aper-
tura, ni sobre alimentos futuros legados entes-
tamento, á no autorizarlo el juez, ni sobre de-
litos futuros, aun cuando pueda transigirse so-
bre la responsabilidad pecuniaria de los pa-
sados.
Ha sido práctica muy común en nuestros
que las tropas nacionales reciban los auxilios tribunales el moderar las penas aun tratándo-
espreaados en el número 2." ó los datos ó no<
líelas indicadas en el número 3.°
5." Al que sedujere tropa española, ó que
se halle al servicio de España, para que se pa-
se i las filas enemigas, ó deserte de sus ban-
deras, estando en enmpaña.
G.° Al que reclutare en España gente para
el servicio de las afinas de una potencia ene-
miga, (Art. Í42).
ha conspiración para cualquiera de los de-
litos espresados en los artículos anteriores, se
castigará con la pena de presidio mayor. (Artí-
culo Vú).
la proposición para los mismos delitos será
castigada Bífoiü dé presidio correccional. (Id,)
El qne comunicare n revelare directa ó in-
directamente al enemigo' documentos ó nego-
ciaciones reservadas de que tuviere noticia
por razón de su otlcio ó por algún medio re-
probado, incurrirá en la pena de. cadena tem-
poral en su grado máximo á la de muerte. ,
Si hubiere adquirido los documentos ó las
noticias de las negociaciones por otro medio
se de delitos graves, cuando la parte agravia-
da concedía el perdón ; práctica que se fun-
daba en una ley de Partida, donde se dice que
si un acusador de delito por el cual debiera
imponerse la pena de muerte ó de perdimien-
to de miembro, se conviniere con el acusado
en dejar la causa antes de darse la sentencia
por recibir alguna cosa, no deberla imponer-
se pena corporal, porque todo hombre puede
redimirán sangre. Pero la ley 4.a tit. XL, li-
bro 12 de la Novísima Recopilación , declaró,
que aunque hubiera perdón de parte, Si el de-
lito merecía pena corporal, podría imponerse
el servicio de galeras.
La transacción tiene fuerza de cosa juzgada
y no puede rescindirse sino- por dolo ó false-
dad, por miedo que cae en un varón constante,
por error sustancial y por lesión enormísima,
según el decir de algunos intérpretes de mies-
tro derecho; pues otros opinan por el contra--
rio rpic ninguna lesión, por grande que sea,
produce la rescicion.
TRMS1LYAN1A. {Geografía.) Erdehj Ors-
sera castigado con la pena de presidio menor, zag en húngaro, Ardalu en valaco, Sieben
a iic i ser que la revelación ó comunicación sel burgen en alemán.
'¿10? UlULIOTfíCA POPULAlt. T, XXXIII, 28
m TRANS UVAN I A— TRAPA
130
La Tránsilvania es una provincia del im-
perio austríaco, limitada al Norte y al Oeste
por la Hungría, al Sud por la Yalaquia y al
Iste por la Moldavia, La Tránsilvania. forma
parte de la región llamada Rumania ó antigua
Dacia, cuyo centro viene á ocupar. (Véase nu-
5i ama.) Su superficie es de 2,925 leguas cua-
dradas ó 61,275 kilómetros cuadrados.
La Tránsilvania es una meseta o mejor una
tierra elevada (hocliland) formada por los Kar-
patos, y cubierta de altas montañas lionas de
bosques y asperezas, especialmente hacia el
Esto y el Sud, punios, por ios cuales, el pais
no es franqueable más que por desfiladeros
de difícil acceso. Los rios principales son el
Maros y el Szamos, afluentes del Teis, y el
Aluta ó Alt, afluente del Danubio.
Aunque montuosa y generalmente llena
de bosques, la Tránsilvania es un pais muy
fértil; pero la agricultura está muy atrasada;
los ganados son bellos y numerosos. El reino
mineral es riquísimo* pues se encuentra oro,
plata, cobre, plomo, hierro, mercurio, sal,
hulla, etc. "La producción anual de las mi
Das es . .
Oro. .
Plata, .
Cobre.
Hierro.
700 fca,
1,500
123,000 .
1.047.000
Sal 62.000,000
Por desgracia, tan bello pais carece de ca-
minos y comunicaciones, oponiéndose al des-
arrollo de sus riquezas naturales su estado
atrasado de civilización y el antagonismo de
castas.
La población en 1849 era de 2. 1 26,948 ha-
che y reformada en 1664 por Armando Ji¡aB
le Boutillier de Raneé, que la tuvo en Enco-
mienda con oíros muchos beneficios, hasta que
■ constituido abad regular, consolido en aquel
monasterio la primitiva observancia y regla
del patriarca San Benito, con los antiguos usos
y costumbres de los primeros padres del cister,
renunciando todas las dispensas autorizadas
por la Sania Sede
Esta reforma perseveró en todo su vigor has-
ta las novedades ocurridas en Francia en 17-111.
Los monges de la Trapa, felizmente ignoran*
tes de los sucesos delmundo, supieron do pron-
to lo acaecido por su padre abad, que se lia-
Haba entonces en los últimos periodos di; su
vida, y no pudiendo por su achacosa debilidad
arrastrar su cuerpo á donde le llamaba el es-
píritu en medio de sus amados hijos, se hijo
llevar ála sala capitular, y penetrado del nías
vivo dolor, desplegó los labios con aquella es-
presion del sabio: Tcmptit tacendi, et tmgu
loquendi, pintándoles con tristes y sentidos
rasgos los trastornos ocurridos y la obligación
que se les imponía de abandonar su vida mo-
nástica.
El padre don Agustín de Lestrangues, en-
tonces maestro de novicios, recomendable por
su ilustre nacimiento y práctica en los nege-
cios eclesiásticos, y mas sobresaliente aun en
el claustro por su humildad, caridad y celo de
la observación religiosa, con aquella confianza
propia de las almas puras, tranquilizó á los
monges ofreciéndoles practicar todas las dili-
gencias necesarias para conseguir una nueva
mansión donde pudiesen fijar su permanencia;
y revesiido de todas las facultades del supe-
rior inmediato, pasó al cantón de Friburgnoi
Suiza, para solicitar del senado el permiso de
hilantes, á saber: 250,00(1 alemanes sujones ; un establecimiento religioso én; su territorio,
luteranos; 8,448 slavos; 1.290,000 romanos ó
valacos del rito griego; 556, B00 magyares
católicos y calvinistas; 9,000 armenios, 0,000
judíos y 7,000 bohemios.
La Tránsilvania se divide en condados y
distritos militares. Las ciudades principales
■son Kiausenburgo J(olosvai-)¿ Karlsburgo (Ka-
rol y Fcjervar), Zatahnn, Hcrmansladt, capilal
del [jais sajón, Kronsladt, capital de los con-
fines militares.
La Tránsilvania pertenece al Austria des-
de IG99. ¡
T'ItAl'A. (groen religiosa dim.a) Vamos á
consagrar un breve espacio en esta obra, don-
de figuran ya otros artículos sobre las órdenes
religiosas mas notables, á describir la historia, i
recientes vicisitudes y carácter de este nota- '
ble instituto, cuyo nombre no se pronuncia sin
cierto temor y reverencia, 'y cuyos miembros '
han dejado en el mundo tantos recuerdos cíe
sus virtudes, austeridad y penitencia. El mo-
nasterio de la Trapa es una abadía de la orden
del Cister, filiación de Claraval en el Perche,
diócesis de Scez. en la Normandla Jíuja, funda-
da en el siglo XII por Rotron, conde de Per- 1 das las criaturas.
lo que no solo obtuvo de aquel respetable con-
sejo, sino que ademas se le concedió una pe-
queña cartuja abandonada trece años antes,
I situada entre montes casi inaccesibles y en-
Lierlos de nieve la mayor parte del año, con
destino á la nueva colonia cisterciense, para
que la disfrutase con todos lós privilegios que
gozaba en el monasterio de la Trapa, A pesar
dé ía esterilidad del terreno y de la estrecIn'J
de la casa, la consideró á propósito el podre
don Agustín, que regresó luego á la Trapo para
informar de todo á sus hermanos: y en con-
secuencia, pasó la comunidad á elegir pur vo-
tos secretos, que remitió bajo sello y BiuM*
los electores al señor abad de Claraval, un su-
perior y veinte y cuatro monges para el nucro
establecimiento, no pudiendo por entonces
reunirse todos en el mismo.
En medio de una profunda tristeza, nns
hacia aun ma§ sensible la inviolable ley del
silencio, marchó, pues, la colonia fundadora
entrado el mes de mayo de 1791, sin mas pro-
visión para lan largo viage que una fe viva y
una segura confianza en el padre común do lo-
137
TRAPA
438
Caminaban á pie aquellos cuyas fuerzas se
lopenntliaii, qué eran casi todos, y algunos
tocos en un cSPró: en todos se manifestaba
lien á los clara* la pobreza evangélica: duran -
(c su penoso viage se alimentaron con verdu-
ras? legumbres, siguiendo todos los ejercicios
del silencio, M rezo y lección espiritual, en
cuanto les ora posible: tina vez llegados a las
fronteras de Suiza, se postaras dando gracias
al MHsimo con varios salinos y preces; y des-
pués á su entrada en Fribnrpo, eapitalde! can-
tón del «tomo nombre, pasaron ú dar gracias
a! senado y á besar la mano del señor obispe, i
(¡nien dijo la mi-a del Espíritu Sortlo y les dio |
la comunión y bendición. [lechas las inescu- ¡
sables visitas1 de gratitud y atención se diri- 1
gieron al término de su vU.^c, que antes so"
llamaba solamente 'Valle-Santa y ahora de
Nuestra Señoril de la Trapa.
El edificio del monasterio inhabitado por
espacio de ireto años, aiiminc pnr arnera pré- ¡
sentaba un mediano aspecto, por adenlro era
casi un aioiiloii de tuinas; ya escepcion de la
sala capitular, apenas se conocían los vestigios
ife los rlcmas lugares. Durante mochos meses
una sala de techo muy elevada servia de re-
fectorio, sin Otrá mesa que unas malas tablas
puestas sobre (roncos de arboleé; Unas babas
don sus vastagos, y pellejos, unas zanahorias y
rállanos ron sus hojas, y algunas yerbas de
inferior calidad, componían la comida dees-
Ios solitarios, con un pan que casi todo era de
salvado, pero ci penoso lraba],o con que ocu-
paban la mayor parle del día sazonaba sus
alimi'ulus. En el primer invierno después de
su arribo, una muy húmeda bodega era su
fínico dormitorio, sin paja, sin tarima y sin.
mantas para cubrirse en un pais sumamente
frío, Pasaron muchas semanas sin poderse
mudar por falla de hábitos y de lavadero para
limpiarlos. En medio de todo su espíritu ja-
más cedió á semejantes trabajos: si bien los
cuerpos no dejaban de esperimontar sus tris-
tes efecios. Tres religiosos, que perecieron
entonces, bien podría decirse que murieron
mártires de la santa pobreza: y el glorioso fin
d(¡ sus dias, llenos de bendición y consuelo,
en lugar de esa' pena que suelen eseilar una
natural compasión, hacia desear ásus herma-
nos que les cupiese la misma snerte.
Con el trascurso del tiempo fueron adqui-
riendo lo mas urgenlc y necesario, y aunque
so eslendia á muy poca cosa, se creyeron des-
de entonces con todas las comodidades que
podían apetecer. Para cubiertas de cama, en
defecto de lana, se sirvieron del musgo ó de
apella yerbecilla que se cria en. ta corteza
<ic los árboles, y con este abrigo se preser-
vaban del Mo de la noche á fin de dar ai cuer-
po algún descanso, que era bien necesario
Para qae no decayese enteramente.
Su vida laboriosa les hacia menos sensi-
ble, el frío durante el dia, y aunque tenían un
lomillo de hierro llamado caiefactorio, era su
calor ile tan poca actividad que apenas se de-
jaba sentir tocándolo con la mano; esta morti-
ficación era, sin embargo, menos voluntaria
que inevitable, porque mal podían procurarse
alguna leña para calentarse, cuando la nece-
saria para cocer sus legumbres estaba tan es-
casa y verde, que ora preciso buscarla entre
la nieve que llegaba hasta la cintura. Luego
que pudieron adquirir algunos instrumentos y
utensilios, cultivaron la huerta, de donde ha-
bían de sacar casi lodo su alimento; mas co-
mo la tierra era muy estéril y no podían fe-
cundarla por falta de estiércol, recogían poco
fruto ile sus sudores, bien que algún tiempo
despees cultivaron los campos inmediatos al
monasterio, cuando algunas personas caritati-
vas les socorrieron á fln deque pudiesen pro-
curarse lo necesario para e! cultivo de las
tierras.
Los religiosos de la Trapa, que se habían
quedado en Francia en su monasterio, espe-
rando siempre que se modificarían las ideas
políticas dominantes respecto á la religión,
conocieron luego que la persecución iba cun-
diendo de dia en dia, pues habiéndose vendi-
do la hacienda del monasterio y basta la mis-
ma huerta, se encontraron los religiosos re-
ducidos á la estrema pobreza, de modo que se
mantenían con el poco pan que algunas per-
sonas caritativas les echaban por las venta-
nas. En e¡' año de. 1793 el monasterio fué ven-
dido á unos mercaderes de hierro que lo des-
tinaron á fraguas y otros usos semejantes. Los
nuevos dueños, sin respetar las leyes de la
religión ni de ta humanidad, al entrar en ei
monasterio, maltrataron á los religiosos, y los
arrojaron de él, llenándolos de injurias y bal-
dones, y amenazando acabar con ello3 Si in-
sistían en permanecer en él.
En tan lastimosa posición alzaron sus ojos
al nuevo establecimiento de Fri burgo, que mi-
raban como su único asilo, y allá dirigieron
sus pasos, bien condados en el amor de sus
hermanos: en efeclo, el superior del estable-
cí miento, aunque se encontraba sumamente
pobre y falto de arbitrios para acogerlos y
sustentarlos, no obstante su triste situación,
con su natural afabilidad les abrió pronta y
generosamente las puertas del monasterio.
Viéndose entonces este digno prelado con
sesenta y cuatro subditos y en la dolorosa im-
posibilidad de mantenerlos á su lado en la es-
trechez y pobreza de aquella casa, determinó
enviar dos monges comisionados para suplicar
á nuestro monarca don Carlos IV la gracia es-
pecial de un trozo de tierra inculta en algún
yermo de su dilatado imperio, donde pudie-
sen fijar su morada y procurarse la subsisten-
cia algunos de sus hermanos.
El padre Gerásimo y el padre Juan fueron
los dos monges comisionados que partieron
de Valie-Sauta para España en el mes de mar-
zo de 1 793. Llenos de una santa confianza los
dos monges, emprendieron su rula ála. ciudad
TRAPA
de Lucerna, que dista treinta leguas de su mó- ¡
nasterio, y habiendo llegado se presentaron
al ministro de España, que les recibió con sin-
gular afecto y benevolencia, dándoles cartas
de recomendación para el ministro, de Estado
español, para su enviado en Genova y para
otras personas, á fin de que les facilitasen su
embarco y la entrada en el reino de España.
Son estremadamente curiosos los porme-
nores de este viage que aqui no podemos re-
ferir estensamente. En el monte de San Go-
tardo, uno de los mas elevados de Europa,
cuya cima está siempre cubierta de nieve, y
donde es muy frecuente caer precipitados en
horribles ventisqueros, se apoderó de los re-
ligiosos on frió intenso, que aumentándose
hasta dejar sus miembros casi yertos, les hu-
biera dejado sin vida, si la Providencia no les
hubiera socorrido en aquellos instantes de
una manera'inesperada. Hay en la cima de la
montaña un hospicio de capuchinos, estableci-
do para el socorro de los pasageros: el meso-
nero de estehpspicio, avisado por un aldeano
que los habla divisado, del peligro en que so
encontraban los dos monges, salió con otros
á su encuentro, con guantes, pieles y capotes,
y hallándolos desfallecidos y medio muertos,
los condujeron al mismo hospicio, donde los
capuchinos los cuidaron y trataron con su
acostumbrada caridad. Trasladados de allí á
Genova, donde permanecieran algunos dias
hospedados en un convento, se embarcaran
para Barcelona, dirigiéndose al monasterio de
Santas Cruces, cuyos monges los recibieron
con caridad fraternal, y sucesivamente se tras-
ladaron, continuando su viage, de este'tnonas-
teria al de Santa Fé á dos leguas de Zaragoza,
después al de Piedra, al de Huerta en Castilla,
y por último, el de Santa Ana en Madrid, don-
de se les ofreció asilo para el tiempo que dura-
sen sus pretensiones.
En Madrid se colocaron bajo la protección
del duque de flijar, por cuyo conducto presen-
taron al rey un memorial solicitando un terre-
no inculto y estéril para vivir de sus produe-
tosy construir en él un limitado edificio de pie-
dra y barro, para continuar en la práctica de
su santo estado. El monarca, en vista de este
memorial y del -compendio de los ejercicios,
impreso en Zaragoza, que los monges presen-
taron, acordó darles la^granja llamada de San-
ta Inés en el reiuo de Murcia, que liabia sido
de los jesuítas; pero habiéndosele hecho pre-
sente que' era de mucho valor y no corres-
pondía á la Tigorosa pobreza de que hacian
profesión estos, monges, dejó en suspenso la
concesión; sin embargo de lo cual el abad de
Valle-Santa, avisado del buen éxito de las pri-
meras gestiones, envió sin dilación diez reli-
giosos para la fundación española, que salie-
ron de aquel punto el 2 do febrero de 1794,
trayendo algunas reliquias que el obispo de
Friburgo. reconoció y dio por legitimas en
vista de los testimonios que las acompañaban.
üna obrita que tenemos á la vista refiero la
despedida de estos monges en términoa muv
sentidos e Interesantes, describiendo las ¡¿
remonias religiosas que en ella tuvieron l¡i»ar
y que sentimos no poder reproducir en csio
articulo. Las jornadas de estos piadosos vía-
gerós eran de seis i siete leguas, rezando su
ellas el oficio las horas scñaladas.y alternando
cou las demás oraciones, saludando la vista
de las iglesias y délas cruces con las preces
de costumbre, observando el silencio rigoroso
y el ayuno, sin comer hasta la tardo o la no-
che sin tomar mas alimento que el pcrmililo
por su regla. Su aspecto y su piedad interesa-
ba de tal modo, que algunos, sugetos de Milán
y Gónova quisieron alistarse on la orden; poro
los monges no se creyeron fuculladosparu ad-
mitirlos. Embarcados para Barcelona y llega-
dos á Tleus, pidieron hospitalidad á los paltas
de San Francisco, que se ¡a otorgaron con gran
cariño, y alli supieron que ya no tenia lujar
su establecimiento en el reino de Murcia, Ajan-
do por entonces su residencia en una «'insta
llamada de la Misericordia, distanla un cuarto
de hora de la ciudad, donde practicaban sus
ejercicios en cuanto !o permitían las circuns-
tancias. En Reus tuvieron una entrevista con
el padre Gerásimo, que al efecto hahia salido
de Madrid, cuyas gratas emociones es fácil
concebir teniendo en cuenta el mucho amor
que estos hermanos se profesaban mutuamen-
te. Las reliquias que consigo habían traído las
remitió el señor arzobispo de Tarragona al mo-
nasterio de Poblet, donde se habían trasladado
los monges de la Trapa, y recibidas con toda
solemnidad por el vicario general de la con-
gregación, se les dio el culto debido.
Tal era el conslantc deseo de estos reli-
giosos por consagrarse á su vida laboriosa,
que, como la comunidad de Poblet no les per-
mitía ir á leñar al monte ni A trabajar los
campos, el abad los empleó en conducir de un
puesto á otro un montón de piedras y cascos,
Ademas no quisicron aceptar el vino y el pan
blanco que les hubian ofrecido aquellos mon-
ges, limitándose á legumbres y verduras, agua
y el pan de los pobres, según la observancia do
su regla.
Mientras que los mongos de la Trapa se
ocupaban en Poblet de estos ejercicios, el pa-
dre Juan agenciaba en Madrid su fundación, ti
vicario general de Aragón, ¡astado por el se-
cretario del Consejo de Castilla, visitó la co-
munidad de la Trapa y deseó desde luego darle
uu asilo en España, á cuyo tln propuso al mo-
nasterio de Escarpe la cesión de un priorato que
tenia en las inmediaciones dé las villas desue-
lla y Fabara, que parecía muy á propósito para
este objeto, y e! monasterio convino desde
luego en la cesión. Dado este primer paso, el
espediente de la fundación se instruyó de ip
manera solemne y completísima, informando
el consultor de la congregación de Casi ijla,
la universidad de Cervera, el arzobispo dcTar-
441
TRAPA
442
ragona, si comanduíilc general de Cataluña y
losmangesde Poblet; cuyos informes, esten-
didos todos en julio de 1793 , contienen los
mayores elogios que puede imaginarse délas
altos virtudes, caridad cristiana y abnegación de
aquellos raonges, de su vida mortificada y pe-
nitente y de su laboriosidad iníatííjahle¡ pues-
to que, acostumbrados á vivir del trabajo de
sos manos , cultivaban Sos campos eriales y
desiertos, produciendo con esto un bien á la
agricultura, ademas de lo niucbo que daban A
los pobres.
Cuando el padre (lenísimo pasó á reconocer
el edilicio que se había destinado para morada
de sus religiosos, se bailaba este tan derrota-
do, que amenazaba ruina por todas parles. La
iglesia se encontraba cu un estado' deplorable;
la sacristía desprovista de todos los ornamen-
tos indispensables al culto divino;, el claustro
maltratado', sin suelos ni ventanas; ¡os cuartos
superiores llenos de paja y basura; la sala ca-
pitular, el refectorio, cocina y hospedería, in-
vertidas en cuadras de ganado; las puerlas me-
dio deshechas, sin seguridad ni cerraduras;
los tejados con las maderas podridas, las tojas
rotas y las paredes desniveladas ó llenas de
grietas; pero el celoso agente de la comunidad
encargó á una persona que arreglase provi-
sionalmente el edilicio, y en tanto dispuso su
morulla para el dia 4 de enero de 179G, em-
prendiendo su viage á pie desde el monaste-
rio de Poblel con las santas reliquias, que fue-
ron objeto de la mas entusiasta adoración asi
como ellos de singulares muestras de afecto y
de grandes agasajos durante el tránsito. En él
atravesaron varios pueblos, cuyos moradores
salían á recibirlos hasta un cuarto de legua,
generalruenle con muchas luces, porque su
llegjtla se verificaba ya entrada la noche. En
el monasterio de Escarpe se abrazaron mutua
inenle ambas couíiuiidadei¡, dispensando gran
des agasajos la que moraba' eu el convento á
sus huéspedes, y acompañándolos en su des-
pedida hasta el rio, donde separándose los pa-
dres de la Trapa, navegaron dos leguas cantan-
do luirnos y cánticos'al Señor.
Llegados al monasterio de Santa Susana,
celebraron solemnes olidos y tomaron po-
sesión de las tierras que les pertenecían. Poco
a poco, auxiliados por algunas almas piado
sas, fueron reparando su ruinoso edilicio; y
por lo que loca á su subsistencia , como care-
cían de Trutosde propia cosecha, se alimenta-
ron por lo pronto con maíz molido en puches,
alternando á veces con judias, sin mas condi-
mento que sal y agua.
Es digno de notarse que de resultas de la
espulsion de los truponses del territorio fran-
cés, ademas de fundarse el monasterio de Va-
lle-Sania en Friburgo , se establecieron uno
en España, otro en Wcstfalia, otro cerca de
Turiu, dos ou Valais, y otro en el ducado de
ftorfolck en Inglaterra.
hasta ajnü la historia de las últimas vici-
situdes de los raonges de la Trapa y de su es-
tablecimiento en España. Si ahora quisiéramos
conocer á esta austera y venerable órdea en
su vida interior, seria preciso enseñar sos ad-
mirables estatutos, que ellos cumplían con
tanto rigor.- Pero aunque estamos seguros de
que su lectura habia de ser muy agradable á
'os que recorran este articulo, renunciamos i
hacerlo en gracia de la brevedad. Los que de-
seen consultarlos los hallarán en una obrita
impresa en Madrid en 1797, con el titulo de
Compendio de los ejercicios y obligaciones
da los monqes cistercienses de Nuestra Seño-
ra dn la Trapa. Aqui nos limitaremos á re-
producir dos artículos de los estatutos, que in-
dican las tareas de los días da trabajo fía in-
vierno y en verano, para que por ellos pueda
formarse una idea de aquella vida penitente,
asunto de verdadera admiración páralos hom-
bres lodos, que tanto tiempo pierden en el'
discurso de su vida, y dedican la mayor parle
de él á la disipación y la holganza.
He aguí los dos espresados artículos, que
son el segundo y el quinto de sus estatutos:
De los dias de trabajo en invierno. En los .
días feriales se comienzan á la una y media
los maitines y laudes del oficio mayor y me-
nor, á que sigue el de difuntos, hasta las cua-
tro; pero cuando el oficio mayor es de doce
lecciones se empieza á la una, se amite el de
difuntos y se termina á la misma hora. A las
cuatro lección espiritual ó-estudio de los sal-
mos ú oración privada basta las cinco. A las
cinco contemplación, prima y el capitulo de
las culpas hasta las seis y media. A las seis y
media las misas privadas ó lección espiritual,
bástalas siete y media. A las siete y media la
misa mayor, tercia hasta las nueve. A las nue-
ve, la labor de manos hasta las once y media.
k las once y media la sesta, y el esámen de
conciencia hasta las doce. A las doce, las ora-
ciones del Ave María y se continúa el trabajo
hasta las dos. A las dos, nona hasta las dos y
media. A las dos y media al refectorio. A las
tres y media lección de canto, instrucción de
los novicios, leceiou espiritual ú oración, hasta
las cuatro y Cuarto. A las cuatro y cuarto vis-
poras y contemplación, hasta las cinco y me-
dia. A las cinco y media lección espiritual d
oración, hasta las seis. A. las seis ¡a lección
de completas, hasta las sois y cuarto. A las
seis y un cuarto completas, salve, esámen do
conciencia y las oraciones del Ave María, hasta
las siete. A las siete, recibida el agua bendita,
se recogen al dormitorio.
De los dias de trabajo en verano. Eu los
dias de feria se empieza el oficio divino a la
una y media y dura basta las tres y tres cuar-
tos, y en lo;; de doce lecciones se comienza á
la una y se termina á la misma hora. A las cua-
tro prima y el capítulo de las culpas hasta las
cinco. A las cinco la labor de manos hasla las
ocho y media. A las ocho y media las misas
privadas, instrucción de novicios , lección ú
TRAPA—'
TRAPA NI
oracfon, hasla las nueve y media. A las nueve
y media la contemplación, tercia, misa mayor,
sesta y examen de conciencia hasta las once y
media. A las once y media las oraciones del
Ave María y al refectorio. A las doce y media
la meridiana hasla la una y modín y si la co-
munidad se lia levantado á la uua de la noche
hasta las dos y media. A la ana y inedia ó á las
dos y media la nona hasta las dos ó hasla las
tres. A lasaos ó á las tres la labor de manos
hasta las cuatro y media. A las cuatro y media
la lección « oración hasla las cinco, A las, cin-
co vísperas y contemplación hasla las seis. -A
las seis la cena, hasta las seis y media. A las
seis y media lección ú oración hasta las siete.
A las siete la lección de completas hasta las sie-
te y cuarlo. A las siete y cuarto completas,
salve, examen de conciencia, etc., hasta las
ocho. A las odio, recibida el agua hcndila, al
dórmilorio.
Dada esta brevísima idea de sú vida inte-
rioj y de sus ocupaciones, solo nos resta aho-
ra añadir que para recordarse incesantemente
la práctica de su vida penitente y de las' vir-
tudes cuyo cumplimiento se habían impuesto,
tenían llenas los paredes de su convento de
edificantes máximas de religión , sacadas de
las santas escrituras, y especialmente de aque-
llas que mas exhortan á la rígida severidad de
costumbres. Darlas á conocer todas, seria una
tarea inacabable. Copiaremos sin embargo, al-
gunas de estas edificantes máximas que se leen
en el monasterio español de Santa Susana, cu-
ya fundación acabamos de narrar.
En la portería se leen estas: ¡
«De toda Apalabra ociosa que hablaren los
hombres, darán razón en el dia del juicio.» ■
ii Casa de Dios puerta del cielo.»
En la hospedería.
«¡Cuati angosta es la puerta y estrecha la
senda que conduce á !a vida! esforzaos, ú en-
trar por ella.»
«Escogí ser el desecho de la casa de Dios
antes que morar en los palacios de los peca-
dores,»
«Aprende ahora á morir al mundo, para
que después empieces á vivir con Cristo. »
«Si no quieres dejar al mundo, él te deja-
rá á tí.»
«Toda iniquidad ha de ser castigada, o por
la penitencia del pecador ó por la justicia de
Dios.»
«Dimos un año al cuerpo: demos unos dias
al alma: vivamos un poco para Dios los que
tanlo hemos vivido para el siglo.» !
En el claustro se lee:
«En el- silencio y en la esperanza está
vuestra fortaleza.»
«Medité los dias remotos, y tuve en mi
pensamiento los años eternos.»
n¿Cuál otro es nuestro Dn sino llegar al rei-
no que no tiene fln?»
«Como es la vida, tal es la muerte; y como
es'la muerte, tal es la eternidad.
«Me alejé huyendo, y fijé mi morada en la
desierta soledad.»
Sobre la puerta del capitulo:
«Arjui no puede estar ninguno que un [fulo,
ra humillarse de todo corazón por amor de
Dios.»
Al lado del reloj:
«Velad porque no sabéis el día ni la
hora.»
En la sala capitular sobre la silla del
abad:
«Los que presiden, serán juzgados con
gran dureza. »
En la librería:
«La ciencia de los santos consistió en cru-
cificarse temporalmente para deleitarse por
toda la eternidad.»
En el refectorio al pie del crucifijo:
«Tuvo hambre.»
«Me dieron de comer hiél, y para saciar
mi sed me dieron vinagre.»
«El hombre no vive de solo pan, sino di
toda palabra que sale'de la boca de Dios.»
«Al que vive sobriamente, le basta para
alimento sal con hambre.»
En el dormitorio: »
«El Hijo del hombre no tiene donde recli-
nar su cabeza.»
«Esta noche te vendrán á pedir tu alma.»
«Reposarás dulcemente', si no te arguye lu
corazón.»
En la enfermería:
«Quemad aquí, cortad aquí, que no perdo-
néis aquí, señor, con tal que perdonéis en It
eternidad.»
«Poco es lo que sientes; mucho lo, que me-
reces.»
«Cristo es mi vida, y mi muerte es ga ■
nancia.»
Todos estos testos, que son nna muy pe-
queña parte de los qué allí se loen, están lite-
ralmente tomados de las sagradas escrituras,
especialmente los Evangelios y los salmos i
los santos padres.
TRÁPANI. (Apeitávov.) Ciudad merlo de la
Sicilia,, capital de una de las siete intendencia
de la isla, situada sobre la costa Occidental á IS
leguas 0. de Palermo. No hay noticias posi-
tivas acerca de su fundación, ni los eruditos
están de acuerdo sobre el origen de su nom-
bre, .que parece recordar la forma curva (le la
playa donde está situada (Apettáva, Apsrtívov,
hoz.) Se sabe solamente que en los tiempos
antiguos sirvió de puerto y de mercado á la
ciudad de Eryx, situada sobro una montaña
vecina. Virgilio hace morir en ella al viejo
Anqu¡ses(y coloca el teatro de los juegos fú-
nebres que Eneas celebró en honor de su pa-
dre. Durante la primera guerra púnica el ge-
neral cartaginés Hamilcar, después de haber
destruido á Eryx, trasladó á sus habitantes á
Drepanum, que cercó de murallas (261 anles
de Jesucristo.) Los cartagineses hicieron todos
los esfuerzos para asegurarse la posesión do
TRAPANI— TRAQDEA
4*6
aquella plaza importante, y los romanos para
hacerse dueños de ella. El cónsul Publio Claudio
Pulcher, durante el sitio de Lilibeo intentó sor-
prender á la flota cartaginesa que estaba an-
clada en el puerto de Drepano; pero esperi-
nicnlo una derrota completa: noventa y tres
buques fueron perdidos y casi todo el ejército
degollado ó ahogado (249 antes de Jesucristo.)
Has adelante, habiendo ocupado el puerto el
cónsul (!• Lnlacio y puesto sitio á la ciudad,
derrotó al ejército cartaginés, mandado por
Baniion y dictó á la rival de Uoma rigurosas
condiciones de paz. Drepuao figura como ciu-
dad importante en los itinerarios romanos y
gracias á la riqueza de su territorio y á la ac-
lividad industriosa de su población, ha conser-
vado un rango considerable entre las ciudades
ilc la Sicilia. Contiene cerca de 25,000 habi-
tantes que se dedican al comercicr del aceite,
de la sosa y del vino. La pesca del atún que
se hace en las costas es muy productiva. La
población se dedica también á trabajar el co-
ral, el nácar, el ámbar y las conchas, que tras-
lóenla en objetos de locador y en juguetes. En
las inmediaciones se fabrican grandes canti-
dades de sal marina.
El puerto de Trápani, pasaba en tiempo del
musulmán Mabomed-Ebni Djovair (siglo XII),
por uno de los mas hermosos y cómodos para
los buques (l). En 12C4, fue teatro de la vic-
toria de los venecianos sobre los genoveses.
Está adornado de diferentes estatuas, entre
otras las de Víctor Amadeo y Felipe V. A poea
distancia sobre una roca se levanta un castillo
fuerte, llamado ¿a Colombara, donde según la
tradición, se criaban las palomas consagradas
i la diosa Venus, que tenia sobre el monte
Eryx un templo venerado; hoy sirve de lugar
de detención para los condenados por graves
dcliios. Mas lejos están las islas de Atinello y
de Buon Consiglio y Jas Agnades, Levanso",
Flaviguana y Maretimo, llamadas antiguamente
Phorbartia Mgusa y Hiera:
Trápani está atravesada casi en toda su es-
tensiun por una gran calle, en la que ae ha-
llan, el palacio senatorial, el museo de pintu-
ras rt cuadreria, las tiendas y los cafés mas
elegantes. Llaman ta atención en la cuadreria,
los del Dominiquino de Lúea Giordano, de Car-
io Maratla, del Borguiñon y muchas composi-
ciones del pintor José Erranti , que nació en
Trápani en I7G0 y murió en 18!¿l. Las iglesias
soo de construcción moderna y en general pir-
co notables. Sin embargo, podemos citar: San
Francisco, ía ¡ndolorata, que contiene algu-
nos buenos euadros, y Han Lorenzo, que tiene
columnas de-mármol, una cúpula adornada de
frescos y el sepulcro de Erranti. Fuera de la
ciudad hay un convento de capuchinos que po-
see relicarios muy ricos y una de esas sepul-
turas, bastante comunes en Italia, donde los
t) Finges de Sicilia, traducidos de Mr. Amar!,
pi(¡lna Si,
cuerpos, preparados convenientemente y mo-
mificados en cuevas subterráneas son espues-
tos á las miradas del público con sus vestidos
y casi con todas las apariencias de vida.
Orliindini: Dcscriíione di Trápani, Pakrino, 1803,
in i.»
Fctro: Ouidt per Trimrti, Trápani, 1835, in 8."
Biografía de-jl'iUtisíri Trapam, Trápani, 1830,
2 val. in 8."
TRAQUEA. (Anatomía.) Entre las diversas
partes que entran en la composición del pul-
món, la traqueateria es la que sirve de base
á todas la demás y también la mas importante,
porque sirve de entrada y salida al aire del
pulmón. Consiste en un canal de unas cuatro
pulgadas de longitud por nueve líneas de an-
chura, que principia á la altura de la quinta
vértebra cervical, debajo de la laringe, y que
está cubierto solo por algunos músculos , y
en particular por el esterno-hioidico y por el
esterno-tiroídico. Situado exactamente en la li-
nea media, pasa por delante del esófago, y des-
ciende en linea recta al pecho, entre los vasos
mayores de la cabeza. Se va inclinando poco
á poco hacia el lado derecho, de modo que la
porción izquierda de su circunferencia corres-
ponde a la parte, inedia delacolurnna vertebral,
dividiéndose, en ángulo obtuso, detrás del ca-
yado de la aorta, casi enfrente de la tercera
vérlebra dorsal, en dos ramas laterales llama-
das bronquios. El bronquio derecho, que se
separa formando un ángulo mas abierto que
en el otro, viene á ser una pulgada mas corto
(¡ue este , pero también es mus grueso. El iz-
quierdo mide de ordinario ocho lineas de an-
chura por una pulgada de longitud, y el rec-
to presenta una anchura igual á seis lineas, y
una longitud de dos pulgadas. Este último si-
gue también una dirección menos perpendicu-
lar que el otro, hallándose situado entre la ve-
na cava superior y la ácigos. El izquierdo se
contornea por debajo del cayado de la aorla
para dirigirse hacia adelante.
Coda bronquio, tapizado por la pleura,
marcha oblicuamente de arriba d bajo y de den-
tro afuera, hacia el pulmon que le correspon-
de, y una vea llegado á él se divide en dos ra-
mas, una superior y otra inferior, destinadas
cada una á un lóbulo. La rama inferior del ló-
bulo derecho, no tarda en subdividirse á su vea
en dos ramos, uno superior mas pequeño, y
otro inferior mayor, para los lóbulos medio ó
inferior.
Estos canales se ramifican prodigiosamen-
te en el interior del pulmón, y representan un
árbol sin salida en todos los puntos de la su-
perficie del órgano á lo largo del cual se dis-
tribuyen todas las demás parles- que entran
en la composición del órgano pulmonar. Las
últimas ramificaciones ó sean las mas tenues,
que carecen de salida, han recibido el nom-
bre de celdillas pulmonares.
¡toni la formación de la traquea se reúnen
4*7
TRAQÜEA
partes muy diferentes entre si, como tejido fi-
broso , cartílagos, libras musculares y una
membrana mucosa.
El tejido fibroso se compone de haces lon-
gitudinales que no constituyen una membrana
continua, sino quedejan entre sí unarnultitud de
vacíos oblongos. Forma la circunferencia es-
tertor de la traquearteria, y adhiere muy Inti-
mamente á la membrana mucosa subyacente.
Sus vasos son mas numerosos qne los de los
demás órganos fibrosos, y por eso se parece
mucho tal vez á !a túnica fibrosa de las arte-
rias.
La considerable elasticidad que posee es-
te tejido es cansa de que la traquearteria, des-
pués de haberse distendido en el sentido de su
longitud, vuelvan sns primitivas dimensiones
luego qne cesan las tracciones que sobre ella
se'ejercian.
ÉL tejido fibroso de la traquearteria y de
sus ramificaciones contiene piezas cartilagino-
sas situadas las unas detrás de las otras de ar-
riba abajo, adhiriéndose á sus dos caras. Sin
embargo no cubre inmediatamente la superfi-
cie de estos cartílagos que eslán completamen-
te, envueltos por un pericondrio propio. La for-
ma , las dimensiones y la situación de estas
piezas cartilaginosas no son las' mismas en to-
da la ostensión de la traquearteria y de sus ra-
mificaciones.
En la traquearteria forman anillos incom-
pletos , abiertos por so. parte posterior y que
rodean las parles anteriores y laterales del
conducto. Estos anillos tienen casi, dos lineas
ele altura por inedia de grueso y pulgada y me
dia de largo. Circunscriben los dos tercios de
la traquea, cuando está lo mas distendida posí
sible, y mas de los tres cuartos de su cirenn
ferenci a cuando se halla recogida sobre si
misma.
El número de estos cartílagos varía desde
diez y seis á veinte. Su forma, es mas regular
y mas constante en la parle media de la tra
quearteria que en sus estremidades superior 6
inferior. En la mayor parte de la longitud de
este canal forman por punto general, de es-
tensión y de altura poco menos qne ¡guales
El primero de todos es, al contrario, mucho mas
alto que los demás, y su altura sobre lodo es
mas considerable en su parte anterior que en
la posterior: Esta disposición establece una
correspondencia bastante, notable de rielante
atrás entre él y el cartílago cricoides, que se
comporta de un modo inverso. Al propio tiem-
po se halla soldado este anillo con el segando
por sus estremidades posteriores, de lo cual
resulta una unión que es imposible descono
eer con el Upo de la formación de la laringe
k veces se ñola solo una adherencia análoga
entre el tercer-anillo y el cuarto, ya por ata
bos lados, ya en uno solo- que es el caso mas
ordinario.
Por lo que hace á los anillos inferiores, su
cede bastante á menudo que presentan en uno
etro lado, tina cisura ilias ó menos larga, és
decir, que unas veces se estieude hasta su'es-
emidad , parándose oirás antes de llegar á
ella. Muchas veces en tal caso , pero no siem-
pre, se ve en el lado opuesto uu pequeño seg-
mento de circulo incompleto correspondiente
' una de las dos mitades producidas por la in-
cisión, ó un anillo hendido en el otro lado, fr>
cual compensa en cierto modo la falta de si-
metría. Mas también suele ser común obser-
var un anillo ordinario completo ó semUtienfii.
do de igual manera y en el mismo lado.
Los anillos de la porción Ubre de los bron-
quios se parecen en general álos últimos aros
cnrlilag'mosos de la tniqueartoria. Su número
no pasa de ordinario do ocho en el bronquio
derecho, al paso que olí el izquierdo se cuen-
tan ouce ó doce. A medida que se acercan á
los pulmones, se vuelven mas irregulares y se
hienden ó se confunden con los anillos inme-
diatos.
El número délas piezas cartilaginosas dis-
minuye de repente y de un modo muy nota-
ble en el interior de los pulmones, de suerte
que en ól son mas membranosas las ramifica-
ciones délos bronquios. Pero al propio lic.mpn
pierden estos cartílagos su forma regular, de-
án de represcnlar anillos, y se parecen mas á
¡imillas irregularmcnte cuadriláteras, triangu-
lares , etc. Por lo 'domas, se les observa cu
lodos los puntos do la estension del árbol tra-
queal. Se vuelven cada vez mas pequeños y
raros, á proporción del angosUnnienlo gradual
de las ramificaciones brónquicas. Los Ultimos1
que se perciben tienen una forma redondeada.
Ya no se encuentra ninguno en las ramifica-
ciones reducidas á un tercio de linea de diá-
metro, ó por lo menos son tan sumamente pe-
queños que no se les distingue. Por Un , los
últimos filetes brónquicos son simplemeiile
membranosos, no observándose ya indicio al-
guno de cartílago á pocas lineas de profundi-
dad debajo de la superficie del pulmón.
La parte posferior de la Iraquearteria se
compone de una memhratia musculosa de me-
dia linea de espesor cuando no está distendida.
Esta membrana consta únicamente de libras
trasversas inserías en los anillos cartilaginosos
y en el tejido fibroso situado en sus intervalos,
de' modo que cubre la cara inferna de estos
anillos y de este tejido en la ostensión de una
á dos lineas. En el interior del pulmón, don-
de las piezas cartilaginosas se hallan dispncs-
las sin regularidad y esparcidas por toda la
circunferencia del árbol branquial , rodean
iambien oslas fibras todo el tubo aéreo,
Aumentan en razón inversa de Sos cartílagos,
pudiéndoselas seguir mas lejos que á estos úl-
timos.
Los tejidos fibroso y muscular de la tra-
quearteria sehalian tapizados en toda sn esten-
sion por una membrana mu'cosa -delgada
que forma'im saco continuo y adhiere ínfima-
mente á las partes inmediatas. Su cara posle-
i
449
TRAQUEA
45»
r¡or presenta en toda la circunferencia, glán-
dulas muclparas , muy compactas, comidera-
bles por su número y volumen,, sobre todo en
la parte inferior de la traquea en el punto de
su bifurcación y en la porción de los bron-
quios situada fuera de los pulmones. Están
muy aproximadas en estos diversos puutos, y
su volumen iguala á menudo el de una lente-
ja, Torman una capa continua, situada en gran
parle detrás de la membrana musculosa, entre
cuyas fibras se insinúan sus conduelos excre-
tores que son muy cortos. Esta capa se estar-
de de un ¡nodo uniforme sobre la porción de
la traquea constituida por las libras muscula-
res, al paso que delante de las glándulas se
acumulan principalmente entre los anillos car-
tilaginosos, de suerte que tina vea separados
estos, se reconoce sin- trabajo alguno el sitio
que ocupaban por los vacíos que se notan en
la capa glandulosa. Conviene no confundir es-
las glándulas muciparas con las denominadas
bfónqnicas , pues ocupan los mismos puntos,
La membrana mucosa es la última parle vi-
sible entre las que concurren á la formación
de la traquea y de sus ramificaciones, aunque
el raciocinio y la observación se reúnen para
demostrar questi irritabilidad se estiende mas
allá de los puntos donde dejan de percibirse
asomos de testura musculosa. Las mas tenues
ramificaciones de la traquea, formadas por una
suslaiscia homogénea , carecen de- salida y no
so continúan, conforme lo pretendía Helvecio,
ron el tejido celular que reúne los diversos
elementos orgánicos del pulmón. La traquear-
feria forma un árbol hueco, cuyos ramos co
mimican entre si por las ramas y estas por los
troncos que resultan de su reunión, pero no
por el intermedio del tejido mucoso interpuesto
«Ufe todas estas ramificaciones. Esta verdad
se baila bien cimentada por las disecciones y
por un considerable número de esperimentos.
' Las mas tenues ramificaciones del árbol
brtnjfücQ , llenas de aire o de cualquiera otro
Huido .presentan siempre la misma forma y la
misma exacta delimitación, ora se les examine
con la vista natural, ora se recurra al micros
copio. Si se inyecta aireó cualquiera otro flui-
do en un bronquio, hasta que esté lleno , por
ejemplo , todo un lóbulo pulmonar, y se ata en
seguida uno de sus ramos secundarios, queda
bmeliada y distendida la parle de pulmón por
la que se distribuye este último, mientras que
al poco tiempo so deprime sobre si misma la
porción por donde se ramifica el otro ramo
bronquico.
Las enfermedades de la traquea, y también
as de la laringe, son: el catarro, la irritación,
la úlcera y la retención de cuerpos estraños.
El paso súbito de un aire caliente á otro
'fio, y las bebidas frias cuando uno tiene mu-
flió calor, causan en la túnica i nlerna déla
aringe y de ]a traquea una ingurgitación ca-
'WiiJ con tos, ronquera, dolor y dificultad de
'espirar; las más de las veces con liebre. Se
fl9S UinrjOTEGA POI'TILiVU. -
remedia esta dolencia eseitando la traspiración
con abundancia de aromáticos tomados calien-
tes, teniendo al enfermo en aire seco y tem-
plado, y con los eméticos en dósis refractas,
ó con los purgantes si hay necesidad y el ca-
tarro se resiste. El aire frío, ó demasiado ca-
liente, ó caTgado de miasmas pútridos ; los
gases que dominan en la constitución y el de-
fecto de moco en la membrana que tapiza Jas
vias aéreas, causan una irritación continua con
tos seca y eonstricion de garganta.
Estos males se deben tratar con los sahu-
merios emolientes, y batiendo que respire el
enfermo un aire puro, húmedo y templado.
La úlcera de esta membrana causa dolor
local con tos , fiebre y espectoraeion de pus
ó de moco puriforme. Este estado constituye
la tisis traqueal, que comunmente acaba con
la muerte. Se alivia el enfermo con los reme-
dios indicados contraía irritación. Si dicha úl-
cera se complica con. erosión de cartílagos y
fístula al esteríor, se cara dilatándola como las
fístulas resultantes de las heridas.
Los cuerpos estraños que se detienen en la
traquea pueden ser volátiles , líquidos y sóli-
dos. Los volátiles que irritan la túnica interna
de la laringe y causan latos convulsiva, son:
el aceite frito, el vapor de sustancias pútridas,
de las minas, y de varios cuerpos en el acto
de fermentación. Los líquidos son todos los
que escapan por la glotis dentro de la laringe,
como la saliva, el agua, el vino, el caldo, etc.
Los sólidos son los coágulos de sangre resul-
tantes de heridas y varios cuerpos deglutidos
que han equivocado el conducto. Asi nos su-
cede que una miga de pan nos causa tos con-
vulsiva con vómito, que dura hasta que la na-
turaleza ha espelido el cuerpo estraño.
Es preciso advertir que la túnica interna
de la laringe tiene un sentido tan. esquisito,
que todo le repugna, escepto el aire puro y la
linfa traqueal no alterada; pues todo lo demás
la irrita hasta llevar los músculos de la res-
piración á movimientos convulsivos que esei-
tan la los. La túnica interna de la traquea es
sin comparación menos irritable, y no sujeta
á los músculos de la respiración bajo su impe-
rio, de lo cual se sigue' que los cuerpos eme
detenidos en la laringe dan mucha tos, bajados
á la traquea no incomodan tanto, como no ta-
pen del todo el paso al aire.
El señor Luis en el quinto .volúmen en 4.a
de las Memorias de la Real Academia de ciru-
gía de París, nos da dos observaciones, en que
la falta de este conocimiento ha hecho vícti-
mas de su ignorancia á los pobres pacientes.
La primera sucedió en 19 de mayo de 1750,
en una niña de nueve años, que habiéndose;
metido algunas babas en la boca se la cayo-
una á la traquea. Luis bien conoció la enfer-
medad, mas los consultores Riéndola en sumo
descanso , no contaban que la haba podia ha-
berse bajado á la traquea y haber- cesado por
' este moüvo el tormento de tos y de sofocación
t, xxxin. 29
451: TMQ
que antes habia tenido. En suma, la niña fué
•victima de la ignorancia de los consultores,
por no haber asentido á una operación senci-
lla y exenta de peligro. La liaba, después de
la muerte de la niña, fué sacada por el señor
Bordenabe en presencia de lodos los consulto-
res para que asi quedasen confusos.
Lo mismo sucedió á un .grabador y Comer-
ciante de estampas , que cerca de cinco años
tuvo un luis de oro eu la traquea , que unas
veces le sofocaba y otras no, Je daba ratos de
tos y ratos de descanso, de modo, que no sen-
tía la menor inpomodidad, esceplo un pequeño
peso en aquel'puuto y una especie de sibila-
cion al hablar. Esta calma interpolada engañó
igualmente á los médicos como en el caso an-
terior, por cuyo motivo tampoco asintieron á
la operación, y el pobre mercader fué victima
de las disputas.
Leseare cita una observación de una niña
de cuatro años que estando comiendo almen-
dras de albaricoques se le cayó una á la tra-
quea. Pasando los facultativos el tiempo en
dudas fundadas en la variedad do síntomas,
pues ahora se sofocaba, ahora no, murió á las
setenta horas del accidente.
La operación de la traquea es en semejan-
te caso el único recurso; es una operación que
aturde á los ignorantes; pero á la verdad , es
de las mas sencillas y milagrosas que tiene la
cirugía. Es una inhumanidad dejar morir á los
enfermos por no ejecutar esta simple opera-
ción , y asi dijo muy bien Pareo: «Los qne
en adelante dejen morir á los infelices que se
les haya metido nn cuerpo estrado indisoluble
en la traquea, deben ser mirados como homi-
cidas, no habiendo nada suBcieníe para casti-
gar su timidez, u
La broncolomia comprende la incisión de
la laringe llamada laringotomia y la de la tra-
quea llamada traqueolomia. Estas operaciones
fáciles de práctiear y nada peligrosas, son su-
mamente útiles cuando se ejecutan con tiem-
po. Nunca se hace en los bronquios, aunque
de ellos tomó. su primitivo nombre.
La laringotomia consiste en la división lon-
gitudinal del cartílago tiroides para' esl raer
cuerpos fijados en la laringe, ó en incindir
trasversalmente el ligamento orico-siroides
para restablecer la respiración interceptada
por una sustancia eslraña contenida'en la la-
ringe. Se rpractica también en la angina verda-
dera que ataca á la laringe, mayormente si la
glándula tiroides está tan tumefacta qne no
sea posible hacerla mas baja.
Los instrumentos para esta operación son
el bisturí recto y las pinzas de anillo. Sentado
el enfermo enfrente del cirujano, teniendo la
cabeza apoyada sobre el pecho de un ayudan-
te en la actitud que menos incomode á ¡a res-
piración, formarán el cirujano y el ayudante
una eminencia trasversa de los tegumentos qne
se cortará á lo largo del cuello- de un solo
golpe de bisturí , tomando el espacio medio
USA 4SS
éntrelos músculos cutáneos y los esterno-clei-
(lo-iriastoideos. Quedarán con esla incisión des-
cubiertos los cartílagos tiroides y cricoides; y
apartados los labios de la división con los de-
dos, so dilatará longitudinalmente el cíartOagrj
Hroirles en el centro, y luego con las plnka's
se quitará el cuerpo estraño. Después se hala-
rá la herida como simple. Cuando se hace osla
operación para dar paso al airo, se ejecuta en
ía traquea.
Si la glándula tiroides se baila obstruida
de modo que forme un verdadero contrata-
dicanle, é insta la indicación de abrir paso al
aire, en esle caso se incinde ó se escinde !a
glándula y se pasa á la abertura do la traquea.
El enfermo se debe colocar del modo que
mejor respire, por temor de sofocarse en el
acto de la operación. Si el cuello es largo y
flaco, los instrumentos de Bauxot bastan para
ejecutar en un instante la operación, lisios con-
sisten en un traqueótomo y en un conductor á
manera de horquilla para que la traquea no
vacile, al tiempo de ser perforada. No hay ne-
cesidad de buscar el espacio internilloso , co-
mo antes se creía. Puede perforarse tma terni-
lla sin que de su herida resulte incidente al-
guno, y pueden abrirse muchas al través sin
que por esto deje de ser simple. Pe este úlli-
mo descubrimiento es deudora la faculiad al
insigne y memorable don Pedro de Yirgili,
gloria de la cirugía española, honor, de la na-
ción, catalana, fundador del colegio de Barcc-
lona y del Liceo de Cádiz.
La necesidad ie obligó á esta empresa en nn
soldado del regimiento de Cantabria, que des-
pués de haber sufrido la traqueotomia se ío-
focaba por un coágulo de sangre resalíanle
de la operación. Yiéndose en este apuro, dila-
tó hasta el sétimo anillo cartilaginoso, sacó k
sangre, puso al enfermo boca abajo dejándole
sin cánula, y el infeliz dichoso se puso bueno
en pocos dias. Besonó por todo el orbe lite-
rario la a.certuda resolución de Yirgili, quitó de
la mente de todos los profesores la falsa idea
de que las ternillas no se reunían jamás, fun-
dada solamente en un aforismo de Hipócrates,
y fué tanta la revolución en el saludable arte,
que de entonces acá no ha habido autor que
no le haya celebrado con superiores elogios.
Si no se aplica el método de Bauxot por te-
ner que hacerse muy baja la operación, en
esle caso se hace una incisión longitudinal cu
el tegumento sobre un pliegue trasverso que
harán el cirujano y el ayudante. Esta incisión
se practica .mejor con un bisturí conveso que
con el recto. Dilatado el tegumento y descu-
bierta la traquea, puede abrirse esta con una
láncela buscando el espacio ínter-ternilloso,
que entonces se encuentra fácilmente en el
acto de la respiración. Luis y Lebhmcli opinan
que seria mejor y mas seguid abrir de un gol-
pe de .bisturí dos ó tres anillos cartilaginosos,
que romper al través y con lanceta algunas li-
bras musculares.
453
TRAQUEA— TRASLACION
454
Hecha la operación debe quedar el enfer-
mo boca abajo', teniendo el cuerpo al través
déla cama y el cuello y la cabeza fuera de
ella, puesta la frente sobre una almohada, co-
locada en una silla ó-oiesa. Si queda puesla la
cánula; no-debe estar cubierta de gaza, como
previenen Yelasco, Villaverdey sus anteceso-
res, ¡raes el moco traqueal detenido por la ga-
za licuaría la cánula y sofocaría al paciente
Tampoco se debe barrer el aposento mientras
la trapea está abierta por temor de la tos con-
vulsiva que el polvo podría causar, lo que es-
lorbavia mucho la curación.
Cuando se detiene en el evófago un cuer-
po estriñen, que de ningún modo puede salir
j sofoca por instantes , en tal caso , se debe
pasar á la operación llamada esofagotoniia;
¡¡peracion mil veces mas temible que la ante-
rior, pero menos' espantosa que la muerte. Es-
ta operación se ejecuta echado el "enfermo en
la orilla de la cama, y situado á su derecha el
cirujano, quien con un bisturí recto dilatará el
tegumento longitudinalmente dei lado izquier-
do. La incisión será de unas dos pulgadas y
corlará la piel; se incinde en seguida el múscu-
lo cutáneo, luego se diseca el tejido celular y
se separan las partes de ambos lados basta dar
con el esófago en el sitio de la eminencia for-
mada por el cuerpo estraño.' Entonces se loma
oirá vez el bisturí, se dilata el exófago lo suíi-
ciiinle para dar paso á la sustancia que inco-
modaba, la cual se saca con las pinzas.
Se ha de tener mucho cuidado al entrar el
bisturí para dilatar el esófago de no herir en.
el lado interno la tráquea y -el nervio recur-
rente, y 'en el estenio de no lastimar la caróti-
da y la yugular interna. Se contiene fácilmen-
te la hemorragia si no se ha tenido la desgra-
cia de haber abierto algún vaso mayor, y se
trata la herida como simple, cuidando de que
no tome nada el enfermo por la boca durante
cinco ó seis dias.
TRAQUEAMOS. (Historia natural.) Orden
de arácnidos, que tienen por caracteres distin-
tivos respirar por tráqueas, circulación rudi-
mentaria y ojos que no pasan de cuatro. Divl-
dense en tres familias, que son: falsos escor-
piones (pieudo-scorpioncs), falangios \pha-
laugia y acáridos (acar'ides).
TRAQUÉL1D0S. (Historia natural.) Familia
de coleópteros helerúmeros, cuyos caracteres
son: cabeza triangular ó acorazonada prendi-
da á un pedículo; cuerpo comunmente blando
non los élitros üéxihles y algunas veces muy
«orlos; máitilas sin ganchos. Dividense en seis
tribus, que son: lagiHarios, piroaroides, mor-
dellones, anticidos, horiales yvegigatorios.
T1UQUELÍPO0OS. [Historia natural.) Nom-
bre con que designa Lamarck á los gasterópo-
dos con concha estertor. Véase moluscos, i
TRASLACION. Es el acto por el cual se mue-
ve upa cosa o una persona desde un punto á
otro. Canónicamente considerada esta puede
hacer referencia á la traslación de los bene-
ficios, de los beneficiados y de los religiosos.
Las traslaciones de benelicios son perpé-
tqas 6 temporales. Las temporales no producen
cambio en el título del misnio beneficio, sino
que mas bien son una alteración del servicio
de este, que se dispone por el obispo, ya por
hallarse ruinosa la iglesia, ó por la escasez de
habitantes ó por la incomodidad del lugar en
que esté situado eS edificio. Las traslaciones
perpétuas sé hacen suprimiendo el título de la
iglesia que se abandona, y erigiendo otra ea
lugar distinto con igual advocación; de modo
que cambian el estado del beneficio haciéndo-
le perder sus privilegios.
Para trasladar tw obispado son necesarias
causas graves, tales como la estrechez del lu-
gar, el estado ruinoso de la capital de la silla,
el corto número de clero, la escasa población,
la variación de la capitalidad civil, la mutación
de limites, y otras á este tenor.
Para trasladar una abadía y los demás
beneficios son causas la vecindad con hereges
que impidieran el culto divino, la insalubridad
del lugar, la dificultad en las comunicaciones
con los lieles, el bien de la Iglesia y el mejor
servicio de Dios.
En todos los casos referidos se instruye un
largo espediente para justificar las* causas, ha-
ciéndose las traslaciones do los obispados por
la autoridad del papa, de acaerdo con los su-
premos poderes de los estados, y las de los
demás beneficios por la de autoridad de los
ordinarios, de acuerdo también con la potes-
tad temporal.
Guando se abandona un beneficio debe cui-
darse que el edificio en que estaba fundado no
se destine á.osos profanos.
Las traslaciones deben hacerse con mucha
cautela y bien justificadas las causas que las
motiven.
Las traslaciones personales de los benefi-
ciados deben ser mas ó menos fáciles, según
la importancia de lasJunciones que ejerza ca-
da uno de ellos. Los obispos no deben ser
trasladados de una silla á otra sino mediando"
una necesidad reconocida ó una utilidad noto-
ria, ya sea la primera originada de la destruc-
ción de la primera silla ó de impedimentos
que hagan imposible desempeñar en ella elcar-
1 go de pastor, ya sea la segunda producida por
la conveniencia de emplear los conocimientos
y servicios de una persona en un punto de-
terminado, ó cuanc'o de tal modo desagrade
el obispo al pueblo, que en lugar de hacer
bien su subsistencia cause un mal. Los cáno-
nes lian considerado las traslaciones de los
obispos como actos tan poco conformes con el
espíritu de la Jglesia, que han establecido pe-
nas para los- que soliciten au traslación, y es-
ta severidad se funda en la obligación que tie-
nen los prelados de permanecer en la iglesia,
titulo de su ordenación, y en la elevación de
la dignidad episcopal.
El papa puede, mediando causa justa, tras-
45ft TRASLACION— TMT
ladar i un obispo de una silla áotra, aunque
rara vez lo ejecuta.
Las traslaciones ile los demás beneficiados
se obtienen veces varias, pero tampoco deben
hacerse fáciles y comunes; teniendo presen-
te, que en los primeros tiempos de la Iglesia
los clérigos ordenados para regir una de ellas
se consideraban ligados perpétuamente. Los
cánones nada espresamente tienen determina-
do respecto á estas traslaciones secundarias;
pero es doctrina generalmente admitida que
los obispos pueden trasladar de un lugar á
otro á tos clérigos siempre que lo consideren
útil ó necesario, contando con el consenti-
miento de los que hayan de ser trasladados, á
lio ser que la causa sea gravísima, - pues en
tal caso pueden hacerlo aun sin su consenti-
miento. '
Las disposiciones de varios concilios pro-
hibiendo severamente las traslaciones de los
beneficiados deben entenderse respecto .de Ios-
obispos, á quienes se dijo en el concilio de
Sardiea, que si pasaren de una silla á otra por
razón de aumento de intereses serian ^privados
en la hora de la muerte basta de comunión.
Pero este rigor solo recaía sobre las traslacio-
nes irregulares y ambiciosas de los obispos,
Y no sobre. las de los clérigos, los cuales están
facultades para mejorar de beneficios adelan-
tando en su carrera.
Las traslaciones de religiosos, ó son de
una órden á otra, esto es, mudando de regla
ó de disciplina, ó son simplemente de un mo-
nasterio á otro. Las primeras deben conceder-
se con grande parsimonia, si bien pueden ha-
cerse cuando los estatutos de la órden que se
quiera abrazar sean mas austeros que los de
aquella á que se pertenece. En este caso basta
justificar la austeridad mayor, cuidando dé que
la traslación no cause deshonor ó pérdida á
la órden primitiva, y probando que el religio-
so está verdaderamente animado del espíritu
de Dios. En estos casos con la aprobación del
superior puede hacerse la traslación. Cuando
la regla sea igual ó mas benigna debe proce-
derse á demostrar las justas causas de la tras-
lación, qne pueden ser el mayor afecto á otra
órden, los malos tratamientos recibidos en la
primitiva, la falta de salud para continuar en
ella y otras menos interesantes. Estas trasla-
ciones deben elide uitarse todo lo posible, por-
que pocas veces tienen, un fin religioso ni pro-
ducen resultados provechosos. Las traslacio-
nes de monasterio á monasterio son frecuen-
tes, j se acuerdan por los superiores consnl-
■ tando el bien de la órden, el mejor servicio de
Dios y , la conveniencia de los interesados. Es-
ta materia de las traslacioneS'áe los religiosos
ha dado ocasión á escritos larguísimos y á dis-
putas empeñadas; pero lo espresado en este
artículo es suficiente para dar una idea capital
de la forma en que deben hacerse y de los
motivos que bastan para verificarlas.
. En general las traslaciones son considera-
dos DE COMERCIO 456
das en el derecho canónico i como poco con-
formes con el espíritu de la Iglesia, cuyo ca-
rácter-determinante en todas sus cosas es la
perpetuidad; debiendo considerarse todos los
casos de traslaciones como escepciones de u
regia general motivadas por la necesidad ¿
utilidad de la misma Iglesia, ó por la necesi-
dad del individuo trasladado.
TRASMIGRACION DELAS ALMAS. Los filósofos
antiguos inventaron y generalizaron la creen-
cia de que las almas de los que morían pasa-
ban á otros cuerpos antes de obtener la eterna
felicidad: áesto se llamó metehpsicosis. Véa-
se el articulo do este nombre.
TRATADOS DE COMERCIO. (Economía poli-
tica.) Son las estipidaciones ó pactos que con-
ciertan los -gobiernos de dos naciones dislin-
tas para realizar el cambio ó permuta de los
artículos que en cada una se producen.
' Desde que ia política europea, sustituyanlo
el espíritu mercantil al de las conquisas, ha-
lló en el comercio uno de los mineros del po-
der de las naciones, los soberanos se apresu-
raron á facilitarle á sus subditos por medio de
convenios diplomáticos ajustados con las de-
mas potencias; y en virtud de ellos abren ó
cierran las puertas de su injperio al tráfico
reciproco, con mayores ó menores ventajas,
según Jes parecen mas ó monos interesantes
á sus miras los frutos de la agricultura ó de la
industria de los demás.
Como por desgracia la ambición y las riva-
lidades deciden muchas veces de la conduela
de los gobiernos, de aqui ha nacido que so
falte al cumplimiento de lo eslipulado cuando
la política ó el cálculo asi lo aconsejan; sien-
do esto el origen de la sanción y de ia nuli-
dad de los tratados de comercio.
Sensible es que este se convierta en olí-
jeto de negociaciones, cuando cada nación de-
be sostener ó modificar sus leyes mercantiles
según lo requieran las necesidades y la utili-
dad de los individuos del pueblo mismo; y
por esta razón causa muchos daños, sujetará
obligaciones constantes un objeto tan variable
como el comercio y tan sujeto á mudanzas.
Los convenios mercantiles debieran, por lo
mismo, limitarse á consignar las obligaciones
generales relativas á la libertad de la navega-
ción; arreglándose luego por leyes especiales
favorables á todos los estados la estraccinn de
los frutos indígenas y la importación de ¡los
producidos en otros países; pero 'esto no se
lia ejecutado asi, y por lo mismo vamos á con-
signar los principios generales que deben te-
nerse' presentes al realizar un tratado de co-
mercio.
Es indispensable que se favorezca igual-
mente al nacional y al estrangero, para que no
se sofoque la industria ni se destruya el comer-
cio propio; para que no se .abuse del privilegio;
y para que el monopolio no arruine los esta-
blecimientos análogos del país. Es necesario
que no se concedan á una nación privilegios
457
mié se niegan á otra; porque en este caso el
mercado se alimenta solo con los productos
de un pueblo, y este impone el precio á su
voluntad por la falta de concurrencia. Es con-
veniente que no se otorguen beneficios gravo-
sos á la nación que estipula; porque en tal
caso sentirá esta un perjuicio positivo y tras-
cendental. Es inútil, en fin, que se contrape-
sen y pongan en flel balanza los intereses de
los dos pueblos que se conciertan sin mejorar
la condición de ninguno de ellos. Estas pre-
venciones indican que no deben ajustarse
tratados esclusivos de comercio, sino que
caía gobierno debe estipularlos cuando. lo re-
clame el 'bien del país que está rigiendo.
],a España ha celebrado desde tiempos re-
motos multitud de tratados comerciales, en
virtud de los cuales los naturales de varias na-
ciones gozan de las mismas prerogalívas que
los nacidos en este pais, no habiendo, derecho
diferencial entre la bandera española y la fran-
cesa, inglesa, austríaca, napolitana, sarda,
anseática, holandesa, danesa y sueca, que to-
das han estipulado sobre !a base de naciones
favorecidas; de modo que según esos tratados
ios buques de dichas potencias podrían ejer-
cer en las costas españolas el comercio de ca-
botage ó de entre-puertos; harian el de tránsi-
to; no adeudarían otros ni mas altos derechos
de puerto y navegación y sanidad que los que
adeudan los buques españoles; y sus mercan-
cías serian recibidas y despachadas en nues-
tras aduanas por un arancel inmutable. Esta
seria la consecuencia legal de la observación
délos tratados estipulados; pero muchos de
ellos, casi la mayor parte, están en desuso y
sin observarse hace años. •
Ninguna nación tiene con España ir atados
de comercio mas estrechos que ¡a Francia. El
vinculo de las dos familias reinantes en estas
naciones en todo el siglo XVIII y la afinidad
(fue existe entre nuestro sistema comercial y
el francés han estrechado la alianza mercantil
de los dos países.
La España á principios de estu siglo se ha-
llana ligada á otras naciones de un modo tal
que ellas ejercían casi esclusivamente el co-
mercio esterior, y fué necesaria la guerra de
la independencia pava que rompiese ias liga-
duras y adquiriese alguna libertad mercantil.
En 1814 celebró ya el gobierno español nue-
vos tratados de amistad, y si bien no volvió
á la dependencia de muchas de las naciones
une antes ejercían en elia el monopolio del
comercio no consiguió su entera emancipación,
porque restableció las relaciones eon Francia
y con Inglaterra y con otras naciones en el
mismo pie que estaban en fines del siglo XVIII,
esto es, como venían, desde los tratados de
btrecbt y de Viena. Los autores de estos nue-
vos convenios conocieron pronto los males
que se seguían con tan fatal sistema, y desde
entonces se está en continua lucha con aque-
llos gobiernos, procurando ellos conservar sus I
45S
privilegios y tratando nosotros de. restrin -
girlos.
El principio de asimilación contenido en
los tratados de 18 14 ha sufrido en los últimos
treinta anos visibles reformas, porque se han
introducido en la legislación de aduanas di-
ferencias que le destruyen; tales son los re-
cargos que pesan sobre ia bandera estrangera
en los derechos de introducción y en los de
puerto, navegación y sanidad; porque sé ha
prohibido á los buques estrangeros la facul-
tad de hacer el comercio de cabotage; y por-
que se ha suprimido el privilegio de la mejo-
ra de manifiestos. Pero, sin embargo, todavía
quedan restos de los antiguos pactos, porque
á todos los buques de las naciones amigas se
les dispensa una protección y amparo tan
grandes sino mayores que los quedisfrulan los
nacionales.
Los tratados de comercio celebrados en
todo el siglo pasado no han sido favorables á
España y han contribuido poderosamente al
decaimiento en que la nación se encontraba
á principios de la presente centuria. Emanci-
padas hoy las provincias que poseíamos el Ul-
tramar, y formando estas estados independien-
tes, nuestras alianzas mercantiles deben bus-
carse en América. La España se encuentra de-
caída en la industria' y en el comercio,- y en
cuanto á nuestras producciones agrícolas care-
ce de mercados á donde llevar con ventaja
los frutos dé su'suelo. A. la administración in-
cumbe proporcionar mercados alas produccio-
nes de nuestra agricultura, que solo han me-
nester el estímulo de iaesportacion para crecer
y desarrollarse aumentando prodigiosamente
nuestra riqueza. Nuestros mercados naturales
están en los pueblos americanos, que bajo es-
te concepto pueden sernos mas útiles como
amigos y aliados, que lo fueron en otro tiem-
po como subditos.
El gobierno español, tiene, por lo mismo,
el deber de establecer alianzas y de hacer
tratados de comercio con todas las naciones
de América
TREBOL. Planta forragera del género délas
leguminosas, tribu de las papilloAáceas. Li-
neo le nombra trifolium pratense, y le clasi -
üca en la diadelfia decaudria. Tournefort le'
llama trifolium pratense purpureum , y le
coloca -en la sección cuarta de la clase déci-
ma, que comprende las yerbas de flores irre-
gulares y que llevan tres hojas en un mismo
peciolo. Es planta trienal.
Kl trébol pratense echa flor encarnada y
amariposada, y bien que su corola sea de una
sota pieza , lo cual lo distingue de los demás
tréboles, cuyas flores son de muchos pétalos,
tiene un estandarte encorvado hacia atrás , las
alas mas cortas que este y una quilla mas cor-
ta que las alas. El cáliz es de una sola pieza tu-
I bular, con cinco dientes y permanece después
que se cae la flor. -
Su froto es una legumbre corta , un poco
TRATADOS DE COMERCIO— TREBOL
i 59 TRE
mas larga que el cáliz, con una sola válvula y
contiene en corto número simientes casi re-
dondas-
. Sus hojas tres en tres, alternas y sosteni-
das por peciolos cortos, son aovadas, enteras
y menudamente dentadas, algunas veces ter-
minadas en punta, y frecuentemente marcadas
de ana mancha blauca ó negra colocada en. el
centro en forma de semicírculo.
Su raiz es larga, leñosa, rastrera, fibrosa y
central.
Sus tallos tienen un pie de altura, son del-
gados, acanalados y algunas veces vellosos.
En- su parte superior nacen las flores en espi-
gas obtusas que parecen vellosas y están ro-
deadas de hojas dorales, membranosas y ner-
viosas.
Hay autores que dicen que el trébol gran-
de forma un prado artificial que dura basta
cuarenta ó cincuenta años,, pero que degene-
ra insensiblemente á los últimos años, y que
al fin perece. Asi podrá ser que suceda en al-
gunos países privilegiados, pero lo cierto es
que en cualquiera otra parle no subsiste este
prado mas que tres años, y aun en el último es
la planta delgada,, mezquina y de poca sustan-
cia. El.de Piamonte solo vegeta con lozanía
durante dos años, y en el tercero decae, se le
seca la raiz y apenas subsiste ya sino por me-
dio de.sus-bijos. ■
■ - El trébol grande,, como, tiene una raiz cen-
tral, requiere tierras suaves, ligeras y profun-
das, y como que echa muchas hojas, necesita
un fondo : sustancioso. Estas dos calidades Üe
terreno son., indispensables cuando se quiere
reerigevsémillar, por cuanto, si esta es de ma-
la calidad;^ lo, mismo el suelo , bastardéala
planta, y después; de muchas degeneraciones
consecutivas este 'trébol grande se vuelve ásu
primer. estado-, -es decir, al de los prados ó pe-
queño. Siel pais no es muy escaso de pastos,
no.es útil establecerle en los terrenos de me-
dianá'calidad, sobre todo si es seco y escaso
de. lluvias, requiere se le den dos labores cru-
zadas después de hechas las sementeras, pro-
fundizándolas mucho. La primera labor doble
debe darse antes del invierno con el objeto de
que á la tierra aprovechen mejor los hielos. Es
importante escoger buena simiente, y la me-
jor es la del segundo.
Como ía semilla del trébol os pequeña, con-
viene mezclarla con arena seca antes de sem-
brarla,, no es bueno enterrarla mucho , pues
en este caso no nace. Esta planta se siembra
en febrero ú marzo, y se siega cuando esté
enteramente madura, pues si" se anticipa esta
operación sus hojas están demasiado herbá-
ceas, y si se retardaestán muy correosas^ muy
secas, menos nutritivas y padece la plañía.
Esta planta es escalente para entrar con
olías en alternativa ó rotación.
El trébol, por lo común, se siembra sobre
el trigo de otoño, algunos lo hacen en el mes
de marzo, pero' esta época no es lija, porque
BOL ¿60
depende del clima y debe adelantarse 6 re-
tardarse, según la temperatura de la esta-
ciou. .
Hay quien dice. que la vegetación del trébol
debe perjudicar A la del trigo, pero la esperten-
cia demuestra lo contrario, sobre todo sí se
trata de trigos de primavera, como por ejem-
plo, el treinesi.no. El calor del mes de marao
es en general, suficiente para lu germinación
del trébol, .que limitándose á echar algunas
pequeñas hojas hasta que se siega el trigo, se
desarrolla entonces y con -poco que !e favo-
rezcan Jas lluvias, se encuentra en disposición
de segarse por setiembre ú octubre del mismo
año, logrando asi dos cosechas. Seria muy,
conveniente beneficiarle con yeso ó cal apaga-
da y hecha polvo, á principios del invierno si-
guiente á su siembra.
El trébol se siega y se seca como lasdemaj
yerbas de los prados,. pero es mucho mejor
hacerlo cuando está todavía empapado er¡ ro-
cío para que no se le caigan tantas hojas.
Trébol meliloto , oficinal , (meliloto ofi-
cinal.) Trábolde olor. TourneEorty Lineo le co-
locan con el anterior, el primero le llama meli-
lotus of/icinarum germanim , y el segundo
trifdium melüotus officinalis. Sus tallos son
rectos, algunas veces tan altos como un hom-
bre. Las legumbres en racimo, desnudas, ju-
gosas, agudas y de dos semillas, las llores na-
cen de los encuentros délas hojas y varían en
el color, pues, las hay amarillas, blancas y al-
gunas, veces de unas y oirás en un mismo pie,
Las hojas tío rajes apenas se ven y las de los
tallos están colocadas alternativamente.
Crece en los setos y los matorrales y flore-
ce, en juoio y julio.
Sus hojas son olorosas, de sabor acre amar-
go y nauseabundo, emolientes, carimueelivas
y ligerameute resolutivas.
Se emplean en cataplasmas, fomenlacioaes,
baños y rara vez interiormente.
Trébol molihlo a%ul, Tournerorl y Lineóle
colocan con los anteriores , el primero le lla-
ma melüotus major odor ata violácea, y el
segundo trifolium melilolus oarulea. Se dis-
tingue por sus racimos aovados y densos, tan
largos como las hojas y con pocas (lores, Sus
estipulas son muy .pequeñas, sin brúcteas, y
las hojuelas ovales y con dientes , las legum-
bres medio desnudas, terminadas en punta rí-
gida y el tallo derecho.
Nace y se da muy bien en Africa, enBolie-
mia y en eí Languedoc. Cultivado crece laminen
en los jardines. Es planta anual y llorece en
julio. •
El} su estado natural es detersiva y vulne-
raria. En infusión ó destilada enagua es oftál-
mica. Los cogollos lloridos echados endoshde
una dracma, en infusión de vino, provocan el
sudor, el menstruo y ¡a orina; en infusión de
aceite común sé recomiendan para cerrar l»s
heridas y curar las hernias de los niños.
El cultivo del trébol en los jardines no exi-
JÉ-I
TREBOL— TREMENTINA
ge mas cuidado que el general para las otras
plantas.
El momento mas oportuno para esta siem-
bra es el mes1 de marzo.
TREMADOTOS. {Historia natural.) Familia
de helmintos parenquimatosos que tienen ór-
ganos á manera de ventosas situadas debajo
del cuerpo ó en sus estreñios. Son animales
rnie viven como parásitos en las visceras de
oíros, La .especie, mas notable es \adistoma
del hígado, {fasciola hepática de Lin.), que
vive en el hígado f vasos biliares del hombre
y otras animales.
TREMENTINA. Es una snslancia resinosa que
se endurece al aire y se desprende natural-
mente ú por medio de incisiones, de varias
especies de árboles lerebintáceos y coniferos,
ín el comercio hay muchas variedades de tre-
mentina, como las de Cbio, de Yenecia, de
Istraburgo, y la común, que es la mas im-
portante.
La tle Cbio es de un color blanco verdoso,
trasparente y casi insípida. La produce el pis-
tacia terebintus, de Lineo, que solo crece en
los paises cálidos, á saber: la India, la Persia,
k Siria, y sobre todo en las cercanías de aque-
lla ciudad.
La de Yenecia es mas odorífera y traspa-
rente que la anterior y se estelé en las inme-
diaciones de esta ciudad, del pinus lariw. La
de Estrasburgo esproducida por el ¡tinus picea,
de Lin.; es muy trasparente y casi carece de
color, por lo cual se emplea muebo en medi-
cina. Se obtiene reventando con un instrumen-
to corlante unos tumores que se desarrollan
sobre la corteza de dicho árbol en !a prima-
vera y en otoño. Los que la recogen trepan á
la copa de los árboles, valiéndose de zapatos
armados de garfios, y sosteniéndose con un
hazo en el tronco, practican con el otro las
incisiones necesarias. La herramienta que usan
parece un cuerno, que les sirve de tajador por
la punía y de vaso para recoger la trementina
por la boca; la sustancia obtenida se clarifica
antes que se endurezca, filtrándola al través
de hojas de pino colocadas en el fondo de una
especie de embudo fabricado con ta corteza
misma del árbol.
Latrcmentina común tiene aplicaciones mu-
cho mas numerosas é importantes que las ci-
cladas Se recoge en gran cantidad en el pi-
nus sylvcstris y el marítima. La cosecha dura
todo el año y solo se aprovecha en, árboles
que tengan solo 40 centímetros de diámetro.
Para que la trementina corra, se quita del pie
íe cada árbol una banda de corteza de 12 cen-
tímetros de ancha por 50 de alta, y en su par-
te inferior se practica en ei árbol uíia sajadura
■dennos G milímetros de profundidad y 3 ceu-
límelros de altura; por aquí sale lá trementina,
toda ocho dias se hace otra igual sobre la an->
'erior, de manera que la llaga asi formada ad-
quiere en un año sobre un metro de altura.
W año siguiente se qeita otra banda encima de
la primera y asi sucesivamente hasta llegar á
los 4 ó 5 metros, en cuyo caso, se vuelve á
principiar por abajo al lado de la primera he-
rida, hasta que al cabo de cierto número de
años se haya .dado todala vuelta al árbol. Para
entonces, ya tiene nueva corteza la primera
sajadura, y se renuevan todas las operaciones
en el mismo orden, mientras el árbol dé pro-
ductores decir, durante una época que varia
de 00 á 80 años. La trementina que mana sé
recibe al pie del árbol 'en una vasija 6 en un
hoyó. Cada árbol prodoce al año 4 kilogramos
de resina en bruto, esto es, de una mezcla
de resina y esencia, que se emplea para dife-
rentes aplicaciones comunes, pero inútil en
tal estado para otras. Hay que someterla, pues,
á algunas operaciones, consistiendo la prime-
ra en una especie de escurridura parecida á la
que se practica con la miel para- segregar la
cora. El procedimiento mas antiguo consiste
en colocar la resina bruta en toneles perfora-
dos y espuestos primero al sol y después en
una estufa: al eabo de cierto tiempo la resina
se separa de la esencia, y los primeros pro-
ductos son necesariamente los mas líquidos y
puros, el comercio les da el nombre de tre-
mentina fma ó trementina al sol. Este proce-
dimiento es muy sencillo, pero ofrece un gra-
ve inconveniente, el de exigir mucho tiempo,
de lo cual resulta necesariamente una pérdida
de esencia por la evaporación al contacto del
aire. Para evitar semejante inconvenieure se
ha ideado otro procedimiento que consiste en
colocar la materia bruta en sacos de lienzo
colgados en un cuarto y en medio de los cua-
les hay un tubo perforado en muchos puntos
que comunica con una caldera, de donde pro-
ceden chorros de vapor cuando se considera
este necesario. De los sacos se desprende en
frió un producto, cuya tluidez y pureza son
muy notables; después se introduce el vapor;
la trementina corre en abundancia y la opera-
ción concluye en pocas horas. Este método,
debido á Chevalier, produce doble cantidad de
esencia que el anterior.
El residuo de la operación en cualquiera de
los procedimientos anteriores se destila para
sacar la esencia de'trementina que aun contie-
ne y convertirlo en pez ú colofana. La desti-
lación se practica en un alambique común: la
esencia se condensa en el serpentín y la resina
queda en la caldera, de donde se saca cuando
cesa el desprendimiento de aquella. Subido es
que la esencia se emplea como secante en pin-
tura y en la 'preparación de casi toáoslos bar-
nices; en cuanto á la colofana, tiene menos
aplicaciones: entra también en algunos barni-
ces y sirve para untar las crines de los arcos
"' de violin. La brea mezclada con humo de pez
1 ú otras sustancias carbonosas constituye la pez
i negra o alquitrán, que son unos productos, ac-
cesorios de la fabricación de esencia de tre-
'mentina.
La brea se obtiene quemando en un horno
¿63
TREMENTINA— TREPANO
464
cónico inverso, de 3 á 4 metros de altura y
unos dos de anchura, la paja que se pone en
el fondo de los toneles donde, se fíltrala esen-
cia de trementina, los mismos toneles ya in-
servibles y todos los residuos de otras opera-
ciones. Durante la combustión dé esas mate-
rias sale una sustancia parda rojiza, que cae
en el fondo del horno, del cual mana por una
canalija hasta una tina llena de agua. Cuando
ya se ha obtenido bastante cantidad de brea,
se decanta para separar todas las impurezas y
después se pone á hervir en una caldera de
hierro colado hasta que tenga la suficiente
consistencia.
El alquitrán se estrae de los pinos viejos
ya cansados de dar trementina, spara lo cual
se cortan en trozos de 60 a SO centímetros de
longitud, se rajun y se amontonaren unhorno
circular de 6 á 7 metros de diámetro, donde
se someten á una destilación que consiste en*
prender fuego á la parle inferior del moniou,
después de cubierto con una capa de césped.
-La solera del horno tiene una abertura central
por donde el alquitrán corre hasla una vasija;
después se ' hace hervir para desembarazarlo
de la pequeña cantidad de agua y de ácido acé-
tico con que está mezclado. Se fabrican en las
cercanías de Burdeos grandes masas de alqui-
trán por ese procedimiento. Los usos de esa
sustancia son muy importantes, especialmen-
te en tnariná , para calafatear. El alquitrán
mezclado con ¿vea ó resina se llama pez vege-
tal ó naval.
El buen alquitrán comunica al agua ó á la
saliva un color rosado; el malo lo da un as-
pecto lechoso.
TREMIELGA., TRIMIELGA , TEMBLADORA ó
TORPEDO. (Historia natural.) Género de peces
cartilaginosos del órden de los salacios y de
la tribu de las rayas, caracterizados principal-
mente por la existencia de un aparato eléctri-
co situado éntrelas pectorales, cabeza y bran-
quias. Su piel es enteramente lisa, sin escu-
dos puntiagudos ni espinas en las nadaderas
que es justamente lo que se observa en todos
los peces eléctricos. Hállanse en todos los
mares.
TREMOLITA. ( Mineruloyia. ) La tremolila
corresponde á la especie del amphibol, es una
variedad de esta sustancia, que ofrece el color
blanco ó verdoso y que eslá compuesta de cal
y magnesia: se la da la denominación de ac-
iinota á la variedad que tiene un verde subi-
do, y en la que la magnesia es reemplazada
en todo o en parto por el protóxído de hierro.
La tremolita se encuentra en prismas romboi-
dales mas ó menos prolongados; siendo modi-
ficaciones particulares de esla crislalizacion,
las variedades indicadas, como son la actino-
ta, la hornUenda y la granmaüta, que es
igualmente otra de las denominaciones que se
han dado á la tremolita. Se encuentra particu-
larmente en la dolomía, en los carbonates de
cal de Suecia, etc.
TREPADORES. (Historia natural.) Género-
de aves del urden de los páseresy de la fani¡.
lia de los tenuirostres. Su pico es largo, ar-
queado y endeble, y la cola rozada en las pun-
tas de las peonas á causa de que se sirven de
ella apretándola en arco contra los troncos pa-
ra encaramarse en busca de insectos. La es-
pecie propia de nuestro pais es el trepador
de Europa (certhia familiaris de L.)
TREPADORES BE PARED. (Historia natu-
ral.) Véase tioodromos.
TRÉPANO. (Cirugía.) Es un Instrumento
por medio del cual se perforan los huesos,
mas especialmente los de cráneo, con el ob-
jeto de dar salida á los líquidos derramados y
llenar diversas indicaciones terapéuticas que
vamos á dar ó conocer, al hablar do la
Trepanación , nombre con que antigua-
mente se designaba la perforación lotal délos
huesos que forman cavidades. Los únicus hue-
sos á que se aplicaba, eran á los del cráneo,
al esternón y las costillas. Pero habiéndose
estendido sucesivamente las aplicaciones de
esta operación á todos los huesos accesibles á
los instrumentos, debe entenderse hoy por tre-
panación, la perforación total ó parcial dt
un hueso cualquiera, con instrumento apro
piado, y con objeto de prevenir , paliar o cu-
rar alguna lesión.
Procedimiento operatorio. Los objetos que
se usan en el dia y que se reúnen habitual-
mente en una caja llamada trépano son: I,"
una, o mas coronas de trépano montadas cu
un árbol en forma de barrena, á lo que se lla-
ma trépano francés; 6 mas'sencillamenle, en
una varilla terminada en un mango trasversal,
lo cual constituye la trefina inglesa: 2." un
perforativo atornillado al contrario en el centro
de la, corona y que se quita cuando se quiere:
3.° un tira-fondo, especie de tornillo doblo
muy fuerte, de acero: 4.° un cuchillo lenticu-
lar de hoja muy fuerte provisto de un disco me-
tálico y cortante en su punta: 5.° una legro,
y 6." una brocha pequeña para limpiar el ser-
rín del hueso. En el dia ocuparían fácilmen-
te el lugar del trépano ordinario, la sierra os-
leotonio de Heine y la giratoria de Thall, si
fuesen mas fáciles de manejar y de menor
precio.
La parte en que se opera debe descansar
sobre un plano sólido, tal como una tabla cu-
bierta con un cogin, y hacer que la sosteugau
los ayudantes. Se pone el hueso al descnbicr-
to-y se le legra en el punto en que debe üe
aplicarse la corona. Si se hace uso del trepa-
no, se le arma de su corona y perforativo; í
tomándole el operador, son la mano dercclnu
manera de una pluma de escribir, dirige h
punta del perforativo y la lija en el centro de
la pieza huesosa que se ha de levantar; loma
el pomo de ébano en que termina el trépano
superiormente, colocando alrededor de su bor-
de los dedos pulgar é Indice de la mano i¡*
qnierda reunidos en forma de círculo, y ®
TREPANO
466
apoya sobre este pomo con la frente ó con la
barba, y cogiendo con la mano derecha el
cuerpo del árbol del trépano, hace girar de
csle modo y medíanle una compresión mode-
rad ¡i, la corona, y ei perforativo de derecha á
izquierda. El perforativo forma primero su ho-
yo, y muy en breve los dienles de la corona
llegln á tocar el hueso y trazan también su
ranura circular. Cuando esta es bastante pro-
funda para impedir que se escape la corona,
ec quita el perforativo, introduciendo en su
lujar dos ó tres vueltas del tornillo del lira-
fondo que aseguren ia pieza; y desde entonces
se wralinúa la operación con la corona sola,
uéleMÉó íl moviraíenlo de rotación. Debe
ciuuatsa de (pie obren con igualdad todos los
punios de su circunferencia, y para asegurar-
se de ella, se la retirá de cuando en cuando,
limpiando al mismo tiempo sus dienles con la
broclia y barriendo el serrín que se va deposi-
tando eii la ranura circular. Cuando se cree
estar próximo á terminar la sección del hueso,
debe obrarse son mas lentitud, examinar fre-
cuentemente con el eslremo de una ploma si
el hueso sií halla 'taladrado en algún punto de
la ranura, y si asi fuese, procurar levantar con
el lira-fondo el disco huesoso. Cuando esle se
desprende enteramente, se oye un chasquido
muy claro; se retira entonces el trépano, ' y
algunas veces sale la pieza del hueso at mis-.,
mo tiempo que la corona. Si esto no sucede,
se vuelve á aplicar el tira-fondo, ó bien se le
liace saltar con la estromidad de nn elevador
empleándole como una palanca de primer gé-
nero.
Si la sección es limpia, la operación está
terminada, y cuando quedan algunas puntas,
salientes de hueso, se destruyen con el cuchi-
Mu lenticular.
Hay ocasiones en que no basta una sola
corona, en cuyo caso se aplica el trépano á
alguna distancia y después se corta el puente
huesoso que separa las dos abertnras con la
sierra de cresta de gallo, por medio de dos
secciones paralelas. Algunos1 cirujanos prefie
rea aproximar las coronas do modo que launa
«si loque á la otra, y que solo queden entre
ellas «nos ángulos huesosos fáciles de separar
con el escoplo ó con nuas tenazas incisivas.
Con la treiina es algo mas sencilla la ope-
ración. Se la aplica desde luego armada del
perforativo, y mediante algunos movimientos
de rotación de derecha á izquierda y de iz-
quierda á derecha, acompañados de una pre-
sión conveniente, se le abré la corona una
vía bastante capaz. Se quita el perforativo y se
continúa la operación hasta la sección com-
pleta del hueso, siendo las mismas las demás
reglas.
Indicaciones y contraindicaciones: cues-
tión es esta que desde los nías remotos siglos
flcupa a los cirujanos mas hábiles, principal-
mente desde estos últimos, en que se proscri-
bió casi completamente la operación del tré-
'<!199 DIULIOTBCA POPULAJi,
paño: una simple fractura, nna contusión eran
condiciones que reclamaban esta operación,
aun cuando no hubiese derrame; se prescribía
en ciertos casos la multiplicación del trépano
y se conocen ejemplos verdaderamente sor-
prendentes de trepanación múltiple. Sin em-
bargo, üessault, se ha decidido contra esta
práctica, habiendo probado con esperimentos,
'I uc muchos casos en que se prescribía el
trépano, podían curarse sin operación; que la
operación misma era mas grave de lo que se
creia, y, finalmente, que la indicación de eva-
cuar los líquidos derramados, no se llenaba en
ei mayor número de casos. En efecto, áe com-'
prende tpje descubrir una fractura simple del
cráneo, para trepanarle según el precepto de
Quesnay, era convertir una lesión simple, en
lesión complicada y esponer el órgano mas
delicado, á la acción del aire, y, por consi-
guiente, á graves reacciones. La doctrina de
Dessault ha prevalecido en gran parte entre los
cirujanos modernos; pero nos engañaríamos
si creyésemos, que puede omitirse la opera-
ción del trépano, en lodos los casos. La tre-
panación no está jamás indicada sino en los
casos que hemos citado, es decir, para la com-
presión del cerebro porque nunca se debe ol-
vidar qne la introducción del aire en el foco
de una contusión, es una de las causas mas
poderosas de inflamación violenta y qne no
debemos decidirnos á abrir este foco sino cuan-
do no podamos esperar su resolución. En fln,
no debe el cirujano practicarla sino cuando
los síntomas de la compresión se hagan ma-
nifiestos y urgentes: cuando la operación del
trépano, está indicada por un derrame de li-
quido que debe evacuarse, es preciso ocupar-
le desde luego en buscar el sitio que ocupa
el derrame: si hay una- herida y una fractura
directa, siempre es fácil conocer el sitio déla
lesión y el punto en que debe hacerse la tre-
panación. También se puede, casi siempre,
pero no infaliblemente determinar el uno y el
otro cuando los síntomas de compresión han
sucedido á los dé la contusión, porqueestase
verifica,, generalmente, hacia el punto de la
periferia del cerebro que corresponde al sitio
en que se ha dirigido el cuerpo contundente:
pero cuando el derrame se ha verificado, por
debajo de una fractura indirecta hecha por
contra-golpe, cuando existe sin fractura y no
hay señal citerior alguna del golpe, del mis-
mo modo que cuando el cuerpo contundente,
sin haber producido solución de continuidad
de los tegumentos, ha obrado muy oblicua-
mente y ha ocasionado un gran derrame por
debajo, del dermis cabelludo, etc., es muy
difícil determinar el sitio precisa en que se
ha de perforar el cráneo. Entonces á falla de
signos sensibles, es necesario echar mano de
todi.s los signos racionales, y cuando haya
alguna razón para sospechar el sitio que ocu-
pa el derrame, conviene aun con riesgo de
engañarse, practicar la operación: en estos
t. Jtxxm. 30
467
TREPANO
casos es donde nías conviene emplear un me-
dio incierto que ninguno, pues la operación
del trépano no puede aumentar nada á la
grave posición del enfermo, y puede salvarle
cuando se la conceptué necesaria. En algunos
casos de derrame profundo, es preciso dividir
la dura madre, la amenoidesy aun el cerebro,
sí el foco está en la superficie de este órgano,
y. con este atrevido procedimiento, se han
salvado algunos, enfermos. Un individuo á
quien asistía Lapeyronie, por una herida con
fractura en el cráneo, fué atacado de síntomas
de compresión al cabo de un mes; el trépano
permitió millar muchas esquirlas pero los acci-
dentes continuaron: se decidió que dehia di-
vidirse la dura madre, esta incisión dió sali-
da á; una tacita de pus: el foco podia admi-
tir un huevo de gallina, y habia empujado el
cerebro hasta el cuerpo calloso. Royer fun-
dándose ademas en el buen resultado obtenido
por 1. L. Pelit, es de la opinión de Quesnay
y no teme introducir profundamente el bis-
turí £n ta sustancia propia del cerebro, para
evacuar los derrames traumáticos que hayan
podido formarse. Esta doctrina y estos pre-
ceptos se seguían generalmente cuando Vel-
peáu creyó que debía volver á las opiniones
antiguas, multiplicando casi al infinito las
indicaciones del trépano cefálico; en las heri-
das con contusión, en las necrosis y caries,
en las simples fracturas y en las fracturas
complicadas, en los casos de cuerpos eslraños,
en tos derrames, sea cualquiera su natura-
leza,y asiento, eu los de compresión, contu-
sión, dolores fijos, accidentes nerviosos y tu-
mores, en' todas estas ocasiones aconseja este
autor proceder sin temor á la trepanación; no
obstante en estos últimos años el mismo Vel-
peau (dice en su Medie, operat. t. 111 pági-
na 4.a, 3.a edic.) «Sin ser tan pródigo en la
trepanación, como lo era antes de Dcssault y
sin admitir positivamente con Foville y Flou-
rens que pueda ser útil para sustraer el órga-
no de la compresión, en las Ilusiones inlla-
matoriasú Otras del encéfalo, que parece que
se debería á lo menos recurrir á él con mas
frecuencia de lo que se hace en el dia. Si bien
os verdad qno muchas veces nos venios em-
barazados para reconocer el sitio y naturaleza
de las enfermedades que le indican, no lo es
menos que en algunos casos, no está fuera
del alcance de los conocimientos de un prác-
tico instruido. Ademas, cuando nos .decidimos
á iutcnlurln, están los enfermos en un estado
bastante alarmante para que una simple, perfo-
ración del cráneo pueda aumentar mucho los
peligros que les amenazan. De consiguiente,
si se adquiere de, un modo cualquiera ta cer-
teza de que un cuerpo estraño, una esquirla, un
ángulo del hueso ó un depósito de líquido, son
l¡i causa de ios fenómenos alarmantes que se
observan se debe trepanar: y lo mismo de-
berá hacerse para los derrames antiguos ó
consecutivos que anuncien la necrosis de los
huesos, el desprendimiento del perí cráneo, el
color negruzco de los lejidos -inmediatos, el
aspecto pálido de los labios de la herida, \¡¡
crepitación de los tegumentos del cráneo, etc..
Los preceptos del arte han cambiado mucho
en el día con respecto á esto y no se practi-
ca la operación del trépano sirio muy rara Vez.
En las lesiones traumáticas, no se aplica ei irf..
paño mas que cuando se trata de estraer un
cuerpo estraño, uñábala, una esquirla ósea, cl-
cétera: es varo que los síntomas llamados de
compresión ofrezcan condiciones ljasiuiilc hicii
circunscritas para autorizar la operación, p¡ÍDS
la depresión misma de los huesos no la re.
clama con tanta frecuencia como se había creí-
do hasta el dia. Entre las afecciones conse-
cutivas ó espontáneas, las únicas que áutorlzja
en el dia la operación del trépano, son, la
necrosis acompañada de supuración en la dura
madre, los fungus de esta membrana y ciertos
exostosis, pues la epilepsia, que otras votos
se habia combatido por la perforación dolerá-
neo, no entra en las indicaciones del trepano
mientras no dependa de una causa material
susceptible de poderse separar con el trepa-
no: tal seria, por ejemplo, un exostosis, mu
necrosis, etc. El trépano ha producido en da-
das ocasiones efectos satisfactorios usado ilc
una manera recta y juiciosa: el alivio que
produce la operación es á veces tan repentino
y sorprendente que en ningún caso se des-
plega con mas ventaja la asistencia del arle'
el restablecimiento inmediato de la vista y la
depresión ó estraccion de una parte opaca del
ojo, no es tan encantador y admirable, come
el restablecimiento instantáneo de las faculta-
des intelectuales, de la palabra, de la sensibi-
lidad, asi como de los movimientos volunta-
rios en una persona que esté en estado de
muerte aparente, á consecuencia de una heri-
da de cabeza, y efectivamente la utilidad i/A
trépano se manifiesta á veces hasta este punto,
En el escclenle ensayo de Abernethy, sobre
las heridas de cabeza se puede ver un caso,
en que ej enfermo estaba casi comptetameuli;
privado de vida, se levantó y habló tan Luego
como se le quitó de encima de la superficie
del cerebro la sangre que estaba esí.ravasada;
y entre los soldados de la batalla de.Waterloo,
bahía uno del regimiento número 44 ujue no
ofreció el menor interés: en un caso de fun-
gus de la dura madre con afección del hueso,
referido por Sumcker, se aplicó el' trepano
once veces en menos de un mes y la operación
causaba siempre tan poca indisposición, que
apenas pedia el enfermo después que se le
llevase á la cama, y una vezfué efectivamente
á la plaza una hora después de la operación.
Se puede trepanar en todos los puntos com-
prendidos por encima de una linea circular
que pase sobre la depresión nasal y la proto-
berancía occipital, pero en las suturas, enci-
ma de los senos de la dura madre, en el án-
gulo inferior anterior del parietal y en la par-
TREPANO— TRIACA
470
te inedia jinierioí de la frente, ó sean los se- feecíouó de orden de éste el famoso efectuarlo ,
ios frontales tío trepanaremos sino en casos que según se tinenta, fué denominado triaca
de muy urgente necesidad, por razones de
estructura y organización especia! de estas
partes. A pesar de quedar indicadas las cir-
cunslaneias que reclaman la trepanación, tan-
to en el cráneo como en lus demás huesos-,
no estará de mas esponer sucintamente ciertas
realas que deben recordarse cu todos los ca-
sos en (pie se trate de aplicar el trépano: son
las -siguientes: li* la trepanación debe apli-
carse en todos los puntos de los huesos afée-
los, cuando esté bien indicada: 2.* la trepana-
ción puede practicarse en todas las edades jj
estaciones: 3.a procúrese cuando se baga la
trepanación, verificarlo lo mas pronto' posible,
sobre todo en estío. Ténsase présenle ' el si-
guiente dicho de Hipócrates »uo fe debe ig-
norar (pío en todas épocas y estaciones, los
malos signos anuncian el mal y los buenos el
bien:» 4.' siempre quese practique la trepana-
ción en cualquier punto lia de ser en el caso
de no creer probable paliar ó curar la lesión
con otro medio mus sencillo. Este precepto
tiende á que no se abuse do una operación que
pudiera caer en descrédito por su aplicación
innecesaria: 5.a nunca debe trepanarse en pun-
ió ttlgttho¿ cuando no deba, esperarse proba-
blemente un cambio favorable á la curación:
ti.* tampoco se practicará la trepanación no
teniendo certidumbre de que la operación, no
comprometerá la salud ni la vida del enfermo,
mas que la misma enfermedad: 7." y última,
no se aplicará tampoco la trepanación, sino
para llenar una indicación conocida.
TRIACA. [Medicina.) Esta palabra tiene,
segim algunos autores, de 8fc, liera, y de ockeo-
yo curo.' El diccionario de materia médica
ilc Merat y de Lens indica como etim'ologia
probable la palabra terriac, -que es uno de los
nombres del opio en Oriente, donde llaman
Iherrickis á los que se embriagan con opio.
Tero se daba el nombre de triaca desde los
primeros tiempos del imperio romano á varios
electuarios en los cuales no entraba el opio.
Tal ora el que Plinio formula. El rey An-
: tioeo, dice, le usab'a contra todos los anima-
les venenosos escepto el áspid. Dicba fórmula
estaba grabada en versos, en una piedra, en
el templo de Esculapio en Cosí.
El mismo autor se espresa del modo si-
guiente:
►Se da el nombre de triaca á una compo-
sición que ideó el lujo; se la prepara con sus-
tancias estrañas » y un poco mas adelante:
«El antídoto (le Mitridates se compuso con cin-
cuenta y cuatro ingredientes, sin que ningu-
no entrara en la misma dosis » A lo que
parece no tiene Plinio en tanta estima estos
electuarios como el preparado muy insignifi-
cante de Autioco. Machas son, sin embargo.
por Nicander otro médico griego. Se han de-
signado modernamente con este nombre mu-
chos preparados ó varias sustancias de que
luego hablaremos; pero la triaca de mas uso
fué siempre la de Andrómaeo. Comprende, se-
gún la farmacopea de t.cmery, sesenta y seis
sustancias, alpinas de las cuales, como los
troqniscos de fieilicroori constan de unos vein-
'te. Estas sustancias, divididas por el códice en
doce secciones particulares; puede referirse á
cinco divisiones principales á saber: astrin-
gentes vy tónicos, espitantes, narcóticos, sus-
tancias alimenticias; gomosas, amiláceas ó
azucaradas, sustancias inertes. He aqui su lista:
Troquiscos de escila, de víboras y de hedi-
croon.
Pimentones, opio, iris de Florencia, y ro-
as rojas.
Jugo de regalicia, semillas de bunías (na-
bo); escordio, opobálsamo, canela, agárico, es-
picanardo, dicíamo de Creta.
Raices de cinco en rama, de gengibre, de
costo, de rapóntigo, de marrubio blanco, de
esteco arábigo, de jugo oloroso.
Semilla de peregil de Macedonia, calaminta
de montaña, caña fistola olorosa , azafrán, pi-
mientas blanca y negra, mirra de troglodita,
olíbano, trementina de Chio. 1
Amonio en racimos, raices de genciana,
acoro verdadero, meo atamántico, valeriana.-
nardo céltico, camepilis, retoños de hipé-
rico.
Semillas de jirta, tlaspi, de anis, de hinojo,
de seseli,,de cardamomo, de hoja india (ma-
labatro).
Retoños de chamedris, carpobálsamo.
Jugos de hipocristia, de acacia verdadera,
goma arábiga, estorax calamita, tierra de Léña-
nos, calcitis verdadero, sagapena, raiz de la
pequeña aristolognia , retoños det pequeño
centauro.
Semilla del dauco de Creía, opopanax, gal-
bano , betún de Judea, castóreo, miel y vino
de muy buena calidad.
Los1 troquiscos de Iiedicroon, eran, confor-
me hemos dicho, un preparado polifármaco,
compuesto de mas do diez y ocho sustancias,
repelidas en su mayor parte en la fórmula, de
la triaca. En cuanto á la calcitis describió Pli-
nio con este nombre un mineral de cobre y
una piedra preciosa; sea por error, sea por
cualquiera otra causa, es lo cierto que el mi-
neral de cobre era reemplazado por el colcotar
en la preparación de la triaca.
La triaca celeste difiere de la"de Andró-
maco, sobre todo en que el cinabrio reem-
plaza al colcotar, y en que no contiene' sustan-
cias fermeutescibles.
La triaca de los pobres ó diatesaron se
las fábulas que se divulgaron sobre el antido- ' componía de cuatro sustancias incorporados
lo de Mitridates , ese contraveneno universal, 1 con el estrado de nebrina en miel. ■
y Andrómaeo dé Creta, médico de íieron, per- ! Por fin, se citan también otras' triacas ma
471
TRIACA— TRIBUNAL
472
ó menos semejantes á la que acabamos de es-
tudiar.
Dábase antiguamente grande importancia á
' la preparación de la triaca. En IrauCia se ba-
cía con gran ceremonia en el colegio de far-
macia de París; adonde acudían á comprarla
todos los boticarios del reino. Era preciso fa-
bricar cada Tez cantidades enormes; porque su
uso, o mejor su abuso, era tal, que eu cierta
época todos los enfermos del hospital de Mom-
peller tomaban, cada tarde ún poquito, ademas
de que todos los particulares tenían, en sus
casas un repuesto de >este electuarío, como si
fuera un objeto de primera necesidad. La tria-
ca de Venecia era la mas estimada. Esta droga
se emplea hoy con una parsimonia igual á la
antigua' prodigalidad; recétase tau solo eu al-
gunas afecciones de las vías digestivas; y su
acción se reduce á la de-un tónico, y sobre to-
do á la de un narcótico. Todas las virtudes que
la triaca poseía en tiempo de las leyendas, se
reducen al efecto producido por la proporción
de opio que contiene (de 0,0.") á 4 gramos.) En
tiempo de Mitridates neutralizaba fácilmente
los venenos de la sangre de toro y el de la
salamandra; pero hoy tampoco ha perdido nin-
guna dé sus propiedades alesiteras contra di-
chas sustancias y otras igualmente inofensi-
vas, {a triaca era tan maravillosa en su género
como los venenos á que se había acostumbrado
el rey del Ponto, como que cuando quiso en-
venenarse-no lo consiguió ; lo cual tiende á
probar que los envenenamientos de aquel tiem-
po eran mas malos que hábiles y aun no cono-
cían el cardenillo.
En resumen, la triaca es un preparado, cu-
yo uso está hoy dia casi abandonado , y cuya
acción depende casi únicamente det opio que
contiene. Resulta de ahí, que puede servir de
calmante ó de; astringente en corta dosis (de 2
á 4 gramos), pero que es un veneno sí se to-
ma en gran cantidad (de 20 á 30 gramos.) Tal
es lo mas cierto que podemos decir de las vir-
tudes de este antidoto.
Para mayores. pormenores consúltense las
obras siguientes:
J. Camerarius: De Tlieriacis el Mithridatlt com-
mentariolut, Nuremberg, 1534, en 8. o i
C. Bagaril: Discuno sóbre la historia de la triaca,
con el poema de Andrúmaca sobre la misma, Man-
cy , 1725, en 4."
TRIÁNGULO. (Geometría.) El espacio encer-
rado entre tres lineas rectas es la figura mas
simple que se conoce. Todos los polígonos se
descomponen en triángulos, para calcular sus
partes; por eso las propiedadés de los triángu-
los son, objeto de muchas investigaciones en
los tratados de geometría elemental.
, Llámase triángulo equilátero aquel cuyos
tres lados son iguales; isósceles el que. tiene
dos lados iguales, y escaleno el que tiene sus ;
tres lados desiguales.
El triángulo rectángulo es el que tiene un
ángulo recto., y el lado opuesto á este ángulo
se llama hipotenusa, al paso que los otros dos
se denominan catetos.
En todo triángulo hay seis elementos, ása-
saber; tres lados y tres ángulos. Cuando tic
estos seis elementos se conocen tres, los do-
mas se determinan fácilmente, como puede
verse en el articulo trigonometría, con lal
que uno de los tres elementos conocidos sea
un lado. Para el triángulo rectángulo basta co-
nocer dos elementos que no sean el ángulo
recto, y haya siquiera un lado en ellos.
En todo triángulo, la suma de los ángulos
es igual á dos rectos.
El área de un triángulo es igual á la mi-
tad del producto de la base por la altura.
Dos triángulos son semejantes cuando los
tres ángulos son iguales uno á otro. Los lados
opuestos á los ángulos iguales se llaman fto-
mólugos,
los lados homólogos de dos triángulos son
proporcionales.
Dos triángulos que tienen los lados pro-
porcionales son equiángulos, y por consiguien-
te semejantes.
En todo triángulo rectángulo, el cuadrado
de la hipotenusa es igual ála suma de los cua-
drados de los catetos.
líos triángulos que tienen un ángulo igual
son entre si como los rectángulos de los la-
dos que comprenden el arco igual.
Los perímetros de dos triángulos son cu-
tre si como los lados homólogos y sus super-
ficies como los cuadrados de esos lados.
Todas estas propiedades de los triángulos
y las que se derivan de ellas, están demostra-
das en los tratados elementales, en donde pue-
den estudiarlas nuestros lectores. Véase trigo-
nometría y TOPOGRAFIA.
TRIBUNAL. [Jurisprudencia.) Por Iribuid
entendemos, ademas del lugar en que se ad-
ministra la justicia-, el ministro ó' ministros
que lo componen, ya sea uno, ya varios, yes-
te nombre genérico se aplica, lo mismo á los
simples alcaldes que á la mas alta corporación
de este género en el Estado. Sin embargo, el
uso actual es llamar tribunales álos colegiados,
como las audiencias y los tribunales supremos
de Justicia, Guerra y Marina: á los inferiores
so les llama juzgados, porque es un solo juez
ol que ejerce ahila jurisdicción y-represenla la
justicia.
Para tratar con la debida claridad el inte-
resante asunto do que es objcío esle articulo,
debemos' considerar en él Ires cosas distintos:
1.a La constitución de los tribunales en los
países estrangeros, y la manera como en ellos
está organizada la administración dé jus-
ticia.
k-r Esta misma organización tal cual existe
entre nosotros.
3.a Lo que concierne á cada usode nuestros
tribunales en particular,
473
TRIBUNAL
474
Vamos á ocupamos con la debida separa-
ción de cada 'ímo de estos puntos. -
1° Organización de los tribunales en los
vahes eslrangeros. Ra esta breve reseña
enumeraremos tan solo aquellos cuyas institu-
ciones mas nos importa conocer, como la Fran-
cia, la Inglaterra yJa Alemania. I.a Enciclope-
dia dedereohn y administración que actual-
mente se publica, y. cuyos trabajos son tan
útiles y preciosos, trac sobre la administración
do justicia en estos países cseelcnles noticias,
que reduciremos aqui á la menor estension po-
sible.
Francia, La administración de justicia
francesa tiene noíable analogía con lanncslra,
pero también esenciales diferencias. Asi, vemos
allí la jurisdicción de los arbitros, jueces y tri-
bunales de conciliación, de corrección, de pri-
mera instancia, de apelación, y por último, un
tribunal supremo, también llamado de casa-
eion; pero ios tribunales de primera instancia
son colegiados; bay para lo criminal la insti-
tución del jurado, y admitido, como entro nos-
otros, el principio del procedimiento gradual
ó de. instancias diversas, no se da en ningún
caso tercera instancia y bay solo una en los
crímenes, consecuencia casi necesaria del jui-
cio por jurados.
lio el orden civit bailamos en primer tér-
mino la jurisdicción de arbitros. Hay- casos en
iroe es obligatoria; casos en que está prohibi-
da, y otros en que es potestativo resarcir á
ella. Sucedo lo primero en todas las cuestio-
nes prosocio en sociedades mercantiles' io se-
segundo en cuestiones de alimentos, sobre
separación de marido y mnger, en las relati-
vas a] estado civil de las personas y en todas
aquellas en que debe intervenir el ministerio
fiscal; lo tercero en todas las demás, podien-
do convenir las partes en que los arbitros co-
nozcan con apelación ó sin ella.
En cada cantón hay un funcionario público
llamado jti es de paz, como si dijéramos entre
nosotros un alcalde, que conoce de los juicios
de conciliación y ejerce jurisdicción conten-
ciosa sin intervención liscal ni de abogados, y
sin apelación, en iodos los casos de obligación
personal y sobre cosas inmuebles por valor de
monos de 100 francos, y con apelación para
¡míe el tribunal de primera instancia cuando
el valor, pasando de 100 francos, no escocia
de ?00, y también en las cuestiones sobre, da-
nos del campo en las posesorias rurales, sobre
precio de arriendos é inquilinatos, 'y sobre sa-
larios de sirvientes, cualquiera que sea su im-
porte.
En cada distrito comunal (arrodissemenl)
lipy tili tribunal colegiado de primera instan-
cia, compuesto de una ó muchas salas, según
lacsicnsion del distrito, llegando en algunos
al número de siete ó mas. Hay tribunal, como
el de Sena, que consta de cuácenla y tres jue-
ces propietarios y 20 suplentes. Hay ademas
on estos tribunales el procurador del rey,
equivalente entre nosotros al fiscal de S. ir.,
y los abogados del rey, que son los abogados
fiscales. En los tribunales que constan de mas
de una sala, son, diversas las de lo civil y las
de l.o criminal.
Los tribunales de primera instancia cono-
cen de las apelaciones de los juzgados de paz;
de toda cuestión por obligación personal 'ó so-
bre cosas muebles, en que el valor litigado no
esceda de 1,000 francos sin apelación, y coa
apelación para ante la cour roijal, equivalente
á nueslra audiencia, en todos los demás asun-
tos civiles.
Donde no bay tribunal de comercio cono-
cen de estos asuntos en primera instancia los
(le que vamos hablando, escepto en los casos
de la acción prosocio.
Las eours royales son también colegiados,
como nuestras audiencias. Se componen de dos
salas por lo menos y las hay de seis, estando
separados en ellas los ramos civil y criminal.
Su fallo causa ejecutoria no babiendo nulidad,
en cuyo caso bay el recurso al tribunal de ca-
sación. El ministerio fiscal se ejerce en estos
tribunales por el procurador del rey y por los
abogados del rey.
El tribunal de casación es s?Í supremo. Se
compone de dos salas; una para lo civil y olra
para lo criminal. Asegura y uniforma la admi-
nistración de justicia en todo el pais, sin deci-
dir nunca Sobre el fondo. Sus atribuciones en
lo civil son anular los fallos dados en última
instancia por los demás tribunales, cuando ba
habido incompetencia, infracción de ley clara
y terminante, 6 falla de las formas del procedi-
miento, devolviendo el conocimiento sobre lo
principal al tribunal á quo. Este supremo tribu-
nal es presidido algunas veces por el gran can-
ciller ó guardasellos del rey, que es el minis-
tro de la justicia. Desempeña en é! el ministe-
rio fiscal el procurador general, cuyos sustitutos
se llaman abogados generales.
En el urden penal son mas nolables las di-
ferencias entre Francia y. España, porque alli se
sigue el sistema con que el código penal cla-
sifícalas infracciones de la ley, las cuales se
dividen en contravenciones, delitos y eríníe-
nes. Ademas, en Francia Ja administración de
justicia en lo criminal, se desempeña y comple-
ta por los tribunales de policía, por los correc-
cionales de primera instancia y de apelación,
por el jurado y cours d' assises y, como regu-
lador, por el tribunal de casación.
El código penal francés consagra todo el li-
bro.primero á la policia judicial. La ejercen,
bajo la autoridad é inspección de las cours ro~
yaks, los gnardas de campiñas y montes, los
comisarios generales y particulares de policía,
los maires y sus adjuntos, los procuradores
del rey y sus lenientcs ó abogados del rey, los
jueces de paz, los oficiales de gendarmería y
los jueces de instrucción. En España tenemos
idénticos y no inferiores elementos, pero sin
organización, río está determinado el deber de
475
TRIBUNAL
i7S
cada uno, la regularidad de su ejercicio, ni su
sujeción á la autoridad jurisdiccional superior
por una ley.
La policía judicial tiene en Francia una or-
ganización conocida. El tribunal del ramo juz-
ga las faltas leves que no tienen señalada por la
ley mayor pena que la de 15 francos de mul-
ta ó cinco días de prisión. Son jueces de poli-
cía, el de paz en lodo el cantón, y el maire en
su común, ejerciendo al ministerio fiscal ante
el primero el comisionado de policía, el maire
ó su teniente: ante el segundo un adjunto del
maire ó un individuo municipal.
No está menos organizada la jurisdicción
correccional. Son tribunales de corrección los
mismos de primera instancia, que conocen en
sala de tres de la apelaciones de los jueces de
paz en materia de policía; y en primera, con
apelación , de todas aquellas violaciones de
ley mayores que una simple contravención y
menores que un crimen. Los tribunales dc'pri-
mera instancia, eu, sala de consejo, envista
de las diligencias practicados por el' juez de
instrucción, declaran haber lugar i instruc-
ción de procedimiento por crimen, remitién-
dole en su consecuencia con lo actuado á ¡a
cour royal; ó bien declaran no liaber lugar á
continuar , y sentencian según sus atribu-
ciones.
La jurisdicción criminal , en fin, propia-
mente dicha, la ejercen las cours'royales con
el jurado, en esta forma: el procedimiento cri-
minal tiene tres estados: el de prevención, el
de acusación y el de juicio. El primero en los
tribunales de primera instancia, por lo que so
llama mise en prevention i¡ haber lugar á
abrirse juicio criminal. La mise en acusalion,
esío es, de haber lugar á la acusación, se -ve-
rifica en los cours royales, en una sala espe-
cial. Si esta llega á deerelar , se entra ya en
el juicio, que verifica en la cuestión de liecho
el jurado; y en la de derecho una sala de la
misma cour royal- que se llama cour d' assi
ses, como si dijéramos sala ó tribunal de se-
siones, porque no son continuadas ni perió-
dicas las que celebra, sino interrumpías.
Forman la cour d- assises tres magistrados
de -la cour royale, uno de los cuales hace de
.presidente; y fuera de ella se compone de un
magistrado, que.se traslada al efecto y preside,
y dos de los presidentes ó magistrados mas
antiguos del tribunal de primera instancia de
aquel distrito. Esto supuesto, la cowr d' asis-
ses con el jurado forman el tribunal. En loa-
dos ellos hay, para instruir el proceso, un juez
que se llama de instrucción, y lo .es uno de
los magistrados de¡ tribunal. En estos juicios
ejercen también el ministerio fiscal, el procu-
rador del rey ó sus tenientes. Las atribucio-
nes de la cour de cassalion son en lo crimi-
nal lo mismo que en lo civil.
Inglaterra. En esle país la administración
de justicia suele ser tan admirable en sus re-
sultados generales, como es complicada y hasta
monstruosa en su organización, pues sus ins-
lüuciones judiciales bajo muchos puntos de
vista, son aun lo que eran tas de toda Mmta
hace seis ó mas siglos, y !o que eran laide
España, hace cuarenta años. En Inglaterra ú
mayor parto de los tribunales tienen alriljn-
ciones administrativas: está autorizada en tns
de orden superior la avocación de autos tajo
la fórmula, entre nosotros abolida, de ad c/yéc-
tum videndi: lo está la retención de ellos y
su conocimiento en el mismo tribunal que los
avoca: y lo que eí mas asombroso , por un
estatuto todavía de 1833, se determina que el
rey pueda cometer á la sala de justicia de su
consejo privado cualquier negocio que tenga
por conveniente.
Los tribunales de derecho son colegiados,
y sin embargo, el fallo viene á darse muchas
veces por uno solo. El primer tribunal de ape-
lación del reino es la cámara de los ¡ores; v
á pesar de ello, el juicio se ha dado alguna
vez por solos tres individuos, y mas bien por
uno, el único letrado entre los tres.
Losjueccs inferiores de derecho no licncii
jurisdicción propia, sino que la reciben de los
tribunales superiores, resultando de aquí que
los tribunales mas elevados del fuero común
lo son al propio tiempo de primera instancia
en la generalidad de los casos, y que los tribu-
nales inferiores lo son en comisión ó comu de-
legados, pues que el juicio- no se radica eu
ellos , ni pueden obligar á comparecer al de-
mandado sino en virtud de provisión ad lioc
[original viril) , dada por los tribunales i
nombre del rey.
Eu Inglaterra subsisten en cierto modi>1o:
davia tas justicias ambulantes. Otros niuclins
tribunales no son permanentes sino que ad-
ministran justicia por épocas. Las petty-ía-
sions, por ejemplo, se reúnen alguna vez por
semana: las quater session cuatro veces ¡il
año: las cours d' assises dos veces, y respec-
to de algunas ciudades una sola: otros soloru
el verano, llamado por eso piepowder murl
(tribunal de los pies empolvados).
En Inglaterra se .halla establecido el jan-
do para todas las cuestiones de hecho civiles
y criminales, y solo hay algunos tribunales
que fallan el hecho y el derecho sin el jurado,
como las peííy sessims y la cámara de los lo-
res en ciertos casos lleaqui la división gene-
ral de los tribunales de Inglaterra en tfiW¡>«-
les de solo hecho, de solo derecho y de hecho
y de derecho.
El centro de la jurisdicción general sobre
el derecho puede considerarse en los tres su-
periores tribunales de. plasid- comunes, dfl
banco -del rey y del echiquier (de haciMilai
csislcntes en Wesminster, compuesto cada uno
de tres vocales y un presidente. Ellos cono-
cen eu apelación, y realmente también en pri-
mera instancia; ya porque en la mayoría de
los casos en lo civil se acude á ellos con Ja
demanda, cuyo conocimiento cometen á leu
477
TRIBUNAL
478
tribunales inferiores por medio del original
lon'íi ya pon|ue en cosos dudosos dichos tri-
bunales interiores consultan, suspendiendo el
procedimiento hasta la resolución qnese adop-
te por los tres reunidos, formando lo "que se
llama sala (chambre) del ecuiquier; ya porque
las cdiirs de assises, presididas precisamente
por jueces de dichos altos tribunales, deciden
en lo civil de los pleitos preparados por los
inferiores en virtud del original writv
También ' reside en Vesrninsler el centro-
de las jurisdicciones llamadas de equidady de
conciencia, cu el tribunal superior de la can-
cillería.
He aqui ahora la inmensa escala judicial
¡ngto-en bosquejo.
Los beadles ó celadores de policía de par-
roquia, los constables, los oficiales de losjue-
[!.? de paz y de los cheritTs, los guardas de
día y los de noche, forman la policía judi-
cial;
En rada condado hay un cheriff, como si
dijéramos n'ti prefecto, que en lo criminal co^-
noce principalmente del delito de felonía: y
dos ó cuatro coroner, que conocen con jura-
do de los casos de muerte: y hay la cour del
condado, compuesta de sinlors 6 jurados, pre-
sididos por el cheriff.
En cada condado hay, por último, un cuer-
po numeroso de jueces de paz, llamado bench,
presidido por el cheriff. Sus individuos se
llaman mas comunmente magistrados. Aunque
su institución es de paz, no concillan á las
parles, sino que juzgan en lo civil y criminal
los casos no muy graves, en lo que se llama
pellysemmis, compuestas por lo menos dé
(¡os magistrados ó jueces de. paz.
De sus fallos se apela para la quarter ses-
éms, compuestas de individuos del mismo
lii'iich o cuerpo de jueces de paz, el cual co-
noce también en primera instancia de los
delitos reservados por las petly sessions.
la cour d'asises, como los demás tribu-
nales inferiores, está aun subordinada á los tres
altos tribunales de Wesminsler. En cuanto a
estos, hay casos en que del fallo del uno se
apela para ante el otro: otros para ante la. sa-
la del echiqüicr, compuesta de los otros dos
Iribanales (distinta, por lo tanto, del tribunal
del cnUiqnier); otros directamente á la cámara
de los lores; y siempre se apela á esta del fa-
Jlo de la sala del echiqüicr. A la cámara de
los lores, en fin, se apela de lodos los tribu-
nales superiores del reino, yes ademas tribu-
nal criminal respecto de sus individuos, y
también de los que no lo son en ciertos deli-
tos políticos de alta gravedad.
Hay infinitos tribunales particulares y fue-
ras especiales, y se conserva hasta- el fuero
académico.
los tribunales de conciencia son distintos
de los do paz: son arbilradores elegidos por
las parles. - ' *
I«v jurisdicción de equidad tiene su centro
¡ en el alto tribunal de la cancillería, y á él se
■ recurre siempre quería oscuridad de la ley
¡ embaraza 6 detiene la acción de los tribuna-
les de derecho, con suspensión del procedi-
miento en lo principal basta que el tribunal
resuelve. Este tribunal, corno se ve, tiene
por ley la equidad ó el arbitrio, y mas que ad-
ministrar justicia, legisla. En el d'ia ejerce ade-
' mas jurisdicción estricta en varios casos, y ha
| perdido tanto de sus atribuciones de equidad
: cuanto los demás tribunales participan ya tam-
bién del arbitrio prudencial.
Por último, en Inglaterra el procedimiento
j se divide en técnico y natural. El primero se
i observa en los tribunales de derecho: el segun-
j'do en los de conciencia, aquivalente al que
se llama entre nosotros de arbilradores, ver-
val y de plano.
Alemania. En este país, por lo general,
la jurisdicciou.de primera instancia es delegada
y consultiva, como lo fué en cierto modo en-
tre nosotros la/ criminal en la época de las
cnancillerías: y aun hoy vemos que, apelen ó
no las partes, el inferior ha de remitir su fallo
en consulta ó revisión á la audiencia.
Pero en Alemania lo consultivo lo es en
el rigor de la palabra, pues muchas veces,
con suspensión del procedimiento, se consul-
ta al superior inmediato sobre casos difíciles;
por esle al que es superior suyo, y á veces ú
la facultad de derecho de las universidades,
que por esie medio tan singular vienen á te-
ner parteen la administración de justicia.
"Después de esto, dice la Enciclopedia de
donde tomamos estos datos, ya puede juz-
garse completamente á priori y por compara-
cien de nuestra administración dé justicia y
el juicio no 'había de ser tan desventajoso: al-
go mas habrá de concedérsenos por la opinión
esirangera y por la crítica, que lo que de or-
dinario, menguando nuestra justicia, se nos
concede.»
2. '' De la administración de justicia en
España. lie aqui un punto sobré el cual no
podemos detenernos en el presente artículo,
porque lo liemos desenvuelto estensamente en
el de AbmNKTBACiON de justicia , á donde
remitimos á nuestros lectores. Alli espusimos
la historia de esta institución en España y la
gerarqnia judicial, manifestando el Orden que
cada uno de nuestros tribunales ocupa en
la escala de ellos, y su carácter particular,
añadiendo todavía en los artículos juicio, ju-
niSDieoioN, pouuiies públicos (donde se trata
del judicial), y oiiden judicial, algunas otras
consideraciones y noticias sobre el mismo
asunto, que si no bastan á. formar un tratado
detan importante materia, satisfacen por lo
menos cumplidamente al objeto que en la pre-
sente obra nos hemos propuesto.
3. ° De cada uno de nuestros tribunales en
particular. Este es otro punto que tampoco
podemos locar aqui con detenimiento, porque
existen en la presente obra tantos artículos es-
479
TRIBUNAL
4«0
pedales como tribunales se conocen; y esta-
blecida ya la relación y dependencia que tie-
nen eolre si por lo dicho eti los artículos AD-
MINISTRACION DE JUSTICIA, JUEZ, JUICIO, JURIS-
DICCION, MAGISTRADO y MINISTERIO FISCAL, nOS
bastará hacer, las oportunas referencias á los
lugares de esta obra, donde pueden consultar-
se los detalles que' puedan interesar al lector.
En primer lugar, para conocer las difercn-
. tes clases de jurisdicciones que entre nosotros
hay establecidas, cada una de las cuales supo-
ne un orden especial de tribunales, pueden
verse los artículos fuero, juez y jurisdicción.
Para conocer aliora los diferentes tribuna-
*\es del fuero ó de la jurisdicción común, léan-
selos artículos alcalde, Arbitros, audiencia,
JUEZ, TRIBUNAL SUUREMO DE JUSTICIA y TfllUUV
NAL, CORRECCIONAL.
Para los tribunales del orden administrati-
vo, véanse los de consejo provincial, conse-
jo real y jurisdicción administrativa; aun-
que debemos advertir que cuando escribimos
este articulo (mayo de 1855) están suprimidas
ambas instituciones , y reemplazada laúliima
P0r el TRIBUNAL CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO-
(véase este articulo).
Para los tribunales del fuero militar. Véan-
se los- artículos auditor y tribunal supremo
DE GUERRA Y MARINA.
Para los de! fuero eclesiástico, véanse los
de nunciatura , rota, vicaria y otros, ade-
mas de lo dicho en la palabra jurisdicción', al
tratar de la de este ramo.
Para los del fuero mercantil, véase tribu-
nal de comercio. '
Véanse ademas el de tribunal de cuentas
y el de tribunal de aguas de Valencia, cuyo
■ último articulo hemos creído deber añadir para
completar este cuadro, por ser una institución
curiosa y que merece ser conocida.
Por último, para conocer la historia de al-
gunos de nuestros antiguos tribunales, adornas
de lo dicho en el artículo administración de
justicia, puede verse la palabra consejo.
A todos los citados puede añadir el lector
algunos que lo están en otra parte y otros que
.nuestra memoria no recuerda.
Espuestas ya' las principales ideas que' de-
ben ser objeto de este artículo, réstanos , por
conclusión del mismo, esponer algunas con-
sideraciones sobre la importancia de los tribu-
nales y las bases en que descansa su constitu-
ción; punios que examinaremos muy breve-
mente, porque délo contrario, se alargaría de-
masiado el presente trabajo.
Lbs tribunales son el instrumento de la ad-
administracion de justicia que por medio de
los juicios aplica los preceptos de la ley á los
casos que ocurren, asi en las cuestiones civi-
les como en las criminales, ora declarando ios
derechos de los ciudadanos, ora imponiendo
penas á los transgresores de sus. mandatos.
Asi , pues, para que la sociedad pueda asegu-
rarse de que la justicia se ha de distribuir
convenientemente, deben organizarse los tr¡.
| bunales de un modo conforme con las necesi-
dades de los pueblos y de acuerdo ademas con
los /buenos principios de fa ciencia del dere-
cho. Lo primero dependo de una división ler-
! ritorial en que se consulten debidamente por
1 la administración los intereses de las respes-
Uvas localidades , habida consideración á si¡
vecindario, riqueza , posición topográfica y
otras circunstancias: lo segundo consiste cu
la manera como debe estar formado el perso-
nal de los tribunales.
Aqui llegamos á la cuestión de los tribu-
nales unipersonales y colegiados, que tanta
materia suministra hoy ¿da discusión. Véase
como se espresa sobre éste punto nú escritor
contemporáneo, el señor Pareja de Marean eu
su Revista jurídica El Faro nacional, en una
serie de artículos que al comenzar ú piiblíctir-
la escribió sobre la administración de justicia
en general. . ;.
«Sobre este punto, dice hablando del que
nos ocupa, hace muchos años que se debate
cutre los hombros de la ciencia la cuestión de
los tribunales unipersonales ó colegiados. Es
indudable que considerada esta cuestión tojo
el aspecto de los principios y de la ülosofiMel
derecho , los tribunales-compiiestos de tres ó
de mas ministros, son preferibles á los de uno
■ solo. La razón menos ilustrada de uu juez re-
¡ cibe el auxilio que le proporcionan las mayo-
res luces dé su compañero, y en la discusión
que produce el examen de las cuestiones jurí-
dicas en los tribunales colegiados, el error es
mas difícil y la sociedad tiene en sus fallos ia
posible garantía de acierto. Por otra parte, la
corrupción, á que por desgracia se halla alíje-
la la fragilidad humana, es mas difícil entre
muchos que cuando decide un solo individuo,
Y si á esto se añade el mayor prestigio, que
da á los tribunales el número de magistrados
que los componen, habrá de convenirse une
en tesis general sou preferibles los colegiados
á los que se componen de un solo individuo.
Esto, no obstante, conviene que la adminis-
tración, al resolv.er esta cuestión importante,
tenga muy presente los intereses- de 'las loca-
lidades, las lecciones de la esperiencia y has-
ta las costumbres de los pueblos Tal vez un
término' prudente entre ambos principios es el
que debe adoptarse, y en este punió creemos
que nuestra organización judicial ha sido fe-
liz y accYlada. Tribunales unipersonales en
primera instancia, y colegiados eu segunda y
tercera; he aqui combinadas las exigencias
atendibles de la localidad y (le la mayor espe-
dicion en el despacho de los negocios, asi co-
mo de los hábitos y costumbres del país, con
las importantes garantías de la mayor seguri-
dad y acierto en los fallos de la justicia.»
.El mismo escritor espone estas otras con-
sideraciones no menos exactas sobre el orden
de enjuiciamiento con aplicación á los. tribu-
nales!
W .\ñM 1RIBÜNA.L —TRIBUNAL E
m «Siendo los juicios, dice, el medio de ha-
cer efeclivos con el auxilio del débale judicial
los derechos de las partes, interesa en gran
nianera á la administración de justicia el que
aquellos se organicen y regulen bajo las mc-
jofíjs fta,se§ y principios, m el (halen de los
juicios debe observarse una gradación, prn-
denlé pura asegurar en lo posible Injusticia
en los fallos de los Inbunales. El error puede
¡iniciáis veces turbar el espíritu del juca mas
ilustrado y recio, y gs necesario que para cor-
rií.sii'lo existan tribniiales dé alzada con irís-
¡¡¡Mi'íiis sucesivas, que ni sean lanías que dila-
len ¡íitlcbídaiuenle la decisión de los negocios,
ni tan pocas que dillcnllen la discusión- de las
Mustiónos forensos por sulieicnle número de
lr¡j)UR»jes y de jueces. Otra consideración im-
pórtantisirna que debe lomarse en cuenla cu
Ú organización de los tribunales, es la bre-
vedad de los juicios. Este punió es de la ma-
yor gravedad, y conviene que la legislación
¡(i (¡je y deslinde con prudente criterio. El en-
tusiasmo por la brevedad es peligroso, porque
suele precipitar los juicios, atrepellar las de-
fensas y sacrilicar la justicias, y con ella los
derechos y la inocencia de los interesados:
mas por Otra parte, también es funesto para
aquella el exagerado celo por la discusión y la
observancia nimia de fórmulas inútiles, que
entorpecen el curso de las cuestiones judicia-
les, y consumen la fortuna de las partes, ha-
ciéndeles estéril hasta la misma victoria. La
administración en rsla parle debe ser breve
sin dejar de ser justa, y justa sin ser dilato-
ria.»
Estas sensatas y juiciosas consideraciones
pudieran estenderse hasta lo infinito; y en
verdad que nuuea seria demasiado el tiempo
y el espacio que consagrásemos ú la dilucida-
ción de tan interesante asunto. Pero no es unes-
Ira Enciclopedia una pbra'de polémica, sino
mi repertorio de los mas útiles é indispensa-
bles conocimientos.
l'or osla razón nos abstenemos de tocar
cueste articulo el punto relativo a las cuali-
dades que deben adornar á los jueces y magis-
trados, y de los requisitos inórales que la ley
debe exigirles.
l'or eso también nos abstenemos de entrar
an,ni en discusión sobre el arreglo de nuestros
tribunales, aun cuando esta cuestión se halla
ahora á la úrden del dia. Solo diremos que se
lisa presentado en estos últimos anos tres pro-
yectos, ninguno de los cuales ha sido aproba-
do hasta ahora. Esto mismo justifica el que no
loquemos el punió cu cucslion en el presente
avilado. Si antes de ierminarse esta obra se
hubiese llevado á cabo el proyectado arreglo,
lo indicaremos en el suplemento, en la pala-
bra TMBIWAL.
TltlEUSAE SUPREMO DE JUSTICIA. Asi se
denomina al mas alto tribunal del Estado en
el úrden gerárquieo de la administración de
Justicia, á la cabeza del poder judicial, cuya
'^00 UilJLlOTríeA POPULAN.
SUPREMO DE JUSTICIA, ijat/iT g#
organización y funciones describiremos bre-
vemente.
Aníes de hacerlo diremos qne el origen
del Tribunal supremo de Justicia, de esta ins-
titución respetabilísima y que tan grandes
servicios prcsla á la causa pública y al' interés
de los particulares, se encuentra en el km cé-
lebre Consejo de Castilla, cuya historia he-
mos trazado brevemente en el articulo con-
sejo «bal, porqno aquella institución es tam-
bién el origen de este cuerpo, püdiendo decir-
se que el establecimiento del Tribunal supremo
da Justicia y del Consejo Iínal (hoy reempla-
zado por el Tribunal contencioso administra-
tivo) no fué mas que la división en dos dife-
rentes secciones de las facultades judiciales
y administrativas que antes se hallaban reu-
nidas en una sola mano.
L'oiiiu la esposiciun histórica hecha en el
articulo consejo ueal nos escusa de referir
aqui cuanto concierne á lus orígenes y vicisi-
tudes del Tribunal supremo de Justicia, pasa-
remos á ocuparnos desde luego de su orga-
nización y atribuciones.
Principiaremos diciendo que osle supremo
tribunal tiene la misma jurisdicción y atribu-
ciones gubernativo-judiciales que competen a
las aüdiexci.vs ¡Tóase este articulo) en escaía
mas elevada y sin limitación ele territorio si-
no ostensivamente ó todos los dominios es-
pañoles. Siéudoje ademas peculiar por su alto
carácter; I ." el oir las dudas de los domas del
reino sobre la inteligencia de alguna ley y
consultar sobre ellas á S. M.: 2." hacer que se
le presenten lasbulas, breves y rescriptos apos-
tólicos para examinarlos ó retenerlos con ar-
reglo á las leyes: 3.° examinar también y dar ó
negar el pase á las preces que se dirijan á lio-
rna en los casos en que deben.
Esto en cuanto á sus atribuciones guber-
nativo-judiciales. Como tribunal de justicia son
de su esclusivo conocimiento, ya en el orden
civil, ya cu el criminal, todos ios asuntos que
vamos á enumerar.
En el orden civil. 1." Dirimir las compe-
tencias que susciten las audiencias entre si
en todo el reino; y también las que cu la pe-
nínsula ó islas adyacentes se promuevan en-
tre audiencias y jueces ordinarios ó entre unas
ú otros con tribunales o juzgados especiales
que no sean de los del inoro militar de guer-
ra ó de marina ó de. alguno de los ramos de
que conoce en apelación la Real y. suprema
junta patrimonial. 2." Decidir los recursos de
nulidad con arreglo al real decreto de i de
noviembre de: 1 838. 3." Conocer de lodos los
asuntos contenciosos pertenecientes al real
patronato asi de España como de Indias, i."
Conocer asimismo de los juicios de espedios
de los prelados eclesiásticos de Ultramar. 5."
Conocer de las demandas sobre bulas, breves
y rescriptos aposlólicos, ó de gracias concedi-
das á consulla de las suprimidas cámaras y
sección de gracia y justicia del Consejo Real:
T KKXllí, 31
483 TRIBUNAL SÜP. DE JÜST.-TRIB. SOI». DE GÍ1ER. Y MARI. ifi,{
6." Entender en los negocios judiciales deque
antes conocía la cámara de Castilla como tri-
bunal especial. 7." Decidir los recursos de
fuerza que se interpongan de la nunciatura del
tribunal especial de Ordenes y de todos los
demás tribunales eclesiásticos superiores de
la corte, 8." Conocer, de las apelaciones, com-
petencias, segunda suplicación, injusticia no-
torta y demás recursos judiciales que. antes
correspondían -al suprimido Consejo de In-
dias.
En el órden criminal. t.° Separar y sus-
pender audiencias. 2." Conocer de las cansas
que se formen por culpas ó delitos cometidos
en el ejercicio del respectivo cargo público,
contra ministros del estinguido Consejo Real
de España, subsecretarios de Estado y del des-
pacho, magistrados del tribunal especial de
Ordenes, funcionarios superiores de la corte
que dependen inmediatamente del gobierno y
que no correspondan como tales á jurisdicción
especial, ministros de las audiencias del reino,
intendentes y gefes políticos. 3." Conocer de
las causas criminales que por delitos comu-
nes ocurrieren contra vocales del suprimido
Consejo de gobierno, secretarios y subsecre-
tarios del Despacho, consejeros de Estado, mi-
nistros del estinguido Consejo Real y magis-
trados del Tribunal supremo del especial de
Ordenes y~de las audiencias. 4." Conocer de
la residencia de los vireyes, capitanes gene-
rales y gobernadores de ultramar, y de todo
empleado público qoe esté sujeto á la misma
investigación judicial por disposición de las
leyes, a." Conocer asimismo de las causas que
por delitos comunes sea preciso formar con-
tra algún arzobispo, obispo ó eclesiástico de
los que en la córte ejercen autoridad ó digni-
dad de dicha clase suprema ó superior cuan-
do el caso deba ser juagado por la jurisdicción
real; y asimismo de las que se prevengan con-
tra dichos prelados ó autoridades por los deli-
tos oficiales cuyo conocimiento corresponde
á la misma jurisdicción común y contra los
arzobispos y obispos por delitos contrarios á
la Constitución.
Tales son los límites hasta donde se es-
tiende la potestad del primer tribunal de la
monarquía. Comola ejerce, lo dicen por nos-
otros sus mismos hechos, en los cuales nos
ofrece á toda hora grandes muestras de alta
justificación, otorgando á veces merecidas re-
paraciones á los que por largo tiempo venían
siendo victimas del error ó de la injusticia de
los tribunales de un órden inferior.
. TRIBUNAL SUPREMO DE GUERRA Y MARI-
NA. Este tribunal, que ha sucedido al antiguo
Consejo supremo de Guerra, es el superior de
la jurisdicción militar y como tal conoce en
grado de apelación ó revisión los procesos
militares y los asuntos contenciosos de los
fueros de guerra, marina y estrangeriá. Tam-
bién liene el carácter de cuerpo consultivo y
gubernativo y en su consecuencia evacúa con-
sultas graves en negocios de guerra. La ¡m.
portancia de este tribunal, nos mueve á rese-
ñar muy brevemente su historia desde sos
principios hasta la época presente.
Algunos escritores hacen subir sus oiigp.
nes hasta los tiempos de don Pelayo. Asi lo di-
ce Alonso Nuñez de Castro en su libro históri-
co político titulado: «Solo Madrid es corle,»
Pero según cronistas particulares y otras
autores parece que los consejos de Estado y
Guerra traen su origen de aquel único y pri-
mitivo consejo que hubo en lo antiguo y que
entendía en tantos y tan diversos negocios
como lo prueban los varios nombres que so lo
daba á saber consejo del Rey, consejo de e$.
tado, consejo Supremo, consejo de España,
consejo Real, consejo de la Cámara, consejo
de Castilla, consejo Secreto, consejo de S. í|.
De todos modos el Consejo de Guerra ha teni-
do en su constitución y formas lai siguientes
variaciones.
Por real cédula de 21 .de mayo de 159)
mandó el señor don Felipe II que todos lo;
negocios civiles y criminales así de oficio co-
mo á pedimento de partes que se trataban Dn
el Consejo de Guerra se sustanciasen y fallasen
sin consultarlas con este tribunal por los al-
caldes de casa y córte. Y por la real cedulade
1 1 de diciembre de 1 598 el señor don Feli-
pe III revocó la antecedente , mandando nnu
el Consejo volviese á conocer de estos nega-
dos y que solo interviniese en ellos una per-
sona de -letras para que los sustanciase y se
viesen luego en él con asistencia y voto ils
este letrado. En este año de 1598 fué la pri-
mera vez que el rey nombró dos asesores pa-
ra el Consejo, uno propietario y otro interino.
En 17 de diciembre de 1G47 se redujo a
cuatro 'el número de los consejeros mandando
que solo lo fuesen los cuatro mas antígliós;
que á falla ó ausencia de ellos, fueran entran-
do los demás que entonces había según su an-
tigüedad, y que los consejeros de Estado pu-
dieren asistir al de Guerra siempre qu'eá íl
concurriesen.
En 23 de abril de 1714 el señor don Feli-
pe Y dió nueva planta al Consejo como n los
de Castilla, Indias, Ordenes y Hacienda y man-
dó que se compusiera de diez y seis ministra;;
seis militares, de los cuales el mas antiguo ha-
bía de ser siempre cabo y decano del Conse-
jo; los otros seis togados, y de estos el uno
decano en ausencia del que nombró el rey puf
cabo y decano del Consejo; un fiscal, dos aba-
gados generales y un secretario en géfé. U
esta real cédula se espresan los asuntos de que
había de conocer el Consejo y las personas
que gozan fuero militar, pues era necesario
poner coto al abuso que se habia introducido
en estaparte.
En 27 de agosto de 1715 se le dió nueva
planta, constando de diez ministros; seis mi-
litares de los cuales cuatro fuesen generales
de tierra y dos de mar; cuatro togados pan
(85
TRIBCNAL SUPREMJ DE (ÍÜERRA Y MARINA
486
las mal crias de justicia; un fiscal y un secre-
tario, derogando ios dos decanos nombrados
en el decreto de 1714 y suprimiendo dos con-
sejeros y el empico de comisario general de
ia infantería y cabullería. A los ministros. -to-
gados se Jes "concedieron honores y antigüe-
dad de consejeros de Castilla, para quitar to-
do motivo de disputa en la concurrencia de
ministros de ambos tribunales. Se conü'rnióla
distinción de no tener el Consejo otro presi-
dente que el rey- y se mandó que los minis-
tros militares ocupasen el banco de la derecha
y los togados el de la izquierda, pretiriendo
siempre los militares, fuesen capitaues ó te-
nientes generales, á los togados, aunque es-
tos fueran mas antiguos en el juramento. Be
declaró igualmente que los ministros de Guer-
ra y de Harina concurriesen al Consejo en vir-
tud de sus empleos en la misma forma que los
consejeros militares- y que se sentasen por la
antigüedad del grado que tuviesen, concedien-
do la misma distinción al empleo de cspitait
general de la artillería siempre que le hubiera.
En 20 de enero de 1717 se alteró su eons-
liluciou separando de su conocimiento lodo lo
pertenocienle á consultas y proposiciones de
empleos militares, levas, recluías, remonta,
cuarteles, alojamientos, -vestuarios, asientos y
provisiones, que debia correr á cargo del mi-
nistro de la Guerra, dejuudo solo reducida su
jurisdicción á lo contencioso y de justicia; y
se compuso entonces del ministro déla Guer-
ra y cuatro consejeros togados con un fiscal,
sin que quedase ningún militar en el Consejo.
Estos ministros habian de conocer de los ne-
gocios civiles y criminales de todos los mili-
lares y demás individuos del fuero de guerra:
se declaró también que el ministro de la Guer-
ra tuviese solo voto en los asuntos gubernati-
vos, pero no en los de justicia no siendo le-
trado. .
A consulta del Consejo de 27 de agosto de
mí publicada en 8 de junio de 44 se resta-
Meció á su planta antigua .el Consejo, sepa-
raudo de él á los ministros togados y dejando
por consejeros lijos á los militares, mandando
que los tres togados que había entonces pasa-
sen al Consejo de Castilla con la antigüedad
que teuian en el de Guerra, y para los asuntos
do justicia que ocurriesen en el Consejo se
nombraron por asesores á tres consejeros de
Castilla con la obligación de que asistiesen
IMS dias á la semana por la tarde con los mi
litares para verlos y fallarlos.
Por otra de 10 de mayo de 1797, que es la
'fijíS, tít, XXII, libro II 'de la Novísima Reco-
pilación se concedió al Consejo de Guerra el
grado de segunda suplicación é injusticia noto
j'ia en los casos en que tenia lugar según las
lBYes y autos acordados.
Subsistió" el Consejo con los ministros del
™ Castilla por asesores, hasta que el señor don
Caclos lii dio á este tribunal una nueva planta
en 4 de noviembre de 1773, creando veinte
consejeros, diez natos y los otros diez de con-
tinua asistencia, dos fiscales, uno militar y otro
togado y un secretario. f,os consejeros natos
habian de ser íos.queiuviesen los empleos de
secretarlo de Estado y del despacho universal
de Guerra, que líabia de ser el decano, el capi-
tán mas antiguo de guardias de Corps. el coro-
nel mas antiguo de los regimientos de Guar-
dias de infantería, los inspectores generales de
infantería, caballería, dragones, marina y mi-
licias, y los comandantes generales de artille-
ría ó ingenieros. Los diez consejeros de conti-
nua asistencia debían ser dos generales d,e
tierra, dos 'de mar, un intendente de ejército y
otro de marina, y los cuatro restantes, minis-
tros togados; en 1783 se aumentó una plaza de
ministro político, y en los de 178o y 1788 se
crearon algunos consejeros de continua asis-
tencia.
Abolido el gobierno representativo con to-
das sus consecuencias, quedó estinguido dicho
tribunal especial y se restableció el Consejo de
Guerra por real decreto de 15 de junio de 1814,
compuesto de diez generales del ejército de
tierra, cuatro de mar, dos intendentes del ejér-
cito y marina, cinco togados, dos fiscales mili-
tares y dos secretarios para los demás ramos.
En 1812, suprimidos por decreto de las cortes
de 17 de abril del misino año, los tribunales
conocidos con el nombre de consejos, se dispu-
so por decreto de 2 de junio la creación de un
tribunal especial de Guerra y Marina, para
conocer de todas las causas y negocios conten-
ciosos del fuero militar de que habia conocido
el consejo de Guerra y Marina, hasta nueva re-
solución.
La nueva planta se espidió en 15 de junio
de 1814, y tuvo efecto la instalación en 18 de
agosto del mismo, en cuyo intermedio se creó,
por real órden de ¡8 de julio, el consejo del
Almirantazgo para conocer en todos los asun-
tos de marina. .
Restablecida la Constitución eu 1820 volvió
á restablecerse el tribunal de 1812. Vuelto nue-
vamente el gobierno absoluto, cedió dicho tri-
banal su lugar al Consejo en virtud de decreto
de la regencia de 31 de agosto de 1823, hasta
que en 24 de marzo de 1834 se volvió á supri-
mir el Consejo, creando en su lugar un tribu-
nal supremo de Guerra y Marina y de es-
trangería, para que conociera en grado de
apelación de todos los procesos militares y de
todos los negocios contenciosos del fuero de
Guerra y Marina y de estrangeria. ' «Dicho
tribunal, decia el decreto citado, se compon-
drá de un presidente y dos salas, una compues-
ta de ocho vocales, cinco generales del ejérci-
cito y tres generales de marina, y dos fiscales
militares, uno del ejército y otro de marina;
otra compuesta de seis ministros togados,
tres por guerra y tres por marina, y dos fisca-
les de la misma clase, uno por guerra y otro
por marina. La sala de los generales conocerá
de la revisión de los procesos militares y de-
487 TR1B. SÜP. DE GÜER. Y M\RINi— TRIGONAL DE CUENTAS 48fj
Asi continuó este tribunal supremo, Lasla
quejurada nuevamente la constitución de 1836
se redujo el Consejó de Guerra á tribunal espe-
cial dé Guerra y Marina, arreglándose en católo
á sus funciones á las que desempeñaba en vir-
tud del decreto de 11 de marzo de 1 820, refe-
rente al de 11» de marzo de 1812, que lo res-
tableció.
Suprimido el Consejo de España é indias
como contrario ála ley: fundamental, los nego-
cios y atribuciones de la sección, de Guerra del
mismo hubieron de recaer en el Tribunal supre-
mo, el cual tuvo que ejercer de hecho una ju-
risdicción facultativa militar á semejanza do la
que ejercia en 1779 y 1SI4, y entender en
!os negocios que por el decreto de 31 de julio
de 1835, se encargaron á ambos cuerpos,
En 1845 se creó el Consejo Ueal, el cual se
dividió en siete secciones páralos asuntos ad-
ministrativos,'y entre ellas se enumera la de
guerra, disponiéndose en el real decrelo de
!S45 qtie las secciones instruyan los espedien-
tes relativos á los negocios de su competencia,
acordando los informes que hubieran de dar al
gobierno acerca de los asuntos sobre que ha-
yan sido consultadas. En su consecuencia, I;
sección de guerra del Consejo Rea! despachó c
informó, hasta su supresión en julio de IS5í,
los negocios y espedientes gubernativos que
se !e remitian por el gobierno; mas no par es-
to ha dejado el Consejo supremo de la Guerra
de despachar y entender de los que por el de-
creto de 31 de julio de 1835 se en cargaban i
la sección de guerra del Consejo de España fl
Indias en la forma indicada.
Tal es ia historia de la Creación y vicisi-
tudes del alto tribunal que nos ocupa. Su cn-
ráetc-ry atribuciones quedan indicados cu ella
lo bastante para que pueda formarse idea ilc
ellas, y aunque pudiéramos añadir aqui algu-
nos dalos sobre su constitución interior, los
requisitos necesarios para ser magistrado del
mismo, y otros análogos, creemos deber omi-
tir estos detalles, - que nuestros lectores pue-
den ver en los autores de derecho.
TRIBUNAL DE. CUENTAS. 11c aqui otro dt
los tribunales supremos de la nación.
liste tribunal, por la alta posición que ocu-
pa en la administración del Estado, por la Ín-
dole y naturaleza de los negocios de que le
incumbe conocer, está colocado en una ale-
goría muy elevada. El tiene la misión de resi-
denciar los actos de todos los funcionarios <[i¡c
intervienen en la recaudación y distribución
de los fondos públicos; y esta indicación bas-
ta para penetrarse de su importancia, y.#ii
persuadirse al propio tiempo de que su acción,
mas ó menos directamente, alcanza á lodos,
desde el funcionario mas elevado hasta el em-
pleado subalterno, que en un pueblo recauda
ó distribuyo fondos del lisiado.
Sus atribuciones están designadas en U
ley de 25 de agosto de 1851 y princi pálmen-
te en los artículos 16 y siguiente de la misma-
cisiones délos consejos de oficiales generales,-'
y asistirá á ella un ministro togado, ajuicio del
presidente, siempre que lo exija la gravedad
del negocio. Este ministro será de guerra ó
marina según la calidad del mismo negocio, y
en cada una de estas clases será siempre el
mas moderno. La sala de.mioistros togados co-
nocerá de los negocios contenciosos del fuero
de guerra, de marina y de' esfrangeria: Estas
salas podrán dividirse en cuatro ó .reunirse' en
pleno, á juicio y disposición de la "superiori-
dad ó del presidente, según el número 'y la In-
dole particular de los negocios.»
En 7 del mismo mes y año se publicó un
decreto de nueva planta, marcando las atribu-
ciones del tribunal, separándose detallada-
mente de las judiciales, las administrativas y de
consulta. Por su articulo ,10 se dispuso que poi-
cada ministerio de los de Guerra y de Marina,
se formase una comisión compuesta de indivi-
duos del Consejo Ueal, del de España é Indias
y del Tribunal supremo, que con arreglo á las
bases que se le comunicasen por S. M., deslin-
dara y fijara Jos negocios qne debían asignarse
ú cada uno de estos dos cuerpos, según las
atribuciones de su ministerio. El 19 del mismo
mes se nombró ta comisión por los señores
presidente y decano de dieho Consejo, y ha-
biendo presentado después al gobierno la es-
presada comisión los trabajos que le estaban
encargados, se espidió el real decreto de 31
de julio de 1835, por el cual se marcaron las
atribuciones que competían á la sección de
Guerra del Consejo de España é Indias, y al tri-
bunal supremo de Guerra y Marina.
A la sección se le confiaron por los artícu-
los í|° a! 5.°, y por él 10 de dicho real decre-
to las consultas sobre inteligencia délas orde-
nanzas, leyes, reglamentos ó reales órdenes
vigentes acerca de cualquiera de los ramos del
servicio de guerra, incluso el de haciendamili-
tar; todos los negocios de cuya decisión debiese
resultar alguna regla general, y aquellos de que
pudiese resultar variación en la jurisdicción que
ejercen los gefes militares en la disciplina de
la tropa y acerca de cualquier ' establecimiento
militar.. Al Tribunal supremo se le confirió la
atribución de conocer de las sumarias y proce-
sos mililares sobre hechos sujetos á los con-
sejos de guerra de oficiales generales, asi del
ejército como de la armada,- y á los ordinarios
y cslraordinarid de cualquier clase que fuesen.
Sin entrar en el detalle de estas disposiciones,
diremos que por ellas se separaron las funcio-
nes jndiciales de las administrativas y de con-
sulta, atribuyéndose al Tribunal supremo las
primeras y á "la sección de guerra del Consejo
de España é Indias las segundas. Sin embargo,
-consideróse al Tribunal supremo como útil ba-
jo el carácter consultivo, autorizándole para
instruir é informar-mejoras de retiró, solicitu-
des sobro empleos y honores, y abonos de
tiempo doble de América por otras disposicio-
nes pósteriores.
489
TRIBUNAL DE CUENTAS
490
Mli se establece que es de su incumbencia:
l.f> requerir la presentación áe todas las cuen-
tas que deben sometérsele, compeliendo al
efecto á los morosos: 2." examinarlas, poner-
las reparos y Tallarlas: hacer efectivos por
Spfflíó fCts alcances tpie resulten: 4," vigilar
á los gefe3 encargados do la colirauaa de al-
cances descubiertos antes de la presentación
de tas cuentas: 5." declarar la cancelación de
[tanzas respecto á los (pie las hayan prestado:
e," conocer de los recursos que interpusiesen
los depositarios de fondos del común y de be-
neficencia contra los fallos de los consejos
provinciales: 7." examinar las cuentas do lo-
dos los ministerios: 8." hacer observaciones
nafa mejorar la recaudación de los fondos pú-
blicos: y 9." hacer propuestas para la provi-
sión de' algunas vacantes. El tribunal puede
ademas requerir á las oüeinas para la presen-
tiototi de las cuentas y tiene varios medios de
apremio para verificarlo, que son: el requeri-
miento, la multa, la suspensión de empleo, la
fiinnainou de oficio de !a cuenla, y la pro-
puesta al gobierno para la destitución del em-
picado moroso, alcanzando Su jurisdicción á
nianlus sean responsables en lodos conceptos;
aunque debiendo conocer de los delitos de fal-
sitiaicion ó malversación los tribunales compe-
tentes, y lo mismo las tercerías de dominio en
espedientes de cobranza de alcances, que son
de la competencia del Tribunal de cuentas. Es-
ta es en brevísimo resumen, la materia del ti-
tulo segundo de la ley antes citada, cu el cual
se trata de -las atribuciones del tribunal, asi
como el primero se ocupa de su carácter y or
gélflifecíra y el tercero y siguientes de lasalri
bueiones- de los funcionarios que lo compo
nen, examen y juicio de las cuentas y ¡un
(lo de proceder sobre alcances y desfalcos.
Como la institución de que nos ocupamos
os de lanía importancia en el orden admiüis
(cativo y económico, creemos conveniente de-
jar aquí consignadas algunas observaciones y
aclaraciones sobre los puntos que comprende
la lev orgánica de que acabamos de hablar, es-
pecialmente sobre los que necesitan mas que
otros estás esplicaciones, y sin que estas tengan
ni puedan tener aqui el carácter ele un comen-
. tacio de dicha ley, pues no las consideramos
como un cuerpo de doctrina, sitio como rellcxio-
nes aisladas que pueden ser de alguna utilidad.
Empozaremos observando que la ley en
cuestión ha dado nías importancia al tribunal
do la que antes de ella tenia, y lia rodeado de
algunas garantías á los ministros que le com-
ponen. Es verdad qne no se ha establecido la
hmmovilidad; pero el art. 7.° sienta el princi-
pio de que la suspensión ha de acordarse en
consejo de ministros, lo cual conduce á^que
sea ilisculida y meditada y nacida do una can-
sa grave, yes esto lanío mas probable, cnanto
que, si no se instruye el espediente- de sepa-
ración en eL término de un mes, la suspensión
se entiende aliada por esta sola omisión. Si
el espediente se Instruye, es indispensable
que antes de acordar la separación sean oidos
el interesado, el presidente del tribunal y el
Consejo Real, asistiendo únicamente los con-
sejeros ordinarios. No parece por tanto presu-
mible, qne después de emitir su parecer fun-
cionarios tan autorizados, se prescinda de su
dictámen, ni que la separación se acuerde por
motivos ligeros y despreciables.'
Al mejorar la ley en esjp parle la con-
dición del tribunal, ha introducido también
otra reforma importante en el 'mismo. Antes
de ella era indudable que el tribunal de Cuen-
tas, a mas de ser una autoridad gubernativa,
tenía el conceplo de autoridad judicial. Basta
para convencerse de esta verdad pasar la vista
por la real cédula de 1.° de noviembre de 18'ÍSi
cu ella a! propio tiempo que se le encomen-
daba exigir, examinar y fenecer las cuentas
do las corporaciones ó particulares, se le da-
ba también facultad para conocer de los deli-
tos de falsificación, infidencia o malversación
que de las mismas resultasen. Hoy se le ha
reservado únicamente la acción administrati-
va. Sin salir de los límiiesen que esta puede
ejercerse, exige, como antes, !a presentación
de las cuentas, las examina y aprueba, y pro-
cede contra los que resulten deudores, hasta
conseguir que el Estado sea completamente
reintegrado. Pero el conocimiento y castigo
de los delitos de falsificación ó malversación
y demás que puedan cometer los empleados
que manejan fondos públicos, asi como las ter-
cerías de dominio y preferencia, y los inci-
dentes sobro legitimidad de las lianzas y cua-
lesquiera otras cuestiones que puedan susci-
tarse en los espedientes de alcances, si tienen
por objeto declarar un derecho civil, soncom-
pletamente ágenos al tribunal de Cuentas y
debe reservarse su conocimiento á los de jus-
ticia.-En la ley de 25 de agosto de 1851 está
asi espresaraenle declarado.
¿Ha sido esta alteración útil? ¿Está de acuer-
do con lo que nos enseña la ciencia? Nosotros
creemos que lo está en efecto, y el gobierno
al consignarlo asi, ha pagado un tributo á la
justicia. Era, en nuestra opinión, altamente
improcedente, que de tales cuestiones cono-
ciera el tribunal de Cuentas, porque ni su or-
ganización anterior, ni la que ahora tiene, es
la que los principios legales recomiendan co-
mo conveniente para los que han de conocer
y decidir cuestiones puramente civiles. Enco-
mendar la declaración de tales derechos á un
tribunal, en que la mayoría de los, ministros,
ni oran, ni son letrados: disponer que el que
tiene á sil cargo en la esfera administrativa
activar la recaudación de los alcances y proce-
der contra los deudores, según las cuentas, sea
al propio liempo el que decida una cuestión
previa, como la de si la lianza prestada es ó no
legítima, y resulta ó no válidamente otorgada;
era, á nuestro juicio, hacer actor y juez á la
misma persona.
491
TRIBUNAL DE CUENTAS
49a
la cuestión a que puede dar lugar este pre-
cepto estará casi siempre reducida á quien es
realmente el juez que debe conocer del delito
descubierto. No es fácil, por cierto, decidirla
con una proposición general, porque la com-
petencia no puede fijarse bien sino conocien-
do el heclio, et punto en que se cometió el
delito y la persona responsable. Delitos de es-
'• ta especie hemos visto perseguir por la juris-
dicción ordinaria, mientras que de otros han
conocido losjuzgados de las suprimidas sub-
delegaciones de hacienda. Hoy han reempla-
zado á estos tribunales los juzgados de prime-
ra instancia de las capitales de provincia, en
los términos que dispone el real decreto de 20
de junio de 1852. Para dejar, pues, sentado si
á los jueces de la capital, ó á ios del domici-
lio, corresponde y toca conocer de los delitos
insinuados, seria preciso entrar á. examinar y
esplicar el citado decreto. Solo diremos que
en caso de duda, nosotros optaríamos por la
jurisdicción ordinaria, porque ella es la regla,
de la cual las demás no pueden considerarse
sino como eseepcioiies.
En et titulo II, en que se marcan las atri-
buciones del tribunal, hay disposiciones que
es preciso meditar debidamente. En el art. 16
se declara que al tribunal corresponde. exigir
la presentación de las cuentas que deban so-
meterse á su calificación, y compeler á los
morosos á que las presenten. ¿Cuáles son, em-
pero, los medios coercitivos que ticue para
hacer cumplir esta disposición? No son oíros
que los detallados en" el art. 18, á saber: el
requerimiento conminatorio; la imposición de
multas hasta en cantidad de 3,000 rs.; la sus-
pensión de empleo y sueldo por tiempo que
no esceda de dos meses; la formación de ofi-
cio de la cuenta retrasada, á cargo y riesgo
de! apremiado; y la propuesta al gobierno de
la destitución.
Estos, y no mas, son los medios de que
puede valerse el tribunal para hacer cumplir á
cada cual su deber; pero no puede poner en
juego todos esos medios á la vez, ni principiar
suspendiendo o multando, porque es indis-
pensable que haga uso de tales medios por el
mismo orden con que se han establecido, to-
da vez que el articulo dice que podrá emplear-
los gradualmente, sin salirse del orden con
que la ley se los concede. Antes , pues, de
apelar al segundo, es preciso que se haya uti-
lizado el primero, y que se haya puesto en
juego sin resultado. La ley no ha querido dejar
al tribunal ese arbitrio: le ha marcado exacta-
mente la senda que ha de seguir, y no le es
permitido salirse de ella. Asi, cuando llega el
caso de adoptarse una providencia que lastima
y perjudica al funcionario moroso, esa provi-
dencia está ya justificada, y no puede atribuir-
la mas que á su morosidad, ásu falla de exac-
titud y al desprecio con que hasta cierto pun-
to ha mirado las prevenciones del tribunal.
Pero no todos los alcances deben perse-
guirse por el tribunal desde luego. Los des-
cubiertos conocidos antes de las cuentas cor-
responde hacerlos efectivos ,i los gefes de los
empleados alcanzados, porque el tribunal so-
lo debe entrar á conocer directamenle de ;ique-
llo,s que resultan de los faltos de calificación
acordados por el mismo. Contra las providen-
cias que dicten los gefes délos alcanzados en
los espedientes instruidos por ellos, puede ha-
ber lugar á apelar para ante el tribunal, y el
articulo 159 del reglamento establece que so-
lo sean apelables aquellas providencias c¡i
que se declare alguna responsabilidad princi-
pal ó subsidiaria. Este recurso se ordena por
el articulo 64 de la ley que se interponga eu
el término de los cinco dias siguientes al en
que se les hubiese hecho saber la providen-
cia. Mas como la apelación, aunque Jusla, po-
día no admitirse, pueden los /interesados acu-
dir en este caso en queja al tribunal, y el cur-
so que este incidente ha de seguir, está mar-
cado eu la sección 2.* del cap. II, del til, III
del reglamento ya citado; asi como en los ar-
tículos 164 al 1S5 se establece la susiancia-
cion de los recursos de apelación.
Al ocuparse el párrafo 7." del mismo arti-
culo 16 de la ley de las cuentas ministeriales,
sienla el principio de que el tribunal las exa-
mina y comprueba, y declara su conformidad
ó las diferencias que ofrezcan, cotejadas con
los resultados de las cuentas particulares pre-
sentadas, y con las disposiciones del presu-
puesto correspondiente. Tara cumplir esta dis-
posición el reglamento lia ordenado también
lo conveniente en los artículos 49 al 52. La
simple lectura de las disposiciones citadas
demuestra que el tribunal no aprueba las cuen-
tas ministeriales; sus facultades están, por el
contrario, limitadas á comprobarlas con las
particulares de que proceden y á declarar íi
están conformes con ellas y con el prcsupues:
to, y á hacer notar las diferencias que resul-
ten. Por esta razón el art. 19, al establecer
que la jurisdicción del tribunal alcanza á lo-
dos cuantos resulten responsables como re-
caudadores, etc., dice que no seestiende, sin 1
embargo, á los actos de los ministros de la co-
rona. De aqui, pues, la prescripción del pár-
rafo 2." de dicho articulo, declarando exentes
de responsabilidad á los que ordenan ó ejecu-
tan un pago con autorización previa ó aproba-
ción posterior de dichos ministros.
Esta disposición de la ley no merecerá la
aprobación de todos, porque algunos quisieran
que el tribunal pudiese rechazar aquellos pa-
gos que, aunque autorizados, lo habían sido
faltando á las prescripciones legales. En ver-
"dad que ta cuestión es de gravedad; pero no
podernos menos de manifestar que estamos en
este punto de acuerdo con lo que la ley dis-
pone. El gobierno no puedo en manera algu-
na ser residenciado, como lo seria habiéndoso
resuelto la cuestión en distinto sentido, ni por
el tribunal, ni por ninguna otea corporación,
Tior elevada que sea, porque seria desacerta-
do que los que están subordinados al gobier-
no supremo estuvieran al propio tiempo auto-
rizados para juzgar sus actos. Y no se crea
nni' eslo que tratamos de defender la irres-
ponsabilidad de los que gobiernan, porque no
es tal nuestro pensamiento. Pero esa respon-
sabilidad, al parlamento únicamente corres-
ponde hacerla efectiva, y el parlamento por
(auto es el que puede y debe discutir amplia-
mente las cuentas generales del ministerio y
aprobarlas ó censurarlas. A nadie sino á los
reprcsenlaules del país debe otorgarse seme-
jante facultad, ya por ser esto conforme con
los principios de la ciencia del gobierno, ya
porqué eso es lo que se ordena en los artícu-
los 41 y 4? de la ley vigente de contabilidad,
con la cual debia guardar armonía la que mo-
tiva estas reflexiones'.
El tit. 111 de la ley deslinda, como antes
hemos dicho, las atribuciones del presidente,
fiscal y secretario. El primero es el gefe del
tribunal, y como tal, tiene á su cargo el gobier-
no interior del mismo: sus atribuciones, pues,
son de dirección y mando ; el detallarlas es
propio del reglamento, que lo ba hecho en la
sección 1.a del til. I, parte II, con sobrada
minuciosidad por cierto.
Las atribuciones del ministerio flseal son
las que á la Índole de su cargo corresponden:
todas eslán reducidas á inspeccionar y vigilar
cuidadosamente la observancia de las leyes y
reglamentos , á reclamar en consecuencia la
correccioif de los abusos, á promover el pro-
cedimiento criminal cuando aparezca un deli-
to, y ¡i representar i la hacienda pública en
las instancias de apelación y revisión de que
las salas del tribunal conozcan. El ministerio
fiscal, en suma, es el representante nato del
gobierno y del lisco; sus atribuciones por tan-
to, no pueden ser mas naturales, puesto que
él tiene, y debe tener a su cargo, ia defensa
di' los intereses públicos.
En las disposiciones relativas al eiámen y
juicio de las cuentas, que todas son sumamen-
te claras y sencillas, se advierten algunas, co-
mo el articulo 32 y el último párrafo del 3C,
ifié tieoden á impedir todo género de frau-
des y confabulaciones en el examen de las
cuentas, ordenando que al principio de cada
año se lije el orden de la distribución de tra-
bajos, evitando en lo posible que un contador
examine en años consecutivos las cuentas de
un mismo responsable, y se previene igual-
mente á los ministros que dispongan cuando
menos una vez al mes ta comprobación o nue-
vo examen de unaeueula por distintos emplea-
dos de los que io hubiesen hecho anterior-
mente.
Aunque el examen de las cuentas es un
asunto puramente administrativo , no puede
¡legarse que es de suma importancia y tras-
cendencia, tanto para el fisco como para los
Peliculares, porque en ellas se decide sobre
194
cantidades crecidas , y al admitir ó desechar
una partida puede causarse un grave perjuicio
al listado ó arruinar una familia. Por eso la
ley ha querido que se proceda con soma cir-
cunspección, y ha dispuesto que se guarden
ciertas formas, estableciendo como necesaria
la audiencia del interesado antes que recaiga
el fallo de calificación. Siempre, pues, que se
repase una cuenta, es preciso dar conocimien-
to de los reparos al interesado para que pueda
contestarlos satisfactoriamente ó manifestar su
conformidad.
Fallada ya definitivamente una cuenta, to-
davía la ley concede á las partes medios para
que se subsanen los perjuicios que aquel fallo
pudiera originarlas; y son el de aclaración,
el de revisión y el de tasación, según lo pre-
venido en los articulas 47, 48 y 50 de la ley
que nos ocupa. De los dos primeros ha de co-
nocer el-mismo tribunal; pero el último, como
afecta ya en su esencia á la justicia de la de-
cisión por este acordada, se reservó al Con-
sejo Real. Cuando quiera, pues, que estos re-
cursos se presentan, puede decirse que se en-
tra en la vía contenciosa , y por esto se orde-
na que el tribunal observe para sustanciarlos
lo prevenido en el reglamento de 10 de diciem-
bre de 1846, sobre el modo de proceder el
Consejo Real en los negocios contenciosos de
la administración. Eslo dispone la ley; pero
el reglamento se ha separado de ella y dis-
puesto se observen también los trámites mar-
cados en los artículos 16S al 182, que no son
idénticos á los que se observan en el Consejo
Real.
El recurso de aclaración dice su mismo
nombre, que solo puede ser procedente cuan-
do la decisión no se comprende ú ofrece duda
su inteligencia, por ser oscura 0 ambigua en
sus cláusulas, como espresa la ley en su ar-
ticulo 47. El término para interponerle es el
de cinco dias para el que por sí o por apo-
derado compareció en el tribunal, y el de
treinta para el que no se hubiese presentado.
Este plazo lia de contarse desde el siguiente
dia en que la decisión fué nolillcada, y se hizo
saber á los interesados en la forma que el ar-
ticulo de ta ley ordena se háganlos em-
plazamientos.
Respecto al recurso de revisión, ya puede
asegurarse que reconoce otros fundamentos:
no ha de fundarse, pues, en que el fallo sea
oscuro, ni tampoco, sea nulo por haber sido la
ley desatendida: se apoya esclnsivamentc en
que la decisión debe reformarse, porque nue-
vos datos que antes no se tuvieron presentes,
hacen la reforma á la vez justa y necesaria.
1.a Índole de este recurso no permite que se
lije un término para plantearle; el dia para ha-
cerlo será aquel en que los errores se descu-
bran ó las inexactitudes se prueben.
El recurso de casación ataca ya el fallo por
creerlo esencialmente injusto, ú porque se ha"
faltado eir la tramitación del juicio á las formas
TRIBUNAL BE CÜENTA.S
495 TRIBUNAL DE CUENTAS— TRIBUNAL E COMERCIO 490
sustanciales de la actuación que la ley esta-
blece. Ku este cíiso, el mismoX¡onsejo Peal de-
bió proceder á juzgar la cuenta una vez qnc
haya declarado la nulidad. Pero si La nulidad
se acuerda por defectos en la suslauciacion,
la cuenta ha do volver al tribunal para que es-
tos se subsanen y para que sea de nuevo exa-
minada y juzgada por el mismo, si bien todo
ha de tener efecto eo distinta sección y sala.
Eslc recurso debe interponerse en la misma
sala que dictó el fallo, denira del término de
diez á treinta días, según que las partes hu-
bieren ya comparecido ó no en el tribunal;
pero si se interpone por tas partes interesadas
y no por el fiscal, debe preceder el depósito
de 5,000 rs. cu el establecimiento público au-
torizado al efecto; y esta suma.es aplicada al
fisco siempre que se declare no haber lugar al
recurso.
E¡ último titulo de !a ley tiene por esclusi-
vo objeto lijarlas alrlbuciones del tribunal en
materia de alcances y desfalcos, y establecer
los trámites que han de seguirlos espedientes
para hacerlos efectivos, ficrlamentc que el
asunto es de tanto interés como trascendencia,
porgue si ha de haber moralidad en la admi-
nistración, es tan indispensable como necesa-
rio que al empleado que distrae ó malversa
los fondos públicos se le persiga coa la activi-
dad mas esquisita hasta hacerle reintegrar lo
que indebidamente se ha apropiado.
Para conseguir el fin indicado se ha con-
cedido al tribunal la jurisdicción administrati-
va mas esteiisa, porque lodos cuantos manejan
fondos del Estado y los distraen, están sujetos
á ella mas ó menos inmediatamente. Si los al-
cances resultan de las cuentas que el tribunal
ha examinado, él abre desde luego los espe-
dientes para perseguirlos; asi lo ordena el ar-
tículo Gl déla ley disponiendo el modo do
ejecutarlo los artículos 06 y 97 del reglamen-
to. Si han sido averiguados anles de las cuen-
tas, pueden y deben los respectivos gefes del
que los causó, como ya hemos indicado , dar
principio al espediente, pero siempre obran
bajo la -vigilancia y jurisdicción del tribunal,
y vienen obligados por lanío, según el articu-
lo C3, á dar parle al mismo instantáneamente
de cuantos espedientes formen, fin uno y otro
caso los han de seguir por la via de apremio,
de suerte que se procederán desde luego al
embargo y venta de bienes, según el conteni-
do del art. 61.
Los espedientes de alcances, si bien son
administrativos, pueden también tomar el ca-
rácter de contenciosos, puesto que el art. 64
establece que de las providencias definitivas
que dicten los gefes delegados, según lo que
mas arriba indicamos , puede apelarse para
ante el tribunal, debiendo el recurso interpo-
nerse dentro del término de cinco días. Para
qpe la apelación sea procedente, es pues ne-
cesario que la providencia reclamada sea defi-
nitiva ó imponga alguna responsabilidad prin-
cipal o subsidiaria independiente délas cuen-
las. y que no tenga por objeto ejecutar sini-
plomcnle un precepto determinado del tribu-
nal. Si solo á esto se dirige no es admisible la
apelación; lo que entonces procede, sepn el
art. 65, es el recurso de súplica que lia de in.
tentarse dentro de diez dias; pero eslc. reCflrso
es legal únicamente, tratándose de dcclni ¡i iu-
nes de responsabilidad independíenle il(! ú
discusión de las cuenlas, ó no comprendida!
en estas. .
Tanto al recurso de apelación como al J
súplica , debe proceder por regla geiienil 1
consignación del descubierto, lisia es ia res-
tricción (fue la ley ha puesto pura evitar recur-
sos temerarios; mas esla restricción no es tul
que no pueda desaparecer en ciertos casos. El
tribunal puede sin necesidad de la eongigná,
cion acordar qne se suspenda el apremio, si
cree que la lianza es segura, ó por oíros mo-
tivos especiales.
Los trámites de los recursos de que veni-
mos tratando son por demás breves y sencillos:
un solo escrito se ha de aJmiiir á cada parle,
y con él se lia de declarar la actu.ac.iop por
conclusa. El art. 68 de. la ley en que asi m
dispone, y los 16o al 1 3*2 del reírlameulü , en
que lodo se detalla, dicen también, que ni se
ofreciese prueba, cuando no la hubiese, luía-
la señale un término que no esceda de trata))
dias para la península é islas adyactíute.-. ¡e,-
sado ei cual, debe dictar desde luego ¡a resolu-
ción que estime. El reglamenta, á pesar do lo
dispuesto en la ley, ha prorogado á quince
dias el último término.
Hemos espneslo, aunque muy brevemcnle,
las disposiciones de la legislación novísima so-
bre el tribunal de Cuentas, sin poder entrar
en otras cuestiones sobre su aplicación, aun-
que las hay muy interesantes, porque oslo nos
llevaría muv lejos de nuestro propósito.
TlllllUNAb CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO.
Este tribunal, de reciente creación, lia sido
establecido para sustituir al Consejo Real1, pe
se suprimió por un acuerdo de la junta, de
salvación dé Madrid, en los dias de la revolu-
ción de julio de (854. El decreto establecien-
do este tribunal es .de 7 de agosto, y por otro
de 10 de enero de 185o se modificó la organi-
zación establecida en aquel.
Nada debemos, pues, decir de este tribu-
nal, que no llene ni hisloria nj antecedentes;
ni es otra cosa que la sustitución del Consejo1
Peal por una institución que no es masque un
pálido bosquejo de aquella, que es de esperar
se restablezca mas tarde ó mas temprano.
Nos limitaremos, pues, á decir, que el Tri-
bunal contencioso administrando sigue por
ahora fiel y exactamente las tradiciones (pie
le ha legado el Consejo, ajustando sus fallos n
la legislación administrativa vigente y a la ju-
risprudencia sancionada por los numerosos
fallos del mismo Consejo.
TUIBUNAL DE COMERCIO. Asi se llama al in-
*97
TRIBUNAL DE COMERCIO
498
bunal especial, establecido para conocer en
primera instancia de los negocios y causas de
comercio,
Creemos de algún interés consignar aqui
algunas noticias sobre el establecimiento en
nuestro país do una institución tan interesante,
después de lo cual es'pondrenios la constitu-
ción legal de estos tribunales y el Orden de
enjuiciamiento en los mismos, todo con suma
brevedad,
Tara desempeñar la primera parle de nues-
tra tarea, tenemos á laxista un trabajo de su-
mo precio, á saber, una serie de artículos que
etn un periódico de jurisprudencia escribió so-
bre los tribunales de comercio uno de nues-
tros'mas eminentes jurisconsultos, el señor
don Manuel Seijas Lozano, be estos artículos,
en que se contienen notables apreciaciones,
tomamos la reseña que á continuación trasla-
damos, y en la que liemos procurado conser-
var lo mas esencial del trabajo en cuestión.
La organización qne en los siglos medios
vinieron á recibir las sociedades europeas, di-
ce el señor Seijas, no permitía que el comer-
cio y la industria fabril fuesen, como lo sou
en el dia, un poderoso elemento poderoso en
el seno de las mismas sociedades; ni que los
ciudadanos á eslos ramos dedicados pudieran
constituir una clase influyente en el Estado.
Algunas ciudades, cuya situación geográfica
era favorable al desarrollo de esos elementos
Je riqueza, tales como Veneciu, Marsella, Ge-
nova y otras, vinieron á adquirir el monopo-
lio comercial de la Europa, y como esta pro-
fesión produjo la acumulación de inmensas ri-
quezas, todos los habitantes de esos pueblos
se lucieron comerciantes é industriales, y sus
gubíemos participaron de este mismo carácter.
Ln preponderancia de algunas casas de comer-
cio, tales como la de Mediéis en Florencia, fué
cambiando las ideas admitidas en el continen-
te europeo, y el comercio se reputó como un
elemento de poder en las naciones.
El reino de Aragón fué de los de España el
primero que dió impulso á estos dos ramos.
Sp posición geográlica, atendida la importan-
cia del Mediterráneo en aquellas épocas, sus
lineaos pnurlos, el carácter emprendedor y
aventurero de sus habitantes, y sus relacio-
nes en la lialia y en el Mediodia de la Francia,
lodo convidaba á este desarrollo, no empeña-
do tampoco este reino,- como el de Castilla, en
ana guerra constante contra los sarracenos.
Asi es que cuando en Castilla puede decir-
se que ni se conocía el comercio ni la indus-
tria fabril, Barcelona y Valencia habían pro-
gresado tanto, que su comercio babia fundado
ya sus universidades de mercaderes, y tenian
sus famosas lonjas ó cosas de contratación,
pe rivalizaban con las mejores de Europa,
las leyes suntuarias, harto rigorosas; las de la
tasa de efectos, renovadas con exageración fre-
cuentemente; las prohibitivas de la estraccion
W la moneda y de los artículos con que po
25<M IHDLIOTfíCA POPULAD..
dian hacerse los cambios, y sobre todo, la
perenne guerra con los sarracenos, eran obs-
táculos insuperables para el comercio de Cas-
tilla, siendo imposible su desarrollo.
El progreso de los tiempos produce; sin
embargo, sus efectos, y, asi fué que, á pesar
de los errores del gobierno, el comercio fué
progresando;, y logró al fiu constituir gremios
y universidades, ¿úrgos llegó a hacerse una
plaza mercantil de importancia en los reinados
de don Juan II y don Enrique IV, como tam-
bién Mórida y Sevilla; pero reservado estaba á
la gran Isabel delinear los fundamentos de la
prosperidad y desarrollo de nuestro comercio.
En su reinado data nuestra legislación mer-
cantil, propiamente dicha.
Desde luego comprendió la gran reina la
triste condición del comercio del país, debida
á causas diversas, y trató de removerlas con
la energía de su carácter. No entra en nuestro
propósito examinarlas, habiendo de concretar-
nos á la jurisdicción mercantil, creada por la
reina Calólica en 1494.
Para los que mediten sobre las ideas que
en aquellos tiempos se tenian acerca de la ju-
risdicción, creyéndose esta inseparable del se-
ñorío, que era una especie de soberanía, de-
pendiente solo, y con limitación, de la sobe-
ranía central del monarca; la creación de una
jurisdicción sin señor, independiente, conce-
dida á una clase, á un gremio, para ser ejer-
cida por sus mismos individuos con inhibición
de todo tribunal, es una obra que por si sola
revela revela el genio de la reina de Castilla
Esta creación no fué menos importante que
necesaria. El pais carecía entonces de comuni-
caciones fáciles; no se habían regularizado
correos, y menos para el estrangero; los co-
merciantes tenian qne valerse de factores para
todas sus operaciones: hallándose á larga dis-
tancia de sus principales, autorizados con po-
deres de los mismos, abusaban frecuentemente
de sn representación; se apropiaban los cau-
dales que se les habian encomendado; com-
prometían las fortunas de sus mandantes, y
huian, encontrando' muchas veces auxilio y
protecciun en los ptieblos'de señorío, cuyas
justicias los patrocinaban.
De- estas circunstancias se aprovechaban
frecuentemente, no solo los factores deslea-
les, sino las otras personas que con los mer-
caderes trataban, y aun de estos los de mala
fé, para burlar á los otros, eludiendo las obli-
gaciones que por sus actos habian contraído.
Llevadas las cuestiones á los tribunales, había
que debatirlas con arreglo al dereetio común,
y en este terreno el comercio de buena fé era
victima siempre, porque la justicia y la ley es-
taban divorciados en esta materia.
El comercio de líúrgos acudió á la, sobera-
na de Castilla solicitando al principio la juris-
dicción privativa en los negocios del ramo, líu
las preces para la cédula que se espidió en 21
de julio de 1494, se hace mención de las ra-
-T, xsxiii. 32
499
TRIBUNAL DE COMERCIO
500
zon.es espuestas y de oirás mas, y en ella se
apoyó la concesión. La organización de estos
.tribunales era muy sencilla, el prior y cónsn- '
les, comerciantes , conocían ele la contienda
en primera instancia, sin trámites lijos, y sin
mas regla que la^de verdad sabida y buena í'é
guardada. Por lo tanto, ni tenían asesor, ni se
permitía la intervención de aburados. De las
seuícucias del consulado babia apelación pura
el juez de alzadas, que era el corregidor, quien
se asociaba á dos comerciantes, previamente
designados; y si este tribunal revocaba la sen-
tencia del consulado, se admitía la remisión,
asociándose al corregidor otros dos comercian-
tos, también señalados con anterioridad. En la
segunda y tercera instancia, asi como en la
primera, ni se admitía al intervención de le-
trados en la dirección de los negocios, ni el
tribunal consultaba asesor letrado.
Sin que nosotros atribuyamos á esta insti-
tución el admirable desarrollo que turnó el
comercio de Burgos en seguida de esta conce-
sión, es lo cierto que, sin las ventajas que
esta te -.prestara, no sa. .hubiese visto á una
ciudad, situada casi en el centro de Castilla,
sostener el comercio marítimo mas pujante
que tuvo ciudad alguna de, España, si escep-
tuarnos á Cádiz en tiempos posleriores, üasi
reasumió el monopolio del comercio maritimo
de muchas, costas de Galicia y Cantabria.
No obstante, ninguna otra plaza mercantil
solicitó la concesión de consulado, á excep-
ción de Bilbao, que no lo estableció, aunque
le fué concedido por la reina doña Juana, re-
novando el privilegio en tiempo de Felipe II.
Cuando la naturaleza de esta jurisdicción de-
generó.en los reinados posteriores, fué cuan-
do los consulados se multiplicaron.
En efecto, creciendo la dominación de los
jurisconsultos en dichos reinados, estos no
pudieron comprender cómo podia haber tribu-
nales, aunque especiales, sin jueces letrado»,
ya como depositarios de la jurisdicción, ya
como asesores de los jueces legos. Si esta
idea para ellos era incomprensible, mucho
mas lo debia ser la de que un juez real y fun-
cionario de cierta categoría tuviese por cole-
gas ó conjueces á dos legos, dos mercaderes
sin nociones algunas del derecho. No menos
resistían aquellos que en estas contiendas de-
jase de proceder el recurso estraordinario de
injusticia notoria, y su admisión, que se de-
claró luego, fué el principio porque se barre-
nó la naturaleza de esta jurisdicción.
Reconocida la procedencia legal de este
remedio, la intervención de los letrados era
necesaria. Los jueces de alzadas de algunos
consulados pidieron asesores letrados, y se
les concedieron; después los solicitaron va-
rios consulados que les nombraron, y á otros
también se les impusieron, sin pedirlos, ó se
determinó su existencia en las ordenanzas al
espedirse estas. El cargo de cónsul vino en la
mayor parte de los' tribunales á ser puramen-
te honorífico, y lo mismo el de colega de al-
zadas, en donde estos se conservaron,
" Estas y oirás causas fueron empeoran, lo h
administración de justicia en lo mercantil, la
cual aules de Id publicación del cúéigo ile Co-
mercio, era tan desigual en todo el ceiao; que
ninguna persona, al contraer una obligaron
111,'r-aniil, podía saber con certeza por ipui
ley se juzgaría, ni (faé. tribunales decidirían
las contiendas que se suscitasen. Acuda con-
sulado se le daban ordenanzas, y oslas arre-
glaban, tanto el 'derecho como la jurisdicción.
Todos diferían en, puntos muy capitales, y pa-
rece que se ponia un conato en que cada pro-
vincia y aun cada ciudad se rigiese por legis-
lación dístinla.
Las consecuencias de esas disposiciones
respecto ¿ la. jurisdicción fueron las de ojie
perdiese su especialidad característica, dejan-
do de ser la que creó la gran reina, sometién-
dose, los negocios mercantiles á los mismos
trámites y á mayores dilaciones que los ki-
rnuues, desapareciendo el influjo profesional,
la intervención de la especialidad en los fallos,
de la que se esperaba el acierto en las con-
tiendas para !a pericia mercantil de losjueces,
Los juicios de quiebras se hicieron intermina-
bles, y en lo general fueron el patrimonio Je
los prácticos, síndicos perpetuos y ñniversalas
que se absorbían la masa perteneciente á los
acreedores, que jamás veiau el término de
estos juicios ni lograban el reintegro de sus
créditos. Pendientes hay aun juicios de quie-
bra cu algunos tribunales de comercio, que
datan de principios de este siglo, y quizá de
mas tiempo.
El gobierno de Fernando, VII se propuso
remediar este mal, y se publicaron el código
de Comercio y la ley de enjuiciamiento.
Tres únicos sistemas presentaba lu ciencia,
entre ¡os cuales pudo haberse elegido con ma-
yor ó menor acierto. O el que adoptó el Códi-
go francés, que no han justificado ciertamen-
te ni la doctrina, ni la esperiencia; ó el délo?
reyes Católicos, consignado en las primitivas
ordenanzas del consulado de Burgos, con lo-
dos sus inconvenientes de actualidad; ó el del
Código de Holanda, que con razón pasa por el
primero de Europa.
. En Francia se admitieron los tribunales es-
peciales de comercio; esto es, tribunales com-
puestos de comerciantes, con las apelaciones»
las cortes reales (audiencias), y el recurso de
casación, análogo al nuestro de nulidad, A
primera 'vista parece que es un sistema iguol
al de nuestro código, y muchos han censura-
do á este, calificándole de trasplantado déla
nación vecina, sin duda por no haberle exami-
nado profundamente. Con toda esa semejanza
de formas estertores, no tienen nada de común
en sus principios fundamentales.
En los tribunales de comercio de Frajicia
no hay asesores, ni se admite la intervención
de abogados,- ni los juicios' tienen una ritúali-
501 TRIBUNAL DE COMERC[0 SOS
dad marcada: por manera que son idénticos á lociones, los gastos y los inconvenientes que
nuestros antiguos consolados, creados para esto ofrece están al alcance de cuantos tienen
fallar de buena fé y por el buen sentido. á su cargo negocios de esta especie. Si la ley
El sistema de los reyes Católicos consistía, quitó á los juicios mercantiles su Índole pecu-
cooio hemos esptteslo en nuestros anteriores liar de verdad sabida y buena fé guardada,
artículos, en tribunales compuestos de comer- mejor habría sido que sometiese á los consul-
tantes, con las apelaciones á otros comer- fores !a tramitación, en lo que se oconomiza-
cianíes, sin la concurrencia de asesores, sin ría tiempo y grandes gastos á los litigantes,
la intervención de abogados, sin trámites piar- Ademas la grave responsabilidad que se impo-
catios y precisos, y sin otra regla que la de ne á los jueces de comercio, cuando no siguen
buscar "la verdad por las inspiraciones de la el parecer de sus consultares, es otro obstá-
mnn, T aplicar la juslícia por el criterio co- culo poderosísimo que se opone á la pronla y
raim y el conocimiento de la profesión. No espedirá administración do justicia en lo mer-
sosteñdremos seguramente que estos tribuna- cantil,
les Iludieran boy llenar su objeto, como lo lie- i Respecto á los juicios de quiebra, es aun
narria en aquella época. Las circunstancias do mas peligrosa esta organización. Dos son los
los tiempos son distintas, y estamos persuadí- ' objetos que la ley se propone, ó debe propo-
dos de que hoy la ley seria impotente para 1 nerse en este procedimiento: I." tomar bajo
alejar de los negocios la intervención de le- ; su protección los bienes que fueron del que-
nados, como lo fué la ley de minería de 182D. ! brado, á fin de que los acreedores los reciban
fin Holanda, pueblo escncialmciiie mor- ¡ pnntrialíáiénte según sus derechos, y i." asev
cantil, cuyo Código se formó á presencia del gtirar'la fé mercantil por uña especie de'jui-
fráhCBs y consultándose todos los adelantos de ció de residencia á que so someten todos los
la ciencia y las lecciones de la esperiencia, en actos anteriores del quebrado.
Holanda, en donde nació la autoridad de los j itero con la organización defectuosa de
prebostes gremiales y la jurisdicción e.-pceial ¡ nuestros tribunales de comercio, ni la admi-
de comercio, se suprimió esta, y los negocios ' nistraoion de la quiebra puede estar vigilada,
mercanliles se sometieron á la jurisdicción ni se ha combinado un interés moral en la ce-
eomun, aunque rigiéndose por leyes especia- ( leridad de la terminación y distribución, ni la
les y sabiamente redactadas listo fué guiarse investigación y fiscalización de los actos au-
par los principios. I tenores puedo ejercerse debidamente: puesto
Lo que entre nosotros se baila establecido que se comete á compañeros de profesión,
no satisface cumplidamente á los objetos de , probablemente á amigos, quizá á interesados,
esta institución. i y siempre á personas que carecen de todoes-
vóamoslo, si no. i íimulo para desempeñar funciones odiosas. La
A dos clases -de juicios pueden reducirse 1 esperiencia ha dado á conocer los resultados
los qué se ventilan en los tribunales de Co- ; de este falso Sistema, y el tribunal de .Madrid,
mcrcio; á saber: los que tienen por objeto el ' por on aclo que ie honra, lo hizo presente al
cumplimiento de alguna obligación mercantil, ' gobierno en la esposicion que motivó la crea-
y los do quiebras. Conviene, por lo tanto, exa- j cion de los fiscales de comercio. ¡Quién ere-
minar con separación las consecuencias prác- ' yera que aun este débil remedio á los males
ticas que en cada uno de ellos ha producido la í que se locaban hubiese sido anulado al poco
organización dada á esta jurisdicción especial. : tiempo! ¡Cómo, había de esperarse que los in-
Debemos hacer notar, ante lodo, que ni el Có- i teresados en los abusos triunfasen, contra tan*
digo de comercio, ni la ley de enjuiciamiento, . tos y tan legítimos intereses! Por esta medida
se ocuparon absolulamenlc de la industria fa- ' hemos retrocelido al antiguo estado délos
liril, leniéndolo equivocadamente para todos j tribunales, y la fé mercantil lia quedado sin
los efectos legales como un ramo del comer- i garantías aSgunas.
«o al cual se creyeron aplicables todas sus j Hasta aqui las noticias históricas y las apre-
ilisposicioncs. j daciones mas notables qus contiene el trabajo
Viniendo, pues, al orden establecido para ; del señor Seijas.. Réstanos esponer algunas in-
olilener el cumplimiento de las obligaciones ¡ aleaciones sobre ta constitución de los tribu-
inercantilcs, sise nos preguntase sobre dicho j nales de comercio, su carácter legal y siis
únlan abstractamente considerado, dirlamossiu ¡ formas de cnjuieiamieiilo. Esía iarea también
vacilar que es el mas lógico, nías exacto, mas -■ nos la dan hecha los artículos 1 178 y siguien-
Wcn calculado, iufinilamcnlc mas que al admi- ¡ tes hasta el 1218 del código de Comercio, ca-
lido pura el fuero común, y que con la mejor ' ya doctrina vamos á reproducir brevemente,
voluntad lo aceptaríamos para este fuero, l'cro ¡ La adminisl ración do justicia en primera
rsc orden lan bien calculado, lejos de ser un instancia en maleria mercantil está confiada ¿
Wtn pura tribunales legos, es Un grave nial, tribunales especiales de comercio, y en su de-
liorque amenazando á cada paso la ley con la fecto a 'los jueces; en segunda y tercera ins-
nnliclaa y la responsabilidad de los jueces, tanda ó las audiencias, y en los recursos de
esbs la declinan, y hacen bien, en el cónsul- injusticia notoria al tribunal Supremo de Jusli-
t°r, sin cuyo acuerdo nada resuelven, tos di- ' cia: todos deben arreglarse en el proccdijnjen-
503 TRIBUNAL DE COMERCIO— TRIBüNAL DE AGUAS DE VAL. tiflt
to álas leyes comerciales. Los tribunales es-
peciales se componen de un prior anual, do
dos cónsules y dos sustitutos de cónsules que
ejercen sus funciones (los años y se renuevan
por mitad en cada año; de un consultor letra-
do, que da su dictamen por escrito cuando el
tribunal se lo pide; de un escribano y los de-
pendientes necesarios.
Para ser juez en estos tribunales es nece-
sario ser español y mayor de treiuía años; lle-
var cinco en la matrícula y ejercicio del co-
mercio por mayor,' en nombre y con caudal
propio; tener buena opinión y íamá; no haber
hecho quiebra culpable ni fraudulenta, y en
el caso de haberla hecho inculpable, ó suspen-
sión de pagos, hallarse rehabilitado; no haber
sido condenado a penas corporal ó aflictiva:
no ser deudor á la hacienda ni a los fondos
municipales. Ademas el prior debe ¡levar diez
anas de matricula y ejercicio en el comercio
y haber sido antes' cónsul en propiedad ó sus-
tituto.
Para asegurarla imparcialidad en los fallos
no pueden concurrir aun mi sirio tiempo como
jueces los parientes en cuarto grado n¡ los
consocios en compañfa de comandita, y el que
haya sido juez de comercio, no puede volver
á> serlo hasta dos años después. El cargo es
obligatorio, y ningún comerciante matricula-
do puede escusarse de él sino por edad sexa-
genaria, por enfermedad habitual conocida, ó
por ejercer otro cargo público.
La jurisdicción de estos- tribunales se es-
tiende á toda contienda judicial procedente de
negociaciones, contratos y operaciones mer-
cantiles, aunque el demandado no sea comer-
ciante matriculado; pero no á las demandas
intentadas por comerciantes ó contra ellos so-
bre obligaciones ó derechos que no procedan
de actos mercantiles ni tampoco á asuntos cri-
minales, cuyos incidentes, cuando ocurren, se
pasan á la jurisdicción ordinaria con testimo-
nio de los antecedentes, ni puede admitir plei-
tos que no sean de su competencia, pues su
jurisdicción no es prorogable ni aun á volun-
tad de las partes litigantes.
Esto en cuanto á ias facultades de los tri-
bunales. En cuanto á la tramitación de los ne-
gocios diremos, que en los de mayor cuantía
no se puede intentar demanda sin que prece-
da juicio de avenencia ante el prior cesante
donde bay tribunal de comercio, y donde no
lo hay ante el comerciante nombrado por él
rey cada tres años. En los de menor cuantía,
que son los que no eseeden de 1,000 reales
vellón en los tribunales do comercio, y 500
en los juzgados; es verbal la instrucción, re-
dactándose solo un acta de todo, en que se
consigna la resolución judicial que se lleva á
efecto sin apelación ni recurso por la via de
apremio.
Las sentencias délos tribunales de comercio
no pueden darse por menos de tres jueees,-de-
biendo haber dos rotos conformes de toda con-
formidad: las discordias se deciden por los
cónsules sustitutos.
En los asuntos de mayor cuantía, cuyo in-
terés no sea mayor do 3,000 reales en los Iri-
-bunales de comercio, y de 2,000 en loa ¡ní,
gados ordinarios, causan ejecutorias sus res-
pectivas sentencias, y solo (iene lugar el re-
curso de nulidad para ante la audiencia por
violación de las formas del procedimiento.
. Las sentencias definitivas é interlocutorias
deben fundarse fijando la cuestión dedercclio
ó de hecho, y citando las leyes que te sean
aplicables. 1
Hay tercera instancia en materia mercan-
til cuando en la segunda se hubiese revocíultí
en todo ó en parte la sentencia de primori
inslancia. Los jueces de la lercera instancia
son siempre distintos de los que fallaron en
grado de apelación. De la sentencia en grado
de apelación confirmatoria de la primera ins-
tancia ni de . la de revista en los casos que us-
ía procede, no puede interponerse otro recur-
so que el de injusticia notoria respecto lan
solo á las definiciones y en negocios de mas
de 50,íi00 reales vellón, la declaracioa de
injusticia notoria no puede veriücarsesino por
violación manifiesta de las formas sustancia-
les del juicio en la última inslancia, ó por ser
el último fallo de esta contra ley espresa y ter-
minante.
Esto es cuanto nos parece mas necesario
dar á conocer respecto á la organización ¡r fa-
cultades de los tribunales de comercio, y li
modo de proceder en materia mercantil. Par»
mayores detalles, que no son de este lugar,
puede recurrirse ;i obras especiales.
TRIBUNAL DE AGUAS DE VALENCIA. (I) El
tan celebrado tribunal de aguas de Valencia fnc
creado por los árabes en el tiempo que domi-
naron este país, según lo atesligua una tradi-
ción constante que se presenta desdo luego
con manifiestas señales de verdad. Cuando .i
los pocos meses de la conquista de este reino
concedió el rey Conquistador á los baMlanlcs
y pobladores del mismo las siete acequiasen
la Vega, añadió que debían lomar las aguas de
ellas según antiguamente fué establecido y
acostumbrado en tiempo de los sarracenos,
De estos tomó dicho rey la distribución de las
indicadas aguas y las reglas 'y prácticas por-
que se regían, con otros muchos «sos y cos-
tumbres tocantes a la agricultura, fundada-
mente, pues, se puede creer que tornó de los
mismos la institución del tribunal de que se
Irata, con su modo de conocer y proceder,
puesto que la historia legal del pais no ales-
tigua su primitiva creación, ni encuentra se-
mejanza do él en ninguna otra provincia do I»
que pudiera haber sido importada en esla,
Componen el indicado tribunal los ace-
(f) Este iirlíciilo es pnrle i!e un M)'plU)l».it ^
Jircciosn nbrila Tratado de tcuidacim u }0'}sPr"'
dencia sobre agitas, publicada en Valencia por
el abogado don Francisco Qalan,
305
miieros, ú sea los síndicos labradores de las
acequias de la Vega, con esclusion del de la
de Moneada,, que se gobierna por distintas re-
das. Estos síndicos son en número de ocho;
su elección es absolutamente popular, los pro-
pietarios regantes de cada una de las acequias
nombran respectivamente el suyo en el tiem-
po y forma que prescribe la ordenanza parti-
cular, el cual, ademas de formar parte del
Iributial, tiene la presidencia de la junta gu-
bernativa de la acequia á que corresponde
y la dirección principal délos asuntos de la
misma.
Un día en la semana, qnc es el jueves, no
mediando la circunstancia de ser festivo, se
renne el tribunal enlre once y doce do la ma-
ñana debajo del arco de la catedral que da á
lo plaza llamada vulgarmente de la Seo. Los
jueces toman asiento en bancos de madera;
los juicios se celebran á presencia del públi-
co, que suele ser numeroso , atraído por el
espectáculo que presenta un tribunal patriar-
cal, compuesto de sencillos labradores, y cu-
yas formas de enjuiciamiento distan tanto de
¡as que se emplean en otros juzgados. En el
tribunal y el público se echa de ver, no obs-
tante, la gravedad y compostura que tan bien
se hermanan con la recta administración de
justicia. ]¡1 tribunal de Aguas de Valencia go-
za de cierto prestigio, debido a la ventajosa
idea rpie generalmente se tiene de su recti-
tud y de su utilidad para la conservación de
los intereses agrícolas de la huerto, fundados
principalmente en la equitativa, distribución
de las aguas : en nuestro concepto , lo que
mas lo recomienda es la economía y celeri-
dad de sus juicios, circunstancias muy dignas
de tenerse en cuenta cuando se trata de inte-
reses poco cuantiosos, y de infracciones de
ordenanzas que exigen una pronta repara-
ción.
Asuntos de esta naturaleza son por lo re-
gular los de la competencia del tribunal de
, Aguas de Valencia. Sus atribuciones se redu-
cen á cuidar de la policía, distribución y con-
servación de las aguas de las siete acequias
de la Vega, y del cumplimiento de las orde-
nanzas, por las que respectivamente se rigen".
Su modo de proceder es por demás senci-
llísimo; en él nada se escribe, y esta circuns-
¡ancialiace que no se necesite escribano. I.os
interesados discuten y defienden por si mis-
nos sus derechos sin ayuda de procuradores
n¡ abogados. Previa citación hecha por* el
guarda de la acequia, en cuyo distrito ha su-
cedido el hecho que da margen al juicio, com-
parecen el dia señalado la persona ó personas
a quienes ae hace cargo, en virtud de denun-
cia del mismo guarda ó de otro interesado en
el riego. Si el cilado no comparece, se le cita
uor un segundo alguacil. El sindico á quien
«responde hace los cargos, admite la prueba
de testigos que se ofrece, o acuerda el reco-
nocimiento pericial, si se necesita. Si las jus-
50 G
tifleaciones se presentan en el acto, se dis-
cute la cuestión por los síndicos, haciendo
separar á los interesados y se falla por vota-
ción desde luego , con presencia de lo dis-
puesto en la ordenanza de la acequia en que
ha tenido lugar el hecho, absteniéndose de
votar el sindico de ella para mayor garanda
de la imparcialidad del fallo. Este se difiere
para otra audiencia cuando la necesidad de
oir las pruebas lo exige; y siempre se hace
saber en el acto á los interesados, volviéndo-
les á llamar para ello al tribunal. La sentencia
es de suyo inapelable, y se lleva á efecto por
el sindico á quien corresponde, procediendo
también de plano en su ejecución, para la cual
se impetra, si eS necesario, el auxilio de la
autoridad administrativa.
Por lo dicho ¡se ve que el llamado tribunal
de los síndicos acequieros de la Vega de Va-
lencia, participa mas del carácter gubernativo
que del judicial, de donde nace que en el dia
os considerado como dependiente en el ejer-
cicio de sus funciones de la autoridad política
de la provincia, en yirtud de orden de la re-
gencia provisional delreino, espedida en 2(j ríe
abril de 1841. \
Lo dicho nos parece suficiente para apre-
ciar en todo su valorjla interesante Institución
de que hablamos, fique nuestro país cuenta
entre sus tradiciones; mas respetables. Todavía
añade sobre osle asurtto algunos detalles que
no creemos necesario i reproducir, el aidor de
la obra indicada en la nota que va al principio
de este arliculo, obra Ique debemos recomen-
dar como un trabajo út^ly curioso, que honra
á la laboriosidad de sn jautor. '
TRIBUNO. (£fistoria.l) La creación de los tri-
bunos de la plebe y hai de los tribunos mili-
lares señalan dos de la¿ épocas mas notables
de la historia de los romanos. La suerte de la
plebe no mejoró en nada con la espulsion de
los reyes y la creación idel consalado. Según
una ley antigua todo deudor insolvente que-
daba reducido á la triste Wondicion de esclavo
del acreedor, y los plebeyos, contrayendo deu-
das que no podían pagar mientras servían, al
estado en las guerras con los pueblos vecinos,
venían á ser con frecuencia esclavos de los
patricios que tos trataban ^ veces con cruel-
dad inaudita. Acercábase é\ Roma un ejército
enemigo que había levantado en Etruria la fa-
milia de los Tarquines: los cónsules quisieran
hacer el alistámiento^pero la plebe opuso re-
sistencia: el senado propuslo entonces y se
aprobó La creación de un magistrado supremo,
nombrado por los cónsules, inagislrado cuyas
decisiones debían ser inapelables, y cuya au-
toridad no podía durar mas dq seis meses. El
primer dictador que se nombró en Roma fué
Tito Larda, el cual hizo el alistamiento del
ejército y aniquiló el poder dolos Turquinos;
pero esta vez, como las anteriores, no consi-
guió la plebe que fuesen atendidas susquejas,
no obstante que reclatnó la abolición de las
TRIBUNAL, DE AGÜ.NS DK VALENCIA— TRIBUNO
507
TRIBUNO— TRIBUS DE ISRAEL
808
demias y de las leyes que tanto la oprimían.
Los patricios pata evitar las consecuencias de
aquel descontento querían que no so licencia-
se el ejército, porque asi tendrían sujeta á lu
plebe, habiendo prestado las tropas el juramen-
to, no al dictador que ya habia abdicado Ja
dictadura, sino á los cónsules. Mando al sena-
do que Sos tropas, saliesen de la ciudad, pre-
textando que los volseos recién vencidos ha-
bían renovado sus hostilidades, y con esto esta-
lló la sedición. Propusieron ájannos dar muer-
te á los cónsules para quedar libros del jura-
mento, mas esta proposición fué rechazada, y
la ptebe, siguiendo oí consejo de un tal Siei-
nio, abandonóla ciudad y se retiró alMonle Sa-
grado, donde se fortificó y permaneció algu-
nos dias sin atacar ni ser atacada.
Reconcilióse al fin el senado con la plebe,
mediando Menenio Agripa, bajo la condición
de que los plebeyos tendrían en adelante ma-
gistrados propios encargados de protegerlos,
con la potestad de oponerse á la ejecución do
los decretos de los cónsules que pudieran pe'1'
judicarles. Estos magistrados, á quienes se
dio el nombre de tribunos, debiau ser elegi-
dos por la plebe, eran inviolables, mientras
ejercianel tribunado, y los: patricios no podían
en ningún caso aspirar á la potestad tribuni-
cia. En consecuencia do esto convenio se nom-
braron inmediatamente dos tribunos, que fue-
ron p, Licinio y L. Albino. Estos nombraron
tres colegas, uno de los cuales fué Sioiuio, el
mismo que propuso la retirada al Monte Sa-
grado: Eos nombres de los otros no se salva-
ron del olvido, según dice Tito Li vio.
•Tal fué el origen do la polcstad tribunicia
en Roma, La historia del tribunado es |a histo-
ria de la 'porfiada lucha sostenida por largo
tiempo entre los patricios y los plebeyos. La
potestad de los tribunos fué en su ' principio,
como hemos dicho meramente protectora, pero
bien pronto comenzó á ensancharse, y á tener
proporciones que aumentaban el poder de lu
plebe y disminuían el de los patricios.
Tres años después de la retirada al Monte
Sagrado se trataba r:n el senado del precio en
que hubia de venderse al pueblo una gran can-
tidad de trigo que se habia traillo de fuera pa-
ra su subsistencia. Hubo algunos senadores
que pretendieron retener o! trigo hasta que los
plebeyos, forzados por la necesidad, renuncia-
van los derechos que habían adquirido por la
ley;sagrada, y uno de los que con mas ener-
gía sustentaban este dictamen era C. Mareio,
apellidado Corioluno, por haber tomado á Cu-
riólos, ciudad de los volseos. Enfurecida la
plebe contrae Mátelo, estuvo á punto de aco-
meterle un dia ai verle salir de la Curia, pero
lp evitaron los tribunos, emplazándole como
reo- para ante el pueblo y sometiéndole á un
juicio. El senado y los patricios, aunque muy
á su pesar, se vieron en la necesidad de con-
sentirlo, y desde entouces quedó reconocida
la facultad de/emplazar y someter á los. patri-
cios al juicio del pueblo como inherente á la
potestad tribunicia
Continuaron las disensiones entre las pj;
tricios y plebeyos. Publilio Yolernu,. que per-
tenecía ú esta clase y habia estado para ser
apaleado delante del pueblo por mandato de
un cónsul, logró salvarse' de esta afrenta, con-
citando la ira popular, y al ano) siguiente Im-
biéndose hecho nombrar tribuno, consiguió
que se formara (¡na ley, por la cual se esta-
bleció que los comicios para la elección de
tribunos se celebrasen por tribus, quedando
por este medio anulada la influencia del órden
senatorio en el nombramiento de tales ningis-
trados. En esta época, dice Tito Livio, que se-
gún el testimonio de Pisón, con el cual no
está conforñie, se aumentó basta cinco el mi-
mero de los tribunos.
En e! consulado de L. Ebucio y P. Seni-
lio, trató un tribuno llamado C. Terenlilo, de
proponer una ley cuyo objeto era restringir
la- autoridad consular, y aunque se abstuvo tic
proponerla, mientras duró la ausencia jfe
aquellos cónsules que estaban haciendo 1;¡
guerra contra los volseos, al fin se hizo la
proposición, que encontró, como era de es-
perar, mucha resistencia, pero que dio por ra-
stillado un convenio en que el número de los
tribunos se aumentó hasta diez, á condición
de que ninguno pudiese ser reelegido para us-
ía magistratura.
Mas adelante propuso el tribuno Canillero
una ley aboliendo la prohibición de mezclar-
le las familias plebeyas con las patricias por
medio del matrimonio, y sus "colegas propu-
sieron que los cónsules pudieran ser elegidos
indistintamente cutre los patricios y los ple-
beyos, y uo solo entre los primeras como en-
tonces. La primera de dichas proposiciones
encontró menos resistencia que la segunda y
fué aprobada. En cuanto á la segunda hubo una
especie de transacción, pues se convino en
que en vez de cónsules se nombrasen unos
magistrados que tenían las mismas facultades
que estos y podían ser plebcyus, pero deno-
minándose tribunos militares. Sin embargo
de haber triunfado la plebe, los primeros tribu-
nos militares que'se nombraron fueron patricios,
So mucho después C. Licinio Stolou y li-
cinio Seslio, tribunos do la plebe propusieron
doí" leyes que hicieran aprobar ai On. Una es-
tableció que loa plebeyos pudieran ser cónsu-
les y otra que ningún romano pudiera poseer
mas do quinientas yugadas de tierra, licinio
Sextio fué el primer cónsul plebeyo.
Cuándo la plebe encontró abierto-el cami-
no para [a magistratura suprema adquirió una
influencia . política que por necesidad quilo
gran parle tic su importancia al tribunado.
itlBÍÍÍ) !)!•: I.UIÁEI.. La palabra Iribú sig-
nifica una parte de aquellas en que se divide
un pueblo, ó bien la ■porción de gentes que
pertenecen á una de las fracciones en que so
reparte una nacipu.
TR1UUS DE ISRAEL
510
El pueblo de Israel, él pueblo escogido, el
pébld bebi'co, el pueblo de Dios, que con to-
dos estos nombres es conocido en lii liisté'ría
él que salió de Egipto para habitat la tierra de
promisión, se dividió en doce tribus, cftié se
Humaron ¡as doce tribus de Israel listas chm
jaae'Juda, palabra que sigiiiíiea alabanza;
la de Sime'M. palabra que Significa escuchar;
]a de Benjamín, palabra que significa hijo de
la veje?-; la de Dan, palabra que significa
jéeio; la de Efrain, palabra que significa
acrecentamiento; la de Munasé's, palabra que
significa olvido; la dé ¡sacar, palabra que sig-
nifica recompensa; la de Zabulón, palabra que
significa morada; la de Mér¡ palabra que
sigaífles dicha; la de Neptali, palabra que
significa comísate; la de Rubén, palabra que
significa hijo de l¡¡ visión; y la de Gad, pala-
bra que significa prosperidad. La tribu de Le-
ti¡, palabra que significa consagrado á Dios,
no se contó verdaderamente en el número por
su deslino especial y por oslar mezclada con
todas las demás.
Llegados que fueron los israelitas á la tier-
ra de llanaam, llamada después tierra de pro-
misión, Palestina, .ladea, y boy Tierra Santa,
se dividió el terreno entre las doce tribus .ver-
daáéiiSj escluycndose' por consiguiente la de
Levi, que por estar dedicada al cullo no se la
repartió territorio, aunque se le señalaron cua-
renta v ocho ciudades de las oirás tribus, á
fin de que pudiera habitat en ellas, con sus al-
rededores, estando sus ganados en la facultad
de paslar basta la' distancia de dos mil codos
de las mismas poblaciones.
La división que' se practicó fué la siguiente:
La írifií* de Judd obtuvo ei territorio á la
parte Occidental del Mar Muerto , teniendo al
Mediodía los desiertos de la Idímiea.
La de Simeón al Oeste úe la de Iudá, y
confinaba al Sur con el desderlo, y -A la parle
Occidental con el Mediterráneo, ó mejor di-
cho, con el pais de ios Filisteos.
La de Benjamín tenia al Slid la de Jiidá, y
por el Este lindaba con el Jordán y el Mar
Mnerto. . .
La de Dan se bailaba al Norte de la de Si-
meón: por el Este confinaba con la"-, de Benja-
mín, y al Oeste con el Mediterráneo y los fi-
listeos. * ;'
La de £ /"rain, estaba al Norle de las de Dan
}' Benjamín, lindando al Este, con el Jordán, y
al Oeste con el Mediterráneo.
La de Manases, una parte estaba al Orien-
te del Jordán, y la otra tenia el territorio á bi
parle del Norte de. la de Efrain, y se estendia
por el Este hasta el Jordán, y al Ocaso' termi-
naba en el Mediterráneo.
La de ¡sacar tenia al Oriente el Jordau'; - al
s«r la segunda mitad de Manasés, y por el
Oesle llegaba basta el Mediterráneo.
La de Zabulón estaba situada' al Norte de la
de /socar, y en los otros términos se hallaba
rodeada por las de Aser y Neptali.
La de Aser tenia al Este .las de Zabulón y
Neptali, al Norte el Líbano, y por el Oeste*'
confinaba con la Fenicia y el Mediterráneo.
. La de Neptali estaba entre la de Aser y
primera mitad de Manasés, y tenia- al Norte
el Líbano y al Sur la de Zabulón.
La de Rubén y ta de Gad estaban ála par-
te Oriental del Mar Muerto y del Jordán.
Para dar teas claridad á todo lo dicho po-
nemos^ continuación dos cuadros uno de los
nombres de las tribus, sus capitales y terri-
torio, y otro de las ciudades levilicas ó de re-
fugio. De este modo se conocerá á primera
vista todo cuanlo inleresa^aber respecto á es-
ta parte de la historia del pueblo judio.
Primer cuadro.
Sombres de r„„i,„i.„
las tribus. Capitales.
Situación.
.Iudá. .
Simeón.
Benjamín
Dan.. .
Efrain..
Manasés.
Isacar .
Zabulón.
Aser. .
Neptali.
Rubén. .
Gad. . .
Ilebron. .
üersabé..
. Jebus, .
. Joppe. .
, Siqnen. .
. Astarot. .
. Ramet. .
. Belulia. .
. Caná. . ,
i Azor. . .
. llesedon.
. Manain. .
J Al Oeste del Mar
i Muerto.
( Al Oesle dé la de
1 Judá.
iríl Oeste del Jordán
| y NOrte de la de
[ Judá.
i Al Norle de la de
) Simeón.
Al Norle de las de
Dan y Benjamín.
La 1.a mitad al Es-
te del Jordán y
( la de 'i. 4 al Oeste.
ÍAl Norte de la i."
porción deMana-
sés y al Oesle
del Jordán. .
i Al Norte de la de
í Isacar.
j Al Oesle de la de
( Zabulón.
1 Al Este de la de
} Aser.
Al Este del Mar
Muerto.
Al Este del Jordán,
Norte de la de
Rubén, y Sor de
j la 1." mitad de
v. Manasés.
Segundo cuadró.
Tribus.
r. (Ilebron, Lábana,
Jatia- • " \ • Istemo, Ilolon,
Simeón.
Nombres de las ciudades
levilicas y de refugio.
Jether,
Dabír.
Bethsa-
Bcnjamin.
Dan.. . .
(Ain ó Asan, Jeta,
' í mes.
IGabaon, Gabaé, Analot,
' i Almoi).
(Eltlieco, Gabathon, Aya-
' l Ion, Getbremon.
\
Mi
TRIBUS DE ISRAEL— TRIBUTOS
513
Tribus.
Nombres de las ciudades
levíttcas y do refugio.
„ JSiquen, Gazer..
Mraul ) Beth-horon.
Cibsain,
Manasés( limitad.).
Manases (2. 'mitad.).
Isaear.
Gaulon, Bosra.
Thauch, Gelhremon.
Cesión, Dabareth , Jara-
moth, Engannin.
, . ¡Jecnána, Carta, Damna,
¿aüal0Q | Naalól.
. , Masal , Abdon, Ilelcatli,
Asei | Rohob.
.. Ceder, llanmonth-Bor,
"epia" j Carlliau,
„ . - Bosói' , Jasér , Jeflrsón,
Ruben ' ■ SefaatU;
„\, (Ramoth, Manain, Hese-
uaa { bon, Jaser.
Con estos cuadros se adquiere inmediata-
tamenle el conocimiento de cnanto interesa
saber sobre el número, nombres, capitales, si-
tuación y ciudades levüicas y de refugio de
las tribus de Israel.
TIUBb'TOS. De este modo se denominan las
cantidades que pagan los habitantes de un es-
tado por el' repartimiento qne se les hace para
sostener las cargas públicas, consignadas en
los presupuestos generales, provinciales y mu-
nicipales.
Las obras de los antiguos legisladores y
economistas españoles contienen tan sublimes
leorias sobre la imposición de los tributos, que
no podemos resistir al deseo de éstractar lo
mas notable que en ellas hallamos para dar
una idea de la madurez y de la sabiduría de
nuestros codificadores y hombres de gobierno
y de letras.
Las leyes de Partida, después de consignar
que los reyes solo tienen derecho á exigir de
sus subditos lo que tomaron sus antecesores
para satisfacer sus necesidades, dicen en la
ley ?.s, del título XXVIII, de la Partida 3.
«que las rentas, los pechos y los tribuios que
dan los bornes, son de los reyes, é filáronles
otorgadas estas cosas para que hobiesen con que
se mantener honradamente en sus despensas,
ó con que pudiesen amparar sus tierras, é
guerrear con los enemigos. »
Don Jnan II en las cortes de Castilla de
13S5, al lamentarse de la funesta jornada de
Aljubarrota, decía que la sentía por los pechos
que era necesario imponer a los pueblos, por
que como «de eolos pechos pese á vosotros,
debe'des entender que mas pesa á nos; cá bien
subedes que nos, en cuanto rey, debémonos
haber como un padre acerca de su fijo, y fio
mo tal padre de este regno somos temidos é
obligados de aliviar los pechos en cuanto pu-
diéramos.» Y habiéndole ofrecido las corles de
Bríviesca varios tributos no los quiso aceptar,
respondiendo' «que faria sinrazón á sus vasa-
llos eu demandarles y tomar mas de lo que le
fuere menester.»
Los ministros reunidos en 159,5, bajo h
presidencia del marqués de Poza, para busca
arbitrios, dijeron, «que el medio mas principa!
de aumentar y boneliciar la hacienda no era el
de imponer tributos, sino el de enriquecer á
los vasallos, porque de las piedras no puede
sacarse aceite. »
Don Diego de Saavedra Fajardo escribía en
la Empresa LXVIl de las suyas políticas «que
los tributos no se han de imponer en aquellas
cosas que son precisamente necesarias parala
vida, sino en las que sirven á las delicias, áli
curiosidad, al ornato y á lá pompa, en lo cual,
quedando castigado el esceso, cae el mayor
peso sobre los ricos y poderosos, y quedan
aliviados los labradores y oficiales. >>
Osorio en su Estension política y económi-
ca, asegura «que bajando la mitad de los tri-
butos valdrían mas las rentas;, que el mayor
tributo que debieran pagar los vasallos era un
por 100.»
Solorzano, en sus Emblemas, ha estableci-
do en versos latinos máximas luminosas sobre
la imposición de tributos.
Martínez de la Mata aconseja que se impon-
gan los menores tributos que ser pueda y que
se repartan bien.
El marqués de la Ensenada decia al rey don
Fernando VI, «que el esceso de los íriiwlot
mataba los manantiales de la riqueza pública,
por lócual aquellos debían reducirse.»
Macauáz esponia á don Felipe V, «que los
tribuios debían ser muy moderados y arregla-
dos en todo al producto de los bienes de
los vasallos, teniendo eu consideración que no
sean vejados."
Cándara manifiesta «que cuanto mas se
acrezcan los impuestos, cuanto mas se eslaa-
qneu los géneros, cuantos mas arbitrios seia-
tenten de nuevo, y cuantas mas contribucio-
nes se exijan á la nación, oíro tanto bajarán
las rentas del rey.»
Campománes espresa «que el acierto en li
materia de tributos está en lijar de tal modo la
imposición que no pueda ser engañado el qiic
lá exije ni el que la paga, y comprenda i la-
dos los contribuyentes en una exacta propor-
ción.» . .
Don Bernardo Ward «quería que para la im-
posición de los tributos se tuvieran présenles
la diferencia de las clases de los vasallos j' I»
diferente calidad de los objetos.»
De estas doctrinas de los legisladores y ec*
nomistas antiguos españoles, se deduce, que
los tributos se deben al principe 6 á la nación
para mantener el decoro de la persona de aquel
y la seguridad ó independencia del Eslaito;
que los sacrificios pecuniarios deben tenería
limite, cual es las necesidades del país y la ri-
queza deL pueblo; que los tributos debcu se-
guir la razón directa de las necesidades verda-
deras; que su número debe reducirse al aiini;
mo posible; que la utilidad del erario no con-
siste en el pesoescesivo de los tributos, sin»
513
TRIBUTOS
en que se concillen con la posibilidad del con-
tribuyente; que deben establecerse las contri-
buciones bajo reglas que lejos de destruir fo-
menten los manantiales de la riqueza, pública;
que no deben recaer sobre la clase, indigente;
que se lian de imponer con igualdad y equi-
dad, cuidando de la nivelación en los reparti-
mientos; que la recaudación debe ser la mas
económica y menos vejatoria; que los tribu-
losdeben imponerse sobre los fondos que pro-
ducen las riquezas; que la cuota- individual,
(Inalmente, no debe esceder de un 5 por 100
en circunstancias ordinarias de paz y de pros-
peridad.
Los tributos deben destinarse á cubrir las
atenciones de los Estados, y para que aquellos
no sean crecidos deben estas disminuirse,
prescindiendo de todo gasto innecesario, porque
los gastos en general son improductivos y es-
tériles, consumiendo y no creando.
Todos los tributos pueden comprenderse
en seis especies principales. Primera, los tri-
butos territoriales, que pesan sobre la propie-
dad rústica y urbana: segunda; los de inquili-
nato, que gravan sobre los alquileres de las
casas: tercera; los de la renta pública, que se
dirigen contra los acreedores del Estado: cuar-
ta; los personales, que se imponen sobre el
individuo, como la capitación, el derecho de
patentes y las contribuciones suntuaria y movi-
liaria: quinta; los convencionales, que se im-
ponen por derechos sobre los actos civiles y
sobre las transacciones sociales, como los que
tienen el papel sellado, el registro, las hipote-
cas, las ventas: y sesta; los comerciales, (pie
gravitan sobre los efectos de comercio, como
la sal, el tabaco, los hierros, etc. Todos estos
impuestos destruyen y no crean, y por lo
mismo disminuyen la riqueza pública, por lo
cual debo hacerse uso de ellos con sobriedad
y parsimonia.
Mucho soba disputado y dispula sobre si
son mas ventajosos los tributus directos que
los indirectos y viceversa, dividiéndose los
cconomMas en dos escuelas enteramente con-
trarias; pero preciso es decir que es mucho
mayor el número de tos que sostienen los im-
puestos directos. Estos esponen que el tributo
directo pesa sobre el pudiente tan solo, y siem-
pre en relación proporcionada con su riqueza,
(ic modo que de.esla manera se causa el menor
perjuicio posible y únicamente á quien puede
soportarte, Sus adversarios dicen que tanto es
mas beneficiosa y mas llevadera una contribu-
ción, cuanto menos se advierte que se paga y
cuanto menos se aféela en el momento de sa-
tisfacerte; siendo esto lo que acontece con los
impuestos indirectos. Lomas razonable es sos-
tener que los tributos directos deben ser prefe-
ridos, y que los indirectos solo deben exigirse
en cantidades cortísimas, de modo que no ve-
jen ni ofendan á los pobres y necesitados.
Los ¿ri&utos tienen un limite, y una vez
traspasado ocasionan graves disminuciones en
'¿202 D1ULIOTKCA POPULA».
sus productos. Asi es que en este particular
conviene ser parcos, y mas vale pecar por can-
tidad de menos que por esceso.
Los tributos han tenido en España distin-
tos nombres; que no es del caso referir en es-
te lugar.
Para terminar el articulo ponemos dos cua-
dros de los tributos, derechos y contribuciones
que pagaba el pueblo por todos aspectos en el
año de 1S0G, y de los que se cobraron con ar-
reglo á las leyes de presupuestos generales,
provinciales y municipales, aprobados para el
año de 1853, haciendo espresion del importe
quo aquellos tuvieron y del que se calculó á
los últimos.
Cuadro correspondiente al año do 1S0G.
Rs. vn.
Aduanas 60.000,000
Aguardiente 19.000,000
Albufera
Alcabalas
Almirantazgo
Alojamiento/ . . . , ¿
Amortización
Andage
Ancorage. ......
Anualidades
Avería
Azúcar
Azogue
Azufre
Bagages .......
Barcage y portazgos.
Bailias
Braceage y señoriage.
Bula de cruzada, . . .
Bulas de obispos. . .
Caballos de regalo. .
Cal y ladrillo
Cámara (sus efectos).
Capitanías de puerto.
Catastro en Cataluña.
Cena de ausencia. . .
Censos enfttéuticos. .
Cientos
Coches
Cofradías. . . . -. . .
Correos . .
Criados
Curia romana
i. 000,000
30.000,1)00
"4.600,000
20.000,000
90,000
2.000,000
I. 000,000
4.000,000
11.000,000
1.000,000
16.000,000
400,000
73.000,000
20.400,000
400,000
200,000
22.000,000
500,000
2.000,000
100,000
1.200,000
2.000,000
17.000,000
14,000
00,000
40.000,006
1.000,000
II. 000,000
10.000,000
2.000,000
8.000,000
Derechos de estola 127,-670,000
Id. feudales de los señores. . 83.000,000
Diezmo eclesiástico 900.000,000
Equivalente. . . . 8.000,000
Bscusadq. ..... 30.000,000
Espolios, 1.500,000
Fiestas religiosas . , 490.000,000
Bel medidor. ........ 6.000,000
Fondo pió H.000,000
l'rutos civiles 10.000,000'
Generalidades 800,000
Gracias al sacar 2,000,000
T. SSXHI. 33
515
InqnisícLon
Internación.
Jabón
Legados y herencias. . . . .
Lanzas ,
Limpia de puerto
Linterna , . . .
Lleuda. . . .
Lotei-iu
Luismos..
Maestrazgos
Media anata
Manutención de frailes mendi-
cantes •.
Mesadas eclesiásticas
Millones.. .
Misas.
Mortajas.
ííaipes
Navarra (sus contribuciones).
Novales. .■
Noveno
Ocho por cieuto. .......
Paja para las tropas
Pantano de Alicante. .....
Papel sellado
Pariage (Derecho de)
Pasaportes
Patrimonio real. . ■
Pecha
Penas de cámara
Plomo (Renta del)
Población de Granada
Pólvora (Renta déla)
Pósitos
Práctico
Primicia
Propios y^arbUrios
Puertas (Derechos de)
Rentillas '
Salinas.
Subsidio eclesiástico. ....
Tabaco. .
Talla
Toneladas. '. .
Unica contribución '.
Unos por ciento. .......
Utensilios.
Vacantes eclesiásticas. . • . . .
Vino (Derechos sobre el). . .
Total del importe de todos los
TRIBUTOS
Rs. vti.
400,000
20.000,000
3.000,0'Oü
4.000,000
2.000,000
2.000,000
500,000
400,000
to. 000, 000
. 100,000
¡.000,000
1.300,000
24.000,000
1.000,000
30.000,000
54.000,000
7:000,000
1.000,000
4.000,000
200,000
32.000,000
3.000,OUO
7.000,000
200,000
18.000,009
2.000,000
500,000
000,000
22,000
1.264,000
23.000,000
200,000
15.000,000
100,000,000
2.000,000
230.000,000
103.000,000
6.000,000
30.000,000
66.000,000
4.000,000
50.000,000
1.500,000
3.000,000
7.000,000
12.000,000
9.000,000
2.000,000
60.000,000
51G
Hs. vn.
tributos en 1806 3,006.150,000
Estos tres mil seis millones , ciento cin-
cuenta mil reales vellón, grababan sobre
" 12.000,000 de habitantes á que ascendía en
aquella época la población de España,
Cuadro del presupuesto para el año de' 1853.
Contribución de inmuebles,
cultivo y ganadería. . . . 300.000,000
Id. del subsidio industrial y
de comercio
Derechos de hipotecas. . . .
Veinte por ciento de propios.
Productos de ios bienes de la
Inquisición, del Estado, de
adjudicación por débitos, de
secuestros particulares , del
de don Carlos, del de don
Sebastian y su madre", de
canales , de baldíos y rea-
lengos, de la orden de San-
Jiian .
Obligaciones de compradores
de bienes del clero secular.
Hcnta de población
Regalía de aposento
Fondo de equivalencia. . . .
Impuestos sobre grandezas y
títulos
Espedicion y toma de razón de
títulos
Descuento gradual de sueldos
de empleados
Impuesto de 5 por 100 de mi-
nas y derechos de sus per-
tenencias
Equivalente de las provincias
Vascongadas , calculado. .
Derechos de arancel de Adua-
nas
Id. de navegación, puertos y
■ faros sobre las naves . . .
Guias, pases, registros, trán-
sitos, abandonos, recargos,
precintos y derechos me-
nores.. . .'
Parte de comisos pertenecien-
te a la Hacienda
Contribución de consumos. .
Derechos de puertas. ....
Diez por ciento de administra-
ción de participes
Ingresos eventuales
Renta de tabacos
Renta de sal
Renta de papel sellado y do-
cumentos de giro
Multas y penas de cámara. .
Renta de pütvora .
Arbitrios de amorlizacion. . .
Casas de moneda.
Minas de Almadén. .....
Id. de Rio^tinto
Id. de Linares.
Id. de Falset
Id. de Alcaráz . .
Id. de' Marbelta
Loterías.
Obligaciones de la Península
qüB pesan sobre las cajas
de la Habana. .
Id sobre las cajas de Fili pinas.
3.035,
5.000,000
16.000,000
¡60,7 00,000
3.000,000
1.100,000
4.000,000
400,000
200.000,000
100,000,000
35.000,000
4.000,000
8.000,000
5.300,001)
3.472,000
12.775,00(1
6.120,001)
1.7 6 5,000
27,001)
1 6,000
fi,500
90.000,000
5,000,000
10.038,450
517
TRIBUTOS-TKIDENTINO
Rs. vil.
3Í8
Rs. vn.
Sóbrenle de las cajas de la Ha-
bana 40.000,000
Idem délas de Puerto Rico. . G. 000,000
Itoii de las de Filipinas. . . 8.000,000
Dolelui del ministerio de Ha-
cienda 288,100
Premio del 3 por 100 del giro
de forróos 030,000
Proiluclu líquido du la venia
,!,! (¿cienes de carreteras, 82. 200,000
Tres por ciento sobre el fon-
do de preces á Boina, . . 701), ton
Inlerpi elación de lenguas. . 20,000
Consalados. . . . '. 680,000
Importe de grados y exáme-
nes de escolares ' 700,000
Derecho^ de- títulos 000,000
Derechos de matriculas y gra-
dos. . 8.220,000
Productos de fincas, rentas y
censos de universidades y
colegios ." 400,000
Consignaciones de institutos. 500,000
Arbitrios. . . . 80,000
Cancillería del ministerio, (le
Gracia y Justicia 25,000
Contingente de pósitos. . . . 1.500,000
Correas 36.3iO.0DU
huilienta Nacional 1.500,000
Presidios 1.000,000
Vigiluuciu ■ 6.000.000
Policía sanitaria 1.300,000
Montes y plantíos, 250,000
Fincas y rentas del comercio. 13,000
Escocias especiales ..... 1.180,000
Obras públicas 18.357.ihk)
Boletín del ministerio de Fo-
mento 200,000
Alquileres do casas - -1 1. 177
fletes de buques 4,570
Deposito hidrográfico 185 HU
Observatorio astronómico. . . 3' 5,000
Ventas y auxilios ...... * 14,500
Bidentes de navegación y con-
traseñas 2,260
Almadravas I
Rentas de edificios y terrenos. 43 800
l'roductos de Heles de los va-
„ P°ros. . . , t. 767, 600
■contribuciones, arbitrios, pro-
ductos de propios , y todos
los ingresos por derechos
provinciales y municipales,
Mo calculado eu 1,460.000,000
Diezmos y primicias que se
pagan en las Provincias Vas- •
congadas, calculado .... 3 000,000
tiestos religiosas , entierros,. '
misas, derechos de estola y
,P¡ de altar, todo calcula-
J™*» 200.000;000
1 afras por todos los demás con-
ceptos <. 130.000,000
Tola! del importe do todos
los tributos eu 1853. .... 3,340.229,348
Eslos irasmil trescientos cuarenta millo-
nes, doscientos veinte y nueve mil , ír-esetefi-
los cuarenta y ocho reales vellón , se han pa-
gada por cerca de. quince millones de habi-
tantes.
Los dos cuadros precedentes demuestran
que en el año de ¡S53 los tributos en España
ban superado á los de 1 806 en 334.079,348
reales; pero" si se advierte que la masa de con-
tribuyentes se lia aumentado en eerca de Ires
millones, aparecerá que en 1853 han pagado
los españoles menos cantidad proporcional qué
la que pagaron en 1806.
TRICÜCEFAI.I) MI HOMBRE. (Historia na-
tural.) Esto animal i llamado lambien lombriz
de cotadehilo Itrichocefalus dispar] es una es-
pecio ríe helminto cavitario del género tricocé-
falo, rpic vive comunmente como parásito en
el intestino grueso y en el ciego del hombre.
TRIlí#-Tfi?0. Asi se llama el último conci-
lio ecuménico celebrado en la cristiandad, y to-
ma su nombre de la ciudad de Trento, capital
del Trentino en Italia , por haber sido esta el
punto en donde se reunieron los obispos del
orbe católico para dictar sus santas disposi-
ciones.
La propagación de las heregias de Lotero,
de (¡alvino y do Ziiiuglio tomaba de dia en día
en el siglo XVI un incremento maravilloso, y
amenazaba invadir todos los estados católicos.
Por otra paite la! relajación de la disciplina
eclesiástica sebabia hecho tan general desde
el siglo XII, que era necesario acudir al reme-
dio de los males que ocasionaba, buscando sin
demora un correctivo á todos los abusos.
El emperador Carlos V, rey de España, cre-
yó que no era posible corlar los progresos de
las lieregtas y restablecer las buenas costum-
bres de los clérigos sin acudir á la celebra-
ción de mi concilio general , y en esta per-
suasión acudió personalmente al papa Paulo 111,
solicitando la convocación de la asamblea uni-
versal déla Iglesia. Largo tiempo resistió el pon-
tífice á los deseos del monarca alemán y espa-
ñol; pero convencido al fin de la urgente nece-
sidad de poner término á los males de la Iglesia,
espidió una bula por la cual convocaba el conci-
lio general para la ciudad de Mantua, debiendo
reunirse el dia 23 do mayo de 1537. Poco
tiempo antes de esta Fecha so conoció la im-
posibilidad de llevar á efecto la asamblea, ya
porque el duque de Mantua se negó á consen-
tir que se celebrara en esta capital, y ya por-
que el emperador y el rey de Francia oponían
obstáculos á la reunión ; resollando de aqni
que el papa espidió otra bula señalando la po-
blación de Vicencia, Vieenüo, y el dia 1.a de
mayo de 1538 para la primera sesión. Nuevas
51 ft
TRIDKNT1N0
520
dificultades surgieron que hicieron nula esla
segunda convocatoria, y por lo mismo fue pre-
ciso prorogav la apertura del concilio hasta
la. Pascua de Resurrección del año de 1539;
mas como no se terminaran las diferencias
que cada dia tenían entre si los principes ca-
tólicos, el papa suspendió la convocación del
concilio hasta un tiempo indeterminado.
llorante este periodo el sumo pontífice
nombró comisiones de teólogos y de cardena-
les que esíeudiesen la reforma, fundándola en
la necesidad de corregir los abusos que exis-
tían en la Iglesia y en la córtede Roma; y ve-
rificado este importantísimo trabajo propuso
en pleno consistorio por si mismo la reforma,-
que no se estimó por creer lamayorparte del
sacro colegio que asunto tan vital debía ser
examinado, discutido y aprobado en un con-
cilio general.
Esta resolución hizo que se volviera á pen-
sar en la reunión de la ecuménica asamblea,
y orillados los muchos y nuevos inconvenien-
tes que ocurrieron se lijó la ciudad de Trento
y se señaló el día 15 de marzo de 1543 para
la apertura del concilio. Otra vez fué preciso
suspender y prorogar el tiempo de esta, y asi
es que no se realizó definitivamente hasta el
13 de diciembre de 1545, siendo legados del
papa , y como tales presidentes, los cardena-
les Juan María del Monte, obispo de Palestina,
Marcelo Cervini, presbítero de Santa Cruz en
Jerusalen, y Reginaldo Polo , inglés, diácono
en Santa María in Cosmedin, Asi aparece de la
bula que se halla al frente, de las actas del
concilio y de la reseña que en el mismo se
hace antes de insertárselas disposiciones acor-
dadas por los padres que asistieron.
En la primera sesión, tenida en 13 de di-
ciembre de 1545, se declaró el concilio y se
señaló el 7 de enero de 1546 para celebrar la
inmediata.
En la sesión II , celebrada en dicho 7 de
enero, se decretaron el arreglo de vida y otras
GOsas que debían observarse en el conciíio, di-
rigidas todas al buen órden y á la mejor edi-
ficación de los padres y de los fieles.
En la sesión I¡1, cetebrada en 4 de febrero,
se decretó el símbolo de la fé.
En la sesión IV, cetebrada eu 8 de abril,
se hicieron declaraciones sobre las Escrituras
canónicas y sobre la edición y uso de la Sa-
grada Escritura.
Eu la sesión V, celebrada en 17 de junio,
se redactaron decretos sobre el pecado origi-
nal f sobre el establecimiento de cátedras de
Sagrada Escritura ; sobre los predicadores de
la palabra divina, y los demandantes.
En la sesión V!, 'celebrada en' 13 de enero
de 15*7, se hicieron decretos sobre la juslííf- j
cacion; sobre la residencia de los prelados en 1
sus iglesias; sobre la residencia de los bene-
ficiados en sus beneficios, sobre la corrección
de los escesos de los clérigos seculares y' re-
gulares; sobre- la visita de las iglesias po"r los
obispos y prelados mayores, y sobre el no
ejercicio de la autoridad episcopal fuera du |¡i
respectiva diócesis.
Eu la sesión VU, celebrada el 3 de mmn,
se estendieron decretos sobre los Sacramen-
tos; sobre ei gobierno de las iglesias cálete-
les; sobre la obtención y retención de bcueil-
cios; sobre sus uniones; sobre separación tic
iglesias y cuidado de las almas; sobro consa-
graciones de prelados; sobre dimisorias en se-
de vacante; sobre dispensas de edad ; sobre el
examen precursor de la ordenación; sobre el
conocimiento - de las causas exentas por las
obispo, y sobre gobierno do los hospitales.
En la sesión VIH, celebrada en i ¡ do mar-
zo, se leyó la bula espedida por el papa en 2.1
de febrero: y en su vista y mediante estar lia-
ciendo estragos en Trento la pesie, habiéndo-
se rcllrado del concilio muchos padres, se
acordó trasferirlo interinamente á Bolonia f
celebrar en esta ciudad la novena sesión el
dia 21 de abril . Esta disposición fué combatida
por los padres españoles, y dio origen á serias
controversias y á que se formulara de órden
del emperador Carlos V la célebre mniilfesl»-
cionde fé conocida con el nombre de Intérai,
Llegado el dia en que debía tenerse la novena
sesión fué necesario prorogarla por no liabcr
en Bolonia número suficiente de obispos y teó-
logos, y convocado el concilio para el ! de
junio volvió á prorogarse en la sesión X has-
ta el 14 de setiembre; prorogándose en osle
dia en uná congregación general hasta un (¡cul-
po indefinido
Suspensa quedó la célebre asamblea sin
saberse cuando continuaría sus impártanles
trabajos, y así permaneció húsja que muerto el
papa Paulo 111 eu 1549, y habiéndole sucedi-
do con el nombre de Julio III el cardenal dtf
Monte, el legado en las sesiones celebradas,
convocó, por bula espedida en 14 de noviem-
bre de 1550, el concilio otra vez jiara la ciu-
dad de Trento, debiendo reunirse ell."dc
mayo de 1551, bajo la presidencia de los lega-
dos Marcelo de ürescentiis, Sebastian Pigliino,
arzbbíspo de Siponto, y Luís bipomano, obis-
po de Vcrona. El día señalado so reunieron lus
padres y acordaron la reasunción del conci-
lio, siendo esla la sesión XI.
En la XII, celebrada eu l." de setiembre,
se prorogó para cuando llegaran algunos pre-
lados que todavía no habían podido con-
currir.
En la sesión XIII, celebrada en 11 de. oc-
tubre, se hicieron decretos sobre el Santísimo
Sacramento de la Eucarislia; sobre el deber du
los obispos de velar en la reforma de las cos-
tumbres, de sus subditos; sobre apelaciones;
sobre degradación de los clérigos; sobre ab-
solución de los delitos y remisión de las pe-
nas; sobre citaciones délos obispos; sóbrelas
calidades de los testigos para deponer contra
los obispos, y sobre el conocimiento da las
causas graves de estos. Eu esla sesión se con-
531
TÍUDENTÍNO
522
cedió también un salvo-conducto á los protes-
tantes para que acudiesen al concilio.
En Ja sesión XIV, celebrada en 25 de no-
viembre, se consigno la doctrina de los Santí-
simos Sacramentos de la Penitencia y Extrema-
unción; y se publicaron decretos sobre el de-
ber de los obispos de amonestar á sus subditos
á pe cumplan con su ministerio ; sobre el
castigo de los que ascienden i las órdenes
cuando tienen prohibición, cuando están en-
tredichos ú suspensos; sobre las penas de los
obispos que confieran órdenes á quien no sea
súbdilo suyo; sobre suspensión de los clérigos
ordenacos por un obispo estraúo; sobre cor-
recciones de los clérigos; sobre la jurisdicción
do los jueces conservadores; sobre la obliga-
ción de vestir el trage clerical; sobre prohibi-
ción de ascender á las órdenes al homicida vo-
luntario; sobre impedimento de castigar á clé-
rigos de otra diócesis; sobré incompatibilidad
do las uniones de beneficios de distinta dióce-
sis; sobre conferir á los regulares los benefi-
cios regulares; sobre la vida de obediencia en
los monasterios; sobre obtención del derecho
de palronalo, ó sobre la presentación é insti-
tución de los beneficios.
En la sesión XV, celebrada en 25 de enero
de 1552, se acordó prorogar la decisión de
varios puntos pendientes y se concedió nue-
vo salvo-conducto á los protestantes.
En la sesión XVI, celebrada en 28 de abril,
se estimó la suspensión del concilio por dos
años, siendo los motivos del decreto pontifi-
cio que asi lo disponían las nuevas disputas
ocurridas entre el emperador y los legados
del papa, la retirada de la mayor parte de los
padres, el temor de una guerra entre Carlos V
7 el elector de.Sajonia Mauricio y las difi-
cultades que los bereges suscitaban- para im-
posibilitar la terminación de las tareas de la
sania asamblea. Suspendido quedó de nuevo
el concilio, y asi estuvo por espacio de diez
años, hasta que el papa Pió IV, sucesor en 1555
de Julio III, espidió en 29 de noviembre de
1560 bula de celebración y continuación.
lín i ü de enero de 1 562 se celebró la se-
sión XVII bajo la presidencia del cardenal de
Mantua Gonzale, nombrado primer legado, ha-
biendo dado lugar á una seria protesta de va-
rios prelados españoles la nueva fórmula que
se pretendía usar de decidir los puntos de
dogma y de disciplina proponentibus legatis,
frase que al fin pasó y so consignó en el de-
crclo.
En la sesión XVlll, celebrada en 26 de. fe-
brero de 1562, se decretaron la elección de li-
bros, el convidar a todos los (leles á la asis-
tcnciade! concilio, ,y el i.ar un salvo-conduc-
to amplísimo á los protestantes, lo cual se
confirmó en la congregación geueral de 4 de
marzo.
En la sesión XIX celebrada en 14 de ma-
yo, se prorogó la discusión, y lo mismo se hi-
zo en la XX, tenida en 4 de junio,
En la sesión XXI celebrada en 1G de julio,
se estableció la doctrina de la computan en
ambas especies y lado los párvulos, y se hi-
cieron decréíos ordenando .que las dimisorias
y lostimouiales se espidan gratis, escluyendo
de las sagradas órdenes á los que no tienen
de que subsistir; prescribiendo lo conveniente
sobre las distribuciones cuotidianas, sobre el
nombramiento de coadjutores delos*curas pár-
rocos; sobre líuiones de parroquias; sobre
nombramiento de vicarios; sobre traslación de
beneficios; sobro visita de los monasterios, y ,
sobre las indulgencias y supresión de de-
mandantes.
En la sesión XXII, celebrada en 17 de se-
tiembre, se consignó la doctrina sobro el sa-
crificio de la misa, y se publicaron decretos
sobre la vida y conducta honesta de los cléri-
gos; sobre promociones al gobierno de igle-
sias catedrales; sobre distribuciones cuotidia-
nas; sobre las votaciones en los cabildos; so-
bre dispensas-ecciro curiam; sobre conmuta-
ción de las últimas voluntades; sobre apela-
ciones; sobre obras pías; sobre notarios; sobre
usurpación de bienes de la Iglesia, y sobre
concesión del cáliz.
En la sesión XXIII, celebrada cu 15 deju-,
lio de 15G3, se reuovó la doctrina sobre el
sacramento del Orden, .y se dieron decretos
sobre residencia en las iglesias; sobre la con-
sagración de los obispos; sobre conferir órde-
nes; sobre la primera tonsura; sobre la edad
para obtener beneficios; sobre el examen de
los ofdenandos; sobre su promoción; sobre
conferir órdenes y beneficios y dar dimiso-
rias; sobre la edad para recibir, órdenes ma-
yores; sobre las cualidades para ser promovi-
do á las mismas órdenes; sobre oír en confe-
sión; sobre agregación á determinada iglesia,
y sobre seminarios.
En la sesión XXIV, celebrada en 11 de no-
viembre, se estableció toda la doctrina sobre
el sacramento del Matrimonio, y se dictaron
decretos sobre la creación de obispos y carde-
nales; sobre sínodos provinciales; sobre las
visitas de los obispos^ sóbrela predicación;
sobre las causas contra los obispos; sobre dis-
pensas de irregularidad; sobre esplicacion de
los sacramentos; sobre penitencias públicas;
sobro visitas de iglesias seculares; sobre inte-
gridad del derecho de los obispos; sobre pro-
moción á dignidades y-canongias de las igle-
sias; sobre socorro y limites de las iglesias;
sobre rebaja de frutos; sobre prebendas; sbbrc
nombramiento de vicario capitular sede vacan-
te; sobre concesión y retención de varios bene-
ficios; sobre administración de las iglesias va-
cates; sobre supresión de inmunidades; sobre
procedi'mientos en causas del fuero eclesiás-
tico, y sobre el modo dé tratar las malerias
en los concilios generales. Este decreto alude
á las palabras proponentibus legatis, contra
las cuales protestaron los obispos españoles.
En la sesión XXV y última, celebrada en
S23
TRIDENTINO
3 y en 4 de diciembre de 1563, se hicieron
decretos sobre el purgatorio; sobre la invoca-
ción, veneración f reliquias de los santos, y
de las sagradas imágenes; sobre los regulares
y monjas; sobre monasterios y casas; sobre el
ajuar y mesa de los prelados y no enriquecer
á sus parientes; sobre recibir los decretos del
concilio y hacer profesión de fe; sobre la cs-
comunion y censura eclesiásticas; sobre cele-
bración de misas; sobre cumplimiento de las
cargas impuestas á los beneficios; sobre visita
de los cabildos exentos; sobre accesos y re-
gresos de los beneficios; sobre administración
délos hospitales; sobre derecho de patronato;
sobre atribuciones del sínodo; sobre arrenda-
miento de bienes y derechos eclesiásticos; so-
bre diezmos; sobre 'Ja cuarta de !os funerales;
sobre castigo de los clérigos concubina rio»;
sobre esclusion de los beneficios de los hijos
ilegítimos de los clérigos; sobre conversión
de los curatos en beneficios simples; sobre la
dignidad, con que deben conducirse los obis-
pos, sobre observancia de los cánones; sobre
prohibición del duelo; sobre inmunidad y li-
bertad de la Iglesia, sobre la autoridad de la
sede apostólica; sobre las indulgencias; sobre
los ayunos y dias de fiesta; sobre libros; so-
bre recibir y observar los decretos del concilio,
y sobre el fin del mismo.
Se acaban de reseñar las principales dispo-
siciones del santo y ecuménico concilio de
Trento, y según se ve consta de veinte y ein-
co sesiones, en las que primero se ponen de-
cretos sobre el dogma, y luego los relativos á
la disciplina eclesiástica. El concilio fué fir-
mado ,por cuatro legados, dos cardenales, tres
patriarcas, veinte y cinco arzobispos, ciento
sesenta y ocho obispos, treinta y rraeve pro-
curadores de los ausentes, siete abades y siete
generales de órdenes religiosas.
Asistieron al concilio los españoles don
fray Bartolomé de los Mártires, don Pedro Guer-
rero, el cardenal racheco, don Martin de Aya-
la, don Diego Hurtado de Mendoza, don Fran-
cisco Alvarez de Toledo, Alepns, iofre, .Manri-
que, don Diego de Alava y otros varios, y fue-
ron consultores los sabios Domingo y Pedro,
de Soto, Carranza, Vega, Castro, Carvajal, Lni-
nez, Salmerón, Yillalpar¡do,Covarrubins, Meíi-
chaca, Arias Montano, Fuenlidueñas, Yeiasco,
Herrera, Varga*, ¡Zorrilla, Naya, Quintana, Mo-
rdí, Jarra, Zclin, Zarabia y Yozmetíiano. Fir-
maron el acta final los españoles Guerrero,
arzobispo de Granada; Mártires, arzobispo de
Braga; Agustín, obispo de Jaca; Stiarez, obispo
de Coimbra; Torre, obispo de Ceneda; Ayala,
obispo de Segovia; Hcnriquez de Atmansa,
obispo de Coria; San Miguel, obispo de Monte-
Mnrano; Sarmiento, obispo 'de Astorga; Arias
Gallego, obispo de Gerona; Muñaíones, obispo
de Segoi've; Blanco, obispo de Orense; Agn ir-
re, obispo de Corteña; Cuesta, obispo de León;
Gorrionera; obispó de Almería; Antonio Agus-
tín, obispo de Lérida; Quiñones, obispo de
Calahorra; Covarrubias, obispo de Cfu'ffáMif-
clrigo; Cazador, obispo de Barcelona; González
de Mendoza, obispo de Salamanca;- Cófduva y
Mendoza, obispo dcTortosn; Xaque, obispo de
Kioche; Álvarez, obispo de Giiadis; León, obis-
po coliimbrien.se; Itnmircz Sedeño, obi.qio de
Pamplona; Delgado, obispa de Lugo; Nogueras,
obispo de Alife; Trago, obispo deUsél; Lóseos,
abad de San benito de Ferraría; [lorióla, abad
de Villa Berfrátido; liazona, general de los
franciscanos; Lainoz, prepósito general de la
compañía de JÍisus; Zumel, canónigo de inda-
ga; Sancho, catedrático do teología en Sala-
manca; Ludeña. profesor do teología sn Si-
güenza; Villalpando, doctoren teología en Se-
govia; Sóbanos, canónigo de León; Salmerón,
jesuíta; Polaneo, jesuíta; Fuentes; teólogo de
Salamanca; y Delgado, canónigo de Tiiy.
El concilio, desde ta celebración de la
primera sesionen 13 de diciembre de 1*542
basta la realización de la última en 3 y 4 de
diciembre de 15G3, duró diez y ocho años me-
nos nuevo dias, si bien estuvo suspenso las
tres cuartas parles de este tiempo. Durante el
trascurso do este período ocuparon la Bateara
de San Pedro los papas Paulo 111, Julio III y
Pío IV, y se sentaron en el trono de España
Carlos 1 y Felipe II.
Este concilio es el último general celebra-
do por la Iglesia, y sus disposiciones mere-
cen mucho respeto. Pió IV lo confirmó por la
bula tBenedicius Deus el Pater D. N, J. C>
dada en Homa el día 26 de enero de 1503, y
el rey don Felipe II aceptó y recibió el mis-
mo, y mandó obedecerle y cumplirle por real
cédula espedida en 12 de julio de i5(>-i, rpie
es la ley 13, titulo I, libro I, de la Novísima
-Recopilación.
lin Francia y en otras naciones so lian re-
cibido las disposiciones acerca dei dogma y
no las que atañen á la disciplina.
Para concluir este articulo quisiéramos po-
der trasladar todo cuanto dice el sabio escri-
tor don Modesto de la Fuente en el capitu-
lo V del libro 11 de la parte III de su notabi-
lísima obra Historia de España, porc¡ue_ na-
die puede decir mas ni, mejor sobre la histo-
ria del concilio Trjdcnlino.pero no siendo es-
to posible nos limitarnos á trascribir las si-
guientes lineas. «La prudencia, la discreción,
la sensatez y la cordura mas recomendables
reinaron en las discusiones y deliberaciones;
el orden y hi sabiduría presidieron en aquella
asamblea congregada á nombre del Espirita
Santo; ÍSjósc xoa admirable precisión y cla-
ridad la verdadera doctrina de la fé católica;
se condenaron con dignidad las heregías que
infestaban el mundo cristiano; se dieron re-
glas seguras para saber lo que había de creer-
se en los puntos mas esenciales do la religión;
se establecieron útilísimas reformas; y el con-
cilio de Trento, el último general que lia ce-
lebrado la Iglesia, fué la obra mas provechosa
j y mas grande del siglo XVI. »
m tr
TRIESTE. {Geografía.) Tergeste. Ciudad'de
los Istaáus austríacos de la Confederación ger-
mánica, reino de Iliria, capital del gobierno
del litoral y del círculo do Trieste; al Sudoeste
de Laihaeh, sobre ei golfo del mismo nom-
bre, 70,000 habitantes con los arrabales. Es
la residencia do un obispado católico y de otro
griego. So puerto franco es bajo el punto de
vista comercial, el primero del imperio, el
centro de la navegación de vapor en el Adriá-
tico. I'erlenece el Austria desde 1382. Los
franceses se apoderaron de ella en 1707 y 1S05.
TRIGL01DBS. [Historia natural.) Familia de
peces óseos del urden de los acanloplerigios
caracterizada por tener la cabeza armada de
escudos; lossuborbilarios mas ó menos ealen-
didos sobre las megillas y articulados detrás
con el proopérculo. Sus géneros mas notables
son: el trigla (Irigla), malarrnado [p«.risle-
dion), dactilóptero (daclylopter'us), coló ¡coi-
fus), escorpena [scorpama\, y espinoso [gas-
tero&lews). ■ ■
TRIGO. Género de gramínea, cuya espiga
es simple, terminal, compuesta de espiguillas
sésiles, solitarias, colocadas una á una sobre
los ilionles de un eje doblado en zig-íag, y
opuestas á este eje. El trigo so diferencia del
centeno {sécale) en que en este no encierran
Jas espiguillas mas que do= llores; de la ceba-
da se distingue en no tener ciertas escarnillas
sedosas que en la cebada rodean y sirven de
zarrón á cada dos ó tres espiguillas.
De cual sea la patria del trigo nada se sabe
positivo: pero segun autores dignos de fé , se
creé (pie sea el norte de Persicu Muchas de las
principales variedades que presenta el trigo,
y las que mas particularmente interesan ai
agrónomo, bau sido reunidas por Lamarck con
el nombre de trigo cultivado ó trigo común,
triticum sativum. La presencia ó la carencia
de aristas es en el trigo un carácter muy va-
riable.
ñtrilkum turgidum, de Lineo, y c-l tri-
tirawn durum de Desfonlaines, no dejan, aun-
que mejor caracterizados , de ser variedades
procedentes de la especie primera. El trigo co-
mún es el que mas generalmente se cultiva,
el que mas abunda en gluten y mejor hari-
na da.
(¡orno especies botánicas se conocen otra
porción de trigos que del anterior se distin-
guen asi por la calidad de sus granos como
por los caracteres que les son particulares.
El Irigo de espiga ramosa {triticum compo -
sUuro) de Lineo, vulgarmente llamado trigo
del milagro, es notable por sus tallos gruesos
ymedulosos, que sostienen varias- espigas se-,
siles reunidas en baz. -Sus espiguillas se com-
ponen de tres dores muy apretadas, velludas
en su base y armadas de largas aristas. Sus
granos, mas pequeños que los de otras espe-
cies, se separan con dificultad de la película
pe los cubre, y dan poca harina; el pan que
pe ellos proviene tiene poco sabor.
GO
El trigo espolia {triticum speita de Lineo)
se diferencia á primera vista del trigo cultiva-
do en sus espiguillas, muclio menos anonas y
menos gruesas, y entre las variedades de esta
especie se distinguen:
a. La espelta barbuda, de espiga blanca,
con barbas blancas y el hollejo abierto y apar-
tado.
b. Empella barbuda de espiga roja, con
espiga y barbas rojas y el hollejo abierto y
separado.
c. Espelta lampiña, ó sin barbas, con es-
piga blanca, que tiene en efecto la espiga de
este color, el hollejo- abierto y separado.
d. Espelta sin barbas y de espiga roja,
que como los anteriores, tiene el hollejo abier-
to y separado. .
«. Espelta apretada, con espiga estrecha,,
blanca, achatada, barbas blancas y apretado el
hollejo.
El trigo locular {triticum nonococum de
Lineo), se parece bastante á la espeleta, la
cual, sin embargo , se diferencia en tener la
espiga mas delgada, mas comprimida y mas
lustrosa.
EL, trigo de Polonia \lriticum polonicum de
Lineo) es de color azulado, ligeramente ceni-
ciento y fácil de reconocer en la focara de sus
espiguillas, que tienen de largo una pulgada
y mas.
A los trigos cultivados pueden tambienagre-
garse. los silvestres, éntrelos cuales y. los pri-
meros no hay mas puntos de semejanza que
los que caracterizan el género, pues desde
luego, lejos de prestar servicios á la agricul-
tura y alimento álas poblaciones, son mas da-
ñosos que útiles bajo el punto de vista de la
economía doméstica. Tal es, por ejemplo , el
trigo rastrero (triticum repansie Lineo; agros-
pyrum repens de lieauvois), vulgarmente lla-
mado grama, que infesta los terrenos -cultiva-
dos, y es muy difícil de estopar, en razón á
sus largas raices vivaces , articuladas, que se
estienden á larga distancia, y ahondan, reto-
ñan" y se multiplican del mas insignificante
de sus fragmentos. El trigo de los setos [triti -
cum sepium de Lineo), que otros colocan en
el género elymus, tiene de tal manera el porte
y el aspecto de la especie anterior que casi '
podría considerarse como una variedad de olla.
Sus raices , sin embargo, y esto lo distingue,
no son ni articuladas ni rastreras.
El trigo dehojas de junco [triticum jun-
ceum de Lineo) es otra especie que se asemeja
mucho á las dos anteriores; pero sus hojas son
mas duras, y están enrolladas por los bordes,
y sus espiguillas , que son obtusas , carecen
de aristas: sus anteras sün moradas y sus rai-
ces rastreras.
(Jiras especies, muy parecidas á las, que
acabamos de citar, y que de ellas vienen casi
á ser variedades, nacen también , ora en los
sitios secos y estériles, ora en los arenales de
las playas, y sirven principalmente ,para lie-
527
TRIGO
var por medio de sns raices rastreras la ve-
getación á los suelos áridos, A esta clase do
plantas pertenece el triticum glaucum, nota-
ble por su color azulado y sus gruesas espi-
guillas obtusas, del cual hay algunas varieda-
des convertidas en especies por los autores
que de la materia han escrita, en lauto que
del género trigo han eliminado" mas de una es-
pecie algunos autores modernos. Todas, ó casi
todas ellas , se encuentran comprendidas eu
el género brachypodium de Beauvois, y ape-
nas prestan otra utilidad que cubrir las tierras
mas ingratas, erüas cuales crece perfectamen-
te; mantener ganado lanar y reproducirse fá-
cilmente, cuando son vivaces , ó de semilla
cuando son anuas. Tales son el trítüum tene-
Uum de Lineo, que crece en los parages áridos,
entre las peñas y en los tejados; el triticum 1
nardus, muy parecido al anterior, del cual,
sinembargo, se diferencia por sus espiguillas,
que están todas ellas vueltas hacia un mismo |
Jado, armadas de arislas y que viven en los '
mismos parages: el triticum maritimum de
Lineo, que apenas se diferencia del anterior. ,
Todas estas plañías se elevan poco, y tienen
las espigas muy delgadas y las espiguillas muy
pequeñas. >
El triticum poa y el triticum halieri son
el festucapoa de Kunt, El triticum leneüum,
ul triticum nardos de Kost y el triticum vni-
laterale de Lineo son el festuca tenellu de '
Schrader. El triticum pinnatum de Mamch es
el fesiuca pinnaia de Huds. ¡
El grano del trigo tiene la íigu'ra de nnhu- '
so truncado por ambas estremidades, aplastado
por un lado y convexo por el otro. En la parte
inferior de esle se nota un bullito que indica '
el sitio del germen, y en el opuesto hay una
raya bastante honda que divide el grano en dos '
glóbulos, que parecen reunirse en uno solo por
la parte de la convexidad, en términos de que
á algunos naturalistas' haya esto hecho creer
que no había en realidad mas que uno.
El grano está cubierto de un tegumento
formado de tres ¡únicas ó membranas; las dos
primeras formadas de tubos, que verlicalmen-
te dispuestos, unos al lado de otro?, se comu-
nican entre si por inserciones laterales y for-
man cu el vértice, terminando en un mismo
punto y reuniéndose alli, una especie de mi-
lano. La tercera membrana que cubre interior-
mente uno y otro glóbulo es tan delgada qne
nunca pudo el abate Ponselet observar ni dis-
tinguir su textura, y soto con mucha dificultad
se consigue, descubrir su existencia. Entre es-
ta y la segunda Se encuentra una capa de sus-
tancia glutinosa, que es acaso una resina, y la
parte mucilaginosa, puede igualmente estar
alojada en el mismo sitio. Esla especie de go-
mo-resina envuelve complctamenie el grano.
En la parle Inferior hay una abertura que co-
munica con la caña, introducida y dividida del
mismo modo en (odas las parles de la espiga;
á lo largo de, la raya, existe un vaso grande di-
vidido en machos ramales, los cuales á su m
se subdividen eu otros, todos terminados por
un glóbulo. Estos vasos admirablemente suib
les, encierran, sin embargo, cada uno eu par-
ticular dos canales que provienen originaria,
mente de la caña ó tallo do la planta. El uno
está destinado á llevar el jugo nutritivo á uada
glóbulo de uno y otro lóbulo, mientras querc-
ciprocamente el segundo canal partiendo de
cada glóbulo, está destinado á ^evar el jugo al
gérmen por la mediación del canal introducid»
como se ha dicho en la raya. El canal grande
ó vaso principal, trasmitiendo asi al gérmen la
sustancia, alimenticia que recibe de todas par-
tes, hace propiamente hablando, las funciones
del cordón umbilical, é ingiriéndose luego eo
la parte inferior del gérmen, le suministra in-
mediatamente el alimento necesario á sa sub-
sistencia Tal es el sistema orgánico del gra-
no del trigo.
El primer desarrollo del gérmen, depende
de un movimiento inteslino que se puede lla-
mar fermentación. Mientras esta no se ve esci-
laila por uua causa estertor , todas las paite;
orgánicas del' grano permanecen en absoluto
reposo, el gérmen mismo se queda en inacción
y como sepultado en un profundo sueño, pero
no bien penetra ta humedad por el orificio infe-
rior, comunicándose al tullo y siguiendo las
ramificaciones en sus infinitas sinuosidades
hasta el interiorado los glóbulos, la sustancia
mucosa que está contenida en ellos, se disuel-
ve, se bincha y agita, se estiende hasta el gér-
men, le comunica su movimiento, lo despierta
y lo escita á desplegar su potencia vegetativa.
Entonces siente necesidad de alimentarse y
atrae á si y chupa vigorosamente por medio del
canal conductor, que hace las funciones de
cordón umbilical, el jugo nutritivo necesario
á su subsistencia. De ahi proviene su acrecen-
tamiento insensible y el aumento gradual de
sus fuerzas. Asi principia y continua el movi-
miento de las partes orgánicas del grano de
trigo, hasta que en fin los dos glóbulos, ente-
ramente esténuados no ofrecen mas que uq sa-
co vacio. El gérmen no espera este inslante
para briscar por otra parte un alimento mas
abundante; á los ocho dias de hecha la siem-
bra, unas veces antes y otras después, rompe
sus túnicas y deja ver las primeras señales,
asi de las hojas como de las raices, encerradas
unas y otras en una especie de bolsa particu-
lar: Algunosdias después se rasga estesutil te-
gumento, y entonces quedan descubiertas las
hojas seminales y las primeras raices. Todo ci-
to se observa en el grano del trigo cuando em-
pieza á desarrollarse observándose ademas qne
de la sustancia globulosa vulgarmente llamada
harina, sale un- líquido dulce que sirve de ali-
mento al gérmen.
Algunos dias después que el grano bastó*
sembrado en tierra bien mullida, la humedad,
habiendo pasado por uno de los dos conductos
que componen el vaso grande destinado á ta-
529
TRIGO
S30
corlas funciones de cordón umbilical, pondrá
insensiblemente hasta el interioi' de los glóbu-
los, donde ataca .y disuelve la sustancia mu-
cosa. Esta liquidada, y no eneputrando ya obs-
táculos que vencer para reunirse al gérraen,
deja el glóbulo y corre de ramales en rama-
les iia&tato especie de cordón umbilical ya in-
dicado, aumenlaudo por consecuencia necesa-
ria el1 volumen.' de lodos las parles orgánicas.
Cuando osle acreeenlaiuienlo liega á cierlo gra-
do, las raices loman vigor, penetran en lutier.
raque las rodea,, se estienden por lodos lados
j airaeu la tierra soluble, alimento necesario1
¡i toda plantev Usía atracción es tan notable qne
alguna vez suele ¡a rain desviarse do la tierra
muy blanda Vim ir * lJuscai1' 'a compacta.
Sacando de la tierra sembrada un grano de
trigo á los seis dias de echado en ella, se ad-
vierte que este grano está hinchado. A losquin-
06 ya se ifi nota no lallo bastante largo. De-
bajo de! primer nudo, so halla la primera ho-
ja, empezando el nudo á una pulgada de la
miz. Cuando la caña ha llegado A su mayor al-
tura, no cesa la espiga de aumentar de volii-
men, y abriendo y dilatando el zurrón donde
estttvq encerrada, se eleva basta tres pulgadas
jior encima de la última hoja.
Bien que de la producción dei trigo de-
penden la prosperidad material, el reposo y
liasfa puede decirse la existencia de las nacio-
nes civilizadas, hállanse hoy poco menos atra-
sados, que en la primera edad del mundo el
arle de seriibrar y de cultivar ó sea de pro-
ducir acpiel cereal. Nadie hay que conozca to-
davía con bastante exactitud el número y el
valor especifico de sus variedades, nadie que
pueda decir á punto fijo, que especie de si-
miente conviene á las diferentes naturalezas
de tierras arables; nadie que se atreva á desig-
nar de un modo positivo la variedad qne, eu
un terreno dado, produce mayor cantidad de
grano, ni cual es entre las diferentes clases de
granos, que cou el' cultivo se obtienen, la que
mayor cantidad de sustancia alimenticia da;
nadie que no corra peligro de equivocarse al
indicar las bases de la composición del abono
conveniente para cada clase de cereales; na-
die que sepa todavía antes ó después de que
cosecha es oportuna su siembra, si debe pro-
cederse á esta operación taíde ó temprano , si
conviene ejecutarla en lineas, por golpes, ó al
vuelo; nadie en fin esta todavía completamen-
te seguro deda cantidad justa de semilla que
debe echarse, para sacar el mejor "partido po-
sible de un determinado espacio de tierra. Es-
cáldala cuestión, que hadado márgéhá mu-
chas y vivas reyertas entre los agricultores in-
geses, está todavía para resolver. ¿Conviene,
sembrar claro, ó conviene sembrar espeso? lie
aqui un problema digno seguramente de ser
estudiado con el mayor interés. En un meeling
celebrado en llorthampton el 26 de julio últi-
mo por la Sociedad real de agricultura, un dis-
tinguido cultivador, llamado Thompson, hizo
"03 IIIIJLIOTECA POPULAR.
en presencia de una numerosa asamblea un re-
lato de sus esperimontos en los términos si-
guientes:
«Ninguna prevención tengo en favor de las
siembras espesas, ni de las siembras Claras,
pero no por eso dejó de conocerlos resultados,
que de uno y otro método he obtenido. Ante
todo diré que, por siembras espesas, entiendo
las fue emplean desde ocho basta doce pecks
de grano por acre, y por siembras claras, las
que no consumen mas que de tres á seis pedes
por la misma ostensión de tierra, fiuatro oein-
.00 años lia, que después de algunos ensayos
practicados en pequeño, reduje mis siembras,
que eran de doce pecks á ocho, nada mas. De
esta reducción obtuve resultados completa-
mente ventajosos, sí bien noté mas de una
vez, que solían quedar algunos claros en las
cosechas, sobro todo cuando estas venían en
"barbechos de prados artificíales, lo cual proba-
blemente no' habría sucedido á ser la siembra
mas abundante de granos.
«En 1844, seducido por algunos artículos
del señor ííewit Davís en favor de las semen-
teras claras, me decidí á sembrar por golpes
un pedacito de tierra á razón de cuatro pecks
por acre; he aqui, el resultado de mi tentativa,
ha esperiencia tuvo lugar en dos acres de loam
seco, arenoso, y de buena calidad, que aca-
baba de producir una cosecha de patalas fuer-
temente abonadas, llizose la siembra el 26 de
noviembre eoh Irigo del llamado proliQco de
Spaldiug: colocóse la simiente de B en 6 pul-
gadas de distancia;' y hecho esto, se rastrilló
perfectamente la tierra. El trigo salió mal; la
mitad de Jos golpes no dieron una sola mata,
y hasta buho sitios en que marraron completa-
mente cinco ó seis golpes. En vista de esto,
no me quedó duda, de qne la siembra habia
salido demasiado clara; y el resultado fué ob-
tener rueVlia cosecha. Sorprendido de lo mái
qne habia brotado la planta, y no sabiendo á.
que achacar este accidente, que nada, en con-
cepto mió, tenia' que ver con el método que
seguí, di la operación por nula, y me resolví- á
volverla á empezar, poniendo en ella eí mas
escrupuloso esmero.
oCoiuencéle de nuevo, pues, en. un- campo
de diez acres de escelente tierra en que acaba-
ba de romperse un prado artificial, pacido por
carneros. La circunstancia de que este prado
artificial, sembrado sobre rastrojo de trigo, y
abonado por encima, habia estado dañdo du-
rante todo el verano, un escélenle forrage, me
hizo temer, que saliese el trigo con demasiado
vigor, y se volcase, inconveniente que pensé
evitar sembrando claro. El 21 de octubre, pues,'
sembré cuatro acres, empleando Wo. tres o
cuatro pecks distribuidos en golpes, y el mis-
mo dia sembré al vuelo otros seis acres, á ra-
zón de oelio pecks de la misma variedad de
trigo. Hecho eslo. pase eí rodillo por encima
deí campo, que puse en el mejor estado posi-
ble, dejando 9 pulgadas de espacio entre gol-
t. xxxin. 34
531
TRIGO
532
pe y golpe. La siembra hecha al vuelo salió
superiormente, y a pesar de haber muchas
espigas pequeñas, produjo una esceleute co-
secha, en tanto , que el trigo sembrado por
golpes, salió lo mismo-que en el primer ensa-
yo, eseesivamente claro. De las dos terceras
partes de los golpes nada se obtuvo, á pesar
de haber funcionado muy bien la máquina, de
que me serví, como de ello me convencí exa-
minando si el grano habia cambiado de sitio,
y comprobando que se hallaba aun en todos
los hoyos en que lo puse. Los pies que salie-
ron echaron muchisimas matas, pero no bas-
tantes ¿cubrir los inmensos huecos, que por
doquiera se adverlian. Llegado el momento de
la recolección, y queriendo yo averiguar lo
que, en un determinado espacio de tierra, ha-
bia producido cada sistema, reconocí que en la
misma estension el sembrado á golpes habiá
dado 150 pies, que cunteniati 1,185 espigas,
en tanto que el sembrado al vuelo, dába 983
pies con 1,040 espigas; lo cual hace siete eapi
gas '/,. por cada pie de eadagolpe,.y 1 a/4 nada
mas porcada mata de las sembradas al vuelo;
pero, en cambio también la siembra hecha al
vuelo daba 9S3 pies en el espacio, en que so-
lo daba 150 la siembra hecha á golpes. Lle-
vando mas allá el examen, busquemos el pro-
ducto comparado de las espigas en uno y otro
sistema. Cien espigas de trigo" por golpe, pe-
saban 10 onzas */,-: cien espigas de las cogi-
das, en el terreno sembrado al vuelo, pesaban
7 onzas */,. Estas espigas, cogidas por supues-
to de la mata al acaso, y sin escoger, conte-
nían en el primer caso 3,481 granos, j 3,003
en el segimdo. De este. ensayo se deduce, pues,
que la siembra por golpes, tiene no solo la
ventaja de echar mas pies, sino también de
dar mas cantidad de espigas, y estas mas ren-
dimiento de grano.. En efecto, las espigas pro-
cedentes de la semillapuesta á golpes, dieron
t ,25 granos por 100 mus que las del trigo sem-
brado al vuelo. Ademas de esto los granos
pesaban mas, puesto que 489 de la primera
especie, pesaban tanto como 508 de la segun-
da. Desgraciadamente estas ventajas so halla-
ban contrabalanceadas por inconvenientes de
Bincha gravedad como son: que la siembra
hecha por golpes tardó mucho mas. tiempo
que la otra en desarrollarse y madurar; que,
habiendo sufrido mucho por efecto del tjzon,
su grano fué inferior al otro; y en fin, qiie en
razón á esta circunstancia, produjo en dinero
un sbylüug porbuschel, de menos que el tri-
go sembrado al vuelo. Por lo que respecta al
rendimiento total, las cuentas probaron, que la
cosecha del grano sembrado por golpes, dio
por acre. diez y siete buschel de menos, que el
trigu sembrado al vuelo; resultando de aquí,
bien calculado, todo,, una pérdida de 8 libras
esterlinas por acre, en perjuicio de las siem-
bras claras. »,. ... ' .
Satisfecho con esta lección , resolvióse
Thompson á proseguir sus estudios sobre la
materia, practicando ensayos en pequeño, (■
hizo nuevos y mayores esfuerzos, por ejñcpn-
trar la causa de aquellas faltas, - que á cada
instante venían á hacer ilusorias las no poco
importantes ventajas, que por otra parle ofre-
cía el método de las siembras claras. \ esta
efecto repitió en su jardín la operación con
dos variedades escogidas de trigo blanco , que
sembró él mismo, colocando cada grano en
su hoja á 2 pulgadas de profundidad , en una
tierra que era un buen loam bastante fuerte.
La operación tuvo lugar en 10 de marzo: de
una de las variedades cien granos produjeron
43 matas , de la otra salieron 5,9 matas de los
mismos cien 'granos. Algún tiempo después
de brotados tos pies, descubrió Mr. Tliompsmi
los hoyos que nada habian producido, y ad-
virtió que en casi todos ellos habia germi-
nado la semilla , pero que !a planta ha-
bía sido destruida por ciertos insectos de tina
especie- particular. Observando entonces aten-
tamente las siembras por golpes ejecutadas en
los campos , reconoció la existencia de lo;
mismos insectos, que eran allí, como eu In-
das partes , la causa de las marras , que tunlü
habian contrariado sus operaciones. Eslo le
hizo comprender un hecho bien conocido de
todos tos labradores, y que nadie alcanzaba á
esplicar, a saber que una cantidad de gruía
sembrada en un barbecho, produce mucho ma-
yor número de pies, que la misma cantidad
sembrada en un prado recién roto; deducién-
dose de aqui , que hay en los prados una mul-
titud de insectos roedores, que viven á capen-
sas de las raices de las plantas. Cuando se re-
vuelve un prado para sembrarlo de trigo,
échanse inmediatamente dichos insectos Sobre
tas raices . y el germen todavía tierno del ce-
real , al paso que después de un barbecho, tos
labores sucesivas y la desnudez del suelo, en
el cual no se deja crecer vegetal alguno, ale-
jan necesariamente aquellos insectos, y ponen
verdaderamente al grano en condiciones mas
favorables para el desarrollo de sus facíillades
germinativas. Las siembras hechas en lineas
aumentan los inconvenientes, áque en el mo-
mento de la germinación está 'espueslo el (tru-
no ; pues los insectos saben seguir perfecla-
mente las tincas que sirvieron para Iwznr la
siembra de un campo.
De todos estos hechos deduce Mr. Thomp-
son, que las siembras claras deben mirarie úni-
camente como una práctica especial, y aun
en caso de llevarse a efecto, será solo con la
condición de ejecutarse temprano. Cuanto mus
tarde so hace la siembra , tanto mas espesa
debe hacerse , si cuatro pecks de semilla
bastan por acre á ünes de setiembre, por ca-
da quince dias de retraso debe añadirse un
pecks mas.
«Por mi parte, dice Mr. Elíseo Lefcbrc, de-
claro queno me satisfacen completamente las
condiciones del agricultor inglés, cuyos espen-
nientos prueban sin duda alguna, qué las sien-
533
TRIGO
iras hedías en línea, se bailan á menudo ex-
puestas á los estragos de nu insecto, que hace
perderse una parte de la cosecha. Pero en cam-
bio , venios que el trigo sembrado á uua dis-
tancia conveniente, ó bien por golpes ó porli-
neasconíinuas, se desarrolla con notable ener-
gía, j da mas espigas y mas granos en cada
espiga, que o! trigo sembrado al vuelo. A haber,
pues, medio de preservarse de los daños causa-
dos por los insectos, es indudable que las siem-
bras claras ofrecerían muchas ventajas sobre el
método común , puesto que, en el mismo es-
pacio de (ierra darían- mas benetlciocon mucho
menos gasto de semilla. Lo cierto es que varios
cultivadores , presentes á la sesión de la So-
ciedad real de Inglaterra, han combatido fuer-
teraeute la opinión de Mr. Thompson, citando
sobre* todo en Favor del sistema de las siem-
bras claras, la explotación de Mr. Ilerwit Da-
vis que, de muchos años á esta parte sigue es-
te método, obteniendo de él los mas felices
resultados.»
La Sociedad de agricultura del deparlameu-
Id francés del Var ha hecho investigaciones al
efecto do saber á que profundidad debían en-
terrarse los granos de trigo para obtener la
mejor cosecha posible. Los esperimentos prac-
ticados con este fin lo fueron en surcos de dis-
tinta profundidad, que contenían cada uno 150
granos.
He aquí los resultados de este ensayo.
Hnndurn do
la siembra en
pulentas.
Granos bro-
tadas.
Espigas pro-
ducidas.
6
67
5
47,
37,.* '. '. '.
3
v¡
2
[7
1 . . . .
. i. i'/. ■ ■ •
k la superficie.
5.
14,
20.
40.
72.
03.
[25.
130.
148,
142.
137.
64.
20.
* 53
140
173
400
720
092
1*417
1560
1593
1610
1461
529
107
Estos guarismos revelan la imperfección de
pe adolece el método de sembrar al vuelo,
operación que ora sepulta el grano átal pro-
fundidad, que no germina y se pudre, ora
le deja espuesto casi á la superficie, donde pe-
rece por efecto de la intemperie el que no se
comen los pájaros. En presencia de estos- he-
chos i fácilmente se comprende que se haya
despertado en labradores inteligentes, el deseo
de introducir en su siembra un método mas
racional. Un cultivador muy distinguido de Ya-
lenciennes, llamado Mr. Devred, ha empleado
'Jurante veinte años el método de sembrar el
higo á roano y grano á grano , á cuyo efecto
i-os trabajadores armados de almocafres, iban.
abriendo hoyos puestos en línea y á nueve pul-
gadas unos de otros. En estos'hoyos depo-
sitaban dos niños, que .iban detrás algunos
granos , que cubrían luego con el píe. Asi se
sembraba hasta muy cerca de una fanega por
dia. Los productos escedian por lo común 14
fanegas de grano pbr una de sehradura, en -
tanto que las mejores tierras sembradas al
vuelo apenas llegaban á í). Las ganancias,
p°ues , indemnizaban anchamente el gasto de
mano de obra, el cual resultaba asimismo com-
pensado con la economía de la semilla, pues
la, cantidad de grano (pie en tierra depositaba
Mr. Devred, no escedia de un tercio de fane-
ga, al paso que sembrando al vuelo, se gasta-
ban por lo menos dos fanegas. El único in-
conveniente de este sistema consiste en
la dificultad de encontrar bastantes brazos
cuando se trata de sembrar, pero esta difi-
cultad es fácil de vencer , sustituyendo á la
mano del hombre las máquinas que, para to-
das las operaciones del campo conoce ya el
arte agrícola. Las sembraderas están ya bas-
tante generalizadas, y su uso se propaga de
dia en dia en todos los países que entienden y
se ocupan sériamente de este arte. Siempre
que se siembra en lineas, ya sea á mano, ya
con máquina, no solo se coloca la simiente en
las mejores condiciones posibles para su bue-
na germinación, sino que se encuentra al mis-
rao tiempo mas convenientemente dispuesta
para recibir las labores, que en primavera exi-
ge el trigo cuando vuelve á vegetar, k trueque
de repetir algo de lo que acerca de la germi-
nación del trigo llevamos' espuesto ya, dire-
mos que el grano colocado debajo de la tier-
ra echa un tullo cuya base se halla rodeada de
raices; y este tallo, en el momentode salir de
tierra , forma un nudo del cual sale una hoja,
Luego que llega la época favorable para su vege
taclon salen de este nudo superú'ciallas raices
laterales que son lasdestinadas á mantener mas
tarde el trigo, y á darle todo su vigor; pues
asi el tallo como las raices subterráneas pere-
cen á la vuelta de poco tiempo. Este hecho de-
muestra cuan importante es reconocer la su-
perficie del suelo y hacerlo permeable á todos
los agentes atmosféricos, puesto que toda la
esperanza do una buena cosecha, reside esen-
cialmente en el mayor ó menor grado de vi-
talidad, que adquiere el primer nudo. De aquí
se infiere lo útil que es binar los campos de
trigo, desde el momento en que, con la entra-
da de la primavera, empiezan las plantas á to-
mar la cantidad de calórico necesaria para po-
nerse en movimiento. La bina es operación
que, en las tierras sembradas por lineas, se
ejecuta con facilidad. En la siembra hecha al
vuelo, se la suple, rastrillando enérgicamen-
te la tierra; esta operación llena, aunque no
con toda la perfección apetecible , el objeto á
que se destina. Acerca de las variedades del
trigo, su clasificación y de su valor, agrícola-
mente hablandp, se han hecho: iimchas y m\i
sas TB
nuciosas observaciones y esperi encías, entre
las cuales debemos citar las de Mr. Leconteur,
de la isla dé Jersey, que hablando de ella?, se
ésptica asi: «He hecho esperimentos con se-
tenta y seis variedades, Je las cuales una me
lia dado veinte y cinco libras de rico y her-
moso pan por diez y ocho libras de harina.
Cun una sola espiga de este trigo reproducida
durante tres años, be obtenido el grano sufi-
ciente para sembrar' cuatro fanegas de tierra,
"de una variedad sin mezcla, muy productiva
de grano y paja. Ro hay que creer, añade,
que todas las tierras pueden producir trigos
Mancos; pero en cambio sépase que hay es-
pecies encarnadas, amarillas y pardas, capa-
ces de indemnizar al labrador de los gastos
de cultivo hechos hasta en los terrenos mas
pobres.» La Providencia, permitiendo que esta
planta fructificase asi en los climas ardientes
como en la región de las nieves, lo ha lieclio
sin duda con el objeto de que hasta el mas
tosco labrador , pudiese obtener su pan coti-
diano, por medio de este cultivo; pero ¿es-
esfa una razón para que el hombre civilizado
é ilustrado por la ciencia deje de hacer algo
mejor, de esperar descubrir, y de elegirlas
especies de trigo, cuya semilla, le asegure
(salvo los accidentes ocasionados por las in-
fluencias atmosféricas) la mejor y mas abun-
dante cosecha, que del suelo sea posible ob-
lener? .
Ei trigo es, en agricultura, un producto de
tanto valor, que se queda uno verdaderamente
sorprendido al ver que hasta este dia no han
hecho los botánicos mas caso de esta planta
que de los menos preciosos vegetales; entre
sus innumerables variedades , han escogido
tees ó cuatro, que han medio definido, y me-
dio clasificado, dándoles el nombre de espe-
cies: y hecho esto, han desechado todas las de-
mas, sin examen, y cual si se tratase de esas
plantas insignificantes, cuyas variedades mul-
tiplica la horticultura al capricho de la moda;
pero lo que mas sorprende todavía es, que
ninguna, tentativa formal hayan hecho los
agrónomos para resolver todas las cuestiones
relativas al cultivo del trigo , cuestiones bas-
tante indicadas ya por la diversidad de resul-
tados obtenidos con los mismos elementos,
por hombres prácticos en el arte, y versados
en. la ciencia. Los pocos trabajos que sobre
esta materia se han hecho , son reconocida-
mente insignificantes, pues ni aun el de mon-
sieur Leconteur. puede considerarse mas que
como un ensayo mas lalo si se quiere, y mas
apropiado á la práctica; pero del cual no se
puede, al menos por ahora, deducir conclusio-.
nes generales y positivas, para otras localida-
des, que aquellas en que operó el autor.
Para ello se presen ta desde luego un gran-
de obstáculo, que detiene á cuantos quieren
ocuparse de esta materia, y es Ja de no exis-
tir una clasificación sistemática, á favor de la
cual se pueda reconocer y designar sin difi-
IGO 536
cuitad, la clase de trigo con que se ha proce-
dido al'ensayo.
Radic ha determinado toda'via, deunnma-
ñera formal, signo alguno caraclerlslico que
pueda servir para separar las especies de las
variedades; hay mas, todavía está/por resolver
si hay especies y variedades, y Si está ó no
en mano del cultivador el trasformarlas á su
antojo. Mr. Leconteur roconoee la necesidad
de una clasificación; pero salva, ó por mejor
decir, elude, con demasiada facilidad, los ga-
yes obstáculos con que, en un trabajo de esta
naturaleza, se debe necesariamente tropezar.
Verdad es que la modestia del autor desarma
el ciático, y que las ideas enteramente filie-
vas, que en esta ocasión emite son dignas del
mayor elogio. «Clasificar los trigos dice él,
es empresa difícil, y que exige mucho traba-
jo; Sin embargo, en atención á que nadie lia
tratado este asunto todavía bajo el punto de
vista agrícola, en términos usuales ¿ inteli-
gibles, no solo á los botánicos y á los sabios,
sino también a la gran masa de cultivadores,
vamos á aventurarnos á presentar un' ensayo,
hecha en las especies comunmente eullka-
daí.» Mr. Leconteur divide los "trigos en dos
grandes divisiones, que son: trigos sin bar-
bas, ó de invierno, y trigos barbudos, o* de
primavera: clasificados según su color blanco,
rojo, amarillo ó pardo, ün sistema tan senci-
llo no hay agricultor, que no lo pueda com-
prender, pero por desgracia no ha caido suau-
tor eu que de ningún valor son los caracteres
de que se quiere servir; pues tanto las burlas
de la espiga como el color del grano varían
según los terrenos, y según el método de
cultivo que se sigue. Esto no lo ignoraba se-
guramente Mr. Leconteur; ¿por qué, pues, lia
hecho de este principio falso el fundamento
de su clasificación? Esta clasificación podrá fa-
cilitar lamarchay acaso el'buen éxito de al-
gunos trabajos individuales; pero nunca servi-
rá de base á una teoría completa, destinada á
conciliar y coordinar todas las observaciones
particulares.
El señor Lagasca, uno de los botánicos mas
distinguidos de nuestra época y compalriota
nuestro, tuvo sobre este punto varias confe-
rencias con Mr. Leconteur y le suministró da-
tos curiosísimos y escelentes consejos. El se-
ñor Lagasca ha estudiado profunda y deteni-
damente esta materia; pero lo ha hecho bajo
el punto de vista de la clasi ficación de loa. tri-
gos, sin ocuparse de su vaior agrícola. Esta
es la razón porque no nos entendernos ai»
acerca de los importantes trabajos de este dis-
tinguido botánico. Loudon, en su Enciclope-
dia de agricultura, y Sinclair en su escelen-
te Tratado de ¡as gramíneas, han omitido,
hablando del trigo, un punto que es do los
principales. Ni uno ni otro se ocupándo la
naturaleza ni de las cualidades de cada varie-
dad, ni de su valor, calculado por la cant'uM
de pan 'que con ella se puede obtener.- As»
537
TRIGO
538
pues, cualquiera que sea la clasificación que
se adopte, be aquí las circunstancias que pa-
ra cada variedad de trigo, deben tener presen-
te los observadores.
(.a El suelo y el clima mas convenientes,
la época del año mas favorable para sembrar-
la; si teme la sequedad,, la humedad, ó ¡as
heladas, ya sea en los primeros tiempos, ya
en los últimos de su vegetación; y, en fln, si
está espuesto á algunas enfermedades, y cua-
les son" estas.
í.-1 La época de la florescencia y de la
madurez.
3. " La altura y la calidad déla paja;, su
coior blanco tí oscuro; su fragilidad, ó resis-
tencia; si se vuelca ó no con facilidad; si' es
buena para alimento de ganado,' ú otros- usos,
y cuales son estos.
4. " La calidad de la espiga; si es floja ó
apretada; su longitud y la mayor ó menor
comodidad con que se desgrana.
5. " ET color del grano; su forma, su grue-
so, f 'a mayor ó menor figura de su película
ó cascarilla.
6. a La calidad de la harina y del salvado,
y su proporción respectiva.
* 7.a Si la pasta hecha con esta harina le-
vanto bien ó mal.
8.a La cantidad de pan producida por cier-
ta canlidad de harina, su color, y el tiempo
qne se conserva fresca.
So hay seguramente cultivador que no en-
cuentre alguna ventaja en hacer por si mis-
mo ensayos y observaciones de este género
sobre los trigos cultivados, en el territorio
pe habita; y fuera 1 ííiuy de desear que los
observadores hiciesen al público participe de
estos esperimenlos designando la especie que
lmhiesen estudiado con. caradores, que en to-
do tiempo la hagan reconocer; objeto que,
tal voz se propuso, pero que seguramente no
lia conseguido el citado Mr. Lecoiiteur.
tiiii) de los puntos mas importantes seria
seguramente el conocimiento exacto de" la
composición de los abonos indispensables pa-
ra la prosperidad del trigo.
Sobre este punto está todavía tan atrasada
la ciencia, que apenas nos atrevemos á tocar-
lo y solo diremos en pocas palabras, que en
clase de estiércoles, el de cuadra bien des-
compuesto, es el "que reime todas tas cuali-
dades necesarias para la completa vegetación
fiel trigo, y que en clase de -abonos, hay una
sustancia mineral, que en1 ciertos y ciertos ca-
sos influye muy favorablemente en el pro-
ducto de las cosechas; Mr. Puvis que hahecbo
muchas esperiencias sobre el uso de la. cal
en sus tierras del deparlamento del Ain, ha
estudiado y reconocido su influjo - sobre el
-rendimiento del centeno y del trigo durante
doce afio¥. El siguiente cuadro que compren-
de tres años antes y nueve después de ^quel
en que se eebó la cal muestra el aumento dé
producto que á las cosechas pueda dar y da
efectivamente el principio calcáreo.
Afios en nue se
Simientes..
Productos.
1322
24. . . .
14fi
24. . . .
136
1824.. ....
24. . . .
156
1825 -.
27. . . ;
25.1
¿0. . . .
210
1827
30. . . '.
249
1828., ....
36. ...
391
1829
40. . . .
309
1830
60. . : .
459
1831
, ?8. . . .
419
1832
68
816
1833.. ....
52. .,. .
' 545
Ahorabien, dice estehábil cultivador, 3,000
heetólilros de cal, que cuestan 6,000 pesos,
echados en 32 hectáreas de tierra, han pas
que doblado en nueve años el producto de ce-
reales de invierno después de sacada la si-
miente.
Las demás cosechas cultivadas en la misma
finca ban tenido un aumento proporcional, y el
propietario, doblando su rentaj lia recuperado
en menos de año y medio el capital invertido
en compra de cal. Estos escelentes efectos del
principio calcáreo son ya eosa demostrada en
un gran número de países, en los cuales se
emplea ya bajo la forma de falún ya bajo la
de marna ó marga, ya (y esto es lo mas común)
bajo la de carbonato de cal.
A pesar de lo que sobre este punto dice
Mr. Puvis, y hacen muchos cultivadores, la
prudencia exige que se tengalamayor circuns-
pección en el empleo de la cal, sobre todo, en
un pais como el nuestro, donde por efecto
de la escasez de aguas suele tener la tierra mas
calor ó menos jugo del necesario para la vege-
tación de las plantas. Como quiera que sea, fá-
cilmente so concibe que en los terrenos cali-
zos es inútil, cuando no nocivo, echar cal.
Donde conviene esta es en los terrenos-pura- '
mente arcillosos para dividirlos y soltarlos; en
los puramente areniscos para darles cuerpo y
calor, y en una palabra, en todos aquellos
donde naturalmente no existe este principio
necesario para la composición de la buena tier-
ra vegetal .
Sobre las diferentes bases de la vegetación
del trigo, se han hecho también curiosísimas •
observaciones.' Mr. de Gasparin ba observado
que esta planta empezaba á echar tallos latera-
les desde el' momento en que, llegando la tem-
peratura media á 5", ha despedido ya el sol
sobre la tierra 431". La florescencia comienza
asi tpte la temperatura media-llega á 16°, 3', ó
Men cuando la suma de calor tomando su tér-
mino medio ba llegado á 813', contados desde
el momento én que de nuevo ha empezado la
vegetación. Asimismo, ha calculado Mr. deGas-
narin, fundando sus cálculos en observaciones
839
TRIGO
5i0
hechas en el Mediodía de Francia, y aplicables
á nuestro país; que el grano madura cuando la
tierra ha recibido 2,450" de calor solar, conta-
dos solo duranle el día. *
£1 rendimiento del trigo varia considerable-
mente, según se deja ver por la adjunta tabla
formada por el mismo Mr. deGasparin.
Producto medio por hectárea, equivalente á
fanega y media castellana de tierra.
27 1 /2 fanegas
Lombardia, en tierras de riego.
33 1/2
21
38 1/4
Estados Unidos, tierras ricas.
57
131/4
Venezuela", valle de Aragua. .
57
19
Departamento del Sena. . . .
33
Toda Francia tomando el tér-
n ' *
Departamento que menos da.
6
18 1/2
21
68 .
En esta tabla no va incluida España, porque
ya sea por faltare datos estadísticos, ya por
el estado de atraso en que se halla nuestra
■agricultura, ya también por las inmensas dife-
rencias que entre la cosecha de un año y la de
otro resultan de esta o aquella circunstancia
atmosférica, no es posible fijar ni medio apro-
ximadamente siquiera el término medio de la
producción. Nuestra opinión, sin embargo, es
que cultivando menos trigo, y cultivándolo
con mas esmero y mas capital, nada seria mas
fácil que aumentarsu producción hasta el pun-
to de esceder absoluta y relativamente á la de
todos los demás países del mundo.
El clima, el suelo y el cultivo, influyen
mucho sobre la calidad de los granos, y hasta
tal punto quo no es posible establecer caracte-
res lijos y decisivos entre los llamados trigos
con aristas y trigos pelones ó chamorros, su-
cediendo mudar el color délos granos de cada
especie. Entre los trigos con aristas ó con bar-
bas se distinguen los que tienen estas largas,
y los quo las tienen cortas, lisas, escabrosas
ó como ligeramente espinosas; los que las tie-
nen aplastadas ó mas cuadradas; los quelienen
los granos de -color de paja ó amarillo dorado,
rojo ó blanco, y en fin, los mas ó menos grue-
sos, mas ó menos redondos ó largos.' Las mis-
mas diferencias se observan en cuanto al color
y á la forma en ios trigos chamorros.
En España también se distinguen trigos de
invierno ó de otoño, y de verano ó tremesinos,
Los de otoño, se siembran comunmente en se-
tiembre ú octubre, y pasan el invierno en tier-
ra, délo enalban tomado la denominación ge-
neral. Los llamados tremesinos se siembran
en marzo y no están mas que tres meses en
tierra.
El grueso del grano no puede servir para
caracterizar la especie. El chamorro es mas
grueso que el de las otras especies; transpor-
tado de las provincias del Norte al Mediodía,
varia, no solo en la forma, sino en el color ihi
grano, puesto que el del Norte no es tan blan-
co como el del Mediodía. La espeHencia Im
acreditado que la cosecha de los trigos de olu-
ño sembrados en primavera es mala, porque U
especie no ha adquirido todavia su carácter li-
jo de generación.
El trigo denominado de Berbería produce,
según esperimentos hechos, cuarenta por uno
sembrado en huerta, y de doce á quince cu
tierra común de labor. El pan que da es bue-
no y muy sabroso, aunque no tan blanco como
el del otro trigo, porque siendo la corteza de
su grano bastante gruesa y muy delicada, con
dificultad se puede moler como se requiere
para hacer que el pan sea muy blanco, y asi
se convierte casi todo en harina con poco sal-
vado; inconveniente que, sin embargo, cede
en beneficio de la economía.
'En Sicilia se conoce una especie de trigo
que no está espuesta al tizón, según lo ha de-
mostrado la esperiencia de su cultivo. Los ale-
manes sacan mucha utilidad de él, porque en
el invierno alimentan sus ganados con la. paja
que es muy buena
El método de cultivarle es sencillo; convie-
ne sembrarlo temprano en tierra bastante cra-
sa y bien preparada, echando un poco mas üe
simiente que de los otros trigos.
El cullivo, tanto de esta especie de granu,
como de las demás conocidas y da que va he-
cho mérito, depende del clima.
El labrador al hacer la siembra no debe re-
parar en gastos, tratando de lograr un trigo
bueno para simiente y, sobre todo, limpio de
toda semilla. El trigo picado de gorgojo puetle
servir para simiente, porque los insectos un
atacan el gérmen. Elinsecto no destruye abso-
lutamente toda la sustancia harinosa; pero la
poca que queda suministra un alimento media-
no al gérmen, el cual sale como puede y se cria
mezquino
A la siembra deberá procederse en los me-
ses de setiembre ó principios de octubre, por-
que haciéndola en estas épocas obra la natura-
leza con libertad, y haciéndola mas tarde, ó
sea á fines de noviembre ó diciembre, se vio-
lenta. Cuando las circunstancias impiden sem-
brar antes el trigo, germina, vegeta y crece, i'
aunque se siembre mucho después de octnlirc
madura casi al mismo tiempo, por lo que con-
vendrá mas bien anticipar la siembra algunos
días que retardarla, y una prueba de esta ver-
dad, es la de que en ciertos países del Norte ile
Europa en el término de cincuenta á ochenta
dias, que es el tiempo en que se cultivan los
campos, siembran' el grano, vegeta, madura y
lo siegan, En España no se lograrían tales cose-
541 , TR1
chas y la razón de ello es sencilla. En aque-
llos países septentrionales se halla el sol en
verano sobre el horizonte durante casi las vein-
te y cuatro horas del dia y de la noche, y esta
continuación de calórico activa y acelera nota-
blemente la vegetación.
Pocas cuestiones ofrecen mas interés que
la de la cantidad de simiente que conviene em-
plear para obtener, en igualdad de circunstan-
cias, la mayor cosecha posible. Mucho queda
piehicer en esta parte; queda, sobre todo,
formar una tabla exacta de las cantidades de ca-
da especie de simiente mas apropiadas á cada
clase ile tierra, ün agrduomo inglés evalúa en
diez y seis millones de fanegas la cantidad de
cereales empleada de mas en la siembra de
aíidel pais. A 40 reales por fanega, que es
aproximadamente alli él precio medio de la de
un cereal con otro , habria una economía de
640.000,000 de reales, si al sembrarse se II-
rnitaya cada labradora hacerlo en cantidad ri-
gurosamente necesaria.
Las siembras claras aumentan la altura de
las plantas; son favorables al desarrollo de su
rallo, de su espiga y de, su grano; prolongan
su vegetación, y retardan por lo tanto, la épo-
ca de su madurez.
Efeclos contrarios produce la siembra es-
pesa. Ella disminuye las dimensiones de las
plantas y su productibilidad individual; abre-
via la duración de la vegetación, y acelera, por
consiguiente, la época de la madurez. Asi es,
que cuando se siembra claro, se siega tarde,
y cuando espeso temprano. -
Con la misma cantidad de estiércol, ó en
suelo de gran fertilidad, una pequeña cantidad
iie grano produce en un tiempo mas largo, una
cosecha igual á la que en uno mas corto, pue-
de dar mayor cantidad de simiente.
ta bina db los cereales tiene por objeto re-
lardar la madurez del grano, pero dispone las
[dantas á amacollarse. Las siembras en linea
aceleran, por el contrario, la madurez de las
plantas, pero en detrimento de su disposición
» cellar tallo.
Fuera de estos principios, las circunstan-
cias locales, es decir, la naturaleza, y la dis-
posición del suelo, inlluyen poderosamente, en
los resudados de una siembra clara, espesa ó
mediana; también ejercen grande influjo en la
conducta, que en esta parte ha de observar el
labrador lo alto d lo bajo de la temperatura y
el mayor ú menor grado de humedad. En ge-
neral las cantidades de semillas reconocidas,
como las mas proporcionadas para los climas
a la vez templados y húmedos, y para las (ier-
ras en que es muy lozana la vegetación, deben
considerarse como insuficientes para tierras
mas fértiles y países mas elevados, mas sep-
icntrionales, ó que tienen, en fin, inviernos
nías rigurosos. A nada, empero, conduce eco-
nomizar, ánada prodigar la simiente, sieller-
reao1 nu está en las condiciones de cullivo y
de fertilidad necesarias. Mas, siendo bueno el
GO 11® 642
terreno, es dado esperar nray buena cosecha
de una corta cantidad de. granos sembrados
on tiempo oportuno, cuanto antes en otoño,
después de varias labores hondas, sobre todo
si la siembra se hizo en lineas bastante espa-
ciadas para que en sus intervalos pueda ma-
niobrar la grada lirada por, una caballería. El
que lleva una gran labor debe cuidar de no
sembrar todos sus campos ni muy espesos ni
muy claros, sino de variar, en cuanto la natu-
raleza ele los terrenos se lo permita, el grado
de espesor de la siembra. De esta manera evi-
tará el inconveniente gravísimo casi siempre
de tener toda su cosecha madura á un tiempo,
y de carecer del número de brazos necesarios
para segarla en el momento crítico.
Como quiera que sea, la cuestión no solo
es difícil de resolver teóricamente, sino que aun
resuelta asi, es difícil sujetar á la práctica el
resultado de la teoria ínterin no se adopte en
nuestro pais la sembradera conocida en oíros,
pues abandonada la delicada operación de la
siembra á discreción del primer labriego que
se encuentra, se corre gran peligro de no lle-
gar nunca al objeto apetecido. Con las sem-
braderas y la juiciosa aplicación de los princi-
pios que llevamos espuestos, el éxito dé las
siembras no depende ya de la mayor ó menor
habilidad del sembrador, y cada uno puede li-
sonjearse con la esperanza de una buena cose-
cha, siempre que no anteponga el capricho ó
la rutina á los principios emanados del estudio
de la naturaleza y -de la marcha de . la ve-
getación.
Otra délas cuestiones que están todavía por
resolver es la de la mayor d menor convenien-
cia de proceder á la siembra de esle cereal en
otoño ú en primavera. En España son apenas
conocidas las variedades de trigo que se siem-
bran en esta última estación, y la esposicion
en que se hallan los labradores, dequeno so-
brevengan durarte ella las aguas necesarias
para hacer con fruto esta operación , aconseja
proceder siempre que sea posible á la siembra
de otoño. Pero en cambio también puede suce-
der qu'e falten aguas por setiembre y octubre,
y en este caso bueno seriaque nuestros labra-
dores supiesen que el trigo puede (y aun me-
jor que el trigo, lácebada) sembrarse con fru-
to en febrero, marzo y aun en abril. Esto por
lo que respecta á los terrenos, de secano. En
los de regadío son siempre posibles las siem-
bras de primavera, y he aquí porqué vamos á
entrar sobre estas y las de otoño en algunas
consideraciones que no dejan de tener mucha
importancia.
Por regla general los trigos no están es-
puestos á helarse á menos de fríos intensísi-
mos, que son, puede decirse, desconocidos en
España. Si alguna vez, aunque rajísima, ha su-
cedido esío, lia sido menos en razón de la in-
tensidad del frió que de la circunstancia de
haber sobrevenido heladas estraordmarias en
momentos de hallarse la tierra en estremo hu-
543 TR
metlecida por lluvias abundantes, y que apre-
tándose sobremanera por efecto do aquellas,
sorprendió, digámoslo asi, el grano y deluvo
bu germinación.- Lo- regular es, cuando hace
' grandes frios, que sobrevengan nieves, y, es-
tas son un escélente preservativo para las si-
mientes enterradas.
Fundándose sin duda en este hecho y en
el de que por lo regular los trigos no tienen
caracteres muy marcados con que se diferen-
cien unos de otros, niega Tessier la dislinciop
que hacen casi todos los agrónomos, en trigos
de otoño y eii trigos de primavera. «Todos ¡os
trigos, "dice, son indistintamente de marzo ü
de otoño; todos, según de elio me he conven-
cido, pasan con ei tiempo dei uno al otro esta-
do. La cuestión está solo en acostumbrarlos po-
co á poco, sembrando gradualmente ios de
otoño mas tarde y los de marzo mas temprano
que la época en que suele hacerse. Asi lo ten-
go observado.»
A confirmar plenamente la opinión del se-
ñor Tessier vieneuu hecho observado y referi-
do, por otro no menos -distinguido agrónoma,
'i Habiendo en 16 de octubre de IS3G, {dice el
señor LoiseleurBeslpngchamps) sembrado .cien-
to y once variedades de trigo y vuelto á sem-
brar de las mismas el 9 de marzo de 1&37, ob-
servé que unas y otras granaron igualmente
bien, sin mas diferencia que diez dias de an-
ticipación en la granazón de las primeras so-
bre las segundas. «. Esta esperiencia prueba del
modo mas posilivp'qne todos los trigos pueden
sembrarse indistintamente en primavera ó en
otoño, puesto que lo mismo en uno que otro
caso, llegan al término de su vegetación. En
llegar á él tardaron doscientos ochenta y ocho
dias las especies sembradas en otoño,- por
cnanto durante ciento treinta y ocho estuvo, di-
gámoslo asi, paralizada la vegetación ;■ las es-
pecies de primavera, cuya vegetación, una vez
'■ empezada, no sufrió interrupción alguna , He-
■ garon al término ¿le su madurez en solo cien-
to cincuenta y cinco dias. Y adviértase que to-
dos estos trigos fueron sembrados , io mismo
■los de otoño que los de marzo, sin babor sido
preparados al efecto por las siembras prelimi-
nares gradualmente anticipadas ó ratardadas,
que aconseja Tessier. Bien ha dicho, pues, es-
te agrónomo, que todos los trigos pueden sem-
brarse indistintamente en primavera y en oto-
ño, pues todos ellos, ayudándoles las influen-
cias atmosféricas, ó los riegos artificiales, pue-
den llegar igual é indiferentemente al término
de su vegetación. Bueno es, sur embargo, ad-
vertir que los sembrados en otoño dan por lo
regular productos de mas consideración.
Esto iio obstante, hay sobre todo fuera ds
España, (donde, en razón al gran valor de la
tierra y á la ventaja, q'ue páralos cultivadores
es poder disponer de ella los tres ó icuatro me-
ses de invierno, se siembra con bastante fre-
cuencia el trigo por primavera); hay, decimos,
muchos labradores que tienen establecida una
distinción entre trigos de primavera y trigos
de otoño ó de invierno; pava" ello fúndanse en
que hay ciertas especies de dicho cereal que
resisten menos bien que otros los vigores del
frió, y algunas que exigen, según parece, mas
tiempo que otras para llegar á perfecto estado
de madurez; tales son las llamadas por Lineo
triticum compositum y irilicum twgidum,
De esta última especie son muchas las va-
riedades.
La especie que el mismo Line'o ha designa-
do, con el nombre de irilicum hybcrnum, bu
dado igualmente un gran número de varieda-
des de las cuales la mayor paite se 'hallan con-
fundidas cutre las que comunmente sembra-
mos en España por otoño. Algunas, sin embar-
go, contiene que pueden sin inconveniente
sembrarse por marzo:
La especie irilicum cnstivum , del mismo
Lineo, es la que mas particularmente suminis-
tra variedades de primavera; tales son las co-
nocidas con los nombres de trigo tremesina,
de noventa dias, de mayo, etc., etc.
üoino quiera que sea, en el estado actual
de nuestra agricultura, y vista la escasez de
agua que suele haber en primavera, no acon-
sejamos á los labradores de secano la adopción
de este sistema. Se lo indicamos para que por
via ele ensayo (pero nada mas que de ensayo)
vean por si mismos ei partido que de élse
puede sacar. A los labradores-de vega se lo re-
comendamos algo mas, auuque tampoco coa
grande insistencia, pues solo no creemos que
ofrezca ventajas positivas, mas que en los pau-
ses, raros por desgracia entre nosotros, donde
los adelantos de la agricultura y el alto precie
de las tierras , consecuencia de ellos, hacen
necesaria la adopción de un sistema de cultivo,
que ahorrando tiempo multiplique, digámosle
asi, la superficie del suelo , aumentando con
ella el número de sus cosechas y la masa de
sus productos. Esto, como se ve, está enlazado
con un sistema que requiere grandes conoá-
mienlos, grandes capitales, muchos brazos y
muchos estiércoles, circunstancias que son ca-
da una de por si uo obstáculo para su adopción
en España.
En los paises meridionales , corao ei nues-
tro, suelen ademas las siembras tempranas ser
las mejores, por cuanto en los paises donde á la
naturaleza no ayuda mucho el ingenio debgrl-
cultor, las plantas cuanto mas tiempo estañen
tierra tanto mejer crecen y tanto mejor nutren
el grano, be esta verdad fácilmente se convente
uno mirando las plantas que nacen espontánea-
mente en nuestros «ampos, y el trigo mismo
que cuando ha seguido el 'orden de la natu-
raleza, echa cañas hermosas y bien nutridas.
Se dirá que una planta aislada, goza del ali-,
mentó que ilebia mantener á otras inmediatas
y que por eso ttehe prosperar mejor, pbro
aunque esto sea una realidad, es muy conve-
niente observar, que aunque estando en buen
terreno vegeta sin cultivo, y esta falta ecwivo-
5*5
TBIGO
646
]e con corta diferencia, á la ventaja en posi-
ción ijue lleva el otro. De lo que se deduce
ijue l¡i espiga eátii bien nutrida, porque la ger-
minación del grano y la vegetación no han
rnntrariado las leyes de la naturaleza.
La segunda ventaja que ofrecen las siem-
bres tempranas, es la de que rara vez en la es-
tación on que pace el trigo, naturalmente son
las lluvias abundantes y per consiguiente hay
mas tiempo para acabar cuntrnnquilidad ta ope-
ración. I'or poco frecuentes que sean las llu-
vias estando adelantada |u estaclun do la siem-
bra, es preciso recurrir á los trigos Iremesi-
iiob cuando no ee bao podido sembrar los de
otoño, fie este precioso recurso no puedengo-
m las provincias mas meridionales del reino
por cuanto el calor, adelantándose, precipita
la vegetación, y muchas veces á ünes de ma-
vo y principios de junio, .bay que segar una
paja delgada y débil y un grano poco abun-
dante y miserable.
Les labradores que cultivan corla ostensión
de terreno, suelen generalmente elegir día
para la siembra, poro los que tienen mucha
labranza suelen hacer la siembra atropellada-
mente, porque no cuentan con los dias malos.
Ksecouomia mal entendida no tener mas cria-
dos ni mas yuntas que los necesarios para ia-
brar el campo, y lo que sucede de esto es que
si la tierra eslá demasiado mojada b demasia-
do soca, liünen que esperar un tiempo mas
"iiuitiuo, y si continúa !a lluvia á la sequedad
no se puede ganar el tiempo atrasado, se fati-
gan los animales con el trabajo, se aran mal
los campos, uo se cubren bien los granos y
quedan enterrados en el barro ó en el polvo.
Para sembrar temprano y á tiempo es indis-
pensable tener mas criados y mas yuntas que
las estrictamente necesarias Coa eslo se harán
las primeras lahures sin premura ni fatiga, en
tiempo oporiuuo, y si se logra alguno sobran-
te se pueden repetir dichas labores ó dar otras
¡i lis tierras que mas lo necesiten, pues la co-
secha recompensará ampliamente esle tra-
bajo.
SI escribiésemos paca una sota provincia
ó comarca manifestaríamos que los labradores
deberían realizar la siembra en setiembre ú
octubre-, pero el hacerlo para- todo el reino
nos Imposibilita lijar otra época qne la desig-
nada por la naturaleza. Decir otra cosa seria
engañar á los labradores, porque el clima, co-
ntó ya espresado, inQuye en el momento de
la siembra; asi lo demuestra la germinación
espontánea de los trigos. (Jada uno, pues,1 de-
be en particular estudiar sus campos para des-
cubrir este momento. El escesivo calor de
nuestras provincias del Mediodía constituye á
veces una escepcion á esta regla, porque no
siempre encuentra alli el grano en la tierra
a humedad necesaria para vegetar; pero con
h observación do muchos años se adquiere el
conocimiento del instante oportuno.
,^mpre, por consiguiente, es mejor anli-
* D1IILIQTIJCA l'OMJLAIt.
cipar la siembra que retrasarla. Para el mejor
acierto respecto á la época de siembra no hay
mas que observar la caída voluntaria de las
primeras hojas de los árboles en otoño, que es
un cseelonto anuncio de que ha llegado la es-
tación de la siembra. Esta observación puede
servir á todos los países,' asi de clima cálido
como de clima frío' ó templado, por cuanto
proviene directamente del beneficio de la na-
turaleza, la cual provoca al labrador apático á
dar la última ¡nano á su obra, sin dilaciones ni
retraso, El tiempo que debe invertirse eu la
operación de sementera, es el de seis sema-
nas, las cuales deberán empezar en los países
templados del 15 de setiembre al 10 de octu-
bre. Asi os la opinión común de los buenos
labradores, quienes por cscelencia llaman á
esta época del año la luna nueva. El tiempo
oportuno para la espresada operación es lo
que inlluye, no el. que la luna buena sea nue-
va, Ueua ó menguante, no obstante de que
las diferentes posiciones en que se encuen-
tra intluyen sobre la atmósfera en general, i
Labrada la tierra en tiempo oportuno, si
los surcos están inmediatos y cruzados obli-
cuamente, el suelo al tiempo de la sementera
debe estar bien desbecbo y sin terrones, es
decir, en estado de recibir el grano, á menos
que. las lluvias continuas hubiesen endurecido
la superficie, porque en tal caso seria preciso
labrar de nuevo. El que siembre debe ir arras-
trando el arado ligeramente, hacer un surco
que atraviese todo el campo y señalar asi todo
lo que ha de sembrar por la mañana ,6 por la
tarde.
En Otros parages no señalan los campos
con surcos, sino con mauojos de paja puestos
un linea igual y lijándolos en tierra, pero de-
be ser preferido el primer método, porque el
surco becho con el arado pequeño y en senti-
do contrario do los de la labor, lija mucho
mejor ¡a vista del que siembra en toda la lon-
gitud del campo, y asi lo hace con mas igual-
dad, y verificándolo del otro modo no se en-
cuentra objeto donde poder dirigir la vista.
EL que dirija el arado se colocará en medio
de él, con la vista aja siempre on los piquetes
ó en los manojos de paja, y hará marchando
un surco pequeño que el color de la tierra, re-
movida hace diferenciar del resto del campo
durante tunebos dias.
Cada uno de ¡os que se dedican á esta cia-
se de trabajo , tiene su costumbre, por lo que
es difícil hacérsela abandonar. L'uo siembra
hojas de tierra ó amelgas de dos varas de an-
cho, mitad á la ida y mitad á la vuelta; y otro
de trosn yendo- también y viniendo. Este últi-
mo método es preferible, porque á favor de
él se siembra menos espeso.
El que siembra, si quiere sembrar espeso,
debe caminar con lentitud; si claro, debe alige-
rar eL paso, procurando tomar siempre la mis-
ma cantidad de grano en cada puño, y derra-
mándolo con uniformidad, pues si los puñados
tt xxxni. 35
847
TRIGO
8íS
no son- iguales se perderá la igualdad , y el
campo quedará sembrado sin guardar unifor-
midad.
No es posible decir á punto fijo cual sea la
canlidad de simienle que deba ecbarse en ca-
da espacio determinado de tierra. Esto depen-
de de circunstancias relacionadas con la at-
mósfera en genera!, y el clima en particular,
la calidad del suelo, bueno, mediano ó malo,
su disposición si es pendiente ú llano, , si está
seco ó húmedo. Fuerza es por tanto contentar-
se en esta parte con indicaciones generales.
El modo de sembrar en cada país ha de ser
el resultado de los esperimentos locales. De
echar en todos la misma cantidad de trigo, re-
sultarán precisamente terrenos demasiado car-
gados, otros qiie lo están en una proporción
conveniente, y muchos que no lo estarán lo
preciso, sin que se pueda decir con funda-
mento que cada uno en particular conoce la
naturaleza de sirgúelo, y que arregla por ello
la simiente. ¡Ojalá fuese asi! Pero desgracia-
damente sucede lo eoutrario.
Las siembras tempranas ó tardías exigen
necesariamente cierta diferencia en la cantidad
de los granos; las primeras ahijan mucho, y las
otras muy poco. Muchos ejemplos de esta na-
turaleza se podrían citar, y todo cultivador que
en esto med'nebien comprenderá la necesidad
indispensable de variar según las circunstan-
cias, la cantidad de simiente.
Como las medidas de tierra varían conti-
nuamente de un parage á otro, y 1o mismo las
de los .granos, será preciso valerse de reglas
generales que estén conocidas umversalmente:
primero porque en una superficie de tierra de
quinientas varas cuadradas se pueden sembrar
antes del invierno lü libras de trigo y en pri-
mavera 12 y media ; segundo, en los campos
en que abunda la yerba, 12 libras y media en
otoño, y 15 y después del invierno; tercero,
que cnanto mas fértil sea el suelo y mas á pro-
pósito para trigo , mas se debe disminuir la
cantidad de simiente; y cuarto, que cuanto
mas endeble tanto mas débese cargar la mano,
pero sin esceder jamás délas 12 y media y
las 15 libras en invierno y en primavera.
Si se siembra demasiado espeso un buen
terreno, á poco qne la estación favorezca para
que abijen los trigos ó sobrevienen lluvias, es-
tando la espiga formada y cerca de madurar,
y si en esta misma épocahacen vientos recios,
el trigo se volcará, sin que en el primercaso sea
posible volver á levantarlo, ni recoger por lo
tanto masque paja y algún poco de grano mer-
mado que fermentará en el granero ó germi-
nará en el almiar, si los días de la siega no
son cálidos y serenos. Las cañas, cuanlo mas
claras estén, mas fuertes serán y mas capaces
de sostener las espigas; pero estando muy es-
pesas se ahilarán, serán mas delgadas y mas
alias; con lo cual la espiga, mas distante del
vcentro y sostenida por una caña débil la obli-,
gara A ceder al mas ligero esfuerzo, del viento,
ó al aumento del. mismo peso ocasionado por
la lluvia.
A pesar de lo manifestado anteriormente
respecto á las siembras en terrenos Uojos o
endebles, no se halla aun bien decidido que
sea preciso sembrar en ellos mas espeso que
en suelo fértil, por lo cual siempre será mas
conveniente que la siembra se haga espesa pa-
ra de este modo poder mas fácilmente reme-
diar cualquier averia.
La pesadez de un grano de trigo común lu
servido de norma y ha determinado los pesos.
El grano es la quinientas setenta y sois parios
de la onza, y diez y seis de estas, peso de
marco, hacen una libra. Algunos autores son
de opinión de que la libra de trigo se compo-
ne de 9,216 granos, y las 10 libras de simien-
te para un campo fértil de 500 varas cuadra-
das, de 92, ICO granos de trigo.
Arrancando pues de la tierra en los meses
de marzo ó abril una planta de trigo sembrado
claro, antes de invierno se verá que el diáme-
tro de sus raices capilares es de 3 á 4 o C
pulgadas; con que suponiendo que cada grane
ocupe el espacio de 2 pulgadas, precisamente
deben confundirse y mezclarse raices, y ca-
recer todas de alimento , resultando de este
necesariamente la debilidad de la caña, el que
la planta no pueda ahijar la flojedad de la es-
piga; lo que vendría á suceder precisamente
si según el uso casi general se sembrase una
arroba de trigo en la estension de 500 varas
cuadradas, como lo ejecutan en casi todas par-
tes, destinando á cada planta menos de una
pulgada cuadrada de tierra.
Sembrando 10 libras de trigo en 500 va-
ras cuadradas, aun cuando por cualquier acci-
dente, se perdiese la mitad y aun las dos ter-
ceras partes del grano, no se seguiría perjui-
cio á la cosecha, porque sí quedaban en la es-
tension de un píe cuadrado, tres, cuatro ó cinco
plantas á lo mas, se estenderian sus raices
con facilidad, se nutrirían bien, echarían mu-
chas cañas con espigas largas, y los granos se-
rian gruesos y de escelenle calidad. Por eso
convendrá siempre que el trigo que se siem-
bre sea bueno, sin granos mermados ni dete-
riorados por los insectos, y que al sembrarlos
queden cubiertos como debe ser-
Las siembras hechas en otoño necesitan
quedar mas enterradas que las de los trigos
tremesinos; y mas en los países meridionales
que en los templados y en el Norte. La dpi*
cion y la intensidad del calor de! otoño, y el
poco frió que en nuestros inviernos se deja
por lo regular sentir hacen esta precaución
indispensable á los ojos de un buen labrador.
El grado de calor en nuestras provincias me-
ridionales es por lo común en el mes de (¡c:
tubíe y principios de noviembre de 15,
10 ú 8 grados lo mas bajo; de donde se dedu-
ce que el trigo tendrá fuerza para penetra'
una capa mas fuerte de tierra que si el caler
de esta y el de la atmósfera fuese résped'-
549
TRIGO
5S0
vaioente de i". Esta circunstancia exime de
]s precisión de cubrir el grano ligeramen-
te, y ningún inconveniente hay en enterrarlo
i derla profundidad con lo cual tardará mas
en nacer pero germinará bien; sobretodo, si
li tierra que cubre el grano esta esponjada
como conviene.
Mando no llueve en abril al tiempo que
los trigos principian á encañar óá salir fuera
del cuello de la raiz, sucede 'con frecuencia
que se disminuye la cosecha, y si la sequia
continua, apeuas se recoge la simiente.
En las provincias del Norte seria perjudi-
cial enterrar mucho la semilla, por cuanto ni
el calor de la masa de la tierra ni el de la at-
mosfera son tan fuertes en verano ó cu otoño
como en los países del Mediodía, al paso que
son mas tempranos los fríos de invierno.
El modo de cubrir las semillas varia según
!as provincias.
La semilla debe esparcirse con toda la
igualdad posible, cubriéndola .con solo dos ó
Ires dedos de tierra, á ün de que nazca y crez-
ca con provecho, porque mas ó menos tierra
la perjudicaría. Haciéndolo desigual, claro es
que el trigo saldría guardando la misma des
igualdad, es decir, espeso en un lado y claro
en otro. La simiente muy enterrada se ahoga
por no poder romper la pesadez de la tierra
y de ella destruyen buena parte las hormigas
¡os pájaros y los insectos. Esta falta proviene
del modo de sembrar y cubrir el grano, á lo
que se aüade el no escoger bien la simiente,
y asi no es maravilla qno las tierras no corres
porulan como debieran.
En los diferentes métodos de preparar, la
tierra para sembrar trigo, se considera indis-
pensable la operación de la escarda, lo uno
para remover la tierra al pie de las raices, y
lo otro para destruir al mismo tiempo las ma-
las yerbas. Algunos autores recomiendan
simplemente arrancar las malas yerbas antes
que los trigos empiecen á- espigar.
Las yerbas son vivaces, bisanuales ó anua-
les; las primeras se destruyen con facilidad
por las labores dadas oportunamente. Las anua-
les san mas difíciles de destruir porque la
grana de unas germina en febrero, la de otras
en marzo, en abril, en verano y en otoño, de
modo que una labor puede arruinar una espe
cíe, pero no destruye las que deben nacer al
mes siguiente, y sucede muchas veces que
germinan, vegetan, maduran y se secan de
una labor á otra. De estas generalidades, sin
embargo, no se desprende que sea inoportuno
escardar los trigos. Arrancar las malas yerbas
mientras el trigo está verde y antes de que se
encañe, es' favorecer su crecimiento. De esta
manera ahijará mucho, sus hojas se estende-
ran, cubrirán el suelo, y por consiguiente so-
tocarán con su sombra las plantas estrañas,
cuya vegetación no sea tan rápida como la
del trigo, y cuya naturaleza no Jes permita
crecer, al mismo tiempo, ni tan alto como
aquel. Las plantas leguminosas, como los gui-
santes y las arvejas, están, por desgracia, es-
ceptuadas de esta regla. Sus semillas enterra-
das germinan naturalmente eon los primeros
calores de la primavera, hacia el tiempo eri
que el trigo principia á espigar. A pocos dias
de su germinación se agarran al trigo, crecen
suben por las cañas, á las cuales se abrazan,
su simiente, por último, madura y se cae
antes de que se siegue el trigo, quedando asi
as tierras sembradas de nuevo para el año
siguiente y tal vez para dos mas, si las labo-
res las entierran profundamente. Si se escarda
en tiempo seco se rompe la planta por junto
al cuello de la raiz; pero no se arranca, sino
que vuelve á arrojar de nuevo. Si se escarda
en tiempo húmedo se arrancan las raices, pero
con el peso de las personas que hacen la ope-
ración, se comprime y aprieta la tierra en de-
irimento del trigo.
La escarda, cualquiera que sea la forma y
la época en que se hace, da por resultado lim-
piar el trigo, el cual si está mezclado con otras
semillas pierde mucho para la venta.
El trigo, durante su vegetación, se halla
espuesto á la acción de muchas causas que
desordenan sus funciones de una manera sen-
sible. Unas, según la época en que se presen-
tan, interrumpen mas ó menos el curso de su
vegetación; otras, manifestándose desde el
primer desarrollo, vician y destruyen su orga-
nización. En el primer caso conserva el grano
su forma esteriory su color, y puede servir
para hacer pan y para simiente; en el segundo,
por el contrario, se desfiguran, se destruyen
enteramente el gérmen y la sustancia harino-
sa, quedando por tanto incapacitados de ali-
mentar ni de reproducirse.
Según la opinión de los que se dedican á
las labores del campo, y aun algunos escrito-
res modernos, todas las desgracias que sufre
la cosecha son debidas á las nieblas, á los ro-
clos, á las lluvias y al sol..
Los accidentes que acometen al trigo, des-
de su desarrollo mientras crece y hasta que
llega a perfecta madurez, han sido mirados co-
mo enfermedades, cuya denominación ha va-
riado singularmente. En cada país, provincia
ó reino se les ha dado nombres diferentes; pe-
ro por lo común todas las enfermedades del
trigo se espresan con los nombres de tizón ó
anublo.
Cuantos se han ocupado de este particular
todos están acordes en que la temperatura de
cada estación contribuye notablemente al bue-
no ó al mal éxito del cultivo. Sabido es que
si durante la florescencia caen lluvias abun-
dantes acompañadas de vientos y tormen-
tas, el grano queda sin fecundar, mermado
ó vacio. t
Si cuando el trigo está verde sobrevinie-
sen calores escesivos, la caña, en vez de en-
gruesar, se seca, los granos maduran con mu-
cha prontitud, y, por consiguiente, les falta
551 Tí
tiempo para llenarse suficientemente de ha-
rina.
La esperíencia lia acreditado que el gra-
nizo ó piedra puede ocasionar daños en el
trigo cortando las espigas, y produciendo nn
frió escesivo, que, suspende por algun tiempo
la vegetación, para lo cual se necesita un calor
suave y constante
Los vientos impetuosos ocasionan también
daño considerable volcando los trigos; la caña
entonces mas ó menos encorbada sufre una
especie de compresión; la savia interrumpida
en su curso no sube á la espiga, y el grano,
si no está bien adelantado se nutre poco y
queda imperfecto. Los granos que se bailan
en este caso son por lo comen menudos; rui-
nes y mermados, y es raro que no lleven se-
ñales que descubren la especie de accidente
que ha padecido su vegetación.
También se sabe que una lluvia continua
- y fria, penetrando basta la testura del grano
en Leche se combina con sus partos constitu-
yentes y le da mayor volumen, de lo cual
resulta que el trigo aunque bastante grueso,
es ligero en razón á la mucha corteza y la
poca cantidad de harina que encierra: razón
por la cual.no se puede conservar. Si la lluvia
dura mas tiempo y se prolonga hasta el mo-
mento y aun después de la siega, en vez de
perfeccionarse el grano en la gavilla y acabar
su madurez en el almiar, germina y se daña
en medio del campo.
De los accidentes espresados se deduce que
la influencia do la atmósfera. en los términos
referidos puede aumentar, disminuir ú destruir
el producto de las cosechas.
A este mismo resultado pueden contribuir
otras causas. La naturaleza del grano que se
siembra y las precauciones con que se proce-
de a la operación influyen muchas veces lanío
como la atmósfera en la calidad y el producto
de la cosecha; por eso es indispensable que
se ponga el mayor cuidado en la elección del
grano que se hade sembrar, preparándole an-
ticipadamente.
En el modo de recoger el trigo se encuen-
tra el medio de libertarle de la humedad, que
le hace tanto daño, é impedir que Jas lluvias
que caen durante y después de la siega pe-
netren interiormente, debiliten las propieda-
des de las partes constituyentes y les den la
disposición próxima á germinar y aun á da-
ñarse. Este medio es sencillísimo y consiste
en poner el trigo en bacinas pequeñas en el
.mismo campo, al instante que se siega; cada
bacina debe tener de 6 ó 7 pies de elevación
y de cincuenta á sesenta gavillas.
Ademas de las enfermedades mas comu-
nes del trigo y de los varios accidentes que
le atacan durante su vegetación puede haber
aun otras muchas circunstancias capaces' de
ocasionar otros efectos particulares al grano.
Trigos hay con apariencias de sanos, dañados
en sus esfremidades nada mas; otros cubiertos
tiGo m
de manchitas negras que en el interior con-
servan la blancura de la harina; y álgtitjoí
por ultimo, que antes déla siega exhalaban ma|
olor y que, segados no presentaron señal ¡d-
guna de vicio.
Es digno de, notarse el que en un mismo
campo se hallen muchas espigas unas sanas y
otras enfermas, y aun en una misma granos
raquíticos, cariados, atizonados y buenos.
La raquitis ó sea el trigo abortado se tria;
niuesta sensiblemente en' primavera en las
macollas afectadas; el zurrón, las glumas y
las aristas se enroscan y se arrugan á medida
que la espiga sale de su cubierta, y que el
grano se adelanta liácia su madurez. El color
varia sensiblemenle porque de verde toma na
matiz azulado, y después se vuelve moreno
mas ó menos oscuro. La forma de este grano
contrahecho no tiene apenas semejanza con
la del trigo sano; estriado en toda su longitud,
no pasa de la mitad del grano ordinario, y se
termina en una, dos, y algunas voces tres
puntas; de modo que á primera vista parece
que hay muchos granos reunidos eu uno.
La sustancia que contiene esta clase de
trigo no llena enteramenle la cavidad del gra-
no; y es blanca estando húmeda.
La planta atizonada nose distingue al prin-
cipio de la del trigo bueno; pero apenas ad-
quiere la espiga dos pulgadas de largo, se
percibe ya una especie de moho que blanquea
insensiblemente, y el zurrón, la caña y las
aristas toman una apariencia sana, lo cual
prueba al parecer que solamente el grano es
quien está viciado.
Esta enfermedad se presenta con un as-
pecto terrible, pues la espiga se pudre y se
seca; la parte harinosa del grano, y lo mis-
mo su cascarilla se reducen ú un polvo ne-
gro y como quemado, sin quedar mas que
el armazón ó el esqueleto de la espiga, la
cual se troncha cou facilidad.
La verdadera causa del tizón no está liten
conocida aun; sobre el particular hay opiniones
encontradas.
La carie es de todas las enfermedades del
trigo la mas teinible, y se manifiesta en el
mes de febrero, nó retardando los progresos
de la vegetación. La caña es alta y dereclia,
y ¡as hojas no< tienen defecto alguno, pero
apenas principia á tlorecer se dejan conocer
las espigas cariadas por su color vertíe, las
glumas están, mas ó menos salpicadas dupiin-
tos blancos, los granos adquieren un volumen
mas considerable que en el estado natural, su
color es pardo sucio, tirando un poco á mo-
reno y ln cascara' delgada y menos fuerte, tn
lo interior del trigo cariado se encuentra un
polvillo negro que despide nñ olor á pescado
podrido.
El único preservativo que se conoce pura
remediar esta clase do enfermedad y quo lia
tenido buen éxito, es la legia de conizas y ni
viva. Con este remedio í'oríiflca el grano y le
353
TRIGO
m
pone en estado ele resistir mejor las intempe-
ries del aire, pnra esta operación puedo apro-
vecharse la legia qne ha servido para colar ro-
pa, por tener aun en disolución una parte, de
ía potasa ú sal de ¡as cenizas con que ta han
liento.
Hl modo fíe emplear las tógfita es el de-
collar lu caiUidaci de trigo que se conceptué
bastante para la legia preparada removiéndo-
lo ludo con un palo y quitando con una espu-
madera los granos ligeros y dañados que su-
ban á la superficie. En la tina se meien unas
cestas de dos asas y de ocho á diez pulgadas
de toado llenas de trigo, el cual se volverá á
menear como anteriormente luego que haya
escurrido bien, so estenderá por el suelo para
que seseqtie, y se le dará vuelta por lo menos
Hita vez al dia'hasln el momento de sembrar.
En los países próximos a! mar se puede
servir de! agua en vez de legia. En otros lam-
ínense emplean los orines y escretuentos po-
driilusde los animales; el ollin, la salmuera y
el agua del estiércol, pero en todos estos casos
será precisó no olvidarse de echar cal.
Las legtas de cal y de cenizas preparadas
y aplicadas cual conviene, preservan los gra-
nos de los insectos y de las enfermedades ¡ y
les dan mucho vigor. •
Tal es la opinión del abate llozicr y deciros
ranchos agrónomos. ?ío ha mucho, sin em-
bargo, que de un pueblo de Rastilla la Vieja
remitió ála Revistada agricultura un enten-
dido labrador de aquel distrito, una série de
observaciones referentes á esperimentos hechos
alli, contrarios todos á la doctrina arriba sen-
tada de Jas ventajas de encalar las semillas pa-
ra preservarlas de ta carie, el tizón, el carbon-
cillo y demás enfermedades del trigo. lie arjbt
en quetórminos se esprestt dicho labrador de
Hampos:
En vano, dice, se lia pretendido iníroducir
el uso de la cal como verdadero especifico
contra el carboncillo, pues para que obre con
utilidad es necesaria la concurrencia de oíros
accidentes, ó sea la calidad del terreno. Hos-
pedando aqui aquellos sistemas fondados en los
usos agrícolas, y que tanta aceptación tienen
en la ciencia,, queremos manifestar á nuestros
labradores que pnra combatir esla epidemia es
'en muchos casos inútil la encaladura.
Mientras que la química no descubra otro
amoniaco liquido (y esto es imposible) queha-
ga rendir y evolucionar á nuestro antojo la at-
mósfera, asi como el que usa la medicina des-
P6ja una habitación axüsiada por el ácido
carbónico, inútiles y ostra vagantes son los" re-
medios de que se valen generalmente los agri-
cultores para que las espigas no se contagien
tol vicio carbonoso, .¿Quién dice que el trigo
encalado no padece osla enfermedad tan en -
'ñapen Tierra de Hampos, por ejemplo, que es
ijno de los países del mundo mas productores
de trigo? Respóndasenos de la manera que se
quiera, preséntesenos uno, dos, tres ó mas re-
sultados prósperos en. virtud de este, y pruebe-
senos (y esto es lo difícil) que tales resultados
son obtenidos por la cal y nada mas que por
la cal.
Este vicio, que desdora nuestro fruto, que
destruye nuestro capital, procede, -uo hay qne
dudarlo, de accidentes de temperatura, y1 pue-
de desaparecer el día en que emprendamos el
cultivo con discernimiento, con la elección de
semillas sanas, pesadas y lustrosas, con una
sazón esquislía del terreno , con los abonos
.empleados con medida y oportunidad , y con
el saneamiento de parages húmedos. Salte de
este circulo es retrogradar en la agricultura, es
perseverar en lu rutina, es querer temeraria-
mente atacar ála naturaleza, ias mas de las ve-
ces incspugnable, con proyectiles vanos y dé-
biles, vanos porque no nacen déla ciencia, dé-
biles porque van dirigidos sin arte.
La costumbre de encalar el trigoen la siem-
bra, cuando el terreno preparado no ayuda por
sus accidentes á impedir el carboncillo , tiene
el inconveniente dé debilitar la epidermis, y
hacer que esta, obligada por la humedad, ceda
sin tiempo á la coacción que se presenta natu-
ralmente, al descomponerse la materia feculen-
ta para abortar el tallo, y de aqui resulta que,
lejos de curar esta enfermedad carbonosa, pre-
cipita la planta á la debilidad, como feto con-
cebido y nutrido en medio de ios ataques de
un agente abortivo.
La dureza de la pieles en su principio ne-
cesaria, por cuanto lleva en si los caracteres
de abrigo y de resistencia. Paralo primero no
hay mas que hacer una observación, cual es la
de que el grano se conserva intacto al abrigo
de aquella capa. -Para lo segundo debemos fi-
jar la atención en el origen de las plantas, pa-
ra conocer que sin ella no puede haber des-
composición completa, porque las semillas no
podrían ejercer de. lleno sus funciones natura-
les, atendiendo á los diferentes movimientos
que presentan antes de verificarse la reacción,
que es por donde se termina el nacimiento.
¿Cuantos trastornos, en efecto, no sufren di-
chas semillas atacadas, como casi siempre lo
son, porlos accidentes del terreno y la induen-
cía atmosférica, que las combaten para redu-
cirlas á una nueva generación? Por otra parle
si á un animal so le obliga á parir antes de
tiempo, ¿qué podrá esperarse del feto quenaz-
ca de él?
Nada; el felo no sobrevivirá al aborto, y da-
do caso que sobreviva, siempre será un animal
raquítico é imperfectó. Lo mismo puede decir-
se qne sucedo á las plantas.
¿Qué se propone el cultivador encalando
las semillas? ¿Quiere abogar en la piel el vicio
del carboncillo? Si este es su intento se estfa-
via mucho del verdadero camino, ¿lia contado
para esta obra con la naturaleza del terreno en
que la va á depositar? ¿Ha consultado' sus ac-
cidentes? ¿Obra por convencimiento propio ó
porimiiar lo que hacen los demás? Suponemos
555
TRIGO
que la epidermis del grano se halla manchada
déla ceniza que forma el carboncillo, y que la
cal pegándose á la cola del grano, oponga un
obstáculo al desarrollo de este vicio, pero ¿es
la parte epidérmica ó la farinácea la que pro-
duce? ¿La epidermis no se desprende de la car-
ne del grano? ¿No se pudre? Si la mancha no ha
penetrado en el centro, origen del nacimiento,
¿qué influencia tiene la cal enlaparle estertor?
¿Cómo hay espigas heridas de un lado solo?
¿Cómo hay granos sanos mezclados con otros
corrompidos? ¿Se ha visto alguna vez arder la
ceniza, para creer que la cal quema el carbon-
cillo que se ha agarrado á la cola del grano?
Tómese una espiga al tiempo de la granazón,
examínese con cuidado su color, su forma y
sus demás caracteres, y nada hallaremos que
nos lo haga sospechar, pero de un día á otro,
encerrando en sus celdillas partículas de rocío,
presentan unos granos negros, que no tienen
en sn figura ninguna analogía con tos del tri-
go. Luego estaenfermedad está basada en cau-
sas de temperatura y no en el contagio.
• Para librarnos de esta y de otras tantas en-
fermedades que amenazan á los trigos, Ínterin
no se determinen otros remedios, y esto seria
nu paso grande en la agricultura, es muy con-
veniente observar lo siguiente: mudar todos
los años de simientes, conservar las que ha-
yan mejorado en un terreno, desechar las (pie
tomen este vicio, y elegir aquellas que han
nacido en un clima semejante. En la elección
de semillas está el mérito del agricultor. Asi
como para el plantío de la vid buscamos sar-
mientos de las posturas de buen fruto, del mis-
mo modo , trujándose de semillas, debo el la-
brador elegir entre las de-su pais aquellas que
prudentemente conozca adornadas de cualida-
des escelentes , y deslerrar de sus trojes las
qne, teniendo muestras de buenas, han nacido
entre otras inficionadas, no por temor de que
se contagien, porque no puede suceder que
sus semejantes trasmitan este mal, sino por
cuanto proceden de un terreno predispuesto á
la producción de esta enfermedad, y en el cual,
según la fuerza y la constitucionde cada plan-
ta, hay unas que absorben todo el virus cor-
ruptor, otras que solo absorben una parte , y
otras, en fin^que salen heridas y dispuestas á
producirlo en la sementera Inmediata. Fácil-
mente se concibe, pues, la analogía que en es-
ta parte tienen entre si los animales y los ve-
getales.
Terminaremos esta revista médico-agríco-
la con la enfermedad mas, temible que hiere
mortalmente los trigos y tiene á muchos prác-
ticos en la mas completa confusión. Hablamos
del tizón, plaga insoportable y destructora,
que aparece en los tallos mas fuertes , que
obra Incógnitamente y cuyos fatales resultados
no se ven hasta después de echada la flor.
Atacados por esta enfermedad, Iris granos de
la espiga pierden la forma que la naturaleza
les dio, se convierten y caen en un polvo ne-
gro, y de mal aspecto, que al menor sacudi-
miento vuela. Hasta aqui hemos tratado de las
enfermedades procedentes de la naturaleza del
grano; digamos algo de las que nacen del vi-
ció del terreno.
No echaremos en olvido aquellas semillas
que abraza la segunda división: nacidas con el
trigo mismo, vuelven á reproducirse, si, poco
cuidadoso y. discreto , no limpia el labrador, n<¡
aventa y criba con esmero la simiente, para
alejar de sus sembrados, la cizaña, la arveja,
el eorninilo, que amarga y da mal sabor al pan'
y varias plantas de este y otros géneros que
vienen á reemplazar la cosecha con pérdidas
considerables para una esplotacion rural.
La madurez de los trigos se conoce fácil-
mente en su color, y la verdadera sazón para
segarlos es cuando los granos tienen bastante
consistencia, pues cogidos no estremadafnenle
duros, acaban de madurar y de perfeccionarsB
en las gavillas, y no hay gran peligro de per-
der mucho grano al segarlo ni al acarrearlo
como sucedería si se cogiese demasiado madu-
ro ó seco. El trigo que se destine para simien-
te se debe segar en su madurez perfecta; y
hay autores que pretenden que dicha opera-
ción debe verificarse en menguante de lima,
de madrugada, ó ája caída de la tarde.
El trigo segado se coloca en gavillas para
que -de este modo pueda ser acarreado. Si el
tiempo estuviese húmedo ó lluvioso lo mejor
será dejar dichas gavillas estendidas en el
campo, á fin de que la corriente de! aire que
las bañe acelere la evaporación y la seque
con mas prontitud.
.. La era, sitio determinado para tender el
grano recolectado y proceder á su trilla, ddie
estar cercada en cuanto sea posible; pero con-
viene dejar abiertos los dos lados de donde
soplen los vientos, á Qn de aventar con faci-
lidad.
La trilla tiene por objeto separar el gra-
no de la paja, y es operación que se ejecuta
de diferentes modos, según la costumbre de
cada pais. Entre nosotros la mas común es ha-
cerla por caballerías y trillos.
Recogida con un rastro la paja trillada
queda el trigo escondido, y mezclado con las
granzas; es necesario separarle y limpiarle
para desembarazar la era y repetir la misma
operación sucesivamente basta concluir todo
el trigo.
La era debe hacerse ó situarse en pango
elevado y que este espuesta á la corriente de
todos los aires, y cuando sople alguno no de-
berá perderse momento para aventar. A este
efecto se dispone la parva trillada en medio ó
en un costado déla era según su posición. En
esta forma se arroja al aire el grano; la fuer-
za del viento se lleva los cuerpos ligeros, J
los granos y otros cuerpos pesados caen al la-
do del aventador; asi se continua hasta sepa-
rar la paja larga.
Si los vientos mudasen ó hubiese anuncios
557
TRIGO
558
de tempestad ú de lluvia se debe amontonar el
rano con toda celeridad y los granzones que
antes incomodaban servirán para cubrir el
montón y preservar el grano de una lluvia pa-
¡íagerii; pero si es fuerte 6 de mucha duración
penetra hasta él trigo, de modo que toda la
circunferencia del montón se empape de agua,
lo cual es un gran mal, pues con esto se re-
calienta el grano, se enmollece, germina, y se
liace difícil de conservar.
La importancia de la conservación do las
semillas, mayormente la délos cereales, que
forman el primero y mas principal alimento
tic un gran número de naciones, no ha sido
tela ahora debidamente estudiada por mies-
Iros agricultores; por cuya razón, y_en vista
de la importancia del asunto vamos á indicar
un medio que de conseguir aquel objeto pro-
pono iró agrónomo francés.
Este medio, dice, es constante, y gene-
ralmente empleado desde el año de 1840 en el
departamento del Sena-Inferior para preservar
el trigo de la germinación , cuyo estado de-
pende con frecuencia de las lluvias sucesivas
que ocurren en el momento de segarlo , las
cuales no permiten ordenarlo en gavillas.
Para prevenir el mal, se toman porciones
de mieses, á medida que se va segando, equi-
valentes i cinco ó seis haces, y se atan con un
iníiiojillo de pajas por la parte de las espigas;
en seguida se abre este grande lias ó montón
por la parte de las cañas, con objeto de que
forme base, para sostenerse en pie, y á lin de
proporcionar una libre circulación del aire por
éntrelas cañas, colocándose finalmente en for-
ma de sombrero, otra porción ó haz de mie-
ses sobre las primeras con las espigas dirigi-
das liácia el suelo, sujetándolas con una liga-
dura de paja, retama ú otra materia á propó-
sito.
Por medio de estas precauciones, semejan-
tes á tas que se practican para e! cáñamo, la
lluvia se desliza á lo largo de los tallos, sin
[jotrar dentro de las gavillas ó montones; y
aun cuando el tiempo lluvioso se prolongase
dos ú tres semanas, quedando intacto el inte-
rior del montón, podremos aprovechar el pri-
mer dia de tiempo sereno, para formar los ha-
ces comunes ó de regular tamaño, sin que ha-
ya sobrevenido otro perjuicio que una ligera
alteración en las cuñas esleriores de montón.
Este procedimiento que seria importante
vcr generalizado, ha reemplazado después de
on periodo de treinta años al uso de lis gavi-
llas en el departamento del Sena-Inferior. Ni
wn en los casos en que un liempo favorable
nos dispense de su uso, veremos aumentarse
«penas los gastos de la siega, al pa;o que nos
ofrece la mayor ventaja en los años (pie el
mal liempo nos obliga á emplearlo; y si algún
mayor costo puede haber, por cierto muy in-
signiflcante, lo recompensará el mejor estado
611 que queda el trigo; porque si en los tiem-
pos lloviosos formamos haces de, las mieses
qne acabamos de segar, nos vemos en la ne-
cesidad de volverlos ,y revolverlos, resultando
al cabo de algunos dias húmedos que la paja
y el grano se hayan averiado.
Las ventajas que se han reconocido á este
método son:
lj* Que el trigo puesto en los montones,
que dejamos descritos, da mayor resultado '
que el que se guardó en haces ú gavillas.
2. a Que el color mas dorado que aquel con-
serva lo hace preferible en los mercados, ase-
gurándole un precio mas subido.
3. a Que el procedimiento de que se traía
da mayor valor á las cosechas de-pie, por la
razón de que asegura al comprador el género
que se ha vendido,
5.a Y últimamente, que gracias á esta prác-
tica, el grano no se escapa de la espiga con
tanta facilidad, y por otra parle no está tanto
al alcance del granizo y de la voracidad de las
aves 6 insectos.
Los cultivadores que han empleado el mé-
todo de que hablamos han apreciado sus ven-
tajas de tal manera, que lo han estendido á las
cosechas de cebada y de avena, y lo emplean
hasta en ios años en que la atmósfera les iús-,
pira mayor seguridad.
Acerca de ta época en que conviene proce-
der á la siega,' no están contestes ías opinio-
nes de los autores que de la materia han es-
crito. Golumeia dice, que lejos de dejar esta
operación de un dia para otro, debe preceder-
se á ella, desde el momeuto eu que se ve que
el campo toma un color uniformemente ama-
rillo, antes de que el grano endurezca, y eu
el momento en que empieza á ponerse dorado,
de tal forma que crezca en la era, «pues es
constante, añade, que, cogido en sazón, en-
gruesa luego.»
l'Hnio adopta en un todo este modo de ver
las cosas, y dice «que mas vale segar dos dias
antes que dos dias después.»
Esta opinión délos antiguos, olvidada ó
desatendida durante siglos enteros , ha sido
reproducida por los modernos, entre otros
por Mr. fioke, rico propietario y agrómena
injlés, el cual afirma que la siega hecha de
ocho á diez dias antes de la perfecta madurez
del grano, no altera ni la cantidad,- ni la cali-
dad de este, mejoi>i la calidad de la paja, po-
no antes la cosecha al abrigo de los daños
que pueden ocasionarles los vientos, las llu-
vias, elgrauizo, etc. y disminuye los gas-
tos. También asegura Mr. Coke que este trigo
da en la molienda mas harina y menos salva-
do, que el cogido completamente maduro.
Un compatriota suyo, sin embargo, dice
que, después de haber examinado esciupulo-
. sámente los resultados de un gran número de
esperiinentos, juzga que la diferencia de cali-
dad entre dos trigos segados, uno complcta-
' mente maduro, y olro doce ó catorce dias-an-
les de este estado, .era de uno á tres por cien-
to á favor del primero; pero que ninguna di-
ferencia había notado, Rilando el trigo segado
prematuramente lo había sido solo de seis á
ocho días.
En Francia también se bau ocupado de esla
cuestión muchos cultivadores y agrónomos,
entre otros los señores Domhasle, Peburier y
el conde Luis de Villaneuve, que ahogan por
este mélodo. Nfl falla, sin embargo, quien se
pronuncia en contra. Como quiera quesea,
nuestra opinión es que, á linde ganar tiempo,
. y de utilizar mejor los brazos de que se dis-
ponga , conviene siempre empezar la siega
temprano, es decir, de cuatro á seis dias an-
tes de la complela madurez del grano.
Otra cuestión que importa dilucidar es la
de proporcionen que con respecto al almidón
se encuentra el gluten en la harina proceden-
te de los trigos cortados prematuramente y en
la procedente de los segados maduros. En esla
cuestión están todavía por resolver los puntos
siguientes:
1. " Si el grano segado antes de estar per-
fectamente maduro, puede realmente adquirir
el mismo tamaño y el mismo peso que eique
queda en tierra, y si amontonado luego en la
era toma mayor peso y volumen, segua lo
afirman' Columela y Plinto,
2. " Si es la misma la calidad de sus res-
pectivas harinas, ó si, como lo afirma Base,
está mas espuesta á alterarse que la del tri-
go cortado maduro, la del cortado antes de
tiempo.
3. " Si, como, por el contrario, lo asegura
Mr. Colee, el grano de trigo segado prematura-
mente contiene mas harina y menos salvado
que el del segado maduro.
4. " Si tío está aquel, seguu lo afirman
muchos 'agricultores, mas espuesto que este
á ser Gausa, empleado como simiente, del ti-
zón ú otras enfermedades de las plantas que
de él procedan.
5. " En qué proporciones puede variar la
cantidad de gluten contenida en unos ó en
otros.
Por lo que respecta á la paja es innegable
tpie, segada un poco verde, es mas sabrosa,
y por lo tanto mejor; pero resta saber, si el
beneficio que por este concepto se obtiene de
la paja, puede compensar el daño (dado caso
que lo haya}, ocasionado al trigo. Cuestiones
son estas de alta importancia, y de que va-
le la pena de ocuparse con detenimiento y
atención.
Encerrado el trigo en el granero, ha de
tenerse especial cuidado en que no piiedan
penetrar por su paredes las conocidas con él
nombre de ralas grandes del campo. Estos ani-
males consumen cantidad considerable de tri-
go, y como tomen que les falte se llevan tam-
bién una porción á sus guaridas. El ratón se
alimenta, y juega con los granos, y semejante
al conejo, tiene el mayor placer en ejercitar
sus' dientes aunque no le acose el hambre, ro-
yendo y echando á perder una tercera parle
569
mas de grano, que el que se come. Todos los
pujaros de pico corto hacen mucho estrago.
Las hormigas son también perjudiciales á can-
sa de su número y del mal olor que comuni-
can al trigo. En este también nacen insectos
conocidos con los nombres de gorgojos, poli-
llas y orugas, cuya csterminaciou es difícil
lograr.
Es costumbre colocar los graneros en los
altos de las casas para evitar la humedad y
poca ventilación ; pero también es nías es-
puesto á ratas y ratones, y á los domas in-
sectos de que hemos hecho mérito, porque
con facilidad se introducen por las rendijas
de las vigas. Por esta razón, serla muy con-
veniente colocarlos en sitio aislado del gdiQ.
ció, lo cual es bueno ademas para evitar in-
cendios y proporcionar ventilación.
En lugar de ventanas grandes que comu-
niquen la luz, deben abrirse lumbreras de
tres en tres pies por todo el contorno del gra-
nero. Estas lumbreras, de un pie cuando mas
encuadro, estarán guarnecidas por (a parte
esterior del edificio por una rejilla espesa de
alumbre para impedir ia entrada de los nilo-
nes. Por medios tan sencillos se impoclirú la
cnlradaálos gorgojos y polillas, cuidando so-
cre todo de cerrar dichas ventanilas con bas-
tidorcitos cubiertos de lienzo tupido, pero na
tanto que impida penetrar el aire en el grane-
ro. En el lecho de este se hará una especie
de cielo raso,- y como medio de que este no
se resquebraje ni se grietee, mézclase con la
cal pelo de buey amasándolo todo junio du-
rante mucho tiempo. Ademas tambicu es ne-
cesario poner en las junturas de las tablas li-
ras de lienzo encoladas, á liu de no dejar nin-
gún asilo á las polillas ni á los gorgojos; pero
lodo esto puede evitarse usando el yeso, por-
que ninguna sustancia reúne mas ventaja para
preservar el grano dé insectos. También debe
cuidarse de no echar trigo en el granero sin
haber barrido antes este muy bien, no polo
el sneio, sino lambien eí techo y las paredes.
En una memoria presentada años pasados
á la sociedad central de Agricultura de i'aris,
refirió Jtr. Loiseleur Deslongchamps algunos
hechos curiosos é importantes, que creemos,
como conclusión de este articulo deber re-
producir.
El trigo no es solo la planta mas útil al
hombre; es un ejemplo almirable de fecundi-
dad. Un solo grano confiado á la tierra, puede
á la vuelta de algunos meses , producir mu-
chos cientos y aún muchos miles de su espe-
cie. De este hecho dan testimonio autores an-
tiguos y modernos.
Cuenta Plinio que el procurador de Augus-
to lo envió del territorio de Dizancio un pie fj
mala de trigo, de donde salian (hedió poco
menos que increíble) 400 tallos. El mismo au-
tor dice que de aquel punto recibió Nerón otra
mala con 300 tallos, procedentes también de
na solo grano. Sh.av cucnla (pie, hallándose
TRIGO
m
TRÍGO— TRIGONOMETRIA
562
él en Avgelj llevó el gobernador de una de
aquellas provincias una mata con 30 tallos ó
macollas, y ()uc le aseguró que en Egipto se
habla presentado al bajá del Cairo uua que
había producido 120. Duliamel cita dos gra-
nos de trigo «[ue produjeron 140 espigas, y
0,000 granos cada uno. bavy, célebre quími-
co, habla de (20 macollas, procedentes de un
<oio grano. Francisco de Seufcbatean ciía má-
los'de 100, 4 17, 140, 143, 200, 300, 335 y
37C espigas, producto de un solo grano.
Tessier afirma haber visto eu la provincia
francesa de la Beauco 00 espigas en una mala
ilc Irigo, y 03 en olra- En lierinon, pueblo
inmediato á Brest, se vio en 1S37 un grupo
Je 155 espigas que solo lenian una raiz. El
Jaque de Montmorency llevó ;i i'aris, donde
todavía eg conserva, una mala de trigo, eu
la cual se cuentan luí. espigas procedentes
ile un solo grano. Mr. Dalbret ha visto cerca
de .Unales a un pie de trigo, (pie creció ais-
lado, producir 'oí espigas, que dieron 2, '240
ranos. Mr. Lotseleur Deslongeliamps recogió
en 1 S32 una ma!a de trigo, que llevaba Oí
espigas; Carlos Mnller ha obtenido resultados
lüilavla mas extraordinarios; un solo grano de
Iriso, dividiendo las ramificaciones formadas
por su pie, ha dado 21,109 espigas que pro-
dujeron ¿70,840 granos.
Grave error seria deducir de estos hechos
csccpcionules !a producción ordinaria del tri-
go. Ellos, sin embargo, demuestran no solo
l¡i eslraordinaria fecundidad de este cereal,
sino la imperfección de nueslros métodos de
cultivo, pues pediendo sacar mueho, sacamos
poco ile la tierra.
ITfiGQNOCEFALO. [Historia natural.) Gém-
roilcserpicnles^'enenosas muy parecidas á las
ciilebrusdo cascabel, omiqueno tienen ia cam-
panilla caudal, y, como aquellas, es peligro-
sísimo su veneno y tiéuep las mismas excava-
ciones ti hoyos detrás de ¡as ventanas de la
itüi'iüi Tudas sus especies son esencialmente
americanas;.
El trigonocéfalo amarillo, llamado tám-
liien serpiente amarilla de. las Antillas, vi-
bra hUrro de lanza \irigonocepkalus lanceo-
™Wf) es ja [nincipal especia de este grupo.
^ eiiciieiitra en Sania Lucia, en [« Martinica
!' en el islote de Boqnia cerca cié San Vicente,
f10 'tallándose en la Guadalupe ni en las demás
islas Julos Caribes; y aun se dice que no
pueden vivir cu ellas y (|uc eu vano lian pre-
tendido algunos nial inleucíonados inlrodueir-
te en algmias de djclias, pues han muerto
¡wtíd después de su importación. Si se ha de
"ccr á las tradiciones de los caribes, las ser-
Paules de, la Martinica fueron llevadas allí
POt los arruages, nación de la tierra firme
con Pieaes eslnvioron en guerra mucho tiern*
pe los caribes, y que por vengarse do las in-
cursiones de estos encerraron una multitud
Je estas culebras en canastos y calabazas y las
'levaron á la Martinica soltándolas en seguida.
¿'-ܧ MrSLIOTKCA l'OPULAU.
Como la picadura de los trigonoe éralos es
moi'tat para el hombre y para otras especies
de animales domésticos, se han propuesto va-
rios medios para cstennínar dichos reptiles,
tales como la aclimatación de cuervos y de
serpentarios, pero hasta ahora el medio mas
etican es la prima de 50 céntimos concedida á
los negros y á los soldados por cada serpiente
chica ó grande que presenten.
Los trigonocéfalos lo mismo que las cule-
bras de cascabel y las víboras se alimentan,
por lo común, de pequeños mamíferos que no
devoran sino después de muertos. La especie
de fas Antillas se alimenta de ratas, lo cual es
un benellcio para las plantaciones de la caña,
y un daño para los negros trabajadores que
suelen ser victimas de dichas serpientes. Sin
embargo, no siempre mueren los mordidos
por el Irigonocéfalo. y aun en los casos mas
graves no hay que desesperar de sa curación
que suele consuguirs'e merced á un procedi-
miento bien dirigido.
El trigonocephalus lanceolatus es amari-
llo ó "gris mas ó menos salpicado de pardo.
Llega á tener hasta 6 ó 1 pies de largo, y vive
en el brasil y en algunas otras partes de la
América del Sur. Tiene placas sub-caudales
dobles y la cabeza guarnecida de escamas pa-
ralelas á tas del dorso.
También se ha empleado el nombre trigo -
nocéfalo por algunos autores como sinónimo
de anistoclito insecto hemiptero.
TRIGONOMETRIA. (Geometría.) El conoci-
miento de algunos de los seis elementos de
un triángulo (tres ángulos y tres lados), nos
conduce necesariamente al de los demás. La
Irigonomeíria tiene por objeto la investigación
de esas determinaciones, bastando para ello
algunas fórmulas. Designaremos por A, B, C.los
Ires ángulos de un triángulo, y por a, b, c, los
lado/ qucrespectivamenle les están opuestos,
Eu et triángulo rectángulo ABC {geometría,
lám. VIH, fig. Só'l, la proposición conocida
del cuadrado de ia hipotenusa, daBC* = ABs-f-
AC;, ó ¡r = Ir -+■ a', siendo recio el ángulo A.
Si del vértice C lomada como centró con
un radio GD>=Rv igual al de las tablas de se-
nos, se describe el arco DE que mide el án-
gulo C, las perpendiculares DF, GE, sobre AC,
formarán los triángulos semejautes ABG, DFC,
GEC, de donde salen las ecuaciones
AC BÜ AC
GC ~ CE' DC
AB
DF'
asi es que bR = a eos C, cR= h tang C. Por
olra parte, los ángulos agudos B-~y C son com-
plementos, ó B + C •= 90". Haciendo para
abreviar 1\ = j¡¡ tenemos para resolver los
triángulos rectángulos, estas fórmulas
a* =b'+ c\b= a eos G,c=btang C...,.(i)
t. xxxfu. 30
TRIGONOMETRIA
564
Teniendo, pues, dos lados, ó un lado y
yin ángulo agudo, se pueden -hallar los Ai-
mas elementos de un triángulo rectángulo.
Pasemos aiwra a los oblicuángulos. Del án-
'gulo A. {ftg. 8G), bájese la perpendicular AD
sobre el lado opuestoBC, formaremos dos trián-
gulos rectángulos ABD, ABC, (Je los cuales
puede sacarse el valor de Al), por la segunda
de nuestras ecuaciones (1), á saber: AD' ¡= AD
eos BAD = AC eos DAc, de donde, o sen B —
b sen 0. Bajando la perpendicular al vértice B
sobre AC, tendremos c sen A= a sen G.
Asi, pues,
a
sen A
senB
c
sen C
■(2)
lo cual quiere decir que en todo triángulo, los
senos de los ángulos son proporcionales á los
lados opuestos.
El teorema del cuadrado de la hipotenusa
da en nuestros dos triángulos rectángulos.
AD1 « AB' — BD5 = AC1 — DC5: ahora bien,
DG -= BG — BD = a — x, faciendo BD = x;'
asi pues, c! — xs = b= — (a — x)', y desar-
rollando el cuadrado c3 = b"" — a! 4- 2ax: y
como en el triángulo ABB, tenemos BD = x =
c cosB, tenemos v *
b: = a5+ cs — 2ac eos B.....(3)
La resolución de los triángulos ofrece tres
casos, á saber:
i>° Dado un lado y dos ángulos, bailar los
otros dos lados. La condición A + B+ C =
180°, determina el tercer ángulo. La ecuación
(2) resuelve esa cuestión.
2. " Dado un ángulo y dos lados, la misma
ecuación da á conocer otro ángulo, cuando los
dos ángulos son opuestos á los lados: el pro-
blema tiene en general dos soluciones, porque
el seno que se encuentra pertenece á dos ar-
cos suplementarios. Conocidos dos ángulos,
el tercero se averigua fácilmente, y la misma
relación (2), determina el tercer lado. Pero si
el ángulo dado está comprendido entre los dos
lados conocidos, hay que recurrir á la ecua-
ción (3), puesto que nos da 6, cuando conoce-
mos a, o y B.
3. " Dados los tres lados, hallar los ángu-
los. La ecuación (3) da á conocer el ángulo B,
cuando a, b, c, son conocidos; porconslguíen-
te resuelve el problema.
Verdad es que en los dos últimos casos la
fórmula (3) no se presta el cálculo logarítmico
á causa de las adiciones y sustracciones que
exige; pero esa diQcultad puede evitarse por
medio de trasformaciones. En efecto, como
1 — eos B = 1 sen1 '/. H> y como la ecuación
(3) se reduce á b1 = (a — o')' + 2ac (i — eos
B), sacamos,
b' = (a — o)' + -4ac sen ■ B.,...(4)
Ahora bieu, l.° sacamos
i
b! — (a — c)'
sen' 7, B
4ac
y como el numerador es la diferencia de los
dos «ua'lrados, es = (b + a — C) (b + c — ai
lo cual (rae la ecuación á una forma come'
nieute páralos logaritmos y da á conóeor el
ángulo B del triángulo, cuyos tres lados a, 4,
c, son ya sabidos; se hace simétrica represen-
lando el perímetro del triángulo por 2p-
o + b -(- c, lo cual nos da:
sen 7» B =
v — a — )
2." La ecuación (4) se trasforma en
. / 4 a c sen' '/«
Ahora bien, determinemos un aren e por
la condición.
2serí7, B^ac
tang©= ¡2 6)
(a — c)
el úllimo. factor pasa á ser
¡ + lang"- <o ■■
I
asi es que tenemos:
b =
COS a
.-(7)
La ecuación (G) da á conocer el arco ató-
liar (p y la (7) da el lado b, lo cual resuelve el
Iriáugulo cuyos dos lados 8 y c son conoci-
dos, y el ángulo comprendido: porque mía ve»
conocido el lado 6, se está en uno de los ca-
sos primeros y se obtienen los demás ángu-
los A yC. Por lo demás se pueden obtener di-
reclámentelos ángulos sin calcular primero i
En efecto, prolonguemos el lado f.B Je!
triángulo ABC \fig. 87), cuyos lados BC, líí
e! ángulo B son conocidos, y tomemos LE -
AB; tiremos BG perpendicular sobra la b¡se
AE del triángulo isósceles ABE; en (Id, «T»
puntos B y G, tiremos BF, CU, paralelas a «•
Como C es medio de AE, II lo es de CU, y «■
nemoF, BÉ = 7, (GB + 1ÍA) = 7„ Ia + * f*¡¡
mas, BU == HE — BE = 7, (a + c) — 0, » M
M 7, (a— c). Ademas, el ángulo ABB, es-
lerno del triángulo ABC, es = C + A, de suer-
te que el ángulo GBE es = */, (A + G!¡ l111
585
TRIGONOMETRIA
Dlru parte, el ángulo GBB = GBE — FUE, o
= (A -|-C| — C, GDF =» '/S(A — C).
Pbí'o Ibs paralelas ÍTF, HG dari la propor-
ción I1G ; BU \ '. GE 1' GF; resolviendo los trián-
gnlos iwtájjgülqs BGE, BGF por la tareera de
las ecuación [\\ hallaremos,
ÜE-HG lang GBE=BG tang '/, ¡A+C)
GFf= BG- lang GBF = BG lang '/. (A — C|
Iiia'Oteueniosa + c; a — c; '.langV.(A-f-C):
lang V, (A — C).
En lodo [riáflgálti, la suma de dos lados es
á su diferencia como la tangente de la semi-
suma de los ángulos opuestos á dichos lados,
es á la tangente de la semidiferencia de los
mismos.
Como el ángulo B es suplemento de la su-
ma A+C, ó 1 (1 (A + C) = 00"— 1/üB, los tres
primeros términos de nuestra proposición son
conocidos y puede calcularse el cuarto ó 1/2
¡i-CI. De aqui se obtienen los arcos A y C,
puesto míe se conoce la semi-suma y la semi-
diferencia.
liemos deducido de los dos triángulos rec-
tángulos AHI), ACD {fuj. SO! la ecuación AB' —
BD! «= AG' — BC; representando por x é y. los
dos segmentos BD, DC, hallamos c' —ir —
s'-y'.ólc+b) (c— b)=a (x — y). Esta
relación da á conocer la diferencia x — y en-
tre los segmentos, cuando se dan los tres la-
dos, y como por oíro lado leñemos la suma
.t+j' = a, los segmentos x y son conocidos.
Asi, pues, para hallarlos ángulos B y C, solo
falla resolver los dos triángulos rectángulos
ADB, ABC, lo cual nos da giro procedimiento
pura hallarlos ángulos de un triángulo1, cuyos
tres lados son conocidos.
Tales- son las ecuaciones para resolver les
problemas de trigonometría rectilínea.
En cuanto á la trigonometría esférica, és
ira ramo de matemáticas muy estendido para
que arftil podamos darle cabida, si bien apun-
taremos ¡as principales fórmulas. Guando tres
planos corlan una esfera pasando por el cen-
1ro. los arcos de los círculos máximos que son
las secciones de dichos planos con la superfi-
cie forman un triángulo esférico. Las lineas
liradas del centro á los tres vértices determi-
nan un triedro, De los seis elementos del
triáiwiln, tres ángulos y tres lados, siempre
se pueden descubrir tres cuándo se conocen
los oíros tres.
Api los lados del triángulo son unos ar-
cos de circulo máximo cuyu magnitud abso-
ulano es necesario tener en cuenta, y si so-
lo el número de grados. Asi es que los ángu-
los ABO y los lados respectivamente opuestos
« tío de dicho triángulo se introducen en el
calculo, por medio de los senos-, tangentes, etc.
Los rayos visuales lirados desde el ojo de un
espectador á tres objetos cualesquiera, por
ejemplo, tres estrellas,- 'determinan un trián-
gulo esférico por sus puntos de intersección
con la superficie de una esfera de. radio arbi-
trario, cuyo centro está ocupado por la vista,
ha mayor parte de los problemas de astrono-
mía se fundan en las fórmulas de la trigono-
metría esférica, al menos aquellos cuyo obje-
to es fijar la posición de un astro con "relación
á la de otros dos.
Cuando los triángulos esféricos son rectán-
gulos, he aquilas fórmulas, teniendo en cuen-
ta que a es la hipotenusa, 6 y o los otros dos
lados, al paso que B y G representan los án-
gulos.
Dalos co-
nocidos.
Valores de las incógnitas.
Cos. c =
/Sen. B
Cos. C
eos. a
eos. h
sen.'b
sen. a
tang. b
b, c
tang. a
E debe ser de igual especie queb,
Cos. a = eos. b eos. c,
tang. b
Tang. 'B = — - —
/ tang.
f Tana. C = — —.
a, B
'Sen. b =sen. a sen. B.
i Tang. c = tang. a eos. B.
i Got. C -- - eos. a tang. B.
kb debe ser de igual especie que B.
Sen. a =
i Sen. c
sen. b
á, c
\Sen. 0
COS. I!
eos. b
Puede tomarse a> ó< 90°.
Pero una vez hecha la elección, la
especie de c será dada por la . re-
lación eos. a=cos. b eos. c, y es-
ta especie será también la de C.
b, G
Tang. a = ■
J'Tang. c-
Cos. B =
tang. h
eos. C
=.sen. 1) tang. C.
cós. b sen. C. .
S67
Datos co-
nocidos.
TRIGONOMETRIA
Valor de las incógnitas.
888
Datos co-
nocidos.
Valor de tas fncó¡»TiiLas.
.B, B
rCos.a=cot. B coi. í¡,
eos. B
sen. C
eos. C
Sen. ít
i Cos. b
Cos. c :
Pura la resolución de cualquier triángulo
esférico que no sea rectángulo , tenemos tas
formulas siguientes:
^Suponiendo a+b+c=2 p, tenemos
, Sen i /2 k=V sñI1 (()_bj S£m ([)_c)
a, bj
sen. b sen. c 1
Los valores de ios demás án-
gulos se obtienen por fórmulas
análogas, sustituyendo b por a pa-
Vra B, y c por a para C.
Sen. B ='
sen. A sen. b
a, b, k{
a, b, G
sen. a
Tang. \¡% c=tang. 1/2 (a— b)r
sen. 1/-2(A+B)
sen. 1/2 tA— til
Cot. 1/2 C = lang. 1/2 (A— B)
sen. 1/2 (A+B)
sen. 1/2 ta— b)
El elemento B, determinado
por su seno, puede ser agudo ú
i obtuso'.
/Tang. 1/2 (A+B]=co!. 1/2
eos. 1 /2 (a— b)
' eos. i/2 (a+b)
(Tang. 1/2 (A— n) = cot. 1/2
sen. 1/2 (a— b¡
sen. 1/2 (a+b)
|A= 1/2 (A+B) + 1/2 (A-Bl.
' B = 1/2 (A+B)— 1/2 (A-B).
c, A, 11
Tang. 1/2 (a+b) = tang 1/2
e cosM/2 (A- til
COS. f/2 (A+B)
fTang.' 1/2 (a-b)=taug. \jz
sen, 1/2 (AKB)
Sen. C >
Sen. b =
sen. 1/2 (A+B)
sen, c. sen. A
sen. a
sen. a sen, I!
a, A, B
sen. A
jTang. 1/2 c=lang. 1/2 (a-bl
sen. 1/2 '(A+B)
sen. 1/2 (A— B)
|Cot. 1/2 C^lang. 1/2 (A-B)
sen. 1/2 (a+b)
sen. 1/2 (a-b]
Suponiendo A+B+i]=180"+
2 P, leñemos,
Sen. 1/2 a=K
A, B, C<
sen. I'scn. (A— V)
sen, B son. C
Sen. c=
sen. a sen. C
sen. A
Se obtienen sen. l/?bysen. 1/3
G, por fórmulas enteramente ¡»-
Vlogas.
Los (res últimos casos, son enteramcnlt
análogos á los tres primeros y pneilen reíe-
: rirse afelios, según tas propiedades del Irita-
i gfilo polar. El cuarto se reílere al tercero, cE
, quinto al segundo, el sesto al primero.
| Los únicos casos eir rpie Ijay inceiticliioibr?
¡sobre la especie de los élemeutos incógnita
¡ son el segundo y quinto. Los resultados nh-
. fivos al segundo caso cu que a, b y A son I :
■ datos, se hallan comprendidos en el siguiente
' estado:
1.° Para A < 90".
a <C b, dos soluciones.
b<I.90oja~ b, una solución.
'aj+"b p; 180°, ninguna.
SGÍ>
T[tIÜONOMErWA-TK!NC\DURV
570
a+b< 180°, dos soluciones.
b>0fJ'
a+b£
180", una solución.
b, ninguna,
o / a<b, dos soluciones,
^"l» '£ b, ninguna.
2.» Para A > 00".
b< 00"
-■a+b>180»:
a-+b 3 180°
dos soluciones,
una solución.
b > 00'
b= 90"
la ~ b, ninguna.
/a>b, dos soluciones,
la 5b, una solución.
\a+l> S ninguna,
[a> b, dos soluciones.
¡ a ¿ b, ninguna,
3," Para A=00".
(a > b, una solución.
b < 90" a — b, ninguna.
(a + b ií 180" ninguna.
b = 90°
ja = en", infinidad de soluciones
!a¿? 90°, ninguna.
Paralas aplicaciones prácticas, véanse los
tratados especiales, (le lo cual no puede pres-
cindirse, porque los senos y cosenos se cal-
culan por medio de sus logari unos, y es nece-
sario acudir i las tablas.
TRIGONOMETRIA ESFÉRICA. [Geometría.)
Asi se llama la ciencia que tiene por objeto
resolver los triángulos formados sobre la su-
perficie de la esfera por tres arcos de círculo
máximo. Los valores de los lados délos trián-
gulos esféricos se espresan en grados, minu-
tos, etc., y como dos arcos de círculo máximo
pe salen de un punto vuelven á encontrarse
en otro distante 180" del primero no se trata
en la trigonometría esférica de triángulos que
tengan un lado mayor que la semi-circunfe-
rencia. En cnanto á los ángulos do los triáu-
plos esféricos se determinan por los radios
tirados en los círculos correspondientes á los
lados y que sean, perpendiculares á la común
sección de cada dos círculos. De todo lo cual
resalta que la suma de los tres lados de un
triángulo esférico puede tener todos los valo-
res comprendidos entre cero grados y 3S0° y
ta sama de los tres ángulos puede tener todos
los valores intermedios entre dos rectos y seis
«¡dos, y que aunque en un triángulo esférico
fe conozcan dos ángulos no se puede hallar
el valor del tercero.
Las siguientes proposiciones son suficien-
tes rara resolver cualquier triángulo esférico.
1-* En todo triángulo esférico los senos de
los lados son proporcionales con los senos de
los ángulos opuestos', la cna! nos puedo servir
cuando conozcamos dos lados y un ángulo
opuesto á uno de ellos , o dos ángulos y un
lado opuesto á uno de dichos intuios.
2. a En todos los triángulos esféricos rec-
tángulos el radio es al seno de uno de los ca-
tetos como la tangente del ángulo oblicuo for-
mado por dicho cateto, es á la tangente del án-
gulo opuesto de la misma especie que el án-
gulo, con la cual se resuelven los triángulos
rectángulos en que se conozcan los dos catetos
ó un cateto y el ángulo oblicuo adyacente.
3. '1 En todo triángulo esférico rectángulo,
el radio es al coseno de uno de los ángulos
oblicuos como la tangente de la hipotenusa es>
A la tangente del cateto adyacente á dicho án-
gulo. Proposición que ademas de servir pa-
ra resolver los triángulos rectángulos cuan-
do se conozca ttn cateto y la hipotenusa,
ó esta y un ángulo oblicuo, puede servir para
los triángulos oblicuángulos en que se conoz-
can dos lados y el ángulo comprendido, para
lo que se baja una perpendicular á uno de di-
chos lados desde el Angulo opuesto, y la ana -
logia nos dará el valor de los segmentos , y
con estos datos es fácil resolver los dos trián-
gulos rectángulos que resultan.
La siguiente fórmula es muy útil para re-
solver un triángulo conocidos los tres lados:
eos V
fie
X sen. V, S X sen, d
sen. L X sen. 1
En la que s representa la suma de los tres
ángulos, d la diferencia entre la mitad de es-
ta suma y el lado opuesto al ángulo a, y L y
i los dos lados que comprenden al ángulo; lo
que ejecutado por medio de logaritmos se re-
duce á sumar los logaritmos de los senos de
Ta semisuma y diferencia con los complemen-
tos log. de los senos de los lados que com-
prenden al ángulo, y el resultado será el lo-
garitmo del cuadrado del coseno de la mitad
del ángulo. .
TRIMEROS. (Historia natural) -Sección de
coleópteros con tres artejos en cada tarso que
se divide en tres familias que son: ftmykolas
{fungicota}, afidífagos [aphidiphaga) y seín-
fios ipsdaphia).
TRIMIELGAS. [Historia natural.) Véase tre-
mielga. ,
TRINCADO, {Marina.) Embarcación de pa-
sage y carga en las costas del Ferrol y la Co-
rtina, que tiene la proa igual á la popa, cu-
bierta en ambas partes y los costados de tin-
gladillo, con un palo solo mas á proa ¿incli-
nado hacia popa.
TRINCADURA. [Marina.) Especie de lancha
que tiene la popa y la proa de igual figura, y
lleva dos palos con velas , al tercio de ios
cuales la mayor es mas grande que la de
trinquete.
[!71
TRINIDAD
S7á
TRINIDAD. (santísima) Asi se llama el mis-
terio del cristianismo que representa á Dios
tajo la forma de tres personas- distintas, el
Padre,, el Hijo y el Espirita Santo, -sin ser
mas que un solo Dios.
l„i doctrina católica acerca de esfe'misterio
fué, declára la en el concilio general de Nicea,
celebrado en el año S25J en los términos -si-
guientes: «Creemos en un solo Dios, Padre
Todopoderoso , criador de io las las cosas vi-
sibles 6 invisibles; 1/ en ua solo Señor Jesu-
cristo, Hijo Unico de Dios engendrado del
Padre, á saber, de la sustancia del Padre;
Dios de Dios, luz de luz, verdadero Dios da
verdadero Dios; engendrado ;) no hecho; con-
sustancial al Padre.... También creemos en
el Espíritu Santo.-» lisia doctrina fué explica-
da por casi -todos los santos doctores, estable-
ciendo de consuno que el Padre, el [lijo y el
Espíritu Santo son tres personas y úra Dios
verdadero. EL Pad.rc.no hecho ni engendrado
de otro; el Hijo engendrado del Padre tan sola-
mente; el Espiritu Santo proveniente de añinos
á dos: todos tres de una naturaleza , do una
igualdad, de un poder, de.tfu saber y durables
en uno para siempre; siendo cada una de tas
tres personas Dios, pero no siendo tres dioses
sino uno. Esto es lo que todo cristiano está
obligado á sostener y defender.
Pl sublime misterio de la Santísima Trini-
dad ofrece una larga serie de profundos estu-
dios , ya se ie considere en los atributos de
Dios, ya se busquen sus huellas e.n las leyes y
creencias de los antiguos pueblos orientales.
San Agustín, <lá grande antorcha de la Iglesia y
del mundo, dice que este misterio es el mas
profunde de los secretos del Ser infinito , en
sus armonías, en sus grandezas y en su mag-
nificencia; y sin embargo la Trinidad es ver-
dadera , es eterna) es amable, y no está con-
fundida por la naturaleza ni separada por las
personas. La imagen de la Santísima Trini-
dad, -añade, sfe encuentra en todos y por to-
das partes, en la tierra y en el cielo, en los se-
res1 materiales corno en los seres espirituales;
y todo ¡o que Dios Ira hecho lleva el sello no-
ble y glorioso del Dios tr ino y uno que lo ha
hecbo. En la tierra, como hombres, liemos si-
do creados á semejanza de nuestro Criador,
y nuestra alma tiene en si alguna imagen de
la Trinidad. En el alma hay tres cosas su-
cesivamente distintas y producios unas ' de
otras: 1." la misma alma , ese fondo de imá-
genes, de pensamientos y voluntades que per-
manecen en ella como de una manera confu-
sa: 2,° la concepción del pensamiento que
procede de ella y que sentimos nacer como si
fuese el germen do-mieslro espíritu , como el
lujo de nuestra inteligencia: 3." la fecundidad
de nuestro espíritu qfté nos hace complacer
en el pensamiento concebido, al cual amamos,
y anjándole sentimos algo tan precioso como
el espíritu y el pensamiento , que es el fruto
y hace cou ellos una misma vida. El alma nos
da indicios del Padre increado; el pensamien-
to que sentimos nacer nos da una idea del
Hijo engendrado de! Padre; y el amor que toa-
cebimos tan precioso como el espirita y c¡
pensamiento que los une é identifica, nos su-
giero la imagen del Espíritu Santo, provenien-
te del amor del Padre y del Hijo. Pasando de
la tierra al cielo , encontramos que las proce-
dencias de las personas divinas en Dios, se-
gún espresion do Santo Tomás, se refieren al
acto de su entendimiento y da su voluntad;
porque el Hijo procede, como Verbo , del en-
tendimiento divino.; y el Espíritu Santo, como
(:4»io?% da la divina voluntad. Én las criaturas
'racionales, que tienen un entendimiento y una
: voluntad . la representación íe la divina tri-
nidad se encuentra por manera de imagen,
porque ellas tienen también un verbo concéi-
do y wa amor que se. deriva de él. ¡Sn' las de-
| mas criaturas la representación de la Trini-
] dad se ve por manera de vestigio, en cuanto
j en cada criatura se encuentran cosas que se
| refieren á cada una de las personas divinas, y
, que la representan 6 la recuerdan ; porque rá-
jela criatura, Kn subsiste en su ser: 2.° tiene
j una forma que le es propia y que la dasiti-
i ca en una especie, particular entre los so-
tos: 3. "¿está subordinada á alguna otra cosa.
En tanto que cada criatura tiene una sustancio
creada, representa una causa y un principio,
y por esto indica la persona del Padre , que
es un principio que no tiene principio. En
cuanto cada criatura tiene una forma y per-
tenece á una especie cualquiera, representa al
Verbo divino., por el que e! grande artífice
concibe la forma de la cosa artefacla. En
cnanto cada criatura tiene un orden cualquie-
ra, representa ai Espíritu Santo como amor,
porque una cosa no está subordinada á otra
sino por la voluntad dei que la ha creado.
Por esto el vestigio de la Trinidad, segna San
Agustín, se encuentra en' cada criatura en cnan-
to-es única, en cuanto tiene una lorian espe-
cifica y en cuanto tiene un orden. He aqni
perfectamente esplicado el misterio de la San-
tisima Trinidad.
Tertuliano para demostrar el misterio ¿e
la Trinidad lia dicho: Dios crió el mundo con
sola su palabra, su razón y su poder. Los in-
crédulos convienen en que logos , que es el
yerbo y la razón , es el criador del universo:
los cristianos añaden que la propia sustancia
del Verbo y la razón, es decir, aquella sus-
tancia mediante la cual Dios lo ha producido
todo, es espirita; (pie esle verbo ó esta pala-
bra lia debido ser pronunciada por Dios, ha-
biéndola pronunciado, la engendro; y_ que <lc
consiguiente es Hijo de Dios, y Dios á cansa
dé la unidad dé sustancia. El Verb'res espíri-
tu de un espíritu, y Dios de Dios, como m
luz encendida con otra Asi lo que procede de
Dios es Dios , y los dos con su espíritu no
de entrambos que Los une, que se une á ellos I componen masque uno; se diferencian en peo-
TRINIDAD
G74
piedad, na en número; se distinguen en ór-
ijén, no en naturaleza ; el Hijo ha salido de su
principio sin dejarle. Del cariño y reflejé ele
arabos, del Padre y del Hijo, resulta el Amor,
v esto es e! Espíritu" Santo, distinto cu atribu-
tos, como en la esencia.
Sáü Agustín dice en otro pasage, esplican-
docl misterio de la Trinidad, q'úe eu el espi-
ríln ilel hombre hay tres cosas realmente dis-
tintas: el entendimiento, el pensamiento y el
amor; y estas tres .cosas no son mus r¡ue una
sola y misma alma. Porque estas tres cosusno
son tres vidas, sino una sola vida; no son tres
sustancias, sino una sola sustancia; no son tres
espíritus, sino un solo espíritu. Son lies y
una al mismo'tiempo. Son tres, porque la una
procede de la otra, y porque se relaciona cou-
tiniiamente la una ála otra, y lo que procede
y se refiere no es ana misma cosa con aquello
iie donde procede ó se refiere; pero ellas son
una eu lauto que no forman mas que 1171a sola
\ida, una sustancia, un espíritu. Este- bellísi-
mo trozo demuestra. como liay un ílios en tres
personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,
las males no hacen mas que un solo Dios. La
distinción está.eu las personas . la unidad
está en la esencia. La persona es distinta en
el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo: la
unidad es la misma en la esencia divina, asi
como es una el alma y son distintas el en-
leudiuliento, el pensamiento y ti amor,
El misterio por lo mismo de la Santísima
Trinidad, es superior á la razón; pero se
esplica hasta conocerle, aun cuando la limi-
tada inteligencia humana no puede compren-
derle en toda su eslension.
Al estudiar este misterio debe ponerse
mucho cuidado en no confundir la esencia di-
vina con la persona, y por esta razón el con-
cilio de Trcnto encarga á los pastores que ha-
gan entender á los fieles 'la obligación en que
están de retener las palabras esencia j perso-
na destinadas á la espresion propia del mis-
terio, y de tener presente que la unidad está
cq la esencia y la distinción en las personas.
Por no haber tenido este cuidado han caldo
muchos en error. El Hijo y ei Espíritu Santo
se diferencian del Padre; porque en Dios Pa-
ira hay dos cosas, la Divinidad y la Paterni-
dad; en Dios Hijo j en Dios Espíritu Santo
solo hay una cosa, la Divinidad, que es la
esencia de la Triiñdad. El ¡fijo y el Espíritu
son una misma cosa, como Dios Padre en
«lauto á Dios, pero 110 en cuanto á Padre, y
solo considerándolo como. Padre se dice que
el Hijo, el Espíritu Santo y 61 son tres. La se-
mejanza en el misterio de la Trinidad está
por lo mismo en la esencia divina, >y la diver-
sidad o distinción cu las personas. Hay en
h'ios tres personas, el Padre, el Hijo y el Es-
píritu Santo. El Padrees Píos: el f'lijo es ....
"ios: el Espíritu Santo es Dios. Y estas
tres personas no hacen mas que un solo Dios.
Tal es el dogma católico. Se ve; pues, que el
dogma 110 dice nada de cada una de las tres
personas, como lo dice de las tres juntas, que
es.'..,. Dios; dejando el carácierfde la divini-
dad común á las tres personas, y particulari-
zándolas solo en su reunión. El dogma dice
que cada una de las Iros personas es Oíos, tie-
ne fa cualidad de Dios, la sustancia de Dios,
que es «no. con Jas ¡res personas. Eí símbolo
redactado en Nicea, dice: Creo en un solo
Dios, Padre Todopoderoso; en Jesucristo su
único Hijo, Dios de Dios, luz de luz, consus-
tancial a! Padre; en el Espíritu Santo, que es
también Señor, que procede del Padre y del
Hijo....» Por lo mismo cuando decimos el Dijo
de Dios no queremos decir. que el Hijo solo es
un Dios, sino que es Dios, quees de Dios, que
está en Dios; y lo mismo cuando hablamosdel
Espíritu Santo, el cual procede del Padre y del
Hijo. La primera persona engendra verdádéra-
. mente, es, pues, un verdadero Padre; ¡asegun-
da es verdaderamente engendrada, es, pues,
'un verdadero Hijo; la tercera es producida y 'no
engendrada, resulta de la espiración, es, pues,
■ un Espíritu Santo. Las personas en Dios no
son sino las relaciones que se encuentran en
él; asi la Paternidad subsistente es la persona
del Padre, la Filiación subsistente es la per-
' sona del Hijo, y la Espiración subsistente es
¡ la persona del Espíritu Santo, ¡.as personas son
i en Dios realmente tres, la naturaleza es una.
I El Padre, el Verbo y el Espíritu Santo dan en
el cielo testimonio de la Divinidad; y estos
tres no son, sin embargo, mas que uno. Nin-
guna de las personas divinas es mas perfecta
que las otras, sino que son igualmente eler-
■nas y perfectamente iguales. En estas palabras .
hallamos consignado lodo cuanto interesa sa-
bor sobre el sublime misterio de la Santísi-
ma Trinidad.
Los incrédulos de todos los tiempos han
formado grande empeño en contradecir la doc-
trina católica que dejamos espuesta, y han
negado, por consiguiente, la gran verdad de
este profundo misterio. Al hacerlo asi han
procedido con mas ignorancia y torpeza que
tuvieron en sus escritos los filósofos antiguos,
porque el dogma de la Trinidad se encuen-
tra bajo formas confusas y alteradas en casi
todas las teologías de los antiguos pueblos.
Platón parece Indicar la Trinidad en el Timeo,
en elEpinomo, y en una caita A Dionisio el
Joven, en que habla del Verbo con una claridad
sorprendente.
Fitágovas reconocía la escelencia del ter-
nario: el tres, según él, no es engendrado y
engendra todas las demás fracciones.
Los estóicos enseñaban el dogma de la Tri-
nidad, según le concibió Timeo de Loores.
J-os egipcios, debieron, conocer el pensa-
miento de la Trinidad, porque en una ins-
cripción del obelisco de! Circó mayor de Ro-
ma se leia: . el Gran Dios, el engendrado de
Dios y el Todo resplandeciente.
Los magos tenían los ¿res dioses, Oroma-
b75
TRINIDAD-TRIPOLI
576
nis, Mitris y Araminis, á quienes colocaban
siempre unidos.
En las Indias el número tres parece que
es eu la naturaleza el término por escelencia.
Eirel Oriente, entre los persas, se conocía
cu siglos remotísimos el Verbo del Criador,
el Criador, y el Grande Hijo del Criador,
que siendo tres veces no son Dios mas que
una vez.
En la China existe una doctrina que diñe:
«Loque buscáis y no encontráis se llama,!;
lo que oís y no entendéis se llama 11; lo que
vuestra mano busca y no puede tocar se lla-
ma V. Estos tres son impenetrables y no for-
man mas que uno solo.« Este pasage etteierra
claramente el dogma de la Trinidad. Debe no-
tarse que las letras J 11 V son mas bien tres si-
labas que tres letras, y que casi forman el
nombre de JeñoVah, Jehovah.
El pueblo judio estaba perfeclamente'im-
buido en el dogma de la Trinidad, y cual-
quiera se convencerá de ello si consulta Jas
escrituras y la tradición del mismo. '
El misterio de la Trinidad se manifestó
con toda claridad á los hombres en la parti-
cipación de las tres personas divinas en la obra
de nuestra redención: el Padre que la pro-
mete; el Hijo que lu ejecuta, y el Espíritu
Sunlo que la consuma. El Verbo de Dios he-
cho carne vino á la tierra, enviado de Dios su
Padre, y enviando después de él el Espíritu
consolador para atraernos á si y llevarnos él
inisnio á Dios, y para consumarnos por la Tri-
nidad en la unidad, que es la verdad, el amor
y la vida.
El misterio de la Trinidad nos descubre
tres personas en un Dios: el Padre engen-
drando un pensamiento eterno, que es sav
Hijo, y que lo ama y es amado por él con un
amor que procede igualmente del uno y del
olro, y que constituye el Espirita Santo.
Basta lo dicho pura dar una idea del mis-
terio de la Santísima Trinidad. El lector que
quiera conocer mas profnndamenle esta mate-
ria, puede leer las obras de San Agustín, de
Sanio Tomás, de San Buenaventura, de Augus-
to Nicolás y del padre Ventura Ilauüca. .
Nosotros terminaremos este articulo mani-
festando que la Trinidad so représenla eu los
pueblos católicos por medio de imágfenes be-
llísimas; ya formando un triángulo de fuego
que se imprime en una oscura nube; ya to-
mando el Padre la figura de un anciano vene-
rable, el Hijo la de un mancebo gallardo, y
el Espíritu Santo la de una paloma; ya en ün
presentando un conjunto compuesto dé un ojo,
de una cruz y de una lengua de fuego.
El misterio de la Trinidad confunde nues-
tra pequenez y abate nuestros sentidos con su
inmensa gloria.
TMKQÜETE. [Marina— Arquitectura na-
val.) El palo que se arbola inmediato á la proa
en las embarcaciones que tienen mas de
uno.
Seilama trinquetilla la vela de cuchillo
triangular que se larga en un cabo llamado
normo, paralelo é inmediato al eslay ríe
trinquete.
Dice. Mail. Eip.
TRIODONTE. [Historia natural.) Género
de peces plectognatos que tienen la mandíbu-
la superior dividida como los tetrodontes y la
inferior como los diodontes; no se conoce
mas que una especie propia del mar Indico.
TRIPA. [Anatomía.) Esta voz, aunque de
origen y etimología ignoradas, se usa en casi
todos los idiomas de Europa. Eu el nnestrocu-
tendemos comunmente por tripa el canal ó
eonducto formado de una membrana muy su-
til, pero muy fuerte, en lo interior del cuerpo
del animal, para recibir, conducir y espelerlos
cscreinentos. También significa el vientre eu
general, sobretodo cuando forma proeminen-
cia ya por, la abundancia de gordura, ya por
el estado de preñez en las mugeres. Por úlii-
mo, siguUlca también aveces el intestino cie-
go en particular.
Nada tenemos ya que añadir aqui después
de lo que largamente dejamos espuesto en va-
rios artículos de esta Enciclopedia. Véase ab-
domen, DIGESTION, INTESTINO, BtC, CtC.
TRIPAS DE MAR. [llisloria natural.) Som-
bre vulgar con que suelen designarse algunas
especies de anuélidos (ubicólas.
TRIPOLI, (regencia de) [Geografía ¿histo-
ria.) La regencia de Trípoli conlina al N. con
el Mediterráneo, al S. con el Sahara, al E, con
el Egipto y al 0. con Túnez; comprende el pais
de Trípoli la meseta de Burlcah y el Fczzan. Su
población se calcula en 2 000,000 de lialiilun-
¡es, casi todos moros y berberiscos. El gobier-
no está á cargo de un bey sometido á la Puer-
ta. El ejército, compuesto de 3,000 hombres
en tiempo de paz, puede calcularse en tiempo
de guerra eu 10,000 soldados de caballería y
40,000 infantes.
• Se divide la regencia en tres provincias
(Trípoli, Mectirallu y Barkah). Hay en ella moa-
tañas muy elevadas, carece de corneóles do
agua considerables y ahnuda en llanuras ári-
das y arenosas. Su clima es muy caluroso, y
el suelo produce muy buenos dátiles y otras
frutas delicadas, azafrán, vinos, olivos, algo-
don, afamadas rubias, algarrobas, ele. Entre
loá animales de carga merecen citarse los ca-
ballos y muías de este pais, que tienen una
fuerza estraordinaria, y entre las' Meras, fas
hienas, jacales, leones, ele. Sus arenas coulíe-
nen granos de oro y abunda el terreno eu
minas de azufre y canteras de yeso y piedras
de construcción. Su industria consiste eu la
fabricación de hermosos -tapices, camelotes,
curtidos de pieles, etc. Hace un comercio muy
activo de esporiaeion de los artículos siguien-
tes: sen, rubia, sosa, pieles preparadas o sía
preparar, plumas de avestruz, oro en polvo,
TltlPOLl — TROGLODITA
S78
marlll, dátiles, etc., y de importación de pa-
lios, especiería, articules de seda, licores,
¡¡ierro, quincallería, pólvora, armas y made-
ros de construcción. Las ciencias y la literatu-
ra son muy poco conocidas', á pesar de que el
inte que se habla en Trípoli pasa por ser
mas puro que el de los demás estados Berbe-
riscos.
las ciudades mas importantes de la re-
gencia de Trípoli son: Trípoli, residencia del
[ot; cu el Barkali, Denyhasy y Grennah, la
antigua Cirene, y en las oasis del Fezzan,
Mosenourk, gran mercado del Africa del Norte.
El territorio de la regencia de Trípoli, lia*
mudo por los antiguos región Tripolitana, fué
dividido en un principio entre GArtagO y Cirene;
formó después parte de! Africa romana (dióce-
sis del Africa en tiempo de Honorio!, cayó en,
poder de los vándalos, después del año 43G,
volvió á pertenecer á los griegos (&34) en
tiempo de Justiniano , se apoderaron de ella
los árabes por el año C70, ha correspondido
sativamente á los Aglabilas, Zeirilas y FatJ-
milas, etc.; fue conquistada por Cirios V que
la abandonó á los caballeros de Malta; pero
Simia y Uragut volvieron á adquirirla y forma-
ron de ella una provincia del imperio, otoma-
no en tiempo de Solimán II ( 1 556). En 1714
Hainct liey, llamado el Grande, baja entonces,
sacudió el yugo de la Puerta, é hizo que reca-
yese la dignidad real hereditaria en su fami-
lia, la cual se ha mantenido siempre en el po-
der. Posteriormente se han suscitado multitud
de cuestiones que han producido revoluciones
cu palacio. En la actualidad el bey, es vasallo
de la Puerta.
TRISAS. [Historia natural.) Nombre con
i|ue se designan en algunas partes los sá
ítalos.
TRITON. ¡Historia natural) Género de
reptiles batracios de la familia de los urode-
los; liejíen la cola comprimida lateralmente y
nunca salen del agua. Son los vertebrados que
nías fácilmente reparan sus mutilaciones. Se
conocen generalmente con el nombre de so-
hmandr'as acuáticas, y la especie mas común
en nuestro pais es la salamandra jaspeada
'frilon gesmri].
TRITONES. (Historia natural.) Género de
moluscos gasterópodos del órden de los pec-
tiniliranquios y de la familia de los buccinoi-
deos, cuyos caracteres son; los rodetes ó vari-
ces de las conchas no están dispuestos en lí-
neas continuas, y son poco espinosos y des-
arrollados"; el opérculo no es muy grueso y la
concha algo mas prolongada que en4os géne-
ros inmediatos. La especie mas conocida es el
tritón esmaltado (murex tritonis de L.) lla-
mado también concfw de tritón y trompa ma-
rina. Algunas especies de este género dan un
hórrido amarillo verdoso que al contacto del
aire toma un color de púrpura intenso con el
, (l«e se teñían en la antigüedad los tejidos des-
tinados á los monarcas y sacerdotes.
'.¿206 BIULIOT1SCA rOPULAU.
THITON1A. [Historia natural.) Género de
moluscos gasterópodos nudibranqu ios que tie-
nen las branquias á lo largo de los lados del
dorso en forma de arholitos. La mayor especie
que se conoce es la tritonia hombergtt de
C u v . q ue se encuentra en eL canal de la Mancha .
TRIUNVIROS. Nombre dado á tres magis-
trados soberanos da la república romana, lia
habido dos famosos triunviratos: el de César,
l'ompeyo y Craso, sesenta años antes de Je-
sucristo, asociación secreta, ilegal, de tres
ciudadanos pqderosos que querían dominar et
listado, y el de Octavio, llamado, después Au-
gusto, Marco Antonio y Lépido, que se formó
después del asesinato de César. Un tribuno lla-
mado Ticio, propuso solemnemente que esos
tres ciudadanos estuviesen revestidos con un
poder estraordinario, superior al de todos los
magistrados, con el nombre de tríumviri cons-
tituendw reipublkce, moción que fué sancio-
nada por el pueblo y convertida en ley Ticia-.
Este último triunvirato fué la tumba de la li-
bertad romana.
TROCOIDES. [Historia natural.) FamiEá de
moluscos gasterópodos pectinihrancruios, que
tienen la concha arrollada en espiral con aber-
tura entera; opérculo ú otro órgano que lo
reemplaza, sin sifón ni conducto alguno. Com-
prende los géneros iroco ó peonza [trochus],
trompo [turbo], paludina, litorina [littorina),
mondonte, fasianela, am¡iularia, tnelania,
acleon, piramidal, juntiña (janthina), y
nerita,
TflOCOS. [Historia natural.) , Los traeos ó
peonzas, cuyo nombre se deriva de la seme-
janza que tienen con este juguete, es un géne-
ro de moluscos gasterópodos peclinlbranquios
de la familia de los trocoides. Tienen la aber-
tura de su concha mas ó menos angulosa. Las
especies mas comunes en nuestros mares son
el Ir ochus magus, cinerarius y ayglutinans.
Esta ultima se llama también prendera ó al-
bañila porque pega é incorpora á su concha á
mecida que crece, todos los cuerpos estrados
que encuentra.
TROGLODITA. [Historia natural.) Antigua-
mente' se daba este nombre á una raza de
hombres que probablemente no eran mas que
una especie de monos del género cinocéfalo.
En ta actualidad sirve para designar una espe-
cie de monos catarrinos del género orang
¡pilhecus), y que se llama también pongo, jo-
có y chimpansé [simia trogloditas de Lineo).
Es el mono que mas se acerca al hombre por
sus proporciones generales, y no decimos
también por sus cualidades morales, porque
hay un abismo entre el desarrollo intelectual
del uno y el del otro, sin embargo, el chim-
pansé es seguramente uno de los animales de
disposición intelectual mas notable. La longi-
tud de sus brazos no es tanta como en- los
otros monos, y en sus piernas se ve una es-
pecie do pantorrillas formadas por los mis-
mos músculos (¡ue las del hombre. Los dedos
T. X5JUII. 37
TROGLODITA— TROPICO
de los pies y !ae manos dañen las mismas di-
mensiones relativas que en aquel y sus uñas
son piañas. Por' la organización de sus pies
puede el eliimpansé mantenerse de* pie sin
mucha incomodidad y por mucho mas tiempo
que ¡os demás monos, y apoyados en un palo
pueden andar largo trecho.' Su cuerpo está
cubierto de peio menos ei rostro, las orejas y
las palmas de las manos, siendo muy allnn-
danle en el dorso, hombros y piernas; en ef
antebrazo se dirige el pelo Inicia el codo, üi-
,cho pelo en general es negro; sin embargo,
se encuentra alguno que otro blanco al rede-
dor del ano. Las callosidades isqniáticas, aun-
que existen, son poco pronunciadas:
El troglodita habita en Africa en las sel-
vas intertropicales de! Congo, Loango, Ango-
la y Guinea. Algunos sabios piensan que Hu-
bieron de ser trogloditas las gorilas que mató
Hanuon, 33C años antes" de nuestra era, cuando
este atrevido navegante se acerco á las partes
tropicales de la cosía de Africa. El cartaginés
pensaba que eran mugeres salvages y trajo
pieles de ellas que los romanos hallaron toda-
vía colgadas en un templo de Juno cuando se
apoderaron de Cartago. Al principio del si-
glo XVII unos comerciantes holandeses traje-
ron una mona de osla especie que regalaron
viva al estatuder Federico Enrique, principe
de Orange; apenas tenia el tamaño de un niño
de tres años. Hace pocos años habia un tro-
glodita jóVen en el jardín de Plañías de París;
el rigor de aquel clima le hizo perecer. An-
tes de morir se puso sumamente triste y se
hizo mas exigente y caprichoso. Al principio
era cariñoso eu estremo para con el hombre
que le cuidaba, y tanto que éste no podía so-
pararse de él un momento, sino que- tenia que
llevarle todo el dia al hombro, y aun tenia
que acostarse junto á él.
Pero esta dulzura y su disposición á do-
mesticarse desaparecen con la edad; se hacen
obstinados y malévolos, y cuando se irritan
su furor, junto con una fuerza muscular es-
traordinaria, los convierte en animales verdar
deramente terribles.
Según algunos navegantes, los eliimpansés,
cogidos pequeños pueden domesticarse de tal
modo que aprenden á sentarse a la mesa co-
mo lo haria un hombre, á mancjarel cuchillo,
la .cuchara y el tenedor, servir á la mesa pri-
morosamente y saludar y despedir á las vis!-,
tas. También, adquieren fácilmente los malos
hábitos del hombre .civilizado y sobre iodo la
afición á los licores espirituosos. Comen de
todo y -con preferencia los dulces.
Hay quien asegura que estos monos son
sumamente modestos y pudorosos, que no es
poco decir; eu cambio hay quien alirme que
son en sslremo lascivos, y se cuenta que mas
de una vez han robado negras que se lian lle-
vado á sus bosques, y por cierto que una de
ellas que permaneció tres años entre los tro-
gloditas, al volver con los suyos contaba que
habla sido mny obsequiada y que hasla le ha-
bían 'construido una chozado foiíage para boj-
jtádttlft difcnameüíe; es muy posible que |j¡
¡ negros sus hermanos no hubiesen hec-lie oifo
lanío. Un negrillo de Baltel, robijdci pgf mi
cliniipaiisé vivió un mes eu los bosques en
compañía de su raptor, sin que los demás mo-
nos le hiciesen ningún daño.
Lo que nosotros croemos es que hay ¡roj.
dio que estudiar en los trogloditas, lanío res-
pecto desús hábitos córaosle su organización
para conocerlos perfectamente y clasiücavlos
como es debido, pues se nolan alguaas dife-
rencias qué'ya han dado motivo á sospechar
que existe mas de una especie.'
También se ha dado el nombre de troglo-
dila A un género de aves del orden délos 'pa-
seros y de la familia de los dentiroslres, y cu-
vos caractéres son: pico (¡no, aleonado, recio
ó algo encorvado, puntiagudo y con las man-
díbulas ig-iiales; las ventanas de la nariz oís-
ladas y cubiertas por una membrana; tarsos
largos, delgados y escamosos; alas cufias,
cóncavas y redondeadas, con la terceto y I»
cimrla remera, que son las mas tai-gas (le lu-
das, y la cola corta é igual ó redondeada.
Son pájaros vivos y en estremo condados
y alegres; durante el buen tiempo viven en
los bosques húmedos y sombríos, pero en el
invierno se acercan á los lugares habitados;
son insectívoros; su canto es dulce, estenso y
armonioso. Ponen de seis á ocho huevos blan-
cos y salpicados de manchitas pardas ó roji-
zas. Las especies que habitan- en las regiones
boreales emigran en otoño y no vuelven basta
la primavera.
La especie que ha servido de tipo se-en-
cuenlra cu toda Europa hasta el circulo ártico,
y el troglodita común (troglodytes europeas
de G. Cuvier), á que en algunas partes dan
impropiamente el nombre de reyezuelo.
TROMBA MARISA. (Véase masca).
TROMPETERO. (Historia natural), Nombre
dado á los ílstularios, peces óseos aeaiitüpte-
rigios, á causa de la prolongación do su ra-
heza, y á los del género zanclus de los escaa-
mipennes, por el contorno circular de su cuer-
po y otras particularidades de su forma.
TROMPO [Historia natural.) (¡enero de
moluscos gasterópodos pectinibranquios de la
familia de los trocoides, que tienen la abertu-
ra de la concha perfectamente redonda. Se co-
nocen cerca de ochenta especies, de, las cuales
pertenecen á nuestro país los turbo pica y ra-
gosus.
'INOPIAS. (Historia natural.) Género de
aves del órden de los paseres , familia de los
con i rastres.
, TRÓPICO. Del' griego trepó (yo regreso),
nombre dado por los astrónomos griegos á los
dos circuios mas distantes del ecuador que el
sol parece alcanzar en su revolución apareóle
alrededor de la tierra. Eu la época en q'io
los egipcios establecieron su zodiaco, ambos
m
TROPICO-I RUYES
683
punios eran indicados por las constelaciones
del cáncer y del Capricornio, q.ue (lisian hoy
unos 30 ¡irados (le su antigua posición. Sili
embargo, se han conservarlo las antiguas de-
UoiljHiSffioítES: El LWpiCÍO de GáBíi'ei' es el del
Jtorié, y tí de Capricornio se halla en el hemis-
ferio meridional. Uno y otro (lisian del ecua-
iorn", '-'8' 30", y enlre si 43° SI '. Etf las
esferas se indican los trópicos por medio de
ilnsi'jiTiilos mínimos. Todas las regiones co-
locadas entre los trópicos en el globo terrestre
Iüiii recibido la denominación de regiones tro-
¡íieaks é intertropicales. Al SI domina la na-
innileaa vegetal en sus mas grandes manifes-
taciones, Allí aparece el' sol en todo sn es-
pléndory derrama sobre la tierra torrentes de
una luz desconocida para nosotros.
TRCII'OS. (V. METAFORA),
TROVADOR. {Literatura.) La voz trovador,
derivada del verbo Lrouver (inventar) sirvió
en la edad media para designar á los poelas
provcnzales. «Los poetas de i'rovcuza, dice
Esteban l'afcquier en stis Recherche sur la
Frailea, se llamaron trovadores por haber in-
ventado difereules formas de composiciones
poéticas, como los sonetos, pastorales, can-
ciones, sirventerios, etc.»
La mayor parle de los eruditos (pie lian
consagrado sus tarcas ó la historia de la lite-'
ralora provenzal, han sostenido la opinión de
'que el condado de Trovenzu füé la parle de la
Francia Meridional donde primero y en mayor
número florecieron los trovadores; pero otros,
y entre ellos el conde de Yaudrevil, en so Ta-
bican de moeurs francaises au tempí de la
ttoftíertif, opinan rpie los primeros poetas
provenzaics Rieron limosines, que irías larde
los hubo en ell'erigord, en el Bajo y en e! Alto
tanguedoc; y que por último comenzaron á
brillar en la Provenza.
En el siglo XI, época en que ya había en
Provenza poetas distinguidos, muchos de ellos
dejaron las provincias meridionales de la Fran-
cia para brillar y recoger larga cosecha fe
aplausos en diferentes corles de Europa, don-
de despertaron el. amor á las letras y la afición
¡i la pocsta, hasta el punto ele tener por ímila-
ilores soberanos de los mas poderosos y prín-
cipes esclarecidos.
Ron alguna razón puede decirse que los
llevadores fueron los padres do la moderna
poesía. Mr. lUiynniinrd, hablando de ellos en
mía obra que dio á luz á principios de este
'siglo, señala la originalidad, como una (lelas
cualidades características de sus composicio-
nes. He aqni io que sobre éste punto dice:
«Aunque en las composiciones de estos poe-
tas se encueiilcan muchas alusiones y rasgos
«c imitación que prueban no haberles sido riel
todo desconocidas las grandes obras de la lité-
ratutu griega y de la fatiiíá, es indudable que
s" gasto no estaba bastantemente formado ni
ejercitado para admirar con utilidad y repro-
ducir con feliií éxito las bellezas délos puelas
romanos y helenos^ La nueva literatura nada
tomó de los antiguos. Tuvo medios muy dis-
tintos, formas originales, color propio y ta
espíritu que leerá peculiar. La ignorancia que
tan general era en la edad medía , y la falta
de estudios, dejaron á los. trovadores bajo lá
inlhscueia'de las ideas religiosas, de las 'eos-
lumbres caballerescas, de los hábitos y hasta
de las preocupaciones de aquel tiempo, y pre-
dominando en ellos su carácter propia y el de
M nación, les fué menos difícil inventar un
género particular que tener por modelos á ios
antiguos.»
Distinguióse, pues, la literatura proveDzal
por su carácter de originalidad , asi en el fondo
como en la forma, cabiendo por tanto á los
trovadores la no pequeña gloria de haber crea-
do un nuevo género, que vino á ser para una
gran parle de Europa modelo de las bellezas
de espresion y de sentimiento.
El amor l'ué por lo general el objeto predi-
lecto de los cantos de los trovadores; mas no
por eso. dejaron de ejercitar su ingenio en
asunto de otra especie. Algunas veces, movi-
dos por el espíritu religioso que armaba á los
cruzados contra los inflóles, procuraban enar-
decer el corazón de Sos principes y despertar
el entusiasmo de los pueblos para que fuesen
á combatir en Palestina, Otras consagraban
sus versos á las alabanzas de los héroes, y no
dejó de babor muchos que en sus composicio-
nes denunciaran los vicios del vulgo, los des-
ordenes de la nobleza y la injusticia de los
reyes.
No deben confundirse los trovadores con
otra clase de poetas que también florecieron
en Frauda por aquellos tiempos y fueron co-
nocidos con el nombre de trouvere. Estos
eran los poetas del fforte y aquellos los del
Mediodía. La lengua de que usaban en sus
composiciones era diferente, asi como su es-
píritu, y aunque no falta quien sostenga que
en el Norte do Franela suelen ser mas gene-
rales en los hombres las grandes dotes para
la poesiil, es lo cierto que los truveres no
llegaron á la altñrh que los trovadores.
TROVES. [Geografía é historia.) Tricasses,
Treces, Au gustaban a Tricassium, antigua
capital de ia Champaña, hoy cabeza del de-
partamento del Áube en Francia, con 23,749
habitantes. El origen de esta. ciudad se re-
monta al tiempo de los romanos; fué quema-
da por los normandos en 8S6-¡ y en el siglo
siguiente sostuvo nn largo silio contra sn
obispo Anscgise. En t '22 ti fue sitiado en ella
el conde Tibaldo IV por los señores que que-
rían quitar la regencia á la reina Blanca: fué
socorrido por San Luis en persona, que á
pesar de no contar todavía mas que catorce
años de edad; hacia entonces su primera
campaña. El dttq'Üe de llorgoña tomó á Troves
en t*T5, é Isabel de Eaviera tlrmó en dicha
ciudad el año. de 1420, durante la demencia
de Carlos VI, el vergonzoso tratado «Jue en-
583
TROTES— TRUFA.
fregó el trono de Francia al rey de Inglaterra
Enrique Y. Ésta ciudad fué sitiada éti, 1429
por Jnana de Arco, que !a obligó á someterse
á Carlos VII. Mas adelante en el reinado de
Francisco I fué incendiada por el ejército de
Carlos V- Padeció mucho durante las guerras
de religión, y fué la primera ciudad donde se
firmó la asociación llamada la Santa Liga, y,
sin embargo, fué también una de las primeras
que se sometieron á Enrique IY,' después de
su abjuración; este principe hizo su entrada
solemne en Troyes, el 30 de mayo de 1595.
Luis XYI desterró á esla población al parla-
mento de París en 1787. Los aliados se apo-
deraron de ella por primera vez en I&14,
siendo después teatro de sangrientos comba-
tes entre estos y los franceses.
Es patria de Tibaldo IV, conde de Cham-
paña; del papa Urbano IY; de Juvenal de los
Ursinos; de P. Comestor, de Juan Passerat;
de Francisco Girardon, de Pedro Mignard, de
Mateo Molé , de los dos Pithoú, de Gros-
\ ley, etc.
Es sede de un obispado y tiene juzgado
de primera instancia, tribunal, de comercio,
colegio monumental, fortificaciones, hermosa
catedral llamada de San Pedro, en la que hay
una torre de 196 pies de elevación; palacio
episcopal, casa de ayuntamiento, prefectura,
muy buen paseo, conocido con, el nombre de
Mail, calles angostas y tortuosas, muchas ca-
sas de madera, sociedad de agricultura; artes
y ciencias, biblioteca pública y escuela espe-
cial de comercio. Su industria es bástanle ac-
tiva y consiste en fabricas de gorras, guantes,
etcétera, de telas de algodón, de las llama-
das de Rúan, paños y bombad y en construc-
ción de aperos de labor; en ellas se elaboran
escelentes embutidos, etc.
El departamento de froyes tiene nueve
cantones iAix-en-Othe, Bouilly, Eroy, Estissaoi
Lusigny,' Pissey-Luxembnrgo y Troyes que
equivale átres) 121 pueblos y 90,923 habi-
tantes.
TRUCHA. [Historia natural.) Género de
peces óseos del Orden de los malacopterigios
abdominales y de la familia de los salmóneos
y cuyo carácter distintivo es tener en el
cuerpo del Yomer dos filas de dientes. Las
especies mas conocidas son la trucha común
(salar ausonii de Val) y fatrúcha feroz [s. fe-
roz de Jardine).
TRUCHUELA. (Historia natural.) Nombre
que suele darse al merlán amarillo (gadus
polackius de Lin.) del género merlango y de
la familia de los gadoides.
TRUFA. Variedad sumamente notable d.o la
especie criadilla efe tierra. (Yéaseesta voz).
En la parte mas meridional del departa-
mento francés de los bajos Alpes, y en los
territorios de Yaíénsole, Itiez , Montagnac,
Allemagne, Grionlis y otros, existen unos en-
cinares, en los cuales crecen también algunos
arbustos resinosos de la. especie délos ene-
bros. En estos bosques se hace la recolección
de las trufas, de las cuales es raro que no se
encuentren depósitos al pie de aquellos u\n¡,
tos, en el recinto de la sombra que punten
ellos proyectar; de manera que es ya ¡¡]c¡l
generalmente admitida, la deque esta circuns-
tancia ejerce cierta inlliioncia en aquella pro-
ducción: pruébase ademas este hecbo por el
de que, muerto, ó derribado un árbol desupa-
recen de allí las trufas? las cuales se repruihi-
een desde el momento en que vuelve el árbol
á brotar, á desarrollarse, y á cubrir la tierra
con su sombra. De estas observaciones resalla
que las trufas no pueden producirse sino por
efecto de la influencia que en ellas' ejercen
los árboles á cuyo alrededor nacen. Cero como
un mismo bosque no es igualmente favorjMc
al desarrollo de las trufas, la proximidad de
cualquier especie de árbol, por mas (plagia
que pueda haber entre una y otra clase Je
tierra, otra cesa desconocida para nosolros
hay que favorece el desarrollo de los liibór-
culos. Prescindiendo por ahora de esta cans»
determinante, que acaso algún dia lleguen
los hombres á descubrir, busquemos rj ue es-
pecio de influencia pueden ejercer, en el des-
arrolló' de las trufas, los árboies á cuya
proximidad nacen ellas.
Iláse observado que á su producción ¿os
en eslremo favorables los años lluviosos di
primavera y á fines de verano, en agosto prin-
cipalmente. Considerando ahora de que mniir-
ra puede la humedad influir en la vegetación,
tal vez lleguemos á conocer la acción, que cii
la producción de las trufas ejercen los arte-
les. Estos, en -efecto, lo mismo que lodo lo
que en la tierra vegela, gana mucho cuaudu
al calor viene en primavera á unirse ála Inani-
dad. Si espucstos al benéfico influjo de la at-
mósfera,, toman entonces las ramas de aque-
llos árboles un desarrollo mayor, las rnitts
que, destinadas A mantenerlas, penetran rn
tierra, se estienden en la misma proporción.
Considerando ademas, que las ramas tienen
una relación directa con las raices, las cuales
mueren en cuanto se corlan las ramas que lis
alimentan, al mismo tiempo que cesa la jiro-
duccion de trufas correspondiente á las raps
que se cortan, se vendrá en conocimiento ó cu
vehementes sospechas de que á las- trufas den
origen las raices de los árboles en rededor Je
tas cuales se producen ; y esta producción,
volvemos á decir , cesa enteramente, hjcgt
I .que todas las plantas, semejantes á los órjra-
¡ nos de la circulación eu los animales, tienen
un pimío céntrico deTcuriion, que es el cue-
llo del árbol, el cual constituye el paso de las
raices al lallo; y estas- raices dividiéndose y
) alejándose del tronco, terminan todas ellas en
| unos íllameiitos sumamente sutiles, destinad*
á chupar de la tierra los jugos alimenticios. A
ta eslremidad de estos filamentos capilares i
imperceptibles en aquel punto, nacen las Ira-
< fas, las cuales en ninguna manera están preo-
TRUFA— TUL
586
i\iss á la tierra (aut sattem fllamcn(i) como
dice Plinto.
Cuantío á consecuencia de un verano llu-
vioso, se activa la vegetación en la paVlC ca-
belluda de las. raices, mnllipticanso los Illa-
meatos y danse las trufas con mayor abun-
dancia. Por analogía, pues , podría admitirse
que estas deben su origen á ima circunstancia
idéntica casi á la que en la hoja de algunas
encinas produce cierta escrecencia de que re-
sultan nueces de agalla, es decir á la picadu-
ra de algún insecto.
En el territorio de los Bajos Alpes se co-
nocen dos especies de trufas; una que se re-
coge en verano y en otoño; es blanca en el
interior y sin aroma. I)c esta clase, que; es
propiamente hablando, la criadilla de tierra,
hay abundancia en muchas partes dr, España.
Otra, la verdadera, que se recolecta á fines de
otoño, en invierno y en primavera, es negra
y aromática. Esta es mucho mas rara, tiene
por patria, ndemns de los países de que vamos
hablando, las llanuras de l'crigord.
Hay quien dice que estas dos variedades
de trufas dehen solo al intlujo de las estaciones
las diferencias que las caracterizan. Esta opi-
nión es errada y pruébalo, como dice Mr. B.
Roberto, que, alrededor de tos árboles Cn cuyas
inmediaciones nacen trufas blancas, ó sean
criadillas de tierra, no nacen por lo común
trufas negras, ni de estas en los parages cu-
biertos de árboles alrededor de los cuales cre-
cen aquellas.
La trufa, pues, qué llamaremos criadilla de
tierra negra, y que es muy superior á las de-
mas variedades conocidas, se recolecta única
y esclusivainente en algunos territorios de
Francia. Encontrarlas es difícil para el que de
ello no tiene costumbre, pues, para ello hay
en gran parte que caminar sin guia, cavando
y removiendo la tierra con nn azadón en los
parages donde, con arreglo á la indicación
pe ya hemos hecho, so cree que existen, ó
bien examinando, en otoño fínicamente, y al
salir el sol los parages en que se reúnen unas
nubes de mosquitas azules, cuyas larvas vi-
ven en las trufas, sobre las cuates hacen es-
tos insectos por depositar sus huevos.
El hombre, cuya olfato es menos fino que
el de oíros animales, llama á estos en auxilio
suyo. El cerdo, que es animal sumamente afi-
cionado á las trufas, las huele de lejos, y ho-
zando, las desentierra; en el momento en que
da cou ellas revela su contento con un gruñi-
do, que es la señai qne sirve al hombre, para
acudir á aprovecharse del hallazgo del animal.
Al cerdo, por varias razones, es preferible pa-
ra este objelo el perro; pero hay* que ense-
narle, acostumbrándote á comer trufas mezcla-
das eu sopa, y enterrándole esta comida á
cierta profundidad, para- inducirlo ¿buscarla.
En dos ó tres meses puede dicho animal po-
nerse completamente al corriente de esta ope-
ración, para la cual es tanto mas útil cnanto
que no come tas trufas.
E/lns tubérculos se conservan bastante
bien fuera de lierra durante un mes, y mas,
sin alterarse, siempre qne no estén partidos,
y que se las ponga al abrigo de la humedad y
del calor escesivo, en tierra ó arena ni dema-
siado húmeda ni demasiado seca. Cuando se
les quiere conservar mas tiempo, conviene 6
hacerlos secar al horno, cortados en ruedas
muy delgadas, ó bien meterlos, -después de
haberlos medio-cocido, en manteca de cerdo
ó aceite de olivas.
I,as trufas mas estimadas son, como ya he-
mos dicho, las de ciertos departamentos de
Francia, y en particular las de las inmediacio-
nes de Angulema y de. T'erigord. Su olor es
agradable, y su sabor halaga el palador <ic los
gastrónomos; las i-ufas, en íin, oscilan el ape-
tito y entran como condimento en una porción
de platos y de manjares asi calienles como
fiambres, que adquieren por esta razón un alto
precio, y vienen por tanto á ser un articulo
de lujo.
Nuncn, á pesar de todo, será la trufa el ali-
mento del hombre sobrio y que desee conser-
var su salud; el tubérculo de que vamos ha-
blando es mal sano, es indigesto, produce ir-
ritación, alimenta poco, y sirve solo para rea-
nimar el apetito en los momentos en que la
naturaleza nos manda que cesemos de comer.
TÍÍDICOLAS. {Historia natural.) Orden de
annélidos sin órganos respiratorios en el es-
tremo anterior del cuerpo; faltos de cabeza y
con cerdas para la locomorfion. Los géneros
mas notables son las sérpulas y las terebelas.
TUBTJLIBnAKQÜIOS. [Historia natural.) Or-
den de moluscos gasterópodos con branquias
ocultas en una cavidad dorsal y concha en for-
ma de tubo; y comprende los géneros vérme-
lo, magila y silicuario.
TUCAS. (Historia natural.) Género de aves
del orden dé las zigodáctilas, y cuyo pico es
casi lan largo y grueso como el cuerpo, lleno
de celdillas interiormente, encorvado cn su
remale y dentellado en los bordes; lengua
larga y angosta con barbillas laterales como
de pluma; pies cortos, cola larga y alas me-
dianas. Viven en los-paises cálidos de Amé- '
rica y !a especie mas conocidaesel rawphas-
üis tucanos de Lin.
TllERGECljEl.LO. {Historia natural.) Género
de aves del orden de las zigodáctilas y que
lienen por caractéres tener la lengua eslensi-
ble y viscosa, sin espinas; el pico largo, fuer-
te, puntiagudo, rollizo y sin aristas y la cola
cou pennas enteras. La especie europea yunx -
¡arquilla de Lin. tiene la singular facultad de
volver la cabeza de manera que el cuello que-
da como torcido.
TUL. (Tecnología.) Esla especie de lejido,
á su salida del telar, es tal como lo représenla
la fig. 1.a (Artes viecánicas.lám. LSll). Tie-
ne á consistir en unas mallas formadas por
587
TUL
tres series de hebras que se cruzan unas en
otras dando origen á una multitud de polígo-
nos exactamente-semejanles. La fig.. 1.a se lia
presentado en escala exagerada para que pue-
da verse con claridad cí cruzamiento de las
hebras. Fácil es distinguir unas que se diri-
gen de arriba abajo, otras que descienden át-
nuosamenlc de izquierda á derecha- y otras de
derecha á izquierda. La primera serie es la ur-
dimbre, y las dtras dos la trama. Estas últimas
«pie se cruzan entré las primeras, abrazan á
estas pasando alrededor de ellas en sentido
contrario. Los hilos de da urdimbre siguen la
dirección aa, a' a', a" a"; una milad de los
hilos de la trama marcha según bb, y otra se-
gún dd. La figura manifiesta claramente por
medio dp que evolucic.es, los hilos de la tra-
ma llegan desde una á otra orilla del tejido.
Llegados al borde, se cruzan Jos veces sobre
el último hilo de la urdimbre y luego prosi-
guen su marcha como hilos del sistema dife-,
rente á que pertenecían en la vuelta anterior.
El tul se fábrica en telares muy complica-
dos para que podamos dar aqui una descrip-
ción completa de él. líos limitaremos á indi-
car sumariamente su principio, esplicando el
juego de las piezas principales. Estas son unos
carretitos planos, representados de Trente en
la fig. 4.a y de lado en la fig. ñ.a; contienen
cada uno un hilo de la trama y se Colocan en
una pieza G, {fig. 3.a1 vista de lado en la figu-
ra 2.a, para lo cual está abierta como se ve
en la fig. 3.a Dicha pieza está hueca por la
parle inferior, para poder entrar en los inter-
valos de la barra curva representada por Jas
figs. G.a y 7.a Estas tres clases de piezas
son les órganos principales del telar del tul.
Los carroles se encuentran en las piezas G, es-
tas á su vez eslán prendidas entre dos barras
inclinadas una hacia otra y muy poco distan-
tes, pasando entre ellas los lulos muy estendi-
dos de la urdimbre. Las piezas G, cuyo número
es igual al deja urdimbre sun llevadas de una
¡Jarra a otra, por un sistema deimpulsadores
animados de movimieulos alternativos. En cada
tiempo, se produce un íimvimiento relativo de
la anchura de una malla, entre les carretes y
la urdimbre, ijlie hace cruzar la trama sobre
esta última; pero al mismo tiempo, la urdim-
bre avanza un poco para dar lugar á otro cru-
zamiento, formándose asi los pequeños polí-
gonos.
Teniendo 61 tejido de medias alguna analo-
gía con el del tul, porque es Una serie de ma-
llas enlazadas unas en ojras, describiremos
aqui el telar, de niediero. Los tejidos de ésla
especie son muy elásticos y'por consiguiente
muy á propósito para acomodarse á las formas
de lo que deben cubrir. Xo admiten estos te-
jidos otro adorno mas que el calado y por eso
se aplican mas bien á necesidades reales que á
objetos de lujo. Se hacen sobre ágnjasi que-
dan forma curva á las mallas y pueden traba-
jarse á mano, como todos sabemos,
El telar de medien) se funda en un princi-
pio muy distinto de los (pie sirven de base j
oíros telares, incluso lambien el del luí.
la fig. 3.a de la lám. LXH lo presenta en
perspectiva.
La ventaja de esle telar consislc en pMbí
hacer de un sido golpe tnd?is'!as fnÜUafc (¡tic
eslán en la misma li:tea; liene tin fficoHvcnlBlU
te dé poca ¡nenia, que es el de no producir
mas que snperticies planas que después sea-
sen para lámar la forma de medias , elásti-
cas, etc. En estos últimos tiempos se trabaja
ya. en ¡clares que producen lasformas circula-
res, pero todavía están poco generalizados.
La máquina, á primera vista, parece muy
complicada; pero es porque tiene muchas pie-
zas semejantes destinadas al mismo uso. El
principio consiste en una serie de agujas «ac-
lámente iguales, cuya forma presentamos tu
la fig. 9.a [lám. LXH). Eslas agujas son hori-
zontales y paralelas en un misino planu, dis-
tan unas de otras igualmente y en una canti-
dad que varia según lo claro ó tupido oaesc
desea obtener el punto. Pqr uno de sos rema-
tes 11, están tijas (fig. 9.a lám. III). El otro re-
ñíale, que está encorvado sobre el cuerpo de
la aguja, es bastante eláslico para que la pun-
ta ti, pueda aplicarse sobre la aguja ejercien-
do una presión pequeña; esto se hace panqué
el hilo, en cierta parle del trabajo pueda ser
llevado á lo bajo de la aguja, pasando por en-
cima de la malla. En el punto G hay sobre el
cuerpo de la aguja, una ranura donde pendra
la punta, para' que no enganche el lulo, t re-
presenta la prensa que se apoya sobre la es-
tremidad de la aguja para cerrar la malla, fi-
tas agujas, que no se distinguen muy clara-
mente en la/irt/. -S.3 [lám. LXH), lian sido ve-
presentadas eu escala mucho mayor en las 10.*
y ! 1.a: en la primera se ha dibujado con un
trozo ¿le punto Ríl, y, en la segunda están co-
locadas al lado de las demás piezas esenciales
del telar. Las piezas hV que se ven entrera-
da una de ellas, eu la fig. 1 1 son las plktiiiits
dispneslas para oscilar sobre un eje horizon-
tal y destinadas á imprimir al hilo una forma
undulada SS, representada en la fig. tO. La 9."
ofrece esas piezas en mayor escala, para p
se comprenda bien su forma. H es el eje alre-
dedor del cual oscilan. í) una charnela/y Sel
gancho que cae sobre los hilos para hacerlas
(k^n-iider.
Todas las platinas no están dispuestas lo
mismo, porque las hay de dos especies, a sa-
ber: fijas y abajadoras. Alternan unas con
otras y son de igual forma. Las ¡jriínfiras Se
mueven conda pieza lJ que 'coniunica con (ta
pedal, las oirás entran cu movimiento por las
piezas horizontales M, cuyo brazo Fifí 'fig- í';'!
es una parte de ellas. El movimiento ríe oslas
úllimas les os comunicado, por la cítenla h
cuando se trata de hacer bajar las platinas y
por la pieza q cuando por el contrario han de
subir; la cuerda tí está indicada en la fig- 5.
TUI.-TCLIPAN
B90
por las letras y, e, f. Da una vuelta completa
en la garganta de la polea U, movida por ios
Dedales V, Ü, que por medio de dos muelles
vuelVeo siempre al mismo pirriio de particla,
cuando las platinas se levantan. Dicha cuerda
obra sobre estas últimas por medio de la guia
V \h. 1 1), la cual al avanzar á derecha ó iz-
quierda, levanla la ostremidad de las undula-
ciones que las platinas bajan. Cuando es nece-
sario que suban, un tope hiérela csiremidad q
de la palanca N, la cual bajando por el otro la-
Jo, liacc que las ondulaciones desciendan con
lay ¡afinas.
Va liemos dicho para qué sirven estas;
ahora debemos csplicar porqué las hay de dos
especies, no funcionando del mismo modo. Se
traía dcproducircon el hilo las ondulaciouesquc
se ven entre los puntos S, S, de la //'(/. 10. Se
comprenderá fácilmente que si al misino tiem-
]io bajasen todas las plalinas sobre el hilo ten-
dido, resultaría para este sobre las agujas y de-
bajo ile los ganchos, una tracción y un roce que
podrían romperlo o, alargarlo disminuyendo su
solidez. También se comprenderá que estos
efectos no se sentirán tanto, si las platinas no
baja!) todas á un tiempo.
Para comprender el trabajo del telar , es
menester suponer lo inverso de lo que indica
li fig. 10, es decir, la obra de punto RR colo-
cada á la izquierda del hilo onduludp SS. Si en-
tonces fas agujas retroceden á la izquierda,
hasta que eluilo se encuentra prendida en [os
corchetes 6 gane-hitos r, r y sé ejerce so-
bre estos una presión continuando la marcha
de las agujas cerradas hasta pasar mas allá de
las mallas, se habrá tejido todti una nueva li-
nea de puntos, lie aqui cómo se ejecutan esos
movimientos. La prensa E (fig. ¡s.s) baja por
medio del pedal X y con auxilio de la cuerda
a, de la barra G y de las palancas lili. El mis-
mo pedal hace bajar las platinas lijas por ine-
dio del muelle II y de las cuerdas a a. En
cuanto á la marcha de las agujas, se haceá ma-
no, con los dos batientes R, U, para lo cnal
son llevadas en im carrito que rueda sobre dos
carriles de hierro.
Toda la armazón de la máquina se compo-
ne de los cuatro montantes verticales A y de va-
rias traviesas. Q es el asiento del operario.
El telar que acabamos de describir es el mas
comiui. Su invenciones debida á un cerrajero
normando del tiempo de Luis XIV. Los ingleses
lo atribuyen á William Lee. Para tejer él pun-
to encontrado, es decir, aquel en que las ma-
llas ofrecen alternativamente su lazada por un
lado y por otro, los telares son iguales, pero
en la parte delantera hay un bastidor cuya al-
zada lateral se ve en a (fig. 1 2): hállase unido
por dos piezas tí al montante Aü ó A de la má-
tnina [fig, 8.'a} Ese bastidor tiene en la parte
superior agujas semejantes á las del telar, las
cuales se hallan representadas por la letra h en
ja Dgura. Estas agujas ocupan, con relación á
P otras las posiciques intermedias indicadas
por las cifran l, 2, 3... (Véase fig. 13). En g
\fig. 12) hay una prensa que obra sobre las
agujas del bastidor a, las cuales son siempre
mucho menos numerosas que las del telar, fie-"
pendiendo fu cantidadde las dimensiones que
so quieren dar á los trozos de punto encontra-
do. Para obtener esta labor, basta cambiar la
posición del plano do las partes onduladas del
lijlq. Primero se hacen las mallas comunes y
después las inversas, levantando las agujas de°l
bastidor entre las ordinarias, á Qn de hacerles
tomar su hilo que pasa despuespor lamalla in-
ferior. Con esta operación no se hace mas que
cambiar el sentido de entrada de la nueva ma-
lla en la precedente.
Mr. Jóuve es inventor de un telar de punto
continuo, que debe considerarse como un ade-
lanto, porque puede trabajar automáticamente.
Se compone de las piezas principales del te-
lar común; pero en .vez de ser cuadrado, es
circular de O1", 60, á D-,70 de diámetro; á su
circunferencia van á parar las platinas, y lle-
va un carrete, cuyo hilo se desprende por el
movimiento de un eje armado de escéntricos y
de otras piezas que producen el mismo trabajo
que tm operario. Esta máquina evita con la su-
cesión de su movimiento, las pérdidas de tiem-
po que resultan' de ios movimientos alterna-
tivos del telar común.
TULIPAN. (Tulipa.) [Botánica.) Planta co-
locada por TourneTort en la sección cuarta de
la clase novena, que comprende las llores ít-
liáoeas ó asucenadas, cuyo pistilo se con-
vierte en fruto. Liueo la clasifica en la hexan-
dria monoginia, y solo cuenta tres especies:
la silvestre, que crece naturalmente en las
cercanías de Montpeller, en las montañas del
Apcnino y aun en Inglaterra, y le llama tuli-
pa siivestris] la segunda es la conocida con
el nombre de gesneriáno (tulipa gesneria),
originaria de las. cercanías de Capadocia, de
donde la trajo íiesner á Europa en 1559. Ésta
especie primordial es la que ha producido las
hermosas variedades qué con tanto esmero
cultivan los floristas; la tercera constituye el
tulipán breyniano, originario de Etiopia, (lu-
lipa breyniana.)
Del tulipán silvestre creemos inútil ocu-
parnos. El gesneriáno tiene la flor compuesta
de seis pétalos que cuando se abren ofrecen á
la vista la forma de un cáliz, con seis estam-
bres y un pistilo triangular en su cima, sobre
este cáliz, cual si fuera un eje, giran las an-
teras sostenidas por los hilos ó filamentos.
Las hojas del tulipán son aovadas y acora-
zonadas; su raíz bulbosa, mas gruesa por un
lado que por otro, cubierta de una película
morena y guarnecida de raicillas ó barbas que
salen de la circunferencia de la corona de la
cebolla, que es el repulgo que en la base de
esta forman las raices. Estas hojas son mas ó
menos grandes, según la, variedad á que per-
tenecen; salen de la cebolla, y están metidas
por sn base unas dentro de otras, elevándose
591 TDL1
del centro de ellos un tallo desnudo, redondo
y recto, en cuya cima se halla la llor. Del pis-
tilo, convertido en una columna cilindro-trian-
gular, dividida, en tres celdillas, cada una de
las cuales contiene dos órdenes de semillas
aplastadas, colocadas * unas sobre otras, nace
e! fruto.
Los floristas, dice Bozier, dividen los tuli-
panes en tres clases: tempranos, medios y
tardíos; mas , siendo eslas divisiones poco
exactas, opina que es mas sencillo dividir-
los en dos, á saber: tulipán de tallo alio, y
tulipán de tallo bajo. La esperiencia ha de-
mostrado que plantando al mismo tiempo los de
tallo alto que los de tallo biijo, eran mas tar-
díos los primeros.
La época de trasplantar los tulipanes está
indicada por la salida del tallo, y el mejor
terreno para ello es el que menas retenga ia
humedad. Para la plantación se separan sus ce-
bollas eu tres clases; primera, las mas grue-
sas; segunda, las medianas, y tercera, las mas
diminutas y los cascos: las de la primera se
ponen de 8 á lü pulgadas de distancia una de
otra, las de la segunda de 6 á 8 y los cascos
de 2 á 0. No tomando eslas precauciones su-
birían fas hojas unas sobre otras y no goza-
rían de los buenos efeclosde la luz, el sol, etc.
tan necesarios á su buena vegetación.
Para que hagan mejor vista, conviene plan-
tar en el mismo cuadro los tulipanes que flo-
recen en la misma época y cuyos lallos ten-
gan la misma altura, variando' y casando los
colores, de manera que no se junten los
iguales.
La hermosura del tulipán consiste en que
su tallo sea Arme, bien nutrido y alto y en que
su flor tenga los pétalos redondeados por Ja
parte superior. Obsérvese, sin embargo , que
la cebolla del tulipán no llega á su última per-
fección hasta la octava ó décima florescencia;
pero por las primeras es fácil colegir si tienen
ó no los pétalos disposición á redondearse;
obsérvese asimismo, si están bien señaladas
las listas, si parten de la base del pélalo basta
su punta sin variar de color ni dividirse en
manchas, y si el color de estas contrasta agra-
dablemente con el color principal del fondo
de los pélalos. El origen de las listas o man-
chas, ó al menos su perfección ideal, depende
de la calidad del suelo en que estén plantadas
laj cebollas; para que aquellas desaparezcan
basta Iraspluntar estas en tierra sustanciosa y
hien cargarla de estiércol. La cebolla que pro-
duce la llor no perece anualmente. ^
El tulipán se multiplica y reproduce por
los, cascos ó cebolletas que brotan alrededor
ile la corona; pero no se perpetúa por éste
medio. Para formar otras nuevas especies es
preciso tiempo, paciencia en la reiteración de
las siembras. Para ello, se escogen las cebo-
llas mas gruesas y mejor nutridas en las me-
jores especies, y se plantan en la época or-
dinaria en tierra ligera, pero muy esponjada,
PAN
i
sustanciosa y abonada con despojos de estiér-
col bien pasado. Estas precauciones unidas al
cuidado de escardarlas de vez en cuando por
la primavera y un poco antes de la llorescen-
'cia, aseguran la prosperidad de la planta y su
vegetación vigorosa. Se deja granar la flor y
desecarse el tallo, y entonces se llevan las
cápsulas á un sitio seco, donde permanecerán
hasta que concluyan de madurar, A fines de
agosto d primeros de setiembre se recoge la
semilla, se siembra en macetas de mantillo
preparado, y se cubre con una pulgada del
mismo ó de otro mantillo. En algunos climas
será el calor de setiembre demasiado fnerle
para que convenga dejar al sol las macetas
todo el dia; en este caso se ponen al Levaide,
y solo por algunas horas; pero en oíros mas
templados pueden estar al sol todo el dia. En
invierno se les busca una buena esposseion
meridional y abrigada de los vientos de Norte.
En el. primer caso , dáseles eu primavera la
primera esposiciou del mes de setiembre, lue-
go que se advierta que la grana ha germinado
y empieza á nacer, en los climas mas templa-
dos no es necesaria esta operación A prin-
cipios de otoño se quita hasla la cebolla toda
la tierra de la superficie, se reemplaza con
otra nueva, y con las plantas se tiene el mis-
ino cuidado. En la primavera siguiente, cuan-
do empiezan á brotar las hojas, se sacarán
cuidadosamente las cebollas, para no lastimar
las' raices, y se colocarán en unas tablas del
jardín, bien preparado, siendo muy convenien-
tí que en esta tierra y á la profundidad de 6
pulgadas, se coloquen tejas, con el objelu de
impedir que ahonden las raices, lo cual las
destruiría completamente. A fines de invierno
se escarda ligeramente la superficie de la tier-
ra, sin lastimar las cebollas, las cuáles pueden
dejarse en tierra durante dos años consecuti-
vos, teniendo cuidado de renovar la superficie.
Por el mes de agosto o setiembre de este
segundo año se sacan de tierra las cebollas y
se plantan inmediatamente en otros tablares
preparados con buen mantillo, donde pueden
dejarse otros dos años. En estos se plantón
á 3 pulgadas de profundidad y á G de distan-
cia. La mayor parte de estas cebollas empie-
zan á florecer pasado el cuarto año; por eso,
luego que se sacan de esta segunda almáciga,
se las trata como cebollas ya hechas, y no de-
be empezarse á entresacar las buenas de las
medianas hasta después de haber examinado
la flor del tercer año; pero al oclavo, conlado
desde la siembra, se sabe positivamente sa
mérito. Por este medio han conseguido los
holandeses hermosos tulipanes que ha» po-
dido á precios fabulosos.
La flor luego que se marchita, debe cor-
tarse al punto para que no estenue ni debióle
la cebolla. Las hojas entonces no tardan en
secarse; y a&i que están secas, se procede i
cavar él tablar empezando por una de sin ex-
tremidades y á 6 pulgadas de profundidad, dt
893 TDL1PAN-
,i]odu que el (ajo vaya tres pulgadas mas bajo
™e ¡a cebolla; de esta manera se continúa del
diD al otro esfremo hasta recoger todas las
cebollas, sin dejar en tierra ningún easco. Ar-
rancadas, [[uitanselas sus antiguas telas, y se
colocan separadamente sobro zarzos ó tablas
ilc pino, y no sobre baldosas ó piedras, cui-
(lando de ño amontonarlas, ponjue si i'ermen-
líin, se enmohecen y se pudren. Esta enfer-
medad, cuando ocurre, se remedia cortando
loda la -parte lastimada, y cubriendo entera-
mente la cebolla por unos dios, con arena
muy seca. ■
De todas las plantas de ornato propias por
esto coacepto pura entrar en la composición
de un jardín, ninguna ha llamado mas que el
tulipán lu atención de los aficionados. En Bél-
gica y cu Holanda liubo en una época furor
por esta planta. Muchas se pagaron á 1,000 y
1,,-jílO pesos y alguna basta 0,000. En el dia,
ron la eslension de este cultivo, han dismi-
hÜPq nofableuienle, basta reducirse á pro-
porciones ordinarias, el valor y el precio de
los tulipanes.
TÍSEL Los túneles son unas . obras súb-
Lii áncas construidas para el paso de un ca-
nal, de un ferro-carril ó de una carretera en
losparagcs donde la profundidad del desmon-
te es tal que el gasto de este seria superior al
tte la apertura de uno de aquellos. El limite
que parece señalarse eonio conveniente para
liten un túnel en vez de un desmonte es
aquel eu que las escavaciones llegan á 16 6 1 S
metros de altura. Hay, sin embargo, desmon-
te mas profundos: en el canal de desagüe del
lago de Méjico, se encuentran trincheras de G9
metros de altura; el de Nantes á Brest las lic-
ué de 22,50, yelde Antoing, de 24; pero
estas escepcionns existen porque el terreno
eswvado es de bastante consistencia, para que
los taludes se sostengan con poca inclina-
ción, lo cual disminuye el volumen del des-
monte.
Los túneles son obras muy costosas como
todas los trabajos subterráneos; su precio va-
ria uecesariamente como sus dimensiones y
con la naturaleza de los terrenos en que es-
tán perforados. Se calcula que por término
medio, cada metro lineal de los abiertos para
ferro-carriles cuesta 4,000 reales
La prudencia exige que los túneles sean
abovedados, conviniendo mas el medio punto
Por ser la forma mas sólida. Cuando el em-
puje de tierras es vertical, puede construirse
la bóveda sobre paredes rectas verticales; pe-
lo si lray temores de empuje lateral, entonces
conviene mas la forma abovedada hasta el pie.
En cuanto á la anchura, suele darse ú los tú-
neles ímda mus que la necesaria para un har-
to en los canales ó pura una sola vía en los
Ierro-carriles, á íln de evitar gastos de cons-
trucción, pero nosotros preferimos los túneles
que dejan holgura.
¿ la perforación de un túnel es un trabajo
«07 BIBLIOTECA rOI'tJLAIl.
—TUNEL m
mnj largo y á veces dificultoso, del cual solo
podemos dar una descripción sumaria. Exige,
como todas las grandes construcciones, algu-
nas operaciones preliminares, que consisten
en calicatas, trazados y perforación de pozos
en el eje de la obra. Las calicatas, sirven para
reconocer la naturaleza del terreno y la dis-
posición ó profundidad de las aguas. El trazado
consiste en aplicar ,al terreno ia idea consig-
nada en el plano, de modo que ¡a obra se en-
lace bien con la entrada y salida y entre sus
diferentes puntos. Estas condiciones se satis-
facen adoptando en cuanto posible sea la lí-
nea recta, y estableciendo jalones en la al-
tura cuya alineación concuerda con la de otros
colocados en la entrada y salitiadel túnel. Cuan-
do la longitud de este pasa de 200 á 300 me-
tros, es necesario abrir pozos, á íin de acti-
var los trabajos. Esos pozos son otros tantos
puntos intermedios donde se pueden colocar
operarios; sirven durante la construcción para
sacar los escombros' é introducir materiales,
y después de ella para la ventilación. Se colo-
can generalmente á unos 200 metros unos de
otros, Ano ser que algún obstáculo lo impida.
Su construcción es la misma que la de los po-
zos de mina y nada de particular ofrece. Se
coloca siempre- en su enibuquilladura un torno
(i un malacate para el servicio.
La perforación se ejecuta de varios modos,
segim la naturaleza de los terrenos y las pre-
cauciones que exigen. En peña sólida el tra-
bajo es largo, pero sencillo; se ataca ei ma-
cizo en toda la anchura dividiéndolo en gra-
das, para que los operarios trabajen á distin-
tas alturas, y quepan mas. Cuando se necesi-
ta un revestimiento, por no ofrecer solidez el
terreno, se va construyendo á medida que
marcha la perforación;, pero si hubiera peli-
gro de hundimiento, es menester tomar mas
precauciones; se abre una galería por cada la-
do del túnel en el sitio donde haya de esta-
blecerse la fábrica de revestimiento, dejando
intacto el macizo del centro. ¡ Después se le-
vantan las. paredes laterales, y se construye
una serie de bóvedas enlazadas 'mas con otras,
para lo cual se siguen dos procedimientos. El
nao consiste en perforar, cuando la construc-
ción de las paredes se halla terminada, una
galería encima de la primera, cuyos huecos se
llenan con los desmontes de !a superior: en
esta se principia la bóveda; hecho un trozo de
ella, se abre otra galería encima, y asi suce-
sivamente hasta llegar á la llave. Terminados
estos trabajos, se quita el macizo que ha que-
dado en medio y todo lo que obstruya el
túnel.
El olro procedimiento consiste en desmou -
tar todo el espacio que ha de ocupar la bóve-
da, no dejando en medio mas macizo que el
inferior al arranque. El , desmonte se comien-
za por la parte superior, descendiendo suce-
sivamente hasta la imposta, y sosteniendo las
tierras con puntales apoyados en el macizo.
T. JiXXIII. 38
695 TONEL—
Una vez abierto el semicírculo, se establecen
.•entre los puntales las cimbras .para la bó-
veda.
Cuando la perforación ha de efectuarse en
terreno acuoso y desmoronadizo , las diücul-
tades son muy grandes. En este caso, y siem-
pfe que sea posible, se comienza abriendo en
toda la longitud del túnel una galería baja y
angosta, lo cual se fortifica por medio de enti-
baciones, y cuyo deslino es facilitar él desa-
güe. Despues.se abre nada mas que el sitio
que han de ocupar las obras de fábrica, las
cuales se van construyendo á medida que avan-
za la perforación, no sin sostenerlos terrenos
con sólidas entibaciones de quita y pon. Las
mayores dificultades que basta el dia se han
presentado en la perforación de túneles, son
lasque oponia el terreno ala construcción del
Támesis en Londres. Este trabajo se comenzó
en 1824. Las calicatas indicaron una capa de
arcilla de poco grueso, pues debajo de ella ha-
bía otra de arenas movedizas de 15 metros de
profundidad. La capa de arcilla ofrecía una
ventaja, 1a de servir de garantía contra las in-
filtraciones del agua del rio, pero era poco
resistente. Por esta circunstancia , y por la
magnitud déla escavacíon, que no debía tener
menos de 10 metros de anchura', por 6 y 30
centímetros de altara, era difícil aplicar los
medios ordinarios. El ingeniero Briincl , en-
cargado de la obra, ideó un aparato llamado
broquel, que consistía en doce bastidores de
hierro colocados uno junio á otro; cada basti-
dor tenia tres divisiones á modo de pisos, en
cada una de las cuales cabía un operario. Este
aparato se aseguraba sóbrela manipostería con
tornillos de presión que servían también para
hacerlo caminar hácia adelante. El terreno era
mantenido por arriba., y por los lados , con
planchas apoyadas sobre el bastidor. Cuando
un operario quería trabajar, desatornillaba las
planchas una por una y las volvía á atornillar,
después de abrir 20 centímetros de terreno,
en el sitio de cada una. Hecha la operación en
toda la altara del túnel, el apáralo marchaba
hácia adelante por medio de tornillos depre-
sión apoyados en la bóveda, y se procedía á
la construcción de esla en el sitio escavado, A
pesar de numerosas dificultades, se hicieron
en diez y ocho meses' 160 metros; pero al lle-
gar cerca de la. mitad del rio, la capa arcillosa
se adelgazó tanto que no pudo impedir las in-
duraciones , se llegó, á formar naturalmente
una especie de embudo por donde penetrando
el agua invadió ios trabajos. Para taparlo hubo
que echar al fondo del rio 3,000 metros cúbi-
•cos de arcilla, que formaron una capa resisten-
te y permitieron desaguar el túnel. Después
de otras interrupciones menos graves, el tra-
bajo quedó concluido en 25 demarzo de 1S44.'
Harás veces dejan los túneles de encon-
trar mananliales, siendo indispensable darles
alguna inclinación para el desagüe. Seria una
falta muy grave establecer su perfil de mane-:
-TDNEZ . m
ra que tuviese un punto mas bajo que las dos
estremidades, porque allí se formaría sin
medio una balsa. Estose observa en el tím
de Lóndres,' que como tiene necesariame*
el piso mas bajo por en medio que en las en-
tradas, recoge tal cantidad de agua , que ^
evitar el encharcamiento, está sin ¡ntertiip-
cion trabajando una máquina de vapor.
TUNEZ (regencia be) (Geografía é histo-
ria.) La regencia de Túnez confina al N. con
el Mediterráneo, al E. con el Mediterráneo yk
regencia de Tripoli, al S. con el desierto, i-ai
0. con la Argelia. La superficie de la regencia
deTunez se calcula en 190, 000 kilómelnis la-
drados. La población consta de 2.000,01)0 de
almas; 7 á 10,000 turcos, 7 á 10,000 ensíla-
nos, 1 12,000 renegados, 100,000 judíos, y el
resto árabes, moros y berberiscos.
La regencia de Túnez es en general im
país montañoso, _ cubierto por las estremida-
des orientales del grupo de montañas ilel At-
las. La parte meridional de la regencia lleva
el nombre de Bcled-el-Djerid ó paisde los Dá-
tiles; es una reunión de oasis en medio de las
arenas , donde ya empieza el Sallara. El ríe
principal del país es elMedjerdali [Bagradas\
que tiene su curso superior en la Argelia.
La regencia de Túnez, ei Africado los an-
tiguos, es un paismuy fértil, oponiéndole so-
lamente la lirania y la ignorancia al desarro-
lio de la riqueza y de las producciones de
aquella hermosa comarca que, como todo el
mundo sabe, fué uno de los graneros de Ro-
ma. Su situación comercial es admirable, y es
bien sabido el partido que supieron sacarde ella
los cartagineses, y por mas que los habitante*
actuales no se aprovechen de ella, Túnez c;
sin embargo el centro de Un comercio mtiy im-
portante que se hace con el interior del África
por medio de caravanas. Las esportaciones de
este pais no pasan de 9.500,000 francos, líe
los que 4.000,000 solamente imporlan los
aceites.
El gobierno es monárquico electivo, y el
poder radica esencialmente en mi bey, que es
elegido por el ejército, y depende de la Tur-
quía, recibiendo ..su investidura del sultán. Sos
rentas son de 37.000,000 de francos, segim
Mac-Culloch ; el ejército, organizado desdr
1 83,1 por oficiales franceses, se compone Je
12,000 hombres de infantería regular, de o»
regimiento de lanceros de 800 hombres, Je
un regimiento de artillería y de 20,000 calía-
nos, dados por las tribus. La marina se com-
pone deun vapor, dado por la Francia; de dos
corbetas de 22 y 20 cañones; de tres bergan-
tines de 18, 16 'y 14 cañones, y de quince go-
letas y lanchas cañoneras.
rjRs;,le el año de 183.0 han sido abolidas la
piratería y la esclavitud délos cristianos, á
consecuencia de tratados concluidos con la
Francia, y aun la misma esclavitud quedó abo-
lida en la regencia desde el año 1841. 1
Las ciudades principales de la regencia soo
597
TÜNEZ-TUSIBíNA
598
Tunes, capital, que tiene de 100 á 150,000
liabiianlcs. Tuuez está edificada cerca de las
minas (le la antigua Cartago, y es una ciudad
fuert« !' muy comerciante. La Goleta, plaza
fucile y buen puerto , y Kainvan, ciudad que
liivo en lo antiguo mucha importancia.
Se cree que la ciudad de Túnez fué funda-
da por Augusto César, y estuvo en poder de los
romanos hasta que jos vándalos !a ocuparon.
Después la conquistó Bclisario para el empera-
dor griego Justiniano, y al fin cayó en poder
de los árabes que hicieron de Túnez y su co-
minea uno de ios reinos mas poderosos de Ber-
bería, ín el año 1535 el emperador Carlos Y,
' reunió una armada de mas de .400 velas, entre
grandes y pequeñas, y pasando á 'la costa de
Africa ganó la fortaleza de la Goielay en segui-
da á Túnez, de donde fué espulsado el famoso
corsario Rarharoja, que se Uahia apoderado de
la dudad por el turco Solimán y en perjuicio
del rey Muley-Hacen, á quien el emperador
repuso, libertando mas de fi,00ü cautivos ens-
ílanos de las mazmorras, y apoderándose de
muebos trofeos Años después los moros vol-
vieron á apoderarse de Túnez, por lo que pasó
allá con o Ira armada poderosa don Juan de
Austria en octubre de 1 573, y los turcos ni mo-
ros no lo esperaron, dejando desamparada l¡
ciudad,) de la que se apoderó don Juansiu re
sisteuela, poniendo en el gobierno del reino
dcTunczáMuley-Ilaccn, hijo de Muley-Hacen
ya referido.
TCXGSTEXO. {Mineralogía.) Este metal ra-
li considerado como ácido túngstico, ó sea cou
el la denominación también de ácido scbelico.
Hállase en masas pequeñas ó en la forma de
polvo en la superficie del wolfram. Ofrece un
color amarillento de peso de 6, es soluble en la
pojasa y en la sosa, infusible al sopletesinose ■
añade un fundente, coiho el fosfato de sosa ó
de amoniaco, formando nn vidrio azul en la fu-
sión ú vitrificación. Se le ha encontrado en
llustington y en la Bobemia.
TUNICADOS. (Historia natural.) Segundo
grupo de la gran división de los moluscos, ca-
racterizados por teuer su sistema nervioso ru-
dimentario ó nulo; la reproducción en general
gemmfpara ú ovípara, y el aparato vascular in-
complejo ó nulo. Divídense en dos clases, la
(le los tunicarios y la de los briosoarios. -
TUN1CA1U0S. {Historia natural.) Clase de
moliiscos tunicados que tienen por caracteres
respirar por branquias internas, carecer de ten-
táculos protráctiles al rededor de la boca, sis-
lenia vascular y corazón. Olvídense en dos fa-
milias solitarios y agregados.
. TUIUCO. (ffistortawitt¿ra!.)Génerodeaves
del órden de las zigodáetilas y de la familia de
las musofagídeas. Tienen el pico mas corto que
a cabeza, fuerte, ancho , comprimido pur, los
ados y dentellado en los bordes, ventanas de
la nariz ocultas por las plumas de la frente, el
deao esterno versátil y soldado al del medio
por un repliegue membranoso; cola desarro-
llada, redonda y escalonada. Son aves propia*
del Africa.
TURBA. {Geología.) Este es un cuerpo par- .
ticular que proviene de la descomposición de
sustancias vegetales, que á favor -de la hume-
dad y del calor, sufren notables alteraciones.
La turba ofrece diversos aspectos, y por con-
siguiente hay algunas variedades, unas, pues,
son compactas ó de poca consistencia, las pri-
raerasbomogeñeas tienen generalmente nn co-
lor oscuro ó negruzco, su fractura es terrosay
algo concoidea; las segundas presentan aspec-
to leñosu y aun herbáceo, según que resultan
'de la alteración de fragmentos de ramas de ár-
boles ó de plantas herbáceas, que es la turba
que mas comunmente se esplota. La turba es
de aspecto esponjoso y fibroso á las veces, de
color abigarrado ó pardo rojizo mas ó menos
subido, de poca cohesión, fácilmente desme-
nuzable, la pesantez de las turbas es variable,
se queman fácilmente , unas veces producen
llama y otras no; cuando se inflaman y que-
man despiden un Jnimo y'un olor desagrada-
ble, análogo al que dan las yerbas secas. Si se
somete á la destilación se obtienen gases infla-
mables, agua acidula y materias aceitosas; con-
viértese también en parte carbonosa , que es
mucho mas reducido en su volumen que el que
tenia la turba que se ha quemado", si bien con-
serva ea parle su forma. Para satisfacer las
necesidades de lu industria como combustible,
se empléala turba asi quemada, resultando una
especie de cok, y á la que se le ha dado la de-
nominación de turba carbonizada. El carbón
que se obtiene por la carbonización ó por la
destilación de la turba, es siempre mas consi -
derable que el que resulta de la quema ó car- '
bonizacion de la leña comuu. Contiene , pues,
en 100 partes de 14 a 30 de carbono, materias
volátiles de 53 á 71, de cenizas de 3 á 19. Se
emplea la turba,- para los fogones y chime-
neas, para los hornos de cal en lugar de ¡ale-
ña. Cuando está carbonizada puede usarseútil-
menle en las fraguas, para los hornillos comu-
nes, y en varias fabricaciones que se emplea
combustible.
Las turbas son el producto ú originarias de
sustancias vegetales, particularmente de las
parles herbáceas, que se hallan en la superficie
de la tierra, en las grandes praderas , en las
marismas y en los pantanos. Se esplotan muy
ventajosamente las turbas , principalmente en
Holanda y también en Trancia, Escocia, etc.
TURBINA. Las turbinas ó ruedas hidráuli-
cas horizontales , aunque de uso moderno ,
son de invención antigua. A principios del si-
glo pasado, Segner, -profesor de matemáticas
en Gcettingue, habia propuesto una, la cual no
era otra cosa mas que la reproducción de una
máquina antiquísima , compuesta de un tubo
vertical, movible sobre su eje, y en cuya par-
te inferior tenia varios otros tutos horizonta-
les, doblados en semicírculo y abiertos por la
punta. El tubo vertical estaba en comunicación
599
TURBINA
600
con un depósito superior, cuya agua , al salir
poi' los tubos horizontales, y ejerciendo reac-
ción sobre sus paredes, hacia girar la rueda eu
una dirección opuesta 6. la de los chorros. Bo-
lero estudió detenidamente esta primera turbi-
na y propuso darle la forma de un tronco de
cono hueco por en medio, el aparato recibia el
agua por la parte superior para arrojarla á la
atmósfera por unos tubitos corvos adaptados á
la parte inferior. Asi establecida, y aimque pe-
sada, la máquina se usó con un éxito que no
parecióxmuy satisfactorio á Eulero, porque la
volvió á modiílcir poco después. Esta vez se
componía de do: partes colocadas una encima
de otra. La primera era fija y consistía en un
cilindro hueco por en medio , que recibia el
agua del depósito superior, sirviendo como de
embudo: unos pequeños tubos adaptados en el
fondo é inclinados bajo cierto ángulo, la des-
pedían sobre la parte inferior. Esta que era
movible sobre el eje, tenia la forma de una
tina anular, cuyo fondo estuviese lleno de agu-
jeros debajo de' los cuales hubiese unos tubos
torcidos horizontalmente en su estremidad. La
reacción que el agua ejercía al salir por estos
tubos, ponia en movimiento la parte giratoria
de la rueda. Por último , en 1824, Burdin en-
sayó otro sistema análogo al anterior, pero la
parte fija era un receptáculo donde el agua se
maotenia á un mismo nivel constantemente, y
cuyo fondo tenia tres orificios inyectadores
que arrojaban el agua horizontalmente fila se-
gunda; esta última era una corona anular, en
cuyo fondo había tres bolsas piramidales, en-
corvadas horizontalmente en su estremidad, y.
por las cuales eí agua salía libremente.
Estas diferentes ruedas, desde la de Seg-
ner hasta ta precedente, eran unas verdaderas
máquinas de reacción. Eu 1827, Burdin ideó
una turbina muy distinta de la primera que
había construido, porque giraba por ia acción
de la fuerza centrífuga.
Era en realidad, á consecuencia de los bue-
nos resultados que dio, la única que entonces
pudiera clasificarse como máquina industrial:
consistía en un cilindro ó tambor vertical que
recibia el agua en su base superior y la des-
pedía por la opuesta siguiendo unas palas de
superficie helicoidal, dispuestas hácia la cir-
cunferencia esterna del tambor. El ángulo for-
mado por las palas con la base superior era
de 45 á 50°, y el que ellas formaban con la
base inferior, de 15 á 20. Una compuerta, dis-
puesta encima de la turbina, permitía dirigir
el agua del modo conveniente sobre las pa-
las, de modo que se obtuviera el mejor efecto
posible, lo cual solo se consigue cuando el
agua llega á la máquina sin choque y sale sin
velocidad. Esta segunda turbina de Burdin da-
ba resultados tan ventajosos como las mejores
ruedas verticales, resultados que bien pronto
sé mejoraron con los trabajos de Fourneyron,
discípulo de Burdin, Las mejoras que Fourney-
ron introdujo en la torbina de Burdin son tan
importantes, que lian creado, por decirlo asi
una máquina nueva que tiene su nombre. Ij
turbina Fourneyron eS la mas usada rjajfj él
día, pues si bien se lian ideado otras fúndala;
en el mismo principio y poco diferentes dé
ella, no se ha adelantado muebo en su ppj-_
feccionamiento.
La turbina Fourneyron está representada
en las lám. IX y X de Hidrodinámica.
La figura de la lám. IX es un corle vgjf.
cal de la máquina entera. La 'M. i." de la
lám. X es un corte horizontal á la altura del
punto U (véase lám. X), y ta fig. J» un corle,
según ana linea que pasa por las letras 1' \>[
La escala de estas dos últimas figuras es doble
de la del corle vertical.
Las piezas principales de la máquina, son:
1. "Ia rueda ó turbina propiamente dicha:
2. ° el platillo fijo: 3." la compuerta. La tur-
bina, asi llamada, se compone (véase lám. IX\„
de un platillo T u T, de hierro fundido, plano
en toda su circunferencia y ligeramente com-
bado hasta el cubo ó eje, que' está muy biea
calibrado y ajustado en la parte inferior del
árbol vertical de hierro U, el cual se asegura
por medio de una abrazadera dividida eu dos
trozos, torneada por fuera y embebida en la
garganta cilindrica que está en la punta del
árbol. La pestaña ó borde circular plano de
la rueda se divide en otras tantas partes ¡goa-
les y en cada una de estas hay tañías palas
cilindricas (indicadas por las lineas t, í, I
déla fig. 2.a, lám. X), destinadas á recibirla
acción del agua. Las palas están colocadas lio-
rizontalmente y se hallan atornilladas sobre
unos refuerzos que forman cuerpo con el pla-
tinó; están cubiertas con un disco circular
T' f de plancha de hierro que tiene la misma
anchura y el mismo diámetro que el primero,
al cual solo se encuentra adherido por las pa-
las. La altura de estaá últimas és de 27 centí-
metros en la figura; pero están divididas por
tres pequeños diafragmas de hierro en plan-
cha, situados en dos planos paralelos á lo's
discos. Los diafragmas forman cuerpo con la
rueda, de modo que esta consta de tres pisos
que permiten gastar mas ó menos agua, se-
gún la abundancia de esta ó la necesidad ¡le
fuerza. El árbol de la rueda tiene en su réte-
te un parahuso de acoro v, que descansa en
la punta fija de una randa también de acero,
encerrada en el tejuelo Y, y como las superfi-
cies en contacto pueden calentarse, por el ln-
bo encorvado ZZZ baja constantemente ciélfa
cantidad de aceite. El tejuelo estriba sobre
una palanca Tí cuyo centro de oscilación es
ebeje X, con lo cual puede modificarse la al-
tura de la rueda. La palanca está adherida por
articulación á la estremidad inferior de la va-
rilla Y, dispuesta de modo que al liaeer girar
con una llave las tuercas por donde pasa, sa-
ba y baje, para el efecto indicado de levahlar
ó bajar la turbina. Ún soporte de hierro fundi-
do Y', fijado en una pieza de madera que sos-
TURBINA
tiene el piso o y el receptáculo tle madera A",
sirve de apoyo á las tuercas. Todo esto se en-
cnenlra fuera del receptáculo, para poder su-
bir y liajar la máquina, en pleno movimiento
de esta.
El platillo (¡jo es el disco QQ, que ocupa
el espacio cilindrico culeramente libre que sp
encuentra en et interior dé la rueda. Sirve
principalmente para sostener el peso de la co-
lumna de asun que está sobre la turbina. He
funde con un cubnmuy elevado para ensam-
blarlo sólida ó' invariablemente con el tubo de
hierro colado E que asciende vei'ticalmente
cubriendo el árbol hasta mas arriba del nivel
de agua, donde por medio de una pieza D, es-
tola en los maderos 6, 6, embebidos en la fá-
brica AA. Cuando la altura es grande, como en
el caso de la figura de la lám. IX, se mantie-
dela verticalidad del tubo con lomillos de
presión pasados por un anülo sostenido á su
vez por tres barras horizontales de hierro, fi-
jadas con dos tuercas en los soportes de hier-
ro colado s; estos mismos se atornillan sobre
el maderamen c, c. En la superficie superior
del platillo Q hay cierto número de diafragmas
verticales y cilindricos R, 11, R {lám. X,
h. 2.3], una de las cuales parten deí ceulro á
la circunferencia, at pasti que otros son mas
cortos y comienzan á mitad de distancia, al-
ternando con ios primeros. Estos diafragmas
dirigen el agua bácia las palas, por cuya ra-
%aa so llaman las directrices; hállanse Jijados
al platillo por medio de refuerzos de hierro
colado, y al cubo con escuadras de hierro. Su
curvatura es en sentido inverso de la de las
palas y su forma es tal que conducen el agua
i estas, en dirección normal á las mismas.
La compuerta consiste en un cilindro 1 [lá-
mina IX] de hierro colado, cuyo diámetro
interior es exactamente igual al eslerior do la
rueda; dicho cilindro puede subir y bajar ver-
íicalmente en la cubierta cilindrica S, también
de hierro colado , previamente calibrada, y
con una pestaña superior por la cual se ator-
nilla sobre el maderamen c. En la parte supe-
rior de ta compuerta hay un circulo de cuero
encorvado j, análogo al que sirve de guarni-
ción al pistón de las prensas hidráulicas y
cuyo objeto esinmedir el paso del agua entre
la compuerta y la cubierta S; en la parto in-
liripr hay unas cuñas de madera, i, [fig. 2.a,
¡árii: Xj cuya forma so determina por la cur-
vatura de las directrices, las cuales corren en-
tre dichas, cuñas en el movimiento de subida ó
bajarla de la compuerta; sirven para disminuir,
por la forma redondeada de sus superficies in-
feriores, los créelos de la cotitracoiou, tanto
mayor, cnanto menos abiertos se bailan los
orificias de la rueda, es decir, cuanto mas cer-
ca esté la compuerta al platillo lijo Q [lámi-
na IX] La compuerta está colgada en tres
''arcas verticales 1', t', 1', con paso de rosca
cn_su parte superior para que engranen con un
puion G, que á su vez comunica con la rueda
central F, movida por otro sistema de engra-
najes que se ven á derecha de la figura "[lá-
mina IX, y ¡ig. [*, lám. I). De esta disposi-
ción resulta que al hacer girar el árbole n,
en un sentido ú otro, se mueven los tres pi-
ñones G, que obran sobre las tres barras i, I, I,
las cuales hacen subir ó bajar la compuerta,
conservándole con toda exactitud su verticali-
dad. A la derecha de la figura de la lám. IX,
hay otra compuerta á, llamada falsa, que se
opone á la llegada del agua sobre el aparato,
cuando es necesario repararlo.
Para esplicar la marcha de la turbina, su-
pongamos que se levante la falsa compuerta
a, el agua entrará en la máquina, y el nivel
se ¡establecerá al instante á la misma altura
que en el canal; la turbina sin emhargo, que-
dará quieta, hasta que levantemos la compuer-
ta ¡, en cuyo caso se establecerá una corrien-
te de arrisa abajo en el aparato, y el agua, si-
guiendo los conductos cilindricos formados
por las directrices del platillo, saldrá por to-
dos los puntos de la circunferencia de este úl-
timo con una velocidad debida á la altura de
caida. Ahora bien, inmediatamente encontrará
las palas y se deslizará sobre ellas, ejerciendo
una presión en toda su longitud, para escapar-
se luego por el contorno esterno de la rueda,
á la cual imprimirá un movimiento de rota-
ción continuo.
La acción que el agua ejerce sobre las pa-
las de la turbina es menos fácil de compren-
der que la desarrollada sobre las palas de las
ruedas hidráulicas verticales. Para esplicarla,
hay que compararla con la de un cuerpo só-
lido que se desliza sobre una curva. Este últi-
mo, á cada instante de su movimiento, á cau-
sa de su tendencia á marchar en linea recta,
ejerce sobre el elemento de la curva en que
se encuentra, una presión normal, que puede
espresarse por Sjlq si representamos por M
-•:?)> \t r.kmfrs.aiírv, H'lédi'rX-tsruS i Btidsb
¡a masa, por v la velocidad, y por r el radio
de curvatura del elemento. Cuando este mis-
mo se mueve con cierta velocidad y formando
cierto ángulo con relación al movimiento del
cuerpo, la espresion de la presión ejercida en
¡a dirección del movimiento del elemento, es
M v' . , , • , ,
.sen. a, si o representa el ángulo. La es-
•iíuniuóíi e-ij'b w-urs lo ái«ty «0iwmliir»g?.,¿
presión de la cantidad de acción impresa al
elemento debe ser
M v«
y sen, a, sí v indica
la velocidad de este último. La suma de osfas
cantidades elementales, ó S — v sen. a, se-
¡}f.£ JUMdpJi «¡¡febfllriY i4. í UüJSPTt}»! ,7 QUJ> ád
ría pues la acción impresa á lá superficie cur-
va de cada pala por et volumen de agua que
obra sobre ella.
De los esperlmeutos heehós con el freno
TURBINA
di namomé trico resulta que en las circunstan-
cias mas favorables, el efecto úlil de la lurbi-
na Fourneyron es igual á los setenta cealési-
mos de la cantidad de agua gastada en un se-
gundo, multiplicada por la altura de caída, de
modo que tenemos para ello la fórmula
Pt = 70G Qlt.
Véanse para los valores' P y v los artícu-
los MAQUINAS y RUEDAS HIDRAULICAS. Q e,S el
volumen de agua gastada durante la unitiaü de
tiempo en metros cúbicos y 11 !a altura total
de caída.
Los dalos principales para el establecimien-
to de la máquina, son cuando se busca un
efecto determinado: l." la altura del salto: 2."
el volumen de agua por segundo: 3." el diáme-
tro interior del receptáculo cilindrico S, en el
cual se mueve la compuerta, que determina
los diámetros interiores y esteriores de la rue-
da, y por último; el número de vueltas de es-
ta última.
Para determinarla altura del salto, es in-
dispensable hacer una nivelación.
Para obtener el volumen de agua que lia
de gastarse por segundo, se usa la fórmula an-
terior trasformándola en la que sigue, des-
pués de modificarla con un coeficiente que
corresponde al mínimum de efecto úlil en
lugar de ,700.
650 11 ■
En cuanto al diámetro del receptáculo ci-
lindrico, se determina teniendo en cuenta que
la velocidad del agua en el mismo no debe es-
ceder de la cuarta ó quinta parte de la velo-
cidad debida á la caida -total. Se toma, pues,
para velocidad medía U del agua en el recep-
táculo la cuartaó quinta parte de la velocidad
debida á ta caida total II y se calcula el diá-
metro D , por ¡a fórmula D =
? 0,785U
Cuando la caida y el gasto son variables, debe
calcularse ese diámetro para diferentes casos
,y adoptar el valqr mas grande que se baya
obtenido. Cuando se na determinaijo el diá-
metro interior-del, receptáculo, se añaden de -í
á 5 centímetros para el grueso de la compuer-
ta y el juego de la rueda, y se obtiene el diá-
metro interior de la rueda, comunmente 7.
centímetros mas pequeño que el esíerior.
El número ra de vueltas que debe dar la
¿g^.sb jtfütfc tJ .mStílíis Ufewí>'/-.v.
rueda se calcula por la fórmula n=k—, en
la que V representa la velocidad debida á la
altura total de la caida, H el radio interior de
la rueda, y Iv un codicíente que varia de 5
á 8, según la altura probable y mas ó menos
pronunciada de la abertura de compuerta.
Las turbinas mas conocidas después de U
de Fourneyron son la de Gentilhomme, la ¡¡e
Foiitainc-Daron y lá de Jouval.
La turbina de Gentilhomme' difiere on pe
la compuerta circular no exisle y está reem-
plazada por una especie de tabique circular
de hierro, compuesto de varías piezas rpic se
abren ó se cierran como un abanico, según la-
cantidad de agua que haya de darse. Esc iab¡.
que se encuentra á la altura de lá parle supe-
rior de la ruedo y sus segmentos movibles
juegan por medio de un sistema de engrana-
ges muy sencillo.
La turbina de Fontaine-Baron se compone
de una zona anular de hierro colado que tie-
ne palas curvas helicoidales. (Jira corona fija
tiene curvas directrices y unas compucrtillis
en sentido de los radios , que se levantan to-
das á un tiempo por un medio análogo al r¡uc
usa Fourneyron para la compuerta circular.
El tejuelo que sostiene á la rueda y al árbol
vertical, en vez de estar colocado en ei agua,
se halla encima de la rueda, lo cual permito
untarla con mas facilidad.
La turbina de Jouval, construida y per-
feccionada por Krüchlin, es la que mas difiere
de la de Fourneyron. Imagínese un cilin-
dro vertical enlazado cu su parle inferior con
otro tubo rectangular cuyo ejc'es harlzonlnl,
y está provisto de una compuerta vertical pira
permitir ó suspender á volunlarl el movimien-
to del liquido, y se tendrá una idea exacta de
las partes fijas de la máquina. Hacia su parle
superior, el cilindro se estrecha y D3tá cali-
brado para recibir la rueda que tiene palas cur-
vas de superficie helicoidal , cuya generalm
es horizontal. Inmediatamente encima de la
rueda y en una parte también hueca hay íiini
corona con directrices que aseguran la direc-
ción del agua. No existe mas compuerta que
Ja de abajo para hacer variar el consumo de
agua. Resulla, pues, que la rueda está qd la
parte superior del salto de agua. Cuando se
trata de poner la turbina en- movimiento, se
deja llenar del todo el espacio de colwnn,i
hueca, en cuya parte superior se encuentra li
rueda; después se abre la compuerta del luto
rectangular. La columna de agua comienza in-
mediatamente á bajar, y hay tendencia al va-
cío entre su parte superior y la rueda, vacío
que se va llenando con el agua que pasa per
la turbina obrando sobre sus palas absoluta-
mente del mismo modo que si esta última sos-
tuviese todo el peso del líquido, es decir, co-
mo sí realmente se encontrase en la parte in-
ferior del salto de agua.
Las tres turbinas que acabamos de cilnr
producen casi el mismo efecto que la de Four-
neyron.
- Las ventajas de las turbinas consisten en
lo siguiente:
1." Prbducpn un efecto útil igual al délas
mejores ruedas hidráulicas verticales.
2. 3 . Pueden utilizar los saltos de todas al-
605
TURBINA -TURQUIA
turas desde los mas pequeños á los mas gran-
des, pueslo que las hay en el día de SO me-
tros, sin mas modificación que la de hacer se-
™ir'aUubo S (V. lám. IX) la- falda de la mon-
taña á ullV0 nie esté la mAtll"na. Para levan- 1
tarto después á toda la altura de caida.
3." Marchan dentro del agua 'lo mismo
que fuera, lo cual es muy de apreciar en ter-
ritorios sujetos á inundaciones.
Los inconvenientes dé las turhinas consis-
ten en ser caras y exigir frecuentes repara-
ciones; pero es de poca importancia cuando
se Irala de establecer una gran fábrica; pero
cu industrias pequeñas aconsejamos el uso de
ruedas hidráulicas verticales.
ÍUltíS, (Historia y geografía.) Augusta
Taurinorum, ciudad del l'iamontc, capital de
los Estados sardos, situada en la confluencia
¡leí Po y de la Doira-fliparia; población de
120,000 habitantes.
Va importante en tiempo de los romanos,
lurin fué en la edadniedía capital de mi du-
cado lombardo; en tiempo del imperio francés
de Napoleón I fué capital del departamento
del Po¡
Turin es sede de un arzobispado y su uni-
versidad esla mas frecnentada de Italia. Entre
los numerosos establecimientos públicos de
dicha chillad, rilaremos la biblioteca, el mu
seo egipcio, que es el mas rico de Europa, la
galería de cuadros, etc.
TURKESTAN. [Geografía.) El Turkestan, lia
Mdo también Tartaria independiente, es una
vasla región del Asia Occidental, comprendida
entre los 47 y SO" de longitud oriental y los
3G y 41* de latitud septentrional, y se halla
limitada al Norte por la Siberia, al Este por el
imperio chino, al Sud por los reinos de La
horé) Kabul y Persia, y al Oeste por el mar
Caspio:
lia superficie del Turkesfau es de unas
120,000 leguas cuadradas. Un gran número
de estados ó khanatos existen en esta región
poblada por tribus de raza turca, y no de raza
mongola ó tártara como se ha creído durante
mucho tiempo. Asi se espites porque el nom
hre de Tartaria ha sido reemplazado por el de
Turkestan.
Casi toda la superficie del Turkestan está
cubierta de estepas; de ríos caudalosos, que
desembocan en el mar de Ara!, el Syr-D.eria
Yasartes) y el Amon-Deria (Oxus). Toda la
parte meridional adyacente á la mésela central
del Asia es montañosa y está cubierta por
los estribos del Bobor y del indukusch.
ÍW grandes divisiones del Turkestan son
al Norte, la estepa de los Kirghiz-Easahs
nna parta de las tribus kirglliz son vasallas de
'■'lliisia; al Oeste, entre el mar Caspio, el mar
de Arai y el Amon-Deria, habitan las tribus di
os turcomanos. Sobre el Arnon Inferior está
Ja Khhia, a sea el khanato de Khiva: sobre el
Anión, Superior la JJukharia, ó el klianat de
Ankara, y sobre el Syr-Deria el lílianatde Kho<
kand. Es inútil el mencionar varios pequeños
estados de escasa importancia.
la población de estos varios países .es de
unos 13.000,000 de almas, distribuidos como
sigue.
Turcomanos 2.190,000
Kirghis . 2.400,000
Khokand. . . .' 1.200, 000
Khivia - 4.975,,ú00
Bukharia, . 2.500,000
Estados menores'. .... 4.100,000
Total.. . . . 13.365,000
TURMALINA. (Mineralogía.) Esta sustancia
mineral tiene diferentes aspectos y se le han
dado diversas denominaciones, como rubelita,
siberita, chorlo, ele. Se encuentra la turmali-
na en la forma de cristalización, cuya fórma
se deriva de un romboedro obtuso; la cristali-
zación que ofrece mas comunmente es la pris-
mática de seis, de nueve y de doce caras muy
desiguales en su largo: vénse cristales á las
veces de tres ó cuatro pulgadas. Los colores
que ofrecen las turmalinas, son comunmente
con cierto brillo: frecuentemente tienen el co-
lor negro; empero las hay ya de color verde,
ya de lila, ya rojizo, también violado, algu-
nas veces, aunque-muy raras, blancos y tras-
parentes; su fractura es concoidea, de lustre
vitreo; raya el vidrio; su peso especifico es de
3 á 4. Es esta sustancia mineral muy eléctrica,
asi es que con la frotación se desarrolla fácil-
mente la electricidad: por esta particularidad
se ha aplicado esta sustancia á varios esperi-
mentos de la electricidad: también se valen de
ella los físicos para los fenómenos de la luz
cuando es trasparente para la refracción, etc.
. Encuéntranse las turmalinas como engas-
tadas en las rocas micáceas, talcosas, en los
filones de cuarzo y en ios feldespatos. Rallase
la turmalina en toda la cordillera de Guadarra-
ma y do los denominados montes Carpelanos;
y particularmente en la sierra de Buítrago,
donde se han encontrado algunas blancas y
de buen (amaño. Empléanselas hermosas varie-
dades de turmalina para objetos ,de lujo; asi es
qjie talladas las que tienen colores azules y
verdes, las dan la denominación de záfiros y
esmeraldas del Brasil.
TURQUESA. [Mineralogía.) .Véase piediias
FINAS.
TURQUIA. [Geografía-.) Esle vasto. imperio,
cuya capital es Constantinopla, está situado en
Europa, Asia y Africa. Se divide ' vulgarmente
en dos grandes regiones: la Turquía europea
y la Turquía asiática, á las cuales deben aña-
dirse los paises tributarios situados eu Africa,
Egipto, Tunes y Trípoli.
La superficie del imperio es de %,S0Q le-
guas de' 20 al grado, y la población 'asciende
á 35.000,000 de habitantes, incluyendo las
provincias tributarias» y tan solo á 26.550,00C
cuando no se cuentan estas.
fi07
TURQUIA
608
al» 1s :gúi'i¡i[ h
Turquía europea
15.500,000.
Tracia 1 .800,000
Bulgaria 4.000,000
Moldavia. . . , 1.400,000
Yalaqula. . . . 2.600,000
Bosnia y Herze-
govina. . . . 1,400,000
Ehimeiia.. .... 2.600,000
Senia 1.000,000
Islas 700,000
I Asia Menor. . . 10.700,000
l Siria , Mesopo-
Turquia de Asia) tamia y Kurdis-
16.050,000
Africa
3.800,000.
tan.
Arabia, Meca
Medina. . .
(Egipto
¡Trf
ipoli y'funez.
4.450,000
900,000
2.000,000
1.800,000
El territorio del imperio otomano se divide
en 35 eyalatos ó gobiernos generales, subdi-
vididos en 142 livas ó provincias.
Turquía europea.
Distrito' particalar de Conslautinopla.
Eyalato de Andrinópolis (Tracia).
— de Silistria.
— de Bogtidan (Moldavia).
— de Et'lak (Y alaquia).
— de Vidia.
— de Nich. *
— de Uslcup,
— ■ de Sirp (Servia).
Fortaleza de Belgrado.
Eyalato de Bosna (Bosnia y Croacia).
— de Rumelia (Albania, Montenegro y
parte de la Macedonia).
— de Janina (Epiro).
— de Salónica (Macedonia y Tesalia).
— de Djizair (Islas del Archipiélago, Ro-
das y Chipre).
— de Greta.
Turquía asiática,
Eyalato de Kastamuni (Paflagonia).
Razas.
en Europa.
Eyalato de Kiiudavemlguiar (Bilinia).
— ..de Aydin (Lidia).
— de Karaman (Frigia y Painfilial.
— do Adana ((¡¡lióla),
Z K^padocia).
— Treblsonda (Ponto yColchide). /
— Erzeroiim (Armenia).
— Mosson! (Asiría).
— Kurdislan.
— de Kharberout (Sofeuos y Coma- 1
genes). , J
, — de Alepo (Siria y Oscenia). Ij
— de Saida (Fenicia y l'alesliuu!. I?
— de Miara (Siria).
— de Bagdad (Babilonia).
— de Habesch (Arabia).
Africa.
Eyalatode Jlizr'. (Egipto).
— de Tarabluci (Trípoli).
— de Tuuez.
El imperio otomano es habitado par mu
multitud do pueblos de raza y religión abso-
lutamente diferentes. Esa reunión de naciones
heterogéneas ba sido ya muy desquiciada por
el restablecimiento parcial de algunas nncin-
nalidades (griega, rumana, servia) que lian lo-
grado conquistar una independencia mas i
menos completa. El bajá de Egipto había dado
la independencia á la raza árabe (Egipto, Siria,
A rabia i. Vencida por las armas de la Europa y
privada do gefe, los árabes han vuelfo al yo-
go del sultán, pero por todas partes los- pue-
blos se agitan, y ante el levantamiento uni-
versal de las nacionalidades y de las guerras
de raza que han conmovido el mundo de al-
gunos años á osla parte, es difícil creer que
los, turcos mantengan por mucho tiempo su do-
minación sobre las poblaciones que la con-
quista lia colocado bajo su yugo y que ciertos
intereses poiilicos mantienen aun asi.
El cuadro siguiente, presenta datos mo-
dernos sobre la etnología de la Turquía.
Turcos.
Slavos
¡(uníanos
Albaneses
Griegos. ......
Armenios
Judíos
Tártaros
Arabes
Sirios y caldeos (1),
Drusos
Kurdos
Turcomanos. ....
100,000
.200,000
000,000
.500,000
000,000
400,000
70,000
230,000
en Asia.
10.700,000
1.000,000
2.000,000
100,000
900,000
235,000
25,000
1.000,000
90,000
en Africa.
15.500,000 16.050,000
.800,000
3.800,000
ToUl.
1 1.800,000
7.200, [HUI
4.0011,000
1.500,000
'2.000,000
2.400,000
170,000
530,000
4.700,000
2,15,000
25,000
1,000,001)
90,000
c--:„„ ! MarnniLaí 140,000 I
>r">3} JacobUa» 70,000 |
Caldeos,
35,850,000
. , . 3S,0W-
61)3 TURQUÍA
Clasificando la población del imperio por religiones, tenemos;
Religiones.,
on Europa,
tetones.. 3.800,000
Griegos ,(D 11.370,000
un») 360'000
indios -70,000
on Asia.
12.900,000
2.360,000
640,000
100,000
15.500,000
16. 050,000
en Africa,
3.800,000"
3,800,000
610
Total.
20.550,000
13.730.OOG
900,000
170,000
35.350,000
El gobierno de Turquía es una monarquía
despótica. Se lian hecho algunos ensayos de
reformas adminislrativas, pero basta el día
sin muélios resultados, pues aunque se lian
concedido algunas franquicias á los cristianos,
todana no pueden considerarse como craan- 1
cipadbs. La gran mayoría de lo? turcos es ene- 1
miga dereformas, y el partido civilizado, cuyo
?cFc es Reselñd-Bajá cuenta pocos adictos. Las
mas hermosas regiones se encuentran en la
barbarie mas completa.
las rentas de¡ Estado, se calculan en unos
¡(iO. 000, 000 do reales, y siempre existe un
déficit ipie se cubre con papel moneda.
El ejército en la actualidad consta de 1 00, 800
hombres de infantería, 17,280 de caballería,
1.700 ingenieros y un cuerpo de reserva de
325,000 hombres; pero es preciso tener cu
caeata que las circunstancias son escepeio-
uales. La artillería cuenta 3G0 piezas. La ma-
rina se compone de 10 navios de línea, 7 fra-
gatas | 60 buques pequeños, al todo 7,7 bu-
ques con 3,000 cañones.
Geografía da las provincias. Las provin-
cias constituidas eu rasallage, egipto, yala-
ouia etc., forman asunto do articulas espe-
ciales.
La Turquía asiática se compone de las co-
marcas conocidas con los nombres do Asia
Maior ó Anatülia, Armenia, Kurdistan, Mc-
topotamiaó Al-Djezirch, Irak-Arabi y Siria.
En Arabia, la parle del Hedjas llamada líelnd-
ét-Haram, ó país sagrado, y que contiene las
ciudades de la lleca y Medina, está sometida
nominalmenle al emperador de los turcos; es-
las diferentes comarcas se lian descrito tam-
bién en artículos especiales.
Daremos algunos pormenores sobre la Tur-
quía europea.
. La Turquía de Europa, incluyendo los tres
principados vasallos de Servia, Yalaquia y Mol-
davia, está limitada al N, por el imperio de
Austria y por la Rusia, al E. por el mar Negro,
;>IS. por el .Archipiélago y la Grecia, alO. por
el mar Adriático y el imperio de Austria.
Es upa gran península, de la cual dependen
vanas islas, tales como Samotrald, Imbrio,
hemnos, Skiros y Camila, en el Arcbipiélago.
La Turquía europea es una tierra alta, cuyo
relieve tiene mucha semejanza con la España;
■J! Inclusoi los arme iiios 'que pertenecen al cisma
Eflesa de Eü tiques,
r¡ ^aHnoS¡ griegos-unidos, armenios-unidos, si-
«Ucos-uuidos y maronitas.
"08 IHBLIOTBGA POPIILAII,
la forma general de la tierra es la de un Ironco
de pirámide triangular, cuya parte superior es-
tá ocupada por la meseta central de la Mesia.
Esta región de topografía poco conocida
aun, es muy quebrada; en el centro bay un caos
de montañas y barrancos, los ríos corren en
cañadas profundas. Sobre las faldas de la me-
seta central se encuentran planicies escarpa-
das y llanuras áridas. Las cadenas que surcan
en todos sentidos tan elevada tierra, no se en-
lazan entre sí; por el contrario, están separa-
das unas de otras por mesetas poco elevadas y
aun por depresiones considerables.
Las diferentes provincias de este pais están
separadas físicamente unas de otras por gran-
des accidentes de terreno.
Al Norte, en la cuenca del Danubio, la bos-
nia, la Servia y !a Bulgaria, son montuosas en
el Sur, al paso que llanas y pantanosas por el
Norte.
En el centro se encuentra la meseta de Me-
sia, cuyas planicies occidentales encierran la
Albania, el Montenegro, la Herzegovina y una
parte de la Dalmacia austríaca. La Herzegovina
y el Montenegro son unos países agrestes, es-
tériles, de méselas calizas, Tegados por unas
pequeñas corrientes de agua que se pierden
en las cavidades naturales <Jcatavothron$) de
que abunda el suelo ; las poblaciones de esas
comarcas ban conservado, grac: as á la aspe-
reza del suelo, y á su valor, una senai-inde-
peudencia.
La Albania (Skiperi, pais de peñas) no es
mas que una alternativa de rocas abruptas y
mesetas escarpadas: la parte meridional , el
Epiro, es un bello pais de colinas y fértiles
valles. Al Sur de la meseta central está situada
la bája Macedonia, con colinas al Norte y lla-
nuras al Sur. Al Levante, por último, se en-
cuentra la gran planicie de la Tracia.
El Epiro y la Tesalia, países de llanos, se-
parados por la cadena del Findo, forman la
transición entre la región montuosa del Norte
y la Grecia.
La orografía de la Turquía europea se com-
pone déla meseta central ó de laMesia, delds
Alpes Dinárieos ó llirios, de las montañas de
Servia, de los Balkanes y de la parte septen-
trional de la cadena del Pindó ó Alpes He-
lénicos.
' La meseta central tiene la forma de nn cua-
drilátero, comprende la Bosnia, la Alta Servia,
la Alta Macedonia y la Alta Albania. Su altura
media es de 650 metros, está dominada por las
T. XXK1TI, 39
en
TURQUIA.
61?
montañas que la rodean, al Noroeste por el
Sco'rdio, al Sudeste por el Rodopo y el alio Bal-
kan. Dicha meseta, de suma importancia en
la geografía militar de la Turquía, está llena
de barrancos y eminencias aisladas qne dan á
la superficie un aspecto muy quebrado.
Los Alpes Dináricos ólliriosse destacan del
ángulo Noroeste de la meseta central y van á
enlazarse con los Alpes Orientales. Se compo-
nen,-por el Levante de una serie de cadenas
paralelas, y por Poniente de mesetas que des-
cienden por gradas hacia el Adriático. En el nu-
do de Scordio, donde nacen, hay cumbres que
llegan á la altura de 2,275 metros.
Las montañas de la Servia se destacan de
la vertiente Norte de la meseta central y se
componen de varios contrafuertes parálelos
que se van deprimiendo hacia el valle del Da-
nubio. Unade dichas cadenas se junta con la es-
tremidad meridional délos Karpatos paVa for-
mar el desfiladero de Qrsova, [.atravesado por
el Danubio.
Los montes Balkanes [Emineh-dagh) co-
mienzan en la falda oriental 'de la meseta de
Mesia y se dirigen de Poniente á Levante. Ter-
minanso en el cabo Emineh-Dagh, sobre el
mar Negro, abrazando G4 leguas de longitud
y unas S de anchura. Es el baluarte de la Tur-
quía contraía Rusia. Esta cadena se halla lle-
na de selvas y barrancos angostos y profun-
dos. Su vertiente meridional es muy quebrada
y cae verticalmente sobre la Tracia , al paso
qne la septentrional, la Bulgaria, va deprimién-
dose háeia el Danubio en planicies sucesivas.
En su mayor altura, ai Poniente, el Balkan lle-
ga á 1,650 metros. Su contrafuerte principal
es el Despoto-Dagh ó monte ItodopO, el cual se
liga con el Balkan casia su nacimiento. Es una
masa ancha compuesta de cuatro cadenas pa-
ralelas con cimas de 2,50ü metros.
La Turquía europea se divide en tres ver-
tientes: la Septentrional ó del Danubio, la del
Suroeste ó del , Archipiélago, la occidental (i
del Adriático.
Los ríos' mas importantes son:
El Danubio;
atinentes. '
, El Save; afluentes
iEI Morava.
El Iskar.
¡El Unnacz,
\ ElBosna.
I El Drin.
El Mañiza. ."S
El Carasú. . j Afluentes del Archipiélago.
El Yardnr. . j
El Yoiutza.. 1
El Drin. . .' [Afluentes del Adriático.
El- fíarenta. )
Las divisiones de la Turquía europea han
la eoslnnibrc de dividir la Turquía cu r.ierto
número'de regiones geográficas, muy general-
mente aceptadas y que merecen por lo ia¡'¡¡¿
ser citadas: Dichas provincias son:
Los tres principados vasallos de Moldavia
Valaquia y Servia. La Bosnia y la Croacia |¡¡
Bulgaria a! Norte; la Tracia ó Itumelia ol Esto'1
la Macedonia en el centro; la Tesalia en tí
Sur; la Albania, el Montenegro y la limco.
vina al Oeste. Las islas forman una provincia
particular.
En la Tracia ó Rumelia se encuentra. Cons-
tantinopla, capital del imperio, poblada e¡i
1844 con 797,000 habitantes; Andriuópolis,
Calipoli, Filipópoli.
Las ciudades principales de la Macedonia
son: Seres, Sofía, Nisch, Usknp, Monoslir; de-
bemos citar también el célebre convenio del
monte Atbos.
La Bulgaria encierra á Silistria, Sclnmila,
plaza fuerte, con un campamento atrinchera-
do, 'llave del Balkan; Varna, Yiddin, Ninúpclis,
Sistova.
La Tesalia, capital Larisa.
La Albania encierra las ciudades de Scula-
ri, Durazzo, Janina, Parga, Suli (capital de los
suüotasl, Rroia, antigua capital de Scandeita»
El Montenegro, capital Cetina,
La Herzegovina, capital Mostar.
La Bosnia-y la Croacia, capital Trawnil-,
Las ciudades principales de Candía son:
Candía, la Canea y Espina-Longa.
Boné: Turquía europea, 44. en 8.°
Map i de Turquía, por la oficina militar (o|iojrD-
fica do Viena en 1829.
C. Robert: Los etlavus <k Turquía, 21. en I.'
1844.
manqui: Viageen Vulgaria, duranleel sf»1fi}|,
un tomo en 12, ó Í8l5,
Grassi: Mapa tuna, ú Organización retigimii, ci-
vil y mililar ilel imperio otomano, i l, en 8.a, (858.
Íliauvin-Beiliard: Del imperio otomano, di jui
nationes y de su dinastía, 1.a parle, un tomo en V,
1843.
Á. Rr.iyer; Nueve o«oj en Comlanlinopie, 2 Un
S.o, 1828.
TURQUIA. (Etnografía y lin¡filíslim.\ l)b'
manse turcos unos pueblos menos importante
por su fuerza numérica que por el mnciio pa-
pel que han hecho en la historia de Europa,
Asia y Africa.
Abel Remusat considera á los turcos cmain
el tercero de los cuatro grupos de sus pueblos
tíntaos. Como esta denominación de tártaros
da lugar á muchas incertidumbres y confusio-
nes, sin ser propiamente etnológica, ia deja-
remos á im lado para atenernos á las divisio-
nes que los etnólogos han adoptado con pre-
ferencia. Diremos, pues, que la familia turca
figura entre las razas humanas junto á los fi-
neses, magyares y circasianos, en el rumo sel-
jiicodela raza blanca. Schott de Berlín, cree
sido indicadas al principio de este articulo; ] que puede probarse la identidad de la familia
pero aunque son las únicas efectivas, existe . turca con la finesa, pues ambos pueblos pro-
6(3
TURQUIA
ceden, según él, de los mongoles y tatiguses
del Altai, como ramas de un mismo tronco; pu-
ro los materiales necesarios para el perfecto
esclarecimiento de este problema en cuanto á
lo relativa á los fineses y turcos, son muy in-
completos aun. En lo concerniente á las rela-
ciones de origen de estos dos últimos pueblos
con los precedentes, parecen desmentidos pol-
los rasgos físicos de unos y otros, pues los
mongoles y lunguses pertenecen, como los
chinos y japoneses, á la raza amarilla, y no
como los turcos y ílneses á la blanca.
pi pais qúe la historia nos enseña como
ocupado desde mas antiguo por los turcos, es-
líi situado entre el mar Caspio y el imperio
chino. Es el Tu'rkestan, donde, según algunos
Rotores, hubo de ser descendiente de los ebrás-
inieasés y quizá de los másamelas. Después del
ialérvalo que separa las relaciones de los an-
tiguos de los anales de la historia moderna, se
encuentra esta región ocupada en gran parte
por los ouiguros, los hoei de los historiadores
chinos, que la mayor parte de los historiado-
res miran corno antepasados directos de los
turcos, al paso que otros, como Sehmidt de
Kan Petersburgo, pretenden ver eu aquellos
pueblos ílneses, magyares y aun libélanos.
Sodio por to demás puede negarse á recono-
cer como turcos -los uzbeks ó éuzbeks, que
forman la población dominante actual del Tur-
kcslM independiente, donde fundaron antigua-
mente varios estados regulares y poderosos,
talca como los del tan de Buckara y del sultán
ilo líarezui. Al Sur de la misma comarca en-
contramos una fracción considerable de esa
familia que con el nombre de turcomanos in-
vadió" y ocupó parcialmente la Persia, el Ca-
bul, el Daguestan y el Chirvan. Una emigración
mas importante aun fué la de los osmanlis,
hircos propiamente dichos de la historia mo-
derna, que fundaron el imperio otomano y ha-
bilan en la Turquía de Europa, en la del Asia,
m las ciudades del litoral de Siria y del Afri-
ca Septentrional, pero que escepto en la Ana-
lolia, no forman eu parle ninguno de aquellos
países la mayoria de la población. •
El Turkestan, al lado de los uzbeks nos
ofrece también los kirghlz, subdivididos en
kaisaks, que habitan al Norte del lago Aral, y
en liourouts que andan errantes al Este y al
Nordeste hácia los con.ines de la Zungaria. Los
iiognls se estienden al Noroeste por los de-
berlos que reinan desde el Volga al Cáucaso y
iiisla las márgenes del Bajo Danubio. Las po-
blaciones de esta raza son las que algunas ve-
ces se designan con el nombre de tártaros de
Astracán, de Crimea y de Kasaii. Los de esta
"Minia localidad son los mas avanzados en civi-
jiacion. Los turalienses, llamados también,
uñaros de Siberia, pero que se dan á si mis-
mos el nombre de alalis, forman la mayor
parte de los habitantes de los gobiernos' rusos
'Mooolsk, Tomsk, Omslt y Oremburgo, don
los fineses y calmucos. Los baschkirs do la
llusia Oriental, aunque hablan un dialecto tur-
co, ofrecen rasgos que descubren mas un ori-
gen finés. Los ¡chuvaches, otros fineses del
Volga, tienen también un idioma que abunda
en palabras turcas.
Las primeras emigraciones délos turcos
fuera de su patria primitiva acaecieron al' pa-
recer en el siglo-VI; pero las mas importantes,
aquellas que los hicieron dueños de Ispahan y
de Hizancio, 'se verificaron desde el siglo X
al XV. Entonces aparecieron y se desarrolla-
ron aquellas fumosas dinastías de los Gazncvi-
das y Seldjukidas cjue tanto tiempo reinaron en
Oriente. Losimperíosquerundaronhan perdido
y pierden diariamente su esplendor y poderlo,
yes digno de notarse que en todos los países
á que se trasladó, la raza turca primitivamente
nómada, tiende á declinar desde el momento
que trata de lijarse en vivienda permanente.
Por lo demás, tiempo hace que sus caracteres
físicos se han alterado. Fyéronlo primero por
la mezcla de los turcos con los mongoles, á
cuyas espediciones se asociáronlos primeros,
y después por el gusto que mueve á los turcos
á poblar sus harenes con esposas y concubi-
nas estrangeras.
Convertidos al islamismo desde los prime-
ros tiempos de la-hégira, los turcos abrazaron
las opiniones de la secta de los sunnitas.
Los lingüistas continúan dando el titulo de
uigur al 'idioma de los turcos del Turkeslan.
Entre los idiomas turcos que tienen relaciones
reales con los tártaros, el citado es el primero
que se (¡jó por la escritura. Su alfabeto es de
origen siriaco y análogo al sabeo. Es debido 4
unos monges nestorianos y se escribe de de-
recha á izquierda. A este idioma oriental se
refieren todos los que hablan los pueblos que
viven mas allá del Volga. La lengua de estos
habitantes, como la de los del Turkestan es mas
'ruda en su pronunciación, pero mas simple
en su estructura y mas exenta de mezcla es-
trangera que el turco occidental ú osmanii, es-
to es, el de Constantinopla. Este en efecto, ha
disfrazado la pobreza del fondo con los hurtos
que ha hecho en lenguas estrañas; abunda en
voces árabes y persas y cuenta con cierto nú-
mero de griegas é italianas para espresar
ideas relativas á ciencias y artes. Parece que
también se encuentran en el osmanii algunas
raices gerpánicas. En cuanto á sus relaciones
con el mongol ó kalmuko, consisten en. la se-
mejanza de formas gramaticales y de palabras.
Su pronunciación es sonora y muy armonio-
sa; dulcifica considerablemente la dureza de
las guturales árabes. El acento recae sobre la
última silaba de las palabras cuando no es una
flexión gramatical. Observaremos de paso que
la vocal final es con frecuencia el sonido de la
e muda francesa, tal como se pronuncia en los
monosílabos le, me, te, etc. El dialecto mas
suave es el de Constantinopla. La gramática
.t/uiuft, yJUiíR J UiCUIUm^U, UUÜ- | — « — ' '
u° al parecer se han aliado y confundido con turca es poco complicada y muy regular, fío
615
TURQUIA-TUSILAGO
61!
ofrece gén»ros ni articulo. Los sustantivos se
declinan y tienen seis casos. Su plural se for-
ma intercalando una sílaba particular entre el
radical y la desinencia. El adjetivo es invaria-
ble. La conjugación, que puede llamarse rica,
se forma en parte por medio de los verbos
im, sin, dir, etc., (yo soy, tú eres, aquel es,
etc.,) y olmak (estar, llegar á ser). El verbo
sustantivo es casi el único irregular del idio-
ma; pero como' auxiliar, trasmite su irregula-
ridad átodos los demás. La negación se inter-
cala en el cuerpo del verbo, para el cual for-
ma de esta sufrte uua especie de voz espe-
cial, á la que debemos añadir cierto número
de formas derivadas de la naturaleza, de las
conjugaciones i:rabes, que sirven para dar á
un radical el se itido potencial, causativo, re-
flejo, reciproco, etc. Las preposiciones se po-
nen después do sus complementos y son por
consiguiente posposiciones. El turco emplea
voces compuéstas, pero en limites mas redu-
cidos que el persa. La construcción de esta
lengua es inversiva, y el estilo de los escrito-
res de dicha nación es notable por lo largo'de
las frases incidentales con que cortan las ora-
ciones. El lenguaje de la conversación, como
el de la literatura , está sobrecargado de vo-
ces árabes y persas, lo cual dificulta la inteli-
gencia del turco, tanto mas cuanto qae la ad-
misión de los giros y palabras de los citados
idiomas tan diferentes del osmanlí en su es-
tructura y etimología, es casi arbitraria. Aten-
diendo á la fisonomía genera) de la lengua,
ios orientales reasumen el juicio comparativo
que se puede formar del árabe, del persa y del
turco, en una especie de triple aforismo asi
concebido: «el árabe persuade, el persa adu-
la, el turco manda.»
■Los turcos occidentales emplean para es-
cribir su lengua el alfabeto árabe, á cuyas
veinte y ocho letras añaden, ademas délos
cuatro de los persas, un quinto carácter, el
saghir-nufi, destinado á representar nuestras
vocales nasales an, in, on. La ortografía tur-
ca no está perfectamente Ajada; la escritura no
se compone mas que de consonantes y por
desgracia, las palabras no ofrecen así en su
composición esa . regularidad de mecanismo
que permite en árahe reconocer la manera de
leer sin el auxilio de los signos accesorios
destinados á indicar las vocales que es preciso
intercalar. .
Los turcos han adoptado para sus versos la
medida de los árabes y persas, cuya literatu-
ra les ha servido de pauta.
La época mas brillantes de la cultura de
la lengua que nos ocupa aquí son los reinados
de Amurates II, Mahoma 11 y Solimán el legis-
lador, nieto de Mahoma II. Después de la to-
ma de Constantinopla el vencedor hizo tradu-
cir á su lengua varias obras griegas y latinas,
Entre las obras originales debidas á los au-
tores turcos so citan la crónica de Saad-Ed- '
íljn, que llega desde el, origen de la nación
basta la muerte de Selim I, acaecida en ] 550-
los anales escritos por Naima, Raschid y Xcbe-
lebizade , que comprenden el intervalo de
1592 á 1727; los tratados de bibliogralia »
cronología de tladji-Kalfá. Entre los versifica-
flores es digno de citarse el poeta romántico
Molla-Ivhosrú y el lírico Bakd.
Un hecho de alto interés, relativo á la
historia de los idiomas turcos, es el que nos
han revelado los estudios de Saitley sobre ta
inscripciones cuneiformes del sistema médi-
co. De estos estudios resulta que los vestigios
de la antigua lengua de los medas se encuen-
tran con especialidad en el turco, si bien al-
gunos de ellos aparecen también ea el mon-
gol, el persa, el kurdo, el armenio y el geor-
giano.
H. Meniscr: Instituciones lingme turcita, Icij-
sidí, 1612, ea i."
And. Dilíjér: Rurlimenta grammatlcet lingan
turcice, París, 1633, en 4.°
El padre Bernardo y el padre Pedro, capaoh¡n»s,
Grammaire ¡urque. Paris, 1607.
Guil, Seaman: Qrammatiea lingual turas, Ox-
ford. 1070, en 4."
iMeninski: Litiguarum aricntalium, ¡urde®, trs-
biece, el persktn institutiones, Viena, 1680, en fól.-
Thesaurus litwjuarum orientalium.
P. Holdermann: Grammaire ¡arque, Constantino-
pía, 17it0, en A,"
Viguier: Elémcntsih la tanque turque, Conslan-
linopla, 179(1, en 4.0
G. Rhasis: Vocabulaire [rancais~turc, San Pe-
tersbursto, 1828—1819. en i,"
A. Dindogtu: TheoretiscA-Prnktísehe turkitck
nprachlehre, Viena. 1829, en t.<¡
1*. A. Janbert: Elémenls de la grammaire turt¡u,
Paris, 1384, en 4,"
A. X. Biaueíii: Vocabulaire franjáis-ture, Pa-
rís, 1831.
J. D. Kieffer y T. X. •Bianr.Ui: Dictiónmirelart-
francuis, Paris, 183S, 2 tomos en 8."
A. Lumley DaviJs: Grammaire turque, LónJits,
1832, en 4.°, y Paris, 1836.
A. ílandjeri: Dictionnairc francais-litrc-pcrm-
árabe. Moscou-, 1840—1842, 3 lomos en 4."
J. W. Iledhouae: Grammaire Mioimée ie ta lla-
gue otismane, París, 4846, en 8¿°
A. Plitzmaicr: Grammaire turque, Viena, 1617,
en 8."
í». J, Zcnker: Allqemeine qrammatllc der tur-
kisch-tatartech'spraelúi, traducido del ruso de Hir-
iá A, Kasem-Beg, Leipsik, 4848. en 3.°
TUSILAGO. (Traducción latina do la voz
griega Sr^tov.) Planta pectoral descrita por
Utoscórides, del género de las Btnanlárás,
próximo al eupatorium. El tusílago petaste,
(tusílago petasitas de Lin., y petasiías vulga-
ris de Desfontaiues) desenvuelve por primave-
ra un tirso elegante de flores purpúreas, grao-
d,esy anchas, reniformes, casi blancas y pu-
bescentes por su parte inferior. Su amplitud
es lo que las lia hecho comparar á ím sombre-
ro, que en griego se llama patasos. Tiene raí?,
gruesa, carnosa, de sabor amargo, y de suave
y agradable olor. Dícese que puede servir pa-
ra curar los empeines de la cabeza de los ni-
ños, y hasta la tifia. Sus hojas son buen ali-
mento, y alimento grato sobre lodo para el
ganado. Siis llores son muy buscadas por luí
abejas,
017
TUSiL&GO— TUTELA.
618
El tusílago oloroso (tussllago GagransWill;
nardosinia flagrans , Cossini} ha notable poi' el
olor de vainilla que despiden sus lloros. Su
apirioion durante el frío ha sido cansa de que
le dea el nombre de heliolropo de invierno.
Kl tusílago forjbra, (vulgarmente llamado
uña de caballo) es una planta que coloca Tonr-
uefort na la sección primera de la oíase déci-
ma cuartel tfüé comprende las yerbas con llo-
ros compuestas y semillas acompañadas de m¡-
laaos, clasificándola en la singonesia poliga-
mia supérflqa.
Flores blancas radiadas, con. semidúseulos
liijmbras en ;u circunferencia. La grana está
adornada de unmilanti.
Hojas sostenidas por peciolos largos en for-
ma de corazón, anchas, angulosas , dentadas,
verdea por encima y borrosas por debajo.
Raíz larga, delgada, blanquecina, tierna y
rastrera.
Tallo en forma do pámpano, muy cubierto
do hojas florales dispuestas á manera do es-
camas, de pie y medio de alto; ¿sote en pri-
mavera, antes que las hojas, las llores nacen
solitarias en el vértice de las ramas, y- las ho-
jas salen de las raices.
Crece en las orillas de los nos; junio á las
fuentes, y esi los terrenos compactos. Es anual
y florece en marzo y abril.
las llores son incipielas, sin olor, lo mis-
mo que las hojas, aunque estas tienen un sa-
bor amargo; la rata es también inodora, desa-
brida y ligeramente amarga; las hojas favore-
cen algo la espectoracioii en el asma pituitosa,
ia lisis puhnonal de nacimiento , la tos catar-
ral y la perineumonía esencial , cuando la cs-
pccloraciou es difícil y se lia disminuido la in-
flamación. Las hojas frescas son remedio cón-
dilos lamparones. El mismo efecto que las
hojas producen las llores, pero no así las rai-
ces, ea el tratamiento de aquellas enfermeda-
des. El jarabe y el almíbar de tusílago facilitan
la espeotoracíou mas que las hojas, pero oslo
es efecto del azúcar. Las hojas frescas se ad-
nnnislran desde media á tres onzas, en cinco
de agua en infusión.
TUTELA. (Legislación civil.) La tutela es un
poder ptolééoioM qiíe las leyes han estable-
cido cu favor do las personas, y bienes c'e los
huérfanos impúberos que por su edad no pue-
den dirigirse, entendiendo aquippr huérfanos
ajos que han perdido al padre, aunque con-
serven á la madre. A los que ejercen, este po-
der se les da el nombre 'de tutores, y ú les
que están sometidos á él el de pupilos.
Creemos ocioso encarecer aquí lo impor-
tante y útil de esta institución. Ella es cuii-
Mnteraente humanitaria y benéfica, pues que
sino existiese, quedarían los huérfanos aban-
"onados á si mismos sin dirección ni amparo,
ca la edad en que nada pueden por si y en que
«i capacidad, y fuerzas no están aun desarro-
lladas. La. sociedad, como encargada du velar
P»r Ws intereses y personas áo los desvalidos, ¡
(no ha podido menos de atribuir grande impor-
tancia y un carácter respetabilísimo al cargo
de tutor, que lian declarado oficio público para
que aun con menoscabo de sus intereses, no
puedan esetisarso de él los que no -tengan una
escepcion de lasqtiela ley ha señalado, tenien-
do en cuenta las condiciones particulares en
que pudieran hallarse algunas personas para
rehusar con justicia la aceptación de la tutela.
Como el objeto de esta es el cuidado inme-
díalo de la persona del huérfano, su educación
y dirección, y por consecuencia la administra-
ción de sus bienes, no puedo ser arbitrario el
tener ó no tutores, porque la sociedad no pue-
de,dejar sin dirección y gobierno al mismo
que es incapaz de conocer el mal que se origi-
na: de aqui se infiere que asi como es obliga*
torio el aceptar et cargo de tutela es también
obligatorio el tener tutor,, y que éste no puede
ser dado para uua cansa ó negocio determina-
do, sino que ha de entender en todo cuanto
concierne a la persona ó bienes del menor.
Siendo ademas la tutela un cargo de es~e-
cialísima confianza, natural era que hubiera
para él personas preferidas unas respecto de
otras, y que las leyes estableciesen un orden
cuesta parte. Estcúrden, pues, en nuestrale-
gislacion, ha sido el mismo que se hallaba es-
tablecido en la romana, prefiriendo la tutela
testamentaria ósea la designada por el padre
como mas interesado y mas conocedor de las
necesidades de sus hijos, y dando después lu-
gar á ¡a legítima y dativa. La primera de es-
las dos, que es la que á falta .de la testamen-
taria, ejercen los parientes del menor, como
se funda en el amor.de la familia y en el inte-
rés de la conservación de la persona y de los
bienes del huérfano que supone la ley eu los
parientes, escluye á la dativa, que es la que da
el juez en defecto de las otras. Vamos á ocu-
parnos separadamente de cada una de ellas.
La tutela testamentaria es, como dejamos
indicado, la que da en su ultima disposición
legitima el padre ú 'otra persona autorizada al
efecto por las leyes. Respecto á ella conviene
hacer algunas observaciones.
En nuestra antigua legislación de Partida,
el derecho de nombrar tutor era una derivación
del poder del padre, que señalaba la persona
que debia reemplazarle ensus cuidados, ycou-
cedia esta especie de prorogacion de la patria
potestad. Mas no siendo siempre consecuentes
coii esto principio, lo cstendierou á personas,
que no teniendo tal investidura, dabau á los
huérfanos pruebas de amor y de predilección,
si bien exigiendo entonces la confirmación ju-
dicial. En virtud de estos antecedentes, las re-
glas establecidas hoy acerca de la facultad de
nombrar tutor son; 1.a que puede el padre
nombrarlo á los hijos que están" en su poder
'legítimos. ó 'legitimados, nacidos ó postumos:
2.* que puede asimismo nombrarlo para hijos
naturales, instituyéndolos herederos, pero do-
liendo recaer sobre esfe aombramieuto «e-
6(9 Tul
sanamente la confirmación del juez: 3, 3 que la
madre puede nombrar toipr á sus hijos legítimos
huérfanos de padre y á los naturales nom-
brándolos herederos ó legatarios, y su señala-
miento también está sujeto á la confirmación
judicial: y 4'.* que puedecualquieranombrartn-
tor para un estraño á quien instituya heredero;
pero sometiéndolo también á la aprobación ju-
dicial. Estos son los principios de derecho que
rigen respecto al punto mas interesante en
asunto de tutela testamentaria ó seael de quie-
nes tienen facultad para conferirla. Veamos
ahora el modo como esta facultad debe eje-r-
citarsc.
Comenzaremos poí afirmar que aunque las
leyes solo hablan de tutores nombrados en
testamento, parece indudable que puedan tam-
bién serlo en codicilos toda vez que estos re-
quieren la misma formalidad que los testa-
montos abiertos. Añadiremos que la designa-
ción de tutor debe ser tan clara que no de-
je dnda de la persona á que se refiere, y que
en caso de no hacerla, no valdrá el nombra-
miento. Diremos, por último, que los tutores
testamentarios pueden ser nombrados pura-
mente, bajo condición, desde ó hasta cierto
dia; y en todos estos casos deberá cumplirse
la voluntad del testador, y que cuando llegue
el caso de acordar la suspensión ó cesación,
el juez debe nombrar otro tutor á los huérfa-
nos puesto que, como hemos dicho mas ar-
riba, la ley no permite que un menor se ma-
neje por Si mismo.
Supuesto el cumplimiento de la ley en
cuanto al uso de las facultades para nombrar
tutor y á la manera de hacerlo, digamos dos
palabras de otro punto importante ó sea del
discernimiento del cargo por el juez. ,
■ El discernimiento de que hablamos es un
poder que el juez confiere ai tutor para que
desempeñe su cargo. Esta autorización , que,
según hemos visto, solo la exige la ley en al-
gunos casos, por costumbre es ostensiva á lo-
dos los tutores testamentarios, á escepcion de
la madre y de las facultades por el testador
para administrar sin dicho requisito. Pero
conviene advertir que ni en Aragón ni en Ca-
taluña es necesario según su legislación es-
pecial.
La aprobación del juez en algunos casos
63 necesaria y en otros voluntaria. Es necesa-
ria cuando no hay impedimento legal en Ips
tutores nombrados por el padre, por un estra-
ño ó por la madre, si instituyen á los huérfa-
nos herederos. Es voluntaria, cuando el tutor
ha sido nombrado por la madro_que sin ins-
tiluir por heredero al hijo solo 1c dejó parte
de sus bienes. En_efectb, en el primer caso,
el juez nopodria negar su autorización. En el
segundo cabe hacerlo, porque la fútela en
cuestión no es enteramente conforme á la ley.
Pasemos ya á ocuparnos de la tutela legi-
tima. Esta tiene lugar siempre que no hay
tutor testamentario, ó cuando el nombrado no
EIA 610
llegue á serlo por cualquier acontecimiento
La tutela legitima es, pues, la que dellere lj
ley en defecto de la testamentaria i los pa.
rientes mas próximos del pupilo hábiles para
sü desempeño; y su fundamento íilosóllco os
que el cuidado de la persona y bienes del
huérfano pertenezca á aquellos en quienes
recaería la herencia en el caso de su falleci-
miento. Este género de tutela no se conoce en
Aragón.
Nuestra legislación de Partida estableció
cuatro clases de tutela legítima, que hay \m
caido en desuso, pues solo estaban fundadas
en el derecho de patronato que por la libertad
ó por la emancipación retenia el señor ó el
padre. Hoy solo conocemos un órden de pre-
lacion con que son llamados á la tutela los pa-
rientes del pupilo, el cual designa en primer
tugar á la madre, después al abuelo, luego i
la abuela, y por último, á los paricntes mas
cercanos. Cuando muchos parientes coa capa-
cidad legal están en el mismo grado, tocios
son tutores del huérfano. Pe'ro para evitar des-
acuerdos dañosos al pupilo y omisiones en la
administración, difíciles de evitar cuando mu-
chos intervienen, podrá uno de ellos mani-
festar al juez que está dispuesto á allanaar el
cargo, administrando solo ó que lo haga uno
de los otros. Estos elegirán entonces y el jue¡.
discernirá el cargo al nombrado; y si no se
conformasen, se confiará la tutela al que se
repute mas idóneo y útil al huérfano, no
exigiéndole préviamente la fianza de que mas
adelante hablaremos. Esta misma doctrina es
aplicable á los tutores testamentarios cuando
son muchos los designados por el testador.
Parece, sin embargo, indudable que entre los
ascendientes de la linea paterna y los de la
materna que se hallen en igual grado y sexo,
deben ser preferidos loa primeros.
Vengamos á la tutela dativa. Es esta la
que, en defecto de la testamentaría y lejrfÚ-
ma, da el juez al pupilo. Tiene también lu-
gar, como ligerameule henios-indicado al ha-
blar de la testamentaria , siempre que esle
esta en suspenso por no llegar el dia ó estar
pendiente la condición bajo que se defirió, ó
por haber concluido el plazo que la voluntad
del testador quiso prefijarle. Pero estos casos
son raros, como se concibe fácilmente.
Los parientes llamados ála sucesión de un
huérfano deben pedir al juez que le dé luto'1;
y ñ no lo hacen, pierden su derecho á la
herencia: en su defecto pueden todos solici-
tarla porque es popular esta acción, y el mis-
mo j u ez debe proveer de o licio á la tutela de los
huérfanos , y aun cuando nadie lo reclame,
pues se lo encarga especialmente la ley. Gpit-
viene advertir aqui que en Aragón, cuando
el huérfano se queda sin padre ni madre, se
le nombran dos tutores, uno para cada clase
de bienes.
Espuestos ya los principios fundaméntate
de la legislación sóbrelas varias clases de tu-
TUTELA
622
lela y su constitución legal , vamos á oeu-
mrnos ahora de las obligaciones que la ley
impone á los tutores y curadores, pues sus
disposiciones son comunes á ambos como in-
fernos al hablar de estos últimos en el ar-
ticulo correspondiente. Después trataremos de
sus iucapacidades y, escusas y de la manera
determinar en el ejercicio de su cargo.
Las obligaciones impuestas á los tutores y.
curadores para el desempeño de su cometido,
é son anteriores ála administración ó durante
la misma, ó para después que lia concluido.
Las primeras son la fianza , el juramento y la
formación de inventario, de las cuales vamos
á ocuparnos.
Como los tutores y curadores toman á sti
cargo la administración de bienes ágenos de
(pesio rinden cuentas periódicas, deben alian-
zar el éxito de su cargo. Esta obligación debe
comprender á todos y debe hacerse con fia-
dores que respondan de. su buen desempeño,
y no con prendas ni hipotecas, porque es in-
derfa la entidad del daño que pueden origi-
nar á los menores. So afianzando, ni se les
ilelic discernir el cargo, ni confiárseles la ad-
miuistracion, ni permitir queen ella continúen
si ya hubieren principiado á ejercerla. Asi-
mismo,, antes de encargarse de lastunciones
que se les confian, todos los guardadores de-
ben jurar su Del y exacto desempeño.
No es menos estrecha la obligación que la
ley les impone, de hacer inventario de los
bienes del huérfano, sin cuyo requisito seria
ilusoria la responsabilidad que las leyes les
imponen. Este inventario debo ser solemne y
riitnnsínnciado, comprensivo en todos los bie-
nes del huerta no, y. una vez hecho, no admi-
to ya contradicción, las leyes no señalan
tiempo para formarle, pero consideran como
sospechoso al que sin justa causa lo omite;
oh lodo caso la cantidad y la calidad de los
bieuos del pupilo ó menor deben servir de re
ffla para la mayor ó menor estension del tér-
, rainn que se ha de otorgar para darle por acá
liado. La práctica, para evitar fraude, ha iu-
Iroducido prudentemente la costumbre de que
al hacerse cargo de la administración se le
entreguen al tutor ó curador los bienes por
inventario, obligándose d responder de ellos
en el instrumento que otorguen para la se-
guridad de la tutela.
fiemos indicado que los tutores y curado-
res tienen también ciertas obligaciones que
cumplir en el ejercicio de la administración.
Islas, pues, 6 son referentes á la persona
del menor ó á sus bienes. A la primera clase
pertenecen la educación y los alimentos. La
primera abraza cuanto se refiere al cuidado
dí;l menor y su dirección, en lo moral y en lo
civil conforme á su posición social y á sus
lacultades. Debe confiarse esta á la persona ó
establecimiento que hubiere prefijado e! padre
cuando lo hubiera hecho; y en su defecto lo
señalará el juez, quien puede designar á la ma-
dre mientras permanezca viuda; pero no al
heredero presuntivo del pupilo. Si este no tu-
viere bienes, deberá dedicársele á nn oficio ú
ocupación útil, en que, al mismo tiempo qnc
se proporcione la subsistencia presente, ad-
quiera medios de facilitársela en lo sucesivo,
que es el principal punto en qne consiste la
educación.
En cnanto á los alimentos, bajo cuya pala-
bra se comprenden todos los gastos que oca-
siona la subsistencia y educación del menor,
si están señalados por el padre, debe regu-
larlos el juez cou arreglo á las circunstancias
y á los bienes del huérfano, y se sacarán de
los frutos de estos, quedando siempre inte- .
gros los capitales. Cuando los gastos y los
productos son casi iguales, se señalan frutos
por alimentos, costumbre ventajosa para to-
dos y que deja á los tutores y curadores mas
espedito el ejercicio de su cargo.
Las obligaciones de los tutores y curado-
res por lo respectivo á los bienes de los huér-
fanos consisten en la ' conservación y empleo
de la fortuna de ellos y en la intervención en
sus negocios. En ambas cosas las leyes les
hacen estrechísimas prevenciones. Asi, por lo
que respecta al primer punto, los tutores y
curadores están obligados á cuidar y conser-
var los bienes del menor con el celo que á
sus negocios dedican los hombres regular-
mente cuidadosos de los suyos, á reparar los
edificios, hacer labrar las tierras, sostener los
ganados, defender sus derechos judicial y es-
trajudicialraente, no enagenar ni hipotecarlos
bienes raices sin autorización judicial, y aun
entonces en virtud de justas cansas espresa-
das en la ley y en pública subasta; y emplear
el dinero sobrante en fincas ó de otro modo
que permitan las circunstancias y que sea
siempre beneficioso á los menores, pues la
ley no tolera el que se perjudiquen por la
negligencia ó impericia de sus guardadores,
l'or lo que toca á su intervención, es indis-
pensable en todo lo que puede perjudicar á
los que están confiados á su protección. Esla
intervención puede variar según las circuns-
tancias: en la infancia del pupilo ó en la in-
capacidad de la persona -sujeta á curaduría,
administra el guardador: pasada la infancia,
el tutor soló interpone su autoridad: llegada
la pubertad el curador ya no hace mas que
prestar su consentimiento. Esta autoridad y
consentimiento pueden respectivamente defi-
nirse « el acto por el que el tutor o curador aprue-
ba lo hecho por el pupilo ó menor que puede
perjudicarle.» Diremos, no obstante lo espues-
to, que en realidad en 3u aplicación práctica
no hay gran diferencia en estos tres caracte-
res del tutor, puesto que siempre resulta que
no son válidas las obligaciones contraidas por
el menor si él no las aprueba, aunque si valen
sin este requisito las hechas á favor del pupi-
lo. De modo que éste puede contratar por sJ
sin obligarse y obligando álos demás.
623
TUTELA.
La intervención lia de ser en la misma
celebración de] contrato; no debe precederle
por falta de objeto, ni seguirle pues que en-
tonces se reputarían como distintos actos los
queporsu índole sonnno solo. En el caso de
que el guardador tenga que contratar con el
huérfano, se le nombrará un curador especial
al efectoj porque no puede el tutor ser juez
y parte en un mismo negocio. En la legisla-
ción de Aragón, y Cataluña hay algunas dife-
rencias en estos particulares. En Aragón, por
ejemplo, el tutor puede vender los bienes
muebles como le parezca; para los raices ne-
cesita autorización judicial.
Gomo nú seria justo imponer á los tnlores
lina carga, que, según hemos dicho, es obli-
gatoria, los guardadores, tienen en recompen-
sa de sus trabajos, la décima parte de los
frutos asi naturales como industriales y civiles
de los bienes del menor después de deduci-
dos los gastos del cultivo; y como esta recom-
pensa seria exagerada para los tutores ó cu-
radores de personas poderosas, se les señala
una retribución decorosa.
Terminado1 el tiempo de la tutela ó cura-
tela, deben los guardadores dar cuentas y ha-
cer entrega de ios bienes que administraron,
fío están exentos de esla obligación aunque
el testador le haya relevado de ella, porque
con esta relevación se daría lugar á que los
guardadores abusaran de sus funciones de un
modo escandaloso. >Si no se prestan á hacerlo
voluntariamente, pueden se,r competidos en ia
vía judicial por los menores, exigiéndoseles la
responsabilidad legal á que' se hayan hecho
acreedores.
Al éxito de la administración están tácita-
mente hipotecados sus bienes y los ele sus
fiadores' y. herederos. Si hubiesen rendido sus
cuentas, pero estas no fuesen admisibles,
puede pedirse que las formen de mievp. Por
su parte, los pupilos y menores están á su
vez obligados á resarcir á los guardadores los
gastos hechos en su beneficio.
Antes hemos indicado que la ley lia esta-
blecido algunas escepciones respecto á las
obligaciones que á todos se impone de acep-
tar la tutela de un menor, estableciendo las
incapacidades y escusas, qne sonde varías'
clases y por varios conceptos. Las incapaci-
dades, llamadas también escusas necesarias,
traen su Dirigen ó de la imposibilidad que tie-
nen algunas .personas para ejercer' el cargo
ó de la falta de garantía que prestan ó de una
pena en que han incurrido. Asi, por imposi-
bilidad de desempeñar su cargo no pueden
ser tutores ni curadores: los que por impedi-
mento físico ó moral no pueden atender á sus
asuntos, como los ciegos, mudos, fatuos y fu-
riosos: ios menores de veinte y cinco años: las
mugeres, los obispos y los demás eclesiásticos;
y los militares mientras estén en el servicio.
Todo esto con sujeción á las escepciones que
mas adelante estableceremos. Por falta de ga-
rantía no pueden serlo: los recaudadores de
tributos d rentas públicas, por estar sus bienes
hipotecados al fisco- y los deudores del pupilo
menor ó incapacitado. Por la pena en que han
incurrido, cuando la sentencia es ejecutoria
no pueden serlo: los ascendientes,. tutores cu-
radores, maestros, encargados de ia educación
ó dirección de íá juventud, ó cualquiera per-
sona,, que con abuso de autoridad ó encargo
cooperaren á los delitos de violación, de es-
tupro, de corrupción de menores y tic rapio;
y losque fueron declarados reos de corrupción
de menores en interés de tercero. Ademas se
encuentra incapacitado temporalmeale el ¡jne
sufre !a pena accesoria de interdicción civil,
tanto por la imposibilidad que tiene parades'
empeñar su cargo, como porque no es de creer
queelqueeslá privado de la patria potestad, de
la autoridad marital, de la administración de
sus bienes y de disponer de ellos por actos
entre vivos, no lo oslé también de los cargos
de tutor y curador.
Aunque acabamos de decir que no pueden
ser guardadoras las mugeres, se csceptuande
esta regla general la madre y la abuela, con
tal que renuncien al segundo matrimonio y á
las leyes que les impiden obligarse por otros.
Entre los clérigos también so escepluan los pa-
rientes, los cuales pueden, eu el término de
cuatro meses desde que supieron la muerte
del padre que dejó sin tutela á sus hijos, re-
clamarla del juez ordinario. De ios deudores
hay asimismo escepcion á Tavor de los que,
siéndolo ya, fueron nombrados eu si testa-
mento, porque la confianza del , testador les
sirve de garantía. Por último, los menores
pueden ser tutores testamentarios, aunque so-
lo administrarán cuando sean mayores. Es de
advertir asimismo que el rey por motivos jus-
tos y debidamenle justificados, concede dis-
pensa de ley para que las viudas que pasan i'
segundo matrimonio conserven la hítela de
sus hijos y de sus nietos, cuya, dispensa se
cuenta entre las llamadas gracias al sacar.
Estas son las escepciones que establece la
ley á las prnhibicionesconsignadas en la mis-
ma para que ciertas personas puedan ejercerla
tutela, y que hemos enumerado mas arriba.
Espuestas las incapacidades legales, habla-
remos de Jas escusas voluntarias, que es
resumen no son otra cosa sino la alegación que
se bace id magistrado de una causa justa país
eximirse del cargo de guardador. Introducidas
generalmente en benelicio de los que las de-
ducen, pueden ser espresa 0 tácitamente re-
nunciadas. De eslas escusas, unas se fundan
en el favor especial que las leyes dispensan a
algunas personas por las circunstancias en que
se encuetdran; oirás en motivos de opinión y
otras en la justa distribución de las cargas cu
.proporción á las facultades de cada uno pí
exima de esla al que tiene otras sobre sis
Asi, por razón del favor especial que a al-
gunos dispensan las leyes,, se escusan de ser
625
TUTELA
lutores: los qne tienen cinco hijos legítimos,
varones, vivos , reputándose como tales los
muertos en defensa del Estado: los ausentes
por causa del Estado, mientras lo están y nn
año después de su vuelta; lo cual no es exten-
sivo ála tutela que ya tenían antes de k au-
sencia, que deberá ser desempeñada por otro
Interin esta dure: los magistrados y jaeces en
¡dual ejercicio respecto á la que antes no te-
nían: los recien casados en los cuatro prime-
ros años de su matrimonio: los maestros pú-
blicos, con nombramiento real, de gramática,
retorica, filosofía y medicina: los que por el
servicio nacional estuvieren en un lugar deter-
minado, si la necesidad de residir en él nn es
compatible con el desempeño del cargo. Por
motivos de opinión pública nneden osc.usarse:
el qne sobre toda la herencia ó su mayor par-
le tuviere pleilo con el pupilo ó menor; y el
que hubiere sido enemigo capital del padre,
no mediando reconciliación. Y en fin, por la
jusla distribución de cargas entre los indivi-
duos del Estado, se eximen de la de tutores y
curadores: los que ya tienen tres tutelas: el
que fué tutor de un huérfano para ser su cu-
rador: los que se ven precisados á subsistir
de su trabajo corporal: los que padecen en-
fermedad crónica ó habitual: los que no saben
leer ni escribir, si es complicada la adminis-
tración; y los mayores de setenta años. Las ra-
jones filosóficas en que están fundadas estas
escusas legales, las comprenderán fácilmente
nuestros lectores.
En cuanto á las escusas , conviene adver-
tir que renuncia tácitamente á ellas el (fue
deja pasar el término prefijado para espon cr-
ias, y no puede gozar después del benoíicio á
que renunció, Este término es el de loa cin-
cuenta días siguientes al de k noticia del
nombramiento, no distando mas de cien mi-
llas del pueblo donde reside, y escediendo de
ellas un dia mas por cada veinte , ademas de
las treinta concedidas por las leyes: las dili-
gencias judiciales sobre la admisión de escu-
sa se sustancian representando al menor ó in-
capacilado el curador que al efecto se le nom-
bre; y el que se sienta agraviado puede apelar
del fallo que pronuncie el juez. Sin embargo,
si el tribunal de alzada desechare también k
escusa, ademas de ser apremiado el tutor á
recibir el cargo, será condenado en los daños
!' perjuicios seguidos al pupilo ó al menor
desde el dia del nombramiento.
1.a tutela y cúratela, como todas las obli-
gaciones y cargas, cesan por las causas que
señala la ley.
Son estas: 1.a la muerte de los huérfanos,
menores, ó de sus guardadores: 2.a el acto
de pasar k madre ó la abuela, siendo guarda-
doras, á segundas nupcias, si no hubieren ob-
tenido la dispensa de ley: 3.a por llegar los
huérfanos á la edad en que no deben estar su-
bordinados respectivamente á sus guardado-,
res, ó cesar k causa .física ó moral que pro-
dujo la curaduría: 4.* por la arrogación, que,
haciendo al pupilo hijo de familias, no permK
te que se' le mantenga en tutela: 5.a por el
cumplimiento del tiempo ó de la condición
puesta en k tutela testamentaria: 6.a por la
escasa admitida legalmente: 7.a por obtener
el menor dispensa de edad: 8.a por entrar el
menor casado en la edad de los diez y ocho
años: 9.a por incurrir el guardador en pena de
interdicción de la tutela. 10.a por la remoción
délos guardadores sospechosos, sobre lo cual
debemos añadir algunas esplicacioues.
Se califica de sospechoso al tutor ó cura-
dor que por su conducta hace temer que no
.desempeñará bien el cargo. Los principales
motivos legales que inducen esta sospecha son :
l.° haber enseñado malas costumbres ó dial-
pado los bienes de otro huérfano: 2. saberse
después de aceptado el cargo que el guardador
era enemigo del menor, del incapacitado ó de
sus parientes: 3.'J decir falsamente delante del
juez que no podia dar alimento al huérfano-
4." omitir la formación de inventario sin fun-
dado motivo: 5.° no defender judicial y estra-
•judicialmente los bienes del menor: T.° ocul-
tarse cuando supiere su nombramiento. Algu-
nas de estas causas , como es fácil presumir,
ocurrirán. muy rara vez; pero la ley las con-
signa en su precepto, y nosotros debemos
también consignarlas aqni.
La acusación de tutor sospechoso es públi-
ca, y por lo tanto, no solo pueden hacerla los
parientes del pupilo, sino cualquiera otro. Aun
el mismo juez debe proceder de oficio en este
punto. Su objeto es la remoción del gaardador
y el castigo que merezca después de declara-
da, si ha habido mala fé en la administracion-
de la tutela ó curaduría. Mientras está pen- ■
diente la acusación se nombra olro tutor que
cuide de los intereses del huérfano.
Estos son los particulares de mas interés
que comprende nuestra legislación de tutela.
La institución en st misiha merecería ser ob-
jeto de algunas consideraciones filosóficas;
pero esto alargaría demasiado los limites del
presente articulo.
2209 MBLIOTECA POITILAIÜ
í. xxxni. 40
■
u
U. {Gramática} Esta lelra es la vigésima
tercera de nuestro alfabeto contando la ch; es
quinta vocal y procede de los romanos. Tardó
mucho en intio decirse, parque 110 se encuen-
tra en los antiguos monumentos gráficos lati-
nos, inscripciones lapidarias ó medallas. Un
estos monumentos ocupa su lugar la V. De
• aquí nació que esta letra se contundiese por
mucho tipmpo con la tí, asi como se confundió
la J con la I, y que se introdujesen las deno-
minaciones de U vocal y V consonante. Mucho
, tiempo transcurrió antes de atribuir especial-
mente á cada una de las dos letras su valor
fónico especial. En los primeros libros impre-
sos en caracteres romanos, se-usan como dis-
tintas la V mayúscula y la U minúscula. En el
siglo XVI, Ramus habla propuesto entro otras
cosas la distinción y separación definitiva de
la Ú y de la V. Sin embargo, hasta la primera
mitad del siglo pasado, todavía se notaba con-*
fusión entre ambas letras, hasta el punto de
existir diccionarios que las' abrazan juntas y
mezcladas en una misma sección.
Debemos, sin embargo observar, que. en
la escritura gótica la distinción de que se tra-
ta parece haberse hecho mucho mas pronto, y
que se encuentra observada en los monumen-
tos de las primeras épocas de ta imprenta, que
fueron, como sabemos, ejecutados con aquel
género de caractéres.
La letra latina de que nos ocupamos ofrece,
sino en su forma, al menos en su empleo, ana-
logia con el vav semítico, asi como el Miffl
armenio, que se pronuncian uno y otro, unas
veces como vocal, u, y otras como consonan-
te, v tío. Los puntos masoréticos que pueden
en hebreo referirse á la U como vocal, son el
shurek y el kibbuts. El, primero, sin embar-
go, 110 representa mas que el sonido u largo,
y en cuanto al segundo, no es cierto qne re-
presentó en el origen mas bien el sonido de
la « francesa que el cíe nuestra u.
Los romanos pronunciaban la u como nos-
otros; dicese que el upuilon griego tenia un
sonido medio entre la i de los latinos y la «,
y de alu ha nacido la u francesa, si bien ra
falta quien supone á esla procedente délos
galos. También Sos alemanes dan á veces el
sonido de u francesa á la vocal en cuestión,
en wiyo caso lleva dos puntos. En la lengua
francesa, la u sirve para la formación de va-
rias vocales compuestas, tales como au, eu,
eau; Para espresar el sonido de nuestra u,
empelan la combinación ou. Los ingleses pro-
nuncian la letra « de tres maneras rl itérenles,
á saber- como nuestra u en /¡«te, ele, come e
muda francesa en but, etc., y como ¡u, en
mate, etc.
En nuestro idioma la u después de 9; no
suena, pues se' ha sustituido la c á la q en las
palabras en que laiíse.pronunciaba Tampoco
suena en las sílabas gue, (¡ni, sino cuando so-
bre la u se pone diéresis.
U1AH-SAWA,. .{Historia natural ) Este ani-
mal que es el colubcr javanicits, pertenece ¡i
las serpientes comunes no venenosas y al gé-
nero coluber, y es notable por su longitud,
que pasa á veces de treinta pies, [¡abita en las
islas do la 'Sonda.
ÚLCEltA. [Medicina.) Los griegos designa-
ban con e! nombre de sX-/.ck toda clase de lia'
gas ó de herida, sin atender á su naturaleza
ni á su origen. Por eso iutituló Hipócrates sil
libro sobro las heridas rapt ú-/.ú>v. Los lati-
nos introdujeron esla palabra por su ulctis,
dándole la misma significación, al paso que se
servían de la voz plaga para esprosar el gol-
pe, ta herida, es decir, la causa, el acto roas
bien que su efecto.
Va en el artículo u.aca de nuestra Enci-
clopedia Moderna, al cual remitimos á nuestros
lectores para todos aquellos pormenores que
dejemos ahora de consignar, dijimos que di-
cha palabra se aplica boy diaá toda solución (le
continuidad que interesa la superficie de los
tegumentos, sea cual fuere, por lo demás sti
estension.
Se ha dado el nombre de úlceras á ciertos
OLCERA
— ULEMA
630
heridas determinadas por una causa local ó ge-
neral, cansa que por su influencia hace que
peraiánczcan estacionarias, cine se ostiendun,
que se curen ó que se reproduzcan. Por ulce-
ración se enriende ó el trabajo morboso que
produce la úlcera, ó la misma úlcera cuando
sus dimensiones son poco considerables. •
Üierfás heridas que resultan do causas ea-
leriores, de heridas, por ejemplo, pueden
volverse úlceras por la influencia de una afee-
don local (i de una alteración local de la eco-
nomía; y asi es que la inoculación del pus de
no cáncer venéreo puede írasformar una llaga
sencilla en úlcera sifilica; el escorbuto, e! vi-
ciocscrufuloso, ciertos modos viciosos do der-
rame, el uso inoportuno y prolongado de las
sustancias irritantes, cáusticas, pueden hacer
pasar las llagas sencillas a úlceras.
Los autores lian descrito numerosas varie-
dades de úlceras, tomando por base de su no-
menclatura, unas veces la causa de la úlcera,
otrassus caracteres deforma, dedesarrollo, etc.
Esla talla de método lia lincho necesariamente
mas difícil un «simio ya oscuro bajo el punto
je vista del diagnóstico. Nos limitaremos á el-
la?, entre las úlceras que proceden de una
cansa local:
I," La úlcera callosa ó atónica, caracteri-
zada por la ingurgitación y la dureza de su
fondo y de sus bordes. Fija de ordinario su
asientb en las piernas ó en los píes.
1.° La úlcera varicosa cuya etiología no
es constante. De ordinario proviene de un des-
garramiento accidental ú espontáneo de la piel
correspondiente á un grupo de varices. En és-
le caso es primitiva, pero en otros secundaria
por suceder á una úlcera callosa, cuyos bor-
des y fondo han sido invadidos mas ó menos
completamente por varices. Estas dos formas
de úlceras son las mas comunes entre las que
reconocen una causa local. Ambas son muy
rebeldes y están muy sujetas ó recaídas.
De todos los medios propuestos para con-
seguir la curación de estas úlceras, el único
verdaderamente útil es la reunión de los bor-
de la herida y la compresión del miembro por
medio de vendas aglutinantes ó de unvendage
arrollado. Las vendas aglutinantes determinan
¡i menudo una irritación erisipelatosa en las
parles sanas de la piel. Este accidente es casi
inerilabltí cuando está recientemente prepara-
do el emplasto aglutinante ordinario, el dia-
rjiiilon. Por eso creemos preferible bajo todos
conceptos el vendage arrollado. Consiste esen-
cialmente en una tira do flanela.de seis cen-
lunetros tic anchura y de longitud variable, se-
W W punto del miembro donde resida el
m Lávase la pierna enferma con agua blan-
ca, cúbrese la superfleic de la úlcera con ira
pedazo de lela muy ligeramente cubierto de
Mi'ido yuuas'ppcas hilitas, y en seguida se
«ael vendage compresivo desde la punta de
»s dedos hasta quince, ó veinte centímetros
ffl¡>s arriba de la úlcera.
-' La tela pnede ser substituida en rigor por
la (láñela, pero presenta muchísimos incon-
venientes.
En todos ¡os easos conviene humedecer
muchas veces cada dia el aposito con agua
blanca. (Agua íi]trada, un litro; sub-acetato li-
quido de plomo, un gramo, y antes de usar la
mezcla se la agita un boen rato).
Las úlceras que se desarrollan por ia in-
fluencia de una causa general hay que consi-
derarlas como síntomas de la afección de que
proceden. Y asi es que las úlceras escorbúti-
cas, sifilíticas, escrofulosas, caquécticas, can-
cerosas, etc., se refieren por todos los puntos
de su estudio á las enfermedades cuyo nom-
bre llevan.
Difieren esencialmente de las úlceras de
causas locales; porque los medios terapéuticos
locales se les ponen raras veces con buenos
resulfados, y sea cual fuere su importancia
aparente, jamás constituyen para el médico
sagaz é ilustrado mas que un síntoma, un in-
dicio de una afección que domina lodo el
resto.
En punto á las obras que pueden consultar
nuestros lectores para profundizar cual es de-
bido <m ese interesantísimo estudio, ademas
de la que ya hemos citado ele tlipóerates irepi
ítawv, de la que ha dado Mr. Listré una muy
buena traducción ¡París, año de 18-íO, en el
lomo VI de las obras completas), añadiremos
las siguientes:
«Investigaciones sobre la verdadera causa
de las úlceras que afectan frecuentemente las
estreraidades inferiores de muchísimos artesa-
nos de la ciudad de París,» por Pareut-Ducbá-
telct. Este trabajo pueden leerlo nuestros lec-
tores en el tomo IV" de los Anales de higiene
pública.
«Informe al consejo de los hospitales so-
bre el tratamiento de las úlceras en el esta-
blecimiento central, » porP. Boyer, París, Í831.
Y por fin, también pueden acudir nuestros
¡ectores al Diccionario de medicina de .treinta
tomos, articulo ulcera, suscrito por Marjolin
y seguido de una bibliografía.
liLEMA. Nombre indiferente dado entre los
turcos á los doctores de la ley y al cuerpo de
que forman parte. Los osmanlis acostumbran
agregar á las mezquitas, ora hospitales, ora
escuelas donde se educan los miembros del
ulema, que deben esplicar el Coran, presidir
á los ejercicios de la religión, vigilar la edu-
cación de los príncipes, ocupar los empleos
diplomáticos y hacer justicia al pueblo. Nunca
se ha visto confusión mas completa. Enumerar
las funciones atribuidas á ese cuerpo seria
abrazar á la vez el culto religioso, el gobierno,
la jurisprudencia y las letras. Los primeros
sultanes turcos, embebidos en los placeres,
dejaron que el mufti predicase en su lugar;
este se vio alfrentedela religión, y su influen-
cia no tuvo limites. Después del mufti siguen
los cadiles-kiers, que presiden á las cosas re-
ULEJU-UNCION
ligiosas y administran .justicia en las poblacio-
nes rurales; los mollahs, que pertenecen al ¡
sapro colegio y á la magistratura civil, y los
cadis, que ejercen esa doble jurisdicción en
un grado inferior? El resto del ulema se com-
pone de una multitud de doctores bien dotados,
agregados á las academias y bibliotecas, de
religiosos subalternos destinados al servicio de
las mezquitas, y de frailes ó dervis que viven
de limosnas.
ULTRAMONTANO. (Derecho canónico.) Aten-
diendo á la etimología de esta palabra, es fá-
cil comprender su significación: compuesta de
las voces latinas ultra y mores, se uso prime-
ro para designar lo que está ultra montem
¡mas allá de los montes); pero después selva
usado y continúa usándose en el lenguaje de
la ciencia canónica en una acepción menos
genérica.
Ea sido en Francia y fuera de ella objeto
de largas controversias entre los canonistas,
el valor que tienen en dieba nación la colec-
ción de decretales conocidas con el titulo de
sextum decrelalium. Unos sostienen que es-
tas decretales no fueron allí admitidas á causa
de las graves desidencias que bubo entre el
papa Bonifacio VIH y el rey Felipe el Hermo-
so, y otros, por el contrario, sustentan la opi-
nión de que dichas leyes tienen en Francia Ja
misma fuerza que las de la colección ó com-
pilación gregoriana en lo- que no sea opuesto
á las prerogativas del rey, á las leyes del pais
y á las libertades de la iglesia galicana. Asi,
pues , siendo los canonistas de las naciones
que están al otro lado de los Alpes con respec-
to á la Francia, los que mas generalmente lian
defendido el valor de las decretales menciona-
das contra la libertad de los obispos france-
ses, se les ba designado en esta nación con
el nombre de ultramontanos.
U&fBRÍA. [Geografía antigua.) Los antiguos
designaron con el nombre de Umbría una par-
te de Italia que por el Oriente confinaba con
la Etruria, y por el lado opuesto con la Sabinia,
estendiéndose desde las playas del Adriático
hasta mas allá del Apenino. Comprendía este
territorio, segim las noticias de Estrabon, las
ciudades de llávena, Sarsina, Arimino, Sena y
Gamarino , Sentinum, Fanum Fortunae, y el
monte que llamaban Gingunum. La atravesa-
ban dosrios: el uno llamado Aeris, que corre
entre Ancona y Sinigallia, y el otro conocido
con el nombre de Metauro. Según diebo geó-
grafo, estuvieron en esta parte de la Umbría
los antiguos límites de la Italia y de la Galia;
pero después semudaron, considerándose unas
veces como línea divisoria el Aesis y otras el
Rubieon, que está situado entre Arimino ylü-
vena. Desde Ráveha á Arimino se contaban
300 estadios. Atravesaba la Umbría desde esta
última ciudad basta Verículum la famosa via
Flaminia. Hacía el lado del Tiber se encon-
traban Larolum, Narnia, Carsuli, y Meouania.
Contábanse ademas como poblaciones de la
Umbría Forum Sempronü, Spolelum, Aarium
Camería, Amcria, Tuder, Ispellum, é Iíorum'
Arimino y Rávena fueron en su principio co-
lonias salidas de la Umbría, cuyos habitantes
tuvieron guerras mas de una vez con oleo;
pueblos por ensanchar los límites de su tet-
ritorio.
, UNCION. Esta palabra canónicamente consi-
derada significa el acto de aplicar el aceite k
oliva bendito por el obispo á los catecúmenos
á lós que se bautizan, á los que se ordenan y
consagran, y álos que se bailan próximos á la
muerte.
Y con efecto, la unción en todos los casos
referidos es Una ceremonia santa que la He-
siaba establecido para purificará los cristianos,
despojándolos de todos los vicios de la debli
humanidad y haciéndolos dignos de la religión
de Jesucristo.
Pero en donde mayor significación tiene
el acto de la unción es en los últimos mu-
meatos de la vida, y entouces se la llama Ei-
trema-uncion, siendo uno de los siete Sacra-
mentos instituidos por el mismo Redentor de
los hombres. Este sacramento, segnn el coi-
cilio de Trenfo en la sesión XIV, es el com-
plemento de toda la vida cristiana, y Jesucris-
to le instituyó con el fin de fortalecer el h
de la vida del hombre, librándole en trance
íal de las astucias del demonio. Este sacra-
mento fué obra del Salvador, según lo declan
el evangelista San Marcos; y le recomendó é
intimó á los fieles el apóstol Santiago con las
notables palabras: «¿Está enfermo alguno ét
vosotrosl Haga venir los presbíteros de k
Iglesia, rj oren sobre él, ungiéndole con acui-
te e.n nombre del Señor, y la oración de ¡i
salvará al enfermo, y el Señor le dará ali-
vio; y. si estuviere en pecado, le será peréo-
nado.» En estas palabras se halla comprendi-
da toda la doctrina del sacramento. La mate-
ria de él es el aceite; la forma es la unción;
el miutstro propio es el presbítero; el electo
es la salud del alma, si está en pecado, y la
del cuerpo, si le conviene. Con este molhi
dice sabiamente el Tridentino que la uñeta
purifica de los pecados, asi como de sus reli-
quias; alivia y fortalece el alma del enfermo,
escitando en él una confiauza grande en la
divina misericordia; y alentado con ella Silfo
con mas tolerancia las incomodidades y Ira-
bajos de la enfermedad y resiste mas fácil-
mente á las tentaciones del demonio; consi-
guiéndose en algunas ocasiones la salad del
cuerpo, cuando es coaveniente á la del alma.
Varios concilios provinciales ordenan ¡
los fieles que no esperen los últimos mo-
mentos do la vida para recibir la unción; pe-
ro la costumbre ha introducido el uso de m
acudir á este sacramento sino cuando liar
gravo peligro de muerte. La unción solo déte
administrarse una sola vez en cada enferme-
dad, por larga que sea." Antiguamente no ss
reiteraba este sacramento, pero habiéndole N1
633
UNCION— UNCION ES
034
cibido dos veces el papa Pió 11 en el curso de
su pontiücado quedó aceptado el hecho de !a
reiteración.
La unción no se administra a los conde-
nados á muerte ni i las personas que la bus-
can voluntariamente; pero se dad todos los
qUe espuestos á perder la vida no la pierden,
padecen luego lesiones mortales, y dan seña-
les de arrepentimiento.
El sacerdote administra el sacramento pro-
nunciando las siguientes palabras: Per islam
sánelo)» uKcttonem, etsuam jiiissimam nji-
serkordiam, indulgeat Ubi Deusquidquidpcr
«¡¡ion ¿mi odoratum, gustum, tacbum, audi-
¡wi¡ deliqitisli: »Por esta santa unción, y por
su piadosísima misericordia, le perdono Dios
todos los pecados que hayas cometido por la
vista, por el oifato, por el gusto, por el tacto
y por el oído.»
A los que se bautizan solo se les unge, en
la cabeza; á los que se ordenan solo se unge
en las manos; á los que se consagran se unge
en ia cabeza y en las manos.
Concluiremos este articulo con las elocuen-
tes palabras de un escritor de este siglo al ha-
blar de la estrema-uncion. Dice asi. A la vista
del sepulcro, pórtico silencioso del otro mun-
do, es cuando el cristianismo manifiesta toda
su sublimidad. La mayor parle de los cultos
antiguos consagraron las cenizas de los muer-
Ios, pero no pensaron en preparar el alma pa-
ra aquellas riberas desconocidas de donde nun-
ca se vuelve. Llegaos ahora y veréis el mas
hermoso espectáculo que puede presentar la
tierra; llegaos y veréis morir al cristiano. Es-
te no es ya el hombre del mundo, no es ya el
individuo de supais, cesaron ya para él todas
las relaciones que tenia con la sociedad. Se
acabó ya para él el cómputo del tiempo; ya
no tiene otra fecha que la grande era de la
eternidad. Un sacerdote sentado i su cabecera
le consuela. Este ministro santo trata con el
moribundo acerca de la inmortalidad del alma,
y aquella sublime escena, que la antigüedad
no presentó mas que una vez en la muerte del
primero de los filósofos, se renueva diaria-
aicnte en la humilde cama del mas in limo cris-
Nano que va á espirar. Se acerca, en ün, el
ultimo momento; y asi como un sacramento
abrió a este justo las puertas dol mundo, asi
laminen las va á cerrar otro; la religión se ha
complacido en mecerle en la cuna de la vida;
sus hermosos cánticos y su mano maternal le
adormecerán también en la cuna de la muerte.
te. religión misma preparó igualmente el bau-
tismo de este segundo nacimiento, para el cual
no hace uso del agua, y si del aceito, emble-
ma de la incorroptibilidad celestial. El sacra-
mento libertador rompe poco á poco Ios-lazos
del cristianismo, y su alma, casi separada del
cuerpo, está como visible en su rostro. Ya es,-
cucha los conciertos de los serafines; ya
se llalla dispuesta á volar lejos del mundo,
hacia aquellas regiones i que !a convida esta
esperanza divina, hija de la virtud y de la
muerte. El ángel de paz, bajando en tanto so-
bre este punto, toca con su cetro de oro en sus
fatigados ojos, y los cierra deliciosamente a
la luz. Muere, finalmente, sin oirso apenas su
ultimo suspiro; muere, y sus amigos guardan
silencio por largo tiempo alrededor de su ca-
ma, porque piensan que está dormido. Tul es
la dulzura con que salió del mundo este cris-
tiano purificado con la unción santa.»
UNCIONES. {Medicina.) Esta palabra desig-
na una operación querúrgica, que consiste en
friccionar melódicamenre y con una cantidad
dada de pomada ó ungüentó mercurial, una
parte mas ó menos estensa de. !a economía ó
bien á todo el cuerpo para que absorbiendo
inmediatamente produzca un efecto terapéuti-
co: este medicamento es el mercurio por lo
común en pomada. Los antiguos tenían al mer-
curio como sustancia muy peligrosa, por lo
que no lo usaban en medicina; los árabes fue-
ron los que primero se valieron de él para el
Iratamiento eslerno de las enfermedades cu-
táneas y contra los insectos que nacen en la
piel; temían, sin embargo, sus efectos, pues
que únicamente ponian de una cuadragésima
á una décima parte del mismo en los ungüen-
tos de que la hacían formar parte, mezclán-
dose con el aceite de laurel, la sal, los prepa-
rados de plomo, el eléboro, etc. , todas sus-
tancias irritantes y que aun cuando las desti-
naban, para moderar la acción del mismo, tío
por esto podían dejar de obrar con mucha
actividad los ungüentos que resultaban. Los
efectos obtenidos por los médicos árabes jus-
tiQcaban el buen efecto continuado también
por la esperiencia de los preparados alcalinos
y los baños sulfurosos que en el día se usan
en las enfermedades crónicas del sistema der-
moideo. Hacia fines del siglo XV, eu 1493,
con motivo de la tan grave y rebelde epide-
mia que reinó en Nápolcs , y en razón de la
analogía que tenían algunos de sus síntomas
con los de las afecciones leprosas , contra las
cuales los árabes habían usado con provecho
ungüentos en que entraba dicho metal, los
médicos se vieron conducidos á usarle en ella,
Después de haber sido mirada la referida epi-
demia de Ñapóles, bajo diversos puntos de
vista, la mayor parte de los médicos la con-
sideran de naturaleza venérea, de donde pro-
cede el nombre de mal napolitano, dado á la
sífilis; y habiéndose seguido administrando en
ella el mercurio que al principio solo se ha-
bía usado en forma de ungüento, por la ana-
logía que se supuso tenia esta enfermedad
con la lepra; cuando ya fué tenida la misma
por de carácter venéreo, fué colocado el mer-
curio 4 la cabeza de los anti venéreos. Mas
para esto no hubo ninguna razón fundada,
porque la enfermedad de Nápoles debía como
todas las epidemias, irse debilitando por gra-
dos, aunque sin que para esto contribuyese
en nada el mercurio; pero lo que mas ponia
63o
UNCIONES
636
en duda la virtud del mismo, era la curación
de dicha enfermedad, que muchas veces se
obtenía con el simple uso cielos sudoríficos y
de los purgantes. Una vea considerado esle
metal como el mejor antivencreo, ya no hubo
reparo en aumentar la dosis; en lugar de usar-
le como los .árabes mezclado con otras sus-
tancias, de cuya mezcla no hacia masque muy
pequeña parte, llego á constituir la liase de
los' ungüentos antisifJliticos ¡ y asi fué co-
mo vino á prepararse el ungüento, conocido
todavía actualmente con el nombro de napo-
litano, el cual se compone de partes iguales
de enjundia y de mercurio. Desdé la epidemia
de Ñapóles, que ocurrió mas de trescientos
años atrás, no ha parado el uso de este me-
dicamento contra ia sífilis, á pesar de los mu-
chos y graves accidentes que ha ocasionado,
los que por una incomprensible ceguedad has-
la últimos del pasado siglo; se tuvieron por
naturales resultados déla enfermedad. Admi-
nistróse al principio esto metal, sin regla ni
método, usáronle, sin embargo, con alguna
precaución algunos médicos ilustrados y pru-
dentes, pero muchos charlatanes le prescri-
bieron desmedidamente y sin discernimiento,
por lo que su uso fué mucho mas arriesgado.
Agravábanse los síntomas esenciales de la en-
fermedad, siguiéndose á esto todos los acci-
dentes que ocasiona este medicamento. El ca-
ballero ülrich de Ilutten, fué victima déla no-
table confianza y abuso que se hacia del mer-
curio para la curación de la sífilis por algunos
médicos^ que ignoraban el modo de usarte y
hasta sus mismas virtudes: sabido es que este
escritor, que sostuvo la reforma de Lulero,
sufrió en nueve años once tratamientos mer-
curiales; y que linalme'nte, solo al guayuco
debió la radical curación de los exostosís,
pústulas, úlceras corrosivas, caries profundas,
dolores y marasmo. Ho'aqui una relación
del mismo Ulrich de Ilutten que. puede.dar
una idea de! singular modo de usar en sn
tiempo ei mercurio y do los efectos tpie pro-
ducía. «Muchos médicos con nn linimento
compuesto de mercurio y de varias drogas
hacían fricciones en las coyunturas de los
brazos y piernas, en la espina dorsal y en el
cuello; muchos otros en las sienes y en el
ombligo y hasta en todo el cuerpo; en algu-
nos enfermos no las hacían mas que una vez
al dia, en otros dos y en algunos una cada tres
ó cuatro días, por espacio de veinte, treinta ó
mas dias, los tenían encerrados en una estufa,
en la cual el intenso calor mantenido de con-
tinuo, les hacia sudar copiosamente. Yo, des-
pués de la segunda fricción, dice Ilutten, caí
en suma languidez: el ungüento obraba con
tanta fuerza, que el mal desde la superficie
del cuerpo en que se hallaba, fué arrojado al
estómago , subió ai cereiiro y ocasionó tan
abundante salivación, que á no haber tenido la
precaución de suspender el remedio, me iba
á quedar sin dientes. Vi algunos de los que
manába una baba infecta que impurificaba
cuanto tocaba; estos tenían las encías hincha-
das, los dientes cimbreando y ulceradas la len-
gua, el paladar y la garganta: tan cruel era este
modo de curar el venéreo, que muchos prete-
rían la muerte al procurar por semej antes me-
dios la curación, y sin embargo, no se crea
fuesen muchos los que *so curasen, pues que
á penas se curaba «no por ciento, y ana esle
muy ámenudo volvía á recaer á los pocos dias.
Adminislrado esto tratamiento por cirujanos
ignorantes, ó bien por hombres que nada en-
lendian en medicina, le hacía mas peligroso:
era baslantc preocupado el público y [finidos
los médicos, para dejar emprender á aquellos
cuanto quisiesen; i tanto llegaban las cosas, que
los enfíirmos no podían valerse de sus dien-
tes; como su boca no era sino una estensa úl-
cera y se hallaba .debilitado su estómago, á
pesar de conservar el apetito y hallarse ator-
mentados por una sed intolerable, no podían
resolverse á tomar ninguna bebida. Veíanse
muchos acometidos de vértigos , algunos de
inania y otros de temblor en las manos, en
los pies y en todo el cuerpo, espuestas i una
■ tartamudez las mas veces incurable, rundios
se morían en el medio de su tratamiento; tres
aldeanos que habían sido encerrados par uno
de esos empíricos, en una estufa muy calien-
te, en la que tuvieron la paciencia de perma-
necer, con la esperanza de curarse, murieron
miserablemente por la violencia del calor que
fué consumiéndolos poco á poco, l.cs sofocaba
á los mas la hinchazón de la garganta y su-
cumbían otros á una dificultad de orinar; muy
pocos fueron, los que se curaron y aun eslos
corrieron los riesgos, los padecimientos y los
males queacabo de indicar." Tan funestos re-
sultados debían conducir á los médicos á va-
riar el método de administración del mercu-
rio. Derenguer de flarpi, médico de Homa, su-
jetó c! uso de las fricciones á nn método uni-
forme: mas esto no fué menos arriesgado, pues
que tampoco dejaron de manifestarse los ac-
cidentes producidos por dicha, sustancia, de
modo que este médico fué desterrado de Ro-
ma, aunque habiendo ganado cuarenta mil
escudos romanos anles: verdad es que la es-
periencia había ilustrado lan poco el lirata-
miento de la sífilis, que pasados mas de trein-
ta años, se seguían todavía los mismas me-
dios, los cuales, según 1'ernelio, que vivía es
ésta época, inspiraban casi lauto terror con»
el mismo mal para cuya curación se adiin-
nistrabW: baldando este íil limo médico del
Iralamíeuto mercurial, reprodujo á coila di-
ferencia, las mismas observaciones que im
hecho y prescrito en sn tiempo Félix Ilnlteu.
A pesar del horroroso cuadro que trazan llnlleu
y Fmiolio de los accidentes ocasionados por
el mercurio, no por esto dejó de-fiOuliHuarse
su uso, porque la mayor parte' de los médi-
cos, lejos de atribuirle á él los accidentes
que ocasionaba, no velan en esto, (¡orno lie-
637
UNCIONES -
638
yo diclio, mas que los ordinarios de la sífi-
lis; y perseverando en confiar en las pro-
piedades del mercurio, en vez de regularizar
su uso , procuraron averiguar , empírica-
mente el niodo de administrarlo, pues-era
y es imposible desconocer las grandes ven-
lajas que este veriüca en la radical curación de
las enfermedades sifilíticas. Se lian estableci-
do dos métodos, el de sdimciun y el de es-
timion. .Se fundaba el primero como .mas an-
tiguo en la opinión de los médicos humoristas,
(¡uicnes (con razón) admitían que el virus vené-
reo infectaba la masa general de ios humores
y creían purificarlos con una abundante se-
creción de saliva. Al contrario, los partida-
rios del segundo querían oponerse á esta se-
creción moderando la acción del mercurio y
procurando retenerle dentro del cuerpo , y
el tiempo suficiente para aniquilar ó destruir
completamente la causa especifica de la enfer-
medad; los sudoríficos y los purgantes eran los
medios generalmente usados para oponerse á
la salivación, la cual los partidarios del méto-
do de estincion consideran como una evacua-
ción harto abundante y peligrosa, sin tener al
mismo tiempo el efecto curativo del medica-
mento, ¡facía fines del último siglo todavía
osaban la mayor parte de los médicos él méto-
do dé la salivación. Astruc, cuya autoridad
fué de tanto peso, dice que este es el mejor
medio de atacar el virus venéreo; del mismo
dictamen eran F. L. Telit, fluffelland y Fabre,
quien á pesar de que admite, que era necesa-
rio modificar, según las circunstancias, el tra-
tamiento de la sífilis, sostiene también la con-
veniencia de la salivación en la generalidad
de los casos. El uso de este metal hasta la sa-
livación es común también en nuestros dias,
en muchos hospitales, pero nunca con la exa-
geración y temeridad antiguas; los médicos
alemanes son los que mas se inclinan á estas
doctrinas y dicen obtener resultados satisfac-
torio;. La salivación ea eldia se corrigen fácil
T prontamente por medio de los detergentes)'
rateréticos.
El método de estincion que después tomó
el nombre de JlontpeUcr, cuyo titulo indica
<!M fué admitido por los primeros prácticos
de dicha ciudad, como lo fué efectivamente en
especial por Gniiiard, Ilagnenot y Goulard. Di-
cho método de Moutpeller para valemos de las
opresiones de aquella época, consistía en ha-
cer rodar mucho tiempo el mercurio por el
cuerpo, apartando de este modo todo lo que
contribuyese á espelerle demasiado pronto,
por esto se ponia mucho cuidado en precaver
la salivación y la diarrea, para que eslas eva-
cuaciones no se opusiesen á la curación: pre-
parábase el enfermo que había de sufrir el tra-
fílenlo con muchos baños y un régimen re-
irescantc, pasábase después i hacer las fric-
ciones, cuyo número había de ser ordinaria-
mente de trece, que se daban en unos treinta
0 cuarenta dias. Servíanse del ungüento napo-
litano preparado con una tercera parte de mer-
curio y dos de enjundia, empezando por la
planta délos pies, y cubriendo luego sucesiva-
mente todo el cuerpo, menos la parte anterior
del tronco, empleando comunmente de seis á
ocho onzas del mismo ungüento. He aqui el
modo corl que deben practicarse las fricciones
según Guiuard, ida primera, decia este médico,
ha de eslenderse desde la planta de los pies
inclusive, hasta cuatro ó cinco traveses de de-
do encima del tobillo: al tercer día se hace la
otra de la mis/na manera en el otro pie, la otra
empieza en el lugar que acabó la primera y va
hasta la rodilla: la cuarta se hace eu toda la
esíension de la otra pierna, la quinta comien-
za debajo de>la otra rodilla y se estiende has-
ta medio muslo, la sesta se hace de la misma
manera en el otro Indo, siendo un poco mas '
estendidas la sétima y octava: no es fuera del
caso, por poca alteración que se note en la
boca, el descansar dos días, poniendo también
otro par de ellos entre una y otra; ambas de-
ben hacerse en todo el muslo hasta las inglés
y debajo de las nalgas: la décima sube hasta
cosa de la mitad de la espina, la undécima has-
ta la ñuca y la duodécima y dccinia-tereia se
hacen en los brazos.» .¡Si en el curso del trata-
miento, dice Goulard,. sobreviniese algún acci-
dcHte como la hinchazón de las glándulas de
la boca ó de sus.inmediaciones, úlceras en la
lengua, paladar, encías; amígdalas, campani-
lla, etc., diarrea, calentura, 6 cualquier otro
síntoma de esta especie, hacemos salir á los
enfermos de las salas en que se hacen las fric-
ciones, se les muda ú veces la camisa y las '
sábanas, se les purga, se Ies baña, etc., y lue-
go se vuelve á cuntinuar el tratamiento. ¡> Si
bien el objeto 'de este método ora precaver la
salivación, con todo no todas las voces se lo-
graba y sobrevenía indudablemente siempre
que se presentábanlos síntomas de que habla
Goulard; y como está reconocido que á veces
no bastan para precaverla los medios que se
usan cuando ya esta desarrollada, sucedía ne-
cesariamente que ranchos la padecían mas ó
menos tiempo. Pero no pertenece á Micoi-
neau, como se dice, el método de Montpeller,
antes do él era conocido y practicado; el mé-
todo por estincion, es según Mr. Jourdan, el
mas antiguo de todos pues se hallaba ya indi-
cado, en Teodorico, Benedeltí, Almenor, Hock
y Hassa, quienes hacian tomar las fricciones
alternadas con los baños y los purgantes, para
evitar, según decia el último, que se infama-
sen las partes internas y se comunicase la in-
(lamacion á la boca y las encías; sin embargo,
los partidarios de este método habían caido en
el estrémo contrario de evitar con esecsivo
miedo todas las evacuaciones, que habria po-
dido ocasionar el mercurio, suspendiéndole
inmediatamente que habían aparecido los sín-
tomas mercuriales ; resultando de nqui fre-
cuentes recidivas y curaciones incompletas,
! que desacreditaron, poco á poco este método y
639
ÜNCIONES
610
dieron la preponderancia á su rival, y estaba
casi olvidado cuando lo preconizó Mieoineau;
defendióle también en 1797 Ilagneuot y au-
mentándose siempre progresivamente el nu-
mero de sus partidarios, llegó á derribar i su
vez el método que antes le iiabia eclipsado y
qaedó dominante esclusivamente.» Por este
pasage de la obra de Jourdan podría creerse
que esto considera al mercurio como un me-
dicamento que puede convenir muchas veces
contra la sífilis, y que se obtendrían buenos
efectos en la generalidad, si se continuase ad-
mitiéndole bastante tiempo y se temiesen me-
nos las evacuaciones que puede producir. Pero
se engañará -el que esto pensare, porque el
mismo autor dice positivamente en otra parte:
«se ha tenido el mercurio como principal me-
dio curativo, porque habiéndole considerado
en cierta manera indispensable, no se lia hecho
el debido caso de todos los demás y en segun-
do lugar porque sus propiedades tanto curati-
vas como morbiUcas, no se han estudiado, pues
nnas veces cura y otras ocasiona enfermeda-
des según el modo mas ó menos hábil y jui-
cioso de administrarlo.» Cuando la oscitación
ocasionada por el mercurio llega á esceder el
grado de acción fisiológica propia del indivi-
duo que le usa, «pronto sobrevienen dice Jour-
dan, los mismos fenómenos que si se hubiese
administrado en altas dosis; si los órganos di-
gestivos se hallan muy irritables, aparece al-
gunas veces cierta sensación de calor y de
debilidad en el estómago con pérdida del ape-
tito, con epigastralgia, nauseas, vómitos y has-
ta cólicos y evacuaciones alvinas: otras no se
observa mas que un estado febril, caracteriza-
do por la fuerza, la plenitud y la dureza del
pulso, el aumento de calor y la traspiración
cutánea, y en algunos también de la secreción
renal, la sed, 'el insomnio, la agitación du-
rante la noclie, gran susceptibilidad para todas
las impresiones y la formación de la costra
inflamatoria en la sangre sacada de las venas;
dura algún tiempo este sacudimiento general,
á veces va acompañado de congestiones san-
guíneas en el sistema nervioso, cerebro-espi-
nal y en los órganos del pecho y el abdómen,
resultando la apoplegta, el temblor, las paráli-
sis, el esputo de sangre, la erupción de los
menstruos ó la aparición de un flujo hemor-
roidal. Si a pesar de estos accidentes se per-
siste en la administración del mercurio, so-
brevienen todavía otros, siendo los mas nota-
bles, la flogosis del canal alimenticio acompa-
ñada de tenesmo y deyecciones glutinosas y á
veces sanguinolentas, de erupciones cutáneas
y de lesiones délos tejidos fibroso y óseo; las
flegmasías pervierten la asimilación y por con-
siguiente la nutrición: pierde la sangre parle
de su natural consistencia y el sugeto se en-
flaquece ó se vuelve pálido, hinchado, dismi-
nuyendo en gran parte sus fuerzas musculares:
estallan súbitamente, para decirlo en una pala-
bra, todos los síntomas de la diátesis escorbú-
tica, ó los del estado que tiene comunmente el
nombre de consunción que puede terminar en
la muerte. Entonces si el enfermo había teui-
do úlceras en cualquier parte de su cuerpo
snceVIc á menudo, que por mas que estén com-
pletamente curadas desde- mucho tiempo, se
destruyen sin ninguna causa esterna ks cica-
trices, lomando las nuevas úlceras el aspecto
sórdido, ó presentando todos los caracléres de
las caleulurashospitalarias.n Parece está bien
averiguado que en ciertas ocasiones pequeñas
dosis de mercurio producen en algunos su»c-
tos inmediatamente la salivación, que en oíros
no se observa con dosis mucho mayores. ¿)uu¡-
cómo se esplica esto? SI se supusiese qne por la
simpatía entre el estómago y las partes írrita-
das, podría con razón preguntarse, porque no
la producen las demás sustancias mas irritan-
tes, introducidas en la misma entraña: y si es
cierto que los mismos efectos puede ocasio-
nar la primera' ó la segunda fricción, hecha coa
todo cuidado, el mercurio introducido por la
superücie cutánea, nos hallaremos natural-
mente inclinados á creer, que dicho melal
produce una irritación especifica y que es pro-
bable que en casos análogos á los citados la
reacción no , se verifica sino por medio de su
efecto simpático, de la sensibilidad del sistema
absorbente, y sin llegar á circular el referido
metal por la masa' de los humores, La saliva-
ción se mira ya desde ha mucho tiempo jr coa
justicia, mas bien como un inconveniente que
como cosa necesaria para los buenos efectos
del tratamiento mercurial. Tabre solo lo cree
útil porque lo considera como medio depura-
tivo, «Quisiera, >decia, que el mercurio deter-
minase siempre la crisis que hade depurarla
masa de la sangre, por medio de una via me-
nos incomoda, aunque no menos eíicaz.»
De dos modos se administra el mercurio
en el tratamiento de las enfermedades sifilíti-
cas; el uno queconsisteen aplicarlos estertor-
mente, el cual constituye el método tittnui
por absorción, y el otro en que se adminis-
tran al interior y se llama método interno i
por sugestión: del primero nos ocuparemos
principalmente, pues constituye el verdadera
objeto de este articulo.
El mercurio del modo como lo proteo la
naturaleza, se conoce también con el nombre
de azogue, y se añaden á veces á aranas de-
nominaciones los epítetos de nativo, liquido
y crudo:" nunca se ha usado bajo esta forma
en las enfermedades venéreas, porque se cre-
yó que administrado asi no tendría virtud al-
guna contra ellas, por la sencilla razan de que
no escitaba las glándulas salivales, lo cual pa-
roeia mas probable, porque los ingleses para
preservarse de la gota y de los cálculos urina;
rios, le usaban á principios del último sigloa
dósis de dos ó tres draernas al día, me»»
con aceite, sin que les promoviese la saliva-
ción ni otros accidentes. Sin embargo, ha de-
mostrado Orilla que puede obrar como un «■
644
UNCIONES
642
reno si se detiene mucho tiempo en el canal
alimenticio: los peligros que ocasiona el mer-
curio simple, dependen principalmente de los
vapores que despide- es sabido que los dora-
dores,'pintóles, etc., están sujetos ásu acción
perniciosa, por esponerse siempre á la influen-
cia de sus emanaciones; no necesita gran ca-
lor para volatilizarse, lo hace á una baja tem-
peratura y aun á la temperatura ordinaria, y
comprueban muchas observaciones que para
producir la salivación basta respirar la atmós-
fera de las salas de enfermos que tomen las
fricciones mercuriales, Reíiere Jussieu , que
los presidiarios que trabajan en la esplotacion
de nuestras minas de Almadén, se curan á ve-
ces de los males venéreos que padecen. En
las Epkemerides dei curieux de la nature
se habla de un hombre que habiéndose puesto
un cinturon de trapo con mercurio para curar-
se de la sarna, se viú afectado.de aftas, infla-
mación en la boca, dolores y abundante sali-
vación. Un pariente del profesor Dubois sevió
lamuifiii acometido de tiaplismo mercurial por
vivir encima, de un taller de un dorador, que
no tenia mas comunicación con su habitación
que el tubo de la estufa que la atravesaba, lo
cual prueba la escesiva volatilización de este
metal,
Yahemos hablado de algunos de los pro-
cedimientos empleados para hacer ios uncio-
nes ó fricciones mercuriales, vamos á dar á
conocer ligeramente algunos otros. El que se
considera en el dia como raas racional es el
de larrey, que consiste en no gastar mas que
media dracma de cada vez de ungüento mer-
curial , dejar entre fricción tres, cuatro y cin-
co (lias, hacer lavar los pies del enfermo, el
día siguiente á-cada una, con agua de jabón,
preservándolos después del frío y de la hu-
medad con medias h calcetines de lana. Si se
calcula la cantidad que se consume de mercu-
rio, para todo un tratamiento hecho según es-
te método, suponiendo que dure dos meses y
y que se pongan tres días de descanso , entre
fricción y fricción , que es el término mas
corto que propone Mr. Larrey, se hallará que
el enfermo en este periodo ha hecho veinte
fricciones , en las cuales habrá gastado diez
dracenas de ungüento mercurial, que prepara-
Jo como el napolitano ordinario,, con iguales
cantidades de enjundia y de mercurio, limita-
ra á cinco' draemas la cantidad de este metal
consumido en lodo el tratamiento. Mr. Deirue-
Hes hace nolarque, según los médicos mas es-
perimentados, se necesitan para un tratamien-
to ordinario hasta cuatro ó cinco onzas de aí-
ralo ungüento mercurial, y que contando una
dracma por fricción, se reparlirá en treinta ó
cnarenta de estas, cuya cantidad, seguu dicho
autor, es demasiado crecida, por lo que en su
practica se limita á hacer de veinte á treinta y
cmco, y aun en las diez primeras no emplea
masque media dracma cada vez; de modo que
P°f lamino medio , no gasla en cada tratá-
«10 UlULIOTliCA POPULAU.
miento mas que veinte y cinco draemas de un-
güento mercurial, ó sea doce draemas y me-
dia de mercurio; de manera que si es cierto
que el método mas eficaz es el de Larrey, me-
jor se sale déla curación, cuanta menos canti-
dad se gasta de mercurio. Mr. Torreillu, pres-
cribe ¡as fricciones con la misma cantidad de
ungüento, haciéndolas en el nombre en el
glande y la cara interna del prepucio, y en la
muger dentro de los grandes labios. Delpech,
es partidario de este método, porque según el
ataca el mal en su origen , y para evitar los
inconvenientes de la aplicación del ungüento
mercurial encima departes irritadas, aconseja
las friegas en la superficie cutánea del miem-.
faro, ó en las estremidades inferiores cuando
están afectados los órganos sexuales, á causa
de su simpatía respectiva, y cuando la en-
fermedad ocupa la garganta ú otra cualquiera
parte situada encima del diafragma, propone
por Ja misma razón hacerlas, primero alre-
dedor del sitio enfermo, y luego en los estre-
ñios pectorales. Mas, si según quiere Delpech,
deben hacerse en la parte afectada ó en sus
inmediaciones para atacar el mal en su origen,
esto será porque tendrá la enfermedad por lo-
cal, y en tal caso, ó bien será inútil hacer las
fricciones de modo que se sientan sus efectos
en toda la economía, ó bien si cree que la in-
fección es general, poco importará cambiar el
orden de las mismas, cualquiera que sea el
asiento de la enfermedad. Asi, pues, el método
de Torreillu, preconizado por Delpech, no será
.racional sino cuando nos propongamos locali-
zar todo lo posible la acción de las fricciones
mercuriales, y no usarlas sino como medica- "
clones puramente locales; mas en tal caso, en
vez de constituir un método general de trata-
miento, solo tendrán útil aplicación en ca-
sos escepcionales y muy raros, lo cual de
ningún modo destruye nuestra opinión ya es-
puesta anteriormente. Piliorel, usa dicho me-
tal mezclado con el sulfuro decalammouiaeal
en fricciones en los pies y las manoSj reco-
mendando tener las partes resguardadas del
frió por medio de calcetines y guantes de la-
na. Asegura este médico que su método raras
veces produce la salivación, lo que indudable-
mente dc-pende de la pequeña cantidad de mer-
curio que usa, lo que confirma lo dicho al ha-
blar del método de Larrey, á saber, que los
buenos efectos del mercurio están en razón
directa de su buen modo de administración.
Lallemand y Cambria, recomiendan otro
método conocido antiguamente , "que consiste
en poner cada dosdias media ó una dracma de,
ungüento mercurial debajo del sobaco; cuyo
medio debería haber quedado en el olvido en
que lo hundieron sus inconvenientes.
También se han usado esteriormente contra
la sífilis, el prolo y deuto cloruro de mercu-
rio, .filare, cirujano inglés en ITS5, recomendó
él sublimado en dósis de medi,o á un grano,
puesto por medio de fricciones, encima de la
t. tóxiíi. 41
I
m [UNG10NES-
leogua, en las encías y en h parte misma de
los oan'illos; el mercurio dulce se usa de la
misma manera en dosis de dos ó cuatro gra-
nos. Sraitli y Cirilo emplearen también el dentó
cloruro de mercurio, mezclado con enjundia
en fricciones. Fray Cirilo usaba una pomada
formada con deuto-,cloruro de mercurio y sal
de amoniaco , de cada cosa una draema , en
una onza de enjundia: con una draema de es-
ta pomada, se dan fricciones tres días seguidos
en las plantas de los pies: al cuarto, el enfer-
mo toma un baño; el quinto, sesto y sétimo,
la fricción es de draema y media; el octavo
dia toma otro baño, y asi sigue sucesivamente
alargando la cantidad que se consumo de un-
güento hasta dos dracmas.
Finalmente, diromos que antes de proceder
á las fricciones suele hoy.dia prepararse á los
enfermos administrándoles un purgante, un
emético d una sangría , según el tuvo intesti-
nal ó ei sistema icirculatorio ¡o exijan. Deben
ademas los enfermos guardar una dicla y ré-
gimen higiénico conveniente, preservándose
mucho de las vicisitudes atmosféricas: por lo
demás, las fricciones, aunque poco usadas en
el dia, en el tratamiento de la sífilis, preslan_
ventajas incomparables en la terapéutica de
muchas enfermedades internas, con cuyos des-
cubrimientos se honra la medicinado nuestros
días. El mercurio, como todos los demás me-
dicamentos, tan heróicos como preciosos, es.
una espada de dos filos, que el que no sabe
empuñarla llévala muerte a su contrario al
mismo tiempo que éf se suicida también.
UNGÜENTO. [Materia médica.) Dábase an-
tes el nombre de "ungüento ¿todo medicamen-
to estenio de consistencia mas ó menos blan-
da que se aplica sobre la piel por unción ú
fricción. Pero hoy dia,. merced á los progre-
sos de la ciencia, hay que distinguir cada una
' de estas preparaciones ungüentaría^ con nom-
bres particulares, clasificándolas metódica-
mente para apreciar bien su diferencia.
De todas las preparaciones farmacéuticas
•que usaron los antiguos, salvo la ltiaca , nin-
guna se conocía compuesta de mayor número
de sustancias, pues parecía que se había trata-
do1 de, preparar una panacea, universal, un re-
medio contra todos los males , y como es de
creer, en medio de ese pofage de medicamen-
tos-, muclios de eü'os debían poseer virtudes no
muy probadas.
Unestros antepasados creían, al obrar asi,
que ■entre este gran número de principios, ha-
bría alguno que ejerciese una acción, favora-
ble sobre la enfermedad cónica la que se le em-
pleaba;-pero -¿no es acaso posible que tantas
sustancias sufriesen en su mezcla modificacio-
nes que jes neutralizasen todas sus propieda-
des ú que hubiese otras que dañasen?
Tantas son' las causas que pueden trasfor-
rtíar la naturaleza y las virtudes de Un ungüen-
to, que no pueden menos de sorprendérnoslas
maravillosas curas atribuidas á esos especíü>
•UÑGüENTO m
eos de todas las enfermedades. En primer tér-
mino pondremos las descomposiciones quiñi
cas que ni siquiera se sospechaban entonces
signen luego el tiempo o Móflaéncia del aire
que modifica á voces completamente nn pre!
parado, quitándole sus propiedades ó dándole
otras nuevas. Iodos sábemos ¡con qué facilidad
se vuelven rancias las grasas, y por lo tanto
lo propio pasa con los ungüentos compuestos
de sus[ancias,adiposas,-veriticánUolo consuma
rapidez, mucho mayor aveces por cnanto I03
excipientes que se les añaden dividen losciw-
pos grasos y multiplican suspuiitos de contac-
to con el aire atmosférico.
Tan perfectamente han comprendido la in-
certeza y el peligro de tales agentes los mé-
dicos y los cirujanos instruidos, que hoy esü
completamente abandonado el uso de los un-
güentos en los casos de heridas ú de upma-
ciones. A menudo 110 mas que la naturaleza,
junto cotila falla de contacto del aire, rura con
mas rapidez que lodos los ungüentos de una
botica; mus por desgracia el público, y sobre
todo las mugares, no participa de esta reser-
va, pues en el caso de que alguien tenga una
llaga ó se cause una herida, pronto se presen-
tan esos médicos^dc refajo á porcia con sus
maravillosos específicos que han de curar con
estreñía rapidez, pero que á decir verdad re-
tardan, si es que no aumentan ó acrecen
ct mal.
Los farmacéuticos modernos han trasto-
rnado completamente las fórmulas de los un-
güentos, eliminando todas las suslancias de
propiedades no bien' comprobadas, y ademas
lian separado los ungüentos de las phmata,
de los ceratos y de los emplastos, conjoscua-
les sg les iiabia confundido antes, reservando
el nombre de ungüento á las mezclas de acei;
fes y de resinas, de consistencia blanda y pe
se pueden estender fácilmente sobre un pedazo
de tela. En esta: categoría entran todos losme-
dicamentos estemos que en otro tiempo reci-
bían el nombre de bálsamos.
La homogeneidad de los ungüenlus esaiTia.
de las condiciones esenciales de. su buena pre-
paración, pues exige mucho cuidado y cierto
hábito de las manipulaciones, farmacéuticas,
Dos son tos procedimientos que se empican
para prepararlos; Infusión y la mistión, mis-
tura ó mezcla. En el primero se principia por
. fundir las resinas, añadiendo luego los demás
cuerpos grasos, "y dejándolos después enfriar;
en.el segundo se opera siempre por fusión,
añadiendo 'también las sustancias que haya que
incorporarles. Espreciso que se esté removien-
do de continuo .la masa, pnes.si.no se separa-
rían con la mayor facilidad las sustancias dé
diverso peso específico, pero luego que el un-
güento baya adquirido una consistencia man-
tecosa, puede cesar la agitación sin miedo de-
que se aislen los agentes. A menudo parain-
corporar en los ungüentos sustancias que sen
in solubles en ellos, espreciso recurrir á agen-
645
UNGÜENTO
les eslraños qüe dividan estas sustancias. Es-
tos agentes son los ceratos , la miel , las ye-
mas ile huevo, etc,
jft¡ lodos los ungüentos poseen las mismas
propiedades, pues unos suavizan, al paso que
otros -eSojtáíi, yá menudo proscriben los mé-
dicos' láádicíon do medicamentos que deben
aumentar ó dismlnuirsiis virtudes medicinales.
Entre los principales ungüentos que' se han
conservado se encuentran el bálsamo de Arceo,
¿I ungüento eslirax, el de allea y el de basi-
lieo. Antiguamente se daba el nombre de un-
güentó á las drogas aromáticas y á las esen-
cias que servían para perfumar y también para'
embaiatnar los eadám-es. Asi se dice que ta
lagdifena derramó una vasija de ungüento á
los pies de Nuestro Señor, y las tres liarías
llevaron ungüentos preciosos para embalsamar
su cuerpo.
Supuesto que los ungüentos se ^distinguen
ilc los ceratos, pomadas, etc., vamos á dar á
continuación algunas ligerisímas ideas sobre
cidaimo de estos preparados farmacéuticos.
Hl ceruto es un medicamento blando y un-
tuoso compuesto principalmente de cera y
¡rale. Su consistencia siempre blanda y á ve-
ces un tanfo diluontc varia á cada paso con-
fórmela naturaleza de los principios queso le
asocian. De ahi tenemos dos especies de cern-
ios, siemple y compuesto El mas simule ó
sencillo de todos es el que se prepara fundien-
do á un calor moderado una pai te de cera, en
cuatro de aceite de olivas ó deatinendrás dul-
ces, á que se añado con frecuencia una corla
cantidad de agua común ó do rosal, y al com-
puesto se le agrega algún estrado , sal ó
polvos , sirviéndoles de escipicnte el ccrato
simple. .
. Elcerato simple se emplea á menudo para
suavizarla aspereza de algunos tejidos, y sin-
fín lamiente para untar las manos y los instim-
ulen las que en la práctica de las operaciones
quirúrgicas deben introducirse con tanta fre-
cuencia en el ano ó en la vagina. Sirve asimis-
mo para cubrir algunas soluciones do conü -.
miiilad, mantener su frescura é impedir que
las hilas y resto del aposito adhiera á su su-
perficie, y rompan o rasguen la cicatriz en e!
ínomeiito niismo en que se eslaba organizando.
Su eslrema blandura iehace susceptible de es-
leoilerse sobre un lienzo,- papel ó hilas, aún
ton mas facilidad que los ungüentos.
La historia de la aplicación de los ceratos
compiiéslos sé refiere á la de la virtud de sus
componentes; ünos y oíros han sido tachados
de que exasperábanla irritación de las partes
afectas, y que producían ásu.vez erisipelas, etc.,
])ero semejantes desórdenes tendrán lugar,
cuando se apliquen intempestivamente los ce-
stos, 6 que por demasiado aüejos se hayan
enranciado'.
Llámase pomada toda grasa medicamento-
sa «¡ue no contenga resinas. Anliguamcnte se
Mnteccionaban las pomadas con la pulpal de
las camuesas y otras sustancias aromáticas de
buen olor, y se destinaban casi exclusivamen-
te para el tocador haciendo con frecuencia el
papel do cosméticos. Hoy dia, tomando por
escipicnte la enjundia ó lá manteca se le in-
corporan toda clase de principios, y cou arre-
glo á ellos varia á cada paso la virtud de las
pomadas. Solamente las resinas quedan esclui-
das de tales confecciones, y ahi está la princi-
pal diferencia que se, nota entre los ungüentos
y las pomadas, por esla razón Son también es-
tas mas blandas y mas licuables efue aquellos.
La cera puede asimismo formar parte de los
ingredientes) de una pomada, pero en este caso
no entra por base como en tos ceratos, y sisó-
lo como uno de tantos auxiliares destinado
principalmente para- aumentarla consistencia
del medicamento.
.Cbnfeccionause á menudo las pomadas por
simple trituración ó mezcla de diversas sus-
tancias con la grasa, tales como la pomada del
yodo, la pomada estibiada, las que se prepa-
ran con el azufre, con el precipitado, etc.,
otras veces es preciso hacer sufrir á los in-
gredientes un principio de disolución ó alguna
alteración quimica, mayormente cuando tra-
tamos de aplicarlos porel método endérmico ó
ya trubeplico. Efectivamente conviene enton-
ces qué la stistahcla que debe ser absorbida se
encuentre én el mayor estado de división po-
sible, parque no basta que se presente á las
bocas de los absorbentes , sino que pueda in-
sinuarse entre sus paredes y correr su trayec-
to, lo que no tendría lugar si no se bailasen
sus moléculas en estado de suma lenuidad. Y
esta división , estrema no puede procurarla la
simple mezcla, si de antemano no, se diluyen
los ingredientes en vehículo oportuno. En lo
demás. ei uso de las pomadas es análogo al de
los ceratos y ungüentos.
Bálsamo es una voz vaga con que se desig-
naban antiguamente algunos medicamentos
compuestos, producto monstruoso del lujo far-
macéutico y de un ciego empirismo. Los anti-
guos pueblos de la Arabia, los primeros que
hablaron.de bálsamos, empleaban esta voz pa-
ra designar materias resinosas olorosas. Su efi-
cacia en los embalsamamientos para impedir
la putrefacción condujo á atribuirles propieda-
des análogas para alejar durante la vida !as
causas que minan nuestra existencia ó tienden
á la descomposición de nuestros órganos, y de
alii su reputación en Egipto, en Asia y en mu-
chos pueblos de Europa que. ios pagaban á un
alto precio. El charlatanismo adoptó igualmen-
te este famoso dictado para decorar sus medi-
camentos favoritos, de modo que se aplicó úl-
timamente el titulo de bálsamo á la idea de un
medicamento beróico ó escek-ntc. .Veamos
ahora en qüé sentido se'usa por nuestros prác-
ticos.
El término bálsamo en su acepción gene-
ral se limita hoy dia á dos clases, de , cuerpos,
esto es á algunos productos inmediatos de los
617
vegetales y á algunas preparaciones farmacéu-
ticas. Los primeros llamados bálsamos natura-
les, son unos zumos resinosos concretos ó lí-
quidos, colorados, olorosos y aromáticos; so-
lubles como las resinas en ct alcohol y en los
aceites; y diferenciándose de ellas en que por
la combustión despiden un bumo blanco, que
es el ácido benzoico: tales como el bálsamo
del Peni, de tolú, el benjuí y el estoraque; y
despejando estos bálsamos del ácido bcuzóico
quedan en estado de simples resinas. Los que
se lian llamado bálsamo de la Meca, de copai-
\a, etc., son pseudo-balsamos, y nada mas
que resinas liquidas, ó especies particulares de
trementina en mezcla con aceites volátiles.
Las preparaciones farmacéuticas llamadas
bálsamos no tienen ningún género de rela-
ción con los verdaderos bálsamos, lo que bace
mas impropia tal' denominación; mas no estan-
do rectificada esa nomenclatura, debemos con-
formarnos con el antiguo uso de conservar-
los en las oficinas, de admitirlos y de rece-
tarlos.
Estos bálsamos farmacéuticos se dividen
en oleaginosos , ungttentosos, jabonosos y
espirituosos. Entran en la primera clase el
bálsamo samaritano, nerval, tranquilo, y ver-
de de Metz; en la segunda el de arceo, de lu-
catel, de la Genoveva; en la tercera el de Opo-
deldocb; y en la cuarta el, de Fierovanti, del
Comendador, de guaiaco,. etc., etc.
Por fin, las pastas son masas blandas y
dúctiles de consistencia análoga á la de la le-
vadura, compuestas de polvos mezclados con
un escipientc idóneo sea mucilago, zumo ú
otra sustancia viscosa. Bien que la pasta me-
dicamentosa se parezca á la pasla que emplean
los panaderos, es siempre viscosa, y aquella
nunca adhiere á los dedos. Reducida la pasla
á porciones pequeñas, se formarán con el!a
pildoras, trociscos ó tablillas, según las que-
ramos redondas, prolongadas ó planas.
Usase la pasta en fragmentos de seis ú ocbo
granos, -que ordinariamente se dejan fundir en
la boca por sus cualidades demulcentes; pero
no deja de haber otras pastas que constan de
principios corrosivos que les dan cierto grado
de causticidad, y piden gran cuidado en su
aplicación, como la pasta de Rousselot, la del
doctor Dubois, etc.
UXIfJAD RELIGIOSA. Llámase asi la unión 6
conformidad de todos y de cada uno de los
habitantes de un pueblo respecto al modo de
creer y .considerar los dogmas y doctrinas de
la religión.
Todos los medios de que el hombre puede
disponer en su esfera son "imperfectos ó insu-
ücienles para conseguir el objeto social; y,
por lo mismo está obligado á elevarse á ma-
yor altura y abrazar un sistema que sea eter-
no, una luz que sea inestinguible, una base
que sea firmísima. Ese sistema, esa luz, esa
base solo pueden hallarse en la verdad y en
las creencias, esto es, en la religión. La re-
648
liglon de Jesucristo, que nace con el hombre
y le acompaña hasla el sepulcro, que tiene un
símbolo de doctrinas tijas é inalterables, que
enseña un premio que no ha de faltar para el
justo, del misino modo que una peua irremi-
sible para el desobediente, que sigue al lium.
breen todas 'las situaciones de Ja vida y se
encierra con ól en el santuario dé su concien-
cia, que no hay acción que desatienda, ^
no hay pensamiento que no espíe, esa csía
baso tija, el guia seguro, 'la luz inestinguible
que puede conducir al hombre, lo misma que
á las sociedades, por el verdadero camino tic la
felicidad.
La carencia de ideas religiosas, el aban-
dono de las máximas del Evangelio, el olvido
de los deberes del cristiano, conducen al des-
asosiego; á la Incisa, á la alarma, á la diso-
lución. Por eso hoy el mundo se encuentra
agitado; por eso hoy la Europa se1 conmueve
convulsa y no puede estar tranquila ni un mo-
mento. ¿Y cuáles son las causas de ese movi-
miento funesto y de esa conmoción perenne?
el orgullo del hombre y la falla de uniád
religiosa. Prescindiremos de aquel para ocu-
parnos solamente de la última.
La sociedad no puede gobernarse con solo
el auxilio de los recursos humanos y necea-
la arrojarse en brazos de la religión como el
mas firme y verdadero apoyo de su existencia.
El ser supremo no puede ser mas que «no:
la verdad bo puede ser mas que uno: la reli-
gión verdadera no puede ser mas que una; y.
por consiguiente, á esta es á laque debe aco-
gerse toda sociedad para existir. Si se admite
en un Estado mas de una religión todas cuan-
tas sean admitidas tienen que entrar como fir-
me-y seguro apoyo de !a organización social;
y entrando todas á formar este elemento sí
confunden entre sí y se da el mismo valor i
lo cierto que á lo falso, á la verdad que áli
mentira. Cuando -las ideas religiosas se coi-
funden y cuando se da la misma importancia
y valor á lo verdadero que á lo falso todo es
indiferente; y siéndolo se niega el apoyo Je
la religión á la sociedad y se niega el princi-
pio sacrosanto de que ella es la base mas ¡ir-
me de la existencia do un pueblo. Admitiendo
todas las religiones, á todas se las repute cu-
ino buenas, y de aqui se desprende lógica-
mente que si todas, son buenas, todas son
malas; que si todas son verdaderas, todas soa
falsas; que si se acogen todas, se puede pasir
sin ninguna; porque la bondad es una, porque
la verdad es una, y ni la bondad ni la verdad
pueden dividirse ni menos existir en dos eos»
contrarias entre sí.
Si es absolutamente indispensable látese
de la religión, las sociedades y los gobiero*!
tienen un deber intrínseco y sagrado de abra-
zarla y establecerla; y nó cumplirían con este
deber estableciendo un sistema que destrip
toda religión, que la hace ilusoria; porque h
tolerancia eslerior de sectas y de cultos biff
UNGÜENTO— UNIDAD RELIGIOSA
UNIDAD RELIGIOSA
630
dudar A los pueblos sobre cual de ellas y de | hubiera dejado sin la brújula de un principio
ellos es el verdadero, y acaba por establecer
el indiferentismo. Por lo mismo si la religión
es necesaria en un Estado, la unidad religio-
sa es indispensable, porque la libertad de
practicar la que acomode á cada cual es la
negación ó el aniquilamiento de todas.
°li unidad religiosa es en un pueblo la
espresiun mas tija, mas segura, y mas digna
de pe no se puede vivir sin el auxilio de la
religión; porque este pueblo dice: «tengo una
religión i que es la base mas Arme y estable
de mi existencia; todo lo conformo y arreglo
¿ ella; y no consiento ni que se predique
contra la misma, ni que se rinda culto á nin-
guna otra. Yo no penetro en ¡a conciencia de
ningún individuo, este es un negocio propio
i|ue á nadie raas que a él interesa, como que
él solo tendrá que dar cuenta en sn dia. El
pensamiento individual podrá tener las creen-
cias que mejor le cuadren. Pero yo que nece-
sito de una base fija, á ella esclusivamente
arreglo mis preceptos, á ella atempero mis
castigos, con sujeción á ella sola pido cuentas
cuando trato de calificar las accionas esterio-
res. Esla es mi organización; quien no la abra-
ce, no está conmigo; quien no se sienta libre
dentro de ella, deje de ser mi ciudadano y
vaya á establecerse en donde le convenga.»
Esto dice y báce un pueblo católico. No vio-
lenta las conciencias, no fuerza al nombre á
abrazar una determinada religión ín el fuero
iulernu. io que le impone es la obligación de
conformar sus actos estemos á las prácLicas
ile la religión cotólica. La unidad relújiosa,
es, por lo mismo, una doctrina inatacable ante
larazonyel sentido común.
Los que desean la libertad de cultos, y
téngase presente que no hablamos de los que
piden libertad de conciencia, dicen que la
Kspaña comenzó i declinar cou los destierros
de los judíos y de los moriscos decretados' por
los reyes Católicos y por Felipe III. Los que
asi discurren cometen graves errores. Enton-
tes so alejaron de España unos cuantos adine-
rados comerciantes y laboriosos y entendidos
labradores; pero en cambio recobramos un
gran vigor y establecimos la unidad de prin-
cipios, de miras y de intereses. Latinidad re-
ligiosa nos dió el genio emprendedor con que
nos remontamos al cielo, divisamos un mundo,
le poseímos y le civilizarnos, y nos dió ese
poder inmenso conque hicimos tremolar por
«Europa amedrentada los pendones de Cas-
tilla, í-dunidad religiosa nos libró del pro-
testantismo, ese Jónix eme se renueva cien y
cien veces por carecer de elementos propios;
ese Proteo que está mudando siempre de doc-
trina porque no puede bailar una en donde po-
sarse. Sin la unidad religiosa el protestantis-
mo nos hubiera sorprendido en medio de la
fusión de tantas pequeñas nacionalidades como
fijo é igual en todos, y con nacionalidades
distintas, con miras diversas, con intereses
enconlrados, con móviles opuestos, nos hu-
biera arruinado y hecho impotentes ante la
faz del mundo que habíamos asombrado antes
con nuestro poder. Otras causas por lo mismo
han sido las que contribuyeron á la decadencia
de España, y" esta hubiera sido mas rápida y
mas antigua sin la unidad religiosa. Otro
ejemplo muy cercano nos enseñará cuanto va-
le y cuanto puede la unidad religiosa. Cuan-
do tos ejércitos de Napoleón se derramaron
por el continente, ¿qué hicieron todos esos
pueblos de la libertad de cultos, y qué es lo
que España hizo? Miejitras ellos huían despa-
voridos ó se afiliaban al conquistador, y este
arrumbaba unos tronos para crear otros á su
antojo, la unidad religiosa electrizó á la ca-
tólica España, y sus hijos todos, alumbrados
por la luz de una misma fé y dirigidos por la
voz de una misma religión, tuvieron suíicieu-
le brío para acometer al gigante, para comba-
tirle y vencerle.
Sin la unidad de la religión, sin la fijeza
de ideas, de principios, de creencias, de mi-
ras y de intereses que de ella recibimos, las
desgracias de este pais hubieran sido y serian
desastres; los reveses destrozos; la debilidad
miseria, y las tempestades políticas la muerte.
Eu nada amengua !a fuerza del anterior racioci-
nio el ejemplo que se cita de otras naciones
en que visiblemente se prospera con la liber-
tad de cultos, porque para esto era necesario
probar, y no se probará por cierto, que la
prosperidad de que gozan se debeá esa misma
libertad y no se hubiera obtenido existiendo
la unidad religiosa. Mientras, esto no' se de-
muestre, y nadie lo ha demostrado hasta el
dia, puedo responder que esa prosperidad se
debe á otras causas, y que no se obra y con-
sigue por la falta de unidad religiosa sino á
pesar de esa falta.
Y con efecto, los Estados Unidos serian
mas felices si la unidad católica fecundara ese
hermoso pais; porque la población crecería,
no por aluvión, sino gradualmente, y seria
homogénea; porque la industria prosperada
con aplomo y no ^comprometería con sus gi-
gantescos pasos la suerte de tantas familias,
ni barra tan estensa la plaga del pauperismo;
porque su civilización seria mas sólida, mas
estable; mas duradera. La prosperidad de ios
Estados Unidos es inmensa, pero transitoria y
efímera. EL dia eu que se llene su territorio y
falte el gran elemento de la tierra; el dia en
que la industria llegue ásu exuberancia; el dia
en que su comercio sufra contrariedades, eu
vario se buscará el lazo que une al Norte con
el Mediodía y al Este con el Ocaso; en vano
se buscará la unidad de su mole envidiado,
é phtribus unutti; en vano se buscará el vin-
formaban la Españade los siglos. medios y nos j cilio que liga unos pueblos con otros. Eutou-
tiubrera enemistado, dividido y muerto. Nos ees se verá que el unum se rompe, y, que soto
651
UNIDAD REL1GI0SA-UNIGENITUS
653
queda el pluribús aislado, dividido, debilitado
'é impotente.
"También ta Inglaterra tiene prosperidad á.
posar de su libertad de cultos; mas si no tu-
viera esta; aquella seria niayor, porque no se
agitaría continuamente en las Incisas en qne
se ve á consecuencia ds la diversidad de reli-
giones. El día en que ese pueblo do la liber-
tad protestante tenga un. desastre en los mares
ó én sus posesiones de la ludia, ó el dia en
que Itts masas de bombres miserables, degra-
dados y envilecidos por la pobreza que exis-
ten en las islas escuchen el ¡ema infausTo de
libertad, igualdad, fraternidad, ese dia sedes-
bordarán con grande Ímpetu los millones de
proletarios que cobija su suelo, y concluirán
con la prosperidad mas artificial que sólida do
que boy hace ostentación y gala.
La -unidad religiosa es por consiguiente el
gran principio, el elemento conservador, ta
baso mas esencial de la organización socialde
un- Estado. Fuera de ella solo se encuentran
peligros ó desastres; dentro' ele ella siempre
se ven tranquilidad y confianza.
UNIGENITOS. Con este nombre se conoce
una bufa' ó constitución del papa Clemente XI
dada .en el mes de setiembre do Í713 que em-
pieza por estas palabras, Unigenitus Dei fi-
lius y condena cien proposiciones sacadas
del -libro del padre Qüesde!, sacordole del Ora-,
torio titulado: El Nuevo Testamento traduci-
do al francés con reflexiones morales. Estas
proposiciones se reducen á cinco ó seis pun-
tos úé doctrina que son otros tantos .errores y
que' ya habían sido condenados en los escritos
de Bayo y de Jausenio. Asi como este último
np habia escrito su libro titulado; Áuijustinus
sino para justificar los- sentimientos de Bayo,
Qúesrícl compuso el suyo para estender bajo
apariencias de piedad la doctrina de Jausenio.
En efecto, el obispo de Ipres babia enseñado
que nunca se resiste á la gracia interior, y
había lachado de semi-pelagianismo y' de he-
regia lo opinión contraria. Qnesnel por su par-
te decia, que la gracia de Dios es la operación
de todo su poder, á la que nada puede resis-
tir; compara la acción de la gracia á, aquello
por que. Dios ha creado el mundo, ha obrado
el misterio de la Encarnación y ha resucitado
á Jesucristo. Concluye de esto que cuando
Dios quiere salvaron alma, se salva infalible-
mente. 'De lo qué se deduce: !.° que cuando
no se> salva es porque Dios no quiere, siendo
asi que Dios quiere que todos los bombres se
salven, como lo afirma San Pablo: 2." que si
un hombre peca, es porque carece de gracia;
otro error reprobado por la Sagrada Escritura
y por San Agustín: 3.° que para pecar ri para
hacer una obra buena, para merecer 0 desme-
recer, no es preciso estar eximio de necesidad,
sino que basta eslarlo de Coacciono violencia,
puesto que cuando el hombre tiene gracia obe-
dece á el'a necesariamente, y "cuando no la
tiene) está en ta imposibilidad de hacer obras
buenas. Esta es la doctrina condenada en la
tercera proposición de Jansenio.
La condenación de Quesnel lo mismo rnic
la de íáhsenio, no esperimentó con híidíccioa
en la mayor parle de la infesta católica. Todos
los teólogos no prevenidos conocieron desde
luego la falsedad ó impiedad de la doctrina
censurada por la bula Unigenitus y la perfec-
ta semejanza de esla doctrina, con la que Ino-
cencio -X babia proscrito en 1653. Pero en
Francia, donde los ánimos estaban en fermen-
tacion y el error hahia hecho grandes progre-
sos, esta bula osciló muchas disensiones, Yié-
ronse obispos, corporaciones eclesiásticas y
escuelas de teología, apelar de la decisión del
papa á üri futuro concilio, cuya convocación
estaban bien seguros que no se haría, y no se
reparó en medios para justificar la doctrina
condenada. Este fanatismo ha - durado hasta
nuestros dias; y aunque por fortuna se lian
catmado algo ¡os ánimos, aun hay espíritus
pertinaces imbuidos en él desde la "infancia, y
que todavía se obstinan en defender la dos-
trina de Quesnel y miran su libro como una
obra maestra de teología y de piedad.
Innumerables son los argumentos que se
han hecho contra la bula Unigenitus para ¡la-
ceria odiosa y despreciable, basta tal pimío,
que necesitaríamos un tomo entera para re-
ferirlos.
Én primer lugar soba dicho y repelido cien
veces que las proposiciones condenadas en
Jansenio y en Quesnel son la doctrinapura de
San Agustín.
Se ha añadido que la bula Unigenüus no
habiendo condenado las 10 1 proposiciones ile
Quesnel mas que en globo , ninguna verdad
ensena á los fieles y no puede servir para ar-
reglar su fé.
Se dice ademas que el asunto de la conde-
nación de Bayo, de jansenio y. de Quesnel do
ha sido mas que una intriga dirigida por los
jesuítas, enemigos declarados de los agustinos,
y que tuvieron bastante influencia en liorna
para hacer proscribir la doctrina de sus adver-
sarios.
Si los condenados- so hubieran limitado á
hacer argumentos teológicos hasta cierto pun-
to, se les podría disimular su funesta cegue-
dad, pero recorrieron á otros medios mas re-
prensibles. La sátira y el ridiculo llevado al
■ esceso, los sarcasmos y los dictados injurio-
sos se pusieron en juego para desacreditar al
pontífice, á los obispos, ,á los doctores y ó lo-
dos.los dffensores do la bula. Todo París pare-
cía acometido de uu acceso de frenesí, yla
enfermedad se propagó bien pronto á las pro-
vincias. Los incrédulos supieron aprovecharse
de esto para hacer odiosa la 'teología y el *
por la religión; afortunadamente, la necesidad
ie defenderse contra ellos llamó, la alen'*
dedos teólogos hacia este 'objeto; en el día y*
no tiene la doctrina de Bayo, de- Jansenio y lo
Quesnel mas defensores que los protestante;
UNIGENITOS- UNIVERSIDADES
654
esle es el sepulcro que Dios le había destinado,
CS10. [Historia natural.) Género de mo-
luscos acéfalos del orden de los lamelibran-
quios y de la familia de los mililáeeos, deno-
minado también almeja de pintores, y cuyo
oanider distintivo es tener su díamela dos
(líenles eu-caáa valva. Las especies mas cono-
cidas son; la concha de rio (mya pictorum de
L¡n,), de nácar argentado y brillante , y de
que se valen los pintores para desleír sus co-
lores, y la almeja del Bhin {mya margarüi-
fera de Lin.), cuyo nácar y concreciones pue-
den compararse con las procedentes dé la es-
pecie asiática.
ÜSION. Canónicamente es la agregación de
¿os beneficios ó de dos iglesias, hecha por la
autoridad del superior eclesiástico en ios lér-
lüinüs prevenidos en el derecho.
En los primeros siglos del cristianismo no
ttrtq ni pudo tener lugar la unión de iglesias
ó de beneficios, porque entonces," lejos de ser
aquellas ó estos escesivos, erau por el contra-
lio insuficientes. Las desgracias sufridas por
varias iglesias en el siglo VII, y los. trastor-
nos causados en todo el orbe cristiano durante
la irrupción de los bárbaros del Norte, hicie-
ron necesaria la unión de varias iglesias; y
desde este 'tiempo comenzó á hacerse uso de
esle remedio para armonizar y satisfacer las
necesidades espirituales de los fieles.
la unión es ó real ó personal; entendién-
dose por la primera la que se hace de dos be-
neficios con carácter de perpetuidad, y por la
segunda la que se hace solo temporalmente en
favor de persona determinada. La unión real
se verifica, o agregando dos benelicios de mo-
do que no haya luego mas que un solo lítulo;
ii agregando un beneficio como accesorio, á
draque se considere principal; ó reuniéndo-
los en el mismo estado en que se encontraban
sin ninguna 'dependencia. entre si, aunque con
un sulo titular.
Las uniones de beneficios se hacen, ó por
el pina motu propio; ó por el papa dando en-
cargo i un comisario in pariibus • o por el
otósuo en los casos no reservados á Su san-
tidad.
. La unión lo mismo puede hacerse de un
obispado á otro que de una parroquia á otra,
siempre que lo aconséjen la necesidad ó la con-
veniencia de las iglesias y de los fieles.
Asi como pueden unirse las iglesias y los
beneficios, asi también pueden desunirse ó
separarse, perteneciendo el poder de desunif
a la misma autoridad á quien ! corresponde el
ue unir.
, Para realizar ¡a unión ó desunían de igle-
sias ó beneficios , < es preciso instruir mi espe-
dente canónico en que se haga constar cum-
plidamente la necesidad ú utilidad nolable del
neclio;. en cuyo espediente debe oírse á los
párrocos, á los patronos de las iglesias ó be-
neficios, á la autoridad local, á los vecinos de
111115 probidad é instrucción. Formalizado asi,
debe conferirse audiencia al fiscal del tribunal
eclesiástico, el cual espondrá su parecer, ha-
ciéndose las pruebas', averiguaciones é inda-
gaciones que estime conducentes y proponga.
Evacuado esto, recaerá auto rleclaratario de la
necesidad y utilidad, notificándose á los inte-
resados y remitiendo copia del espediente al
ministerio de Gracia y Justicia para ¡a aproba-
ción de S. U. Asi se dispone en la real órden
de 24 de febrero de 1844, que se baila vi-
gente.
UNII'ELTADOS. [Historia natural.) Familia
de crustáceos masticadores del órden de los
eslomápodos caracterizados por tener el .escu-
do de una sola pieza que cubre la cabeza, y
cuando menos los primeros segmentos del
toras.
UNIVERSIDADES. Se llama asi á un cuerpo
de profesores establecido por la autoridad pú-
blica, para enseñar las ciencias, la literatura y
ios idiomas antiguos y modernos, aunque lo
mas general es que la enseñanza que se da en
las universidades esté distribuida en cuatro fa-
cultades, que son: teología, jurisprudencia,
medicina y artes. lían sido muy notables mu-
chos de estos cuerpos académicos de enseñan-
za pública, los que han disfrutado de muchos,
privilegios é inviolabilidades, teniendo una le-
gislación especial que favorecía estremadam en-
te á los escolares, y estas ventajas y el natural
deseo de conservarlas , han ocasionado dispu-
tas y aun luebas muy encarnizadas. La ense-
ñanza que se da en las universidades es lla-
mada superior, porque sirve para poseer una
ciencia especial y también habilita á los que
como profesores luego han de enseñarla. . El es-
tudio de las cuatro facullades ya citadas, pre.vio
el grado de bachiller en filosofía se hace en
varios años ó cursos académicos que nunqa
pasan de siete y que se determinan en los pro-
gramas de estudios y reglamenlos -vigentes.
En las universidades se estudian también .las
asignaturas que se .requieren- para aspirar al
grado de doctor, que es ya el último en las res-
pectivas carreras que supone la última per-
fección en ellas y que habilita para wia's pro-
fesiones. Esta multitud y variedad de materias
de enseñanza, se avienemuy bien con el nom-
bre de universidad que trae su origen de cosa
universal, y que se aplica no solo al conjunto
de. ios estudios, sino al cuerpo faeiiltath-o en-
cargado de la (mseñanzay hastasc designa con
el nombre de universidad el mismo local de los
estudios.
Los antiguos no conocieron lo que nosotros
entendemos por universidad. En Crecía la edu-
cación era pública y común, y en Roma, du-
rante los primeros siglos de la república", el es-
tadio de las ciencias y la lileratüra era consi-
derado" como inútil y solo, mas adelante se fun-
daron escuelas para la enseñanza de la reíórjca
y la filosofía. Bajo el imperio estas escuetas se
multiplicaron en todas las provincias someti-
das á la dominación romana. La dirección de
(¡55
estas escuelas estaba confiada á un gefe que
tenia autoridad sobre maestros y discípulos y
que estaba ayudado por vigilantes encargados
de-dirigir la educación física de los jóvenes,
vigilando sus hábitos y costumbres, La diso-
lución de la sociedad antigua acarreó la ruina
de las clases, que lucieron lugar á las escue-
las eclesiásticas establecidas en las metrópo-
lis, cerca délas iglesias, bajo la protección de
los obispos que no se desdeñaban de ensenar,
basta que las escuelas eclesiásticas á su vez,
después de baber brillado tanto, cayeron en la
oscuridad y la ignorancia prevaleció. Cario-
Magno fué el primero que hizo algunos es-
fuerzos para disipar las tinieblas en que estaba
sumergido el Occidente, á escepcion de algu-
nos monasterios aislados. Llamó a su lado á
todos los sabios cstrangeros y cou la ayuda de
Alcuino, de Clemente y de Juan Seoto, con
otros discípulos de Beda, consiguió reanimar
el estudio de las ciencias y la literatura en las
Galias y la Italia. Alcuino á quien Carlo-JIagno
se complacía en llamar su maestro, fué puesto
á la cabeza de la escuela palatina que seguía
al principe por todas sus residencias, y por
eso los antiguos historiadores han atribuido á
Carlo-ltagno la fundación de la universidad ó
mas bien de las universidades, pero ya se sa-
be que es preciso llegar á una época mas cer-
cana á nosotros para hallar el origen de esos
grandes centros de instrucción que tanto han
influido en los destinos del género humano,
los sucesores de Carlo-Magno mantuvieron las
escuelas que él habla fundado, y entre los dis-
cípulos ilustres que salieron de la escuela de
París, se cita' á Gerbert que fuó papa con el
nombre de Silvestre II y que había pasado á
adquirir la ciencia á Córdoba y á Sevilla entre
los árabes de España. Hacia fines del siglo XII
comenzó á manifestarse una revolución en las
escuelas europeas y continuó en el siglo XIII,
época en que se constituyeron y organizaron
las mas célebres universidades como las de
Italia, Inglaterra y Faris. El origen de todas
las universidades fundadas en la edad media,
es una escuela libre á la que los principes to-
man bajo su protección, ii la que enriquecen
con sus dones y á la que confieren numerosos
privilegios. Asi sucedió en las mas antiguas
universidades de Europa; la de Bolonia tan cé-
lebre por el renacimiento del derecho roma-
no fué fundada én 1 HÍ por la célebre conde-
sa Matilde; la de Oxford, cuyo origen se re-
monta á las escuelas creadas en el siglo VIH
por Alfredo el Grande. Estas escuelas todavia
florecientes en ol reinado deEduardo el Confe-
sor, decayeron con la conquista de Inglaterra
por los normandos y solo recobraron su brillo
en el reinado de Esteban. Una porción de so-
beranos imüaron á porfía la conduela del rey
de Francia con la universidad de Parla, pues el
impulso estaba dado, y en el siglo XIII se
fundaron nuevas universidades; la de Pádua y
Ñapóles en Italia, las deJTolosa y Montpeller
m
en Trancia, y la de Cambridge en Inglaterra
las universidades de Alemania solo datan del
siglo XIV, y las mas antiguas son las de Pra-
ga, de Viena, de Bolonia y de Heidelberj, ¿
dos principales universidades de los Países fia-
jos, las de Lovainay de Licja, fueron fundadas
en el siglo XV y á todos estos establecí mionlosse
puede decir que sirvió de modelo la universi-
dad de París. Los estudiantes concurrían i las
universidades con un ardor indecible yhácia
fines de el siglo XIII, la de Bolonia conlabi
diez mil alumnos. Había veinte mil ea Oxford
y veinte y cinco mil ea París en U6I ala
muerte de Carlos Vil. Esta universidad de Pa-
rís pasó por la mas célebre y la mas imperiau-
te y se hizo digna de los favores y los privile-
gios que se le otorgaron por el progresivo im-
pulso que dió á los estudios y por los doctores
famosos que en las diferentes facuillades,
atraían á sus lecciones considerable uúmero do
alumnos, siendo la facultad de teología laque
mas se distinguió por las sanas doctrinas que
enseñaba y que defendía en los concilios, las
universidades do Alemania y de Inglaterra, lian
conservado su forma primitiva y sus bodíIÍIii-
ciones curiosas de estudiar, presentan al ob-
servador uno de los últimos reslos de la edad
media en medio de nuestra civilización mo-
derna. Hay una diferencia fundamenta! eolre
■las costumbres universitarias de la Alemania y
otras naciones de Europa: el cuerpo de profe-
sores antiguo y numeroso , forma una clase
aparte que ejerce en el país grande inílueiiciaf
lo mismo el cuerpo de estudiantes , cuyo gé-
nero de vida, difiere esencialmente del que
tiene el resto de la juventud alemana. Las uni-
versidades inglesas abrazan todos los conoci-
mientos humanos, pero como las cátedras son
debidas á fundaciones particulares, no lia)'
aquella unidad de enseñanza que se advierte
en otras universidades. Por lo demás, las cos-
tumbres de estos colegios, la disciplina, la du-
ración de los esludios, todo, hasta el trago o»
poco monacal, conservado por los maestros)'
los discípulos, recuerda el tipo y las ¡nstilucis-
nes del tiempo pasado y sobre todo caracte-
res distintivos de la edad media.
En la actualidad se conocen en España con
el nombre de universidades los estnbleéimicri;
■tos públicos de enseñanza en que ademas déla
facultad general de filosofía, se estudian-upa
ó mas facultades superiores, y en los que se
confieren los tres grados académicos.
Diez son las universidades del reino. I.a qus
enlre todas ellas obliene la primada es lace»-
tral de Madrid, la única en que se enseñan lo-
rias las facultades y la única en quese recibí"
grado de doctor, como que solo en ella se lu-
cen los estudios necesarios para recibirle»
sean los del tercer periodo de cada faciil»
Las otras nueve universidades de distrito exis-
ten en las ciudades de Barcelona, Gniws,
Oviedo, Salamanca, Santiago, Sevilla, Valencia,
Vallad olid y Zaragoza.
UNIVERSIDADES
<¡S7
UNIVERSIDADES
(¡5S
Hubo fflaíor numero de universidades en
la Península, y con dificultad se hallará pais en
que mas universidades hubiese en proporción
al ¡u'imero de ios habitantes. Para probario re-
producimos !a noticia de la fundación dé las
principales universidades del reino, qué yahé-
mrjs insertado en el tratado especial de, univer-
sidades,, de los ciento qí¡e comprende la ins-
trucción para el pnebio.
Universidad de Alcalá, actualmente cen-
tral de Madrid, fué fundada por el lamoso car-
denal Cisucros en Alcalá, poniéndose la pri-
mera piedra en VG de febrero de 1498, é inau-
gurándose tn 2G de julio de 1508. Empezó á
trasladarse á Madrid en 1S36 y concluyó
en 184?.
■ Universidad de Santiago. Fué fundada por
el arzobispo don Aionso de Fonscca cu 1532.
Universidad de Oviedo. Fué fundada por
i!on Fernando Valdés, arzobispo de Sevilla,
qne estableció diez y siete cátedras y murió
en 15G8. .
Universidad de Valladdid. Fué fundada
ene! año de I34G por don Alonso XI, con bu-
Sa qnc obtuvo del pontífice Clemente TI, jíá-
biraáijliegado esta universidad á sor la terce-
ra en estimación en España. El colegio mayor
llamado do Santa Cruz, fué fundado en el. año
de liSÓnof don Pedro González de Mendoza,
cardenal y arzobispo de Toledo, y habiendo
olro colegio llamado de los Yeiartles , por ha-
ber sido fundado por (Ion Juan Velarde para
que en él entrasen y se educasén lodos los de
esla familia. Eran rectores alternativamente do
¡a universidad ios graduados y ios colegiales
mayores, aunque no fuesen graduados.
Universidad da Palmcia. Fué funddu
por el rey dou Alonso W dé Castilla en el
año de. 1100, y en ella estudió Santo Domingo
de Guzmait, asi como San Julián, obispo de
Cuenca. Fundada la universidad de Salamanca,
se trasladaron á ella las escuelas que había
en Falencia.
Universidad de Salamanca. El rey don
Alonso empezó á fundar la universidad de
Salamanca para que sus subditos no tuviesen
necesidad de acudir i Falencia, y éstas mis-
mas escuelas de Falencia fueron trasladadas á
Salamanca por la comodidad del siiio, por el
santo rey don Fernando en 1343. Don Alonso
el Sabio colmó de privilegios y rentas á esta
universidad, y los pontífices Alejandro IV y
Clemente V también la concedieron sus gra-
cias, siendo* muchos los pontífices y reyes
que han consultado y hecho aprecio de esta
'universidad, que tenia cátedras de todas fa-
cultades, y privilegio de. ser uno de los etia-
b'O estudios generales del mundo. Los otros
tres son los de. Bolonia, Barls y Oxford, ha so-
lemnidad de los actos públicos, la reputación
<<e los maestros, y el renombre de los varones
[pie hnn salido de las escuelas de Salamanca,
uan hecho á esta universidad célebre en todo
el mundo.
2*H BIBLIOTECA POPULAS.
Universidad de Avila. . Fué fundada en el
colegio de dominicos de Santo Tomás por
fray Tomás de Torquemada, inquisidor gene-
n eral, cu i 482,
Universidad de Tarragona. Fué fundada
por el cardenal arobispo, don Gaspar Cervan-
tes, en el año. de'1572.
' Universidad de Lérida. Fué fundada por
el rey don Jaime II en el año de 1300, y en
ella se graduó y fué catedrático don Alonso de
Eorja, que después fué el papa Calixto III.
Universidad de Oñale. Fué fundada en
¡543 por don Rodrigo Marcado y Zria'zól'a, vi-
rey de Navarra, y arzobispo de Santiago.
Universidad de Valencia. So empezó á
ftindar por parecer do San Vicente Ferrer en
el' año 1411, después se perfeccionó é ins-
tauró, siendo confirmada por el pontífice Ale-
jandró VI en el año de 14íi9. Constaba de
cinco colegios, y cu ella enseñó San Vicente
las lelras sagradas. El rey non Fernando el
Católico concedió muchos privilegios á esta
universidad.
Universidad de Zaragoza. Hay quien
hace remontar la fundación de esla universidad
ai año de 1474, en' que prometió la fundación
don Pedro Cerbuna, obispo de Tarazo na, pero
el verdadero carácter de universidad no le tuvo
hasta el año de 1543 en el que bajo los aus-
picios del emperador Cárlos V, se aumentaron
cátedras y rentas, habiendo ido en aumentó
después basta pasar de veinte y dos las cáte-
dras establecidas. Fué confirmada por los su-
mos pontífices Lucio 111 y Paifío I V.
Universidad de Cefvera. Fué fundada por
el rey don Felipe V, que la dotó con mtiulios
privilegios y con suntuosas aulas, de modo
que obtuvo nombradla á pesar de estar silua-
da en una población de segundo órdetr. Todo
fué porque Cerrera se conservó en la obe-
diencia del rey durante las guerras de su-
cesión. -
Universidad de Barcelona. Fué fundada
por los antiguos reyes de Aragón. Según Uui
Méndez se fundó. eu el año de 1346, y se am-
plificó en 1501. Esta universidad' decayó eu
la guerra de sucesión, y fué refundida en la
de Ccrvera por Felipe V, quejoso tic ios habi-
tantes de Barcelona.
ha universidad de Granada fué fundada
en el año de 1531 por el invicto emperador
Cárlos V. ha de Pamplona en el año IGUS por
el rey don Felipe 111, y la de Gandía por San
Francisco de hoiau, cuarto duque de Gandía,
en 1549, habiendo sido mas ó menos céle-
bres las de Sevilla, Toledo, Tortósa. Sigfeliiás
Oriíuicla, Osuna y Baeza, sin contar con la cé-
lebre universidad de Huesca, fundada por Ser-
torio para estudio de letras latinas y griegas,
setenta años antes de Jesucristo.
Todas las universidades del reino " poseen
fincas, mitas y censos, cuyo 1 producto anual
varia, pero que arroja un año con otro la no-
table suma de veinte y seis mil duros distri-
x. xxxm. 42
659
UNIVERSIDADES
baldos del modo siguiente, según los datos
que remitidos por el gobierno obran en la co-
misión de desamortización:
Barcelona 38,000 reales.
Madrid. 250,000
ttviedo. ........ 3,000
Salamanca 90,000
Santiago 86,000
Sevilla 8,000
Yalladolid 25,000
Zaragoza 20,000
Faltan los datos de la universidad de Va-
lencia y ríe Granada; pero á pesar de esto, de
los derechos de matriculas, y de otros produc-
tos eventuales, la instrucción pública se sos-
tiene principalmente con las cantidades que
fígnran en los presupuestos generales del Es-
tado que cada año deben aprobar las corles,
Los distritos universitarios en que está di-
sidida la Península son los siguientes:
Distrito de Madrid. Comprende las pro-
Tincias de Madrid, Avila, Guadalujara, Toledo,
Cuenca, Ciudad Real y Segovia.
Distrito de Barcelona. Comprende las
provincias dé Barcelona, Gerona, Lérida, Tar-
ragona é Islas Baleares.
Distrito de Granada. 'Comprende las pro-
vincias de Granada, Málaga, Almería y' Jaén.
Distrito de Oviedo. Comprende las pro-
vincias de Oviedo y León.
Distrito de Salamanca. Comprende Jas
provincias de Salamanca, Ciceres y Zamora.
Distrito de Saiitiago. Comprende las pro-
vincias de la-Coruña, Orense, Pontevedra y
Lugo
Disirito de Sevilla. Comprende las pro-
vincias de Sevilla, Huel va, Córdoba, Cádiz -y
Badajoz._
Distrito da Valencia. Comprende las pro-
vincias de Valencia, Alicante, Castellón, Mur-
cia y Albacete.
Distrito de Valladglid. Comprende las
provincias de Valladolid, - Soria, Santander,
Burgos, Alava, Vizcaya, Guipuzcua y Palencia.
Distrito de Zaragoza. Comprende las pro-
vincias do Zaragoza, Huesca, Teruel, Navarra
y Logroño.
Las islas Canarias forman un distrito parti-
cular, cuyo gefe es el gobernador de la pro-
vincia. En los demás distritos los gefes natos
son los rectores de las respectivas univer-
sidades.
Asi como en la universidad central se en-
señan todas las facultades, en las universida-
des de distrito solo se enseñan aquellas fa-
cultades que se determinan en el real decreto
de 28 de agosto de 1850.
Del número de escolares que atendida la
población concurren á las universidades, pue-
den dar idea los números siguientes:
En la jurisdicción escolástica de Madrid re-
cibieron la segunda enseñanza oficial directa
ó con intervención del gobierno 2,630 júveneí
en la forma siguiente durante el curso acadé-
mico de 1853 á 54:
Institutos universitarios ... 949
Institutos provinciales 302
Escuelas pías. ........ 289
Colegios particulares. .• . . . 730
Enseñanza doméstica 270
2,630 '
■He aqui el número de cursantes, ó á ln
menos de matriculados, qué tuvieron las cuito
secciones de esa facultad heterogénea II lima-
da filosofía, y que, no obstante su titulo, cu-
tre treinta asignaturas solo cuenta una do filo-
sofía propiamente dicha:
Ür» Literatura 142
2. * Administración 241
3. a Ciencias físico-matemáticas. 58
4. *, Ciencias naturales Gl
502
Adviértase, sin embargo, que la inmensa
mayoría de estos escolares siguen al propio
tiempo los cursos de otra facultad; resultando
de ello consecuencias harto poco satisfactorias
para la solidez de los buenos estudios,
Las demás facultades tuvieron en dicho
curso la matricula siguiente:
Farmacia .'¡10 alumnos.
Medicina, cirugía, etc. t . 472
Jurisprudencia 800
Carrera del notariado. . . 396
2,053
Estas cifras 'presentan un ligero aumento
sobre los corespondientes al año académico
anterior, escepluando la de medicina, facultó
que tiene ocuenta y cinco alumnoa.meiiosnuc
en 1853.
En el presente curso la esladíslica eseulur
arroja los siguientes resultados en el ulslrllo
universitario de Madrid; qqe comprende por
consiguiente los colegios particulares é Insli-
tutos de la provincia.
Latin y humanidades. . . 1,500 matriculados.
Eilosofía elemental., , . 914 _
Literatura. ........ 108
Administración.. .... 209
Ciencias fisico-matemáli-
cas. . . .- 49
Ciencias naturales. ... 27
En las resLautes facultades, ó sean las lla-
madas mayores, aun con el restablecimiento
de la facultad de teología, verificado úW»;
mente en las universidades de Madrid, Sanlia-
661
UNIVERSIDADES
662
¡m Sevilla .y Zaragoza, todavía no pásala ma-
tricula en el distrito de Madrid de los números
siguientes:
¡farmacia. . i. 303
Medicina y cirugía 398
Jurisprudencia 841
Notariado . ■ 322
Teología. . j i
Total 1,905
Como se infiere por la anterior estadística
las universidades son cabezas de distrito y á
ellas respectivamente están incorporados para
los efectos conducentes, al buen gobierno de
la instrucción pública y para incorporación de
cursos de ios escolares, aquellos institutos y
establecimientos de enseñanza en que se dé
Rata con todos los requisitos y ostensión que
previene el plan de estudios vigente. Este es
el principal motivo de que todo et territorio de
la monarquía se halle dividido en los distritos
llamados Universitarios, de que ya queda lie-
cha mención y que corresponden á la univer-
sidad de quien toman el nombre.
Para la dirección, gobierno interior y ad-
ministración de las universidades bay en pri-
mer lugar un redor gefe único y esclusivo
que dirige bajo su responsabilidad, sin mas
sujeción que á los reglamentos y órdenes deí
gobierno los que debe-cumplir y hacer cum-
plir y nauy particularmente todo lo prevenido
en el pian general de estudios, vigilando, el
cumplimiento de las obligaciones de los deca-
nos, catedráticos, dependientes y alumnos. So-
lo los rectores pueden seguir correspondencia
oficial con el gobierno, consultarle, dirigirle
informes y datos esíadisticos, etc. Pero las
obligaciones de los rectores no so concretan
al establecimiento de su inmediato cargo: sien-
dii gofos natos de los distritos universitarios y
de los establecimientos de enseñanza en ellos
comprendidos, les corresponde visitarlos, for-
mar su estadística anual, decidir dudas que
en el orden académico se susciten é informar
al gobierno de, todo. Están encargados, ade-
mas, de la recaudación y distribución de cau-
dales, debiendo formar al principio de cada
mes y para elevarlo á la Dirección de instruc-
ción pública el presupuesto de los gastos que
calculen necesarios para el mes siguiente.
Los decanos dirigen sus facultades res-
pectivas en lo, relativo á la enseñanza y régi-
men interior, con sujeción á tos reglamentos
y ¿ tas disposiciones del rector, pero cuidan
principalmente^del orden literario de los es-
tudios, esplioaciones y asistencia de los pro-
fesores, subordinación y compostura de los
alumnos. Los decanos son los que tienen i sus
ordenes á los bedeles, porteros y dependien-
tes destinados al servicio de sus respectivas
facultades.
El bibliotecario que hay en cada universi-
dad custodia los libros, cuida de su buen ar-
reglo y clasificación, forma los índices y pro-
cura el aumento de la biblioteca, haciendo
presentes sus necesidades.
El secretario- general estiende las actas
de los actos públicos y reuniones del claustro,
instruyelos espedientes, espide las certifica
ciones y lleva los libros y registros con órden
y claridad, siendo personalmente responsable
de la recta instrucción do los espedientes y
de la veracidad de los documentos que en
ellos obren.
El rector de cada universidad y el decano
de cada facultad son nombrados por S. ÜE en-
tre los catedráticos de la universidad; pero el
profesor que fuere nombrado rector deja de
ser catedrático.
La reunión de los catedráticos de cada fa-
cultad forma el claustro de la misma y la re-
unión délos doctores de todas las facultades
forma el claustro genera!, convocado y presi-
dido por el rector. Los catedráticos son nom-
brados por S. M., generalmente por oposición
y previos varios requisitos que se marcan en
los reglamentos. El profesorado constituye una
de las carreras mas distinguidas, en la que los
catedráticos ascienden y ganan sueldo, se-
gún su antigüedad en*la enseñanza y su cate-
goría en la carrera, que forma tres clases, de
entrada de ascenso y de término. Para estos
erectos los profesores están inscritos en un
cuadro general formando escala y ademas los
méritos contraidos por los catedráticos en la
enseñanza son recompensados con plazas cor-
respondientes en las-demas carreras del Esta-
do, perí) el cargo de catedrático es incompa-
tible con cualquiera otro destino que tenga
sueldo del Estado y que requiera asistencia
personal que perjudique á tas obligaciones de
la enseñanza: también es incompatible con to-
da profesión que desdiga del lustre dé tan dis-
tingnido cuerpo y con el cargo de enseñanza
en establecimientos privados. Los catedráticos
propietarios no pueden ser removidos sino por
justa causa, probada en espediente guber-
nativo.
En todas las universidades bay un Consejo
de disciplina compuesto del rector presidente,
de los decanos de las facultades, de dos cate-
dráticos, un juez de primera instancia y dos
padres de familia, nombrados anualmente por
el gobernador de la provincia. Este consejo
se reúne cuando lo manda el gobierno para
algún caso especial, ó cuando el rector le so-
mete algún hecho para que sobre él resuelva
lo que haya lugar con arreglo á las penas que
permite el reglamento de estudios. El juicio
es verbal; pero el secretario, que es el mis-
mo de la universidad, estiende el acta, que
firma y de que remite copia á la Dirección ge-
neral para su conocimiento ó aprobación det
gobierno.
Los diversos títulos del profesorado se ob-
tienen mediante varios ejercicios entre ellos
663
UN1VERS1DADES-UR\N0 1
661
los de oposición y aun después de obtenidas
cátedras eii propiedad todavía hay. que hacer
oposición, para ascender en categoría, porque
i hay catedráticos de entrada de ascenso y de
término, siendo tres años los que se lian de
- servir en cada una de estas clases, antes' de
ascender á la siguiente. El nombre de cate-
drático po se da precisamente al que está ha-
bilitado para la enseñanza de una ó mas asig-
naturas en su respectiva facultad, sino al que
desempeña en propiedad alguna cátedra, las
oposiciones para obtener cátedras y pava as-
cender en categoría se verifican en Madrid y
para .ios últimos ascensos se necesita el grado
de doctor.
Itay una junta de clasificación compuesta
de varios profesores, presididos por un vocal
del consejo de instrucción pidilica y esta es la
que lleva el escalafón general del personal de
la enseñanza y la que clasifica á los profeso-
res segan su antigüedad y su categoría, eva-
cuando ios espedientes que sobre oslo se sus-
citan y teniendo siempre á la vista las hojas
de servicios y relaciones de méritos de lodos
los empleados de real nombramiento que hay
cu los establecimientos de enseñanza.
Los grados académicos son tres; id de 6íí-
nhiller, el de licenciado y de doctor y para
obtenerlos se necesita babor hecho los. estu-
dios especiales señalados en el plan vigente
de estudios, ser aprobado en exámenes y ejer-
cicios y pagar los derechos establecidos. Los
ejercicios para el grado de bachiller en filoso-
fía pueden hacerse en los institutos; pero los
grados de bachiller y licenciado solo se con-
fieren en las universidades donde exista la fa-
cultad á fjüe corresponda el grado qüe se reci-
ba, y el grado de doctor, sea la que quiera la
facultad, solóse confiere en (a universidad,
central de .Madrid. La investidura de los gra-
dos siempre se coadere solemnemente por el
ministro, por los rectores de las universi-
dades, o por el decano de la facultad respec-
tiva, cuando el grado es de bachiller. El titulo
de doctor se espide por el ministro, el de li-
cenciado, por la. Dirección de instrucción pú-
blica y el de bachiller por el rector de la uni-
versidad.
' En la actualidad se espera algún cambio y
aun mejoras favorables en el ramo de ense-
ñanza pública, y organización de las universi-
dades, teniendo ya terminados sus trabajos la
comisión nombrada para revisar 'ó mas bien
formar el plan de esludios con arreglo á las
necesidades de la época, trabajo que discuti-
do ásu tiempo en el seno de la representación
nacional, obtendrá, es de esperar, la perfec-
ción necesaria, comunicando á los ramos del
saber, el debido impulso.
UÑÓ. [Historia natural.) toase taudi-
OttAUOS.
URANIA. [Historia natural.) Género del
orden de los lepidópteros creado por fabricius
y adoptado por Lalrellle, que lo coloca en la
fa i ii ¡ Lia délas diurnas y en la tribu de las hes-
péridos; mientras que el doctor Boisdnval 16
jione, por 'el contrario, en la familia de las
nocturnas, tribu de las uránidas. Sus caracteres
son; antenas, primero filiformes y que se adel-
gazan haciéndose setáceas en su éstreuii'dad-
palpos inferiores largos y delgados, con el sel
gimdo'arte.jo muy comprimido y el último mu-
cho mas delgado y casi cilindrico,
Conócense cinco ó seis especies de este
grupo, propias e.u génrál de la isla de Mada-
gascar. De entre ellas puede señalarse como
tipo:
La urania rifea [urania rhipheus de Ora-
mer, urania prometheus de Bory de Saint-
Vieent.) El macho es del tamaño del macaón;
!a parte superior de las alas es negra con tina
multitud de rayitas trasversales y una banda
ancha y discoidea de un verde "dorado muy
brillante en las alas superiores; en las inferio-
.res hay una banda inedia y otra terminal del
mismo verde; lo de encima de las alas supe-
riores es parecido á lo de debajo; pero lo de
debajo en ¡as inferiores es do un verde dora-
do en la base y en la estremldad con motilas
negras, estando atravesado en el centro por
una faja ancha de un rojo dorado con cambian-
te dorado muy brillante salpicado A trechos de
algunas manchas negras. La hembra es la ter-
cera parte mayor que el macho, y en ella la
mancha ovalada de debajo de las alas inferio-
res, es mayor, no tan purpurina y mas dora-
da. La oruga vive sobre los mangas. Al salir
del huevo es casi lisa y de color verdoso; des-
pués de ta primera unida se vuelve negra, se
cubre de espinas, y hace salir cuando quiere
dos cuernos rosados y retráctiles colocados en
el primer anillo; al adquirir todo su crecimien-
to, es aguzada, y ensanchada late ra linéate Ini-
cia el centro, y de cerca de S centímetros de
largo, a los lados tiene un festón de dientes
de lobo, compuesto de muchas fajas irregula-
res de puntos blancos, verdes y amarillos; Ins
cuernos, que al salir son de un rosa bajo, se
vuelven carmesí. Cuando va ámetamorfosearse
se at¡) por la cola y por un lazo trasversal, h
crisálida es larga, puntiaguda y poco angulosa,
de coior verde y con las fajas trasversales do-
radas; la estremidad es de uri verde mas subi-
do y sembrada de muchos puntos dorados. El
insecto perfecto sale al cabo do tres semanas.
Esta especie que puede considerarse como el
Icpklúplero mas hermoso que se conoce, ha-
bita eu Madagas'ear, también sa ha cogido cu
Itorhon, y si liemos de creer á Craiuer se tu-
lla igualmente en la costa de Coromandel.
URANO. [Química.) En 1789 KÍaprolli des-
cubrió en nn mineral llamado pcchblende uu
cuerpo desconocido hasta cútemeos , (pie so
consideró como simple y se llamó nrano.
Mr. Peligot ha demostrado recientemente qne
esa sustancia no ora más que el óxido de H"
metal que arde á una temperatura poco eleva-
da y puede conservarse por baslarite tiempo
665
ÜRANO-URTICEAS
al contacto del aire sin sufrir alteración. No
tiene aplicación en las artes.
UilAríOSCOPO, {Historia natural.) Los njos
situados en la parle superior de la cabeza y
dispuestos de modo que siempre están ni i ran--
iío al ciclo forman el carácter mas saliente de
los peces á que desde los tiempos mas remó-
los se lia dado el nombre de uninóscopos, y
[|iie pertenecen al orden de los acatitopleri-
g|{jÜ j ála familia de los percoldns con ven-
trales'yugulares, muy parecidos á los vivos,
de los que sin embargo, so diferencian por su
raheza gruesa y cúbica y porque la espira
que les sirve de arma se encuentra implanta-
da en el hombro y nn en el opérenlo, .(demás
tienen dentro de la boca y delante de la lengua
un apéndice carnoso angosto y largo suscep-
tible de salir afuera, y del que se valen como
ile cebo para atraer los pececillos deque se
¡ilimenlan. J.a especie conocida desde la mas
remota antigüedad es el uranúsropo vnlgar ó
¡«cito marino (uranoscopus ¡¡caber de L.) pro-
pio riel Mediterráneo y de los mares de Indias.
Aristóteles y otros antiguas escritores lo cono-
cieron y describieron la magnitud escesiva de
su vejiga de la hiél'.
URNA. [Arqueología.) Los romanos usaban
de urnas párá' conservar los restos mortales de
las personas queridas. Hacíanlas de barro co-
cido, de mármol, póríiro, de plata y aun de
oíros varios metales, y de formas varias mas
ó menos elegantes. Era entre ellos costumbre
quemar los cadáveres, y después de apagar. el
fuego de ta pira, recoger cuidadosamente los
huesos y las cenizas del difunto, los cuales se
depositaban en la urna. Esta se encerraba á
veces en otra caja de mayor dimensiun y asi
iba al lugar destinado para sepultura.
URO ó AUltOfi. [Historia natural.) El uro
(fes «rus de Gm.) es nn rumiante tubtiiicornio
dé! género buey que se encuentra en los gran-
des bosques pantanosos de la Lituania, de los
Krapacs y del Cáneaso.
URODELOS. [Historia natural.) familia de
reptiles del orden de los batracios y que tiene
ñor caraelércs perder las branquias' al pasar
al estado adiillo, conservando la cola y adqui-
riendo estremidades. Comprende varios géne-
ros, siendo los mas notables la salamandra, tri-
tón, nicnopoma y anfiuma,
UROGALLO. {Historia natural.) Esta ave
llamada también gran ¡jallo silvestre [tetras
Wógaüiís) pertenece á la familia de las galli-
náceas verdaderas y al género tetras. Se en-
cuentra en nuestro pais-,'lo mismo que elwro-
(jatio pequeño [tetrao tetrix de L.) que es
también del mismo genero.
UilSON. {Historia natural.) Nombre de
una especie de bistrido ó puerco espin que ha
tenido á ser c¡ tipo de! sub-góncro erethhon.
URSULINAS. (Historia eclesiástica.) Con
este nombre son designadas unas religiosas,
ceja instituto tuvo principio en 1 537, en
«reseta, ciudad de Lombardtá, debiéndose su
institución, solo á una muger piadosa llamada
Angela. Al principio solo eran las ursulinas
una congregarion de doncellas y viudas coli-
sa1; inflas á la educación cristiana de las jóve-
nes de su sexo; pero en 1544, convencido el
pouliticc Paulo 111 de la grande utilidad de es-
fe instituto, lo aprobó, dándole el titulo de
compaFtía de santa Ursula, de donde nació
el llamarse las mugeres pertenecientes á él
ursulinas.
En \liTi convirtió el papa Gregorio XIII
estas congregaciones en órdenes religiosas á
instancias de San Carlos Borromeo, sujetándo-
las á la regia de San Agustín, obligándolas á
guardar clausura y ligando á las religiosas con
un cuarto voto que es el de ocuparse en la
instrucción gratuita de las niñas.
Antes de terminar el siglo XVI hubo en
Francia comunidades de ursulinas. La prime-
ra se estableció en Ais, en 1594, con autoriza-
ción del papa Clemente VIH. En 1 GOS fueron
llamadas á París dos hermanas de dicha -órden
para establecer alli una casa, que en efecto se
estableció' en 1011, siendo la fundadora Mag-
dalena Lluuillier, señora de Sainte-Benve y
autorizando la fundación en 1612 el rey y ej
papa Paulo V. Be esta casa nacieron como de
un tronco común todas las'que en adelante se
fundaron asi en dicho j'eino como en otras
partes, siendo de notar que tas comunidades
de la ursulinas se propagaron con no poca
rapidez á causa sin duda de lo útiles que eran
sus tareas. En Francia han llegado á contarse
hasta cerca de trescientos conventos de estas
religiosas.
Parece que cuando Gregorio XIII dió á las
ursulinas el carácter de órden religiosa,, bubo
algunas congregaciones que no quisieron va- •
riar de régimen, y que algunas se establecie-
ron en Borgoña, continuando bajo las mismas
reglas que al principio. Sobre esto no deja de
haber dudas; pero lo que se tiene por cierto
es que en IG06 Ana de Saintogne estableció
algunas casas en el Franco-Condado, donde
dos siglos después se veian las ursulinas ves-
tidas como las viudas del tiempo en que se
fundaron sus piadosos establecimientos.
UISTIREAS. (Botánica.) Esta familia, muy
abundante en especies, es una de las que en-
cierran mas vegetales diferentes en aparien-
cia, y en las cuales se encadenan los géneros
unos con otros sin formar grupos bien dis-
tintos.
Por lo que respecta á su utilidad en medi-
cina, en las artes, ó en la economía domésti-
ca: las urliceas ofrecen vegetales de la mayor
importancia; muchas contienen jugos propios,
lechosos, irías ó menos cáusticos, como las hi-
gueras, las moreras, el árbol del pan. wti obs-
lante, los frutos de muchas de estas especies
son, como todo el mundo sabe, sabrosos y bue-
nos de comer: otros, tal como el lúpulo, las
ortigas, las parietarias, son ligeramente nareó
ticas, propiedad que se encuentra mas ehér
667
gica en . el cáñamo. La corteza íilandrosa de In
cual se saca en este (anlo partido, es. común á
otras muchas especies: los pimenteros son
muy nombrados por los aceites escesivamente
aromatizados, esparcidos principalmente en
sus frutos. De la familia délas nrliceas forman
parte, en fin, los olmos, los- almeces, las cc-
cropias, y otros muchos vegetales notables.
Arboles ó arbustos,. ó bien yerbas anuales
ó bisanuales, ó' vivaces.
Rojas alternadas (rara vez opuestas o verfi-
ciladas), simples, ya enteras., ya mas ó menos
dentadas ó recortadas, provistas (le dos esti-
pules peciolares.
Flores monoicas ó dioicas, ó alguna vez
hermafroditas ó polígamas, generalmente in-
completas y poco aparentes, dispuestas en es-
pigas ó espiguillas, ó en panículas, ó en pe-
queñas cabezas , solitarias rara vez.
Perianto simple (nulo i veces), adliercnle
o inadherentc, y esto es lo mas común; per-
sistente, dos ó cinco sépalos idiadelfos ó si-
nadelfos.
Esiambres interposilivos ó rara vez oposi-
tivos, en número de cuatro á cinco, y algunas
veces tres, dos, ó uno, insertos hacia la base
del perianto j ó á falta de este, sobre escamas
dispuestas en forma de' engarce , filetes que
luego se doblan, volviéndose con elasticidad
hacia fuera- (rara vez cortos y derechos), ante-
ras redondas, por escepcion lineares, que se
abren por dos hendiduras laterales. •
Pistilo: ovario inadherente , y alguna vez
adherenle, unilocular, noiovulado, óvulo col-
gante, ascendente ó descendente, estilo corto
ó nulo, señalado ordinariamente por dos par-
tes, algunas veces sin dividir, otras partido
en imichas, y generalmente belludo.
Pericarpio: cápsulas crustáceas ó drupá-
ceas, monospermas, envueltas alguna vez en
periantos carnosos o hundidos en uncliuatito
carnoso.
Semilla campulitropa ó anatropa; perispei-
ma casi siempre delgada; embrión dicotiledó-
neo (rectilíneo ó curvilíneo).
Mr. G-audichaud, que ha puhlicado un tra-
bajo muy detenido sobre las urticeas, estable-
ce en esta familia las divisiones siguientes:
1. a. Urticeas verdaderas de óvulos levanta-
dos primitivamente,- Ojos por sus dos estremí-
dades.
Embrión encorvado; esta sección compren-
de las elastotemeas, las urereas, las boeme-
rias¡ las parietarias, las forskaleas y las ce-
cropeas.
2. a Urticeas de óvulos superiores ó latera-
les suspendidos; embrión caldo y corvo. Esta
sección encierra las celtideas, las caunabineas,
las brusoneliadas, las moreas, las fleceas, y
las dorstenias. Las celtideas ó ulmáceas fueron
colocadas por el célebre autor del Genera
Plantarum, en las amentáceas; hoy se las
considera como una familia particular.
3.1 Urticeas de óvulos laterales, levanta-
dos y cariables. Embrión inclinado ó echada
y carnoso; cotiledones muy gruesos 6 i rrcm.
lares. El autor comprende en esta seccionas
purúmeas y las artocarpeadas.
4. » Urticeas de óvulos colgantes; embrión
muy pequeño, vuelto, levantado, colócalo en
el vértice de la simiente en un pcrjsperira car-
noso. Esta sección abraza solo las cspe«s
misandra y gunneva.
5. a Urticeas de óvulos colgantes; embrión
situado en el vértice esterior de un perispnr-
ma carnoso, mas ó menos undido en su subs-
tancia. Este grupo está formado por los ni-
meníeros ó piperáceas, que Mr. de Jussien v
la mayor parte de los botánicos, consideran
como una familia distinta.
La mayor parte de las urticeas, crecen, en
la zona equatorial. El uúmero de especies dis-
minuye rápidamente á medida que se alejan
de los trópicos y se aproximan á los pote.
Xa higuera común, los almeces, las more-
ras y' los olmos, son los árboles que represen-
tan la familia, en la zona templada del hemis-
ferio septentrional; las comarcas boreales no
ofrecen mas que algunas especies herbáceas,
En Europa se cultivan seis ó siete especies
de moreras, sin embargo, la morera blanca
(moras alba, Lin.) y la morera negra (moras
nigra, Lin.) son mucho mas generales que las
otras. La primera, llamada asi, á causa del
color de sus frutos, es oriunda de China, don-
de ya desde tiempos muy remotos se cultiva-
ba para la manutención de los gusanos de se-
da. El árbol y el insecto pasaron de Cliinai
la India y de alli á l'crsia. Procepio dice, (pie
siendo emperador Justiniano, fueron traspor-
tados por dos monges de Sera á Constantino-
ola; desde donde se propagaron en Sicilia ¡'en
Italia. Carlos VIH hizo trasportarla morera "de
Ñapóles d Francia en 1494. Enrique IV, si-
guiendo los consejos del célebre OUveiio de
Seríes, estableció los plantíos de las moreras-
é hizo todos sus esfuerzos para propagar en
el suelo de Francia esto precioso árbol. La mo-
rera negra, que parece igualmente oriunda <k
Asia , era conocida de los antiguos. Con sus
frutos, que como es sabido, tienen un sabor
dulce muy agradable, se prepara rl jarabe de
mora, remedio calmante y ligeromente pur-
gante.
La morera de fruto encarnado (tmm'hs ru-
bra, Lin.), oriunda de los Estados Unidos ¡le
América, es muy rústica, y merece se uiulti-
plique, ya por la hermosura de su hoja, ya
por el buen sabor de sus frutos. La morera de
papel (morus jmpyrifera, L'IIer.), árbol bas-
tante común en muchos plantíos de recreo;
crece espontáneamente en el Japón, en China,
y en las, islas del mar del Sur. Los habitantes
de estas," fabrican con su corteza una clase de
tela no tejida, que los sirve de vestidos. El pa-
pel de China se fabrica en este país y en el
Japón con esta misma corteza, por lo demás.
■ parece que la corteza de todas especies desic*
URTICEAS
ÜRTiCEAS
670
te moreras pueden emplearse para estos usos.
Hr. Desfontaincs lia reconocido que los gusa-
nos de seda comían Jas hojas de brusonetia
aun cuando estuviesen mezcladas con las de
morera blanca. La mora tintórea, Lin., ó bru-
sonetia tintórea, Kunth, indígena en Méjco y
en la América Meridional, abastece de madera
amarilla al comercio. EÍ manzano de los Osa-
as {madura auranüaca, Iluital) que crece
en Lnls'iana , é. Sur del rio Arkanza , parece
otra especie de brusonetia, y autores hay tam-
bién pe opinan que' no es otra cosa que la
brusonetia tintórea. Este árbol, de hermoso
porte, empieza» generalizarse en los jardines
ile Europa; pero en ellos no ha florecido aun.
En algunos puntos de los Estados Unidos ali-
mentan con sus hojas á los gusanos de seda,
su madera proporciona un tinte amarillo. Los
osages fabrican sus arcos con sus ramas, los
diales están dotados de una grande elasticidad;
el fruto es de color de naranja y se asemeja
i una manzana.
' El árbol del pan (artocarpus iucisa, Lineo),
crece en la India, y en el archipiélago de la
Sonda, asi como en las islas del mar del Sur,
de donde lian sido trasportadas á las islas de
Vrancia y de Borbou, y á los establecimientos
coloniales de la América Ecuatorial Llega has-
ta cuarenta ó cincuenta pies de elevación, y
sus ramas forman una ancha copa,_ redonda,
sus hojas adquieren unas diez y ocho pulgadas
de largo y ocho ó diez de ancho. Su fruto es
redondo, del volumen de la cabeza de un hom-
bre, verdoso y áspero en la superficie. Este
(rulo contiene debajo de una piel espesa, una
carne blanca y farinácea, con la cual se man-
tienen la mayor parte del año los habitan-
Ies de la Polinesia , cortándolo en tajadas
que hacen asar sobre las ascuas, y otras
voces los cuecen enteros en un horno. Este
alimento se asemeja al pan candeal, con una
ligera mezcla de sabor á alcachofa. Con ella
preparan también los habitanles de la Poline-
sia, unn especie de pasta fermentada y acida
qiíé conservan, y de la cual hacen una espe-
cie de pan, en la época en que el árbol eslá
despojado de frutos Cuando está en completa
madurez, la carne arjnosa de esle fruto se
vuelve una especie de jelattna amarillenta y
do un sabor agradable y dulce; pero en seme-
jante estado es purgante y se corrompe con
facilidad, las simientes de este árbol tienen
el tamaño y el sabor de las castañas. De ellas
se hace un gran uso alimenticio en las ludias,
y en las Molocasi La mayor parle ele las va-
riedades cultivadas no producen simiente. El
líber sirve como el de la broussonelia para la
lubricación de telas.
La higuera común (A cus carica) os oriunda
de Oriente. Es la única especie del género que
crece á alguna distancia al Norte del trópico,
en el hemisferio septentrional, si bien existe
un número prodigioso en la zona equatorial.
lores, monoicas y muy pequeñas, están
encerradas en fundas ó receptáculos ■ pirifor-
mes, los cuales en madurando, se vuelven car-
nosos y forman el fruto conocido, con el nom-
bre de higo. La caprilíeaciou práctica conoci-
da desde los tiempos mas antiguos y emplea-
da para obtener cosechas mas abundantes de
frutos, consiste en colgar sobre las higueras
cultivadas los higos silvestres, que 'encierran
¡useclillos del género cinips. Estos insectos
una vez qu'ihan echado alas, salen de los hi-
gos silvestres y penetran en los domésticos,
para poner sus huevos, apresurando el desar-
rollo y la madurez, casi de la misma manera
que los gusanos depositados en las peras, las
manzanas y otros frutos. También se adelan-
ta la madurez de los higos con picadoras arti-
liciales, con ligeras incisiones, ó retorciéndo-
les un poco el pezón, ya en fin, echándoles
una gota de aceite. El zumo lechoso propiamen-
te dicho de la higuera es corrosivo; lo em-
plean para destruir lasberrngas de la piel. En
muchas higueras exóticas, este jugo es un ve-
neno aere de los mas peligrosos.
Nadie ignora los dolorosos erectos produ-
cidos por la picadura de nuestras ortigas (urti-
ca urcus,. et urtica dioica, Lin.) Casi todas las
especies de este género, poseen la misma pro-
piedad, la cual llega á ser algunas veces muy
temible en las especies de los países cálidos,
y puede ocasionarlos mas graves accidentes.
Este fenómenos depende de un (luido cáustico,
que sobre la piel depositan los pelos huecos
de las ortigas. La picadura de las ortigas ya se-
cas, es enteramente inocente.
La luclicea mas deletérea y aun quizá el
vegetal mas venenoso que se conoce,' es la
antiar" (antiaris toxicaría, Lechenault), árbol
indígena de Java, En esta isla preparan con
algunos ingredientes et famoso veneno titula-
do upas antiar. Los naturales de Java enve-
nenan con él sus flechas y cuenta llumfio, que
la menor herida producida por estas flechas se
hace mortal al cabo de algunos instantes.
El lúpulo (bumulns lúpulos, Lin.), crece
espontáneamente casi en toda Europa. La plan-
la fresca exhala un olor muy fuerte; sn sabor
amargo se encuentra mas pronunciado en las
escamas del fruto, que son nn ingrediente in-
dispensable en la fabricación de la cerveza.
Coji este objeto se cultiva en gran escala en
el íío'rte de Francia, en Alemania, etc. La de-
cocción del lúpulo es una medicina tónica bas-
tante usual. Los nuevos retoños se comen en.
muchos paises como si fueran espárragos. .
El cáñamo (eannabís sativa, Lin.), tiene
por patria el Asia Templada y la Siberia. Sn
olores nauseabundo, be asegura que, quedán-
dose durante algún tiempo éspuesto álas ema-
naciones de un plantio de cáñamo, en un país
meridional, se esperimentan vértigos y dolo-
res de cabeza. Los orientales y los habitantes
de Siberia^ preparan con el cáñamo una bebi-
da que obra poco á poco de ta misma manera
que el opio. Muchos pueblos del Asia tienen.
ÜRTÍCEAS^-ÜSUCAPION
también la costumbre tic fumar las liojas del
cáñamo para procurarse un estado do embria-
guez. La simiente del cáñamo (llamada vulgar-
mente cañamón), es aceitosa y sirve para ha-
cer emúlciones emolientes.
La parietaria (parietaria ofGeinalis, Lineo),
planta herbácea, comun en los escombros y d
lo largo de las paredes, posee vi-rtudes diuré-
ticas y refrigerantes muy marcadas; estas pro-
piedades son debidas al nitrato de potasa, que
esla planta contieno en gran cantidad.
Del almez (ccltisl, y del olmo (nlmusl, no1
creemos necesario entrar aquí en pormenores.
El líber de los olmos tm sido encomiado
como. un especifico contra las enfermedades
escrofulosas de la piel, pero el hecho no pa-
rece estar bien demostrado.
La dorstenia coulrayerba es notable por la
disposición de sus llores, hundidas en un re-
ceptáculo plano alveolado. Esta especie y oirás
muchas sin duda del mismo género, son las
que producen la raíz de contrayerha, medica-
mento aromático, pero poco usado ezi unes-
tros dias, al cual se atribuye la virtud de cu-
rar las picaduras de los reptiles venenosos.
Las dorslenias crecen en la América ecua-
torial,
BRÜBÚ. {Historia natural.) Especie de ra-
paz diurna de la tribu de los vulturines y del
género perenóptero, que habita en las parles
calientes y templadas de la América, y es el
vutlur jola de los naturalistas.
L'SO. [Literatura.) Uecia Horacio en ^Epís-
tola ad Pisones que el tiempo produce mudan-
zas en el lenguaje lo mismo que en las demás
cosas, y el considerar que algunas palabras
antiguas, eran desechadas, admitiéndose oirás
nuevas, le sirvió de motivo para compararlas
con las hojas de los árboles.
ül silvaes folüs prona nautantur ín annos,
Prima cadunt: ita verborum vetus Ínterin aela,
Et juvenum ritu lloren! modo nata vigenlqoe.
Y mas adelante anadia.
Multa renascentur quao jan ceeidere, cadenlque,
Quaenunc suntiuhonore vocabula, si voletusus
Quen pene arbitrium est, etjus et norma lo-
quendi.
Según las palabras de esle eminente pre-
ceptista, el uso es la norma del lenguaje, su
arbitro y su legislador, y no cabe duda que él
ha sancionado las numerosas variaciones con
que las lenguas, pobres y rudas en un prin-
cipio, han venido á ser después ricas, suaves,
llenas demagestadyde armonía; pero también
es verdad que el uso ha contribuido mas de
una vez á la corrupción y "decadencia del len-
guaje, de lo óual pudieran citarse numerosos
ejemplos. Esla observación nos lleva como de
la mano á comprender que no siempre deberá
respetarse el uso, que alguna vez será licito
672
contrariarlo y que será en osíremo pernicioso
para las letras dar un sentido absoluto i ¿
palabras del preceptista romano. -
El uso' guiado por la ¡iiosofiay por el buen
gusto, indudablemente no producirá cu el leu.
guaje variación alguna que le empobrezca, ti
que le prive de su claridad y precisión, ni nue
le despoje de la suavidad ó de la armonía; pero
cuando tiene por guia el nial gusto y la '¡ino-
rancia, rara vez deja de producir electos lamen,
tables. Hernando de Herrera escribía en sis
Comentarios al poeta Garcilaso lo siguiente'
«Por nuestra ignorancia habernos esbecuaíló'
los términos estend'klós de nuestra lengua; k
suerte que ninguna es mas corta y nienestéro.
sa que ella, sieudo la mas abundante y riede
las que viven ahora. Porque la rudeza y poco
entendimiento de muchos la han reducido i
esl rema pobreza, cscusando por delicado mis-
to,, siendo muy agenas del buen' conocimiento
las dicciones puras propias y elegantes, los
italianos, hombres de juicio y ernáicion, y
amigos de ilustrar sus lenguas, ningún voca-
blo dejan de admitir sino los turpes y rústi-
cos; mas nosotros olvidamos los nuestros, na-
cidos en la ciudad, en la corte, en las caíjsde
los hombres sainos, por parecer solamente re-
ligiosos en el lenguaje; y padecemna pobreza
cu lauta riqueza y en lanía abundancia.»
El uso deberá estimarse como ¡ireceplu ce
materia de lenguaje, cuando con ¡ge ó perfec-
ciona, ó cuando establece lo que está fondado
en razón y es conforme ú las leyes de la be-
lleza y la armonía. El uso licne tanlo me-
nos que alterar ó modificar cu una lengaa,i
cuanto mas cultivada lia sido esta por hombres
de escelenle ingenio que han cuidado de pu-
lirla y enriquecerla. El uso tiene mas anclio
pompó para inlroducir innovaciones, cuando si
objelo es una lengua que se aprende sin arle.
La gramática, fijando las leyes del lenguaje,
precave muchas alteraciones.
USUCAPIOS. (Legislación.) Es lo mismo q«
pnEscniecioN' (véase esta pálajitáj /.'aunque í»
los antiguos tiempos de Piorna luiuo diferencia
eutre uno y otro derecho.
En efecto, entre los romanos se llamón»-
capion a la adquisición de la propiedad de al-
guna cosa verilicada por ta posesión conti-
nuada durante algún liempo. Esla palabra i
traducción de la latina usucapen, tomar era
el uso, ó lo que es igual, adquirir por medí'
de la posesión. Esla era en un principio en
Horda el sistema genera! de prescripción, pac*'
la que asi se llamaba propiamente, no era
mas sino un medio .por el cual él que toü.
poscido dc buena le una cosa raiz diifantelíc
go tiempo repelía al dueño que Ja reclauiábi
cu virtud de esta posesión.
Las diferencias entre una y otra do eslss
I instituciones consistían: - f." en el origen df
que procedían, pues la usucapión traía su mi-
j gen de la ley de las boce Tablas,, y ja Pr&
cripcion fué introducida por los empci»
fi73 USUCAPION-
dores en sus constituciones: 2." en que la usu-
capión se verificaba por el trascurso de un
año respecto á las cosas muebles donde quie-
ra que estuviesen situadas, y dos respecto á
las raices sitas en Italia; mientras que la pres-
cripción solo tenia lugar en las provincias,
con la posesión de diez años entre presentes
y veinte entre ausentes: 3." en que la usuca-
pión traia consigo la propiedad, y la prescrip-
ción solo daba escepcion contra la reivindi-
cación.
Estas diferencias quedaron abolidas en
tiempo del emperador Justiniano.
USUFRUCTO. [Legislación.) Asi se llama el
derecho de usar y disfrutar de las cosas nge-
nas, (iejando ilesa su sustancia. La propiedad
dice muy bien un jurisconsulto moderno, se
compone del derecho de gozar y de disponer
delacosa. Separados estos derechos, el de gro-
arse llama usufructo, y el de disponer nu-
da o simple propiedad. Añadiremos que no
en vano se reúnen en la definición las dos pa-
labras usar y gozar, porque - el uso se cir-
cunscribe i lo necesario; y el goce se estien-
de á toda especie de utilidad y comodidad que
proporciona la cosa usufructuada.
£1 usufructo es un derecho con respecto
al usufructuarlo, porque goza de una cosa age-
na y una servidumbre con respecto al propic-
iarlo, porque se priva de gozar de una cosa
que es suya.
Hechas estas indicaciones generales, va-
mos á esponer brevemente en este artí-
culo.
1. ° Las diferentes clases de usufructo.
2. " La manera como se constituye.
3. " Los derechos y obligaciones del usu-
fructuario y del propietario.
Y 4." Las causas por las cuales se esliu-
gue el usufructo.
I. l'or el modo de constituirse este derecho
se le divide en legal y convencional. El prime-
ro es el que se halla establecido por la misma
ley, como el del padre en los bienes adventi-
cios del hijo que está bajo su potestad , y el
del cónyuge viudo en los bienes que hubo del
ilifmilo, y debe reservar para sus hijos, si
conlrac segundas nupcias. El segundo, llama-
do laminen voluntario es ei que se adquiere
del dueño de la cosa por contrato, testamento
ú voluntad tácita que-se colige de la prescrip-
ción ordinaria.
II. El usufructo puede constituirse pura-
mente acierto día v bajo condición; lo primero
si empieza desde luego y acaba á la muerte del
usufructuario ; lo segundo cuando se conslitu-
yc desde tal dia ó hasta tal dia; lo tercero de
ilus maneras ó bajo condición suspensiva,
cuaiído ha de empezar al cumplimiento de la
condición, como si se da á uno el usufructo de
una (inca para el dia que se case, óbajo condi-
ción resolutoria, cuando aunque empiece des-
de luego, concluye al verificarse la condición, ;
como si se da el usufructo de la misma Anca '
'¿212 lllULIOTECA P0PULA1I.
• USUFRUCTO - C7i
mientras permanezca soltero el que lo conce-
de ó hasta el dia que se case.
Puede constituirse el usufructo en toda cla-
se de bienes sean raices, semovientes ó mue-
bles que no se consumen, aunque se deterio-
ren con el uso, como utensilios de casa ó al-
hajas. El que se constituye en los fnngibles,
como dinero, vino ó trigo, no puede llamarse
propiamente usufructo, pues no queda coa el
uso salva la sustancia, sino un cuasi usufruc-
to, quedando asegurada jurídicamente la sus-
tancia de la cosa por la obligación de restituir
olro tanto del mismo género.
111. Examinemos ahora los derechos y. obli-
gaciones, asi del usufructuario como del dueño
de la Qnca usufructuada.
El usufructuario tiene el derecho de perci-
bir toda especie de frutos que produzca la co-
sa fructuaria, ya sean naturales como los pro-
ducidos espontáneamente por la tierra ó los ani-
males, ya industriales, ó que se obtienen por
medio del cultivo, ya civiles ó sean las rentas
anuales que no provienen de la cosa misma si-
no con ocasión de ella en virtud de una con-
vención, como los alquileres, réditos ó intere-
ses. Los frutos naturales é industriales pendien-
tes al- empezar el usufructo, pertenecen al
usufructuario, y los que se hallan en el mismo
estado cuando él usufructo acaba, pertenecen
al propietario, con deducción de gastos ó sin
ella en ambos casos, á fin de que haya igual-
dad entre el usufructuario y el propietario. Los
frutos civiles pertenecen al usufructuario en pro-
porción de la duración del usufructo, y se di-
viden á prorata del tiempo entre el daeno y el
•usufructuario ó sus herederos.^
Esta diferencia eonsiste en que los frutos
asi naturales como industríales no se adquie-
ren dia por dia, sino al tiempo de la cosecha
en cierta estación del año , mientras que los
civiles se suponen adquiridos dia por dia. Pe-
ro la regla de los frotosciviles no se aplica á
las rentas de las heredades, las cuales signen
la regla de los frutos naturales ó industriales
porque representan sus frutos; y por tanto si
el usufructuario muere, pertenecen las rentas
á sus herederos aunque no esté cumplido el
plazo de su solución cuando los colonos ó ar-
rendadores han cogido frutos en nombre del
usufructuario á quien correspondían; si los fru-
tos estuviesen pendientes, tocan tas rentas al
propietario aunque aquellos se hallasen ya
maduros y en estado de cogerse, y en el caso
en que parte de los frutos estén pendientes y
parte, cogidos, pertenecen, aquellos al propie-
tario y estos al usufructuario siguiendo Iamis-
ma regla.
Aqui Se suscita una nueva cuestión. Unos
quieren que para que se entiendan cogidos los
frutos han de estar ya almacenados , pero la
opinión mas común sostiene qnc basta para
este efecto que se hayan separado del suelo ó
de los árboles, aunque todavía se hallen en el
mismo campo, si bien es preciso advertir que
T. XXXIII. 43
675
USUFRUCTO
fi76
los frutos que se caen espontánea ó acciden-
talmente como la aceituna, no so consideran
cogidos mientras subsisten al pie de los árbo-
les, sin que se empiece la cosecba.
Cuando el usufructo comprendo cosas fun-
gióles, gobio dinero, granos ó vinos, puede el
usufructuario servirse de ellas con la obliga-
ción de volver al lin del usufructo su estima-
ción sise apreciaron, ú otras iguales en cali-
dad y cantidad si no se hubiesen apreciado. Si
el usufructo comprende cosas que se deterio-
ran poco á poco con el uso , como ropas ó
muebles de casa, tiene derecho á emplearlas
en el uso á que están destinadas restrtuyéndo-
las al fln del usufructo en el estado en que se
encuentren, y salvo un desperfecto culpable,
que debe ser indemnizado.
los árboles frutales que se secan ó son ar-
rancados por los vientos ú otro accidente cor-
responden al usufructuario como indemuiza-
ciou de la pérdida de frutos que csperimenla,
pero debe plantar otros en su lugar.
El usufructuario puede asimismo dar en ar-
riendo 6 vender, el ejercicio de su derecho,
pero no el derecho mismo, pues entonces pa-
sada al propietario.
Son asimismo suyos los productos del au-
mento causado por aluvión á la cosa en que
tiene el usufructo y los derechos de servidum-
bre, caza, pesca, minas y canteras que están
en explotación al tiempo de empezar el usu-
fructo, pero no de las que todavía no estuvie-
sen abiertas, ni del tesoro que se encontrare
en el predio, aunque si el mismo encontrase el
tesoro, tendria derecho á la mitad por el ha-
llazgo.
Hemos espuesto los derechos del usufruc-
tuario, veamos ahora sus obligaciones. El usu-
fructuario, antes de entrar en posesión , debe
hacer inventario de tddos ios bienes muebles é
inmuebles sujetos al usufructo con interven-
ción del propietario, debe dar fianza ó segu-
ridad de usarlos y gozarlos como buen padre
de familias, y de restituirlos á su tiempo, dis-
pensándosele de esta obligación en los casos
siguientes: I." cuando lia sido relevado de ella
en el acto constitutivo del usufructo, sea tes-
tamento, sea contrato, por mas que algunos au-
tores, apoyados en razones que no merecen
refutarse , sostengan la opinión contraria:
2." cuando el mismo usufructuario ó sus he-
rederos han de adquirir la propiedad de los
bienes: 3." coando, el padre tiene el usufructo
legal de los bienes adventicios del hijo:
4.°cuando el usufructo no ha de volver al pro-
pietario ó heredero del testador: 5." cuando
uno hace donación de 3iis bienes reservándose
e! usufructo, pues habría ingratitud en exigir
esta caución: 6." cuando es el fisco el usu-
fructuario.
Si el usufructuario por ser pobre no en-
cuentra- fiador y es ele buenas costumbre bas-
ta sa caución juraitoria; pero si es forastero,
desconoeidoy ó de mala conducta deben po-
nerse en secuestro los bienes inmuebles, dar
á interés el dinero, vender los géneros y cn_
tregarle luego los intereses y los alquileres ¡
bien los frutos de las heredades. Kslos su [|E.
ben al usufructuario desde el momento en qu
empieza el usufructo, y no se le puede privar
de ellos aunque larde en dar la lianza.
Es también obligación del usufructuario ha-
cer Jos reparos ligeros o temporales para l}
conservación de los bienes, pues los mayores
son de cuenta del propietario; de manera que
si hiciere cu ellos grandes espensas, puede
reclamarlas de éste, á no ser que hubiereasi-
do ocasionadas por su descuido en los reparos
de conservación. Ni el propietario ni el usu-
fructuario están obligados á levantar el edifi-
cio que se arruina por viejo ó por caso fortui-
to; no el propietario porque solo está obliga-
do á permitir y no á hacer: no el usufructúa-
rio, porque tales gastos no son carga de los
frutos. El usufructuario debe cultivar bien las
heredades, viñas ó huertas, plantas, vides (¡ár-
boles en lugar de los quo se socaven y repo-
ner con las crias de los ganados, si los hay, las
cabezas que murieren: si el ganado se destru-
ye del todo por accidento ó enfermedad no se
halla éste obligado á restituirlo ni á pajar su
estimación.
El usufructuario debe pagarlas contribucio-
nes y demás gravámenes anuales, que se re-
putan cargas délos frutos. En cuanto alas
deudas, ol que lo es á titido particular, como
aquel á quien el testador ha legado el usufruc-
to de una casa 6 de un campo, no está obliga-
do á satisfacer las que pesan sobre la (urca, y
si se le forzase ¿ ello porque el acreedor per-
siga la finca gravada, ticue salvo su recurso
contra el propietario; pero el usufructuario á
titulo universal ó á quien el testador ha lega-
do el usufructo de todos sus bienes, debe
contribuir con el propietario al pago de las
deudas del difunto, porque las deudas son
cargas déla herencia, y esla es la reunión de
todos los bienes y derechos del testador. En
este caso, si el usufructuario adelanta !a can-
tidad necesaria para cubrirlas deudas, podrá
repetirla del propietario al íin del usufructo,
puesto que este conserva la parte de bienes
que en otro caso se hubiera vendido: si no
quiere hacer el adelanto el propietario puede
entonces, ó pagar las deudas y obligar al usu-
fructuario á que !e abone los intereses duran-
te el tiempo del usufructo, ó hacer venderla
parte necesaria de los bienes sujetos al mis-
mo. De modo que el propietario paga siempre
el capital éea al fln o al principio del usufruc-
to, y el usufructuario universal los intereses
de este capital, que son carga de los frutos, ó
bien vendiéndose una parte de los bienes,
queda el uno privado de la propiedad de ella
y el otro de una parte proporcional de los
frutos. '
El usufructuario no debe pagar gasto de
pleitos sobre derechos del propietario, sino de
677
USDFRÜCTO-USURA
los relativos al usufructo: si el pleito intere-
sare i ambos a la vez debe distinguirse si el
usufructo se constituyó á titulo oneroso 6 á
(¡lulo lucrativo, en él primer caso solo el pro-
pietario debe pagarlos por estar obligado á
garantir al usufructuario: en el segundo, am-
bos deben contribuir, según la regla indicada
para las deudas.
El usufructuario debe denunciar al propíe-
lario lodo alentado que se comete contra sus
derechos pues de otro modo se baria respon-
sable de los perjuicios que se le siguieron por
su negligencia.
El legado de renta vitalicia ó pensión de
alimentos debe pagarlo el legatario universal
del usufructo, sin repetir- contra el propieta-
rio, porque estas pensiones son carga de los
frutos.
IV. El usufructo se estingue: 1 .° por muer-
te natural del usufructuario, pues la propiedad
vuelve entonces á manos del propietario: 2,°
por la muerte civil, esto, es por el destierro
perpétuo Ó la deportación: 3." por el no uso en
diez años entre presentes y veinte entre au-
sentes: 4.° por la enagenacion del derecho de
usufructo, que siendo personal no es trasmi-
síble: 5." por la consolidación ó reunión en
una misma persona de las dos calidades de
usufructuario y propietario como cuando el
usufructuario compra !a Anca: 6." por la des-
trucción de la cosa en que estaba constituido
el usufructo, debiendo advertir qne si la pér-
dida ó destrucción no es total, se conserva so-
bre la parte que queda: 7." por la renuncia ó
remisión: 8.° por ef trascurso del tiempo para
tjne fué concedido. El usufructo otorgado -á
ciudad ó villa sin tiempo señalado debe durar
cien años, á menos que antes quedase yerma,
en cuyo caso se pierde; pero si el todo ó par-
te de sus moradores poblasen después otro
lugar, Ies queda el derecho del usufructo.
El padre pierde el usufructo legal en los
bienes adventicios del íiijo: 1." si profesare
en órdon religiosa: 2.° si por disipador se le
quitase lo administración: 3.° si por delito se
le impusiere pena de presidio, ó cárcel perpé-
lua: 4í* si fuere emplazado por edicto como
delincuente y condenado en rebeldía: 5.° si
emancipase al hijo, aunque en este cuso pue-
de reservarse la mitad de los .bienes del usu-
fructo hasta que el hijo se case: y 6.° si el hi-
jo contrajese matrimonio.
He aqui cuanto nos ha parecido necesario
esponer sobre la materia qne forma objeto
flel presente articulo.
USURA. Es el interés que se lleva por el
dinero en el contrato de mero mutuo ó em-
préstito.
Todos los filósofos de la antigüedad han
condenado absolutamente la usura, porque te-
nían al dinero por cosa improductiva é infruc-
tífera, uo debiendo por esta razón pagarse
cantidad alguna por su uso ó goce; y porque
según e]ios eu el contrato de mútuo se traste-
ría al mutuatario el dominio de la suma pres*
tada', y pagando este dominio con la restitución
de ta suma misma no era justo exigir otro
preció por, el uso. Esta doctrina ha caducado
completamente, pues boy todo el mundo co-
noce la naturaleza productiva del dinero, y
todo el mundo sabe que no se traslada real y
verdaderamente en el contrato de mútuo el
dominio de la cosa niutuada, y que por lo
mismo puede eligirse un precio, interés- ó
usura por el uso de aquella. Asi, pues, lioy
lodos convienen en que puede llevarse interés
por el dinero dado á préstamo.
La razón principal de esta nueva opinión
consiste en que se ha demostrado que la usu-
ra ó interés no repugna al contrato de mútuo,
ni se opone á la justicia, sino que es muy con-
forme á aquel y arreglada á los derechos de
las partes, como se comprueba esplicando los
priucipios económicos sobre que se funda el
miímo contrato. Es indudable que á la produc-
ción de la riqueza contribuyen el trabajo del
hombre y los capitales, y que sin la reunión y
el concurso de arabas causas es imposible con-
seguir el Un. Asi.como al trabajador se le re-
munera su trabajo, asi lambien al dueño del
capital , al que le presta, debe abonársele un
inlcrés por el riesgo que corre al prestarle,
y de aqui resulta la justicia de la usura ó del
interés que ¿ este prestamista se di- por su
dinero.
Tor estas consideraciones es hoy opinión
umversalmente recibida, sin contradicción, que
puede licitamente exigirse interés del dinero
prestado, con tal que este interés esté en pro-
porción justificada con los beneficios que del
mismo dinero prestado obtenga ta persona que
lo lomó á préstamo. La usura; que se exige
por razón del mútuo no se opone por tanto á
la naturaleza de este contrato, y de consiguien-
.te, la usura nada tiene de injusta ó de inmo-
ral en si misma.
Los lilósofos antiguos y los escolásticos de
los siglos medios, sostuvieran respecto á esle
punto opiniones estremas y absolutas,-que boy
rechazan el buen sentido, los adelantamientos
cu la ciencia del derecho, y las doctrinas de
la economía política bien entendida
Seria, sin embargo, un grave error infe-
rir délo dicho que no hay circunstancias en
las que la usura sea inhumana, inmoral é ir-
religiosa. No todos los deberes del hombre se
hallan encerrados en los limites do la, justicia
estricta, que satisfecha con dar á cada uno su
derecho, cierra sus oidos á los afectos del co<-
razon; antes al contrario, ademas de los debe-
res perfectos, existen otros de beneficencia y
de pública conveniencia que suelen llamarse
imperfectos. Base de estos deberes es el amor
de nuestros semejantes, y de este nace la obli-
gación de prestarles sin exigir interés ó usura
el dinero que soliciten para remediar sus ne-
cesidades, con sola la obligación de reintegrar-
lo sin perjuicio alguno. De aquí se inller#que
679 DS1
la moralidad ti inmoralidad de la usura no de-
pende exencialmente de lo moderado ó inmo-
derado de ella, sino de la relación que guar-
da con las circunstancias del mutuante y del
mutuatario. Si un negociante tiene fundada es-
peranza de ganar en una especulación Un 50
por 100, nada -tendrá de inmoral que se le exi-
ja el 20 por 1Ü0 de los fondos que.se le pres-
ten para realizarla; y por el contrario, si un
hombre acaudalado, cuya riqueza encerrada
en sus arcas permaneciese improductiva, exi-
giese el módico interés de l por 100 al po-
bre que . le pide prestado para socorrer su ne-
cesidad, faltarla con ello á la humanidad, y
cometería un acto inmoral.
Que esta doctrina es la verdadera y la ajus-
tada á los preceptos de la religión de Jesucristo
se puedo probar cotí muchos testos de la Sa-
grada Escritura, los cuales lodos están confor-
mes en que la usura no es mala en si sino
cuando se exige del necesitado, cuando se exi-
ge de los hermanos, cuando se exige haciendo
un daño ó causando un grave mal.
Por lo mismo creemos que la mura no es
injusta en si, ni opuesta á la naturaleza del
contrato de mutuo; que no siempre es moral,
y que en muchas ocasiones es inhumana; que
la religión prohibe la usura en cuantu se opo-
ne á los deberes de beneficencia y de amor
á nuestros semejantes.
Los legisladores que se han propuesto con-
denar la usura y fijar tasa al interés de los
préstamos, han tenido un objeto laudable, que
sin embargo, no han podido conseguir por ha-
berelegido mal los medios. Las leyes del Fue-
ro Juzgo reconocían como válido el contrato
de mutuo con interés ó préstamo á usuras,
aunque fijando las cuotas de estas en un l por
8, ó sea 12 por 100 al año, y l por 2, ó 50
por 100, si lo prestado eran frutos .de la tierra;
imponiendo al que se escediese de estas cuo-
tas la simple pena de perder todo el interés;
pero recobrando el capital, como se ve en las
leyes 8.a y 9.a, lib. V, tit. VI.
Agobiados en tiempos posteriores los pue-
blos con pechos y tribuios desmedidos, y con
las calamidades y trastornos que trabajaban lá
monarquía, veian acrecentarsp .su miseria á
manos de los usureros, cuyo oDcio entonces
ejercían general y casi esclusivamente ios ju-
díos. En las cortes de los siglos XIII y XIV se
interpusieron muchas peticiones contra la usu-
ra, y de ellas resultó que don Alonso el Sabio
en su Ordenamiento sobre los judíos prohibió
que diesen dinero á mayor interés que el de
3 por 4 al año, cuya tasa se encuentra ya "en
la ley 6.a, tit. II, lib. XIV del luero Real, y
se estimó justa en las córles de Valladolid de
1325, y de Madrid de 1329. En 1348 las córtcs
de Alcalá prohibieron á los judíos ejercer la
usura impidiéndoles dar dinero prestado; pro-
hibición que se copió en la ley 2.a, üt. XXIII
del' Ordenamiento de Alcalá. Por los procura-
dores do las ciudades se pidió constantemente
en todas las córles sucesivas la observancia do
aquella ley, y los reyes la reprodujeron en dis
tintas ocasiones, multiplicándose desde enton
ees las leyes sobre la usura, sin lograrse olm
resultado que empeorar la suerte do los deu
dures de probidad y allanando el camino ál¡¡
mala fé.
En el reinado de don Cáiios III se remedid
algún tanto el daño reformando la legislación
porque en I7C4, por medio de la ley 2ü~ti'
tulo I, lib. X de la Nov. Rec. , se declararon"
legítimos y obligalorios los préstamos liedlos
por el giro y negociaciones de comercio al in-
terés de 3 por 100, que según el art, 398 del
Código de comercio de 1830 se ha ampliado
al G. La opinión pública y las ideas económi-
cas generalizadas hoy, exigen que por lo nuj.
nos se estíenda hasta el 12 por 100 el ¡me.
rés del dinero dado'á préstamo, si es (¡ueuo
se deja enteramente libre ¿tía convención de
los interesados el premio ó la cuota de ti
usura~.
El primer objeto 'de las leyes en materia
de contratos, debe ser el de sancionar un de-
ber moral y religioso respecto ó su cumpli-
miento; y las leyes que prohiben el interés
del dinero, en. lugar de asegurar la realización
de lo estipulado, solo han servido para anular
las mas solemnes estipulaciones, para consen-
tir una usura horrible, que aunque módica á
veces en la cantidad suele ser inhumana é
inmoral, y para impedir que se halle dinero,
que empleado engrandes negocios, puede dar
benefleios de cuantía. Estas leyes por lo mis-
mo^uo corresponden á su Un y deben dero-
garse.
El segundo objeto de las leyes en materia
de préstamos debe ser el de amparar al des-
valido contra la avaricia del rico; y este fin
no se realiza con la prohibición de la usura
y con las graves penas impuestas á Sos usure-
ros, sino que por el contrarío, con estas se
aumenta la dificultad de hallar prcstamislas,
se da mayor valor al numerario, y se hacen
pactos simulados que concluyen con las eco-
nomías del pobre aumentando el capital del
poderoso, que incluye en la suma prestada ca-
pitalizándolos los inmensos intereses que se re-
serva. Las personas de poca conciencia y de
menos respeto a la ley, acometen solas esta cla-
se de especulaciones, y hallándose solos, por-
que los hombres timoratos y obedientes se
abstienen de concurrir á este tráfico con sos
riquezas, monopolizan á su antojo las opera-
ciones, y comercian con el sudor y la sangre
de los infelices. Pero si las leyes levantaran so
prohibición, entonces muchos capitalistas, que
hoy no dan su dinero á un 5 ni aun 6 por 100
porque en lincas ó en negocios les produce un
8 ó un 9, lo dedicarían al préstamo por sacar
un 10 ó un 12 por 100, y los tomadores ob-
tendrían un beneficio enorme, porque en el día
en las poblaciones urbanas no baja el interés
fraudulento del dinero de un 16 ó 20 por 100,
USUR^-UTERO
v en las poblaciones agricultores ó rurales,
de un 50 á un 100 por 100,
Aun es peligroso establecer una cuota fija
de interés para todos los que toman prestado,
porque este naturalmente debe decrecer o auu-
mentar según las mayores garantías de devo-
lución y reintegro que ofrezcan los necesita-
dos, según la mayor ó menor cantidad de di-
nero que exista en la plaza, y según las cir-
cunstancias particulares de tiempo, lugar,
ocasión, negocio ó industria. Por lo mismo
quiaá fuera mas conveniente una absoluta li-
liei'tatl en este punto; pero no estando esto en
el ánimo de muchos al menos debe ampliarse
¿mas de un doble el interés de la usura.
La Iglesia, que tan duras censuras fulminó
en los siglos medios contra la utura j contra
los muraros ha modificado su opinión respec-
to á este punto, y varias respuestas de la Sa-
grada Penitenciaria han hecho entender que la
corte de liorna no juzga hoy en esto asunto
con jas mismas prevenciones que hace siete
centurias. La Iglesia por lo mismo tiende
también á la reforma de la legislación en ma-
teria de interés del dinero dado á préstamos
UTENSILIOS. Asi se llamaba upa contribu-
ción que se estableció en España en el año
de 1719 con el objeto de atender al pago del
importe de las camas, luz, aceite, leña, vina-
gre y sal, que se suministraba diariamente á
las tropas.
Antiguamente los pueblos acudían en espe
cic con los referidos artículos para el servi
ció de los soldados y con cierta cantidad de
dinero para los oficiales; pero siendo moles-
tísimo semejante método tomó la hacienda del
Estado á su cargo el proveer á las tropas de
la necesario, reintegrándose del desembolso
con un repartimiento anual que se hacia sobre
cada provincia, pagándolo los pueblos en ra-
zón del número de sus vecinos.
la cobranza y derrama de los utensilios
■ corrió á cargo de los intendentes primero, y
luego el repartimiento de las diputaciones
provinciales y la exacción de loa mismos in-
tendentes, bajo la dirección de los ministros
de Hacienda y de los directores generales de
rentas.
A los vecinos de los pueblos, que pagan-
do utensilios se les repartía alojamiento de
tropas ó de oGciales en su tránsito por la-
poblaciones, se Ies abonaba y pagaba por las
tesorerías ó pagadurías de ejército cierta can-
tidad señalada ya de antemano en un arancel
El valor de la contribución de utensilios
en 1798 fué el siguiente:
En Castilla 1.393,632 rs. v
En Andalucía ....... 1.613,451
En Estremadura 837,616
En Galicia 2.241, ttl
En Mallorca. • 380,764
En Valencia 1.207,797
Total 7.674,37 l"rs. vn
Esta contribución ha desaparecido supri-
miéndose en virtud del nuevo sistema tribu-
tario establecido en 184 5.
ÚTERO. [Anatomía.) El útero ó la matriz
es la bolsa de depósito donde debB desarro-
llarse el óvulo fecundado, desde el momento
en que entra en él conducido por la trompa
basta el instante de su espulsion.
El útero, cuando vacio, se halla situado en
la pelvis, en la línea media, entre la vejiga y
el recto, debajo de las circunvoluciones in-
testinales y encima de la vagina que es su
continuación, sostenido á cada lado por an-
chos ligamentos. Sus dimensiones, pasada la
pubertad, son 7 á 8 centímetros (de -2 y media
i 3 pulgadas) para el diámetro vertical, y para
el trasverso, medido en el fondo, 3 centíme-
tros y '/, * cuatro (de 15 á 18 lineas) y medido
en el cuello un centímetro y medio (7 lineas);
por lin, su espesor es igual á un centímetro
y un cuarto (6 líneas), y el espesor de sus pa-
redes tiene poco mas de medio centímetro
(3 lineas); su consistencia es la de un tejido
resistente, y su dirección conviene con la del
eje del angostamiento superior.' i1
El peso del útero oscila entre 6 y 10 adar-
mes en las jóvenes púberes, entre onza y me-
dia y dos en las mugeres que han tenido hi-
jos; y en el término de la preñez varia entre
libra y media y tres libras, haciendo abstrac-
ción del peso del producto, de sus anejos y
del liquido amniótico.
Considerado esteriormente el útero es pi-
riforme, un poco aplanado de delante atrás,
con la base hácia arriba y el vértice hácia
abajo. Su parte superior, que es la mas des-
arrollada, se llama cuerpo; y la inferior, que
es la mas estrecha, toma el nombre de cuello.
Distinguense en la superficie eSterior del
útero:
1. " Una cara anterior convexa y lisa, re-
cubierta por el peritoneo en sos tres cuartos
superiores; en cuyo punto solo se halla en con-
tacto inmediato con el fondo de la vejiga, y á
-veces también se halla separada de ella por
circunvoluciones del ' intestino delgado. En el
cuarto inferior dé su altura se halla en rela-
ción inmediata con el fondo de la vejiga, con
la cual está unida por medio de un tejido celu-
lar bastante flojo.
Esta última relación esplica la frecuencia
de la trasmisión de las afecciones cancerosas
del útero al fondo de la vejiga.
2. ° Una cara posterior recubierta por el
peritoneo en toda su eslension, que se halla
en relación mediata con la cara anterior del
recto, y a veces varias circunvoluciones in-
testinales se introducen en ese tubo posterior
sin salida del peritoneo que vuelve á bajar á
bastante profundidad para tapizar la parte su-
perior de la vagina.
El comadrón no perderá jamás de vista esa
disposición, sobre todo cuando trate de apli-
car el fórceps. Con efecto, bien se comprende
683 UT
la facilidad cou que una cuchara, impelida
con fuerza y en una mala-dirección, podría
penetrar en la cavidad peritoneal perforando
ese débil tabique. Esta cara posterior mucho
mas convexa que la anterior, se puede es plo-
rar con facilidad con el dedo inlroducido en el
recto. De la porción de esta cara posterior qne
corresponde al cnello uterino parten dos re-
pliegues falciformes, que nacen de cada lado
de la linea media dirigiéndose á los lados del
recto.
Los bordes laterales del útero, ligeramen-
te cóncavos, dan inserción a los ligamentos
anchos que mantienen al útero en posición, é
impiden que se incline, ya á derecha, ya á iz-
quierda. De estos mismos bordes laterales
parten también los ligamentos redondos.
El borde superior, ó el fondo del ulero,
convexo, es, la base del cono aplanado que
representa este órgano; está recubierto por
las circunvoluciones del intestino delgado; pe-
ro cuando vacio, jamás llega al nivel del es-
trecho superior de la pelvis. Asi es que no se
le puede tocar con los dedos sino deprimien-
do con mucha Tuerza la región hipogastrio», y
aun asi es lo regular que no se consiga.
Por fi 11 j, hay una estremidad inferior ó sea
un cuello del útero.
Del cuello del útero. El cuello del útero
presenta diferencias muy notables cnlamuger
según haya tenido hijos o no haya sido todavía
madre. Debemos estudiarlo, pues, en esos dos
distintos "estados, haciéndonos cargo de sus di-
ferencias.
En la mtiger que no ha gozado de los pla-
ceres de la maternidad, es acuminado el cue-
llo del útero, está un poco hinchado en su par-
te media, tiene de largo de cuatro ó cinco cen-
timelros (una pulgada y inedia ó dos pulgadas)
de grueso un centímetro y siete milímetros
(ocho líneas), y de ancho dos centímetros (nue-
ve lineas). Se presenta como estrangulado por
una ranura mas profunda por detrás que por
delante,, formado por la mucosa vaginal que se
redeja sobre el cuello, casi en el punto de
unión de su tercio superior con sus dos ter-
cios inferiores. La parte inferior del cuello ú
hocico de tonca, que mide de dos centímetros
y medio á tres [dedooe á quince lineas] de al-
tura, se halla dividido en dos labios por una
hendidura trasversa que es su oriúcío externo.
Esta hendidura es apenas sensible en la joven
virgen. Antonio Dubois ha comparado perfec-
tamente la sensación que percibe el dedo al
tocarla, á la queesperimentaria al tocar la hen-
didura que separa los lóbulo.s de la nariz. El
labio anterior es algo mas grueso y algo mas
largo que el posterior, siendo tanto mas sensi-
ble al tacto esta prolongación cuanto mas in-
clinado hacía adelanic se halla el fondo del
litero.y en este caso estando dirigido hacia
airas el cuello, se encuentra mas bajo el labio
anterior y parece mucho mas largo, 'Esta direc-
ción del cuello es, por lo demás, la ordinaria
KKU 68i
' y común, siendo el eje del útero casi paralelo ai
del estrecho superior que corresponde á la ar-
ticulación sacro-coccígea.
La parte supra-vaginal, comprendida cairo
la inserción vaginal y el cuerpo del útero, far-
raa casi el tercio de la longitud total del cue-
llo; su cavidad se continúa por abajo con la re-
giqn vaginal, y se abre por arriba en el útero.
Dorante la preñez goza de una fuerza de re-
tracción muy enérgica. Esta parte lia recibido
el nombre de orificio interno.
Bien difícil es' por cierto ahora asignar uaa
forma precisa y dimensiones exactas al cuello
de una muger que ha tenido criaturas, pues á
menudo no es mas que una especie de tubér-
culo informe y municionado que ocupa la par-
te superior de la vagina, y que abierto por un
orificio mas ó menos considerabley masó rae-
nos irregular, es tanto mas corto cuantos nías
partos se han tenido. Y casos se citan en que
el cuello apenas formaba una ligera emioen-
cia en la vagina, reconociéndosele únicamente
por la presenciado dos tubérculos situados al-
rodorde un orificio que ocupa el vértice de la
vagina. El orillcio vaginal se halla mas ó me-
nos abierto, pudiéndose introducir en él ea
general la punía del dedo; pero las dos comi-
suras de esa hendidura trasversa está masó
menos desgarradas, sobre todo la izquierda.
Estas escotaduras, mas ó menos numerosas}'
mas ó menos profundas, son las cicatrices de
los rasgones que ocasionó el paso del produc-
to en elmomenlo del parto, y si á menudo
son mas profundas y también mas frecuentes
en el lado izquierdo depende de que es lo re-
gular que afecte el útero cierla oblicuidad hi-
ela el lado derecho. Ron efecto, todos los es-
fuerzos de contracción del órgano se dirigen
de ordinario de derecha ú izquierda y de arri-
ba abajo; inclinan el produelo en la dirección
de la comisura izquierda del cuello, el cual re-
siste entoncesla resultante de estos esfuerzos.
Las escotaduras raras veces se manilieslau en 1
la parte media de los labios, si bien en algu-,
nos casos, no muy comunes, se encuentra tan
comprometido el cuello por esas rasgaduras
que solo presenta una serie circular de emi-
nencias desiguales y prolongadas.
üv la cavidad del útero. La cavidad
del cuerpo del órgano, visla de fronte, tianela
forma de un triángulo;*está aplanada de de-
lante atrás, pero visla de perdí, représenla
un surcoi porque sus paredes son contiguas.
Presenta tres ángulos, dos superiores donde se
hallan situados, pero apenas son visibles, los
orificios de las trompas, y uno inferior ú ori-
ficio interno que pone en comunicación esta
cavidad con la del cuello. Esta última es estre-
cha, cilindroidea, y lleva relieves pennifonnes
llamados árboles, dé vida. Estas ramilíeacíoucs
en forma de hojas de helécho, desaparecen de
ordinario después del primer parto, ó por lo
monos únicamente subsisten algunos ligeros
indicios; sin embargo,. eso no es decir que sea
UTERO
jjiuy raro encontrarlos en su eslado de inte-
gridad, aun después de muchos partos. Mon-
sieür fifüveíihiér lia hecho observar la impor-
tancia de esta circunstancia en medicina legal.
La superficie interna del útero es mucho
mas vascular en su cuerpo que en su cuello,
observándose sobre todo esla diferencia enlas
mugeres que han sucumbido durante el perío-
do del menstruo. Eu este caso lia conservado
el cuello su blancura y su densidad regulares,
al paso que se baila reblandecido é hinchado
ol cuerpo del útero.
Esta disposición esplíca porqué la falta de
retracción del orificio interno (no nos referi-
mos al esterno siempre abierto después del
parto) no determina una hemorragia, mientras
qae siempre se manifiesta este accidente en los
casos de inercia del cuerpo del órgano.
La cavidad interna presenta todavía folícu-
los ó sean los pretendidos huevos de Naboth,
que no son mas que criptas mucosas oblitera-
das en su orificio. Esta disposición es mucho,
mus manifiesta después del parto.
Estructura del útero. La disección de la
matriz presenta de fuera adentro por el orden
de superposición, las siguientes capas:
I.1 Una porción de peritoneo que la en-
vuelve casi completamente, como ya pueden
haberlo comprendido mas arriba nuestros lec-
tores, salvo, sinembargo, en el cuarto inferior
de su cara anterior; en sus bordes laterales y
en la parte vaginal de su cuello. En los lados
forma esia membrana dos repliegues que son
los ligamentos anchos. Las láminas anterior y
posterior de estos ligamentos, aplicadas una
contra otra, contienen los vasos y nervios nié-
lennos y ováricos, con algunos haces ú fibras
musculares; y su borde superior se halla divi-
dido en tres repliegues ó alas que compren-
den al ligamento redondo, la trompa y el ova-
rio. Vense también detrás y delante del útero
(los pequeños repliegues falciformes quema-
dama Boivin llama ligamentos anterior y pos-
terior del útero.
2.a Debajo de la capa primera se encuentra
el tejido propio de la matriz, que es agrisado,-
denso, resistente, rechina al cortarle con el
escalpelo, sobro lodo en el cuello, de aparien-
cia fibrosa cuando vacio y muscular durante
la preñez. Por lo mismo en las recien paridas
debemos estudiar ó examinar el tejido propio
fiel útero, porque en dicha época hasta se pue-
de distinguir en él la dirección de las Abras
musculares. Comprende:
a. En el cuerpo una capa superficial , del-
gada, compuesta de un haz medio vertical, que
ocupa ambas caras del útero* Este haz medio
resulta ai parecer de la erección de las Abras
oblicuas.
h. Varias Abras ascendentes y descenden-
tes que resultan del alenunmiento de las que
Tienen de las trompas uterinas, del ligamento
ne los ovarios y de los ligamentos redondos,
¿slas fibras oblicuas se erectan para volverse *
verticales hacia la linea medía y entrecruzarse
con las del Isdo opuesto. Las fibras mas super-
ficiales de esla capa, que pertenecen tan solo al
cuerpo del útero, se quilanó siguen de ordina-
rio al peritoneo.
c. La capa profunda, compuesta de Abras
circulares, dispuestas en dos series concéntri-
cas, pertenecen por decirlo asi á dos torbelli-
nos, en formado cono, prolongados por las
trompas, abriéndose/eu su centro, ¿ cada lado,
el orificio de la trompa. La base de este cono
mira hacia la linea media y va á confundirse
con la del ludo opuesto.
Al ver esla disposición va uno conducido
por la mano á reconocerque el cuerpo del úte-
ro, en la muger, resulta á todas luces de los
dos ad uterum reunidos que presentan las hem-
bras de los demás mamíferos.
El cuello se compone casi enteramente de
fibras circulares que se entrecruzan en ángu-
los muy agudos.
Por último se halja tapizado por una mem-
brana mucosa, cuya existencia á decir verdad,
no se habia podido demostrar hasta hoy. por
medio del escalpelo, por mas que ta analogia,
la anatomía comparada y el estado patológico
nos conducían necesariamente á admitirla. Las
investigaciones de E. H. Weber acabaron de po-
ner en evidencia este hecho anatómico. ,
E. H. Weber, conforme con Sharpey, no
describe mas que los folículos simples, tubu-
lares, observados efl la mucosa uterina de
la muger muy poco después de la concepción.
Jamás observó en la muger, en dichos folícu-
los, ni dilatación ni división en dos ó fres ra-
masde su estremidad profunda, como en el per-
ro, y algunos presentan tan solo al terminar
en la sustancia del útero, dos ó trestubitos sin
salida. El citado observador nunca pudo per-
cibir estas glándulas tubulares antes de la con-
cepción, sin duda á causa de su pequenez,' pe-
ro es probable su existencia, pues se encuen-
tran en el perro y en oíros animales.
El doctor Sliarpey cree que estas glándulas
segregan durante la preñez un fluido que pro-
bablemente es absorbido por los vasos del fe-
to, sirviéndole dealimenla.
Goodsir cree este producto de secreción
la hidroperionea de Breschet.
La matriz recibe las arterías uterinas que
vienen del liipogástrico y de los ováricos, y da
venas que desarrolladas en la preñez , apare-
cen en' un corte como las venas supra-bepáti-
casenlos cortes trasversos del íiigado, es de-
cir, casi reducidas á la túnica propia y adhe-
rentes al tejido del órgano.
Las arterias uterinas propiamente dichas
son muy voluminosas comparativamente con
las ovájicas. Estas se estenitan en. parte al dar
ramas 'á los ovarios, á las trompas y á los li-
gamentos redondos, no suministrando mas que
divisiones superficiales al útero. Las primeras,
ai sontrario, son muy gruesas, y dan once ó
doce gruesas ramas para cada lado, que pene-
687
UTERO
tran profundamente en el tejido uterino for-
mando en él numerosas y grandes anastómo-
sis. Claro esiá pues qué Ja compresión de la
aorta ha de tener una eficacia completa y cons-
tante, conteniendo acto continuo las hemorra-
gias fulminantes después del parto, supuesto
que las arterias uterinas nacen del hipogas-
trio, es decir debajo del punto comprimido.
Mr. A. Belin admite que, durante la com-
presión de la aorta, es muy probable que las
arterias ováripas, ó por lo menos una de ellas,
quede comprimida, pues asi inducen á pen-
sarlo su origen y sus relaciones anatómicas.
Los vasos linfáticos abundan sobre tocio en
la superficie, van á los ganglios pélvicos y
lumbares, y comunican con los de los anejos.
Los nervios provienen unos de los plexos
renales llegando al útero pegados con las ar-
terias útero-ovarinas; y otros del plexo hipo-
gástrico formados por algunas ramas anterio-
res de los nervios sacros y por ramas que pro-
vienen de los ganglios lumbares del gran sim-
pático.
Mr, Boulard ha hecho algunas investigacio-
nes sobre la cuestión tan oscura y tan contro-
vertida de la distribución de los nervios en el
útero. Mr. .Boulard combate el trabajo de Ro-
berto Lee, quien ha descrito y Bgurado un
numero infinito de ramos nérveos en la sus-
tancia del útero, participando de la opinión de
Lobstein y deBeclc, que no pudieron seguir las
divisiones infinitamente diminutas. Ileaqui por
otra parte los resultados de la dirección de
doce matrices tomadas en diversas condiciones.
1. " Los nervios del útero vienen del plexo
hipogástrico, del ganglio ó anillo nérveo que
rodea la uretra á su entrada en la vejiga , de
los últimos pares sacros y del plexo mesenté-
rieo inferior. Por fin Mr. Boulard encontró
constantemente a la derecha un nervio bas-
tante voluminoso relativamente que se des-
prendía del plexo lumbo-aórtico.
2. ° Es cortísimo el número de nervios del
útero.
3. " Estos nervios son muy finos,
4. " lío es1 exacto, como opinaba Mr. Ilun-
ter, que aumenten de volumen estos nervios
durante la preñez; dependiendo probablemen-
te este error que en el útero de una muger
muerta de sobreparto se confunden fácilmen-
te los filetes celulares ó fibras musculosas con
ramos nérveos.
5. " En un útero de criatura, se hallan tan
apretados entre si los elementos, que forman
una verdadera merabrana nérvea de la que
parten nervios muy delgados. En la muger
adulta están mas separados los elementos; y
en la que está en cinta forman mallas mayo-
res, pareciendo aun mas ténues que en la adul-
ta los filetes que de él emanan,
O." Las ramas uterinas siguen en parte las
divisiones arteriales, y van siempre acompaña-
das por una arteríola muy fina. Se cstienden
desde los bordes del útero sobre las dos cara3
y sobre el fondo, pero es imposible sc¡mirW
en la profundidad del tejido orgánico, nuc
rompen al menor esfuerzo.
. 7." Mr. Boulard jamás encontré ni s¡¡™
glios ni plexos uterinos.
S.u Por lo que hace al cuello uterino es
evidente que la porción vaginal no carece me
nos de nervios que el resto del cuerpo nm
cree que llegó á seguir un filamento hasta el
labio anterior del hocico de tenca. Sin embar-
bargo, Mr, Jobert de Lamballc admite que los
nervios que llegan á la parte anterior del cue-
Ilo á su inserción vaginal se repliegan lame-
diatamente sobre h vagina, abanderando ñor
completo al parecer el hocico de tenca (parle
vaginal del cuello). Pero no es admisible que
esta parte se halle enteramente privada de
nervios, pues si este último es á menudo in-
sensible hasta al hierro candente, depende de
que no recibe mas que un cortísimo número
de ramificaciones ó filamentos nerviosos.
, Se ha atribuido al cuello, considerado en
su conjunto , un predominio de sensibilidad
sobre el cuerpo del órgano, por cuanto recibe
aquel nervios que emanan del plexo sacro;
el hecho es indudable, pero no 'está bien in-
terpretado. La parte vaginal ó mejor supra-va-
gínal es la única que goza de esa esquisto
sensibilidad, á menudo muy exagerada en el
momento del parto. La parte vaginal, al «ra.
trario, no participa en manera alguna de ella,
á no ser en el estado patológico; y si ai el
momento del parto se ha podido dar crédito ú
una sensibilidad constante del cuello vaginal
(hecho que por otra parte constituye una es-
cepcion) depende de que borrándose esle en-
tonces, se ha juzgado que la sensación perci-
bida por la parte supra-vugínal lo labia sido
parla parte vaginal.
Desarrollo. En un principio es bicórnea
el útero de la muger, lo mismo que el de 1«
mamíferos; su cuerpo está apenas desarrolla-
do, al paso que las trompas se bailan muy di-
latadas en su estremidad inferior. A medida,
que avanza en edad el embrión y que se des-
arrolla el útero, se angostan las trompas "te-
rinas, tendiendo á borrarse y á desaparecer
muy pronto por completo la disposición bi-
córnea.
El cuello predomina también, al paso que
el cuerpo del útero permanece por mucho tiem-
po en el estado rudimentario, en términos de
que recien nacido solo representa la cuarta
parte del órgano; un poco antes de la pillería!
todavía no forma mas que la tercera parte, T
solo pasada esta época es cuando llega á igua-
lar y á superar á esta región. Esle dfisáFíollo
del cuerpo se halla en relación con la mens-
truación, cuyo asiento se encontraría, segun
Mr. Cruveilliicr, ño mas que en el cuerp».
cuyo modo de ver se halla confirmado por
hechos que cita aquel hábil anatómico. íi|cl
primero uabia falla absoluta de menstroaciw
en una muger cuyo útero estaba lleno, s»
DTERO-ÜTOPIA.
600
cavidad; y en el segundo, en una mugcr
muerta durante la menstruación, la mucosa
del cuerpo del útero estaba Manda y conside-
rablemente inyectada, ul paso que el cuello no
participaba de tal tumescencia, ' 1
til esiado de preñez y el parto imprimen
al útero modiflcacióncs que permiten siempre
reconocer el de una rnuger que ha parido. Un
]¡i raugerque ha tenido hijos, según monsiettr
Iilaadin, es mas gruesa la matriz, su cuerpo
mas desarrollado relativamente al cuello, y
este es monos alto encima de la vuiva, sus va-
sos y sus nervios son mayores y mas déxuosqs
quejosde la qué no lia sido todavía madre.
El parlo modifica también notablemente el
cuello, pues se vuelve mas estrecho en su par-
le inedia que en sus eslretuidades, bárranse de
ordinario las ramificaciones penniformes, pasa
otra vez á ser trasversa la abertura del hocico
de lenca, y sus labios están mas ó menos di-
vididos, según se iiau repetido mas ó menos
las preñeces.
Usos. El útero recibe el germen fecunda-
do, se le une, le da los materiales de su nutri-
ción durante el tiempo déla gestación, pasa-
dala cual reacciona sobre si mismo, se separa
de él y le espulsa al esterior.
De los ligamentos anchos y de hs liga-
menlos redondos del útero. Los ligamentos
anchos son dos repliegues cuadrilaterales for-
mados por el peritoneo y Irasversalmente' es-
tendidos desde los bordes de! útero á las pa-
redes laterales de la escavacion. Los ligamen-
tos aaclios se hallan sobre el mismo plano que
la cara anterior del útero; se .insertan en el
Jaliio anterior de los bordes de éste órgano,
dejando tras si todo el espesor de los mismos.
El borde superior de los ligamentos anchos
se divide en tres repliegues 6 relieves forma-
dos, el uno detrás por los ovarios., y sus liga-
montos, el otro delante por el ligamento re-
dondo, el tercero y medio por las trompas.
Este es el mas considerable, el mas alto y
constituye verdaderamente el borde superior
de los liganientos anchoa.
Eslos ligamentos dividen pues la cavidad
déla pequeña pelvis en dos partes de las cua-
les la anterior contiene la vejiga y la poste-
rior el recto, y á menudo algunas asas del in-
testino delgado, y una porción de la S iliaca
del colon.
Los ligamentos redondos (cordones supra-
púliieos) son dos haces que enlazan el útero
coa la región púbica, y que se estienden des-
las partes anterior, superior y lateral de es-
te órgano, hacia las ingles y el monte de Ve-
nus. Soade! grueso poco mas ó menos de una
pluma de cuervo; pero el del lado derecho es
ütl P°co mas corto que el del izquierdo.
listos ligamentos, al dejar el útero, se di-
rigen hacia delante y al esterior, cruzan obli-
cuamente el músculo proas, reptan por debajo
del peritoneo y se meten por el canal inguinal
recorriéndole en toda su estension, para per-
2213 UIBLIOTECA wjphlaiu
derse al salir de este anillo confundiéndose
con la parte próxima de la aponeurosis fascia
super/icialis. Encuéntrense asi en relación in-
mediata con'el pene, las ingles y los labios de
la vulva, á cuyas regiones corresponde esta
aponeurosis.
El ligamento redondo se baila constituido
por Abras' longitudinales que algunos anató-
micos modernos han considerado como perte-
neciente al tejido amarillo elástico, pero que
son evidentemente uua emanación de las fi-
bras uterinas. La estructura de estas libras es
sobretodo muy palpable durante la preñez.
En elfeto, y aun ¿menudo después de ha-
ber nacido, los ligamentos redondos van acom-
pañados, en el trayecto inguinal, por una pro-
longación del peritoneo completamente aná-
loga á la que acompaña al cordón testicular
cuando el testículo ha franqueado el anillo.
Esta prolongación, ó vaina cilindróidea, cono-
cida con el nombre de canal de Nucí, pero
cuyo uso es tan difícil de esplicar, acaba por
obliterarse, si bien á veces permanece abier-
to. Mr. Cruveilhier se apoya en este hecho para
esplicar, como !a observación le ha permitido
esplicar, en contra de ¡as opiniones generai-
raeulecorrientes, un número bastante conside-
rable de hernias inguinales en lamuger. Se-
gún el citado autor, este número es igual .al
de las hernias crurales.
Los cordones supra-púbicos sirven para
fijar el útero y prevenir sus dislocaciones.
üTiLIDAf). En economía politica es la fa-
cultad que tienen las cosas de poder servir al
hombre de cualquier modo que sea; Lo mas
inútil é incómodo puede tener su utilidad, si
su uso basta para darle cierto precio, y este
precio es la medida de la utilidad que en jui-
cio de los hombres tiene, es decir, de la satis-
facción que resulta por su consumo; porque
no tratarían de consumir esa utilidad, si par
el precio que. tiene, pudiesen adquirir otra
que les procurase mas satisfacción.
La utilidad así entendida, es el fundamen-
to del pedido ó demanda de productos, y por
consiguiente de su valor. Pero este no pasa
de los gastos de producción, pues mas allá
de este tipo, conviene al que lo necesita ha-
cerlo él mismo, ó mas bien, nunca se ve pre-
cisado á crearlo por si, porque al tipo dicho,
hay empresarios que se encargan de ese
cuidado.
Hay una utilidad mediata y olra inmedia-
ta. Esta es la que puede usarse inmediatamen-
te, como la de todos los objetos de consumo.
La mediata es la de las cosas que tienen un
valor como medio de procurar un objeto de
uso- inmediato; tal es la de una cantidaU de
dinero, un contrato de venta, ira valor de co-
mercio, un fondo productivo susceptible de
poder ser cuugenado,
UTOPÍA. Arte de hacer feliz á un pais, de
las voces eu y topos. Por utopía se entiende
comunmente uno de esos planes creados por
t. xxxiii. 44
69* UTOPIA.—
la imaginación de-ún poeta filósofo, para en-
señar á los pueblos las instituciones mas con-
venientes á su felicidad. Asi es que la Cirope-
dia de Jenofonte, la República de Platón, son
miradas como utopías. El canciller Tomas Mo-
rus, -victima heroica de Enrique VIII, dio ese
título á sú Teoría descriptiva de una legisla-
ción y de un gobierno modelos. El Argenis de
Barclay, el Oceana de Arrington, la Historia
délos sevarambos, el cuadro de las costumbres
de la Bélica y del gobierno de Saleuto en Te-
Umaco, de la felicidad pastoril ea la Arcadia
deBernardino de Saint-Fierre, de una política
basada en la moral en los entretenimientos de
Focion del abate Mably, se clasifican en esa
categoría. La Heloisa y ^Emilio no son mas
que utopias sobre el amor, sobre el orden y la
felicidad en la familia, y sobre la educación.
Los que se mofan de toda reforma necesaria
ó útil, los que creenridicuiizar toda mira nueva
de bien público, llamándola utopia, no ad-
vierten que niegan la influencia de los senti-
mientos morales sobre la sociedad. Olvidan
que sin esa influencia, todo poder y la exis-
tencia misma de un orden social se bacen im-
posibles. Lo que lo prueba, es que los hom-
bres, cuyo entendimiento no ve en los pueblos
mas que un vil rebaño, tienen que apelar al
respeto de la ley moral. Pero lo que ni aun
sospechan, los adversarios de loda idea nueva
cuando se divierten á espensas de los utopis-
tas, es que las pretendidas utrfpias no, hacen
mas que reproducir ó anticiparse á hechos que
la historia no tarda en consignar. Esta verdad
consoladora para los amigos de la humanidad
se ha hecho evidente por Aimé Martin en la
Educación de las madres de familia y en el
Plan de una biblioteca universal. La Repúbli
ca de Platón tenia por modelos las leyes de
Esparta. Después de la revolución francesa de
1789, se han hecho en esle país reformas mu-
cho mas avanzadas que algunas de aquellos
tiempos que se consideraban como utopías.
La de pesas y medidas fué al principio ridicu-
lizada; cuando comenzaron á cundir los prin-
cipios de Say, muchos se rieron de ellos; hoy,
sin embargo, hay en Francia bancos de per-
muta que prueban materialmente cual es la
verdadera riqueza, y que han logrado supri-
mir el dinero en muchas transacciones y en la
saüsfaccion de varias necesidades. Lo único
ridiculo, lo único odioso es la tenacidad en
sostener proyectos opuestos á la moral y a la
razón humana,
UTRECHT. (unión de) El pacto de unión ce-
lebrado en esta ciudad el año 1570 entre los
representantes de ella y los de Holanda, Ze-
landa,, Gneldres, Groninga, Frisa y "Wereysel,
es uno de los acontecimientos mas importan-
tes de aquel tiempo. Hacia Felipe II grandes
esfuerzos por establecer en los Paises Bajos la
unidad política y religiosa, creyendo que esto
era el medio mas eficaz de conservar su so- '
berania, pero encontraba fuerte oposición en
UTRECHT 692
aquella gente animosa resuelta A mantener sus
costumbres y sus antiguas leyes. La muerte
de los condes de Egmont y Itorn, las victorias
conseguidas por el duque de Alba oofiíra los
insurrectos, y el rigor que empleó esto j¡|.
signe capitán contra los vencidos no bastaran
para destruir el espíritu de insurrección, Al
duque de Alba sucedieron en el mando don
Juan de Austria y el duque de Panna, Alejan,
dro Farnesio, que consiguieron algunas ven-
tajas, pero no lograron afianzar en aquellos
paises la soberania.de Felipe II, Contrariaba
todos los planes de este monarca Guillermo
de Hasau, príncipe de Orange, proclamado por
los holandeses su slal.houder ó capitán gene-
ral en 1572, y viendo que el partido déla in-
surrección tenia mas que temer de su iIk-
uuioii que de los esfuerzos de sus enemigo;;,
concibió el proyecto de formar una confedera-
ción como único medio de mantener uaidas las
fuerzas délos holandeses. Trabajando con no
poca habilidad para realizar este pensamiento,
consiguió reunir en Gorcum el año de 1578
una asamblea de los estados de Holanda. Pro-
púsose alli el encargar la dirección de los ne-
gocios públicos i Guillermo de Orange, que
gobernarla bajo la dependencia de los Estados
holandeses, y no se omitió razón alguna de
las que podían probar que asi se evitarla li
discordia y todos los inconvenientes que nacen
del espíritu de localidad; pero la asamblea se
disolvió sin acordar nada sobre este pimío.
Sin embargo, como la proposición iba encami-
nada al triunfo de la Holanda, al año siguien-
te se volvió á tratar de ella, y por último vino
á formarse una alianza ofensiva y defensiva
con el carácter de perpetua entre los Estados
de Holanda. El acta de esta federación se lia
considerado siempre por los holandeses cono
la base de su libertad polilica, civil y reli-
giosa.
UTRECHT. '(paz de) La muerte del último
monarca español de la dinastía austríaca,
fué para la España y para la, Europa la señal de
la guerra llamada de Sueesian, una de las mas
famosas de que nos habla la historia de los
tiempos modernos. Muerto Carlos II sin hijas,
después de haber roto mas de una vez su tes-
tamento, y habiendo nombrado por último su-
cesor de su corona á Felipe de Anjon, pido
de Luis XIV, rey de Francia, acudieron á dis-
putarse con las armas el trono de España el
duque' de Anjou y el archiduque Carlos, liijo
de Leopoldo, emperador de Alemania. Pusié-
ronse de parte de éste y se declararon en fa-
vor de las pretensiones de su hijo la Inglalef-
ra y la Holanda en un principio, y mas adelan-
te Portugal, moviendo á estas potencias el te-
mor de que algún din pudieran reunirse enini
descendiente de Luis XIV las coronas dp Es-
paña y Francia, con lo cual peligrarla la inde-
pendencia de las demás naciones lanío como
en el reinado de Carlos Y. Francia, Italia, Ale-
mania, los Países Bajos y España, fueron tea-
89i»
UTRECH 1'— UTRICUURU
694
tro do esta guerra sangrienta y porfiada; pero I que, siendo eslas mas ligeras sirven á elevar
iloude se peleó con mayor obstinación y en- á la superíloíe el pezón, para que la flor pue-
camizamiento, y con mas varia suerte, fué en da desarrollarse al aire libre; pero tan pronto
España, siguiendo las banderas del archiduque } como se acaba, la florescencia, y llegan á su
los catalanes, aragoneses y valencianos, y dis-i
los —
tUmiiéndosc por su adhesión al duque de An-
ioiu'asl lodo el resto de la península. Causada
eslaba ya la Europa de guerrear, cuando acon-
teció la muerte del emperador de Alemania,
Joscl, viniendo :i ceñirse por esta razón la
corona imperial el archiduque Carlos, su her-
mano. Esto bastó para que las naciones aliadas
de la casa de Austria le negasen su apoyo, te-
merosas <¡c contribuir á la reconstitución del
poderoso imperio de Carlos V. Tratóse al fin
de la paz, y habiendo renunciado Felipe V los
derechos que pudieran tener en lo suce-
sivo á la corona de Francia tanto el como sus
descendientes, se celebró en Ülrecht, en 1~ 1 1 ,
el tratado de paz que puso fin á aquella con-
tiendas y se ha considerado despues-como una
de las bases del derecho internacional de Eu-
ropa.
üTRECUT. {Geografía é historia.) Esla ciu-
dad, llamada en lo antiguo Trajactum ó Tra-
jedum ad Renum, da nombre boy á una de
las provincias del reino de Holanda. La pros,
paridad y engrandecí miento de Utrecht comen
ib en el siglo X, durante eL pontificado de
Valderico de eleves , cuyos sucesores conli
núaron ejerciendo allí- la soberanía hasta la
época en que Enrique de 'Gaviera hizo cesión
de ella á Carlos V, Éste emperador la hizo for-
tificar en 1529 con el castillo de üreburg. La
población de Utrecht asciende á mas de 30,000
almas. Hay en ella ricas fábricas de terciopelo,
un jardín botánico y una universidad, fundada
en I63G, á la cual lian dado fama algunos pro-
fesores ilustres.
UTIUCULARIA. Lin. (De utrículo], por alu-
sión á las pequeñas vejigas que se encuen-
tran en las ramas. Género tipo de las utricula-
riceart, al parecer poco interesante, como no
sea por sus Uores, cuando estas nadan encima
'del agua, es notable aun por 3us hojas ente-
ramente sumergidas en el agua, divididas en
, filamentos ramosos muy delgados y cargados
detm gran número' de vcjiguillas, las cuales
se componen de una membrana trasparente,
elástica y córnea, con una abertura provista ele
una válvula, la cual se abre únicamente hácia
hiera antes de la florescencia. Estas vej ¡gui-
llas están llenas de agua, pero cuando iu flor
se prepara á aparecer, s&efeclúa en la planta
una descomposición del aire que despide el
aoUa de las vejigutllas ó vegiculas, de manera
madurez las semillas, vuelven las vegiculas a
llenarse de agua y la plañía á sumergirse en
ella, donde esparce sus- simientes y efectúa asi
su propagación. "Las utricularias pueden vivir
algún tiempo sin adherirse al suelo. Al estre-
mo de las ramas existen unos bolones gruesos
los cuales, después de muerta la planta, se
desprenden de ella y caen al fondo del agua,
donde pasan el invierno, y en primavera,
echando raices que se internan en el limo, de-
bajo del agua, dan lugar, ademas de la repro-
ducción por las semillas, á nuevas plantas por
raices.
La utricularia común [utricularia vulga-
ris, Lin.), tiene los tallos delgados, largos,
hundidos en el agua, divididos en largas ra-
mas que sobrenadan, cargadas de muchas ho-
jas. Por encima del agua suben varios tallos
desnudos, con flores en número que varía de
cinco á ocho, y forman un racimo simple y
poco apretado, presentando á la base de cada
pezón una brácteu oblonga y escariosa. El cá-
liz caduco tiene sus divisiones iguales; su co-
mía es amarilla, bastante grande, con dos la-
bios enteros, el superior derecho y provisto
de dos estambres; el inferior mayor, con bor-
des vueltos, provisto á su orificio de una len-
güela saliente y terminado a su base por «na
espuela subulada' y obtusa; el estigma tiene
dos hojas desiguales. La cápsula se abre con
elasticidad y trasversalmente en dos hemisfe-
rios y contiene un gran número de semillas.
Florece esía planta en julio y en agosto, y es
muy común en los estanques, los charcos, los
fosos y toda clase dé aguas estancadas, des-
de nuestras regiones meridionales hasta Sue-
cia y Laponia. Los patos la buscan con avidez.
Sóbrelas vegiculas de esta planta, que le han
hecho dar el nombre qne lleva, vive el mono-
culus pilosus, Lin. Antes de Lineo se le da-
ba los nombres de millefolium, lentibula-
ria, etc.
La utricularia'delgada [utricularia minor,
Lin,), bastante parecida á la anterior, difiere
de ella por su pequenez y por sus flores de
color amarillo pálido; tiene la lengüeta menos
saliente, la espuela mas corta y mas recia y el
estigma sin vello alguno. Se encuentra en los
mismos parages, pero con menos abundancia
que el anterior. En la utrioularia interme-
dia, Hayn., las vegiculas son mayores qne en
las demás especies.
V
Y. Vigésima cuarta letra de miestro alfa-
beto contando la ch. Llámase w consonante, y
se lia confundido varias veces con la U. En
nuestro idioma su articulación se confunde
con la de la B, y esto da íugar á algunas equi-
vocaciones en ortografía.
Según Tácito, el alfabeto romano carecía
de V; pero no pocas veces aparece en monu-
mentos romanos, tales como ta tumba de los
Scipiones, en donde representa ¡a V y la ü in-
diferentemente. Los arqueólogos la encuentran
también en las inscripciones de las naciones
primitivas de Italia , los etruscos , los olseos,
los samnitas; pero en estos monumentos, la Y
y la F (antiguo digama de los eolios) suelen
bailarse confundidas. Según Suetonio, el' em-
perador Claudio quiso hacer adoptar en Roma
la forma del digama invertido y), idea que,
según Anneo Cornuto, pertenecía á Varron,
Es muy probable que la forma definitiva de
la V fué tomada de la escritura de los griegos,
sirviéndole de modelo el upsilon (y ); porque
vemos en muchos monumentos do Africa, del
Peloponeso y de la Alta Grecia, esa última
letra representada sin el palo inferior y redu-
cida á los dos rasgos oblicuos reunidos por
abajo.
La relación material que observamos entre
la Y latina y el upsilon griego, no debe hacer-
nos perder de vista la relación mas esencial
aun entre la V y la F y el digama eolico, y
vav semítico. Lo mismo que la V éntrelos la-
tinos, elvav entre losbebjeos, y sin duda en-
tre los fenicios, se usó como consonante y co-
mo vocal. Ademas, correspondía ala labial
pura w.
En fdiomas distintos del nuestro, la Y es
una letra denlo-labial, de articulación un poco
análoga á la de la F, pero muebo mas suave. ,
El phi (<í>) del alfabeto griego corresponde por
su Jugar a la Y y por su pronunciación á la f.
Ademas de la analogía qnebemos indicado,
éntrela V y el u«ü hebreo, otra letra del alfa-
beto hebraico tenia, según los rabinos, el so-
nido de V.. Llamábase belh, que liabia de pro-
nunciarse como v, cuando no estaba marcada,
con el daquesch, punto que indicando la fal-
ta de aspiración dejaba al beth el valor de la
labial erosiva B.
El beta de las gramáticas griegas se pro-
nuncia boy día en Grecia vita, y los rusos ta
dado á su B el valor de Y, creando para el so-
nido 6 una modificación particular del signo II.
Entre los latinos mismos bailamos algunas
muestras de confusión entre la B y la V. Da-
nubiuí se encuenlrn.á veces escrito Danuvius;
belli, velli, vixit, biwit.
Los armenios tienen dos letras diferentes
análogas á la Y: el leíoun , con el doble carác-
ter de vav, y el viev, que es constantemente
consonante.
La Y de las voces latinas representa á ve-
ces el espíritu suave de los griegos, como en
ovis íoveja), que se deriva do oT?.
En alemán, la doble W suena como la \'dc
los valencianos; la V sencilla se llama /son,
y représenla la articulación sorda correspon-
diente;
En las inscripciones ó medallas Jalinasla
Y os abreviatura de Valerius, Valerianas, vt-
nerabilis, Viciar, ele.
En las cifras romanas vale S, y sirve para
representar los números 4 , 0, 7, S, por la
adición de una I á la izquierda, ó de ana, dos
ó tres á la derecba. Un tilde sobre la Y aumenta
mil veces su valor. Algunos creen que Víale
5 por ser mitad del carácter X, que vale 10.
VACA. [Agricultura.) Con este nómbrese
designa la hembra del toro. Bebe tenerse un
cuidado especial en la elección de las que fcW
de servir para la propagación de la especio;
han de ser de cuatro á nueve años, dóciles,
fuertes, criadas en montañas abundantes en
pastos, ú en llanuras que no tengan aguas
pantanosas; los huesos de la pelvis deben ser
anchos, la cabeza levantada, los ojos vivos,
los cuernos fuertes y cortos, grande el es-
pacio que media entre la pitjia falsa coslillil
607
VACA— VACANTE
698
y !a pelvis, carnosas las espaldas y el pecho,
¡as piernas gruesas y nerviosas, las pezuñas
buenas y el pelo rojo y espeso.
Las mejores vacas de nuestro país son las
de Piedra-Hita y su comarca, que son las lla-
madas moruohas, no tienen mas defecto que
el de ser bravas, pues por lo demás, no hay
otras de tan buena alzada y proporciones, de
mejor disposición para el trabajo, ni mas abun-
dantes en leche.
Conviene tener presente que en este gana-
do, como ea iodos los que no se quiere que
degeneren las razas, es bueno cruzar las cas-
ias mezclándolas, ó renovándolas Con razas
estrangeras.
Las vacas preñadas necesitan de mucho
cuidado y precaución; se deben preservar de
la lluvia, del frió y del escesivo calor; hacer-
las trabajar poco, dejándolas tomar aliento en
el trabajo, no hacerlas correr ni obligarlas á
sallar zanjas ni paredes, ni darles golpes, por-
que abortan fácilmente. El pasto debe ser ju-
goso, y en llegando á los siete meses se les
puede aumentar la comida dándoles con ella rá-
banos, nabos, calabazas, buen heno, mielga ó
alfalfa, y pipirigallo ó espárcela. Desde luego
esescelenle señal el que no se les enjuguen
las tetas á las vacas ni aun en los últimos dias
de la gestación.
El parto se verifica al principio del décimo
mes, y entonces conviene separarla delasotras
vacas, dejarla que se eche sobre paja, pre-
servarla del frió , administrarle una hora des-
pués del parlo harina desleída en agua común,
alimentándola durante ocho dias con buen he-
no, alfalfa y pipirigallo , y dándole de beber
agua Manqueada con harina de cebada; des-
pués se la va volviendo poco á poco a sú régi-
men ordinario , cuidando de llevarla al esta-
blo [res ó cuatro veces al dia para dar de ma-
mar al ternero.
Tanto para ayudarla en el parto , como
después de él, si se nota que la vaca está dé-
Wl y no se restablece pronto, es muy bueno
darle una sopa de libra y media de pan tos-
lado en sois cuartillos de vino mezclado con
igual cantidad de agua. Hasta dos meses des-
pués de paridas no deben empezarse á orde-
W, pues antes es de mala calidad la leche y
la necesitan las terneros, asi como- tampoco
deben ordeñarse al llegar al sétimo mes del
embarazo, á no ser que se les hinchen las Le-
ías, en cuyo caso es preciso descargársela?.
Sisequiere que una vaca dé lecheen abun-
dancia y por mucho tiempo, es necesario or-
inarla aliaras arregladas y equidistantes, dos
ieces al dia, y no tres, como se practica en
algunos pueblas, escepto cuando esté recién
panda y con mucha abundancia de leche! Asi
se logra que la vaca necesite y desee que ¡¡
ordenen - — '
y que" espere con inquietud el mo-
n en o de la operación para librarse del peso
4ue langa sus telas y se presenta voluntaria-
(Wte acercándose jj la vasija destinada á reci-
bir la leche, especialmente si el que cuida de
Ordeñarla acostumbra darle después de comer.
Para esta operación es necesario escoger una
persona hábil; pues el que no sabe ordeñar'
cansa á la vaca y la irrita,' haciéndola falsa,
reacia y difícil de manejar coa el mal trato,
acostumbrándola á temer un momento que
debe ser mas sensual que penoso, supu.es ^
to que para ella es uña necesidad el que la or-
deñen.
El que haga esta operación debe procurar
en primer lugar ponerse limpio y aseado para
verificarla, frotándose con el heno que mas
guste á la iraca antes de acercarse á ella , y
manejará suavemente las tetas y las acariciará
oprimiéndolas de arriba 'abajo , siguiendo asi
hasta que haya sacado toda la leche ; pero
nunca se principiará esta operación hasta que
la vaca esté tranquila.
En general debe procurarse que el vaque-
ro sea fuerte, vigoroso,- diestro , pacifico y de
buen genio; pues si espanta, maltrata ó casti-
ga á las vacas confiadas á su cuidado , se ha-
cen bravas, intratables y aun peligrosas para
los que seles acercan. También es muy con-
veniente que el vaquero sepa cantar y tocar
algún instrumento: en Suiza hay una colección
de tocatas y canciones de fecha inmemorial, y
que se denominan retnz des vaahes, que sirven
para llamarlas y conducirlas , ,pues las vacas
son- sumamente aficionadas a la música, y lo
mismo los toros, álos cuales se les ve, muchas
veces suspender sus combates en cnanto oyen
algún instrumento, y volverlos 'á emprender
en el momento en que dejan de oirlo.
Las vacas comen de casi todas las yerbas,
pero las que seles dau mas ordinariamente en
el establo son la alfalfa, el trébol, ¡a sulla, k
colza, la pimpinela, zanahorias, nabos, coles,
patatas , lechugas , aulagas , peregil , ramas y
hojas de olmo, de fresno, de sauce, de álam.o,
de arce y centinodia, algarrobas y vainas de
guisantes y de habas.
Las raices es muy importante el dárselas
partidas á pedazos, y les nutren mas cuando
se les administran á medio cocer.
Las vacas deben beber dos veces al dia,
y aqui nos parece oportuno indicar que es un
error el creer que las aguas corrompidas y ce-
nagosas sean mas sanas para dichos animales
que la pura; y otro tanto decimos con respec-
to al aseo, pues las vacas lo necesitan lo mis-
mo qué los caballos; y' asi se nota que en los
paises en que so acostumbra limpiar y almo-
hazar las vacas, viven estas menos espuestaa
á enfermedades, están mas gordas y vigoro-
sas, dan mas lecbe, y esta es de mejor ca-
lidad.
VÍ.CÁ MARINA. {Historia naturai.) Nombre
con que se designa á veces el hipopótamo, el
dtigongoy algunos peces de gran tamaño, pero
que mas especialmente se aplica á la morsa.
- VACASTE. Esta palabra se aplica al oficio,
beneficio, prebenda ó dignidad ec]psiá.s(icaaug
699
VACANTE— "VACCINIAS
701)
se haüá sin proveer. También -se emplea para
designar el tiempo que la pieza eclesiástica es-
tá sin ocupar, en cuyo concepto se dice sede
vacante, iglesia vacante, ete.
Los cargos ó beneficios vacan de tres mo-
dos: l.° de hecho y de derecho; 2." de dere-
cho y no de hecho: 3.° de hecho y no de dere-
cho. Yaca un beneficio de hecho y de derecho,
cuando nadie le posee ni tiene derecho de po-
seerle, lo que sucede al morir el tfuele obtie-
ne ó al hacer dimisión si no hay persona des-
tinada de antemano para sueederle. Vaca un
beneficia de derecho y no de hecho-, cuando
privado el beneficiado del derecho que tiene,
le posee no obstante, lo cual acontece en el
caso de permanecer en éí siendo ya nn intru-
so ó detentador. Vaca un beneficio de hecho y
no de derecho, cuando no le posee et-lilular
legítimo, como sucede en el caso de una au-
sencia larga que pudiera considerarse como
una renuncia tácita.
El beneficio pertenece siempre por regla
general á aquel que lo tiene por derecho, y es-
te, como es sabido, se adquiere por la cola-
ción, no considerándose por consiguiente va-
cante el beneficio por la muerte ó resigna del
que solo lo tenia de hecho.
Vaca el beneficio ipso jure ó ipso fació,
según dicen los canonistas, por la muerte deL
poseedor, por la dimisión hecha endebida for-
ma, por la incompatibilidad de tener dos bene-
ficios, por la traslación del beneficiado, por su
promoción, por incurrir el poseedor en los de
Íi|ó's de heregia, apostasía, cisma y simonía,
por la perpetración délos de sodomía ó inces
to; por los crímenes de confidencia, de falsi-
Ucaciony de asesinato, y por la violación déla
suspensión en el ejercicio del beneficio, cuan-
do esta fuere impuesta por autoridad legitima
¿ La vacmte de pleno derecho solo tiene
logaren los casos expresamente marcados en
él, necesitándose una sentencia judicial para
declarar la vacante en cualquiera otro caso por
grave que sea. - -
Vacan in curia los beneficios cuando li
muerte del beneficiado que da iugar á la va
cante se ha verificado en el lugar en donde el
papa tiene su -residencia.
Para atender á la esiineiondelos vales rea-
les la santidad de Pió VI concedió al señor
don Carlos IV, por su breve dado en Romaá 7
de enero de 1795, ia .facultad de cobrar los
productos de las rentas anejas á todas las pie-
zas eclesiásticas dé las iglesias de la^Península
é islas adyacentes, que vencieran en todo el
tiempo de su vacante; es decir, desde la muer
te, promoción o traslación del poseedor hasta
su provisión en olfo. El valor de este ramo lle-
gó á ser de 2.000,000 de reales.
En América1 se daba el nombre de vacan
tes mayores y menores á las-rentas de las mi
tras y dignidades eclesiásticas, las cuales des-
de quemorianlos poseedores basta que se nom-
braba sucesor se aplicaban al erario.
Por el concordato de ¡851 las rentas de
las vacantes eclesiásticas se destinan al ionio
de reserva que establece en todas lasdiócesis -
VACAS DE SAN AUTOS; [Historia natural.]
Nombre con que se designan vulgarmente las
especies indígenas del género coccindla fa-
milia de los alfidifagos de. los coleópteros til,
meros. Llámanse también mariquitas y llenen
la costumbre de replegar sus pies contra el
vientre cuando se las coge, haciendo salir pot
sus junturas un humor amarillo , fétido y
viscoso. Aparecen pronto cu la primavera v
nos hacen el servicio de destruir muchos pní-
gones que constituyen su alimento. Las mas
comunes entre nosotros son la coccinek de
siete punios (coccineío septempunntala de
Lin.), la de dos puntos (c, oipunetoíoilcLin,!
y la de dos pústulas (c. btpustulata de liinJ
VACCINIAS. Tribu perteneciente a! género
de las ericáceas, cuyo tipo es el vaccinwm.
Su cáliz, adticrenle al ovario, corona con sus
cuatro dientes una baya ombilicada y de cua-
tro celdas; su corola es en forma de cascabel
y tiene ocho estambres. El vaccinium ¡wjr-
tiüua es un pequeño arbusto de dos pies de
alto cuando mas, cuyos tallos son angulosos y
muy frondosos; las hojas alternas, apenas
peccioladas, lisas, pequeñas, ovales y denti-
culadas; sus llores son blancas, matizadas de
encarnado, y á ellas suceden unas boyas de
azui negruzco. Las flores de esta planta salen
en marzo y sus frutos maduran en junio. Esle
arbusto, muy común en los bosques, ea las
parages cubiertos, y montuosos, desde las co-
marcas mas septentrionales hasta en los mas
meridionales, se encuentra con abundancia cu
las regiones subalpinas, de las cuales pueden
considerarse corrió tipo las montañas deTuringc,
En las .cercanías de París es muy raro. ¿De que
proviene, pues, el gusto que sentimos, cuando
en medio de una gran selva encontramos las su-
culentas bayas de este arbusto, muy inferiores
por lo demás á las frutas de nuestros verge-
les? Esto proviene deque, al cogerlas catada li-
bertad, entramos momentáneamente en el ga-
ce de aquellos derechos naturales que el hom-
bre ha cambiado por el de propiedad, el culi,
si bien le hace poseedor tranquilo del fmlo de
sus labores, limítalos derechos al terreno que
le pertenece.
Aunque el nombre de vaccinium ha sido
empleado por los antiguos, conocemos poco ai
etimología. Todos conocen este verso de Vir-
gilio:
Alba Hijastra cadunt vaccinia nigraltgud»r.
en el cual se cree con bastante razan que sfl
trata del aligustre de flores blancas y «I
vaccinium de flores negruzcas, cuyo tm
ácido incita á cogerlas.
Estas bayas y las de las demás cspcei*
tienen un sabor acidulado y refrescante. U»
moradores del campo las llaman w»* í*8™1'
701 VACCiNIAS
mes, y los alemanes heidelbere, se comen,
crudas y aveces con leche; con su zumo se hace
un jarabe que sirve contraía disenteria. Pues-
tas en infusión coa alumbre, dan un color mo-
rado, con el cual se tifien las telas. Fermenta-
das con cierta cantidad de azúcar producen un
licor vinoso bastante agradabio , con el cual
aumentan los taberneros la cantidad del vino y
]e dan color. Los habitantes de las montañas
de luringe, donde son muy abundantes estas
frutas, sacan de elias muy buen partido, co-
miéndolas frescas y. en pasteles, o haciendo
con ellas un arrope que se 'Conserva muchos
ailos. A ellas son muy aticionados algunos pá-
jaros, ton esta planta se alimenta el ¡ihaltena
myrlüli, Lin., las ovejas y las cabras comen
sus estremidades, y para curtir, pieles sirven
muy bien su tallo y sus hojas.
Sobre las montañas mas elevadas , en los
parages húmedos y fangosos, particularmente
cu los Alpes, crece el vaccinium de pantanos,
{vaccinium uliginosuin, Lin.) muy parecido al
anterior', pero con el tallo mas bajo y de hojas
pequeñas, ovales, obtusas y enteras. Sus flo-
res blancas, algunas veces de color de rosa,
avales, con cuatro ó cinco dientes, son reem-
plazadas á su tiempo por bayas negruzcas de
agradable sabor.
El vaccinium puntuado (vaccinium vüis
irtea, Lin.) es notable por sus hojas reticuia-
das, puntuadas por debajo, lisas, duras, ova-
les y casi enteras. Sus tallos son rectos, de un
pie de aiío, sus llores rojizas, dispuestas en
pequeños racimos inclinados; las bayas encar-
nadas, muy acidas y refrescantes. Este arbus-
to crece en los montes poco elevados, hasta en
l.aponiu, donde os muy común. En algunos
puntos de.Alemania se sirven de estas frutas
para condimentar las carnes, y los lapones, á
pesar de lo acidas que sou, Jas comen coci-
das. De elias se saca un hermoso color en-
carnado.
El vaccinium oxycoccos, Lin.; [oxynoccos
jmlustris, Pers.) estiende por los musgos sus
tallos delgados, rastreros, guarnecidos de pe-
queñas hojas ovales, blanquizcas por debajo y
contraídas en sus bordes. Sus flores son axi-
lares, solitarias, rojizas, y están sostenidas por
largos pezones, y sü corola, monopétala al
principio; se separa en cuatro partes basta su
base, ¿as bayas son rojas, muy ácidas; atacan
la planta y la blanquean, y son buen alimen-
to para los pájaros. Por todas partes, en los
pantanos, crece esta planta. En Laponia se en-
cuentra unahermosa variedad, con hojas y llo-
res mucho mas pequeñas, que es el vacci-
mum maorocarpon de Aitón.
VACUNA. (Medicina.) l'arécenos que lo mas
oportuno será principiar este articulo con la
biografía del afortunado médico á quien Jebe
la humanidad tan precioso descubrimiento.
Eduardo Jenner, médico inglés, individuo
ee la Sociedad Real de Londres" socio eslrau-
sm del Instituto de Francia y de todas las so-
-YACüNA. 702
ciedades científicas de Europa, nació el 17 de
mayo de 1749 en Berkeiey, en el condado de
(¡loeester. Su padre Esteban era maestro en
artes por la universidad de Oxford, rector de
Rockhampton, vicario de Berkeiey, y .poseía
considerables terrenos en el Glocestershire. Su
madre era hija de Enrique Head, quien habia
poseído el curato de Berkeiey y era al propio
tiempo canónigo prebendado "de Bristol. Perdió
á su padre en temprana edad, pero ios afec-
tuosos y solícitos cuidados de su hermano Juan
le mitigaron en parte el sentimiento que le
causara aquella gran pérdida. Recibió su pri-
mera educación en Oivcester,, pasando desde
alli á cargo de Daniel Ludlow, distinguido ci-
rujano de Sudhury, quien le hizo veces de
maestro hasta !770, en cuya época habiéndose
trasladado á Londres, -fué á vivir por espacio
de unos dos años con el célebre Juan ílunter.
Muy pronto se apercibió el maestro de las fe-
lices disposiciones de su discípulo, y asi es
que á poco estampó su nombre en.muchos en-
sayos de historia natural qne daba á luz, lle-
gándole á ofrecer que se asociarla con él pa-
ra un curso de historia natural que se proponía
dar bajo un plan nuevo y muy vasto.
En aquella época fué cuando por vez pri-
mera se proyectó el viage del capitán Cook
con el caballero Banks. Necesitábase para la
espedicion un hombre versado en el estudio
de la anatomía comparada, que fuese capaz de
examinar y de describir los animales de espe-
cies nuevas que la casualidad proporcionase,
A! punto sé lijaron todas las miradas en Jenner,
quien desechó las ventajosas proposiciones que
se le hicieron, prefiriendo vivir al lado de su
hermano que le habia hecho veces de padre.
Entonces fué cuando se estableció como ciru-
jano en Berkeiey. Ün nuevo incidente estuvo
á punto de arrancarle de los brazos de su que-
rido hermano, en aras del cual acababa de ha-
cer el sacrificio de los ofrecimientos de Hunler
y del capitán Cook. Encontrábase en Batir, en
un gran banquete en que se presentó á la
mesa algún plato frió que fué preciso calen-
tarlo por medio de una hugia, y al ir á veri-
ticarlo se suscitó la cuestión de si seria mas
conveniente mantener el objeto á cierta dis-
tancia de la llamad introducirle en ella. Pidió
ienner la vela, y sin vacilar metió el dedo has-
ta el mismo centro do la llama, teniéndolo alli
algunos instantes, y en seguida lo colocó per-
pendicularmente encima, pero al momento tu-
vo que retirarle. «Ahí tenéis, señores, dijo,
un argumento demostrativo.» Al dia siguiente
recibió una esquela del general Smith, que ha-
bia formado parte de la reunión y que no te-
nia de él ninguna noticia anterior, ofrecién-
dole un deslino en la India, y asegurándo-
le que á los dos ó tres años contase con uu
sueldo de 300 libras esterlinas. Comunicó la
proposición que acababan de hacerle a sir her-
mano, y por una parte el cariño que profesa-
ba á su hermano, y por otra el amor al pais
703
VACÜNA
70¿
natal , le decidieron al íin á despreciarla. ¡ doctor Parry de Baita, la causa de la an°-¡n
Dorante su permanencia en la provincia | del pecho aunque comunmente' se ármS
et descubrimiento al doctor HéBeráen, 1W
siempre su modestia se negó á reclamar lo
que pertenecía á la originalidad de su es-
píritu.
Solo de paso, por decirlo asi, podemos de-
tenernos en objetos de un interés tan suba!,
temo, cuando se trata de llamar la atención
acerca de la importancia de las investigación
nes que debió hacer Jenner para establecer
con exactitud la naturaleza de uno de los ma-
yores beneficios que el espíritu de observación
ha derramado sobre la humanidad.
No ha faltado algún francas que haya tra-
tado de disputarie el mérito del descubrimien-
to de la vaca na. Con efecto, liusson en el ar-
ticulo vacuna del Diccionario de ciencias mé-
dicas, reunió hechos y tradiciones que prue.
nan que era conocida antes de que hufee
sido objefo de un serio estudio; en una pala-
bra quiso reivindicar para el vecino imperio el
honor de la idea primera que pudo conducir
Suavizaba Jenner los penosos deberes de sil
estado con el estudio de la fisiología y de la
historia natural. Favorecido- por exactas obser-
vaciones, con insistencia repetidas, y varia-
das de mil diversos modos, llegó' a ilustrar "un
punto de ornitología hasta entonces muy oscu-
ro y contradicho por varios naturalistas. Nos
referimos á lo concerniente al cuclillo, el cual
verifica la puesta en el nido de otras aves, y
á los medios de que se valen los pequeñuelos
apenas salidos del huevo, para espulsar del
lugar paterno á los huevos ó á las domas ave-
cillas, usurpando asi, del modo mas ilegitimo,
no solo la cuna de estos últimos, sino también
las caricias de su madre. Jenner que fué el pri-
mero, que se cercioró de este hecho tan curio-
so esplica en los términos siguientes et nota-
bilísimo ingenio que despliega el cuclillo jó -
ven para salir airoso en su empresa. «Et jóveti
cuclillo, á las pocas horas de nacer, auxilián-
dose con su ovispillo y con sus alas, procura
situarse debajo de la infeliz avecilla con la | a Jenner á fijar toda su atención en el exúmen
que comparte la cuna, y colocarla sobre su ¡ regular de la vacuna. Verdad es que el escritor
dorso,- donde la retiene estendiendo y levan- ¡ francés declaró, como no podía menos de lis-
tando las alas. En esta disposición se arrastra ' cerlo, que aun dado ca'so no fuera propiamca-
hacia atrás hasta et borde del nido, en donde la hablando el inventor del descubrimiento,
descansa un poco, y en seguida haciendo un ' nadie podía negarse á proclamar que estudió,
esfuerzo precipita ó despeña su carga. Terml- profundizó é hizo varios esperimenfos con u
nada esta.operacion permanece un corlo ralo raro talento de observación todo lo relalitual
moviendo sns alas como si tratase de cercio • ' origen de la vacuna, y que á él deberá algún
rarse del feliz éxito de su inhumana. empresa. ! día el inunda entero la estincion de un a*
Trepando por los bordes del nido, deja á ve- que tan á menudo despobló regiones Gateras,
ees caer su carga, pero pronto emprende de Bajo este punto de vista aun ocupa en la cien-
nuevo su tarea, no cejando en su intento, has- cia un puesto muy elevado, porque al perfec-
ta conseguido su deseo. Sorprendente es, por eionar, consiguió que se diera al olvido lodo
cierto, ver los reiterados esfuerzos de un cu- io que se había hecho antes de su época, lia-
clillo de dos ó tres días, cuando tiene á su la- mando la atención eschisivdde los pueblos aa-
da una avecilla demasiado pesada ya para po- bre sus trabajos. No Iremos tenido eí gusto de
derla levantar. Apodérase entonces de él una leer el citado articulo de liusson disputando ¡i
agitación continua, no cesando de trabajar ni Jenner el honor de la idea primera sobre la
por un momenlo siquiera. Cuando se acerca ya vacuna, y, por lo tanto, nos encontramos en la
el duodécimo dia de su nacimiento, pierde ya imposibilidad de averiguar el valor que pueda
el deseo de arrojar á sus compañeros del nido, ! lener aquellos pretendidos hechos y aquellas
y no les incomoda ya mas.» (Observaciones supuestas tradiciones,
sohre la historia natural del cuclillo, publica- j Luego que Jenner se hubo instruido per
das en las Transacciones filosóficas de Londres, medio de tradiciones- populares, de comunica-
en el año de 1788.) La originalidad de estas eiones amistosas, ó de la lectura de obras pu-
investigaciones escitó la atención de los natu- 1 blicadas en lengua sánscrita, es lo cierto que
ralisfas', y le valió el honor de ser admitido á datar del año 1770 observó que en las gran-
como individuo de la Sociedad Real de Londres, des inoculaciones de las viruelas que se praS'
Hasta se publicaron en las gacetas anglo-ame-
ricanas las observaciones de Jenner, y el doc-
tor Luis Valentín recogió una en Norfolk, en
Virginia, donde están en parte consignadas.
• Desde aquella época, trató de demostrar j viduos, consultó á los grandes propiciaría
Jenner, por ' medio de, la anatomía comparada | reunió las tradiciones populares, del cantón i
que los tubérculos que se encuentran en el comarca, y naturalmente se vió impelido a
pulmón del hombre son simples hidátidas. Ideó estudiar un fenómeno tan nuevo para él y ím
también un nuevo procedimiento, mas fácil ' extraordinario en sus resultados,
que los hasta entonces conocidos, para oble- j Observó que aquellos individuos refracta-
ner tártaro emético puro; y parece que igual- ríos- estaban empleados en su mayor partí 8j
mente descubrió, según una publicación del las lecherías, y queliabian contraído pupas»
ticaban entonces en Inglaterra en ciertas épo-
cas del año, muchos individuos resistían i K:
dos sus esfuerzos para comunicarles la in-
fección variólica. Se'inl'orraó con estos indi
70S
VÁCDNA
706
tnirujones 'en las manos por estar siempre ten-
tándolas mamas de las vacas para esprím ir la le-
che, mamas qu e presen taban una erupei on cono-
cidácon el nombre úncowpox, frecuente, sobre
lodo, en lasque habitaban pastos húmedos. To-
da vez encontrado este primer dato, no satis-
fizo aun plenamente el espíritu indagador de
Jenner, porque quiso remontar al origen de la
enfermedad, observada ciertamente en las le-
cliorias del contorno, pero desconocida de los
veterinarios. Sus nuevos trabajos le conduje-
roa á adquirir la certeza de que el origen de
la enfermedad venia del caballo, que la materia
que (luye de los talones de los caballos ata-
cados de las aguas en las piernas [greas&i, lle-
vada por los mozos de cuadra ¿ los pezones
délas vacas, é inoculada, por decirlo asi, á es-
las últimas, les daba el cowpox. Luego, si las
personas encargadas de ordeñarlas, no habían
pasado aun las viruelas y tenían á su vez cs-
coriaeiQP.es en las manos, contraían de las va-
cas !a enfermedad qne desde entonces se i Ui -
nú varióles vaccince. Jenner apoyo su opinión
con observaciones y esperimentos convincen-
tes, Sabia que el cowpox era desconocido en
Escocia, en Irlanda y en Austria en donde no
se emplea ningún hombre en las lecherías ó
rasas de vacas, y donde, por consiguiente, no
se establece comunicación alguna entre los
individuos que cuidan de los caballos y los
i|ue ordeñan Jas vacas; y ademas babia obser-
eado lambícn que asi como no se ven las aguas
en la pierna durante la sequia, tampoco reina
el mvpox. Por fin, no se babia olvidado de
ipie en Inglaterra los iuoculadores habían ob-
servado qne cuando inoculaban los herreros
(que en el campo hacen las veces de veterina-
rios1, la inoculación salía mal muy á menudo,
ó solo comunicaba unas viruelas anómalas e
imperfectas. A estas observaciones agregó es-
perimentos positivos. El criado de un labrador
vecino suyo tenía que curar dos veces al dia
un caballo, que se le había abierto la parte in-
ferior de ia pierna con derrame de serosidad
muy clara. El mozo tenia una cortadura en
los dos meñiques, en los cuates se desarrolla-
ron úlceras que lomaron el carácter de ta va-
cuna incomodándole bastante. Tres meses des-
pués le inocularon las viruelas, en los dos
ltrazos corr nn virus muy activo, pero sin re-
sultado alguno. Jenner vió también un criado
pe curaba á un jumento que padecía de grea-
w> y l;°mo ordeñaba al mismo tiempo las va-
cas, Ies comunicó la infección trasmitida en
seguida á los criados empleados en la misma
operación. Ya no le quedó entonces duda al-
guna sobre el origen del cowpox, y así es que
aseguraba que donde quiera se encontrasen
reuuídos un caballo, un hombre, -una vaca y
una lechería, era poco menos que cierto que
ahí se encontraría el cowpox, si el pais era
liiimedo. Esta opinión confirmada luego por
Mr. Tanner, cirujano veterinario de Lóndres y
por Mr. Lupton, en el London medical Review,
«14 IIIIÍLIOTECA POPULAD.
noviembre de 1800, fuó completamente de-
mostrada por Mr. Loy en una escetente memo-
ria titulada: «Account of some esperiment on
Ihe origine y of tlie cowpox.» (Lóndres, 1802,
en 8.", de 29 páginas).
Antes de la publicación de su -obra, que
apareció por el mes de junio de 1798, con el
titulo de «An inquíry inlothe causes and eJTects
of the yárloias vaccine.» (Londres, 1 J98, en 4.°)
Jenner proseguía en silencio sus observacio-
nes sobre el efecto anli-variólico de la vacu-
na. Veía, si, que muchísimas personas que
habían contraído el cowpox nn podían quedar
infectados por las viruelas, pero también ob-
servaba que algunos de los individuos que ha-
bían, al parecer padecido aquella enfermedad,
se hallaban sujetos á sufrir la infección varió-
lica. Este descubrimiento entorpeció por un
instante su celo; pero pronto reconoció, des-
pués de un eximen mas profundo, que la teta
de la vaca presentaba muchas variedades de
erupciones espontáneas, que todas podían in-
fectar las manos de las personas que ordeña-
ban, pero que algunas de estas erupciones de
las vacas no comunicaban la verdadera, vacu-
na. Superado este primer obstáculo pudo es-
tablecer ya una distinción entre lo que él lla-
mó verdadera y falsa vacuna, según tuviesen
ó no la facultad de preservar la constitución de
la infección variólica Mas apenas babia que-
dado desvanecida esta primera facultad, cuan-
do se presentó otra mucho mas importante.
Yióse uu individuo que babia ordeñado una
vaca afectada por la verdadera enfermedad y
que babia esperirnentado al parecer las con-
secuencias ordinarias de la afección vacunal,
y sin embargo, le atacaron á poco las virue-
las. No por eso desmayó Jenner, al contrario,
se entregó con nuevo ardor á sus investiga-
ciones; cuyos resultados no pudieron ser mas
prósperos. Descubrió que el fluido contenido
en las pústulas de la vaca, sufria progresi-
vos cambios en su naturaleza á medida que se
aproximaban estas á su desecación; y que
cuando se le aplicaba á la piel en su estado
de degeneración, podía determinar una ulce-
ración, pero no el cambio constitucional ne-
cesario para poner el cuerpo á cubierto del
contagio variólico. Desde entonces era ya evi-
dente que un individuo puede ordeñar hoy
una vaca, contraer de ella la enfermedad y
quedar inaccesible para siempre á las virue-
las; al paso que otro que haya ordeñado al
dia siguiente la misma vaca puede haber es-
perirnentado la influencia local del virus sin
quedar por eso al abrigo de las viruelas. Míen-,
tras se estaba dedicando á estas investigacio-
nes, que consistían ea simples observaciones,
se le ocurrió la ¡dea de si seria posible propa-
gar la vacuna por inoculación, sobre el plan
de ía inoculación variólica, tomando primero
la materia de la vaca, é inoculándola luego de
uno á otro hombre. Trató, pues, de realizar
su idea, librando asi para siempre á la huma-
T, XXX1H. 45
707
Vacuna
nidad de una de las mas1 terribles enfermeda-
des que hayan afligido jamás á la tierra. De
paso advertiremos ahora que hoy dia está de-
mostrado que no hasta la simple vacunación,
sino que- es preciso una revacunación.
Por grande que fuera la atlcion de. Jenner
al valle de Glocester, las circunstancias de su
descubrimiento hicieron absolutamente nece-
saria su presencia en Londres, viéndose en
cierto modo obligado á abandonar un estable-
cimiento que formaba las delicias de su vida.
Consagró alli todo su tiempo en sostener una
inmensa correspondencia con el estrangero,
y en proporcionar á su pais todas las instruc-
ciones que necesitara. Sus relaciones con el
mundo entero adquirieron' tal desarrollo, que
pidió por favor á sus amigos del continente
que dejaran de escribirle cartas ó libros que
la aduana le hacia pagar de un modo ruinoso.
Todas las sociedades de medicina de Ingla-
terra y de Europa so apresuraron á asociarle y á
esponerle aduladores elogiosásus trabajos. To-
dos los médicos europeos rivalizaron en celo
para propagar su descubrimiento, y los anales
déla ciencia no presentan ejemplo de un con-
curso tan unánime de esfuerzos para librarse
de un azote cualquiera, y para rendir al inven-
tor de este -descubrimiento todos los homc-
nages á que se liabia hecho acreedor.
los cirujanos y los médicos de la marina
real inglesa hicieron acuñar cu honor suyo,
en 1801, una medalla que representa en una
cara á Apoto, dios de la medicina, devolvien-
do á Inglaterra curado por la vacuna. la Usura
alegórica de la Inglaterra tiene, en la mano
una corona cívica, en cuyo centro se lee el
nombre de Jenner. nAlba naulis stela rcful-
sis¡> es la inscripción que se lee en el anvei>
so de la medalla, pues en el reverso tle la
misma está grabada un áncora, leyéndose en-
cima «Georgio 111 .rege,» y debajo «Spencer
ducec aludiendo á la administración de la ma-
rina real en el reinado de Jorge lll.
Catalina 11, emperatriz de Rusia, le escri-
bió en 1802, una caria sumamente lisonjera,
acompañada de un diamante de subido valor.
El parlamento de Inglaterra se complació
en colmarle de estimación y en prodigarle
testimonios de reconocimiento nacional. Des
pues de haberle volado por dos veces gracias
publicas y unánimes, le concedió, el 2 de ju-
nio de 1 802, nna suma de 10,000 Ijbras ester
linas (mas de 900,000 reales), y rogó al rey
qué añadiera á ésta cantidad 500 libras ester-
linas (cerca de 50,000 reales.) Esta recompen-
sa fué acompañada con los mas honrosos tes-
timonios de estimación. de la 'cámara de los
comunes y del gobierno de la Gran Bretaña.
El canciller dé Ta cámara del Asco, apoyando
la proposición presentada sobre el particular,
por el almirante Berkeley, declaró que »la cá-
mara podia votar en favor de Jenner la re-
compensa que juzgara conveniente, porque se
trataba de uno .de los mas importantes descu-
brimientos que hubiere hecho la sociedad deS-
de la creación del mundo, y porque el méríio
de este descubrimiento era superior á lodncs-
picsion.»
En 1804 fué nombrado Jenner alcalde de
Gheltenliam, pueblo célebre por sus aguas ydí-
nerales. Desde ¡aquella época vivió casi cons-
tantemente lejos de Lóndres, compartiendo el
tiempo entre el estudio y sus funciones pú-
blicas. Con objeto, sin duda,' de llamarlo á la
capital el lord alcalde y los aldermen do Lon-
dres le ofrecieron, en el mes de diciembre de
1805, sus derechos de inmunidad y de cinda-
daño, con el diploma encerrado en una so-
berbia caja enriquecida con diamantes.
Pero su salud y la sencillez desúseos-
lumbres le retuvieron en el campo dnade pa-
só sus últimos años hasta su muerte, acaecida
el 26 de enero de 1823, á-la edad de sesenla
y cuatro años.
Por Dn, débense ásu pluma las siguientes
obras:
An inquirí] tnío the causes and jffecls
ofthe varióla vaceinw, (Lóndres, 179S, en
4.a; habiéndose publicado una tercera ej¡-
cion en 1801.) Esta obra fué traducida cnVie-
na por Careno con el titulo de «Eduardi Jen-
neri, Med. D.etReg. scicnt..Acad. Soc, disqui-
sitio de causis et effectibus variolarum vaccí-
narum.» (Viena, 1799, en 4.°, con ligaras ilu-
minadas.1 El caballero de la llocqne la tradnja
al francés con el titulo de «Invcsligacioné
sobre las causas y los efectos de la varióla.1
vaccime." (Lion, 1800, en 8.")
Furlher observations on Ihe variolievm-
cinm. (Lóndres, 1799, en 4.")
Continualion of faets and obscrvaliom
of ihu cowpox. (Lóndres, 1SÜ0, en 4.*j
On'íhe effeets of eutaneous eruptionsor
modificalions of Ihe vaccine varióle (iSIli,
en el tomo duodécimo del Diario médico v'li-
sico.) Jenner publicó luego, por separado ésta
obra [Cbeltenham; ¡819, en 4.°) con el Ululo
de On the varieties and modifieations ofllu
vaccine puslule occasioned by an herpetic
state of the skin.
Aquí termin;} la biografía de Jenner, y con
ella la bisloria del descubrimiento de la vacu-
na. Vamos á entrar abora en otras considera-
ciones, para lo cual nos parece oporlunn rn-
piar la instrucción y reglamento de la vacuna
dirigidos á los médicos españoles por la jimia
superior gubernativa de Medicina y Cirugía.
«Estando ya demostrado hasta ta evidencia
la propiedad admirable de precaver las viradas
descubierta en la vacuna, no pueden los mé-
dicos encargados de la conservación del gé-
nero humano omitir ninguno de los medios
que eslén en su arbitrio para propagar mas y
mas osle bonétlco descubrimiento, sin fe'lilr
á las obligaciones que han contraído cuando
se han dedicado al ejercicio de la ciencia sa-
ludable y á.sus deberes respecto de la socie-
dad que los hace depositarios de su confianza,
709
VACUNA
710
y con ella délo mas precioso que tiene el jpo que da testimonio de la paternal ternura de
hombre, su salud y su vida. ¡ su corazón y de la ilustración de su gobierno,
Iioura f compromete á los médicos á que de^
diquen incesantemente , como deben, sus ta-
rcas literarias, hasta ver estingoidas para siem-
pre las viruelas; esta plaga desoladora que
diezmaba todo el género bumanó, y estropea-
ba otros diez de cada ciento , haciendo fre-
cuentemente un objeto de compasión y de hor-
ror el que antes era las delicias de su familia
y el encanto de todos los que le miraban. Se
salvará pues por medio de !a propagación de
la vacuna la quinta parte de los hombres que
antes eran victimas de las viruelas; y la poste-
ridad no conocerá este azote sino por !a histo-
ria médica y por !a pintura terrible de sus es-
tragos. ¡Qué perspectiva tan lisonjera, y que
estimulo para nuestros trabajos, si no tenemos
cerrados los corazones á los sentimientos de
humanidad y de religión!
«Para proporcionar una cierta uniformidad
en las operaciones de los médicos; para que se
baga común el conocimiento de la sencillez de
la vacunación, y para que pueda sacarse de las
observaciones de lodos el mayor partido posi-
ble, tendrá vd. presentes ías prevenciones si-
guientes.
«1.a inoculación del fluido vacuno puede
hacerse en todas las épocas de la vida, en to-
das las estaciones del año, y no exige prepa-
raciones preliminares.
«A los recien nacidos puede hacerse la va-
cunación en las primeras semanas de su -vida.
«Es siempre preferible la comunicación del
fluido vacuno de brazo á brazo.
«Aunque la inoculación puede hacerse en
cualquiera parte del cuerpo, la práctica común
es hacer las incisiones en los brazos bácia el
medio de ellos y en su parle superior , y qne
estas sean cuatro, á suficiente .distancia una
de otra para que no se encuéntrenlos granos.
«Se. dan unas friegas suaves en la parte
donde se ha de hacer la inoculación ; y hume-
decida la punta de la lanceta en el fluido va-
cuno, se introduce bajo de la epidermis mien-
tras que con la otra mano se estiende un poco
la piel, se inclina suavemente en diferentes di-
recciones, y se retira apoyándola y enjugán-
dola en la superficie de la piel herida.
«Cuando no baya fluido fresco, y sea nece-
sario hacer la inoculación con el que suele re-
mitirse en cristales , es necesario disolverle
en una gotita de agua fria, meneándole con la
punta de la lanceta hasta que se baya disuelto,
y entonces se toma de este fluido, y se hace la
operación, como cuando se ejecuta de brazo á
brazo. . /
«Algunos han usado con preferencia á la
lanceta, unas agujSs parecidas á las que em-
plean los cirujanos para la operación conocida
con el nombre de pico de liebre.
«Al tercero ó cuarto día de la operación se
manifiestan los primeros síntomas de la vacu-
na; se te en el sitio de \a inoculación una cier-
«La ■ esperiencia universal, la continuada
repetición de observaciones idénticas, en to-
das ías naciones, los hecbosmas irrefragables,
Ibh desterrado ya para siempre las dudas y los
recelos que pudiera inspirar la prudencia y
buen criterio médico, al oir por primera vez
tina novedad verdaderamente estrafia y aun
repugnante; pero la razón cedió á la eviden-
cia, y el testimonio de esta ha destruido tam-
bién ludas las objeciones dictadas por el egoís-
mo, la malignidad ó la ignorancia.
«Va está umversalmente recibido esle nue-
vo aforismo médico: «La vacuna precave las
viruelas.» Do esla verdad resulta necesaria-
mente luego los médicos, los conservadores
Je la salud deben propagar la inoculación
de la vacuna, pues por esle medio se libra al
género humano de la enfermedad mas terri-
ble, y cuyos estragos son casi mayores que
los que causa la guerra, la peste, las inunda-
ciones y los terremotos. Solo en nuestra pe-
nínsula arrebataban las viruelas miles de vi-
das cada uc año, sin contar los que quedaban
deformes ó estropeados; pero ya son menos
sus víctimas, ya son muy raras las viruelas
un Madrid y en oíros pueblos donde se ha in-
troducido la vacuna; ya hemos visto algunos
donde no se ha comunicado aquella enferme-
dad al tiempo que estaba desolando los in-
mediatos, porque sus médicos habían inocula-
do la vacuna á todos los que no habían pasado
la viruela; luego el profesor de medicina que
no influya todo lo posible en que se haga ge-
neral el uso de este descubrimiento, dester-
rando las preocupaciones populares, y hacién-
dolo conocer demostrativamente como un don
precioso de la Providencia , enviado para re-
medio de tanios males, es reo de lesa huma-
nidad.
•Sobre la obligación, que por estas pode-
rosas consideraciones tienen los médicos por
rajan de su ministerio, de procurar la propa-
gación de la vacuna, no les estrecha menos á
su cumplimiento lá que como Heles vasallos
del mejor de los reyes les impone la inimita-
ble y singular benelicencia de nuestro sobera-
no, cuando siempre atento como el amoroso
padre, á cuanto pueda contribuir á la felicidad
de los que tenemos la fortuna de vivir bajo las
riendas de su gobierno, se ha dignado confiar-
les la propagación de la vacuna en todos sus
dominios, encargando á la Junta superior gu-
liemativa de Medicina y cirugía ponga en
practica los medios que crea oportunos para
llenar este objeto, que es de suprema impor-
tancia.
«La junta, pues, espera que, estimulado
por todas estas justas reflexiones, trabajará
™. por su parte cuanto le sea posible en el
desempeño de aquellas obligaciones y en el
puntual cumplimiento de la real resolución de
nuestro augusto soberano, que al mismo tiem-
711
VACUNA
712
ta rubicundez y alguna elevación; al día quin-
to se aumenta esta; toma una apariencia cir-
cular; es mas rojo el color de la parte, f e'
inoculado tiene alguna comezón ó picazón en
ella; el sesto se aclara algo el color rojo; el
rodete ó elevación circular se ensancha y au-
menta, y esto hace que la cicatriz aparezca de-
primida; rodea y circunscribe al grano un cir-
culo rojo como de media linea de diámetro; el
sétimo se aumenta el grano; se aplana algo el
rodete circular y toma un color plateado ; el
octavo se ensancha el rodete; la materia que
contiene es - en mayor cantidad y levanta sus
bordes que aparecen 'tensos y de un color
blanquecino inclinado á pardo; la depresión
central y el hundimiento que se ve en medio
del grano, toma un color mas oscuro, y á las
veces conserva el mismo que el rodete; el cir-
culo rojo que le circunscribe se vuelve mas
encarnado y se estieude mas; el dia nueve se
aumenta el volumen de la erupción, el rodete
es mayor, mas levantado, y contiene mayor
cantidad de fluido; el circula rojo toma un co-
lor de rosa hermoso y entonces furnia lo que
ha merecido el nombre de areola; el dia diez
no se observa novedad sensible, solo aparece
mayor el rodete y se ensancha la areola. En esta
época suelen sufrir los vacunados algunos do-
lores en las glándulas de las axilas ó sobacos,
algan movimiento febril y rarísima vez cierta
inclinación al vrjmilo. Estas incomodidades son
siempre lígerísimas ; desaparecen pronto y
nunca obligan á guardar cama, ni á variar el
método de vida ordinario; el once se mantiene
el grano en el mismo estado y este dia termi-
na el periodo inflamatorio. .Durante este, el
Jluido vacuno está contenido en las celdillas
del tejido celular, y si se pica el grano se ve
salir una gota de una materia muy limpia que
es luego reemplazado por otra, y en este esta-
do es cuando debe hacerse la inoculación de
brazo á brazo. El dia doce empieza á secarse
el grano; su depresión central toma el aspecto
de una costra, caminando siempre desde el
centro á la circunferencia y conservando el
hundimiento central, que caracteriza este gra-
no. El trece hace progresos la desecación, y
sucesivamente los' dias siguientes, hasta que
hecho todo una costra, cae entre el veinte y
uno y el treinta.
«El orden sucesivo de sintonías que se ha
espresado no es siempre invariable; se obser-
van á veces algunas irregularidades mas ó me-
nos notables; en unos vacunados se desenvuel-
ven los prinieros síntomas el dia dos, y en
otros no se ve novedad alguna hasta el diez,
el doce, ó mas tarde; pero estos casos son
muy raros, y generalmente se observa mucha
uniformidad en los progresos de la erupción
de varios vacunados en un mismo dia.
«La descripción que acaba de darse es la
de la verdadera vacuna, cuyos caractéres im-
porta mucho conocer bien, pues solo ellos
pueden ilustrarnos acerca de los efectos pre-
servativos de las viruelas ; y el no haberlos
distinguidos de los de las otras erupciones ha
dado lugar á frecuentes equivocaciones que
han desacreditado injustamente 'osle precioso
descubrimiento.
«Alguna vez, en lugar de esta verdadera
vacuna precautoria , suele presentarse otra
erupción que no tiene esta propiedad, y que
se ha conocido cou el nombre de vacuna tal-
sa; y esto sucede cuando el vacunarlo lia pasa-
do la viruela anteriormente, ó cnandu se ha
empleado para la vacunación una materia se-
ca, y que ha tomado un aspecto y una1 consis-
tencia vidriosa, 6 bien cuando se ha oxidado
en la punta de la lanceta. Pero es fácil disiin-
gnir la vacuna falsa de la verdadera, pues los
síntomas de irritación se presentan en aquella
desde el primero ó segundo dia; el grano no
observa en su formación el curso leato y gra-
duado que el de la verdadera; suele estar ya
seco el dia seis, á lo mas tarde el nueve; nun-
ca sé ve en él la depresión central, el hundi-
miento que 'en los granos de la verdadera, an-
tes por el contrario terminan en punía; niel
fluido que contienen es claro como el de la va-
cuna, sino mas bien espeso, sanguinolento ó
purulento; ni tampoco está contenido en cel-
dillas, sino todo junto en un grano debajo (le
la epidermis, y sale enteramente por la aber-
tttrá mas pequeña. Se ha dicho que esta erup-
ción no precave de las viruelas, y es necesa-
rio no confundirla con la verdadera vatfuna,
como se ha hecho frecuentemente, pues ojie
esta produce eñ la constitución uua modiOca-
cion particular que le asegura para siempre de
la impresión del veneno variólo, al pasoqaela
falsa solo os el resultado de una irritación lo-
cal, que no tiene consecuencias ulteriores. Por
fortuna suele ser muy rara la falsa vacuna,
cuando la inoculación se hace de brazo á bra-
zo, á.no ser que el vacunado haya pasado la
viruela.
«Ademas de la preciosa ventaja, reconoci-
da umversalmente en la vacuna, de ser un re-
medio precautorio de las viruelas, hay obser-
vaciones particulares que prueban puede sa-
carla medicina otras no pequeñas en beneficio
de la humanidad, y cuya importancia merece
llamar la atención de sus profesores.
«En el año de !8'25 so han observado en
España, y fuera de ella, erupciones vesiculs-
res, mas ó menos parecidas á las de la viruela
volante, y á veces á las de la discreta benigna
en los vacunados; mas sobre no haber segui-
do aquellos granos los períodos y carácter do
la verdadera viruela, han faltado dalos pañi de-
cidir de la legitimidad 6 falsedad de la vacuna
que se empleo en los sugetos que la tuvieron,
y hasta se ha notado por facultativo del Días
sano juicio é imparcialidad y del mejor gcuia
observador, que semejante erupción en los va-
cunados venia i ser como suplementaria del
gran número (le pústulas déla viruela natural,
y que "preservaba de otros males también, w
\
7)3 VACUNA-
caal deberá serví? para sostener y fomentar
Uas y mas la vacunación.
«Se ha visto alguna vez que sngetos débi-
les y enfermos se han curado, se lia fortaleci-
do y mejorado stt constitución después de la
inoculación de la vacuna. Se han visto vicios
jierpétieos y otros de1 la piel curados por ine-
dia ¡le la vacunación. Lo mismo se ha visto en
algunas oflfilmlas rebeldes. Puede atribuirse
t£\e fenómeno á que el (luido vacuno obra de
úíi modo análogo á las cantáridas, sinapismos
y otros estímulos de que la medicina hace
iiso con tanta utilidad en los afectos crónicos.
«Conviene, pues, reunir observaciones;
conviene examinar con el mayor cuidado to-
dos los fenómenos que se presentan durante
los progresos de la vacuna, como las anoma-
lías que puedan observarse en los diferentes
piíílto's de nuestra península, para que en esta
rennion de tiecbos tengamos un cuerpo de doc-
Inim. rapa/, de lijar las idea-, y de dar toda la
eslension posible a la utilidad de este descu-
brimiento, que liará siempre una época glo-
riosa en la historia de la medicina. .
■■rara llenar estos objetos, y en conformi-
dad de la regla quinta de la real cédula espedi-
da para la propagación de la vacuna, en 2 1 de
atril de 1S05, llevará vd. im diario en que
anotó vd. todas las particularidades que ob-
serve en los vacunados que dirija, y cada dos
meses dará vd. cuenta de sus observaciones al
escelentisimo señor capitán general de esa
liraviucia y á esta Real Junta.
«Como la esperiencia baya acreditado, que
según se ha multiplicado el número de los
observadores, se ban descubierto en nuevos
parajes vacas que padecen el cowpox o vi-
ruela, de que se lia comunicado la vacuna,
dedicará vd. sus observaciones á examinar si
en alguna época del año padecen las vacas de
ese país la espresada viruela, que forma unos
granos en sus tetas azulados, y que en toda
su circunferencia están rodeados de una ru-
bicundez Inflamatoria. -Esta viruela se lia ba-
ilada ya en Cataluña por un médico propaga-
dor de esle descubrimiento.
«Teniendo vd. presente esta instrucción;
consultando á la junta eii casos en que le ocur-
ran, algunas eludas, trabajando en eslcnclér
todo lo posible la vacunación, y llevando una
razón circunstanciada de los individuos vacu-
nados por su dirección, comunicando igual-
meiile las anomalías y variedades que baya
notado, y recogiendo, finalmente, las obser-
vaciones importantes que se presentasen en
este nuevo ramo de higiene pública, habrá us-
ted cumplido con las sagradas obligaciones de
su deslino en la sociedad; habrá vd. corres-
jiondido por su parte á los paternales desve-
tos de S. 11., habrá vd. ayudado á los esfuer-
zos de ia junta, y habrá vd. hecho servicios
importantes á la humanidad y al Estarlo.
«Asi lo espera la junta, do cuyo acuerdo
comunico ávd. las anteriores reflexiones, sia
■VAGANCIA 7U
embargo de estar bien penetrada de la instruc-
ción y conocimiento ; ele vd., que la hacen pro-
meter los mayores adelantamientos en estetan
Importante como saludable descubrimiento en
benelieiu de la salud pública y en honor de
la facultad médica y de sus profesores espa-
ñoles,
«•Dios guarde á vd. muchos años. Madrid y
setiembre de 1 827.»
YADIGO. {Historia natural.) Especie de
peces del orden de los acantopterigios, familia
de los escomberoides y del género liquía; es
el scomberL amia, de I,in., muy bueno de co-
mer j que suele hallarse en el Mediterráneo.
VAGANCIA. [Legislación, y administración.]
Llámase vaijo á todo aquel que no tiene bienes
ni reutas, ni se dedica á ocupación conocida,
viviendo en la holganza y sin dedicarse á un
oficio. La vagancia es' el estado propio de los
vagos. En todos tiempos han sido los Ya-
gos objelo de la solicitud de los gobiernos
y de su vigilancia, y no en vano ciertamente,
puesto que el vago, después de violar la ley
de Dios, que ha impuesto á toáoslos hombres
como un deber el del trabajo, suele emplear
su ociosidad en producir daño a sus semejan-
tes, dando á los yicios, á la disipación ó al
crimen el tiempo que debiera dedicar en una
ocupación honesta y útil.
fin nuestra legislación hay ya antiguas dis-
posiciones contra los vagos. Las leyes de Par-
tida los llaman baldíos, y dicen que de ellos
anón viene ningún pro á la tierra; n mandando
quesean echados de' ella y que no se ies dé
limosna si están sauos, á fin de que se dedi-
quen á trabajar. Estás disposiciones se reno-
varon posteriormente. En elsigfo XVI las cor-
tes llamarán varias veces la atención de nues-
tros reyes liácia este particular, encargándose
por consecuencia á los ayuntamientos que vi-
gilasen sobre los vagos. Aumentado este mal
en el XÍVIÍ con la decadencia de la agricultura
y de las artes de resultas de la espulsion de
los- moriscos, se espidió en el XVIII la célebre
ordenanza de vagos de 1745, en que se les cla-
sificó de varias maneras, creándose entonces,
una secretaria de levas, para cuidar de reco-
gerlos y destinarlos, ya á las armas, ya á pre-
sidio ó i los arsenales, según el carácter y
circunstancias de cada uno. En 1775 reformo
Carlos lll esla ordenanza, estableciendo cuál
debía ser el deslino de los vagos, según su
clase, y marcando las reglas para proceder
contra ellos. En estas se establecen siempre
como gestiones preliminares el influir sobre
los -padres de.familia y el adoptar otras medi-
das preventivas á fin de no verse en la nece-
sidad de destinar al vago á servir forzosamente
en las armas ó á la dura suerte de los trabajos
de nn presidio.
La legislación actual sobre vagos podemos
decir que comprende dos partes, á saber: la
administrativa ó civil, que se comprende en la
ley de 9 de mayo de 1845, ley sumamente
715
VAGANCIA.
716
notable por la manera especial como so lijó en
este asunto, y que fue ciada precisamente un
siglo después de la famosa ordenanza del XV11I,
y el Código Penal que en cinco de sus artículos
define la vagancia y le impone las penas que
ha creído convenientes.
En la parte civil y administrativa está es-
tablecido que la declaración de vago corres-
ponde hacerla al tribunal competente, pudicn-
i do instruir á prevención las primeras diligen-
cias los alcaldes y los comisarios de policía,
pasándolas cuyo al juzgado correspondiente:
que cuando de las diligencias resulta declarada
la vagancia con circunstancias agravantes, la
administración pone al vago a disposición ele
los tribunales ordinarios para que los casti-
gue; pero si no resultase mas que una simple
vagancia, se le pondrá á disposición del go-
bernador de la provincia, para que lo destine
á los talleres que el gobierno creará al efecto
por el tiempo de nnq á tres años, debiendo
los gobernadores formar un padrón Je todos
los comprendidos en el número de vagos sim-
ples, para que tenga cumplimiento lo manda-
do en esta ley; asi como los alcaldes deben
cuidar de dar aviso al gefe del destacamento
déla guardia civil, de toda persona que tengan
por sospechosa en este concepto.
En cuanto á la legislación penal, nos pa-
rece lo mas sencillo para darla 'á conocer, re-
producirla leslualmenle, atendida su concisión
y brevedad. He aqni todos los artículos del
Código que se ocupan de !a vagancia:
Art. 25S. Son vagos los que no poseen
bienes ó rentas, ni ejercen habitualmente pro-
fesión, arle ú oficio, ni tienen empleo, destino,
iaduslria, ocupación lícita ó algún otro medio
legitimo y conocido de subsistencia-, aun cuan
do sean casados y con domicilio fijo.
Art. 259. EL vago será castigado con las
penas de arresto mayor á prisión correccional
en su grado mínimo, y de sujeción á la vigi-
lancia por el tiempo de un año, y con la de
prisión correccional y dos años, si reinci-
diere.
Art. 260. Los vagos que varían frecuente-
mente de residencia, sin autorización compe-
tente, y los que frecuentan las casas de juego,
serán castigados con las penas de prisión cor-
reccional y dos años de sujeción ála vigilancia
de la autoridad.
Art. 261. El vago á quien se aprehendie-
se disfrazado ó en (rage que no le fuere ha-
bitual ó pertrechado de ganzúas ú otros ins-
trumentos ó armas que infundan conocida sos-
pecha, será condenado á las penas de prisión
correccional en su grado máximo y tres años
ele sujeción á la vigilancia de la autoridad.
Iguales penas se impondrán al vago que in-
tentare penetrar en casa, habitación ó lugar
cerrado, sin motivo que lo escuse.
Art. 262. En cualquier tiempo que el va-
go á quien se hubieren impuesto las penas de
arresto y sujeción á la vigilancia de la autori-
dad diere lianza de aplicación y buena con-
ducta, será relevado del cumplimiento cié ¡n
condena, La lianza consistirá en la cantidad
que fijen los tribunales en la sentencia, m
bajando de 50 duros, ni escediendo de Jjn
la cual se depositará en un banco público, E.¿
ta fianza durará dos años. El dador tendrá do-
recho á pedir en cualquier tiempo su cancela,
cion y la devolución de la cantidad depositad»
con tal que presente a la autoridad competen-
te la persona del vago para que cumpla ó es-
tinga su condena.
Hé aqni toda nuestra legislación penal re-
lativa1 á la vagancia. Hagamos aliora algunas
observaciones acerca de ella.
La primera idea que ocurre al tratar este
asunto, es la de si la vagancia puede ser con-
siderada, como delito y colocada coma tal en
un código criminal. lie aqni como se ha cs-
presado sobre esla interesante cuestión pie.
liminar uno de nuestros mas eminentes escri-
tores criminalistas, el señor Pacheco, en. sus
comentarios al Código penal.
«La vagancia, dice, es ciertamente mía
condición no recomendable. Quien se entrega
á ella, obra mal, porque ademas de no cumplir
con los deberes que tiene todo hombre res- ,
pecto á la sociedad y respecto á si mismo, se
pone en el camino que lleva á la perdición y
á los crímenes. Pero de que obren mal los qué
se entreguen á.ella, no se infiere que la ley
tengael derecho de señalarlos como criminales.
Mal obra el suicida, y la ley no lo impone casti-
go alguno. Mal obra el que se embriaga y no
vemos á la simple embriaguez en la lista de les
delitos. Por regla general no loson nilos vicios
ni los pecados. Es indispensable que haya algo
mas que un mal moral puro, á Do do quepa-
da y deba el código castigar las acciones ta-
mañas.
uLa verdad es que no consistiendo esa pa-
labra vagancia en ninguna acción ni en uta'
guna omisión particular, no siendo un acto,
sino, como liemos dicho, una condición sola-
mente, no parece que puede entrar bajo laida
del delito, tal como la delinió el art. 1." del
Código, tal como la concebimos cuantos exa-
minamos un poco detenidamente esta materia,
Pero diremos también que eñ nueslra opinión,
si la vagancia por si sola no es una acción
punible con verdaderas penas, es nneslado
de tentación, de predisposición, de presunción
quizá, para temer que se cometan ó que se
hayan cometido acciones criminales. De aqni
es que no pueda condenarse á un código, solo
porque se ocupe en esla materia. Si el vago
no debe caer bajo la mano, ai debe estar bajo
la vista de la justicia. Si creemos que por la
vagancia pura y simple no pueden tomarse las
disposiciones penales que algunas veces se ¡litro
tomado; creemos también que se debe sajelar
á una vigilancia efectiva y severa á los que se
encuentren en esa categoría poco eslimable.
Son con harta razón sospechosos para que sJ'
vagancia.
las sospechas no deban surtir algún efecto.»
Estamos en lo general conformes con las
jijeas del Sr. Pacheco , y porque Incestamos,
creemos que el vago simple no debiera ser
castigado con pena alguna. Ademas, ta ociosi-
dad puede ser voluntaria , puede ser forzosa,
yestaesuna desgracia particular, bija de la
ignorancia, de la imprevisión, ó de -otras cau-
sas que no está en la mano del hombre el con-
Irareslrar. Esta clase de vagancia no puede,
¿nuestro juicio, ser castigada, penada: solo si
k administración debe ejercer sobre cita una
gran vigilancia por medio de la policía, para
Impedirlos males que puede causar. Y á este
fin 110 basta, en nuestro concepto, vigilar á
los vagos: es preciso procurar los medios de
remediar eí mismo mal de que ellos están
siendo victimas; ya en la parte moral, imbu-
yendo en los pueblos el amor al trabajo , ya
en la parle material, proporcionando á los va-
gos la ocupación de que carecen, tal vez con-
tra su voluntad.
Entrando ahora en el examen de las dispo-
siciones de nuestro Código penal contra la va-
gancia, diremos que en el primero de los ar-
tículos insertos, ó sea en el 258, parece en-
contrarse una contradicción muy notable , á
saber; el de suponer que puede uno ser vago
ylencr domicilio fijo, porque los nombres va-
gancia y vago vienen precisamente de va-
guear)' vagar, que significan andar errante
ile una parle á otra sin residencia tija. El se-
ñor Pacheco ha combatido duramente este ar-
ticulo, creyendo muy preferible el equivalen-
te del código francés, que dice: «Art. 270. Son
vagos los que no tienen domicilio fijo ni me-
dios de subsistencia, ni ejercen habitualmente
alguna profesión ú oficio.» Cree et"Sr. Pacheco
que el signo estertor ú ostensible de la vagan-
cia, el único por el que la autoridad puede pro-
ceder contra el vago, es el no tener domicilio
fijo, porque So demás es entrar en arbitrarias
y odiosas investigaciones; perú nosotros no
eslamos-en esta parle de acuerdo con su opi-
nión; y asi como no creemos que la simple
vagancia merece ser castigada, sino única-
mc-nle vigilada, asi creemos también que para
(,l efecto de está vigüancia no obsta que el
vago tenga domicilio (¡jo, porque puede haber
persona sin bienes, rentas, oficio ni ocupación,
que tenga domicilio fijo: y que e! tenerlo ó no
lenerlo puede solo inferir modificación ó agrá-
vacian en la clase de vagancia; pero no cons-
tituir la existencia ó no existencia de ella,
?ue d nuestro modo de ver, es compatible con
el domicilio fijo.
En cuanto á los artículos 259 y 260, nada
leñemos que decir respecto á su parte dispo-
sitiva, porque la hemos juzgado en nuestras
flexiones anteriores. Soto diremos que ellos
tan sustituido al 3." y siguientes de la ley
"e a l!e mayo de 1845, alterando las penas
que esta ley establecía contra los vagos. Ad-
vertiremos de paso , que de dicha ley queda
subsistente todo cuanto el código nos ba de-
rogado.
Por lo que toca á las disposiciones de los
artículos 2G1 y 262, estamos muy de acuerdo
con la manera como los juzga el Sr. Pacheco
en su obra antes citada. Hablando del primero
de estos artículos, ú sea del 261, dice: «Ya es
algo mas que mera y simple vagancia de lo
que se trata en este artículo. A aquella presun-
ción que se deriva del no hacer, se reúnen
aquí hechos, que si no son de todo punto cri-
minales, al menos la corroboran y robustecen.
EÍ disfraz y la posesión de instrumentos que
no pueden servir para nada legítimo, son ar-
gumentos muy poderosos contra personas que
ya por su condición común no estima la ley
inculpables. Si, pues, por esa condición co-
mún eran objeto desús disposiciones, con
mas severidad deben serlo cuando concurren
estas otras circunstancias. Lo mismo decimo3
respecto á los casos del párrafo segunejo.» Y
sobre el 262 se espresa de este modo: «El
principio en que se funda este articulo merece
plenamcnte'nuestra aprobación; pero, téngase
bien entendido, nada justifica mas las criticas
que hemos hecho de los 252 y 253. Que se
eviten, que se supriman las medidas de pre-
caución, como lo es verdaderamente la de su-
jeción á vigilancia, por prestar una caución
proporcionalmente cuantiosa de buena con-
ducta, es cosa que no ofrece ninguna dificul-
tad; pero que esa misma caución (caución de-
cimos y no mulla) sustituya á penas persona-
les como el arresto, es lo que de ningún mo-
do alcanzamos ni comprendemos. »
Espuestas estas ideas sobre la parte dispo-
sitiva de nuestra legislación en asunto de va-
gancia, réstanos manifestar cuan de desear es
que la administración se ocupe de este asunto
de una manera detenida, y procurando asi es--
tirpar el gérmen de ese vicio funesto, como
dar al vago, reconocido ya por tal, un destino
adaptado á ia índole y naturaleza de este mis-
mo vicio. Dos personas muy celosas y que se
han dedicado á estudiar la vagancia en la cór--
te, donde tiene su principal asiento, han es-
puesto sobre este punto algunas reflexiones
dignas de ser conocidas, en una Memoria es-
crita recientemente sobre la necesidad de
crear un establecimiento exclusivamente des-
tinado á la corrección de la vagancia. La Me-
moria en cuestión es muy eslensa, asi cu su
parte preliminar, histórica y espositiva, como
en la que detalla las condiciones que debiera
lener el establecimiento en cuestión. Nosotros
nos limitaremos á reproducir algunos párrafos
de la primera, con cuyas ideas y doctrinas es-
tamos de acuerdo. Hela aquí:
«Diferentes disposiciones y leyes, dice, se
han dictado en toda clase de gobiernos, para
concluir con el perjudicial y lamenlable vicio
de la vagancia, 'que tantos crímenes y calami-
dades atrae á un país, fia habido en esta corte
magistrados, que con la denominación de jue*
749
VAGANCIA
720
ees di vagos, se han dedicado esclusivaraenle
á suestincion: lian existido tambieu juntas for-
madas al efecto: los antiguos alcaldes de Casa y
dórte y los corregidores, 'y últimamente los ge-
fes polititos, gobernadores y alcaldes, han pro-
curado, de un modo que les honra, la eslirpa-
cion'de semejante mal; pero por -mas celo cjue
iiau desplegado , ninguno lo ha. conseguido de
una manera positiva y establo: el beneficio que
hau alcanzado ha sido del momento, la mejora
no ha pasado de los limites de transitoria: ni
bastaron las antiguas levas, ni bastan ni serán
suficientes ahora oirás disposiciones guberna-
mentales, que en este estremo se adopten: la
vagancia crece coal cu un campo crecen las
yerbas nocivas; en vano es segarlas: si se de-
jan las raices, estas producirán, con el tiem-
po, nuevos y perjudiciales fallos. .
«La raiz de este mal en la corte y en to-
. das las grandes poblaciones, existe en la in-
fancia abandonada, en la infancia prostituida,
por las causas distintas quemas adelante es-
plicaremos: esta infancia llega á la juveutud,
y esta juventud va sustituyendo á la vagancia
adulta, contra la que ya se han tomado provi-
dencias, pero que una sucesión regular ha he-
cho infructuosas; de manera, que por este he-
cho no se ha atacado hasta ahora el vicio en
su origen, y se ha dejado fructiOcar Ja seraí-
)ía que da, .á muy poco tiempo, frutos de mal-
dición. En efecto, de estos niños abandonados
nacen los estafadores de oficio: de algunos que
han conseguido, por su Índole natural ó por
haber frecuentado en su niñez las escuelas,
aprender las primeras letras, perfeccionándo-
se "en caligrafía, se forman los falsificadores
de firmas: quien de ellos practica el contraban-
do; otros se dedican al juego de azar con
trampa y ventaja ; quienes á monederos fal-
sos, y por último, algunos á ladrones en ma-
yor ó menor escala. Entonces es cuando los
tribunales y las autoridades los persiguen
y los castigan; en la edad adulta es cuando se
echan de ver y se conpcen¡ los efectos de ¡a
vagancia; pero hasta ahora no se ha examina-
do su origen, que no csolromas que el plan-
tel do futuros criminales, de que queda hecha
relación, y que, asi como en la corle, existen
co todas las grandes poblaciones: si se hubie-
se procurado su corrección, se hubieran evi-
tado infinitos y lamentables crímenes, y mu-
chos de aquellos hombres , ahora culpables,
serian útiles ciudadanos y laboriosos artistas.
«Inspecciónese la estadística de los crimi-
nales que ingresan en las cárceles de Madrid
y de los pueblos de importancia, y se obser-
vará que un 65 por 100 traen su origen de la
clase de niños qu,e queda cilada: hay mas, es-
tos niños corrompen y vician á oíros, que me-
jor dirigidos por sus padres o parientes , han
tratado de dedicarlos á una útil ocupación: en
los dias festivos y ralos de ocio, como es pro-
pio en su edad, buscan distracciones y juegos; '1
.se juntan estos con aquellos', y semejante
amalgama produce los mas funestos resolta-
dos, y hace que á muchos de aquellos, ya de-
dicados á un oficio, los seduzca la vida va%
bnuda y libre que observan en sjjs • accldcnfa-
les compañeros de juego, y traten de frailar-
las, sin prever los resultados, porque su edjj
todavía no es la de la previsión.
«Hasta ahora, como ya se hu ins¡nuado,seha
cuidado por desgracia, harto poco de la cor-
rección decisiva y eficaz de estos niños , pri-
maria escuela, de grandes criminales, r.iiando
algún jú ven de estos es sorprendido infragan-
li, ya robando un pañr"Io, ya sustrayendo al-
gún otro efecto de los ' Bolsillos de los tran-
seúntes ó de las tiendas y pueslos públicos y
aun de los templos, se le conduce ;i l¡i circe!,
y cuando mas se le destina, tres, cuatro, seis
meses ó un año de corrección: cumple su con-
dena, y al salir libre, ¿qué garantías ofrece á
la sociedad de que no volverá á sus malas prác-
ticas , y quizá con mayor intensidad en el cri-
men? La legislación en esta parte no lia sido
del todo previsora: podrán enmendarse los
hombres ya formados que hubiesen comalido
im delito y que contando con un oficio ó mo-
do de vivir conocidu, se dediquen :i él des-
pués de espiado su crimen por medio de la pe-
na que se les impuso; pero, ¿qué hace un jó-
ven de nueve á quince años puesto en la calle
salido de ia prisión, sin oficio alguno, sin pa-
rientes, sin amigos y., sin alimento, quizá ea
el mismodia que adquiera suljberiad? volverá
robar, aunque no sea mas que para comer. los
jóveues que do pasen de quince añas, perpe-
tradores de faltas propias de la vagancia, de-
ben ser destinados gubernati vamente ¡i un es-
tablecimiento donde no puedan salir basta que
posean un oficio ó modo de vivir conocido, con
el que lleguen á ser útiles á si mismos y á li
sociedad: el tiempo determinado de corrección
no es bastante; durante este periodo adquieren,
si es posible, peores hábitos, y si vagos eatra-
roúen la cárcel, vagos salen de ella y espíes-
tos á nuevas faltas y aun crímenes caracteri-
zados.»
A estas consideraciones añaden los autores
de las Memorias á que nos referimos, algunas
otras noticias de interés sobre la cárcel cor-
reccional creada en Madrid para recogerá los
vagos, declarados tales por la justicia, y el po-
co ó ningún fruto que dio este estábiecimies-
to por io mal montado que se hallaba, propo-
niendo en seguida lo que creen mus convenip-
te para que se llene el objeto de una ius.tihi-
cion tan importante. Sin entrar nosotros ea
estos detalles que no caben dentro délas rein-
cidas dimensiones del presente articulo, dire-
mos, no obstante, que creemos muy necesario
el que esto se realice, porque entretanto «
carece entre nosotros de los medios de repri-
mir la vagancia mejorando al mismo tiempo
la condición del vago y quitándole lus hitólos 1
de holganza por medio del cultivo de un tra-
bajo que sea agradable y productivo , tjuefl
VAG ÁNCIA— VAL A QUIA
722
el fin á que debe encaminarse la legislación en
esla paite. Y esto conviene no perderlo de
vista, porque de poco serviré que se declame
en el terreno moral y filosófico contra la va-
gancia, de poco el qne la policía la vigile y se
apodere de las personas de los vagos; de po-
co en Un, que el juez les imponga el condigno
cjstigo, si el Estado no tiene remedio que dar
para la curación de ese mal; si no sabe hacer
mas pe reducir á encierro por algún tiempo
ahajo, para que añada en ¿1, al hábito de la
vagancia el funesto aprendizaje de la crimina-
lidad que tan fácilmente puede adquirirse en
aquella escuela de corrupción. Nuestro gobier-
no llene ofrecida diez años ha (en la ley de
1845 antes citada) la construcción de irnos ta-
lleres con este objeto, para cuya creación no
sabemos se haya dado un solo paso. Estapar-
te denuesiro sistema penitenciario reclama una
pronta y radical reforma.
VAINA. {Historia natural. ) Especie de mo-
luscos gasterópodos deia familia de los en-
cerrados y del género solón. Es el solen va-
jiíiomuy común en nuestros mares y que es
el lipodel género vagina establecido por Me-
gcrié para las especies de solones derechas.
VAINILLA. [Botánica.) Este nombre se da al
árbol y al [ruto. (Epídendrum vainilla de Lin.,
vainilla aromática de Swarlz, familia de las or-
quídeas.)
La vainilla crece generalmente en la Amé-
rica Equinoccial, y sobre todo en Méjico, Nue-
va Granada y el Perú. También se cultiva en
las Antillas, en el Brasil, y en otras comarcas
do clima cálido. Es árbol cuyas ramas , .sar-
menlosas y flexibles, se estjendén á gran dis-
tancia, se enroscan al tronco de los árboles,
v adhiriéndose á su corteza absorben la hu-
medad qne sustenta los liqúenes y los musgos;
la vainilla, sin embargo, no es vérdaderanien-
le ua vogetal parásito como el muérdago, mas
bien se asemeja á la yedra. Las hojas de la
vainilla son persistentes, recias, carnosas, al-
go correosas, ligeramente ondeadas por los
bordes; las llores son grandes, purpurinas,
olorosos y esfán dispuestas en vainílleles. El
froto es casi cilindrico, nniloeulario é interior-
mente pulposo. La recolección del fruto de la
vainilla se efectúa anles de su completa madu-
rez, haciéndola secar á la sombra, después se
le baña esteriormente con una ligera capa de
pétale, á fin de darle cierta flexibilidad -y de
impedir que se escapen sus principios voláti-
les, y por último se la coloca en pequeños ma-
nojos de cincuenta á ciento, que se dan á la
venia, después de haberlas envuelto en hojas
de plomo, ó encerrado en pequeñas cajas me-
tálicas bien cerradas.
La vainilla tal cual nosolros la recibimos
por la vía del comercio es un fruto capsular de
furnia de silicua ó vaina, y del grueso de una
pluma fuerte, derecha, cilindrica, algo com-
primida, tronchada en la punta, delgada en sus
"°,s ystremos, rizada y surcada longitudinal-
es UIULIOTKCA POPULA».
mente, flexible', de un colov moreno rojizo, y
de un largo que yaria entre 4 y 9 pulgadas de
largo. En su interior presenta un parenquima
negro, pulposo, córneo, grasicnto, en, el cual
se encuentran unas pequeñas simientes sim-
ples y brillantes. Su olor es suave, balsámico,
su sabor cálido y ligeramente azucarado. Estas
propiedades dependen del aceite volátil y clel
ácido benzoico que en ella se encuentran con
abundancia. También es frecuente que esta úl- .
tima sustancia forme en la superficie del fru-
to florescencias cristalinas. La parle pulposa
es la única que contiene principios aromáti-
cos; el pericarpio despide muy poco olor.
E41 el Jardín de Plantas de París, hay un ár-
bol de vainilla que en 1S37 echó flores y dió
fruto. Esta planta sarmentosa, indígena como
ya hemos dicho, de Méjico y de Nueva Grana-
da, es muy fácil de cultivar y de beneficiar, no
exige ni labores, ni poda, ni rodrigones. Plan-
tada en los bosques ó en las ramblas donde
baga mocho calor, crece con vigor sobre el
guazuma ulmifolia y en general sobre todos
los árboles de corteza blanda y esponjosa. En
Europa, salvo acaso en alguna que otra locali-
dad muy particular , ik> prospera ni aun nace
la vainilla no siendo en estufa, en tierra fran-
ca, ligera y suslanciosa, con frecuentes rie-
gos en verano y pocos en invierno. Se multi-
plica de estaca. La vainilla plani folia Ait y
la viridi folia de Blumson, según parece sim-
ple y únicamente variedades de la vainilla
aromática.
VA'LAQUIA. (Geografía é historia.) Vala-
ckia ó Tzara Ronmanesca, en turco Ac-lflak.
La Valaqula, uno de los tres principados del
Danubio, confina al B, con la Moldavia y Tran-
silvania, al 0. con Hungría y Servia, al S. y al
E. con la Bulgaria. Su superficie es de unos
71,500 kilómetros cuadrados, y su población
es dennos 2.400,000 á 2.700,000 habitantes, -
casi todos de raza rumana
la Yalaquia está separada de la Transilva-
nia por la alta cadena de los Karpalos meri-
dionales ó montes Bucegi, que cubren todo el
Norte del principado con sus contrafuertes: la
Yalaquia Meridional es por el contrario , nn
pais de llanuras bajas. El Danubio que separa
la Yalaquia de la Bulgaria, es el principal rio
do aquella comarca, los demás rios son el
Schioul, el Ahila, el Ardsisch y el Talomnit-
za, afluentes del Danubio.
la Yalaquia no tiene realmente mas que
dos estaciones como en Moldavia, porser.muy
cortos la primavera y el otoño; el invierno du-
ra cinco meses, de noviembre á abril; el verano
siete, de l.° de abril á fin de octubre; duran-
te la primera de estas estaciones, el suelo so
halla siempre cubierto de nieve; el termóme-
tro desciende á 26° bajo cero; en el verano,
los calores son muy intensos, y el termóme-
tro sube á 35 y W>.
El terreno de- la Yalaquia es generalmente
muy fértil; el trigo es de escolente calidad; los
T. TtXXIH. 46
723
VALAQUIA
ganados son numerosos; según Yaillant, la Ya-
laquia poseo 632,782 cabezas vacunos, 204,2 52
caballos, 2.046, 59 1 carneros, 220,416 cabras
y 358,085 ceñios.
El gobierno de la Valaquia en tiempos nor-
males se baila en manos de un hospodar, que
}ft Turquía debe elegir, de acuerdo con la Ru-
sia en 1856, ambas potencias deben permitir
que la elección intervenga en la designación
del hospedar, el cual antes de la revolución
de 1848, era nombrado por los nobles, Laguer-
'ia actual modificará probablemente estos con-
venios.
La religión de los valaeos es la griega; las
rentas del principado antes de IS48 eran de
unos 64.000,000 de reales; el ejército contaba
de 4,665 hombres. ,
La capital de la Yalacpiia es Bucharest (Du-
curesci); tas ciudades principales- son' Braila,
puerto de comercio muy importante en el Da-
nubio; Giurgewo, Fokchani y Craiova.
En los artículos nuMANiA y moloavia se
ta dado un resumen histérico de la raza vala-
ca; nos ceñiremos, poes, aqui á la historia es-
peeial de la Yaíaquia.
1241. Badu Negru. El origen del ducado
de Valaquia dala del año eilado; lladu Hegru,
duque de Vacaras en Ardialia ó Transilvania,
quisó á los mongoles la Valaquia, y quedó due-
ño de aquel país, á pesar del rey de Hungría;
los príncipes de Valaquia se vieron como los
de Moldavia constantemente obligados á de-
fender su independencia contra los reyes de
'Hungria.i
1265. Miguel I, ban de Craiova, vasallo
de Badu, fué elegido á la muerte de éste; con
esto quedaron reunidas ambas Valaquias.
1284. Dan I, hijo de líadu, muerto com-
batiendo al rey de Hungría. fiarlos-Roberto de
Anjou que quitó á 1* Hungría el banato de
• Severin.
1300. Alejandro I-, hermano de Dan, re-
conquistó el banato de Severin.
1312. Esteban, I.
1324. Juan 1, combate y derrota á los
húngaros.
1343. Alejandro //hace la guerra á los
húngaros asi como á sus tres sucesores.
1353. Nicolás I.
1366. Badu II,
1376. Dan II. ,
■ 1382, Marcea I, hermano del anterior.
Ataca el imperio valaco-búlgaro, y ayuda a
los turcos á destruirlo, después de lo cual, es-
tos mismos destruyen el imperio servio en
Cassovo, y Marcea se ve obligado por el trata-
do de Nicópolis (1493) á reconocerse vasallo
deBayaceto, sultán de los turcas, pero la guer-
ra estalla pronto entre Marcea y Bayaeeto; la
Valaquia es invadida por los torcos; Sigismun-
do, rey de Hungría, acude al socorro de los
Marcea y desaloja á los turcos.
, Sigismundo y Marcea llaman entonces los
principes de Europa en su socorro; el mariscal
¡le lloncicanlt, el conde de Tíevers y Juan s¡n
Miedo acuden al llamamiento; pero los crisiia-
nos bou vencidos por los turcos en la batalla de
Nicópolis, en 139$. Durante la batalla, Marcea
viendo á los suyos vencidos, se babia pasado lii
enemigo, y prometió pagar un tributó i fe
turcos; asi logró conservar su ducado.
Mas larde formó alianza con Ladislao k
Xápoles contra Sigismundo, derribó á este del
trono de Hungría, batió á los lurcos en 1 393
y se emancipó de la Turquía y de la Hungria'
1418. Marcea II, su hijo. Comienza «m
horrible anarquía; la guerra contra los turcos;
sus devastaciones, las disensiones intestinas
mas violentas é insensatas traen ;i la |apj
la -sumisión definitiva de la Valaquia í la
Turquía.-
1419. Vladll derriba á su hermano-Marcea,
1422. Vlad III, Dan III le disputa el poder
' 1424. Dan III.
1445. Badu 111.
1446. Dan IV. Forma alianza con Juan
Corvino de Hungría contra los turcos, vence,
dores en Cassovo en 1448. Dan IV tiene que
pagar tributo ¡i los _ turcos; es asesinado por
1352. Vlad IV. La anarquía se reprouiM
en tiempo de esle principe, derribado por
1 1455. Badu 111, destituido á su vez por
1456. Vlad V. En 1460 Vlad Vse recono-
ce, por el tratado .de Andrinópolis, tributaria
de Mahoma II, Este tratado y el de 1303 se
conocen con el nombre de capitulaciones; ellas
son las que enlazan la -Valaquia con el imperio
otomano y fijan los privilegios de la pro-
vincia.
Vlad V es uno ele los tiranos mas crueles
de que habla la historia. En 1462 declárala
guerra ¡i los turcos, invade la Holgara, y so-
mete al suplicio del palo á 25,000 prisioneros.
Mahoma invade la Valaquia, desaloja ñ Vlad y
nombra á
1462. Badu III, bajado Valaquia. Este-
ban, duque de Moldavia lo reemplaza por
1473. Vlad VI, y después destituye elijo-
bierno á
1476. Vlad V, que repite sus crueldades.
1479. Vlad Vil.
1493. Badu IV, hijo de Vlad V, estable-
cido por los turcos. Todos sus sucesores obtie-
nen la investidura de los sultanes; durante la
anarquía que devasta aquel hermoso pais, los
turcos lo van sometiendo cada vez mas.
1508. Miguel!!.
1510. Vlad VIH.
15'3. Naqu /. .
1518. Badu V.
1 522. Badu VI. Este principe forma alian-
za con la Moldavia, la Polonia y la Hnngria
contra los turcos, los coaligados pierden la
batalla de Moliacz (1520). Después de esta ten-
tativajjtra sacudir el yugo de los turcos, se
rep«AuiarqiHa.
N^^r Moisés.
15a0. Vlad IX.
725
1531. Ventila l,
15,15. Pedro l, llamado lambien Haría VII,
establece el órden por algunos años.
|-,4Í. Radu Vil.
1545. Marcea III.
1546. Radu VII!.
\M\ Rad" lx-
1554. Pedro II.
1558. Marcea III.
[ 563. Pedro III.
1568. Alejandro!!!.
1577. Miguel III.
1583. Pedro /y.
1591. Esteban II.
1592. A/íffueí 77 traía de regenerar su
desgraciada patria, sometida á los turcos y
perturbada por la anarquía; ataca y bate á los
torcos, pero en 1505 tiene que reconocerse
vasillo del principe de Transilvauia, Sigismun-
do Batliorv. la guerra prosigue; Miguel es ven-
cido y la Valaquia conquistada ; pero al fin,
desaloja ¡í los turcos y se apodera de la Tran-
silvauia (1501)1, se apoya en los rumanos de
este país contra los niagyares y sajones, con-
quista la Moldavia (16001, y funda de osla «ja-
ñera la unidad de la raza rumana; las Ires par-
tes de la antigua Hacia estallan reunidas bajo
un mismo cetro. La obra de Miguel duró poco;
una guerra desgraciada con la Polonia, las in-
trigas del Austria y de los turcos trastornaron
de nuevo la Valaquia. Miguel fué vencido y
asesinado en 1601; los Ices palies rumanos se
separaron f la muerte de Miguel IV fué la se-
ñal de la calda de la Romanía.
1601. La Puerta priva a los boyardos del
derecho de nombrar ellos mismos á su hospe-
dar y concede este titulo á Simeón Movila,
quien al punió es destituido por los boyardos y
reemplazado por
1601. Radu XI ó Serban L Este principe
gobierna bastante bien y se sostiene contra los
turcos.
1610. La Valaquia y la Moldavia pierden el
derecho de escoger á sus principes; la Puerta
nombra & Radu XII, y tanto este como sus su-
cesores no son mas que bajaes sometidos á la
Tuerta,
En el artículo moidavia puede verse la
historia de ambas provincias,' que es absoluta-
meóle semejante, !a dominación de los fana-
riolas precede; la devastación y ruina de los
principados moldo-válacos, y luego la inter-
vención rusa:
En ¡812 la Turquía devolvió á la Valaquia
el derecho de nombrar á sus principes. El pri-
mer liospodar elegido fué:
1851— 28. Gregorio Ghioa.
1SM-42. Alejandro-Ghiea i/i
1842-48. Jorge Bibesco I.
Durante el reinado de estos tres principes,
el espíritu nacional se despierta; al odio hacia
los tarcos, antiguos opresores del pais, babia
sucedido el aborrecimiento do los rusos, ver-
daderos dominadores de los principados.
726
El 23 de junio de 1848, los valacos se su-
blevaron contra el principe Bibesco, partida-
rio de la Rusia y hostil al espíritu -de naciona-
lidad. Bibesco aceptó la constitución que le
fué presentada por la insurrección victoriosa,
pero abdicó en 24 de junio. Se nombró un go-
bierno provisional, pero los rusos invadieron
la Valaquia; la Puerta envió un cuerpo de ejér-
cito; la revolución quedó, comprimida y se abo-'
lió la antigua constitución, el pais fué militar-
mente ocupado y estalló una lncba entre las
dos éórtes de San Pelersburgo y Constautino-
pla, queriendo la primera avasallar los prin-
cipados, y la segunda mantener su indepen-
dencia tan necesaria A su seguridad. Por últi-
mo, el acta del I.» de mayó de 1849 arregló
ta cuestión.
Se decidió que el estatuto orgánico ó re-
glamento, obra de la Rusia y cuya iniquidad
babia producido la revolución de 1848, se re-
visaría; que los hospodares serian nombrados
por la Puerta de acuerdo con la Rusia , pero
que al cabo de siete años, la elección de aque-
llos seria restituida á los principados y á sus
asambleas representativas, y que mientras es-
tuviese vigente el tratarlo (siete añosl las pro-
vincias eslarian ocupadas por 10,000 hombres
de caria nación.
1849. Barba-Stirbeg fué nombrado bospo-
dar en virtud del tratado anterior.
Después, la Rusia, convirtiendo una cues-
tión religiosa en política, ha provocado una
guerra con la Turquía que se ha hecho euro-
pea, y de la cual nacerán complicaciones que
necesariamente habrán de influir sobre la suer-
te de la Valaquia, pais codiciado por los rnsos
y hoy invadido, cuando no por unos, por otros
ejércitos esírangeros.
VALAQUIA. [Lingüistica.) Los habitantes
actuales de la antigua Dacia, especialmente los
do los principados de Valaquia y de Moldavia,
se jactan de ser descendientes de los roma-
nos, titulo que los geógrafos estrangeros tras-
criben en sus tratados por rominá, románu,
roitmouni, roumanj y roumanos. Los etnó-
logos califican esta población de romano-es-
lava, y los lingüistas dan á su idioma el nom-
bre de daeo-romano. Los dacios y los getas,
cuyo territorio ocupa hoy, hablaban probable-
mente, según Malte-Brun, un dialecto del es-
lavo; pero los colonos romanos que á princi-
pios del siglo II de nuestra era envió Trajano
para republar el pais, que acababa de ser de-
vastado por la guerra, introdujeron en él su
lengua. Esta se descompuso después con su
alianza con el lenguaje de los indígenas, y ha
llegado á ser una rama de las lenguas neo-
latinas ó romanas.
En el idioma vulgar de aquellas comarcas
domina todavía nn latín corrompido, que al la-
do de las raices latinas nos présenla multitud
de raices eslavas, asi como una proporción
(bastante desigual según las localidades! de
raiees góticas, griegas y turcas. Entra los íér* '
VALAQIM
727 VALAQUU-
VALDENSES
minos de origen latino se observan gran nú-
mero de ellos que no se encuentran ya en
ninguna otra lengua romana; tales son las pa-
labras: alb (blanco), digit (dedo), vuorbe (pa-
labra), masa (mesa), ruoga (orar), formadas
de las latinas: albus, digitits, verbum, men-
sa y royare. Enmuchos sustantivos masculinos,
los moldos-valacos lian abandonado simple-
mente la consonante final, y conservado la
■vocal u de la terminación, en vez de cambiarla
en o corno lo han hecho los italianos y tos es-
pañoles; asi, de los primitivos latinos Deus,
domus, fruelus, ventus.mnum, templum, se
lia formado Dttu (Dios), domu (casa), fruotu
fruto), -ventu (viento), vinu (vino) y templu
(templo). En valaco (i rouman el plural de los
nombres difiere frecuentemente en un punto
notable del singular. Esta lengua ha adoplado
el articulo delinido, pero lo emplea principal-
mente bajo la forma de sufijo. Abundan los
superlativos y diminutivos; pero los grados de
comparación no se forman sino por medio de
partículas. La conjugación es complicada y
presenta mas analogia con la de las lenguas
eslavas que con la délas lenguas romanas. Es
muy frecuente et empleo do íos auxiliares, no
solamente para la formación del prctérilo, sino
también para la del futuro. Los verbos haber y
querer sirven para formar cualquiera de estos
tiempos, como por lo demás se verifican en las
lenguas germánicas, del mismo modo que en.
griego moderno. En la pronunciación del va-
laco se nota la presencia de las vocales nasa-
les an, in, on. Aunque por espacio de muchos
años, las clases superiores de Moldavia y Va-
laquia abandonaron casi totalmenie el uso de
su lengua materna, hará cosa de medio siglo
que se ha efectuado en aquel pais «na revolu-
ción sobre este particular, y el idioma nacio-
nal ha tomado el carácter literario, escribién-
dose unas veces con ¡as letras latinas, y otras
con un alfabeto de veinte y ocho letras, cuyas
formas están tomadas de las del alfabeto /csla-
vo-ilirio.
Según Mr. Vaillant,. las diferencias que se
advierten entre el moldavo y el valaco no son
tantas, ni de tal enlidad; que formen de ellos
dialectos particulares. Sin embargo, segtiu
otros autores, se cuentan por lo menos en Ya-
laquia cuatro dialectos principales, á saber: él
munleni, ó valaco propiamente dicho; elmoí-
doveni, usado en Moldavia y Bessarabia; el
ardialiano, que tiene curso en una parle de la
Transilvania y de la Hungría, y en fin el sin-
sar, ó macedo-valaco. Este úitimo, el mas
mezclado de todos, es el que, según indica su
nombre., habla una gran parte de la población
actual de la antigua Maccdonia, y puede divi-
dirse en varios süb-dialectos, según la natura-
leza do las raices eslrangeras que dominan en
él con el latin. Algunos autores reúnen bajo
el titulo de lengua daco-iatina los tres prime-
ros dialectos del rouman ó valaco , y dan in-
distintamente al- cuarto los nombres de valaco-
macedonio y de traco-valaco. Thiinmain en
su Historia de los pueblos de la üunm
oriental, dice que en este último dialecto so
puede calcular la proporción de las raices U-
tinas en la mitad del vocabulario déla lengua
En el resto se encuentran tres octavas rw¿
de raices griegas, dos octavas partes de raices
góticas, eslavas y turcas y tres últimas ocla-
vas partes de los restos de una lengua muerta
que parece tuvo mucha analogia con el alba'
nes ó skipelar.
Klein y Seliinkay.- Elementa ümjKffl daco-nm-
jios sea walaekiciB, Vicna, 178ÍI, in tí."
Jo. Moblar: tfat^chiiche ipraMekre.Tvm IJSS
in 8.° ' '
3. Alexis: Grammatica rimo-i-omrinit, Tieoi.lsjt
in e."
J, A. Vaillant; Grammaire roumdne, Uouclia-
resí. 1810, in 8.°
Puycnar, Aaron y Hill: . Dictionwire ftppn't.
vaíaque, Iloucbaresl, ISV), i vol. in 8.i>
VALDENSES. [Historia religiosa.) Asi se de-
nomina á una secia dehereges que alcanzó gran
celebridad en Francia en los siglos Xll y XIII.
Acaso no hay otra sobre cuyo origen haya liaLV-
do nías controversias, ni que haya dado tugar á
versiones mas encontradas. Pero el eminente
Dossuet, en su Historia de las variaciones di
los protestantes, nos hace conocerá los valdot-
ses, no solo por lo que han dicho de ellos las
autores contemporáneos, sino por el tesluuoino
de los que mas trabajaron en convertirlos. El
nos, dice que el origen y cabeza de estos secli-
-rios llamados también pobres de León, ¡conista
é insabalados, porque llevaban sabalas ó san-
dalias, fué Valdo, comerciante de León ra el
año de l I GO. Proclamó como base de su dóplri-
na que la pobreza evangélica era absoluli-
mente necesaria pura la salvación, y él mis-
mo dió el ejemplo, distribuyendo lodos sus
bienes á los pobres, y añadiendo que, puesta
que los sacerdotes y los minintros de Jesu-
cristo no teniair, según su doctrina, el poder
do remitir los pecados, de consagrar el cuerpo
de Jesucrjsto, ni administrar verdaderos sa-
cramentos, que todo lego que practicase la
pobreza voluntaria, tenia un poder mas icul
y legitimo para ejercer eslas funciones y pre-
dicar el Evangelio que los sacerdotes. Soslc-
nian, por último, que conforme al Evangelio
no es licito jurar en justicia, ni exigir la re-
paración de. un daño, ni hacer la guerra, ni
castigar con la muerte á los malhechores.
lie' aquí los errores de los primitivas Val-
denses, y por los cuales los condenó desde
luego el papa Lucio H bácia,el año 1185. los
autores contemporáneos no les atribuyen otros,
y aun convienen en la inocencia y pureza do
costumbres de estos primeros valdcnses, lo
cual les atrajo un gran número de prosélitos.
Esta secta debió, no obstante', adelantar en el
camino del error de un modo considerable,
puesto que Rainerio que- había sido ministro
de tos albigenses y abjurando sus errores, w
YALDENS ES— VALE NCI A
7U0
tjó en los (lumínicos el año tí 50, escribió
contra las valdenses, acusándoles que adornas
de los errores queles. liemos atribuido, ae-
raban el purgatorio y rechazaban las oracio-
nes por los difuntos, las indulgencias, las
fiestas, la invocación de los santos, el' culto
déla cruz, de las imágenes y de las reliquia.;,
las ceremonias de la Iglesia, el bautismo de
losamos, la confirmación, la estremauncion y
el matrimonio. Asimismo afirmaban , según
parece, que en la Eucaristía no se hacia la
transustaci ación en manos del que consagra-
la indignamente, sino en boca del que reci-
lia con las disposiciones necesarias,, en cuyo
caso admitían la presencia rea! y la trausustan-
ciacion. Pedro PyHcdorfs, que escribió tam-
bién contra los 'valdenses hácia el año de
1250, habla como Reinier de su origen y de
su creencia. Añade que desechaban la misa
como institución humana y las ceremonias de
la Iglesia, esceptuando tan solo los sacramen-
tos; que después de algim tiempo, aunque le-
gos, se entrometieron á oír confesiones y dal-
ia absolución. Asi el fanatismo délos valden-
ses como el de todas las demás sectas se au-
mentó con el tiempo y los llevó de error en
error.
Uno de los filósofos de la moderna escue-
la ha formado de esta secta un cuadro de ima-
ginacion sacado de los escritos calvinistas que
se encuentra en la antigua Enciclopedia en la
palabra, valdenses. Atribuye su origen al er-
ror que inspiraron los crímenes cometidos en
las- cruzadas, á las disensiones de los papas
y emperadores; á las riquezas de los monas-
terios'y al abuso qu a hacían los obispos de su
poder temporal. Sin embargo, estos sectarios
no han alegado nunca ninguno de estos mo-
tivos para justificarse. Por otra parte, es de
presumir que los tegeroasas ignorantes de
i|tie se componía la secta de las valdenses, no
tuviesen gran conociiriíento de los crímenes
cometidos en las cruzadas, ni les afectasen las
disputas de los pontífices y emperadores. Tam-
poco eran ellos los que tenian el mayor inte-
rés enque.se corrigiesen los abusos que po-
dían cometer los obispos en el uso de su po-
testad temporal.
Los valdenses al nacimiento de la preten-
dida reforma supieron confusamente que en
Suiza y en Alemania babia hombres que de-
clamaban como ellos contra: los obispos cató-
licos: y aunque las creencias de los valdenses
'listaban mucho por entonces de tas de los
calvinistas, en 1536, Pitrel, ministro de Gine-
bra, consiguió hacerles abrazar el calvinismo.
La confesión de fé que presentaron al rey ha-
cía el año de 1540, era obra de los ministros
Hugonotes que hablan admitido entre ellos,
oro estas no eran ya las opiniones desús
padres. •
Como era de temer con esta nueva doctri-
na adoptaron el espíritu sedicioso y violento
ue los calvinistas. Ya en el año de ¡530, des-
pués de sus conferencias con los protestantes,
tomaron las armas y se defendieron contra las
persecuciones de los obispos y del parlamento
de Ais. En 1535 Francisco I les concedió una
amnistía con condición de que abjurasen sus
errores. En 1542 lomaron las armas, destru-
yeron los altares, saquearon las iglesias y co-
metieron otros escesas, A causa de- ellos el
parlamento de Ais, dictó una sentencia contra
ellos, mandando esterminarlos; las poblacio-
nes deMerindol y de Cabrieres fueron redimi-
das á cenizas y muertas cerca de cuatro mil
personas.
Todos nuestros escritores modernos han
declamado á porfia contra la crueldad de esta
ejecución; y no cesan de citarla como un ejem-
plo de los efectos que puede producir el. celo
de religión mal dirigida. Pero es preciso te-
ner en cuenla que no fueron motivos religio-
sos los que llevaron esta lucha á tal estremo;
sino el resentimiento escilado por la conducta
sediciosa de los valdenses. Cuando se fulmi-
nan estos ataques, se les dirige siempre con-
tra la religión, contra el'ceío religioso, sin
tener en cuenta que estos suelen" estar ya muy
lejos y completamente olvidados, cuando las
pasiones y los intereses mundanos traen las
cuestiones á ése terreno desagradable en que
ya se emplea la fuerza de las armas y se co-
mete todo género de horrores y de escesos.
VALENCIA. '[Geografía é historia.) Provin-
cia marítima de España y una de las tres en
que se halla dividido el antiguo reino de su
nombre. Está situada en la costadel Mediterrá-
neo entre los 40° 9' 30", 38° 52' 30" lati-
tud y los 2o 19' 35" y 3o 33' 20" 'longitud
E. del meridiano de Madrid, .con clima suave
y templado enlos países meridionales, y duro
y bastante frió en la parte septentrional y so-
bre todo en el llano de los Barracos. Tal co-
mo hoy esiste esta provincia cuenta sóbre289
leguas cuadradas de superficie, 3 ciudades,
82 villas, 190 lugares-, 17 baronías y varias-
pequeñas aldeas ó. caseríos , estando todas es-
tas poblaciones distribuidas en 281 ayunta-
mientos y 18 partidos judiciales, á saber: Al-
baida, Alberique, Alcira, Ayora, Carlet, Cbelva,
Chiva, Enguera, Gandía, Játiva, Liria, Moneada,
kurviédro, Onteniente, Sueca, Torrente, Va-
lencia y Villar del Arzobispo con 104,357 ve-
cinos y'430, 085 almas. Confina al N. con las
de Castellón y Teruel, al E. con el Mediterrá-
neo, al S. con las de Alicante y Cuenca. En ía
parte militar depende de la capitanía general
de Valencia, en la eclesiástica del arzobispado
de su nombre, en la judicial de la audiencia del
territorio, sita en la capital, en lo marítimo del
departamento de Cartagena, y en lo civil y ad-
ministrativo es de primera clase.
Montañas. Por todos los confines de la
provincia se bailan montañas que dificultan el
paso, sin mas escepcion notable que las lla-
nuras por donde se pasa á las ciudades de
Murcia, y Villena. En todas ellas hay cantería
731
VALENCIA
de preciosos mármoles de diferentes coloros,
distinguiéndose sobre todo los del monte Tra-
mas, entre los cuales se ven algunos de fon-
do amarillento, jaspeado y color dé rosa con
manchas encarnadas enforma de nubes. Crirm-
se también en estas montañas algunos algarro-
bos y muy pocos pinos, conteniendo ademas
buenos pastos y bastantes yerbas medicinales,
la sierra de Agull.en.te, continuación de la do
Agües, es una de las que ofrecen mas hermo-
so panorama, no solo porque en su descenso
hácia el N. tiene su nacimiento una de las fuen-
tes mas. abundantes que riegan este delicioso
pais, llamada la Font deltiu, sino por las mag-
níficas vistas que se descubren de sus altos
cerros en cuyas faldas existen varias cantoras
de mármol morado con mezcla de rojizo y
blanco, estando asimismo poblados de olivos y
de multitud do plantas aromátirasy medid na-
les, En el monte de Veninadel hay canteras de
mármol melado con veías apáticas y algunas
minas de yeso. Es notable el titulado Cerro Ne-
gro, por estar compuesto en sti totalidad de
rocas de este mismo color, siéndolo igualmen-
te el que hay de yeso en sus inmediaciones,
en el cual existo una cueva cuyas paredes es-
tán cubiertas de una sustancia vitrióHca, infla-
mable por medio de la acción del fuego. En
el partido judicial de Onteniente descueíla en
el monte de la Ermita, el del Santísimo Cris-
to, el Capunnclio y el escabrosísimo de Agu-
llcnte, que sirve 'le muro meridional al fron-
doso valle de Albaida, todos los cuales eslán
poblados de pinos, enebros, sabinas, romeros,
madroños y otros muchos arbustos; encon-
trándose también en ellos canteras de piedra
caliza y mármoles de esquisito gusto puntua-
dos, de gris, rojo y encarnado.
Jftos. Son muchos los que surcan y ferti-
lizan la provincia do Valencia, siendo los mas
notables el Turia ó Guadalaviar, procedente de
la de Teruel; el Júcar, el Albaida, el Al.coy,
procedente t!e la provincia de Alicante, el STe»
llent, gl [lañólas, que nace en el partido judi-
cial de (Intérnente, el Juanes que tiene su ori-
gen en el. partido judicial de Chiva, el Escalo-
na, el Chelva.y el Clariano.
Caminos. Ademas de la carralera general
de Madrid á Valencia por Albacete y la llama-
da de las Cabrillas que atraviesa la de Cuenca,
cuenlo con las siguientes: la de Valencia á
Barcelona; la mista que conduce á Alicante por
Aleoy, la cual arranca do la general de Madrid
á Valencia por Albacete en las inmediaciones
do la baronía de lleniparrell, cuyo camino es
solo hoy transitable para carruages desde Va-
lenciahasla Jáliva, p>¡escl resto es de herradu-
ra y muy incómodo por lo quebrado del ter-
reno; tiene ademas la carretera mista qne di-
rige á Zaragoza , arrancando de lá general de
Valencia á Barcelona, junto al lugar de Jtafel-
buñol del partido judicial de Murvicdro y por
último la provincial que por el litoral condue
A Alicante , existiendo también gran número
de caminos vecinales, muchos de ellos carre-
teros,- pero en general estrechos, tortuosas é
incómodos para e! tránsilo.
Praduaciorins . ' Son muy abundantes y va-
riadas las de esta provincia, pudiendo clasilí-
carse su terreno en marjal, en regadío, cu
tierras cultivadas llamadas de secano yenlciv
reno erial poblado de pínulas, leñas bajas y
árboles de monle. La mayor parte de ios ter-
renos marjales y pantanosos están destinados
al cultivo del arroz, que es la producción que
(¡gura en primera linea y el cual ha hecho
tantos progresos en esta provincia, que ella so-
la basta para proveer de este articulo atadas
las demás del reino. Se cuUjva ademas tiesas
hermosas huertas el trigo de diferentes clases;
el cáñamo, las judias, el maíz, melones esqui-
sitos, sandias, chufas, el cacagnet americano,
naranjas, granadas, palmeras y müUiliid'dj
sabrosas frutas,. Contribuye ademas poderosa-
mente á la riqueza pública de esta provincia la
propagación y cultivo de la grana cochinilla
cuya plantación es únicamente variada en las
inmediaciones de la capital, pues figuraren
ella diferentes castas de chopos , varios ála-
mos blancos, los plátanos oriental y occiden-
tal, lo terhintos ó falsa pimienta, los tilos, las
acacias, los nogales, los cinamomos , la natal-
pa, los fresnos, los sauces llorones, el acer-
plátano, el airlanto ó barnis del Japón, la hi-
guera de llcngala, los almendros, la esterculia,
el árbol de coral y lu bambnsa ú caña brava,
Oíanse también olivos, algarrobos, viñas, al-
mendros y encinas, linios valles y cañadas se
siembra trigo, cebada, maiz y toda clase de
legumbres, como habas, guisantes, lentejas,
garbanzos y altramuses.. Los terrenos eriales
producen leñas bajas, tomillos, aliagas, rome-
ros, encinas, lentiscos; espinos, enebros, ta-
mariscos, estepas., sabinas, esparlo y otros
muchos arbustos y plantas aromáticas.
Industria. Ademas de la gran porción de
habitantes que se dedican en esta población ¡í
ía agricultura, se ocupan oíros muchos en las
numerosas rábrlcas de hilados y tejidos dése-
da, de lienzos, de paños bastos; de tejidos
o dinarios de cáñamo, estambrey lana, de in-
dianas, de galones y de sombreros, de aguar-
diente, jabón, cera, velas do sebo, de cordele-
ría, de cáñamo y esparto, do curtidos, de fun-
dición de hierro colado, de vidrio, de vistosos
azulejos y de alfarería con otras Varias, existen
muchos molinos harineros y de aceite, y laniic-
vaé importante Industria de la grana cochi-
nilla.
Comercio, ha situación de esta provincia
en la costa del Mediterráneo y la abundancia
de sus sabrosos frutos , dan suma actividad al
comercio, siendo los principal.es artículos de
importación, bacalao, aguardinte de caéiSiW-
car, cacao, cueros al pelo, madera tintórea;
quincalla, géneros de algodón y paños líaos-
los de esporlacion consisten , en arroz, melo-
nes, naranjas, pasas, 'fruías verdes y secas, ^
J33;
díganos caldos; estrayóndose ademas gran por-
ción de seda en rara a y tejidos de ea!u misma
materia con otra multitud de productos de laa
diferentes fabricas de que hemos hecho men-
ción. Facilitan ta venta de estos artículos et
gran número de ferias que se celebran al año
en estaprovincia, siendo las mas notables las
siguientes: las dé Polilla, Gnadamar y Forlale-
jjy en el mes de enero, Ju de Álberiqne en ju-
nio, las de Alcira y Albaida en julio, las de
Suráacarcer, Carcagente y Játiva en agosto, las
de Cañáis, Ayora, y Liria en setiembre, las de
Gandía y Ollería en octubre, las de Murviedro
y Onlemenle en noviembre y las de Sueca,
VlUanH'eva de CasteJtái Játiva y Alcira en di-
ciembre. !
Beneficencia pública. Cuenta la provincia
con los siguientes establecimientos: varias
obras pias en los pueblos de Ademuz , Albalat
de la Ribera, Albalat deis Sorells, Alberiqne,
Aboroya, Alcira, Anna, Ayacor, Ayora, Ueiia-
guacil, Eeütjamio, Buñol, Campanar, Ganáis,
Carcagenle, Ohelva, Chiva, Gandía, Masama-
grell, Mogente, Murviedro, Ollería, Ontenien-
te, Puebla del Duque, Puig, Sempere, Sorra,
Tilagliasy Villar; hospitales en los pueblos de
Alcira, Ayora, Buñol, Carcagenle, Chclva, Eu-
pera, Játiva, Murviedro, Ollería, Onteniente,
fucMa-larga, Pusol y Vallada, ademas hay en
la provincia varios establecimientos dedicados-
ala beneficencia pública, como son: una casa
liospilal en Alcubtas, casa de beneficencia en
Jáliray «na cofradía para enterrar difuntos en
Pliso!, La capital cuenta con los siguientes es-
tablecimientos: un hospital general, uno de
Eueonilt, uno en Bou, uno de pobres estudian-
tes, casa de beneficencia, casa de misericordia,
colegio de San Vicente Ferrer, Asociación de
las cárceles de San Narciso y Serranos, her-
mandad del Santo Celo y veinte y una obras
pias.
Instrucción pública. En esta provincia es
tetante lisonjero el estado de la instrucción
pública, pues apenas hay un pueblo de algu-
na consideración, en el que no existan por lo
menos una escuela pública para cada sexo,
concurridas por un escaso número de discí-
pulos, y dotadas, sino con la cantidad sufi-
ciente para que sus maestros se dedicaran es-
cliisivamenle á la enseñanza de la juven-
tud, si, con las que permiten las actuales cir-
cunstancias del atraso en que se hallan los
Pueblos. La lengua que se usa generalmente
?a esta provincia es la leinosina, que introdu-
jo su conquistador Jaime I. Los valencianos
.son generalmente muy vivos, ingeniosos y
muy apasionados a toda clase de diversiones.
E defecto que comunmente se les atribuye es
e de k volubilidad. Son ademas afables y
alemos con los forasteros y modestos en el
vestir, consistiendo únicamente lodo su trage,
en camisa, calzoncillos anchos, llamados zara-
güelles, faja en la cintura y no. pañuelo ro-
deado en la cabeza. Las mugeres gozan jus-
734
tamento del titulo de hermosas y amables en
su trato, y su vestido es tan elegante como
sencillo.
VALENCIA, ciudad de España, capital de la
provincia, diócesis, audiencia territorial, par-
tido judicial, capitanía general, departamento
de artillería y antiguo reino de su nombre:
tercio naval dependiente del departamento de
Cartagena, y plaza de comercio de primera
clase, situada en una llanura á orillas del rio
Turia ó Guadalaviar, á media legua del Medi-
terráneo, con clima benigno, á pesar de los
vientos solanos que reinan y de las humeda-
des que se perciben. Su población asciende
á 45,000 vecinos y G6,000 habitantes. Et cas-
co de esta población es prolongndo sin mas'
cerca que una tapia con ocho entradas ; las
cualro se denominan propiamente puertas y
las otras cuatro portillos ; las primeras son:
las de San Vicenta, salida para Madrid, re-
edificada en IS35, con un arco principal y dos
laterales; la del Mar, que conduce al puerto,
reedificada en los afios 1764 y 1S42, la de
Serranos , salida para Aragón y Cataluña;
quedó concluida con sus magnificas torres
que la flanquean en ambos costados en 1381
y la de Caarte que conduce á Madrid por ¡as
Cabrillas, abierta en 1444, y tiene también dos
altísimas torres que suelen ser el depósito de
prisioneros, asi como las do Serranos sirven de
cárcel principal. Las clasificadas como porti-
llos son : ¡a del Jíeaí, construida el año de t SO 1
y la cual conduce á la alameda y á los jardi-
nes del real patrimonio; la de la Trinidad, re-
edificada en Í792; la de San José ó Nueva
abierta en 1419, y iade Rusafa, en 1786- En-
tre las puertas del Real y 'del Mar se halia la
ciudadela, que en lo antiguo, era una gran,
casa 6 depósito de armas, tomando el nombre
que hoy tiene en 1707 en que pasó á ser pro-
piedad del Estado. Generalmente las casas de
Valencia ofrecen un aspecto poco agradable.
Suelen constar de dos cuerpos y tienen algu-
nos zaguanes espaciasos que denotan su cons-
trucción veraniega. Sin embargo, muchas de-,
ellas, sobre todo las que nuevamente se cons-
truyen, presentan regularidad y gusto en las
fachadas; pero resiéntase todavía el casco de la
población de cierto carácter arabesco ó labe-
ríntico. El número de casas dentro del recinto
de sus murallas es de 6,345, repartidas en 4 17
manzanas, 43 1 calles y 132 plazas y plazuelas,
de las que las mas notables, son: la de la Cons-
titución, la de San Francisco, la de Santo Do-
mingo, la de la Aduana y la del Mercado. Bay
muy pocas calles empedradas en Valencia á
causa de la preocupación que existe de que el
polvo de ellas es un esceiente abono paralas
tierras; el alumbrado es de dos clases, de gas
y de aceite: hay diez reloges de torre y cua-
renta y cuatro serenos intramuros y uno en ca-
da uno de los barrios estramuros. Las aguas
potables que tiene esta ciudad son malísimas^
desabor ingrato y á veces nauseabundo que-
VALENCIA
735
VALENCIA
136
hace difíciles las digestiones. Rodean á Valen-
cia cinco arrabales sumamente poblados, y
que le sirven como itsmo para comunicar con
los que ocupan la orilla opuesta del Turia. La
carretera que conduce al mar está sombreada
de árboles que á trechos entrelazan sus ra-
mas. Lo mismo sucede en las que se dirigen
& otros puntos, qne no cabe duda en que ad-
mira en sus alrededores el grato efecto de una
arquitectura ingeniosa y una vegetación ro-
busta, aromática y florida. No es mucho que
los poetas árabes recordasen con tanta ternu-
ra los deliciosos campos do Valencia.
Entre sus edificios públicos destinados- al
culto, cuenta esta ciudad la cátedra!, sita en
la plaza .del Mignelete, edificada en el sitio
donde tuvieron su mezquita los moros; era
gótica en su primitiva construcción, pero su
obra moderna pertenece en to .interior al or-
den compuesto, con profusión de mármoles y
jaspes muy vistosos. La torre mayor llamada
el Mignelete del nombre de su campana ma-
yrtr, bautizada el dia de San Miguel de 1521,
es de planta octógona con 26 palmos por cada
frenle y 207 de elevación, siendo de 25 el
espesor de sus muros hasta la altura de las
campanas, y algo' menos desde estas al rema-
te, pero sin notable diferencia: corona la obra
un antepecho calado y adornado de imágenes,
que cierra la esplanada á manera de terrado,
con qne termina la parte superior, y en el
centro de esta se colocó por la ciudad en nn
arco de fábrica la campana del reloj. El tem-
plo tiene tres puertas principales de entrada;
¡a mas notable es la llamada del Miguelete por
hallarse al lado de la torre y da frente á la
calle de Zaragoza; es pequeña, de un solo ar-
co redondo y precedida de un reducido atrio,
cerrado con verja de hierro sobre zócalo de
piedra blanca. Las otras dos puertas, qne cor-
responden al crucero, una frente á otra, se
denominan de los Apóstoles y del Palau. El
interior de la catedral consta de tres naves
formadas por 25 bóvedas que descansan sohre
Ai machones cuadrados, los cuales presentan
á cada frente dos pilastras con capiteles corin-
tios; el friso ó zócalo de.los pilares y deto'das
• las paredes del templo es de jaspes de colores:
las paredes, pilastras y bóvedas de escayola,
y los capiteles y molduras de los arcos, dora-
dos. En el centro del crucero se halla el cim-
borio, el cual es de figura octógona con cielo
raso y sin linterna, pero con grandes venta-
nas caladas en. hielos sus lados; la total longi-
tud de la Iglesia es de 350 pies; su latitud en
la estension del crucero 216 y la que tienen
cada una de' las naves laterales 30; las venta-
nas en vez de vidrieras tienen piedras espe-
culares, casi .tan iraspareates como el cristal,
sacadas de las canteras del reino. El pavimen-
to es de pequeñas vaklosas de jaspe negruzco:
á los pies de la Iglesia hay á cada lado una ca-
pilla; otras cuatro á cada uno de los coslados en
el hueco de los -urces y ocho mas éríel semicír-
culo, detrás de la mayor, labrada á ospensas
del arzobispo don Luis Alfonso de los Came-
ros ou el año de 1'682. El coro ocupa la se-
gunda y torcera bóveda de la nave central si
sillería es loda de nogal, divididos los asien- 1
tos por 90 columnas corirüias de 7 palmos
de altura. En las capillas se admiran escelen-
tes pinturas de los mejores artistas valencia,
nos, y encima de la pila bautismal se ve k
cuadro colosal de Juan de Juanes l.asalaca-
pilular construida por el arquitecto Pedro Comp.
te, es magnifica, viéndose en ella las retraías
de todos los obispos y arzobispos de la dióce-
sis. Posee esta santa Iglesia innumerables t
preciosas reliquias, ricos ornamentos y códi-
ces curiosos en su archivo. En la capilla nu-
yor, en la parte del Evangelio, se conservan
las espuelas del rey don Jaime y la brida de
su caballo, entregado todo el dia de su entra-
da en Valencia, á su caballerizo mayor don
Juan de Pertusa, fuero de Cataluña.
Ademas de la iglesia metropolinans que
acabamos de describir, liene'Yalencia 14 par-
roquias, á saber: San Martin (calle de San Vi-
cente), San Andrés (plaza de su nombre), San-
ta Calina (plaza de su nombre), Sanios Jua-
nes" (plaza del Mercado), San Esteban (calle de
su nombre'), San Nicolás (plaza de su nombre],
Santo Tomás (plaza de la Congregación!, Sai
Salvador (calle de Trinitarios), .Saa Lorenzo
(calle de su nombre), San Bartolomé (plaza de
su nombre), Santa Cruz, San Miguel y San Dio-
nisio (plaza de San Miguel), San Juan del llos-
pitil (calle del Trinquete) y Nuestra Soüora de
los .Desamparados (hospital general.) Hay, ade-
mas, 13 conventos de monjas, á sabor: Sania
Tecla, Santa Ursula, la Encarnación, el fie ¡Je
la Cruz, Santa Clara, San Cristóbal, Saala Ca-
talina de Sena, Santa Ana, San José, h Pre-
sentación, San Gregorio, la Puridad y SanlaMa-
ria Magdalena. Hubo 14 de frailes, destinado!
en el dia la mayor parte de ellos á estableci-
mientos públicos, escuelas y talleres. La igle-
sia de los caballeros de Montesa, ú por olro
nombre el Templo, es uno de los mejores edi-
ficios de Valencia. El templo ó capilla de la
Virgen de los Desamparados, aunque nc- es de
gran capacidad, merece mucha atención pot
su figura elíptica, en lo interior, con su media
naranja y sus buenas pinturas al fresco por
Palomino, y el precioso camarín de mármoles
y jaspes donde está colocada la imágen origi-
nal que con el Ululo de Inocentes y Desam-
parados, venera por su patrona la capital y su
provincia. Cuenta, finalmente, la ciudad de
Valencia con gran número de capillas y ora-
torios públicos cuya enumeración seria solm-
damenle prolija y en cierto punto agena i la
índole de esta obra.
, Entre los edificios destinados al servicio
público debemos citar los siguiente: palacio
déla Audiencia, sito en la calle de Caballeros,
cuya decoración es de órden dórico; el pala-
cio arzobispal, en cuya hermosa capilla se con-
737
VALENCIA.
738
servan escelentes pinturas, y en el centro del
r¡éa la estatua de Santo Tomás de Villanueva,,
obra del célebre escultor, valenciano don José
Estebe: la aduana, situada á un estremo de la
ciudad junto á la pueria del Mar, cuya súlida
construcción y sus bellas proporciones la po-
nen al aivol de los edificios de primer órden;
su plano y, construcción fué dirigida por el
arnnilecío'cliilavert, dándose principio á la
obra en 17 de abril de 1758 y habiéndose con-
cluido en 1760 con destino á casa aduana,
pero habiéndose astá trasladado al Grao se co-
locó aí li la fábrica de cigarros: casa de la Ciu-
dad, donde celebra sus reuniones el ayunta-
miento y están todas sus oficinas; son notables
¡ni gran salón de córte, obra prolija, admira-
ble y Ueaa de caprichosas figuras y preciosos
adornos, su capilla y el magnifico techo del
salón (¡ue sirve de antesala: en esta casa se
conservan la espada del rey don Jaime, las
llaves de ia ciudad que ios moros entregaron
al mismo rej'; el pendón de la misma y la
bandera que ondearon los moros el dia de
la rendición: casa del Vestuario, destinada en
el dia para los juzgados de paz; su arquitectu-
ra es de buen guslo y la bóveda del salón prin-
cipal está pintada por don Vicente López: Lon-
ja de' la seda ó Casa de contratación, obra de
ledro Comptc, de arquitectura gótica, y cuyos
departamentos todos ofrecen gusto y delicade-
za ea sos adornos y ricos artesonados; pero
lomas notable es el gran salón principal que
forma upa parte independiente del resto del
edilicio: en este salón se dan los bailes de
máscaras: Lonja del aceite, quenada ofrece de
particular: Almodin ó alhóudiga de trigo, con
buenos departamentos para la colocación de
los granos, á cuyo comercio se destina, y el
repeso que en lo antiguo se llamó lonja dei
Mustazafú casa del Almotacén.
Beneficencia. Entre los muchos establecí-
mientes1 con que cuenta esta ciudad, ocupa
el primer lugar el hospital general, sito en
la calle de su nombre, que comprende tres de-
partamentos, de enfermos, de espósitos y de
dementes. El edificio es suntuoso y regio, y
tan espacioso, que casi podia considerarse co-
mo una pequeña población. Los enfermos, ios
espósitos y los enagenados habitan en él con
entera independencia. La parte destinada para
eafermerta se compone de diez y ocho salo-
nes Lien distribuidos, ventilados y limpios, en
los que pueden colocarse á la vez cómoda-
mente hasta 1,100 enfermos, distribuidos se-
gún su sexo, y !a clase de enfermedad que pa-
decen. La destinada -á los espósitos es igual-
mente cómoda, con su correspondiente estufa
para preservarlos de la intemperie: en el de-
parlamento de locos se han introducido méto-
dos adecuados para su curación, desterrando
completamente esos medios bárbaros de que
se ha hecho tan incómodo uso en vilipendio
de la humanidad.. Hay ademas en el mismo es-
tablecimiento -una casa de baños con diez y
5Í218 UlllLIOTECA POPULA».
seis hermosas pilas de piedra: las seis destina-
das exclusivamente á los enfermos pobres del
establecimiento y los que gratuitamente se re-
ciben de fuera, previa certificación del facul-
tativo y párroco: ademas de todos estos de-
partamentos, hay los que ocupan las herma-
nas de la Caridad y algunos empleados, las
auiasde clínica y anatomía, botica, carnicería,
tiorno y por último, la iglesia, que. es parro-
quia para todas las atenciones religiosas. Ade-
mas de este hospital existen en Valencia el de
Eu-Bou (calle de Rusafa), fundado por don Pe-
dro Bou en 1399 para que fuesen admitidas
personas necesitadas) y especialmente pesca-
dores pobres matriculados; el de Eu-Conill
(calle de Carnieers), fundado por Francisco
Coiiill en 1397 para socorro de sus parientes
y peregrinos que se presentasen; el de pobres
estudiantes (calle de su nombre), establecido
el año de 1540 con el título de cofradía para
asistencia de ios estudiantes pobres eufermos-
que cursaban en la universidad: estos tres
hospitales se han incorporado al general; el
de pobres sacerdotes (calle del Trinquete de
Caballeros), en el que el trato que se da á los
sacerdotes enfermos es mas bien el de una
casa particular que el de un hospicio; tiene
una iglesia con varias capillas de muy buen
gusto y adornadas con lienzos de Gaspar de la
Huerta, Luis Richar, Camarón y Espinosa. Hay
ademas una casa hospicio con el titulo de Nues-
tra Señora de la Misericordia, con talleres de
lienzos, buyetas, cintas y oirás manufacturas.
En la plaza de la Corona está la casa de bene-
ficencia establecida en 1826, y tiene1 una es-
cuela de instrucción primaria, varias fábricas
de paños, bayefas y tejidos, particularmente
de alfombras del mejor gusto y talleres de
carpintería, sillas, zapatería y otros; la her-
mandad de Nuestra Señora del Santo Celo fué
fundada en 1755 coa objeto de recoger limos-
na y celebrar misas por la conversión de los
que están en pecado mortal, la asociación de
Caridad establecida por real cédula de 19 de
agosto de !S05 para el alivio espiritual y tem-
poral de los pobres presos de las cárceles de
San Narciso, se ha hecho estensiva á las de
Torres de Serranos; finalmente, la Sociedad
patriótica de amigos del pais instaló en 17 de
julio de 18ÍÍ una caja-banco que. abona un
interés anual de 4 por 100 sobre las cantida-
des impuestas y presta sus fondos empeñando
alhajas, efectos, frutos y géneros con el inte-,
rés también anual del G por 100.
Instrucción pública. Ademas de la univer-
sidad, sita en ia calle de la Nave, donde hay
cátedras de jurisprudencia, medicina y filoso-
fía, cuenta Valencia el seminario conciliar,
fundado por el señor don francisco Fabián y
Fuero, arzobispo de la diócesis, año de 17Ü0,
en la casa profesa de los jesuítas, en el cual
se enseñan cánones y teología, el colegio del
Corpus Cristi, vulgo del Patriarca, fundadu por
el señor don Juan de Rivera, patriarca de An-
T, xxxi.li. ¿7
733
VALENCIA.
tioquia y. arzobispo de esla ciudad para formar
dignos ministros do- la Iglesia: e'l colegio de
la presentación de Nuestra Señora", fundado
con el carácter de colegio mayor por Sanio
Tomás de Villanueva, arzobispo de Valencia
en 1550 para mantener ó instruir jóvenes po-
bres que se dediquen á la carrera del sacer-
docio: un instituto de segunda enseñanza,
creado por ei plan de estudios de ¡845; el co-
legio real de San Pablo, donde ademas de la
instrucción primaria y completa, y filosofía,
se enseña delincación, música-elementa], bai-
le y esgrima: el colegio Andresiano, fundado
por el señor don Andrés Mayoral, arzobispo
dé esta iglesia en 1763., íi caigo de los padres
escolapios: las'escuelas pías instaladas en ¡738
conforme á los reglamentos de los religiosos
de San José de Calasauz: el colegio imperial
de San Vicente Ferrer, donde son educados
Jos niños huérfanos pebres desde la edad de
siele á catorce años: la escuela normal insta-
lada en 1.° de abril de 1S45. Hay, ílrialmenle,
escuelas de adultos, escuelas privadas, espe-
ciales, academia de las nobles y bollas arles
de San Cárlos, escuela de Comercio, Conser-
vatorio de artes, Cátedra de escribanos, id. de
Agricultura, id. del Liceo, id. del Museo, co-
legio del Refugio, de señoritas huérfanas de
militares; colegio de educandas de la real ca-
sa enseñanza, colegio Valentino y colegio Ede-
lano; muchas sociedades y corporaciones cien-
tíficas; bibliotecas públicas en la universidad
y palacio Arzobispal. Para su recreo y diver-
sión cuentan los habitantes con un hermoso
teatro, un casino, un circulo de comercio, un
hipódromo, varios jardines y paseos, siendo
- bellísimo el de la Glorieta.
Los establecimientos de corrección, ade-
mas de las cárceles de San Narciso, . Torres de
Serranos y Torres del Portal de Coarte, con un
presidio, el cual llama justamente la atención
por lo bien montado, asi en la parte económi-
ca como en la moral, y la "casa-gatera, que
puede citarse como modelo de limpieza y buen
orden.
No es posible hablar de Valencia sin citar
' su famoso tribunal de las Aguas administrado
por los labradores de la Huerta, que entiende
en las diferencias que ocurren sobre derecho
de regadío. Por medio de este tribunal gozan
los labradores ¿e una justicia "pronta que los
liberta de los perjuicios que les acarrearía un
dilatado litigio sobre dudas tan repelidas y ur-
gentes como las que tienen < por objeto el pe-
riódico liego de -las tierras.
Industria. No es fácil enumerar las que
se ejercen en, esta cindad; la principal dé to-
das es la sedera, de la que se cuentan once
íllatnras, noventa y seis tornos y cíenlo se-
tenta y cuatro fabricantes, calculándose en
¿IG9,S43 libras las que se'venden cada año;
hay ademas tres fábricas de tejidos ordinarios
de cáñamo, veinte y tres de cordelería de cá-
ñamo y tejidos de lo mismo, seis de sombre-
ros, dos de sombreros de seda, uno de som
hreros.de paja de Italia, cosechada en elmis"
tres de guantes, veinte y siete de ajanlcos'
dos de fundición 'de hierro colado y bronce
una de clavos llamados punías de París, des dé
vidrios, ocho de azulejos, seis de jabón duro
y blando, doce de velas de sebo, veinte y iiK
de peines y peinetas de asta, Irece de curtí-
dos, ocho de yeso con todos los demás pílelos
y artes mecánicas necesarias para la vida.
En la fábrica nacional de tabacos, eslable-
cida en la Casa-Aduana, se ocupan en la cía-
horacion de cigarros mas de 3,200 imperes
y en al taller de tabacos picados eaceden ,¿
otras 200 y de 40 ¡i 5Ü hombres. Se cálcala
que se elaboran al mes sobre 75 á 80,000 li-
bras, y en los talleres de picados á la liolam'i-
sa y á la española se da un producto de 50,üüo
libras mensuales.
Comercio. Los artículos principales de im-
portación de esta ciudad son frutos coloniales,
especería, lencería, lanería, quincalla, merca-
ría, droguería, ferrelería en barra y labrara,
bacalao, tablazón y alguna sedería, y los de
esportacion, cereales, arroz, azafrán, seda, na-
ranjas, sandias, melones, anís, cánamo, tai-
na, higos, y pasas, loza ordinaria, papel, al-
pargatas, alquitrán, badanas y pieles. •
Caminos. Cruzan por el término nainici-
pal de Valencia los caminos general NueToy
Viejo de Madrid, y el de Barcelona; ninguno
do los demás puede calificarse de provincial;
entre los municipales solo el del Grao lo es
de primer orden por conducir al puerto, y
por su tránsito aclívo y frecuente: Itoysepue-
de haéer en momentos la travesía de Valencia
al Grao por el camino de hierro recieDleraeulc
construido. Todos los otros son de segundo
órdeu, y son los de Liria, .Eurjasot, Godells,
Moneada, Alborayu, Chirivella, Alacuas, Tór-
renlo, Pícascut ó del Cementerio, Cabañal, Al-
gerós Hondo y Viejo del Grao, Beniroaclet, Tea,
el de las Fuentes y el de Rusafa. También cru-
zan el término y no están declarados vecinales
los" de Itondia, Cosme, Olmos, Trigola, Pastor,
Ferrer y el de las Tres Cruces. Todos los de
primero y segundo orden son de carruagos, y
solo para herradura -los demás; sé bailan en
regular estado de conservación, si se esc;]i-
túa el del Grao, que se encuentra en el»»
perfecto, como si fuera un paseo, y á cuyarj-
paraclon atiende esclusivamenle la capital.
VALENCIA. (Historia.) La primitiva poliii-
ciqn que hubo en el sitio en que está Vale»
se dice fundada por los griegos con el gMhc
de Epídópolis; pero los romanos, y catre dlts
los Scipiones, la amplificaron , la ciñeron Je
muros, erigieron temp'lo á Diana y la diera'
el titulo.de Valenüa de los- Contéstanos. Tam-
bién tuvo el nombre de Julia cuando Julio Cli-
sar la hizo colonia. Padeció bastante cuan*'
'las guerras de Pompeyo; pero después iV
restaurada por Sertorio, Al apoderarse de ¿*
los árabes la dieron el nombre de JleüB
VALENCIA
742
Tiasflfli 6 ciudad de Aires, y los cristianos al s
¡Mar la ciudad se llevaron el cuerpo de San - I
Vicente, martirizado en el año 304, y le guar- 1
daron en el AÍgarbe en et promontorio Sacro, i
hoy llamado cabo de San Vicenle. Valencia Ctié i
la capital del reino árabe de esto nombre dos- i
de el tiempo.de Abdalá en 78S; poro en 792 i
va pe apoderó del1 reino otro gefe venido de
(líí'Sbiia y empezaron las disensiones entre
Ins árabes. El Cid Campeador se la quitó á
Abénjafá por los años -de 1087, puso obispos,,
recibió los embajadores de Persia, casó á sus
hijas con los infantes de Carrion, y estableció
buen gobierno; pero acomelido por su última
enfermedad, y conociendo que muerto él no
poilla sostenerse, mandó que todos saliesen en
buen órden llevándose su cadáver, que aun
asi atemorizó á sus enemigos. Vuelta la ciudad
á poder de los moros, emprendió su conquis-
ta don Jaime 1 de Aragón con la llor de la no-
bleza de su reino y otros caballeros estrange-
ros¿ apoderándose de ella en 28 de setiembre
de I23S, con lo que Valencia se engrande-
ció y forlilicó de nuevo. l,a universidad se
promovió por San Vicente Fcrrer en 141 I; pe-
ro no se perfeccionó é instauró hasta t49lJ, en
tiempo del pontifico Alejandro VI, y después
don Femando el Católico la concedió varios
privilegios. La antigua real audiencia se fundó
en I3G!. 1.a iglesia de Valencia fué erigida en
metropolitana por el papa Inocencio VIII en
UM á instancia de los reyes Católicos, siendo
el primer arzobispo don' Rodrigo de Borja, que
después fué el pontífice Alejandro VI. En la
enerva de sucesión, Valencia aclamó al archi-
ilnqifé Garlas en i 6 do diciembre de 1 7i)5; pero
en IS do mayo do 1707, ya se avino á reci-
bir á don Felipe- V, entregándolas lipes al
tiuque de Orleans; y por último , el rey, la
reina y el príncipe don Luis , entraron en
triunfo en Í7ÍU. Valencia se alzó contra los
franceses el 20 de mayo de 1808, siendo una
délas primeras diligencias de los patriotas el
abordar á los buques ingleses qflfi babia en el
puerto para formar intima alianza contra Na-
poleón. Después de la rendición del castillo de
Sagiínto; todo el ejército francés que manda-
ba Suebet vino sobre Valencia. Defendíala Ma-
cice con lo, 000 españoles; pero después de
tres días de bombardeo la rindió, quedando
prisionera de guerra toda la guarnición. Al
volver de Francia Fernando VII en 1S 14, se
dirigió háeia Valencia, saliendo á su encuentro
el capitán general BUo, ofreciéndosele con las
tropas de su mando para abolir el régimen
constitucional en un campo inmediato á la
ciiíMeta. En 23 de mayo de 1823 concedie-
ron las cortes una medalla .de distinción d to-
das las autoridades civiles y militares de esta
cinda'd, y álos que con tas armas en la manó
la defendieron en el sitio que la pusieron Sos
enemigos de la Constitución en aquel año, cu-
ya distinción sev estableció en 10 de noviem-
bre de 1836. Eslu medalla, que puede llamar-
se cruz, se compone de cuatro brazos curvi-
líneos esmaltados de blanco, por el centro de
los cuales y alrededor de la cruz, pasa una
corona do laurel esmaltada de verde, y en los
entrebrazos se ven los puños de unas espadas
de oro que figuran unirse por sus puntas. En
el centro, sobre un escudo blanco, y en letras
negras, la siguiente inscripción: «Con nuestra
sangre sellamos nuestra juramento» ; y en los
brazos, con letras del mismo color: «Isabel II
y las córtes á- los valientes." El reverso es
igual, y en su centro circulan en blanco dos
L L coronadas de oro y debajo unas llamas ro-
jas, en representación, de las armas de la ciu-
dad, y en la orla azul el lema: «de Valencia
año de 1823.il Robre el brazo superior corona
mural con un casco de frente y un murciélago
sobrepuesto. Cinta amarilla con tres listas ¡gua-
les de color rojo. A consecuencia del pronun-
ciamiento de 1.". de setiembre de IS40 en
Madrid, abdicó la reina Cristina en Valencia
su titulo de regente, embarcándose en el Grao
el 16 de octubre; pero en la reacción de 1843,
y proclamada en Valencia la mayoría de la
reina, alli volvió Cristina el 19 de marzo do
1S44 cuando venia de Francia para unirse con
sus bijas.
Es patria de gran número de varones in-
signes, entre los cuales figuran en primera li-
nea San Vicente Fefrer, San Pedro Pascual,
San Luis Francisco de liorja, San Beltran, San
Gaspar de Bono, etc., los teólogos y canonis-
tas Pablo Aviniano Hojas, Benito Oliver,- Balta-
sar Sorio, Andrés Capilla, Juan Bautista Car-
dona y Honorato Juan: de Sos juristas, Pedro
Belluga, Francisco Gerónimo León , Cristóbal
Grespide Valdaura, Lorenzo Matea y don Anto-
nio Juan de Centellas, primer marqués de este
título: délos matemáticos, Pedro Pintor, Jai-
me Juan Falcó, Gerónimo Cortés y Bartolomé
Autic: de los médicos, Gaspar Trislan y Melchor
Viltena: del botánico doji Antonio Cabauilles;
de los filósofos y bumanistas Juan Luis Vives,
Antonio Jiraeno , Francisco Pérez Bayer , Juan
Andrés Strany y Gaspar Gueran; de los poetas
Ansias Marcii, Bernardo. Fenollard, Jaime Itoig,
G'aspárde Aguilar, Guillen de Castro , Gaspar
Gil Polo, Mícer Andrés Bey do Astieda, Antonio
¡ Folcii y Cardona , marqués de Castelnovo; de
■ los historiadores Balité?, Escolano, y Miñano;
1 de los militares Hugo de Moneada, Juan de
i Agulló, Remen de Godiüát y Francisco de Mon-
i cada; de los pintores Nicolás Falcó, Tomás Car-
i bonel, Juan de Ríbalta, Antonio Briqucr, Fran-
i cisco Cristóbal y Juan Zariñena padre é hijo,
i Gregorio Castañeda y Vicente Guerra. El es-
■ cudo cíe armas de esta ciudad ostenta las cua-
- tro barras catalanas en campo de oro con el
i raton-pescado ó murciélago y edrona por tim-,
> bre, y á los lados dos L L coronadas.
5 VALENCIA. (AnzoBÍSFADo de! Son sufraga-
- neos suyos Sos obispados de Segorbe, Oriliue-
- la, Mallorca y Menorca, y confina al N. con las
- diócesis de Segorbe, Teruel, Zaragoza y Tor-
743
tosa; al E. con el Mediterráneo; al S. con las
de Orihuela y Cartagena y al 0. con (Mímela y
Cuenca. La distancia mayor de la capital con
los estreñios S y 0. que están á 15 leguas, y
la menor media legua hasta el mar. Tiene un
territorio discontinuo á la parte del N. encla-
vado entre las diócesis de Segorbe, Teruel,
Zaragoza y Tortosa, que comprende unas 20
poblaciones; mas dentro de su perímetro no
liay pertenencia agena. De los 388 pueblos,
que comprende 213 pertenecen á la provin-
cia civil de Valencia , i 58 á la de Alicante y
17 á la de. Castellón de la Plana. No bay divi-
siones ni areiprestazgos para el gobierno ecle-
siástico; solo se clasifican las parroquias por
las gobernaciones civiles, ó en 32 veredas pa-
ra la mejor dirección de las órdenes, 'y se
cuentan en todo 3 1 5 iglesias parroquiales. La
catedral, restaurada por don Jaime I en 123S,
tiene seis dignidades, 34 canónigos (10 con
el título de pavordes), y 80 beneü'eiados. Hay
ademas % colegiatas con parroquias en Játiva
y Gandía, que tienen de servicio 7,2 canónigos
y capellanes; la primera se fundó en 1414 y
la seguiidafiié erigida en 1499.
VALENCIA, (audiencia territorial de)
Comprende la provincia de su nombre y las
de Alicante y Castellón de la Plana y una es-
tension de 651 leguas cuadradas, divididas en
25 juzgados de entrada, 13 de ascenso y 7 de
término, pertenecientes á las tres espresadas
provincias, y un total de 956,940 almas. Con-
fina por el HE. con la audiencia de Barcelona
y su provincia de Tarragona; por el N. con la
de Zaragoza y su provinciade Teruel; por el E.
en toda su estension con el Mediterráneo; por
el S. con la audiencia de Albacete y su pro-
vincia de Murcia en un corto trecho, y por
elO. con la misma audiencia y sus provincias
' de Murcia, Albacete y Cuenca, y otra vez con
la de Zaragoza y su provincia de Teruel. La
audiencia de Valencia ha sufrido en el siglo
actual las mismas vicisitudes que las restantes
á causa de los sucesos políticos de tos años 12,
14, 20 y 23, y de lo que acerca de ellas han
dispuesto los decretos publicados desde e!
año de 1833 bastad dia. Su personal-yelde
los juzgados de primera instancia que de la
misma dependen es como sigue: un regente,
3 presidentes de sala, 9 ministros, un fiscal,
-3 abogados fiscales, 7 jueces de término, 13
de ascenso, 25 de entrada, 7 promotores fis-
cales de término, 1 3 idem de ascenso, 2 5 de
entrada, 6 relatoras, un secretario archivero,
6 escribanos de cámara, 6 alguaciles en la
audiencia, 2 idem en los juzgados de término,
2 en los de ascenso; 2 en los de entrada y un
ejecutor de justicia.
VALENCIA, (partido judicial be) Son cua-
tro de término y se hallan sin dividir, repar-
tiéndose los negocios por turno entre los jue-
ces y los escribanos, y comprenden los 17
pueblos de Alboraya, Almacera, Keuetuser,
Benicalaf, Benifem, Benimaclet, Burjasot, ca-
tó!
banal, Cañamelar, El Grao. Orriqls, Patraix
Piaporta y Casas nuevas de Torrente, Rusafa'
Tabernes-blanques, Valencia y Vistabella, con
una población de 20,907 vecinos y 95,2¡¡8
almas. Los cuatro juzgados de la capital se de-
nominan: juzgado del cuartel del Mercado-
comprende el centro de la capital iiácia las
dos terceras partes mas próximas a! 0,, cor-
respondiéndole ademas el pueblo de HusaCa
con su término municipal, cuyo territorio ru-
ral, que se llama cuartel de Rusafa, es de fi-
gura irregular y su estension por el de S, al-
canza mas de tres leguas, comprendiendo el
gran lago de la Albufera y su frontera, y de
latitud tiene mas de una legua. Juzgada del
cuartel del Mar, que comprende los siele
barrios intramuros de la ciudad que forman
este cuartel, el octavo extramuros, los parti-
dos de Santo Tomas y San Esteban, pertene-
cientes al término municipal de Valencia y
los pueblos de Alboraya, Iluuimaclet, pueblo
Nuevo del Mar y Villanueva del (¡rao, cuyos
pueblos con los partidos extramuros tienen1
también la denominación rural del cuartel de
Benimaclet: este juzgado se estiende una le-
gua de N, á S., media de E. á 0. y confina al
N. con el de Moneada; al E. con el Mediterrá-
neo, y al S. y 0. con el cuartel del Mercado.
Juzgado del cuartel de Serranos: compren-
de los cinco barrios intramuros, los tres ex-
tramuros y el partido do la calle de tturviedro,
término municipal de Valencia, con los pue-
blos de Almasera, Benilerri, Burjasot, Campa-
nar, Orriols y Tabernes-blanques, siendo-su
estension, de una legua de N. á S.', media de
E. á 0, y tiene al N. el juzgado de Moneada,
al E. el del Mar, al S. el del Mercado y al 0.
el de San Vicenlc. Juzgado dclouarteldeSan
Tícente: comprende, los seis barrios intramu-
ros, los dos extramuros, los partidos de la
calle de Cuarte y .de San Vicente extramuros,
pertenecientes al término municipal de Valen-
cia, con los pueblos de Benalisur, Mislata, l'a-
Iraix, Paiporta y Vistabella, siendo su deno-
minación rural la del cuartel de Patraix y si
estension deN. á S, media legua y de E. áO.
una, y confina al N. con Moneada, al E. con el
juzgado del Mar, al S, con este mismo y el
delMoreado y al O. con el de Torrente.
VALENCIA. {Tercio naval.) Corresponde al
departamento marítimo de Cartagena de que
dista 42 leguas y comprende las dos provin-
cias marítimas de Valencia y Tortosa: el tei-cic
está mandado por un brigadier ó capitán de
navio de la armada nacional, con un segundo
gefe, capitán de fragata de la misma. Tiene
juzgado privativo compuesto, del comandante
del tercio, asesor, fiscal, escribano y tros al-
guaciles. La provincia marítima de Valencia
se subdivide en tres distritos, el de la Capital,
el de Castellón y él de Cullera, y la do Tor-
tosa, en los de Tortosa y Vinaróz: al primer
distrito de la provincia corresponden los pun-
tos del Grao y Cabañal; al de Castellón, los de
VALENCIA.
745
VALENCIA.— VALERIANA.
7J6
Humano, Moncofar y Oropcsa;al de Cnllcra
jos de Gandía, Oliva y Miramar; el distrito y
puerto de Valencia esh'rmandado por un capi-
Im del puerto, de la oíase de capitanes ríe tea-
áta, cuyo destino solo dura tres años; los
oíros dos distritos están igualmente mandadas
por'sus respectivos capitanes; y hay ademas
ppa contaduría de marina al cargo de un oii-
(¡¡¡il primero deL cuerpo administrativo de la
anuida, 'con un subalterno y un portero á las
ordenes del comandante de la provincia.
YALENG1EKNES. Villa do Francia, cabeza de
partido en la orilla del Escalda, á 8 '/> leguas
S.li, deLila, con 19,48» habitantes. Tiene tri-
inuialde primera instancia y de comercio, co-
legio comunal, fortiíicaciones considerables,
.casa de ayuntamiento muy notable, academia
de pinturas, sociedad filarmónica, museo y gá-
fele de historia natural. Su industria con-
siste en batistas, linón, gasas, merinos, per-
tales, euoages, gorros, fábricas para estampa-
do de telas, tejidos metálicos, aceite, alnji-
dun, aüúcac de remolacha y herrerías, de cu-
yos arlicuios hace un gran comercio. En sus
iomediaciones están las minas de Auzin. Su
fundación se remonta al año 399 antes de Je-
sucristo. Los reyes francos tenían en ella un
pilado; perteneció en' seguida á-Lotario (842),
y por consiguiente al imperio de Alemania.
En IG77 se apoderó de ella Luis XIV, y el tra-
tado de Nimega (IG78) confirmó su posesión
álaírancia, Los austríacos lalomaron en 1793,
y las franceses la recobraron en 1794. Es pa-
triado Froisart. Elparlido se compone de sie-
te canlon es (Uauchain, Coudé, Saínt-Amaad,
pe se cuenta por dos, y Valenciennes que
comprende tres), 80 pueblos y 30,001 habi-
tantes.
■VAIEXT1 NIAZOS. [Historia religiosa.) Este
es el nombre de una antigua secta de gnósti-
cos uuc nació á principios del siglo segundo
Jila Iglesia, poco tiempo después de la muer-
te del último de los apóstoles. Valentín, gefe
de esla lieregia, era originario de Egipto; co-
munmente se cree que empezó a dogmatizar
on su panda, pero habiendo querido esparcir
sos errores en Roma, fué espulsndo do aquella
iglesia y se retiró á la isla do Chipre, donde
estableció los primeros fundamentos do su sec-
[«, que desde allí se entendió á una parte de
«iropa, Asia y Africa. í
las opiniones de esla secta nos son cono-
Mas por los antiguos padres de la Iglesia,
'[ub las refutaron , y por algunos fragmentos
desns obras ó de las de sus discípulos 'que
sellan consenado. Creían en una mansión
eierua de hiz, plenitud en la que habitaba la
^unidad, y colocaban en ella á una multitud
uceónos ri inteligencias inmortales, unos va-
lones y otros hembras, que distribuían en tres
«ranies, y suponían nacidas unas de otras,
mimo es nombres y formando una especie de
£ |t * E1 Prirae,"° ei'a Bythos, la profun-
ü Propaior, el primer padre; le dabau
por esposa á Ennoia la inteligencia , también
llamada Sitié, el silencio; de su unión habían
uncido el espíritu y la verdad: éstos también
tenían hijos; Jesucristo y el Espíritu Santo eran
los últimos de estos eonos y no habían tenido
posteridad. Seria inútil dar mas pormenores
sobre estos dislates , que no podían ser sino
el fruto de una imaginación estraviada. 'Con-
viene, no obstante, manifestar que según al-
gunos sabios , Valentín no ha sido el primer
autor de esto monstruoso sistema, pues algu-
nos gefes de los gnósticos lo habían enseñado
antes que él, quien no babia hecho masque
ordenarlo á su manera.
San Ireneo, que vivió poco tiempo después
de Valentín, y que había discutido con nipchos
de sus discípulos, refutó esta doctrina en su
obra contra las heregias, poniendo de mani-
fiesto sus' absurdos y groseros errores. Aun-
que ellos son bastante notorios, preciso es de-
cir que ha habido en nuestro siglo criti^os
bastante apasionados para querer rehabilitar
la memoria de Valentín y sus sectarios, y que
se han esforzado en encontrar razón y buen
sentido en este caos de delirios. Imposible pa-
rece que los valentinianos y demás gnósticos
pudieran hacer prosélitos enseñando errores
tan absurdos; pero San Ireneo y Tertuliano nos
esplican este hecho: piulaban á los pastores de
la Iglesia como ignorantes y 'almas débiles,
incapaces de comprender la verdadera doctri-
na; ensalzábanlas superiores luces de los maes-
tros que los habían instruido; afectaban un
aire misterioso para escitar ta curiosidad; pro-
metían esplícarse después mas claramente;
aseguraban á sus sectarios que bien pronto
sabrían mas que todos los doctores, y les re-
comendaban un secreto inviolable y citaban á
la ventura algunos pasages de la Escritura, cu-
yo sentido interpretaban A su arbitrio. Tal ha
sido también el sistema de la mayor parte de
loshereges. Nada hay mas incomprensible que
los comentarios de los valentinianos sobre los
Evangelios; pero cuanto mas oscuros oran,
tanto mas los admiraban los espíritus superfi-
ciales. Nos admiraríamos menos considerando
basta que punto la filosofía pagana había ofus-
cado los espíritus en aquella época.
VALERIANA, Lin. (De valere, estar sano).
Este género es el tipo de las valerianeas; su
cáliz simple adhiere al ovario; su corola es tu-
bulada irregular, con cinco lóbulos desiguales;
tiene de uno'á cinco estambres, su estilo se
termina con dos ó tres estigmas; su cápsula es
indeliiseente y con dos ó tres celdas monos,
pecinas. La valeriana oficinal [valeriana offi-
cinalis, 'Lin.) es planta muy hermosa y muy
común en los bosques y en ios parages un po-
co húmedos-. Su tallo fistuloso, casi simple,
de uno ó dos metros de altura, remata en un
ramo de flores blancas ó rojizas y ligeramen-
te olorosas. Sus hojas son acorazonadas y con
dientes desiguales. Esta planta florece en ve-
rano y puede prosperar asi en los países tem-
757
VALERIANA.— VALES REALES
748
piados como en los del Norte. Su raiz ofrece
un olor fuerte, penetrante, como alcanforado,
que gusta mucho álos 'gatos; un sabor amargo,
un ñoco acre y de bastante , pronto y buen
efecto, sobre todo cuando cogida antes de ¡a
1'rucLiücacion, se la conserva en vasos muy ta-
pados, al abrigo de la humedad. Es muy nom-
brada, particularmente por los buenos efectos
sobre el sistema nervioso en la epilepsia, y
como a'ntíspasmódica. Provoca ei sudor, la ori-
na y la menstruación. En alta dosis, ocasio-
na los vómitos, purga y determina la espul-
sion .de las lombrices intestinales. De esta plan-
ta son muy ávidos los ganados, á los cuales
sirve, según se dice, de purgante.
Be los parterres y los jardines es escóten-
te adorno la valeriana roja {valeriana rubra,
Un.), la cual produce grupos de flores de co-
lor rojo vivo, con tin solo estambre, y cuya
corola está provista de una espuela tubulada.
Toda la planta es lisa, fle color verde blancuz-
co, con hojas anchas, acorazonadas, enteras ó
poco dentadas y muy estrechas en algunas
variedades. Crece sobre las rocas, en los si-
tios pedregosos y en las grietas de las paredes.
Huye del ¡forte y se estiende con preferencia
bácia tos climas meridionales; se le dá los
nombres Aabehen rojo, barba da Júpiler, co-
maccia; sus flores saleii por prirhavera y las
buscan mucho los ganados. En algunas tierras
so comen los retoños tiernos, ya crudos en en-
salada, ya cocidos y aderezados. Boscli creo
que seria, ventajoso cultivarla en grande esca-
la, porque, creciendo con rapidez hasta en los
terrenos mas áridos,, y conservándose fresca
todo el año, esta planta podría conslituir un
buen alimento para los ganados.
La valeriana fú {valeriana phu, Lin., cen-
Iranikus ruber, D. C.) llamada vulgarmente
valeriana grande, no crece mas que en los
países muy cálidos y en paragos montuosos.
Esla especie es el phu de ¡os antiguos. Se le
atribuye 'las mismas cualidades, si bien en
grado algo inferior/ que á la valeriana ofici-
nal. Su raíz es recia, y olorosa; su tallo alto,
casi simple; sus hojas lisas y distantes; las in-
feriores enteras ó de tres divisiones; las su^
periores sésiles, casi aladas, y sus (lores blancas
ó rojizas, dispuestas en panícula poco abierta.
Daban particularmente los antiguos el nom-
bre de nard á una planta muy olorosa de la
ludia, con la cual perfumaban los aceites y los
ungüentos. El mismo nombre dieron á otras
varias plantas, con especialidad á algunas va
lerianas, á causa del olor de su raiz, y de ahí
proviene"' el nardus céltica, valeriana nard-
úllica {valeriana úllica, Lin.) que crece y se
ve sobre las rocas de los Utos-Alpes, en el
Valais.el Piamoote, el Hollinado, etc., su raiz
es rastrera, y muy olorosa;, stis liojas son ra-
dicales, oblongas, agudas, enteras, las de los
tallos lineares, y mas estrechas. Las flores son
verticilares y están dispuestas á manera de
racimos prolongados, ■
La valeriana tuberosa, Lin., era otro
dus {nardus montana, radiceoliwri, (j, ^ j
La*raiz de esla especio os dura, recia, nJ
olorosa, redondeada en tubérculo ó prntan-a-
da. Tiene las hojas radicales acorazonadas' y
enteras; las llores, blancas o rojizas, alspu¿.
tas en corimbo 6 en panícula terminal, Ote
en los Alpes, en los Pirineos, etc.
En todos los prados húmedos, liasía en el
Norte, se encuentra una bonita y pepena es.
pecie, la valeriana dioica, etc., cuya raíz ós
olorosa, con tallos casi simples y delgados'
hojas un poco aladas. Las hojas que salea dt
los retoños de las raices son simples, pecciola-
das, óvalo-oblongas. Las llores de esla espe-
cie son purpúreas ó blanquizcas, están dis-
puestas en panícula un poco apretada, y sede-
jan ver en primavera.
Para la valeriana locusta, Lin. , ó ualerii.
ndla olitoria, Jfconch., son buenos todos lu;
climas. So la encuentra en el Korte y en el
Sur de Europa, y es muy común en Berbería.
Como ensalada.de invierno, constituye mi oli-
joto do bastante gran consumo, porque duran-
te aquella estación, tiene la facultad dccoii-
servar verdes sus hojas y de vegetar, por pD-
co templado que esté el tiempo. Naturalmente
y sin dificultad crece con abundancia por los
campos, las viñas y todos los terrenos cultiva,
dos. También se cultiva en Sos jardines, don-
de se vuelve mas alia, mas tierna y mas sc-
ve. Es refrescante, pectoral, atemperante y
muy buena, por consiguiente, para corre;»
la acritud de los humores; sus liojas se añade»
á los caldos y á las infusiones. Para todos lis
ganados y con especialidad para los corderos,
es la valeriana un alimento escclente. Sus la-
tios son débiles y se dividen en bifurcaciones
divergentes; sus hojas son oblongas, lineares,
enteras ó dentadas, y sus llores, pequeñas,
blancas ó rojizas, están recogidas en peque-
ños ramos terminales.
De esla planta se conocen muchas varieda-
des que so han convertido en especies, reu-
nidas en un género, al cual se lia dado el nom-
bre de valerianella, en razón de su fruto, que
tiene tres celdas, dos do las cuales abortante
mas de las veces.
VALES REALES. Con esle nombre se coro-
ció una clase de papel moneda creada cu el
reinado de don Carlos III para el socorro de li
tesorería general.
La idea del papel moneda no fué desco-
nocida de los antiguos economistas espnuolcí,
puesto que el conde deTeudillaen ¡483, es-
lando sitiado por los moros en Albania, y m>
teniendo recursos para pagar á las tropas que
defendían la plaza, mandó fabricar unos»
tonos en los cuales por un lado puso sn Orí»
y por el olro el valor de aquel cartón, Vh
metiendo trocar estos, cuando se viera Hure
la plaza por dinero metálico efectivo. En a
siglo X.V11 otro economista español patal-
ear de apuros al erario presentó un pvoye™
en virtud del que las escrituras de juros se
labian de convertir en unos documentos que
Ipvieran circulación como la .moneda. Final-
mente, al principio del reinado de don Feli-
pe y se le propuso la emisión de cédulas en
papel fjuo tuvieran en las transacciones comu-
nes elmismo valor que el dinero metálico.
En el reinado de don Carlos 111 el erario
llegó i estar exhausto á consecuencia (lelas
funestas guerras que eon poco feliz éxito y
con menos previsión sostuvo este monarca, y
pr no acudir al gravamen de nuevas eonlri-
toiones que vejaran inmediatamente al pue-
blo se ideó el medio de un empréstito «Je
118.500,000 reales al interés de 4 por 100
.¡anal; debiendo estinguirso e! capital enveló-
le años. Este empréstito se hizo por varias
eiisas de comercio del reino, y se les entregó
lititada-sirmá en cares, ó pagarés ó billetes,
¿nombre de S. 11. con facultad de circularlos
en toda !a nación y con el deber de admitir-
los como si fuera metálico eu todaslas teso-
rerías y cajas reales en pago de toda. clase de
contribuciones ó tributos. En 30 de agosto
de 1780 se lüzo por medio de un realNleere-
lo la primera emisión de papel moneda en
10,500 vales de 9,000 reales cada uno por un
capital de 148.500,000 reales; siendo el im-
porte anual de los intereses de 5.940,000 rea-
les vellón.
Los gastos de la guerra continuaron en lo-
do este año, no mostrándose propicia la for-
tuna á las armas españolas, por cuya razón en
14 de febrero de 1781 se hizo segunda emi-
sión de 15,067 vales de a 300 pesos cada fino,
porun capital de 5.300, 100 pesos, ó 79.50 te&OO
reales vellón, ascendiendo el importe anual de
)o3 intereses á .'¡.180,060 reales vellón.
Los apuros del tesoro lejos de disminuir
fueron aumentando, y el gobierno volvió á
crear por real decreto de 22 de mayo de I78tí
otros Í9,,| 1 2 vales de á 300 pesos cada uno, por
un capital de 14.793,000 pesos, ó 22 !. 904,000
reales vellón. El importe annal de los réditos
llegó á 8.876rLG0 reales veilon. '
En 7 de julio de, 1785 y en 30 de diciem-
bre de 178S se crearon 11,000 valen deá 600
pesos cada uno por un eapiial de 99.000,000
de reales, cuyos 'réditos anuales importan
3.SfiO,000 reales vellón.
Oe lo diebo resulta que en el reinado de
don Carlos III, y en solo ocho años, se crearon
04,479 vales reales, representantes de un
eapiial de 548.905,500 reales vellón, euvos
intereses anuales ascienden a 2 1,.:9 5(i, 220 véa-
los vellón; habiendo desaparecido todo él di-
nero tomado en equivalente de esta enorme
cantidad sin producir beneficio alsimo d la
nación.
J'or esta causa á muy poco tiempo de crea-
do este papel v comenzó á decaer su valor, y
cpn el objeto de mantener su estimación se
vio precisado el gobierno á disponer que
» Baneo Racional de San Carlos, recién fun-
750
'dado con un capital de 300.000,000 de rea-
les, redujera ámelálico, á la vista, los va-
fes que los tenedores le presentaran; que se
pagaran ^religiosamente los intereses estipu-
lados, y que se estinguiera con dinero efec-
tivo devuelto á ios dueños el número de 3,334
vales á 300, pesos cada uno; quedando asi
reducida la masa circulante á 91,145 vales,
representantes de un capital de 533.902,500
reales vellón, cuyos intereses anuales impor-
taban 21. '350. 100 reales. Esta medida sostuvo
el precio do los vales en toda su integridad
hasta el año de 1703.
En 1794 volvióse á ver el erario público
agobiado de obligaciones perentorias que no
podía satisfacer, y con el objeto de hacer
frente á las atenciones del momento se emi-
tieron por real'decrefo de 12 de-enero 54,000
vales de 300 pesos cada uno, por un capital
de 10.200,000 pesos, ó lo que es igual de
243.000,000, de reales, cuyo rédito anual im-
portaba 9:720,000 reales; y como esta emi-
sión no baslara á sacar de ahogos al tesoro
en 29 de agosio de! mismo año se crearon y
pusieron en circulación por otro real decre-
to 89,999. vales de á 600 y á 150 pesos cada
uno, por un capital de 18.000,000 de pesos, ó
sean 270,000,000 de reales, ascendiendo los
réditos á 10.800,000 reales.
Por real decreto de 25 de febrero de 1795
se crearon otros 54,999 vales, divididos en
dos 'clases, deá 600 y 150 pesos cada una,
por un capital de 30,000,000 de pesos, á
450,000,000 de reales vellón, cuyos intereses
importaban al año la cantidad de 1S. 000, 000
de reales.
Aparece de lo referido que en el reina-
do de don Carlos IV se, crearon 243,255 va-
les reales, representantes de un capilal dé
1,759.039,500 reales vellón, llegando los in-
tereses-a la suma de 70.385,580 reales.
Pero si bien es cierto que en este reinado
se hicieron varias creaciones de vales, no lo
es menos que también se amortizó una parte
no pequeña de los antiguos, estinguiéndose
un capitad de 403.504,470 reales vellón; de
modo que al tiempo de la abdicación de don
Carlos IV la deuda pública de España repne-
sentada en vales reales ascendía á la suma
de 1,889.06.7,152 reales vellón; que grava-
ban al erario con los intereses anuales de
75,34 í, 000 reales.
De esta cantidad se amortizaron durante
la dominación francesa desde 1S08 á 1814
40. 000,00o de reales; y Juego desde 1815 á
1810 se cancelaron 111.292,059 leales ve-
llón; quedando en 12 de mayo del mismo año
reducida la deuda consistente en vales reales
á la suma de. 1,738.647,993 reales vellón.
Desde esta época puede decirse que ya no
hubo una verdadera amortización de«a!es rea-
les ejecutada en los términos que se había ofre-
cido á los tenedores del papel; y por el contra-
rio estos han tenido que sufrir las multiplica-
VALES REALES
731
VALES REALES— VALLADOLID
das y fatales, consecuencias délas diferentes
leyés que se han publicado para el arreglo de
Ja deuda pública. Durante muchos años no se
pagaron los intereses de los vales; por espa-
cio de otros varios la amortización fué insig-
nificante y se hizo con desigualdad; y por fin,
eft el mercado llegaron á venderse los vales
con una depreciación considerabilísima.
Posteriormente se decretó una consolida-
ción ó reconocimiento; dividiéndose los vales
en consolidados y no consolidados , y siendo
aquellos dé mejor condición que estos. Mas
tarde se redujo la deuda de vaUs á deuda del
4 por 100; y por último, de esta una se ba
convertido en renta perpétua y otra en renta
diferida, perteneciendo á la amortizable de
primera y de segunda clase.
El resultado ba sido que el capilal de un
vale de 600 pesos se ha rebajado basta no va-
ler en la plaza sino 30, y esto habiendo gran-
de dificultad para hacerle electivo.
La deuda pública cada dia va en aumento,
y como esto produce disminución en el capi-
tal y temores respecto al cobro de los inte-
reses, llegará quizá ocasión en que nada pro-
duzcan ni en venta ni en renta los antiguos
vales reales.
VALIZA. [Marina.) El palo, boya ó cual-
quiera otra señal que se pone de marca para
indicar los parages peligrosos de un canal, do
la enlrada de vm puerto, bajos, etc. También
se da . este nombre á ta señal ó punto notable
de la (ierra ó costa que sirve para situarse,
marcarse, esto es, croaii.sar.se.
Dice. Marit. E¡p.
- VALLADOLID. {Geografía é historia.) Pro-
vincia interior de España, de segunda clase,
en el territorio de- Castilla la Vieja, audiencia
territorial y capitanía general de su nombre,
cuya capital es la ciudad de Valladolid: está
situada á los 0U 41' longitud oriental del me-
ridiano de Madrid, y 4Í° 42' latitud K. deidem.
Conllna al K. eon las provincias de León y Fa-
lencia; al E. y SE. con las de Burgos y Sego-
via; al S. coa esta última, las de Avila y Sala-
manca, y al 0. con la de Zamora. Su clima en
lo general es muy templado en el verano y
frió en el invierno, aunque bastante sano. Com-
prende su territorio una estension do 23a le-
guas cuadradas, divididas en los nueve parti-
dos de Medina del Campo, Medina dé llioseco,
Mota del Marqués, Nava del Rey, Olmedo, Pe-
ñaue!, Valoría la Buenas Valladolid y Víllalon,
en todos los cuales hay una población total de
37,921 vecinos y 1 52,250 almas. El terreno
de esta provincia es llano casi en su totalidad
y fértilísimo1 para cereales: la única cordille-
ra que merece este nombre es la de los Alco-
res, que ocupando la parte N y E. del partido
de la Mota del Marqués, penetra en el de Me-
dina de Rioseco por el S y 0., formando el
monte de Torosos, poblado de , robles y onci
ñas é inüniead de yerbas medicinales (Wn
base al valle de Torrelobaton. En los demr
pai tidos hay cabezos y tesos sueltos Wineffi
dé los mismds Alcores; pero algunos déelta
apenas pueden considerarse como ligero de-
nivel del terreno, suficiente pura formar de"
liciosas cañadas. -Abundan las arboledas de
álamos, chopos y sauces, y escalentes past03 ■
para toda clase de ganados, bastantes yeguas
de vientre y muchas muletas que se traen de
León para recriar, Hay canteras de yeso litan-
co y negro, de piedra caliza y otra mas fuerte
para sillares. No se conocen minas de ninnina
clase de metales.
Ríos. Los principales que bañan lapi-Dvin-
cia son el Duero, que penetra por el partido ju-
dicial de Peñatiel, y atravesando pordietiopar-
tido y los de Valoría, Valladolid, Malina del
Campo, Mota del Marqués y Nava del Rey, en-
tra en la provincia de Zamora, siendo sos
afluentes el Duraion, el Jaramiel, olVulcoibaí
el Cega, el Aduja, el Plsuerga, origen del Ca-
nal de Castilla, el Zapardiel y otros: los demás
rios son Eresma, procedente de la provincia
de Segovia; el Esgueva, que viene de la de
Burgos y desagua en el Plsuerga; el Cea, nae
nace en la provincia de León, el Valdera-
duey, de igual procedencia,' el arroyo Bajos'
y el Hornija, que baña los partidos de Valla-
dolid, Mola del Marqués y Nava del Rey.
Caminos. Tres son las carreteras naciona-
les que cruzan el territorio de esta provincia;
la dé Santander, que viniendo de la curte en-
tra en la provincia al frente de Puras y pasan-
do ptor Valladolid termina en la venta ¡leTri-
guéPís, limite con la provincia de Palsncia;la
de León, que arrancando de Valladolid se di-
rige á aquella capital, terminando cu el puen-
te- de Mayorga, y la de laCoruña, que empie-
za entre Arévalo'y Ataquines, y siguiendo por
Tordesillas entra por el puente de Villar en I¡i
provincia de Zamora. De las carreteras Hun-
das mistas ó de gran comunicación trasversal,
solamente hay dos en esta provincia: la Je
Calatayud y la de Salamanca. No lieno carre-
teras provinciales, y vecinales existen dos,
aunque sin obras de arte, que son la de Mr?
dina y la de Valdesllllos: El primero atraviesa
el Dnero por Puente Duero á 2 leguas de la
capital, et Adaja en Valdeslillas y sigue a Me-
dina, dislanle 4 leguas, continuando después
á Fresno, siendo hoy el camino carretero que
conduce á Salamanca. El de Valdeslillas con-
duce hasta Olmedo, y era hasía hace pocos
años «na parle de la carretera de Madrid. En
Puente Duero nace otro camino natural, C|»e
atraviesa el Adaja cercá de su confluencia con
el Duero é inmediato al pueblo de Villaimeva,
dirigiéndose aRoeda, donde q-uza ála carrete-
ra de la Coruña y sigue i la Nava del BSj í
Alaejos.
Otro de los medios de trasporte de est.i
provincia es el canal de Castilla, el cual repor-
ta grandes beneficios, que serán mucho mi^-
753
VALLADOLID
75S
res, cuando se ejecute el camino de hierro (1g
Alar del Bey á Santander.
Producciones. Las generales de la pro-
vincia consisten en su abundante cosecha de
cereales que eseede en mucho al consumo y
se hace grande estraceiou por Santander para
el estrangero y posesiones de Ultramar; asi es
que con razón se llama á esta provincia la
Mancha de Castilla y uno de ios graneros de
h Península, También se crian esqnisitas le-
gumbres, entre las que sobresale el garbanzo,
frutas y verduras, lino, cáñamo, piñón, rubia,
zumaque, abunda el vino blanco y tinto, hay
madera de construcción, leñas de combustible
y carboneo, y muchos y buenos pastos con los
que se mantiene ganado lanar, mular, yeguar
y vacuno. Es abundante la caza de liebres, co-
iiejos, perdices y otras aves, y en los rios se
cogen buenas truchas, anguilas, barbos y can-
grejos.
Industria, Consiste principalmente en la
agrícola y cria de ganados, y' ademas en la ela-
boración de harinas y el molido de rubia, mon-
da y limpia del piñón, corte y aserrado de
anderas, panadería y arriería, fábricas de cho-
colate, curtidos, papel, cartones, loza ordina-
ria, tintes, relojerías, guanterías,' fundición de
liferrp, velas de cera y sebo, lideos y demás
liastas, sombrererías, estameñas, bayetas, man-
tas, botones, cristal, calderería, telares de
lienzos, ciólas, paños ordinarios, pasamane-
rías, alcohol, cristal, escetente queso en el
partido de Villalon, y navajas en el de ríava
dclltey.
Comercio, El de lana, tan floreciente én
otro tiempo que no solo abastecía á muchos
pontos de la península, sino á las principales
plazas del estrangero, se halla en una total de-
cadencia. En el día los artículos que constitu-
yen el comercio importante de esta provincia
son: la esportacion de trigos, centenos y ha-
rinas,-ya por el canal de Castilla y ya por el
puerto de Santander y otros de la costa caniá-
luica; legumbres y vinos sobrantes. La im-
portación consiste en géneros ultramarinos y
■ coloniales desde los indicados puertos, aceite y
Jiinon del interior, principalmente de la pro-
vincia de Zaragoza , carnes en vivo, cecinas,
«chías, y ganado mular de Asturias y Gali-
C|o, bayeías y paños ordinarios de la provincia
«e Guadalajara y Segovia; géneros de algodón
I' scda, de las de Cataluña . y Valencia; pesca-
i s r''Mcos y salados, paños finos, quincalla y
0|ros artículos de lujo, asi del estrangero, eo-
™ de lo interior. Celebra ferias en Valladolid,
ni alón, Medina de Rioseco y Peñafiel, y mer-
uaos en los mismos puutos y en Medina del
^topo, Mota del Marqués y Tordesillas, siendo
°s principales artículos del tráfico los cérea-
K toda clase de ganados, carnes y caldos,
«ene/iesneia. Aunque esta provincia epen-
* Hasta 129 establecimientos, puede decirse
"e, d Acepción de los de la capital, algunos
«i- ws cabezas de partido y otros en los pue-
il" BIBLIOTECA VOI-IJLAU,
blos mas importantes, los demás no llenan los
Unes de su fundación.
Instrucción. No deja de ser satisfactorio
el estado de la instrucción pública en esta pro-
vincia, si comparamos el número de las pobla-
ciones y concurrentes con el de las escuelas.
Las superiores ascienden á tres, siendo tres-
cientos cuarenta y cuatro los concurrentes;
hay ciento trece escuelas públicas elementales
completas para niños , y quince para niñas;'
veinte y ,tres privadas de los primeros y quin-
ce de las segundas; cuarenta y ocho públicas
elementales incompletas para niños y cuatro
para niñas; y una privada para estas últimas.
VALLADOLID. . Ciudad de España, capital de
la provincia, audiencia territorial, partido ju-
dicial y diócesi de su nombre, residencia del
gobernador civil, del Capitán general de Cas-
tilla la'Vleja, comandante general, administra-
dor principal de- correos y de las corporacio-
nes y oficinas provinciales. Se halla situada
en una estensa y deliciosa llanura en los 41",
39', 14" de lat. N. y 1", 1' y 45" al 0. de
Madrid, á la márgen izquierda del rio Pisuer-:
ga sobre el que tiene un buen puente, casi
tocando al canal de Castilla titulado del Sur
y atravesada por el rio Esgueva, con clima
sano, bastante frió y húmedo en el invierno y
la primavera, caloroso en el verano y apacible
en el otoño. Rodea á la ciudad una tapia que
sir-ve de muro siendo su perímetro de 34,488
pies, y su diámetro, lomado sobre una recta
desde la puerta de Santa Clara á la de Carmen
es de 9,510 pies, y desde la de Tudela á la del
Puente Mayor de 7,9S0. Tiene cuatro puertas
principales, tituladas del Carmen ó de Ma-
drid, del Puente Mayor, de Tudela y de Santa
Clara, y oíros tantos portillos llamados del
Prado, de la Merced, de Renedo y de fialboa.
La mas notable de todas es la primera, hecha
de piedra de sillería con tres grandes arcos,
por encima de los cuales corre una balaustrada
de piedra: sobre el del centro descuellan la es-
tatua de Carlos 111 y un trofeo militar.
La población está dividida en tres distritos-
la Plaza, Palacio y la Catedral; las plazas prin-
cipales son la Mayor, rodeada de hermosos y
sólidos ediücios, la Red, que tiene muy buen
caserío, el Ochavo, donde están los portales
de la cebaderia, especería y panadería con
buenos edificios y la de las Angustias, donde
se halla el sólido palacio de los almirantes de
Castilla: las plazuelas mas notables son las de
San Miguel, Santa Ana, Santa María, la del co-
legio de Santa Cruz y la del Teatro, y las ca-
lles que mas llaman la atención son las de las
Platerías, Cantarranas, Corredera de San Pablo,
Cadenas de San Gregorio, Santiago, Nueva,
Fuente Corada y Orates. Hay cinco fuentes pú-
blicas, cuatro en lo interior de la ciudad y una
en las afueras; cnatro lavaderos públicos*, Ires
de ellos con agua de manantial y el otro sobre
la corriente del Esgueva; un matadero, edificio
capaí y espacioso, con abundancia de aguas,
T. XXXIH. 48
758
Valla, dolid
756
laves bien ventiladas y limpias y el mayor
aseo en todas sus oficinas y departamentos;
cinco relojes de torre, en la de la Antigua, en
la de San Miguel, universidad, audiencia lurrí-
torial y ayuntamiento.» El alumbrado es de acei-
te- con faroles de reverbero en las calles
principales; el empedrado es bastante bueno
:en las calles del centro, babietulo adoptado la
municipalidad nace poco tiempo el sistema de
pavimentos á la Mac-Adam en bis lineas prin-
cipales de puerta ü puerta para el tránsito do
pabolleriuB y carrijages pues para el de las
personas hay aceras mas elevadas empedradas
de morrillo menudo y limitadas por 'cintas de
adoquines.
1 Hay muchos. edificios destinados al culto,
que vamos á reseñar brevemente, la catedral,
sita en la calle del I.eon de la Catedral,. es un
edificio sólido y do buenas proporciones;' for-
mas, trazado y principiado por c! famoso Her-
rera-y concluido desgraciadamente por don Al-
berto Churngiiera. Consta su fachada de dos
cuerpos de orden dórico, (fue terminan en un
frontis de veinte pies de elevación , coronado
de una especie de jarrones'perpcndiculares á
las cuatro pilastras resalladas de que conslacl
segundo cuerpo, elevándose en el pedestal del
centro una cruz de hierro: la altura de la fa-
ciiadaes de 170 pies; forman el primer cuer-
po cuatro columnas pareadas de fiO pies de al-
Cura: en los intercolumnios se ven las estatuas
de San Pedro y San Pablo. ES hueco de la puer-
ta es de 24 pies de ancho y doble de alto, y
encima de ella se ostenta en un nicho el mis-
terio de la Asunción de Nuestra Señora, titu-
lar de Ja iglesia, esculpida de piedra blanca.
En el segundo cuerpo eslán sobre una balaus-
trada y pedestales las estatuas de los cuatro
doctores de la Iglesia, deformas casi colosales;
en el centro del segundo cuerpo hay una ras-
gada lumbrera de 2G pies de altura por 14 de
latitud que ilumina interiormente toda la nave
mayor. Solo tenia una torre de 270 pies de
elevación, á la derecha de la fachada principal,
la que desgraciadamente se linndió el 31 de
mayo de 184 1 . Toda la obra en su conjunto es
digna del gusto que distinguía al autor de la
octava maravilla del mundo. Loque mas llama
la atención en su interior es la magnifica si-
llería del coro que perteneció al suprimido con-
vento de San Pablo, para e! que fué hecha por
el referido Juan de Herrera: es muy semejan-
te á la que el mismo hizo para el Escorial y
aseguran costó de 25 á 30,000 ducados, paga-
dos por el cardenal duque deLernia, empleán-
dose para- su construcción el boj, ébano, cedro,
nogal, etc. Otra de las alhajas de inestimable
valor que se conservan en esta santa iglesia es
la custodia de piala, llamada el arco triunfal,
que se saca en la procesión del Corpus, traba-
jada por Juan de Arfe Villafañe cu e! año de
1590. Su primoroso trabajo hermana notable-
mente con la arquitectura del templo; tiene
dos varas de alto, pesa 282 marcos de plata,
141 libras comunes y 1 ochavas. En una capir
lia que hay en la nave del Evangelio se conser-
va el sepulcro del conde don Pedro Ansian
señor de Vallailulid. En los aliares délas cani-
llas buy pinturas de mucho mérito, especial-
mente en el mayor, donde su admira un cua-
dro do Zacarías Yeluzqucz, representando la
Asunción de Nuestra Señora.
La parroquia de Santa María Magdalena, si-
ta en el prado del mismo nombre, es un eálll-
ero gótico de una sola nave, el altar mayores
obra del célebre Jordán, asi como el sepul-
cro de don Pedro de la Gasea, obispo que fui'
de Palencin, que se conserva en dicha iglesia.
La parroquia de la Antigua, en la plazuela de
su nombre, es también un edificio gótico cu
tres naves, siendo notable su albir mayor, obra
de Juan de juni, asi como un magnifico cruci-
fijo que hay en la capilludo los condes de Can-
celada. 1.a parroquia de San Martin es un edi-
ficio sólido de urden tosoauo; lo único que
tiene de notable en su interior es la capilla y
retablo de San Juan de Sahagun. La parroquia
de San Miguel se halla establecida en el cole-
gio de S:in Ignacio, que fué de los jcsnilas, es
un edificio sólido de piedra y de una sola na.-
ve, con m¡¡y buena portada cun dos columnas
de orden .dórico; en lo interior llama la alea-
ción su buen retablo mayor de tros cuerpos,
jónico el primero, corintio el segunde y com-
puesto el tercero, con bajos relieves de Gaspar
Uecerra que representan el Sacimientü y la
Circuncisión del Señor, Resurrección y Venilla
del Espíritu Santo, la Crucifixión y las efetóí
de San Juan y la Magdalena: la imagen del ti-
tular que ocupa el silio de preeminencia es
obra de Pompeyo Lconi. En la sacrislla, qut
es muy hermosa, se ven preciosas pinturas y
esculturas de Jordán, Felipe Gil y otros ñáme-
nos afamados artistas. Puede decirse' pe osla
iglesia es una de las mejores dn la ciudad, la
de San Pedro es solo notable por su antigüe-
dad, pueslo que ya existía en 1321, la de San
Juan, sita en la plazuela de Belén, es do pie-
dra sillería de una sola nave, espaciosa y Je
buena construcción; en la de San Esleían lla-
ma la atención sir retablo mayor, doídí «!
conservan dos buenas copias de Rulad d_e la-
biuo, las cuales represeutan á Nuestra Señora.
San Juan y el Miño; la de Sun Andrés es me-
morable por haber sido enlerrado alli don Al-
varo do Luna, a causa de ser esla ermita cu
lo antiguo el sitio destinado para cnterrandeu-
to de los ajusticiados. En el dia yacen los
restos de don Alvaro en la inetropoliiw ™
Toledo. Las demás parroquias que son San Sí-
colas, San Lorenzo, Snnliugo, el Salvador f
San Ildefonso, ofrecen poco mérito artístico™
su construcción, si bien en casi todas m
hay escelentes pinturas y esculturas del»
mejores urlistas de la época. ' .
Ademas de estas iglesias hay en Valladoiw
paia ci culto los.siguientes conventos de pin-
jas: Santa Clara, Bernardas de Sun Qmnn,
7S7
VALLADOLID
758
Franciscanas de la Concepción, Dominicas de
PortaciBU, Brígidas del Salvador, monjas de la
laura, Recolólas de Santa Ana, Franciscanas
¡ü Sania Isabel, Dominicas de Santa Catalina,
Comendadoras de Sama Cruz, monjas Remién-
dales do San tféllpe, Franciscanas de Sáneti
SpííitÉ; Desea!»» líenles, Dominicas do Cor-
pus Cristi, Agustinas Recoletas, Carmelitas: de
simia Teresa y las Üttelgas; donde se conser-
va ¿I sepulcro de sn fundadora doña María de
Mina; existen también cinco ayudas de par-
roquia, qiie son las Agustinas, la Cruz, Jesús
tareno, la Pasión y la Piedad; un oratorio
litüí'áílo de Nuestra Señora del Rosario y una er-
mita. llaboTCinte conventos de [railes, délos
que parte lian sido deraolidósy otros destinados
i establecimientos públicos, mereciendo par-
ticular mención e! de San BenitD, monasterio
de ia urden del Clister, que es una de ias obras
mas colosales de esta ciudad: su vasta osten-
sión y sus fuertes paredes son lomas 'i propó-
sito para el destino t|uc oí) el dia tiene, con-
tado con él ahora Vatladolid una fortaleza
considerable, con sus grandes fosos, bien de-
finirlas murallas y puentes levadizos. Se alri-
ve ¡i Herrera ¡a construcción de suS claus-
tros, asi como al tu unge Juan Ascoitdo la es-
calera píififiipaV, [pie os de mármol.
Entre las nolabilidades de esta población
poilcnios contar los colegios á donde acuden
los escoceses é irlandeses á aprender la'reli-
gioti cristiana para seguir la tím-reríi del sa-
cerdocio, el convento donde seednpati los mi-
sionefss para .Filipinas, y últimamente el ban-
derín de América, donde se alisianlos que vo-
luntariamente quieren ir á ella. A cscepciuu
del colegio mayor de Santa Cruz, poco podre-
mos decir de particular de los demás edillcios,
auriíjue no dejan deser dignos de la 'curiosi-
dad del viagero, como el Real Palacio, construi-
do Por mandato de Felipe 111, y en el que cons-
tantemente han residido los reyes de España
siempre que han estado en Yalladoli'J, la casa
consistorial , notable por su graciosa for-
ma, ele. El suntuoso colegio de g.tnta Cru».
'inalado hacia el año de 15 92 por eí cardenal
din Podro González de Mendoza, esenel dia el
edificio d'éslinaij'o para museo y biblioteca, con--
tenieitlo esta 1 4,000 volúmenes, y entro sus
«íriosiitades una copia del libro Becerro de
Báe!rias,.mu letras de adorno, sacada por el
penalista Torio déla, «iva, año de 1780, y un
Mediano monetario. El -museo encierra un ri-
rfuisinip tesoro en ¡unturas y esculturas , he-
riría por los mas célebres artistas. Sobresalen
entre todos los cuadros , los admirables de
luensiddaila, pintados por Pablo Rubens.
Enumeradas ya las antiguas grandezas de
esla ciudad que e! tiempo ha respetado, recor-
ramos ahora las obras de su naciente civiliza-
wou F,l canal que ha costado la vida á tantos
inlehces presidiarios presenta acabado un tro -
á
tilla, que sin esto manantial de bienes se ve-
ría tal vez en la mayor miseria por no poder
dar salitla á -sus abundantes cosechas. Cercan
el embarcadero varios almacenes del' mejor
gusto, siendo lo mas notable las fábricas d&
fundición y el molino harinero; á cuyas má-
quinas da impulso el agua. El primero de es-
tos establecimientos es de unos eslrangeros
que trabajan admirablemente en toda clase de
obras de hierro y de acero. En el molino se
goza en ver cuanto puede laluditstria del hom-
bre. Sin necesidad de un brazo y sin interrup-
ción ninguna se muele el trigo, se cierne, se-
parándose el salvado y las clases de harina: se
enfarda esta y por último quedan tan llenos y
oprimidos los costales que sin mas que coser-
los se trasladan al almacén óal barco. Es gran-
diosa ta nueva fábrica de papel continuo por
el slsíeina de Jappetl, del señor Lardizabal. Su
ediiicio es un todo igual á la de Tolosa en Gui-
púzcoa del mismo género. En das ó tres horas
se ve el trapo convertido en papel: hacen so-
bre unas cien resmas al dia.
Hay en Yaliadolid seis cuarteles, el del
fuerte do San Benito, el de infantería de San
Ignacio, el da caballería de Cazatla, el de in-
fantería de San Ambrosio, el do la dirección,
subiuspu-jciop de ingenieros de Castilla la Vle-
jayel cuartel provisional de la Merced. Los es-
tablecimientos de recreo son el teatro, de bas-
tante capacidad, el Liceo artístico y liiefario
fundado en IS42, circo de literatura y artes
establecido en 18Í4, casino, dos juegos de
pelóla y plaza de toros, situada en la plazuela
de Jaídonelt, y capaz de conienerde C á7,000
personas.
Instrucción pública. Hay escuelas de pri-
mera educaeion pagada? por. el ayuntamiento,
escuelas de párvulos, instituto de segunda en-
señanza, escuela normal ó seminario de maes-
tros, universidad literaria, seminario conciliar
fundado por el ilustrtsimo señor don Bartolo-
mé Plaza en él año de 1598, Colegio de niñas
huérfanas, el colegio "de escoceses, colegio de
ingleses, academia de matemáticas y nobles
¿irles de. la Purísima Concepción, colegio de
abogados y academia de medicina y cirugía.
Beneficencia. Son varios los estableci-
mientos de esta clase (fue tiene Yaliadolid; los
principales, son: hospital general de la resur-
rección, situado en el fianapo grande en un
ediüeio á propósito y desahogado con siete
magnificas salas que pueden contener cómoda-
monte basta 300 enfermos; hospital militaT,
establecido en el convento que fué de carmeli-
tas calzados; hospital de Esgueva, fundado en
el reinado de don Alonso Yi por el conde don
Pedro de Ansurez, es el mas cómodo de todos
y tiene dos magniticassaías, una para hombres
y otra para mugeres; hospital de dementes,
fundado en 1489 por el doctor doQ Santos. Ye-
lazquez de Cuellar, oidor que fué de la elian-
M de trace leguas, contribuyendo ya á la ri- I etlleria de la misma ciudad, easa de mtseri-
(¡"(¡sa y prosperidad de uqa gran parte de Cas- ) oordia y nifioss espó<uB, asilo de mendicidad,
759
conocido generalmente con el nombre de Ca-
sa de Beneficencia, establecido el año de 1818
por el capitán general de Castilla la Vieja ion
Carlos O'Doncll, y caja de ahorros y monte de
piedad, establecida en el mes de setiembre
de 1841.
Establecimientos correcrÁonahs y pena-
les. Hay' dos cárceles, llamada la una de la
Ciudad, situada á las inmediaciones del Pisuer-
ga, en la calle de San Lorenzo, y la otra de
la Audiencia, contigua á este tribunal y á la
capitanía general. El presidio modelo, cuya
obra empezó él año 1847, es un perfecto po-
lígono de ochó lados, constando cada uno de
159 pies de línea por 30 de altura, con dos
pisos, bajo y principal; tiene esle edificio ha-
bitaciones para los gefes y ocho pabellones
para capataces, enfermerías,. recetario, cocina
con su fogón económico, despensas, almace-
nes de efectos de las enfermerías, capilla, al-
macenes de menestra, calabozos, escuela, al-
pargatería, sastrería y almacén de ropas. Hay
ademas una casa-galera, observándose el ma-
yor órden y disciplina, y las reclusas se ocu-
pan en las labores propias de su seso y en el
hilado y tejido de guantes para las tiendas de
la ciudad.
industria. Ademas de las fábricas de míe
ya hemos hecho mención al hablar del canal,
debémos citar la de papel continuo, estableci-
da en el prado de la Magdalena en el año
de 1742 por don José Ga'raizabal; la de tejidos,
de don José León y compañía, establecida en
el estinguido convento de la Trinidad calzada;
la de lienzos de los señores Ruiz; la de harinas
del señor Alegre, sita en el Campillo sobre las
aguas del Esgueva; la Ululada la Perla, tam-
bién de harinas de los señores Semprum y her-
manos; la do productos químicos, y por últi-
mo, la gran fábrica castellana y bazar euro-
peo, donde se elabora todo cuanto pertenece a
los ramos de calderería mecánica, fundición de
metales, herrería y eerrageria. Hay también
imprentas y litografías, fábricas de cerveza,
varias de curtidos, de botones de pasta, de
cola, de chocolate, de loza lina, de telas metá-
licas, de pasamanería, de .cintas, de alfarería
ordinaria, tintorerías, herrerías, panaderías,
multitud de molinos y aceñas, asi como do
talleres de diferentes arios y oficios.
Comercio. Todos los artículos que deja-
mos mencionados, como productos de la in-
dustria de esta ciudad, constituyen el princi-
pal comercio de casi toda la provincia, los cua-
les se esportan por el canal, pudíendo consi-
derarse la capital como el depósito general de
todos ellos. Celebra esta ciudad un mercado
semanal y una feria el 20 de setiembre, siendo
su principal tráfico los ganados mayores y me-
nores y los cereales.
VALLADOLID. [Historia.) la remota anti-
güedad de esta población ha dado origen á los
muchos y distintos pareceres en que abundan
todas las crónicas é historiadores al tratar de
760
su fundación , si bien la opinión mas admitid,
es que esta ciudad fué construida por los vas-
eos ó voseos, 7 14 años antes de Jesucristo con
el nombre de Pintia, de la que hace mención
Tolomeo en su tabla segunda de la Europa. Ka
falta quien comprueba esta verdad asegurando
haberse descubierto en varias ocasiones nio-
sáicos y otros fragmentos romanos que acre-
ditan la existencia de la población referida. Los
que la dan mas nuevo origen aseguran que na
moro llamado Hlit, según unos, y según otros
Olit, encantado de este valle , sentó en él su
inorada, construyendo esta población con el
nombre de Vallc-de-ülit ó Valle de Olit. Ota
muchos opinan que por hallarse esta ciudnd
en medio de los antiguos pueblos arevaeos
enrpentanos, eclevinos, arluros y aslurcs, ser-
via de campo para dirimir en él cuanlos'plci-
tos y contiendas tenian, por cuyo motivo le
apellidaron Campo-de-lid ó Valle-de-llaj y i.
limamente, por no dejar en silencio cuaoiu
sobre tan incierto origen se ha hablado, [Ufe-
mos que se halla escrito en letras de molde
«que el verdadero nombre proviene de Valle
de Olivos (Valle-Solevetti), por haber tenido
muchos árboles cuyo terreno no los niega.»
Desde remotos tiempos fué Valladoiid ana po-
blación de importancia, y la historia y crónicas
particulares hacen mención de ella áenda paso.
Ella nos dice que el rey don Ordoño lldeleon
conquistó á los árabes esta villa en 320, des-
pués de una encarnizada defensa. Don Alfon-
so VI la tomó en una reñida pelea en lOSí.y
esle mismo rey la dió por juro. do heredad al
poderoso conde don Podro Ansurea, quien la
■•engrandeció y continuó la obra y reedificación
que por órden del monarca empezó el conde
don Rodrigo González Girón, datando desde
esta fecha el blasón de armas que tiene, con-
sistente en tres girones pajizos en campe de
gules, y su timbre una corona con ocho cas-
tillos ademas. Esta es la opinión mas admiti-
da sobre las armas de esta ciudad, porloipic
pasaremos por alto algunas otras, qne sino in-
ciertas, al menos han hecho poco casa k
ellas los historiadores. El conde Pedro Anstna
poseyó á Valladoiid tranquilamente, y la en-
grandeció construyendo infinidad de suntuosos
edificios. A su muerte pasó á su nieto Armen-
gol, volviendo á la defunción de-éste á la co-
rona de Castilla. Aquí empezó el poderío y es-
plendor de Valladoiid. La, feracidad que dan al
terreno los tres rios que le atraviesan, elcau-
daloso Pisuerga y.lasdos Esguevas, lahiciew
sin duda preferible á todas las poblaciones de
Castilla, asi es que no cesaban de prodigarla
mercedes y privilegios hasta que ya asentaron
en ella su córte los monarcas. Entonces, coma
es natural, todo era poco para la villa mima-
da, el rey don Juan II la concedió el Util!»
noble en 1422, y en 1442 en córíes Mier-
das en esta población se instituyó el real tri-
bunal de cnancillería. En la plaua publica de
Valladoiid fué degollado don Alvaro de Luna.
VALIA DOLID
761
VALLADOLID
762
célebre privado de don Juan II. Don Felipe II,
no queriendo que su patria continuase siendo
villa, la dio el título de ciudad en 9 de enero
de'l59G, y ¿ petición suya el papa Clemen-
te VIH la erigió el año anterior en cabeza de
obispado y su colegiata en catedral. Si añadí-
nos á toda esta grandeza la multitud de fá-
bricas y manufacturas que se establecieron, y
consecuencia de esto su abundante comercio,
veremos con cuanta razón decían: Villa por
villa Valladolid en Castilla. Al par de las artes
florecían en esta ciudad las bellas letras, co-
mo lo acredita su célebre universidad declara-
da en virtud de una bula espedida por Cle-
mente VI. En ella se enseñaban á fondo y se
hallaban en primera linea las ciencias de teo-
logía, jurisprudencia y medicina. Tarito atracti-
vo no podia menos de escitar, como lo hizo, la
curiosidad de los estrangeros y hombres céle-
bres, asi es que por do quiera se hallaban de los
primeros yno menos sucediaconlos segundos,
pues Pablo Rúbeas, Alonso Berruguete y otros
pintores y escultores que florecieron en esta
ciudad, como Velazqucz, Blascos, Morales, Pe-
reda, Gil, Diaz, Frutos. Tordesillas, Herrera,
Hernández y Juan de Juni, cuyas obras exis-
tentes aun, bastan para inmortalizarles. Hasta
aqui la grandeza y poderío de Valladolid. Uno
de esos acasos que tanto deciden de la suerte
do los hombres, como de la de los pueblos,
fué sin duda el que decidió de la de esta po-
blación, sugiriendo á Felipe II la idea de esta-
blecer la corte en Madrid, aüo de 1561, aban-
donando la ciudad que le dio el ser; mas Feli-
pe HJ, fuese por la mayor fertilidad de este
terreno, ó por compadecerse de la decadencia
é inevitable ruina en que se sumia la pobla-
ción, digna por mil títulos de mejor suerte,
trasladó á ella la córte en enero de 1601; con
lo que volvió á llenarla de animación y vida,
si bien fué corla esta dicha, pues en abril de
1C06, regresó el monarca á Madrid, para ya
no abandonar un punto que por su céntrica
posición en la península, es el mas 6 propósi-
to para la real morada. Con agigantados pasos
caminaba la ya ' ex-corte á su ruina: todo iba
poco á poco, pereciendo, sin que una mano
benéfica se interesara de su suerte, á no ser
enel reinado del gran Carlos III, que no dejó
sillo que no esparciese los adelantos del si-
£lo, y con ellos las riquezas consiguientes;
poro esta época se acabó con el monarca, vol-
viendo otra vez á su letargo la industria por
ralla de protector. En la guerra de la indepen-
dencia los franceses entraron en Valladolid en
12 de junio de 1808, no sin haber superado la
valiente y hasta temeraria defensa que hicie-
ron los paisanos.
Es patria de muchos varones ilustres , en-
tre los que debemos citar los siguientes: Agus-
tín Aatolinez, Alfonsos, Caldo, Chinchilla, Man-
zanedo, López, Rodríguez, Maldonado, Andrés
oe Villa, Castañeda, Escobar y Mendoza /Gon-
zález de Reunde, Daza, Ponce de Santa Cruz,
Sánchez de Huerta , Bernardinos, Baltasar Na-
varrete, Cristoforos , Avendaño, -Suarez de Fi-
gueroa, Benavente y Benavides, Cosme Daza
de la Cueva, García de Trasmiera, de Jesús ó
Salablanca, de Tovar y Valderrama, Domingo
Baner, La Bastida, Becerra, Kuñez de Guzman,
Balboa y Paz, Vázquez Menchaca, Vega, (Miz,
Raíz, Zumel,. Alvarez deVelasco, Fulgencio de
Oviedo, Ilenao, Corral, Córdova, Tomás Canto-
ral, Torres, Ignacio délos Valles,- Antonio Cre-
ma, Juana Bautista, Martínez de Prado, Otala-
ray Arce, Matinoso, La Puente, Mereatus, Mi-
randa, Miguel de Herrera, Nicolás Bravo, Diaz
de Agüero, López Enriquez de Calalayud, Sán-
chez de Viana, Uñate, Tomás de Villacastin,
Prudencio Sandoval y otros.
VALLADOLID. (obispado be) Es sufragáneo
de la metrópoli de Toledo. Confína al H. 0. y
S¿ con la diócesis de -Patencia, al E. con las de
Segoviay Avila, y alS. y S. 0. con las de Za-
mora y Salamanca, formando su perímetro ca-
si un circulo, cuyo diámetro es de solas 7 le-
guas, escepto por el S. 0. que se estiende un
ángulo hasta la villa de Tarazona de Peñaranda
á 14 leguas de la capital, mientras que por el
E., quees la menor distancia, está el estremo de
Santovenia tres cuartos de legua de Valladolid.
Fuera de su demarcación no tiene dependencia
alguna; pero dentro de ella hay estos, enclava-
dos: 1 la abadía de Medina del Campo, com-
prensiva de 22 pueblos; pues aunque el abad
es nombrado por el diocesano, es inamovible
y ejerce jurisdicción por sí, escepto en las
causas matrimoniales y de sacrilegio: 2." ocho
pueblos que en los años pares corresponden á
dicha abadía, y en los impares al obispo de
Avila: 3.° los pueblos de Arroyo, Adalia, Bam-
ba y Castrodeza, y los de Torrecilla y Fresno
et Viejo, pertenecientes á la órden de San
Juan. Todos los pueblos del obispado (menos
Tarazona que es de Salamanca) corresponden
en lo civil á la provincia de Valladolid. Divíde-
se en las siete vicarias de Portillo, Tordesillas,
Oigales, Tudela de Duero, Matápozuelos, Si-
mancas y Medina del Campo, en las que hay
95 iglesias parroquiales, y hasta 142 pilas en
toda la diócesi. Fué erigida la iglesia en cate-
dral por Felipe II en 1595, y tiene 7 dignida-
des, 19 canónigos, 5 racioneros, 6 medios- y
9 capellanes. Hay ademas en Medina del ham-
po una colegiata erigida en 1480 con 5 digni-
dades y 6 canónigos. El gobierno de la dióce-
si se halla á cargo del prelado y un tribunal,
compuesto del provisor , fiscal, dos notarios
mayores, tres menores y los demás depen-
dientes como procuradores, alguaciles, porte-
ros y demandaderos. Hay también una subde-
legacion de la obra Pia de Jerusalen compues-
ta del arcediano de la catedral, provisor y te-
niente vicario general castrense, y últimamen-
te el juzgado de espolips y vacantes, del que
puede decirse que no existe mas que un juez
en el nombre, que es un prebendado de la ca-
tedral.
763
YALLADOLID— VAMPIRO
YALLADOLID. -{capitanía general.) Octavo
distrilo militar crue abraza las comandancias ge-
nerales y provincias de Yalladolid, Avila, Ba-
laniauca, Zamora, leen, Oviedo y Paienóia.
Cuiilina al H. con ct mar Cantábrico, al í. con
el distrito- 1 Ia (Burgos) ye! 1" (Castilla la Xnc-
va'i, al S. con ol 9o (Eslremadnra) y al 0. con
Portugal y 5o distrito (Galicia) resultando que
tiene Licias 50 leguas cíe costa y 45 -de frontera.
Compréndelos cinco gobiernos (le Yalladolid,
Zamora, Ciudad Rodrigo, Gijon y Puebla dcSa-
nabria. El capitán general reside en Vallado-
lid. En este distrito tiene el cuerpo de artille-
ría la fábrica de fusiles do (hyedo y su aneja
do Trpbia, y las comandancias de las plazas de
Yalladolid, "Ciudad Rodrigo, Zamora y Gijon.
YALLADOLID. (audiencia de) Comprende
las cinco provincias de LeOn, Patencia, Sala-
manca, Yalladolid y Zamora, con 1,735 leguas
cuadradas, 3/19'.! pueblos, 233,790 vecinos y
970, 2G7 almas. Consta de un regente, 3 pre-
sidentes de sala, 9 ministros, úh llscal, 3 abo-
gados fiscales, 5 jueces de término, S de as-
censo y 28 de entrada, 5 promotores fiscales do
término, 8 de ascenso y 28 do entrada, G rela-
tores, tm secretario archivero, 6 escribanos
de cámara, un canciller registrador, un tiscat
del archivo, nn tasador y repartidor, 1S procu-
curadores, un portero mayor, C menores, G al-
guaciles en la audiencia, 2 en los juzgados
de término, 2 en los de ascenso y 2 en los de
entradas, y un ejecutor de justicia. Confina ai
N. con la de Oviedo, al 0. con la de la Coru-
ña, al S. E. con las de Ciceros y Madrid y al
E1. con la de Burgos.
YALLADOLID. (PAiÍTÍbb judicial de'i Es de
término en la provincia, audiencia territorial,
capitanía general y diócesi de su nombre. Es-
tá situado á la parte N. de la provincia, y con-
fina en esta dirección con el de Valdría (a Bue-
na, al E. con el de Peñaliel; ai S. con el de
Olmedo y al 0. -con el de la Mota del Marqués;
esliénd^se unas ,4 '/s leguas de (T, á S. y 5 de
E. á 0., y comprende los 21 pueblos siguien-
tes: Arroyo, Cestérniga, Cigoñuela. Enensalda-
ña, Fuentes de Duero, Coria, Herrera, Laguna,
Oberuela , Peíialva de Duero, Pueule Duero,
Renedo, Itobladillo, Sautovenia , Simancas,
Traspinedo, Tudela de Duero, Valiadolid, Villa-
bañez, Yillanubla y Zaralan. Su población as-
ciende á G.195 vecinos y 20,844 almas.
VALRUS. [Historia natural.) Homlire con
que suelen designar los ingleses á la bestia
del gran diente [tricheckus rosmarus de Lin.)
Yéase ih'ousa.
VALYEA. [Historia natural.) Género de
gasterópodos peclinibranqnios, de la familia
de los paludlnidos. Dicbos gasterópodos se pa-
recen muebo alas paludinas, solo que Su boca
no está modificada en la penúltima vuelta y no
es angulosa en el lado posterior,
La concba de Jas valveas , como la de las
platiorvis, está arrollada casi en el mismo pla-
go; pero m abertura es redonda y provista tle
i un opérculo, y e! animal tiene dos tentáculos
! delgados, con los ojos en su base anterior y
■■ respira por branquias. El pie es aliorqijj||(iaJ
por delante!
Entre las especies vivas citaremos la do¡-
veapovta plumero cálvala crhtqia A<¡ Mnlh
que se encuentra en casi toda Europa en los
riachuelos cenagosos y en las aguas estan-
cadas.
Entre las especies fósiles, hvaluata muí
tiformis de Desli. , que se encuentra cu ks
cercanías de Radon.
VAMPIRO. (Creencias popularas,) Según,
una creencia muy vulgar en Europa hace naos
dos siglos , los vampiros son unos diftihlos
cjue salen por la noche de los cémentérios
para ebupar la sangre de los vivos, sea en el
cuello, sea en el vientre, y vuelven désjjuéi
á su sepultura. Ltfs vivos asi tratados duranlc
el sueño, polidccian, caian en consunción, j
los vampiros cobraban .bellos colores, por los
cnales eran reconocidos cuando se abrían los
sepulcros para buscarlos.
La creencia en los vampiros no es muy an-
tigua, porqué fué desconocida entre los grie-
gos, los romanos y en la edad inedia. Dimanó,
ál parecer, de las [itíblacicines de raza stava.
Se encuentra efectivamente entre los esclavo-
nes y slovacos, y ha oslado muy generalizada
en Polonia, Silesia y Moravia, Existe Inmbicn
bace mucho tiempo en el Epiro y en la (¡recia
moderna; pero fué introducida indurJablemenii!
por los dáliuatas y inóntenegfinos, y lo prue-
ba el nombre de brueolacor, qué estos dan á
los vampiros, nombre quo es una uHeracian
de! slavo vukodak , corrupción osleá su vez
de oupire, sanguijuela en esclavón.
Para los morlacos, los vukozlaks sonm(&
difuntos guétan vivido culpableuieiilu, y que
á consecuencia cielos instintos malos á que
están sometidos después de su muerte, so ent-
pleau en atormentar á los vivos. Cuando li-
gón morlaco atribuye el éfá U iafí uéctirí lento de
su blju ó de una persona querida á las visitas
de un vampiro, so dirige á un sacerdolo, y
osle va al sepulcro del sospechoso de vampi-
rismo ; abroe! cadáver,, le traspasa el corazón
con ahileres, espinas ó una estaca, con lo cual
se imposibilita al vampiro para repetir sjs
correrías nocturnas.
En Crecía los vampiros son unos difuntos
cuyo cuerpo no se pudre, por haber sido es-
comulgado, y esta creencia. procede del paga-
nismo slavo, aunque algunos la quieren enla-
zar con el cristianismo.
Propagóse esta superstición por Enrona
con esfraordinaria rapidez al principio del si-
glo XVIII. Penetró en Austria, en Alemania y
en Lorcna. So se hablaba mas que de vniaph
ros; se buscaron, se Ies traspasó el corazón
y fueron quemados, Digamos de paso r¡ue es
muy curioso ver en ciertas épocas algunas su-
pcrsLicioues moy circunscritas y al parecer
locales, tonjar rnuclig vitelo. y subyugar todo;;
I
76S VAMPIRO-
Jos ánimos duranic algún tiempo. Son unas ver-
díiiíeras epidéinjiás supersticiosas cuya Lntcosl-?
ÍJadso.lo se disminuye con el tiempo. Ésto su-
cedió en el siglo XVI con la magia y uslrolo-
gjit" y en el XIX con el magnetismo animal.
Eslé fenómeno intelectual es análogo al que se
nota cu la fundación do algunas religiones.
DomCalmet, tan crédulo como erudito,
ful también juguete de tales creencias, y se-
pia la .esprosion de Vnltaire, se hizo el his-
toriógrafo de los vampiros. Sobre este asunto
publicó una obra titulada: Tratado sobre las
(¡pariciones de los espíritus y sobre ios vam-
piros ú duendes; París, Í75J,, V tom.en 12.'
Yaliaire lia comparado las afirmaciones tan
positivas dadas en favor do taies consejas, con
las que también se habían dado en pro de le-
yendas sag-radasmuy acreditadas, deduciendo de
ello, que los pretendidos testimonios contem-
poráneos tienen poco valor en materia de cri^
lia, cnando el error que se trata de aclarar
lia sido adoprado ápriori por dichos testigos,
y cuando los hábitos de critica y de duda son
alisolutamenle estraños á la época o al medio
cd qnc viven. Dejemos hablar al filosofo 'de
,1'emcy:
«Es una cosa iiiuy curiosa ver los espe-
dientes jurídicos relativos á los difuntos que
liabian salido de su sepultura para ir ¡i chupar
los muchachos y muchachas de la vecindad.
Dom Calmet rellére que en Hungría, dos ofi-
ciales delegados por el emperador Carlos VI,
auxiliados por el bailio del lugar y el verdugo,
formaron una sumaria sobre un varqpiro muer-
to seis semanas antes, que se entretenía en
chupar á toda la vecindad. Fué hallado en su
ataúd rollizo, fresco, con los ojos abiertos y
pidiendo de comer; el bailio dictó la sonten-
tía. £1 verdugo arrancó el corazón del vampi-
ro y lo quemó; desde entonces ya no tuvo el
difunto ganas de comer. Dúdese , después de
esto do los muertos resucitados que abundan
en nuestras antiguas leyendas y de todos los
milagros referidos por Dolando y por el sin-
cero y reverendo Dom Rmriart.»
La creencia en el vampírismo ha desapare-
cido casi completan] en le de Alemania; pero to-
davía dura en la Eslavonia, la Morlaquia y la
Grecia.
Esos vampiros parecen1 tener cierto paren-
tesco por una parle con los ghones del Oriente,
y por otra con los lémures do los antiguos y
ios (omisas, El ghons es una especie de djinn
ó de genio malo que se come á los hombres y
a los cadáveres y por eso se encucnlra muchas
veces cerca de los cementerios. Con frecuen-
cia toma Ui ügura de muger. Desgraciado del
viagero quo cede á la3 provocaciones amoro-
sas que le dirige aquel; no tarda en serpaslo
de su voracidad.
Los lémures eran las almas de los malva-
das ó de los que no liabian recibido sepultura,
y atormentaban á los vivos: los lamias oran
unos espectros femeniles que perseguían á los
•VANDALOS 706
niños; Debían su sangro y devoraban sus
carnes.
Pero eslas analogías no son una razón pa-
ra atribuir un origen común á todas las refe-
ridas creencias. La imaginación crédula de las
poblaciones primitivas puede , crear iguales
creencias sin inteligencia mutua, porque el
campo do la superstición es muy limitado.
YAWIKO. [Historia natural.) Este nombre
en los autores es el epíteto especilico de un
bermejizo {vespertilio vampirus), y también
es el nombro de un género de murciélagos in-
sectívoros de la tribu de los íilostomios, fami-
lia délos yampirideos. Este género está ciasi-
Ocado principalmente por su falta de cola y.
lo prolongado del hocico. J,á especie designa-
nada con el nombre de vampiro [vespertilio
ipectrum de Lin.), es propia de la América del
Sur; ia hoja que lleva sobre la nariz es 'ovala-
ba y aliierbi en forma de embudo; su color es
pardo rojizo y su tamaño el de una picaza. Se
ha dicho que mataba á los hombres y á otros
animales chupándoles la sangre, pero esto no
es probable; .las heridas que causa son muy
pequeñas y no deben ser muy peligrosas á
menos (pie no se envenenen por el clima.
■; VÁNDALOS. (Historia.) Los ^ándalos eran,
según Plinto, una de las cinco grandes razas
de los germanos, opinión conlirmada por Pro-
copio, que vivió en el siglo VI. «Los ostrogo-
dos ó godos, los vándalos, visigodos y gépi-
dos, dice este autor, aunque llevan nombres
diferentes, se asemejan en todo: tienen la tez
blanca y los cabellos rubios; todos son altos
y de buena presencia; se rigen por bis mis-
mas leyes, profesan la misma religión 'y si-
guen la doctrina de Arrio. -Todos hablan tam-
bién la misma lengua, la cual se llama gótica.
Me figuro que al principio todos formaron par-
te de la misma nación; pero que después to-
maron de sus gefes los nombres conque ahora
se distinguen."»
Por los años 4S de la era cristiana, época
en que por primera vez habla de los vándalos
la historia, ocupaban las regiones que se
cslendian entre ei Oder y el Vístula sobre las
orillas del mar Dáílico (Tácito, Germ.) Ilácia
la primera mitad del siglo II bajaron al Sur,
y después en 170 invadieron ia Panonia en el
momento mismo en que ei imperio era ala-
cado por todas partes por lastribus germánicas.
Balidos por Aureliano y en seguida por
Probo (270 — i!77) so establecieron, sin embar-
go, los vándalos en la Dacia, donde perma-
ndeieron hasta la muerte de Constantino (337).
Derrotados en osla época por los godos, se
refugiaron en el territorio romano, donde fue-
ron bien acogidos, recibieron tierras en Pano-
nia, las cultivaron y vivieron en paz con el
imperio, y aun algunos de ellos llegaron á
obtener grandes destiñesen el gobierno impe-
rial, citaremos entre otros á S til icón, que go-
bernó el imperio de Occidente en tiempo de
Honorio,
767
VANDALOS
168
Durante su permanencia en Panonia fué
cuando los vándalos se convirtieron al cristia-
nismo; pero muy pronto abrazaron, como los
demás bárbaros, los errores de Arrio.
• Cuando á !a llegada de los hunos á Europa
cayó el imperio de los godos, las poblaciones
germánicas, empujadas por los nuevos bárba-
ros, ""se precipitaron sobre las provincias mas
occidentales del imperio; siguieron los vánda-
los este movimiento (406); atravesaron el tibia,
y las Galias fueron invadidas por numerosas
bordas de alanos, suevos, borgoñones, sárma-
tas, gépidos, herulos, sajones y vándalos.
Estos últimos ai dejar la Panonia babian
pasado el Danubio por Passau, y de acuerdo
con los alanos llegaron sobre el Klün entre
Maguncia y Colonia.
Apenas pisaron las Galias, se apoderaron
de todo á sangre y fuego, y sus estragos fue-
ron tales que mas de un siglo después se cef
lebraba todavia en las iglesias el oficio divi-
no por los que babian perecido en aquellos
años de devastación.
La España, como las demás provincias del
imperio, estaba entregada á la anarquía; lan-
záronse sobre ella los vándalos, alanos y sue-
vos (409) y se repartieron su conquista. Los
primeros obtuvieron la Bélica, que recibió su
nombre (Vandalucia); abandonando desde en-
tonces la vida errante, se dedicaron á cultivar
las tierras, y su dominación, dice Salviano,
historiador de aquella época, llegó á ser por
su moderación preferible para los españoles
á la de los romanos.
Los vándalos vivian en paz en su nuevo es-
tablecimiento, cuando fueron atacados por los
visigodos, enviados contra ellos por Honorio;
fueron vencidos (416 — 418), pero no arroja-
dos de la provincia que ocupaban. Menos afor-
tunados que los godos un ejército romano fué
completamente destrozado (422).
Dos hombres sostenían en aquella, época el
imperio que se desplomaba: eran estos Aecio
y Bonifacio, apellidados los últimos romanos.
La derrota de Alila lia 'inmortalizado al pri-
mero y la defensa de Marsella contra Ataúlfo y
la conquista. del Africa contra los partidarios
del usurpador Juan son los títulos de gloria del
segundo, que se bizo mas famoso por haber
entregado á los bárbaros esa misma Africa que
había reconquistado.
Aecio, aunque hombre de corazón y de
cabeza, tenia la debilidad de no poder sufrir
competidores. Envidioso de la importancia de
Bonifacio, todos los medios le parecían buenos
para perderle, y al efecto intriga y consigue
que la emperatriz Placidia, madre y tutora de
Valentiniano III exhoneredel gobierno de Afri-
ca á su rival de gloria, de quien, decia, era
preciso desconfiar, y anuncia al mismo tiempo
á este último que Placidia le llama para dar-
le muerte. Bonifacio se arma para defender
su vida que cree injustamente amenazada, y
belion que ha previsto. Exasperado Bonifacio
recurre á los vándalos establecidos cu is
Bélica.
, Acababa de morir su rey Gonderico, y le
había reemplazado su hermano bastardo' Gen-
serico. Llamado por Bonifacio, el bárbaro se
da á la vela con su ejército y desembarca en
Aírica(429). «Tres siglos después el resenti-
miento y la traición de otro capitán debianlh-
mar de Africa á España á los vengadores do
otra querella doméstica: los moros se embaí--
carón donde los vándalos habían desembarca-
do; atravesaron en opuesto sentido aqoel es-
trecho, cuya doble costa no pudieron defender
las tempestades contra las pasiones de los hom-
bres.» (Chateaubriand).
Los disturbios que producía en Africa el
cismade los donalistas facilitan la conquista
de Genserico. Este príncipe era amano; lodos
los que se hallaban en hostilidad con la igle-
sia ortodoxa miran al estraugei'o como aliado,
y los vándalos se ven pronto dueños de las
tres Mauritunias, Tingitana, Cesárea y Silita,
Entretanto Placidia y Bonifacio babian con-
cluido por entenderse; la perfidia de Aecio lia-
bia sido reconocida. Arrepentido Bonifacio in-
tenta rechazar al enemigo; mas vencido en
dos combates el general romano se refugia en
Hipona (430) donde sostiene su sitio de caloren
meses y es al fin obligado i hacer una paz que
asegura á Genserico los frutos de su compi-
ta, es decir, lodo el pais desde las columnas
de Hércules basta los muros de Hipona (Roma)
y de Cirta (GonStantinai (43 o).
Genseiico se aprovechó de la paz ¡íara apati-
zar su dominación en el pais de que era due-
ño; quiso reconciliarse con los moros; favo-
reció á los donatislas, perseguidos baria ran-
cho tiempo., y procuró reunir las innumera-
bles sectas que se habían levantado en Africa,
en el seno del arrianismo, que él profesaba)'
el cual al parecer resumía todas. En fin, cuan-
do se consideró bástanle fuerte aprovechó el
momento en que la invasión de Alila abruma-
ba el imperio de Occidente para apoderarse Je
Cartago. A esta fácil conquista sucedió inme-
diatamente la ocupación de toda el Africa pe-
ninsular y de Bizancena,
Cuando de este modo hubo reunido Gense-
rico bajo su dominación todo lo que eslabir
sometido á Roma en aquellas comarcas, pensó
en organizar su conquista y asentar sobre fun-
damentos regulares y permanentes el estado
de los vándalos en Africa. Estableció pues su
poder sobre una doble base. Después de linter
repartido las tierras conquistadas entre us
guerreros que babian peleado con él, se de-
dicó á crear sobre el Mediterráneo una maní»
poderosa. Sus estados ocupaban vastísima os-
tensión dé cdslas sobre aquel mar; mandaba
á poblaciones hábiles en el arte de la navega-
ción, y supo completar estos primeros ele-
mentos de triunfo. La isla de Córcega, con-
Aecio presenta este armamento como una re- ' quistada, le suministró maderas de constme-
769
VANDALOS
770
cion y las costas de Africa le dieron marine
ros, se lanzó desde Gartago sobre Sicilia, Cer-
deíía y las Baleares, y devastando desde alli
las costas de la Italia y de la Grecia, hizo ti i-
ímtarios a los dos imperios, y pudo de este
modo JiísliO car hasta cierto punto el titulo que
sedaba algunas veces de rey de la tierra y del
mar. La presa mejor de los vándalos fué sin
dudala que les ofreció Roma d u ranl e los catorce
dias de saqueo que la hicieron sufrir (desde
el [5 al 29 de junio de 455)., La ruina de Car-
lago y los agravios que el Africa Labia recibi-
do de sus antiguos conquistadores quedaron en-
tonces bien vengados y los descendientes de
los fenicios pudieron consolarse enviando á
Gcnseríco á Cartago con los despojos de los
que se habían mostrado con sus padres impla-
cables vencedores.
Para vengar el nombre romano de tantos
ultrajes y quitar á ios barbaros la soberanía de
los mares y recobrar las provincias conquista-
das intentó el emperador Leoncio un esfuerzo
poderoso: reuniéronse 100,000 hombres bajo
las-órdenes de Basilisco; pero la Ilota que los
llevaba fué incendiada por el enemigo, y Basi-
lisco despees de haber visto á su ejército ca-
si anonadado, huyó á Constantinopla. Después
de esla victoria, Genserico, que se Labia hecho
mas poderoso, que nunca, obligó á la orgu-
liosa corte de Bizaneio á humillarse ante el
terror del nombre vándalo, y en un tratado que
sancionaba definitivamente las conquistas del
rey bárbaro, fué reconocido dueño de todo el
pais comprendido entre las freideras de Ja Ci-
i'etíáica y el Océano, y le dejo ademas la Cor-
dería, Córcega, las Baleares y Sicilia. En cuan-
to á la Cirenáica continuó formando parte del
imperio, y fué agregada á la provincia de
Egipto (476).
Ceuserico murió poco tiempo después de
este tratado, que era como la consagración de
su obra (477)i pero al legar su vasto imperio
á'sus sucesores no les legó el genio que ha-
bía sabido fundarlo. En lo interior había com-
primido y ami convertido en provecho suyo
las paciones religiosas, los odiús nacionales y
bástalos conjuraciones urdidas contra él. Los
moros siempre dispuestos á desbordarse del
desierto sobre- las ciudades habían servido á
grandeza en sus ejércitos y abordo de sus
Ilotas; y los rebeldes guardaban para él las is-
las del Mediterráneo. Las costumbres corrom-
pidas de ias ciudades romanas habían sido re-,
jirímidas violentamente; se habían cerrado los
lugares de prostitución, que la licencia de Jos
griegos del Bajo Imperio liabian multiplicado
yliab'mncesadolosdesórdenesdel Circo. «Dios,
según Salviano, se servia de los bárbaros, no
■ solamente para castigar d los romanos por su
perversidad, sino también para devolver algu-
na moralidad al género humano.»
^ Desgraciadamente las creaciones y las re-
larmas de Genserico no se prolongaron mas
«o, su exi3teneia. Esos mismos vándalos
«18 BIUMOTUCA POPUUll,
que habían venido i castigar los vicios y los
crímenes de Jos romanos de Africa, no tarda-
ron en imitarlos y acaso también en aventajar-
los. Todas sus virtudes guerreras se borraron,
y desaparecieron en el lujo y la molicie; á su.
fanatismo ignorante se sustituyó la afición á
las sutilezas teológicas y á las querellas reli-
giosas. La fuerza del imperio vándalo fué de-
creciendo de dia en día bajo los cuatro prime-
ros sucesores de su fundadorlíumerico, Guntha-
mundo, Trasimundo 6 Hilderico; las tribus nó-
madas que ya en los últimos tiempos de la
dominación romana habían ganado terreno en
el pais conquistado á la civilización, se hicie-
ron inas emprendedoras á medida que se de-
bilitaron los medios de resistencia; asi, pues,
la dominación vandálica presentaba signos evi-
dentes de decadencia, cuando la caída de
Hilderico, vino á ofrecer al emperador Justi-
niano un pretesto para enviar á Bélísario á la
conquista del Africa.
Educado Hilderico en la eórte de Constan-
tinopla se había hecho amigo de Justiniano;
pero esta misma amistad y el cristianismo
ortodoxo cuyos principios había bebido en
Oriente vinieron á ser' la causa de su ruina
atrayéndole el odio de sus subditos. Gilimer, á
quien algunos triunfos recientes sobre los mo-
ros habían ilustrado á los ojos de los vándalos,
aprovechó su descontento para derribar á Hil-
derico y ponerse en su logar. Esta usurpación
proporcionó á Justiniano la ocasión que tal vez
esperaba hacia largo tiempo, aunque muchos
de sus consejeros acontándose todavía de la
fatal espedicion de Basilisco temiesen para él
imperio otra guerra contra el misino .pueblo.
Bélísario, encargado de la dirección de la
guerra desembarca en Caput-Vada, en los con-
fines de la Bizaneena y de. la Tripolilana, á fin
de proporcionarse en caso de necesidad una
retirada por la Cirenaiea y el Egipto. No l!e-
vaha consigo mas que unos 30,000 Jiombres,
si bien aguerridos y llenos-de confianza en su
general; avanza y no encuentra resistencia.
Se presenta delante de Cartagó y le' abré sus
puertas sin combatir.
Entretanto Gilimer que no ha sabido defen-
der su capital hace el último esfuerzo; sale al
encuentro de los romanos en Tricameron;. es
vencido, abandona su campo á los vencedores
que lo encuentran lleno de Jos despojos del
Occidente y huye a las montañas en busca de
un refugio que el hambre le obliga pronto á.
abandonar, y se dirige al fin á Bélísario, el
cual lo conduce á Constantinopla. Apenas ha-
bían, trascurrido tres meses cuando ya esta-
ba consumada la ruina completa de la monar-
quía vandálica.
Desaparece la nación: irnos perecen; otros
hechos prisioneros, son incorporados en las
tropas imperiales, y apenas se presentan al-
gunos centenares en las rebeliones que siguen
a la conquista. En tin, desde 544, no hace ya
la historia mención de ellos; no queda mas
T. XXXIII, 49
771-
VANDALOS-VAPOR
7?ü
que su npijibre, y es un hecho dlgiip de ob-
servarse que i!c tarifas papiones bárbaras como
desolaron el imperio durante la gran iayasiprí
del si «lo Y, los' vándalos fueron los únicos
cuya memoria conservó la tradición popular.
Bsfa trisle preferencia fué debida á la enormi-
dad ele sus devastaciones: todo pueblo cruel
y dado al robo, fué un pueblo vándalo: du-
rante ja edad media árabes, eslavos norman-
dos y húngaros fueron confundidos con los
vándalos, y en nuestros djas para censurar los
escesos de 1193 rio pudo liálfat'se espresiou
ibas pnérgica que la de vandalismo revolu-
cionario.
La eaida de la dominación vandálica da
logar á una observación que ya liemos tenido
lugar de hacer, y es que de lodaslas naciones
bárbaras que abrazaron el arrianismn, ningu-
na pudo Tormar suciedad doladera, y jiopjipe-
ce sino que desde que esta doctrina se íutro-
dúcia en un pueblo le empujaba inevitable-
mente á su ruina. Tal fué, en efecto, la suer-
te de todas las poblaciones germánicas que la
adoptaron', alanos,' godos, vándalos; berilios,
bqrgoñones, suevos y lombardos, todos su-
cumbieron; una sola sobrevivió, la de los
francos, que eran católicos.
VANESA, [Historia natural.) Géucro de le-
pidópteros diurnos de la tribu de los linfáii-
dos.'y cuyps paraderos son: 'antenas tan lar-
gas como el cuerpo, rígidas y terminadas par
una maza prolongada, ovoidea y nunca apla-
cada ni ahuecada por debajo en forma de cu-
chara; palpos de doble longitud que la cabe-
za, convergentes y vellosos hasta la punta, ca-
beza mas angosta que el corselete, ojos pu-
bescentes; corselete muy robusto; abdomen
mas corto que las alas inferiores y oculto en-
teramente por Ja reunión de los dos bordes
internos que forman canal eii el estado de re-
posp. Las orugas tienen la cabeza escotada an-
teriormente en forma de corazón, y el cuerpo
guarnecido de' espinas vellosas ó ramosas dé
igual longitud, escepto en el primero y en el
último anillo que carecen de ellas. Crisálidas
angulosas, con la parto superior de la cabeza
redondeada algunas veces, poro mas comun-
mente terminada en dos puntas; el dorso ar-
mado de dos tilas de tubérculos mas ó menos
agudos; la mayor parte de dichas crisálidas
están adornadas de manchas de oro ó piala, y
ó veces todas doradas. Cada especio de este
género tiene sus hábitos particulares, sin em-
bargo, viven con preferencia cerca 'de las ha-
bitaciones, jardines, paseos y. campiñas dos-
cubiertas, y no se encuentran sino acciden-
talmente en los grandes bosques y parages
incultos, escepto la vanessa prarsa, que no
liabita si i¡ o eu las selvas frías y húmedas.
Las especies de este género se encuentran
eu todas las partes del mundo, y muchas de
ellas ostentan los mas hermosos colores. Eu
Europa se cuentan doce especies, de las que
¿o citaremos sino las tres principales:
La ip ó pavo real de día [vanessa ¡o de
,), cuya larva vive en las ortigas ¿ rs nm.
. . lr es muy
ios alrcddlore
Lia.
cumun durante el verano en
(Je l'aris.
La bulla dama [V. cardui, de Lin.), jn¿
aparece casi sin interrupción desde el níhfci-
pio de la primavera hasta él lin del verano, v
se halla en todos los paises.
El vukano ó atalanta ¡V. atalanta de |j.
neo), cuya larva come principalmente la sé-
milla de la ortiga; es rali y común ea Francia
y se encuentra también lauihien en la ludia,
en Africa y América.
Entre las vanesas de Asia la mas nolalilc
es la vanessa almona; originaria de ía Clima.
VANÜA. [Historia natural.) Género, dé
aves del orden de los paseros, sección de los
denlirostres, familia de las lanideas, canicie-
rizado especialmente por sil pifio robusto,
comprimido, encorvado, muy ganchoso y fuer-
temente dentado cu su punta, con la niaridiliu-
la inferior remangada y aguda eu su [ínula,
y las comisuras guarnecidas de algunas sedas
rígidas.
Estas aves se parecen mucho en sus cos-
tumbres á las pega-rebordas; son turbulenta
y pendencieras, embisten á las otras aves con
ferocidad aliinenlámlusede presas vivas, habi-
tan comunmente sobre los contornos ile las
grandes' selvas, rara ven en su hilerlov, y
nunca eu las llanuras y campos cultivados.
Pueden citarse como especies de este gé-
niTu la vanga de cabeza blanca, ivanfíalm-
couepjiqla, de Less.) de Madagascar; la vmvja
destructora (vanga destructor, de jernin.l, de
Nueva Holanda, y latíanla cabeza jjrísiM.
gá ohirrocephalus, de Less.), de Nueva Gui-
nea en las cercanías de Doley y á que los pa-
pos llaman pitui,
VAPOR. (HISTORIA Dli LA MAUUIN'ADE) ¿(¡pién
es el inventor de ía máquina de vapor! lili
cuestión es do las que lodos los días sientati
los que la piensan resolver pon una solapa'
labra. jj*n ciudadano de Inglaterra paria fácil-
monte una respuesta categórica. oLa/ináflUina
de vapor, tliria, es una invención enleruiiiciile
inglesa', concebida, puesta eu ejecución y per-
feccionada por un corto número de ingleses,*
l.'na enciclopedia Inglesa tampoco dejarla ile
alegar la ostensión de los desarrollus pura-
mente históricos que consagrarla á la rai#
na de vapor, alegando la necesidad de espo-
uer minuciosamente al público británico una
relación cuyos gastos han suministrado, diría,
los nacionales. No abrigamos nosotros )l mis-
ma opinión. La invención de la njáquiM lie
vapor nos parece cosa muy complicada para
que sea' posible atribuirla á uno solo, ni aun
á un corlo número de individuos, y en.eiiantu
á la parte que puede reivindicar la nación in-
glesa, probaremos que no es tan grande f]i*
no puedan ligurar otros nombres en primera
linea, entre los que mas contribuyeron adP-
lar Ja civilización con tan maravillosa máqiuw.
773
VAPOR
774
«Es justo reconocerlo... ha sido mi error
considerar la máquina de vapor ebriió im ób-
lelo sencillo, cuyo inventor se necesitaba ab-
S,dii)íaméntó encontrar... En la máquina-dé
réé existen muchas ideas capitales cpie pue-
Jeúíio ífi' ¡tóítá fle un mismo cerebro. Clasi-
tólas por órden de importancia, dar á cada
¡uveulor Ifi 'l"e ,R pertenece, -vel'ei ir exaela-
meiik: las fechas de bis diverjas publicaciones,
li¡ fle.be ser el objeto del Ustáriadiár.» Eslás
palabras de Arago (11 reasumen perfeciamentc
nuestra opinión é indican el objeto que nos
probbtí'étatís, imitando a la mayor parte de los
rplélian li'alado la misma materia, liemos adop-
tado cu nuestra relación el orden cronológico,
romo el mas sencillo, natural y propio para
hacer resallar la generación sucesiva de las-
ideas.
Nos proponemos, en lo que sig¡ne, repro-
ducir con la mas escrupulosa exactitud los Ins-
ito originales para que cada uno pueda recur-
rirá los manantiales y examinar nuestras apre-
ciaciones.
Primeras huellas del otínoci^ífinto de la
fuerza matriz del vapor. Heron de Alejan-
dría ■primer siglo antea de la era cristiana).
En el apáralo culinario mas; sencillo y útil
lio nuestros días debe buscarse el origen pri-
mitivo de esos preciosos mecanismos, de esas
poderosas máquinas que producen tan pro-
digiosos efectos en la tierra y en el agua.
Si, el caldera , la olla , cuyo empleo alcan-
za i tan remota antigüedad , han suminis-
trado las primeras observaciones sobre- ta
tuerza motriz del vapor, ¿bo dudáis? Invoca-
mos en apoyo de esta opinión la autoridad
de llcron de Alejandría. Diestro geómetra y
mecánico, nació cerca do 120 arios, antes de
Jesucristo, es el autor mas antiguo que nos
lia dejado algunos pormenores sobre las dife-
rentes maneras con que en su liempo se sa-
bia producir una fu'e'rzá motriz por medio del
calor.
En un U-atado conocida generalmente con
el nombre de Spiriíatia (traducción literal de
la palabra griega Pneumática), y atribuido á
dicho autor, se bailan descritos bna serie de
aparatos c|iie, aunque parecen verdaderos ju-
guetes, no por eso deben fijar menos la aten-
ción por la manera sencilla é ingeniosa con
que se ebiplean en ellos las corrientes de ya-
par ó de aire cálido. Eslractamos de este libro
los testos relativos á apáralos ldü este género.
Nuestras cli;s sé refieren á-la preciosa edición
de los Títeres Matkematioi, en 1093 en la
Imprenta Heal francesa, en folio. Presentamos
la traducción tan perfectamente como es po
■ sililei '
I5eron;describe en estos térriiinos defecto
de tin surtidor de vapor vertical sobre un cuer-
po leve que so sumerge en él (Y. fig. 1.a, lá
mina LXH de las a'ktiís mecánicas).
ID Anuario de Us loiigiiuues, J83'J, p, íib.
«Loa globos bailan en esla forma: una olla
llena de agua y con una apertura se somete á
la acción del fuego; de la apertura sale un tubo
que termina en si] estremidad superior por un.
hemisferio cóncavo. Si arrojamos una Bolita
ligera en este hemisferio, el vapor que áajqía
por el tubo levantará lá bolita que parécérá
bailar (1). i
tí nombre mismo, cuino laminen la forma
del raso figurado eu la obra de Heron, indica
el origen de la observación que debió señalar
por primera vez la fuerza impulsiva del vapor.
Este vaso es una simple olla (en el testo grie-
go ^s6[j.í), Herméticamente cerrada por íma co-
bertera de suerte que no deje escapar el vapor
producido por un orificio muy pequeño. E] uso
diario de la olla, de ese aparato tan vulgar,
lid bastado por lo taulo para dar, desde la mas
remola antigüedad, una idea de la fuerza elás-
tica del vapor de agua. El diá en que un ob-
servador inteligente se enconlró por acaso
sentado en el ¡incoa de un fogón ante el cual
se caienlnba fuertemente una olla provista de
una cobertera que apenas dejaba escapar el
vapor, debió ocurrido la idea de la fuerza mo-
triz de esle. Las leyendas de. creación moder-
na que atribuyen esta idea, ó alguna cosa equi-
valente, á Worcester, en. 1003, .y también á
Watt, en 1750, muy lejos de debilitar este orí-
gen, no hacen otra cusa que evidenciarlo mas
y mas , en presencia del testo de iieron de
lUejand ría .
El apúralo quincuagésimo descrito por lie-
ron, presenta otra aplicación ingeniosa, aun-
que estéril aun, de ja fuerza motril del va-
por (fíg. 2.a ibid.) Dejemos hablar al autor
griego'.
«Hacer mover una pequeña esfera sobre
ejes por medio de una olla caliente.
«¡sea AD una olla que contenga agua y so-
metida á la acción del calor. Se cierra por me-
dio do una cobertera CD; que atraviesa él tubo
encorvado EFG, cuya eslremidad C penetra en
la pequeña esfera cóncava M, según su diá-
metro. Kn la otra estremidad del diámetro se
coloca el eje que so fija sobre la cobertera CD
por medió de la espiga LUI. De la esfera salen
dos túttbs colocados según su diámetro (en án-
gulo recto sobre el primero), y encorbatós en
ángulos recios en sentido inverso ünü de otro.
Cuando llegue á calentarse la olla, pasará el
vapor por el tubo EtTr á la esfera, y saliendo
por los tóbos doblados |(cn ángulos rectos),
hará girar la esfera de la misma manera que
los personages que bailan en rueda. (2). -
Se necesitan algunas aclaraciones para la
inteligencia completa de esta descripción.
Nótese desde luego que si el vapor saliese
de la esfera por agujeros abiertos en ti pro-
longación de los radios, no se produciría mo-
vimiento alguno; p»ro cuando los tubos diri-
I (t) YeLMar., fe '
I (S) Vet. Mal., p. 2M.
775
VAPOR
776
gidos "desde luego según estos radios están
doblados en ángulos rectos, no podiendo ve-
rificarse la salida del vapor sin que se haga
sentir cierta reacción contra la pared del tubo,
en una dirección opuesta á la corriente de va-
por, esta reacción es la causa determinante de
un movimiento de 1'Olacion tanto mus rápido
cuanto mas intenso es el surtidor del vapor.
Por otra parte se necesita , para producir el
mayor efecto posible, que los orificios de sa-
lida se bailen en direcciones opuestas entre sí
y perpendiculares al mismo diámetro.
La salida de un liquido sometido á una
presión suficiente daría lugar á un fenómeno
análogo. Lo mismo sucedería con la corriente
de un gas; y el aparato 71 de lleron, que
es el movido por el aire caliente, es el
mismo á que alude el autor al hablar de los
bailes en rueda (Ij. ,
Los dos aparatos que acaban de describirse
son los únicos en que el autor Isa puesto en
juego la fuerza motriz del vapor de agua. Pero
bay otros en que el agua caliente se emplea
como motor; y entro estos debemos citar al-
gunos por razón del partido que podia sacarse
de ellos, casi sin cambiar nada, para poner en
juego la acción del vapor.
«Sobre ciertos aliaros,' dice (véase la figu-
ra 3.a, lbid), cuando se enciende el fuego,
los personages asistentes hacen libaciones; la
construcción se ejecuta de la manera siguien-
te. Sea una Lase ABCD sobre la cual se colocan
personages y un altar cerrado por todas par-
tes. La base se cierra por si misma, y tiene
una comunicación con el altar por el agujero
G; se ftalla también atravesada por el tubo
HKX, poco distante del fondo de la base Lacia
L, y terminando en una copa que el persona-
ge tiene en la mano. Se derrama agua en la
base por una abertura M, que se cierra des-
pués. Si se enciende, pues, fuego en enaltar
EFG, dilatándqse el aire interior se esparcirá
hacia la base y comprimirá el liquido, que no
teniendo otra salida mas que el tubo BÉJ¿ su-
le á la copa. T asi el personage ofrece liba-
ciones; y esto tiene lugar mientras dure el
fuego, cesando la libación apagado este y re-
novándose él fenómeno cuando se enciende el
fuego. Se necesita ademas que el tubo por el
cual debe introducirse el calor sea mas ancho
en medio; porque es necesario que el calor ó
mas bien el vapor que produce, cuando llega
á un lugar mas espacioso, se escape en ma-
yor abundancia y pueda producir también mas
efecto [2),'»
Este esperimento es el undécimo en la co-
lección de Heron. Ofrece algo de satírico como
muestra de ciertas charlatanerías practicadas
en los aliares del paganismo. Indicaremos
ahora la modificación muy sencilla que débe-
te Véase para la figura y descripción de este úl-
timo mecanismo, VH. Mal, p.2íM.
,(2) Vet. Mal. p. t66.
ría aplicarse á sustituir la acción del vapor de
agua á la del aire caliente.
En el esperimento cuadragésimo sétimo el
aire sometido á variaciones de teppWara
obra de suerte qué hace subir el agua [fiim.
ra A.n, lbid.) «Sea una base cerrada ACHI)
por medio de la cual pasa un embudo cuyi'i
canon se halle .muy poco distante del fondo
ele esta base; sea (ademas) un globo EF del
que baja un tubo á la base hasta una corla dis-
tancia del fondo del aparato. Un tubo encorva-
do G se halla ajustado de manera que penetre
en el agua del globo. Cuando el sol llegue á
herir este globo, calentándose el aire que con-
tiene comprime al liquido; este se escapa ñor
el sifón y baja á la base por el embudo. Pero
cuando el aparato se halla á la sombra, el aire,
(monos dilatado), cederá lugar en el glotw, y
volverá el tubo á recobrar el liquido. Este fe-
nómeno tendrá lugar siempre que el sol hiera
al (globo) { I).» Las palabras entre paréntesis se
añaden al texto parumayor claridad; la traduc-
ción se debe áLetronne, que la hizo á instan-
cias de Arago. . -
Esta invención es sumamente notable, y
podia conducir á aplicaciones realmente afi-
les. Si, en lugar del débil calor debido á los
rayos solares, se hubiese empleado el de un
fogón; si este calor se hubiere aplicado á la
mitad inferior de la campana EF en la parte rlc
la pared mojada de agua y no en la mitad su-
perior en la que no hay mas que aire; Anal-
mente si en vez de dejar el agua que sube al
tubo G caer en el recipiente inferior, se la hu-
biese recogido mas arriba de su curso ascen-
dente; ¿quién no hubiera visto en ello una
verdadera máquina de vapor, susceptible de
emplearse para la elevación del agria, paralas
achicamientos, etc.? Porque el vapor formado
por el calor del agua, comprimiendo la super-
ficie del líquido en £F haría subir este liquido
á G; y cuando se alejase el fuego, enfriándose
las paredes de la campana, se condensarás el
vapor sobre el liquido, y para llenar el vado
formado se necesilaria que el liquido subwse
del recipiente inferior á la campana por el lu-
bo vertical que la atraviesa por medio. Del
mismo modo la acción del vapor seria snsti-
tuida á la del aire cálido, en el aparato de la
fiij. J.\ si en lugar de encender el fuego so-
bre el altar se le colocase debajo de la caja
AJllll) llena de agua.
Es por lo tanto cierto que el vapor podría,
en los aparatos que representan nuestras figu-
ras 3. 4 y 4.a, ejercer el mismo papel (pie el
aire enrarech'1); pero lleron no hablé asi, yes-
la omisión, que veremos reproducirse milse-
lecientós años después, es un hecho notable
como muy propio para pintar la manera coa
que procede habitualmeñte el espíritu huma-
no. Del desarrollo de nuestras ideas puede de-
cirse especialmente: Nihii per soítus, nada se
ti) YeLlUal. p.. 200.
777
VAPÜR
778
lace por saltos bruscos. La historia del vapor,
considerada como fuerza motriz, suministra
basta cu los mas minuciosos pormenores , una
continua confirmación c!c este adagio.
Los cuatro ejemplos que liemos tomado de
¡leron de Alejandría pueden dar idea del gé-
nero de cuestiones sobre que-versan las Pneu-
máticas y lie la manera con que se han tra-
tado en este libro. «Son, como dice con mucha
oportunidad Montucla ingeniosas recreaciones
mecánicas ( IJ.» ¿Pero este libro es también, co-
mo lo añade el erudito historiador de las ma-
temáticas, un monumento muy apreciable del
genio de Heron? Tenemos algunas razones pa-
ra dudarlo-. No nos parece cierto que se posea
realmente en este punto el texto' de una obra
escrita por un sabio geómetra, citado con fre-
cuencia por I'roclo como autor de nuevas de-
mostraciones para diversas proposiciones de
los Elementos deEuclides. Ni aun la forma de
las demostraciones empleadas en las Pneumá-
ticas tiene el rigor ui' elegancia que brillan en
las oirás de Euclides y de Arquirnedes, ante-
riores cerca de dos siglos, sino que aun el or-
den, mismo de las diversas cuestiones deja
mucho que desear. Es difícil reconocer en ellas
una relación, en las ideas, y para clasificar me-
lódicamente las materias, seria necesario des-
fruir enteramente su orden. Es posible, por
olra parte, que interpolaciones sucesivas ha-
yan alterado, en algunos paragcsla serie pri-
mitiva de las ideas del autor. Asi las figuras
3e la mas antigua edición, dada por Comman-
din, en 1575 en lirbino, figuras .reproducidas
casi sin alteración en todas las ediciones suce-
sivas, sufrieron evidentemente la influencia
de la época en que se copio el manuscrito que
la suministro. Tenemos también otros motivos
para creer que se reunieron bajo el nombre de
Heron esperimenlos y procedimientos imagi-
nados en diferentes épocas, y pensamos, por
ejemplo, que el representado en la/íp. de-
le alcanzar la mas remota antigüedad. Esta*
iúos pues muy lejos de atribuir al mismo He-
ron la invención de los dos aparatos de vapor
esplicados en las Pneumáticas. Se hallan des-
critos en una-coleecion que lleva su nombre, y
esto nos basta para pensar que son anteriores
al primer siglo antes de la era cristiana.
Origen del nombre eolípila. — Vitrubio.
Es oportuno notar que las figs. l'.* y 2.a re-
presentan, propiamente hablando, variedades
¡fe] instrumento conocido en los gabinetes de
física con el nombre de eolípila.
Se sabe que este pequeño instrumento
consiste en un vaso metálico, cóncavo y con
un solo orificio, que se halla comunmente en
la cstremidad de una especie de cuello ó de
Parte prolongada. Cuando se introduce agua en
e vaso y se coloca sobre carbones ardiendo,
el agua no tarda en vaporizarse, y el orificio
deja un estrecho paso á un surtidor de vapor
H > Bisl. de lae Malemat. 1. 1, p. 308.
hasta que de este modo se baya desalojado to-
da el agua por el calor.
La introducción del agua exige un artificio,
particular, en un lodo semejante al que se em-
plea para llenar de mercurio los termómetros
ordinarios. Se calienta desde luego la eolípila
vacía, y se sumerge el cuello en el agua in-
vírfiendo el vaso. ül aire enrarecido primero
por el calor llega á disminuir de volumen, y
el agua sube por el cuello al cuerpo de la '
eolípila. Se invierte, se calienta segunda vez,
se sumerge de nuevo en el agua, y se repite
la operación basta que el líquido se halle in-
troducido en cantidad suficiente.
Resulta de los testos antes citados que He-
ron atribuía con razón al vapor de agua los
fenómenos qne presentan las eolipilas coloca-
das sobre el fuego. El título y esplicacion del
aparato quincuagésimo octavo de su libro dan á
entender que conocia también la manera de
llenar una eolípila; porque se trata «de una
olla pequeña que atrae sin laayuda del fuego»,
olla en la que la rarefacción del aire se verifi-
ca por succión y no por calor, y que, sea di-
cho de paso, es uno de los orígenes de la má-
quina neumática moderna.- Posteriormente el
nombre de Eolipila (AlóAo?) Eolo dios de los
vientos; húXt), puerta, nombre que por lo de-
mas no usa Heron, se halla empleado por au-
tores que tienen ideas muy falsas sobre la na-
turaleza de este aparato.
Asi Vitrubio, el célebre arquitecto romano,
contemporáneo de Augusto, habla de las cotí-
pilas en términos que demuestran que conocia
bien su juego, pero que se engañaba estrana- '
mente sobre la causa de sus efectos. «Las eoli-
pilas, dice, son unas bolas de bronce, .cónca-
vas y que no tienen, mas que un agujero muy.,
pequeño por el cual se les llena de agua. Es-
tas bolas no espelen aire alguno antes de ca-
lentarse, pero aproximadas al fuego tan luego
como sienten el calor envían un viento impe-
tuoso hácia el fuego, y asi enseñan, con este
pequeño esperimenlo , verdades importan-
tes sobro la naturaleza del aire y de los,
vientos (1).»
En concepto de Vitrubio el agua se conver-
tía, pues, en aire con ayuda del fuego. Es
cierto que les antiguos autores empleaban con
frecuencia la palabra aire en el mismo senti-
do eme nosotros la palabra gas ó aun también
vapor. Pero no puede alegarse aquí esta inter-
pretación. El sentido del texto no es dudoso; es
una esplicacion del viento lo que Vitrubio quie-
re dar, y la encuentra en el viento impetuoso,
en el aire arrojado por la eolípila. El mismo
Claudio l'errault lucarna en este 'éstraño error
cerca de mil setecientos años mas tarde (2).
Segundo siglo después de la era cristiana.
— Séneca. No debemos hacer mención en es-
(I) Lib. I, cap. Vt, traducción de Pcrrault, p. a3,
edición de IG84.
(2) Ibii. lib. IV, uola do Sa pág. 3.
779
te lugar de ninguna aplicación análoga á otras
cuya descripción nos lian trasmitido los mecá-
nicos de la escuela ele Alejandría, sirio única-
mente de un texto conocido en que Sétééa ■tra-
ta la cuestión de los terreraolos con aquella
pureza de miras y aquella profundidad de jui-
cio que brillan hasta un punto tan alto en sus
escritos.
Al discutir las diversas teorías que se ha-
bían propuesto pura esplicar este fenómeno,
cita desde luego la qiiealribnye á vientos sub-
terráneos el temblor instantáneo déla super-
ficie del globo. •
«An'axágoras, dice, es particularmente de
esta Opinión, y cree que la cansa de las bor-
rascas es también la de los terremotos, es decir,
que un viento encerrado debajo de tierra lle-
ga á romper el aire espeso y condensado en
nube, tan violentamente que se rompen tás nu-
bes del cielo,, y de esta colisión de nubes, de
este choque del aire contra sí mismo se esca-
pan fuegos repentinos, que impeliendo todo lo
que se ofrece á ellos buscan una salida, re-
mueven todo obstáculo basta que estrechados
en un tránsito angosto encuentran un camino
para escaparse al aire libre donde se abren uno
con la violencia y destrucción (t)Vi¡
Pero hay otra opinión que atribuye al va-
pórele agua el papel que Anáxúguras hacia ju-
gar á! airé. Séneca la cita con aclaraciones
que demuestran bien que la consideraba pre-
ferible,
«Ciertos filósofos, dice, explicando ¡os ter-
remotos por el fuego , le señalan otro modo
dé obrar. Esle fuego,, que hierve en muchos
lugares, exhala necesariamente túrrenles de
vapor que no tienen salida y que dilatan fuer-
temente el aire; cuando obran con mas ener-
gía destruyen los obstáculos; cuando son me-
nos vehementes no 'pueden mas que conmover
el suelo. Yernos hervir el agita con el fuego.
Lo que producen nuestros bogares sobre un
poco de liquido en una caldera estrecha, no
dudamos que lo produzca con mas fuerza so-
bre grandes masas de aguas el vasto y ardien-
te subterráneo. Entonces el vapor de estas
aguas hirviendo, sacude vivamente" todo lo
que encuentra
Nada de lo espuésío indica que en tiempo
de Séneca se tuviese el pensamiento de aplicar
esta fuerza prodigiosa que «sacude vivamente
todo lo que encuentra.» Se necesitan cuatro
siglos mas para queso produzca una nueva
idea á consecuencia de la espiieaeion teórica
de los terremotos, pero al menos se ve en lo
que precede una distinción claramente esta-
blecida entré el vapor de agua y el aire dila-
tado, distinción que algunos autores moder-
nos, de un mérito incontestable, no han, subí-
(1) Sénuon: CurMioncs naturales, p, J88 de la co-
lección Niii nl-DÚDael.
(2) Séneca: C aceitones naturales (W) p, .S89 de
la colección Nisatd-Dáhóchct-
780
do hacer, como acabamos de decirlo al hablir
de Claudio Perrault.
Epoca indeterminada, lo mas tarde en ¡os
primaros siglos después de la era cristiana
los antiguos germanos. Las fuerzas bita'
les ó artificiales, antes de ser verdaderamente
útiles álos hombres, casi siempre se lian ex-
plotado en provecho de litsiipérsSici'órí. El va-
por de agua no será una escepcloiule la re-
gla general.
c-Las crónicas nos habían enseñado que fe'fl
las márgenes del Wcsser, el dios de los anti-
guos teutones les demostraba alguna ve? su
descontento con una especie de trueno, al ¡jfy
sucedía inmediatamente una nube que llenaba
él recinto sagrado. La imagen del dios flnjle-
rich , encontrada, según se dice, en unas cs-
eavaciones, demuestra claramente la manera
conque se obraba el supuesto milagro.
«El dios erado meial; la cabeza cóncava
contenia, un oánlaro de agua. Algunos tapones
de madera cerraban la boca y otro orificio si-
tuado sobre la frente. Se colocaban condes-
treza algunos carbones en una cavidad del crá-
neo y calentaban gradualmente el líipiido. ley
luego el vapor producido hacia saltar los ta-
pemos con esii'uendoL entonces se éaeipsbi
violentamente en dos surtidores y formaba
una espesa nube entre el dios y sus eslupe-
Páctds adoradores. Carece que en la edad me-
dia algunos mongos creyeron la invección es-
piotable y que la cabeza de Bustericlrno lia
funcionado solamente dhle asambleas teutó-
nicas (l).»
No conocemos las crónicas que menciona
el ilustre secretario perpetuo de ta Academia'
de las Ciencias; pero encontramos el diostlus-
terich citado en estos términos en laiaiioiic-
dad esplicada de ÍIÓTitfaucoh: «En el mis-
mo libro (i) he representado otro dios de ios
antiguos germanos, llamado Dusleriehus, cuyo
idolo se ve aun hoy en el bosque de los con-
des de Schwartzeiuburgo, llamadorinmlershusa:
sehallaba en otro tiempo en la fortaleza de f>
lemburgo en un monte. Es de unn es[iecie de
metal que no se conoce, y tiene ¡amano de-
recha sobre la cabeza y rota la izquierda, que
eii otro tiempo tenia, sobre la pierna: esta figu-
ra desnuda apoya una rodilla en tierra. Todo le
ipie pudiera decirse ademas no suministrara
ninguna luz al lector. Quizás habrá algunos
qbe dudarán que esta figura haya representa-
do algún dios, y que. sea antiguo el nombre >f
se le da. De cualquier modo, tal es como lo
liemos encontrado (3).» . ,
Sesto siglo. Áulemio de Traites 3
530, j Agalhas, bisloriador bizantino, (¡iiccs-
críbia hacia fines del siglo XVI. va á darnos
(I) Ara¿o, Eloqio histórico de James Wíilí, [l
.1». dejas tbngil. , de 1839, pig. 230. .
fi) Obterimeioneii de Enrique Cristm
sobre ¡as Varias \\c Tallhts. t
!») MoTiifaiiGan, AnUgikda'l eenlkam, UliP*
le 3.a, pág. *I01
781
VAPOR
,,na indicación muy vaga y aun informe; pero
sin embargo, incontestable,* de la aplicación de
j8 fuerza motriz del vapor.
Después de haber descrito ira terremoto
Míe destruyó un gran número de edilicios é
hizo perecer' muchos habitantes en Consianti-
nppla en el otoño del año 5Í.ÍÍ añade (cap, IV,
pá'g, ri3í)l(D- • " . , . .
«Entonces se reprodujeron las discusiones
sóbrelas exhalaciones, y en las conversaciones
se hacia con frecuencia mención del Slagirico
jyislóleles), ya como habiendo espuesfo con
mucha exactitud la naturaleza y descubierto
las causas de estos fenómenos, ya como ha-
biendo puesto en edaro la verdad. En apoyo,
pues, de la opinión emitida por oslé filósofo,
i saber: que un soplo (un Huido aeriforme)
denso y vaporoso, encerrado en todas partos
délas cavidades de la tierra, produce estos sa-
cudimientos, algunas personas citaban la es-
perieueia hecha antes por Autemio (2).
idjjjte Autemio era de Trallea, y su arle con-
sistía en las invenciones i!e los mecánicos,
que aplicando sobre la materia las teorías geo-
métricas, producen' imitaciones, y en cierta
manera imágenes, de los fenómenos de' la na-
turaleza. Tenia la mayor habilidad en aste arte,
y había progresado tanto como era posible en
él conocimiento de las ciencias matemáticas
come su hermano Metrodoro en el de las gra-
maticales. 11
Después de largos pormenores sobre la fa-
milia de Autemio, Agatinas describe asi la es-
periencia de que habla:
«Había en líizunno nñ hombre llamado
Zenon, inscrito en la lisia de los ahogados,
distiuguido ademas y muy bien quisto con el
emperador. Era vecino de Auíeuiio, tanto, que
sus dos casas parecían no formar mas que
una y tenor los mismos llniiles. Al cabo de ál-
gnn tiempo estalló entre ambos una cuestión,
sea por una ventana abierta contra el uso,
sea por una pared cuya altura escesiva inter-
ceptaba la luz, sea, en íin, por una de aqtte-
(1) Lib. V, cap. UI, IV y Y, ñtf. ^81 y signen-
Ies üc la «Ik-ínn do Bonn. León R en irrr~ secreta rio
tesorero déla biblioteca de lo Universidad y direc-
tor de usía Enciclopedia.
(Sí) Probablemente este leslo ele Agatinas lio he-
cho creer á cierto número de escrito! es tftie Aristó-
teles había, atribuid», antes de Séneca, los- terre-
motos al vofjor acuoso. Sin embargo, después de
lina lectura detenida del cap. Vil del lib. II de la
JtfelEoroKj-io de Aristóteles, b'apUúlÓ coñsásVadó ti
los -.orremolos, creemos que este filósofo no quiso
decir (al cosa. £> verdad que se baila en este en pí-
lalo la frase siguiente; «Como la tierra por si misma
esseca, y per las lluvias se llena iolenoi-menle de
humedad, Sucede entonces que cuando se calienta
por los rajos solares y ñor su propio calor, se for-
man vientos violentos que se escapan ten mirle) ÍUe-
ta y .qutdsn (en porte) en sus entrañas.» Pero Lodo
jo (¡uc Si»ue prueha superabunda lilemente que Arls-
oteles hablaba de vientos verdaderos, de enmen-
ias de aire, y íle ningún modo del vapórele átjiia.
«o liabia hecho la distinción que Séneca establece
«m Unta claridad enire el aire dilatado v el vapor
de agua, - 1
lias ntimerosas causas que nunca dejan de
acarrear disensiones cutre los vecinos.
«Condenado Autemio anle los tribunales,
como debía esperarlo teniendo por adversario
un abogado, y no siendo capaz de luchar en
elocuencia con él, imaginó para vengarse el
siguiente ardid , que le suministré el arte que
cultivaba.
«Zenon poseía una habitación muy eleva-
da, espaciosa, muy preciosa y adornada, don-
de acostumbraba á recibir á sus amigos y tra-
tar tilos que mas quería. El cuarto bajo de es-
ta pieza pertenecía á Autemio, de suerte que
el suelo intermedio servia de (echo á uno y de
snelo áotro. Aufemío hizo colocar en su cuar-
to unas grandes calderas llenas de agua que
rodeó esterionnente de cañones de cuero bas-
tante anchos en su base para abrazar entera-
menie el borde de las calderas, pero disminu-
yendo después de diámetro como una trompe-
ta, y terminando cu proporciones convenien-
tes. Fijó los estreñios de estos 'cañones á las
vigas y tablas del techo, y los sujetó con cui-
dado; de suerte, que el aire que se había in-
troducido en ellos, tenia el paso libre para
elevarse al interior vacio de los caños é ir á
herir el techo sin obstáculo en el tugar á que
le era permitido llegar y que estaba circuido
por el cuero, pero sin poder correr ni esca-
parse fuera. Habiendo hecho secretamente es-
tos preparativos, Autemio encendió un gran
fuego debajo de las calderas y produjo una
gran llama, y calentándose el agua muy luego
y entrando en ebullición, se elevó mucho va-
por denso y opaco, que no pudiendo escaparse,
subió á los cañones y se lanzó con lanta mas
violencia cuanto que estaba encerrado en un
lugar mas estrecho, é hiriendo continuamente
el lecho, lo trastornó enteramente hasta-el
punto de hacer temblar ligeramente y crugir-
las maderas, Zenon, pues, y sus amigos , se
turbaron, atemorizaron y se lanzaron á la ca-
lle gritando y exhalando esciamaciones; y pre-
sentándose Zenon en el palacio del emperador
preguntaba á sos conocidos lo que sabían so-
bre el lerremolo y ,£¡i fes habia causado algún
perjuicio, etc.»
Esta descripción es en esiremo oscura, en
el sentido de que ¡a esperiencia hecha como
lo indica Agalltias, no hubiera producido cosa
alguna semejante á los efectos que anuncia.
Del mismo modo uno de los escritores mas
eruditos y concienzudos . que han tratado la
historia de la máquina de vapor, Mongery, no
admite que el mecanismo descrito por Aga-
tinas sea exactamente el mismo que el que
empleó Autemio. «ha estremidad dilatada 'de
los caños, dice, debió colocarse debajo de las
vigas y no mas allá; debia abrirse repentina-
mente por medio de mía válvula ó tina llave.
Solamente entonces hubiera producido un vivo
sacudimiento.»
Es necesario confesar que esta esplicaeion
de Mongery no es satisfactoria; pareció á Ara-
783 VAJ
¡jo novelesca y contraria á lo que sabemos
hoy sobre el modo.de acción del vapor (1).»
Adhiriéndonos completamente á esta opinión
del secretario perpetuo déla Academia Fran-
cesa de las Ciencias, no podemos participar de
su dictamen, cuando parece atribuir poca im-
portancia lá esos ligeros lineamientos de la
ciencia antigua (2).» Insistimos, at contrario,
en que esos lincamientos enlazan por una ca-
dena casi continua los mas antiguos; los mas
vulgares aparatos, en los que se produce el
vapor de agua con las máquinas mas perfectas,
que funcionan boy en nuestros caminos de
hierro, y que surcan el Atlántico. Lo que si-
gue va á suministrarnos nuevas confirmacio-
nes sobre este punto.
Siglo décimo quinto y décimo sesto — Des-
cripción de un cañón de vapor, por Leonar-
do de Vinci. La biblioteca del Instituto fran-
cés posee, cierto número de manuscritos do
Leonardo de VInci, quien nacido en 1452,
murió en 15t9. Estos manuscritos habían. ya
sido examinados y estudiados por un gran nú-
mero de sabios, entre otros por Ventura, pro-
fesor de física en Módena, quien loyó en el
instituto el 6 de florea!, año V, un Ensa-
yo muy interesante, publicado poco tiempo
después, So&re las obras físico-matemáti-
cas de Leonardo de Vinci, por Libri, que
habla de él con mucha estension en su histo-
ria de las ciencias matemáticas en Italia, to-
mo III, París, 1840, cuando Dcleclnse anun-
ció quebabia descubierto en ellas, al hojear-
las, ía descripción y el croquis de un verdade-
ro cañón de vapor.
El trabajo muy notable, inserto por Dele-
cluse en el periódico El Artista, en 1841, en-
cierra un facsímile exacto de la pág. 33 del ma-
nuscrito E de Leonardo de Yinci,, tcxlo relativo
al empleo del vapor para lanzar proyectiles.
Por sorprendente que sea esto no es menos
crerto: el cañón de vapor se halla deserto y
dibujado .por el pintor inmortal de la Ceña,
con una precisión qne no permite la menor
duda.
De la publicación de Delecluse, tomamos,
reduciéndola, una parte de los dibujos de Leo-
nardo de Yinci, á saber, nuestras fig. 6.a;
7.a y 8.a (¡dm. LXII), suprimimos una Ugura
que no es mas que un primer ensayo del cro-
quis dela/Sg. 5.a, y diez lineas de escritura
colocadas, una parte (tres lineas), encima de
la fig, 5.a, otra parte (siete liueas), debajo de
esla misma figura. Tampoco hemos conserva-
do la posición respectiva de las figuras como
la da el facsímile; solamente hemos reproduci-
do las inscripciones colocadas sobre dos de
ellas {fig. 5.a y 8.a), y que las caracterizan, ¡al
mismo tiempo que darán á nuestros lectores
nna muéstrale ia lelra de Leonardo de Vinci.
'Esta letra ofrece uua particularidad curiosa;
se halla constantemente trazada de derecha á
ti) Anuario de 1830p,, <¡T9.
la; Ibid.
un » 1U
izquierda, en la forma oriental, con las leí™
al revés. Para leerla cómodamente se podrí
invertir la página y aplicar él borde inferior
de un espejo contra las palabras que se lian
de descifrar, que parecerán entonces rectas v
en el órden conveniente.
Sobre el tubo que contiene la esfera se ha-
lla escrita la palabra arekitronito (arca ¡trueno
debajo con algunas abreviaturas se halla el ti'
tulo: Invencione d'Árchimede (invención d¡
Arquimedes).
Las siete lincas colocadas sobre el titulo
de la fig. 5.a tienen la siguiente signiílcacion.
«El architrueno es una máquina de cobre finó
que lanza balas de hierro con gran estruendo
y muclia violencia. Se usa de esta manera; la
tercera parte de este instrumento consiste cu
una gran cantidad de fuego y carbón. Cuando
el agua se halla bien caliento, es preciso apre-
tar el tornillo sobre el vaso abe, (loado se lia-
lia el agua, y en el momento en que se opri-
ma el tornillo por arriba, toda el agua se esca-
pará por abajo, descenderá- á la parte cálida
del instrumento y se convertirá muy luego ea
vapor, tan abundante y fuerte; que parecerá
maravilloso ver el furor de este humo y oír el
estruendo que producirá. Esta máquina ano-
jaba una bala del peso de un tálenlo y 6 (frac-
ción de talento.»
La fig. 5.c corresponde pérfidamente á
esta descripción. En ella se ve en el corle lon-
gitudinal del cañón, el globo colocado un po-
co delante de un hornillo rodeado de un enre-
jado de hierro. A la derecha del horno se halla
una pequeña caja que se llena de agua y que
se cierra cuando se quiere por medio de una
tabla sólida que se comprime fuertemente cea
auxilio de un tornillo de presión, represen-
lado separadariiente en la ftg. C.a
Cerca déla caja pequeña se lee una ins-
cripción de tres lineas, que hemos suprimido
y cuya literal traducción es: «Haz que el hier-
ro C N se plante en medio de la labia que está
unida por debajo para que pueda el agua caer
á la vez alrededor en el eje.»
La fig. 7.a représenla separadamente la
hornilla con las muescas dispuestas para reci-
bir el tubo á donde va él agua á convertirse
en vapor.
Finalmente, la fig. 8." representa el archi-
trueno montado en ruedas, con un pequeño
almacén para carbón, indicado por la palabra
carboni y otro para el agua, marcado con Li
abreviatura acq. Del dibujo se lee: Come si
porto in campo ¡' arekitronito (como se tras-
porta el architrueno a! campo de batalla),.
Él tcxlo de Leonardo no hace mención del
tronco colocado á la derecha y bácia el medio
de la fig. 5.a, sobre la cual so lee la palabra
mina, listo tronco parece estar desliando a
mover una llave dando súbitamente paso al
vapor producido, de suerte que determina la
espulsion del 'globo, y por decirlo asi la usp'
íion de la mina.
785
VAPOR
786
(So notará, dice, Deleeluce, que lejos de
«sentar cotíio nueva la invención de esta-
máquina Leonardo ai contrario la atribuye á
irniilmedes. Pero lo que en nuestro sentir,
merece particular atención es el empleo que
Leonardo hace de la palabra lahnto, palabra
griega, al paso que ordinariamente y en el cur-
sos de sus estudios escritos, indica siempre los
pesos y medidas según el uso- moderno de
llalia.
«Arquimedes, de quien poseemos algunos
(rifados sobre las matemáticas, compuso un li-
bra de los fuegos que no ha llegado basta nos-
otros. ¿I'odrá suponerse que Leonardo tuvo co-
nocimiento de esta obra por medio de alguna
traducción árabe, y que en efecto se encuen-
Ira descrito en ella e¡ arebitronito? Algún doc-
to orientalista podría espiiearnos esto.»
Esla observación del critico bábil á quien
debemos el conocimiento de estos preciosos
documentos es muy impórtente. Tenemos en
cíecto.. razones plausibles para creer que los
mecánicos griegos pudieron imaginar algo
análogo al coñon de vapor.
Volvamos un instante á nuestra fig 1.a y
i la csnlicocion que da de e!la tieron de Ale-
jandría. ¿El uso de este juguete no pudo con-
ducir muy naturalmente á la idea de emplear
el vapor para lanzar un proyectil? ¿No basta
que, por una circunstancia fortuita, la bola pe-
queña se bailase algún dia introducida en el
orificio del tubo, de suerte que quitase el pa-
so al vapor, para que este habiendo adquirido
una tensión considerable, arrojase la bola á
una grande altura, con una fuerza comparable
álade una pequeña catapulta? Una circunstan-
cia, pues, de este género, no solamente pu-
do, sino aun debió producirse en el juego del
aparato, por pocas pruebas que se hayan he-
cho alguna vez, con bolas de diferentes' diáme-
tros, en un hornillo ardiendo, derramando en
el alguna cantidad de agua suficiente. Hay pol-
lo tanto estrecha relación entre la idea del
aparato 45 de Heron de Alejandría y el del ca-
ta de' vapor que Leonardo de Vinei atribuye
á Arquimedes. El nombre de Arqnimedes no
indica probablemente aquí mas que una perso-
nificación de la época griega, asi como el
nombre de César en Francia recuerda simple-
mente uu origen romano.
Se objetará quizás que no siendo ios apára-
los de Heron mas qtie instrumentos de física
espcrimental y recreativa, hay una enorme
distancia entre la idea del juguete, y la de la
máquina práctica. Bastará para responder á es-
ta objeccion recordar que Ctesibio, el maestro
de Heron de Alejandría habia propuesto utilizar
la elasticidad del aire en una catapulta de una-
especie particular; que la descripción dada por
mlon de, üiaancio del aerutorw de Ctési-
1)10 (t) no puede dejar duda alguna sobre este
mulo; y que éru tan natural fundar el cañón
(i) ra.Mat,v.n.
^19 BIBLIOTECA POPULAn-
de vapor en el conocimiento de la fuerza es-
pansiva del agua vaporizada, como imaginar
el fusil de viento, sabiendo ■ eme el aire es elás-
tico (1).
Para reasumir en pocas palabras la relación
de las ideas que han conducido á la invención
del architrueno diremos que una olla cerrada,
casi herméticamente La debido dará conocer
desde la época mas remota la propiedad es-
pansiva del vapor que se escapaba por estre-
chas hendiduras, y 'que la fuerza de este va-
por, empleada desde luego en un simple ju-
guete,, en hacer bailar bolas ligeras, debió na-
turalmente proponerse para lanzar balas en un
fusil y en un cañón de vapor.
1521. Cisarino. Según Libri (2) resultaría
de un testo de Cisarino, traductor y comenta-
dor de Vilrubio, que antes de- 152*1 se hacia
o se había hecho uso de las eolipilas en la
guerra. Esto nada tiene de verosímil en si,
después de lo que se sabe boy de Leonardo de
Vinci; pero el testo, muy oscuro por otra par-
te de Cisarino de ningún modo nos parece te-
ner este sentido; indica solamente que ciertas
eolipilas recibieron la formado bolas cóncavas
(granadas, bombas) que se emplean en la guer-
ra, véase una traducción tan exacta -como po-
sible del italiano, verdaderamente bárbaro, de
Oisarino.
«Se llaman eolipilas; llevan, pues, un nom-
bre semejante a las balas sólidas ó ventosas
qne sirven unas para jugar, otras para estraer
la sangre y humores snpértluos, otras, eníin,
para lanzar fuegos contra un ejército y ciudad
sitiados cuyos almacenes se quieren incendiar.
Se halla antes del último capitulo ¿el libro se-
gundo de Vítrubio el medio de preservarse de
los destrozos de proyectiles de este género.
a Se usan eslas bolas que tienen nna
abertura muy estrecha, en la estreciidad de un
cuello. Cuando después de haber calentado su
fondo se invierten sumergiendo el cuello ya
en agua ordinaria ó en otra perfumada como
de rosa por ejemplo, se llenan casi entera-
mente por el calor qne reciben. Si se colocan
después 'sobre cenizas calientes, ó sobre un
brasero, y las bolas son de vidrio, de tierra ó
de metal, desarrollan una fuerza muy conside-
rable contra un obstáculo opuesto á la abertu-
ra, por ejemplo contra madera ó cualquiera
otra materia, basta el punto de hacer saltar es-
te obstáculo con un gran sacudimiento. Mien-
tras que el fuego hace hervir el agua, veréis
que una eolipila con una cobertera terminada
por un caño de bronce encorvado, del diáme-
(1) El aerolono de Ctcsibio se hallaba completa-
mente, olvidado cuando un artesano de Lisieux, lla-
maáo Marín Bourveois lo inventó do nuevo, á princi-
pio* del siiilu XVII!. Se baila la descripción del fu-
sil (le viento (le Marín Bourgeois en la 2.a edición,
de los Elcm^nlos de artillería de Florencio llivaull,
publicada en París en 15Ü3. Tendremos que volver
ma5 adolsnte al lesto nolable.de Philoa de Bizancio.
(2) Bisloria de las Ciencias Matemáticas en Ita-
lia, l. IV, p. 330.
T. xxx m. 50
787 VAP
tro fle una plumj, soplará el fuego mien-
tras que no se halle completamente vacio de
agua.»
También se -Ve que, según el autor, las
eolipilas son semejantes á ios proyectiles cón-
cavos empleados en la guerra desde el si-
glo XV y á las bolas cóncavas usadas como
ventosas desde la roas remota antigüedad, pues
eran conocidas de lleron de Alejandría. Se ve
también que el autor tenia una idea de la fuer-
za desarrollada por la espansion del vapor de
agua; pero no dice ni una palabra de la apli-
cación de esta fuerza al arte militar. La dis-
tinción establecida en el texto subsiste entre
los grabados en madera que se bailan en él
intercalados. Al lado de las granadas y bom-
bas que se conocen perfectamente por su sur-
tidor de llamas se representan diversas formas
tle eolipilas, y las mas elegantes de estas for-
mas no son otra cosa que soperas, y ollas
herméticamente cerradas con un tubo que sa-
le de la cobertera. El renacimiento- imprimió
el sello de una obra de arte á estos vasos
vulgares, pero si la forma cambió, el destino
se baila aun revelado por esta misma forma,
do suerte que no deja duda alguna sobre la
naturaleza del origen primero de los tiparatos
de vapor (I).
1343. Blasco de Garaij. Navarreto publicó
en 182(5, en la correspondencia astronómica
del barón de Zacb, !a nota siguiente que le
comunicó Tomás Gonzales, director de los ar-
chivos reales de Simancas:
«Blasco de Garay, capitán de mar, propuso
en el año de 1543 al emperador y rey Car-
los V un ingenio para bacer andar las naos y
embarcaciones mayores, aun en tiempo de
calma, sin necesidad de remos ni velámen.
ui pesar de los obstáculos y contradiccio-
nes que esperimentó este proyecto, el empe-
rador convino en qno se ensayara, como en
efecto se verificó en el puerto de Barcelona el
dia 17 de junio del espresado año de 1543.
«Nunca quiso Garay manifestar el ingenio
descubiertamente, pero se vió al tiempo del
ensayo que consistía en "una gran caldera de
agua hirviendo, y en unas ruedas do movi-
miento complicadas á una y olra banda de la
embarcación.
«Laespcricncia se bizo en una nao de 200
Joneles, venida de Colibre á descargar trigo en
Barcelona, llamada la Trinidad , su capitán
i'edro de Scarza.
«Por comisión de Cárlós Y y del principe
(1) Ellilirode Cisarino parece muy raro; su ti-
tuló es: Di fitcio Piíriíéw Potlione De Arekiíédtwa
libri deeen, tradudl de, latino in vulgvrz, etc. Se
imitó en muc.bos lugares por et alcnian GuaHero
Enrique Rivir, en la obra Ululada: Bankurst oder
Architerlur alta- fumemstir hotltwendigslcn tm-
gstiorigen mulliemtiíischen uüd meckaniacken lums-
íen (Basilea, 15S2.) En la página 27 do esta obra se
encuentra la reproducción de las figuran publicadas
por Cisarino en cuanto á las eolipilas y proyectiles
íúncavos.
UR 788
Felipe 11, su hijo, intervinieron en este ne-
gocio don Enrique de Toledo, el gobernador'
don Pedro de Cardona, el tesorero Ráva"o el
vicecanciller; el maestre racional de Catalana
don Francisco Gralla, y otros muchos símelos
de categoría, castellanos y catátanos, entre
ellos varios capitanes de mar que presencia-
ron la operación unos dentro de la nao y otros
desde la marina.
«En los partes que dieron al rey y al prin-
cipe, todos generalmente aplaudieron el luje,
nio, en especial la prontitud con que se dalia
vuelta á la nao. El tesorero llávago, cnemifo
del.proyeclo, dice que andaría dos leguas cada
tres boras: que era muy complicado y íosiu-
so, y que babia mucha esposieion de que es-
tallase con frecuencia la caldera, ios dejnas
comisionados aseguran que la nao hizo cia-
boga dos tantos mas presto que una galera
servida por el método regular, y que andaba
álegua por hora cuando menos.
«Concluido el ensayo, recogió todo el in-
genio que habla armado en la nao, y habién-
dose depositado las maderas en las atarazanas
de Barcelona, guardó para sí lo demás.
«A pesar de las dificultades y contrailleein-
nes propuestas por Rávago, fué apreciado el
pensamiento de Garay, y si la espedicion «
que entonces estaba empeñado Carlos V no lo
estorbara sin duda lo hubiera alentado y ta-
varecido. Con lodo eso promovió al autora
un grado mas, le d¡ó una ayuda de cosía de
200,000 maravedises por una vez, mandó pa-
garle por tesorería general todos los gasto!;
y Je hizo otras mercedes.
«Así resulta de los espedientes y registras
originales que se custodian en el Heal Archivo
de Simancas, entre los papeles del lisiado del
negociado de Cataluña y los de la secretaria de
Guerra, parle de mar y tierra, en el referido
año de 1543. /
«Simancas, 27 de agosto de /Í825. Tomás
González.»
«Según líavarrete, resulta de ta ñola que
ocaba de leerse qué, los barcos de vapor sm
una invención española, y que no se ha Jice/ii)
otra cosa que resucitarla ennueslrosdias. be
aquí se deduciría la consecuencia de qne Mas-
co de Garay debe considerarse como el verda-
dero inventor de las máquinas de fuego (Ik
Arago se propone refutar la opinión de
ííavarrete , que considera como inadmisible.
«Estás pretensiones, dice, me parecen am-
bas refutables. En tesis general la historia de
las ciencias debe fundarse exclusivamente en
documentos impresos: los manuscritos ao
pueden tener valor alguno para el público;
porque con la mayor frecuencia se halla des-
provisto de lodo üiedio de comprobar Inexac-
titud do la focha que se les atribuye. Los cs-
Iractos de manuscritos son monos admisibles
aun: el autor de una análisis no ha compren-
U) Anal, de 1837, p. 3-52.
789
VAPOR
7S0
(¡ido bien alguna vez la obra que quiere citar,
sustituye, aun sin intención, las ideas de sir>
tiempo", sus propias ideas á las del escritor
que compendia. Concederé, sin embargo, que
ninguna de estas dificultades es aplicable a!
presente caso: que el documento citado por
Savarrete es también de 15-13, y que el es-
tricto de González es del; ¿pero qué resultará
de anjui? Que se intentó en 1543 hacer cami-
nar barcos con cierto mecanismo, y nada mas.
],a máquina, se dice, 'encerraba una caldera,
luego era una máquina de vapor, Este racio-
cinio no es concluyeme. Existen, en efecto,
diversas obras do proyectos de máquinas en
las que se ve fuego debajo de una caldera Ile-
sa de agua, sin que el vapor .juegue en ellas
¡lingun papel: tal es, por ejemplo, la máquina
de Amontous. Finalmente, aun ciando se ad-
mitiese que el vapor engendraba el movimien-
to rio la máquina de Garay, no se seguirá de
eslü necesariamente que esta máquina fuese
nueva y que Invicto analogía con la do hoy;
porque llorón, corno ya hemos visto, descri-
bía mil seiscientos años ardes el medio de
producir un movimiento de rotación por Ja ac-
ción del vapor. Añadiré también que si ia es-
pericncia de Garay tuvo lugar, y si su máqui-
na era de vapor, todo debe inducir á creer
qne empleaba la eolipila de llorón. Esle, apá-
ralo, en efecto, no es de una ejecución muy
difícil, al paso que (lo podemos asegurar con
certeza) la mas sencilla máquina ¿le vapor de
hoy exige en su construcción una precisión
de maniobras muy superior á todo lo que hu-
biese podido obtenerse en el siglo XVI. Ade-
mas, ao habiendo querido Garay enseñar su
máquina á nadie ni aun á los comisionados
nao el emperador babia nombrado, no produ-
cirán] resultado alguno cierto todas las tenta-
tivas que. pudieran hacerse al cabo de tres si-
glos para restablecer en qué consistía.
8Ku resumen, no debemos hacer caso del
nuevo documento desenterrado por Navarrete:
I ." porque no se imprimió en 1543, ni poste-
riormente: 2." porque no prueba que el mo-
tor de la nave de Barcelona era una verdadera
máquina de vapor: 3." finalmente , porque si
¡ilguDa vez existió una máquina de vapor de
Garay, ora, según toda apariencia, la eolipila
de reacción, ya descrita en las obras de He-
ron de Alejandría.»
Humos tranertto testualmente estas obser-
vaciones para no quitar nada de su fuerza; pe-
ro no podemos disimular que el juicio dc.Ara-
go nos parece exagerado. Si es cierto que la
msloria de las ciencias debe fundarse, en ge-
neral, sobre documentos impresos, no loes
menos que ciertos manuscritos pueden tener
tal carácter de autenticidad que su autoridad
histórica sea igual á la de un libro impreso,
«a esto, ¿qué seria la historia de las ciencias
en cuanto á los siglos anteriores al descubri-
miento de la imprenta? Por otra parte , admi-
tiendo que se demostrasen la exactitud de la
cita de Navarrete y la autenticidad de los do-
cumentos que reasume, cosa que desde inego
puedo asegurarse , sería muy probable que
lllasco (le Garay tuvo también realmente la idea
de aplicar la fuerza motriz del vapor á la na-
vegación; y cualquiera que fuese ei género do
aparato que hubiese empleado , aunque fuese
la eolipila de reacción, lo que es verosímil,
aquel mecánico debería ocupar nu puesto ele-
vado entre los inventores cuyos nombres figu-
ran en una historia de las máquinas de vapor.
Poco importa que mil seiscientos años antes
Heronde Alejandría hubiese descrito el medio
de producir uu~ movimiento de rotación por la
acción del vapor; el hombre que primeramen-
te hubiera propuesto adaptar este movimiento
de rotación á remos giratorios, y que hubiese
ejecutado el mecanismo asi proyectado, sería
autor de un progreso incontestable y de una
alta importancia.
1557. Gerónimo Cardan. En una noticia
inserta en el Boletín dn la Sociedad de Emu-
lación (número de noviembre do 1847) Rouget
de Liste indicó un testo de Gerónimo Cardan,
en el que se ve una eolipila. con dos abertu-
ras, una para la emisión del vapora otra pura
la introducción del agua. «Las vasos ventosos
que Vitrubio enseña i construir, dice Cardan,
y cuya representación veis aquí , tieuen casi
ia forma de una cabeza humana cerrada por
todas partes menos en un tubo, por donde ar-
rojan viento cuando se esponen al fuego des-
pués de haberlos- llenado de agua.... Adaptan-
do otro tubo en una dirección opuesta, loma-
rá al agua por la parte sumergida , no sola-
mente á causa del descenso natural del agua,
sino también por razón del calor; porque este
atrae, cómase dijo en otra parle, etc. ti)»
Aqui tenemos un eslabón mas en esta serie de
invenciones en que el entendimiento humano
ha caminado paso á paso con tan notable len-
titud.
Nuestra fig. U.a es la exacta reproducción
de la de (lardan.
1562. Matesio. La Historia descriptiva
de la máquina de vapor, traducida del íuglés
Stuart (2), encierra el texto siguiente (pág. 27),
á continuación de la descripción de la máqui-
na de reacción de Heron.
«No se encuentra indicio alguno del vapor
empleado como motor en las obras do los au-
tores antiguos ni aun en las de los escritores
modernos, hasta el año de 1563. En esta épo-
ca, un tal Mátesio , en un tomo de sermones
titulado Sarepta, habla de la posibilidad de
construir un aparato cuya acción y propiedades
parecen semejantes i las de la máquina de va-
por moderna.»
Es, necesario confesar que esta cita es muy
lacónica para una materia tan importante; p«-
/ ' ...
(1) De Reruu Varielate, |b. Xlll, cap. LX11I;
Basilca, (537,pá¡i. 810.
(2) París, 1827.
794
VAPOR
732
ro podemos ampliarla, gracias á .un ingeniero
de minas que poseia el testo de Matesio é in-
dicaciones exactas sobre la colección de. este
autor. Copiamos cié él todo lo siguiente:
«Matesio era maestro de escuela en Joa-
chimslal, ciudad de la Jiohemia, célebre en
otro tiempo por sus minas de plata, de cobre
y estaño. Su colección, impresa por primera
vez en Nuremberg eu 1 562, no es una obra
técnica; es simplemente una otea de piedad,
hoy muy rara, aun en Alemania.» El nombre
de Serepta es el de aquella ciudad edilicada
al pie del Carmelo, cuyo nombre es célebre
en la Biblia por los milagros de Elias. El se-
gundo título de la obra, Dergpostüla, es mu-
cho mas esplícito; es el Sermonario di; las
minas. Ta veis, continúa este ingeniero, qüe
es rara casualidad la ocurrencia de hojear ese
viejo libro perdido: sin embargo, encierra un
documento histórico deL mayor valor; nos en-
seña la primera aplicación del vapor al servi-'
ció de la industria, y aunque seguramente sea
muy incompleto este testimonio, que se pre-
senta en el libro de una manera incidental, no
puede, sin embargo, dejar duda alguna sobre
la realidad delhecho, Desde el siglo XVI un in-
geniero de minas, aprovechando verosímilmen-
te las luces de la mecánica de los griegos, y
trasportándolas del dominio del espíritu al de
la materia, habia tenido la idea de emplear
las fuerzas que resultan de la combinación del
agua y del fuego para el aclücamiento de las
aguas y aun para la extracción de los minera-
les, ¿De qué naturaleza era esta máquina de
vapor? Matesio, que se dirigía á obreros que
la veian funcionar, no necesitaba decirlo; pero
la manera con que habla de ella es la mejor
prueba de su existencia. La cuestión es de un
interés histórico tan capital, que me permiti-
réis citar los mismos textos: ha esperieacia
que habéis hecho de su rareza, os demuestra
por otra parte que la cita es de valor; véase
la que se lee en la pág. 182 de la edición del
año de 1558.
xLesset duroh wasser, mind unnd. feuer
wasser unnd berg aus den tiefstenmü srÁCB-
nen kúnsten hebim unnd treiben, damit die
unkest yeringer, un die, verborgenen schwtsz
dest ehe konnenersunlcenunndvffenbarwer-
den Ir bergtent soltt auch in euren ber-
greyen rühmen dengutcn man, der jetztberg
unnd wasser mit dem wind aut der Platten
anrichtet zu Iieben, ivie man ictzt auch dooh
am tag wasser mit feuer heben solí.»
«Por medio del agua, del viento y del fue-
go, y mediante ingeniosos mecanismos, el
agua y el mineral se elevan y ponen en mo-
vimiento desde las mas inmensas profundida-
des, para que se disminuya el gasto y esos
tesoros ocultos puedan ser sondeados y es-
tólidas con presteza
«Vosotros, mineros, glorificad en los eánti-
tlcos de las minas al nombre cscelente que
hace subir hoy el mineral y el agua sobre el
Platten por medio del viento, y como ahon
se eleva el agua hasta la superficie de la nei._
ra con el fuego. ,
«No obstante el laconismo de este docu-
mento ¿no es bastante concluyeme? ¿?ío es na-
tural que la aplicación del vapor se hiciese en
un principio en el trabajo de las minas? u
aplicación del vapor á la navegación es anj
idea tan compleja que existe alguna verosi-
militud de que no sea mas que una deriva-
ción, Pero en las minas el problema de la
elevación de las aguas , que constituye una
cuestión de vida ó muerte, es mucho mas di-
recto, y supuesto que habia una solución teó-
rica en lieron, era muy sencillo trasladarla á
la práctica, Si Matesio no nos enseñase que la
máquina ó máquinas de que se servia Joa-
chimsthal servían, no solamente para elachi-
eainietilo, sino también para la eslraccion del
mineral, podría creerse que se referían al pri-
mer tipo de líeron, la presión del vapor sobre
una superficie liquida; pero lo que el aulor
nos dice sobre la eslraccion del mineral in-
dica ciertamente una máquina rotativa, y su-
puesto que.Heroo suministra igualmente elli-
po de la eolipila, no sabemos porque este apa-
rato tan sencillo, y al cual se habrá de recur-
rir al fin en ciertos casos, no habia de hatería
puesto en uso. El segundo testimonio que ha-
béis alegado prueba que en el siglo XVI se
hacia uso de él para los asadores. Auméntese
el tamaño del asador y tendremos un torno ó
un cabrestante automático, Podría, por lo tan-
to, creerse que lal hubiera sido la primera
maquina de vapor. En todo caso es muy ve-
rosímil que debía ser uno de los dos sistemas
consignados en llorón.
«Sin negar la realidad de los ensayos atri-
buidos á Blasco de Garay para la maniobra de
las galeras, rae inclinarla voluntariamente i
pensar' que aunque anteriores á la impresión
de los Sermones de Matesio, no lo eran, sin
embargo, á la maniobra puesta en juego de las
calderas de agotamiento de Joncbimstha!. Ape-
nas es necesario recordar que en aquella épo-
ca la Bohemia y Es p'aña estaban muy lejos de
carecer de relaciones no siendo mas que pro-
vincias de un mismo imperto. Concluyo, cu,
(lo, haciendo observar que nada impide que la
palabra wind empleada por Matesio se Lome en
la acepción ^de vapor; no habiendo aun la tí-
sica distinguido en aquella época Sos gases de
ios vapores, el autor uo teuía ásu disposición
ninguna espresion mas fuerte que este térmi-
no general equivalente á nuestro soplo i ?l
spirüus de los latinos.»
Respetaremos et anónimo guardado por el
hombre, eminente á quien se deben estas lí-
neas; pero no obstante, la autoridad de su pa-
labra no admitir.erqos conclusiones tan esp-
citas como él. Séanos lícito presentar algunas
reflexiones sobre tan importante documento.
Examinemos desde lueg'o,el primer párra-
fo. 1 H agua, el viento y el fuego, dice Male-
793
VAPOR
794
sio, se emplean en elevar el agua y el mine-
ral desde las mayores profundidades. Pero es-
tos tres ajenies ¿obraban simultánea ó aisla-
damente? ¿Su acción se ejercía á la vez sobre el
a^uay el mineral; o mas bien, el agua sola se
efevaba por la acción del fuego? Tales son las
cuestiones que es natural sentar, que el texto
Je esto primer párrafo no puedo, nos parece,
suministrar respuesta alguna cierta.
En su célebre tratado de esplolacion de
minas titulado De Re Metálica1 (l), Agrícola
presenta la descripción de muchos mecanis-
mos en que se emplea la fuerza motriz del
agua ó del viento para eslraer del seno de la
tierra el agua que inundarla los trabajos y los
escombros. El agua y el viento servían, pues,
eu tiempo de Matesio, contemporáneo de Agrí-
cola, como fuerzas motrices para la estraccion
de las aguas y minerales. Pero Agrícola no
hace mención alguna del empleo del fuego pa-
ra la elevación del agua y del mineral, de ma-
nera que en cuanto á este agente, que mas
nos interesa en el caso actual, no sabemos mas
de lo que el mismo Matesio nos enseña. En el
segundo párrafo del texto citado, vemos una
distinción real entre la elevación de un mine-
ral y del agua por medio del viento, y la ele-
vación del agua con el fuego. Resulla, pues, de
aquí muy claramente que el fuego servia para
el achicamiento de- las aguas; pero no parece
(¡ue de a¡[ui no puede inferirse que también
servia para la estraccion del mineral, y mas
nos inclinamos todavía á adoptar una eonclu-
sioa diainelralmenle opuesta.
Ahora, pues, ¿cuál era aquel ingenioso
mecanismo por cuyo medio un hombre escá-
lenle, glorificado por los cantos de los mine-
ros, bahía logrado elevar el agua con auxilio
M fuego? Desde (¡ue se reconoce que aquel
mecanismo no servia para la estraccion del
minera], es natural .suponer que era del gé-
nero mas sencillo, y admitir (¡ue ofrecía la rea-
lización práctica de uno de ios aparatos de
aire dilatado imaginados por el ingenio snlil
de los griegos. Xo puede tampoco asegurarse
con certeza que el vapor propiamente dicho
hiciese ulgun papel en los mecanismos cele-
bmrj.os por Matesio, supuesto que el único
liecuo incontestable que resulta del Sare¡da,
es que se elevaba el aijua á la superficie ct,n
d fuego. Indudablemente- nada hay de impo-
sible en que el fuego obre por medio del va-
por, en cualquier aparato análogo á aquellos
en que Salomón de Caus no empleaba aun,
cincuenta años después, mas que aire dilatado;
pero hasta la presentación de nuevos docu-
mentos creemos deben atenemos á la siguien-
te conclusión.
Eu 1 562, época, de la publicación del es-
crito de Matesio, un minero alemán había con-
seguido elevar agua empleando el poder me-
cánico del fuego; nada prueba, por otra parte,
'*> Basiles, 836,. e/i fot.
que el fuego obre formando vapor de agua
mas bien que enrareciendo el aire. jj
1567. Filiberlo Deforme. Se trata aqni de
una aplicación muy indirecta de la fuerza mo-
triz del vapor; pero como esta aplicación se
ba renovado en nuestros dias y se emplea en
la actualidad produciendo resultados de una
grande importancia para activar la combustión
en los boruillos que rodean las calderas y pa-
ra acelerar asi el movimiento de las fuerzas
locomotoras, no podemos dispensarnos de men-
ción arla.
Filiberto Delorme en el capitulo Yin del
libro IX de su Arquitectura, entre diversos
medios de impedir que las chimeneas den hu-
mo, propone el siguiente:
«Otro remedio é invención contra los
humos.
«Por otra invención seria muy útil tomar
uno ó dos globos dé cobre de 5 ó 6 pulgadas
de diámetro 6 mas si se quiere, y haciendo un
pepeno agujero por encima, llenarlas de agua
y colocarlas en la chimenea á la altura de
cerca de 4 ó 5 pies (según el fuego que se
quiera encender) para que puedan calentarse
cuando llegue á ellos el calor, y por la eva-
poración causará tal viento que por grande que
sea el humo será arrojado por arriba. Y este
remedio ayudará también para que la madera
puesta en el fuego forme llama y sé encienda,
como lo demuestra Yitrúbio en el capítulo YI
de su primer libro.. (I).»
Aqni Filiberto Delorme repite casi textual-
mente como él mismo lo anuncia, el texto de
Yitrúbio citado antes, y abrigando la opinión
errónea de su antecesor anuncia que el aire
suministrado por la eolipila suple á la corrien-
te que no existe en el aposento. Pero sabido
es que no es esto lo que sucede. El aire de la
chimenea arrastrado por la corriente del vapor
hace tiro en el aposento, y el humo no es ar-
rojado fuera sino con la condición de que el
aire esterior pueda penetrar dentro del cuarto,
ya por medio de ventosas, ya por las juntu-
ras de las puertas y ventanas.
El auter continúa en estos términos:
«Algunos podrán decir que las eolipilas no
podrán producir aire por mucho tiempo,' á lo
cual respondo, que cuanto mayores sean dura-
rá mas el viento, como también dándolas un
calor templado por debajo. Y cuanto mayor
fuego baya para calcnlarlas soplarán con ma-
yor vehemencia y fuerza, pero el agua también
se evaporizará mas pronto; por lo que será
útil tener dos ó tres ó mas si se quiere, para
que cuando no sople una, se ponga en su lu-
gar otra. Y mientras que cada cual tenga el
medio ó la paciencia de poner poco á poco
agua en las espresadas eolipilas ó globos, le
será fácil hacerlo, calentándolas y poniéndo-
las después en uña cuba de agua porque esta
(I) P. 270 vis. ile la edición de I5B7. Véase nues-
tra jlg. 9.a ,
705
VAPOR
796
entrará en ellas acto continuo. Y para que eo -siglo antes de Wocester por Matesio ea nnáeW
nozcuis mejor como deben aplicarse á las chb lecciortdc sermones titulada Sarcia y dcsmJ,
meneas, presento mas adelante una figura tan-
to para delante de una chimenea corno para den-
tro, para que nos sea fácil comprender como
deben colocarse y calentarse, y también, como
arrojan el humo.»
1 Sigue la figura que liemos reproducido con
el número Ifl en tres décimos do magnitud
del original.
1 569. Santiago liesson. Segun Arago, en
una de las obras de Santiago Bcsson impresa
~en 1569 se baila un ensayo de determinación
de los volúmenes relativos del agua y del va-
por (1). Aunque alli se trata de una esperien-
cia de física mas bien que de una aplicación
mecánica, esta esperiencia seria un aconteci-
miento notable en la historia de la ciencia;
Santiago liesson, mecánico y matemático, es
uno délos autores mas notables del siglo XVI,
Su Teatro de instrumentos y de máquinas es
la primera publicación que se hizo en este gé-
nero, y se imitó o aun se reprodujo ruuehas
veces. Las láminas se grabaron en cobre antes
que hubiese aparecido este metal, y el privi-
legio, cuya fecha es de 1560, es algunos años
anterior á la impresión del texto. Si las unas
ni el otro encierran nada relativo al ensayo
mencionado antes. Nuestras investigaciones
para hallar el texto á que alude Arago, ya en
el Arte de encontrar las aguas subterráneas,
publicado en 1569, ya en el Arte de estraer
aceites y aguas de los medicamentos sim-
ples, publicado luego en latili en 15G9, no
fueron mas felices. El Cosmólogo publicado
en 1567 es enteramente estranoá esta materia.
Y probablemente sucedo lo mismo con el
compás euclidiano del mismo autor; pero ja-
más hemos tenido en nuestras manos ejemplar
alguno de esta última obra.
1597. Eolípüa aplicada al asador. Laffis-
toria descriptiva de Stuart, ya citada, encier-
ra (p. 32) el texto siguente. (Véase la fig. 1 1).
«Treinta años después (llatcsio) en un libro
impreso en Leipzip en 1597, se halla la des-
cripción de lo que sollama eolípila que puede
utilizarse, segun se dice, adaptándole un asa-
dor. Se introduce en el globo x corta cantidad
de agua que se resuelve en vapor por efecto
de! fuego colocado debajo. El vapor sale por
los picos ai y b, y produce con , su reacción
un movimiento continuo de rotación.»
Esta cita sin litulo ni nombre de autor cor-
re parejas con la de' Sarepta do llatcsio; á
falla de una indicación exacta, nos' vemos, por
lo tanto, obligados á obrar' por medio de con-
jeturas. ¿Querría hacer alusión el autor de es-
te libro el doctor TU, Young, cuando al trazar
bajo su punto de vista inglés y parcial, un
bosquejo del origen de la máquina de vapor,
llega á decir: «La idea primitiva de la posi-
iliáXid de, semejante maquinase había dado un
i Sarcpta y después
por Bruñan (1].» ¿Otóles este nombro ale
man de BiHinatl? /.Seria el del autor del lito
citado por Sliiarl?
ES preciso reconocer que adaptar la eolí-
pila al asador, era hacer una aplicación muy
sencilla de la fuerza espansiva del vapor y
que esla idea debió presentarse muy natural,
mente al entendimiento. Cardan describe en
su obra De Rcrum varietate, publicada en
1557, un asador movido por el humo, como,
una máquina usada en Milán en su tiempo
(líb. IX, cap. LVI1.) Los manuscritos do Leo-
nardo de Vinel contienen el croquis é indica-
ción de esta misma máquina (2). Es miiy ve-
rosímil que se pasase de una idea á otra, y
que la fuerza motriz del vapor habrá sido sus-
tituida á la del humo.
I G0 1 — 1608. Juan Bautista Porta y Juan
Escribano, i, 1¡. Porta, Tísico dlsUngúiÜo;
nacido en ÍJápoles háeiu 1540, nmertociilOlj'
publicó en Ñapóles en 160!, oon'el titolo dé
Pncumaticorum iibri tres, una obra del gé-
nero de la de Ileron de Alejandría citada an-
!es. Dn tal Juan Escribano, español, publicó
siete años después en 1008, una traducción
italiana del libro de J. B. Porta (3). En m
dedicatoria dirigida al autor, Escribano anun-
cia que añadió á su traducción algunos texlos
que oyó al mismo Porta, Entre los textos que
no figuran eu la edición latina, y que se ven
en la italiana, -ss encuentra el siguiente, cuya
¡dea puede atribuirse al mismo l'orla, segun la
declaración de Escribano-,
«Formad una caja BC de vidrio ó eslai'w
[fig. 12}, cuyo fondo tenga un agujero pur
donde pasará el cifello de una botella de des-
tilación que cóntenga una ú dos onzas de
agua. El cuello se soldará en el fondo déla
caja, de suerte que nada pueda escaparse por
alli; de este mismo fondo saldrá un canal cuya
abertura apenas le toque, de}ando el intervalo
necesario para que pueda correr el agua. Eslo
canal pasará por una abertura de la cobertera
de la caja y se estenderá hacia afuera á una
corta distancia de su superficie (posse per ¡o
coverchio fuori poco lonlano dalla suü su-
perfteia.) La caja se llenará de agua por un
embudo A que se tapará bien después, para
que no pueda escaparse el aire (che »¡o?»possii
respirare); Analmente, la botella se colocará
sobro el fuego y se calentará lentamente; ra-
tóneos el agua Irasformada en vapor, compré
mirá el agua cu la caja, la violentará y la liara
salir por el canal G y correr ol interior. Se
continuará siempre asi calentando el Km
hasta que no quede ya mas; y mientras que
el agua exhale humo ispumeará), el aire com-
(I) An. délas Longil. en cuanto á 1839, p. 287.
(II
turas de
And. a*, a siibsequen Jicriod byErunau
le ¡ílusofia natural, t. 1, p. 3B6 de la ed. «M- ■
(2) Ensaii o sobre la v ida yobrat de Leonardo í«
Vinci, por Veniiiri. , „
(3) ¥ (re libri de Spirüttali, Népolea en i-
797
VAPOR
798
primirá el agua en la caja, y el agua saldrá al
estertor. Concluida la -evaporación se medirá
cuanto agua salió de la caja y quedará tanta
agua cuanta haya salido (de la botella), y de
^cantidad de agua que hubiese salido inferi-
réis en cuunla caulidad de aire se trasformó.
Puede también medirse fácilmente cuantas par-
les lie un aire mas sutil puede producir una
onza de aire en su consistencia ordinaria.»
Torta sabia, pues, que el vapor de agua
[Hiede comprimir á, un liquido como si fuese
aire y hacerlo subir sobre su nivel. Nada prue-
ba, es verdad, que tuviese idea alguna de la
enorme fuerza que este vapor es susceptible
de adquirir, y de la posibilidad de emplearlo
como motor eficaz; dice también en términos
efjiresos que el cañón de salida pasa á una
corla distancia de la cobertera de la caja.
«Su único objeto era determinar práctica-
mente y por un meilio cuyos defectos es inú-
til señalar aqni, los volúmenes relativos i.o
iwncantidad dada de agua y del vapor eu que
la trasforma el calor (I).» No es menos cierto
que liabia, bajo el punto de vista mecánico, en
este aparato de Porta, el gérniem de una idea
útil; y que si se hubiese aplicado simplemente
esta ideado ejercer unapresion con el vapor
de agita nñ';*jl aparato que presenta nuestra
j>ij. •i.-1, en vez-de emplear el aire enrarecido,
se hubiese obtenido una verdadera máquina de
vapor, propia para boeer subir el agua á gran-
des alturas.
!G05. Florencio Ribault. David Eibault,
ieñorde Flurance, profesor de matemáticas
de luis Xlll publicó por primera vez en IfiOS
los Elementos de Artillería, que se reimpri-
mieron e'n 160S eft París y se aumentaron con
>!.a invención, descripción y demoslracion de
una nueva artillería, que no se carga mas que
coa aire y agua pura, y tiene, sin embargo,
una fuerza increíble, de una especie " mas de
pólvora de cañón, etc.»
Vemos en esta obra que las colipilas re-
vientan con estruendo cuando se impide la sa-
lida del vapor; y . el autor añade: "El efecto de
la rarefacción del agua es capaz de atemorizar
á los hombres mas valientes en el accidente
de los terremotos. El agua que corre en las
envernas 'de la tierra, en la primavera y prin-
cipalmente en oloño, se calienta ya por los
fuegos que encuentra con frecuencia, ya pol-
las exhalaciones cálidas que salen de las aber-
turas terrestres: de tal modo, que enrarecida
y convertida en aire, el lugar que la contenía
antes no es ya capaz de abrazar lan largas y
anchas dimensiones; asi es que obligada á es-
letiderse y violentada por este huésped pode-,
l0Eo. se entreabre la tierra para darle salida,
cansando espantosas ruinas. Hay un millón de
«Iros efectos de esta rarefacción de humedad
que nos podrían servir de pauta para obtener
l|ua gran fuerza; pero debemos considerar que
U) An.detoj/ do 1837, p. 32U,
no se consiguen semejantes efectos de repente,
pero sí con el tiempo, y que la-materia húme-
da no se exhala á la vez, sino poco á poco.
Buscamos, empero la prontitud y un efecto
momentáneo, principalmente en cuanto á la
acción del cañón (l)...»
Al apreciar asi con exactitud el inconve-
niente de la no instantaneidad de la acción del
vapor de agua Florencio Rivault no consagra
menos el cuarto libro de la segunda edición
l de sus Elementos al exámen teórico de una
¡nueva artillería, que como lo indica el titulo
i emplea el cañón de viento y el de vapor. «Con
! agua pura se puede hacer disparar un cañón. »
Tal es el enunciado del teorema XV'de este
cuarto libro; la demoslracion, fundada en las
ideas dogmáticas que la mala física de la épo-
ca adoptaba como verdades incontestables, va
acompañada de la siguiente observación. «Esto
no carece de prueba que se hizo muchas ve-
ces,, de suerte que se puede también emplear
el agua eu la artillería.... Si se quisiese usar,
la práctica la baria fácil y la industria có-
moda.»
Omitimos la demostración y la figura pu-
blicadas en los Elementos de artillería, poi-
que no pueden tener mucho interés después
de los testos anles citados de Leonardo de Vin-
c¡. Basta advertir que Ribault no nos suminis-
tra luz alguna sobre el origen de las armas de
vapor; se limita á decirnos que su prueba se
hizo machas veces, al paso que entra en los
mas minuciosos pormenores sobre la invención
del arcabuz de aire i.fusil de viento), que atri-
buye al Marín Eourgeois, artista de mérito po-
co común establecido en Lisíeos enNormandía.
1615. Saloman de Caus. « Las razones de
las fuerzas motoras, con diversas máquinas
tan útiles como recreativas, á las que se agre-
gan muchos dibujos de grutas y fuentes, por
Salomón de Caus, ingeniero y arquitecto de su
alteza Palatina electoral, en Francfort, en la li-
brería de ¿nán Sorthon, 1615,» Tales el títiiTo
exacto de la primera edición de una obra que
adquirió celebridad clesde que Arago reivindi-
có para Salomón de Caus el honor de haber in-
vernado «una verdadera máquina de vapor pro-
pia para obtener achicamientos.»
Examinemos los títulos en que puede apo-
yarse esta opinión.
En un corlo preámbulo (fót. t) el aulor si-
guiendo las divisiones erróneas de la física de
su llcmpo, anuncia que quiere dar la defini-
ción do cada uno de los cuatro elementos, por-
que todos los efectos do las máquinas son cau-
sados por medio de aquellos; y en su defini-
ción primera (ibid.), termina con estas pa-
labras: «Eu cuanto al fuego elemental, hay
algunas máquinas en este libro, que se mue-
ven por medio de esio, como la elevación de
aguas eslancaiias, y otros mecanismos no de-
mostrados anteriormente.»
(Jl Pág. t28 de la primera edición, y tfl de la se-
gunda,
799
VAPOR
800
Inmediatamente después de haber desen-
vuelto las definiciones de los cuatro elemen-
tos, sigue una sene de teoremas, El primero
(fól. 2, vuelto) está concebido en los términos
siguientes: «Las partes de los elementos se
mezclan por algún tiempo, después cada una
vuelve d su lugar respectivo;" y encierra los
puntos siguientes:
«Supongamos que A (fig. 13) es una vasija
circular, de cobre, bien cerrada y soldada todo
alrededor; BC es un lubo, uno de cuyos estre-
ñios B se aproxima al fondo cnanto es posible
para dejar pasar el agua, y el otro C sale fuera
de la vasija: en el tubo liay una espita D para -
abrir y cerrar cuando es necesario ; también
hay en la parte superior un respiradero E, In-
trodúzcase agua en la vasija por dicho respi-
radero ó abertura, en cantidad suticiente alie-
nar el tercio de su capacidad. Colórpiese el va-
so en el fuego por espacio de tres ó cuatro
minutos, dejando abierto el respiradero: retí-
rese después, y sacando el agua que habia en-
cerrada, se encontrará qne parte de ella luise
evaporado por el calor del fuego. Vuélvase el
agua á la vasija y añádase la necesaria para
completarla cantidad que antes habia: ciérren-
se la espita y el respiradero: coloqúese nue-
vamente la vasija en el fuego por igual número
de minutos que la primera vez: se la retirará
en seguida y se la dejará enfriar por si misma
sin abrir el respiradero. Cnanto esto se haya f
conseguido, se sacará el agua y se encontrará
entonces la misma cantidad justamente que se '
habia introducido en la vasija, de tal modo que !
el líquido evaporado la primera vez, conviér- |
tese en agua la segunda, por haberse hallado
encerrado el vapor dentro de la vasija y ha-
berse enfriado por si mismo. Otra demostra-
ción puede hacerse también de esto. Después
que se haya introducido en la vasija la medida
de agua, se debe cerrar el respiradero y abrir
la espita D, poniendo enseguida la vasija, al
fuego y un vaso cualquiera ó recipiente cerca
de dicha espita: entonces el agua de la vasija
se elevará por el calor del fuego y saldrá por
la espita D; pero deja de verilicarlo cerca de
la sesta ú octava parte de dicha agua, á causa
que la violenciadel vapor que ocasiona el agua
al subir, proviene de la referida agua, cuyo
vapor saldrá después que el agua haya salido
con gran violencia por la espita.»
Otro pasage de las Raisons des /brees trtáu-
vantes prueba que su autor conocia, asi como
los que le babian precedido, los prodigiosos
efectos de la espansion del vapor.... «la vio-
lencia será grande,» dice, «cuando el agua se
disipé en el aire por medio del fuego, y dicho
aire este encerrado; como por ejemplo, su-
pongamos una esfera de cobre, de 1 ó 2 pies
de diámetro, y de una pulgada de espesor, se
llenará de agua por un pqqueño agujero , el
cual se cerrará bien fuerte con un clavo, de
manera que no puedan salir ni el aire ni el
agua: es evidente que si dicha esfera de cobre
se coloca sobre un gran fuego, de suerte que
llegue á esperimentar un fuerte calor, será lan
violenta la compresión que saltará la esfera
rota en mil pedazos, con un ruido Bemejaate
al de un petardo (fól. t, vuelto).»
Asi, pues, Salomón de Caus sabia que e|
vapor de aguacondensado da un volumen de
agua enieramente igual al que ha producido
este vapor; y sabia ademas que la presión del
vapor formado es bastante fuerte para, hacer
salir con ímpetu de la vasija por el orificio ED
el agua no vaporizada todavía. Annque los de-
talles de estos esperimentos scau efectivamen-
te preciosos, nada hay en ellos que deba sor-
prendernos después del aparato de Porta des-
crito por Juan Escribano. Pero el teorema V
[fól. 4) es muy digno de alenciou porque con-
tiene una aplicación-, teórica al raeuos, de la
fuerza espansiva del vapor. Esto teorema esla
asi concebido:
"líl agua ascenderá con ayuda del fuego á
mayor altura de su nivel.
ii El tercer medio de hacer subir es con
ayuda del-fuego, para lo cual pueden cons-
truirse diversas máquinas. Representaré arjui
la descripción de una de ellas: consiste en una
esfera de cobre A (fig. 14), bien soldada lodo
alrededor, que tiene un respiradero ó abertura
D, por donde se introduce el agua, y un tubo
BC, soldado á la parte superior de la esfera y
cuyo estremo C baja hasta el fondo pero sin lo-
carlo. Llena de agua ¡a esfera, se cima la
abertura y se coloca al fuego: entonces el ca-
lor hace subir el agua por el tubo BC.»
El aparato cuya descripción acabamos de
trascribir, eleva tan solo el agua á espensas
de la ovaporizacion de una cautidad considera-
ble de ella. Es necesario por otra parte que
esa agua haya sido antes introducida en la es-
fera A, y el autor indica que debe efectuarse
por la abertura I>. De ningún modo se opera
el relleno por aspiración, aunque sea posible
y hasta fácil. Asi es que no podemos adrailir,
con Mr. Arago, que este aparato «es una ver-
dadera máquina de vapor propia para llevar i
cabo los achicamientos.» Para que esto fuera
cierio necesitaríase que Salomón de Cans bu-
hiera indicado un medio práctico de inlrodueir
el agua en la esfera A, de donde fuera espnl-
sada por la presión del vapor acuoso. Carita
habiadado en 15571a primera idea de este pro-
cedimiento, adaptando á la eolípila un lubo de
aspiración distinto del tubo de descarga. Salo-
món de Caus no lo indica, y sin embargo po-
see el principio con detalles de construcción
muy adecuados para hacerlo pasar al dominio
déla práctica. El lector va á juzgar por si
mismo. ' '
El problema ,1111 del lib. 1 (fól. 19 vuelto',
se titula: Maquinamwj iníjuniosaparaekvtt
las aguas muertas. Al frente dé la esplicatioa
se encuentra una (¡gura, qne reproducá*
aqui, reducida á la tercera parte del tan*
que tiene el¡original (véase lám, LX¡Yat¡&-
Vapor
802
IEs iiecanicas, fig. 15). A., B, G, D, son caa-
iro vasijas de cobre muy bien soldadas; la par-
te superior década una de ella está atravesada
por un tubo vertical E, que partiendo casi del
fondo, pero sin tacarlo, terminan en otro tubo
boriib'fttíd superior GEE, en cuyo centro existe
una pequeña válvula G que. se abre de abajo á
arriba. Otro tubo horizontal común I'PP reiine
la parle inferior de los vasos A, B, C, D, te-
niendo también en su centro una válvula S,
!¡ae, como la señalada con la letra. C, se abre
Je abajo á arriba. Sé llenan de agua los cuatro
tases hasta el tercié de su altura: el aire sale
porlasaberluriUas ótubitos 3, 4, 5, Q, los cua-
les después so cierran herraéfieamente por
medio t)e sus correspondientes llaves. Asi dis-
puestas las cosas, cuando el aparato se capo-
ne álsc-I, la i i lalación del aire que lia queda-
do en los vasos, oprime a! liquido, lo hace su-
birjlOT las tubos verticales É al tubo horizon-
tal EliE, le hace levantar la válvula G, y el
agua salta al receptáculo ?f, dirigiéndose I tie-
so por (I á la cisterna l¡ Durante ta noche, por
el contrario, se enrarece, el aire dilatado, y
dlsminiiy'éhdo la presión cu el interior de los
vasos, levántase la válvula II, el líquido es as-
pirado y pasa por el tubo horizontal I'PP des-
líela cisterna al interior de los vasos, de tal
manera que este movimiouto continuará mien-
tras baya agua en la cisterna y el sol perma-
naes por cima de dichas vasijas...»
Esta máquina es una aplicación curiosa de
los erectos de la dilatación del aire, como los que
dejamos rcpresenlailos en nuestras f¡<¡$. 3.a y
i\ fúndase, como dice el autor, en la idea de
una máquina que describe mas adelante, y que
ofrece grande analogía con el aparato de la
ft. 4.* Pero présenla con respecto á los af-
ilíelos de Heron una superioridad incontesta-
ble, lil juego alternativo de las válvulas hu-
biera dado á esla máquina el carácter de nn
verdadera aparato de achicamiento, si en vez
ilel calor solar, obrando por cima de los va-
sos, Salomón de Caus hubiera concebido la
idea natural y sencilla de emplear el calor de
mi foco artificial obrando por debajo y deter-
minando cierta fatuidad de vapor que hubiera
comprimido la superficie del agua no evapori-
zada, lis verdad que entonces la fuerza motriz
deberiase al vapor del agua y no al a|re dilata-
do, pero esla idea nada tenia de peregrina pa-
ra Salomón de Caus, como lo prueban el apá-
ralo de la fig. 14 y la esplieacion que hace de
sti modo de obrar.
Es muy digno' de notar que, conociendo
perfectamente la insuficiencia de la fuerza mo-
triz debida al calor solar, propone aumentar su
efecto concentrando sus rayos por medio de
eules sobre los vasos que deben calentarse,
«i fig. i 6 es la reducción á la cuarta parle de
sil tninaño del modelo de la lám. XXII de las
Jtaisonj des forcea rnouvantes. Consiste 'en
un bastidor que sostiene diez y seis vidrios
lenticulares cuyos focos se dirigen á la parte
2»-20 BIBLIOTECA. tOI'IJLAIl.
superior de los vasos que deben calentarse. El
agua, obligada por la presión del aire en el ta-
to vertical G, cae en seguida hacia D, y vie-
ne por un medio parecido al de los sifones á
alimentar una fuente, de tal manera separada
del aparato, que se Oculta la causa de la as-
censión del líquido.
Asi, pues, Salomón de Caus conocía la
fuerza motriz del vapor del agua; conocía apa-
ratos mecánicos muy ingeniosos, por medio de
los cuales su eolípila para arrojar agua, calien-
te hubiera podido ser trasformada en una má-
quina de desagüe, funcionando de una manera
Util-, Este aparato se construirá subre la misma
base que la ingeniosa máquina de la fiy. 15,
pero Salomón de Caus dejará para otro el ho-
nor de aplicar ciertos principios cuya impor-
tancia y fecundidad parece -tan solo haber pre-
visto. ,
Será necesario, después de lo dicho, pre-
venir al lector contra una mistificación que ha
hechoalgtmas victimas. Publicóse curdro ó cin-
co años después de la primera noticia de
Mr. Arago, una supuesta caria dirigida á Ginq-
Márs por Marión Delorme, diciendo haber visto
entre los dementes de íücelre un hombre al
cual cierto invento habla hecho perder la ra-
üon. El invento era precisamente la máquina
de vapor tal como la conocemos poco mas d
menos, puesto que el autor queríala aplicar,
entre otros usos, á mover las máquinas, á ha-
cer andar los carruages. ¡El pobre loco era Sa-
lomón de Caus! Para que semejante relato fue-
ra al menos verosímil, era preciso que Salo-
món de Caus hubiera pensado empleare! vapor
como fuerza motriz industrial, lo eme nunca
biso. Era necesario ademas que el relato de
Marión Delorme llevase al menos el sello déla'
época, pero nada hay de eso. Por otra parte, .
ignórase completarnente.de donde se ha saca-
do esa correspondencia postuma, que nadie ha
tomado por lo serio, y para ello existen muchas
razones. Desde luego, la carta tiene la fecha
de 3 de febrero de 1C41, es decir, que es pos-
terior en diez años á la muerte de Salomón de
Caus. Ademas en 1641, Bieeire no era hospi-'
tal de locos, era tan solo una dependencia de
San Luisi en donde se daba asilo á los milita-
res ancianos. Estas reflexiones bastarán sin du-
da para dar una idea de Ia; autenticidad de la
carta. Tranquilícense, pues, aquellos de nues-
tros lectores que hayan sido engañados, sino'
por la carta de Marión Delorme, al menos por
algunas obras de arte ó de imaginación, gra-
bados, cuadros, obras dramáticas, etc., que di-
cha correspondencia apócrifa baya podido en-
gendrar. Salomón de Caus; nacido en Norman-
din hácia fines déí siglo XVI, murió tranquila-
mente jior los años, de ltí30, después de haber
servido coiño arquitecto é ingeniero en Fran-
cia, Inglaterra y el Palatinado, y de haberse
hecho apreciar de los soberanos de estos tres
reinos, á los cuales dedicó sus obras, porque-
sin haber inventado la máquina de vapor se-
T, XXXUI. SI
803
puede ser un hábil ingeniero,- y Salomón de
Caus pasaba coa razón por tal (1).
1 024. El padre Leurechon. Bajo el título
de Récréation mathématique, y con el pseu-
dónimo de Van Etten, publicó en 162G et padre
Laurechon, jesuíta de la LOrena, nn volumen
en 8." menor, impreso en Pent-á4Iousson, del
que se lian hecho luego muchas ediciones. Ha-
bía aparecido ya la primera en dicha villa,- en
idioma latino, elaiiode ! 624, con el título si-
guiente: fíilaria'mathemalica ex váriis geo-
metría, mechanicce, cosmographioj , ópticos
et aliarum hujus modi artium problemaiis
conte?ita tMussiponli, 1624) (2).
El libro del padre Leurechon merece bajo
mochos conceptos, asila critica, acerba quede
él hizo. Hydorge, hábil geómetra de aque-
lla época, como el. severo juicio que Moutucla
estampó en el prefacio de sus nuevas Récréa-
lions mathémaliques: Sin embargo, contiene
dicho libro ciertos pasages que nu deben des-
deñarse para la historia de la riencia. Entre
otras cosas curiosas, encuéntrase en él la pri-
mera idea del telégrafo eléctrico, muy . vaga,
muy incompleta en cuanto á los medios de
ejecución, pero muy clara en cuanto al objeto,
á que se relicre. El pasage relativo al vapor
ofrece bastante interés y merece ser re-
producido por entero y discutido cuidadosa-
mente.
«Problema 75. De las eolipilas ó lolas pa-
ra soplar el fuego.
«I. Estos vasos son de arena ó de otra ma-
teria semejante que pueda endurecerse al fue-
go: tienen un pequeño agujero muy estrecho,
por el cual se les llena de agua, colocándolos
después delante del fuego: ningún efecto se
observa mientras que no se han calculado,
pero tan pronto como el calor los penetra,
rarificada el agua sale con un silbido impetuo-
so y de ama fuerza prodigiosa. Es digno de ver
cómo ese soplo enciende los carbones y con-
sume los ti'oncos con un gran roído.
«II. Yitruvio, en el primer libro de su
Arquitectura, capitulo. VIH, prueba con esos
instrumentos que el viento rio es otra cosa
mas que cierta Cantidad de vapores y exala-
ciíiaes agitadas con el aire por rarefacción y
condensación. Nosotros podemos todavia sa
car otra consecuencia para manifestar que un
poco de agua puede engendrar gran cantidad
de vapor ^ de aire, porque un vaso de agua
tediado en esas eolipilas soplará durante casi
(t) Sentimos no disponer del espacio suficiente
puní reproducir *qui la carta.de que hemos hablado,
«■iluda por gran número de personas que tienen se-
üiiranieiile mas candor que erudición y critica. En
J83Sla publicó el Slusée des Familias, t. U, p. 57, a
continuación de un grabadoque representaba á Sa-
lomón de Caus encerrado en la casa de locos, con eí-
la leyenda: lean de Caus <l ifíctop,
(9) Debemos el conocimiento deeslelibro y délos
pirraros que siguen á Mr. Rouget de Lisie , p'ero es-
tamos muy distantes de adoptar las ideas du este
erudito. f Vía se el Baulletin de la Soeiite d' Encentra-
ganen!, m'tm. de noviembre de 1847, p. .*
m
una bora, despidiendo vapores que ocuparán
un espacio mil veces mayor que su volumen'
«III. En cuanto á la forma de esos vasos'
no todos siguen un mismo sistema; algunos
los hacen en forma dé bolas, otros en forma'
de cabeza, á la manera que.se acostumbra1 a
pintar á los vientos: unos en figura de peta
como si se las pusiera á cocer ül fuego cuan-
do se las aplica para soplar, y entonces el
mango de ella se ahueca en forma de tubo,
haciendo al cstremo un agujero lan poqucúá 1
como la cabeza de un alfiler.
«IV. Algunos hacen pouer en estos fuelles
nú tubo eneorbado formando varios pliegues
y repliegues, con objeto de que el viento, que
rueda con impetuosidad por dentro, imite el
ruido del trueno.
«V. Otros se contenían con uniubo senci-
llo de. plomo, un poco ensanchado por la par-
te superior, en donde colocan una pequeña
bolita que va saltando a. medida que los vapo-
res encuentran saitda.
«VI. Finalmente, hay quienes aplican cer-
ca del agujero molinetes ó cosas semejantes,
qué dan vueitas por el impulso de los vapo-
res, ú bien, con auxilio de dos d lees tulas
recurves en la parle superior, hacen girar mu
bolita.
«VII. Pero os necesario ser (ilósufo pina
encontrar unmodo delicado para llenar de.jigp¡i
las eolipilas por un agujero tan pequeño. Se
calientan las eolipilas vacias y el aire que
contienen llega á ser cstremadamenteraro: lie-
dlo esto-, se las sumerge en el agua: cunden-
sado el aire y ocupando mucho menos espacio,
entra el agua con rapidez por el agujero para
llenar el vacio: he aqui la práctica ¡r la espe-
culativa de laseolipilas.i' \\'. 75 de la edición
de 1G2C).
Hemos numerado los párrafos para daf píos
claridad á nuestras observaciones.
Los dos primeros párrafos de este pasase,
en donde la opinión de Yitruvio se cncncnira
reproducida con algún desarrollo que lata
menos inexacta, nos enseñan alguna cosa de
•nuevo: á saber, que álos ojos del autor el va-
por ocupa una estensiou mil veces mas consi-
derable que el volumen dpi agua que lo lw
producido. Esta determinación es sin duda iW
inexacta, pues á la simple presión dcla alinus-.
fera, el agua en estado de vapor ocupa un
volumen mil setecientas-veces mas considera-
ble que su- volumen primitivo. Pero, en íll), «
el primer ensayo en que liemos encontrado la
señal para espresar la relación que l'orin se
propuso determinar, y que merece ser anotada,
El párrafo 5." indica claramente Ja forma
de la eolípila representada en la fíg. I úi
nuestro primer articulo. Esto es, como «OS?
dicho, el verdadero origen de los cañones de
vapor. 1 .
EL párrafo VI menciona dos importan e>
aparatos. Aquel cu que dice que dos ó tres tu-
bos recurvos en la parte superior hacen »
VAPOR
806
vestes A una bo'a> es UIla de tantas reproduc-
ciones del mecanismo de Heron de Alejandría,
representado en nuestra fig. 2.a. En puanto a
¡al molinetes ó cosas semejantes que dan
«(¡íiítts por el impulso de los vapores, debe-
mos decir que es la primera indicación cono-
cida del uso del vapor para dar impulso tlircc-
lo ó un mecanismo de rotación continua. Ya
veremos mas adelante que en la máquina cita-
da por jos italianos para probar sus derechos
cb la invención de los aparatos de vapor, él
movimiento se produce por un molinete ó rue-
da que gira á espensas del soplo de una cotí-
pila. Sin embargo, á nuestros ojos, el padre
Lauvechou nunca será un inventor. De ningún
modo puede tenérsele por tal, por solo haber
descrito un apáralo qneno se encuentra men-
cionado en escritores mas antiguos. No se pue-
do aceptar, sin preceder un examen profundo,
el testimonio de un autor que se atribuye nn
descubrimiento cualquiera. Guando no se oli-
da ile reivindicar la parte que lo pertenece, y
áescrifie una invención sin presentarla como
suyo, existe una certidumbre casi completa de
que do lia inventado la que anuncia, no cabe
dudado esto, hablándose del padre Leurechon,
puesto i|ue no solamente guarda silencio so-
bre el autor de la invención, sino que discur-
re subre ella como de una cosa conocida y
poesía en práctica en su época.
Las figs. 17, lií y 10 son los fac-similes
«acias de las diferentes formas ríe eolípilas
que presenta la Récréalion mathématique (edi-
ción de 1626). ReGérense respectivamente á
las formas de cabeza y de pera y al tipo con
Inlio ensanchado por la parte superior, indi-
cados en el texto. La úllima de dichas figuras
debe -llamar nuestra atención de una manera
especial. En efecto, es sorprendente la seme-
janza que guarda con la eolipila para'arrojar
agua de Salomón de Gans {fig. 14). Pero, aun-
que la obra del padre Laarecb o n saliera á luz
algunos años después de la primera edición de
las ñaisons des Forces motivantes, parece
probable que no es de ese libro de donde el
padre Laurcchon ha sacado la fig. 19. Esa
forma de eolipila es bastante sencilla para que
se crea que existia antes de Salomón de Caus,
'pie de ningún modo se atribuye su invención
1-a espila de que hace uso 110 constituye su
carácler esencial: es mas bien el tubo que des-
pende al interior y que llega casi hasta el
fondo del vaso, tubo, por el cual, una parte
•leí agua asciende y salla fuera cuando el va-
por ha adquirido una tensión suficiente. Esto
supuesto, ¿no es mas natural pensar que la ca
sualidad por si sola ha conducido á la inven
c-ton del aparato de Salomón de Caos? ¿5o es
mas sencillo suponer que habiéndose colocado
mía canilla en el Orificio de una esfera metáli-
ca lineen, co» objeto de dar dirección al vapo
diciia canilla se ha hundido en el interior de
1al manera que mío do sus estremos hallábase
sumergido en el agua casi hasta el fondo, y
que entonces, con gran sorpresa del on.erador,
saliese el agua antes que el vapor hubiera po-
dido abrirse paso? Salomón de Caus tiene el
mérito incontestable de haber señalado este
hecho y de haberlo consignado en su tratado
do las Balsona det Forces motivantes hacien-
do una apreciación muy exacta de fas causas
que lo producen: también perfeccionó, según
todas las probabilidades, el aparato en cues-
tión añadiéndole las espitas de que carecían
mies las eolípilas, pero parécenos muy vero-
símil que jamás tuvo la idea, como el padre
Lénrechon, de emplear en favor de la indus-
tria, en el verdadero sentido de esía palabra,
un eje motor, cuyo poder, no obstante, cono-
cía perfectamente.
El problema 86 de la Récréalion mathé-
matique (p. 108 de la edic.de H526I contieno,,
entre otras la siguiente cuestión: «Cómo se
puede cargar un cañón sin pólvora » La solu-
ción que da el autor consiste en llenar el al-
ma del cañón con agua y aire comprimidos, y
emplear, en vez de taco, nn tarugo que ajusta
perfectamente, delante del cual se coloca la
bala. Teniendo bien cerrado el oído se hace
fuego, y para mantener la carga se introduce
en él una pértiea hasta el momento que quie-
re disparar. «Entonces, buscando el aire y el
agua mayor espacio, y teniendo medio de ocu-
parlo en efecto, empujan con gran fuerza el
taco y la bala, produciendo casi el mismo efec-
to que si la carga fuera de pólvora.» listo es,
como se ve,'un descubrimiento desgraciado de
la proposición de Flurance Rivault: de ahi es
que Claudio Mydorge decia perfectamente al
criticar en los términos siguientes el procedi-
miento del padre Letirechon, procedimiento
impracticable sí se quería obtener una tensión
considerable, y sin virtud alguna en el caso
contrario.
«Nos propone aqui, dice Mydorge, un buen
medio para ahorrarnos la pólvora y un huen
auxilio para sustituirla. Se' dice que el agua y
el aire encerrados en el cañón, y calenlados,
producen el mismo efecto que la pólvora pues-
ta en contacto con el fuego. Pero el que de-
see comparar la violencia de uno y olro me-
dio, y conocer su diferancía, puede tomar dos
eolípilas semejantes a las que dejamos des-
critas, llenar una de agua y otra de pólvora,
calentarlas hasta que produzcan su efecto, y
llegará áconocer su resultado.»
Asi, pues , en definitiva ningún derecho
tiene el padre Leurechon para figurar como
inventor en la historia de las máquinas de va-
por. El cañón que describe, había sido pre-
sentado por Flurance Hivautt diez y seis años
antes, y el procedimiento que indica para po-
ner enjuego dicho cañón, es muy iuferior-.ai
mecanismo diseñado por Leonardo de Vinci
antes de 1519. Debérnosle tan solo una indica-
ción histórica preciosa, la del germen de la
máqnina de que vamos á hablar en seguida.
1629. Giovanni Branca. Branca, dudada-
807
VAPOR
no romano, ingeniero y arquitecto distinguido,
publicó en Roma, el año 1629, un peque fio
volumen en 4.°, titulado: Le machine del
sig. G. Brama. Esta se divida en tres parles;
contiene la primera cuarenta, máquinas diver-
sas: comprende la segunda catorce ruáquiuas
destinadas á elevar el agua: abraza la tercera
veinte y tres máquinas en las cuales el aire
juega el primer papel, ya sea por presión,
ya par rarefacción. La ¡ig, 25 de la primera
parte es la misma que nosotros reproducimos
en nuestra pg 20, reducida á la, mitad de las
dimensiones lineales del original. El testo co-
locado al frente de las figuras está escrito en
latín é italiano. He aquí la traducción literal
del que se refiere á la figura que dejamos
. citada-
«Principios fecundos y consecuencias muy
importantes, con aplicaciones útiles y prove-
chosas, pueden deducirse de esta figura.' Re-
presenta un aparato para pulverizar ciertas ma-
terias, con el auxilio de un motor maravilloso,
cual lo es la cabeza de metal A, con una aber-
tura R por donde se introduce el agua. Se la
coloca sobre carbones encendidos eo el foco C.
■ Como solo existe en elía una salida, por la bo-
ca D, se escapará por diclio punto una corrien-
te de vapor tan violento que hará girar la rue-
da E y supiüou F: estos pondrán en movimien-
to la rueda dentada G y su piñón II; de aquí
pasa el movimiento á la rueda I; después, y
con auxilio del piñón K, se trasmite á la rue-
da L y ál árbol cilindrico que sostiene y levan-
ta alternativamente los dos mazos ó manos.
Mantenidos sobre los morteros ' M, por medio
de las guias P,Q, reducirán á polvo cualquiera
materia., como pólvora, etc.» (Fol . 2-i. verso).
i\o hay que engañarse: ese motor mara-
villoso por primera vez sirve á un uso verda-
deramente industrial. Sin esceptuar'los mis-
mos cañones de vapor, hasta ahora las máqui-
nas de vapor hablan sido tan solo juguetes de
niños, ú d lo mas aparatos de física recreati-
va. Branca ha dibujado una máquina para pul-
verizar cualquiera susiaucia. Este es un ade-
lanto que debe consignarse en la historia de
la ciencia; pero no debe olvidarse que tam-
poco pertenece á Branca la idea de mover una
rueda por medio del vapor, el cual tampoco
reclamó el honor de la invención. ' La idea es-
taba indicada tres años antes de que se publi-
cara el libro La machine , en la Iiécréalion,.
mathématique , y dos años antes todavía, en
la edición latina de la obra del padre Leure-
chon. Las razones que hemos presentado para
negar á este el título de inventor, nos pare-
ce prueban lo mismo en lo que concierne á
Branca,
1 64 1. El padre Kircher, La erudición y la
fecundidad de. imaginación del padre Kircher
son generalmente conocidas. Debía esperarse
con fundamento, que algo se encontraría relali-
voaluso del vapor en esas vastas compilaciones
en que registraba los esperimentos c inven-
ciones mas recientes con qne se iba enriqrm
riendo la ciencia. En efecto, cu su obra ttiu-
lada: Magnes, sive demagneticá arte, en i i
Roma, 1641, p. 595, se encuentra el ' nári-ifn
siguiente. (V. pg. 21.)
«Sea A un vaso de brouce, cobre ó de otra
materia cualquiera que resista al fuego, cayo
cuello se halla atravesado por un tubo jui. La
estremidad de este, b, atraviesa el rondo de
otro vaso, EDM, cenado herméticamente, (jiro
tubo abierto en E atraviesa la parte superior
del vaso.. Después de haber llenado de líquido
dicho vaso por el orificio M, se cierra este muy
cuidadosamente para que no se pueda escapar
ni una gota. Preparado asi el aparato, si se
desea que el liquido se laace á una altura con-
siderable , coloqúese el vaso A en el fuego
después de haberle llenado de agua. El airo
del vaso A, comprimido por la rarefacción y
no hallando mas salida que la del tubo AC, pa-
sará por 61 con, violencia, y procurará esca-
parse hacia el vaso EDM. Tero corno olio li-
quido llena este vaso, y no puede salvar de
modo alguno el espacio en que está encerra-
do, emprende una ludia terrible con el agua:
es necesario, pues, ó que se rompa el vaso,
ó que ceda el agua. ¥ como esto es mas fatal,
cediendo, en fin, e! agua al violento esfuerzo
del aire enrarecido, se lanzará á lo alto con
gran impetuosidad por el tubo li, ofreciendo
á los espectadores un punto de vista muy
agradable.»
Resulta de las palabras de osla descripción
que el padre Kircher solo veía la inüneiicia
del aire enrarecido en u n fenómeno en que el
vapor jugaba esclus'ivamente el principal pa-
pel. No teuia, pues, la instrucción de Porta, y
mucho menos Ja de Salomón de Cáus, en lo
relalivo á conocer la causa verdadera tic Isas-
censipn desagua. Sin embargo, su aparato me-
rece ser citado en una historia de las máqui-
nas de vapor, puesto que Un él se encuentra
el vapor empleadu á la vez como fuerza mo-
triz y como producto de un vaso dííerijqledc
aquel que contiene el liquido que se quiere
elevar. Es verdad que el aparato de l'orla ofre-
ce también dos vasos distintos, pero allí el
vapor no se considera como fuerza motriz El
aparato de Salomón do Caus, por el contrario,
tiene por objeto determinar la ascensión del
agua sobre su nivel, pero el vapor se engen-
dra por una parte de la misma agua qne se
quiere elevar.
£1 padre Kircher, ademas, no se présenla
á sí mismo como inventor del apáralo que
describe. Xos parece probable qne lia lobado
su idea de Salomón de Caus.
1657. El padre Scholt. El padre Dobr-
zenski. Solo para citarlo liablaremus de un
discípulo del padre Kircher, el pudre Scholt,
que, en una curiosa obra titulada MechumM
Jiij'lraulieopnetímalica (1057, pág. 220}, «
limita á reproducir íntegramente la descrip-
ción dada por su maestro,, presentando al pro-
809
VAPOR
810
p¡o tiempo la misma figura con algunas modi-
ficaciones insignificantes.
También debemos conSenturnos con cilav
al padre Dobrzensln , jesuíta bohemio, que
publicó en Ferrara, en dicbu año !(¡67, un 1¡-
brp puco conocido, titulado: Redivivi Heronis
nona ct ammnior de Fontibus philosophia.
El ¿paralo que describe en la página fia, re-
producido con exactitud en nuestra /?</, 22,
auuque cu menores dimensiones, difiere del
aparato del padre Kirclier en la forma y en las
cepitas. ES fondo continua siendo absolutamen-
te el mismo. El texLo atribuye siempre al en-
rarecimiento del aire gran parte de este fenó-
meno, y recomienda al propio tiempo que se
llene el vaso inferior basta la mitad únicamen-
te, Sin embargo, también admite un efecto de-
bido al vapor. Todo esto se baila á gran dis-
tancia de la clara idea emitida por Salomón de
Caes eo su teorema V; muy inferior sobre to-
do á las bellísimas fuentes y^urlidores de es-
te hábil ingeniero iftgs. la y 1G), fuentes que
lan fácilmente podían ser trasfonnadas on má-
quinas de vapor para elevar el agua, calentan-
do por debajv por medio de carbones encen-
didos, los vasos A, B, C, D, en vez de calcu-
larlos po?' encima, por medio de ios rayos so-
lares.
1CG3. El marqués de Worcester. Háeia
el Jin del reinado de Carlos II , en 166.3, apa-
reció en Londres una obra titulada: A Cenlury
ofintentiuns, por el niarr|ués de Worccsler.
£ste pequeño libro escrito en un estilo muy
oscuro, es, según el autor, «un catálogo des-
criptivo de los nombres de todas las inven-
ciones que be podido acordarme ahora de ha-
ber hecho ó perfeccionado, habiendo perdido
mis primeras notas. »
ijti aquí la traducción del articulo que se
refiere á Ja invención 6.8.a, articulo conside-
rado por algunos autores ingleses como un ti-
tulo que asegura los derechos de Worcesíer á
ser tenido por inventor de la primera máquina
de fuego.
«u'u medio admirable y muy poderoso para
batee subir el agua con auxilio del fuego, "no
para elevarla por aspiración, porque eslo debe
enerarse, como dice el filósofo, ínira sphes-
rani uclivüaiis, y solo tiene lugar basla cier-
ta distancia; pero este medio no reconoce li-
mites si son muy fuertes los vasos. Tomo un
canon entero (I), lo lleno de agua basta las
bes cuartas partes, cierro á torno la boca y
el oiilo, y lo espongo á un fuego constante: al
cabo de veinte y cuatro horas estalla la pieza
con gran ruido. Habiendo encontrado el medio
de hacer mis vasos de tal suerte que se con-
()) Cañón entero fallóla camión) significaba en--
ranuis on aíUlleíií el ¿áflon cuyo calibre se loma-
L- r, ,P,0, Lns I"6 *«* do mayor calibre llamá-
™«! nobles caitoiios, basiliscos, bombardas, etc.:
r.,Ji* n',CI"H' '-dibre llamábanse medios cañones,
uijrios íc canon, sacres, raleones, 'aleóneles, ele.
ESy,"*"8^' Vlndmlr. /bine, ct íttihig.;
soliden por la fuerza que existe en su interior,
y hallándose dispuestos de manera que pue-
dan llenarse uno después de otro, he visto
sallar el agua, como una fuente continua, á la
altura de cuarenta pies. Una medida de agua
enrarecida por ei calor, hace subir á cuarenta
de agua fria. ba persona que cuida de esta má-
quina solo tiene que mover do9 llaves, do ma-
nera, que estando vacio uno de los ybsob, co-
mience el otro á llenarse de agua, y asi suce-
sivamente. El fuego debe entretenerse en un
grado constante de actividad. Este cuidado pue-
de correrá cargo de la misma persona, en los
momentos que no deba mover las llaves refe-
rid as. a
.Esta descripción tan vaga, y al propio tiem-
po tan oscura, sin figura que la acompañe,
no es^ sin embargo, lo único queAVorcesterha
escrito sobre la máquina de vapor. Bajo el tí-
tulo de An exact and true defintlion, etc., ó
lo que es lo mismo, "verdadera y exacta de-
finición de ia máquina hidráulica mas sorpren-
dente,, inventada por el muy honorable Edward
Somerset, lord marqués de Worcester, etc.»,
publicó un pequeño volumen en 4." de 22 pá-
ginas, dedicado á Cárlos II. Pero, dice un au-
tor inglés, mas imparcial en este punto que la
"mayor parte de sus -compatriotas, este folleto
en vez de no deflnlr cosa alguna, contiene
una enumeración de los servicios maravillo-
sos que puede bacer el aparato, escrita de una
manera tan vaga é ininteligible como el Cen-
lury óf lnventions. El resto del folleto se
consagra á referir una acta del parlamento que
concede al marqués el monopolio de esta má-
quina,, reservando al rey la décima parte de
sus beneficios. Cuatro miserables versos de
su cosecha, elogiando la invención; después el
Exegi monumentum de Horacio; el Barbara
pijramidum nileat , de Marcial; y por último,
algunos versos latinos ó ing'eses en alabanza
del noble inventor; escrito por James Uollock,
viejo admirador de su señoría, terminan el
volumen.
«Si es cierto que el marques nunca hizo
esperimentos sobre la elasticidad del vapor
(pues debe ponerse en duda la esplicacion del
cañou'i, ó si ha puesto realmente por obra la
ejecución de su proyecto, debemos confesar
sin 'rodeos que ningún rastro queda ni de sus
esperimentos ni de su apáralo. Debemos» por
tanto, poner en duda los trabajos de que se
gloría, ba cláusula del acia del parlamento, en
cuya virtud se le concede el privilegio del mo-
nopolio, fortifica singularmente nuestras con-
jeturas, dándoles (;asi un carácter de certidum-
bre, porque espresanientc se dice, (y esta cláu-
sula prueba lo reciente del descubrimiento)
que se espide al marqués el privilegio por la
simple afirmación que ha hecho de ser su au-
tor. .\o es verosímil que hubiese motivado, asi
dicho documento . si existiera entonces una
máquina que eoscüar o un esperinsenlo que
referir.
SÍ!
VAPOR
812
«La tradición no lia conservado á este pro-
pósito mas que una anédocta. Por ella se di-
ce tjuo estando preso e! marqués en la Torre
de Londres, concibió la primera idea de la
fuerza pasmosa del vapor al observar un dia
que !a cobertera de un cacbarro de cocina se
elevaba por efecto de la .ebullición. Seria abri-
gar una opiniou poco exacta del saber y de los
conocimientos mecánicos que han contribuido
¡i la celebridad del marqués á la par que su
genio, suponer que no babia oido hablar de la
obra deBraucani, de las invenciones de Salo-
món de Caus, publicadas precisamente' en su
misma época, en c! país que habitó muchos
años, y cuando el volumen que las contenia
Imbia llegado á ser el wde-mecum del físico
y del nlecánico, y siguió siéndolo por mucho
tiempo aun después de haber publicado el li-
bro Cnnlury of Invantions.»
Estos párrafos de Mr. Stíjárd aprecian en
su justo valor los derechos que Worcester pu-
diera alegar para ser reconocido como inven-
tor en una historia de las máquinas de vapor.
Pero hay mas: cuando se trató de formar el
aparato indicado por el Cenlury oflnventions,
no_ pudieron ponerse de acuerdo ni dos si-
quiera de los sabios ingleses1 que se manifesta-
ban mas ardientes partidarios de Worcester:
y eslo «por la razón muy sencilla de que la
descripción de la 68.* invención del lord in-
glés carece absolutamente de claridad. Nadie
sé .Vería hoy embarazado si tratase de cons-
truir una máquina cuyo objeto fuese elevar el
agua por la acción del vapor; pero cuando se
trata de reproducir la del marqués de Worces-
ter, débese ceñir á lo que dice el autor y á
nada mas (1|.»
Mr. Stuart, en su HisLoire descriptivo, an-
tes citada, presenta dos soluciones á dicha
cuestión. Una de ellas, tomada de Mr. Milling-
ton (2l, salvo Vigoras modificaciones, se re-
produce en nuestra fig. %i. De dos vasos es-
féricos ayo parten dos tubos <2, f, que van á
dar á una caldera gg. Cada- uno de estqs con
dncto.s están provistos de una llave z, w, que
establecen ó interceptan la comunicación en
trela caldera y los vasos. En la parte díame
tralmente opuesta de cada vaso, existe otro
tubo cerrado por una doble válvula s y ce, que
se abre tan pronto á la derecha como á la ii
quiérela: Esta doblo válvula está encerrada en
una pequeña cámara e, en donde sus movi-
mientos son limitados. Cada uno de los vasos
esféricos a, o, está provisto de un conducto
muy corlo con una válvula v, n, que se abre
hacia adentro. La cámara e comunica -con un
tubo vertical que se dirige desde la cámara ,
al receptáculo u: b es la rejilla del fogón so
bre la cual descausa la caldera g; t la puerta
del fogón; l la parle de fábrica; c-el cenicero;
h la cisterna en que se colocan los vasos o, a,
(1) Ann. des Long. puur 1837, páu. 2i2.
12) Epitome oT. nat, Plii!., 1. 1, 1823,
y en la cual^existc el agua que se quiere ele-
var al receptáculo «.
Supongamos ahora que el agua de lii m
dera gg, calentada al efecto, haya producido
una cantidad sullciente de vapor, y que se abra
la llaves para establecer lalibre comunicación
entre la caldera y uno de los vasos colocados
en el depósito inferior: entonces el vapor des-
cenderá al vaso a por el tubo d, y hará salir el
agua ó el airé que puedo contener, por la vál-
vula s, el tubo e, que la conducirá al depósito
superior u. Cerremos ahora la llave a y abra-
mos al mismo tiempo la otra llave w. lia esle
caso no ejerciéndose ya la presión del vapor de
g á d a, sino de y a f o, empujará de derecha
á izquierda á ladüble Válvula s x, cerrándose á
"aderecha y abriéndose á la izquierda. Al pro-
pio tiempo se abrirá interiormente la válvulas
y el vaso a se llenará de agua de moflo queei
vacio existente en ese vaso desaparecerá muy
pronto. Por otra jarte, el vapor producirá en
el lado derecho el efecto que produce en el
izquierdo, y el agua contenida en- el vaso o, .
se dirigirá por el tubo e u hácia el depósito su-
perior u. Cuando el vaso o esté vacio, se cer-
rará de nuevo la llave w, abriéndose al propio
tiempo la llave z, y asi sucesivamente.
Según vemos, este aparato satisface en al-
gunos puntos, á la descripción del marqués de
Worcester: pero dista de ser perfecta su con-
formidad. ¿So es honrar demasiado á este in-
ventor suponerle capas de una concepción tan
elegante como la de Mr. Millington? Eslo ha
creido, sin embargo, Mr. Sluart, ypantespli-
car satisfactoriamente la oscura descripción
de su compatriola, ha reunido dos aparatos de
Salomón de Caus, los cuales producen por su
juego alternativo, una corriente continua. Sin
embargo, dice osle autor, «los derechos de
Worcester como inventor, solo descansan en
la relación que él mismo Ira hecho de ta nuli-
dad y maravillosas propiedades de sus inven-
ciones, debiendo nosotros graduar la confian-
za que merece su propio aserto por la rcpula-
cion de hombre leal y sincera de que gócele
marqués. Pero esta reputación, si el retrato
quede él ha hecho un contemporáneo se pare-
ce al original, no debemos creer una sola ¿c
las palabras, de las falaces esplicaciones con-
signadas en el libro A Century of invenlion.'
Si nuestros lectores no han formado ya su
opinión acerca del valor que pueden tener los
derechos presentados por Worcester para ser
considerado como inventor de las máquinas
de vapor, les pondremos todavía de manilleslo
el siguiente- párrafo. «Era, á lo que parece, un
hombre sabio, profundo é iugenioso: pero sus
descripciones ó relatos de sus inventos, mas
bien parecen hechos para sorprender quejara
ilustrar al público, rayando en estravaganlcs
los elogios que hace de su utilidad é impor-
tancia. No se puede disimular que parecía un
artífice de proyectos (!)..>
I 0) Robinson, Encgcl. Brit.,M. fííui»
VAPOR
8»
Mr. Millington, uno de los apologistas de
Worcester, traía de esplicar el olvido en que
cayeron inmediatamente. los proyectos del lord
¡agios. Reconoce, no obstante, que á muflios
de ellos acompaña él sello de laestravaganeia,
y que de tul modo se hallan fuera de la inte-
ligencia humana, que buen número de perso-
nas üudan de su existencia (t).
En resumen, cuarenta y ocho años después
Je la primera edición de las Raisons des for-
tes motivantes, veinte y uno después de ha-''
bcr publicado su libro el padre Ivircher, diez
también mas tarde que imprimieran los suyos
los padres Scbolt y Dobrzcnski, poca gracia
tiene el presentarse como inventor, cuando
por lodo titulo se trae una patente acompaña-
da de una descripción ininteligible.
¡GSI. Caldera y válvula di; seguridad de
bionisio Papin. Hemos dicho lo bastante
liara que se comprenda que el marqués de
Worcester ningún litulo formal tiene para ser
considerado en-cl número de los inventores
ilc las máquinas de vapor. Tal es ta opinión de
Mr. Stuai't, el mas imparcial é instruido de
cuantos escritores han tratado de la historia
de estas máquinas, de uno ú otro partido. Pa-
pfjt abre la marcha al frente de una nueva
era: de él veremos- salir sucesivamente la idea
dolos órganos mas importantes de las máqui-
nas moderna!
tubo 00, de menor diámetro todavía que elIIF,
colocado de manera que su estremo interior
toca en el agua de la marmita. Dando á la vál-
vula un diámetro de unos 17 milímetros, el
astil LM una longitud igual á siele reces la
distancia del punto Jijo L á la válvula, un peso
igual á medio kilómetro basta para formar
equilibrio con una presión interior de cerca
de tres atmósferas.
La parle del aparato indicada con las le-
tras CC, DD, EE, es un marco deslinado áman-
tener sólidamente la cobertera sobre el cuerpo
de la marmiía por medio de los tornillos de
presión F, E,
La válvula de seguridad difiere 'hoy muy
poco de la inventada por Papin. Es una" de las
mas útiles é 'ingeniosas concepciones suyas,
de ese hombre de genio tan largo tiempo ol-
vidado, y á quien hemos encontrado, sin em-,
bargo, bien pronto -en nuestra historia.
1 683. jEí caballero Mariana". Sir Samuel
llorland publicó en París el año 1683, un vo-
lúmen en 4." titulado: Elévation des eaux
par toulea sories de machines réduites á la
mesure, au poids el á la balance, etc., ésto
es: Elevación de las aguas por toda clase de
máquinas, con sujeción d medida, peso y
equilibrio, etc. Inmediatamente después de
una carta dedicatoria dirigida á Luis XIV, apa-
rece un prefacio al lector, en el cual se en-
Dionisio Papin, protestante francés, que -cuentra el párrafo siguiente:
«Déspues de haber examinado con madu-
dnranto mas de treinta años seguidos,
anlcs de la revocación del edicto de Santos,
iiabia visitado diversos paisos estrangeros, ; rez,
publicó en Londres el año 16SI, una obra en (asíehlapráctica como en el modelo y perspec-
4." titulada: A neiu digester or engine, etc. ; tiva), la mala construcción, la supérüua multi-
lína traducción francesa de ella apareció en : plicacion de partes inútiles, el grandísimo ro-
Paris en ICS2, bajo el nombre de La manié- ; Sarniento y otros defectos groseros que se ob-
re d'amollir les os, etc.; un pequeño volú- , servan en la mayor parte de las máquinas que
niciien 16." En uno y otro libro encuéntrase 1 se usan enloda Europa, he tenido al (in la di-
la descripción de un mecanismo conocido ac- i cha de encontrar una especie de émbolo y de
loalnienle con el nombre de válvula de segu- cuerpo de bomba enteramente nuevos y muy
ridad, y que tan importante papel desempeña .sencillos, con nnmovimienlo particular cyclo-
cn todas las máquinas de vapor, sin escepcion elíptico, por cuyo medio se puede someter
alguna, ! muy fácilmente ¡a elevación de las aguas ¿
Se trata de medir la presión del vapor en j medida, peso y equilibrio, y obligarlas de una
una marmita cilindrica bien cerrada, de ma- ' vez y sin descanso de ninguna especie á subir
neraqueno pueda ir esta presión mus allá del .hasta la cima de la montaña mas elevada, á
pimío necesario á la cocción do las sustancias ¡ razón de tantos moyos (1) por hora y pulgada, .
son;ct¡das á la acción del vapor. Para eso ima- i según la fuerza motriz dada (sea de rio ó de
viento, sea de caballos ó de hombres, sea en
fin, da fuego ordinario ó de pólvora), en un
tubo sencillo de plomo, colocado sobre la sn-
gvnó'Papin soldar un pequeño tubo IlH(/fy. 24]
ín la cobertera It de la marmita. En la parte
superior del (ubo hay una válvula P, muy exac-
tamente ajustada y forrada con papel, que se
cierra por la presión de la palanca L 11. Esla
palanca, uno de cuyos estreñios se tialla ase-
gurado en LO, tiene en el otro un peso N, y
la presión que esla especie de romana ejerce
sobre la pequeña válvula P para mantenerla
cerrada, depende de ¡a posición que el punto
de suspensión M ocupa sobre el brazo de ella.
Para que la válvula esté siempre en un estado
conveniente de humedad., se adapta á ella un
perticie de la tierra, cuyas desigualdades y si-
j nuosidades vaya siguiendo,"
El uso del fuego como fuerza motriz se in-
' dica en este párrafo de un modo muy suscin-
lo; pero existe, al parecer, en el Briiish Jl/u-
seum un manuscrito muy notable cuyo titulo,
í es el mismo que el de la obra impresa, el cual
j contiene las siguientes palabras:
«Evaporada el agua por la fuerza del fue-
go, necesilan-desde luego sus vapores un es-.
(II Epitomo of.nal.Phil., 1. 1, 1823.
(I) Medida do 133 azumbres.
ra
VAPOR
816
pació mayor (cei'ca de dos mil veces) del que
ante rio miente ocupaba el liquido, y mas bien
que permanecer siempre aprisionados, harían
saltar en pedazos un cañón de artillería. Pero
bien dirigidos esos ■vapores según las leyes de
la estática, y reducidos por la ciencia a medi-
da, peso y equilibrio, conducen ia carga con
la misma facilidad que pudieran baccrlo unos
buenos caballos. Esta innovación es de gran
importancia para el género humano, particu-
larmente en lo relativo á la elevación de las
aguas: para eso se ha formado la tabla adjun-
te, que manifiesta el número de libras que pue-
den ser elevadas mil ochocientas veces por ho-
ra, á una altura de 6 pulgadas, con cilindros
llenos de agua hasta la mitad, cuyos diversos
diámetros y diversas profundidades también se
marcan en la misma tabla.»
La de que aqui se habla está formada con
medidas francesas. El párrafo concerniente al
vapor ocupa cerca de cuatro páginas en el ma-
nuscrito, el cual lleva por titulo particular:
Les principes de la, nouveüe forcé da feu,
inveniée par le chevalier Morland, l'an 1 GS 2 ,
eí prasentée á S. SI. T. C. IGS3.
La^ Biblioteca imperial de Francia posee
una copia del tratado de L'liéválion des Eaux,
que parece ser la que Morland presentó á
Luis XIV, á juzgar por el cuidado con que ha
sido escrita y adornada con las armas reales:
sin embargo, dicha copia solo contiene los
dos primeros capítulos de la obra impresa, fal-
tando en ella completamente el suplemento
relativo al uso del vapor (1).
Morland parece,haber sido un ingeniero
muy distinguido, al menos por la fecundidad
de su imaginación, y el método con que es-
pone los resultados de sus investigaciones.
Los números de que usa para espresar los vo-
lúmenes relativos del agurt y de un peso igual
de vapor, se apartan muy poco de la verdad,
y es notable esta circunstancia teniendo en
cuenta el estado de las ciencias en lGé>7. Allo-
mas, aunque los resaltados que presenta huyan
sido publicados sesenta y ocho años después
de la impresión Des raisonis des forces mou-
vantes, y veinte mas tarde que !a fecna del
privilegio de Worcester, deben no obstante
asegurar al nombre de Morland un lugar en la
historia del vapor considerado co^no fuerza
motriz.
1690 — IG95. Primera máquina vapor de
pistón y cilindro, de Diotdsio Papin. Las Ac-
tas de Leipzig, de 1680, contienen una me-
moria Satina, cuyo titulo, traducido al francés
algunos años mas tarde por el mismo aidor,
Dionisio Papin, es el siguiente: Nouveüe ma-
niere de produire á pea de frais des forces
motivantes eslrémement yrandes, ó en es-
pañol: Nuevo modo de producir con pequeño
gaslo de fuerzas unos movimknlos suma-
mente- considerables. El aparato que nosotros
U) Deppiiig, arl. MoklASD, i:n la Biogr. tíitiu.
reproducimos reducido ála tercera parle do m
tamaño en la fig. 'U, se describe cu los tfc.
minos siguientes: «A A es un tubo igual de m
¿ otro cstremo, si bien cerrado por la ¡¿te
posterior.— 111! es un émbolo perfectamente
njusladó á ese tubo.-— fJD el mango del émbo-
lo.—-EE una barra de hierro que puede mo-
verse alrededor de otra barra (punta lijoj que
éstí en !■'.— í! un resorte que oprime lu. barra
de hierro EE con el objeto de que se tnfi'odtiz'.
ca en la escotadura íl mientras que el émbolo
sé eleva a la altura solídente para que gjjgg
escotadura aparezca por encima de la cubierta
11. — L es un pequeño agujero que tiene el ém-
bolo, por el cual pueda salir el. aire del rondo
del tubo AA, cuando se buja el émbolo por
primera vez.
«Para hacer uso de oslo instrumento , se
vierte un poco de agua en el tnbti AA, basta
unas 3 ó 4 lineas (8 o !) milímetros!; se ¡nirodu-
ce ensoguilla el émbolo hasta abajo, de suerte
que el agua que haya en el fondo del tubo sal-
ga por el agujero L. Entonces se cierra diebo
agujero con ia bari a MM, y se coloca la cubier-
ta II, que üene los agujeros necesarios non
entrar sin obstáculo. Encendiendo luego un
fuego regular sobre el tubo AA, se cállenla
nluy pronto, porque solo es de una bioja muy
delgada de mülal, y el agua que hay denlro
trasformándose en vapor verifica una presión
lan fuerte que sobrepuja -al peso do la atmós-
fera, y hace subir el émbolo BB hasta que por
encima de la cubierta I aparece la escotadura
II y la barra de hierro EE se halla oprimida por
el resorte G, todo lo cual no se verifica sin bas-
tante ruido. Entonces se aparta en seguida el
fuego, y condensándose en el momento los
vapores encerrados en el tubo se convierten
por la frialdad en agua, dejándolo completa-
mente vacío do aire. Al suceder esto, se hace
girar la barra E, lo suficiente para que salga
de la escotadura 11, dejando al émbolo en com-
pleta libertad para que descienda: sut:edc en-
tonces que este es empujado inmediatamente
por o! peso de la atmósfera y produce el mo-
vimiento qüe se desea con tanta mas fuerza
cuanto mayor es el diámetro del tubo. Es evi-
dente que el aire no obra sobre los tubos con
loda la fuerza de que su peso es capaz; por-
que be visto prácticamente que habiéndose ele-
vado el émbolo, por efecto del calor, Hástit la
parle superior de! tuboAA, desciende en segui-
da hasta el fondo, y esto muchas veces con-
secutivas; de manera que no puede suponerse
existiera, cantidad alguna do aire que se opu-
siera por la parte inferior y resistiera su ¿leí-
censo....» ' i''"'
lie aqui la descripción mas clara y metíiol-
ca de la maquina llamada mas adelante atmos-
férica, por que pone enjuego la presión de la
aliui'isfera. Un los aparatos de lfer.on do Ale-
jandría, do Salomón de Oaus, dé Branca, ¡pJ
cia el vapor su acción de un modo muy ili le-
vente; aqui obra en un cuerpo' do bomba coa-
¡17 > VAl
,1ra un émbolo movible, qno se mueve con muy
poco rozamiento, alternativamente de abajo
arriba y de arriba abajo. Este es el principio
de la máquina de vapoi1, tul corad hoy se usa
todavía.
papirt conocía perfectamente la cansa físi-
ca de la fuerza de su apárala. '¡Como el agua;
dice, tiene la propiedad, traeformada ' por el
fuego en vapor, detener, como el aire, fuerza
elástica, y de condensarse de repente por ct
frío, siu que le quede rastro alguno de esa
fuerza, he creído que no seria difícil construir
máquinas en las cuales, por medio de ttc calor
y un frío moderados, liiciera el agua un vacío
perfecto,...»
No cori menos claridad- había comprendido
la fuerza que era dado prometerse de ese nue-
vo motor y las aplicaciones qué de él podían
hacerse: «Se ve, dice, hasta que punto esta
máquina, tan sencilla, podía suministrar ftter-
aas prodigiosas, y con facilidad..,.» Y mas
adelante: «Seria largo de referir aquí de que
manera podría esta invención aplicarse á sacar
ú agua efe las miñas, arrojar bombas, na-
vegar contra los vientos, y otros muchos usos
parecidos; pero conviene que cada uno , se-
gnn sus necesidades, imagine las conslruccio-
nes mas adecuadas á sus deseos. No puedo siu
embargo, dejar de manifestar aqui, si bien de
paso, que esta fuerza seria en estremo prefe-
rible á los galeotes para caminar velozmente
por el mar....» Para producir estos diferentes
efectos, proponía Papin el uso simultáneo de
muclios cuerpos de bomba, de tal manera que
la presión del vapor obrase en el uno, mien-
tras el vacio se operaba en el otro. «Como esos
tubos no podrían cómodamente hacer jugar los
ranos ordinarios, seria necesario emplear re-
mos giratorios como los he visto hace tiempo
en. una máquina que mando construir en Lón-
(h'esS. k. S, monseñor el príncipe Palatino Ro-
berto, á la que algunos caballos hacían andar
por medio de remos unidos á un eje; cuya
prueba salió con tan feliz éxito, que el barco
itel rey, no obstante llevar diez y seis reme-
ros, quedó muy alrás de esla máquina.. .,»
Asi, pues, buscando sobre todo el medio de
sacarde su máquina atmosférica un nuevo mo-
do do elevar el agua, había conocido perfecta-
mente Papin (¡iie el movimiento alternativo
del 6miiolo en'el cuerpo de bomba podía reci-
bir otras aplicaciones y llegar á ser un motor
universal. Había propuesto con especialidad el
«so del vapor para la navegación.
Este magnitlco conjunto de ideas fundadas
sobre esperimeiitos positivos se, encuentra
consignado, como dejamos dicho en las Acta
Eruditorum, publicadas en Leipzig en agosto
™ 1690. Solo ocupan el espacio comprendido
éntrela página 4! O y la 414. Cinco años'mas
tarde, en rC95, fué cuando aparecieron, con
alguna mayor estensíon en un pequeño volu-
men publicado en Cossel, en lengua francesa,
"fijo el titulo siguiente: Recueü de diverses
2221 BIBLIOTECA POPULAR.
'OH 818
piéces touchant quelques nouveües •machi-
nes; y en Marbourg, en latin, bajo el de: Fas-
ciculus dissertationum de novis quibusdwm
machines, etc.
Entre las varias materias que e! autor des-
envuelve, dos hay que merecen una atención
especiat: refiérese una de ellas al medio de ob-
tener una combustión mas activa y perfecta
que la de los hornillos ordinarios: es relativa
la otra al modo de trasformar el movimiento
de va-y-ven del émbolo en movimiento circu-
lar coutinuo con auxilio de remos giratorios.
ha fig. 26 representa un hornillo ATO,
cuya parte AB, EC contiene el fuego. El aire se
introduce en A por un ventilador al cual Papin
da el nombre de bomba de Hesse. El cilindro
para calentar se coloca en el receptáculo DE.
Papin anuncia que este aparato era funeivoro,
y que bastaba un cuarto de minuto para levau-
lar el émbolo en un tubo qneesriuesto á tm ca-
lor ordinario necesitada un minuto completo.
Las fias. 27 y 28 [lám. LXVl de las An-
tes mecánicas) manifiestan cómo Papin quería
trasformar el movimiento de va-y-ven del ém-
bolo en un movimiento circular continuo, con
objeto de aplicar la fuerza motriz del vapor á, la
rotación de un eje horizontal, y sobre todo á
la de algunas ruedas de paletas con qué pen-
saba proveer á su embarcación. Quería em-
plear para un mismo eje tres ó cuatro cilindros
cada uno de ellos con su émholo correspon-
diente, los cuales debían calentarse sucesiva-
mente, de manera que' uno comenzase á obrar
cuando el otro acabara de hacerlo. Represen-
ta la fig. 27 uno de estos cilindros en el mo-
menlo en que, por la condensación del vapor,
el émbolo cae y comienza á obrar por Ja pre-
sión atmosférica, sobre. la rueda dentada que
rodea el eje giratorio. En la fig. 28, al contra-
rio, vemos el émbolo en la parte inferior, des-
pués de recorrer toda la ostensión del cilindro.
Tanto en una comoen otra figura, está dispues-
to el cilindro de modo que por causa del ém-
bolo no se impida en manera alguna la rota-
ción del eje horizontal, en tanto que el ém-
bolo no obre por su peso. Papin decía que es-
tos cilindros dehian ser movible^, que debía
aproximárseles sucesivamente á un fogón lijo
y que debía colocárseles en seguida cerca dé-
la rueda dentada del eje horizontal, asi que
pudieran obrar por la condensación del vapor.
Esle media era sumamente imperfecto, pe-
ro en fin, el problema déla aplicación del va-
por á la navegación había sido propuesto y re-
suelto teóricamenle.
Esa primera idea del uso de la fuerza mo-
triz désarrollada con el muvimiento alterna-
tivo del émbolo en el cilindro, es tan fecundan
é ingeniosa, que bieu merece; dediquemos al-
gunas lineas en busca de sus primeras apli-
caciones.
' La bomba . impelenle y aspirante de dos-
cuerpos con. un émbolo cada uno de ellos , se
encuentra descrila y dibujada en las Pneumá-
l. xxxrn. 52
819
Vapor
ítcasde Heron de Alejandría. Está -Indicado es-
pecialmente su uso para los incendios. Vitrti-
"vio, que escribió cien años mas tarde que He-
ron, atribuye ai maestro de este, Clcsibio, la
invención de ese ingenioso aparato.
Por oíra parte, toda máquina tiene su in-
versa, en la cual se convierte en potencia la
que antes era resistencia, y viee-versa. Era,
pues, natural que se buscase nn mecanismo en
donde la fuerza mótriz obrara encima y deba-
jo de un émbolo dotado del movimiento de va-
y-ven en un cilindro.
El primero que abordó la resolución del
problema fué ei celebre Huygcns, que, por los
años de ItlSO, ideó emplear para este uso la
pólvora. Colocaba una pequeña cantidad de
ella en la parte inferior de un cuerpo de bom-
ba vertical. Poníale fuego: la esplosion levan-
taba á la parte superior del cuerpo de bomba
un émbolo equilibrado por uu contra peso,
obligando al propio tiempo al airo y á los ga-
ses á pasar por dos tubos laterales de cuero
flexible que hacían el ollcio de válvulas. Boa
vez hecbo el vacío en el csierior descendía el
émbolo-obligado por el peso de la atmósfera le-
vantando cierta carga adicional del contra-
peso.
Peró la idea de usar la pólvora como fuer-
za motriz no era de Huygeus: había sido anun.
ciada el año ,1(i7S en un opúsculo' titulado:
Pendule per¡iétuélle, aveo la maniere d'ele-
ver Vean par le mayen de la poitdrc á caoon,
por el sacerdote Joan de líautefeuille. Este au-
tor, nacido en Orleañs el año 1047, y muerto
en el de 1724, es uno de los inventores mas
ingeniosos y fecundos de su época. En la obra
que acabamos de citar, únicamente usaba el
vacio producido por la combustión de la pól-
vora para aspirar el agua en un tubo provislo
de chapaletas ó pequeñas válvulas. Cuando su-
po que Hoygens habia hecho esperimentos en
los cuales empleábase el vacio para elevar
cuerpos sólidos, consignó de nuevo sus ideas
sobre esta materia en sus Reflexiones sur
quelques machines á élevar tes caux (París
\ 682). La descripción sumaria del apáralo y
de ios esperimentos de Hoygens; no se publicó
hasta 1693 , en la bella, colección titulada:
KDivers auvrages de mathématique et dephy-
sique, pqr M. M. de l'Academie royale des
Sciences., París, iu folio.
Al parecer no tuvo Papio conocimiento del
opúsculo de líautefeuille , pero siguió los es-
perimentos dellny.gens, y hasta le ayudó, co-
mo lo dice él mismo en las Acta Eruditorum
de 1688 fpag. 501). Atrajo nuevamente la aten-
ción de los sabios bárdaoslo objeloen el núme-
ro correspondiente al mes de mayo de ¡6S7 de
las Nouvelles Batanes, y en los párrafos an-
tes citados de las Actes de Leipzig ( 1 B8S], En
el mes de diciembre de este último año publi-
có el mismo periódicú la descripción de lamá-
quina representada en nuestra fig. 29, des-
crípcion'y figura que so reprodujeron en el
Hecue.il de diverses piéces impreso en Cassel
en IGílü. He aquí la esplicacion de dicha (i-
gura:
00 es una rueda hidráulica puesta en ¿0.
virulento por un golpe de agua.
PP-B es un eje doblemente encorvado ¿pe
alraviesa el centro deesa rueda y quese mue-
ve con ella.
00, 00 son cuerpos do bomba con ératelos
V, V, los cuales' Üeuen las válvulas T, 'f, que
se abren de abajo á arriba.
' lili , RR, RR son los tres limaos de un tubo
de comunicación entre las bombas aspírenles
00, 00 y la llave SS.
'Sa.es una llave que licuó varios objetos,
según los casos, establece ó interrumpe lam'.
municacion entre el tubo ltltltll y el tulioí,
interceptando la que tienen con el tubo M: de
manera que si el vacio tiende á formarse de-
bajo del émbolo. Il en el cilindró il, el aire cs-
ierior comunicará libremente con la parlo in-
ferior del émbolo O en el otro cuerpo de bom-
ba LL, y entonces ninguna resistencia ofrece-
rá ú movimiento dicho émbolo G.
EíiE, l'TF son cuerdas rolladas en sentido
contrario alrededor del eje no, de suerte que
una se arrolla cuando lií. oirá se desarrolla, y
el émbolo fl sube cuando* el émbolo II baja, y
asi sucesivamente.
AA es una gran rueda fija sobre el eje 1)D.
lifiHB, cuerda rollada sobre esta metía, que
hace subir y bajar uno tras otro dos cubos, nuo
de los cuales está señalado con la letra G.: el
lleno sube mientras .el vaciu baja.
Esla máquina era considerada por Pap
como «un medio de trasportar muy lejos la
fíierza de los rios.» ha presentó oa ifiST á la
Sociedad Real de Londres y la propuso mas
tarde al conde Guillermo Mauricio de Soláis,
cuyo personage le había eonsullailo sobre el
mejor medio de cstraer el agua do una mina,
á poca distancia de la cual corría un rio cuya
fuerza motriz podía utilizarse. Las objeciones
hechas por la Sociedad Real y los inconvenien-
tes puestos en evidencia por el uso de la pól-
vora, obligaron á Papin á ensayar otro medio
de producir el vacio debajo del émbolo. Va se
conoce cuan felizmente resuelve ese problema
la condensación del vapor por el frío. Asi,
pues, de transición en transición se finitas-
.formado la bomba de Clesibio en una máquina
inversa en la queexisten reunidas condiciones
que á primera vista parece imposible reunir.
Resumamos en pocas pal abras este largo
parle de nuestro ensayo histórico.
Papin ha hiendo la primera máquina (le To-
par con émbolo y cilindro.
Ha observado antes que nadie, que la ac-
ción de la fuerza elástica del vapor puede com-
binarse en una máquina.de esla clase, con a
propiedad de que goza ese vapor, consigwa
por él, de «volverse á condensar por el tn»
de. modo que nó conserve señal ninguna de su
elasticidad.»
m
¡la comprendido desde luego la importan-
te y generalidad del motor universal que in-
trodíicin. y lia indicado explícitamente la na-
vesrncion al vapor.
jOgg 1702. Primara maquinada vapor
ejecutada en gran escalapor Savery. El 25
dejiiltóde \i¡9% es decir, ochenta y tres años
¿espito? de lú publicación del libro titulado,
fcisbñsdéS [orces motivantes por Salomón de
Caiü, y ocio también después do haberse in-
sulano en las Áctes da Leipzig la maquina de
rapin, el capitán Tomás Savery obtuvo tina
patente para esplotar cierta máquina, qite,
I l íi i-cionada y colocada en estado de fnne-io- •
iiar de una manera Útil, está representada' cu
nuestra fig. 30. El vapor Se produce en la cal-
dera li, ¡sdlockfla sobre un hornillo: tiene aque-
lla ana válvula de seguridad V. Estando abier-
ta la llave G, pasa.cl vapor de la caldera al va-
so S: oprime al agua encerrada en esc vaso,
yon el tubo A se levanla necesariamente la
válvula a y se cierra la válvula b. El agua sa-
le con violencia por la parte superior del tu-
co A, Ruando el vaso S queda vacio, se cierra
la llave G, interceptando la comunicación en-
tre la caldera y el recipiente S, y se dirige
por medio de la llave E una corriente de agua
fria á ese recipiente con objeto de condensar
alli el vapor que se lia introducido. El vacio
so produce por la condensación del vapor; en-
tonces se levanla la válvula 6, y el agua del
receptáculo inferior que se traía de apurar,
snbe ál recipiente S por el tubo I). Se' abre la
llave G y va siguiendo asi la operación.
Un modelo de la máquina de Savery pre-
sentado por vez primo ra el 1 4 de junio de IG90
á la Sociedad Real de Londres, funcionando en
presencia suya para obtener la aprobación. Las
Transacciones filosófica? de ose aüo (núme-
ro- 253, p. 228) mencionaron sucinlameule
diclia aprobación, dando al propio tiempo dos;
lljíiiras que representaban, la.máquina, acom-
pañadas ambas de una simple leyenda. Las Ac-
tas de Leipzig de 1 ." de enero de 1 700 [pág. 29
lám. !} reproducen el párrafo y la figura de
las Transacciones. Nosotros damos una re-
dacción muy exacta de las figurasen los nú-
meros 31 y 32. El primero representa la má
pina de frente, el segundo en perspectiva.
A es el fogón, B la caldera. G, Gv son. dos
llaves que, abriéndolas sucesivamente, pef-
milen el paso del vapor á los vasos D, I). K-¡-
tos dos vasos reciben de un depósito inferior,
1,^1 agua que trátase de elevar. E, B, E, E,
válvulas que se abren de ahajo á arriba, F, F,
llaves que retienen el agua del depósito supe-
rior. G, tubo de propulsión. II, tubo aspirador.
I. depósito inferior.
Comparemos ahora la porción déla fig. SO
pe hay á ja derecha de la llave G con la 'bella
fílenle propuesta en I (3 1 5 por Salomón de Cans
(véase ta fig. (5, lám. lXW\. para elevar el
agua por el calor solar. ¿Qué resulta de esta
comparación? En. una y en otra, el agua del
822
depósito inferior se aspira a consecuencia del
vacio producido en ttn recipiente colocado en
la parte superior. Eu una y en otra, a presión
ejercida cu el iuterior del recipienle obliga al
agúa á subir por iin tubo al recipiente supe-
rior. Las válvulas eslán dispuestas del mismo
modo. Difieren, sin embaago, en lo siguiente.
En el aparato de Salomón do Caus, la presión
so ejerce por el aire calentado por los rayos
solares, el vacio (muy imperfecto por otra par-
te) se produce por la ausencia de esos rayos.
En la máquina do Savery, por el contrario, el
vapor ejerce la presión necesaria para que as-
cienda el agua, y el enfriamiento de dicho va-
por, obtenido por una inyección estertor de
agua fria, ocasiona el vacio. Pero Salomón de
Cans había ya "indicado esle uso de la presión
del vapor ochenta y tres años antes; y la má-
quina de l'apiu, anterior. en ocho años á la de
Savery, estaba esencialmente fundada sobre la
formación del vacio por la precipitación del
vapor. Si se pretende atribuir á Savery la idea
de haber separado la caldera del recipiente en
que ejerce sil presión el vapor, nosotros de-
bemos hacer notar que k'ircher habla publica-
do ya esta idea en 1 64 1 (véase la fig. 21, lá-
mina LXIV), idea por otra parle consignada
en muchas obras. «¿Qué le queda, pues, á
Savery? El honor de haber construido antes
que nadie una máquina de vapor en grande
escala, y, si se quiere, él de baber operado
Ja condensación de! vapor por el enfriamien-
to que las aspersiones de agua fria ocasiona-
ban en las paredes estertores del vaso metá-
lico que ía contenia. Describiendo por vez
primera este ingenioso medio de producir el
vacio, no. so había espücado Papin efectiva-
mente sobre las diferentes construcciones fá-
ciles de imaginar (estas sun sus palabras) que
pueden emplearse pava conseguir ese objeto,
liuranle sus esperi mentes con un pequeño ci-
lindro," contentábase, como- se ha visto, con
disminuir la acción del fuego (1).»
170o— 1712. Primera aplicación-engran-
de de la máquina atmosférica, por New-
eomen, Cawtey y Savery. La comparación de
nuestra fig. 30 con tas figs. 31 y 32, que re-
presentan él primer modelo de Savery, mani-
liesta que nada iiabia imaginado ese inventor
en un principio para renovar el agua en la
caldera, ni tampoco para acelerar el enfria-
miento del vaporen los recipientes. Hasta 1702
no publicó en una obrita titulado el Amigo det
Minero [The Miner's Triend), Ja descripción
de la máquina perfeccionada, cuya vista pre-
sentamos nosotros en nuestra fig. 30.
<¡Lós mineros mostráronse poca agradeci-
dos. Uno solo pidióle máquinas. Estas se em-
plearon únicamente en distribuir el agna en
los palacios, casas da recreo, parques y jardi-
nes: no podían salvar otras diferencias de ni-
vel que las de 12 á 15 metros. Es necesario
[I) Aragn, Ánn, des £opg. t329, p, 183'.
VAPUR
823
VAPOR
reconocer, por lo demás, que los peligros de
las esplosiones hubieran sido formidables si se
hubiera dado á los aparatos la inmensa poten-
cia á que e! inventor Creía podían alcan-
zar {]).«
Entre los hombres cuya atención se lijó en
la máquina de Savery, figuran Tomás Newco-
men, herrero, y Juan Cawlcy, vidriero, ambos
Tjaturalesde Darmouth, en el Devonshirc. New-
comen tenia alguna instrucción. Estaba en cor-
respondencia con el célebre R. líooke, sil
compatriota, uno de los genios de mayor in-
ventiva de esa época tan fecunda en invento-
res. Entre los varios proyectos que juntos ha-
bían discutido, no olvidaron la idea de Papin,
, la del cuerpo dé bomba con émbolo. Se ha
erieoEtrado entre los papeles de Hooke el
borrador de una caria en que procuraba este
sabio disuadir á Kewcomen para que no cons-
truyese una máquina según este principio. La
caria encierra esta noble frase: «Si Papin pu-
diera operar súbitamente debajo del émbolo,
vuestro negocio estaba hecho (2).»
La aspersión del agua fi'ia sobre las pare-
des del cilindro daba el medio, sino de llegar
á este resultado, al menos el de aproximarse
mucho: y el producirse el vapor en una cal-
dera separada del cilindro, presentaba la cues-
tión como muy hacedera. Tales fueron las ideas
que Newcomen y fiawley quisieron poner en
ejecución, asegurándose ardes con uu privi-
legio de invención. Pero Savery había ya con-
seguido una para la máquina cu que el vacio
se producía por la condensación del vapor.
En consecuencia de eslo, celebróse un arreglo
entre Newcomen, Cawley y Savery. Los tres
disfrutaron el privilegio de la patente que ob-
tuvieron en- 1705. Tal es el origen de la má-
quina conocida entre Los artistas bajo el nom-
bre de máquina de Newcomen ó de máqui-
na atmosférica.
Esla máquina so compone esencialmente
de un cuerpo de bomba con un émbolo, de-
bajo del cual llega el vapor como en la má-
quina de Papin; gofamente que el vapor se
produce en una caldera separada y se conden-
sa, no por disminuir la acción del fuego, sino
por una aspersión de agua tria contra las pa-
redes del cilindro.
«A principios del siglo XVIII, él arle de
construir grandes cuerpos de bomba perfec-
tamente cilindricos, el arle de colocar eu su
interior émbolos movibles que los cerrasen
herméticamente, estaba muy adelantado. Eu la
máquina üe 1705,. para impedir que el vapor
se escapara por los intersticios comprendidos
entre la superficie del cilindro y la parte es-
terior del émbolo, hallábase 'la superficie su-
perior de este constantemente cubierta con
una capa de agua que penetraba todos los hue-
cos y los llenaba. Cierto dia que una de estas
Arago, Elogcde 'Watt.
RobinffOn, .1 Syilem., t. II, p. 58,
máquinas funcionaba en presencia de sus cons
Iructores, observaron estos, con gran sornin
qne. et émbolo descendía muchas veces Uní'
das con mayor rapidez que la acostíimbradn
Parecióles tanto mas eslraña esa velocidad
cuanto que el enfriamiento producido por mu
corriente de agua fria que bajaba esieriormen'
le á lo largo de la superficie del cuerna de"
bomba, no habia traído consigo hasta culón
ees sino con mucha lentitud ía condensación
del vapor interior, Después de examinado aten
lamente, quedó averiguado que el fenómeno
se veri li caba ese dia de otra manera. Encon-
trándose el émbolo accidentalmente agujera-
do, el agua fria que lo estaba cubriendo, caía
á golas en lo interior del cilindro, atravesan-
do el vapor y enfilándolo, siendo esto cansa
de su rápida condensación.
«Desde esla época tienen las máquinas at-
mosféricas una abertura en forma de remato
de regadera: por ella, á manera de lluvia, cae
el agua fria en el interior del cilindro, 'con-
densándose el vapor en el instante en que el
émbplo debe descender, be esle modo evitase
el enfriamicnlo estertor, siendo mas rápido el
movimiento de va-y-ven. Esla importante me-
jora, como otras muchas que pudiéramos citar,
fué el resultado de una feliz casualidad (l|.i
A mediados ó finpsdelaño de l7l2ínlrodii-
josc por primera vez la condensación por in-
yección, en cierta máquina atmosférica esta-
blecida por cuenta de uu tal Mr. Back de H'ol-
verliampion, con quien los tres asociados ha-
bía .contratado la elevación de unas ngaas.
Necesitaron, pues, cuando menos siete años
para plantear y aplicar por primera vez un
principio que conocían.
La fiy. 33 representa la máquina con esla
modificación.
El vapor engendrado en la caldera B pasa,
por la abertura P, al cilindro C, y destruye el
erecto de la presión atmosférica que se ejerce
sobre la superficie superior del émbolo T. El
contrapeso hace subir el émbolo, Habiendo
llegado esle á la parle de arriba, se cierra la
llave P por medio del mango íí, abriéndose lue-
go la llave 0, lo cual permite á una corriente
de agua fría que descienda al depósito L por
el tubo ir, que salte al cilindro por la abertura
X y que allí se condense el vapor- La presión
atmosférica hace entonces descender el émbo-
lo, levantando el contrapeso T y los brazos tic
bomba unidos al brazo izquierdo GE del volan-
te EGD. El aire y el resto del vapor no con-
deusados contenidos en el cilindro G salen du-
rante el descenso riel émbolo por una válvula
lateral. El agua de condensación escápase por
el tubo 0, en cuyo remate inferior bay igual-
mente una pequeña válvula ó chapaleta U. El
listón R hace mover una pequeña bomba im-
pelente qne. eleva al punto L el agua destina-
da á la condensación. G es el eje de rotación
(i) Arago, Ami. des Long, 1823.
823
VAPOR
del balancín, el cual eslá dolado de un moví- bolo. El brazo derecho H baja, el brazo iz
miento de rotación alrededor de su eje. Las qnierdo h vuelve á subir. Entonces el émbolo '
cadenas que levantan alternativamente poruña (
parle el émbolo y por otra el contrapeso y j
las brazos de las bombas, se arrollan en unos
áreos de círculo adaptados al balancín: por
medio de esas' cadenas semanlienen constante-
mente en la misma posición vertical.
En las primeras máquinas de Newcomen,
ins llaves a, 0, se movían con un manubrio,
i La Iradicion atribuye ;i un niño llamado llum-
plirj' l'otler, la invención del mecanismo, con
cuyo auxilió la misma máquina hace girar las
llaves en el momento preciso. Cuéntase que
Poller, fastidiado un dia por no poder jugar
coa sus amigos, discurrid el medio de alarlas
puntas de dos bramantes á las manecillas de
las llaves que debia abrir y cerrar. Atadas las
oirás puntas al balancín, el movimiento de nsle
llega á la parte mas elevada, se cierra el re-
gulador, y se abre , por medió de nn listón
señalado con los números 1,2, tina llave sobre
la cual obra ese listón. Abierta la llave , el
agua contenida en la parte superior pasa por
el tubo lINri al cilindro G, en donde se produ-
ce la condensación, bajo la influencia del va-
cío formado en el cilindro, desciende el ém-
bolo, obligado por el peso de la atmósfera:
desciende también el estremo izquierdo h del
balancín, elevándose el estremo 11: las bom-
bas k, i suben el agua. Z es un tubo por el
cual se dirige el agua á la superficie del ém-
bolo para tener siempre humedecido el cuero
de que está rodeado. El tubo Wl sirve para ali-
mentaria caldera, por medio del agua, fria ya,
(pie ha quedado encima del émbolo. El agua
al subir y bajar, hacia las veces del mucha- 1 de inyección tiene salida por el lubo X, cuya
clio (11.» El mecanismo de Ilumphry Potter fué j cstremidad inferior es curva, y hay en ella
llamado por él mismo scoggon, de una pala-
bra popular del condado de York, que significa
perezoso. Aceleróse el movimiento de la má-
quina, dando quince ó diez y seis golpes por
minutó.
Él mecanismo para abrir y cerrar las lla-
ves permanecía aun muy complicado con gra-
pones y resortes, euando el ingeniero Beigh-
ton, entregado exclusivamente á la construc-
ción de máquinas para las. minas, hizo en ?íew-
caslleelaño 1718, una máquina do- vapor, en
¡a cual estableció un solo brazo suspendido al
una válvula. El tubo W es un. espacin para el
agua que cubre el émbolo. Se vé en X olro
lubito, con su válvula llamada válvula silban-
te, por la cual se escapa, cuando el émbolo
llega á la parte inferior, el aire producido por
el vapor , y el agua de condensación, ha pe-
queña cantidad de agua que sale por esa vál-
vula se vierte en el tubo V. La bomba cuya
varilla es i sirve para el achicamiento; la que
corresponde á la varilla k conduce el agua al
conducto, y la lleva basta el depósito, de don-
de parte el tubo M. La varilla vertical QQ es el
balancín, é introdujo un mecanismo inventado ' plug-frumé. Sube y baja con el balancín, sos-
por 61 mismo [han gear), mecauismo del que, i tenida por las muescas practicadas en el stte-
con algunas pequeñas variaciones, se hace lo. y en una pieza trasversa colocada á algu-
uso todavia en las máquinas modernas. . nos metros del mismo. Como se ve, tiene una
La fig. 34, [lám. LXVl), representa en muesca y varias clavijas, por cuyo medio obra
perspectiva, tomada del Caurs de Phisiqtte \ sobre las palancas que dirigen el regulador y
espérimentale de Désaguliers, una máquina
de Newcomen perfeccionada con todos los
adelantos entonces conocidos , según el tipo
mas acabado que de ellas se tenia á mitad del
siglo Xvll!. A pesar de su aparenté complica-
ción, se comprenderá fácilmente esa figura
por cualquiera lector que se haya tomado la
molestia de seguir nuestra historia desde los
primeros ensayos de Papiu en 1690.
Debajo del fogón, y en el interior de una
capa de fábrica, se encuentra la caldera, cu-
yos contornos marcamos con las letras O, O,
0. En el eje vertical de la caldera está colo-
cado el cilindro (JO, que comunica con la cal-
dera por medio del tubo d. El vapor solo pe-
netra en el cilindro cuando se abre el regula-
dor ó disco que cubre "ó descubre al volante
a parle inferior del tubo i. Cuando está abier-
to ese regulador, empuja el vapor al émbolo
Lacia arriba, ó mas bien le permite vencer la
presión atmosférica. Entonces las partes i, k
de las bombas unidas al brazo derecho del ba-
lancín hü, levantan sin esfuerzo alguno elém-
l<) Arsgo, Ani\, cler l.nng., ÍE20.
a llave de inyección.. Es inútil entrar en mas
detalles para hacer comprender su objeto. Las
varillas L, QQ, k, i, permanecen constante-
mente en djreccion vertical; gracias á los ar-
cos de circulo en que se arrollan y desarro-
llan las cadenas según los movimientos osci-
latorios del balancín. F indica una válvula de
seguridad, que obra por un medio muy im-
perfecto y muy distante del inlro'ducido por
I'apin. En la parle G hay colocadas dos llaves
de prueba, que corresponden á los tubos cu-
yas eslremidades inferiores tocan el agua ó el
vapor, cuando el nivel del agua en la caldera
ha llegado á una altura conveniente. Para que
se llene esta condición, es necesario que 'el
tubo de la izquierda produzca una corriente
de agua y el de la derecha una de vapor.
Sentado junto al macizo del centro, apare-
ce el mecánico que dirige el aparato. Alli
está, en perfecta calma, no teniendo que des-
empeñar trabajos penosos, observando con
ojos inteligentes la marcha de su máquina,
añadiendo ó quilando combustible, según sea
necesario, y cuidando que todas las partes del
mecanismo funcionen con regularidad. El va-
por se encarga de lo demás: el hombre solo
interviene para dirigir los movimientos de un
motor gigantesco, que . hace aquéllo, paralo
cual la antigüedad, pagana hubiera necesitado
miles de esclavos.
La inmortal concepción de Papin pasó por
último al dominio déla práctica industrial.
Ese genio superior habla presentido también
los perfeccionamientos ulteriores que permi-
tirían á la máquina marchar por si misma. En
la aplicación de su primera máquina de doble
efecto, representada en la fig. 59. «se podría,
dice, encontrar cierto medio para (pie la mis-
ma máquina diera vueltas á la llave, cuando
fuese necesario » ¿Porqué estraña fatalidad
se lia olvidado casi siempre en la historia de
la1 maravillosa máquina que tanto honor hace
á. la inteligencia humana, el nombre do esc
talento eminente, á quien solo copiaron New-
comen, Cawiey y Savery, siéndole deudores
del cilindro de vapor, con émbolo Je movi-
miento alternativo, del vacio por la condensa-
'cion del vapor, y de la válvula de seguridad?
Para contestar á esta pregunta, es preciso re-
montarse hasta la época en que recibió el va-
por sus primeras aplicaciones con respecto
i la industria. Esto es lo que liaremos muy
presto.
1705. Dalesme. En la Histoire de I'Aca-
démie, de 1705, pág. 137, se hace la mención
siguiente.
*Mk Dalesme ha propuesto algunos pensa-
mientos cuya realización se ha creído úlil, y
que mercciati se hicieran algunos esperimen-
tos en grande.
illa imaginado que podría emplearse como
fuerza motora ta elasticidad del vapor que se
desprende, deí agua caliente y lia presentado
nna máquina en que esa elasticidad hace sal-
tar el agua á gran altura, según su potencia.»
Ninguna otra noticia se da sobre esta má-
quina. Mr. de Prony, asegurando el pesar que
tenia por no haber conocido los detalles del
método de Dalesme, dice, en su Nouvelle Ar-
ehitecture hydrauliquc, ¡t. II, pág. 52¡ que tai
vezisu'modelo se encuentre en la colección
de máquinas de la Academia, pero que no pue-
de allrmarse mientras que dicha colección nd
so ponga' en orden.
lf¡9S— 1707. Continuación de los traba-
jos de Papin. Todavía trabajaba Papin el. año
1698, á espensas del elector de líesse, hacien-
da esperi.mentos sobre el vapor de agua en
una nueva máquina que atribuye al mismo
elector. Cuando abandonó sus investigaciones
comunicó los resultados que habla obtenido á
.muchos sabios con quienes estaba en corres-
pondencia, entre otros, á Leibnit».. 'Contestó
este 'á Papin que buliia tenido él también la
-idea de emplear la fuerza espausiva de! vapor.
"Lo que manifiesto aqui, dlcel'apíii, no es
para que se crea que Mr. Savery, que ha pu-
blicado después esta invención en Londres, no
es efectivamente su inventor: no dudo que ha-
m
ya tenido este pensamiento, como á oíros ha
sucedido, sin haberlo tomado de nadie; pero
lo que digo están solo para hacer ver que el
huí Igrnve fué el primero que ha formado na
designio tan úíil.i>
Leibnitz, en un viage que hizo á Inglater-
ra en 1705, habiendo tenido ocasión de ver al-
gunas máquinas construidas por Savery, remi-
tió, á Papin el dibujo y la descripción de una
de ellas, puliéndole su parecer sobre al méri-
to del invento. «Aunque su construcción es ¡il-
gun tanto diferente de la nuestra, dice l'apin
y aunque no longo el texto tille debía esplicar
ia figura, conozco, sin embargo, que la máqui-
na inglesa fundase en el mismo principio que
la de Cassel, y he tenido el honor de hacérse-
lo observar al señor landgravc. Esto hizo lo-
mar á S. A. S! el designio de mejorar esa in-
vención, que sin duda es úlil, pero que sis
embargo, es mus flefécfüósa' de lo que so pien-
sa, como probaré mas, adelante. Puedo asegu-
rar desdeluego que lia costado mucho tiempo,
mucho trabajo y muchos gastos el llegar á la
perfección que hoy tienen estas máquinas: se-
ria muy largo particularizar las dificultades
imprevistas que se lian cruzado y los esperi-
meutos que han ofrecido rín resultado com-
pletamente dislinlo del (pie háblá derecho i
esperar. Asi, pues, me limitaré á manifestar
cñln preferible es lo que tenemos h'rjyálopí
habíamos hecho antes y á lo que destines lia
llevado á cabo Mr. Savery. Con eslo el público
ne podrá engañarse en la elección de esas di-
ferentes máquinas y se aprovechará sin difi-
cultad de lo que tupio ha costado. También asi
probar;!.-.'.1 que la obligación hacia S. A, S. no
es simplemente por haber tenido la primera
idea, sino por haber superado los obstáculos
qué al principio se presentaron, Y haber con-
ducido la malcría al grado de perfección que
tiene al presente (l)t»
He aquí la descripción de la máquina do
Papin [fig. 35, lám. LXXll de las Artos fflí-
cánicasi.
AA gran recipiente ó caldera, llamada por
Papin relorla, siguiendo á los anímicos de ;u
época. Esta caldera se halla colocada en un
¡lomillo.
Allü tubo encorvado, con una llave, E, fa-
cilita ó intercepta, según sea necesario el pa-
so del vapor engendrado en la caldera,
CC tubo que sirve para llenar íá caldera.
Dt) cuerpo de bomba deslinado á recibir el
vapor engendrado' en la caldera: su óiómel»
20 pulgadas francesas (0™, 541.
FF émbolo movible en el cuerpo de bóto»;
que recorre una distancia de 10 pulgadas frao-
cé'áas (Om, í:ii: es un cilindro hueco fieme»
que finta sobre el agua.
(t) Soüttíít ma¡uúrepourle"er l'eaii ¡wja í«'-
re du fe u, mine m lumifrr par JHF. »■ .''"/"!'„! ,'„,
tnur un medecine, profemieur enuuüh.u JmrwgM
óonuiller rfe S. A. S. ele Baae et mrmbrede f»wu«¡
té /¡o.i/ftie de Lóndrrs: en Cusscl, 1707, 6.° menor, M
páginas can una h'imina.
VAPOR
829
Vapor
830
BG tubo que sirve para llenar de agua el
cuerpo de bomba DD.
Illl encorvado, cuyo mayor diámetro cor-
responde á la parle inferior del cuerpo de
bomba DD: comunica coií el tubo GG.
II mbo abierlo por arriba y cerrado por
abajo, que pasa por el centro de émbolo, ai
cual se baila unido. Se introducen en este tubo
por la abertura L unos pedazos de hierro, que
permanecen suspendidos en la parte superiur,
hierro destinado á aumentar la tensión del va-
por que pasa déla caldera al cuerpo do bomba.
oh, ab, válvulas de seguridad de palanca,
adaptadas en los tubos GC y L. w
JIM lubo recio soldado, á la esiremidad del
tuba encorvado IIII, que> atraviesa el fondo del
tubo cilindrico M.
S válvula que se abre de arriba abajo y se
cierra de abajo arriba.
T válvula cuyo movimiento es inverso al
de la válvula S.
Funciona el aparato del modo siguiente. El
lubo sifón DDIIMJI se llena de agua basla la al-
tura de! nivel G de la corriente que alimenta á
la máquina. Se abre la llave Ej el vapor pasa
desde la caldera AA al cuerpo de bumba DI)
por el tubo BB: empuja al émbolo Dolante IT,
el cual obra sobre el agua que se dirige ai re-
ceptáculo KÑ, cerrándose la válvula S y abrién-
dose la válvula T. Introducida de este modo el
agtia en diclio receptáculo y comprimida por
el aire tpie alli encuentra, se escapa por el tu-
bo X con velocidad. Esta es entonces un motor
aplicable á una rueda hidráulica*
Cuando el émbolo FF ha llegado á, la parle
inferior, se cierra la llave E interceptando la
comunicación de la caldera y del cuerpo de
bomba: se abre la llave n y el vapor se des-
vanece en el aire. Al mismo tiempo, abriéndo-
se de arriba á abajo la válvula S, y conducida
el agua por un conduelo G, se introduce en el
sifón HIHI y levanta el émbolo FF basla ¡apar-
te mas elevada del cuerpo de bomba. Se cier-
ra entonces la válvula n y se abre la válvula
í; empuja de nuevo el vapor al émbolo, y asi
conlinua el movimiento de la máquina.
«Todavía falla indicar el modo de introducir
el agua en la retorta AA ai mismo que funcio-
na y que la presión de los vapores en ella
contenidos, seria capaz de sostener el agua á
unaallura, quizás de muchos centenares de
pies.... Eslo se puede hacer fácilmente por
medio de la llave R, á la cual se puede ajnstar
una bumba para obligar al agua á entrar por
tuerza en la retorla, cuando la resistencia de
'a presión interior seria capaz de soslener el
usua á la altura demás de mil pies. Hace al-
gún tiempo, hice esto en casa de Mr. Huygens,
Aullando una altura de 1,500 pies; y hubié-
ramos podido conseguir mayores ventajas, sí
no temiéramos que los vasos en que se verili-
caba la presión no pudieran resistirla por mas
tiempo, fio hay duda, pues, que la rclorla AA-
Puede llenarse de nueva agua, sin interrumpir
i su operación en el mismo tiempo en que la
máquina impelerá el agua á las mayores altu-
ras que sean necesarias, porque bastará hacer
jugar de vez en cuando la bomba ajustada á la
espila H; y mediante varios artificios que pue-
den usarse para escitar el calor del fuego, po-
_ea agua basta para obtener efectos increíbles,
"podiendo la dilatación del liquido superar en
mucho á la de la pólvora; no será, pues, gran
aumento de trabajo el reparar el,consumo del
agua en la retorta.
Todo cnanto I'apin dice acerca del modo
de llenar ja caldera está perfectamente funda-
do. Lo único que se le puede lacbar es el no
haber lomado de la máquina misma la fuerza
necesaria para mover la bomba alimenticia, asi
como el no haber realizado la idea de la posi-
bilidad de movimientos automáticos para la ro-
¡acion de las espilas, l'ero estos defectos son
secundarios comparados con otras objeciones
que hacerse pueden al nuevo pensamiento de
I'apin:
■l." Como el flotador deja siempre algún
espacio enlre él y las paredes del tubo en qne
se mueve, cierta porción de vapor á-alla pre-
sión se condensa al contacto del agua conteni-
da en ese mismo tubo." 2." El vapor, en lugar
de obrar directamente, solo obra por inlerme-
dío de un resorte de aire y de una caída de
agua. Ahora bien, en el juego del resorte, y
sobre todo, en el empleo del molor hidráulico,
hay pérdidas considerables de fuerza. 3.° £1
vapor se vierte á alta presión en la atmosfera,
anles de haber sido distendida como mas tarde
lo veremos en las máquinas modernas de alia
presión.
El lector posee ahora los elementos nece-
sarios para responder ála cuestión que hemos
sentado. Papin , cpie habia publicado desde
1690 la descripción completa de una máquina
atmosférica de pistón y cilindro; que había
ademas construido un modelo de la misma;
que habla previsto la fecundidad de sus apli-
caciones ála industria, y que entre otros, ha-
bia.indicado claramente la posibilidad délos
barcos de vapor,, Papin, decimos, sabe en 1705
que el capitán Savery ha hecho construir en
Inglaterra máquinas sin pislon , que prestan
algún servicio para la elevación de aguas. Quin-
ce años habían trascurrido desde la publica-
ción que había hecho de sus primeras ideas en
las Acta Eruditorum; hacia diez años que
había desenvuelto esas mismas ideas en ¡a
obra publicada en íi-apcés en cassel , con el
titulo de Recueil de diverses piéces concer-
nant quelques nouvélles machines. Nadie has-
la entonces habia respondido á estos llama-
mientos, escepto Savery, que habia aplicado
el principio de la formación del vacio por el
enfriamiento del vapor en un espacio que está
lleno de él. Pero eslaudo la idea, por decirlo
asi perdida, en medio del mecanismo cuyo
pensamiento se habia tomado de otros, Papin
abandonó definitivamente la única via qne po-
n\ vap
día conducirle al buen éxito, pava detenerse
en nn atolladero.
Aunque no publicó su nueva combinación
basta 1707, dos años después que Neiveomen,
Cawley y Savery habían tomado un privilegio
para la máquina de pistón y cilindro, no co-
nocía este mecanismo, porque de lo contrarío,
no bubicra abandonado su primer sistema que
acababa de recibir una aplicación positiva,
aunque con algunos perfeccionamientos se-
cundarios. Por otra parte, sabido es que la pri-
mera máquina atmosférica, por cuenta de Back
deWolverhampton no funcionó hasta 17 tí, po-
co tiempo antes de la muerte de Papin. Al ver
el éxito conseguido por Savery, aunque in-
completo, qpiso hacer una cosa mejor que la
de este, y erró el camino'. Es de notar que en
su escrito de 1707 solo bace mención acci-
dental de su primera máquina de pistón y ci-
lindro, sin detenerse, al parecer, mas que en
demostrar la superioridad de su nuevo aparato
sobre el de Savery. Abusando extrañamente de
esla flaqueza de Papin, la mayor parle de los
autores ingleses han afectado no conocer mas
que el opúsculo de l'apin de 1707, negándole
la invención de la máquina atmosférica de pis-
tón y cilindro, no concediéndole mas que la
del flotador, que propiamente hablando, no es
un pistón , é insistiendo en que eran anterio-
res los trabajos de Worcester, Savery, Jiew-
comen y Cawley. Tal es el sentido en que ha
escrito el doctor Robison, de cuya opinión han
participado Rees, Millinglon, Lardncr, Nichot-
soa y Tredgold. Este último se contradice,
porque en su obra de 1 827 asegura que l'apin
no hizo otra cosa mas que repetir los esperi-
inenlos de Worcester, y en la página siguiente
leemos esto: "La novedad de esta construc-
ción tlasdeiN'ewcomenen 1705) consiste única-
mente en la condension del vapor por debajo
de un pistón ajustado, moviéndose en un vaso
eilindi'ico abierlo por arriba. Es probable que
esta idea fuese lomada del proyecto do Papin,
que tiene la fecha de 1690, tanto mas, cuanto
que Newcomen con este motivo mantuvo cor-
respondencia con el doctor Ilock, á quien era
bien conocido el proyecto de Papin.
El verdadero antagonista de l'apin es el
doclor Itobison , amigo y contemporáneo de
Walt, autor apreciado de un tratado de física
mecánica en cuatro tomos en 8.", impreso eu
Edimburgo en 1822, El lomo segundo de esla
obra contiene un articulo de 184 páginas so-
bre el vapor y sobre las máquinas de vapor
{steam engine), seguido de un apéndice por
Walt; y en la página 40 de este tralado se lee
este juicio demasiado severo: «Papin no era
físico ni mecánico.»
Otro autor inglés, Mr. Jarrey, se espresa-
ba del modo siguiente en 1817 en el articulo
Steam engine de la Enciclopedia de Rc.es:
«Hemos copiado en llelidor la figura de Iamá-
qnina de Papin, para que nuestros lectores
puedan compararla con la del capitán Savery
un m
Y apreciar la autoridad según la cual Bossut la
dicho que á Papin era indudablemente debida
la primera idea de la máquina de vapor, por
haber inventado el digestor y publicado' ade-
mas en 1695 una memoria descriptiva de
una máquina para elevar el agua, enlaciad
el vapor del agua hirviendo alternativamen-
te condensado y dilatado Inicia obrar los pis-
toues. La verdad es que la publicación ea
que Papin reconoce que la invención es de-
bida á Savery, se verificó en 1707. Bien es
cierto que había publicado antes en el perió-
dico Acia eruditorum, varias invenciones eii
las cuales hacia uso de cilindros y pistones:
pero la pólvora y el aire eran los que debían
engendrar el movimiento , y no el vapor.»
Esle pasnge, que contiene tantas inexaclitndes
como palabras, da tina idea del modo con que
escriben los ingleses,.
Sin embargo, no han fallado escritores im-
parciales y esclarecidos. La Historia descríp.
Uva de la máquina de vapor <ie Haberlo Sluarl
contiene apreciaciones muyjuiciosas y una enu-
meración casi completa de los desarrollos su-
cesivos de la máquina de vapor, entre oirás la
siguiente: «En toda la discusión á ¡jue se lia
' dedicado el doctor Robison sobre el ¡uveuto de
l'apin, su franqueza y su generosidad acos-
tumbradas parecen haberle almidonado,» En
otro lugar, hablando de una máquina recono-
cida por el mismo inventor como impractica-
ble, condena sin reflexión una construcción
perfeccionada de la misma máquina, que por
su sencillez é importancia puede figurar aliado
de la misma máquina de vapor. Es verdad que
en. tiempo del profesor citado, el procedi-
miento de l'apin para comunicar potencia y
movimiento á grandes distancias no se liabia
aplicado aun á cosas útiles; pero habiendo si-
do introducido en un mecanismo destinado a
un servicio nacional importantísimo, produjo
efectos admirables. Unade esas invenciones es,
sin- embargo, la que el doclor Robison calm-
ea de absurdas, malas, impracticables...^
Por lo demás , aunque muy inferior á su
primera idea , el nuevo mecanismo de Pápin
no carecia de mérito. Siempre cuidadoso de
estudiar las cuestiones bajo todos sus aspec-
tos, había observado que la compresión del
aire en el depósito N (J ofrecía un nuevo me-
dio de construir máquinas soplantes de gran
fuerza, y que ese depósito mismo sería inútil
si tan solo se tratase de elevar el agua en el
tubo recto Til prolongado. Había tenido cuida-
do de adaptar á su máquina la válvula de se-
guridad de que era inventor, innovación acei-
tada de la cual Savery se apresuró á sacar
partido.
1716 — 1728. S'Gravetande y Dcm»;
liers. Este Mimo reitere en su Curso de fí-
sica esperimental, que S'Gravesande haw
ido á Inglaterra en 1715, y que estudiau»
con él, examinaron juntos la máquina' de Sa-
very, tal cual eslá descrita en el ¿caiico» tecfr-
833
VAPOR
834
itióum, del doctor Harris, y se propusieron
introducir en ella modificaciones, que mejo-
rando su juego, diesen una economía notable
en el gasto de establecimiento y de combusti-
ble, Desaguliers, que parece haber sido ene-'
migo personal, ó al menos detractor de Save-
iyny que Constantemente lo presenta como
plagiario de Worcester, insinúa que aquel lia-
bia"usado dos recipientes á causa de los dos
vasos citados en el- Cenlury of inventions, y
añade (¡ae mando establecer mi modelo propio
para funcionar con uno ó con dos recipientes.
(Éso modelo, añade, no hizo comprender al
punto que un solo recipiente puede vaciarse
lies veces en el tiempo mismo en que dos so-
lo pueden vaciarse una vez cada uno. De suer-
te que una maquina por este medio seria muy
sencilla, obraría. mas fácilmente, costaría casi
la mitad meuos y elevaría un tercio mas de
aguas En su consecuencia hice construir una
máquina como se ve en la lám. XL (véase
nuestra fig. 36), y cuya descripción compara-
da con la del Lexicón de Harris, liará ver las
adiciones que he introducido en ella. »
He aqui la esplicacion de la fig. 36, que
es la reducción ó la mitad de la de Desaguliers.
A es un depósito de cobre que comunica
por el fondo entre F y G con el tubo de aspi-
ración ZXII, y en lo alto por un lado con la
caldera por Ü, y por otro con el tubo de in-
yección por I.
11 es una caldera también de cobre, cuya
capacidades lo menos cinco veces la del reci-
piente. Está colocada en un foco tal, que el
fuego y la llama la envuelven con sus replie-
gues TTTT. De la cobertera salen el tubo de
vapor Cl), y dos espitas de aforo N, O, corres-
pondientes á los tubos Nn (Jo, entre las estre-
ínldades inferiores n y o de las cuales debe
mantenerse el nivel S del agua, debiendo la
primera de dichas espitas dar siempre agua y
la segunda vapor. Hay ademas una válvula de
seguridad de palanca l'Q sobre el tope de la
caldera. V es la puerta de la hornilla y W la
reja del cenicero.
D1KL conjunto del mecanismo de una es-
pila^ de varios juegos, que al estar la palan-
ca E vuelta hacia k deja paso al vapor proce-
dente de la caldera por el tubo CD, y que al
volver dicha palanca á K, cierra por el contra-
rio el paso al vapor y da entrada á una inyec-
ción de agua fria procedente del tubo supe-
rior EE2, por la espita II, que está abierta, ha
inyección se hace por una platina llena de
agujeros, especie de regadera.
Hay una especie de criba destinada á im-
pedir que las impurezas que están en suspen-
sión en el agua del pozo subau por el tubo de
aspiración Xz.
ta es la superficie del agua, que oprimida
por el vapor en el recipiente, hace bajar la
va vula G, levanta la F y sube por el tubo re-
pelente I¡E2. ■ '
■>L?S un UlD0 destinado á llenar en caso ne-
' *2« lilBUOTKCA ÍOPÜLA1U
cesario el otro con agua procedente de la bal-
sa superior 11.
Desaguliers anuncia que ha hecho construir
siete máquinas de fuego sobre ese modelo,
desdo 1717 ó 1718, y que la primera se hizo
para el czar Pedro I, que la colocó en su jar-
din de San Petersburgo. Añade que para pe-
queñas dimensiones y bastante débiles esfuer-
zos, esa máquina es mas económica, "que la
de Newcomen. «Hice una prueba esperimental
ea Westminster, en 172S ó 1729, cuando Jo-
nes hizo un modelo de la maquina de balan^
cin en mi jardín, con ánimo de presentarla al
rey de España. Tenia yo una mía que elevaba
diez toneladas de agua por hora á unos 38 pies
de altura. Hizo su caldera exactamente como
la mía, y su cilindro tenia 6 pulgadas de ca-
libre y unos 2 pies de longitud. Cuando su mo-
delo quedó terminado, no levantó mas queTcua-
tro toneladas por hora en el mismo depósito
que la raia. Le costó 300 libras, y la mia cu-
yos tubos eran todos de cobre, solo me había
costado SO librase
Mr. Sluart 'aprecia en estos términos seve-
ros la máquina propuesta por Desaguliers;
«Debemos hacer á Savery la justicia de re-
cordar que la máquina propuesta por su mayor
enemigo, á titulo de perfeccionamiento,, no es
mas que la copia de una de las que el ca-
pitán había construido quince ó diez y seis
años antes. Su origen está disfrazado con un
apodo. ii .
1724 — 1725. Santiago Leupold y Pa-
pin. «Por aquel tiempo muchos escritores se
ocuparon de dar á conocer en sus escritos las
diferentes máquinas que habían sido cons-
truidas; pero no mencionaremos los que nada
añadieron de nuevo á lo ya conocido. -No en-
tra en este número el ingenioso alemán
Leupold, autor de una colección de inven-
ciones mecánicas y á quien debemos los
primeros bosquejos de una máquina de alta
presión yde'piston, notable por su espita de
cuatro aberturas, para la entrada y la salida
del vapor.» Lo que acabamos de transcribir
está tomado de un Tratado de máquinas de
vapor de Mr. Tredgold. Pero añadiremos que
la primera idea de esa máquina y sus órganos
principales son debidos á Papin, lo cualjle-
mostraremos mas adelante.
Los testos importantes en que Leupold des-
cribe máquinas nuevas son las siguientes: ;
«Aunque esta máquina presenta algunos
inconvenientes como hemos dicho mas arriba,
podría, sin embargo, en ciertos casús prestar
buenos servicios, cuando solo se trata de ele-
var la cantidad de agua necesaria para la ro-
tación de una rueda.
«A es una caldera colocada en una hornilla.
«B es una espita cuyo cuerpo tiene un diá-
metro de tres pulgadas, con aberturas dobles,
como puede verse eu mayor escala (en la
fig, 39), en R y en S, á íjn de que el vapor
pueda entrar una vez en el tubo C y pira vez
T. 3LXX1U. 53
835
en el tubo D, y q;ue el aire, asi como el va-
por puedan escaparse "por la abertura X
Ifig- 38.''
«E y! son los dos cilindros para el agua;
GH es' un tubo de elevación por el cual el agua
sube del depósito inferioi'E atravesando los tu-
bos HI en el depósito superior Z.
«KLH es otro tubo ele elevación para el
depósito F.
«Cada uno de ellos lleva eu G y E una
chapaleta ó válvula, para que el agua no pueda
volverá bajar. SO y (IT son dos tubos por los
cuales el agua corre de la tina FP á los' cilin-
dros E y F, y las válvulas o y ¡> no la dejan
volver. Esta agua, asi ascendida por !a máqui-
na al depósito Z sale por una canalija que
puede estrecharle ó ensancharse á voluntad
háeia la rueda Y, y de aqui cae en la caja PP,
de suerte que con una cantidad de agua rela-
tivamente pequeña, la máquina puede mante-
nerse en movimiento.»
Esta máquina es realmente muy hermosa,
y la idea primera de Papin está mejorada has-
ta el punto de poder haber prestado servicios
reales á la industria, si enaquellaépoca se hu-
biese-atendido á 1a idea de emplear !a fuerza
motriz del vapor para oíros usos distintos de
la elevación de aguas. No se tuvo presente la
alimentación de la caldera, pero era muy fácil
remediarlo. Elinconvenieníe mas grave de es-
ta máquina es que el vapor funcionaba á cier-
ta presión siempre mas fuerte que la de la at-
mósfera, sale de la caldera en un estado de
tensión considerable , y que hay por consir
guíente mucha fuerza motriz perdida. Hasta
medio siglo mas tarde no se imaginó reparar
semejante inconveniente, utilizando la disten-
sión del vapor.
He aqui la manera con que el mismo Leu-
pold apreciaba su proyecto: esta máquina pue-
de utilizarse en las minas , donde la caida de
agua disponible se agota en verano y se hiela en
invierno. Respecto de este asunto, estoy com-
pletamente de- acuerdo con el doctor Bechern,
á saber, que ninguna máquina está dotada de
un movimiento mas regular que el proporcio-
nado por el agua'. Si me encargasen, pues, que
hiciera construir máquinas de fuego, quisiera
baccrlas establecer de esa manera, porque es
mas fácil elevar 100 quintales do agua á 50
pies que 50 quintales á tfJO pies. El cálculo no
da diferencia en los resultados, pero sabido es
cuanto mas fuerte ha de ser la máquina para
una elevación de 100 pies, como lo demostra-
ré mas adelante.» '
Leupold pasa después en estos términos á
la descripción de la máquina siguiente:
«Una máquina de fuego con dos cuerpos
de bomba y dos pistones produce una fuerza
por espánsion (véase el corte vérlícal repre-
sentado por nuestra fig. 3S.)
«A es una caldera enteramente semejante á
la de la máquina anterior; lo mismo sucede
ion Ja espita B, por medio de la cual se pue-
836
de hacer pasar el vapor de A al cilindro C y el
aire deD por la abertura EF, y del mismo mo-
do, cuando la abertura está vuelta de A hacia
E. Cada pistón tiene sn barra fijada á rmbalan.
cin G- y H, cuya otra estremidad ¡leva la barra
del pistón de una bomba repelente. El agía sc
eleva por el tubo 1K. Los pistones deben estar
dispuestos del modo anteriormente indicado.
«Esta máquina puede emplearse en los mis-
mos casos que la anterior, pero yo no quisiera
emprenderla para elevar una gran cantidad de
agua á una altura considerable. Sin embargo
seria úlil para elevar á 20 ó 30 anas.ej
agua de un manantial ó de un rio, ó para de-
terminar una caida de agua encima de ana
rueda. Todo puede disponerse también "f Ac i 1-
mente de tal suerte que las espitas se abraít y
se cierren por sf mismas, lo cual omito com-
pletamente con todo intento, asi como tam-
bién el -modo de reemplazar el agua en la cal-
dera, porque solo se trata aqui de un bosque-
jo, siendo necesario un estudio mas profundo
y esperimentos. Me he propuesto hacer undia
un esperhnento en grande y un ensayo, á sa-
ber: si seria posibleestablecer ventajosamente
de ese modo una máquina de serrar maderaea
un bosque donde baya aguas durmientes. Pe-
ro como me faltan tiempo y ocasión para eje-
cutar en seguida esa máquina, asi como otras
investigaciones curiosas, espero que algunos
aficionados aprovecharán la ocasión que les
ofrezco para baceralgunos esperimentos.»
Tal es indudablemente la primera máquina
de alta presión propuesta con doble cuerpo de
bomba f balancín. Leupold no indica el ori-
gen en su descripción, pero revindiea su in-
vención por la inscripción- siguiente colocada
al frente -de la figura: «Perfil de una máquina
de fuego del autor para elevar e! agua por
espánsion.»
leupold se mostró de muy buena fé en sus
citas para que pueda dudarse de sn sencillez;
sin embargo, es incontestable que los órganos
principales de su máquina se debe á Papin, y
que él no hizo mas que ponerlos en juego,
¿No fué Papin el primero que (en IG00) propu-
so levantar -un pistón, en un cilindro, produ-
ciendo el vapor en la parle inferior'.' ¿No fué el
primero que empleó (en IfiOS) una llave con
cuatro juegos en su máquina para hacer el va-
cio y trasportar asi muy lejos la fuerza délos"
ríos? Es verdad que por una especie de falaü-
rlad, lamáquina nías reciente é imperfecta, la
de 1707, había hecho olvidar los antiguos tra-
bajos de aquel hombre de genio, especialmen-
te su máquina de pistón y de cilindro. Tero
el mismo Leupold describe un poco después
la máquina para producir el vado en la que se
encuéntrala llavede cuatro juegos reconocien-
do asi implícitamente la anterioridad deEapin.
Nos servimos deliberadamente de esta palabra,
porque no es exacto, como se ha dicho alguna
vez, que Leupold haya nombrado á Papin a
propósito de la llavede cuatro salidas rjueem-
VAPUR
VAPOR
838
plea Leupold en las máquinas que representan
nuestras /f^s- 37 y 38 (1).
ítala llave es seguramente uno de los ór-
ganos mas ingeniosos que se lian imaginado
jamás, y como según nosotros , los aparatos
modernos parala distribución del vapor, y es-
peeial mente el tirador, no son mas que modi-
tocimies en las que el movimiento de votación
alrededor de un eje es reemplazado por un
movimiento rectilíneo alternativo, es impor-
tante buscar su origen.
Se llalla en la mayor-parte de jas coleccio-
nes de recreaciones físicas y matemáticas la
siguiente cuestión:
Echar en uuacuba tres licores, como agua,
vino y cerveza, por una. misma abertura, sin
que estos licores se mezclen', y sacar después
uno de los tres por una llave única; tal es el
problema que resuelve el aparato que se ve
representado en corteen nuestra fn¡. 40.
Es una cuna dividida en tres partes A,ü, C.
Tres tubos horizontales establecen comunica-
ción entre cada una de estas tres elevaciones y
una hoca central cónica eu lo estertor y ci-
lindrica en lo interior. Los (res tubos horizon-
tales se hallan en un mismo plano vertical. La
llave vertical ü, que la figura representa me-
dio salida de la boca y que está agujereada en
el sentido de su longitud, pero cuya estremi-
ilad inferior está tapada, tiene tres agujeros
horizontales dispuestos de tal suerte que se
puede, volviéndolo convenientemente, ajustar
sucesivamente uno de estos tres agujeros de-
lante de uno de los tubos, y cuando se esta
Mece asi la comunicación por medio del agu-
jero vertical de la boca y uno de los tres ho
móntales de la llave no correspondiendo los
otros dos agujeros á los otros dos tubos, se
iiallan tapados y no pueden dar paso al liqui-
do. Una sola división á la vez se hallará, pues
llena por el liquido que se derramará en la bo
ca por medio del embudo E.
Bien comprendido esle dispositivo, se ve
que puede aplicarse á vaciar como á llenar-la
cuba, y lo demuestra la figura claramente. Los
lies tubos que establecen comunicación entre
cada una de las tres divisiones A, B, C. y la
llave horizontal que representa la flgura F en-
teramente salida de la boca horizontal G, se
hallan en un mismo plano vertical pasando
por el eje de la llave. Solamente los tres agu-
jeros abiertos perpendicularmente al eje de la
llave no se bailan en la misma alineación, pa-
ra no dejar salida mas que á uno de los líqui-
dos encerrados en. la cuba.
También se comprende que en lugar de
dos bocas podia tenerse una sola; suprimien-
do la de lo alto de la flgura, y sirviéndose de
w boca para llenar la cuba, procurando colo-
carle de pie sóbrela base opuesta. Esta es, en
dicho aparato, una Singularidad mus que no
obele ^ii^Pa de máquina* de vapor por Ha-
deja de- indicar sn ingenioso autor, Santiago
Besson (l)¡
No debe olvidarse por otra parte que cada
división debe tener un pequeño agujero que
permita al aire salir cuando se llena, y entrar
cuando se vacia esta parte de la cuba,
Pero |o mas curioso es que la idea de la
llave con muchas salidas se halla ya en las
Pneumáticas de lloran de Alejandría, de las
que hemos hablado ya mas de una vez V Omi-
timos diversos medios muy ingeniosos que
emplea Heron para hacer salir de un mismo
vaso diferentes licores, no deteniéndonos mas
qiie en el aparato que^ Santiago Besson imitó,
y vistió, digámoslo asi, con las formas del re-
nacimiento.
La fig. 4 1 (lám. LXVIII), representa ese
aparato, del cual Heron presenta la siguiente
descripción: A. B. fl, D. es un vaso que es-
taría cerrado por todas partes, si el dia-
fragma EF, colocado sobre el cuello, no es-
tuviese atravesado por una multitud de pe-
queños agujeros. Se divide el interior de este
vaso por unos tabiques M, N, en otros tantos
compartimientos como especies de vino dife-
rentes se quieren tener, en tres por ejemplo.
A cada división corresponde un tubo S, T, V,
que atraviesa el diafragma del cuello y sale al
estertor. Para hacer entrar un licor en cual-
quiera de los comparlimienlos bastará tapar
los tubos T, V, que corresponden álas demás
divisiones, y dejar abierto el tubo S. Siendo
el receptáculo de la derecha el único de que
pueda salir el aire por la abertura S, será tam-
bién el único en que pueda penetrar el liqui-
do por la criba; ni una gota caerá en las otras
divisiones, cuyo aire sostendrá el liquido so-
bre los mismos agujeros de la criba. Se lle-
narán asi sucesivamente los tres receptáculos
de líquidos diferentes. Tres tubos verticales
X; Y, Z, que salen del fondo de cada uno de
los receptáculos se hallan en un mismo plano
vertical y pueden corresponder sucesiva pero
no simultáneamente, á otros tantos agujeros
practicados en la canilla horizontal A' B\
Se comprende sin otros permenores , el
mecanismo por cuyo medio se produce la sa-
lida del licor, según se quiera, de cualquiera
de los tres receptáculos, como en el vaso de
Santiago Besson. Solamente el aparato de He-
ron ofrece ademas un mecanismo ingenioso,
con cuyo auxilio el geómetra griego pretende
hacer girar la canilla en una cantidad coñve-
(!) Véase el Ululo de la pl. XIX de su Teatro de
los instrumentos matemáticos y mecánicos, cuyas
láminas se grabaron anlcs de !569, pero que se pu-
blicó por primera ves eu 1578 eon un texto impreso.
En cuanto á ta declaración 6 esplicacion áe Fran-
cisco Itarnalt, relaiivamenlc á osla lámina XIX co-
mo á otras muchas, es completamente inexacta- Esle
comendador deningnn modo comprendió el dispositi-
vo tan sencillo de la llave con muchos juegos cuan-
do suponeque os preciso poner en cada uno dolos
tres agujeros tina clavija que so retira sucesivamen-
te según se quiere obtener uno, dos A tres licores 4
la vez.
839
VAPOR
fllO
niente. Carga sucesivamente el pequeño vaso Y
colocado fuera del plano vertical pasando por
el eje de la canilla coa tres pesos preparados
de antemano ad hoc, y que, equilibrando el
peso constante K á diversas grados de incli-
nación, traen cada vez nno .de los agujeros de
la canilla horizontal debajo del tubo por don-
de se quiere haecr correr el liquido.
¿Cómo se condujo Papin para imitar á su
vez este ingenioso mecanismo de los griegos?
Nada sanemos sobre este punto. Haehette con-
jetura que la llave de cuatro juegos habia sido
imaginada para la. máquina neumática que Pa-
pin babia perfeccionado. Sabemos, en efecto,
por el testimonio de Cotes (I), que Papin es
el inventor de la máquina neumática de doble
efecto, es decir, de doble cuerpo de bomba;
pero creemos al mismo tiempo que babia sus-
tituido válvulas á la llave que antes tenia que
abrirse y cerrarse á cada golpe de pistón. Co-
mo quiera que sea, el empleo de la llave de
cuatro juegos en las máquinas es una feliz
innovación que honra á Papin.
Muy al contrario del charlatanismo de tantos
inventores que prometen mas de lo que pue-
den obtener, este sabio ilustre no se babia
cuidado de consignar sus invenciones per es-
crito; yá no ser por Leupold, Cottes y Boyle,
no hubiéramos sabido todo lo que á él le de-
bemos. Como no tendremos ya que hablar de
él sino para recordar sus derechos, respecto
de pretendidas invenciones' modernas, este es
el lugar oportuno de decir algunas palabras de
su vida y obras.
Dionisio Papin nació en Blois, de iras fa-
milia protestante. Se ignora, dice Hacbette (2),
el año dé su nacimiento... Siete personas del
nombre de Papin nacieron en Blois, parroquia
de San Solé mmes desde 1690 á 1772; pero
desde 1640 á 1C52, eu cuyo periodo nació Dio-
nisio Papin,, hay algunos claros en los regis-
tros del Estado civil de aquella parroquia, y
no se encontró su nombre. Según un pros-
pecto en dos páginas que se imprimió hace
ccrcadetres años, con el titulo .de: Vida y
escritos de Dionisio Papin, de Blois, por San
Bannister ex-procurador general de la Nue~
va Gales delSud, Papin debió nacer en 1647.
Siguió la carrera médica y tomó el grado de
doctor en medicina. Su primera obra se publi-
có en París én 1074, con el tííulo de- Nuevos
esperimentos del vacio, con la descripción de
las máquinas que sirven pjra hacerlo, en
12." menor. Se halla la análisis de este libro
en las Transaciones filosóficas, enero de 1076,
número 121, página 491; y Boile lo cita en el
tomo II de sus obras impresas en latín euGine-
braen I6S2. Este volumen contiene ellibro titu-
lado: Esperimentorum, pliisicomalhematico-
rum continnatiti secunda (130, p. en 4." y 7
(t) Lecciones de física t¡spcrimenlal,V&ns, 1742,
en 8.o, p. 242.
(2) Historia de las máquinas de vapor.
láminas). Boyle dice en este libro queel mismo
Papin le remitió su obra; que sé vende en un
tomo pequeño en París en la librería de inw
Cusson, calle de Santiago. Las citas dejoylc y
el análisis inserto en las Transacciones filosé-
fieas indican que este pequeño volumen con-
tiene ospericneins sobre las sustancias vegeta-
Ies alimenticias, practicadas la mayor parte en
común por Buygens y Papin.
Poco tiempo después de la publicación de
esta obra Papin pasó á Inglaterra donde fué aco-
gido por Boyle. Este sabio que entonces tenia
de cincuenta á cincuenta y dos años, pero que
padecía mucho de la piedra, le propuso auxi-
liarle en sus investigaciones y le admilió en
su laboratorio, has esporiencias hechas en co-
mún comenzaron el 11 de julio de 1G76, y
continuaron hasta el 17 de febrero de 1C73,
Papin redactaba las actas en francés, las tra-
aiicia al lalin, y . del latín se vertieron al ingles
para las obras cnmplelas de Boyle, impresas
en Londres cu 1744, 5 volúmenes en folio. Is
traducción latina forma parte del libro ya ci-
tado, contenido en el tomo I! de las okas de
Boyle impresas en Ginebra en 1082. La Hislo-
ria de la Sociedad Real de Londres, por To-
más Birch, secretario' de esta sociedad (4 volú-
menes en 4.°, Lóndres, 17571, contiene mu-
chos hechos auténticos relativos á Papin.
El 26 de enero de 1681 presentó á la So-
ciedad Beal Francesa la primera edición del li-
bro donde describe su olla y la válvula de
seguridad, publicado en inglés con el títu-
lo: New Digister, un volumen en 4.°; Lon-
dres, 1681. Poco tiempo antes (16 de diciem- ■
brede 1680), babia sido admitido como miem-
bro de la sociedad (1), yol 8 de marzo de 1681
'fué inscripto en el número do los miembros
honorarios. En L" de marzo de ltíSl abando-
nó la Inglaterra, y escribió en aquel día des-
de Amberes' al doctor Cronne, suplicándole en-
tregase á la sociedad la máquina de reblande-
cer los huesos, que habia dejado en Londres,
y. ofreciendo sus servicios á la sociedad donde
quiera que se hallase (véase lapág. 72 del lo-
mo IV de Virch) (2). i
Se lee al (Inal de la primera edición de la
Manera de reblandecer los huesos, que es la
traducción francesa del New Digestir, un
Consejo de Comiers, preboste de Fernant,
profesor de matemáticas en París, en el que
se ve que Papin, en 1682, iba á pasar por Pa-
rís para ir á Venccia, á donde habia sido lla-
mado por «la Academia nuevamente estable-
cida' para perfeccionar las artes y las cien-
cias^,; Papin es calificado por lu Academia de
«Docto médico, francés de nacimiento y prác-
tico filósofo-cosmopolita.»
Volvió á Inglaterra á principios de 1:684
y á costa de la Sociedad Real Francesa hizo di-
(t) Historia rfe la Sociedad Beal, por Tomás
Thompson, en 4.°, Lóndres, 18)2.
{2) Hac helio, Historia de las miquimt (le. m-
por, p. 41.
m
TA POR
Tersas esperiencias de, las que daba cuenta en
fada sesión. En 1687 escribió en inglés un
suplemento al New Digester, con el titulo de
Conlinuaciondel Dígesler, un volumen en
loadles; la traducción de este suplemento vio
la luz pública en ,1 (588, en la nueva edición
francesa de la Manera de reblandecer los
hitaos. A principios de esle mismo año, 1688,
se hallaba en Marburgo (principado de Hesse),
¿onde desempeñaba uña -cátedra de materna-
tos.
En 4 de marzo de 1699 fué nombrado cor-
responsal de la Academia de Ciencias de París;
el abate Gallois fué el miembro con quien de-
bía tener la correspondencia directamente, se-
gim la costumbre de entonces. La época de
en muerte no es exactamente conocida. Debió
ser en 1708, según flaehelte, que se apoya en
la autoridad de Thomas Tbonson (Historia de
la Sociedad Real). Según Bannisier, Papiu vi-
via aun en 17 14. Lo cierto os que nada publicó
después de t707, y que sus últimos años tras-
currieron cu el olvido y en un estado próximo
á ia miseria.
Hemos indicado ya la fatalidad que hizo
rechazar desde el principio lo mas perfecto
que proponía l'upin, lo cual le hizo entraren
un camino fulso en el momento en que imi-
tadores felices se apoderaron de sus ideas, y
condenó atan largo olvido los litólos reales de
este hombre de genio. En este conjunto de
circunstancias hay algo de verdaderamente
singular, ligado á causas complexas. Ademas
de las que hemos -indicado debemos añadir
otra. El arte de calibrar los grandes cilindros,
estaba, según se dice, en la infancia á fines
del siglo XVII; la falta de buenos cuerpos de
bomba bastó para impedir que el primer pro-
yecto de Piipin, el de la máquina atmosférica,
publicado en 1690, se ensayase por prácticos
y entrase desde entonces en el dominio de la
rotarla. Papiu, al parecer, también bahia pre-
visto esta dilicullad, cuando dice, en ta nueva
descripción de esta máquinapublioadaen tQ9o:
«La mayor dificultad no consiste, pues, mas
1"? en erigir una manufactura para hacer con
facilidad caños ligeros, gruesos é iguales de
na oslremo á otro, como lo hemos dicho antes
en las Actas de Leipzig en 16S8 en el mes de
setiembre. Y esta nueva máquina debe tam-
bién animar á emprender tal manufactura, pues
ella hace ver, mas manifiestamente que nunca,
'(pie estas especies de .tubos gruesos podían
emplearse muy cómodamente para muchos usos
de grande importancia.» Esté texto es la tra-
ducción literal del fia de la primera nota in-
serta en Jas Acias de Leipzig en 1 G9Ú.
No se cumplió el deseo de i'apin; y debe
causar tanto mas asombro cuanto que el arte
de calibrar los cilindros alcanza á una re-
mola antigüedad. Ya hemos hablado del Cero-
Mnaft canon de viento inventado pór Clesibio.
ti texto en que Pilón de Bizancio presenta su
descripción, ofrece mucho interés, en la ma-
teria que nos. ocupa, para que no esponjamos
su traducción exacta (l).
«Este instrumento, dice Filón, se inventó
por Clesibio, y se halla dispuesto de uní ma-
nera muy ingeniosa y natural. Clesibio había
comprendido, según los principios de La neu-
mática, que espondremos mas adelante, que el
aire está dolado de una fuerza maravillosa de
movilidad y -elasticidad, que se le puede con-
densar en un vaso suiieienteraente resistente,
y que entonces es susceptible de enrarecerse
prontamente volviendo á su volumen primi-
tivo; Otesibio, que era un diestro mecánico,
pensó con razón que este movimiento podia
prestar á las catapultas una gran fuerza y un
choque muy rápido. Con este objeto preparó
vasos de forma semejante á la de las cajas de
los médicos (rae no tienen opérculo; las hizo
de bronce estirado para que tuviesen mas fuer-
za y solidez. El interior de estos vasos era tor-
neado y su esterior tirado á regla; se introdu-
cía en ellos un pistón que podia moverse ro-
zando la superficie interior, de suerte que nin-
gún licor pudiese filtrar por medio, cualquiera
que fuese la fuerza del choque. No debe cau-
sar asombro ni dudarse de que puede obtener-
se este resultado ; porque en el tubo de mano
que se llama hidrauh, el fuelle que trasmite
el aire al horno es de bronce y trabajado de la
misma manera qne los vasos de que acallamos
de hablar, Ctesibio nos demostraba entonces
de que fuerza y rapidez de, movimiento estaba
dotado el aire. Colocada una cobertera soldada
sobre la abertura de estos vasos, empujaba al
pistón á fuertes martillazos y con una cuña.
El pistón cedia un poco basta el momento en
que el zire encerrado en lo interior estaba muy
comprimido para que ios mayores golpes no
pudiesen hacer entrar mas la cuña. Cuando se
iba a estraer la cuña, saltaba el pistón fuera
del vaso con una gran fuerza. Y sucedía con
frecuencia que se veia brotar fuego producido
por la rapidez del choque del aire contra el
vaso...."
Este texto es precioso por mas de un titu-
lo. Ademas de la ¡dea primera del fusil de vien-
to, vemos en él claramente indicado el uso de
un pistón y de un cuerpo dey bomba metálico,
como máquina sopladora, y el arte de calibrar
semejante cuerpo de bomba. Se necesitaba,
por lo tanto, 6 que el arte hubiese hecho muy
pocos progresos desde el segundo siglo antes
de la era cristiana, ó que las ideas de I'apin
se hayan considerado como irrealizables hasta
e! momento en que Neweomen, Cawley y Sa-
very, con la construcción de su máquina, lle-
garon á demostrar todo su alcance. Tero en
1712, época en que esta máquina funcionó por
primera vez de uua manera verdaderamente
útil, como lo hemos dicho, Papin habia muer-
to, ó al menos padecía mucho y estaba cas '
completamente abandonado, sin haber tenido
(1) Vcíer Materna OperJ, pig. 7Í.
843
jamás conocimiento de los primeros ensayos,
que eran la sanción gloriosa de sus escritos
de 1690 y de 1695. Parecía-, por su desgracia-
da publicación de 1707, haber renunciado al
camino que ól mismo habia abierto á los de-
mas, y se olvidó que era el creador de las fe-
cundas ideas cuyos resultados se veian, por-
que no reivindicaba su honor. Es probable
que no hubiese sucedido esto si Papln hubiese
manifestado mas adhesión a su país, del cual
le habían desviado las persecuciones que su-
frieron los protestantes.
I73G. Jonalhan HuUs. En 21 de diciem-
bre de 1736, un sugeto llamado Jonalhan llulls,
inglés, obtuvo un privilegio de catorce años
para una especie de barco de vapor. Las paten-
tes relativas al privilegio y á la descripción de
este barco, con una lámina grabada, se publi-
caron por llulls en Londres, en 1737, con el
titulo: «Descripción y figura de una nueva má-
quina para hacer salir los barbos y navios en
las radas, puertos y costas, ó para hacerlos sa-
lir contra vieuto y marea como en tiempo de
calma.»
La fig, 4Í es la reproducción exacta de la
que presenta la obra inglesa de John Scott
Itussel con arreglo al original de Jonathan
Hulls; y el texto siguiente es la traducción li-
teral de una parte del mismo testo del inven-
tor: «A , os la chimenea que da salida á los
gases producidos por el fagon.
«li cuerda amarrada á la embarcación que
se ha de remolcar.
«Ct; piezas de madera reunidas para arras-
trar la máquina. Da, D y Di son tres ruedas
montadas sobre el mismo eje, para recibir tas
cuerdas M, Fay F6,
sM es la misma cuerda que va á lo inte-
rior del cilindro.
«Ha y Ufe son dos ruedas montadas sobre
el mismo eje que la rueda de palas lililí y mo-
viéndose alternativamente de suerte que cuando
las ruedas Da, y D D6 caminan hacia adelanté
ó¡hácia atrás, mantienen en la rueda de palas
lililí un movimiento directo.
«F6 es una cuerda desde 116 A D6, cuerda
que cuando las ruedas Do, D y Du, caminan
hácia adelante, hace mover también bácia ade-
lante á la rueda 116 que arrastra consigo á
la rueda de palas.
«la es una cuerda desde la rueda lia á la
Da, de suerte que caminando" hácia adelante
las ruedas Da, D D&,la rueda lia lira á ¡acuer-
da F y levanta el peso & al mismo tiempo que
la rueda H& hace mover hácia adelante á la
rueda de palas.
licuando se halla levantado asi el peso fi,
porque se mueven para atrás las ruadas Da y
D6, cede la cuerda Fa, y el peso G hace girar
á la rueda Ha hácia adelante como también a
la de palas, de suerte que esta continúa siem-
pre caminando hácia adelante, aunque las rue-
das Da, Dy D& tengan un movimiento alterna-
tivo Mcia adelante y hacia atrás, según que
m
el pistón se baja ó se eleva en el cilín
dro.
«L L son los dientes de enchufe que deben
lijarse en el eje, en dos direcciones opes.
tas, de suerte que mantengan siempre M<¡¡a
adelante las rolaciones de la rueda de palas'
mientras que la ¡la, bajo la inlhienciu del pe-
so G, desempeña su oficia, y la otra rueda t!h
camina hácia atrás para recibir un setíndo
empuje;
«EL peso G no debe ser mas que la mitad
del peso de la columua de aire que comprime
al pistón, porque el peso G es levantado al
mismo tiempo que la rueda 116 desempeña su
oficio, de tal suerte, que en realidad hay ||0S
máquinas funcionando alternativamente por el
peso de'una columna de aire de un diámetro
igual al del cilindro.
«Si se dijese que esto no es una inven-
ción nueva, porque yo hago uso, para mover
una máquina del mismo motor que otros han
empleado para otros deslinos, responderé que
la aplicación de este motor no se diferencia
de la aplicación á una invención nueva, de to-
do órgano conocido y empleado en mecánica.»
(P. 43 del original).
Esta descripción,, es preciso confesarlo, es
un poco oscura, pero se completará con la ins-
pección del mecanismo representado en pers-
pectiva y mas en grande en la 'fiij. 43. Las
ruedas Da y D6 se fijan invariablemente sobre
su eje, mientras las ruedas Ha y II& no lucen
mas que rozar sobre el suyoL L, guarnecido
de enchufes que no permiten á este eje y ala
rueda de palas caminar mas que en el sentido
indicado por la flecha. Cuando baja el pistan II,
la rueda 116 puede arrastrar á su eje, y el peso
0 es elevado por el arrollamiento de la cuer-
da F a sobre la rueda Da. Llegando el pista
álo bajo de su carrera es impelido por el va-
por, y la cuerda D se aflojaría si el peso 11,
volviendo á bajar, no hiciese mover dcsdelnc-
go la rueda lia, que arrastra al eje LL y i las
paletas IIII, después á la rueda Da t[ue impri-
me á su aje un movimiento inverso de el del
eje LL. Usté eje, gracias álos enchufes que do
representa nuestra fig. 43, gracias al aumento
que sufre la cuerda Fa, F cuando pasa de la
rueda Da sobre la Ha, gracias á la liber-
tad de las ruedas llalli), sobre el eje LL en
el sentido opuesto á los enchufes, se mueve
siempre en el mismo sentido.
En cuanto al mismo motor, Jonathan llulls
se espresaba en estos términos: «En un llgpr
conveniente del barco remolcador, se colocara
una caldera llena de agua cerca de dos torce-
ras partes, y cerrada herméticamente pOr-.li
parte superior. El agua sometida á la ebulli-
ción produce vapor, que conducido por un gran
tubo hasta nu cuerpo de bomba cilindrico y
condensado en él, produce un vacio P»
libre juego á la presión atmosférica, » I1"'
hace descender un pistón ajustado en esle
cuerpo de bomba cilindrica, de la misma na-
VAPOR
8Í5
VAPOR
8i6
neraqiie en la maquina por cuyo medio New-
comen eleva el agua por el fuego.»
Tal es el título mas antiguo que los ingle-
ses lian podido presentar en apoyo de sus pre-
tensiones á la invención de los barcos de va-
por. Examinemos su valor.
Jonalhan Hulls propuso en 1730 emplear el
vapor como fuerza motriz para la locomoción
sobre el agua. Pero I'apin le babia precedido
en este camino desde 1690, cuarenta y seis
añas antes. Iluils^concibíó un mecanismo in-
genioso para trasformur el movimiento recti-
líneo alternativo del pistón en movimiento cir-
cular continuo. Pero esie mecanismo, que vo-
luntariamente reconocemos preferible al em-
pleo Je muebos cilindros de llaves indicado
por I'apin, no es otra cosa que la reproducción
de los que este mismo autor indica en estos
términos como perfectamente conocidos por
Jos relojeros de su tiempo: «Es una cosa muy
común en los relojeros afirmar las ruedas den-
tadas en árboles ó ejes, de suerte eme empu-
jadas liácia un cosiado bacen necesariamente
mover el eje consigo; pero en el costado opues-
to pueden funcionar libremente sin dar movi-
miento alguno al eje, que puede asi tener un
movimiento enteramente opuesto al de las es-
presadas ruedas.» Ilnlls propuso una rueda de
paias ó remos movibles. Pero I'apin anunciaba
que se necesitaría recurrir á este medio, que
había visto emplear en otro tiempo en una
máquina construida por órden del principe
palatino Roberto, máquina m la que los car
ballos suministraban la fuerza motriz.
Jonallian Hulls no hizo, pues, mas que re-
producir, mejorando la trasmisión del movi-
miento, las ideas que Papin habia emitido y
publicado claramente cuarenta años antes
¡IG90) en las irías de Leipsig, y que babia
desarrollado nuevamente en 1625 en su obra
publicada en francés con el titulo de Colección
de las diversas piezas, y en latín con el de
Fflícicuius disertationum .
DI empleo de los remus movibles pareció
¡i algunos doctores ingleses cosa mu y importan-
te para reclamarse en favor de su nación. Asi
los doctores Ilorris (1) y Recs (2); para bacer
mejor apreciar el genio inventivo del capitan-
Savery, redoren que obtuvo en 1608 un pri-
vilegio para reemplazar los remos ordinarios
por ruedas de palas que bucen mover los liora- ¡
bres por medio de un cabrestante. Pero ni Sa-
very ni el principe Roberto ni el mismo Papin
poeden invocar prioridad alguna sobre este
punto. El empleo de los remos movibles al- ¡
mhm ¿una remata antigüedad. Sin bablarmas
'pie de documentos impresos, se ven' los re-!
nos figurados en el tratado de Roberto Valtu-
"0, titulado (De re militari, lib. U, cap. III,
)' publicado por primera vez en Verona en 1 472 .
Según Joim Scott Russel, ya citado, los anii-
ía! ^'j"™ í*«»«m", en la palabra Envine.
' ' fífW Lycfapwdia, en la palabra Sleam Énginr.
guos egipcios empleaban malacates alrededor
de los cabrestantes en lo interior del barco, de
suerte que pudiesen mover ruedas de palas
como las de los barcos de vapor modernos, y
daban impulso á los navios asi construidos
por medio dedos ó tres pares de bueyes. Mont-
gery (!) cita un manuscrito de fecba incierta
según el cual las almadias que trasportaron los
romanos á Sicilia, bajo el mando de Claudio
Caudex debían moverse por ruedas de palas
movidas asi- por bueyes. Finalmente, en el li-
bro de un autor desconocido sobre el arte mi-
litar, libro escrito por el emperador Teodosio
sus hijos Arcadio y Honorio, y publicado en'
Rasilea en 1552, á continuación de la Noticia
sobre los dos imperios de Oriente y Occidente, .
se halla la figura y descripción de una libur-
na, especie de barco mayor de guerra, que
emplearon los romanos, con tres pares de rue-
das de palas y tres malacates movidos portan-
tos pares de bueyes. Parece que en los cora-
bates estos enormes ban-os echaban á pique
á todos aquellos con que chocaban.
1744 á 1762. Modificaciones y perfeccio-
nes aplicadas por diversos autores á la má-
quina de Saveryy á la de Newcomen. Hasta
la época de Watt no tendremos quehacer men-
ción de ninguna de estas modificaciones radi-
cales que cambian el estado de una industria,
el valor de un mecanismo. Citaremos, por lo
tanto, en compendio al francés Gensanne, que
añadió un regulador á la máquina deSavery,
y al caballero portugués Jloura, quien con el
mismo objeto concibió una ingeniosa disposi-
ción de balancines cuyo plan sometió á la So-
ciedad real Francesa; á Fitz-Gerald, quien pu-
blicó en 1758 en las Transacciones filosóficas,
el medio de convertir el movimiento alternati-
vo de la máquina atmosférica en un movimien-
to de rotación. «Empleaba para esto, decía, un
sislemade grandes ruedas con dientes y unas
pequeñas con roquetes que engranaban con
los dientes practicados sobre el arco ó sector
del balancín. Se comunicaba el movimiento á
un volante destinado á acumular la cantidad de
movimiento y á un manubrio que servia para
diferentes usos. El volante que babia acumu-
lado la cantidad de movimiento de la máquina
mientras recibía la acción del primer motor, se
hallaba en estado de conservar su juego en los
intervalos en que este cesaba de obrar. »
Los esfuerzos que hicieron Payneen 1741,
Smealon un poco después y Brindley en 1759
para disminuir el enorme consumo de com-
bustible que tenia lugar en las máquinas mejor
confeccionadas, no fueron coronadas de éxito.
. En 1706, Luis Guillermo de Cambray, se-
ñor de Digny, publicó en' Parma, en francés,
la descripción de una máquina de fuego-
que babia becbo construir para las salinas de
Castiglioue. El aulor espone que por el tratado
U) Analei de la industria nación il y estraTiQera' '
t. Vlll,p.294.
847
VAPOR
de Arquitectura hidráulica de Belidor, tuvo
noticia de la idea emitida por Papin, en 1707
como de la máquina atmosférica de balancín
(que equivocadamente designa con el nombre
de máquina de Saveryl; que le pareció prefe-
rible en ciertos casos la idea de Papin al sis-
tema generalmente adoptado, y que procuró
sacar de ella el mejor partido posible perfec-
cionándola. Para esto construyo una máquina
enteramente análoga ya á la primera de Save-
ry (de 1702), ya á la modificación introducida
en 17Í7 por S'Gravesande y Desaguliers, ya
maí bien, en fin, á la primera de las clos má-
quinas de alta presión propuesta por Leupold
(fig. 37), y cuya idea primera parece atribuir
éste á Papin. Solamente la alimentación de la
c.-ildera se bace lo mismo que en la máquina
de Newcomcn, y la máquina tiene un sistema
automático de partes móviles, abriéndose y
cerrándose por si mismas las Haves en los
momentos oportunos. El agua suministrada
directamente por la máquina volvía á caer so-
bre una rueda hidráulica que ponia en movi-
miento bembas destinadas á la elevación del
agua salada que se necesitaba.
1759. — 1801. Robison; Walt; Muray.
Había en. Glasgow báeia ¡756 un jóven artista
á quien launiversidad liabia concedido un local
en sus propios edificios, permitiéndole esta-
blecer un laller, y á quien habia honrado con
el título de su ingeniero' Este artista era Ja-
mes Watt que llegó después é adquirir celebri-
dad. Muy luego se estableció una estrecha
amistad entre él y un estudiante casi de la
misma edad, cuyo nombre debia también to-
mar mas adelante un lugar distinguido en la
ciencia, el doctor Robison. «El fué, escribió
Watt, mucho tiempo' después, el primero que
llamó mi atención sobre las máquinas de va-
por. Emitió la idea de hacer de ellas dis-ersas
aplicaciones, y entre otras emplearlas en ha-
cer mover las ruedas de los carruagcs, poro no
continuó este proyecto, y un yiage que em-
prendió al estrangero le obligó muy luego á
abandonarlo completamente {l).i
Watt nos dice que hacia 1761 ó Í7G2 hi-
zo, con auxilio de la olla de Papin, diversos
ensayos sobre la fuerza del vapor, y consi-
guió construir una especie de máquina adap-
tando á la cobertera del digestor una manga
con im pistón sólido de dos llaves para dar,
cuando se quisiese, paso aL vapor, por encima
ó por debajo del pistón.
El tiempo y los cuidados de su profesión le
obligaron muy luego á abandonar sus prime-
ras investigaciones. Pero en el invierno de'
1763 habiéndose encargado de la reparación
de un modelo de la máquina de Newcomen,
que figuraba en la colección de la universidad,
sin haber podido jamás funcionar conveniente-
mente, reprodujo naluralménle sus ideas so-
bre este objeto. «Sus investigaciones versaron
H) Hclaeion de sus invenciones, en la Mecánica
jllosójiw de Rouison, l. II, art. Stoan Engine-.
sucesivamente sobre todos los puntos aue m
recian p'tídpr esclarecerla teoría de la'mánui
na. Determinó la cantidad de agua qle se en"
rarece cuandb pasa del estado liquido al de
vapor; .la que "puede evaporizar un peso dado
de carbón; la cantidad de vapor en peso mK
á cada oscilación, gasta una máquina defcv'
comen de dimensiones conocidas; la de ¡nui"
fria que debe introducirse en el cilindro para
dar cierta fuerza á la oscilación descendente
del pistón; analmente la elasticidad del ™M
á diferentes temperaturas
«Si las propiedades del vapor de a^ua es-
tán presentes aun en vuestra memoria, m
una simple ojeada percibiréis que el juego eco-
nómico de la máquina de Newcomen parece exi-
gir dos condiciones inconciliables, Cuando el
pistón baja el cilindro debe estar frió, sin lo
cual encuentra vapor aun muy elástico que re-
tarda mucho su marcha y disminuye el efecto
de la atmósfera estertor. Cuando después el
vapora I00" cae en este mismo cilindro, si
las paredes están irlas, este vapor las vuelve
á calentar liquidándose parcialmente, y hasta
el momento en que su temperatura se halla
también á 100°i su elasticidad se halla nota-
blemente atenuada; de aqui proviene la lenti-
tud en los movimientos, porque el contrapeso
no levanta el pistón antes que exista en el ci-
lindro un resorte capaz de equilibrar la acción
de la atmósfera, de aqui procede también el
aumento de gasto porque el vapor tiene un
precio muy elevado..... El gasto del vapor, ó
lo que es lo mismo el gasto de combustible, ú
si se quiere mejor aun el gasto pecuniario in-
dispensable para conservar el movimiento de
la máquina seria mucho menor si se consi-
guiese hacer desaparecer los caldeamientos y
enfriamientos cuyos inconvenientes acabo de
indicar.
«Watt resolvió este problema, en aparien-
cia irresoluble, por el método mas sencillo,
Le bastó añadir á la antigua disposición de la
máquina un vaso enteramente distinto del ci-
lindro y ijd comunicando con él sino ponne-
dio de un tubo estrecho con una llave. Isis
vaso, que hoy se llama condensador es la in-
vención principal de Watt
■ La esperieiicla confirmó pues enteramente
la idea que ,le habia ocurrido al principio de
1705, á saberque si abría una wmumes-
cíoji entre el cilindro que contenía el vapor
y otro vaso vacio de aire y de cualquier
otro ¡,'uido, el vapor, en razón de su espan-
sibilidad, se precipitarla en este último vtiw
hasta que se estableciese el equilibrio, y qw
si por imjecoion ú de otro modo se conserva-
ba este vaso constantemente frió, él vapor,
condensándose á medida que entrase, conti-
nuaría esparciéndose hasta perfeela conden-
sación de todo el que estaba en si cilin-
dro (2).
H) Arago: Elogio de Volt.
12) Stuart: Hitloria dttcript; pú¡£. i'¿9.
849
VAPOR
850
«El condensador llama enteramente hácia
si el vapor del cilindro , por una parte por.
razón de que contiene agua fría, por otra
porque el resto de capacidad no encierra flui-
do' elástico. Pero desde que se produjo la
primera condensación del vapor , desapare-
cieron estas dos condiciones tle buen éxito: et
a"-ua condensante se calienta absorbiendo eí
calórico latente del vapor; se forma una can-,
tidad notable de vapor á costa de esta agua
cálida; el agua fría contenia ademas aire at-
mosférico, que debió desprenderse mientras
se calentó. Si después de cada operación no
sequilase aquella' agua caliente, este vapor,
esle aire que encierra el condensador, con-
cluiría por no producir ya efecto. Watt ej .-■cu-
lo esta triple evacuación por medio de una
bomba ordinaria que se llama bomba de aire,
y cuyo pistón tiene un tronco conveniente-
mente adaptado á la prensa que la máquina
pone en juego. La fuerza destinada á mante-
ner la bomba de aire en movimiento disminu-
ye tanto como la potencia de la máquina; pe-
ro en el antiguo método ocasionaba una pe-
queña parte de la pérdida. la condensación del
vapor sobre las paredes enfriadas del cuerpo
de bomba (1).«
«No se podia emplear entonces el agua so-
bre el pistón para impedir la introducción del
aire en el cilindro: en efecto, el agua que hu-
biera illtrado en uo cilindro en parte vacio y
aira caliente entraña muy luego en ebullición
y produciría un vapor cuyo efecto no hubiese
sido solamente impedir el vacio, sino también
enfriar el cilindro con su evaporación durante
la caida del pistón. Watt propuso entonces
cubrir con cera ó sebo el eje del pistón para
hacer mas fácil su juego ó impedir que de-
jase paso al aire.
«lleconoeió muy luego que, quedando
abierto el orificio del cilindro, el aire que lle-
naba la parte superior al bajar el pistón sobre
el cual obraba debía necesariamente quitar á
ls cubierta una parte de su calor; que por
consiguiente, cuando el cilindro se llenaba
nuevamente de vapor, fera preciso que se con-
densase cierta cantidad para elevar la cubier-
ta al nivel de la temperatura interior. Entonces
imaginó adaptar al cilindro una cobertera
quelo cerraba herméticamente, aunque aira-
VBsada de una abertura á la que se ajustaba
una caja de estopa y en la que se introducía
la barra del pistón, y hacer llegar sobre es-
te último et vapor, cuya elasticidad, deter-
minaría su descenso, causado hasta enton-
ces por la presión de la atmósfera.
«Tal fué su segundo paso Inicia la perfec-
ción completa de la máquina; y sin haber dis-
. mínuido de ningún modo su potencia, el gasto
del combustible y la pérdida del vapor se ha-
llaron reducidos á la tercera parte de lo que
eran anteriormente, y la máquina, propta<
lt) Arago, «lid.
BIBUOTECA rOI'TJUfl,
mente hablando, llegó á ser una máquina de
vapor, no teniendo otra fuerza motriz que este
fluido, al paso que hasta entonces habia tenido
siempre por causa de su movimiento la grave-
dad del aire.
«El aire atmosférico, enfriando la parte es-
terior del cilindro , producía interiormente la
condensación de cierta cantidad de vapor: Watt
pensó remediar este inconveniente rodean-
do el cilindro con una cubierta de madera
ó de cualquier airo cuerpo que fuese mal con-
ductor del calor.
«Una vez concebida la idea^ dice este in-
comparable mecánico, de producir la conden-
sación fuera del cilindro, todas las demás me-
joras se efectuaron con una increíble rapidez;
de tal modo, que es el espacio de uno ó dos
días se ordenó mi plan perfectamente en mi
cabeza, y para hacer su ensayo, lo puse in-
mediatamente en ejecución.» Para asegurarse
de las ventajas que se habia prometido de es-
ta nueva disposición, Watt la hizo ejecutar en
grande con un cilindro revestido de una cu-
bierta de madera, cuyo efecto sobrepujó á sns
mas vivas esperanzas (1).
Sin embargo, trascurrió mucho tiempo an-
tes que se aplícase índustrialmente este adm i-
rabie conjunto. En 1769, durante la construc-
ción de una máquina colocada en la boca de
nn pozo de mina , en las tierras del duque
Ilamilton en Kinnel, cerca de una milla de Bo-
zowstenes, Watt se ocupó en obtener un pri-
vilegio. Los gastos necesarios, para la instala-
ción de la máquina, se hicieron por|el. doc-
tor ItODbuck, rico inglés, dotado deun espíritu
emprendedor, quien desgraciadamente se ar-
ruinó en las especulaciones qne habia em-
prendido. Se entablaron negociaciones con
Mateo Baltou, quien en Birminghani ya habia
adquirido reputación de uno de los mas diestros
manufactureros del Reino Unido. En 1773 es-
tas negociaciones terminaron en una transac-
ción, por la que Hoebuck cedió sus derecbos
á Bullum
Retirado muy luego Watt á Birmingham,
consagró sus primeros cuidados á la construc-
ción de una máqniua que estableció en Saho,
como un modelo destinado á ser examinado
por los propietarios de minas. Pero eltérminc-
de su privilegio se acercaba, y si hubiese de-
bido sufrir la regla común, tan poco favora-
ble á la ir.as sagrada de todas las propiedades,
á la que resulta del genio de invención, no hu-
biera- podido aun reembolsar los gastos que
debia producir el establecimiento de su fábri-
ca. A fines de 1774 se dirigió al gobierno pi-
ra obtener una prolongación de plazo. Mr. Bal-
ton le auxilió en su crédito y sus consejos, el
doctor Roebuck con su celo y sus gestiones;,
algunos amigos conocidos en las ciencias con-
firmaron por su opinión terminantemente es-
presada, la idea que se tenia del mérito de sus
(t) Stuart, ibid.
T, XXXUI, 54
I
85 1
invenciones, y apoyaron su petición. Jll par-
lamento, en 1775 le concedió el privilegio es-
clusivo de construir sus máquinas perfeccio-
nadas durante veinte y cinco años, desde el
día de la petición.
Mr. Bolton se asoció entonces con él en la
fabricación de las máquinas, y una parle de su
establecimiento de Sobo se convirtió en talle-
res destinados áese uso. Regularizó la fabrica-
ción de las diferentes piezas do que se compo-
nía el conjunto, y el sistema que introdujo en
su ejecución, puso á Watt en estado dé termi-
nar varias máquinas de gran dimensión, que
se establecieron en el StalTordshire, Stropsliire
y Warwicksire; una pequefsa máquina ruó en -
viada basta Stralford cerca de Lóndres.
Se formará concepto de la importancia co-
mercial que desde entonces tuvieron los per-
feccionamientos introducidos en la construc-
ción de las máquinas por el resultado siguien-
te. Para conceder el permiso de sustitnir.sus
máquinas á las de Newcotnen, Watt y Bolton,
exigían el valor de la tercera parte do la can-
tidad de carbón cuya economía resultaba del
nuevo procedimiento. Ahora bien, en la mina
de Chacewater, en Cornouailles, donde funcio-
naban 1res máquinas, los propietarios rescata-
ron el derecho de los inventores por una su-
ma anual dé unos 240, Oúu reales.
Durante sus esperimentos , y antes de ha-
ber obtenido su primer privilegio, Watt había
observado el fenómeno conocido hoy con el
nombre de distensión del vapor, y en una car-
ta que escribía entonces al doctor Small, de
Birmingham, fechada en Glascow en mayo de
1769, le hablaba de la intención en que esta-
ba de hacer servir ese procedimiento para sus
proyectos, como medio, deeia, de aumentar el
efecto del vapor y disminuir su. gasto. Había
comprendido muy bien que la potencia proco-
dente de la distensión debía obrar desigual-
mente; «pero, decia, será fácil remediar ese
inconveniente con el empleo de_un volante ó
de algún otro medio.»
Sin embargo, cuando el vapor se introdu-
cíadurante el tiempo dcljuogo del pistón, ha-,
cia el oficio de una fuerza aceleralriz constan-
te, j daba á éste una velocidad creciente, que
producía un choque al iin del curso. Por eso
la desigualdad misma de ia acción producida
por la espansíon del vapor, se aprovechó, pri-
mero para regularizar la acción del pistón, y
mas tarde, desde 177G, para economizar el va-
por, y el procedimiento fué descrito detenida-
mente en un nuevo privilegio, tomado en 1782.
nMuy buenos jueces hay, que colocan la dis-
tensión, en ouanto á la importunen) económica,
en la linea del condensador. Parece cierto que
desde su adopción, las máquinas de Cornouai-
lles dan resultados inesperados, y que con un
bushel de carbón, realizan la obra de veinle
hombres trabajando diez horas. Recordemos
que en los distritos carboníferos de Inglaterra,
ese carbón cuesta nine pence (linos 3 7, frjfri
m
y quedará demostrado que Watt ha reducido
para la mayor parle de Inglaterra, el precio
de un jornal de hombre, á unos 3 maravedises
de nuestra moneda.
»l,a máquina atmosférica, sea verificándose
la inyección de agua fria en medio del cuer-
po de bomba, sea en un condensador separado
no tiene fuerza real sino durante el movimien-
to descendente del pistón. Entonces, y solo
entonces, es cuando el peso de la atmósfera
produce todo su efecto. Durante la oscilación
ascendente, este peso está compensado por ¡a
presión del vapor que impele el pistón de aba-
jo arriba. El movimiento es entonces determi-
nado únicamente por un contrapeso que sobre-
puja apenas el peso del pistón en el valor del
roce que este esperimenta -sobre las paredes
del cuerpo de bomba. Esto no es un inconve-
niente cuando la máquina de fuego se emplea
para estraer el agua que inunda las minas...,
Asi, como medio de desagüe, la máquina at-
mosférica es perfecta, sus intermitencias de
acción no son entonces un derecto. No sucede
lo mismo cuando la máquina se emplea como
motor. Los apáralos, las herramientas que con-
duce, tienen movimientos rapidísimos duranle
el curso descendente del pistón; pero durante
el movimiento ascendente, se paralizan ó no
continúan obrando mas que en virtud de la
velocidad adquirida. Una maquinado fuego que
tuviera potencia mientras se ejecutan las dos
cscursiones opuestas del pislon , presentaría
por consiguiente ventajas reales. Tal es el ob-
jeto de la máquina inventada por Watt, y qne
se llama máquina de doble efecto.
«En esta máquina, la atmosfera no ejerce
acción; el cuerpo de bomba está costado por
arriba con una cubierta metálica . perfórala en
su centro de uu orificio guarnecido de estopa
crasa y bien apretada, por entre la cual se
mueve libremente la barra cilindrica del pis-
tón, sin dar paso al aire ó al vapor. El pistón
divide asi el cuerpo de bomba en dos capaci-
dades cerradas y distintas. Cuando debe bajar,
el vapor de la "caldera llega libremente a la
capacidad superior por un tubo oportunamen-
te dispuesto á este efecto y empuja el pistón
de arriba abajo como la atmósfera en la má-
quina atmosférica. Estemovimienlo no encuen-
tra obstáculos, puesto que mientras se verifica,
la parte inferior sola del cuerpo de bomba está
en comunicación con el condensador. Luego
que al pistón ha bajado del todo, sucedí; lo
inverso con el simple movimiento do dos lla-
ves. Entonces el vapor suministrado por I»
caldera solo puede ir debajo del pistón que ha
de ser levantado, y el vapor superior que mo-
mentos antes producía el molimiento descen-
dente, va á liquidarse al condensador, con el
cual se pone en libre comunicación. El mo-
miento contrario de las mismas llaves coloca
todas las piezas en el estado primitivo, luego
que el pistón está ' en lo alto de su curso. U
máquina marcha asi .indefinidamente, con una
VAPOR
853 VAI
.potencia casi igual, ora suba el pistón , ora
)*(!).» ' , , .
. ¿as figuras batas comprender fácilmente
las disposiciones esenciales adoptadas sucesi-
vamente por Walt en la introducción def va-
por, y la diferencia que existe bajo ese pun-
tod'e 'vista, entre la máquina de simple efecto
ipiela primera representa y !ade doble efecto
(|iie representa la segunda.
J,a disposición general de las primeras má-
quinas de Vatt de simple efecto, es la misma
i|iie la de las máquinas de Newcomen, y por
c;o liemos podido suprimir sin inconveniente
cu lü ligura todo lo que no difiere esencial-
¡nenie de tu máquina de Newcomen. En la de
Vatt \¡hj. -ííl imaginando las barras II y r co-
mo lijadas al brazo izquierdo del balancín, á
cuyo brazo derecho estuviesen adaptadas las
bárrasele las bombas de desagüe y ei contra-
peso, el lector puede completar por si mismo
la (¡gura. Llegando el vapor por el tubo S opri-
me el pistón por su cara superior, al paso que
hiparle inferior del coerpo de bomba está en
comunicación con el espacio B, en el cual se
efectúa la condensación. Cuando el pistón ha
llegado á lo bajo de su curso, la barra Oü des-
ciende, el obturador a intercepta toda comuni-
tac-ion entro la parle inferior del cuerpo de
bomba C y e! condensador aislado B; y como
el obturador b ha bajado con la barra, se esta-
blece una libre comunicación por el tubo E en-
tre las dos parles del cilindro separadas pov el
pistón. Este hallándose igualmente oprimido
por ambas caras, sube á causa dei contrapeso
colocado en el otro brazo del balancín.- Todo
se reduce á regular el movimiento de la bur-
ra OD. Ahora bien, esto es fácil obtenerlo, es-
tableciendo entre ella y el balancín una co-
municación conveniente que la ínantrené le-,
vanlada mientras baja el balancia y la deja
caer cuando sube. Aquí todas las llaves se su-
primen y los diferentes movimientos secunda-
rios son transmitidos por la máquina misma.
La barrar hace marchar una bomba que eva-
día el agua de condensación y el aire que se
desprende. El. juego de las chapaletas G, P, Q;
es láeil de comprender. Hemos visto que esta
máquina ofrece el inconveniente de no obrar
de un modo continuo y de no servir apenas
mas que para achicamientos.
Máquinade IValtádoble efecto. Lafig 45
■ maiiiliesta la disposición adoptada por Walt en
sus máquinas de doble efecto. Hemos conser-"
Tiitlo las mismas letras para las parles que tie-
nen el mismo destino que en la figura, y he-
mos suprimido loda la parte inferior que no
recibe modificación alguna, la -barra verlical
OD, en vez de llevar tres discos correspon-
dientes á otras lanías aberturas,- solo está ar-
mada de una pieza, fácil de conocer por los do-
bles trazos con que está marcada en la Qguia,
y que recibe el nombre de tirador ó cajón.
|r) Arago, Ñutida sobre las máquinas de vapor.
GR 854
En la posición en que la figura lo representa,
el tirador deja entrar sobre el pistón P el va-
por que sale por el tubo trasversal S, al paso
que la comunicación se establece entre ¡apar-
te inferior C del cuerpo de bomba y- el conden-
sador. El pistón bajará, pues, como en Ja má-
quina de simple efecto. Cuando llega á lo bajo
de su curso, Ja barra OD desciende, mueve el
tirador, y la parle superior de este bajando
debajo de la abertura F, la inferior también
llega hasla debajo de V. Entonces ¡a parle su-
perior del cilindro es la. que comunica con el
condensador, mientras que el vapor saliendo
del tubo S oprime la cara Inferior del pistón.
Este ingenioso mecanismo que se suele
adaptar á las máquinas cuya fuerza no.es esce-
cesiva, y que están destinadas á hacer girar
nu eje, es debido á H¡ Murray de Leeds , que
lo ideó en 1 80 1 . Es un perfeccionamiento de
la varilla de válvulas representada en nuestra
íig. 44, y no es mas que una especie particu-
lar de la llave de varios juegos. Solo que en
lugar de girar al rededor de un eje, tienen
uu movimiento de vaivén.
Como quiera que sea, este mecanismo ó
todo oleo equivalente no bastaría para impri-
mir al balancín nn movimiento alternativo cons-
tante, á la subida y á la bajada, si la barra del
pistón no estuviese enlazada con dicho balan-
cín de uu modo invariable. Ahora bieny toI-
viendo á las ¡tg. 33 y 34, se ve que la cuestión
uo es tan sencilla como lo parece á primera
vista, porque la barra del pistón debe estar cons-
tantemente en la misma vertical, lo cual pare-
ce exigir que se halle terminada por una ca-
dena flexible, susceptible de arrollarse sobre
un arco ele circulo, y por otra parle, la rigi-
dez de esa barra es una condición necesaria
para la comunicación del movimiento de as-
censión del pistón al baiancin. El órgano me-
cánico conocido con el nombre de paraleló'
gramo articulado \fig. 46), ofrece una ele-
fante solución de la dificultad. Ei remate su-
perior de la barra R del pistón está fijado en
uno de los vértices C de un paralelógtamo,
tres de cuyos- lados BC, CD y DE, son unas va-
rillas reunidas por simples articulaciones en-
tre ellas1 y el balancín AB. El vértice D está ar-
ticulado con la varilla lü,' movible alrededor
del centro 1. De esta disposición resulta que la
estrernidad C de la barra del pistón tenderá á
describir una curva que tendria la forma de
una especie de S, si el paralelógramo pudiera
girar por entero alrededor de sus articulacio-
nes, pero que en los límites del movimiento
del baiancin, se desviará tan poco de la verti-
cal que no resultará ningún desvio sensible
para el vértice de la barra del pistón.
Heaqui en qué términos da cuenta Wall del
ensayo del paralelógramo articulado:
«Yo mismo he quedado sorprendido de -la
regularidad de su acción. Cuando lo- he vialo
marchar por la vez primera, he tenido verda-
deramente todo el placer de la novedad, como
855
VAPOR
806
si yo hubiese examinado la invención do olra
persona.» Este órgano importante fué sustitui-
do al sector dentado que guarnecía primero el
bahincin y engranaba en una cremallera* fijada
en la estremidad superior de la barra de! pis-
tón. Esta disposición, completamente análoga
á la que Papin babia propuesto para la aplica-
ción del vapor á iá navegación, no maniobraba
sino con macho ruido, y se descomponía con
facilidad, sobre todo , cuando se quería dar
otra dirección al movimiento'.
Después de liaberuniforroKdo el movimien-
to del pistón deteniendo algo mas pronto ó
algo mas tarde la introducción del vapor en el
cilindro, se reconoció una nueva causa' de
irregularidad: resultaba de la producción mas
ó menos rápida del vapor, s'egun la actividad
del fuego entretenido debajo de la caldera, y
por consiguiente déla cantidad variable de va-
por que llegaba al cilindro por una misma
abertura en igual espacio de tiempo. Para que
el empleo del vapor fuese regular, era menes-
ter evidentemente que la máquina pudiera au-
mentar ó disminuir á voluntad la cantidad to-
mada de la caldera en un instante, dado, se-
gún que el movimiento se hace demasiado
lento ó rápido. Ahora bien, hay un medio muy
sencillo de reconocer por un cambio de for-
ma, en una máquina, las diferentes velocida-
des, según las cuales se mueve. Supongamos,
en efecto, que su movimiento sea comunicado
á un árbol vertical giratorio, que sostiene uiv
peso cualquiera adherido por un hilo . á su
parte superior. Et peso girará con el árbol sin
estar aplicado á él y se apartará tanto mas
cuanto mayor sea la velocidad de rotación. Pero
cuanto mas se aleja el peso del árbol, tanto
mas se aparta do la posición vejiieal de equi-
librio el hilo tendido por dicho peso. He ahí,
pues, una parte de la máquina cuya forma va
ria según la velocidad del movimiento. Sustitu-
yase ahora el hilo flexible de que hablábamos
con una barra rígida, ó mas bien con un par
de barritan iguales, cargadas en sus estremi-
dades y lijadas al eje del árbol vertical girato-
rio, de modo que dé -vueltas can él y tendre-
mos en la separación mutua de las varillas,
variaciones que se trasmitirán por medio de
palancas dobladas al eje alrededor del cual gira
el disco que regula el paso de! vapor en el iu-
rerior del tubo alimenticio. Será fácil, por con-
siguiente, disponer el aparato de modo que el
disco esté completamente cerrado - desde que
la máquina alcanza la.velocídad fijada para
máximum, y permanezca del todo abierto mien-
tras esa velocidad no pase del término medio
adoptado.
, Este regulador de fuerza centrifuga, ú
péndulo cónico, puede usarse para regular no
tan solo la entrada del vapor en el pistón, sino
también el movimiento del fnego de varias má-
quinas diferentes, sea por medio de un regís-
tro que haga variar el tiro de la chimenea, saa
obrando sobre un distribuidor mecánico, para
disminuir o aumentar la cantidad de carbón
suministrada á cada instante. Este órgano no-
table era conocido hace mucho tiempo y usado
por los molineros para aproximar á apartar l,is
muelas según su velocidad; pero Watt ¡tizodo
él una aplicación muy acertada á la máquina de
vapor.
Iiospues de haber dado asi al movimiento
de vaivén de sus máquinas, la mas perfecta
regularidad, Walt se ocupó en transformarla en
un movimiento de rotación continua. Hemos
visto ya las soluciones propuestas con este
motivo por Papin y por JonathanHutls «Be los
numerosos proyectos que me pasaron por la
imaginación, dice Watt, ninguno me pareció
tan propio para conducirme al fin propuesto,
como la aplicación de una simple manija parc-
oída á la que usan los afiladores, invención de
gran mérito cuya fecha no es conocida , asi
como tampoco su modesto inventor. Pero d
movimiento en la muela del afilador no es mas
que el resultado del descenso del pie obrando
sobro el manubrio; y se continúa mientras pe
el pie se levanta, á consecuencia de la velo-
cidad adquirida por la muela, que en esta cir-
cunstancia ejerce las funciones de volante.
Ahora bien, nó era mi intención cargar mi
máquina con un volante cuyo poso hiera capaz
de entretener el movimiento durante la ascen-
sión del pistón. Propuse emplear dos máqui-
nas que obrasen sobre dos manubrios fijados
en el mismo eje y formando entre ellos ni
ángulo de IÍO grados, y colocar un peso so-
bre la circunferencia del volante formando el
mismo ángulo respecto de cada una de las ma-
nijas: por ette medio, el movimiento se balla-
ba igualado, y solo exigía un volante muy li-
gero para continuar siéndolo. »
Hasta 1778 y 1779 ño intentó Watt ejecu-
tar los proyectos que había concebirlo contu-
samente hacia mucho tiempo. El resultado de
los esperimentos que intentó sobrepujó sus es-
peranzas, pero habiendo tenido' la inadverten-
cia de no solicitar privilegio, fué burlado por
un operario encargado de ejecutar el modelo,
y pnco tiempo después se obtuvo un privilegio
á nombre de Sleel para la aplicación del ma-
nubrio á las máquinas de vapor.
Walt, frustrados sus intentos, tuvo que ape-
lar al complicado sistema de las ruedas llama-
das planetarias, pero lo abandonó tan pronto
como caducó el privilegio de Steel.
El proyecto de igu.dar el movimiento del
pistón con el empleo de un volante, proyecto,
formado por Fitz-Gerald, y que Walt mención»,
fué al parecer ejecutado, primero por M. fl'as-
brongh, quien se había aprovechado de) pri-
vilegio tomado en nombre do Steel para el ma-
nubrio. Este fabricante, después de haber com-
binado el volante con el manubrio, lo aplicó «
sus máquinas de líristol, á la de Mr. Taylor ra
Sntampton, y á algunos molinos harineros
A Watt son debidos ,- pues, cusí todos los
adelantos introducidos enla máquina devnpor;
857
VAPOR
858
sugirió la idea de los pistones perfectamente
ajustados aunque metálicos, osó los manóme-
tros de mercurio, conoció la alimentación por
medio de un flotador, etc. etc.
1769 — 1 829. Orinen y desarrollos sucesi-
vos de los carruages de vapor hasta el cohe-
ktli, locomotiva de R, StepKenson. No he-
mos' querido interrumpirla esposicion déla
larga serie de los trabajos de Watt; añora de-
bemos retroceder para hablar de las dos apli-
caciones mas importantes del vapor, á saber la
locomoción por tierra y agua.
Se pretende, como liemos dicho antes, que
Robison tuvo en. 1759 la idea de un carruage
de vapor; pero admitiendo como fundada esta
pretensión qne carece de toda prueba-positiva,
había mucha distancia dé la idea y del deseo
de tener una máquina de este género á la rea-
lización del proyecto.
Los franceses pretenden haber sido los pri-
meros en usar las locomotivas, por lo que va-
mos á citar:
Se lee en. las Memorias secretas para ser-
vir i la historia de la república de las letras
Hior Bachaumont), 1777, el testo siguiente:
«23 de octubre de 1769. Se ha hecho en
estos últimos dias la prueba de una máquina
singular, que adaptada á un coche debía ha-
cerle correr dos^ leguas en una hora, sin ca-
ballos; pero el éxito no correspondió á lo que
se esperaba: no corrió mas que un cnarto de
legnacn sesenta minutos. Esta esperiencia se
hizo en presencia de Gribeauval , teniente ge-
neral, en el arsenal (t).»
Después este otro:
■ «1." de dicienibrede 1769. La máquina para
baeer andar un coche sin caballos es de Gri-
beauval; 'se ha reiterado últimamente la espe-
rieocia con mejor éxito, pero no con todo el
que se esperaba: se trata de perfeccionar esta,
máquina que es de fuego (2).» .
Y un poco mas adelante:
«20 de noviembre de 1770. Hace algún
tiempo que se habló de una máquina de fuego'
para trasportar trenes, y sobro todo de artille-
ría, de laque Gribeauval, oficial de esta arma,
había dispuesto hacer esperiencias, que se per-
feccionaron después, basta el punto que el mar-
tes último la misma máquina arrastró al arse-
nal una masa de cinco millones sirviendo de
aúcalo á un cañón de cuarenta y ocho de cerca
del mismo peso, y recorrió en una hora cinco
cuartos de legua. La misma máquina debe su-
bir á las alturas mas escarpadas y vencer los
obstáculos que presenten los terrenos des -
iguales por altos, ó bajos.
"Estas felices esperiencias renuevan los
sentimientos de ¡os que quisieran qne se usa-
se también la bomba de fuego para la elevación
de las aguas, como se ejecuta en Lóndres (3).»
Bachaumont atribuye, como se ve, al mis.
W Memoria* secretas, t. 1Y, p, 363.
(*J Jbid, t. V, p. 2t9.
mo célebre Gribeauval la invención del primer
carruage de vapor; parece haberse engañado
en esto. Esta invención la atribuyen oíros á
Ciignol, ingeniero francés.
Partington se espresa así en su Relación
histórica y descriptiva de la máquina de
vapor . i
«El empleo de un mecanismo interior para
hacer mover los wagones sobre un camino
llano es de fecha muy antigua; pero la prime-
ra aplicación de la máquina de vapor para este
objeto tuvo lugar seguncreemos, en el arsenal
real de París, entre los esperimentos que se
hicieron durante el último siglo.
' ii Parece que hasta 1802 se hicieron pocos '
progresos'en el uso de esta especie de vehí-
culo con ruedas; pero desde esta última época
Trevilhick comenzó una serie de esperimentos
sobre la aplicación de la máquina de alta pre-
sión para este objeto, y sus resultados después
de haberla perfeccionado se adoptaron des-
pués....»
En uu ejemplar de la obra' de Partiuglon
se halla una nota marginal escrita por el di-
funto Gengembre, ingeniero constructor de má-
quinas y firmada por él; -esta nota, aue se re-
fiere á la máquina "francesa á que alude Par-
tington, se halla concebida asi:
«Esta maquinase ve aun en el Conservato-
rio de artes y oficios; el autor es Cugnot, mi
primer maestro de matemáticas ; tenia trece
años cuando me hizo subir en su carruage, »
Esta interesante comunicación hecha á la
Sociedad de Emulación el 10 de mayo de 184S
por Benoit, antiguo oficial de estado mayor, se
halla consignada en el Boletín de la sociedad,
en la misma página 297. La Biografía univer-
sal da sobre Cugnot y su máquina los siguien-
tes pormenores:
«Nicolás José Cugnot, nacido en Voit, en
Lorena, el 25 de febrero de 1725, muerto en
París el 2 de octubre de 1804, habia servido
desde su juventud en Alemania en calidad de
ingeniero; y después de haber pasado al ser-
vicio del príncipe Garlos, á los Países Bajos,,
fué á París en 1763. En Bruselas ejecutó un
carro que no era movido mas que por el fuego
y el vapor de agua. El duque de Clioiseul. mi-
nistro de la Guerra le encargó hiciese construir
un gran carruage sobre ios mismos principios;
se ejecutó en. el arsenal y se puso á prueba.
Este carruage existe aun en el Depósito dé las
máquinas en París. La gran violencia de sus
movimientos no permitía dirigirla, y en la pri-
mera prueba destruyó el lienzo de una pared
que se halló en su dirección lo que impidió
hacer uso de ella.»
Ya en 1847 Rouget de tlsle Jiabia hecho á
la Sociedad de Fomento una .comunicación en
que se halla el testo siguiente:
«En el registro de las actas del Instituto
(año VI ó 171)8) se lee una nota relativa á un
carruage movido por vapor, cuyo autor es el
ciudadano Cugnot.
VAPOB
»Los ciudadanos Coulomb, Perrier, liona-
parte y Prony estaban encargados de presentar
un informe sobre esta máquina, que ofrece al
mismo tiempo, dice !a ñola consignada en el
acta de ta sesión de la Academia, consideracio-
nes sobre el mejor medio de aplicar la acción
del vapor á los trasporte? de fardos (1),»
El carro de vapor de Cugnot existe aun
hoy y pueden verlo todos en las colecciones
del-Conservatorio de Arles de París y oüciuas.
La Ilustración en sn número 4(12 (viernes 8
de noviembre de 1 850) dio uña figura que re-
producimos con el núm. 47 (lám. LXIX de las
Arles mecánicas.)
- «Desde el año 1772 en l'iladelü'a. Oliverio
Evans se ocupaba de sustituir \procedimienlos
mecánicos á los caballospara los trasportes so-
bre ruedas ordinarias, y en 1786 solicitaba cié.
los Estados de Pensilvania un privilegio para
la aplicación del vapor á los molinos y vehí-
culos; en 1804 construyó el primer carruage
de vapor que vieron los Estados Unidos, y io
hizo funcionar en las calles de FiladelBa.
«En 1784 Watt tomaba" ira privilegio en
Inglaterra para la aplicación de ¡a máquina' de
vapor á los carrnages ordinarios.
«En 180í¿ Trevithick y Vivían, en Inglaterra,
emitieron la misma idea; y dos años mas tarde
en 1 804 la aplicación á la construcción de tina
máquina, que hicieron circular por el camino
de hierro de Merthy-Tydvil, disgustados" por
las dificultades de indo género que ofrecía su
empleo en los caminos ordinarios.
«La máquina de Trevitbiclc y Vivían no te-
nia mas "que un solo cilindro, colocado hori-
zontalmente ; el émbolo trasmitia su movi-
miento á las ruedas, por medio de una biella
ó brazo, y de dos engranages. Esta máquina
tenia un gran defecto, del que no se eximieron
las posteriores, porque se lardó mucho cu ha-
llar el medio de evitarlo. El defecto consistía
en una caldera que no producía suficiente va-
por para el servicio de la máquina. De aquí re-
sultaba que la máquina después de haber ca-
minado algún tiempo se detenta por si misma,
y no podia continuar funcionando hasta que se
hubiese introducido en ella cierta cantidad do
vapor La opinión dominante entonces era
de que se encontrarían diNcilHades insupera-
bles en la falta de adherencia de. las ruedas'
sobre la superlicie llana, y esta opinión fué el
principal obstáculo á toda aplicación ulterior
de esta máquina , Estos primeros ensayos
no dieron lugar á una aplicación continua del
vapor al trasportesobre los caminos de hierro,
que comenzaban á construirse en Inglaterra
para el servicio de las minas de carbón de
piedra.
«En 1811 Blenkisop construyó, para el ca-
mino de hierro de Middleton en Leeds, má-
quinas locomotoras en que las ruedas no teuian
otro destino que el de sostener el aparato.
(I) Boletín de la Soc. de fomentó-, 1847, p. 657.
Uno de los carriles llevaba lateralmente una
serio de dientes en que entraban los de una
rueda puesta 'en movimiento por dos piño,
nes- armados cada uno de un manubrio v
puestos en movimicnlo por una biella ádlfe'rí
da al émbolo de un cilindro vertical colocado
sobre la caldera. Los dos manubrios estaban
colocados en ángulo recto para facilitar el pa-
so de los émbolos- en el punto muerto Es-
tas máquinas sirvieron durante doce años pa-
ra él trasporte de carbón de piedra.»
La fig. 2í,lám. LXÍ P" representa este apa-
rato, BU es el carril con la cremallera de dien-
tes h, h, h, do 0D,0í. ó ü'",07. En cuanto
á la máquina, ofrece la siguiente disposición:
la caldera cilindrica se calienta por un tubo"
que la atraviesa en toda-su estertslon. Los ci-
lindros a, a, se colocan en lo .interior; el va-
por, después do haber obrado sobre los émbo-
los salé á la atmósfera por el (ubo s. Las Me-
llas b, h, fijadas en las barras do los émbolos
hacen mover los manubrios c, c, y por con-
siguiente los piñones d,d, que engranan con
la rueda dentada e. El eje de esta rueda es mas
largo que el tren del carruage y lleva en su
eslreniidad una gran rueda dentada f, que en-
grana con la cremallera.
«En IS'12 Willan y Eduardo Oluipmnn, en
1S13 Brunton hicieron ensayos fundados en
la idea de la insuficiencia de la adherencia, que
querían aumentar con engranages , horqui-
llas, etc. Estas tentativas ño tuvieron éxito.
La máquina de Urunton se representa en la fi-
gura 25, Wwí. LXIV.
«En la misma época Dlakett, después de
numerosos ensayos ejecutados en el camino
de hierro de Wylaux, demostró que la frota-
ción ó adherencia de las ruedas sobre los car-
riles, suministraba un punto de apoyo sufi-
ciente: y combinado este principio con el em-
pleo de los dos cilindros de Blenkisop llegó á
ser la base del sistema de locomoción que lia
tomado en estos últimos años un desarrollo tan
considerable. Cugnot habia empleado también
dos cilindros en su galera de vapor; pero ara-
bos eran de simple efecto, y siendo necesa-
riamente alternativo el juego de los dos ém-
bolos, se hallarán á la vez en uno de los dos
estreñios de su curso; al paso que en la má-
quina de Blenkisop estando adheridos a un
mismo eje los dos manubrios el eje del émbo-
lo se hallaba en medio de su curso cuando el
otro e>taba en el estremo. Esta disposición
aseguraba la marcha y continuidad del movi-
miento en las pequeñas velocidades. Añada-
mos, sin embargo, que el principio mecánico
de los manubrios cruzados era ,ya muy cono-
cido en aquella época.
«Jorge Stephenson construyó para la mina
de carbón de k'illing-Worth, durante el año de
1 8 1 4 , una máquina con cuatro ruedas, acoplados
por medio de una cadena sin fln arrollada sobre
dos ruedas dentadas colocadas en medio de
cada eje; se hallaba colocado un cilindro ver-
ticalmente sobre la caldera, en k parte supe-
rior dg cada eje y le comunicaba el movirnien-
lopor medio dedos biellas verticales aplicadas
á los asiremos de un travesano como en la
aáqitina de Trevilhiek y Vivían; el juego de
los dos émbolos era cruzado. Esía máquina re-
molco en una pendiente de Old,002 por metro
mi peso de 30 toneladas, con una velocidad
je (; kilómetros y '/, Por |lora- ^ caldera era
cilindrica, tenia 2™, 44 de longitud y l^SG de
diámetro: estaba atravesada por un tubo inte-
rior de O"1, 51 de diámetro, que contenia la
lioruiila; los cilindros tenían 0m,20 de diáme-
Iro y 0m,6 1 de juego,
«En 1815 construyó una máquina, dis-
pnesla sobre el mismo principio poro tenien-
do entre los dos ejes gobernados directamente
por los cilindros,, un tercer eje ligado á los
oíros dos por una cadena sin fin.»
la máquina eb bailaba suspendida sobre
los ejes por medio de cilindros de los que ca-
da uno contenía un émbolo solidario con la
caja de engrasar y oprimido sobre la super-
ficie superior por el agua de la caldera; esta
disposición tenia por efeclo debilitar los cho-
ques y bacer obrar al vapor como un resorte
Hasta 1830 estas máquinas conservaron una
marcada superioridad sobre todas las que se
construyeron durante el mismo periodo de
tiempo, gracias á las mejoras que introdujo
en ellas su autor. Se suprimió el eje interme-
dio; la cadena sin fin fué reemplazada por una
biella de acoplamiento esterior; se aplicaron
resortes de acero para suspender la caldera y
el mecanismo sóbrelos ejes. Se dispuso una
comba de presión sujeta á uno de los trave-
sanos que gobernaban las Mellas motoras, pa-
ra renovar ei. agua de la caldera, tomándola
de una caja colocada en un carruage de pro-
visión. Las ruedas con cubos y rayos de hier-
ro colado estaban cercadas de hierro ; ¡os ti-
radores eran gobernados por escéntricos. Es-
las máquinas, asi perfeccionadas, pesaban cer-
ca tle 10 toneladas con su provisión, y remol-
caban un tren de 30 toneladas, incluso el pe-
so de los wagones con una velocidad de 10
kilómetros por hora. La tendencia do los
constructores debió consistir, naturalmente en
aumentar la disminución de las calderas; pero
niny pronto se llegó al limite del peso com-
patible con la débil dimensión de los carri-
les entonces empleados (l;,
Las fiys. 26 y 27 dám. LXIVy LXV¡) pre-
senten en alzada lateral y de frente la máqui-
na de Stepbenson, con las perfecciones queuna
práctica muy larga introdujo en ella sucesi-
mente.
Los cilindros A A colocados vertic-aímeute,
penetraban en- parle de la caldera. Las barras
de los émbolos ligadas á las piezas trasver-
sales BB, CC, eran guiadas en su curso por las
" U | Guia de l Mecánica constructor y andador de
máquinas locomotoras, por Chalelier, Flactial, Pe-
tiQt y Poloncoau.
directrices s, s, [ijadas por una parte en ce,
en lo alio del cilindro, y mantenidas en la
otra por piezas horizontales d, d. Las biellas
B¡), CO, adheridas á la eslremídad de los tra-
vesanos BB, CC, estaban ligadas por medio de
los muñones D, D con uno de los rayos de las
ruedas de la máquina. Los rayos que de esta
suerte formaban manubrio , eran reforzados
por una pieza de hierro circular que los reunía
A los rayos próximos.
Hemos dicho que los dos manubrios debían
estar siempre en ángulo recto. Este resultado
se obtenía por la siguiente disposición. El mu-
ñón D, en que estaba fija la biella BD, llevaba
una pieza de hierro circular D/, que compren-
día un ángulo de 00°. El punto / obedecía asi
al mismo movimiento que el muñón D de la
biella CD, y estos dos puntos podian reunirse
por una barra fgD, que estableciendo una co-
municación constante entre las dos partes del
sisteoia, mantenía los émbolos en su posición
relativa.
El movimiento alternativo de los émbolos
era producido por un oajon ó tirador que ponia
sucesivamente en comunicación las partes in-
feriores y superiores de los cilindros con la
caldera y el tubo de descarga rr. Este último
penetraba en la chimenea y producía asi una
salida de vapor que aceleraba la corriente de
aire cálido y aumentaba !a marcha. El eajou se
ponia en movimiento por un eseéntrlco monta-
do sobre el eje.
La bomba impelente P se ponia en movi-
miento por una barra {, fijada en el balancín
trasversal de la máquina.. Estij bomba tomaba
agua por medio de un cario flexible en la bal-
sa del tender ó furgón. La caldera estaba ro-
deada de una camisa de tablas delgadas, para
disminuir la pérdida del calórico debida al
contacto con el aire esterior.
«En 1825,-Haclcworlh introdujo una mejora
importante en el mecanismo, disponiendo los
cilindros lateralmente á la caldera, y haciendo
funcionar á ambos sobre el mismo eje y con-
servando las biellas de acoplamiento estertores
para comunicar el movimiento al otro eje y ha-
cer concurrir la adherencia de sus ruedas á la
producción del movimiento.
«La máquina locomotiva había llegado en
1825 á un estado de progreso muy satisfacto-
rio comparativamente con el punto de partida;
pero la potencia se hallaba limitada por la di-
mensión de las calderas,, que no podian produ-
cir mas que una débil cantidad de vapor, faltan-
do por lo tanto que dar un paso- considerable.
Un ingeniero francés, Scguin mayor, director
del camino de hierro de Lion á San Estébán
hizo venir en aquella época, de luglaterráj
una máquina locomotiva; después de nume-
rosas observaciones y esperiencias consecu- '
tiras sobre los medios propios pura aumen-
tar la potencia de evaporizados de estas má-
quinas , y por consecuencia su velocidad,
imaginó introducir en la caldera un número
863
VAPOR
86Í
considerable de tubos de pequeño diámetro y
poco grueso, y aumentó de este modo, en una
proporción considerable, la superficie de con-
tacto de los gases cálidos producidos por la
combustión cori el agua que debía reducirse á
vapor. No bastaba aumentar la superficie de
caldeamiento, se necesitaba también aumentar
' la actividad déla combustión, que el tiro natu-
ral de una chimenea de dimensiones muy re-
ducidas dejaba insuficiente; Scguin mayor se
sirvió de un ventilador puesto en movimiento
por el juego de la misma maquina, y que co-
locó primero debajo" de la hornilla, y des-
pués en la chimenea; tomó un privilegio en
Francia el 20 de diciembre de 1827 para la
realización de estas dos idea¿'cuya aplicación
hizo el mismo. Dos años después en el con-
curso abierto sobre el camino de hierro de Lt-
; verpool á Manchester, II. Stephenson, hijo de
Jorge, hizo en Inglaterra la aplicación del
principio de los tubos de humo que Booth,
tesorero de este camino, había imaginado y
propuesto por su parte.
«El ventilador de Seguin mayor era poco
cómodo y ofrecía diversos inconvenientes, no
vaciló, á imitación de los constructores ingle-
ses en-sustituirle el cañón soplador que lanza
á la chimenea el vapor, después de funcionar
este en los cilindros. 'Este método ingenioso
contribuyó tanto quizas como el empleo de
los tubos á elevar la máquina locomotora al
grado de potencia y velocidad en que se en-
cuenlra ahora (1).»
Hemos dichoya que el empleo de un chor-
ro de vapor en un cañón de chimenea para ac-
tivar la combustión de la hornilla se indicó por
Fílíberto de Lorme.
La primera aplicación industrial de esía
idease ensayó al parecer por Mannoury-Dectot,
quien en 14 y 21 de agosto de 1818 tomó pri-
vilegios de invención y perfección para diver-
sos motores, á los cuales aplicaba- las propie-
dades de arrastre que habia reconocido en un
chorro rápido de cualquiera fluido, agua, aire
ó vapor. Proponía, entre otros, para reempla-
zar los fuelles mecánicos de los altos hornos,
unos tubos en que un chorro de vapor delgado
determinaba la producción de una corriente de
aire Tapido. Esta disposición es exactamente
la que se emplea aun para quemar, en corrien^
le de aire forzado, ciertos combustibles del-
gados y muy menudos sobre las rejillas de las
máquinas lijas.
A Jorge Stephenson debemos la primera
aplicación del chorro de vapor á las locomoto»
ras. Ho conocemos la fecha exacta de esta in-
novación; solamente sabemos qué existia en
muchas de las máquinas que se presentaron,
el C de octubre de 1821), en el concurso deF
camino de hierro de Liverpool á Manchester, y
que ya entonces era del dominio público, pues-
Ip que se empleaba por constructores diferen-
• , (l) Guia <feí mecánitso, «te,
tes; sin embargo, era muy reciente, porque
no se hallaba en otras máquinas presentadas
igualmente del CQnciirso.
Alguna vez se ha atribuido á Pelletaa la
primera aplicación del chorro de vapor al tiro
de las chimeneas; pero es un error, porque el
privilegio de este físico es de 30 de junio de
1830, y solamente !en la misma época hizo
realizar esta aplicación en diversas máquinas
y especialmente en el barco de vapor la Ciudad
de Sens, que hacia el servicio del Alto Sena.
£q el concurso de 1829, de que acabamos
de hablar, el cohete que R. Stephenson liabia
hecho entrar en compelencia, y que consiguió
el triunfo, comprendía la mayor parte de las
disposiciones del mecanismo que se encuentra
aun en las máquinas actuales, y que no lian
recibido mas que perfeccionamientos en las
que el mismo II. Stephenson lomó una gran
parte. La historia de Ips adelantos sucesivos,
que contando desde el concurso de 1829 han
elevado la máquina locomotora al grado depo-
tencia y perfección que posee en la actualidad,
supone un conocimiento profundo de los por-
menores de construcción, y por consiguiere
no es de esle lugar.
1773 — 1807. Primeros ensayos auténti-
cos denavegacion de vapor, y establecimiento
definitivo de esta navegación. Ya hemos men-
cionado, en su órden cronológico, la idea pri-
mitiva que Papin había emitido cu 1690 y des-
arrollado en 1695 de la aplicación del vapor á
la navegación. Hemos visto que posterior-
mente, en 1730 Jonalhan Hulls liabia propues-
to un mecanismo que jamás se puso aprueba,
y que niuy luego se olvidó Muy poca tenden-
cia á ello debían tener las ideas, á mediados
dol siglo XVIII, puesto que la Academia de
Ciencias de Parts, habia sacado á concurso
en 1753, la investigación del medio de suplir
la acción de viento para las grandes embarca-
ciones, y Daniel Beniouílli, á quien se conce-
dió el premio, mencionaba apenas la acción del
vapor, y concluía que se debía «perder toda
.esperanza de poder sustituir en las embarca-
ciones mayores, con algún éxito notable, las
fuerzas motrices de las cosas naturales á ios
trabajos de los hombres, á no ser en casos
particulares que no exigiesen semejantes fuer-
zas, sino para poco tiempo (!).» No obstante,
Gaulier so habia pronunciado por las máquinas
de vapor. Indicaba dos medios de frasforniar
el movimiento de vaivén en circular continuo,
y proponía, entre otras precauciones, pfni
evitar los accidentes, aplicar sobre las calde-
ras un enrejado de hierro. Los remos movibles
ensayadas por Du Quet, en 1 593, le parecían
preferibles á las demás máquinas que pueden
reemplazar á los remos ordinarios \i\
Asimismo, en las Memorias secretas de
(1) Colección de las piaat mte ha» ««jMujJ
loi premiat de la Academia, t. TU, premio de
pápiina 98. . ...
(2) Memorial de la, Sociedad fleaf de Ifm*, h Wi
gfiS
VAPOR
80G
jachaumont encontramos el vestigio mas anti-
guo de los ensayos realmente hechos para la
aplicación de li fuerza, motriz del vapor, Ee
aqui la preciosa indicación que se- halla en
ellas.
«'27 de mayo de 177 íi. Puede recordarse
que hace cercado tres años se Había ad apiado
a un carruaje una máquina de fuego, por cu-
yo medio se podía trasportar artillería con mu-
cha celeridad; que los esperimunUis so. hicie-
ron en el arsenal, algún tiempo antes del des-
tierro del duque de Choiseul, bajo la inspec-
ción de Gribeuuval, teniente general. Algunos
¡ulcligentes acaban de ada piar esla máquina á
ua barco, que sin el auxilio de caballos podrá
recorrer el rio á poca costa
Otro ducuraeulo impreso viene á completar
estos primeras indicaciones. Se lee, en efecto,
en los Ensayos sobre las máquinas hidráuli-
cas, publicados cu París en 1777 por el mar-
qués Diicrest, el texto siguiente;
«Se ve, por lo que aqui decirnos, á cuan-
tos usos diferentes en todas las manufacturas
podría aplicarse la máquina de fuego que han-
la hoy no ha servido mas que para elevar las
aguas; deseo que esta obra abra los ojos sobre
la inlinita utilidad que puede sacarse de aque-
lla. Un artista célebre pur sus conocimientos y
labilidad cu la mecánica iia trabajado mucho
sobre esla materia 'consiguiendo elevar las
bombas de fuego al mayor grado de perfec-
ción quizás á que pueden llegar. Aunque su
trabajo haya tenido principalmente por objeto
la elevación de las aguas, sin embargo, com-
prendió que siendo la fuerza del vapor el mo-
tor mas poderoso y á la vez mas sencillo que
puede emplearse, comprendió, repito, que pue-
de servir para imprimir ei movimiento á toda
especie de cualquiera máquina; m su conse-
cuencia concibió la idea de hacer caminar los
barcos por ima máquina da fuego, é hizo la
experiencia en el Sana, de lo que fui testigo.
Uuclio falló para que este esperinieuto tuviese
lodo el éxito que podía esperarse: muchas
causas, que seria muy difuso mencionar aqui
detalladamente, contribuyeron á su mal éxito:
una lie las principales fué el poco grueso del
cilindro (¿f.o Mas adelante se hallan los teelos
siguientes.
«... Una máquina de fuego como la de Mon-
Irclaís es suficiente para hacer caminar los.
barcos contra la corriente, empleando direc-
tamente el efecto del embolo, como lo ejecutó
terrier para la máquina, á cuyo esperiniento
i|iiibo tener la honra de. invitarme....
«Mi opinión, es por lo tanto, que es muy
posible el hacer caminar los barcos contra
la corriente por medio de las máquinas de
fuego.
' «?¡o entro, por lodanto, en ningún porme-
p. 231 y sfguiertí; El Año lUárario, por Fierou,
'• H p. 93.
W Memorias Sc-crctat, t. VI, p. 360.
(5) «Mayos, etc., p. 124. j
uiulioteca i'oraun.
no'r sobre la ejecución desemejante máquina
Mi objeto aqui no es mas que probar su posi-
bilidad general. Por lo demás, nunca serian
demasiados los elogios que yo podría prodigar
al mecanismo ingenioso de Mr. Perrier, cuyos
talentos para la mecánica son tan ventajosa-
mente conocidos del publico; tampqcp "dudo
que tendrá buen éxito. aumentando mucho el
diámetro del cilindro..... (I).»'
De estos diversos documentos resulta que
el proyecto de construir un barco de vapor eso.
París se concibió cu la primavera de 1773; y
que un ensayo de este género se había ejecu-
tado por Perrier, autesde l." deenero de 1777
fecha de ia aprobación concedida por el cen-
sor real Mimluela al manuscrito Jal . marqués
Ducresl; Sin embargo, parece que la cita de
Bachaumoii se retiere á una esperiencia ante-
rior á ¡a de Perrier, según el testimonio con-
signado por Mdntgery en una noticia publica-
da sobreFultonenel mes dé diciembre- de 1 82 2.
«El primer barco de vapor, dice, p.ii cee haber-
se ejecutado en 1774, en París, rreule al Cam-
po de Marte. El conde de Anxiron dtrigió su
construcción. La máquina de vapu¡ .:o tenia la
fuerza conveniente: el barco cauri. :¡i;)a mal, y
la compañía que sufragaba los gastos del espe-
rimento juzgó que la navegación por el vapor
no reemplazaría económicamente ctp el Sena
á la marcha ordinaria de los barcfis , f abando-
nó esta empresa*. Estos hechos se lúe lian ve-
i'iíicado por dos testigos oculares: . mas, que
es aun empleado en la bomba de i haillot, y
el difunto Perrier mayor, fundador de este es-
tablecimiento. ,
«El mismo i'errier repitió en el siguiente
año, 1775, el especimenlo del conde de Au-
xiron. Se sirvió de un barco pequeño que al-
quiló, y de una pequeña máquina di; vapor que
se hallaba abandonada en sus talleres. Una es-
peculación sobre este nuevo género de tras-
porte no le pareció muy ventajosa para pre-
ferirla á las empresas en que había ya com-
prometido sil tiempo y su fortuna. Sin embar-
go, en sus momentos de ocio se ocupó aun
coa frecuencia de la navegación por ej va-
por (2).»
Se lee en el Diccionario de la Industria
t. 1, pág, 36-1: «Cullon de la Ploaibiere, en
agoslo de 1776 Labia anunciado^ que se pro-
ponía encontrar el medio de hacer caminar los
barcos coutra le corriente por una máquina de
fuego. Las esperiencias que hizo < e esta po-
tencia y de sus efectos aplicados a la marina
le convencieron de que esta máquina era ca-
pa» en las mas violentas corrientes de arras-
trar desde Rúan á i'aris en mencrl de cinco días
cuatro grandes barcos cargados, y que el gas-
to no escederia de 3QÜ francos.».
Según una carta publicada por Uerard en
(I) Ibid, p. 129 y siguiente;
2) Anules de la. industria franres¡\ y otr'mgtra*
t, VIII, P- 297, diciembre de 1832.
1'. XXXIIIí ¿5
fi67
VAPOB
el Diario de los Debates [ib inessídor tifia IX,
pág, 4), eí ábate de Ama!, canónigo deAlaix,
regaló al gobierno y á la Academia de Ciencias
de París en 1781 el modelo de un barco de
vapor pava "remolcar los navios. «Hecha la
esperiencia en pequeño;!' dice Bcrard, «tuvo
feliz éxito.» El hecho se baila consignado en
el acia de la Academia de las Ciencias, sesión
do 9 de mayo de 1781.
El marqués de Jouffroy es ciertamente el
primero que construyó un barco de vapor, de
grandes dimensiones. Hizo establecer en Lion,
en I7S2, un barco que tenia 42>",40 de longi-
tud sobro 4 mj 54 de- amplitud, movido por una
máquina de vapor de un solo cilindro de cer-
ca de 65 centímetros de diámetro. El barco y
la máquina pesaban juntos G4 toneladas; lleva-
ba 0m,975 de agua y movia un peso de 18S
toneladas. Su mayor amplitud era igual á cer-
ca de tres quintas parios de su longitud total
bacía la proa, y estaba atravesado en este lu-
gar por un árbol movible sobre dos cilindros
de fricción colocados cerca de los bordes; y
en el árbol babia dos ruedas con palas. La co-
municación del movimiento muy sencilla y
conforme á Ja vez oon la quePapin babia in-
dicado en 1690, se debia á la acción de una
doble cremallera do roquetes que obraba cons-
tanlcmeníe sobre una parte acanalada del ár-
,boi giratorio, de suerte que determinaba un
movimiento de rotación continua, cediendo los
roquetes superiores cuando empujaban los in-
feriores, y reciprocamente. Resulta de un acta
de notoriedad rcdacleda en Lion, el 19 de
agosto de 1783, que el 15 de julio anterior
Jouffroy consiguió que el barco caminarse por
espacio de un cuarto de borá, contra la corrien-
te del Saona, que se bailaba entonces sobre
aguas medias. Esta acta, cuya minuta se baila-
ba aun en 1810 en el estudio del notario 11a-
rond, se remitió á Calonne, de quien se soli-
citaba un privilegio eselusivo duranio. quince
años. íParece, respondió este ministro, que la
prueba beclia en Lion no llenaba suficiente-
mentólas condiciones requeridas; mas si por
medio de la bomba de fuego consiguieseis que
rin barco cargado de trescientos miliares re-
corriese sobre el Sena el espacio de algunas
leguas, y que el éxito de esta prueba se com-
pruebe en París de una manera auténtica, que
no deje duda alguna sobre la ventaja de vues-
tros procedimientos, podejs confiar en que se
os concederá un privilegio limitado á quince
años,' como anteriormente os lo manifestó Joly
de Kl cari. »
Las figs. 48, 49, 50 represen) an respecti-
vamente el Corte horizontal, el verlica! á lo
largo y al través del barco de Jouil'roy; y la
disposición general del mecanismo; la fiy. 5o
repetida indica en una escala mayor el porme-
nor del engranage de enchufe de la barra del
émbolo con ia rueda de palas montada sobre
.el árbol giratorio:
jEii el caso en que un puente, ó cualquie-
ra otra obra, ó aun «na cansa natural, a¡m
Jouffroy, hubiese aumentarlo la velocidaíl ile la
corriente hasta el panto de que el bureo no
hubiese podido sobrepujarla por medio de j,
rueda de palas, yo babia destinado uh áncora
que se llevaría á proa, y cuyo cable arrollan,
dose sobre el árbol, daría á la maquinado va-
por el medio de vencer de una manera seglira
los pasos mas rápidos.» Las figs. 48y4fl,pre-
■ sentan esla disposición.
La memoria en que Jouffroy esplicaha sus
ensayos de la navegación de vapor se presentó
á-la Academia de Ciencias de París e! ¿2 (¡c
noviembre de 1783 y fueron nombrados eoml-
sionados.íiorda, el ábate Bossut, Couain y fo>
ricr. Los registros de la academia contienen la
siguiente indicación de fecha de 20 de diciem-
bre de 1783:
«Borda y Terrier han dado cuenta deln.iná-
qtiina del difunto conde de Jouffroy. Aguár-
dense nuevos esperimentos.il
Jouffroy emigró en 1790, y volvió á Fran-
cia en 1796. Pero las turbulencias precursoras
de la revolución antes de su marcha y su es-
fado de fortuna después de- su regreso le im-
pidieron seguir sus antiguos proyectos con la
perseverancia que podia conducirle al Irinnfo.
Solamente recordó sus esperiencias y reivin-
dicó sus derechos al principio de 1802, cuan-
do un relojero de Trevous, Deblanc, hizo so-
bre el Sena nuevos ensayos sin fruto; y des-
pués un poco mas ■ tarde, cuando los primeras
tentativas de Fulton sobre el Sena.
Poco tiempo después de Jouffroy, se hi-
cieron diversos ensayos en América," á sata:
En 1786 1787 por Bamsny, sobre el Polonia-,
y en 1778 por Pisch sobre el Delaware.
liácia la misma época, en 1787, Mlller, io
Dahvinslon, cerca de Edimburgo, publicó una
descripción de lo que él. llamaba triple barro,
descripción cuyos ejemplares presentó admí-
renles soberanos do Europa. El barco que se
proponía hacer caminar por medio del tapar
era un doble barco con una sola rueda de pa-
las en medio. Se ensayó muchas voces sobre el
Forfli y laClyde, después de la publicación
del libro de Sliiler; pero no parece que estos
esperiencias. que se verificaron en 1791 liayaii
tenido un gran éxito.
Otras dos tentativas se hicieron en Ingla-
terra, á saber en 1795 en Grcenlard-dück, por
lord Stonhope, y en 179G, sobre el coral Sur-
key, por Ualdwir.
En 1801 Simington, que babia sido empica-
do en el barco de Müler, procuró perfeccionar
eí mecanismo' do este. Pero la esperiencia lic-
cha en el canal de Fortli y Clydc demosírá que
el barco no caminaba con mas de cuatro kiló-
metros (dos millas y media) en una hora,- y no
pasó de allí.
En 1798 Levingslon, americano, babia en-
sayado en el lludson al gimas tentativas de na-
vegación de vapor, obtuvo del oslado de pe-
va York un privilegio por veinte años, con lu
VAPOR
870
condición de que presentarla un barco movido
ñor el vapor (jue eatninaria 6 kilómetros (4 mi-
¡Sqs) en una hora. No pudo cumplir esta condi-
ción, y muy luego debió renunciar la conti-
nuación de sus investigaciones, pues se diri-
,¡¡¡ i Francia como ministro plenipotenciario
dolos Estados Unidos.
Sin embargo, en aquella época había, en
París ue hombre de una imaginación fogosa,
quien no tardó cu encontrar en el represen-
tante de su nación, Levingston, el apoyo que
necesitaba. Roberto Fulton, que asi se llama-
bu babia ya presentado numerosas instancias
ni gobierno francés para la adopción de diver-
sas proyectos de barcos submarinos, de pe-
lardos, ele, por cuyo medro se proponía com-
batir y riesirutr detalladamente las fuerzas ma-
rítimas ele ia inglaíerra. Ayudado por Lovings-
lon se ocupó en construir un barco de vapor
en el Sena, pero muy débil para soportar su
máquina se fué á pique después de romperse
por la mitad. Fulton confesaba que por prime-
ra vea de su vida esperimentó un movimiento
de desesperación. Sin embargo,. Levingslon
consintió en suministrar las cantidades nece-
sarias para construir otro barco, que se probó
aliñes ilc 1803, en presencia de muchos miem-
bros del Instituto y de otras muchas personas.
U esperiénctá satisfizo enteramente á Fulton
y Levingslon, quienes desde entonces conci-
bieron el [trayecto, que realizaron después, de
establecer barcos de vapor en los riosde Amé-
rica. Mandaron también construir una gran
máqiilllh de vapor á Boultou y Watt. Fulton
(lió el plano sin decir áqué la destinaba.
Orgulloso Fulton por este primer éxifo hi-
zo nuevas ofertas al gobierno francés, ocupa-
do entonces de su ataque á Inglaterra. Se tra-
taba de emplear barcos de vapor para atrave-
sar la Mancha contra viento y marea. Napoleón
sintió una viva impresión por las proposicio-
nes de Fulton, como resulta de la carta si-
guiente citada por la Prensa del 27 de julio
de IS40:
«Señor Champagny, acabo de leer el pro-
yecto del ciudadano Fulton, ingeniero queme
habéis dirigido demasiado tarde, en cuanto
puede cambiar la faz del mundo. De cual-
quier modo, deseó que inmediatamente cali-
lléis su examen á una comisión compuestade
miembros elegidos por vos en las diferentes
ciases del Instituto, ¡i donde iría la Europa sa-
bia á buscar jueces para resolver la cuestión
de que se trata. Una grande verdad, una
verdad física, palpable, se halla ante mis
"¡os. A esos señores incumbe verla y cómpren-
tela. Una vez redactado el informe se os tras-
mitirá y me )o enviareis. Procurad que todo
esto se ejecute en ocho dias, porque estoy
impaciente. Y sobre esto, señor de Champag-
ny, pido i Dios os guarde muchos años.
«En mí campamento de Bolonia 21 dejúlfo
de 1804.»
Napoleón. ■
Algunos aseguran que el Instituto francés
calificó la idea de Fulton de absurda y loca,
otros lo desmienten. Lo cierto es qne los sa-
bios académicos no comprendieron la verdad
que estaba al alcance xle cualquiera. Fulton,
rechazado por el gobierno francés, fué á los
Estados Unidos y consiguió realizar sos pla-
nes, comunicando ¿ la Francia el sentimiento
qne le causaba no haber visto sus proyectos
aceptados.
En Inglaterra, el primer vapor construido
es de LSI 2 y navegaban en el Clyde. El segun-
do es de 1813 y hacia la travesía de Yarmulb
á Nonvicb.
' VAPOR, MÁQUINA DE VAPOR LOCOMOTIVA ó
simplemente LOCOMOTIVA. Vamos á describir
las locomotivas modernas, desde el concursó
de IS20 do que ya hemos hablado ou el artí-
culo anterior. . ' .,
A principios de dicho año, el ferro-carril de
Liverpool á Manchester iba á terminarse., cuan-
[Ju ocurrió á los directores (¡jar el género de
motor que debía emplearse eu dicha linead
Encargaron á varios ingenieros que examina-
sen los diferentes sistemus ya usados, y des-
píies de algunas investigaciones, no creyéndo-
se aun Bastante, bien informadosT creyeron que
el mejor medio de conseguir el iln que se pro-
ponían era abril- un concurso público y ofre-
cieron un premio de 500 libras esterlinas aL
autor de la locomotiva que mejor cumpliese
con las condiciones estipuladas. Este concurso
notable dió lugar á los perfeccionamientos mas
importantes é inició en cierto modo una era
nueva.no tan solo en la historia de las má-
quinas locomotivas sino también en la de los
ferro-carriles. Las condiciones que debían cum-
plirse eran las siguientes:
1. "' La máquina debe consumir su humo
con arreglo á las disposiciones del acta de
concesión del ferro-carril.
2. " La máquina, sipésa 6 toneladas (6,000
quilogramos), -debe ser capaz de arrastrar so-
bre nu ferro-carril bien construido y horizon-
tal, un convoy de carras del peso de 20 .tone-
ladas (20,000 quilógramosl, inclusa el agua de
abastecimiento; su veloeidnd será de 10 mi-
llas poivbora, y la presión de la caldera, no
escederá de 50 libras por pulgada cuadrada, es
decir, 3 atmósferas y media.
3. " La catdera estará provista de dos válvu-
las de seguridad, una de las cuales se hallará
fuera del alcance del maquinista; ni uña ni
otra podi'án estar cerradas cuando la máquina
funcione.
4. " La máquina y la caldera estarán mon-
tadas sobre muelles y en seis ruedas; la altura
total de la chimenea no deberá pasar de 1 5 pies .
5. " Elpesode la máquina, inclusa el agua
déla caldera, no deberá esceder de 6 tonela-
das, y una máquina mas ligera será preferida
si arrastra, prnporcionalmente igual carga. En
el caso en-que la máquina no pesase mas que
5 toneladas, .el total <te la carga no pasará do
871 VA
15 toneladas. Para máquinas mas ligeras, la
carga disminuirá en !a misma relación. La má-
quina s^rá sostenida por seis ruedas, mientras
su peso no se reduzca á 4 toneladas y media.
Desde este 'límite, el aparato podrá ser llevado
. sobre cuatro mudas. La compañía podrá some-
ter la caldera, la hornilla, los cilindros, etc., á
un esfuerzo de la prensa hidráulica equivalen-
te á un peso de 150 lihras por pulgada cua-
drada ó 10 atmósferas y media; no responde-
rá de los desperfectos que de la prueba pu-
dieren resultar,
6." tk máquina llevará un manómetro de
mercurio con una vara graduada indicando la
presión del vapor sobre 45 libras por pulgada
cuadrada.
El concurso se abrió en (j de octubre en
la parte del ferro-carril situada hácia Liver-
pool,- en una ostensión de camino perfecta-
mente horizontal de 2 millas de longitud. Se
presentaron 5 máquinas, y después de cierto
número de pruebas, el premio fué concedido
al cohete de Roberto Stepheiison, á quien se
confió la construcción de todas las locomotivas
necesarias al servicio del camino.
Varaos á describi^una máquina locomotriz
de dicho mecánico; es notable por la disposi-
ción déla caldera, disposición siempre adop-
tada déspucsj porque remedia perfectamente
ei defecto rae teníanlas antiguas calderas de
no producir bastante, vapor. Por lo demás,
haremos notar que la disposición de la calde-
ra en la locomotiva de R. Slephenson es debi-
da a Seguin que ya la habia usado en Francia.
Las figs. 28 y 29 (artes mecánicas, lámi-
na LXVl) presentan la primera el corte, Ja se-
gunda la elevación longitudinal de la má-
- quina.
El calor se desarrolla en el espacio rectan-
gular A, enteramente rodeado de agua, eseep-
to en el sitio do la puerta d,- por Ja cual se
echa el combustible oii la rejilla a; el aire ne-
cesario á la combustión llega por una abertura
o, dispuesta de modo que el movimiento mis-
mo de ta máquina favorezca la rameóte. Kl
humo, a su. inmediata salida del fogón, se
divide en un centenar fie tubos de cobre b, b,
de 5 centímetros de diámetro, que van á pa-
rar al estremo de la caldera. Después de atra-
vesar el agua y cederle parte de su calor, el
mismo humo va á Ja chimenea T, por donde
se esparce en la atmósfera produciendo un tiro
artificial muy enérgico.
El vapor que se forma alrededor de la hor-
nilla y del tubo, sube á la parte superior de
la caldera, sobre" cuya parte anterior se eleva
la cúpula 1' que encierra un tubo A', que pa-
sando por la caldera debajo del nivel de agua
lleva el vapor sin enfriamiento á la máquina
propiamente dielia , colocada detrás de la lo-
comotiva.
La máquina se compone de dos cilindros
paralelos 6 iguales entre sí, de los cuales uno
solo, C, puede verseen el corttS . En cada uno
PÜH 872
de ellos se mueve un pistón que da movimien-
to á una biella adherida directamente álaes-
tremidad de su barra.' El eje de las ruedas de
en medio, dos veces formando codo, présenla
á Ja acción délas Mellas dos manubrios M en
ángulo redo, de suerleque cuando uno deles
embolas eslá al tii.i de su curso, el otro se en-
cuentra en medio, con lo cual los esfuerzos
son continuos. Las ruedas ¡t forman cuerpo
con el eje y son arrastradas en su movimien-
to de rotación. Su adherencia sobre los carri-
les determina la marcha progresiva de la má-
quina.
Dos escéntricos Y, por medio de bus bar-
ras o y de las palancas formando codo y co-
munican-el movimiento á los tiradores II que
distribuyen el vapor de Jos cilindros. Después
de obrar sobre los émbolos va el vapor á salir
por el tubo S, á la chimenea , para aumentar
la fuerza de tiró, á cuyo efecto se estrecha la,
estremidad del tubo, á Un de que salga con
mas velocidad.
El fogonero está colocado en una espedo
de balcón B, entre el tender y la máquina. Ei
manubrio, ?i le sirve para determiuar, por me-
dio de. una llave, Ja cantidad de vapor que lia
de entrar en el tubo A' para ü á los cilindros.
Tirando de la varilla e, interrumpe Ja acción de
los escéntricos sobre Jas palancas y, lo cual
le permite maniobrar él mismo los tiradores,
obrando sobre la palanca x que comunica con
ellos por la varilla x, y por consiguiente pa-
rar, avanzar ó retroceder á voluntad.
El nivel del agua en la caldera es indicada
por un tubo de vidrio , poco diferente de los
que se emplean en Jas calderas ordinarias.
La presión al máximum es de cuatro at-
mósferas y media. Cumulóle eleva mas, una
válvula f, oprimida por muelles en tugar de
peso, se levaula y deja salir el vapor que se
esparce en el aire por el lubo-F; esa válvula es
la única de seguridad que tienda caldera. Hay
otra F'en la parte delantera; pero como se deja
al fogonero el cuidado de determinarla tensión
del muelle que Ja oprime, no es en realidad
mas que una válvula ordinaria que sirve pan
!a evacuación del vapor, cuando la máquina
se para, porque no huy llaves destinadas i
ello. Este sistema de caldera no ofrece por lo
demás temor alguno de esplosion peligrosa.
En el caso en que la presión fuese muy fuer-
te, una de las paredes planas se rompería d
mas bien se deformaría sin vjolencia.
B es el orificio que sirve-para limpiarla cal-
dera. Lamáquinade Rtephenson era una verda-
dera obra maestra, de lal modo, (|ue hasta aliara
solo ha recibido algunas modificaciones secun-
darias. La mayor ventaja que tenia sóbrelas
empleadas antes-era la gran estension do sn
superficie de caldeamiento, lo cual era debido
al sistema tubular. Debemos decir, sin embar-
go, que el cohete solo tenia 25 tubos que coa
la caja de fuego Adaban 12 metros cuadrados
de superficie de caldeamiento. Desde entonces
873
VAPOR
874
se lia itlp aumentando su número hasta 50,
75, 100 y un 1 2 5 , que es ahora lo mas usado;
y como la longitud de Jas máquinas, lia ido
creciendo, resulta que ahora las calderas de
Iüs locomotivas tienen de QQ á SO metros cua-
drados de superficie de caldeamiento. Este
aumento en los medios de producción del va-
por les da una potencia enorme en compara-
ción con la primera máquina de Stcphenson:
A superficie igual, las paredes del fogón
i|uceslán inmediatamente en contacto con el
combustible producen mucho mus vapor que
los tubos, los cuales son lamidos por el humo
y la llama. Se calcula generalmente que un
roelro cuadrado de superficie de la hornilla
«¡lávale i tres metros cuadrados de super-
ficie de tubos.
Para las locomotivas se empica el cok, por-
que es indispensable obtener- un gran calor, lo
cual se consigne con dicho combustible me-
jor que con ningún oiro. El uso> del carbón de
piedra tendría el inconveniente de ensuciar y
obstruir los tubos.
Según los esperimenlos de Pambour, he
aqni los resultados obtenidos para determinar
las condiciones de trabajo de las calderas de
las locomotivas:
1. " La producción del vapor disminuye
ligeramente cuando la presión crece en la
caldera.
2. " La producción del vapor crece rápida-
mente con la velocidad déla locomotiva,* por-
que la velocidad del chorro de vapor en la
chimenea aumenta el tiro. Cuando la máquina
se para, produce cinco veces menos vapor
que ruando marcha con su velocidad normal,
3. " Cuando ei tiro producido por el chor-
ra de vapor que entra eri la chimenea es tal
(pie la llama llegue precisamente á la estre-
iniiíad de los tubos, entonces es cuando mas
vapor se produce.
4. " Cuando la máquina está parada ó tiene
poca velocidad, la producción del vapor piu-
la unidad de superficie directamente esptiesta
á la acción de la hornilla ts mucho mayor que
para la unidad de la superficie del iubo; pero
cuando la máquina está en pleno trabajo, la
producción es igual para las dos superlicies,
porque entonces la llama, prolongándose has-
ta la estremidad de los tubos, hace que lodo
sea superficie directamente espuesla á la ra-
diación, y en este caso la superticie total de
los tubos debe tomarse para base del cálculo
de las locomotivas.
á." La producción media de vapor por me-
Iro cuadrado de superficie total y por ahora es
do 62 kilogramos, 4.
G." Hay siempre cierta cantidad de agua
llevada por el vapor á los cilindros.. Varia se-
gún la distancia entre el nivel del agua y ¡a
toma de vapor, según la capacidad del depó-
sito de vapor y la rapidez de vaporización, de
|0 á 36. por 100 de la cantidad total que sale
de la caldera.
7. " Con cok de las fábricas de gas se que-
ma 12 por 100 mas que con el cok procedente
de fundiciones de primera calidad. Con este
último, la vaporización media es de 6 kilógra-
raos, 25 por cada kilogramo de cok, inclusa
el agua arrastrada en estado liquido, lo cual
reduce lo cantidad realmente vaporizada á
unos Sf'&JS.Oj Por último, el, cok da un . efec-
to útil mayor en vapor cuando la máquina es-
tá parada 6 anda con lentitud, de donde re-
sulta que la cantidad de combustible quemado
es menor; esto es, debido á la circunstancia
de serla superficie de caldeamiento mayor con
relación á la cantidad quemada.
8. " En cuanto á la relación entre la su-
perficie de la hornilla y la de los tubos, ají-
mentando la de estos se acrecienta el efecto
útil del combustible, quedándola hornilla mas
reducida; pero aumentando la superficie de
esla y su magnitud, se acrecienta la velocidad
do producción, lo cual es muy importante,
aun á espensas del efecto útil del combus-
tible.
Espliquemos ahora las diferentes mejoras
que se lian introducido en la máquina de Ste-
phenson. El mecanismo de la distribución era
muy complicado y su manipulación ofrecía
poca comodidad, pues siempre era bastante
difícil para el maquinista, el poner la máquina
en movimiento ó mudar su marcha. En efecto,
para ejecutar esta última maniobra, era me-
nester interrumpir con una mano por medio de
la barra e la acción de los escéntricos sobre los
tiradores ó cursores, y con la otra hacer mo-
ver estos últimos en el sentido conveniente,
obrando sobre la palanca z. Se han evitado am-
bos inconvenientes disponiendo el mecanismo
del modo que lo está en la máquina mas mo-
derna, -representada en la fig. I.1 [lám. XIV),
donde se observará que todas las piezas que
se refieren ála distribución se encuentran en-
tre el cilindro y el eje motor, y consisten úni-
camente para cada cilindro: 1." en vina palan-
ca obrando directamente sobre las barras de
los cursores -T: i.'3 en dos barras ó biellas de
cscéatricoB, B'; y para ambas á un tiempo: 1."
en cuya palanca de cuatro brazos movidos por
un manubrio en la estremidad de cuyos bra-
zos están suspendidas las barras del escéntri-
co, y que está dispuesta de modo que cuando
levanta dos (una para cada cilindro), hace ba-
jar al mismo tiempo las otras dos: 2,° en una
varilla que va desde la biella de dicha palanca
hasta el balcón de la máquina: 3." en una pa-
lanca manija al alcance del maquinista, y que
se saca ó mete para cambiar la marcha, se-
gún se trate de retroceder ó avanzar, fácil-
mente se comprenderá como es posible con
este mecanismo, cambiar el sentido de la mar-
cha de la máquina, sise quiere reparar de qué
modo están terminadas las barras de esecntri-
eo. En efecto, estas últimas llevan en su es-
tremidad una especie de V formada por .dos
planos inclinados, que obrando. uno ú otro, so-
875
VAPOR
876
bre un botón Ajado cu la parte inferior de la
palanca del cursor ó cajon, los hacen girar, j
Ahora bien, rlicha palanca, al girar, cambíala ■
posición del cursor, y, por consiguiente, el
sentido de la entrada del vaporen el cilindro.
Esta disposición del mecanismo de dislribu-
eiou, aunque muclio mas sencilla y cómoda
que la déla máquina deStcphcnson, está reem-
plazada ahora por otra mas sencilla aun, como
es fácil verlo estudiando la ftg. 2.a (igual lá-
mina) qtie representa una máquina en que
la V de las . barras de escéntrico no existen .
•En esta máquina, la marcha liácia adelan-
te y hacia atrás se regulan pbr medio de im
bastidor AA', en cuyas eslremidades están en-
sambladas á charnela las barras de escéulrico.
Este bastidor puede circular vcrtlcalnicnle so-
bre una guia fijada á la barra del tirador 6 cur-
sor. Cuando una de las eslremidades A' del ba-
tidor se encuentra delante de la guia de la bar-
ra, uno de los escóntricos B' comunica su mo-
vimiento al cursor , mientras que el otro
trabaja en vagó. Cuando, por última, el medio
del bastidor se encuentra delante de la guia de
la barra, los dos escéntricos trabajan en vago,
y el tirador se coloca en medio de su curso.
Por otra parte, se comprendo emin fácil es ha-
cer subir o bajar el bastidor, por medio de la
palanca EF, figurada con puntos en el dibujo,
de la varilla FU, y de la palanca 1Q, colocada al
alcance del maquinista. Esta última disposi-
ción se emplea casi umversalmente ahora, á
causado su estraordinaria sencillez. Es también
invención de Roberto Stephcnson.
la máquina de Síephenson funcionaba á
todo vapor durante el juego de los pistones.
Se ha procurado aprovechar cu las locomotivas
las ventajas de la distensión, para cuyo efecto
se han ideado varias disposiciones mas ó me-
nos ingeniosas. Al principio la mayor parte de
Jas distensiones se fjmdaban en dos cursores
sobrepuestos , movidos por un mecanismo
combinado de modo que el juego del primero
pudiera aumentarse ó disminuirse durante la
marcha, á íln de poder variar la distensión á
voluntad; pero esta disposición era muy com-
plicada paralas máquinas locomotivas, que de-
ben simplificarse todo lo posible, á causa de
la naturaleza de su servicio. Se ha renunciado
á ella y ahora se distiende con el cajón de dis-
tribución, que se queda cubriendo los orificios
por mas ó menos 'tiempo, según se desea la
distensión, siendo fácil variar el curso del ti-
rador por medio del bastidor que hemos cita-
do arriba.
Otro perfeccionamiento consiste en el ade-
lanto del cursor ó tirador. Es una disposición
de los escéntricos con la cual , sin cambiar
nada en sus dimensiones, con relación á la mag-
nitud de las luces, se obtiene por resultado el
producir uua pequeña distensión y mayor aber-
tura de las luces de introducción y de salida
del vapor en la parte mas ventajosa del curso
del émbolo, que es al mismo tiempo aquella
en que el vapor debo llegar mas fácilmente v
salir con mas libertad. El adelanto del cursor
se produce separando los escéntricos alpinos
grados dé su posición sobre el eje molor. So
comprende que á consecuencia de esla dispo-
sición la admisión del vapor y su evacuación
en lugar de comenzar precisamente en el mo-
mento en que el émbolo llega al punió muer-
to, preceden un tanto á este instante: osle
adelanto, continuando' en toda la estension de
la revolución, produce los efectos que liemos
indicado mas arriba. Sin embargo, como el va-
por entra en el cilindro antes de terminar su
curso el pistón, este último se encuentra por
un momenlo sometido á una presión eonlram
alsenlido del movimiento; pero esto no es
mas que un pequeño inconveniente, poique
esla presión producida muy cerca del punto
mucrlo del manubrio, es de un efeetbeasi nulo.
Los cilindros de la máquina de Slcphouson
eslaban colocados éntrelas ruedas, lo cual per-
mitía introducirlos en la caja de humos, que
era para ellos una especie de cubierta pe im-
pedía su enfriamiento y por consiguiente la
condensación del vapor. Bajo este punió de
vista, tenia dicha disposición cierta ventaja,
aunque por otra parte, ofrecía el gravísimo
inconveniente de necesitar el empleo para el
eje motor de un árbol doblado á modo de co-
do, pieza de difícil ejecución, muy costosa, y
poco solida, por mas precauciones que se lo-
men.'Se ha renunciado á ella, y todas las má-
quinas modernas llevan los cilindros fuera de
las ruedas. Este perfeccionamiento, asi como
lodos los introducidos en las locomotivas, co-
menzaron en Inglaterra, desde donde se pro-
pagaron á otros países, ha fig. 2.a representa
una locomotiva asi dispuesta: A (fig. 4.a) es
uno de sus cilindros; F la rueda i'e delante
fuera de la cual está colocado; B, una sección
horizontal dei cursor; C,.la barra de este ftiti-
mo; 1), una de las guias que conducen la cabe-
za déla barra del pistón en su movimieulo do
vaivén rectilíneo.
El modelo que representa la fig, i* es el
que generalmente se adopta en la tracción de
convoyes de gran velocidad ó de viagerus. Es
conocido con el nombre de tipo Stcnlienson,
porque délos talleres1 de este constructor lia
salido casi lo mismo que lo représenla la fi-
gura. Difiere en tres puntos principales del
modelo, menos recienle, dela /ij 1.a; en pri-
mer lugar, los cilindros están fuera de Jas
ruedas, después el mecanismo de la distribu-
ción está provisto del bastidor que hemos con-
siderado como el órgano mas simple; por úlli-
mo, sus ruedas de detrás están situadas delan-
te de la caja de fuego, de lo cual resulta que
sus tres ejes se hallan debajo del cuerpo cilin-
drico de la caldera. Esla última disposición
que consiste en colocar la plalaforán del ma-
quinista y la caja de luego en vago, présenla
bastante venlaja, porque permite prolongar la
1 caldera y por consiguiente aumentar notable-
877
VAPOR
878
monte la superficie de caldeamiento sin sepa-
rar demasiado los dos ejes estremos, para fa-
cilitar la marcha en las corvas de poco radio.
Ofrece sin embargo, un inconveniente com-
pensado por otra parte con -ventajas ; consiste
en acrecentar la oscilación horizontal quejan-
lo perjudica al material de los ferro-carriles y
lauto incomoda á los viageros. Se comprende,
en efecto, que diclio movimiento, producido
según un eje situado debajo del-eje motor, ser
menor con el modelo de la fig. 1.a, en que la
posición de los dos ejes estremos en las eslre-
midades de lodo el sistema es muy ventajosa
para impedirlo. La oscilación es por otra parte
siempre mayor en las máquinas que llevan los
cilindros fuera de las ruedas, desventaja sin
importancia sin embargo, porque puede des-
aparecer, como lo Úa demostrado Le Cbatelier,
colocando sobre las ruedas motrices en oposi-
ción á los manubrios, unos contrapesos conve-
nienlementc calculados con relación al peso
de los pistones, de sus Larras y de los ma-
nubrios.
i.a máquina rtprcsenlada en la fig. 1 ." con-
lienu una nueva disposición que también es
un porfeccionamienlo imporlanle. Es una to-
bera de abertura variable colocada en el estre-
no del tubo bifurcado N, y que sirve para con-
ducir á !a chimenea el vapor que -sale de los
dns cilindros después que ha producido su ac-
ción en los pistones. Esla pieza, que permite
hacer variar ¿voluntad el tiro aclivado por el
vapor que sale del tubo a, ha sido imaginada
con objeto de dar al maquinista el medio de
disminuir, cuando la marcha de la máquina, no
debe ser contrariada por ello, la contra-pre-
sión que el vapor escapado de los cilindros
ejerce en los pistones: esta contra-presión es
en efecto siempre muy considerable, á conse-
cuencia de la necesidad de hacer salir el va-
por de escape por un orificio' bastante peque-
ño para que pueda tomar una velocidad ~capaz
ile producir él tiro conveniente. La nueva to-
bera se compone, como es fácil verlo en la
ligara, de dos partes que pueden aproximarse
y separarse oprimiendo ó sacando la eslrémi-
(lad de una varilla al alcance de la mano del
maquinista. Este puede asi voluntariamente,'
disminuir el tiro y la contrapresión, lo cual
permite economizar el combustible en varios
easos.
Las ruedas mismas se han mejorado nota-
blemente 6n sus formas, en el ensamblado de
las diferentes partes que las constituyen y so-
bre todo en sus dimensiones: asi es que las
ruedas motrices apenas tenían un metro "de
diámetro en las primeras máquinas, y en el
dia llegan á dos. Las ruedas grandes ofrecen
la ventaja de que, á velocidad igual, el pistón
pe siempre huye demasiado aprisa ante la
acción del vapor, no se mueve con tanta ra-
pidez,
tales son los perfeccionamientos mas im-
portantes" introducidos en la locomotiva, des-
de la aparición del cohete de Stephenson. En
cuanto á las formas, de las diferentes partes,
varian necesariamente según las ideas mas o
menos acertadas de loa ingenieros que las es-
tudian, y son, por consiguiente muy numero-
sas. Hay, sin embargo, dos formas generales
peculiares para dos usos diferentes: laque con-
viene á los convoyes de gran velocidad para
viageros, y la que solo ofrece ventajas para el
arrastre de convoyes de mercancías pesadas.
Hemos dicho antes que la fig. 2 representa el
tipo generalmente adoptado ahora para má-
quinas de convoyes de viageros. Las de los
trenes de mercancias son siempre de mayor
potencia y mas pesadas, y su carácter princi-
pal es tener dos de los ejes y á veces los tres,
acoplados con biellas que los convierten en
otros tantos ejes motores. Se comprende fá-
cilmente que esta disposición aumenta la ad-
herencia, pneslo que por ella todo el peso de
la máquina se utiliza. Es ventajosa por consi-
guiente. Sin embargo, á causa de la rigidez
que da á las máquinas y del gasto por- roce
que ocasionaría si se aplicase á locomotivas
destinadas á marchar con gran velocidad, solo
puede emplearse para las destinadas al remol-
que de los ¡renes de mercancías que no mar-
chan sino con velocidad media. Estas últimas
máquinas se construyen también con cilindros ,
por dentro de las ruedas, porque esla disposi-
ción permite darles calderas de mayor diá-
metro, y por consiguiente de mayor potencia,
lo cual es una ventaja muy grande porque se
les puede hacer remolcar una carga mas con-
siderable.
Las fig. 1.a, 2.a, 5.s, 6.a y 7.a, nos servi-
rán para hacer comprender cuántas variedades
hay en las diferentes partes de la locomotiva,
y llamaremos en primer lugar la atención so-
bre el regulador ó aparato de introducción del
vapor en los cilindros de la fig. 1.* se com-
pone de una palanca de puño 11, al alcance del
mecánico; de una barra F, que atraviesa la
caldera en toda su longitud, de un cursor J,
situado en la caja de humos, en la bifurca-
ción del tubo h'j y que la barra F hace mo-
ver trasversalmente; en fin, del tubo L, que
'por una parte comunica con el recipiente, de
toma de vapor colocado en medio del cuerpo
cilindrico de la caldera, y por otra con la caja
del cursor J. En la máquina que representa la
fig. 2.a el mismo aparato aunque establecido
en igual. principio, es de formas muy dife-
rentes. So es ya la barra horizontal sobre que
está fijada la palanca la que va de un lado á
otro de la caldera, sino un tubo en comuni-
cación inmediata con las cajas de vapor de, los
cilindros: el recipiente' de toma de vapor, en
lugar de hallarse en medio del cuerpo cilindri-
co.de la caldera, está colocado sobre la hor-
nilla, á la cual cubre enteramente; el cursor t
que se mueve veri ¡cálmente, en lugar de ha-
cerlo horizontalmenle, es impelido y sacado
por medio de la palanca Q, de una barra ho-
yapük
rizontal muy corta, cíe una segunda palanca
colocada en ángulo recto con la primera, y
por un tirante vertical cuyo corte longitudi-
nal se ve en la figura. Las fig. 5.a, 6.a y 1
representan tres sistemas muy diferentes En
la fig. 5.a, B es una espita que el maquinista
abre ó cierra por medio de la palanca A, y que
cuando esta abierta deja llegar al tubo D, en
comunicación con las cajas de vapor de ios
cilindros, al vapor que ocupa el tubo C, el
cual se eleva vcrtie-almenle hasta la parte su-
perior del receptáculo ó bóveda. En la fig. 6.a,
B es una válvula que se aparta ó acerca de
su sitio para permitir ó impedir el paso del va-
por del tubo C al D, cuando el maquinista im-
pele ó saca la palanca A ; estos movimientos
de la válvula de adelante atrás y de atrás ade-
lante son producidos por una ranura helicoi-
deal practicada en la parte de detrás de la vál-
vula , en la cual encaja un tope fijado en la
pared del tubo que envuelve á esta úhiina. La
fig. 7.a maniliesta una disposición análoga, á
no ser que la ranura de. la válvula esté reem-
plazada por un paso de rosca practicado en la
barra G, que une ta palanca A con ta válvula B.
En algunas máquinas la palanca estertor (J
[fig. 2.a) está colocada al lado de la caja de
luego; en otras la palanca A [fig. 6.a y 7.a es-
tá reemplazada por un volante.
Las bombas alimenticias ofrecen también
dos disposiciones muy distintas. Asi es que cu
la fig. 1.a, donde están indicadas por la le-
tra 0, sus pistones son impelidos y sacados al-
ternativamente por las cabezas de los pistones
á las cuales están lijados á charnela , y que
les comunican un movimiento de vaivén cuya
amplitud es exactamente igual á la de elios.
En la fig. 2.a, S, sus pistones se ponen en
movimiento por dos escéntricos de distribu-
ción.
La fig. 3.a sirve para dar idea Ce la má-
quina de Crampton, de que tanto se ha habla-
do. Se distingue especialmente de las otras,
en que el eje motor C, en lugar de estar de-
bajo del cuerpo de la caldera, se halla detrás
de la caja de fuegos, debajo de la plataforma"
donde está el maquinista. Esta disposición per-
mite bajar el centro de gravedad de la máqui-
na y aumentar el diámetro de las ruedas mo-
toras, condiciones muy ventajosas para las lo-
comotivas destinadas á una marcha muy rápi-
da. A, indícalos cilindros; bien se ve que es-
tán situados en la mitad de la longitud del
cuerpo de !a caldera. Su posición, que depen-
de de la del eje motor es ventajosa, porque
permite colocar el primer eje tan cerca cuanto
se quiera de la estremidad anterior de la cal-
dera, y por consiguiente, dar mucha mas esta-
bilidad á la máquina. Los cilindros' en este sis-
tema deben necesariamente hallarse fuera de
lasf rnedas, lo mismo sucede con todos los ór-
ganos de la distribución, que son los mis-
mos que tos de la máquina representada en la
fig. 2.a; pero se hallan -situados fuera de tas
ruedas en vez de estar debajo de la caldera
donde uo hay absolutamente nada, lo cual Oa
mas facilidad á las reparaciones.
A pesar de estas ventajas, el sistema de
Crampton ha hecho pucu fortuna, sin duda á
causa de la pusiciou chocante de sus ruedas
motrices , ó por otros motivos.
J,o mismo ha sucedido con otras ideas, aun-
que con mas justicia, pues no ha falladu 'quien
haya querido llevarla complicación y las uxa-
geraciones hasla el punto de pensaren estable-
cer una sola rueda motriz eu medio con na
carril supletorio.
VAl'OI!. (BUQUE de) (Marina.) Embarcación'
mas ó menos grande que se mueve sin el au-
xilio de las velas ni de los remos por medio
de la fuerza que produce el vapor oprimido o
cundensado.
ula forma estertor en esta clase de embar-
caciones (dice Mr, Charles Renier, á quien
seguimos en esla descripción), ejerce la mas
grande íhtTuéncTa sobre tu rapidez de su mar-
cha, por lo cual, debe sobre todo procurarse
que ofrezca la menor resistencia posible. To-
davía no ha sido determinada por la teoria la
forma del sólido á que los líquidos oponen la
menor resistencia, no existiendo, por lo tantit,
otra guia que losresulludos y abservacíouesque
presenta la práctica: de estos últimos han la-
grado, sin embargo, los constructores deducir
algunos principios fundamentales que te sir-
ven de regla y que vamos á espliear breve-
mente.
«La resistencia que esporiuieula un buque
para moverse es sensiblemente proporcional
á la cuaderna maestra tía mayor sección ver-
tical en la parte de la manga sumergida), y
al cuadrado de la velocidad del mismo. La en-
tidad de esla resistencia varia poco con la lon-
gitud; pero depende, sobre todo, de las formas
mas ó menos curvas ó prolongadas, de suses-
tremidades. En los barcos bien construidos
esta resistencia no escede de a á i de la que
espcrimenlaria un plano de la misma super-
ficie que la cuaderna maestra, moviéndose con
la misma velocidad que el buque.
altesulta de tales principios que es ventajo-
so alargar este mucho, puesto que para una
misma carga, el calado, y, poi consecuencia,
la cuaderna maestra, es meuór, si bien liar
cierto limite que no conviene propasar, Así
en los barcos de esta especie destinados á Js
navegación marítima, uu largo escesivo po-
dría espoiicrlos á quebrantarse por su cciilro
por efecto de los movimientos en el sentido
longitudinal ó. sean cabezadas; circunstancia
que ba obligado á adoptar, por lo general, una
longitud igual á cinco veces su ancho ó man-
ga. En Ids deslinados á la navegación lluvial
esta razón es mucho mas considerable, y en
cierto, modo no se reconoce ótro.lirailR para
aquella que la que permite á la embarcación
giraren todas direcciones, en cualquier paraje
881
VAPOR
889
del rio en que navegue. Uno de los medios
mas eficaces para disminuir la cuaderna macs-
Ira, es e! construir el casco tan ligero como
5ea posible, y se lia logrado, desde hace al-
amos años, esle resultado, sustituyendo á la
mmlera la plancha de hierro, que si bien cues-
to un poco mascara, reúne, sin embargo, en
el mas alto grado la ligereza y la Solidez.
•iDc las dos extremidades del buque la proa
es indudablemente la rúas importante, porque
sobre ella es donde 'se ejercen la; resisten-
cias directas, y, por lauto, debe ser de una
forma aguzada para que el prisma de agua
desplazado, no lo sea mas que lateralmente y
con la menor velocidad posible, !o que obliga
í ajustaría (irraemente á los costados por me-
dio de curvas muy prolongadas. Se le da, por
lo común, la inclinación de ib" sobre el pla-
no horizontal y termina por una pieza de poco
grueso llamada tajamar, á la cual vienen á
ajustarse las curvas-antedichas. Los costados
Jela embarcación no deben tener parles sa-
lientes ni asperezas, presentando una super-
ítele tan lisa como sea dable. La popa debe ser
tan lina y aguda como la proa. La causa de
esta configuración,- es análoga á la que pre-
side para la que se da á la proa. Supongamos
la popa enteramente 'plana y se comprenderá
fácilmente que lia de resultar un vacio por
(.'íectü do la inercia del liquido que impediría
¡i ésle venir á ocupar instantáneamente el lu-
gar que acaba de dejar la embarcación, y que
osle vacio, haciendo bajar el nivel detrás de
ella, aumentaría en una cantidad igual la pre-
sión y cievacion de la proa. El mismo efecto
resalla, sin duda, con una popa aguzada como
la proa, aun con esta forma; y, sin embargo,
este cfecloes menos sensible, cuando aquella
so construye fortificándola con curvas poco
prolongadas y bien ajustadas]sobrclosco*stadosn
Las máquinas de los barcos de vapor tie-
nen formas especiales que las constituye en
un género distinto de las demás. Estas formas
dependen de las condiciones siguientes que es
necesario atender. Sor colocadas en uu peque-
ño espacio, darles mucha soliden y hacerlas
lonjas ligeras posible. Como á causa de la
Instabilidad de los punios de apoyo es difí-
cil colocar en ellas un volante, ha sido neee-
sma, para dar regularidad al movimiento del
eje de rotación, el concurso de dos máquinas
ile vapor que accionan sobre dos cigüeñales
ip¡ü lleva este eje en sus eslremos, cuyos pía-,
mis furirnm un ángulo recio entre Si. De este
mudo, cuando una de las dos máquinas, se en-
cuentra en el punto mas activo de su acción ó
movimiento, la otra se baila en el de la cstin-
ciortyúe su fuerza, resultando que la acción
tlet sistema es siempre la misma, y el movi-
miento, del eje regular con corla diferencia.
En América, sin embargo, se colocan, por lo
cobuih, en las embarcaciones máquinas de la
misma forma que las que se emplean en las
manufacturas.
2225 BIIILJOTECA I'ÜI'tILAIl.
No existe todavía nn perfecto acuerdo so-
bre el sistema de máquinas que mas conviene
para la navegación.
En Inglaterra y Holanda, solo está en uso
el de condensación sin fiador bajo una pre-
sión de una atmósfera y un cuarto-. En una
parte de los Estados Unidos de America casi
todas las máquinas destinadas á los buques son
sin condensación y de, fiador, y funcionan bajo
la enorme presión de nueve á diez atmósferas.
En Francia no se ba adoptado escluslvarnente
algún sistema; se emplea, y es él mas conve-
niente, el de máquinas de baja presión, ó de
presión de dos atmósferas., de dador y conden-
sación, porque estas son, aplicadas á la nave-
gación, las que mas- economizan el combus-
tible; y se emplean las máquinas de alta pre-
sión, por serlas mas ligeras, para la navega-
ción fluvial, donde esta cualidad forma la prin-
cipal condición.
La fig. 31 (lám. X\ representa una máqui-
na de la forma que mas generalmente se usa
en Inglaterra y en Francia para las embarca-
ciones de esta éspecie. El vapor sale de la
caldera por el tubo A. El cajón T lo distribu-
ye alternativamente en los dos compartimien-
tos del cilindro C. Después de haber acciona-
do sobre el émbolo pasa al condensador D,
de donde la bomba de aire Q, estrae sin cesar
el agua destinada áia condensación para esps-
lerla enlaparte It que la supera.
La estremidad inferior de la barra del ém- ?
bolo comunica el movimiento á los dos balan-
cines U'II, W Hf, simétricamente dispuestos á
cada lado. La pieza principal I se bifurca en
su parte inferior de modo que pueda recibir
al mismo tiempo el impulso de los dos balan-
cines y trasmitirlo á uno de los dos cigüeña-
les que forma el eje de las ruedas de pa-
letas.
Esta disposición permite hacer reposar una
máquina entera, cualquiera que sea su poder,
sobro una sola pieza ó solera de fundición;
condición que debe procurarse llenar con el
objeto de que ninguna deformidad del casco
pueda cansar impedimento á este arreglo.
F P es una rusia de paletas que no se
muestra entera- por no permitirlo la esleusion
de la lámina.
Este sistema lia sufrido una modificación
importante. Muchos constructores colocan la
pieza I cerca del cilindro, al cual ligan ó re-
lacionan la armazón que soporta el eje de los
cigüeñales. Entonces el centro de oscilación
del balancin no se halla en eL centro sino en
su estremidad; y este cambio da un poco mas
de solidez á la máquina disminuyendo su lon-
gitud. La forma que acabamos de describir con-
viene particularmente á una máquina de cou-
densacion. Respecto de las que no lo son se
emplean diferentes disposiciones' que^ por lo
común, difieren poco de las que se osan ó adop-
tan para las máquinas destinadas á la industria
fabril. Mr. Brunel ha inventado una que se
T. XXXIII. 56
883
VAPOH
88,1
aplica igualmente á las de condensación y ú
las que 110 lo son. Consiste en reunir b rela-
cionar las dos máquinas de un buque formando
nna sola, con dos cilindros colocados uno en
frente de otro sobre una misma base f te-
niendo sus ejes inclinados bajo un Angulo de
45°. En la estremidad de la burra ó basta de
cade émbolo liay una biela, que mueve directa-
mente un cigüeñal sostenido por nrieje cuyo
centro está situado en el vértice del ángulo
recto del triángulo formado por la placa que
soporta este basamento y por el encuentro de
, los'ejes de ios cilindros, que tienen la con-
figuración mas conveniente para servirá la vez
á los dos bielas. Cuando este cigüeñal forma
Tin ángulo recto con una Je ollas, se encuen-
tra en la dirección de la otra, fie tal manera,
que el movimiento resulla tan continuo como
si trabajasen 'dos máquinas completas. Solo
se emplean una bomba de aire y otra do ali-
mentación, para los dos cilindros: estas bbm-
bas, asi como e! condensador, que es también
común á ambas, están colocadas en el espació
comprendido entre ellas debajo del cigüeñal.
Mr. C'ivé ha modificado con muy feliz éxito
esta disposición, reemplazando los cilindros fi-
jos por dos de sus cilindros oscilantes, cuya
aplicación permite la supresión de las molas,
los ejes de los cilindros imprimen iambien,
sin pieza alguna intermedia, el movimiento al
cigüeñal copión.
Las calderas délas máquinas de baja pre-
sión, son unas vastas capacidades prismáticas
que ocupan por lo común todo el ancho del
buque y tienen los fogones en lo interior. Se
hallan divididas por medio de tabiques ó dia-
fragmas que forman cierto número do com-
partimientos, cuyo objeto es impedir que el
agua pase enteramente de un lado á otro de
la caldera, cuando el buque se inclina á una de
las dos 'bandas. Entre estos compartimientos
circulan cuatro, seis li ocho fluses ó conduc-
tores del calórico , que parlen de otros tan-
* tos fogones , y todos concurren reuniéndo-
se en la chimenea, colocada sobre el centro
ó medio de la caldera. El vapor de las má-
quinas de alta presión , es producido ptír cal-
deras de tubos semejantes á las de. las má-
quinas fijas, con la sola diferencia de darles
menos longitud, y para compensar esta des-
ventaja, un número de aquellos doble o tri-
ple. Ei fogón y los Ilusos se construyen con
ladrillos refractarios como los de las má-
quinas tijas, pero baciéndolos lo mas lige-
ros posible. Por otra parte los fogones de
unas1 y de otras, nunca son tan ventajosos ó
favorables para una buena combustión como
el de; estos últimos, lo que proviene de la
falta de acción atractiva (pie siempre se advier-
te en ellos, lo cual resalla de lapoea aliara que
es forzoso dar á la cbimenea, cuyo efecto se
halla todavía disminuido por la necesidad que
bay do construirla de plancha de hierro. Al-
gunas veces se' lia1 recurrido á emplear un
ventilador para aumentar la atracción dolos fa
gones de las calderas; y aunque esle medio
no, baya logrado prevalecer todavía, es posible
que concluya por ser adoptado para tos cal-
deras de las máquinas do baja presión, en las
que una combustión mas perfecta, compensa-
ría con asceso la pérdida de fuerza motriz iniC
necesitaría la atracción artificial asi obtenida
Con el sistema de alta presión es fácil obtener
una eslraccion, artificial poderosa, haciendo salir
el vapor del cilindro ála cbimenéa. La alimen-
tación de las calderas en las embarcaciones
su üjeeuta siempre como en las de máquinas
tijas, y por lo común, en mas, por medio de
nna- máquina pequeña que sirve parUúlilar-
menie para alimentar las calderas en los mo-
mentos de suspensión ó parada. En los barcos
de grandes dimensiones destinados á la na-
vegación marítima , sirve algunas veces esla
pequeña máquina para poner la grande en
movimiento y para ciar ó cambiar sus estre-
ñios, y también, en ocasiones, para hacer mo-
ver nna bomba llamada de salmuera, que se
aplica á la parle inferior de la caldera, donde
el agua está, siempre mas cargada de depósi-
tos salinos, y cuyo objeto es retardar su for-
macion sobre las paredes del generador. Eslos
depósitos, que son en estremo abundantes cu
las calderas alimentadas con el ngna del mar,
causan una de las mayores dificultades para
la marcha de los barcos de vapor en la mar.
Las tomas de agua que se hacen, según aca-
bamos de ver, en la parte inferior do la cal-
dera, son conducidas fuera del buque por un
tubo colocado en el centro de otra por el cual
se introduce agua de alimentación , con el
objeto de utilizar una parte de su calor.
La fuerza de las máquinas es por lo coman
de un caballo por dos toneladas en los barcos
de rio, y de uno por cuatro de estas en los
destinados á lá mar. Estas proporciones son
por necesidad mas fuertes para los remolca-
dores, con tanta mas razón, cuanto que se
destinan al trasporte de cargas de mucha con-
sideración.
Se han propuesto basta el dia diversas cla-
ses de propulsores para utilizar la potencia de
las máquinas. Para auxiliar los esfuerzos (le
Jas ruedas de paletas ó de la hélice, se lia
ensayado muchas voces un sistema conocido
bajo el nombre de sistema Bernouilli, de\
nombre del sabio que lo propuso primero , j
que consistía en elevar masas de agua sobre
el buque y dejarlas caer ó saür por la. popa,
lo que daria lugar al movimiento por ei'celo
do la reacción que resultaría por aquel des-
agüe, lientos dicho algo del sistema de pie-
zas palmiformes articuladas del marqués de
Jouffroy. También se ha esperimentado un
aparato de la invención de Mr. Pelletan, cuyo
efecto es impeler por la popa,' por medio de
bombas, el agua aspirada por la proa'. Se lia
intentado emplear una especie de cadenasia
fin armada de paletas, sostenida por dos tam-
885
VAPOR
8S6
l¡ores colocados en las estíénjidádes de la
embarcación, uno de los cuales, montado so- "
hre el eje de la máquina , les Gomumcária"
el movimiento de la proa á la popa por la par-
te sumergida y tic la popa á la proa, por fue-
ra del ogúfl; Un inventor lia imaginado en es- i
los últimos años liaecr mover un barco con
ruedas horizontales esteriormento sumergidas
y colocadas, milad dentro del costado y mitad,
hiera. En Un, Mr, Selligne ha propuesto re- ,
[ifMilcnieiitc determinar la marcha de los bu- j
[(iiiis por medio de la esplosion de cierta can- ¡
lidaii de gas hidrógeno y de aire contenidos!
en un tubo dispuesto en la popa y sumergí-
tío. Pero todos estos sistemas son mas ó me-
mos defectuosos, y solo la rueda común de
paletas y la hélice han dado buenos resulta-
dos; y aun esla es inferior á las ruedas en
las circunstancias ordinarias, y no conviene
sa empico mas (pie en La mar eu los buques
de guerra 4 que se quiere aplicar una máquina
como auxiliar de las velas. Por tanto, solo las
ruedas y la hélice merecen fijar la atención
del lector.'
Las ruedas se colocan, por lo común, un
poco hácia proa del centro de gravedad del
baque. Son siempre en número de dos, una á
cada, banda ó costado. Algunas veces, sin em-
bargo, se lian reemplazado por una sola rue-
da situada yaápopa, ya en medio del buque,
dividido para este caso en dos mitades adhe-
ridas entre si; pero estas disposiciones, que
solo pueden ofrecer ventajas cu el caso en que
la via navegable presente poca amplitud, co-
mo acontece, por ejemplo, en los canales, no
pueden ser consideradas sino con raras es-
cepcinnes.
las ruedas llevan en su circunferencia pa-
letas sólidamente unidas por medio de grapas
de hierro á los rayos' que salen do los cubos de
fundición lijados sobre el eje ó árbol que tras-
mite á todo el sistema el movimiento de ro-
tación impreso por la máquina. El número do
púlelas, que varia según el diámetro de las rue-
das, se determina de modo que haya siempre
tres sumergidas, resultando, que una obra siem-
pre do lleno, en el sentido mas favorable al
movimiento del buque. La altura debe ser tul,
que su ancho no resulte muy considerable, y
<|uc cuando se encuentre en sentido vertical,
su bordo 6 canto superior se encuentre do S ó
10 centímetros (unas cuatro pulgadas) debajo
'Magua. La superficie se calcula como las de
'áspatelas délas ruedas hidráulicas veriléales
movidas por el choque del agua, y debe ser
lantq^menos grande, cuando el barco esté dcs-
tiiiartoáuna marcha mas rápida. Es de absoluta
necesidad que la velocidad de las ruedas en
su circunferencia aumente como la del buque,
puesto que ellas t¡o lo hacen mover sino por
el esceso de la velocidad de sus paletas sobre
la suya. La esperiencia ha demostrado que la
velocidad mas conveniente en el centro de las
paletas es la que oscede en un o uarto la del barco.
Las mejores ruedas de un barco de vapor
solo aprovechan á lo mas los dos tercios del
efecto útil de la máquina. La pérdida quesees-
perimenta proviene.de que las paletas solo ac-
túan con toda ventaja paía hacerlo caminar,
en el punto mas bajo de su revolución ,
puesto que á su entrada en el agua, no hacen
en cierto modo otra cosa que oprimirla, y ele-
varla á su salida. Esla pérdida es proporcio-
nalmente menor en las grandes ruedas que en
las pequeñas, porque sus paletas obran mucho
menos oblicuamente y hay, por lo tanla, ven-'
taja en aumentar ef diámetro de las ruedas.
Para corregir en las de paletas el defecto
de entrar en el agua y salir bajo inclinaciones
desventajosas ó perjudiciales, se han imagi-
nado muchos sistemas que todos vienen á con-
sistir en hacer las paletas movibles en torno
de su eje horizontal, en términos de obligarlas
a tomar una posición vertical á su entrada y á
su salida del agua por la acción de una varilla
que dirige su inclinación. Entre estos sistemas
los que ofrecen mejores resultados son debi-
dos, uno á Mr. Cavé y otro á Mr. Morgan. El
primero se lia, empleado en muchos buques de
la marina militar y en algunos barcos remol-
cadores de nuestros puertos mercantes; el se-
gundo ha sido adoptado en algunos barcos,
particularmente en Inglaterra. En el sistema
Cavé el eje horizontal do cada paleta lleva un
cigüeñal á la parle del costado 'de la embarca-
ción. Estos cigüeñales se bailan relacionados ó
en conexión con unos brazos que van á reu-
nirse á uno escéntrieo montado sobre el eje,
de manera que siendo ios brazos sucesivamen-
te mas cortos 6 mas largos á su entrada en el
agua y á su salida, que en la posición mas ba-
ja, las paletas entran y salen en una posición
vertical. En el sistema Morgan, el eje que se
interrumpe cerca del costado del buque , no
sostiene mas (pie el cubo interior de las rue-
das; los cigüeñales de las paletas los toman en
medio de su longitud, y los brazos están arti-
culados con un disco giratorio sobre las estre-
midades de un codillo sólidamente lijado, en
el soporto csterior de las ruedas, en el mis-
mo sitio en que la prolongación del eje lle-
garía á tocar si existiese. Este codillo lleva una
virola en rededor de la cual gira el cubo cs-
terior de la rueda. El interior, lijado cu el eje¡
comunica solo á ludas las parles del mecanis-
mo de la rueda, el movimiento de rotación im-
preso por ta máquina. Este último sistema es
un poco mas complicado que el primero, pero
los rozamientos son en él menores. En fin, una
de las ventajas que son comunes á entrambos,
es la de permitir dar mucha mayor altura alas
paletas y, por consiguiente, la de disminuir su
ancho, y por lo tanto el del buque. Sin embar-
go, su complicación, que da lugar ,í composi-
ciones difíciles, será causa de que no se adop-
ten generalmente el uno niebotro.
Mr. Aubert, de Tolón , agregado á los ta-
lleres de la marina militar, ha discurriclo otra
1
disposición qué tiene por objeto evitarlas per-
didas tic fuerza que resultan cíe la mayor su-
mersión do las paletas, cuando los barcos es-
tán cargados, inmersión que, como liemos vis-
to, debe de ser do diez centímetros (unas cua-
tro pulgadas) Esíc perfeccionamiento de Mon-
sieur Áuberl, de un sistema de enlace de
aquellas con la rueda, linee posible desmontar
conrapidez la parle inferiorde iapaleta (que se
compone de tres-piezas) para armarla ó remon-
tarla sobro la parle superior cuando el calado
del buque aumenta, y al contrario cuando dis-
minuyo.
Se nota algunas veces en los barcos que
navegan en los ríos olra disposición que con-
siste en cierta oblicuidad de las paletas res-
pecto al eje de las ruedas. Esta disposición es
ventajosa, teniendo, sobro todo, porobjelo se-
parar del casco ó carena el agua que aqucllas-
rechazan 6 espolón; poro no puede llenar bien
este fin sino en las aguas tranquilas de los rios,
siendo inútil para la mar, y por esta razón no
se «sa en los buques que á olla se destinan.
Los fiys. K° y 2.-* {lám. IV deSavegacion)
presentan la elevación de una rueda vertical en
toda la longitud de un barco de vapor del por-
te de 100 toneladas, l&ftg, 3." es el plan del
mismo y un corte horizontal practicado cerca
y debajo de la cubierta.
AA. Calderas prismáticas de baja presión.
B. Tubo de chimenea construido con plan-
cha de hierro para dar salida al humo del
fogón,
Esle tubo, que es doble en su parte infe-
rior, se reúne formando uno solo sobre dos
codillos de visagra que permilen bajarlo á vo-
luntad en los pasos de las cubiertas', ó cuando
convenga para cualquier otro uso del servicio.
C, Conducto de! vapor, -
Sale- en dos brazos desde la parte superior
de la caldera, reuniéndose en uno solo púr me-
dio de un codillo en ángulo recto; después se
separa, de nrtevo á derecha 6 izquierda en dos
lubos que respectivamente comunican á las
dos cajas de vapor I, I, por encima y por de-
bajo de los émbolos que trabajan en los cilin-
dros D, D. Las barras ó bastas de los émbolos,
van á ligarse por ]a parle superior á una tra-
viesade hierro, uniéndose por cada eslremo á
dos brazos vortícaíes que descienden csicrior
y perpeudicularmente á lo largo de los costa-
dos, listas dos bielas van también á uuirse á
uno celos dos estreñios del gran balancín í,
,quo se mueve sobre su cenlro y de abajo arri-'
ba. El olro estremo de este balancín se adapta
á otros dos arbolillos que van á unirse á los
cigüeñales CG del eje de las ruedas de paletas
NN, lomando su punto de apoyo -en el líquido
fuera de la embarcación. Estando* ligadas entre
si todas las piezas de la máquina, el menor
movimiento que se imprima á una de ellas ar-
rastra á todas las demás. Asi cuando se quiera
dar arranque al mecanismo, el maquinista por
medio de la I lave de introducción 6 de vapor,
888
determina un primer juega de émbolo, quear.
rastra inmediatamente consigo el movimittio
de todas las demás piezas: otra ¡lave le pernj¡.
te moderar á discreción el desprendimiento
del vapor según el gradodopoleucia qüéquie-
raobiener.
II. Arbol de La cseénlrlca, adaptado sobro
ci eje de las ruedas, por cuyo medio las vál-
vulas de distribución del vapor en el cilindro,
reciben uu movimiento regular y en armóaiá
con la marcha dei mecanismo.
K, basamento de fundición para SQporlái'y
mantcner las piezas del aparato.
L. Lugar en que se colocan los fogoneros,
al cual descienden por una escotilla en rcjaslá
que deja llegar el aire necesario para el bogar.
II. I'aüol para depósito del carbón.
La representación que aquí ofrecemos, es
lado un barco destinado al trasporte do cor-
repondencía y pasageros haciendo el servido
de correo: be aquí las disposiciones interiores
de este buque.
0. Salón de sociedad á popa.
P. Cámara primera decorada, iluminadacoá
ventanas laterales y un cubiebete de¡ cristales,
en forma angular para dar caída á las aguas.
II. Cocina.
S. Sala de comer.
T. I. Sala do refrescar para el uso ¡le los
pasageros de proa.
V. Timón.
X. X. Almacén del combustible de reserva.
Y. Y. Camas de los marineros.
Entre las varias modificaciones y mejoras
que la fuerza molriz del vapor ha sufridora
su aplicación á la navegación, se distingue ]iur
lo simple é ingenioso de su mecanísnro, rl
aparato llamado hélice _ú rosca de Arquíme-
des. La supresión de Tas ruedas esleriorcs de
paletas, la constituye por si sola una precio-
sa innovación, sobretodo, para los buque? Je
guerra, siendo de creer que esle uuevo sisle-
ma, cuya adopción se va haciendo general al
todas las armadas, lia de influir poderosamen-
te en las ulteriores operaciones de la guerra
marítima y en los movimientos de las 'grandes
escuadras, modificando los principios y las re-
glas de la táctica naval, y, puf tanto, lascondi-
ciones de- superioridad respectiva hasta aquí
reconocidas. Vamos, pues, á dar a conocer es-
le invento, siguiendo igualmente al autoi'fran-
cés de quien hemos tomado las anteriores no-
ticias y descripciones.
«La aplicación del1 vapor á-la navegación,
dice Mr. Charles llenier, ha dado lugar á ta
invención de gran número de' propulsores sub-
marinos. Después de haber discurrido el ha»'
mover una especie do remos análogos ú los
usados comunmente para la navegación marí-
tima, se ensayaron también unas como pier-
nas articuladas, que apoyándose en el fondo,
servían para la navegación lluvial. Las inven-
ciones del marqués de Jouffroysuu aplicacio-
nes de estas ideas; admisibles solo, porte-
VAPOR
889
VAPOR
890
pacía, en teoría, por -exigir uua muy grande
complicación de piezas, puesto que en la prác-
tica, soló las máquinas mas simples producen
suceso y buen resultado. Estos aparatos te- ,
niuii, por otra parte; un movimiento de yay vie-
ne, que utilizaba mal la fuerza motriz; asi lin-
io tic renunciarse á ellos y recurrir á las rue-
das de paletas, cuyo movimiento continuo ó
subsistente utiliza mejor la potencia, y es al
mismo tiempo iuas durable. Sin embargo, es-
tas ruedas tienen también sus inconvenientes;
sus paletas, entrando en el agua, producen,
como hemos visto, choques ó resistencias que
llevan consigo una pérdida de fuerza corres-
pondiente, ademas de la que. causan, cuando
entran en el agua y salen, oprimiéndola en
un sentido distinto del que tiene el 'buque en
su movimiento: y, por último, las ruedas ofre-
cen demasiado objeto á las balas cnlos buques
de guerra, por la mucha superficie que pre-
sentan los tambores que Jas cubren; y en la
mayor parle de los casos forman un obstáculo
para1 poder servirse al mismo tiempo de las
velas y del vapor, porque es indispensable que
las embarcaciones que lo usan, se conserven
en la vertical, cosa imposible haciendo uso de
las volas, esceptuando cuando se navega vien-
to en popa. Estos diversos inconvenientes han
dado lugar á la invención de propulsores
submarinos.
«hablaremos desde luego del sistema Pelle-
ío»,_eii el cual se repele mecánicamente por
medio de bombas colocadas en la popa, el agua
que entra por la proa en un tubo que atraviesa
el buque. Las esperieneias han condenado es-
te sistema de una sencillez ■ aparento, en el
cual las causas de pérdida de .trabajo y de re-
sistencias perjudiciales, son numerosas. La
idea primera es debida á Daniel BernouiUy,
que había pensado, que elevando masas de agua
sobre el barco, para dejarla salir por la popa,
podria-liacerleavanzar por efecto déla reacción.
«EL otro sistema (de que ya se ha hecho in-
dicación), consiste en colocar en la bodega
del barco. dos ruedas de paletas horizontales,
situadas mitad dentro y mitad fuera, operan-
do como las ruedas verticales. Este sistema,
sobre el cual no se han becbo esperimentos
cu grande, no ha tenido mas suceso que el
anterior.
"También mención eremos el sislemanueva-
m ente propu esto por Mr. Selligu e, aunqu e toda-
vía no se haya sometido ála prueba. Este inven*-
tor ha propuesto bacer mover una embarcación
por la esplósion de una cierta cantidad de gas
hidrógeno y de aire, mezclados y contenidos
fin un tubo colocado eu la popa del barco y
sumergiendo su estremidad en et agua. Para
producir el gas que habia de emplearse al efec-
to, se usaría de aparatos muy sencillos ima-
ginados por el inventor, y por medio de la
descomposición del agua por el carbón, Obra-
ña directamente sobre la del mar sin ningún
mecanismo. Este sistema, no na sido esperi-
mentado, porque se ha creido con razón que
el choque producido en cada esplósion no se-
ria de grande efecto, h causa de la inercia del
buque y del liquido que le rodea, y porque es-
perieneias recientes han demostrado que la in-
fluencia del gas no.se verifica bajo una presión
algo considerable, en cuyo caso se halla pre-
cisamente el sistema de Mr. Selligue, el cual,
para obteneruna resistencia suficiente del agua,
se ve obligado á destapar los tubos de espló-
sion lo mas bajo posible de la linea de fio- •
tacion. ' '
«El sistema que ha sufrido mas ensayos y
obtenido mayor suceso, puesto que puede ri-
valizar con mas ventaja, en ciertas circunstan-
cias, con la rueda do paletas, es; sin contra-
dicción, la hélice o rosca de Arquímcdcs. Is-
la aparato se compone de filos ú listones es-
pirales fijados sobre un eje paralelo á la quilla,
de modo que baciéndole girar, se abre un ca-
mino en el agua'como las roseas ó lomillos
ordinarios en la madera, é impele de este mo-
do la embarcación á que está unido.
«La primera idea do la aplicación delahé-
lice como propulsor no es uueva, aunque no
se huya efectuado en grande hasta en los úl-
timos años; pues so baila muy claramente in-
dicada emunaobra publicada en I'arisen 17GS
por Paucton sobre la teoría de- la rosca de
Arquímedes, en la cual el autor propone reem-
plazar los remos, cuyo movimiento alternati-
vo le parecía desventajoso, por medio de una
hélice animada por un movimiento circular
uniforme y continuo. En 1802 fué ensayada
por un individuo llamado Jhon Shortcr sobre
un buque déla marina, real inglesa, y dio bas-
tantes buenos resultados, aunque solo fue-
se movida por brazos de hombres. En fin,
Mr. Mareslier, en una obra publicada en
1824 (l) por orden de! gobierno francés, ha-
biendo visitado la América, para evacuar un
informe sobre el estado de la navegación por ,
medio del vapor en aquella región, describe di-
versos mecanismos de propulsión. sobre el sis-
tema de la rosca que habían sido propuestos
antes de esta época. Sin embargo, como hasta
entonces se creía generalmente, que la apli-
cación de la rosca de Arquímedes era bastante
menos ventajosa que la de las ruedas, so atri-
buye con razón la primera aplicación de este
invento al capitán de ingenieros DtUsle,. (co-
nocido también por una ingeniosa invención
relativa dios puentes levadizos!, quien propuso
en 1S23 al ministro de Marina, armar nuestros
buques de vapor con hélices, cuyo plano acom-
pañó, proposición que no fué admitida. Sin
embargo, en 1S27, el ingeniero inglés Treí-
gold, en la segunda edición de su Tratado de
máquinas dé vapor, recomendaba el uso de
la rosca. Hacia la misma época, otro de nues-
(I) Memoire surtes bateanx á vajiaur, de Etals-
Unis de t'Ameriquc, uwt nn appendicc sur diverses
machines relativa ti la marine, Ha., Paris, Impn-
Eirrie Royale, I82Í-.
894
VAPOR
892
tros compatriotas, Mr, Sauvage, so dedicaba
¿ perfeccionar la invención de Delisle, y pro-
ponía una nueva forma; pero á pesar de gran-
des esfuerzos, nnnca'consiguió hacer ensayos
en suficiente escala para probar la eseclencia
del sistema (¡uc tos ingleses debían, comoacon-
tece con casi todas nuestras invenciones ¡1),
poner en ejecución. En efecto, de 1 8 3 G á 183S
aparecieron eu Inglaterra ct sistema Ericson,
idénticamente semejante al de Delisle, que fué
sucesivamente aplicado á dos embarcaciones,
, y et sistema Smíth, el mismo inventado por
Mr. Sauvage, que después de afortunados en-
sayos, se estableció sobre la llamada elArqui-
medes, con la cual se ejecutare» las espericn-
cias que proporcionaron la comparación de
las ventajas de las ruedas y de la hélice.
Son ya bastante numerosos los proyectos
y formas de hélice presentados basta el dia.
Aqni solo describiremos los que lian ofrecido
mejores resultados y son los que representan
la lám. XII y XIII del Atlas, correspondien-
tes á Navegación.
Las figs, 1.* y 2.* [lám. XIII) representan
el sistema Delisle y Ericson: sobre un eje 6
que penetra en el buque, están lijados en án-
gulos iguales tres brazos F, F, F, de plancha
de hierro muy gruesa, como lo seria esta par-
te de la rosca si fuese completa ó continúa en
lugar de estar cortada! Un circulo Ali CD, em-
pernado sobre estos" brazos, recibe seis seg-
mentos belizoidales E, E... que forman reuni-
dos casi una vuelta entera de la rosca. El án-
gulo medio es de 45". ¡Se llama ángulo medio
el comprendido entre el eje geométrico de la
hélice y la línea dirigida por uno de los pun-
tos de ta circunferencia media de Sos segmen-
tos belizoidales E, E...) Delisle proponía adop-
tar, ya dos roscas, que se colocarían bajo la
popa, ó babor y estribor, ó ya cuatro para los
navios., de las cuales dos estarían ¡i popa y dos
á proa. Ericson emplea dos roscas situadas
á los dos lacios del codaste, las figs. 2.a y 3.a
[lám. XII) son cortes trasversales y longitu-
dinales de la popa de un navio de setenta y
cuatro cañones, provisto del sistema Delisle,
II' N' es el propulsor; Vk, fig. 2.a un cerco
exagonal que permite hacerlo á discreción de-
pendiente ó' independiente del motor; AB, AB
Ifirj. 3.a) sirve para izar la rosca sobre la cu-
bierta con el fin de hacer en ella las repara-,
clones que necesite y también en el caso en
que solo se quiera hacer uso de las velas; G, C,
son piñones que engranan y laborean so'^'c
los endentados; 1), D ruedas dentadas; E, ,
roscas sin fio de pasos encontrados, que ac-
túan sobre las ruedas dentadas. Debiendo te-
ner mas' delgados las formas de la popa de los
navios/le hélice, que las de las embarcacio-
nes provisías de-ruedas de paletas, se indican
en la ftg. 2.a por medio de lineas curvas 11c-
(i) También los espafloies pueden producir que-
jas muy fujld.ajl.aB en este sentjdo.
ñas ó de puntos: A. 1! G l) E Y es un corte tras-
versal practicado próximamente por la parte
de proa de la rosca, y A' 1!' C' D' V. I«" es otro
corte igualmente próximo á la rosca por la par-
te de popa.
La fig. t.a demuestra, en A', B', la hélice
del sistema Sauvage ó Smith, tal como lia si-
do dispuesto en el Arquimedes. Este sistema
se compone de segmentos belizoidales que re-
posan sobre el eje mismo, formando Un Angu-
lo medio de cerca lie Ü&*-¡ La misma ligara da
una idea general del mecanismo tal como se
ha establecido en el Arquimedes y tul como
se establece por lo común. En ella se advierte
que las máquinas se sitúan, no al través del
buque, sino en el sentido de su longitud. Su
eje tiene un gran endentado que hace girar
una rueda pequeña que lleva el de la hélice
prolongado: esla combinación es necesaria por
la gran velocidad que hay que comunicar á la
rosca. Las dos ruedas dentadas, dispuestas á
los dos lados de la que engarganta con el eje
y los dos de piñones suplementarios, son pie-
zas de respeto que sirven para hacer variar la
velocidad de la rosca según ta marcha ó sali-
da que quiera imprimirse al buque.
En la misma figura se ve en A B una rosca
del sistema Delisle que permite comparar en-
tre si ambos sistemas, cuyas disposiciones in-
teriores son en lo demás exactamente iguales.
Se advertirá que para el mismo buque el diá-
metro de la rosca Delisle es mas considerable
que el de rosca Sauvage, lo que proviene del
vaciado do la primera háeia el eje; porque la
superficie de los segmentas tielteoidales es
igual con corla diferencia pata ambos: esta
superficie está, con la sección sumergida de
la cuaderna maestra, en' la razón de t ' ■! , 45 .
M, N, indica la posición que. debería ocupar la
bélico Sauvage en la finí 1.a, si en ella se
sustituyese á la de Delisle. Las letras M" N",
IV" N"' indican los que las dos hélices ocu-
parían si estuviesen izadas en el buque.
La fig. 3.a [lám. XIII) representa en plano
y elevación el sistema de David Napier. Com-
peliese de dos ruedas de igual diámetro rolo-
cadas á popa en un espacio á cuya parto es-
trema se halla colocado el timón, jbte sistema,
que ha dado buenos resultados, se distingue
de tos precedentes en que las planchas ó lá-
minas belizoidales de las ruedas, se sumergen
solo en parte, lo que tiene esencialmente por
objeto evitar la resistencia producida por las
partes del medio, resistencia que siempre es
considerable en los aparatos enteramente ana-
gados.
La fig. 4.a rep rescata el sistema ffi*9í¡
formado de cuatro paletas lijadas en la cabe-
za de! eje y torcidas de mantera, que forman
secciones de hélice. Esta hélice ha siilu ari-
cada, en Inglaterra cu un buque cu que se ha-
llaba dispuesta para poder servir de liinon; y
para este cíceto estaba colocada de modo que
podia darse á su eje una dirección oblicua i
Vapor
894
la' derecha ó a la izquierda, (movimiento que
se operaba de mi modo análogo al que se em-
plea para las alas de los molinos, de viento),
sin ejercer influencia sobre el movimiento de
las ruedas que le trasmitían la acción de la
máquina.
El sistema de la fig. 5.a, que es cono-
cida bajo el nombre de sistema Blaxland, se
compone de láminas 6 planchas d, e, /",... fija-
das sobre los brazos ce. y dispuestas de mo-
do que forman ángulos que cruzan desde la
circunferencia interior á la esterior de las dos
superficies helicoidales que ellas componen.
Este sistema es uno de los menos ventajosos á
cansa de la resistencia que los brazos oponen
al agua.
fas /»7S.,5.a y 6.a demuestran de perfil y
de frente dos formas de propulsores propues-
tas por Mr. Ronnie, á quien se debe el haber
comprendido el primero las ventajas de los
propulsores do hélice, atreviéndose á empren-
der laconslruccion del Arquimedes para apli-
carle el sistema de Mr. Smith, que esle inven-
tor no ¡rabia esperimeníado.. todavía, sino en
un pequeño modelo. El carácter esencial del
propulsor Sennie es el presentar la forma de
una rosca espiral formada por el enrolla-
miento de un piano inclinado alrededor de un
cono, de manera, que el ángulo de inclinación
de los dos pasos de rosca, aumenta gradual-
mente de la parte interior á lapostérior de ella.
El objeto de esta disposición es que el agua,
cuando ha adquirido toda la velocidad que la
paríe anterior haya podido comunicarle, pueda
recibir ademas mi nuevo impulso de las par-
les que se presentan en seguida, las cuales
producen de este modo casi tanto efecto como
las primeras. Esta idea es debida ála observa-
ción que ha hecho el inventor de las formas,
de la cola de los pescados que nadan con mas
velocidad, aunque ellos no se sirven sino de
aquella parte de su cuerpo á la cual imprimen
uu movimiento de rotación. •
«En el caso normal la comparación del efec-
to útil de los propulsores do hélice y el de las
ruedas dé paletas da la ventaja á estas últimas,
aunque se haya dicho precedentemente que las
paletas consumen en pura perdida cierta canti-
dad de fuerza á su entrada en el agua y á su'
salida; pero la pérdida causada por el modo
de obrar de la hélice, es mas considerable. En
efecto, ejerciendo su acción sobre el agua en
nna dirección perpendicular á su superficie, y
distinta del sentido del movimiento del buque,
salo hay una parte de la reacción del liquido
que sirve á hacerlo avanzar. Cierto es que la
parle efectiva es proporcional al ángulo que
los pasos de la hélice forman con el eje, de
modo que el paso de la rosca puede aumen-
tarse o disminuirse, bastando darle mas ve-
locidad. Mas por desgracia paráoste aumento
de velocidad se esperimenta otro género de
pérdida debida al muy considerable rozamien-
to que sufren las superficies en su trayecto al
través del agua. Esto obliga á no salir de una
inclinación media para el paso de la rosca (la
de 45°) ó según !a teoría, la razón de la po-
tencia al efecto útil se espresa por los núme-
ros 71,900 : 41,820; mientras que el relativo
á las ruedas de paletas no es mas que de
13,900 : 10,820.
«Los propulsores de hélice tienen también
el inconveniente de exigir una gran complica-
ción de mecanismo. Asi, á-causa. de la gran
velocidad de rotación deque deben estar ani-
mados, que debe ser tal que su velocidad, de
penetración en el agua sea mayor que aquella
con que debe marchar el buque, hay precisión
de emplear engargantes, queproducen un rui-
do muy desagradable y también necesidad de
reemplazar con bastante frecuencia á causa del
rápido desgaste de los dientes, lo cual es una
consecuencia de la instabilidad de sus pun-
tos de apoyo. Se ha propuesto reemplazarlos
por medio de poleas abrazadas y movidas por
medio de correas; pero oslas úllimas tienen el
inconveniente de alargarse con el uso; y ¿có-
mo ha de poderse trasmitir una fuerza de dos-
cientos caballos, de cuatrocientos y algunas
veces mas? La necesidad de sacar de su sitio
la rosca para izarla sobre la cubierta presen-
ta también sus dificultades, porque si es fácil
desarmar, no lo es siempre volver á. colocar
con la misma exactitud, y situar el pro pulso r,
una vez levantado, p'recisamenlo en el eje del
árbol que le trasmite el movimiento de la má-
quina, lo cual es de condición rigorosa para
evitar graves averias. Se ha visto sobre la /?-
guraS* [lám. XIII) el mecanismo que por lo
común se emplea para estraerlo del agua y
volverlo á calar. La fig. 1.a [lám. XIII) de-
muestra el método empleado para esta faena á
bordo del Arquimedes.
«AA es una vista dje frente de la rosca, en la
posición en que funciona, inmediatamente so-
bre la rosca hay una caja rectangular que lle-
ga bástala cubierta, y de suficiente capacidad-
para que un hombre pueda llegar libremente
hasta la misma rosca. Para suspenderla es ne-
cesario pasar por esta abertura una cuerda del-
gada é cuyo estremo se ha unido ó pende una
pequeña boya. Cuando esta ha pasado los bor-
des inferiores; de la abertura y sobrenada en
el agua llevando consigo la sondaleza, se co-
ge esta y se la ayusta ó amarra á otro cabo mas
fuerte. En seguida se iza la sondaleza por la
abertura c, cobrando al mismo tiempo la cuer-
da hasta que el chicote o estremo se pre-
senta á la" abertura superior y entonces se le
echa mano. En seguida se engancha en un
agujero practicado para este fin en la rosca.
Dos cuerdas semejantes, amarradas de ante-
mano sobre la cubierta, se amarran también al
eje de la rosca, á popa y a proa del propulsor.
Se suspenden los sombreros de las mesetas de
apoyo por medio de largas varas que van á ellos
desde la cubierta y quedan descubiertas. Tiran-
do entoncesde las cuerdas que están amarradas
895
VAPOR
89S
al eje cíe la rosca, oslase desprende de sus pi-
lares de apoyo y queda suspendida de manera,
que cobrando por las cnerdas 6 so la hace sa-
lir de la posición "vertical; se continua tiran-
do de las cuerdas b y largando ó amoyundo de
las otras, y la rosca llega hasta el arbotante a
de donde se trasporta fácilmente á bordo. Es-
ta maniobra es mueho mas larga y difícil que
la que espresa la fig. 3.a, cuya disposición
presentara grandes ventajas sin los trastor-
nos áque su mecanismo está sujeto, los cuales
pueden algunas veces impedir su juego. La
que es necesario practicar para volver 'la ros-
ea á su sitio es todavía mas difícil. ílastará
solo que digamos que la cuerda b se (lía ó ar-
ria á una distancia conocida y (ijada á este
punto de manera, quetirando igualmente de
las cnerdas dd se lleva el eje á su natura! po-
sición. Solo resta colocar los sombreros de los
pilares por medio de pernos largos para suje-
tarlos como estabanen sus cojinetes.
«fío podemos dar una idea mejor del valor
de la liélice que presentando el resultado de
las esperie'noias practicadas para comparar la
velocidad del Arquimcdcs con la del Wid-
geon, uno de los mejores barcos de paletas ele
los ingleses, - en la travesía de Douvres á Ca-
lais.
Primera esperienaia. «Mar en calma. Bri-
sa Ugera de popa. El Widgeon gana seis mi-
nutos sobre el Arquímedes.
, Segunda esperiencia. «Viento liojn contra-
. rio. Et Widgeon gana diez minutos sobre el
Arquímedes.
Tercera experiencia. «'Catara completa,
.mar llana como un espejo. El Widgeon gana
tres rninnlos cinco segundos sobre el Arqui-
medcs.
Cuarta esperiencia. «Brisa fresca del Este.
Los dos barcos navegan á lávela, llevando el
Arquimedes mas aparejo mareado que el
Widgeon. El Arquímedes gana nueve minu-
tos sobre- el Widgeon,
Quinta esperiencia. «Regreso: viento fres-
co de travesía. El Arquimades gana cinco mi-
nutos y anda, por término medio, en esta es-
periencia, de nueve á nueve y media millas
por hora,
«Estas esperiencias prueban que los barcos
de ruedas dan ima velocidad mayor en tiempo
de calma que los que se mueven con la héli-
ce [se calcula que la pérdida de estos últimos
es de cerca de 0, 12); pero que estos llevan la
ventaja cuando se navega con viento de Ira-
vés y la mar está agitada, á causa de que la
bélico permanece siempre enteramente su-
mergida, mientras que en este caso, como an-
tes dijimos, las ruedas ya se sumergen ente-
ramente de un lado, ya de otro. Debemos-, no
obstajile, observar que el Arquímedes no es
el barco do hélice que haya c(ado mejores re-
sultados; porque el Napoleón, construido por
Mr. Normand del Havre, ha recorrido con la
máquina sola, die^ millas por hora, y basla
trece y medía con el auxilio de las velas. Es-
te buque se distingue de los otros del mismo
sistema, en que su máquina no tiene engar-
gantes ni correas, operando las bielas direc-
tamente sobre el eje prolongado de la rosca,
que hace codillo para este erecto: esta dispo-
sición exige que los cilindros de vapor estén
trastornados ó en scnlido inverso para obrar
de alto abajo, y que sean muy cortos para que
la velocidad del émbolo no sea esceslva. Sin
embargo, la segunda condición da lugar ú oca-
siona una gran pérdida de vapor, á cunsa del
vacio inútil que se halla eu cada una do las
cstreinidades de los cilindros,' vacío por don-
de se escapa- un volumen de vapor, tanto mas
considerable, cuanto que el número de los
golpes de émbolo es mayor en un tiempo Ja-
do; y por tanto, á esta pérdida de vapor cor-
responde necesariamente un aumento de gas-
to en combustible.
«En suma: utilizando menos bien la liélice
la potencia del motor que las ruedas en uua
agua tranquila,, no conviene para la navega-
ción lluvial, -en donde, por olra paite, do se
encontraría casi nunca el fondo que le es ne-
cesario.
«Sus ventajas en la mar son:
t.u «Estar al abrigo de las balas.
2." «Pcnnilir el fuego de las baterías en to-
da la longitud del buque.
3 o «La reducción de la amplitud del buque
en O/i de la que es necesaria con, las ruedas.
-i." «\'o necesitar máquinas (analtas y per-
mitir, por consiguiente bajar, el centro de gra-
vedad.
5." «Producir siempre el mismo créelo,
cualesquiera que fueren las variacionesdel car-
gamento y el calado de los buques.
C.° «Estar siempre completamente sumer-
gido sean los que fuesen los movimientos de
balance y cabezada, y presentar en estas cir-
cunstancias una potencia por lo común supe-
rior á la de las ruedas.
«A pesar de todo, y á causa sin duda déla
velocidad que ocasiona en circunstancias nor-
males, y de la mayor complicación que esigc
eu las coniuuicaciones del movimiento, se cree
hoy unánimemente que la liélice solo puede
emplearse con ventaja en los navios de guer-
ra de superior porte como auxiliar de las
velas.
«Las hélices se construyen siempre de co-
bre para evitar que sean corroídas por el agua
del mar. Las dimensiones que deben calcular-
se con mas cuidado, á causa de su mayor im-
portancia, son el paso y la superficie proyec-
lada sobre un plano perpendicular al eje deles
segmentos helozoidales, El paso se obtiene di-
vidiendo el espacio que el buque está destina-
do á recorrer por segundo,, ó su velocidad au-
mcnlada por el escape ó es'curridurade la ros-
ca en el agua, estimada por lo común en un
quinto del espacio recorrido, por el número de
vueltas que la rosca debe hacer en un seguu-
897
VAPOR
898
do. La superficie proyectada se determina, se-
gnn el dato de que las superficies belezoidales
no sufren, por parte del agua, mas que los
cinco sétimos de la resistencia de las superfi-
cies planas perpendiculares al sentido del mo-
vimiento, como las de las paletas, por ejem-
plo, cuya superficie (Ja de una de estas, sea á
la dereclia sea á la izquierda del buque) debe
ser á la de la cuaderna maestra sumergida, co-
mo uno es á diez, ú calculada en términos de
tener ira decímetro cuadrado por fuerza de ca-
lado de la máquina."
Habiendo manifestado en las espiracio-
nes que preceden, (ornadas, de los articulo;
publicados en la Enciclopedia francesa por
Mr. Charles lienier, lo que basta para dará
conocer; bajo su aspecto técnico ó industrial,
el oslado actual de la navegación por medio
del vapor, según Sos dos sistema? generalmen-
te admitidos para la aplicación de osle agente,
vamos á añadir por nuestra propia cuenta al-
gunas observaciones con relación á la bistoria
do esta grande invención y á la parte de honra
(pie en ella podemos legítimamente reclamar
para nueslra patria.
En el estenso y eseelenleartíeulo que pre-
cede á este de Marina, se refiere de un modo
luminoso la bistoria del vapor, ba materia,
asunto de crilica y controversia entre las na-
ciones qud pretenden ó se dispulan la priori-
dad en la aplicación de este agente á la nave-
gación, está tratada con imparcialidad y cir-
cunspección por Mr. León Lalonne que exa-
minando los diversos juicios y pretensiones, ¡
se eleva á la altura que conviene, haciendo el l
sacrificio de susnaturales tendencias y aieecio- j
nes. Paréennos, por lo tanto, oportuno consig-
liar aquí la opinión deeste escritor, que, nos
complacemos en decirlo, hasubidohaeerjusticia
al derecho que asiste á los españoles para re- !
clamar una modesta parlo de la gloria acordada
á los primeros inventores y perfeccionadores.
Hemilimos, pues, al lector á los juicios y razo-
namientos que espoue examinando, según el
orden cronológico, el origen y progresos, des-
de los tiempos remolos , de esta admirable
fuerza motriz.
Desde Ileron, acérrimo creyente y sostene-
dor de la doctrina aristotélica del horror al va-
cio, y el primero de quien sabemos que hubiese
hecho, sino útiles, ingeniosas aplicaciones de
aquel motor admirable, basta Stevens y Ful-
ton, y luego otros pei'feceiouadores, ¿cuántas
aplicaciones y modificaciones no se han visto
de inmensa utilidad, de aquella fuerza que tu-
vieron á su disposición sin conocerla las anti-
guas generaciones, en favor de las artes fabri-
les ó industriales, sobre todo, de la locomoción?
iGuánto no se hubiera admirado el sabio me-
cánico de Alejandría,' si quince siglos después
hubiese podido contemplar la nave de Blas-
cadeíSaray, surcando ei liquido espacio , no
con el auxilio de la vela ni de los remos, sino
de aquella misma causa, de aquel impulso sua-
'¿22 G UIUMOTUCA POTOLAll.
ve que daba animación á sus graciosos autó-
matas; cuánto no se hubiera sorprendido vien-
do una de esas moles gigantescas, esas naves
de nuestros días, en que el vapor, no ya como
una corriente mas o menos activa , sino con-
vertido en una fuerza espantable, -y, no obs-
tante, comprimida y sujeta a la voluntad del
hombre, las conduce al través del grande Océa-
no, burlando los vientos contrarios, las cal-
mas tenaces y las corrientes, acortando con su
velocidad las distancias, y estrechando los la-
zos sociales de la gran familia humana!
Al contemplar tales prodigios, tan pas-
mosos adelantos en la aplicación de esta nue-
va fuerza motriz á la navegación; el rápido ade-
lanto de las naciones modernas en esta senda
abierta á la industria y la civilización, nos lie-
mos preguntado con sentimiento, ¿por qué la
nación española que precedió á las naciones
modernas en casi todos los ramos del saber
humano, permanece inmóvil é indiferente á
ese movimiento de progreso, á ese grands y
maravilloso espectáculo? Pero al hacernos es-
ta pregunta estábamos muy distantes de acu-
sar á nuestra noble nación por ese involunta-
rio atraso; sabíamos que era grande el núme-
ro de los españoles que seguían paso á paso
ai |tie líos progresos, que cultivaban las ciencias
que ios produceny sostienen, y que gimiendo
en silencio por ver á su pais privado de aque-
llos bienes y adelantos, esperaban ansiosos la
época en que la nación española, ásperamente
aquejada por la contraria fortuna , pudiese
también entrar en la senda de los adelantos
del siglo. Porque hubiera sido el colmo de la
injusticia no considerar que en tanto que la
Europa ha gozado sin obstáculo de esa paz que
debió en gran parte á los heroicos esfuerzos'
de los españoles, durante la cual ba podido
dedicarse sin estorbo á la adquisición de aque-
llos bienes, sufrían estos los efectos y conse-
cuencias de guerras intestinas, de dos invasio-
nes estrangeras no provocadas, de persecu-
ciones y desastres políticos, y, por último, la
guerra civil, cáncer que por si solo bastaría á
sofocar el amor al saber y basta la natural in-
clinación á la vida social.
■Pero al pagar eljusto y debido tributo de
admiración y gratitud á los grandes ingenios
que han llevado á la perfección esa máquina
portentosa, al admirar ese medio de acción
que asi ■aumenta y multiplica las facultades
del hombre, hecho que la antigüedad hubiera
recompensado con estatuas ó deificando á sus
autores; ¿por qué no ha de hacerse justicia al
que tuvo el primer pensamiento? 'Sin defrau-
dar á aquellos de una gloria que tan de dere-
cho les pertenece; cuando vemos que en otras
naciones se suscitan pretensiones y disputas
sobre la prioridad del pensamiento, cuando la
Francia y la Inglaterra pretenden para sí esta
gloria, desentendiéndose desdeñosamente de
nuestro derecho, ¿habremos de guardar si-
lencio?
899
VAPOR
900
No tratamos de reproducir aqui todas las
razones, todo3 los testimonios que aseguran á
nuestra patria el honor de la prioridad en la
aplicación del vapor á la navegación, cuyo co-
nocimiento y publicidad fueron debidos al
ilustrado celo por las glorias nacionales y la-
boriosas investigaciones del eininente escritor
don Marlin Fernandez de Navarrete. Pero
la autoridad, y buena fé de este escritor tan
conocido y respetable dentro y fuera de Es-
paña, han sido puestas én duda: se ha consi-
derado como supuesto su testimonio, y no es
posible guardar silencio ante la ligereza de
los juicios de algunos autores de gran coneep-
, to en la nación vecina, entre los cuales, que-
riendo alguno asegurarla á todo trance, para
su compatriota Denis Papin, no repara en re-
currir á las mas fútiles suposiciones y ar-
gumentos contra la invención de Blasco de
Garay.
Entre los que pretenden disputar esta honra
á nuestra uaciony niegan ex-cátedra, la certeza
del hecho, contamos á M. A. Babault, que en
un articulo quedióá luz en una obra periódica
de marina (1), emplea para esie fin !as mas
débiles razones, y á Mr. Árago que á la des-
deñosa incredulidad del primero, reúne algu-
nas objeciones científicas, si bien de poca
fuerza, presentadas con la maestría é inteli-
gencia propias do este célebre físico. Pero an-
tes de hacernos caTgo de las razones de uno
y otro opositor, forzoso nts será presentar su-
cintamente el hecho, cuya certeza se atreven
á negar con tanta ligereza y resolución.
Según consta de los registros originales
conservados en el archivo de Simancas, entre
los papeles' correspondientes á Cataluña y á
la secretaria de !a Guerra de 1543, el español
Blasco de Garay, oficial de la marina del em-
perador Garlos Y, hizo en Barcelona, en pre-
sencia de este, el día 17 de junio del mismo
año, la esperiencia de un bagel que andaba
por niedio.de un aparato, cuya parte mas ini-
portante era una gran caldera de agua hir-
viendo. El buque en' que se ejecutó media
200 toneladas; se llamaba Ja Trinidad, y su:
capitán Pedro de Scarza, y acababa de hacer
un viiige de 1rigo. ¡Fueron nombrados para
presenciarla Enrique de Toledo, el goberna-
dor Pedro de Cardona, el vioc-canciller Fran-
cisco de Groila y otros muchos persbnages
catalanes y castellanos, con gran concurso de
marinos y curiosos. Consta que el proyecto
tuvo émulos desde luego, y opositores, y
que sin la voluntad terminante del emperador,
es probable no hubiese tenido efecto la es-
periencia; y. aunque aquel quedó sin aplica-
ción, su mérito y csceleneia debieron ser tan
Manifiesto?, á pesar de los manejos de sus
contrarios, ,que el emperador cítífó deber
conceder á Garay un ascenso en su carrera
con otras particulares recompensas. No pu-
lí) La Frunce Maritime. Premier vol., p. 206.
diendo dudarse de este hecho, que presen-
ciaron tantos testigos y se halla consignado
de un modo tan auténtico y preciso en los re-
gistros-públicos nacionales, resulla proba-
do, de conformidad con todas las reglas de
critica histórica, que Blasco de Garay fué sin
disputa , el primer inventor de los barcos de
vapor, aunque causas y razones, liasla iioy
desconocidas, le impidieron continuar sus en-
sayos, privándole de ver coronada con un éxi-
to completo su obra, y de alcanzar asi su ma-
yor y mas lisongera recompensa.
A lo sólido, valedero é irrecusable de este
testimonie se atreve á oponer Mr. Rabmdi
las siguientes razones:
«Como en las ciencias, dice, no se pue-
den admitirlos hechos sino cuando están hm-
dados en documentos auténticos, nos será per-
mitido no asentir con entera fé á lo que relíete
Fernandez de Navarrete. El documento ilc
qué habla no ha sido impreso ni el año 1 543
ni mas tarde ; ' por consiguiente, se puede
poner en duda y comparar lo que se refiere
de las invenciones de Papin, de Garay y de
otros muchos'á las fábulas que preceden siem-
pre á la historia de una nación y constituyen
su parte mas poética, y por lo común la mas
interesante.».
He aqui por tierra con la conlundentc ló-
gica y raro criterio de Mr. Éabaull unlieclio
público y notorio, y colocado en la mistan ca-
tegoría que los trabajos de Hércules, y la es-
pedición de los argonautas.
Según el sentir de este critico para gra-
duar la certeza histórica de los hechos, para
que un documento, por auténtico y oficial que
sea, no pueda calificarse de falso, ha de estar
de letra de molde. No participamos de esto
especie de fé, en que muy pocos ei) este si-
glo acompañarán á jtfn Bubault, y sin dete-
nernos en hacer ver lo_ fútil del argumento,
nos ceñiremos á observar que esa misma oscu-
ridad, y ann olvido si se quiere, en que se
hallaba como perdido este hecho , enlre las
memorias y documentos de aquella época con-
cernientes á otros asuntos; que la sencillez
y numerosos incidentes que presenta su nar-
ración, y hasta lo inverosímil de la mise-
rable superchería qúo seria indispensable su-
poner para esplicarlaaparicion de aquel testi-
monio; y, porúllimo, que la noloria escrupulo-
sidad critica del señor Navarrete, tan acredi-
tada en el mundo literario, deponen con so-
brada fuerza en favor de su veracidad.
Pero he aqui otro comprobante de qnc no
podemos desentendernos, y del cual creemos
no tuvo noticia este erudito escritor marino,
que lomamos, no de nuestros archivos, sino de
un periódico francés de concepto que se pu-
blicaba en Taris por el año.'do4'84?, titulado
Le Commerce. Ocupándose este periódico co
su número 297 del hecho, viene á confirmar
y reconocer la prioridad que reclamamos á
favor de España, y que niega Mr. Rabault,
90!
VAPOR
902
El pasage é que aludimos, y que. entresacamos
del citado periódico, dice lo siguiente:
«Ya era cosa sabida que liace 300 años so
liabía liecho en Barcelona un ensayo de nave-
gación por medio del vapor, y este mismo lie-
dlo es el que lia dado asunto -pava- Los recursos
deQuinola (1). üna carta de Madrid habla del
hallazgo de documentos auténticos que exis-
ten en los archivos reales de Salamanca (aqui
se ñola una visible equivocación; el archivo á
que so refiere es el de Simancas). He aqui, di;
es esta carta, lo que acerca de este asunto con-
tiene un registro llevado c-n el ministerio de
la Guerra. ..»
Rl Cammerco trascribe la noticia en tér-
minos casi idénticos á los nuestros, añadiendo
<|iie a la experiencia asistieron con el empera-
dor, su hijo Felipe II y el gran tesorero Ha-
vago, A quien se atribuye el haber disuadido
á aquel de la adopción del invento y su api i -
ración á la marjna del Estado', protestando que.
In máquina era muy complicada y costosa, y
c|i io nilemas de estos inconvenientes se cor-
ría el riesgo de la esphsvm de la caldera.
■Que la comisión especial , prosigue, enr
cargada de estender el informe sobre la espe-
riencia, se limitó á hacer constar que el buque
movido por el vapor, había hecho desde lue-
go Ires leguas en dos horas, luego una legua
por hora, y que se le podía dar una velocidad
doblu de ía de una gatera ordinaria. Que el
emperador no volvió á ocuparse del invento
ile ilon Itlasco de Caray; pero que le hizo rein-
tegrar dé lodos los gastos y darle ademas una
gratificación de 200,000 maravedís, con oferta
de adelantarlo sucesivamente basta los mayo-
res grados en la armada española. Por último,
dice el Commerce, que Mr. deRenouard, de
la Academia francesa, ka consignado en sus
i\) Les ressources de Quinóla, comedie en cinq
seles, en prosse, preceden, d'un prologue, par Mr. de
Ititlzac, renresenlec sur le second theatre francois
«Jilean) lo 19 mars 1812.
Respondiendo el-aulor de esla comedia, cuyo
.mutilo está tomado del mismo csperúmtnto hecho por
"lasco de Garay en Barcelona, á los crilioos france-
ses que la combatieron fuertemente á su aparición,
presenta en el prólogo las siguientes razones que
creemos oportuno trascribir, porque ellas, corrigien-
do la petulante incredulidad de sus compatriotas,
vienen á prestar también por su parlo apoyo á la cau-
sa que defendemos.
«Entre cincuenta forjadores (le folletines, ni une,
solo ha dejado de tratar como una [Aluila inventada
por el autor el Aecho liislórito sobre que reposa esta
pieza de los Recursos de Quinóla.
■ jHueliu tiempo antes que Mr. Arago mencionase
f»le lirciin en sil historia del vapor, publicada en el
-innmire du Burean des Longitudes, el autor, á
'íiiten el hecho era conocido, habla presentido la
grande comedia que debió preceder al acto de deses-
peración á queso vló impulsado el desconocido in-
ventor que en presencia del si^lo XVI [eupteinXVI
«tecle), hizo andar un buque por medio del vapor en
el puerto de Barcelona , y lo echó él mismo á pique
•leíanle de 200,000 espectadores.
"Esta observación responde á las burlas y clian-
Míias que ha suscitado la pretendida suposición
™ la invención del vapor anlos del marques de Wor-
cetter, Salomón de Caus y de Papin.v
obras una balada ó romance en honor de Ga-
ray, 'que se cantaba en 1 543 por las calles
de Barcelona.»
A escepc.iün de esta úllima noticia, que vie-
ne á ser un verdadero comprobante del hecho
que se niega, se echa de ver que la relación
tiene el mismo origen , ó procede de la mis-
ma fuente que la publicada por el Sr, Navar-
rete. No concluiremos esta importante cita sin
¡amentarnos deque la- ignorancia y ligereza
de los comisionados para inspeccionar el es-
perimento de Garay , y la mezquindad, sobro
todo, del tesorero ñávago, hubiesen privado
i España de la gloria de ofrecer al mundo
civilizado el gran presente del vapor como
potencia aplicable á la navegación.
I'ern no insistiendo mas sóbrela oposición
de Mr. Rabault , á quien creemos haber con-
testado lo suficiente, vamos" á hacernos cargo
de los argumentos de Otro género con que
Mr. Arago, después de participar de ta in-
credulidad de aquel, respecto del hecho y de
la autoridad y certeza de los documentos qne
lo acreditan, quiere darlo verdaderamente por
cierto, para nacer ver que , aun admitiéndolo
cual se refiere, no fué la fuerza comprimida
y elástica del vapor la causa impulsiva de la
máquina de Garay, reclamando el honor de
la invención en la aplicación de esla fuerza
para su compatriota Denis Papin.
Increíble parece que el espíritu de nacio-
nalidad y paisanage haya ofuscado al célebre
físico, al ilustre secretario de la Academia de
las Ciencias, hasta el punto de recurrir alas
mas fútiles suposiciones y argumentos para
disputar á Garay la prioridad que á todas lu-
ces le perteuece. Para no debilitar su fuerza,
vamos á trascribirlos literalmente.
«Según Mr. Jiavarrete resulta que las em-
barcaciones de vapor son una invención espa-
ñola, y que tan solo se ha hecho revivir en
nuestros días. De aqui se deduciría también la
consecuencia de que Blasco de Garay debe
ser considerado como el primer inventor de
las máquinas movidas por el fuego (a feu)....
«Estas pretensiones, dice, deben ser una
y otra desechadas por su naturaleza. En tesis
general la historia de las ciencias debe for-
marse ó escribirse esclusivaraente sobre docu-
mentos impresos: los manuscritos no podrían
tener valor para el público, porque por lo co-
mún se hallan desprovistos do todo medio pa-
ra comprobar la exactitud de la fecha que se
les astgua. Los estrados de los manuscritos
son menos admisibles aun. El autor do un aná-
lisis no ha comprendido bien la obra de qne
quiere dar cuenta; sustituye en ocasiones sin
querer las ideas de su tiempo, sus propia''
ideas, á las ideas del escritor que comper
di a. ii
Hasta aqui es poco feliz, como se echa di.
ver, el sábio impugnador del señor Amarre-
te y solo vemos reproducida en su alegato el
' pobre argumento de Mf. Babault, y ademas
903
VAPOR
904
falsea por su base el raciocinio, puesto que
esle se contrae, ó es solo en rigor aplicable á
un estracto que se hubiese hecho de una obra
científica en que se quisiesen establecer prin-
cipios desconocidos, ó persuadir la creencia
de hechos improbables; pero el documento cu-
yo valor y autoridad se niega, se contrae sim-
plemente á un acontecimiento y no diserta
sobre las causas físicas que lo produjeron.
Prosigue Mr, Arago.
«Concédese, no obstante, el que ninguna
de estas dificultades sea aplicable en el caso
que actualmente nos ocupa; que el documento
citado por Mr. Navarrete sea ciertamente de
1543, y que el estracto hecho por Mr. Gonzá-
lez (el director entonces del archivo de Siman-
cas), sea fiel; pero, ¿qué resultará de aquií Que
se ensayó en 1 543 el hacer andar los barcos
con cierto mecanismo, y nada mas. La máqui-
na dice, encerraba una caldera; luego era una
máquina de vapor. Este raciocinio no es con-
cluyante. Existen, en efecto, en diversas obras
proyectos de máquinas en que se ve fuego
debajo de una caldera llena de agua, sin que
el vapor intervenga ni juegue alli para nada;
tal es por ejemplo, la máquina de Mr.. Amou-
tons. Por último, aun cuando se admitiese
que el vapor' engendraba el movimiento en la
máquina de Garay, no se seguiría inmediata-
mente que esta fuese nueva, ni que tuviese al-
guna semejanza con la de hoy, porque Heron
describía 1500 años antes el medio de produ-
cir "un movimiento de rotación por la acción
del vapor.»
No pensamos que Mr. Arago baya nunca
seriamente creído que una corriente de vapor
no comprimida ni acumulada por los medios
que se emplean con las máquinas actuales ú
oíros análogos, y obrando como en las de He-
ron, podría ser capaz de vencer», no digamos
la resistencia del Huido, pero ni aun la simple
inercia y rozamientos de una máquina cual-
quiera, aplicada al movimiento de una embar-
cación sobre las aguas como la de Garay. ¿y
asi se desentiende de que aquella máquina
era muy complicada y costosa y que la calde-
ra presentaba el riesgo da una esplosionl
¿Puede jamás ocurrir este peligro sin someter
el vapor del agua hirviendo á una fuerte com-
presión? ¿Producía aquel terrible efecto, el me-
dio empleado en sus máquinas por el mecáni-
co de Alejandría?
«Este aparato, concluye Mr. Avago, no
es, en efecto, de una ejecución "muy diffeil;
mientras que, podemos asegurarlo con reso-
lución, la mas simple de las máquinas de va-
por del dia exije en su construcción una pre-
cisión en ía mano de obra muy superior á to-
do cuanto pudiera obtenerse en el siglo XVI.
Por lo demás, no habiendo querido Garay
mostrar á nadie su máquina, ni á los mismos
comisionados nombrados por el emperador,
cuantas tentativas quisiesen hacerse después
de tres siglos parajj_establecer ú esplicar en
que consistía, no conducirían' evidentemente i
ningún resultado cierto.
«En conclusión, el nuevo documento ex-
humado por Mr. Navarrete, debe ser dese-
chado: 1." porque no ha sido impreso en 1 543
.ni mas tarde: 2 ° porque no prueba que el au-
tor de la barca de Barcelona lo fuese de una
máquina de vapor: 3.° porque si, últimamen-
te, ha existido una máquina de vapor inverna-
da por Garay, era según todas las apariencias,
la eolípila de reacción, ya descrila en las
obras de Heron de Alejandría (I).»
Estrañas, en verdad, nos parecen estas con-
clusiones, deducidas de tan frágiles premisas,
en la pluma de- Mr. Arago, y creemos que el
empeño de apropiar á su pais la gloria del in-
vento, y no su convicción intima, lia dictada
sus argumentos en apoyo de un juicio, califi-
cado de severo , hasta por autores respe-
tables de su misma nación , que haciéndo-
le cargo de tales rasiones , lian dicho que
admitiéndolo como fundado, Blasco de Ga-
ray debería ocupar un lugar elevado mire
los inventores cuyos nombres figuran en una
historia de las máquinas de vapor (2).
Pero lo que acaba de asegurar la modesta
parte de gloria que reclamamos para nuestra
nación, en la persona del poco apreciado Blas-
co de Garay, es la respetable opinión de
Mr. León Lalonne,- autor dsl escelentc articu-
lo que precede consagrado á la historia de la
máquina de vapor. Gou una, imparcialidad,
que le honra sobremanera , lejos de eludir
ó esquivar la cuestión de la prioridad en la
invención, la entabla con decisión y de fren-
te, preguntándose «¡.Quien es el inventor ie
la máquina de vapor't Esta cuestión, dice, es
de aquellas que se oyen proponer todos lus
dias por personas que piensan que pueden re-
solverse con una sola palabra, y un ciudadano
del Ueino-Unido no titubearía en dar tina res-
puesta categórica, La máquina de vapor, diría,
es una invención indudablemente inglesa, con-
cebida, puesta en ejecución y perfeccionada
por un pequeño número de individuos todos
ingleses. Una-enciclopedia inglesa lampocode-
jaria de escusar lu larga duración de ios desar-
rollos puramente históricos que consagrarla ¡i
la máquina de vapor, presentando una relación
en detall al público británico, para la que sus
compatriotas habrían heabo todo el gaslo. Nos-
otros no participamos de este modo de consi-
derar la cuestión por los críticos del otro ja-
do del estrecho. La invención do la máquina
de vapor nos parece una cosa demasiado com-
pleja para que sea posible atribuirla á uno so-
lo ni tampoco a un corto número de indivi-
duos; y en cuanto á la parte que la nación in-
glesa pueda en ella alegar ó pretender, proc-
reólos que po es tan grande que no puedan
f -ti Mr. Ara¡;o." Annuaire des lanpl tules, (lis *MJ
á 1639.
(2) Essai sur l'iirijiine des machines á mpeur-
90S
VAPOR
900
afganos nombreí franceses figurar en el pri-
mer rango entre los de aquellos que mas han
contribuido á dotar la civilización de un me-
dia de acción tan poderoso.»
Aunque desgraciadamente, no podamos con-
currir á esta competencia, rio exenta de al-
guna exageración y espíritu de nacionalidad
por una y otra parte; imparciales apreciadores
de los esTuerzos con que respectivamente lian
concurrido á la perfección del precioso inven-
to, solo pedimos que unos y otros reconozcan
<1g an modo leal aquello que de justicia nos
pertenece.
El autor, siguiendo su propósito, invoca
estas palabras del mismo Mr. Arago. «En las
máquinas de vapor existen muchas ideas capi-
tales que pueden no haber salido de la misma
cabeza, Clasificarlas por su úrden de importan-
cia; dará cada inventar lo que le pertenece;
referir exactamente las fechas de las diversas
publicaciones, tal debe ser el objeto del his-
toriador, »
Ya hemos visto que el ilustre autor del
Anuario de las Longitudes, de quien son es-
tas palabras citadas por Mr. Lalanne, llevado
de un espíritu exagerado de nacionalismo, ha
olvidado esta máxima de equidad, al ocuparse,
en sus reflexiones históricas sobro el vapor,
délo que concierne á España. Pero nuestra
conducta, al vindicar su derecho, se halla
ademas justificada, en las reflexiones que este
mismo añade. «Cuando se trata, dice, de reivin-
dicar en favor de nuestros compatriotas títulos
de gloria largo tiempo desconocidos, una En-
ciclopedia francesa no debe retroceder ante las
csplicaciones que la sola importancia del asun-
to justifica plenamente, »
Esto es precisamente lo que nosotros hemos
procurado hacer, empleando pruebas que reci-
ben una parte de su fuerza y autoridad de testi-
monios estraños, y lo que vamos á completar
con la opinión del antor mismo del articulo pre-
cedente ya citado, en el que haciéndase supe-
rior ¡i una vana emulación, viene A convenir
con nosotros en la verdadera calificación y va-
lor que tiene en la cuestión histórica que nos
ocupa, !a invención y ensayo de nuestro com-
patriota Blasco de Garay.
«J/r, Arago (dice el autor enciclopedista,
después de trascribir integramente el juicio
de este célebre académico, que ya hemos in-
serlado y contestado, sobre la invención de
Caray], se empeña en refutar la opinión de
Mr, Navarrete, que considera como 'inadmi-
sible... Hornos querido trascribir teslualmen-
le estas observaciones para no debilitar su
luerza; pero no podemos disimular que el jui-
cio do Mr. Arayo nos parece un pouo severo.
Si es verdad que la historia do las ciencias de-
be formarse ó escribirse, en general, sobre
documentos impresos, no lo es menos que
ciertos manuscritos pueden tener mi caráota-
de autenticidad, hasta el punto de que 3U au-
toridad histórica sea igual á la de un libro im-
preso. Sin esto, ¿qué seria la historia de las
ciencias respecto de los siglos anteriores al
descubrimiento de la imprenta? Por otra parte,
admitiendo que la exactitud de la cita de Mr. Na-
varreley la dolos documentos que reasume
fuese demostrada, cosa de que no seria muy
difícil asegurarse en el estado actual de nnes-
tras relaciones con España, se presentaría co-
mo mas probable que Blasco de Garay tuvo
realmente la idea de aplicar la fuerza motriz
del vapor á la navegación, cualquiera que fue-
se la especie de aparato que emplease, aun la
eolípila de reacción, lo cual es verosímil (i),
esle mecánico debería ocupar un lugar elevado
entre los inventores cuyos nombres figuran en
una historia délas máquinas de vapor. Poco im-
porta que 1600 años antes hubiese Heron des-
crito el medio de producir un movimiento de
rotación por la acción del vapor; el hombre que
primero hubiese propuesto adoptar este mo-
vimiento de rotación á los remos giratorios y
ejecutado el mecanismo asi proyectado, seria
el autor de un progreso incontestable y de una
alta importancia. «
El deseo de dejar en buen lugar el dispu-
tado derecho del marino español Blasco Ga-
ray como primer inventor en la aplicación
del vapor, considerado como fuerza elástica, k
ia navegación, nos haohligadoá dar alguna es-
tension á este articulo. Pero los tenaces ému-
los de nuestras glorias nacionales, juzgándo-
nos en su orgullo, ignorantes y sin defensa,
fallan, de un modo absoluto, sobre todo cuan-
to nos concierne; sus escritos, traducidos, por
lo común, sin algún género de correctivo, se
difunden impunemente por nuestro suelo, y
este silencio es para ellos una tácita aceplacion
ile sus apasionados, juicios y diatrivas. La
cuestión pertenece al dominio de las ciencias,
no menos que al de la critica histórica; preci-
so era esforzarnos á dejar nuestro* derecho
bien establecido en ambos terrenos. Mucho
sentimos ver á escritores que respetamos, aso-
ciarse al vulgo de nuestros censores del otro
lado de los. Pirineos; reconocemos en aquellos
la superioridad de sus luces y su alta compe-
tencia en tales materias; pero defendiendo los
timbres de nuestro país en esta cuestión,
militan de nuestra parte la razón y el buen
derecho
Podrán, si, reprocharnos nuestros adver-
sarios que no supimos utilizarnos de aquel in-
vento, como ba sucedido respecto de otros
en que llevaron la primacía los españoles; y
que por lo común hemos tenido el bien en
nuestras manos y lo hemos siempre dejado
escapar por confianza ó negligencia; y tam-
bién podrán, desgraciadamente, generalizar
(i; Ya hemos manifestado la razón por yué cree-
mos infundado este supuesto; pues seria atribuir una
fuerza de acción á la eolipila, de (|ud no es capaz,
sin complicar extraordinariamente el mecanismo pa-
ra su aplicación, sobre todo, á Ja navegación..
907
esta observación á cuanto de mas antiguo nos
concierne.
Es cierto, demasiado cierto, que en las ar-
mas y en los letras, en la tierra y en, la mar
nos sonrió propicia la fortuna, y que llegamos
á adquirir aquella prepotencia que hizo ros-
petar á España de las demás naciones; que este
poder le suscitó envidias, guerras injustas,
paces insidiosas y costosas alianzas; pero la
adversidad y la ingratitud son grandes maes-
tros; y la nación española que conserva aun
su dignidad y tiene ó- su disposición los mis-
mos medios que ta elevaron á aquel grado de
poder y grandeza, conoce hoy sus verdaderos
intereses, y camina resuelta á ocupar el lugar
que le pertenece, entre las que apenas se dig-
nan considerarla como potencia de segundo
órden. (Véase táctica naval.)
Con relación al vapor aplicado á la navega-
ción pueden consultarse
Estado general de la Armada. Año de 483Í-. Apén-
dice. De los barcos de vapor.
Descripción de las máquinas de vapor y de sus
mas importantes aplicaciones, redactada con presen-
cia de las mejores obras, y de los in formes de los pri-
meros artistas de los Estados-Unidos de América,
por don Juan José Marlinez y Tacón, secretario de
8. M. y déla se ce i un de marina del Consejo Roal,
Impreso de real Arden. Madriá, 483S.
Des propulstars sous— marine; por H. Labro'js-
áe, París, 4843.
Brete idea dulas máquinas de vapor y de sus
aplicaciones á la navegación, redactada por don
Francisco Chacón y Oria, teniente de navio de la
Armada. Madrid. 4850.
Estado general de la Armada. Años de 4SÍÍ0 y
4854. Áp¿ndiee. Ensayo de táctica naval para los
buques de vapor, por eieapitan de corbeta, vizcon-
de León Du-port, y según diferentes obras in-
glesas.
Maquinas de vapor, eu historia y aplicación ú la
marina, traducidas para el Faro ¡Marítimo, por J. F.
deH. (Don José Fernandez de Haro.) Ferrol, 4851.
Manejo de las máquinas de vapor de á bordo, ini-
preto de Arden' de S. M. para uso de loi alumnos
ael colegio nasal militar, San Fernando, 1832.
VAPOR. [Física.} Cuando se calienta agua
al aire libre, y en vasija abierta, hasta el gra-
do necesario para que pueda entrar en ebu-
llición; se desprende de su superíicie una es-
pecie de vaho blanco que oscila en la atmós-
fera, y que al fin desaparece á mayor ó me-
nor distancia del foco de desprendimiento. El
mismo fenómeno se advierte, poro sin necesi-
dad de elevar la temperatura, cuando se espo-
ne al aire el ácido nítrico fumante ó el ácido
Uuobórico liquido. Se da vulgarmente el nom-
bre de vapor á esa especie de humo, cuyo as-
pecto es debido al enfriamiento parcial de al-
gunas de sus moléculas y a su * acumulación.
Los físicos lian tomado la voz vapor en
otra acepción. En su lenguaje, un vapor es
un íluidD eléctrico ó espansible, formado por
la influencia del calor sobre un cuerpo sólido
ó líquido, que no conserva perfectamente su
espansibílidad sino cuando la temperatura no
baja, ó cuando el espacio que lo encierra no
disminuye, v
908
Es fácil distinguir ' un vapor de un gas
Dábase antes esté último nombre á los fluidos
aeriformes que conservan su elasticidad á lu-
das presiones y temperaturas, y el primero i
los que pierden su esponsión con la disminu-
ción de volumen ó de calórico. Pero ya no po-
demos admitir esto, desdo que por medio Jo
una fuerte presión se. na logrado liquidar i
la temperatura media, varios gases considera-
dos antes como permanentes, por ejemplo, el
cloro, el cianógeno , el hidrógeno sulfurado
el ácido carbónico, etc.; lo cual permito creer
que todos están en igual .caso, con mas o me-
nos presión. La única distinción que hoy exis-
te es que cuando se disminuye el espacio quo
encierra á un gas, su fuerza elástica aumenta,
es decir , que cada vez resiste mas , y su teu-
sion es inversamente proporcional al espacio
que ocupa; al paso que cuando et espacio don-
de se encuentra un vapor contiene toda la can-
tidad que naturalmente se produce á la leinpo-
ralttra en que se obra , á medida que el espa-
cio se reduce, cierta porción de vapor pierde
su elasticidad y vuelve al oslado liquido. Asi-
mismo, si en un espacio dado se aumenta la
cantidad de un gas ó de una materia suscep-
tible de desarrollarlo , se aumenia al mismo
tiempo su fuerza elástica, al p'aso que aumen-
tando en un espacio dado la cantidad de líqui-
do no vaporizado , no crece la tensión del va-
por. Asi, pues, un gas es un cuerpo espansi-
ble cuya elasticidad y densidad están en ra-
¡son compuesta de la temperatura y de la pre-
sión eslerior , mientras que un vapor es un
cuerpo espansible, cuya densidad y elasticidad
no son mas que una función de la tempe -
ratea,
La ebullición no es condición rigurosa pa-
ra que un liquido pase al estado de vapor.
Todos tienen efectivamente tendencia á tomar
esa forma, á toda temperatura; por eso cual-
quier liquido produce instantáneamente cierta
cantidad de vapor cuando está en un espacio
vacío ú ocupado por otro cuerpo gaseoso, que
no ejerce acción química sobre aquel.
Admitiendo la primera hipótesis de un esp
pació vacio, se verá que la cantidad de vapo-
formado depende de la naturaleza del lítjuicto
y de la temperatura del espacio. Varia, prime-
ro, en razón de los líquidos, pues se ha ob-
servado que los. que hierven mas pronto, snn
generalmente los que á cualquiera temperatura
dan el vapor mas denso. La cantidad de vapor
crece con la temperatura, pero en mayor pro-
porción que esta, de manera que se vaporiza
mas liquido de 0 áUOH que de 0 á 10 y menos
de 0 á 10, que de 10 á 20. Es, por último,
proporcional al espacio, de suerte que un es-
pacio doble da doble vapor, y si esle se com-
prime hasta ocupar la cuarta parte de su volu-
men, se liquidarán, tres cuartas partes.
Los fenómenos son absolutamente iguales
Cuando el espacio en que se estiende el vapor
está ocupado por aire ó por un gas cualquiera,
VAPOR
909
VAPOR
310
solo que entonces la vaporización es .mas ten-
ía, Tero en esla última circunstancia, asi co-
mo en la precedente, la tensión ó fuerza clás-
tica del vapor formado, es igual, es decir, que
ejerce la misma presión sobre las paredes de
los vasos que lo contienen, fenómeno que so-
lo jiaede esplicarse admitiendo igual cantidad
Je liquido vaporizad o por una y otra parte.
l'or lo demás, cntodos'los casos, el vapor
solo se forma por medio de cierta porción de
calórico perteneciente al liquido dedonde ema-
na, de manera que este se enfria.
Como los líquidos se vaporizan lo mismo
en un espacio lleno de gas ó en uno vacío, es
necesario reconocer que los gases no ejercen
presión sobre los vapores que contienen, por-
qne de otro modo, un vapor que se liquida á
la menor presión, no podria existir en un gas
cuya presión es muy considerable. Asi, por
ejemplo, el vapor acuoso que el aire puede
contener, á 18", no sostiene mas que una co-
hminade mercurio de 15,35miu'metros, y bas-
taría un poco mas de elevación que esla para
reducirla al estado liquido; y sin embargo, el
aire que la contiene es capaz de equilibrar una
columna mercurial de 70 centímetros.
El trabajo de JIr. Regnault que hemos ci-
lailo en el articulo gas, contiene determinacio-
nes numéricas importantes relativas á la teo-
ría de los vapores. Estractaremos la tabla si-
Uiiienle que da lus fuerzas elásticas del vapor
de agua, desde 32 basta 230°.
Tabla de las fuerzas elásticas del vapor de
agua.
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Fuerzas
Tempe-
mitin.
elásticas en
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2,658
2,876
3,113
3,368
3,644
3,941
4,263
4,600
4,940
5,302
5,687
6,097
6,534
6,998
7,492
8,017
8,574.
9,165
9,792
10,457
11,162
11,908
12,699
Tempe-
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Fuerzas
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4 64. . . .
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24 4. , .
. 15497,17
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. 4 5801,33
4 68. . . .
6678,82
24 6. . .
. 16109,94
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3848,90
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318. , -
. 16740,90
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. 4 7063,29
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. 17390,36
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6406,60
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. 47722,43
4 74; . .
6560,65
222.
. 4 8058,64
4 75. , .
6717,43
223, . .
. 4 8399,94
476. , .
6877.22
224. . .
. 18746,07
177. . .
7039,97
235. . .
. 19097,04
178. . . .
7205,72
226. . ,
. 4 9452,92
4 79. . .
7374,82
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. 20550,48
482. ¿ .
7899,62
330. . .
. 20920,40
4 83. . .
8080,84
En Cuanto á la presión que el vapor ejerce
sobre un centímetro cuadrado en kiióganBosj
he aquí una tabla estractadu, desde una atmós-
fera hasta 100:
Atmósferas.
Temperatura
correspondiente.
100.
442,2
Presión sobre un
centim. cuadrado
en quilas.
4,033
4,549
Atmósferas.
Témpcralura
t'fl,","!.»! liftntl h*n \ n
1 L.|ÍIJIl'[Ll JILl l
■. it-niiiill Slfl)[l" Uji
cenLím. cuadrado
en <[<iíl6gt.
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121,4
2,000
4 28,8
2,582
3
135,1
140,6
3,099
3,615
4
445,4
4,132
*'A
149,00
4,648
5
4 53,08
3,1 66
5'/,
156,8
5,681
6
100,2
6,198
<¡7,
4 63,48
0,714
7
1 66,5
7,231
169,37
7,747
8
172,1
8,264
9
177,1
9,297
10
481,0
4 0,33
41
186,3
11,363
12
190,0
42,390
43
4 93.7
13.429
■14
197,4 9
4 4,462
18
200,48
Í5.495
10
203,60
16,528
17
200,57
17,561
18
209,4
48,594
49
2I2.I
49,627
20
214,7
-2U.060
24
24 7,2
21,093
22
219,6
22,726
23
224,9
23,759
24
224,2
24,792
25
226^3
25,825
30
230,2
30,990
35
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41,320
43
259,82
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309,00
400
423,57
44 3,20
500
444,70
816,30
600
402,71
649,8
700
ATS LK
t - ó j 1
800
492,47
826,4
900
505,16
929,7
4 000
516,76
4 033,0
Para temperaturas menores de 100" ias
presiones sobre cada eentimetro cuadrado no
llegan á un kilogramo. A 50". por ejemplo,
la presión es 0, 1206; á 60°' Ó, 1965; á 70',
0,3112; i 80°, 0,4784; á 90", 0,71364. De
50° abajo, las presiones disminuyen rápida-
mente de modo que á 0'', ya no ejerce el va-
por mas que 7 gramos de presión sobre cada
eentimetro cuadrado.
ün cenlímetrocúbico ríe agua cuando se va-
poriza á 100" y bajo la presión de una atmósfera,
ocupa un volumen cercado 1700 veces mayor.
Se Ua observado que á medida que el ca-
lor crece la densidad del vapor aumenta en
943
VAPOR
una proporción que á cierto grado debe casi
ser igual á la del líquido mismo. Por ejemplo,
á la temperatura de fusión del Cinc, el agua
vaporizada solo ocupa ya un volumen cuatro
Yecos mayor que en estado liquido.
Desde — 20á 100", la densidad crece con rela-
ción á la del agua deO,00()00 1 54 ¿0,00058955,
y el volumen disminuye de G5058S á 1090. Es
decir, que el vapor á— 20" bajo cero ocupa un
volumen 650588 veces mayor que el agua. He
api los resallados observados" ó estudiados
desde la fuerza elástica de una atmósfera has-
ta la de 1000.
"Yuena
e|ÍLsl¡ca l
en atnió^f.
Ti: tu ¡jo ra-
il ras cor-
respondí.
Densidad.
Volumen.
1
100
0,0005895
1696
< V,
4 42,2
0,0008563
14 67,8
2
■121,4
0,004 1 1 47
897,09
2 7.
128,8
0,00(3673
731,39
3
■135,-1
0,00164 50
64 9,4 9
3'/.
140,6
0,0018589
537,96
4
145,4
0,0020997
476,26
4 7.
449.4
0,0023410
427,4 8
5
453,1
0,0025763
388,46
mil
5 7,
4 56,8
0,0028091
353,99
6
460,2
0,0030402
328,93
6 7.
403,5
•0,0032683
305,98
7
166,5
0,0034911 '
286,42
VI,
4 69,4
0,0037217
268,82
8
4 72,4
0,0039434
253,59
9
4 77,4
0,0043805
227,98
10
181,0
0,0048226
207,36
11
■186,0
0,0052557
4 90,27
42
190,0
0,0056834
175,96
•13
193,7
0,006107
163,74
14
197,2
0,006527
4 53,4 0
! 5
200,5
0,006944
444,00
46
203,0
0,007359
4 35', 90
■17
206,6
0,007769
428,71
18
209,4
0,008178
422 28
19
212,1
0,008583
ne'bi
20
214,7
0,008986
. 441,28
24
217,2
0,0093S7
1 ()6,53
'22
21 9 6
v | U v i o O
i n0 j 0
■i u íji y
23
22IÍ9
0,010182
os, 2 i
24
224,2
0,010575
94,56
25
226,3
0.010068
91.17
.'10
230,2
0,042903
77,50
35
244,8
0,014663
68,20
40
252,5
0,01 6644
60,08
45
259,5
0,01 8497
54,06
50
265,9
0,020306
46,31
too
311,26
■0,037417
26,72
200
363,58
0,068635
14,570
300
397,65
0,097671
■ ' .40,238
400
423,57
0; 12534
7,978
500
444 70
0,15202
6,578
600 '
462,71
0,47791
5,624
700
478.45
0,20318
4,921
SOO
492,47
0,2279
4,381
SKI0
505,10
0,2522
3,965
1000
546,76.
• 0,276 •
1 3,622
mi
BIBLIOTECA COPULAD»
El alcohol, álos 259" se vaporiza ocupando
solo un volumen tres veces mayor; el vapor de
éter, á los 200° ocupa doble espacio qne el
liquido, y fel sulfato de carbono ofrece idéntico
resultado á 275°.
Hay entre la vaporización y la evapomvwn
una diferencia. La primera se efectúa por ebu-
llición y entonces los vapores se forman en
la masa misma del liquido; la segunda se ve-
rifica tan solo en la superficie y al aire libre.
. El agiia, al nivel del mar y á la presión or-
dinaria de" 760 milímetros hierve á 100°; en
la cumbre del Monte-Blanco, cuya altura es de
4775 metros, el agua hierve á 84°; en el va-
cio, la ebullición se establece á muy baja tem-
peratura En Madrid, donde la presión baro-
métrica es por término medio 704 milímetros,
el agua hierve á cerca de 9S°.
La-presión, pues, ejercida sobre el agua
altera el punto de ebullición, y a medida que
aquella crece, es necesario apelar á una tcm-
peralura mas elevada para conseguir qne un
1 íquido hierva, D e esto sacó partido Papln idean-
do la marmita que lleva su nombre, y en la
cual se conserva el agua á temperaturas muy
altas sin que se vaporice; de esta suerte se
consigue cocer sustancias sobre las cuales
no ejerce - acción alguna el agua en vasijas
abiertas.
Sí el agua no está herméticamente cerrada
en una caldera ó vasija y encuentra alguna sa-
lida, el punto de ebullición depende de !a mag-
nitud del orificio, comparada con la superficie
del agua que recibe la acción del fuego.
También se altera el punto de ebullieron
del agua , cuando se encuentran disueltas en
ella algunas sales.. Por ejemplo, la disolución
saturada de clorato de potasa inerve á 104°, y
lado nitrato de amoniaco á. 180", como cons-
ta de la tabla siguiente formada sobre obser-
vaciones de Mr. Legrand.
Disoluciones.
Puntos ile
ebullición.
Clorato de potasa. . . 104»,2
Cloruro de bario . . . - 104, 4
Carbonato de sosa . . 104, 6
Fosfato de sosa. . . . 100, 5
Cloruro de potasio. . 108, 3
Cloruro de sodio. . . IOS, 4
ílídroclorato de amo-
niaco. 1 14, 2
Tártaro neutro de po-
tasa 114, 67
Nitrato de potasa. .
Cloruro de estroncio
Nitrato de sosa. . .
Acetato de sosa. . .
Carbonato de potasa
Nitrato de cal. . . .
i Cloruro de calcio. .
1 Nitrato de amoniaco
T.
115, 9
117, 9
. 121,0
. 124, 37
1 135,0
. 1 .i 1 , 0
. 1 69, 0, '
. 179, 5
. 180, 0
XXXII!. 5$
Cantidades de
salquésaluran
{00 de agua.
61,5
60,1
48,5
113,2
59,4
41,2
83,9
296,2
335,1
117,5
224.S
209,0
205,0
362,2
798,2
325,0
infinito.
w
Cuando el calor qrte obra sobre un liqni- 1
do es muy considerable, en lugar de vapori-
zarse, este se mantiene en reposo y conserva
su volumen, como si la temperatura no fuera
bastante para la ebullición. Si se provecían
algunas gotas de agua en una eucbara canden-
te, el liquido se redondea So, mismo que el,
mercurio sobre el vidrio, sin vaporizarse, pero
si en semejante estado se deja enfriar la cu-
chara, liega un momento en que el agua se
convierte toda instantáneamente en vapor. Una
ella de J'apin calentada basta el rojo, puede
ser destapada sin dar origen á un charro de
vapor considerable. En algunos generadores
de vapor se lia presentado este fenómeno que
ha sido causa de muchas esplosiones.
La evaporación es la formación del vapor
déla superficie libre de los líquidos. El agua
se evapora en los ríos, en los lagos, en los
mares, en la tierra y en las plañías, y es tanto
mayor cuanto mas agitada se encuentra ta at-
mósfera y menos cargada de vapores.
En un aire sereno y tranquilo, cada metro
de superiicie de agua da en vapor,
ala temperatura de 20° 0,32 quilógs.
30* .... 0,57
40 1,00
50 1,70
60. . . : . 2,71
70. . - ., . 4,32
80 6,64
90. . . .>'. 10,06
La evaporación del agua al aire libre tía
lugar en la atmósfera á lodos esos fenómenos
que denominamos niebla, nubes, lluvia, nie-
ve, granizo, etc., etc., y de las cuales hemos
hablado ya en otros artículos.
VARADERO . \ (Marina.— Construcción na-
val.) Sitio á propósito, bien sea natural ó ar-
tificial, para varar, esto es, sacar ála playa ó
■poner en seco, las embarcaciones menores, y
limpiarlas ó carenarlas: en este sentido tiene
relación esta palabra con surtida, carenero,
encalladero, despalmador. etc.
Dice. Marit. Etp.
YARAS. (Historia natural.) Genero de rep-
tiles del órden de los saurios, comprendido por
Cuvier entre los monitores, y cuyos caracte-
res son los siguientes-, escamas encajadas unas
junio á otras en la piel y rodeadas de una se-
rié de tubérculos pequeñitos. El dorso de la
cola mas ó menos corlante. Un pliegue debajo
del cuello y delante del pecho. La cabeza de
los varanes está cubierta de placas poligonales,
muy rara vez abombadas,_ y habiendo una casi
siempre en medio del cráneo circular y algo
mas dilatada. Las especies que van con fre-
cuencia al agua están provistas de una especie
de bolsa ó -tubo que sirve de entrada á las fo-
sas nasales y cuya posición depende de la de
m
| tas mismas abertura:; nasales. Las especies .],.
este trímero son generalmente robustas, y des-
pués de los cocodrilos son lós saurios de ma-
yor tamaño. Su cabeza üenc la .forma de mía
pirámide triangular, el cuello es largo y re-
dondeado, la cola muy desarrollada y de II-
gnra mas ó menos triangular. Sus dientes va-
rían de forma y son de 20 á 2 4 abajo y de lis
á 30 arriba. Ninguno tiene poros crurales.
Se conocen 12 especies: 4 de Asia, 3 de
Africa y i de Oceania;. se ignora !a patria de
ta duodécima Puede citarse como tipo el va-
ran de dos bandas (varanus bivittatus, do
Dura.) acuático y que se halla en nuestra? Fi-
lipinas, en Ja\'a y las Slolucas. La parle snne-
rióf de su cuerpo es parda ó negra y á cada
lado del cuello liene una lisia de un hermoso
color amarillo qns se prolonga hasta ei ojo.
VARIACION. (MarÍna.--Pilota(ie.) Eldesviu
de la dirección de la aguja magnética del ver-
dedero punto del Norte, ó el ángulo que for-
ma con la linea Norte-Sur del mundo. Llámase
Oriental ó Nordeste, y Occidental ó Noroes-
te, según que dicho ángulo se forma en el
primero ó en el cuarto cuadrante del inunda,
ó bien sea á la derecha ó á la. Izquierda del
poto mirando hacia él, y se dice lambien de-
clinación. Esle fenqmeno fué observado la
primera vez por Cristóbal Colon en su primer
viage de dcseubrimjenlos el 13 de seliemlim
de 1492.
Dice. Marit. Esp.
_ VARIACION. {Análisis.) liemos ¿spuesto eti
el artículo uifimiescui. los principios del cál-
culo usado para obtener los cambios que espe-
rimpllláil las funciones cuando se hacen variM
las cantidades que entran en ellas. Sabemoslia-
llar los valores que deben lomar esas canti-
dades variables, para que las funciones sean
máximas ó mínimas, pero hay un asunto de
investigaciones mucho mas delicado, que con-
sisle en hallar esas funciones mismas por las
condiciones, dadas de máximum ó mínimum á
que han de satisfacer. Un ejemplo demostrará
el procedimiento del cálculo y el objeto pro-
puesto.
¡íl travecto mas corlo para ir desde el pau-
lo C al punió í¡ (¡ir¡. S8 de latóm, VIII deCno-
melria) es la recia C R: pero esta linea no es
la que debe seguir un cuerpo pesado para lle-
gíÜ lo mas pronto posible de C áR; requiérese
para ello una linea curva llamada braouistocro-
na', línea de mas pronto descenso (Bpajfúu-oí,
muy corto; XP°VOi;> tiempo): probemos que es
una cicídíáe."
Si tomamos un arco M m m' de esa carva,
será lambien el de mas pronto descenso desde
M á m'; porque si el arco de mas pronto des-
censo fuese Mnm', es evidente que el camino
mas pronto de C á R seria GMnm'R, y no
C il mm' R, como se supone. Esto es cicrlo
también cuando el arco M m m' es inflnitamen-
VAPOR— VARIA, CION
917-
VARIACION
9(8
te pequeño, asi como lo. tomamos aqui, divi-
diéndolo en dos partes iguales en m. Tomare-
H103 nuestras coordenadas verticales y horizou-
lales, á saber, CP = x, I'M = y, 011=5,
jl¡n=íd-s, I'.p = dx, I'ni = y-t-dy, La veT
Ipoídad del móvil que lia bajado de C a 31 es,
— d i
uomo sabemos, 1/(2 g x) = asi, el tiempo
d t
empleado cu describir Mm esdt =
Mamando x' y' s' los valores de las
ds'
en m, leñemos asimismo ■
para j;l
lA2gx
liempo necesario al descenso nj ni'. La suma
de estas dos fracciones debe ser un mínimum,
la diferencial de la suma ha de ser nula, á
saber:
••(
ds
d s
— ) = Oj 6
S *)/
bieu
S. d s
"Í7T
o. ds
Sacamos del signo 3 de la diferenciación
las constantes 2 g, ¡d y x' , Observemos, que
aqui empleamos 3, en lugar de d, para indicar
la diferencial, porque hay dos especies de va-
riaciones que es menester distinguir una de
olra: la primera designada por d, se refiere
al paso de un punto M al siguienle ru' ó m,
sobre la curva CM R. La segunda es relativa
al cambio do la, curva, es decir, al paso del
arco M m m' al arco Mu ta/, que es precisa-
mente lo que aqui sé tiene en cuenia. Esta va-
riación se espresa con la característica 3. Y
por eso mismo, x,x', que son variables cuan-
do se trata de la operación practicada con' la
letra d, y constantes con relación á S, pues-
to que ora se tenga en cuenta el punto m,
ora el n, ¿, x' son siempre las mismas. Te-
nemus, pues, lambien S. dx=(i, y tomo ds
V (d x' + dj'l, hallaremos:
3, ds.
V
dy.ody jy;
d .0 -h t d v:= 51; ' y' 0 d b =
d y' i', ,
, o d y';
d s'
de (¡mide,
d y 3. d y d ff 3.;,d:y'
í'iif^ + d s' WT,
- 0.
vierte igualmente en p' mf, de suerte qué
dy.H- dy' esconslante; por ]otanto,3.dy'^4
3. d y, y la ecuación se convierte en:
Ucrá, ora se trate del arco Imiii', ó del
arco Mu mr, la ordenada cu m ó n. se con-
dy'
dy'
o const. A,
pueslo que se reconoce que esta, fracción no
cambia cuando se cambian las variables- Saca-
mos de ella:
dy
"ds"
-k. V\
Vara determinar la constante A, observe-
mos que si damos á jt el valor d de la abscisa
del punto en que la tangente es horizontal
dy
— ■ que espresa el coseno del ángulo que
esa tangente, íornm con el eje de las x, debe
ser = 1 : asi j=-Al/~ Eliminando A, tenemos
blenieute á ¡a cidóide,
ecuación que pertenece visi-
siendo a el diámetro
de su círculo generador. Luego la curva de
mas pronto descenso es una cicloide. He aquí
como ?o EQBStrüye esa linea.,
C (lám. VIH, fig. 83) es e! punto de par-
tida y K el de llegada. En la horizontal F, trá-
cese una cicloide cualquiera KL; tírense las
recias CR, KL, después RF paralela á esta úl-
tima: OF será la circunferencia del circulo ge-
neradory=-z; a es eouocido, y es fácii des-
cribir la cicloide CRF. Esta construcción se"
funda en que la ecuación de la cicloide no en-
cierra mas que un parámetro y por consi-
guiente todas las especies de cicloides son se*
alejantes, y se ve que aqui solo una de esas
curvas puede satisfacer las condiciones de la
cuestión.
Los problemas análogos al que acabamos
de resolver son numerosos en análisis, enrue-
came?., geometría, etc. He aqui, por ejemplo,
algunos.
¿Cuál es ía curva que pasa por dos puntos
dados cuyo arco de unión entre ambos es de
longilnd conocida é Intercepta la área mayor
entre fas ordenadas de esos puntos, el eje de
las x y la eurva? Eslé problema se conoce con
el nombre de isoperimetro.
Dada la área 'precedente, ¿cuál es la curva
cuyo arco limitador es el mas corto?
Se da el área comprendida entredós radios
vectores y se pregunta cual es la curva tal cu-
yo arco" terminal sea el mas corlo.
Un arco de curva plana y. las dos ordena-
das .que lo terminan giran alrededor del eje de.
las x; se pregunta- cuál es ia curva que. engen-
dra el mayor volumen , siendo la área la
misma.
1 De todas las curvas planas de igual Icngi-
919
VJUUACI0NV7AR1CES
OSO
tud entre dos puntos dados, ¿cuál es la que en
su revolución alrededor del eje de las x, en-
gendra un volumen ó una área máxima?. Esta
curva es la elástica en el primer caso, la cate-
naria en el segundo.
Hace un siglo que estos problemas y oíros
muchos eran completamente insoluoles. Los
Beruouilli, líuleio, etc., habian conseguido re-
solver algunos , pero sus procedimientos no
Ofrecían recurso alguno para tratar otros, por-
que eran aislados y especialmente propios ca-
da uno al objeto que se proponían. Al ilustre
Lagránge - debemos un -método general para
resolver todas las cuestiones de este género,
sometiéndolas á un procedimiento uniforme. A
este método se lia dado el nombre de cálculo
de las variaciones. Véanse para los pormeno-
res los tratados especiales, porque aquí no te-
nemos bastante espacio para darle cabida.
Lagrange hizo mas todavía; demostró que
su procedimiento no se limitaba á las únicas
cuestiones de que hemos hecho mérito sino
que se aplicaba á todas las de mecánica y as-
tronomía. En su Mecánica analítica debemos
"ver como dos principios, el de las velocidades
"virtuales, y el de Álembert, uno para la está-
tica, otro para la dinámica, bastan con el auxi-
lio del Cálculo de las variaciones para abrazar
.todas las cuestiones del movimiento, por cum-
plidas que sean; de suerte que la insuficiencia
de los recursos del cálculo analítico será en
adelante el único obstáculo para la resolución
de los problemas de mecánica y astronomía.
Tan admirable trabajo es sin disputa el des-
cubrimiento mas bello del siglo XVITI^ en
ciencias.
VA1UCES. {Cirugía.) Los cirujanos dan el
jiombre de varices á una dilatación permauen-
te de las venas producida por la acumulación
de sangre cuya circulación se retarda mecá-
nicamente en los vasos afectados. Cuando las
"venas son varicosas, no están simplemente di-
latadas, sino también maniíleslamente prolon-
gadas,, y ademas de las irregularidades y de
las mucosidades que presentan su trayecto, es
este muy tortuoso, formando tumores en el
mismo punto la reunión de sus circunvolucio-
nes. Cuando son muy numerosos y están re-
cogidos en el mismo sitio del cuerpo , los ra-
mos de una vena asi dilatada y prolongada,
constituyen un tumor muy distinto, y. silos
vasos se ballah situados debajo de los tegu-
mentos, el cirujano puede seguir con la mano
ó hasta ver las sinuosidades, conforme se ob-
serva sobre todo en la vena safena interna,
que suele ser con mas frecuencia el asiento de
esta afección, l'ueden apreciarse muchos tu-
mores, y hasta seguir entre ellos el trayecto
sinuoso del mismo vaso.
Las varices se observan las mas de las ve-
ces en las^eslremidades-inferiores , subiendo
,á veces hasta el abdomen. Se han descrito, sin
embargo, algunas en las estrernidades superio-
-res, y es de presumir que tpdq e) sistema ve-
noso se halle esnuesto á esta afección. Ua ait
tor instruido hace observar que los grandes
troncos venosos se vuelven á veces varicosos
y asi os que cuando la enfermedad tiene sil
asientd en el corazón , ofrece pulsaciones que
puedan hacerla confundir con un aneurisma,
Morgagni observó que las venas yugulares es-
tán á veces muy dilatadas y que hasta presen-
tan una pulsación. Rcíicre un caso en que la
vena azigos se hallaba tan dilatada en la es-
teusion de un palmo, que se la hubiera podido
comparar con la vena cava. El enfermo nimio
de repente por efecto de la rotura de aquella
variz en el lado derecho del lorax. Léese un
ejemplo análogo en Ja obra de Portal, pues la
vena subclavia se hallaba tan eacesivnmente di-
latada, que se rotnpió en el pecho. Mr. Gltne
referia en sus cursos la historia de una mu-
ger que tenia un gran tumor pulsativo en el
cuello, y habiéndose abierto uu dia causó una
hemorragia mortal. La vena yugular interna,
formaba un saco con un surco en su parte in-
terior para alojar la arteria carótida. Las ve-
nas de las estrernidades superiores ratísimas
veces se vuelven varicosas, salvo en los casos
de varices aueurismales. Asi es que hastaahu-
ra, que nosotros sepamos, no se coiiocc mas
que un solo ejemplo de variz situada en lado-
blez del brazo, descrito por Petit, La gordura
del enfermo era tal que no so podia encentra"
ninguna vena para sangrarle. Petit se determi-
nó á abrir dicha variz, y repitió diferentes ve-
ces del mismo modo esla operación. Las ve-
nas epigástricas superficiales pueden volverse
en ciertos casos varicosas; pero ios vasos que
con mas frecuencia suelen adolecer de esla
afección, son las venas safenas, las espermá-
ticas y las hemorroidales. Las venas profun-
das de los miembros, casi nunca ofrecen va-
rices. Esla enfermedad raras veces sobrevistió
antes de la edad adulta, y ademas se desarro-
lla con muellísima lentitud. Obsérvasela fre-
cuentemente en las mugeres en cinta que han
llegado á cierta edad, pero es muy rara en las
jóvenes, aun después de muchas preñeces.
Los cirujanos no han emprendido hasta
ahora investigaciones sobre el géucro de cons-
titución que predispone A las varices , ni está
tampoco bien demostrado que dependa esla
enfermedad las mas veces de tumores forma-
dos por las visceras abdominales que se opo-
nen mecánicamente á la circulación venosa.
Di látanse primero algún tanto .una ó muchas
venas del miembro, sin causar dolor ni inco-
modidad Este estado va cambiando con muchí-
sima lentitud, á no ser en los casos de preñez
porque entonces en pocos meses se ven una li
las dos estrernidades cubicrlas de venas dila-
tadas, ó bien de tumores formados por la reu-
nión de estas varices. Las venas se distienden
insensiblemente, se alargan, y su marcha si-
nuosa se pone cada vez mas en relieve. Enton-
ces es cuando el enfermo principia á esperi-
mentar pesadez, entorpecimiento, y á veces
VARICES
un dolor vago y muy vivo ea la totalidad del |
miembro afectado; mas adelante, y á medid»
que aumentan las varices, y sobre todo cuando
jas venas dilatadas se reiincn en tumor, el
miembro se hincha y se pone mas o menos
edematoso, según la estension de la enferme-
dad y el tiempo de su duración.
Delpech cree, sin embargo, que el edema
que en este caso sobreviene no es tal que pue-
da creerse que el crecimiento del calibre de
Jas venas y la manera como distienden los te-
gumentos, impiden,, por una razón mecánica,
las funciones del sistema absorbente. Porque,
dice, se ven en ciertos, á decir verdad muy
raros, varices enormes sin la menor hinchazón
del tejido celular; y al contrario se observa á
menudo un considerable edema que sobrevie-
ne en ocasiones en que apenas son visibles las
varices. Guando líate ya tiempo que existen
estas, y lian adquirido cierto volumen, no es
raro 'que las paredes de las venas gruesas se
encuentren entumecidas y duras, formando
una especie de seniicunal ó de tubo sólido; y,
conforme hace observarlo Mr. llogdson, suce-
de también en determinados casos que la san-
gre deposita capas de coágulos en las venas
varicosas. Cuando esto sucede, no se puede va-
ciar el vaso por la presión; es duro al tacto;
el depósito no llena en general la vena, pe-
ro, diminuyendo su calibre, retarda la pro-
gresión de la sangre y aumenta la dilata-
ción de la porción inferior del vaso y de las
ramas que se abren en su interior. Aquel mé-
dico vio cuatro veces el coágulo acumulado en
tal estension que los vasos dilatados se halla-
ban obliterados , resultando de ahi una cura-
ción espontánea. La escesiva distensión délas
membranas de las venas superficiales produce
una irritación inflamatoria, primero en el te-
jido celular que las rodea, y luego en los te-
gumentos que las recubren.
Estas partes se reuuen entre si por medio
de una inflamación adhesiva, pero si la disten-
sión va siempre creciendo, pueden á la larga
ulcerarse, romperse y causar una hemorragia.
In estas circunstancias es á veces considera-
ble la pérdida de la sangre; mas según bel-
peeh, no se sabe de ningún ejemplo de resul-
tado funesto. El sincope que le sucede ó la
mas leve compresión bastan para contenerla,
tina circunstancia mas común que la hemorra-
gia es la coagulación de la sangre en las ve-
nas varicosas. Estos vasos se vuelven duros é
incompresibles, y pierden esa gran elasticidad
que les permitiareducirse á la menor presión.
Cuando las parles se iullonian, Delpecb
cree que el cuajo obra en la vena afectada á la
manera de un cuerpo estraño que determina
una ulceración, á consecuencia de la cual que-
da á descubierto. Es sumamente raro que so-
brevenga entonces una hemorragia, porque
en general se halla obliterado el vaso por la
inflamación que precedió. La misma úlcera es
-muy difícil de curar y puede mantenerse por
mucho tiempo merced á la inflamación edema-
tosa del miembro, Las varices ó mejor el ede-
ma que es su consecuencia producen el mismo
efecto en todas las demás especies de úlceras,
y basta en la mas minima ó sencilla solución
de coiílinuidad. No su espere cicatrización
mientras no se pueda desvanecer la hinchazón
del brazo, mientras eslén separados los bor-
des de la solución de continuidad por el esla-
do de tensión de la piel, y mientras Jas partes
divididas se bailen irritadas por esa tensión
dolorosa. Véase por que las heridas mas sim-
ples que han supurado y las, úlceras que hu-
bieran curado muy pronto, no !o verifican si- '
no al cabo de muchos años, sin mas que ha-
llarse afectados los miembros en que residen de
una hinchazón edematosa efecto délas varices.
Tal es con efecto lo que sucede en los cn^ns
de úlceras impropiamente llamadas varicosa".
-En la investigación de las causas de bis va-
rices se acostumbra á insistir mucho en la*
razones mecánicas que pueden impedirla cir-
culación de la sangré en las venas; y hasta so
han ereido autorizados los cirujanos para no
admitir mas que este género de causa, por-
que una moderada compresión circular retar-
da incontestablemente el curso de la sangre
en estos vasos produciendo en ellos una dis-
tensión momentánea. Esta opinión se halla al
parecer confirmada también por las nudosidades
que se observan sobre las varices, cuya cir-
cunstanciaba hecho ¡suponer que la distensión
era mas considerable en el sitio de las vál-
vulas.
Por Un, confirma igualmente esta opinión
el hecho bien conocido de la frecuencia de las
varices en el estado de preñez. Mas no se pier-
da de vista que, por ejemplo, el uso de las li-
gas es sumamente común, y sin embargo, son
infinitamente menos frecuentes las varices de
las piernas. Las mayores se observan en per-
sonas que jamás ban hecho uso de ligaduras á
las cuales pudiéramos atribuir su origeu ; y
cuando se estienden á los muslos ó á las pa-
redes del abdomen no es posible suponer nin-
guna de dichas causas. Obsérvanse venas vari-
cosas alrededor de muchos tumores y notable-
mente alrededor de los cirros, donde no hay
razón alguna plausible para que sospechemos
obstáculos á la circulación de la sangre. Las
varices sobrevienen á veces al principio de la
preñez , y mucho antes de que el desarrollo
del útero pueda impedir el libre retorno de la
sangre al través de las venas iliacas. Nada es
mas raro que su aparición en las estremidailcs
inferiores á consecuencia de la ingurgitación
de las visceras abdominales; y por fin se lia
echado en olvido que las nudosidades qué pre-
sentan las venas varicosas son harto numero-
sas para atribuirlas á la resistencia de las val-,
vulas. Es innegable que una presión ejercida
en el trayecto de los vasos provoca la dilata-
ción, pero no debemos considerarla como la
única ni aun, como la causa principal de la di-
m ■ va
lalación varicosa. Las anteriores observacio-
nes; que debemos á Mr. Delpeeh, inducen d
presumir que alguna causa general todavía
desconocida determínala formación de tas va-
rices, formación que puede aumentar merced
á los obstáculos que ofrezcan al retorno de la
sangre ciertas actitudes y determiuudos ves-
tidos, i
Mr. llogdson mira como probable la rotura
de las válvulas medíanle un ejercicio muscu-
lar muy vivo ó una violencia esterna, y que
, en tales circunstancias la presión de la columna
do sangre es la causa primera de la dilatación
de las venas. A veces también .proviene al pa-
recería enfermedad de una debilidad no natu-
ral de las paredes de lar. venas: tales so» los
casos en que sin ninguna causa evidente exis-~
le en diversas partes, del mismo individuo.
La esperiencia prueba, dice Mr. Deipech,
que no se conoce método seguro para curar
las varices propiamente diebas; y á su modo
de ver no debe sorprendernos esa triste verdad
porque nos son completamente desconocidas
su naturaleza y sus causas. La esperiencia de-
muestra, no obstante, que una compresión me-
tódica y permanente puede muy bien retardar
los progresos de Iadiiatacion de fas venas va-
ricosas y de la hinchazón edematosa. Cuando
la totalidad del miembro afectado de varices se
baila sometido á este tratamiento, se borran las
venas dilatadas, restablécese la circulación y
desaparecen asi- el edema corno el dolor. No
bay medio mejor, añade Mr. Delnoch, para cu-
rar las soluciones de continuidad de las parles
iuferjores producidas ó sostenidas por el esta-
do varicoso del miembro y sus efectos; pero á
veces, luego que cesa la compresión, reapa-
recen las varices, vuelve el dolor, se repro-
duce el edema, y se abre de 'nuevo ]a úlcera
que estaba curada.
La inflamación de los tegumentos que re-
cubren la variz, ú el tumor, varicoso, no se
puede prevenir siempre por ia compresión, ni
tampoco surte constantemente buenos resuda-
dos para nacer desaparecer el insoportable
dolor que acompaña a veces á las aglomera-
ciones de las venas varicosas: En el primer
caso el reposo y tos tópicos relajantes surten
ii veces buen efecto, y en el segundo se em-
plean con ventaja los sedantes. Se ba propues-
to abrir y Vaciar las varices; pero si esta, de-
plecion momentánea y esa relajación de los
vasos hacen cesar el dolor por algún tiempo,
i los pocos días vuelven las cosas á su' primer
estado. Si se adoptase este procedimiento, se-
ria necesario practicar una abertura bastantc_
grande en la vena y eslracr de ella el' coágulo'
ó cuajo que contiene. Y no se debería lucer
ligadura alguna cndmu ni debajo de la heri-
da, porque la mas leve presión, baslaría para
contener la hemorragia y se obliteraría el ¡va-
so por la inllamaciou consecutiva.
. Celsio refiero que los antiguos acostum-
braban quitar tas varices por la escisión, o
11CES 924
destruirlas con un hierro candente. Si la vena
presentaba muchas circunvoluciones se prefe.
ría la estirpaeion; pero si su trayecto era ret-
ío se la descubría incindiendo la piel y se la
cauterizaba, l'eüt, Uoyer y muchos cirujanos
ingleses han escindido muchas veces tumores
varicosos.
ilv. Dctpech hace observar que ia cslirpu-
cion de los tumores varicosos iia sido practi-
cada con objeto de que cesara el dolor, ó por
oíros inconvenientes Esta operación se lia
practicado con feliz- éxito; pero según parece
no siempre puede prevenir la formación de
nuevas varices, y á veces ha sido su ejecución
desagradable, diricit y muy dolorosa. ton
efecto, muy incierto es el juicio que podemos
formarnos de la eslension de los tumores vari-
cosos, cuando solo se atiende ni aspecto que
ofrecen debajo de la piel. Xu siempre se ha-
llan limifadas las varices á las venas superfi-
ciales, y asi es que si se eslieuden á gran pro-
fundidad es iuúlil la operación. Delpedi cien
que no se debería emprenderla sino en los
casos en que acompañan á la enfermedad sín-
tomas peligrosos, ó que el enfermo se ludio
privado del uso de sus piernas.
Se ha creído que se podia estender venta-
josamente al tratamiento de las varices uno de
los principios del aneurisma. Ligando el tron-
co venoso principal en el punto en que prin-
cipia la afección varicosa, se pensó que que-
daría totalmente impedido el curso de la san-
gre en los vasos afectados, que se coagularía
el resto de la columna (luida y que daría por
resultado la misma obliteración de los vasos.
Ú práctica de ligar las venas para curar
las varices data de la época de l'ai'é y de Dio-
nis, los cuales deticribierou con cuidado la ope-
ración de la ligadura y de la división de la
.vena entre dos de estas. Sir Everurdo Home
refiere muchas observaciones de venas vari-
cosas de la pierna, acompañadas muchas de
ellas de úlceras rebeldes. En estos casos, la li-
gadura de la grande vena safena, en el pondo
en que pasa por el bulo interno de la rodi-
lla, disminuye no solo la dilatación de las ve-
nas de la pierna, sino que tambieu cura muy
pronto las úlceras. Este procedimiento suctLú
efecto muchas veces, pero también ha dejado
de producirle en mas de una ocasión,
Entre otros accidentes, se ha observado que
la inhumación de la veua ligada se cstLendc a
gran distancia en este vaso, acompañada de
síntomas generales muy intensos, análogos a
los de una liebre litoidea, dando por resultado
la muerte. En algunos de estos casos , se for-
maron abscesos á lo largo del vaso, encima y
debajo de la ligadura; pero en otros uo se vio
asomo de pus. Por fin, los peligros déla iu-
llamacion de ia membrana inlerua de las ve-
nas, son hoy dia generalmente muy comunes,
y es preciso cuidar de evitarlos. Pruébalos su-
deienleinente un hecho que pasó eu lMllicn
leí hospital de Cuy. La vena femoral fué abierta
en una operación de aneurisma; aplicóse una
ligadura alrededor dé la berida, se infiamú la
membrana inferna de esta vena, estendióse esia
inflamación á la vena cava, y el enfermo su-
cumbió verosímilmente al influjo de este acci-
dente, lie aqui una de las mas fuertes obje-
cioaesá la práctica de la ligadura de los tron-
cos de las venas varicosas, y be aqui también
un ejemplo de los efectos que determina en
el miembro.
Pero, seguir liace observarlo Mr. Erodie,
se llalla establecido actualmente, al parecer,
por la esperieneia de los einijanos modernos,
que una lesión mecánica del tronco de una de
las venas mayores, puedo ir seguida de la in-
flamación de su túnica interna, y dar margen
ánua liebre do un carácter muy grave; por
eso la aparición de estos síntomas, después de
la ligadura, y aun después de una simple sec-
ción de la vena safena, lia vuelto á los ciruja-
nos menos confiados que en otro tiempo acer-
ca Jé] resultado de semejante operación en
los casos de varices de este vaso en su trayec-
to por la pierna. Ciertas reflexiones inducen,
sin embargo, á Mr. Brodie á creer que lal vez
no sobrevendrían eslos accidentes si se practí-
casela operación en las ramas del vaso. Cuan-
do todas las venas de la pierna son varicosas,
y ningún punto en particular sufre mas que
olro, no es razonable aguardar alivio alguuo,
á no ser de la compresión uniforme de un
vendaje bien aplicado; pero bastante amenucSo
existe una úlcera dolorosa y de difícil, cura-
ción, á causa de sus relaciones con los vasos
varicosos, ó también sin necesidad de que ba-
ya úlcera. Puede encontrarse en una parte de
la pierna una variz dolorosa, sujeta acaso á he-
morragia, mientras que otras venas se hallan
casi en estado-natural, ó por lo menos no cau-
san ningún malestar particular. En alguno de
estos casos se ha aplicado la potasa cáustica
hasla que perfore la piel y la vena situada de-
tajo; pero las ventajas que el enfermo repor-
ta de la curación de su variz no son mas que
una imperfecta compensación del dolor que el
cáustico le causó, y el inconveniente de la
lenta- curación de una úlcera que le quedó
después de la separación de la escara.
En otros casos se ha hecho una incisión
con el escalpelo al través de las varices y
de la piel que las protegía. Destruyese asi la
variz tan completamente como por medio del
cáustico, y con efecto, es' preferible esia úl-
tima operación, porque es menos dolorosa, y
como no hay pérdida de sustancia, la berida
se cicatriza en muchísimo menos tiempo,
Es evidente, dice Mr. Brodie, que una gran
incisión de la piel qué recubre la variz no pue-
de ser ventajosa, pues al contrario, ha de te-
ner el inconveniente de exigir cierto tiempo
para cicatrizarse. Posteriormente se ha perfec-
cionado el procedimiento que consiste ahora
en, dividir por completo los vasos varicosos,
conservando intacta la piel que los cubre, sal-
vo la simple abertura que requiérela introduc-
ción del instrumento con qoe so practica la
sección de la vena. La berida interior se en-
cuentra asi en - las mejores condiciones posi-
bles para curar, y queda dispensado el enfer-
mo del fastidio de la cicatrización de una he-
rida de la piel.
Sirve habituaímente para esta operación
un bisturí estrecha, puntiagudo , encorvado en
su filo. Bien cerciorado el cirujano de la exac-
ta posición de la vena ó del ramo venoso, qne
es al parecer asiento del dolor, introduce la
punta del bisturí á través de la piel en uno de
los lados del vaso varicoso y la dirige de pla-
no eulrc la piel y el vaso hasta que haya lle-
gado al lado opuesto ; vuélvese cnlonees el
corte del instrumento báeia atrás, y sacándole
se efectúa la seeeion. El enfermo esperimenla
aveces un dolor bastante vivo, pero que des-
aparece muy sencillo. Sobreviene entonces
una hemorragia que podría llegar á ser muy
abundante, sino se acudiese desde luego acor-
tarla, lo cual se consigue fácilmente con una
moderada presión por medio de ün vendaje
conveniente.
Mr. Brodie recomienda en particular que
se deje el enfermo en ta cama durante cuatro
ó cinco "dias, en perfecto reposo, quitándole
luego ei vendaje con muchísimo tiento y con
grandes precauciones. Aconseja también al ci -
rujano que no practique una incisión demasia-
do profunda. La inflamación de las membra-
nas del vaso no se verificó en ninguno de los
casos en que practicó Mr. Brodie esta opera-
ción, que según el mismo práctico , no debe
emplearse siempre é indistintamente, sido des-
pués de unmaduro examen de las circunstan-
cias individuales. «Los casos en que le he em-
pleado, dice, no eran aquellos en que todas
las venas de la pierna estaban varicosas, y en
que4 poco ó nada sufrían los enfermos, sino,
siempre que habia un intenso dolor en un pun-
to particular, en que era inminente «nahemor-
ragia por los vasos dilatados, y en que estos
habían originado una úlcera dolorosa y re-
belde.»
Puede decirse, relativamente al procedi-
miento de la sección trasversa de las venas
afectadas de varices , que á veces siguen sín-
tomas graves y á menudo funestos. Lóense en
en lá preciosa obra de Ilodgson, que está en
manos de todos los cirujanos, varias observa- -
ciones que prueban nuestro aserto. GonlodD,
justo es confesar qne el procedimiento de
Mr. Brodie no se puso en práctica en tales ca-
sos , que ha merecido la aprobación general ,
y que Mr. Carmichael refiere en su apoyo mu-
chas observaciones.
Raras veces se han visto varices espontá-
neas en las venas del brazo. Cuando éstos va-
sos se vuelven varicosos, debemos buscar casi
siempre la causa en el resultado de una co-
municación que so establece entre la arteria
braquial y una de las venas del pliegue del
I
927
VARICES— VASOS
ͻ2S
brazo en la operación de la sangría. Las venas
superficiales de esla región se dilatan mas ó
menos á consecuencia del chorro de sangre
arterial que por alli se precipita. Media una
gran diferencia entre estas varices accidenta-
les y las que nacen espontáneamente ó de cau-
sas poco conocidas. Las primera jamás adquie-
ren el volúuaen que a menudo llegan á ad-
quirir las segundas; ni nunca esceden de cier-
to grosor, empleándose 6 no la presión para
impedir su crecimiento. No presentan tumores
compuestos de venas varicosas, jamás se lle-
nan de cuajos de sangre; .las paredes de ios
vasos no se engruesan nunca ni forman tam-
poco el semi-caual sólido que se ve en las de-
mas especies de varices; lá piel que las recu-
bre no se baila sujeta á inflamarse ni ú ulce-
rarse; tampoco están espuestas á hemorragias
ni el miembro en que residen se ve afectado
por ingurgitaciones edematosas. Estas diver-
sas'.circunstancias indican claramente que se-
ria inútil toda intervención del arte.
VARSOVIA. [Geografía é historia.) Ciudad
Varsovia fué tomada en 1703 por Cárlos XI!
y en 1794 por Souvarow, que incendió á Pra-
ga'y mandó saquear la ciudad. En la partición
de la Polonia, que siguió poco después, cupo
Yarsovia en suerte á la Prusia. Los franceses
mandados por Murat, ocuparon esta ciudad el
20 de enero de 1S07. Desde este año uasta el
de 1810, Varsovia fué la capital del gran du-
cado de su mismo nombre, en cuya época fué
cedida á la Rusia. En noviembre de 1830, es-
talló alli una insurrección terrible, que libró
por algún tiempo á la Polonia del yugo de los
rusos; mas á pesar de la gloriosa campaña de
los polacos contra Diebioh, Varsovia se rindió
á Paskewitch el 8 de setiembre de 1831, cuyo
acontecimiento puso término á la guerra. ■
VARSOVIA. (Gran ducado.) Este estado fué
creado en 1307 por Napoleón en favor del rey
de Sajoüia, Federico Augusto, nieto del rey
de Polonia Augusto lí; se componía de la ma-
yor parte del autiguo reino de Polonia, quita-
da á la Prusia y á te Rusia, y tenia por limites,
al NB. el Niemen, y al E. el Bug, que le sepa-
de la Rusia europea, capital de la Polonia rusa, raban de la Rusia; al S. el Vístula, que le se-
antlguamente de toda la Polonia, y capital tara- paraba de la Gallitzia; al SU. y al 0. la Silesia;
bien de la volvodia de Jlazovia, -en la orilla ! y al SO. y N. la Prusia. La capital era Vatao-
izquierda del Vístula, á 270 leguas NE. dePa- , via, y las poblaciones mas importantes Thorn,
rís , y á 200 SO, de San Petersburgo , con \ Posen, Cracovia, Lublin, üancoscti, etc. Este
125,000 habitantes, muchos de ellos judíos, estado dejó de existir en 1815, y le dividie-
Praga, en la derecha del Vístula, está unida t ron entre sí la Prnsia y la Rusia,
á ella, y forma uno de sus, arrabales, Varsovia
es la residencia del gobernador ruso de la Po-
lonia y del arzobispo primado. Tiene muy buen
aspecto: cindadela bastante fuerte (construida
en 1G32), catedral de San Juan , iglesias de
VASOS. {Antiniiedades.) Los antiguos nos
lian dejado modelos en todos géneros. El gasto
innato entre los griegos ejercía su inllacncia
hasta sobre los objetos destinados á los usos
mas comunes, y entre los vasos, aun aquellos
Santa Cruz, San Andrés, etc., palacio realce que podían desdeñarse por su materia y su
Sajorna, del gobernador (en otro tiempo pala- | número., se recomendaban álos artistas y á los
cío Kramiski} , palacios Bruhl, Radwill , Za- j sabios por la elegancia de su forma y la r¡-
inoysk, Poniatowski, llamado ahora déla Acá- ¡ queza de documentos literarios que siiralius-
demia'i. plaza Masíe-Ville (imitación ,del Palacio traban los asuntos en ellos representados.
Real de; París, que contiene la bolsa, la adua- Ademas de los vasos destinados á los usos
na, 3QfT tiendas, etc.); nuevo teatro nacional, j de familia, al adorno de las mesas, y los que por
teatro f rancés, un puente de piedra en que se su materia podian entrar en les tesoros de los
ve la estatua de Juan Sobieski; universidad
fundada en 1S1C y suprimida en 1832; semi-
nario central, liceo, academia militar do arti-
llería é ingenieros, gimnasio planista, colegio
de nobles, escuela de artes y de bosques, con-
servatorio, sociedad real de amigos de la cien-
cia (con una rica biblioteca, gabinete de his-
toria natural y colección du grabados), socie-
dades de agricullura,rmcdicina y física, y ban-
co. Su induslria consiste en fábricas de som-
breros, gorros, guantes , tapices, tegidos de
algodón, colores, licores, instrumentos de mú-
sica y carruages; hace algún comercio. Var-
sovia es muy antiguo, pero careció largo tiem-
po de importancia. Capital en un principíodel
ducado de Marzovia, llegó á serlo de toda la
Polonia en tiempo de Segismundo II (¡50.0)1
Cádos X, rey de Suecia , y Federico fi-tiiller-
mo, elector de Brandeburgo, derrotaron en
ella completamente á los polacos en 1656 (es-
ta batalla, llamada de Varsoyia, duró tres días).
conquistadores, los había para premio de los
vencedores en los juegos y lidias. Aquiles, en los
juegos que hizo celebrar alrededor de la tumi»
de Patroclo, propuso trípodes y vasos. Otros se
destinaban á los templos y sacrificios, y otros,
por último, servían para adornar las tumbas,
y son muchos los que se encuentran en mo-
numentos fúnebres.
Los metales ricos, las piedras preciosas,
entraban en la fabricación de vasos; pero los
que se encuentran en mayor cantidad, á pesar
de la fragilidad de la materia, son los de bar-
ro adornados con pinturas.
Los vasos pintados fueron conocidos por
la vez primera en el siglo XV.II.
Cuando estos monumentos aparecieron ante
la Vista do los anticuarlos, fueron atribuidos
por un error que duró mucho tiempo, alarte
de los etruscos, y se atestiguó que solo se ba-
ilaban en la antigua Etruria, hoy Toscana.
La Cbausse publicó algunos en su Musew»
929
VASOS
930
Romanum, 1690. Berger y Montfaucon siguie-
ron su ejemplo; Ilempsler habló después de
ellos con algún detenimiento; Gori, BYionarotl
v'Caylus añadieron algunas, nociones genera-
íes a las de Dempsfer; Winkelmann las modi-
flcó en su Historia del Arte, por lo acertado
de sus consideraciones, y quiso restituir di-
dios vasos á ln Grecia; últimamente, la her-
mosa colección de Ramillón publioaslapor llan-
carvílle en 1766, puso la discusión á la vista
del público. Passeri sostuvo la opinión relati-
va al origen elrnscd de los vasos, Tisclibein,
Boetliger y ílilliu se declararon en favor de
Winkelmann. Mas recientemente, con motivo
do un magnifico descubrimiento hecho en Ita-
lia, el principe de Canino reprodujo la opinión
de Passeri, y procuré probar que debía de-
volverse á la antigua Toseana (Etruria), la hon-
ra de tales monumentos que recuerdan su
lengua y sus tradiciones religiosas é histó-
ricas.
Mas de dos mil vasos pintados de todas
dimensiones y de todas (orinas están publica-
dos y descritos en ese catálogo. La colección
triplicará al menos el número de artistas cono-
cidos hasta ahora, y engrandece mas de lo
que se esperaba el ciclo heróico, con la re-
presentación de asuntos desconocidos hasta el
dia en los monumentos ó con las circunstan-
cias nuevas que aparecen.
naoui-Iíochette ha demostrado en una me-
moria escritacon cuerdaimparcialidad {Journal
des Savamt, febrero y marzo de 1830), que
la Grecia sola era la que tenia el derecho de
reclamar esos productos de su arte. Combate
ventajosamente la opinión del principe de Ca-
nino sobre el origen etrusco de los referidos
vasos.
Jin la Alta il recia y en la Sicilia se encuen-
tran muchos monumentos de esa clase, cuyos
asuntos son la reproducción de toda la mitolo-
gía é historia de aquellas comarcas, acompa-
sadas de inscripciones en caraotéres griegos.
l'or esos vasos es fácil conocer verdadera-
ntosnte el estado del arte entre ios griegos, asi
como sojuzga del talento de nuestros grandes
maestrea por sus menores dibujos. En efecto, si
las pinturas de vasos no eran de artistas distin-
guidos, podían ser al menos copias de cuadros
célebres, reproducidas' por manos diestras.
¡Vsi han podido conservarse fábulas desconoci-
das, escenas misteriosas, de las cuales no ha
aecho mención autor alguno. Sirven también
pava el esclarecimiento de los textos oscuros
de algunos escritores, y para esplicar sucesos
<]ue solo se conocían imperfectamente. Todo
concurre, pues, á hacer atribuir el origen do
dichos monumentos á la Grecia. Se parecen
mucho por sus formas á los vasos que se ven
en las ¡medallas y otros, monumentos de la
Grecia. El estilo dé las figuras que los ador-
nan es absolutamente conforme con el de
las/ figuras que se ven en el antiguo esti-
la griego, l'or último, las fábulas represen-
«28 W((¡,IOT]-XA fOl'UfcMS,
tadas, las inscripciones en caracteres grie-
gos que acompañan á las figuras, bastan para
establecer esa opinión. Pero es preciso con-
fesar que ias fábulas griegas so espresaban
siempre con circunstancias especiales, lo cual
probablemente procede de las alteraciones que
las tradiciones griegas habiau esperimenlado
en la antigua Italia.
En Nápoles principalmente, en Cápua, en
Jíola en la Campania, eu Pesio en la Lucania,
y en toda la Sicilia, se descubren á cada paso
vasos de esa especie. Las tumbas en que están
encerrados se hallan (aera de las poblaciones,
pero cerca de las murallas, á corta profundi-
dad, esceptuando los de Ñola, donde las erup-
ciones del Vesubio han realzado el suelo de
tal manera, que algunos vasos se encuentran
á roas do veinte pies debajo de tierra.
Los sepulcros ordinarios son de iadrillo ú
de piedra tosca, y de una dimensión bastante
para contener. un cadáver y cinco ó seis vasos.
El numero y belleza de los vasos varían
probablemente según la colocación y la fortu-
na de aquel á quien pertenece la sepultura.
Algunas veces las paredes están cubiertas
de estuco por dentro y adornadas con pintu-
ras. Aquellas tumbas tienen la apariencia de
un pequeño aposento. El cadáver está en me-
dio; los dientes del esqueleto se encuentran
algunas veces atados con un hilo de oro, y las
ánforas se hallan alrededor de él; algunos
otros suelen estar colgados en clavos de bronce
clavados en la pared.
Se ha creido que los rasos con inscripcio-
nes de que habla Ateneo eran pintados; pero
es mas probable que fuesen de metales pre-
ciosos y mas dignos de llamar ta atención que
los de barro sobre los cuales podia escribir
cualquiera lo que lé acomodase. Ateneo se re-
feria sin duda á vasos como el que estaba con-
sagrado á Diana en el templo de Cápua, y so-
bre el cual se habían inscrito varios versos
de Homero en oro incrustado en plata,
Ninguno de los escritores de la, antigüedad,
sin esceptuar el mismo Plinio, citó un pintor
de vasos; pero se han hallado muchos nom-
bres en' los monumentos de que se trata. Los
unos pertenecen á personajes representados,
los otros á los artistas y fabricantes que los
ejecutaban. Todavía es menos verosímil la opi-
nión de que allí se encuentran también los
nombres de los propietarios. Las personas que
quieran profundizar esta discusión pueden ver
las obras de Paaoflca, Roshelte y Glarác,
Entre los nombres de los artistas o fabri-
cantes de vasos, se observan los de Esquilo,
Andocides, Eufronias, Eutimiades, .Chucilion,
Hieran, Epictetos, Pkiutias, Zeuxilheos, y otros
muchos cuya nomenclatura seria muy larga.
Algunos de dichos nombres estáu repetidos en
muchos vasos; el de Kicostenes lo está cinco
veces y el de Epictetos cuatro. A estos nombres
se halla unido el de ETPAOSEN ó la palabra
EÜOIESEN, frecuentemente con una 5 .de
T. xxxtii. 59
931 VA
esta forma antigua S. El uno designa el dibu-
jante del vaso, el otro el pintor y el tercero
el que lo ha fabricado. lisio es tanto mas pro-
bable .cuanto que se ban bailado vasos despro-
vistos de asuntos pintados en que se lee la pa-
labra EIIOIESEN.
Los vasos pintados eran unos regalos que
se hacían i aquellos á quienes se amaba', á los
jóvenes eldia que vestían el irage viril, álos
jóvenes esposos el dia de su casamiento 1i de
su iniciación.
Los que son muy pequeños parecen haber
servido para contener perfumes ó para jugue-
tes de niño.
La palabra KAAOS, bella, que se encuen-
tra con frecuencia en los vasos, precede co-
munmente a iin apellido que se supone ser el
de la persona á quien e'ra dedicado el vaso. Es
una aclamación que se encuentra á veces so-
la, y á la cual era fácil nacer añadir el nom-
bre que se quería.
Esta fórmula dimanaba de una . antigua cos-
tumbre griega, la de escribir en todas partes
el nombre de un amigo, y adjudicarle asi pu-
blicamente el premio de la belleza.
Una cosa tienen de notable dichos monu-
mentos, y es que constituyen una especie de
mitología y una historia heróica particular. Se
encuentran en ellos personages desconocidos
en otras partes, escenas que no lo son menos,
porque ninguna tradición escrita, ningún ca^
rácter determinado, sirven para interpretarlas;
pero también se hallan muchos cuadros va-
riados basta el inllnito, con la representación
de los trabajos de Hércules y Teseo, las des-
gracias de Ilion, las de los reyes que las can-
saron, la historia particular de algunos dioses,
y, sobretodo, la de Baco y sus misterios; his-
toria que nos revela una parte de las ceremo-
nias practicadas en las iniciaciones, los dog-
mas que se enseñaban y el objeto de estas ins-
tituciones tan respetada^ en la antigüedad.
Bajo ese concepto, los vasos pintados pue-
den proporcionar al erudito y al filósofo los
auxilios necesarios para penetrar el secreto de
' aquellas antiguas y venerables prácticas en las
cuales muchos modernos solo han querido ver
mezquinos y toscos- juegos de juglares. Tal
vez un dia, la ciencia modesta y perseverante,
descubrirá alli la obra de una alta y previsora
sabiduría que no atreviéndose á conliar á la
debilidad humana las leyes eternas del orden
moral, levantaba por grados el velo alegórico
que las ocultaba al vulgo, y solo á los adeplos
mostraba en la reunión de cada misterio, el
conjunto imponente de aquellas leyes en 'su
niagestuosa y divina armonía.
Las urnas funerarias que encerraban las
cenizas de los difuntos eran algunas veces de
mármol y otras de tierra y vidrio.
En la Campaniase lian encontrado ánforas
ó jarrones de arcilla redondos, terminados en
pirámide y con. una pequeña abertura. Eran
unas verdaderas urnas funerarias.
30S
Hay una especie de vasos que se ennien-
tran en todas las localidades de la antigua Gu-
ija, y que no debemos confundir con los va-
sos griegos ó etruscos. Son unos jarrones de
tierra roja ó negra, adornados de bajus relio-
ves, mascaras, cuellos de cisne, festones ó
guirnaldas de vid y de yedra. Algunas figuras
de estas pueden verse en la Archceologia Bri-
tánica, tomo VIH; en la Descripción de las an-
tigüedades que han sido encontradas en /as
escavaciones del jardindel senada, por Mr. Gri-
vaud; en los vasos pintados de Dubois )la¡-
sonneuve descritos por Millin, lámina LXVW,
m'unero 8,
Un vaso de plata, hecho en forma de mor-
tero y bailado en Herculano, representa el
apoteosis de Homero.
Según Yitruvio, se colocaban en diferentes
puntos de los teatros, vasos de bronce ó de lo-
za para repercutir la voz.
Los vasos de mármol que servían para el
ornato de palacios y jardines pertenecen á la
escultura. En los museos los hay muy bellos,
debidos al cincel de los griegos. Sus formas
y aun sus asuntos han sido copiados por los
modernos para el ornato de edificios y casas
regias.
Entre los bellos vasos de mármol cuya ele-
gante forma está realzada por un asunto es-
culpido, debemos citar el de Médicis que re-
presenta el sacrificio de Iflgenia, y del cual
existe una hermosa copia en el parque de
Versalles. La Villa-Albani posee un vaso gi-
gantesco cuyos relieves representan los traba-
jos de Hércules.
Panofka ha publicado una obra titulada:
Investigaciones sobre los verdaderos nom
bres de los vasos y sus diferentes usos, etc..
Taris, 1830. Esta obra contiene trabajos muy
eruditos, ideas y consideraciones ingeniosas;
pero el autor ha estendido demasiado la no-
menclatura de los vasos antiguos, cuyos nom-
bres cree haber hallado en Ateneo, Hesiquio.
Suidas. Difícil es señalar en medio de las for-
mas tan variadas de esos vasos, las del crate-
ros, tericleo, del holkeion, del'caíaíos, del
¡tolmos, del pelachnon y de la lepaste; pero
hay otras formas tan características y tan fre-
cuentemente reproducidas enlos monumento;,
que no es posible equivocarlas.
El rhyton tiene la formado un cuera».
'Suele estar terminado por una cabeza de ani-
mal y perforado en la punta, de modo que no
se perdía una sola gota.de líquido. Se ve en
los bajos relieves y en las pinturas de algu-
nos vasos.
.El cántaro era una gran vasija de uso vul-
gar. Tenia á veces por asas unos anillos mo-
vedizos. Era una especie de cubeta ancha y
poco profunda, sostenida en un pie. En la her-
mosa copa de oro del gabinete francés de an-
tigüedades se ye el rhytoa en las manos de
Baco y el cántaro en las de Hércules.
El canopo es una divinidad egipcia repre-
933
VASOS
9U
sentada en forma de vaso con una cabezaliu-
raana. Estos vasos eran los que llenos de ori-
ficios imperceptibles servían para purificar el
agua del Nilo.
la cráUra era una cüpa grande en la cual
se mezclaba en la mesa el vino con el agua, y
de donde se tomaba después para llenar las
nopas de los convidados. Ilerodoto liabla de
una crátera de bronce de la capacidad de tres-
cientas ánforas. Probablemente en una crátera
de estas fué donde se embarcó Hérc.u les des-
pués de haberla vaciado.
La patera es «a vaso que servia para re-
cibir la sangre de las víctimas ó derramar
sobro losattaréá la sangre ó los perfumes. Las
hay de diferentes formas con mangos ó sin
ellos.
Los monumentos enteramente planos, lla-
mados pateras han recibido este nombre sin
razón. Eran sin duda espejos, como lo lia pro-"
hadolnghirauii, en sus Monumenli estruschi
ined, etc.
El simpulo servia para los mismos usos que
la putera y ademas para tomar licor do oíros
vasos mayores. Por eso tiene la forma de ca-
cillo colgado de mi mango largo.
El prefericula es un vaso de plata ó de
bronce de forma prolongada, con una sola asa.
LpS hay en varios gabinetes y se ven repre-
seniadus en algunas mcda'las.
La acurra es un vaso á modo de cofreoilo
ú cajita.en el cual ponían los romanos el in-
cienso destinado á los sacrificios.
Kl dinta ó vaso de dos asas se encuentra
especialmente en las medallas déla Beoda, en
las cuales ofrece una forma elegante y abun-
dante en adornos; también se ve en las me-
dallas de Corcira, Lamia, Miriua, Teos, Me-
limno, etc.
La ánfora se ve principalmente en las me-
dallas de Atenas y de Chios. Es un vaso muy
largo y angosto, con dos asas, y que carecien-
do de base, no puede tenerse de pie sino hun-
dido en tierra.
Se ignora cual era la materia de los nasos
mirrinos de que habla Plinio. Algunos han
«reido que era el sardónice tallado trasversal-,
mente.
Los vasos de piedras tinas, de ágata y de
ónice1 son tan raros, como preciosas sus ma-
lcrías, y lo son mucho mas cuando están em-
bellecidos por el arle.
La copa del rey de Ñápales es una pieza
de las mas célebres. Jlay diferentes opiniones
sobre el asunto que representa, y ta esplica-
cion mas verosímil es , la de Yisconti, que ve
en dicho vaso á Isis, lloro, al ííilo y á las nin-
fas sus hijas.
También es digno de mención el vaso de
Brunswick llamado asi porque pertenecía á los
duques de este nombre. íué tomado en el sa-
queo <3q Mantua de 1629, y vendido por un
soldado en la cantidad de 100 ducados, En ^1 in-
ventario de la princesa Sofía figura por 150,000
imperiales.
La colección del .Musco francés encierra
mas de ocliocientos rasos de piedras preciosas
ó de cristal de roca, todos montados en oro ó
esmaltados. /
'En los sepulcros se encuentran á veces ur-
nas de vidrio que encierran cenizas;- pero son
muy raros los que están adornados con relie-
ves. El de Barberini o Porlland, fué hallado
en el sarcófago de Alejandro Severo, deposi-
tado en el Capitolio. Se compone de un vidrio
de dos colores: la primera capa es , de color
amatista, y la superior blanca: en esta se halla
labrado el bajo-relieve.
Un fragmento precioso de este género se
encuentra en el gabinete de medallas de la
biblioteca del rey en París Es una linda figura
do relieve aplicada sobre fondo azul y repre-
sentando á Perseo en el acto de libertar, á An-
drómeda.
Uno de los vasos de mas reputación es el
Sacro catino, que durante mucho tiempo fué
considerado como compuesto de una sola es-
meralda. Es hexágono, tiene mas de un pie de
diámetro y cuatro ó cinco pulgadas de profun-
didad. Decíase que era el vaso en que Jesucris-
to habia celebrado la Pascua con sus apósto-
les.. Nicodemus lo llevó á Cesárea, -donde se
refugiaron estos durante, la persecución. Los
genoveses quese distinguieron en la toma de
Cesárea eu la primera cruzada, pidieron por
su parte debotin el Sacro catino. Fué después
cuidadosamente conservado en la iglesia de
San Lorenzo de Genova, para lo cual se prac-
ticó espresamente un armario en el grueso de
una pared. Las llaves de tan preciosa reliquia
estaba en poder de los hombres mas ilustres
de la república y habia leyes severas que pro-
hibían confiarlas á nadie. El Sacro catino se
esponía á la veneración de los fieles, una vez
al aüo en gran ceremonia, y era prohibido
tocarlo.
El reverendo fray Gaetano de Santa Tere-
sa, agustino descalzo en Genova, publicó una
obra en la cual pretendía que el precioso vaso
habia sido dado a Salomón por la reina de Sa-
lía, y pasado de los reyes de Judá á los de su
raza, y por último, á Nicodemus, en cuya casa
celebró la Pascua Jesucristo.
Tan célebre' monumento fué llevado á París
por Napoleón I, y restituido en 1.S15 á la Cer-
deña; pero en el trayecto se rompió en va-
rios trozos, de los cuales desapareció uno-Des-
vanecióse la creencia de que era una esme-
ralda, solo tenia el mérito de ser 'un monu-
mento bastante precioso del arte de la vidrie-
ría en Oriente, en el Bajo-Imperio.
Se han publicado varias colecciones de
vasos pintados, y entre ellos son notables las
de Lamberg, Hamilton y Millin.
Son los vasos tal vez los monumentos mas
curiosos é instructivos de la antigüedad; ellos
han servido de modelo á los que » ppn?tru-
VASOS-VATICANO
936
yen hoy, y han proporcionado no pocos da-
tos para aclarar varios puntos oscuros de1 la
historia.
VASOS SAGRADOS. Asi se llaman los des-
tinados á la celehraciou de los santos miste-
rios déla religión católica, como el cáliz, la
patena, el copon.y otros.
El uso de los vasos sagrados Tiene desdé
el tiempo de Nuestro Señor Jesucristo; porque
él se sirvió de un cáliz en Ja noche de lacena,
el cual, según opiniou de escritores recomen-
dables, era de oro y tenia dos asas, Poslerior-
mente se han empleado sin interrupción vasos
sagrados para la celebración de los misterios
de ia Iglesia.
Los apóstoles y sus primeros sucesores
usaron vasos de madera, hasta que. en el si-
glo III et papa,- San Ceferino, conociendo los
inconvenientesque aquellos ofrecían, ordenó
que fuesen de vidrio; reconociéndose muy
pronto que estos por la fragilidad de. su ma-
teria eran todavía peores. El concilio de Reims
celebrado en el año de 813 acordó que en lo
sucesivo los vasos sagrados, fuesen de oro ó
de plata, y en caso de suma pobreza de es-
taño, prohibiendo terminante y severamente
el uso. del cobre, del latón y de cualquiera
otro metal espuesto á criar moho ú orin. El
papa Urbano II en 1090, ordeuó que todos los
vasos sagrados fuesen de plata ó de oro, y las
disposiciones sinodales de casi todas las dió-
cesis católicas previenen que los vasos sagra-
dos sean de aquellos dos metales esclusiva-
mente.
Los vasos sagrados, y en especial el cáliz
y la patena, deben estar consagrados por un
obispo, quien debe ungirlos con el crisma ha-
ciendo una cruz en el fondo do cada uno de
ellos. Los copones hasta que estén benditos por
un sacerdote autorizado por el obispo, en el
caso de que este no haya podido consagrarlos.
Los vasos sagrados no pueden ser ena-
genadosni empleados en usos profanos, sino
después de haberlos fundido y hecho variar de
forma, y las enajenaciones aun en esto caso-
deben estar autorizadas por el prelado., quien
nanea concederá el permiso sino mediando
causas gravísimas como la pobreza de la igle-
sia, la miseria irremediable de los feligreses,
las calamidades horribles públicas.
Xas iglesias deben estar provistas de un
número suficiente de' vasos sagrados y los"
encargados de hacer la visita deben cuidar de
que esta prescripción canónica se cnmpla.
Antiguamente solo los ministros de la re-
ligión, esto es, los obispos, los presbíteros y
los diáconos, podían Locar los vasos sagrados;
estando severamente prohibido por varios con-
cilios que los legos y las rnugeres llegasen á
ellos. Hoy pueden tocarlos los subdiáconos y
acólitos y los fieles' 'empleados en el servicio
de las iglesias.
VATICANO. Con este nombre son conoci-
dos el suntuoso templo de San Pedro en Roma
' y el palacio pontiücio contiguo á él, que cau-
san la admiración de los viajeros que visitaa
la capital del orbe católico.
En el siglo III, pocos años después de la
conversión de Constantino el Grande al cris-
tianismo, edificó este emperador una basílica
en el sitio en donde se halló la cárcel que re-
tuvo en prisión á San Pedro, y que por estar
situada junto al cementerio denominado Vsí¡-
offino, fué desde la fundación conocida con el
nombre de Basílica de San Pedro en el Vati-
cano. Este primitivo templo de regulares pro-
porciones y de un gusto mediano, pareció ¿los
papas de los siglos medios mezquino para re-
presentar las grandezas del catolicismo y para
servir de punto de devoción al principe de los
apóstoles; y desde el pontificado de Nicolás V
se pensó en levantar un monumento digna del
gran objeto á que se destinaba. Diversas cir-
cunstancias retardaron la realización del pea-
samiento, hasta que elevado á la santa silla el
papa Julio II, mandó al arquitecto Bramante
que formara los planos, teniendo á la vista
otros diversos que ya habían preseníado dife-
rentes artistas. Todos los cardenales del sacro
colegio se opusieron á la obra intentada por
el papa, manifestando que la Basílica Conslan-
liniana, á la cual León el Grande llamaba asien-
to glorioso del principado de¡Soii Pedro, y Gre-
gorio IX astro de la iglesia católica, debía
conservarse intacta por bailarse santilicada eou
los restos de muchos bienaventurados y vene-
rada por toda la cristiandad, y por haberse rea-
lizado en ella tantos sucesos católicos. Julio II,
á pesar de esta oposición, persistió en su pro-
pósito, y ordenó á Bramante que procurara
conservar una parte,/ la mas notable, de la
vieja iglesia, que debia quedar dentro de la
nueva. El arquitecto formó sus planos, prepa-
ró todo lo necesario, hizo derribar una parte
de ¡a basílica antigua, y después de tres años
de trabajos de arreglo y' de órden llegó el Afa
de la colocación de laprimera piedra del templó
moderno. Para dar solemnidad al acto se ce-
lebró una misa á la que asistieron el pontífice
y treinta cardenales; y después de terminada,
Julio II, revestido con hábitos pontificales,
bendijo un trozo' de mármol sobre el cual es-
taba grabada esta inscripción;'
üdem principis apostolorum
In Vaticano vetustate é silu
Squalentem á fundamentis
Restitttit Julius Ligur,
Pont. Max. An. MDVI.
Esla piedra fué colocada en los cimientos
de uno de los pilares que hibian de sostener
la cúpula del gran templo. La obra desde esle
momento se prosiguió pon ardor y con entu-
siasmo, visitando muchas veces los trabajas
el papa, que. fué quien suminislró la idea da
937
VATICANO
<J38
la construcción, quieu dio las proporciones
gigantescas que tiene y quien pensó basta en
los Jotalles de su decoración. Bramante murió
aWuu tiempo después de comenzada la fábrica,
y Julio 11 encargo su continuación á Rafael de
libiuo, al gran arquitecto y 'pintor divino,
acompañado de Julián de San Gallo y de otro
hermano suyo. 151 primitivo arquitecto habia
concluido los cuatro grandes pilares de la cú-
pula y habia puesto los andamios para las ar-
cadas que habían de sostenerla; y ademas ha-
bia levantado casi toda la planta baja del edi-
ficio, Rafael continuó la obra modificando bas-
tante el proyecto de so antecesor, y bajo su
dirección se acercó el templo nuevo á su con-
clusión. Julio 11 vio muy adelantada la colosal
empresa debida á su gran genio; pero no le
fué dado verla terminada, por baberle cortado
la parca sus dias. Sucedió á Julio II, LeonX,
) el pontífice artista, y este hizo. que los trabajos
de la iglesia de San Pedro llegaran á su un,
pues si bien todavía después de su muerte se
ejecutaron varias obras de ornamentación, la
parte principal se encontraba ya realizada. Re-
sellada brevemente la historia de la edificación
del gran templo de San Pedro de Roma rese-
ñemos también con brevedad sus bellezas, co-
menzado por describir la parte que se con-
serva de la antigua Basílica de Constantino.
Bramante, cumpliendo las órdenes de Ju-
lio H, dejó intacta una porción del pavimento
de la vieja iglesia, precisamente la que estaba
mas próxima al antiguo cementerio Vatica?io,
encerrando esta parte dentro del plano trazado
para el templo moderno, el cual se elevó so-
bre él. La porción de pavimento autigno se de-
coró con los restos de la basílica y tjüedú for-
mando una cripta con arcos y pilares, que boy
lleva el nombre de sagrada gruta de San Pe-
dro, Sacre Grolte Ai S. Pietro. Esta gruta tie-
ne tres naves sostenidas por diez y seis ar-
cos, ocho por cada parte; su longitud es de 80
pannos, su latitud de 20Q y su altura de 16.
En las naves se hallan cuatro grandes ca-
pillas y once, aliares; aquellas dedicadas á ¡a
Santa Verónica, á. San Andrés, á San longi-
no y á Santa Elena; y estos á varios santos y
á distintas advocaciones. Las 'capillas se cons-
U'uyeron por el caballero Bernini en el ponti-
ficado de Urbano VIII, que decoró también la
tachada principal. Tiene asimismo la gruta un
corredor de 0 palmos de largo, 30 de an-
cho, y trece y medio de alto. El pavimento
es el antiguo y las diez y seis columnas mas
notables son también restos del templo aoli-
S'uo. En la primera nave se encuentran los se-
pulcros de Carlota, reina de Jerusalen, Chipre
,í Armenia; de JacdbolH, Carlos III y Enri-
que IX de Inglaterra, ó sea de los Esluardos
Proscriptos; de Gregorio V, y-cle Othon II. En
la nave del medio se ven los enterramientos de
ft'ocolo, noble romano coetáneo de Teodoaio;
('e Cristina Alejandra de Suecia, y de Pió VI.
£n la tercera nave se hallan les restos morta-
les de Adriano IV, de Pió Ll y de Pió. III; de
Bonifacio VIH ; de Raimundo Zacost , gran
maestre de la órden de Sao1 Juan; de Paulo II,
y de Juan de Villiers. Se admiran en los alta-
res y en los sepulcros lienzos y esculturas do
un mérito indisputable. En la parte de la crip-
ta, que llaman gruta nueva, están los sepul-
cros de Calisto III y de otros personages. Los
altares, los arcos, las columnas, las urnas ci-
nerarias y los septdcros de esta santa gruta
son del mejor gusto. Esla parte del templo vie-
jo es tenida en gran veneración.
El templo nuevo es un monumento colosal
que no puede describirse, y del cual no es po-
sible formarse una idea . ni aun remota sino
viéndole. Las ciento cuarenta y cuatro colum-
nas del interior de la basílica, las veinte y seis
del pórtico, y las treinta y ocho de la sacris-
lia forman una vista grandiosa. Los treinta .al-
tares del templo con lienzos de Rafael, con es-
tatuas de los mas grandes artistas, con ador-
nos de los mas esquisitos decoradores, arre-
batan el alma del cristiano y sorprenden la
imaginación del viagero. La gran cúpula que
corona el edificio, la barandilla del rededor, la
forma de la basílica, su elevación, su estructu-
ra y sus detalles llenan de admiración á todo
espíritu religioso. En vano pretenderíamos re-
ferir las bellezas de arquitectura, de pintura,
de estatuaria, contenidas' en esta inmensa fá-
brica, y por lo mismo nos limitamos á decir
que tiene la iglesia tres grandes naves con sus
cúpulas, la del centro inmensa, y menores las
otras dos. Esias tres naves están sostenidas por
columnas de mármoles, preciosos, esbeltas,
graciosas, ligeras y atrevidas. Él pavimento es
igualmente de mármoles , y todos los altares
tienen columnatas de la misma piedra,. Las co-
lumnas del templo reunidas ascienden á sete-
cientas cuarenta y ocho, tas estatuas á tres-
cientos ochenta y siete , las pinturas á un
número no contado; las lámparas á ciento
veinte y una'. La arquitectura del templo es ta
greco-romana-restaurada; y asi es que las pi-
lastras y las columnas son <¿el orden compuesr
lo con capiteles corintios. La fachada del tem-
plo es magnifica, porque tiene un pórtico sun-
tuoso, y está dividida cu diferentes nichos y
compartimentos, teniendo un balconage sobre
la primera "cornisa. Pará ver bien la iglesia
conviene subir á la parte superior de ella. La
escalera por la cual se asciende basta la me-
seta ó descanso que remata la basilica tiene
ciento cuarenta y dos escaleras ó peldaños^
y desde esta meseta se comprende el atrevi-
miento del que ideó la gran cúpula, cuya al-
tura-parece que toca en las nubes. Desde la
meseta á la cima de la cúpula hay todavía la
distancia de 420 palmos; y desde aquella .al
remate de las dos cúpulas laterales se cuenta
'.!00 palmos. Alrededor de la cúpula por dentro
y por fuera hay corredores por donde se da
vuelta completa; y desde ellos parten esca-
leras que eoadueen hasta h, cima y hasta Ii>
039
VATICANO
gran cruz de bronce qne corona esta parte I
del edificio. La iglesia del Vaticano, depó- [
sito de todas las obras potables de los grao-
des genios de la pintura y de la escultura del
siglo XVI, es el gran monumento de los siglos
modernos, es la obra modelo de la escuela
del renacimiento, es la muestra del genio de
Rafael, de Julio. II y de León X. Nos vemos
precisados á trazar á grandes rasgos la des-
cripción de esta basílica, porque no nos senti-
mos con fuerzas bastantes para detenernos en
sus pormenores.
Al lado de este templo se encuentra el pa-
lacio del Vaticano, residencia del sumo pon-
ttflce en la mayor parte del año. Creen varios
autores 'que al edificar Constantino el Grande
el primitivo templo, construyó también un pa-
lacio que sirviera de sitio de descanso á ios ,
papas en los días en que iban á la basílica á
celebrar ios oficios divinos, pero si bien este
heclio no está probado consta de una manera
indudable que en el siglo VIH existia et pala-
cio del Vaticano, porque en él estuvo hospe-
dado Garlo Magno cuando fué á ser coronado
por San León III de este nombre, lo cual con-
vence de que ya en aquella época debia ser
aquel punto una morada bastante cómoda. Ha-
llándose este palacio en estado de completa
ruina, lo reedificó en el siglo XII Celestino III,
y después lo engrandeció Nicolás III Al tras-
ladarse la silla pontificia de Avignon á Roma,
habitó este palacio Gregorio XI, y en él se tu-
vo el primer cónclave de cardenales en 1378.
Este palacio recibió notables mejoras en tiem-
po de Julio II, c] ne hizo pintar ¿Rafael las cua-
tro salas que llevan su nombre y construir á
Bramante la obra conocida con la denominación
de Belvedere. León X hizo construir la parte
que se llama de San Dámaso con su pórtico, y
con arquitectura de Rafael, quien le adornó,
decoró y pintó. Paulo III, Pío IV y Grego-
rio XIII dieron 'ensanche al mismo edificio.
Sisto V hizo levantar el cuerpo principal de la
biblioteca. Clemenle VIH y Paulo V- embelle-
cieron la obra. Otros papas, sucesores de los
referidos, han mejorado el interior y el esle-
rior del palacio. Este inmenso edificio,, que
puede llamarse un conjunto de diversos pala-
cios, tienp 809,000 palmos de circunferen-
cia, y aunque su arquitectura no es simé-
trica ni regular, como que se ha fabricado
á retazos y en épocas distantes entre si, es
muy bella, porque reúne obras de artistas tan
distinguidos como Bramante, Rafael, San Gallo,
Ligorio, Fontana, Maderno, Bernini y Stern.
Este palacio tiene muchos patios, infinitos de-
partamentos, multitud de grandes salas, gran-
diosas galerías , capillas magníficas, larguísi-
mos corredores, biblioteca riquísima, ^museo
inapreqlable y bellezas de primer órden. De lo
mas notable son la escalera regia, situada al
lado de la estátua ecuestre de Constantino y
cerca del pórtico de la basílica, y por ella se
sube á la Sala real constrnjda en tiempo de
Paulo 111 por Antonio San Gallo y adornad* en
el pontificado de Gregorio XIII por l'ierino del
Vaga y por Daniel da Volterra . En esta salí
hay preciosos cuadros, en que se representan
los actos de escomulgar Gregorio IX i ^e
rico II, de la 'batalla naval de Corinto, de |j
donación de Luitp raudo á la iglesia de Ármee-
to, de la absolución dada por Gregorio Vil á£n.
rique IV, y de la Gloria y de la Victoria, ne-
ne también esta sala magníficos frescos. Den-
tro del palacio está la capilla Sislim , "hedía
construir en 1473 por Sisto IV y concluida por
Buonarroti. Aqui existen frescos de Miguel An-
gel, dePerugino y de otros, y cuadros admi-
rables de distintos pintores, entre los cuales
descuellan varios de Boticelli, de Roselli y je
Signorellí. En elrcciuto del palacio está la m-
pilla Paulina construida por Sau Gallo de árdea
de Paulo III y adornada con frescos y lienzos
de Buonarroti, de Zuccari y de varios. Na lu.
jos se halla la sala Ducal, reformada por Ber-
nini en el pontificado de Alejandro Vil, (pie tie-
ne arabescos de Bologna, de Reggio, del l'k-
montés y de otros. Ademas son .notables el
corredor de las Lápidas, en el cual se hallan
inscripciones antiguas de gran mérito, esculpi-
das ó grabadas ó pintadas en tiempo de Pió Vil;
la biblioteca es una de las mas completas y
numerosas de! mundo: el aposento Sargia,
construido por .Alejandro VI; el museo Chian-
monti, el cortinon de Belvedere, el musco
Pió Clementino, el museo Etrusco -Gregoria-
no, la galería-de los Candelabros, la galería
de la Carta Geográfica, ta galería de los
Cuadros, las preciosas cámaras ó salas do
Bafael, la sala de Constantino, la Logyiade
Rafael, el estudio de mosaico y el gran vis-
tíbulo. ¿Cómo referir las particulares bellezas
de todos estos aposentos? Solo recordaremos
que al intentar un ilustre viagero contarlas se
vió detenido al principio de su trabajo y sulo
pudo escribir lo que para dar fin á este arti-
culo copiamos á continuación. Este escritor
era nada menos "que el gran Chateaubriand.
Trascribamos, pues, y no pretendamos empreu-
der una tarea que este sabio y poeta no se
atrevió á acometer-
«A la una de la tarde , dice, he visitado el
Vaticano con un hermoso dia, sol brillante y
temperatura benigna.
«Soledad compuesta de grandes escalones
á tramos que se pueden trepar á caballo; sole-
dad decorada con obras maestras del genio, en
la que los papas de otro tiempo pasaban con
todas sus pompas; soledad de salas, estudiadas
por tantos célebres artistas, admiradas por lau-
tos hombres ilustres y por -reyes y reinas, tm
el esplendor de la mageslad ó en el abatimien-
to de su caída, y por una muchedumbre de
peregrinos de todas las partes del mundo.
u Dios desenvolviendo el caos.
«He considerado el ángel á quien siguen
Lot y su esposa.
((Hermosa vjsta dp Frascati, ademasdeKO-
VATICANO-VÁIJCLUSE
942
m en un ángulo ó estremidad de la galería.
' '«Entrada en las Salas. Batalla de Constan-
tino, el tirano y su caballo ahogándose.
«San León deteniendo á Alüa. ¿Por qué Ra-
fael duna. un aspeólo mas fiero que religioso
al grupo cristiano? Para espresar el sentimien-
to de )u protección divina.
«El Santísimo Sacramento, obra primera de
Rafael: fría, ninguna espresion de piedad en
ella, pero disposición y figuras admirables.
'«Apolo, las Musas y los Poetas. Carácter
Je los poetas Lien espresado. Mezcla singular. ,
«Heliodoro arrojado del templo. Un ángel
nolabíe, ana figura de muger celestial, imita-
da par Girardin en su Ossian. ',
«El incendio de la Villa. La muger que lle-
va un vaso, copiada sin intermisión.
«Contraste del hombre suspendido ydel que
quiere alcanzar á un niño: el arte so deja co-
nocer demasiado. La muger y el niño repeti-
dos muchas veces por Rafael y siempre pri-
morosamente.
«La Escuela de Atenas. ¡Me gusta tanto el
boceto!
aLü Libertad de San Pedro. Efecto de las
tres tuces, citado generalmente,
«Biblioteca. Puerta de hierro erkaJa de
puntas; propiamente la puerta de las ciencias.
Armas de un papa: tres abejas, símbolo feliz.
«Vaso magnifico: libros admirables. Si se
comunicasen pudiera refundirse alli toda la
historia,
«Museo crisliatio. Instrumentos de martirio,
preciosas antigüedades cristianas. [Cómo se
suíria en otro tiempo! En punto á dolores, la
especie humana se halla estacionada.
"Lámparas halladas en las catacumbas; cá-
lices antiguos, cruces antiguas y antiguas cu-
charas para administrar la Comunión. Cuadros
traídos de Grecia para salvarlos de los icono-
clasias.
«Antiguo retrato de Jesucristo , reproduci-
do después por los pintores, pero que no pue-
de subir mas allá del octavo siglo.
«Donación á la Iglesia escrita en papiro: el
mundo se renueva en esta época.
«Cabellera de una muger romana bailada
en un sepulcro viejo.
«Hermosa columna torneada de alabastro.
«Sudario de amianto sacado de un sar-
cófago.
«Voso ctrusco.
«Millones de objetos preciosos de todas las
artes.
«Reunión de las maravillas de la arquitec-
tura, de la pintura, de la escultura, de la im-
prenta, del grabado,
«Hasta. íío es posible describir. Rediizco-
me á contemplar. Contemplo. »
VAUCLUSE. (departamento de} {Topografía
y estadística.} Topografía. El departamento
de Vaucluse, uno de los de la región SE, de
la nación francesa, está formado de una por-
ción de la antigua Provenza, del condado Te-
nesmo y del principado de (frange. Tiene por
límites, al U. el departamento del Drome, al
E. el de los Alpes Bajos, al S. el de las Bocas
del Ródano, de que está separado por el Du-
rance, y al Ü. el del Gard, de el que le se-
para el Ródano. Su superficie es de 347, 377
hectáreas, repartidas de este modo:
Espacio sujeto á contribución.
Tierras de labor. 157,73c hects.
Laudas, dehesas, ele 67,761
Bosqbes 62,411
Prados ; 28,595
Viüedo 6,201
Jardines y viveros. , .... 5,546 ,
Saucedales y olmedales. . . 2,717
Propiedades edificadas. . ... 1,048
Estanques, abrevaderos, pan-
tanos y canales de riego. 163
Diversos culíivos 11
Espacio exento de contribución.
Rios, lagos y arroyos. . . . 8,170
Caminos, plazas públicas, ca-
lles, etc , 6,546-
Flo restas, dominios impro-
ductivos 419
Cementerios, iglesias, edifi-
cios públicos. ...... 50
Total 347,377 hects.
Afines de 1837 el número de las propie-
dades edificadas era de 52,236, de lasque
31,594 estaban destinadas á casas , 304 moli-
nos, 2 fraguas y 336 fábricas.
Atraviesan el departamento diversas rami-
ficaciones estremas de los Alpes, que domi-
nan algunas cumbres notables; la mas impor-
tante es el monte Ventoso. Los rios principales
del departamento son el L'ez, el Aignes, el Ou-
véze, el Auzon, el Nesque, el Sorgues y el Gau-
lon. El Sorgues, afluente del Ouveza se forma
de las aguas sobrantes de la fuente de Vau-
cluse {Vallis clama), que mereció por la do-
ble celebridad que debe ¿ los cantos de Pe -
trarca y al interés nacional qne presenta , dar
su nombre al deparlamento. El Durance y el
Ródano son, como he dicho, limítrofes del de-
partamento. El segundo es navegable. El de-
partamento tiene gran número de canales de
riego; pero no de navegación. Las grandes co-
municaciones estertores é interiores se hallan
establecidas por medio de cuatro caminos na-
cionales y trece departamentales. La ostensión
de los primeros es de 80,850 metros, y la de
los segundos de 475,495 metros.
Producciones.— Historia natural. Las ra-
zas de animales domésticos son generalmente
medianas. Entre los animales salvages se ven
algunos lobos, zorras y jabalíes; pero abundan
lasliebresy los conejos. También se crian mu-
chas aves y esquisita pesca en los rios.
943
VAÜCLUSE— YAUDEVILLE
La constitución del departamento es (al,
que presenta sobra la cumbre de sus altas
montañas las plantas alpinas y los árboles de
los países fríos, en tanto que al pie dé ellas y
en sus pendientes vegetan las plantas de las
regiones mas cálidas de Europa. Se exportan
muchas trufas del departamento. Los bosques
cubren cerca de la quinta parte do la superfi-
cie del suelo; los árboles que dominan en ellos
son la encina, el haya y el pino.
Hay pocas riquezas metálicas, á pesar de
ser muy abundantes las producciones del rei-
no mineral. Hay una mina de hierro, varias de
carbón de piedra, canteras de yesos piedras de
talla, greda y tierra escelente para la alfarería.
División administrativa. ,E1 departamen-
to se divide en cuatro distritos ó suprefecturas;
Avíñon, Ápt, Carpenlras y Orange. Contiene
22 cantones y 148 comunas.
Pertenece á la 8.a división militar (Maree-
lla) y depende del tribunal real y de la acade-
mia de Nimes; Aviñon es sede de un arzobis-
pado que tiene por sufragáneos los obispados
de Simes, Yatence,' Yiviers y JIoutpeller,
Población. Según el úitimo censo oficial,
es de 259, 1 54 individuos, á saber:
Distrito de Aviñon 7G.483
— de Orange 71,537
— de Apt 55,420
— de Carpenlras. . . . 55,714
Total. .
259,154
Industria agrícola, La agricultura hace
progresos de diáeri día. La plantación de las
moreras y la cria de los gusanos de seda y de
las avejas, son uno de los ramos importantes
de la industria agrícola. Las vinas del departa-
mento producen vinos espirituosos y de muy
buen color. Ademas de los cereales se cultiva
el azafraQj la rabia etc. Desgraciadamente es-
casean los prados artificiales; pero en cambio
se han generalizado las plantaciones de I03 ár-
boles frutales. Se coge gran cantidad de almen-
dras, que con la esencia de lavanda constitu-
yen uno de los artículos de mas esportaciou
en el departamento.
Se calcula que el departamento contiene
20,000 ckbalfos y muías de labor, 18,000 ca-
bezas de ganado vacuno y 228,000 carneros.
El producto del sueio puede calcularse un año
con otro:
En cereales . . 729,145 liects.
Avena.. 84,000
Patatas. i,i 307,320
Vinos 660,000
Seda (capullos) h7 40,000
La renta territorial se calcula en 1 3.000,000
francos. A fines de 1836, el número de los pro-
pietarios territoriales era de 87,579, lo que
da Tior término. medio para cada uno de ellos
una renta demás de 155 francos. En Ja misma
época, el número de las divisiones de la m
piedad era de 170,364, ó demás de 7 '/, V"
mino medio, por propietario.
Industria manufaciwera y comeruial
Los habitantes del departamento son mas ííien
agricultores y cosecheros que manufactureros
Sin embargo, Avíñon y Orange tienen Fábricas
de seda muy afamadas. Cavallon posee un mer-
cado importante para las sedas crudas. Hozan
también de merecida fama los destilatorios del
departamento , hallándose ademas tenerlas
tintorerías, fábricas de toza , paplT téjas oé
lana y paños, fábricas de lelas y de productos
químicos, alfarerías, hornos, de vidrio, lavade-
ros de cera¡, etc. El lirado del cobre y del plo-
mo, y el vaciado del hierro, ocupan muchas
máquinas. Avíñon y Carpentras tienen tnanu-
facluras de rubia en polvo No dejan de tener
también importancia la imprenta y librería de
Aviñon.
Ferias. El número total de las del depar-
lamenfo es de 192, constituyendo principal-
mente: los artículos de comercio los diversos
productos del suelo.
Impuestos directos. En 1839 pagó el de-
partamento al Estado:
Por contribución territorial- ■ ' S9G,0Q;l IV.
Por contribuciones personal y
de bienes muebles. ..... 254,348
Por las de puertas y ventanas. . 203,413
Total de impuestos directos. . i.351¿684 fr,
Biografía. Son muchos los hombres dis-
tinguidos con que se honra el departamento.
Citaremos á (Irillon, l'lcehier, Máüry (el carde-
nal), los literatos y sabios Saurín, Soulavie, el
abate Armaml, Sainle-Croix, Fortia de tkya'n;
la célebre actriz madama Favart; Sos pintores
Parrocel y Yernet ; el astrónomo Pézénus, el
caballero de Fotord , el conde de Tournon,
F. V. Uaspail, ole.
Achard: Dictitmnaire de Provena: el ilu comía!
Venáis tim, 4785, i vol. en 1.°
Pcuchel et diaiiiam'.- Stalistique dw dqxirln-
mení ¡le Fátícteíe, I8IÍ6, cu A."
Barj ave I: fíicti onnaire hiUoriq ttt, biagrnpk ><¡ «* ti
bibliegraptiíque du departament de YnuchiK, )8l2,
2 vol. en 8."
VAUDEY1LLE. {Literatura.) ¡Sombre francés
de uoa especie de piezas dramáticas etique el
diálogo alterna con trozos cantados, pero cu-
ya música, pocas veces original, se toma del
repertorio de aires nacionales y populares. El
vaudeville viene á ser nuestra zarzuela, y pri-
mitivamente se pareció mucho á nuestras to-
nadillas.,
Los juglares al recorrer las poblaciones
cantando y representando farsas, dieron orí-
gen al vaudeville; pero este nombre no apa-
reció en Francia basla los años 1460, en que
un batanero de Vire, en Norraandla, se hizo
915 VAÜDEVILLE
célebre por sus canciones, que recibieron el
nombre devánasele Vire. Llamábase Ülivler de
Basseliu y fué muerto en la batalla de For-
inigny en abril de 1450.
Juan le Houx, poeta y abogado de Vive,
recogió las canciones de Basselin y las tradu-
jo en lengua vulgar de su época, luciéronse
varias ediciones desde entonces acá, publicán-
dose la última en 1821.
El nombre de vaux de Vire se desfiguró y
Chardavoinc mandó imprimir los voixde Vi-
tle; por último, Caitlere ideó la palabra vau-
dmtte, que haprevaleeido, pero no siempre
con 1 » significación de hoy dia,
Dióse este nombre á la canción satírica y
política, y también á ciertas piezas dramáticas
en las cuales" no se cantaba. Las comedias de
Dancen rt, que eran de circunstancias, se lla-
maban vaudevilles; pero las piezas que hby
se conocen con ese nombre nacieron en las
ferias de San Germán y San Lorenzo, en 1700,
siendo sus primeros autores Lesage, Fuselier
y Dorneval. Este nuevo género de compo-
siciones sufrió al principio sendas persecu-
ciones: todos los privilegios se sublevaron
contra -él, se prohibió á los actores eL canto y
aun la palabra. Los farsantes de la legua acu-
dieron al subterfugio de bacer cantar las co-
plas á cantores de oficio situados fuera del es-
cenario, mientras ellos no ejecutaban sobre las
tablas mas que el accionado. Por ultimo, los
empresarios tuvieron que hacer contratos con el
teatro privilegiado de la Opera para obtener el
permiso de cantar. Entonces nació la ópera có-
mica, y este espectáculo tuvo muchos aficio-
nados. El vaudeville corrió muchas vicisitudes
hasta la época de la revolución en que desapa-
recieron lus privilegios por decreto de la Asam-
blea constituyente en 1791. Entonces se fun-
dó en París el famoso teatro del Vaudeville y
so abriú el 12 de enero de 1792.
Desde aquella época, el vaudeville que ha
explotado todas las circunstancias y halagado
todos los partidos, porque lia invadido la poli-
tica y la literatura en todos sus géneros, el
vaudeville, decimos, ha cundido mucho en
Francia, y son muchos los teatros donde se
representa.
Desde el año 1792 se calcula que se han
escrito cinco mil cuatrocientos vaudevilles en
Francia. *
VECISDAD. (Jurisprudencia.) Llámase ve-
cindad la razón. ó calidad de ser vecino de un
pueblo por habitar en él ó tener el domicilio el
tienqio determinado en las leyes. En algunos
liuntos se conoce lo que se llama media vecin-
dad, que no es otra cosa sino el derecho de
aprovechar con los ganados los pastos de un
pueblo en que no se reside pagando la mitad
de las contribuciones que los vecinos.
Tiénese por vecino al que establece su do-
micilio en un pueblo con ánimo de permane-
cer en 61, circunstancia que se considera pro-
bada por el trascurso de diez años ó por algu-
¡£229 UtUUOTKCIA POPULA!.,
—VEGETALES 946
nos otros hechos, como el vender, por ejem-
plo uua persona, los bienes que posee en un
pueblo y comprar otros en aquel á donde tras-
lada su habitación.
Cualquier vecino de un - pueblo puede pa-
sarse á otro y avecindarse en él, sin que na-
die tenga derecho a impedirlo, bien que no se
reputará adquirida la vecindad sin los requisi-
tos que las leyes exigen.
El que siendo vecino de un pueblo, tuvie-
re en otro bienes qve le pertenezcan por com-
pra, herencia, donación, ó por cualquier otro
titulo, deberá pagar los pechos y contribucio-
nes que por tales bienes le correspondan en
el lugar donde estos radiquen y no en el de
la vecindad, no obstante cualquier uso ó cos-
tumbre que haya en contrario.
Los vecinos de cada pueblo están sujetos
á las cargas y tributos que se llaman vecina^
les porque no pesan sobre ellos sino por razón
de su vecindad; pero en cambio disfrutan de
los pastos, de los aprovechamientos y de otras
ventajas, de que están escluidos los forasteros
y transeúntes, siendo también de la compe-
tencia esclusiva de ellos el ejercer los cargos
municipales, con tal que sean españoles.
Los estrangeros no están privados de tener
vecindad en España. Los que obtenían carta
de naturaleza eran considerados como vedi-
nos desde la fecha de su naturalización. El
convertirse en España á la fé católica y esta-
blecer su domicilio en algún pueblo, se ha con-
siderado como causa productora de la vecin-
dad. También se lia tenido por titulo bastante
para adquirirla el casarse con muger natural
de estos reinos y Ajar su habitación en algún
pueblo de ellos, el establecerse en algún punto,
adquiriendo bienes raices ó ejerciendo oficios
mecánicos ó dedicándose al comercio al por-
menor ó algún otro ramo de industria.
La vecindad es requisito esencial para la
validez dé algunos actos civiles, como, por
ejemplo, para ser testigo del otorgamiento de
un testamento en algunos casos.
En cuanto á los requisitos necesarios para
adquirir la vecindad y los derechos vecinales,
son varias las disposiciones de nuestras leyes,
y algunas de ellas adolecen de oscuridad. Pue-
den verse las leyes 2.a, tit. XXIV, Part. 4.a;
6, tit. IV, lib. Vil; 2.* tit. V, lib. VII; 1", ti-
tulo XI, lib. VI; 1.a, 2.a y 3.a, tit. XIV, libro
de laMov. Recop.
VEDA- (Véase caza y pesca).
VEGETACION. (Véase savia y "Vegetales)*
VEGETALES. {Botánica.) En varios artícu-
los de esta obra se han considerado los vege-
tales bajo diferentes aspectos. En este articulo
nos ocuparemos: I." en dar á conocer sus re-
laciones con los demás seres déla naturaleza,
y especialmente con los animales, y Z.° en
dar nna idea de sus partes estertores.
I ." Relación de los vegetales con los de-
más seres. Es muy antigua é inalterable, si
' nos dejamos llevar de nuestras primeras irhpre-
T, xxxm. 60
SA7
VEGETALES
siones, nos parecerá, 1a división de todos los se-
res en los tres reinos de minera!, vegetal y ani-
mal. Privados de la vida, los minerales aumen-
tan «n volúmen por la superposición de nue-
vas moléculas. Los vegetales viven, crecen, ?e
propagan y mueren, y á estas propiedades de
los vegetales agregan los animales el senti-
miento de su existencia. Algo de sencillo y de
imponente á la vez ofrece sin duda esíc modo
de considerar las propiedades de los vegetales;
pero si reflexionamos con alencion, no farda-
remos en observar que de él no podemos hacer
mía rigorosa aplicación por ignorar donde ce-
sa la sensibilidad en la inníensa serie de los'
seres organizados.
Desechando la división en tres reinos, los
modernos admiten dos grandes. clases: la de
los seres organizados y la de los seres inorga-
nizados. En esta última clase ya comprendida
toda la naturaleza bruta: los (luidos, los gases y'
los minerales, y las moléculas qne los compo-
nen se hallan, sin escepcion, sometidas á las
leyes de la química, de la física y de la me-
cánica. La olra clase comprende los vegetales
y los .animales, cuyas moléculas constituyen-
tes se hallan en' estado' perpétuo de movili-
dad, y cuyas parles organizadas que forman
eslas moléculas son irritables, es decir, sus-
ceptibles de contraerse al conlacto de ciertos
estimulantes, propiedad admirable de la cual
notamos los efectos mas aparentes, por mas
que nos sea desconocida la causa primera que
designamos con la palabra vaga de fuerza vi-
tal. Gracias á esta propiedad el cuerpo organi-
zado se resiste á las causas esíerlores que
tienden á su destrucción, deséchalas sustancias
inútiles ó nocivas, escogiendo las que mejor
convienen á su naturaleza, asociándolas y dis-
poniéndolas según Sasleyes de su organización,
y comunicándolas el movimiento que anima sus
moléculas, aumenta su volumen, se desarrolla
y reproduce por fin seres semejantes á si mis-
ino; porque, todo bien considerado, de este
mismo fenómeno son dos modos, la nutri-
ción y la generación. La irritabilidad es, por
consiguiente, lo que ¿ nuestros ojos distingue
los animales y los vegetales de la maleria
bruta. Desapareciendo la irritabilidad, se bor-
ra y desaparece toda linea de demarcación.
Los cuerpos brutos se forman por la fuer-
za atractiva de los elementos; los cuerpos or-
ganizados deben la vida á otros seres de fu
especie. Los primeros dejan de existir cuando
sobrq sus moléculas obra y las desune alguna
fuerza superior á la que las mantenía unidas;
y los segundos mueren cuando pierden 'Su in-
mutabilidad los órganos necesarios á la vida.
Un rápido cotejo de los vegetales con los
animales basla para indicar en qué se aseme-
jan, ú diíieren una de otra estas dos grandes
divisiones de los seres vivientes.
De las sustancias vegetales, forman la ba-
se el carbono, el hidrógeno el oxígeno y á
veces el ázoe. En ellos se encuentran también
algunas veces, ciertos óxidos metálicos y al
¿unas sales alcalinas y terrosas, ),a misma com-
posición ofrecen las malcrías animales, y j¿
féréñeia notable que hay entre las dos clases
consísle en que en las plantas domina el car-
bono y en los animales el ázoe.
El vegetal constituye en su loíaliilad una
sustancia homogénea, trasparente, flexible
sin color, que forma aveces una masa en 1¿
cual no llega la vista humana, ni aun con el
auxilio de los crisíales mas fuertes, á distin-
guir organización ninguna, pero que casi siem-
pre se estiende en membranas, ó présenla el
aspecto de tubos y cavidades, No ofrecen una'
organización mas complicada los animales de
órden inferior, como son los pólipos; pero si
se observa mas arriba en la cadena de los
seres se descubren animales cuya estructura
es menos simple, y , en la composición de los
cuales entran tres elementas: el (ejido celu-
lar, reunión de celdas membranosas y conti-
nuas, cuyas cavidades comunican entre sí pol-
los huecos que quedan en sus paredes; las fi-
bras irritables, hilillos ó filamentos proionga-
dos, evidenlemenle susceptibles de contraer-
se, los cuales reunidos constituyen los mús-
culos y guarnecen los tubos arteriales y el
canal intestina!; la sustancia .medular, pipa
homogénea que ofrece , visla con microscb-.
¡ pió, una innumerable caniidad de glóbulos.
De esta sustancia se hallan principalmente for-
mado el cerebro, la médula espinal y los ner-
vios. Nada parecido se lia observado en ve-
getal alguno.
Por lo general los animales están provistos
de un canal intestinal abierto por sus dos es-
treñios. Una de las aberturas recibe los ali-
mentos, mientras la otra expele las materias
inútiles para la nutrición. En parle de su lon-
gitud, posee el canal intestinal unos poros
destinados á absorber las moléculas nutritivas
para hacerlas pasar. al torrente de la circula-
ción. Las plañías no poseen canal intestinal y
sus poros absorbentes existen en toda su su-
perficie, por cuyo motivo los llaman Aristóte-
les y Boorhaave animales vueltos. Muy débil
es para distinguir las dos, grandes divisiones
de los seres organizados este carácter de la
presencia ó de la carencia del intestinal, único
eselusivo en apariencia. En efecto, los pólipos
y la mayor parte de los radiarlos no tienen
mas intestinos que un saco simple con una
sola abertura que sirve á la vez de boca y Ce
ano; y si se vuelve el pequeño saco qne cons-
tituye todo el pólipo conocido por los natura»
lisias con el nombre de hydro, la superficie
estertor, convertida en superficie interior, lle-
na perfeclamente las funciones de canal in-
testinal; lo cual prueba bástala evidencia que
las dos superficies se hallan provistas de pa-
ros absorbentes propios todos para aspirar las
sustancias nutritivas. Si se considera la degra-
dación sucesiva de las formas orgánicas, y tic
lo desconocido se juzga por lo conocido, es
natural suponer que acaba por desaparecer en
los animales infusorios lodo veslig-io de canal
jnleslinal. . ~
Las plantas so alimenlan con sustancias
inorganizadas, absorbiendo con el agua las
materias minerales, vegetales y animales que
se ludían dis'iiéltás en este liquido. Sometidas
al contado de k luz las partes verdes des-
componen el agua y el ácido carbónico, des-
echan casi lodo el oxigeno de este ácido f
conservan el carbono y los principios del
agua, con un poco de ázoe que los gases y el
liquido absorbido lian hecho penetrar en el
lejido; y asimilándose estas sustancias, les dan
por algún tiempo los caracteres de la orga-
nización.
Los animales se alimentan con vegetales ti
ron animales que se ban nutrido con vegeta-
les, de donde resulta que el tejido animal se
compone de los mismos elementos que el te-
jido vegetal; pero las proporciones no son las
mismas porque los elementos expelidos ó lija-
dos dítieren de cualidad en las dos clases; y
jara citar por ejemplo el hecho mas notable,
que es iaaspiracion, diremos que esta especie
Je combustión qúe se efectúa en todas las
parles donde Ids vasos sanguíneos están en
contado con el aire atmosférico,, quita siem-
pre al lejido animal un poco de gas ácido car-
bónico, en tanto que el tejido vegeta!, absor-
biendo esla sustancia, se asimila el carbono,
fio aqui porque en último análisis abunda el
carbono en los vegetales y el. ázoe en los ani-
males. Los zumos nutritivos penetran todas
las partes del cuerpo organizado y siguen ca-
minos que variah según las especies. Eu los
cuadrúpedos yéiilo's volátiles, ios Huidos, sa-
cados de los alimentos por los vasos lácteos
que los llevan al corazón pasan de allí á los
pulmones, para volver de nuevo al corazón, el
cual los echa olra vez eu el trunco arterial,
desde donde van distribuyéndose en todos los
órganos por medio de un grai número de va-
sos de segundo orden, venas, etc. Parto de es-
tos (luidos sirve pura lu nutrición, y io 'domas
vuelve á ser absbbidó por !os vasos íinfSlicús,
aiimculala masa de la sangre venosa y recor-
re de nuevo el corazón, el pulmón y las ar-
terias; esla circulación cesa únicamente cuan-
do se acaba la vida. En los pescados la san-
gré Va directamente elesde los bronquios á las
arterias, sin volver á pasar por el corazón.
Eu ios reptiles, una gran parle de la sangre
pasa de las venas á las arterias, sin entrar si-
quiera en los pulmones. Asi va simplilicándo-
se, hasta desaparecer, el sistema de la circu-
lación En lus insectos no hay vestigio de él,
y estos animales ño llenen* ni venas, ni cora-
zón ni arterias. I.os Jiuidus.alimcnlieios atra-
viesan los poros del canal iuteífituil; llenan el
tejido orgánico y se elaboran con el contacto
del aire eme se introduce eu el interior del
cuerpo por Jas traqueas, especies de vasos
pulmonares que bc abren á la superllcie> De
VEGETALES 950
este didere poco el modo de alimeutacioii.de
! las plañías peí-teclas. Herida, en los largos tu-
, bos que recorren el vegetal, la savia se der-
rama por todas parles, llega á su superficie,
particularmente en lasjiojas, donde ponién-
dose en contacto con el aire y la luz, esperi-
menta varias descomposiciones y composi-
ciones y. adquiere las cualidades necesarias
para alimentar al individuo.
En ¡os insectos existen órganos pulmona-
res, pero nada semejante se observa en los
animales inferiores, en los pólipos, por ejem-
plo. Blanda, homogénea, sin forma determina-
da muchas veces, la sustanchi que los compo-
ne recibe las materias nutritivas por simple
imbibición. En las tremelas y otras plantas
gelatinosas, Ja nutrición, al parecer, se efec-
túa de Ja misma manera.
E! cerebro y los nervios son los órganos de
la sensibilidad. Es creencia general que 1M
alianza de los ülameutos nerviosos con la fibra
muscular la nace irritable. Se sospecha que los
nervios despiden aigtm Huido sutil tfue ocasio-
na la contracción de los músculos y que la
emisión de este Huido se produce únicamenle
cuando sobre los nervios obra algún estimu-
lanle. Poro, aunque de todas las causas de es-
citación, sea la sensibilidad la mas poderosa y
la mas notable, no hay que bt'tíer que la irrita-
bilidad depende de la sensibilidad, porque de
ninguna, percepción van acompañados muchos
de los movimientos indispensables -á la vida
animal. Observemos también que en los ani-
males se conservan ciertos órganos muy irrita-
bles, como por ejemplo, la matriz, en los cua-
les no se descubren libras, pt>r lo cual han di-
cho algunos fisiólogos que en aquellos órga-
nos existen unidas las sustancias nerviosa y
muscíiiar. Tomando por punto de partida es-
ta hipótesis, babriaigualmentc que admitir que
las dos sustancias se liallau confundidas en los
animales infusorios; y en los pólipos, cuyo
cuerpo gelatinoso , y sin embargo, conlraeti-
blc, no ofrece indicio alguno de libras ni de
nervios. Pero si desechando lodahipólesis aven-
turada, nos limitásemos al exánion puro y sim-
ple de los fenómenos, ¿qué sacaremos en con-
clusión? Que no es indispensable para la irri-
tabilidad la presencia de Jas sustancias nervio-
sa y muscular. Dljtfi mas: todas las sustancias
susceptibles de desarrollo son por este solo
hecho irritables, aunque .no sea siempre ina-
uiíiesta su contractibilidad, porque la nutrición
ó sea la propiedad que poseen los cuerpos vi- ,
vos de incorporarse nuevas moléculas y suje-
tas á las leyes de la organización, supone ne-
cesariamente uua fuerza de absorción que
atrae los jugos nutlilivos: pues, ¿cómo osplt-
car la absorción sino por la contracción y la
dilatación aliermdivas de Ins vasos absorben-
tes? El fenómeno de la nutrición es por consi-
guiente una prueba de la irritabilidad, y pues-
to que las plantas crecen, claro es, que se ali-
mentan, y qué son ¡rritábiesi Varias especies;
i
03!
VEGETALES
osa
ademas, ejecutan movimientos muy visibles
que inútilmente se ha intentado esplicar por
las leyes ordinarias/de la fisioa y que, según
toda apariencia, resultan de una contractibili-
dad análoga ála de la fibra muscular.
Si solo en los vegetales se encontrase la
estrenada sencillez de estructura , fácil seria
asignarles un carácter distintivo; pero, como
acabamos'de indicarlo, los órganos do la sensi-
bilidad y del movimiento voluntarios pasan
poruña serie de degradaciones y desaparecen
por fin en las especies colocadas en los últi-
mos grados do .la escala de los animales.
Los mamíferos, los volátiles, los reptiles,
están provistos dedos sistemas nerviosos que, ;
si bien se comunican por medio de ramifica- j
ciones, obran, sin embargo, cada uno de por
sí. El uno tiene por tronco principa! la médu- 1
* ]a espinal aontenidá en el canal de las verte- ■
bfas, el otro es una red guarnecida de unos
cuerpos, á manera de pequeños cerebros, que
están situados con las visceras en las grandes
cavidades del cuerpo. El sistema de la médu- ¡
la espinal.se lialia particularmente afectado á'
. las funciones de la sensibilidad y á los movi-'
mieutos voluntarios; el sistema cerebral pre-j
side á las funciones vilales interiores, como
son Ja circulación, la respiración y otras que
dependen de la vida animal y se ejecutan sin
intervención de la voluntad.
ios gusanos, los insectos, los crustáceos,
los mariscos y los moluscos, carecen de médu-
la espinal, y en ellos existe únicamente el sis-
tema cerebral , por eso parece la sensibilidad
de estos animales mucho mas reducida que la
de los primeros. En ellos no hay centro común
de sensaciones, y de muchos puede, sin poner
su vida en peligro, suprimirse alguna parle
cuya amputación seria mortal para los anima-
les de Orden mas elevado.
Cuando se corla la cabeza á un rereis ó á
un gordius, vuelve á -salir otra en et tronco,
del mismo modo se regenera la parte posterior
del ¡ombnc. Cada articulación de la tenia ó so-
litaria, goza de una vitalidad que le es propia,
y en esto se acerca ya el animal á la planta.
Vienen luego, los zoófilas, formados con
una sustancia blanda y gelatinosa , sin la me-
nor apariencia de músculos ni de nervios. En
esta clase 'se coloca el pólipo, del cual basta
el menor fragmento para reproducir un nuevo
individuo.
¿De dónde deducimos que tienen percepcio-
nes esos seres que ningún vestigio ofrecen del
órgano de la sensibilidad? Vemos que se mue-
ven , que dan caza á los pequeños insectos,
que parecen escoger su alimento, pero, .si á
las apariencias nos atenemos, veremos que lo
mismo sncede á algunas' plantas.. ¿Hay razón
para negar que se hallen privados de sensibili-
dad la dionea y la sensitiva, y de afirmar que
á losjzoofitós pertenece esta noble facultad*?
Ninguna, fuera de la que ofrece la analogía.
Si por una parte consideramos que ios zoófitos
ejecutan movimientos enteramente iguales á
los que resultan de la sensibilidad en los aní-
males visiblemente provistos de nervios* y de
músculos, sacamos en consecuencia que estos
movimientos tienen el mismo origen; y si, nor
otra observamos queel corto núineru de plan-
tas que se mueven como seres sensibles i¡c.
nen, sin embargo, las mayores relaciones de
formas, de' organización y de desarrollo con
las otras plantas, las cuales, según el Orden de
nuestras ideas , no deben tener BensMldad
sacaremos en consecuencia que los movi'.
míenlos de las primeras tienen por cansa una
contractibilidad orgánica, independíenle de la
voluntad y de la sensibilidad. Es todo cuanln
puede hacer la inteligencia humana pava acla-
rar cuestiones tan delicadas,
Los varios modos de la generación unen
estrechamente las plantas á los animales. Capas
mas ó menos duras y en- mayor ó menor mi-
mero, un embrión oculto en estas capas, una
pequeña provisión de sustancia nutritiva para
las primeras necesidades, todo esto nscomun
á la semilla y el huevo. Si tienen semillas casi
todas las plantas, huevos tienen casi lodos los
auimales; porque puede admitirse que los vi-
víparos los producen lo mismo que los oví-
paros, sino que en los primeros se abren euel
interior de la matrizr Plantas hay también cu-
ya semilla germina en el fruto colgada del ár-
bol todavía.
Muchos vegetales hay que tío nacen dése-
millas, y muchos animales que no proceden
de huevos. Unos y otros Tse multiplican por os-
tensión y reparación natural de su propia sus-
tancia. Sobre la superficie interna ó esterna
de algunas especies de pólipos nacen peque-
ños tubérculos que crecen, se desprenden y
forman á veces cerca y otras lejos del tronco
principal, otros pólipos, los cuales no tardan
en multiplicarse por los mismos medios.
Nada hay mas curioso que el modo como
se propagan esos pequeños gusanos que los
naturalistas llaman rereis. El cuerpo del ani-
mal, que es prolongado, se divide en ciertas
épocas eo el sentido de' su longitud en es-
trangulaciones ó nudos , en cada uno de los
cuates se notan dos pnntitos negros que no son
olra cosa que dos ojitos que empiezan á salir.
Los nudos se marcan mas y mas, y el cuerpo
del animal concluye por separarse en varios
trozos que constituyen otros tantos nuevos
nereis.
Es cosa sabida que un pólipo, cortado en
varios pedazos da otros tanto.s pólipos, asi co-
mo una rama ó una hoja sola tal vez pueden
producir nn árbol eulero,.
Do la comparación que acabamos de hacer
entre los animales y los vegetales aparece que
estos seres están estrechamente unidos entre
sí por los caracteres esenciales de la organi-
zación, que es punto menos que imposible
'distinguirlos por ningún rasgo característico
bien pronunciado que sea esclusivó y pecu-
953
liar á los unos y á los otros, que el punto de
enlace de estas dos clases se muestra princi-
palmente en las especies menos perfectas, y
míe en general son mas numerosas y mas
marcadas á medida- que mas se alejan de este
punto de partida; de tal manera que los ani-
males y los vegetales forman dos series gra-
duadas, ó si se quiere dos cadenas ascenden-
tes que, partiendo de un punto común, se ale-
jan una de otra á medida que se elevan.
i." Partes estertores de los vegetales. En
los vegetales, lo propio que en los animales,
existen dos órdenes de órganos, unos necesa-
rios á la conservación del individuo, como son
las raices, el tallo f las hojas, otros necesarios
á la propagación de la especie, como la flor y
el fruto.
La parte que fija los vegetales1 en la tierra,
y que de ella absorbe los jugos necesarios á la
vegetación es la raiz, De este órgano casi nun-
ca carecen las plantas.
El tallo, que sale déla raiz unas veces
rastrea por el suelo, y bastase queda oculto
en su seno; otras, y 'es lo mas frecuente, se
eleva bacia el cielo , ya sea por sus propias
fuerzas, ya apoyándose en un cuerpo estraño.
Las divisiones del tallo son ramas,, y á las di-
visiones de las ramas se da el nombre de
ramos.
Cuando el vegetal carece de tallo,' las ho-
jas, las flores y los frutos nacen del cuello de
jarais; pero cuando existe tallo, este ó sus
ramificaciones son los que llevan las bojas, las
flnres ó los frutos.
Las yerbas tienen por lo regular tallos
blandos, acuosos y de corta duración, que so-
la florecen una vez, y mueren luego.
Los árboles y los arbustos tienen tallos só-
lidos, leñosos, que florecen varias veces, y no
mueren hasta el cabo de cierto número de
años.
En los tallos, las ramas y los ramos de los
arbustos y de los árboles se dejan ver, princi-
palmente en los países de clima frió y templa-
do, unos cuerpecitos pequeños y cónicos, for-
mados por lo común de hojuelas ó escamas del-
gaditas y sobrepuestas, los cuales encierran los
gérmenes de las producciones de los años si-
guientes y los ponen á cubierto de la iritem-
neriedelas estaciones. Estos gérmenes y las
escamas que los cubren constituyen las yemas:
Las yemas de los árboles y arbustos de las
regiones equinocciales están casi siempre des-
provistas de escamas; pero es raro que estén
completamente desnudas.
Las raices que sobreviven á lacaida anual
de los tallos herbáceos y los de un gran nú-
mero de vegetales lie tallo leñoso, y por lo
tanto vivaces, producen también unas yemas
que se llaman, Uniones, de las cuales se 'dife-
rencia poco el bulbo ó cebolla del lirio, del
ajo y de las escilas.
La yema, en cuanto ■ empieza á desarro-
llarse, se convierte en botón, y este prolon-
954
gándose se trasforma en rama ó enramo.
Las hojas son por lo común unas láminas
verdes, delgadas, blandas, de poca duración,
que á la vez deban considerarse como raices
aereas y como pulmones propios de la planta,
puesto que, mas bien que ninguna otra parte
de/ella, tienen la propiedad de absorber y' de
descomponer el agua y el ácido carbónico de
•la atmósfera, y de espirar gas oxigeno al
contacto de los rayos de luz. Muy frecuente-
mente están, las hojas recogidas por su base
en una especie de rabo que se llama peciolo, y
alguna vez acompañad as de estipulas, que son
unos apéndices parecidos á unas hojas pe-
queñas.
■Los vegetales, semejantes en esto á ledos
los seres organizados , dan origen y vida á
oíros seres semejantes á ellos, perpetuando de
esta' manera la obra de la creación. A este im-
portante fenómeno concurren dos órganos, el
estambre y el pistilo, que no sin razón, aseme-
jan machos autores á las partes masculinas y
femeninas de la generación de los animales.
Las especies en que~estos órganos existen
de una manera evidente ,se llaman faneróga-
mas; á aquellas en que mas bien se sospecha
que se demuestra la existencia de estos órga-
nos se da el nombre de criptógamas; y aga-
mas es el que se da á las reconocidamente
desprovistas de ellos.
Para constituir la Ilor-basla la presencia de
uta estambre ó de un pistilo; pero esta flor no
es completa sino cuando los dos órganos reu-
nidos se bailan rodeados de un doble perian-
to. Los personas estrañas á los conocimientos.,
botánicos dan esclusivameute el nombre de
flor á estas especies de fundas, notables mu-
chas veces por la viveza de sus colores, la ele-
gancia de sus formas y la suavidad de sus
perfumes.
El órgano macho ó estambre comprende
tres partes , que son; el polen, polvillo com-
puesto ordinariamente de una inumerable can-
tidad de vejiguillas llenas de un licor fecun-
dante; la antera, saco membranoso que contie-
ne el polen, y lo esparce en el momento de la
fecundación, y la aódrófora, que spsticue la
¡miera.
La antera y el polen se encuentran, aun-
que bajo formas muy variadas, en todas las
llores bermafroditas ó machos. La andrúfora
no existe siempre.
El órgano hembra ó pistilo comprende cua-
tro partes, que son; los óvulos, principios del
embrión y de sus tegumentos; el ovarlo, ca-
vidad del pistilo én que estén encerrados los
óvulos; el estilo, especie delrompaóde hilillo
que sale del ovario; el estigma, que es el es-
Iromo superior del estiló, por la cual se sos-
pecha que es absorbido el licor del polen.
Hay muchas especies de plantas que care-
cen de estilo, al paso que los óvulos, el ova-
rio y el estigma son partes esenciales que
nunca faltan á las plantas provistas de llores.
VEGKTALKS
VEGETALES
956
El perianto es una funda o cubierta colo-
cada inmediatamente debajo de los óiganos
sexuales, y que está pegada al .soporte de
la flor.
En muchos vegetales el perianto os simple;
en el mayor numero de ellos es doble. En eslc
caso su parte esterna os el cáliz y su parte in-
terna la corola.
El cáliz, casi siempre verde, y herbáceo,
se seca nías bien i|iie se marchita.
La corola se matiza de lodos los colores á
■escepcion del verde. Es blanda, acuosa y
fugaz.
El perianto simple se compone de una
sustancia que ora se asemeja á la del cáliz,
ora á la de ta corola, y ora es mista, es decir
que participa de una y de otra por su consis-
tencia y sa color.
El perianto simple es sinadelfo ó idiadelfo,
segim es de una ó varias piezas ó pétalos.
£l perianto simple, lo mismo que el cáliz
y ta corola queformau el perianlo doble, pre-
sentan, cuando son de una sola pieza, el tubo,
que es la parle inferior; la garganta, que es el
orificio del tubo, y el limbo, que es la espan-
siou comprendida entre el orificio y el borde-
superior.
El sitio doudá están sujetas los órganos
florales se llama receptáculo.
Las flores tienen algunas veces sus cubier-
tas accesorias. Estas se llaman brácteas, y son
unas hojas pequeñas que se diferencian de las
domas ya por su consistencia ya por su' color.
También deben considerarse como brácteas
las espalas, que san unas Cubiertas membra-
nosas y hasta leñosas que envuelven y ocul-
tan una ó muchas flores, sin dejarlas ver has-
ta que ellas mismas se abren ó se rompen.
Ni otra cosa que brácteas son íarapoco las
-escarnidas que acompañan los órganos sexua-
les del trigo, la avena y oirás plantas déla
numerosa familia de las gramíneas, y que to-
man el nombre de ¡odíenlas, espálelas y es-
palelulas, según su .mayor ó menor proximi-
dad á las partes genitales.
El soporte de una flor solilaria y el sopor-
te principal ife varias llores es un pezón, si
procede del tallo ó de las rampas y una ham-
pa si de las raices. Las pedieelas son las úl-
timas ramificaciones de un pezón común ¿va-
rias flores, son, si se quiere, las pe, mes par-
ticulares de cada llor.
Después de la fecundación, los estilos, los
estigmas y los estambres se marchitan ó se se-
can; pero el ovario sigue desarrollándose y
toma el nombre de fruto. ' \
En el fruto se distingue el pericarpio y la
grana ó semilla.
El pericarpio es la pared del ovario, la
cual madurando ha variado de volumen, de
consistencia, y atm hasta de forma, Contiene
siempre las semillas
túnicas seminales encierra el embrión gér
men precioso cuya existencia asegura ia re-
producción de la especie.
F.l pericarpio es duro ó blando; seco ó su-
culento, simple ó compuesta. A veces es de
tina sola pieza y permanece cerrado; otras sé
compone de varias piezas ó válvulas, las cua-
les quedan unidas hasta su perfecta madurez
época de su separación.
La cavidad interna del pericarpio se baila
muchas veces dividida en varias celdas por
medio de tabiques.
La parte de la caja del pericarpio á r¡uo es-
tá sujeta la semilla es el placenta.
La reunión de los placentas constituye el
placentario.
El placentario se desarrolla á veces en eje,
en columna, en cono, en globo, etc., en el cen-
tro del pericarpio, otras veces se esliendo eu
hojas ó se alarga sobre la pared ó sobre el mar-
gen do las válvulas y de los tabiques.
Muchas veces sucede que cada semilla está
unida al placenta por medio de un funículo,
ligamento que tiene alguna analogía con el
cordón umbilical de los animales. Muchas se-
millas cuentan mu, dos y íiasta Ircs túnicas.
Una pequeña elevación, de color alguna
vez, producida á la superficie de las túnicas se-
minales por la prolongación interior de los
vasos del funículo, os el prostipo unfeuigrio,
En fin, la mayor parte de las semillas tie-
nen un penispermo, pequeña masa carnosa,
harinosa ocúrnea que acompaña ai embrión y
le sil-vede alimento eo el momento de la ger-
minación.
El embrión es, digámoslo asi, un boceto
de la plañía que ha de desarrollarse un día. En
él se distinguen el blaslemu y el cuerpo e'oti-
ledonario.
El blaslerao comprende la radícula, peque-
ño pico saliente, que ha de alargarse y ser
raíz; la plúmula, capullo de hojas' apenas for-
madas y muchas veces recogidas sobre sí mis-
mas; el cuello, parte intermedia eníre la radí-
enla y la plúmula.
El cuerpo culiledonario se halla formado
do uno, dos, tres, cuatro, y hasta doce apén-
dices, mas ó menos carnosos, que nacen del
cuello do la raíz, y han recibido él nombre de
coliledones ú hojas seminales. Estos apéndi-
ces bfrocen relaciones notables con las hojas
La ausencia, la presencia y el pfnfiér'o de
cotiledones ha servido para establecer la base
de tres grandes divisiones en el reino vegetal,
á saber: los aC3t'úedúnw& , vegetales que ca-
recen de coliledones; los munocotiledóneos.
vegetales provistos de un coliledou; los rfico-
lüediíneos, vegetales provistos de dos ó mas
coliledones al embriun. En general, cuando
son delgadas las hojas seminales, acompaña un
gran perisperma, pero cuando esas mismaslio-
jas son espesas, el perisperma es muy delgado
La semilla es el huevo vegetal luego que y á veces desaparece del todo, siendo susliíai"
ha llegado a su perfección. Bajo una 6 varius do por la sustancia del coliSedohi
067
VEJIGA
VEHEME. (Historia.) El tribunal de los fran-
cos-jueces de Ves'falia recibió la. denomina- !
cíou de ÉehmgiritM, derivada de Fehm, jus-
ticia criminal. Compuesto dé un franco-conde
presidente y de un considerable número de
francos asesores del franco-conde, el tribunal
de Vesfulia juzgaba Jos crímenes contra la re-
ligión, los. diez mandamientos, la paz pública
y el honor de las familias. Todos, esccpluan-
di) los eclesiásticos, judíos, mugeres y niños,
estala)) sujetos á su jurisdicción, .que solo
se ejercía entre- las sombras del misterio. Los
uombres de los jueces, el sitio de su reunión,
la acusación, el acusador, los testigos, el pro-
ceso, la sentencia, todo permanecía sepultado
en el secreto y también el momento de la eje-
cución de la pona capital, que se confiaba al
celo de todos los asesores. Asi es-qüe el reo-,
cuando menos lo esperaba, era estrangulado
de repente, colgándosele después en un árbol:
si se resistía, se le daba de puñaladas dejando
junto á éi el arma mortífera para confesar en
cierto m oxl o esie asesinato jurídico. El proce-
dimiento consistía en no recibir acusaciones
sino de un asesor y en citar algunas veces al
acusado ante el tribunal secreto. En caso de
flagrante delito, bastaban tres asesores presen-
tes para fallar y ejecutarla scuícuciaeneiacto.
Tan monstruosa jurisdicción no hubiera
podido nacer jamás sino en un estado de so-
ciedad mas monstruoso todavía. El desorden
del feudalismo hacia callar las leyes, y para
vencerlo era preciso estar conspirando perma-
nentemente contra él, era menester asesinar
al culpable á quien era imposible llevar os-
tensiblemente ante los tribunales dejusticía.
La institución del tribunal vebémico de
Vcsfalia contaba de fecha desde la paz pública
establecida en 137!, por Carlos IV, á conse-
cuencia de la cual se formo una confederación
de todos los principes y señores entre el Rhin
y el Veser. Todos los tribunales de la confe-
deración adoptaron sucesivamente las formas
de procedimiento del de Yesfalia, que llegó á
ser una poderosa sociedad secreta, porque to-
dos estaban interesados en asociarse á ella,
unos para estar á cubierto de violencias, otros
para cometerlas impunemente. Es imposible,
en efecto, que semejante institución sea im-
parcial. íje pretende que el número de aseso-
res ó iniciados, wissande, como se llamaron,
creció muy luego hasta cien . mil, y que la
seda estendió sus ramificaciones por toda la
Alemania, el mismo emperador, sus ministros,
y los ministros de los estados pequeños soli-
citaban la ventaja de pertenecer al Yehenie,
que por su derecho de asesinato irresponsa-
We, debía ser el terror de aquella parte de
Alemania, Después de los esfuerzos inútiles de
Sigismundo, de Alberto y de Federico III, el
Yeueme que había dado lugar á infinito nú-
mero de reclamaciones, fué suprimido en la
reforma general del órden judicial en Alema-
nia en el siglo XYI.
VEJIGA.. (enfermedades de 1a) La vejiga
es una bolsa músculo-membranosa, que situa-
da orí ía excavación de la pelvis, delante del
recto ó del úlero, detrás del pubis, sirve de
reservorio ú la orina. Por lo demás es muy
varia su situación; según la edad, en las cria-
turas, es mas alto este órgano que el pubis;
según el sexo, en la muger, el útero la sepa-
ra del recto; y según esté mas- ó menos llena
ó vacia. Su forma es ovoidea y cónica. Su vo-
lúmen varia-.segun laedad, los individuos, las
costumbres, pero es tal siempre, que en la
edad adulta puede contenerla vejiga de seis á
ocho onzas de orina. Por delante corresponde
la vejiga á la sínGsis del pubis, á Ja cual se
ata mediante' dos hacecillos fibrosos llamados
ligamentos anteriores de la vejiga. Por detrás
sé halla recubjerta por el peritoneo, y es con-
tigua ó al recto ó al útero,, según el seso. En
su parte superior corresponde, por su llama-
do vértice, á los intestinos delgados y da in-
serción al ligamento superior de la vejiga.
Esle se compone:
1. ? Del iliaco, cordón fibroso, blanqueci-
no, que se esliende desde el vértice de la ve-
jiga al ombligo, donde se confunde con las
aponcurosis de los músculos trasversos: es el
resto de un canal que en el feto va desde la
vejiga á una bolsa membranosa particular,
llamada celantóides.
2. " De restos de las arterias ombilicaies,
que también se han obliterado.
3. " De pequeñas hoces de! peritoneo, ó
sean repliegues de esta membrana serosa que
envuelven al uraco y las arterias ombilicales.
Por los lados está tocando la vejiga, con
un tejido celular abundante, y se halla costea-
da por las arterias utnbilicales y los conductos
deferentes. Por fin, Mcia abajo se divide en
dos partes, una anterior mas alta, estrecha, en
forma de golleteó cuello, que tal es el nombre
que se ie da, y que abrazado por la próstata
corresponde a la parte posterior é inferior del
pubis, y otra posterior llamada fondo, que
abrazada por los músculos erectores del ano,
se aplica á Sas vesículas seminales, á los con-
ductos deferentes y ai recio. En el interior
ofrece la vejiga una superficie granosa cubier-
ta de mucosidades y ademas presenta:
1. " Las arrugas que resultan de la mem-
brana mucosa que tapiza su interior.
2. ° . A veces los relieves que dependen de
las eminencias que forman los haces de su tú-
nica musculosa, y quese denominan columnas
carnosas.
3. " En ciertos casos también de las cel-
dillas que resultan de los intervalos de estas
columnas.
4'.° Por arriba, el orificio imperceptible
del uraco.
j.J Por abajo, de delante atrás, el cuello
del órgano, el trígono vejígal, la, inserción de
los uréteres y el fondo, de la vejiga.
El cuello es bastante ancho, de contorno
959
VEJIGA
grueso y redondeado, y que muy pronto se
angosta un poca,para dar origen*! la uretra;
en el adulto es un poco mas alto que el fondo;
í de su parte inferior sube un tubérculo carno-
so, llamado campanilla ó carúncula vejigal,
que es el término del ángulo anterior del trí-
gono vejiga,!. Este consiste en un espacio trian-
gular, circunscrito por las dos aberturas de
los uréteres-por arriba y por el de la uretra
por abajo. Estas aberturas distan entre si pul-
gada y media. Esta parte déla vejiga es rae-
nos rugosa que el resto riel órgano, de distin-
to color, y al parecer también de diversa or-
ganización, álo menos si se ba de juzgar por
su espesor, su color y la adherencia- de la
membrana interna. Conserva su tamaño ordi-
nario, aun cuando se contraiga la vejiga, tal
vez porque á ella adhieren las vesículas
seminales, la. próstata y el recto. Los orifi-
cios de los uréteres se hallan situados en los
ángulos posteriores de este trigono vejigal;
son estrechos y á veces se hallan protegi-
dos por un pequeño repliegue de la mem-
brana interna del órgano. Por ün, el fondo de
la vejiga es la'parte mas declive del órgano,
y corresponde al recto en el hombre, y á la
vajina en la muger. Dos son' las membranas
propias de la vejiga, una mucosa y otra mus-
culosa..
t.° La mucosa tapiza su región interna; es
continua con la de los uréteres y de la uretra,
y presenta generalmente arrugas, por ser mas
ancha que la túnica musculosaquele está sub-
yacente, lleva muchísimos folículos que vier-
ten en su superficie un humor de lubrefaceion;
y por fin,, es delgada y blanca hacia el cuello
del órgano, y-uí contrario, .rojiza en el resto
del reservo rio.
2." La musculosa, que para los antiguos
era un músculo particular que denominaban
mnsculusdetnisorurinse, se compone de libras
pálidas, dispuestas en haces dirigidos en to-
dos sentidos. Al través de las mallas que for-
man estos haces se encuentran comprendidas
las celdas de que liemos hablado mas arriba.
De estas libras, unas ó las mas estertores, son
longitudinales y siguen la dirección del cuello
de la vejiga á su vértice, y otras, ó las situa-
das á mayor profundidad, son oblicuas; varias
por ün,, son trasversas ó circulares. En cier-
tos casos forman relieves salientes, á los cua-
les se ha dado el nombre de columnas car-
nosas.
Los anatómicos han admitido muchas ve-
ces otras tres .túnicas en la vejiga, á saber:
1. a Una túnica nerviosa, es decir, el tejido
laminoso que une la túnica mucosa con la mus-
cular.
2. a Una celulosa que consistía en el te-
jido celular esterior á la ¡única musculosa.
3. a Y por Bu, una peritoneal, que éra la
purcioii do peritoneo que reviste la vejiga.
Pero es evidente que-las túnicas nerviosa y
pclulosa no son admisibles, y por lo que hace
al peritoneo, no cubre mas que el vértice de
la vejiga, y su cara posterior formando los di-
ferentes repliegues que lijan este órgano y
sirviendo tal vez también para facilitar sa am-
pliación. En todo el resto de la viscera no se
ve mas que tejido celular que so condensa en
su superlicie de modo que sirva de refuerzo 6
contra-fuerte. Muchísimas' arterias llevan ¿ la
vejiga la sangre que es útil para su vida, co-
mo, por ejemplo, la hemorroidal media, U
pudenda interna, la ¡squiática, la obturatriz', la
hipogásírica, la epigástrica etc. Varios nervios
que provienen, unos del plexosac.ro, y otros del
triesplácnieo, animan también esta viscera. El
cuello no lleva, conforme han pretendido al-
gunos, ün esfinter activo, sino una sustancia
blanquecina, espesa, gruesa, resistente, con-
tinua, con la membrana musculosa, y que
opone una resistencia mecánica á la salida de
la orina.
Tal es la descripción de la vejiga. Vamos
ahora á estudiar sus enfermedades.
Una de las dolencias que pueden aquejar
á la vejiga es la hernia, para cuyo estudio re-
mitimos á nuestros lectores á lo que dijimos
en el articulo hernia de esta Enciclopedia mo-
derna.
Se citan muellísimos casos de gusanos es-
pulsados de la vejiga; mas para sus curiosos y
estensos pormenores remitimos á los trabajos
de los señores Voigtel /Lawrence.
También se citan muchos casos de rotura
de la vejiga á consecuencia de golpes ó de
caídas, que fueron mortales por la estravasa-
cion de la orina al abdomen.
Los autores consignan también una infini-
dad de ejemplos de vicios de conformación
del órgano que estamos estudiando. Las obras
que contienen mas pormenores sobre esto pun-
to, sou á nuestro modo de ver, una discre-
ción inaugural sostenida en Gotinga intitulada:
«De vesical urinarias prolapsu .nativo», por el
doctor hose, profesor en Brunswick, y una
memoria de Duncan con detalladas circunstan-
cias sobre todos los casos mas conocidos,
observados en individuos de ambos sexos.
Mr. Warner publicó la observación de na
tumor que crecía en los lados de la vejiga de
una muger jóveo, y que fué estirpado con fe-
liz éxito el 24 de junio de 1747. Dicha muger,
habiendo querido levantar un fardo muy pesa-
do, sintió un vivo dolor en el reborde de las
costillas, viéndose al instante afectada poruña
completa retención de orina. Consultó á mon-
sieur Warner, diciéndole que nunca habia po-
dido espulsar, desde el momento del accidente,
una sola gota de orina sin el auxilio - de una
sonda, que estaba sufriendo de continuo, y
que posteriormente habia estado muy mala de
resultas de los esfuerzos hechos para introdu-
cir el instrumento en la vejiga. .
Examinando Mr. Warner las partes con el
dedo indico, que á duras penas podía introdu-
cirlo en el meato urinario, descubrió un gian
tumor que parecía carnoso y que principiaba
<¡n la parte inferior de la vejiga;- cerca del
cuello de esle órgano. Cuando la enferma ha-
cia esfuerzos para espeler su orina, y se ha-
llaba distendida la vejiga, caía hacia delante
el tumor, á corla distancia del meato urinario,
pero luego que cesaban los esfuerzos, volvía
á su sitio el tumor.
Itecelóle uu purgantela visper,u de la ope-
ración, y limpiado el recto por medio de una
lavativa emoliente, indicó Mr. Warner ¡i la en-
ferma que hiciera esfuerzos para aproximar el
tumor. Entonces le ligó para que se volviera ¡i
su sitio, procurando hacerle salir. Esta ope-
ración parecía impractible atendido el volu-
men deí tumor, pero Mr. Warner dilató el mea-
to urinario del lado derecho, incídiéndole por
arriba en la mitad de sujongitud hacia el cue-
llo déla vejiga, y tirando entonces el rumor
hácia delante, pudo comprender su base,- que
era muy ancha, en una ligadura.
Tres dias después de la operación sobre-
vino mucho dolor en el abdomen, y al sesto
día se desprendió el tumor. Desde el primer
dia salía ya espontáneamenle la orina, y al Un
la enferma quedo completamente restablecida.
El tumor se parecía, por su forma y su volu-
men, á un huevo de pavo.
Tal vez,. en dicho caso, fué preferible la
ligadura del tumor á su escisión, a pesar de
hi gran anchura de la base, porque si se hu-
biese hecho uso del bisturí, hubiera habido
gran riesgo de que se llenará de sangre la ve-
jiga. • ■
I ncuéntranse también algunos otros ejem-
plos de tumores en la vejiga en una obra de
J. Ilawsh i p Ululada: «Á practical treatise on Ihe
most importan! couiplaints affecting Ihe se-
erelion and excretion of uriñe.» (Londres, un
lomo en octavo publicado en IS13).
Llegamos por último á lapuntura de la ve-
jiga. Consiste cu una operación ú la cual nos
vemos -obligados á recurrir, cuando se han
Mticslo ya en práctica inútilmente todos los
demás, medios de prevenir las consecuencias
temibles y á veces funestas de la retención de
la orina y de la distensión de la vejiga por es-
te liquido. Diversos accidentes y muchas en-
fermedades agudas pueden conducir á este
funesto estado. 1
La vejiga, que como hemos dicho, puede
contener muy cómodamente de seis á ocho on-
zas de ovina, no es susceptible de dilatarse pa-
ra que contenga doble cantidad sin que espe-
rimente el enfermo una insólita sensación. La
necesidad de orinar se hace cada vez mas exi-
gente, y sino se la satisface, y continúa, dila-
tándose la vejiga mas allá de su medida natu-
ral, pierde su fuerza de contractilidad y. se pa-
raliza; la necesidad continua sin embargo,
siempre , renovándose los esfuerzos asi como
también los dolores; pero la contractilidad
queda abolida y el órgano se distiende cada
vez rúas y mas. Cuando llegó ya al mayor gra-
2? 30 UIULIOTBOA POPULAU.
962
do de distensión y no le permiten crecer mas
su estructura y el espacio del abdómen, de-
bería desgarrarse á no ser por la presión uni-
forme que ejercen sobre él las partes inmedia-
tas las cuates se oponen á tal resultado , si
bien no pueden impedir que se dilate su ori-
ficio dando paso á la orina. Al octavo dia de la
retención principia esta á- fluir, y la que baja
de los ríñones es evacuada en corta cantidad
de cuando en cuando. En. dicha época se halla
distendida la vejigaeu el mayor grado posible.
Este derrame de la orina continúa hasta el
décimo día ó hasta que se rómpela vejiga, que
es lo que los franceses llaman orínár por re-
gorgemenl. Este fenómeao engaña muy fácil-
mente al cirujano que no sea muy ducho en
esta clase de dolencias. Los amigos del enfer-
mo se felicitan de que principie á fluir la ori-
na, el médico lo cree, atesüguanlo las sába-
nas y los orinales, mas no --por eso mejora el
enfermo, pues, muy al contrario, continuando
ia dilatación de la vejiga da lugar á una infla-
mación general del abdómen. la insensibili-
dad y el delirio de la gangrena incipiente pa-
san por la esperada mejoría del derrame de la
orina, y esto hasta que sobreviene el hipo j
muere el enfermo de fiebre y de inflamación,
ó se derrama la orina en el abdómen por una
abertura formada por la gangrena. Ko se fie,
pues, el cirujano de los enfermeros ni de los
amigos; esplore con la mano la región hipo-
gástrica, y con el dedo procure reconocer la
fluctuación de la orina si se halla distendida la
vejiga: pero no pudiendo distenderse ya mas
la orina al cabo de tres días, ¿cómo se rompe?
No puede verilicarse esto desgarrándose por-
que se halla uniformemente oprimida por las
visceras que ia rodean; ni cediendo de repen-
te pon] ue se halla al tercer dia distendida en
su mayor grado posible, y sin embargo, raras
veces cede antes del décimo. Tampoco será la
causa el adelgazamiento porque las paredes se
han engruesado. Jamás pudo aplicarse peor la
palabra disl'aceraeion, porque cuando se hace
una abertura en la vejiga, se encuentra por la
dirección que es un agujerito Tedondo y lan
pequeño que se le puede tapar con la punta
del dedo meñique. El resto del órgano y los
intcstínós adyacentes se- presentan rojos 6 in- ,
llamados, al paso que dicho punto es negro j
está gangrenado. La menor dilación es mas pe-
ligrosa, que el peor modo de practicar la pun-
tura de la vejiga, en términos de que mientras
queda la mas leve huella de vida, puede este
medio conservar al enfermo algunas probabi-
lidades de salud. Es un hecho incontestable
que muchos enfermos han muerto después de
la paracentesis de la vejiga, cuyo motivo es
el que ha prevenido á muchos prácticos con-
tra esla operación. Parécenos, sin embargo,
que debiera mas bien atribuirse la muerte á.
los efectos de la enfermedad que á los de la.
operación; y es bien seguro que sino se aguar-
dara tanto tiempo, como suelo hacerse, para.
T, XXXIII. G I
VEJIGA.
963 VEJIGA
practicarla, nrachó mas contunés serian sus
felices resultados.
Es Innegable que el cirujano <¡ue maneja
bien la tienta y sabe emplear metódicamente
lbs demás medios de oponerse á la rcleucion
déla urina, raras veces tiene que acudir á la
puntura de la vejiga. Sirva de prueba el hecho
de que el célebre Ücsault, en el curso de diez
años, solo la practicó una vez en el Ilótcl-liieu,
donde tan numerosas son siempre las enfer-
medades de la uretra,
Cuando no posee el cirujano la' preciosa fa-
cultad de servirse con destreza de la lienta, es
preciso que acuda ú hacer la operación con la
mayor prontitud posible. Hoy es menos fre-
enenfe que antes la necesidad de esta opera-
ción, lo cual depende de que se conocen me-
jorías enfermedades de la uretra, y de la per-
fección con que se fabrican las sondas de go-
ma eláslica, que sou instrumentos de que tan-
ta utilidad podemos reportar.
El angostar/siento de la uretra y la hincha-
zón de la glándula próstata, son dos causas
frecuentes de retención de orina. En ambos
casos oree i. Coopér que ta puntura de la ve-
jiga es completamente inútil, y la esperieucia
ha demostrado la verdad de esta opinión.
Ciiando se halla entumecida la próstata es pre-
ferible tratar de introducir una sonda de cali-
bre y longitud proporcionadas, y si se pre-
senta un angbstamiento vale mas practicar una
pequeña incisión cnlre este angostamiénto y
el cuello do la vejiga que suele estar de ordi-
nario muy dilatado.
Varios á estudiar ahora los tres procedi-
mientos operatorios.
1." Puntura por el perineo. El primer
cirujano que practicó esta operación fué un
tal Tolet, natural del vecino imperio, y autor
de una buena obra titulada: «Tratado de la'li-
tolomia ó de la estraccion de la piedra fuera
de la vejiga.» Según Sabatier estaba en uso
desde el tiempo de Dionis practicar ¡a puntura
con un escalpelo puntiagudo, estrecho, demias
k ó ó pulgadas poco masó menos de longitud,
trae se introducía en la vejiga por el punto
en donde termina la incisión. El derrame de la
orina por la herida indica al cirujano que pe-
netró en la vejiga. Conduce entonces una son-
da alo largo de este bisturí, y á lo largo de
la sonda una cánula en el interior de la veji-
ga, dónde debe permanecer mientras sea alli
necesaria su presencia. Sé procura lijarla bien
por medio de cintas pasudas al través de los
anillos situados en lu estreihidád ancha del
instrumento. Luego se cierra lá abertura Con
un lechino de tela.
Sabatier indica que Dionis fué el primero
qué ideó abrir Ja Vejiga en un lado del perineo
eii el, punto en que fray Jacobo acostumbraba
ejecutar lit operación dé la talla. Dionis beta
que éste procedimiento era menos doloroso
para él enfermo, porque no sé interesaban1 ni
lá uretra ni el cuello de la vejiga; pérb al
m
propio liempo recomendaba un procedimiento
semejante al que se pone en práctica en W
puntura en medio del perineo, es decir, intro-
ducir primero un escalpelo cstréclio qúoahrü
paso para la sonda á lo largo de k cual resba-
la una cánula basta ¡a vejiga. La idea de susli-
tuir á estos instrumentos poco convenientes
un trocar de suficiente longitud, era muy sen-
cilla, y data esta mejora de 1721 debida á
Jimckcr. Pero esta anterioridad no le pertene-
cería si fnese exacto el siguiente pasage: «En
1717 ó 17 tS Lapeyroriíe enseñó en el Jardín
del rey un largo trocar que le habla servido
muchas veces para lá puntará de lá vejiga,,
[Désáült, Diario de cirugía de ['¡iris, tomo ir
página 2(57).
El enfermo se coloca como para la litoto-
mia; y nn practicante oprime con la mano iz-
quierda la región hipogáslriea de modo que
empuje la vejiga tan lejos como le sea posible
en la pequeña pelvis, mientras que con la de-
recha levanta las bolsas. El cirujano introduce
entonces el trocar en medio de una linca li-
rada desde la tuberosidad del isquion al rafe
del perineo dos líneas delante del margen del
ano. Mueve primero el instrumento en tina di-
rección paralela, pero en seguida vuelve su
punía un poco hacia dentro . En este punió
crecEichat que no conviene introducirla cá-
nula lan lejos én la vejiga como suele hacerse
la puntura encima del pubis. Como la por-
ción perforada del órgano no puede imidar de
sitio con relación á las demás parles del peri-
neo, basta que se introduzca la cánula i una
profundidad de algunas lineas en la cavidad
de la vejiga, pura que estemos ya seguros de
que no se saldrá de ella. Es pues inútil hacer-
la penetrar mas adentro, porque puede llegar
á ser peligrosa la presión de su punta corto
la pared posterior de la vejiga. Por último se
lija la cánula en el sitio que debe ocupar por
medio de un vendaje en forma de T.
Una sonda de plata puede, permanecieudo
mucho tiempo en la vejiga, cubrirse ile in-
crustaciones, por lo que no es luego fácil sa-
carla sin dificultad y sin dolor. Para obviares-
te inconveniente es preciso sacarla y renovar-
la á menudo. Estando Mr. Ehrlich en Londres,
hizo Mr. Cbandlcr la puntura de la vejiga :éü
el perineo, introduciendo una sonda y deján-
dola alli por espacio de tres semanas, pero al
cabo dé este tiempo se había cubierto de lal
manera de incrustaciones, que no se la pudo
estraer sin desgarrar las partes, lo cual ocasio-
nó mas adelante una fístula urinaria.
Algunos autores aconsejan que se intro-
duzca el dedo Indice de ta mano izquierda on
el recto, á lin de poner este intestino fuera de
la dirección del instrumento ; pero Sabatier
cree que es preferible que el mismo dedo opri-
ma él punto dél perineo por donde sé va á. ha-
cer la puntura á lin de tener tensa la piel y
de guiar el trocar.
Las partes divididas en esta operación son
9G5
V£J¡GA
í!6íi
la piel, una capa gruesa del tejido celular adi-
poso, el músculo ereeton del ano y la porción
lié la vejiga eú uuo de los lados de su cuello.
He aqui el juicio que Bienal lia formado de
este método.
iNo hay en este trayecto parle alguna cuyo
deterioro deba causar necesariamente acciden-
tes: L'q cirujano -medianamente ejercitado en
la práctica de esta operación está casi siempre
seguro de penetrar en la vejiga. Se ubre osla
viscera en el sitio mas declive, en un pimío
qjie conserva siempre la misma relación con
el perineo; pero la posición en que se coloca
el eufermo es mucho mas fatigosa qué para
la puntara por encima del pubis. Se necesitan
muchos practicanles para Ajarla, y otro para
comprimir la región hipogáslriea. Se pueden
abrir los vasos del perineo y pinchar los ner-
vios que les acompañan; la punta del trocar di-
rigida al esíerior puede deslizarse por el lado
estenio de la vejiga; impelida por delante de
ella puede pasar por entre esta viscera y el
pubis, y si va demasiado inclinada hacia den-
no puede atravesar la próstata; dirigida hacia
atrás es posible que lucra los conductos de-
ferentes, el recto, el fin de los uréteres, y las
vesículas seminales; y mientras que la cánida
permanece en su sitio uo puede andar ni es-
tar sentado el enfermo, si no que se ve obli-
gado;! guardar cama. Añadamos que á menu-
do la puntura por el perineo se halla contra-
indicada por tumores ó por otras afecciones
muy frecuentes ei! dicho sitio á consecuencia
dé retenciones de orina.
l,a puntura de la vejiga por el perineo está
actualmente abandonada por, los cirujanos in-
gleses. ¡'Podemos considerar como una felici-
dad, dice Desanlt, que el trocar penetre direc-
tamente en la vejiga, después de haber atra-
vesado la adiposidad y los músculos situados
entre la tuberosidad del istrion y el ano; y
sonio la forma dé esta viscera se halla sujeta
á una inDnidad de cavidades, ' el cirujano se
engañará muy á menudo, á no ser que .posea
nociones muy exactas sobre su situación y su
figura. Este error no deja deteucr sus ejem-
plos, y debe sér una razón suficiente para
abandonar esta operación, independientemen-
te de! peligro de herir con el trocar los vasos
deferentes,' las vesículas seminales, los uré-
teres, etc.»
Pero hay prácticos que no renuncian com-
pletamente este método, y creemos que la
precaución siguiente indicada por Sabatier pue-
de serles de alguna utilidad. Tal vez la opera-
ción seria mas segura si el cirujano principia-
se por hacer una incisión profunda en el.pe-
rineo como se hace en el método general de
la talla y si aguardase para introducir el tro-
car eu la vejiga á éstas seguro de la situación
de este órgano y de la lUictuaciou de la orina,
(¡arengeot daba este consejo á Foubeft con mo-
tivo del procedimiento operatorio que este úl-
timo había ideado para la latía, pero que al pa-
recer es también aplicable para este caso.
Sir A. Cooper, al indicar este método, acon-
seja que se baga en ei perineo una incisión
como en la operación de la talla. Es necesario'
rechazar hacia la derecha ei bulbo de la ure-
tra, dirigir el bisluri á lo largo de la rama del
isquion, hasta que llegue á la próstata que se
debe echar también a la derecha, haciendo
penetrar luego oblicuamente el instrumento
en la vejiga, manteniendo siempre el opera-
dor aplicado su dedo sobre la próstata. Pero,
como en los acostamientos inveterados la por-
ción de la uretra situada entre la vejiga y la
obstrucción es siempre muy ancha, creernos
con Mr. Carlos Bell, que es preferible á veces
en esta porción ensanchar la uretra nías bien
que perforar la vejiga. Sir A. Cooper aconsejó
[ambien que se hiciera una incisión detrás del
angostainietito mejor que practicar la puntura
de la vejiga.
2.° Puntura por encima del pubis. La
idea de llegar a la vejiga por encima del pu-
bis á lio de veriücar su puntura fué sugerida
por la posibilidad de estraer cálculos de este
órgano, no por el procedimiento conocido con
el nombre de alto aparato. Los primeros que
operaron la puntura de la vejiga por encima
del pubis se valieron al parecer de un trocar
recto, semejante al que. se usa para la opera-
ción de la paracentesis del abdomen, llesutta-
ba,de ahi que, cuando el trqcar era demasiado
largo, su cánula debia oprimir las paredes
opuestas de la vejiga, basta determinar en elía
una inflamación y una escara, la cual, al se-
pararse, dejaba que la orina se infiltrase en
el abdomen ó. en el recto, conforme sucedió
en un caso que refiere Sharp. La orina no pa-
saba ya por la cánula y el enfermo murió de
una especie dé diarrea. Cuando el trocar es
Corto, al vaciarse y contraerse la vejiga aban-
dona poco á poco la cánula, que es entonces
inútil, midiendo muy bien requerirse una se-
gunda puntura. Por grande que sea el cuidado
que se ponga para dirigir el trocar oblicua-
mente hacia ahajo y hácia atrás, á lia de que
la cánula sea lo mas. posible paralela al eje de
la vejiga, no es de esperar siempre que se
pueda prevenir uno ú otro Je dichos acci-
dentes.
Pero no sucede otro tanto cuando en vez
de servirse de un trocar recto, se emplea uno
curvo, el cual toma naturalmente una direc-
ción conveniente. Fray Cosme, el inventor de
la litotomia oculta, fué quien ideó también uu
trocar curvo para la paracentesis de la vejiga
muy superior al que servia antes, invento,
que" tanto ha contribuido á la' perfección de la
operación.
[ . Sharp no admite mas que este procedi-
; miento operatorio. Mr. Aheruelliy le ha reco-
I- mondado recientemente en determinadas cii-
! constancias. El. primero de es los celebres ci-
rujanos hizo observar que es una operación
fácil para el cirujano y poco dolorosa para el
967
enfermo, porque la abertura de la vejiga se
praclioa lejos de las partes afectadas. .Es igual-
mente practicable cuando la afección reside
en la uretra ó en la próstata, y ají el caso de
que. baya angostamienlos en el canal se pue-
de continuar el" uso (le las bugfns mientras
permanezca la cánula en la vejiga.
Algunos autores recomiendan que se prac-
tique una incisión á lo largo, de unas dos pul-
gadas, en la linea blanca, un poco encima del
pubis introduciendo entonces el trocar en la
vejiga. Otros creen que es enteramente inútil
esta incisión preLiminar, y aseguran que pue-
de ejecutarse la operación con tantas garan-
tías y causando mucho menos dolor al enfer
mo, atravesando de un solo golpe la linea
blanca y la vejiga. Toda vez Introducido el
trocar, se saca su estilete y se tija la cánula
en posición por medio de una cinta que se
pasa al través de dos agujeros que debe ha-
ber en su punta, arrollándola alrededor del
cuerpo. Se pone un taponcito ó pequeña cla-
vija que impida sálgala orina gota á gota in-
voluntariamente y se pueda darle salida luego
que sea necesario.
Se debe introducir oblicuamente el trocar
hácia abajo y atrás, en el sentido del eje de
la vejiga, pues de esta suerte se halla menos
espuesto el instrumento á perforar la pared
opuesta del órgano.
Casi todos los autores convienen en reco-
mendar se baga esta puntara de pulgada á pul-
gada y media encima del -pubis, porque la ve-
jiga deja en dicho punto entre ella y los mús-
culos abdominales un espacio, ó para hablar
con mas exactitud, bay allí cierto espesor de
tejido celular; de tal suerte, que si el trocar
se desvia un poco de su camino puede ra'uy
bien penetrar en la vejiga. Si penetra dema-
siado adelante, es posible que pase al través
de la vejiga basta el recto, si no en él momen-
to de la operación, por lo menos algunos dias
después. Guando desfallece el pnfermo á con-
secuencia de los accidentes, los músculos ab-
dominales, al contraerse y al deprimirse, obli-
gan á la punta de la cánula que oprima la
parte inferior de la vejiga, y al poco tiempo,
que se abra paso por el recio. Aunque las
contra-indicaciones que acabamos de esponcr
sean, ú primera vista, tan terribles como nu-
merosas, ¿el peligro de herir el peritoneo no
impedirá que so introduzca el trocar á cierta
distancia del pubis? Cierto es que este proce-
dimiento es mas á propósito para desarrollar
una peritonitis qué el primero que indicamos
de introducir el trocar inmediatamente enci-
ma del pubis. Rieherand le desecha de un mo-
do decisivo, porque la vejiga tiende tanlo mus
á abandonar la cánula, por la cual fluye la
orina, cuanto en silio mas alto se ha verifica-
do la puntura.
Bichat recomienda también, en las obras
de Desault, que se haga la puntura inmediata-
mente encima del pubis. Evítase lo que tanto
998
temia Sharp, tomándose- el trabajo de dlr&jr
y de mantener el trocar en la vejiga, slgulcn.
do el eje de este órgano, y empleando un ins-
trumento ligeramente curvo, como lo aconse-
jan llunter, fray Cosme, Sabaticr, etc. Sharp
confirma el peligro que se corre sirviéndose
de una cánula demasiado larga, por una obser-
vación que tuvo ocasión de hacer en su pro-
pia práctica. Aunque introdujo el instrumen-
to amas de pulgada y media encima del pn-
bis y metió' el instrumento á una profundi-
dad de unas dos pulgadas y media, su punta;
á los seis ó siete dias , penetró eu el redó'
El instrumento, dice un escclente escritor'
debe ser mas ó menos largo, según la goN
dura del enfermo, etc. La longitud que de or-
dinario suele adoptrse es de unas cuatro pul-
gadas y media; la curvatura ha de ser unifor-
me y formará un segmento de circulo de
uuas ocho pulgadas de diámetro.
Una líenla que permanezca mas de ú\n
dias en la vejiga se halla espuesta á cubrirse
de una incrustación urinosa tal que su estríe-
cion sea muy dolo-rosa ó bien enteramente im-
practicable. Los cirujanos no deben jamás, por
consiguiente, dejarla quince dias cu la vejiga,
y si fuere necesario que permaneciese en esla
por tanto tiempo aconseja Sharp que se intro-
duzca o!ra con una punta como la de la lienta.
Mursinna refiere, sin embargo, un caso en
que la liedla permaneció por mucho tiempo en
la vejiga sin inconveniente alguno.
llr. Abernethy hacia una incisión entre los
músculos piramidales, pasaba sus dedos á lo
largo de la parte superior de la sinlisis y del
pubis, de modo que tocaran ta vejiga distendi-
da, é introducta un trocar ordinario de rega-
lar longitud. Dirigiéndole oblicuamente hacia
abajo, y sacando el estilete, pasaba una son-
da elástica tubulosa, dé regular grosor, al ira-
vés de la cánula á la vejiga. Sacaba luego la
cánula, dejando la""sonda hasta que salía la
orina por la uretra.
Trascurrida una semana, y cuando el mn-
cus principia á interceptar el instrumento, l¡i
sacaba introduciendo otra nueva. Puedo obje-
tarle á este uso de una candelilla hueca que
como es de diámetro menor que la herida,
pueden los. orines Huir por entre ella y las
partes que este instrumento atraviesa, tan bien
cornil al través del canal de este mismo Instru-
mento . Este hecho tuvo ocasión de observarlo
una vez, y si bien en tales circunstancias no
se derramó, orina por el tejido celular, puede,
sin embargo, suceder en ciertos casos, por-
que solo después de constituida la inflamación
se llenan de linfa coagulable las cavidades del
lejido celular. Pasado cierto tiempo se puedo
sacar, sin embargo, la- cánula, sustituyendo
una candelilla hueca, si se eree esta preferi-
ble, aunque parezca difícil enconlrar la raaon
de esla preferencia.
Las siguientes reflexiones las tomamos de
Everardo Home; «Cuando la puntura se ejecuta
VEJIGA
969
VEJIGA
970
encima del pubis, debe dejarse en su sitio la
cánula que contiene el trocar hasta que haya
cundido la inflamación por las partes inmedia-
tas y prevenga tas induraciones de orina por
las mismas, porque donde quiera que se derra-
ma la orina sobreviene la gangrena. Como sea,
lavenlajaque presenta na instrumento mas
flexible que permanece en la vejiga se baila
fflas que contrabalanceado por el inconve-
niente de no tapar por completo la abertura
de las membranas dé la vejiga,* permitiendo á
la orina que se infiltre por el tejido 'ce-
lular.
«El pasage siguiente contiene observaciones
muy acertadas. Puede haber inflamación del
abdomen; las incisiones preliminares que pre-
paran la introducción del trocar' atraviesan
á veces muchas pulgadas de adiposidad y de
tejido celular; la anchura de estas incisiones
lia de ser proporcionada á su profundidad.
Apenas se introduce la cánula, se desvia al
instante por la contracción de la vejiga, ¡a cual,
al vaciarse, se oculta debajo del pubis. La
cánula se halla colocada tan oblicuamente que
jamás fluye con facilidad la orina; pero inflama
la herida'luego que se derrama por esta y se
infiltra por el tejido celular. La herida, vista
la proximidad del peritoneo inflamado, se gan-
grena muy pronto, y á pesar del alivio mo-
mentáneo que lia producido la evacuación de
la vejiga, no por eso deja de morir el enfermo
al tercer ó cuarto dia. »
Es incontestable que este procedimiento es
infinitamente preferible á la puntura por el pe-
rineo, y aun actualmente hay cirujanos que le
prefieren A la puntura por el recto. Desault en
sus obras quirúrgicas le da también la prefe-
rencia. He aquí el elogio que hace de este pro-
cedimiento en uno de sus trabajos.
«Esta operación es fácil, pronla y no muy
dolorosa por el poco espesor de las partes que
se ha de atravesar; el enfermo no se asusta
ni se fatiga por la postura que se le manda
tomar, es casi imposible equivocar la vejiga, á
no ser que estuviese endurecida y reducida a
su minima espresion. Tampoco es de temer
pe se penetre en la cavidad del bajo-vieníre,
pues la anatomía nos dice que en dicho punto
se aplica la vejiga inmediatamente sobre Ios-
músculos recios, y que cuando la viscera se
halla distendida por la orina, rechaza hácia
arriba y atrás ei peritoneo;- debajo del cual
se desarrolla y que- aleja asi mas y mas la pun-
ía del trocar de la cavidad del abdomen. El
enfermo, puede, fácilmente, inclinándose de
lado ó sobre el vientre, dar salida á todos los
orines contenidos en la vejiga. Xo hay en este
punió ni nervios ni vasos cuya lesión sea pe-
ligrosa. Tampoco se nota dificultad alguna en
fijarlas cánulas, y su presencia no impide que
el enfermo se levante ó se siente, ni siquiera
so opone á que ande por el aposento. Intro-
ducidas las cánulas hasta el fondo de la vejiga,
no pueden salir de esta viscera, seacual fuere
su contracción ó su depresión.' La abertura que
dejan Iras si se cierra y se cicatriza con mas
prontitud de lo que ¡o haría en cualquiera
otro punto en que hubiese sido perforada la
vejiga.»
Hemos espuesto ya las Tazones que nos ha-
cen desechar el consejo de introducir tan le-
jos la cánula en la vejiga, creemos que el au-
tor que acabamos de citar es demasiado par-
cial, pues nos habla del poco espesor de las
partes heridas, y, sin embargo, algunas lineas
antes dice: »Que es raro que en dicha porción
se atraviese directamente la linea blanca, co-
mo que se pasa casi siempre por uno de sus
lados, dividiéndose la piel, la aponeurosis de
los músculos anchos del bajovientre, les mus- '«
culos rectos, á veces uno de los piramidales y
la pared anterior de la vejiga.»
Esta operación, según sir A. Cooper, es de
muy fácil ejecución, y ademas no puede dar
márgen á las objeciones que se le oponen. En
las mugeres es la única que conviene practi-
car cuando la retención de orina depende de
la retroversion del útero ó de la oclusión del
meato urinario, comprimido por un tumor can-
ceroso. Porque, añade dicho cirujano, la pun-
tura de la vejiga por la vagina es una opera-
ción muy desagradable, y la orina al salir por
este conducto determina en él una considera-
ble irritación. Conviene, pues, evitar siempre
lodo lo posible esta operación.
"1 nuestro modo de ver, el procedimiento
que vamos á espliear es el mejor, y el que de-
be preferirse siempre que las circunstancias
permitan una elección. Creemos que seria uu
beneDcio para los enfermos el no tener que
recurrir jamás á la puntura por encima, del pu-
bis á no ser en los casos en que enormes tu-
mores de la glándula próstata y una enferme-
dad del recto impidan totalmente.practicar sin
peligro la puntura por este intestino.
Puntura por el recto. Este método se apli-
ca mas generalmente que los otros dos que
acabamos de examinar. No se le puede objetar,
coruo á la puntura por el perineo, que la herida
se practica al través de partes enfermas óiníla-
madas, que luego se gangrenan, y como á la
puntura por encima del pubis, que espone al do-
liente á una infiltración de orina por eljejido ce-
lular. Presenta también la venlujade vaciarla ve-
jiga por completo. La puntura se verifica bas-
tante lejos delcuello de la vejiga para que sea
de temerque una inflamación que reinase en
dicha parte, adquiriese nueva intensidad. Y es-
ta operación es verdaderamente poco dolorosa,
porque no hay que atravesar ni piel ni múscu-
los, sino simplemente las membranas del rec-
to y de la vejiga, en el punto en que se ballau
en contacto entre si. La tumefacción de la
próstata, ó bien una enfermedad del recto, se-
rán las únicas razones que deberán inducir al
operador á recurrir á olro medio, y aun en el
primer caso raras veces sucede que sea preci-
so practicar la puntura de la vejiga, sobre ta-
97!
VEJIGA
072
do, cuando el cirujano puede reconocer la ver-
dadera naturaleza ele la enfermedad.
En las Transacciones~lilosóíicas de I77ij se
lee una observación de retención completa de
-orina, por angostamiento, y que dio margen á
que se atravesara muchas veces la vejiga por
el recto. Hamilton, que fué quien hizo la ope-
ración, la ideó sinlicndo la gran proeminencia
de la vejiga distendida en el recto, después de
haber introducido su dedo en el ano.
til enfermo se colocó como para la liloto-
mia. Introdújose á to largo del dedo un trocar
en el ano'hasta la parte mas baja y mas salien-
te, en la dirección de! eje de la vejiga; me-
tióse inmediatamente una sonda recta al tra-
vés de la cánula, á fin de que al contraerse la
vejiga no abandonase esta última, que se sacó
luego de evacuada toda la orina. También se
quitó la sonda. A pesar de la abertura, la veji-
ga retuvo la orina, según costumbre, hasta que
reaparecieron las ganas de orinar. La herida
hecha con el instrumento se agrandaba enton-
ces al parecer, y los orines fluían por el ano
en forma de cborrito. Asi se continuó por es-
pacio de dos días, pasados los cuales volvió á
seguir su curso natural, por medió de una can-
delilla que se había pasado por la uretra á la
vejiga y que se mantuvo asi basta que quedó
completamente curada la enfermedad.
Según parece este procedimiento fué pro-
puesto por primera vez en 175Ü por Fleurant,
cirujano del hospital de la Caridad en Lion; y
Ponteau, en 4760, publicó de él una descrip-
ción con tres observaciones de Fleurant. La
eminencia de la vejiga se conoció también por
medio del dedo introducido en el ano, obli-
gando á aquel cirujano á practicar la puntura
por aquel sitio. La orina salió inmediatamente,
fijando luego la cánula por medio de un ven-
daje en T, hasta que qúedó libre la via natural.
Pero haciéndose incómoda la cánula siempre
que tenia que evacuar, incómodo tanto ma-
yor cuanto que se'aumentaba singularmente por
el derrame continuo de la orina por la esíre-
midad del instrumento. Hamilton evitó estos
inconvenientes retirando desde, luego la cánu-
la. Sin embargo, en otra circunstancia, dejó
Fleurant la cánula en el ano y ¡a vejiga duran-
te treinta y nueve dias sin el menor inconve-
niente.
A fin de impedir el desagrado que causa la
presencia de la cánula, pensó Fleurant que se-
ria mejor servirse de un tubo hecho con una
sustancia flexible, idea que merece alguna
atención, sí bien nos parece que no se presen-
tan nunca graves inconvenientes para sacar la
cánula, pues se citan varias observaciones y
casos en 4ue uo ha habido que deplorar acci-
dente alguno.
Un trocar curvo, de suficiente longitud, es
el mejor para la operación y el que Aconsej a
Pontean. Como los trocares de punta de lanceta
pueden cortar los vasos sanguíneos que san-
grarían abundantemente, muchos autores pre-
fieren y aconsejan el uso de un trocar de pun-
ta triangular. Se le introduce por en medio de
la eminencia que ¡'urina la vejiga distendida
-un poco mas allá de la próstata, perú no dema-
siado arriba, porque de lo contrario, se corre-
ría el peligro de herir el peritoneo, liastauíe
debela ciencia ¿Mr. Carpue, por muchas ob-
servaciones útiles que ha hecho acerca de es-
te punto, y particularmente por haberse lijado
en ia parte inferior; por la cual la porción, re-
flejada del peritoneo baja sobre el recto.
Se debe dirigir el trocar siguiendo la di-
rección de !a vejiga, el eje ó una linea ideal
que va desde el punto en que so debo predi-
car la operación basta la parte media del es-
pacio comprendido entre el ombligo y la sín-
tisis pul>ioa.
Colócase el enfermo en la cusma postura
que para la operación déla lilotonüa; pero bas-
tará, sin necesidad de atar juntos sus pies y
sus manos, que un practicante se encargue de
sostener sus rodillas. El operador introducid
el índice de la. mano izquierda cubierto o mo-
jado con aceite en el recto, eu donde sentitá
detrás de la próstata y entre los canales defe-
rentes, la eminencia de la vejiga disíeudiúa..
Las vesículas seminales, que se encuentran al
esterior de los canales deferentes, se ballau
menos espuestas áser lastimadas. Detrás de la
glándula próstata se observa, conforme lo in-
dica sir A. Cooper, un espacio triangular que
puede atacar el instrumento, y en la parte an-
terior de este espacio está el ángulo de reu-
nión de los conductos deferentes. Los lados
de este triángulo se bailan constituidos por
los canales deferentes y la base por el replie-
gue que forma el peritoneo al reflejarse desde
la parte posterior de la vejiga sobre el ruólo.
Es preciso aprovechar éste punto cu que la
vejiga no se baila revestida por el peritoneo y
meter el instrumento á unas nueve lineas de-
trás de la próstata porque asi se cviluque que-
den lastimados los conductos deferentes. El
cirujano debe mantener el dedo aplicado sobre
este espacio basta que, con la mano derecha,
baya introducido un bisturí curvo, cuya con-
cavidad mire hacia delante. No es preciso ni
conveniente que el punzón sea mas largo que
la cánula antes de que se halle bien seguro
de si el instrumento se aplicó bien en el de-
bido punió.
Es inútil retener la cánula en la abertura
después que la inflamación ha entumecido los
labios de la herida pues ya no.es do temer que
se cierre hasta que la orina baya encontrado
otro paso. SirEverardo lióme creo que en ge-
neral se puedo sacar la cánula al cabo de trein-
ta y siete horas. Con efecto, no recordamos
caso alguno en que se hayan originado acci-
dentes de la extracción de esta cánula, porque
la orina pasa al través de uua simple abertu-
ra, del mismo modo que en la operación por
encima del pubis. La seguridad y la sencillez
de la puntura de la vejiga por el recio, reno-
VEJIGA-VEJIGÁTOBIOS
9Í*
miendafl siempre este método á los inéditos
impareiales. la herida se verifica acierta §is=
láncia del peritoneo; las partes que atraviesa
no son gruesas, y es imposible que la orina sé
esiravase por el tejido celular. Este método es
aplicable cuando la vejiga está enferma, ebn-
traida, ton las paredes engruesadas ó con él
cuello inflamado. Solo el crecimiento de la
próstata y una enfermedad del recto, son las
únicas circunstanciasen que se debe preferir la
puntura por encima del pubis.
tíos felícitamtls de poder contar entre los
partidarios de esté método al ilustrado y fa-
moso médico Mr. Hey, y como su juicio en
semejante materia lia de ser de gran peso, va-
mos á trascribir el siguiente pasage de su
apreeiáble obra, sobre todo, porque las obser-
vaciones que contiene confirman otras muchas
ideas enunciadas en el curso de este articulo.
«Es muchas veces imposible, por diferentes
causas, hacer pasar una sonda al través de la
uretra, y si persiste la retención de la Orina,
es necesario entonces recurrir á la puntura
de la vejiga, Se puede ejecutar esta operación
ya encima del pubis, ya al través del recto. La
he visto practicar de ambos modos, pero pre-
tiero el último, pues es mas fácil para el ciru-
jano y menos doloroso para el enfermo. El
trocar curvo de Poutoau es un instrumento muy
útil, y del que podemos servirnos sin cuidado
para,ábrir la vejiga al través del recto. El ope-
rador debe evitar cuidadosamente que se las-
time ninguna arteria que pueda encontrar al
dirigirse hácia el ano, en el punto en que es
mas saliente la vejiga. El dedo que se introdu-
ce en el recto para guiar el trocar, debe pro-
fundizar por uno 11 otro lado de este vaso, no
siendo siempre Tíecesario dejar la cánula en
aquel punto, porque la orina principia á veces
á fluir por el pene pocas horas después de va-
ciada la vejiga. Acaso se reproduzca mas í me-
nudo este fenómeno siempre que un angosta-
rnienfo de la uretra sea el que haya impedido
la introducción de la tienta. Si se cierra lahe-
ridaantes que, salga la orina por la via natural,
hay que recurrir por segunda vez á la opera-
ción, lo cualno fatiga én manera alguna al en-
fermo; tampoco es muy incómoda 3a perma-
nencia déla cánula en la vejiga durante dos 6
tres dias, como que al contrario , :á veces es
necesaria y casi nunca inconveniente.
Las objeciones que se oponen á la puntu-
ra de !a vejiga por el recto son en número de'
tres, á saber:
H* La presencia de la cánula détermin a
tin lenesma continuo.
2 . 1 El derrame de la orina determina la ir-
ritación y la ulceración del recto.
3.a Se puede establecer una fístula entre el
recto y la vejiga.
Según parece, sir A. Gooper observó casos
en que se dejaron sentir accidentes de esta es-
pecie, habiendo llegado hasta á morir un en-
fermo á consecuencia de la desorganización
del recio. De suerte, que )a puntará de la ve-
jiga por esíe intestino no es, según él, una
operación que pueda preconizarse en todos los
casos.
Hemos íiablado, aunque someramente, mas
arriba de la idea de incindir la uretra más allá
del obstáculo. En vez de practicar la puntura
de la "vejiga, aconsejó Mr. Grainger de Birmin-
gham, hace algunos años, que se iucindiese
la uretra inmediatamente delante de la prós-
tata y se evacuase la vejiga por medio de una ■
sonda pasada al través del glande, ó dado ca-
so que no se pudiese conseguir esto, que se
le dividiese cori «n bisturí.
Raras veces se hallan espuestas las muge-
res á esa enfermedad que Obliga á hacer la
puntura de la vejiga. Sin embargo, la reírover-
sion de la matriz puede obliterar el meato uri-
nario y oponerse á la introducción de la son-
da, en cuyo caso no habrá roas remedio que
recurrir á la puntura. La puntura por encima
del pubis es la única qne debe practicarse,
salvo en aquellas circunstancias que se pueda
introducir el trocar por la vagina, cuyo pro-
cedimiento condena sir A. Coopér, porque da
lugar casi siempre á una fístula urinaria incu-
rable , y porqué !a orina determina en todos
los casos una considerable irritación en las
partes con- que se halla en contacto.
Nada diremos de la parte bibliográüea, por-
que supuesto que hemos mencionado diferen-
tes autores en el curso de este artículo, es lo
natural que acudan nuestros lectores á los im-
portantes trabajos que dejaron consignados en
los anales de la ciencia.
VEJIGATORIOS, (Cirugía.) Son medicamen-
tos tópicos que , cuando se aplican sobre la
piel, levantan el epidermis bajo la forma de
ampollas llenas de serosidad. Diferentes sus-
tancias poseen la propiedad de producir este
efecto en el tejido cutáneo; pero el polvo de
cantáridas es el qne opera con mas Seguridad
y prontitud , y por eso es hoy dia tan general
su uso. He aqui la fórmula del emplasto veji-
gatorio:
- ^f- Cantáridas H>j
Emplasto de cera. ... &j B
Manteca de cerdo. ... H>j
Fundidas la cera y la manteca de cerdo, se
añadé, criando está ya fria la mezcla, el polvo
de cantáridas.
Cuando no se trata de conservar por algún
tiempo .el derrame de un vejigatorio, basta ha-
cer una simple abertura en el epidermis para
qué salga el liquido en cuestión; pero si con-
viene sostenerla supuración, el cirujano debe
cortar con unas tijeras toda la película y curar
convenientemente la parte escoriada. Los prác-
ticos antiguos acostumbraban niezclar con un
ungüento el polvo de cantáridas y curar el
vejigatorio con esta composición; pero seme-
jantes curas ocasionaron á menudo afecciones
973
VEJIGATORIOS
376
dolorosas de la vejiga, una sensación de calor
al orinar y estrangurias muy graves. Consi-
gúese que se disipen estos síntomas quitando
toda !a parte de cantáridas que pUeda haber
en la superficie de la herida que se fomentará,,
y dando á beber con abundancia al enfermo
tisanas mucilaginosas. Créese hoy que en tales
casos es el alcanfor mas bien ¿lañoso que útil.
Tales objeciones, relativamente al uso de
los ungüentos en los cuales entran cantáridas
para la curación de los vejigatorios, indujeron
á hacer uso del meoerco, de la euforbia ó de
algunas otras sustancias irritantes que cuando
están bien incorporadas con el ungüento, for-
man escelentes preparaciones para hacer su-
purar los vejigatorios, ademas de que no pre-
sentan, como las cantáridas, el inconveniente
de irritar la vejiga.
Bi remedio en boga para sostener los veji-
gatorios, es el polvo de sabina, sobre el cual
fué el primero en llamar la atención Mr. Crow-
Itter eu la primera edición de su obra sobre
los tumores blancos, bicho práctico hizo ob-
servar, en su última edición, que lo que le de-
terminaba á hacer el ensayo de diversas sus-
tancias escarólicas bajo la forma de ungüento,
era la minuciosa atención que exige el estable-
cimiento de los exutorios por los cáusticos; y
entre estas diversas sustancias ocurrióle la
idea de ensayar el polvo de sahína, cuyos bue-
nos efectos hahia observado para hacer des-
aparecer los puerros ó berrugas. Mezcló pri-
mero una corla cantidad de este polvo con
cerato ordinario, sirviéndose de él para curar
la parle en que se hahia aplicado un vejigato-
rio; pero habiéndose derramado el ungüento
quedó en la herida el polvo seco, sin producir
efecto alguno. Mr. Crowther, por medio de
unco-cimiento muy denso de sabina; obtuvo
un extracto que mezcló con ungüento, dándo-
le muchos mayores resultados, porque deter-
minó una supuración abundante y duradera.
Por Ai], después de diversos ensayos, creyó
aquel médico que debia preferir para esta es-
pecie de curaciones una preparación análoga al
ungüenlum sambuci de la farmacopea deLón-
dres, y hoy .dá ia siguieute fórmula, propia
para todas las indicaciones,
?í. Sabinpe reeentis contusa; ..... ib ij.
Cerse flavas B>j.
Adipis suillíc Hi iv.
adipas et cera liquefacía , incoque sabinam
et cola".
Esla fórmula solo difiere de- la publicada
por Mr. Crowther en 1797 en que se emplea
doble cantidad de hojas de sabina. El cera-
to de esta planta de la farmacopea central
de l.óndres está, según dicho práctico, perfec-
tamente bien hecho. Tritúrase con la mitad de
la manteca de cerdo la mitad de la sabina, so-
metiendo la mezcla á la fuerte presión de una
prensa de bierro. Añádese todo al resto de la
manteqa, y se hace hervir hasta que principia
la satina á ponerse córnea. Se pasa en seguida
el ungüento y se lo agrega Ja cantidad citada
de cera, cuidando antes de hacerla fundir. Ob-
sérvese bien, relativamente al uso del ungüen-
to de .sabina inmediatamente empleado "des-
pués de cortada la película del vejigatorio, di-
ce Mr. Crowther, que la eSperienciaha proba-
do las ventajas del uso de ese remedio tópLcr>
siempre que se ha disminuido su acción me-
diante la adición do una mitad ó de un tercio
de cerato. Siguiendo estos consejos, se obten-
dr á una supuración mas abundante que si se
emplease no mas que el ungüento de sabina.
Mr. Crowther añade que ha observado que los
fomentos hechos en la parte con franela em-
papada en agua caliente era un medio mucho
mas fácil y mucho mas conveniente para lim-
piar la herida del vejigatorio , y sumamente
mas apropiada para la acción que se pretende
determinar pormedio del ungüento, que el uso
de rascar la parte conforme aconsejan algu-
nos prácticos. Mr. Crowther ha observado
igualmente que una preparación hecha de
cuando en cuando con el preparado conocido
con el nombre de ungüentum retina; flaveera
muy convenienle ó muy á propósito para im-
pedir que la herida presente el aspecto de una
escara ó que se cubra con una costra gruesa,
cuyo tejido es á veces tan resistente, qnees .,
preciso separarle con un estilete, tan pronto
como se desprende el epidermis al levantar el
vejigatorio. A medida que disminuye la supu-
ración, se debe aumentar proporcionalmente
la fuerza del ungüento de sabina. El ceralo de
esla planta debe emplearse en un grado mayor
ó menor de energía, según la escitacion ijne
produzca en la piel det enfermo. Amenudo os
necesario escitar con mayor energía á ciertas
personas que á otras para favorecerla supura-
ción, pero esto solo debe veriDcarse en visía
de las sensaciones que deiermine la irritación
del cerato.
Mr. Crowther . empleó ungüentos en los
cuales entraban las flores de la clematis erec-
ta, del capsicum y las hojas de la digital pur-
púrea. Los dos primeros preparados no produ-
jeron efecto alguno, pero el último fué muy es-
timulante. También hizo uso de la potasa
cáustica mezclada con el cerato de blanco de
ballena, en laproporcion de un gramo poruña
onza. Este nuevo preparado le pareció muy ac-
tivo, pero no determinó supuración. Ensayó un
adarme de sublimado corrosivo diluido encua-
íro onzas del cerato que últimamente acaba-
mos de mencionar; pero tan dolorosa fué su
aplicación, que hubo que quitarlo á. las dos
horas, resultando ademas un eptialismo mny
abundante.
Por punto general es mas razonable, en
vez de soslener la supuración do un vejigato-
rio, reapliear de nuevo el emplasto de cantá-
ridas,' después de seco el primero, y continuar
asi aplicando otros nuevos á intervalos muy
977
VEJIGATORIOS
978
cortos uiientrasasL lo exíjanlas circunstancias.
Cuando es muy irritable la piel, sobre todo en
las criaturas, enlas cuales el emplasto de can-
táridas obra aveces con tal violencia que pro-
duce escaras, 6 en lodos los casos en que las
cantáridas bajo esta forma determinan la es-
tranguria y la irritación de los órganos urina-
rios, se pueden evitar estos inconvenientes,
interponiendo un pliego de papel entre el em-
plastó y los tegumentos. Mr. Thomson reco-
mienda, con el mismo objeto, que se aplique
con suavidad é inmediatamente encima del
emplasto un pedazo de gasa una empapada en
vinagre. A veces se ha agregado de cantáridas,
para las criaturas, una corta cantidad de opio
para que su acción fuese menos enérgica. Si no
nos engañamos, Mr. Cbevalicr fué quien pro-
puso dicha adición.
Vamos ahora á entrar en algunas conside-
raciones sobre los remedios siguientes:
1. ° Los epispásticos.
2. " los cáusticos.
3. " Los cateréticos.
i,n Los escaróticos.
Epispásticos. I.lámanse epispásticos los re-
medios que inílamm la piel hasta el punto de
exulcerarla, determinandonoa abundante exha-
lación serosa ó una verdadera supuración. Los
antiguos, guiados por la senda del husnorisnio
confiaban mucho en estos remedios, como ca-
paces de atraer los humores nocivos y de es-
petados fuera del cuerpo. Nosotros que sin de-
lerminar absolutamente tamañas ideas, aprecia-
mos mas el estimulo que la excreción, echa-
mos mano de los epispásticos para establecer
una irritación derivativa permanente, y algnüa
que otra vez buscamos también las evacuacio-
nes supletorias. Sea como fuere, estos medi-
camentos no difieren esencialmente de los que
acabamos de describir, y solo constituyen una
nueva gradación, en que la misma sustancia
mas concentrada ó aplicada por mas tiempo,
anadéala rubefacción el efecto vesicante. Asi
la mostaza, que en un principio solo irrita, al
cabo de algunas horas vesica; y otro tanto hacen
laderttalaria, los ajos, el pelitre y la.cebadilla.
Asi, pues, irritando con fuerza la red deMalpi-
gio, determinan un aumento de secreción se-
roja, que levanta la epidermis, la desprende
de las túnicas subyacentes formando ampo-
llas y deja en la parte un estado de exulcera-
ron mas ó menos intensa; otras veces profun-
diza mas su virtud y levanta granos ó pústulas
que supuran, y que últimamente se convierten
en úlceras ó en costras. Cuando levantan veji-
gas ó ampollas toman el nombre de vejigato-
f ríos, y algunos les denominan vulgarmente
cáusticos.
Entre los epispásticos se incluyen los si-
guientes:
!■* bjia gran temperatura.
-■ El amoniaco liquido. ■
3. " Los sinapismos.
4. " Las cantáridas.
'■¡231 MBLIOTEGA POWJLAn.
5. " El tonino ó palo santo.
6. " La clematida ó yerba, de los pobres.
%* Las euforbias.
8.* El tártaro emético.
El calúrico en grado elevado es el mas sen-
cillo de todos los epispásticos. Todo el mundo
sabe que el agua hirviendo quema, qne el acei-
te y demás líquidos en igual estado hacen otro
tanto, y qne en todas estas quemaduras se le-
vantan ampollas; desgraciadamente son pocos
los que no han tenido ocasión de esperimen-
tarín alguna vez en si mismos. Este es el re-
sultado inmediato de la impresión rápida y mo-
mentánea de los líquidos en hervor; si su ac-
ción se prolonga produce ya otros efectos,
desorganizan completamente la parte y forman
escaras. Basta, pues, que apliquemos paños
-empapados en agua hirviendo para producir
inmediatamente la vesicación, y si esta no tu-
vo efecto, reiterárnosla aplicación cuantas ve-
ces nos parezca oportuno, en el concepto de
que á los pocos minutos perdió ya el remedio
toda su virtud.
El mas común délos epispásticos es el em-
plasto oficinal de cantáridas. Estos son unos
insectos de figura de mosca ó de escarabajo,
largos de seis á diez líneas , de color verde
dorado y reluciente, con antends negras , que
en el solsticio de verano se desarrollan en va-
rios puntos de España, Italia y ¥ rancia, y reu-
nidos en bandadas van á pacer y devorar las
hojas del chopo, fresno, lila y alheño. Asi reu-
nidas en gran número exhalan un olor fuerte y
viroso que se siente á lo lejos y anuncia la
proximidad de sus enjambres á los que van en
su busca para recogerlas. Con este fin los me-
ses de junio y de julio al despuntar el dia, ,
cuando dichos insectos están aun adormecidos
y pasmados 'por ia .frescura y humedad de la
noche, se estiende un lienzo al pie del árbol,
se sacuden sus ramas y se cogen dichas mos-
cas, luego se matan, con el vapor del vinagre
ó sumergiéndolas en una cubeta de oxicrato
caliente y se ponen á secar al sol ó en una
estufa.
El principio activo de las cantáridas reside
al parecer principalmente en una sustancia
acre llamada cantaridiua, bien que contribuyen,
á aumentar su energía el aceite volátil, y otros
principios constitutivos de dichos insectos. De
todos modos las cantáridas irritan fuertemente
todos los órganos con que se ponen en contac-
to, y su virtud trasciende cou ta mayor facili-
dad á los órganos génito-uriuarios, ocasionan-
do fuertes priapismos y ematnrias, y supri-
miendo ó disminuyendo el [Urjo de la orina.
¡ liara vez se aplican los polvos linos en úlceras
atónicas, mas comunmente nos valemos de sus
■ polvos groseros para confeccionar emplastos,
pomadas y tinturas ejrispáslicas. .
"De cualquierniodo queso apliquen las can-
táridas su absorción tiende, como queda dicho,
á irritar las vías uropoyéclicas. Puede esto pre-
venirse en parte, abriendo las vejigas sin qni-
T. XXXIII. 62
979
VEJIGATORIOS
tar el epidermis, porque es claro que las mo-
léculas de aquellos insectos, que quedan sobre
la cutícula desprendida ya del dermis,-no po-
drán ser fácilmente absorbidas. Sin embargo,
si por cualquier estilo se irritan las espresadas
vías, cebaremos mano del alcanfor , curando
con alguna pomada alcanforada las úlceras re-
sultantes de los vejigatorios, y aplicando lini-
mentos .de la misma especie en las inmediacio-
nes de los órganos renales. Y no deja de haber
prácticos que nunca usan las cantáridas sin in-
corporarlas con emplastos ó ungüentos que
conteogatíatcanfor.
Por regla general no se emplea otro epis-
pástico que las cantáridas, pero suplen per-
fectamente por ellas el agua hirviendo y todos
os 'Vegetales que hemos mencionado. Asi
cuando haya recelo do que se irriten las vías
urinarias, podemos echar mano de las indica-
das sustancias, pues ninguna de ellas ofrécela!
inconveniente.
El reino mineral da también sus epispásti-
cos, pero comunmente nos limitamos al uso
1 Del tártaro emético
i 2." De la sal amoniaco.
El tártaro emético ó tártaro estibiado es
un preparado antimonial de macho uso en la
medicina interna para pronioverel vómito.
Aplicado al esterior levanta una erupción pus-
tulosa de carácter particular, con granos acha-
tados, redondos, rojos al principio y después
de color plateado, muy parecidos á los de ta
vacuna. En esos focos de irritación, en vez de
agua ó suero albuminoso; se trabaja pus, y
por consiguiente en lugar de vejigas vemos
establecido un foco supuratorio, cuyos mate-
riales se concretan- á veces formando costras,
y en otros casos dan origen ó margen á la for-
mación de úlceras que gauan el grosor del
dermis y tardan mucho en cicatrizarse. A este
lin se carga un parche con el emplasto de pez
de Boi'goña ó con el de diaquilon gomado, y
se espolvorea con unadracma ó dracmay me-
dia de tártaro emético, aplicándolo en seguida
bien caliente, apretándole sobre la parte, y
dejándole én ella por espacio de veinte y cua-
tro treinta ó mas horas. Triturando dicha sus-
tancia con la grasa en1- la proporción, de una
dracma por onza forma la porcada es'tibiada,
y si por cada parte dé dicho tártaro se !e jun-
tan tres de manteca, toma el nombre de Auten-
i'ielh. Ambas pomadas se aplican en fricción
empleando cada vez la cantidad de mediasdrac.-
ma, si la superficie es limitada, y se reitera la
aplicación dos veces al dia, hasta que estén
formadas las pústulas y'se presenten con buen
grado de irritación.
La sal amoniaco incorporada con la grasa
levanta también granos en la piel-, que luego
se convieiteii en costras. Mas como su eficacia
dista mucho de ser comparable con la del tár-
taro emético, preferimos comunmente esta sus-
tancia, y reservamos la sal amoniaco para los
pasos en que la propensión de los enfermos
al vómito nos hiciera temer algún nial resul-
tado déla absorción del tártaro estibiado. '
Cáusticos. Son los medicamentos que
deshacen la textura de nuestros sólidos Ins
descomponen y destruyen. Asi como los éiiis-
pásticos hemos visto que obraban sobre la vi-
talidad, y que lodos los desórdenes que ellos
inducen son producto de la inflamación, en el
uso de los cáusticos propiamente tules, vemos
jugar las afinidades químicas, ocasionando
primero la desorganización, yiras de ella una
inflamación eliminadora para desprender las
partes muertas que se han convertido ya cu
un cuerpo estraño al organismo.
' Hay dos especies generales de cáusticos, á
saber: •>
l.4 Actuales.
!¿.a Potenciales,
Los cáusticos actuales consisten en la apli-
cacion del fuego, y pertenecen á esta clase
etlñerro y demás metales enrojecidos ó he-
chos ascuas, el carbón muy encendido y todas
las sustancias inflamadas, como la moxa, el
algodón, el cáñamo, etc.
Los cáusticos potenciales se componen de
sales, ácidos y álcalis concentrados, y de cual-
quier otro cuerpo que desorganice sin hallarse
en estado de ignición.
Según el grado de fuerza con que obran
estos cáusticos se dividen también del modo
siguiente:
I ." En catoréricos.'
2..11 En escaróticos.
Los caleréticos obran con suavidad y con
lentitud;
. Los escaróricos, al contrario, actúan can
extraordinaria rapidez y energía.
Caterérieos. Son los medicamentos que
roen con lentitud, destruyen las fungosidades
y cambian el juego orgánico de los tejidos so-
bre que se aplican, dejando en ellos un esti-
mulo nuevo que varia á menudo el carácter ha-
bitual de la enfermedad. Por esta razón las
aplicamos con frecuencia en úlceras que ve-
getan mucho, ó que están sostenidas por al*
guna irritación especial, gue no las deje ua-
minar hácia la cicatrización. En ambos casos
destruimos con los eateréricos la superlicie de
la. úlcera, y damos 'margen á que ¿í .trabajo
orgánico se acerque mas al estado normal.
Se cuentan éntrelos caterérieos lassustan-
cias siguientes:
1. " El precipitado blanco.
2. a El precipitado rojo.
3. " El alumbre crudo.
4. a El alumbre quemado.
5. a Ei cardenillo ó verdete.
6> La cal.
7.a La pomada oxigenada.
Todas estas sustancias gozan de distintas
virtudes; de suerte que son astringentes si se
hallan muy diluidas en agua y son capaces de
pervertir el estímulo herpético cuando se las
984
VEJIGATORIOS- VELACION
982
incorpora con la manteca de cerdo ó con
cualquiera otra grasa análoga.
Por fin, lienen uso como cateréricos algu-
nos zumos vegetales, como el de los higos
verdes, el de la celidonia, el del limón, los
polvos de sabina, de ouforbia, de gengibre, ele,
que los aplicamos para matar verrugas ú otras
excrecencias, para fundir callosidades de los
bordos de las úlceras, para destruir las fungo-
sidades que presentan estas en su superít-
ele, etc.; mas la acción de semejantes reme-
dios es sumamente limitada.
Escarótico s. Llámanso escaróticos aque-
llos medicamentos que roen con prontitud
nuestros (ejidos, los desorganizan y destruyen,
eonvii'tiéndolos en escara. Entendemos pores-
cara una concluí ó pelieula iuorgánica adheri-
da á las partes vivas, resaltante de la destruc-
ción de los vasos y demás parles sólidas que
itau formado cuerpo contiuuu con los líquidas,
lis tan rápida la destrucción que producen es-
tos medicamentos, que cu el mismo momento
de su aplicación sustraen del imperio de la
vitalidad á las partes con que se ponen en
contado, y todas las moléculas mortificadas ya
np son mas que un cuerpo eslraño, cuya se-
paración incita su misma presencia, junta-
mente con el estimulo que lia dejado en las
parles contiguas la acción del cáustico. Y al
paso que los cateréricos no producen comun-
mente desorganización sensible sobre la piel
sana, no asi los escaróticos que destruyen y
¡norlificau indistintamente cualquiera parle
con la que permanezcan en contacto.
Los escaróticos á que ordinariamente se
recurre son los siguientes:
l I.a piedra infernal.
2. " ha potasa sólida ó piedra cáustica.
3. '' La potasa diluida.
'i.0 La manteca de antimonio, ó sea el
muriato de antimonio.
5. " El arsénico blanco, óxido de arsénico
ó ácido arsenioso.
6. " El sulfuro, de arsénico.
7. " El sublimado corrosivo.
8. " 151 nitrato ácido de mercurio.
Por lin, los ácidos minerales, como el sul-
fúrico ó aceite de vitriolo, el nitrico ó agua
fuerte, el rnuriátieo, etc , son todos cáusti-
cos poderosos, y se aplican como la manteca
de antimonio con una paja, bisopo, planchue-
la ó lechino empapados en tales líquidos. Si
por casualidad produjeran un efecto demasia-
du vivo, no hay mas que echar agua en ahun-
dancia sobre la parte que disolviendo mas y
mas el cáustico, aniquila su fuerza.
VELA, (Marina.) Conjunto ó reunión por
costura de varios pedazos de lona, loneta, co-
lonia ó vitre, que unido á su respectiva verga
palo ó estai, y desplegada al viento, da im-
pulso á la embarcación para navegar. Las ve-
las son, ó cuadriláteras ó triangulares: las pri-
meras se gubdividen en cuadrilongas, trape-
cías simétricas y trapezoides. Las cuadrilongas
y trapecias se llaman cuadras ó redondas;
las trapezoides cangrejas, y las triangulares
latinas, que son las tres denominaciones téc-
nicas bajo que todas se conocen. También se
dicen ueias de cruz las cuadras ó redondas, y
velas de cuchillo ó cuchilla las cangrejas y
latinas; debiendo entenderse que los califica-
tivos de cuadra y redonda que convienen á
las primeras, aunque parecen repugnantes ó
contradictorios, son-relativos diciéndose la vela
cuadra, por su ligara, y redonda porque se
marea y bracea por redondo. '
Ademas de estas clasificaciones genéricas
toman algunas otra denominación particular ó
peculiar según el modo con que, síül salir de
su respectiva especie, se aparejan ó preparan
al viento, como Ja tarqnina, la guaira ó de
guaira, la mística, la eje abanico, la llamada
vela al tercio, etc.
También se cuentan entre las velas de cu-
chillo, las llamadas en general velas de eslai
y los'/or¡rues; aquellas son asimismo de la es-
pecie de las trapezoides y adquiere cada una
el titulo de su respectivo palo ó mastelero, á
escepcion de la denominada volante.
Tomando la parte por el todo se entiende
por vela la nave misma.
Dar, hacer, marear, largar vela, es au-
mentar el número de las que se llevan largas,
y dar la vela, hacerse á la vela es levar-
se de cualquier fondeadero y ponerse á nave-
gar, en cuyo caso se dice igualmente ponerse
á la vela, y aun significa lo mismo á veces
el hacer vela, como Jo denota la frase usual
da hacer vela para tal parte.
Cantar vela:' anunciar la vista de alguna
embarcación el vigía de topes ó el que la des-
cubre primero gritando \vela]
Navegará toda vela: llevar largas cuantas
tiene el buque ó permite la posición en que
navega con vientos manejables.
Dice. Mar'ü. Esp.
Las velas en su origen se han hecho de
diversas formas con diferentes especies de te-
jidos y aun de materias, y en la antigüedad se
usaban igualmente redondas, cuadradas, lar-
gas y triangulares. Los egipcios las hacían de
papirus, los bretones del tiempo de César
de cuero y se han hecho de telas de seda,
de algodón, de cáñamo, de juncos entrelaza-
dos, etc. También solian usarse velas de di-
ferentes colores; las de los piratas, por ejem-
plo, eran de color del agua del mar.
VELACHERO. (Marina.] Barco pequeño de
cabotage, con dos palos, el uno á proa con
aparejo de polacra, y el otro en el centro con
vela latina, y en la popa lleva un oaiícuio, que
es una especie de mesaua chica ó cangreja
que usan los faluchos y otras embarcaciones
latinas
VEJACION. (Derecho canónico.) Viene esta
palabra de la latina velare, (cubrir con un ve-
983
VELACION— VELLON
lo), y significa la bendición nupcial que deben
recibir ios desposados, según las leyes de la
Iglesia. Entre las ceremonias que prescribe el
ritual eclesiástico para la bendición nupcial,
"es una él cubrir la cabeza de la esposa y los
hombros del esposo con una bquda ó cinla
como señal ó símbolo de la unión ó vinculo del
matrimonio. So se confiere en todos los tiem-
pos del año la bendición nupcial, pues se sus-,
penden las velaciones desde el principio Mel
Adviento hasta la Epifanía, y desde el dia de
Ceniza hasta la octava de Pascua inclusive,
porque estas épocas están destinadas por la
Iglesia parala penitencia y la oración.
La velación no.es esencial en el matrimo-
nio, el cual puede contraerse en las épocas en
que están cerradas las velaciones, y hacerse
estas después. En lo antiguo no se entregaba
la novia al marido sino después de haberse
velado.
VÉ LITES. Los vélites eran en la milicia ro-
mana en tiempo de la república y antes de la
dictadura de Mario, tropas ligeras, irregulares
al principio, y luego regulares, cuando loma-
ron rango en la\organizaeion de las legiones.
Tito bivio (L XXXYlll, cap. 2 1) nos los pre -
senta marchando á pocos pasos delante de las
enseñas, ante signa módico intervallo vélites
eunl. «Llevan, nos dice, en la mano izquierda
un escudo de tres pies, en la derecha dardos
que lanzan desde lejos y en la cintura una es-
pada, y si necesitan pelear cuerpo á cuerpo,
pasan sus dardos á la mano izquierda y cogen
la espida.» Su nombre no proviene, como
han querido los.etimologistas, de volites [a vo-
lando), que se traducirla por volantes, sino
que se les dió, porque peleaban bajo los'esr
tandartcs, ante signa, sub velis ó wxilis, no
bajo las águilas de las legiones. Enefecto, aun
cuando fueron incorporados en las legiones,
se separaban de ellas pai;a combatir sobre su
frente ó sobre sus alas, como los tiradores,
pero coa sus enseñas, signa ani vela. Ellos
eran los que empeñaban los combates en las
vanguardias por medio de escaramuzas que
los romiinos llamaban velilatio. Durante la ac
clon no tenían puesto lijo, unas veces" á van-
guardia, otras a retaguardia, y otras también
en las tilas y en linea. « Una parto de los véli-
tes se unió á los soldados de las primeras fi-
las, y el resto se mantuvo- detrás,» nos dice
su historiador Tito bivio, el cual nos maui -
fiesta en el lib. XXVI, cap. IV, en qué ocasión
pelearon por primera vez coa la caballería
montados d la grupa y se incorporaron á las
legiones, cuya ocasión fué el siüp de Cápua,
defendida por el ejército de Aníbal. «Se eligie-
ron los vélites mas vigorosos y ligeros. Cada
soldado de caballería recibió a la grupa á un
vélite y !c acostumbraron á sostenerse bien y
echarse á tierra á la primera señal. Cuando
llegan á tiro y a una orden dada, los vélites
ceban pie á tierra, y convertidos repentina-
mente en infantes de ginetes que eran, caen
sobre los escuadrones enemigos y lanzan uno
tras otro. sus dardos con vigor. La novedad de
esía táctica y la sorpresa fueron la causa prin-
cipal del terror del enemigo. La caballería ro-
mana se precipitó sobre los capuenses y car-
tagineses, llenos de espanto, é higo en ellos
horrible carnicería.» Desde entonces el poder
romano tuvo también la superioridad por su
caballería, y los vélites quedaron incoruora-
dos á las legiones; pero dejaron de formar
parte de ellas en la época en que el dictador
Mario hizo algunas reformas en la constitu-
ción del ejército, y aun parece que fueron su-
primidos, y que su servicio, el de vanguar-
dia y de tiradores, se encomendó á soldados
mercenarios, isleños de las Baleares, creten-
ses ó" tractos. LO cierto es que el nombre de
vélites desaparece de la historia y no vuelve
á figurar en ella, aunque con nuevo brillo,
hasta la formación de la guardia imperial en
Francia, después del advenimiento de Sano-
león. Por decreto de 29 do julio de ¡803 se
agregó un batallón de vélites á cada uno de
los dos regimientos de' granaderos y cazado-
res. En 18U5 se crearon nuevos cuerpos, cu-
tre otros, los vélites á caballo, y dos nuevos
batallones de vélites de á pie, que a! año si-
guiente formaron un regimiento. En 1807 se
organizó un batallón de vélites de Florencia
y otro. de vélites de Turki, que se incorporó
en la nueva guardia; si bien los primeros vé-
lites quedaron en la antigua. Por lo demás,
todos contribuyeron eficazmente ú la celebri-
dad de aquella guardia imperial, de inmortal
memoria en los fastos del ejórcijo.
VELLON. (Numismática.] Diósc el nombre
de moneda de vellou por ¡a vez primera á la
de cobre que en tiempo de los reyes Católicos
se mandó labrar, después de abolidas todas
las monedas antiguas, que habían introducido
suma confusión por su variedad.
En efecto, desde la época en que las mo-
nedas-españolas recibieron el nombre demo-
•mptanos, morábanos, morabelinos, ntortó,
maravedís',, según algunos por haberlos in-
troducido los Almorávides y según otros por
ser el dinero cogido á los moros en las bala1
Has, (de moro y botín), desde aquella época,
decimos, fueron tantas y tan distintas las pie-
zas acuñadas cu España basta los reyes Cató-
licos, que toda'via no puede -asegurarse si es-
tán bien deslindados y reconocidos sus va-
lores. -
Los godos habían adoptado la moneda ro-
mana, á ta cual sustituyeron después de la
conquista de Toledo el talento, las libras y on-
zas de oro, los sueldos, los treraesis y dineros.
El talento equivalía ¿'62 libras, la libra lenia
12 onzas de oro y el sueldo era la sesla parle
de la onza. Llamábase sextula,, solidum, nu-
misma, áureo; siendo buenos los sueldos so
denominaban pesantes, bonos, directos y he*
churerus. Cada sueldo de oro equivalía i V\
de plata,
985
VELLON
986
Habia también pesantes de plata, de los
cuales por los años de 731 se obligó el rey
moro de Murcia á pagar 2,000 til de Bauza
en tributo. Según Abulcain los 2,000 valían
60 maravedís, debiendo tenerse presente que
el maravedí era entonces lo mismo que suel-
do.- La mitad del sueldo de oro se llamaba se-
íiiissis; la tercera parte del sueldo se llamaba
tremnús, moneda de la. cual se conservan al-
gunos ejemplares del peso de 31 granos y
juedio, a la ley de 53 quilates y 3 tres granos.
El sueldo de piala tenia 24 siliquas. Cono-
cíase el denario, moneda efectiva de 18 sili-
quas, que valia 10 mimoso dineros de cobre.
También vemos dado al tremes! el nombre
de mtaya de oro.
Hubo el maravedí de oro alfonsi, que equi-
valía á 4 onzas de plata y duró hasta los tiem-
pos de los reyes Católicos.
En 1157, don Fernando !í mandó labrar
las sueldos leoneses, inflad de los de plata.
En 1222, San Fernando labró los sueldos
pepioues, 15 de los cuales valían un maravedí
de oro. En la misma época el sueldo de ovo
alfonsi. se dividía en 10 mügalcs ó metalen.
Don Alonso el Sabio en 1252 introdujo el
sueldo burgalés, del cual entraban 00 en ma-
ravedí de oro. En 125S comenzaron ios suel-
dos llamados comunes, de los cuales entraban
75 en maravedí de oro. Entiéndase que el ma-
ravedí de oro equivale á sueldo de/oro.
Hubo maravedís novenes, 60 de los cuales
componían un maravedí ó sueldo de oro. Tam-
bién se conocían maravedises prietas, de los,
cuales entraban !S en el sueldo de oro. Cada
15 sueldos burgaleses equivalían ú un mara-
vedí blanco borgalés.
Los novenes en 128 1 se dividían en 10 di-
neros, y cada 10' novenos valían un maravedí
burgalés; cada -1 equivalían al maravedf prie-
to; cada 00 al de oro. Llamáronse después
moneda blanca de 10 dineros y en 1387 reci-
bían ia denominación de moneda corriente
imsla que comenzando á decaer su uso se lla-
maban ya viejos en 1390.
■■ los reyes posteriores á don Alonso el Sa-
Mo alteraron mucho la moneda, labrando pie-
zas de talla y ley inferiores qtie.se llamaron
cornados y blancas. Don. Sancho IV, en 1280,
labró los coronados de cobre con uu castillo
y un leou; valia un dinero auligno. En tiempo
de don Fernando IV se acuñaron novenes y
cornados, de los cuales 8 equivalían á uu ma-
ravedí noven. También los labró don Alon-
so Xt en 1333.
_ En 1368, don Enrique 11 estableció una fá-
brica de moneda y labró sesenes' iguales a 6
diuero§; introdujo el real de piala a la ley de
I I dineros, y dictó disposiciones para moneda
de baja ley que fué de tres clases, á saber:
l.° A cada marco de plata se ligaron 3 de co-
bre y se sacaron 70 piezas que valían 3 ma-
ravedises.- 2." A cada mareo de plata se liga-
FWj 7 3| «obre y se labraron. 120 piesas lla-
madas cruzados. 3." A cada marco de piala
se mezclaron ¡ 5 de cobre y se sacar on 4e ca-
da mareo 250 piezas Uaniaáascoronas, Esta di-
versidad de monedas conocidas y confundida s
por el, vulgo con el nombre de maravedís fué
causa de estraordiuaria confusión, aumentada
por los reyes posteriores,
Don Juan I labró lasoiancas ó blancos, que
después se llamaron Mancas viejas, equiva-
lentes á ¡0 dineros, pero eran.de lan baja ley,
que las corles de Burgos y Bribiesca .tuvieron
q ue fijar su valor en 0 dineros, y solo corrie-
ron como de 5.
El mismo rey labró los agnus Dei, moneda
que llevaba el cordero de San Juaneo el anver-
so y la cifra I en el reverso. Valia un noven, y
por edicto de 1391 se mandó recibir por un
cornado de los viejos.
Enrique III quiso reformar la moneda y
'dispuso la acuñación ele blancas y reales de
plata de buena ley, con 3 maravedís de valor
estos últimos y 5-dineros con medio maravedí
las primeras. Se dividió el marco de plata á la
ley de 11 dineros y 4 granos en 2250 mara-
vedises llamados de plata, y se hicieron cuar-
tillos de 8 maravedises y '/s óe plata.
Era la vez primera que aparecía esa frac-
ción de S i/,, tipo que despnes ha sido de
la moneda española durante varios siglos.
Los cuartillos de don Enrique III eran de co-
bre y parle de plata, en la siguiente propor-
ción: G onzas, 3 ochavas, 3 tomines y 2 gra-
nos de cobre con una onza, 4 ochavas, 2 to-
mines y 10 granos de plata fina por cada
marco.
Don Juan II hizo labrar blancas y Enrique IV
florines. Conocióse también entonces el mara-
vedí caliqueño que no era otra cosa que el
cuartillo de 8 maravedises y '/.de plata.
Fu las cortes de Madrigal, porlosaños 147S
los reyes Católicos mandaron acuñar moneda
de oro, con el nombre de águilas, coronas,
castellanos y se lijó el valor del maravedí.-
En 13 de junio de 1497 se diú la pragmá-
tica de Medina del Campo suprimiendo toda la
moneda antigua y so mandó labrar moneda de
vellón,
Para el arreglo se. debía mezclar con cada
marco de cobre 7 granos de plata, á la ley de
1 1 dineros y 4 granos, sacando de él 192 pie-
zas que se llamaron blancas de medio mara-
vedí. Cada 68 de estas piezas o sean 34 ma-
ravedises compusieron el real de plata.
El marco de plata se lijó en 2210 marave-
dises, de modo que constaba de 65 reales de
plata.
El número 34 o sean 8 '/, Pa|'a unidad
de moneda introducido para el cuartillo por
don Enrique III, fué definitivamente adoptado
por los reyes Católicos y desde entonces hasta
la última reforma del sistema monetario ha
prevalecido, dividiéndose mas tarde el real lla-
mado de vellón en .34 maravedises, que venían
á ser con, cgyla, diferencia de igual valor que
987
VELLON—VENAS
las Mancas de los reyes Católicos llamadas
desde un principio moneda de vellón, y de
las cuales corren, aun algunas hoy dia entre la
calderilla.
VELO. (Historia eclesiástica.) Pieza de ga-
za ó de otra tela ligera con que se cubre la
cabeza y una parte de !a cara en ciertas cere-
monias religiosas. Fué costumbre muy gene-
ral entre los pueblos antiguos la de cubrirse
los sacrifleadores la cabeza con la falda do su
vestidura, mientras ejercían sus funciones, lo
cual tenia por objeto evitar que sus miradas
pudieran dirigirse á un lado ó á otro. CorneÜo
Alapide y otros escritores observaron que los
sacerdotes judíos no oraban ni sacrificaban con
la cabeza descubierta ni en el tabernáculo, <n¡
en el templo, sino que se la cubrían con una
tiara que al mismo tiempo era un ornamento.
En los tiempos modernos; el patriarca de
los nestorianos y el de Alejandría ofician con
la cabeza cubierta, asi como los monges de
San Antonio, los coitos, los abisinios y los si-
rios maronitas. En el Oriente, donde no es
costumbre descubrírsela cabeza, no es de es-
trañar que lo mismo se observe en !as cere-
monias religiosas; pero en el Occidente, donde
el descubrirse delante de una persona se tiene
y lia tenido por señal de respeto, no podia ad-
mitirse parecer bien que los- sacerdotes ejer-
ciesen sus funciones, cubierta la cabeza.
En cuanto á lo general de los fieles pres-
cribió San Pablo que los nombres orasen con
la cara descubierta y que las mugeres por el
contrario se cubriesen con un velo, mientras
estuviesen en el templo. En Africa, en tiempo
de Tertuliano, las mugeres no iban á la iglesia
sino tapadas, escepto las doncellas, privilegio
cou que se pretendía honrar ta virginidad; po-
ro á el cual se opusieron Tertuliano y Clemen-
te de Alejandría. En Francia hay provincias
donde ha sido costumbre de tas mugeres ca-
sadas ir á la iglesia con un velo negro y de
las doncellas llevar un velo blanco.
El velo.es una señal distintiva del estado
monástico en las mugeres, y la costumbre de
darlo en seña! de su consagración se remonta
hasta el siglo IV. Y aun hay quien sostenga
que la recepción del velo fué siempre una ce-
remonia fle la profesión religión y que ningu-
na virgen era revestida de él sino en el mo-
mento de pronunciar sua votos.
En cuanto á ía edad que se exigía para que
las jóvenes pudiesen tomar él velo, hubo no
poca variedad, según los siglos. -A principios
del XII exhortaba SanPiego, abad de Cluni, á
sus sucesores, á que no admitiesen en la aba-
día de Marcigny rnuger alguna que no tuviese
veinte años. En el reinado de Felipe el Largo
es de creer que se diera el velo á las jóvenes
d la edad de diez y ocho años, si se atiende á
una carta que se conserva del año 1317; péro
nó quedaban sujetas irrevocablemente á la vi-
da monástica, mientras no recibían la bendi-
ción solemne, lo cual se hacia después.
Eq el templo de Jerasalen había un velo
do una tela preciosa, colgado dedos colom-
ñas, que separaba el santuario ó el Santo de
los Santos, donde estaba el Arca de la Alian-
za, de lo demás del pavimento llamado mera-
mente el Santo. También servia para separar
el arca y el altar en que se quemaban los
perfumes. Este velo fué el que se rasgó de ar-
riba abajo, cuando láilrió 'Jesucristo, circuns-
tancia que pareció muy notable á. los padres
de la Iglesia, y cou lo cual dijeron que mani-
festaba Dios no querer habitar en aquel san-
tuario, debiendo ser destruido no mucho des-
pués el edificio y reemplazando al culto que
había recibido en él otro mas puro.
VENADO. {Historia natural.) Nombre con
que se designa vulgarmente el ciervo común
[cervus elaphus, de Lin.)
VENAS, (Anatomía.) I,as venas ra andan al
corazón la sangre que reciben de las éslremj-
dades arteriales, y en los animales vertebra-
dos que tienen un sistema linfático, el lmmor
que los numerosos vasos de este sistema van
á tomar de todos los puntos del organismo.
En los seres que carecen de este sistema las
venas reciben inmediatamente de los intestinos
el quilo que cuellos se forma, y se apoderan
en todas las demás partes del cuerpo do los
residuos _de la nutrición.
has venas son canales análogos á ks arte-
rias, de las cuales difieren, sin embargo, bajo
muchos conceptos.
Sus paredes, generalmente delgadas y sc-
mitrasparentes, mas gruesas, sin embargo, á
proporción en las pequeñas venas (pie en las
grandes, sejjeprlmen cuando se las corla al
través; son mucho mas ostensibles que las de
las arterias y su densidad es mucho mas con-
siderable. No se hallan rodeadas como osles
últimas de plexos nérveos, compuestos de mu-
chísimos y apretados hieles; pero el corto nú-
mero de nervios, que al parecer le pertene-
cen, siguen, en su mayor parte, su propia
dirección. Sus vasos sanguíneos son también
menos evidentes, si bien la inflamación que
aveces les afecta, demuestra patentemente sn
existencia.
Ademas la vaina celulosa que las envuelve
en la mayor parte de los órganos ó do las re-
giones, consta apenas mas que de dos mem-
branas distintas, una esterna y otra interna.
Su túnica esterna tiene sus libras entrela-
zadas irregularmentc, muy finas, siu aspecto
tendinoso y forma un tejido muy compacto
como el de la membrana interna. Tirando con
fuerza de estas túnicas, se ve que se desarro-
lla este tejido en ambas como un fieltro com-
puesto de largos filamentos sedosos. Mejor que
en el hombre puede hacerse esta observación
con las paredes de la vena axilar del elefante,
La membrana interna de las venas adhiere in-
timamente á la esterna.
Apenas mas que en los troncos mayores
venosos, en las venas cavas délos grandes ma-
VENAS
900
miferos, y en general en todos los vasos pró-
ximos al corazón, se Ven fibras de aspecto
musculoso, estensibles, resistentes , únicos
vestigios do una túnica media que sea fácil
descubrir, en las paredes délas venas.
So con igual facilidad se distinguen estas
Abras en las paredes de las venas cavas de
las aves, pues solo puede observárselas en las
mes de colosales dimensiones. Con efecto, en
el avestruz se pueden distinguir muchísimas
en luda la estension de la vena cava posterior
desapareciendo bruscamente delante de los
ríñones. ,
La túnica inlernaes muy delgada, inuyes-
ícnsible como la externa, lisa en su cara libre,
que forma la pared interna de las venas. En
su textura se notan muchísimas relaciones
cou la de las1 membranas serosas. Es la mas
interesante de las túnicas, puesto que los cana-
les venosos de los huesos, los senos venosos
del cerebro, ele., la presentan como todas las
venas, al paso que la túnica esterna se halla
reemplazada cu los primeros por la dura ma-
dre; y en los huesos por el tejido propio de
estas partes neuro-esquelólicas.
La túnica interna forma en muchísimas ve-
nas varios repliegues semi-lnnares (¡jos á las
paredes de estos por su borde convexo, te-
niendo vuelto hacia el corazón su borde libre.
Estos repliegues sirven de válvulas aplicándo-
se á Jas paredes de las venas para dejar paso
á la sangre que va al corazón, y levantándose
para obstruir, en parteó en totalidad, su canal,
euandodieho fluido loma una dirección opues-
ta. Las válvulas acaban por distinguir de las
arterias la mayor parte de las venas. Todas las
f I m c se hallan sometidas á la presión de los
músculos, presentan estos repliegues, como
asi debía ser, pues de lo contrario, comprimi-
da por estos últimos la sangre, no tendría una
dirección mas determinada en un sentido que
en olro,*y la acción de ios miembros, en vez
de acelerar la circulación, la contendrían, ó
por lo menos la turbarían. Las válvulas faltan
por el contrarío en las venas de Ja mayor par-
te de las visceras; en todo el sistema de la
vena porta; en las venas cavas, 'en las de la
vejiga urinaria, del útero, de los ríñones, de
las cápsulas supra-renalés; en los senos ver-
tebrales, en los del cerebro y en sus venas. A
veces tampoco se tas observa en la ázigos,
pero en general tísne muy pocas lo mismo que
las venas del cuello y de la cabeza. Se hallan
mas aproximadas en las venas de las estremi-
dades inferiores, yíen los vasos pequeños;
mas espaciadas en las grandes, por pares en
estos, 6 lo que es mas raro, de tres en tres, y
son únicas en las primeras, llegando á des-
aparecer enteramente en sus menores ramifi-
caciones.
Estas no difieren sensiblemente de las do
las arterias, con las cuales se comunican, en
términos de que parecen continuación suya.
Tal es el único origen de las venas, que se ve-
rifica en todas las parles del cuerpo donde
reciben la sangre de las arterias. De ahí los
numerosos ramúculos venosos que se reuucn
en ramos mayores, y asi sucesivamente hasta
que forman ramas, y luego los principales tron-
cos cuyo número varia en las diferentes ciases
de animales, como el de los troncos artería-
Ies, pero que van siempre i terminar al cora-
zón. Son mayores y mas numerosas que las
arterias, se anasiomosan con mas frecuencia,
forman hasta asas á la manera de los vasos
linfáticos, y donde quiera redes ú plexos bas-
tante considerables; su distribución es mucho
menos regular que la de los vasos preceden-
tes, y menos comparable á das ramificaciones
de un árbol, fío aumentan con tanta regulari-
dad como disminuyen las arterias, y asi no es
raro encontrar ramos de diámetro mayor que
el do dos ramas reunidas. Las venas de las vis-
ceras siguen su curso al lado de las arterias;
las de los miembros se dividen en superficia-
les y profundas, encontrándose situadas las
primeras debajo de la piel, al paso que las
venas profundas se encuentran metidas á ma-
yor profundidad al lado de las arterias princi-
pales cuya dirección siguen en la mayor parte
de los casos.
Los senos cerebrales, los ázigos y la vena
oftálmica se ven separadas de las arterias y
constituyen por lo tanto una escepcion como
las venas superficiales de los miembros, á es-
ta asociación de las arterias y de las venas
principales.
Esta descripción muy general de las venas
se refiere mas particularmente á la de los ani-
males vertebrados, si bien con algunas res-
tricciones. Asi es que muchos mamíferos y es-
pecialmente el caballo, tienen válvulas en el
origen de los ramos de las venas mesentérica
y hemorroida!, y ademas presentan también
algunas oirás en las venas del bazo. Téselas,
igualmente en los pulmones del perro y de la
oveja. Tales son por lo menos los resultados
de fas investigaciones de Ilaller. Mr. Mayor
encontró unas valvulítas muy pequeñas en las
venas pulmonares del liombre y del buey, y
Mr. Lauth en las del caballo.
La distribución general de las ramas y de
los ramos -venosos es muy análoga á la de las
arterias, con la diferencia de que el número
de las primeras, en las estremidades, y el de
las últimas en todos los órganos, os mucho
mas considerable. En cuanto á ,sus troncos
principales ya no admiten la misma compara-
ción con los de las arterías.
De las venas de los mamíferos, y particu-
larmente de las venas del cuerpo. Esta pri-
mera división comprende-las venas que van al
seno derecho, ó á la aurícula también del mis-
mo lado del corazón.
Principiemos por el hombre. En él se ob-
servan los siguientes vasos:
1." Las venas del corazón, délas cuales Ja
principal, ó la grande vena coronaria, después
i»
de haber pasado por la caía superior del cora- j
zoii se abre en la parte superior y posterior de
la aurícula derecha; recibe la tifcyoí parte de
las demás venas del coraron, hasta la vena me-
dia que se halla alojada en el surco de la cara
inferior de esta viscera.. Esta última tiene á ve-
ces una embocadura distinta en la misma au-
rícula. Otros ramos mas pequeños y en núme-
ro indeterminado, tienen también orificios muy
diminutos en esta cavidad,
2." y 3.° Otros dos troncos mucho mas
considerables , las venas cavas superior ó in-
férior, van ála misma aurícula. La primera ve-
na conduce la sangre de la cabeza y del cue-
llo, de las estremidades superiores, de las pa-
redes del pecho y el nutricio de los pulmones,
y la segunda recibe la de las visceras del ab-
domen, de las paredes de esta cavidad y de
las estreñí idades inferiores, es decir, de todas
las partes situadas debajo del diafragma.
La vena cava superior principia al nivel
deí cartílago de la primera costilla, por la
reunión de las dos subclavias, y termina en la.
parte superior de la aurícula derecha.
Las venas que á ellas abocan ya mediata,
ya inmediatamente, son las siguientes:
a. La ázigos.
b. Las subclavias.
c. La yugular interna.
d. La yugular esterna.
e. Las axilares,
La ázigos, que principia en el bajo vientre
merced á algunos ramos de la vena cava infe-
rior, de la emulgente derecha y de las lumba-
res, pasa al pecho con la aorta y el canal to-
rácico y recibe sucesivamente las intercosta-
les del lado derecho, la bronquial derecha y a
veces la intercostal superior. La semi-ázigos,
cuyo origen es el mismo , reime parte de las
mismas venas del lado izquierdo, reuniéndose
mas 6 menos pronto con la anterior. Formado
por todas estas raices, sé junta el tronco déla
ázigos con la vena cava superior , inmediata
. mente delante de su entrada en el peri-
cardio.
Las subclavias principian á la altura de la
primera costilla y se reúnen para formar la ve-
na Cava'en el sitio mas arriba indicado. Estas
dos venas no reciben absolutamente las mis-
mas ramas. Asi es que la asilar izquierda, la
mamaria interna de este lado, la vertebral, la
tiroidea inferior y las yugulares esternas é in-
ternas van todas á abocar á la subclavia iz-
quierda, al paso que la mamaria 'interna dere-
cha,' á vences la intercostal superior, y basta la
tiroidea inferior van inmediatamente á des-
aguar á la vena cava superior ú ála ázigos.
La yugular interna baja del agujero rasga-
do posterior, del que recibe la sangre de los
senos cerebrales, por los lados del cuello, y
renne sucesivamente una considerable rama de
la yugular esterna, la labial, la farlngica y la
lingual, que abocan á ella por un ramo común,
y la tiroidea superior, análogas todas, á es-
002
cepcion de la primera, á las arterias del mis-
mo nombre.
La yugular estoma se halla formada porlas
venas correspondientes álas arterias que dala
carótida esterna, á escopcion de la meníngea
media, que no tiene venas análogas, y porlas
venas precedentes que van á la yugular inter-
na. La primera se cstiendedesde él interior de
la glándula parótida á la vena subclavia donde
termina mas al esterior que la yugular inter-
na. Añadamos que también recibo venas que
corresponden á las arterias cervicales.
Las axilares qtie acompañan á las arterias
del mismo nombre y de las cuales son propia-
mente la continuación las subclavias, vierten
en estas la sangre de las estremidades supe-
riores y una porción de la qne vuelve de los
tegumentos y de los músculos del pecho por
las venas torácicas, escápulas* común, circun-
flejas, etc., semejantes á las arterias del mis-
mo nombre, y por las venas brat[uiales. Estas,
en número de dos para cada miembro, situa-
das cu los lados do la arteria correspondiente,
que la abrazati por ramos que se envían mu-
tuamente, tienen divisiones absolutamente sc-
mejantes á las de esta arteria á la cual acompa-
ñan en toda su ostensión. Las dos braquialesse
reúnen frente por frente del tendón del gran
pectoral en un solo tronco que es el origen de
la axilar. Por fin , esta última vena recibe la
sangre de las estremidades superiores por dos
vasos venosos que no tienen arterias análogas
ila basílica y la' Cefálica) , cuya distribución,
bastante' variable, se verifica • principalmente
en la superficie del antebrazo y dt la mano,
terminando en la axilar cerca de su origen.
La vena cava inferior formada por la reu-
nión de las elos iliacas primitivas, frente por
frente de la extremidad de la aorta, sube á la
derecha do esta, atraviesa el borde posterior
del hígado, luego la porción tendinosa del dia-
fragma, llega al pecho, penetra casi acto con-
tinuo en el pericardio y vaá terminar alabar-
te inferior déla aurícula derecha. Su diámetro
es mas considerable que el du la vena cava
superior, y en el trayecto que acabamos do
indicar recibe sucesivamente los vasos si-
guientes:
I .*; La sacra media.
2. ° Las lumbares.
3. ° Las espermáticas, si bieu la izquierda
suelo terminar con mas frecuencia en la renal.
í." Las renales ó emulgenles que abocan
también á veces á las renales, particularmen-
te la izquierda.
5. " Las' venas bepátic'as,
6. ° Las diafragtmüicas inferiores.
Todas estas venas tienen una distribución
análoga á la de las arterias , salvo las esper-
máticas, que á su tiempo daremos á conocer,
y las hepáticas, cuyas raices corresponden mas
bien á las ramificaciones de la vena porta que
á las délas arterias hepáticas.
Las iliacas primitivas, cuya reunión forma
VENAS
VENA.S
la vena cava inferior, nacen dedos ramas prin-
C3ip;tles c[iie se unen enfrente de la sinflsis sa-
cro-iliaca. Talca son las venas iliacas esternas
g ¡iilernas, formadas por venas que correspon-
den ú las arterias del mismo nombre, y ade-
mas las dos venas sal'cnas que van á la prime-
ra, y son para las estreraidades inferinres [o
que la basílica y la cefálica para ¡os miembros
superiores.
Después de hecho el estudio en el hombre
vamos á hacerlo aliara en los demás mamífe-
ros, para conlinnarlo luego en Jas otras tres
clases de animales vertebrados, es decir, las'
aves, los reptiles y los peces.
¡)a los [roncos venosos -principales en ge-
neral en los mamíferos- Las venas del cuer-
po llenen la mayor semejanza en su distribu-
ción principal con las del hombre. Bien pudié-
ramos llegar á decir que varían menos que las
arlcrias. Asi es que mientras que la aorta ab-
dominal, en vez de dividirse en ilíacas primi-
tivas, solo da las ilíacas esternas bifurcándo-
se, al paso que las iliacas internas nacen de un
tronco común situado en el centro de la bifur-
cación de los dos primeros, no presenlan las
venas una distribución análoga, sino que se
reúnen como de ordinario.
En voz de una sola vena cava anterior, al-
gunos animales tienen dos, una á cada lado,
ofreciendo el derecho la situación y la inser-
ción ordinarias, mientras que el izquierdo pa-
ga el surco que separa labasedeleorazon de la
aurícula izquierda , y le corre hasla la aurícu-
la derecha cuya parle superior é izquierda atra-
viesa, de modo que se ve su orificio en esta au-
rícula1, muy cerca de la embocadura de ¡esta en
el ventrículo. Tal es lo que se observa, entre
otros, en el vespertilio marino, en el puerco
espin, en la mayor parte de los roedores, en
el elefante y en el ornitorinco.
Una particularidad muy notable de una de,
las venus afluentes de la vena cava anterior, es
la (pie presenta, en muchos1 mamíferos, la yu-
gular esterna. Recibe buena parle de la sangre
del cerebi'o por el canal temporal , al que se
dirige el' ramo anterior del seno trasverso, y
solo una mínima parte de la sangre del cere-
bro flnyepor el agujero yugular, pues también
admite una cantidad bastante considerable la
vena vertebral que se une igualmente á la yu-
gular esterna.
Esta disposición de las venas vertebrales
se nota en todos los animales invernantes, pe-
ro apresurémonos á añadir que otros muchos
niainifcros roedores, desdentados, rumiantes,
paquidermos y carniceros, animales todos que
no se aletargan, la ofrecen igualmente,. Al pa-
recer depende mas esencialmente de la situa-
ción y de la dirección de la cabeza. Tenemos,
pues, una diferencia entre el hombre y los ma-
míferos, enlazada mas bien con la estación
cuadrúpeda, propia de estos últimos, que con
la causa fute obliga á ciertos mamíferos ,á ale-
targarse por el frió del invierno.
¿2'12 lílllUOTüOA !>0IM¡MU>
Vamos á ver ahora las particularidades que
ofrece la vena cava posterior en los mamíferos
que se zambullen en el agua.
La vena cava posterior presenta en la foca
una estructura tanto mas notable cuanto que
parece que depende de la facultad que poseo
este animal en alto grado de sumergirse en el
agua. Esta vena mide un volumen regular an-
tes de pasar detrás del líquido; pero luego que
llega á este punto, forma un seno voluminoso
en el cual descargan cinco gruesas venas he-
páticas, estendiéndose hasta el diafragma, ilfas
allá de este tabique, es decir, en el peciio,
la misma vena no lieue un desarrollo estraor-
dinario que llarne la atención.
El gran seno hepático de la vena cava se
observa eu todos los mamíferos que van fre-
cuentemente al agua, pero en ninguno se no-
la la capacidad proporcional qué acabamos de
indicar. Principia en la luirá, cuando la vena
cava inferior atraviesa ellpbalo derecho, lue-
go el lóbulo derecho del hígado y termina en
el momento mismo en que pasa esta vena al
Ira vés del diafragma.
lina dilatación análoga se ve en la vena ca-
va hepática del desmán délos Pirineos, y tam-
bién en el desmán de Rusia, según ef decir de
Pallas. Preséntase igualmente en la rata de
agua, en el castor y hasta en el ornitorinco.
La intervención de la ázigos y la existencia
de una vena de este nombre en el lado iz-
quierdo, son bastante variables, pero sabido
es también que las mismas circunstancias va-
rían en el hombre. Be consiguiente no mere-
ce esto la pena de que nos entretengamos en
su descripción.
En los cetáceos el sistema venoso presenta
generalmente un desarrollo proporcional, toda-
vía mayor que el sistema arterial,' notándose
esa distribución en forma de red, pero de una
manera aun mas marcada que la que hemos ya
indicado.
Las venas del dclün y del marsuíno, á es-
cepcion de ¡os troncos principales, muestran
donde quiera, en vez de simples rarain'cacio-
nes, frecuentes anastomosis entre sus ramas,
sus ramos y sus ramúsculos, formando asi nu-
merosas redes. -
Carecen al parecer de válvulas y sus pare-
des son mas gruesas que de ordinario, al con-
trario de lo que se ve en las arterias, que son
mas delgadas.
Las redes venosas no corresponden sieni-
pre-á redes arteriales análogas; como que las
nías considerables no tienen entre estas úl-
timas ninguna que le sea correspondiente.
Las frecuentes anastomosis queheruos men-
cionado ya, dan margen á que las principales
partes del sistema venoso, la vena cava ante-
rior, la vena cava posterior, la vena pulmonar
y la vena porta, tengan entre si mas repeti-
das comunicaciones que de ordinario. Las que
se observan entre las venas cavas anterior y
posterior, están establecidas principalmente
T. XXXIíl. 63
9Sá
por medio de los senos vertebrales. Consisten
estos en dos largas cavidades situadas debajo
de la médula espinal, en el cnnal vertebral, y
abiertas detrás en la vena cava posterior. Por
delante se reúnen en uno solo, cuyo diámetro
es doble que el de la médula, formando en
gran parte el tronco sumamente grueso de una
ázigosmuy corta. Este tronco se compone tam-
bién, aunque en su mínima parte, de los pie-
sos venosos intercostales de cada lado.
Otro carácter del sistema venoso de los ce-
táceos es el corto desarrollo, el pequeño diá-
metro proporcional de las arterias y de las ve-
nas que van á la capa de grasa subcutánea y á
la piel. Esla capa gruesa de adiposidad y lá
naturaleza misma de la piel, hacen inepto é
impropio este tegumento para la especie de
respiración y para las funcionesde absorción y
de exhalación de que es susceptible en los ma-
míferos, en los .cuales esta rnas desarrollado,
su sistema sanguíneo. He ahi laesplicacion de
la pequeña proporción del sistema sanguíneo
cutáneo en los cetáceos. '
Las venas de la cabeza componen general-
mente plexos muy complicados, que se reúnen
luego en ramas principales para afluir á las
dos yugulares. Los plexos mas notables que se
hallan en este caso, son el que rodea el oido
y el que corresponde á la mandíbula in-
ferior.
Las venas de la cola forman una red que se
ve, con la de la arteria caudal, en el canal que
forman las apófisis espinosas inferiores. Es el
plexo venoso caudal que aboca en gran parlo
á la rama derecha de la vena cava posterior.
Esla vena recibe también el plexo del recto,
notable porque pone en comunicación la vena
cava con la vena porta. La región lumbar se
halla ocupada por otros tres plexos considera-
bles á cada lado, el uno superficial, compren-
didos en el peritoneo de esta parte; el otro
medio estendido encima del psoas, y el terce-
ro recubierío por este músculo, se halla situa-
do debajo de las apófisis trasversas de las vér-
tebras lumbares.
Estos numerosos plexos sirven, no solo pa-
ra contener la gran cantidad de sangre que
poseen los cetáceos, sino también para facili-
tar su movimiento por una parte, cuando se
viese interrumpido por otra. ¡Tal debe ser el
efnclo de las numerosas comunicaciones que
establecen entre todas las partes del sistema
vascular!
De las venas pulmonares, ó de las venas
<jue van al seno de este nombre lo mismo en
fl hombre que en los mamíferos. Estas ve-
nas llegan, después de su salida de los pulmo-
nes, al número de cuatro, dos á cada lado, una
superior que baja hacia la aurícula izquierda
por delante de la correspondiente rama arte-
rial, y otra inferior que sube al encuentro de
la misma aurícula. Las del lado derecho tienen
que recorrer un camino mas largo qne las del
lado Izquierdo para llegar al mismo punto. To-
898
das cuatro se reúnen en la parte superior de
esla cavidad. Su diámetro no esuede del de las
arterias pulmonares. En cuanto á los mamlfe.
ros no se observa que varien por el número do
raices que fes forman, número que se halla en
relación con el de los lóbulos de cada
pulmoh.
De las venas de las aves. Poco tenemos
qne decir acerca de las venas del cuerpo. Las
femorales no entran en la pelvis por la esco-
tadura iaquiática, ni acompañan, por consi-
guiente, á las arterias de esle nombre. Siguen
el mismo trayecto que en los naainiferos, míe
es el del arco crural. Luego que llegan' á la
pelvis, se reúnen con las emutgentes, liis'ciia-
les á su vez se absorbieron en sí las venas del
cóccix y del interior de esta cavidad.
Los dos troncos que de abi se originan ara-
da lado se confunden en uno solo, cu frente
de la porción mas anterior de los riñónos.
Aqui es donde principia la vena cava posterior
recibiendo inmediatamente las venas genitales
ó espermnlicas en el macho y las del ovario
en la hembra. Desde alli atraviesa esla vena
el lóbulo derecho del hígado, recibe las venas
hepáticas que corresponden á esle lóbulo, y
encuentra, luego que le pasó, el tronco comnn
de las mismas venas hepáticas del lóbulo iz-
quierdo, terminando en el seno común de las
venas del cuerpo. Tal es por lo menos lo que
de ordinario se observa. Pero en el avestruz
lodas las hepáticas van á la vena cava cuando
aun se halla envuelta por la sustancia del hí-
gado. En los somormujos se verifica á la sali-
da de esta viscera recibiendo entonces las dos
principales venas'bcpáticas, una para cada ló-
bulo, si bien otras muchas menos considera-
bles abocan á la misma mientras la rodea aun
el higado.
Esta vena tiene por otra parle, en las aves
que últimamente hemos cilado, un diámetro
muy considerable en toda la porción correspon-
diente al higado, y forma una especie do re-
servarlo análogo al que hemos descrito cu la
foca.
Aunque la descripción anterior comprende
las principales circunstancias concernienlesal
origen de la vena cava inferior, y la designa-
ción de tos ramos y de las ramas que á ella
alluyen, procuráremos completar la idea que
debemos formarnos de este árbol venoso, des-
cribiéndole muy sucintamente cu el gallo.
La vena cava inferior tiene por lo visto su
primer origen en el tronco por dos venas cau-
dales que suben, acercándose la una áln otra,
desdo la estremidad del cóccix en la pelvis.
Cada una de estas dos venas se uno con una
bipogáslrica del mismo lado, la cual retine los
vasos venosos de la cloaca, de las paredes de
Ja pelvis y. de- los canales deferentes. Los dos
troncos que resultan de la, reunión de las coc-
cígeas con las hipogástricas, comunican por
una corta rama transversal. Continúan en se-
guida avanzando hacia cada riñon, recibiendo
VENAS
997
VENAS
99S
á cada 'instante ramos que salen de ios tron-
óos ínter-vertebrales, y abocando por Un al pa-
recer ¡i tas dos ramas de la inesentcrica poste-
rior. Esta, recibe la sangre del recto por un ar-
ijo posterior, pero nace también, de otro arco
anterior que enlaza sus ramos con los de la
mesentérica anterior, que pertenecen á la vena
'porta. El tronco, compuesto de estas ramifica-
ciones, se bifurca al aproximarse á la estremí-
dad posterior de los ríñones, y recibe, confor-
me acabamos de decirlo, las venas de ta pel-
vis. Ciiíla una de las ramas de esta bifurcación
avanza por encima del riñon mas cerca de su
borde interno que del estenio, agregándosele
muchísimos ramos vertebrales, l'or su parlo
penetra osla vena en la sustancia del riñon, va
recibiendo á'su paso las pequeñas renales, la
jgqúífiUca, reuniéndose por ñiliino con la cru-
ral, I.a vena que resulla de ahí definilivamen
le, á t\da lado, recibe una rama formada por
las renales anteriores y muebas vertebrales,
listos dos troncos se confunden en la linca me-
dia para coniponor la vena cava inferior, can-
forme liemos ospueslo en nuestra descripción
general.
En esta descripción, y en la mas particular
rpie acabamos de bacer, no liemos designado
como venas aferentes para el riñon, los ramos
que afluyen á la rama venosa que penetra en
la sustancia de este órgano, l'or nuestra parte
participamos de la opinión de los señores Cu-
vicr y Meckel, quienes no admiten, como
Mr. Jacobson, vena porta para los ríñones de
las aves.
Hay dos venas cavas superiores que reco-
gen cada una las venas de su lado; la izquier-
da se abre en el seno, muy cerca de su era
tocadura en el ventrículo; al paso que la dore
día liene su orificio situado como el de la ve-
na cava superior de los mamíferos.
Las venas pulmonares no ofrecen particu-
laridad alguna. Su diámetro es casi igual al de
las arterias.
Meckel vio en las venas pulmonares de la
avéstrsi y del canario, en los puntos de unión
ilo los ramos, varios repliegues valvulares sen-
cillos muy pronunciados.
Da los venas de los reptiles. Sus paredes
son sumamente dejgadas, y solo descubren fi-
bras en los gruesos troncos de los reptiles de
mayor tamaño.
Las de los quelonios y de los cocodrílidos
ofrecen algunas válvulas; pero. basta ahora no
ha sido posible comprobar su existencia en
las venas de los ofidios, y por eso se observa
que se las puede inyectar fácilmente en todos
scnl'ulos. Lo mismo que en las demasclases de
vertebrados, las venas de los reptiles son mas
numerosas que las arterias; sus anastomosis
pon mas frecuentes, y el conjunto del sistema
que forman representa mas bien una red. que
un árbol. Como la circulación de los reptiles
no se baila circunscrita á una sola dirección
bien determinada, al través de los pulmones,
como en los mamíferos y en las aves; jamás
so encuentra recargado de sangre el sistema
venoso conforme so verifica en estas dos últi-
mas clases, cuando se suspende la respiración.
Por eso sin duda parecen en general menores
las venas, relativamente á las arterias, que en
las dos clases de vertebrados de circulación
doble. Tampoco ofrecen esos reservónos que
hemos descrito en los troncos venosos de los
mamíferos qne pueden permanecer mas ó me-
nos tiempo dentro del agua, reservónos de
que encontraremos ejemplo en los peces, cu-
ya circulación se veriüca por una sola vía al
través dé las branquias
Como el sistema venoso presenta diferen-
tes modificaciones según se le estudie en uno
ú otro orden de la clase de los reptiles, va-
mos á proceder á su estudio en el siguiente
orden:
1. " Quelonios.
2. " Saurios en general.
3. " Cocodrilos en particular.
4 " Ofidios.
5." Batracios.
Principiaremos por las veuas del cuerpo,
para pasar luego á los veuas pulmonares.
De las venas det cuerpo en los quelo-
nios. Los quelonios tienen dos venas cavas •
posteriores que atraviesan ¿ cada lado el hí-
gado recibiendo á su paso una multitud do pe-
queñás veuas hepáticas. Inmediatamente de
salidas del hígado, se juntan con la vena cava
anterior del mismo lado, ó con el, tronco co-
mún de la yugular y déla subclavia, abriéndo-
se todas en una especie de reservorio que co-
munica con la aurícula derecha por una embo-
cadura en forma de hendidura orillada por dos
válvulas.
Sin embargo-, esta descripción es suma-
mente" sucinta de Cuvier, á la cual hemos creí-
do que debíamos atenernos y limitarnos, exi-
ge sin embargo, algunas rectificaciones y va-
rios desenvolvimientos..
Las dos venas determinadas corno cavas
posteriores son las venas umbilicales de Boja-
nus, las análogas de la abdominal única ó me-
dia de los batracios, y confluyen replegándose
al encuentro la. una de la otra y tomando una
dirección trasversal, en el istmo medio que
reúne los lóbulos laterales del hígado. A esto
tronco único y trasverso abocan las dos venas
abdominales que ven rigor no son mas que ra-
mas suyas que admiten de todas partes las ve-
nas de los órganos de quiliticaciou que com-
ponen esencialmente la vena porta en los ma-
míferos. A su tiempo volveremos á tratar de
esto cuando describamos la vena porta.
Las venas abdominales comunican, por un
ramo pectoral, con uuu intercostal, y por ella
con un ramo cervical de la yugular.
Cada vena abdominal tiene ademas una
anastomosis posterior con la intercostal co-
mún inferior; por otra parte es continuación
de la ilíaca, que recibo la sangre de la femó-
fi99
VENAS
1000
ral, de la ilíaca circunflexa, de la isquíática, , venoso de los cocodrílidos se separa, bajo mu-
de la caudal, de la hipogástrica, de las rena- ' chos conceptos, de esta descripción general"
Las dos venas cavas anteriores no son pro-
piamente mas que la continuación de las yu-
gulares, con las cuales se unen primero la axi-
lar ó mas bien su prolongación, la subclavia
y trascurrido un corto intervalo, laázigosdeí
mismo lado.
les, por la estremidad descendente del tronco
de la ázigos. Esta, después de haberse anas-
tomosudo delante del pecho .con un ramo cer-
vical de la yugular, conduce al parecer ¡a
sangre de delante atrás, á juzgar por el aumen-
to sucesivo de su calibre, a medida que recibe
las venas intercostales, las musculares del
dorso, y de los ramos de las vertebrales. Su
tronco, al bajar hácia el riñon, se anastomosa
con una véua genital, y se junta con la hipo-
gástrica para constituir la iliaca. He aquí, pues,
una ordenación, una distribución del sistema
venoso, y principalmente del de la cola, de las
estretnidades posteriores y del tronco, que
determina la dirección de la sangre hácia el
hígado, y que da márgeu á que esta vena ab-
dominal y su gran sistema, sean relativamen-
te al hígado, lo que la arteria pulmonar es pa-
ra los pulmones.
üna vena genital que hemos dicho se anas-
tomosaba con el tronco al bajar de la ázigos,
se dirige hácia el hígado; pero atraviesa su ló-
bulo derecho, á la manera de una vena cava,
recibe en su trayecto muchas pequeñas venas
hepáticas y termina inmediatamente, al salir
del hígado , en el seno común de las venas
del cuerpo. A este seno abocan directamente
los principales ramos hepáticos del istmo del
hígado y de su lóbulo izquierdo.
De las venas del cuerpo en los saurios en
(¡emral. En los saurios y en los olidios, no
hay mas que una vena cava posterior y dos an-
teriores, de las cuales las del lado izquierdo
pasan por encima del corazón, de izquierda á
derecha, dirigiéndose al reservorió común al
lado de la vena cava posterior. Este reservorió
análogo al que se ha observado en los quélo-
nios, tiene también su entrada en la aurícula
derecha, en forma de hendidura y orillada
por dos válvulas.
La vena cava posterior principia, en los
dos órdenes citados, mas allá de los ríñones
por la reunión de las dos veñas renales inter-
nas, es decir las renales aferentes de Ja-
cobson.
A su tiempo veremos, cuando describamos
la vena porta de estos animales, que parle de
Ja sangre de las estremidades posteriores, de
la cola y de las paredes . abdominales, en los
saurios, ó de la cola y de las paredes abdomi-
nales en los ofidios, se puede desviar en esta
vena por la secreción de la bilis.
la de la cola en los ofidios, del tiipogás-
trico y de una rama de la femoral en los sau-
rios, no llega á la vena cava, según Mr. Jacob-
son, sino después de haber recorrido de detrás
adelante las renales esternas que se compor-
tan con respecto á los ríñones como una ve-
na porta , ramificándose en ellos á la manera
de las arterias.
Del sistema venoso del cuerpo en los coco-
drílidos. A nuestro modo de ver el sistema
Las yugulares principian á encontrarse en
los lados del cuello, inmediatamente detrás de
las mandíbulas. Toman su origen en un plexo
occipital al cual se reúne un plexo espinal.
La vena cava posterior se halla formada
por la continuación media do la vena caudal.
Es ya bastante considerable ála altura de la'
parte posterior de los ríñones, y recibe suce-
sivamente de estos órganos tres venas renales
antes de llegará los testículos.
Otra vena renal que sale de la estremidad
posterior de los ríñones se'dirige directamente
hácia atrás al encuentro de una continuación
lateral de la caudal, que se vuelve ahdominal
y podria pasar por la análoga de la abdominal
de los batracios.
La vena cava posterior pasa mas allá de los
testículos, llega al lóbulo derecho del hígado,
recibe las venas, hepáticas de este lóbulo, lue-
go un tronco que retine las hepáticas del ló-
bulo izquierdo y del islmo del higado y pene-
tra inmediatamente en el pericardio y en la au-
rícula derecha donde termina.
Sistema venoso en la generalidad de los
saurios. Las venas de las partes anteriores
no se reúnen siempre en dos troncos distintos
que podríamos considerar como dos venas ca-
vas. En el lagarto verde la yugular interna
termina inmediatamente en, la aurícula dere-
cha, entre otros dos troncos muy cortos for-
mados por la reunión de la yugular interna y
de la axilar de cada lado.
La vena cava posterior se compone parti-
cularmente al parecer de la reunión de las re-
nales anteriores y de las venas genitale?. Una
vena abdominal de cada lado que va al hígado
y finaliza en el tronco- de la vena porta, reci-
be de las Venas de las estremidades posterio-
res y de la caudal, de lás vesicales, de las re-
nales posteriores, parte de su sangre, como
en el caso precedente.
Venas del cuerpo en los ofidios. Las ve-
nas cavas anteriores de los ofidios no son pro-
piamente mas que yugulares. Tienen ademas
de esto dos ázigos, una que se junta can las
intercostalcs-delante del corazón y otra detrás.
Estas dos venas afluyan á la aurícula derecha
al lado de la yugular del mismo nombre. Pa-
rece que es necesaria su presencia por la si-
tuación de las venas cavas, bastante lejos tic
la columna vertebral y un poco inferiormeule.
La vena cava posterior se halla formada
esencialmente por las renales internas vías ra-
nales eferentes de .lacobsonl. Con efecto, veso
que nace en la estremidad posterior de cada ri-
ñon, en el lado interno, un ramo venoso pric-
VENAS
1002
cipal, que engruesa á medida que avanza di'-
rin-iéndose hacia la eslremidad opuesta de es!e
órgano, siguiendo su borde interno." Recibe
sucesivamente los ramos 'que salen de la sus-
Innciude cada lóbulo del riñon, donde se pue-
den fácilmente seguir los numerosos ramús-
cidos que absorben. Inmediatamente mas allá
del riñon mas alto, que es el derecho, la re-
nal interna de este lado se reúne con la inter-
na izquierda, recibiendo delante, antes de su
unión con su simétrica varias intercostales
considerahies.
A(|ui corresponde la descripción de otras
dos venas venales (las renales esternas) que se
distribuyen en los ríñones á la oianera de las
arterias, según Mr. Jaeobson, en vez de nacer
en ellos como las anteriores. En esto supuesto
son una continuación de las caudales y se ra-
mifican en cada riñon costeando la cara esterna
lie dichos órganos.
Con efecto, las caudales traen la sangre de
ia cola y de los órganos de copulación en los
machos, salvan el ano, penetran en la cavidad
abdominal, reciben ia sangre de las vertebra-
les correspondientes , y avanzan Inicia los li-
nones para eouFundirsc con las renales ester-
nas. Pero se puede describirlas, si se quiere,
cuino venas renales eferentes, en las cuales
tuviere la sangre su dirección de delante
atrás.
Eneste^segundo supnesto, nacerían de un
débil ramílo £i\ la esfrem'ulad anterior de ca-
da riñon; este rumo va engruesando dirigién-
dose hacia atrás á lo largo de la cara esterna
y superior de estos órganos, y recibiendo los
ramos de los lóbulos sucesivos de que se com-
ponen y (¡iie cada renal atravesaría en su mar-
cha retrógrada.
Si ol tronco de las renales esternas se
confunde al parecer, por un lado, con las cau-
dales, por otra se continúa á todas luces con
dos ramas que se reúnen muy pronto en un
SOid tronco. Esto último sigúela dirección del
intestino grueso y forma el origen de la vena
mesentérica, que propiamente es aquí la vena
porta.
Bajo este pimío de vista, pues, se dfri Je la
sangre de los ríñones en dos direcciones con-
trarias al salir de estos órganos y al circular
de detrás adelante por bis renales internas,
para ir directamente al corazón al través de
las venas cavas posteriores. Al moverse por
el contrario de delante atrás, por las renales
esternas, se dirige, con la de la eola. y de los
órganos estemos de la generación al sistema
de la vena porla hepática.
Si consideramos las renales esternas como
aferentes y como formando una vena porta re-
nal, deberemos suponer siempre que la san-
gre [Hiede tener un Unjo ó un reflujo, litóla
uno ñ otro sistema porta, Inicia los 'ríñones ó
hacia el hígado, por las dos venas comunican-
tes orígenes de la mesentérica posterior ó de
la vena porta.
has inyecciones con el 'mercurio penetran
fácilmente desde una de las renales á las otras
tres, verdad es que llenando todo él sistema
venoso abdominal, comprendiendo en él tam-
bién el de la vena porta. Pero no se ve comu-
nicación alguna directa entre los ramúseulos
de una renal esterna y los de la interna del
mismo lado y reciprocamente. ¿Está aparente
separación será un argumento en favor de la
opinión de los que sostienen que una ,de las
dos es aferente y otra eferente? Claro está que
este ponto tan interesante requiere nuevos es-
perinicntos sobre los animales vivos. para su
completo esclarecimiento.
En los batracios. En los batracios tienen
las venas una distribución muy comparable
con la de las arterias, lo cual depende de que
t odas van i una sola aurícula, asi como las úl-
timas nacen todas de un solo ventrículo. Hay
dos venas cavas anteriores que reciben la san-
gre de la cabeza, del corazón, do las éstremi-
dades anteriores y de las venas auálogas á las
mamarias esternas, que son- muy considerables
y se estienden debajo de la piel hasta las in-
gles; y una vena cava posterior que recoge las
venas de las demás partes.
, Muchas particularidades hay que notar en
la circunscripción y distribución del sistema
do la vena cava posterior y en las relaciones
con el déla vena porta.. La cava posterior nace,
como en los ofidios, etc., de las dos venas re-
nales internas ó anteriores (las renales eferen-
tes de Jaeobson).
Principian en la estremidad interna de cada
riñon por un ramo principal que avanza "en
esta posición, aumentando poco apoco de diá-
metro, á medida que recibe los ramúscnlos que
salen de la sustancia de los ríñones. Las dos
renales internas se envían, en su trayecto,
venus unaslomósieas y se confunden delante
délos ríñones para formar un tronco único
que es el principio de la cava posterior.
Hay también dos renales esternas (las afe-
rentes de Jaeobson) que nacen de la estremi-
dad anterior de los riñónos del lado estenio,
•asi como las internas salen detrás del lado
opuesto. Se dirigen en sentido inverso, es
decir, de delante atrás, reciben igualmen-
te varios ramñscu los del interior dolos ríñones,
encuentran posteriormente las caudales y aflu-
yen juntas á una vena que aboca á la crural,
en el ponto en que se continúa para formar
una de las dos raices de !a abdominal.
Esta es una vena impar muy notable (pie
naco de cada crural, las cuales se dirigen há-
cia abajo y la linea media abdominal, reunién-
dose aquí en un solo tronco, qúe avanza en-
tre el peritoneo y los músculos abdominales
hasta dar coa el liigado á cuyos dos lóbulos
da una rama al bifurcarse antes de penetrar
en el. Estas ramas déla vena abdominal se
anastomosan con las de la vena porta y se di-
viden con ellas en los lóbulos del hígado á
la manera de las arterias.
4003
VENAS
1004
Esta descripción supone que la sangre de
una parte de los ríñones se vierte inmediata-
mente en la vena cava, por las renales inter-
nas ó eferentes; que la del resto (renales es-
ternas eferentes dejacobson) mezclada con la
sangre (pie vuelve de la pelvis, de las peque-
ñas venas caudales y de las estremidades pos-
teriores, iluye á la vena porta hepática por la
vena abdominal media.
Otro punto de vista de ia marcha de la san-
gre en los riñones, consiste en considerar ¡as
renales esternas como una. continuación de las
caudal é hipogáslricaj recibiendo también par-
te de la sangre de las estremidades posterio-
res ponina rama de la crural y distribuyéndo-
la á los riñónos como una vena porta; al paso
que la renal interna es la única vena eferente
de estos órganos. Requicrense ulteriores 'es-
perimcnlos sobre la marcha de la sangre en
estos vasos para confirmar ó invalidar el mo-
do muy ingenioso como consideró Mr. Jacob-
son esta distribución de las venas renales y
abdominales, Igual reflexión liemos hecho ya
después de haber descrito el mismo sistema
venoso en los ofidios; y si bien aun no hemos
podido ver que las venas eferentes se vacien
entro los ríñones y la ligadura y que palidez-
can los rainúscnlos de estas cu varias nanas
que hemos sometido á los esperimentos, sin
embargo, no lian sido estos tan repetidos que
nos decidan absolutamente en favor de esta
opinión.
M. G. Maycf en la descripción de las ve-
nas de los batracios conocidos con el nombre
de pipas, adopta enteramente el modo de ver
de Mr. Jacobson, y cree que nó solo la sangre
venosa de este animal, que vuelve de las es-
tremidades posteriores, sino también parte de
la de las venas esplénica y mesentérica, se
puede dirigir hacia los ríñones ó ci hígado,
por el intermedio de la veuamedia abdominal,
sirviendo alternativamente para ia secreción
de la orina ó de la bilis. La descripción de las
venas de la pipa que daM. G. Mayer, uo men-
ciona que su distribución sea esencialmente
diferente de la qúe se observa en las ranas y
en Ios-sapos de Imestro país. Será posible cer-
ciorarnos, por medio de los esperimentos, de
si estas esplicaciones sóbrela vida de secreción
de estos animales son fundadas; si con efecto
hay una relación tan notable éntrela secreción
de la bilis y la de la orina; y si, en una pala-
bra, pueden las dos secreciones, hasLa cierto
punto, suplirse la una á la otra.
La vena cava posterior de la pipa, formada
por las renales eferentes internas y las venas
genitales, reúne una pequeña vena hepática
del lóbulo medio, Ja hepática derecha, la vena
cava superior del mismo lado, y termina en la
aurícula. A ella aboca también otro tronco prin-
cipal menos considerable, en el cual conflu-
yen la vena cava superior izquierda, y la vena
hepática igualmente izquierda.
£1 tronco de las venas pulmonares pene-
tra en la misma aurícula por entre las dos em-
bocaduras precedentes.
De las venas pulmonares en los reptiles
En su estudio vamos á seguir el mismo or-
den que para las venas del cuerpo en los mia-
mos vertebrados, á saber:
1. " Los quelonios.
2. " Los saurios. •
3. " Los ofidios.
4. ° Las ranas.
En los quelonios las venas pulmonares
reunidas en un solo tronco, van á un reservo-
rio análogo, queseabre en la aurícula izquier-
da, y cuya embocadura en esta cavidad se ha-
lia limifada por una válvula carnosa en forma
de media luna.
En los saurios, las venas pulmonares sou
semejantes á las de los quelonios.
En los ofidios, no hay mas que una ipw va
igualmente á la aurícula izquierda, Su volii-
men cscede al de la arteria, circunstancia (pie
nos parece no se observa en los demás rep-
tiles.
En los batracios ó ranas, en el estadu per-
fecto,- las venas pulmonares se dirigen por se-
parado de las del cuerpo á la aurícula ia. pier-
da, pero del estudio de su cuerpo se deduce que
la mezcla de la sangre se verifica inmediata-
mente en el ventrículo único de estos rep-
tiles.
De ¡as venas de los penas. No merecen es-
te nombre en los peces mas que los vasos que
vuelven la sangre al corazón de todas las par-
tes del cuerpo; y asi es que impropiamente so
ha impuesto tal denominación á los vasos ar-
teriales que conducen la sangre de las lirau-
quiasá la aorta. Estos vasos presentan propur-
cionalmente paredes mas gruesas que las de
esta última arteria.
Todas las venas propiamente dichas tienen
paredes sumamente delgadas y delicadas, y
difieren mucho bajo este concepto, del grueso
vaso dorsal ó de la aorta, que las presenta mas
gruesas, pero menos, á decir verdad, que la
mayor parte de las arterias del mismo calibre
en los demás animales vertebrados. Cinco ve-
nas principales acarrean al corazón la sangre
de todas las regiones del cuerpo, á saber:
1. 'J La vena cava posterior situada al hule
de la aorta en la mayor parle de su ostensión.
2. ' El tronco de las venas hepáticas.
3. " La vena cava anterior derecha.
4. " La misma izquierda.
Estas dos cavas penetran eu el pecho a
derecha é izquierda, se reúnen con las dos
precedentes, formando con ellas y con la ipie
sigue el seno común de las venas.
5. " por fin, un tronco que vuelve la san-
gre de las branquias y de las partes inmedia-
tas, penetrando en el pecho por entre las dos
venas cavas anteriores.
El gran seno venoso uo se encuentra en el
pericardio, sina éntrela pared posterior déos-
la cavidad y la membrana que hace veces de
UTOS
VENAS
1006
diafragma, pero que no es mas que la paríe an-
terior del peritoneo reforzado por fibras apo-
neurólicas. Este seno se halla estendido tras-
versalmenle detrás de la aurícula del co-
razón.
Hay que añadir a los troneos venosos mas
arriba indinados el siguiente:
' 6." Las venas de los órganos de la gene-
ración que reciben también parte de la san-
gre de la vejiga natatoria, cuando existe.
Las venas cavas anteriores reciben la san-
gre de la cabeza, que pasa en parle por un se-
no de la región posterior del cráneo; la de la
garganta, de las aletas y basta la de las bran-
quias, la cual en lal caso, no llegaría por se-
parado al gran seno.
El tronco de las venas hepáticas puedo ser
floble ó (ripie, segnn las divisiones del bigado;
pero eslá circunstancia es poco interesante,
porque varia en las especies de un mismo gé-
nero. Asi es que hay dos troncos en el gaste-
rosleus'spinachia, al paso que no hay mas que
uno en el gasterosteos aculealus y en el gas-
terosleus pangitins. I,a diferencia mas impér-
tanle es la de que las venas hepáticas de los
peces van di reclámenle al corazón y no á la
vena cava.
La vena cava posterior es el tronco venoso
del cuerpo que mas impórtenles diferencias
présenla; puede ser sencillo ó doble, puede
presentar dilataciones, ó comunicar con reser-
vónos que forman parle de su sistema; su
origen, sus anastomosis con la vena 'porta es-'
tienden ó restringen su circunscripción.
Los peces óseos no tienen en general mas
que una vena cava posterior; al paso que hay
dos en los cartilaginosos, si bien no forrrtan
mas que un solo (ronco, poco antes de sn ter-
minación en el gr^in seno. Monro observó ya
que su diámetro en el abdomen es mas que
doble del que presenlan cerca de su termi-
nación en el gran seno. Ademas forman un
considerable reservorio en el punto de su
reunión.
Las venas hepáticas, en el momento en
que salen del bigado, entre esta viscera y
el diafragma, tienen diez veces el diámetro
que ofrecen á su embocadura en la vena cava.
No nos es posible prescindir de hacer ob-
servar la relación de esta organización con la
que hemos descrito en los mamíferos y en las
aves ipic pueden permanecer algún tiempo
dentro del agua zambullidas.
Soto las lampreas ofrecen una organiza-
ción análoga que es todavía mucho mas no
lable.
La familia de los chupadores, como los de-
más peces cartilaginosos, tiene dos venas ca-
vas posteriores. Consisten estas en dos gran-
des vasos adberente por su pared superior
la de la cavidad abdominal y estendidas por
toda la longitud de esta cavidad, á cada lado
de la aorta. Las" venas nacen detrás de una
Xcna caudal que reina' á lo largo de la cola
debajo de la artería del mismo nombre, prin-
cipiando delante del ano por una bifurcación
de esta vena caudal. Van á terminar anterior-
mente en el gran seno de las venas del cuerpo.
En la gran lamprea y en la lamprea de rio
se hallan atravesadas por las arterias intercos-
tales y tienen relaciones con las venas emnl-
genles ó los senos renales, la gran vena, ó
mejor el seno genital y con la vena porta, cu-
yas rotaciones vamos ahora á indicar.
a. Senos renales de las lampreas, los
ríñones de estos peces, en el estado fresco,
vistos por la cara inferior, presentan tres fa-
jas longitudinales diferentemente coloradas.
La esterna corresponde al uréter que ofrece
la misma anchura qne el riñon. La faja media
es este órgano, y la interna de un negro azu-
laao, es un seno venoso,- que hace veces de
vena renal. Su cavidad es toda cavernosa por
el gran número de láminas ó de filetes que ¡a
atraviesan en todos sentidos y que se insertan
en £us paredes. Estas se hallan notablemente
coloradas de negro. De trecho en trecho se
ven pequeños orificios, que comunican con la
vena cava correspondiente. Los dos senos se
reúnen en su cara posterior. - ^ ,
b. Seno genital. -Principia detrás, con el
ovario ó el testículo, en medio del ligamento
suspensor de estos órganos, ó del repliegue
longitudinal del peritoneo que los sostiene de-
bajo de la aorta entre las venas cavas. Este
seno, en un principio muy estrecho, aumenta
en diámetro al avanzar y proporcionalnreme
al desarrollo del órgano genital. Presenta en
su interior, la- misma estructura que los se-
nos eranlgentes, es decir, que se halla dividi-
do interiormente por láminas y filamentos ten-
dinosos, que forman numerosas mallas y se
adhieren á sus paredes. Esta organización tie-
ne por objeto prevenir una dilatación dema-
siado considerable del seno por la saugre que
en él podría acumularse, y tal vez comprimen
la cavidad.
El seno genital separa tas dos venas cavas
posteriores, y debajo de eslas los senos re-
nales. Abrese entre estas dos venas cavas por
anchas embocaduras abiertas á cada lado de
su pared superior.
El seno genital es, pues, una vena gcnilal,
análoga á la que se ve en los peces óseos, y
en las tortugas, entre los reptiles, vertiendo
en las venas cavas la sangre de estos órganos.
Su diámetro mayor, que no es en manera
alguna proporcionado al desarrollo del ovario
ó de la freza, y sn estructura singular, anun-
cian que debe servir de reservorio á la sangre
de las venas cavas. Mr. Italhke no encontró
seno genital en la pequeña lamprea fluviátil,
ni en el ammocetes. ¿Dependería eslo, acaso,
de las épocas en que los observó y de que no
íenia una idea de la determinación de este se-
no, como seno genital?
En los peces óseos, la vena cava poslerior
nreace la continuación directa de la venasub-
1007
VENAS
1008
caudal que recibe, de las ramas trasversas des-
cendentes y que rodean á las vértebras de
esía regían, la sangre recogida por una con-
siderable vena vertebral que reina encima
de la médula espinal en toda la eslension de!
canal vertebral,
Al pasar la vena cava por entre los ríño-
nes reúne en su trayecto, mas allá de su co-
misura posterior, muchos ramos que llevan
recogida la sangre de dichos órganos.
En cnanto á la circunscripción de la vena
cava, relativamente á la vena porta y u las ve-
nas renales, están divididos los aiiotoraicos, lo
mismo que para las otras dos clases de verte-
brados ovíparos. Unos creen que los ríñones
los ramos al tronco. Estp mismo tronco en
sn otra mitad hace el olido de arteria, iiiv¡
cliéndoso en el hígado á la manera de mi vaío
centrifugo, en el cual la sangre, va del tronco
á las ramas y los- ramos.
La vena perla reúne la sangre venosa de
todo el canal intestinal, del buzo, íe'lpán-
creas y del estómago: sus dos principales ra-
mas son la vena meseutérica superior y ]¡i Te.
na Rsplónica. En rigor la reunión de estas dos
venas constituye la vena porla. Apenas queda
asi formada cuando recibe ya la coronaria es-
tomáquica; la vena inesenlériea inferior ó pos-
terior entra también en la circunscripción vas-
cular de la vena porla, y como esla se disfri-
intercepfan una buena cantidad de la sangre i buyo también por el plexo hemorroida! supe-
venosa del tronco y de la cola para el uso de ' vior, y como las ramillcacioHCs do este plexo
la secreción de que se hallan encargados; y ; comunican con los plexos hemorroidales me-
otros suponen que toda la sangre venosa de ! dio o inferior que pertenecen á la vena hipó-
los músculos del tronco y de la cola, llega á j gástrica, resulla de ahi que la cava y la noria
la vena cava sin filtrarse al través de los ri- , pueden enviarse reciprocamente, por esla vía,
ñones. Cnviery Meckel abrazaron esla última 1 parte de la sangre que contienen.
opinión.
Bueno es observar ahora esta coraimica-
lle ahi las palabras textuales que emplea ; cion que luego encontraremos mucho mas
Cuvier al tratar este asunto;
«Hay que hacer aquilina observación esen-
BO-
lable en los vertebrados ovíparos.
J.a vena porta de los "mamíferos no ]ire-
cial y que corresponde á lo que Mr. Jacobson i sema nada absolutamente en su origen y en su
notó en las aves; nos referimos á una especie ¡ marcha hasta el hígado que la distinga de la
de vena porla renal, porque se halla sujeta á j del hombre, lluenbeiu dice que su marcha es,
la misma objeción. La sangre de gran parte de j sin embargo, mas directa,
los músculos del tronco va á una vena mayor ¡
que reina en , el canal vertebral encima de la ¡
médula raquídea; y como esta vena no afluye
enteramente al gran seno, sino que ofrece
muchas ramas laterales que penetran en el ri-
ñon (que os la renal aferente de Mr. Jacobson),
podríase creer que no lleva al corazón la san-
gre que recibe, sino que la distribuye por el
riñon, como la vena porta derrama la suya por
el hígado; sin embargo, como la perdón de
esta vena situada delrásdel abdomen comuni-
ca por medio de varias ramas laterales con la
vena'cava, que corre por debajo de la espina,
es muy de suponer que también entra en la
clase de las venas ordinarias. »
Pasemos aliora al estudio de la vena porla
ú de la pequeña circulación hepática. En su
análisis seguiremos el orden que ya conocen
nuestros lectores, es decir:
1.°
a."
3. °
4. °
5. °
En el hombre.
En los mamíferos.
En las aves. >
En los peces.
En los reptiles.
De la vena porta en el hombre y en los
mamíferos, ha vena porla, en e! hombre y
en los mamíferos , es un tronco vascular de
dobles ramificaciones, absolutamente como un
árbol, de las cuales unas nacen en todas las
visceras abdominales propias de la digestiou,
corresponden á las raices-, y otras divididas en
la sustancia del hígado, son las ramas y ios
ramos. La sangre se mueve en las primeras,
como en todas las demás vena;, es decir, de
El sistema de hi vena porla no ofrece cu
los mamíferos, mas diferencias que merezcan
especial mención; á no ser que en el deltln el
tronco de esla vena tiene una dilatación muy
considerable cerca del higado.
De la circulación hepática en las aves. La
vena porla se compone, como en ios mamí-
feros, de las venas de los diferentes mésente-
nos, del páncreas, del buzo y del estómago.
Tero al parecer se desprendo del sistema una
considerable vena intestinal que es la inesan-
terica posterior. Esla vena, una vez formada,
se bifurca, se anastomosn con el tronco co-
mún de la vena caudal y de la hipogáslrica de
cada lado, y pendra en los riñones para irá
formar mas allá, después de haberse reunido
con la caudal y de haber recibido las renales
anteriores (ó las renales eferentes de Jacolisom
tina de las dos ramas de origen de la vena ca-
va posterior.
Resulla de esta descripción, que la vía de
comunicación que hemos hecho entrever en
los mamíferos, entre los ramos de la mesenté-
rica posterior y los de una de las venas depen-
dientes de la vena cava, es en las aves una
via muy ancha que permite á la sangre délas
ostremidades posteriores y de la cola, dirigir-
se, en parte, hacia los ríñones y la cava, y ea
parle hacia la porla, admitiendo igualmente
el (lujo ó el reflujo de una cantidad variable
de este liquido por una ñ otra de estas vías de
desagüe.
De la circulación hepática en los repu-
les. La vena porta toma gran eslension en
40O9
VENAS
esta clase, y debe dirigir al parecer al hígado
gran parle de la sangre de la pelvis, de' las
eslremidades y de la cola.
Varaos á estudiarla:
\.a En los quelooios.
2. * Eu los cocodrílidos.
3, " En los saurios ordinarios. -
i." En los ofidios.
5," Eu los batracios.
demos visto en el articulo anterior que la
vena porta recibe la sangre del tronco, de la co-
la, délas eslremidades posteriores, de la pelvis
y hasta délos ríñones. Solóla de los ovarios ó de
ios testículos se vierte directamonleen la vena
cava. Baja no observa, con este motivo, que el
desarrollo de la vena porta y la cantidad de
sangre que acarrea al hígado, son tanto ma-
yores cuanto mas débil es en los quelonios Ja
respiración pulmonar. Deduce de ahí que el
hígado no solo sirve para segregar la bilis co-
mo humor digestivo, sino que también contri-
buye á la depuración de la sangre.
En los coc-jdr'üidos. La vena porta tiene
un doble origen, á saber: el de las visceras de
alimentación cuyas venas forman el tronco ve-
noso ordinario, y el de los ríñones, de la co-
la y de las estremidades posteriores y de las
paredes abdominales cuya sangre llega al hí-
gado por dos venas que pertenecen á las pare-
des del vientre.
I,a vena epigástrica ó abdominal qne aca-
tamos de indicar, es la continuación de la
iliaca formada á su vez por la femoral y la hU
pogáslriea, y mas atrás por dos ramas de la
caudal que reciben una renal posterior. Esta
vena recorre las paredes abdominales de de-
trás adelante, llega al lóbulo del hígado de su
lado, y se ramifica en él con la vena porta or-
dinaria. Esta dirige al hígado la sangre del es-
tómago, del mesenterio y del bazo.
I,a mesentérica posterior afluye al parecer
inmediatamente á la vena ea.va. ■
En los saurios ordinarios. . S'u vena por-
ta iiodiüere al parecer de la de los cocodrí-
lidos.
En los nfídios. Un considerable tronco ve-
iiuso líenc su origen un poco delante del ano,
por dos raices que son á la vez. la continuación
de las renales posteriores y de las caudales.
Este tronco avanza á lo largo de la cara supe-
rior del intestino, y retine en sí sucesivamen-
te sus venas formando esencialmente la vena
porla. Esta puede recibir, pues, medíanle esta
doble vía, la sangre de la cola y la de los rí-
ñones. Varias intercostales terminan en. ella
hacia la parte media de su trayecto. Sin em-
bargo, las esperniáticas rematan en la vena
cava.
En ¡os batracios. Nada tenemos que aña-
dir á lo qne llevamos dicho en la descripción
de la cava posterior, á no ser qne las venas
del bazo, del mesenterio y del estómago, que
forman el sislema mas general de la porta, con-
fluyen en el hígado, conforme lo indicamos
¿233 BIIÍUOTRQA I'OCIJIAI!.
en las dos ramas de la vena abdominal carga-
da de parte de la sangre de las eslremidades
posteriores, de la pelvis y délos ríñones.
De la vena porta en ios peces. Examina-
remos:
1. " Los órganos que le envían su sangre
venosa.
2. " Si sus venas se reúnen en uno ó mu-
chos troncos antes de penetrar en el hígado.
3. " Las comunicaciones que este sistema,
mas ó menos estenso, presenta en sos raice?
con el dé la vena cava.
Organos que envían su sangrevenosa d la
vena porla. f.a sangre de los ovarios y de
los teslículos va al hígado por muchos ramos
en los ciprinos, y las venas genitales se unen
con la mesentérica en las blennias. En Ja per-
ca las genitales se reúnen con la mesentérica
ó con las venas del estómago. En el esperin-
que las venas genitales izquierdas van en par-
te á la vena mesentéricay en parte á la renal.
En el rodaballo las venas genitales se dirigen
como de ordinario á la cava. Las venas del
recto rematan en ella directamente sin üi al
hígado, en muchos peces. Elornbro y el espe-
rinque se encuentran en este caso. En este úl-
timo varias venas genitales derechas se riñen
con las del recto para tomar esta dirección.
La vejiga natatoria envia en algunos casos sus,
venas al hígado por el intermedio de la mesen-
térica (espinoso, gobio).
iVwmero de los troncos de la vena por-
ta. Este número varía al parecer con la for-
ma y las divisiones profundas, y sin duda -
también con la presencia ó la falta de útt
mesenterio.
Hay ifno solo en los gobioides, en la angui-
la y la lamprea.
Ademas del tronco principal se ve que lle-
gan al hígado algunos ramos separados en la
perca, alosa, siluro, Iota y ammodites.
Otras veces hay dos /troncos principales
que reúnen todas las venas de este sistema,
ó que dejan que algunos Tamos aislados pene-
tren separadamente en el hígado.
Las blenias entre los gabioideos se hallan
en el primer caso.
El arenque y varios pequeños pleuronectos
se encuentran en el segundo.
El codos scorpins tiene la vena porta iHvi
didij en tres troncos.
Por último, en la mayor parte de los cipri-
nos, cuyo hígado, muy dividido, se eutrelaza
con los repliegues del intestino, los vasos de
este canal qué no lleva mesenterio, penetran
por pequeñas ramas ó por ramitos en las par-
tes mas próximas al hígado.
Algo análogo se observa en el rodaballo,
aunque su hígado esté poco dividido. En él se
nota la falta de mesenterio, que coincido con
la de concentración del sistema.
De las comunicaciones del sistema de ta
vena porta con el de la cava posterior. Es-
tas comunicaciones se verifican en, los peces,
t« xxxin. H
Mí
en los cuales parte lan solo de las venas ge-
nitales, se dirige á la veua porta. Bsliiblécoiisi'
también por las venas del recto que constitu-
yen una parte del árbol mesentérieo y se diri-
gen á la vena cava. Estas anastomosis entre el
sistema de la veua cava y el de !u vena porta
facilitan el retorno de la' sangre por una ii otra
via. Resolta de alii que el tluido nutricio, en
ciertas circunstancias, debe poder dirigirse
por una especie de reflujo, mas bien á un lado
que á otro según las necesidades del orga-
nismo.
la vena porta de muchos solacios presenta
*úaa disposición y una estructura muy ealraña
por lo menos eu parte de su trayecto.
Una especie de escualo análogo al glaucos
de Linea, pero que presenta ciclos, y las es-
pecies del género martillo (zig;ena de Ruvien,
tienen una gran válvula de forma semicircular,
arrollada sobre si misma y cuyo borde libre
contiene el principal tronco de la vena porta
intestinal. Este tronco, al dirigirse de delante
atrás y a! recibir las venas del intestino, au-
menta poco á poco su diámetro, merced al su-
cesivo crecimiento de su calibre y al espesor
de sus paredes, que son muy musculosas. Sn
efeeto se reduce á nuestro modo de ver á ana
especie de corazón para el sistema de la vena
porta. Luego que esta veua sale del intestino,
sus paredes no ofrecen mas que el espesor y
la .composición ordinaria. Llega por fin & la
base del hígado, después de haber atravesado
un camino bastante largo, y se bifurca en dos
ramas, una para cada nuo de los lóbulos de este
órgano.
En los chupadores la vena porta, que no
es mas que una veua meseatérica interior, se
halla contenida en el espesor del borde libre
de la válvula espiral que reina en toda, la os-
tensión del canal intestinal. Kecihe sucesiva-
mente las numerosas ramificaciones de las ve-
nas intestinales cuyos ramos principales se
dividen oblicuamente al través; ó bien están
un poco vuellosen espiral. Esla venase intro-
duce en et hígado, precisamente en el punto
en donde principia el repliegue valvular me-
sentérico. Acarrea una sangre notablemente
negra.
Tres ó cuatro troneos venosos que se ven
en la estremidad posterior. del. abdomen, se di-
rigen desde la linea media dorsal y del seno
medio hacia el fin del intestino, y obligan á
que vuelva á la vena mescnlérica parte de la
sangre que se dirige á las cavas por otras
vias. Aunque se las inyecta fácilmente la una
por medio-de la otra, y merced á ellas, la ve-
na porta, el segundo es sobre lodo el que co-
munica mas directamente con esta vena cuya
continuación parece. Le compáramos á las dos
ramas que en las serpientes, nacen de las re-
nales esternas y ée las caudales, formando
igualmente la vena porta intestinal.
Como, en todos los oví paros, estas grandes 1
comunicaciones entre la vena porta y la vena
10)2
cava posterior, se hallan destinadas al parecer
á permitir un (lujo y reflujo de la sangre fau
una á la otra, según las necesidades de l¡i T¡'.
da de nutrición.
De las enfermedades de las venas, ta-
mos á añadir ahora algunos apuntes á las ob-
servaciones y á las diferentes citaciones mío
hicimos en el articulo yahices de osla Enci-
clopedia moderna, al cual remi limos á nues-
tros lectores. Vendrá á ser, pues, como el
complemento de lo que llevamos digno acer-
ca de esle asunto en diversos puntos de es-
ta obra.
"Las venas, dice con razón llr. IIod<*son
se hallan sujetas á todas las afecciones mor-
bosas que afectan á las partes blandas en Di-
neral; pero la Iónica membranosa de estos
vasos es particularmente susceptible de infla-
mación. Cuando tina vena está herida, la ¡n-
llamacion que de ahi resulta se csfieiide á ve-
ces á lo largo de la membrana interna del
vaso, á los principales (roncos venosos, y
hasta en algunas circunstancias, á la raeiniwi-
na que tapiza las cavidades del corazón. Esla
inflamación produce á veces un derrame de
linfa coagulable que reúno las paredes opues-
tas de la vena, en términos de obstruir su ca-
vidad, resultando de ahí que gran parlo del
vaso se encuentra convertido en ciertas oca-
siones en un cordón sólido. En algunos casos,
la secreción del pus en la cavidad del vaso, es
ha consecuencia de te inflamación de la túnica
interna de las venas. En tales circunstancias,
6 está mezclada la materia purulenta con !¡>
sangre en circulación, ó bien habiendo deter-
minado la inflamación la adherencia de las pa-
redes del vaso en ciertos intervalos, la colec-
ción purulenta se encuentra interceptarla pol-
linas especies de barreras, formando de esta
suerte una. especie de absceso en el trayecto
de ta vena.
«Coando no es muy estensa ia inflamación
de las venas, los síntomas son los mismos que
los de la inflamación local en general; pero si
progresa hasta los principales troncos venosos
y se segrega pus en el vaso, va acompañada
de una irritación general mu y grande y de sin-
tonías perfectamente semejantes á lus de la
liebre tifoidea.»
Independientemente del ejemplo de inlln-
macion de la vena femoral y de oirás arterias
grnesas, determinada por una ligadura circu-
lar ó por una pequeña abertura hecha 'acciden-
talmente en la vena femoral, en la operación
del aneurisma de la arteria poplitea, que ya
mencionamos en el articulo varices (véase
mas atrás esle artículo] ¡ refiere Mr. Travers
otra observación , en la cual una fimesla in-
flamación de las venas femoral é iliaca ester-
na, con vestigios de flegmasía que se eslemban
hasta kaurículaderecha, habiasido determinada
al parecer por ^aplicación de una ligadura 'en
el orificio de la vena femoral. El mismo funes-
to resoltado ocasiona a veces, al parecer, la
VBNAS
VENAS— VKNDEE
KM i
inflamación de ks venas después de la ampu-
tación, aun en eí caso de que no se haya li-
gado la vena femoral? .
Por fin, las observaciones de Mr. Travers,
lo mismo que las de los señores Hodgson y
Carmicbael , tienen por objeto probar que la
inflamación de la Iónica interna do «na vena
es unas veces el resudado de una punzada, y
oirás el de una sección, de mía ligadura pues-
ta alrededor del tubo de la veua , ó bien no
mas queden parte de su circuito, y que puede
provenir espontáneamente de una superficie
inflamada, de la cual forme parte la vena.
Mr Cannicbael cila un caso en e! cual la autop-
sia cadavérica dio á conocer aparentemente
ipie el enfermo murió á consecuencia de la
operación del aneurisma de la arteria femoral,
de la inflamación y de k supuración en la ve-
na femoral, que se estendia por debajo de la
safen» y por encima de la iliaca común. Duran-
te ¡a operación se pinchó la vena femoral sin
lomarse luego el trabajo de ligarla.
• A fin de evitar las heridas de la arteria fe-
moral, encima del borde anterior del músculo
sartorio, recomienda Mr. Cannicbael «que se
introduzca ta aguja por el lado púbico de Ja
arteria,» consejo que dimos ya en el articulo
aneurisma i véase en nuestra Enciclopedia esta
palabra).
La inflamación produce con frecuencia un
engruesamiento de las membranas de las ve-
nas, y ademas la adherencia de sus paredes y
la obliteración de su cavidad. Con efecto, en
algunas circunstancias se ha observado que
eslos vasos se parecen á las arterias por el es-
pesor de su membrana interna, como que con-
servaban la forma circular después de haber-
los cortado al través.
La ulceración se estiende á veces á ¡a tú-
nica de las venas y dá origen á hemorragias,
por poner á descubierto sus cavidades. En al-
gunos casos principia la ulceración en la mem-
brana interna y destruye las demás láminas
membranosas. Sin embargo, en general, la in-
flamación adhesiva precede á Ja ulceración, y.
como" oblitera la cavidad del vaso previene la
hemorragia. Cuando el esfacelo tiene lugar en
las inmediaciones de las venas, sus cavidades
como las de las arterias, en circunstancias ta-
les, se llenan de grandes cuajos, que impiden
se verifique la hemorragia cuando por último
se separa la parle cangrenada.
Obsérvase á veces rotura de venas, sin que
exista ninguna previa alteración morbosa en la
estructura de estos, vasos. Esta rotara puede
oslar determinada por un ejercicio muscular
demasiado considerable, por alguna violencia
estenor . por los súbitos efectos del baño
fi'io, etc.
Aunque se forma casi siempre en las arte-
rias de las personas de edad avanzada un de-
pósito de materia caliza, es sumamente raro
que también se le observe en las paredes de
las venas.
Se Han encontrado cálenlos libres en las
cavidades de las venas, y á veces se ñola que
nacen tumores en su membrana interna. En
un caso de escirro del piloro, pncontró mon-
sieur liodgson un tumor mas grueso que una
nuececilla, que se había desarrollado en la
membrana interna de la vena esplénica, y que
se parecía por su consistencia y por su aspec-
to á ta enfermedad que afectaba al piloro.
El sistema venoso, lo mismo que el arte-
ría! , es susceptible al parecer de una circula-
ción colateral cuando una de las partes se ba-
ila obliterada. Aun después de la obliteración
de k vena cava inferior, se ha visto que. la
sangre alluia con facilidad al corazón por las
lotubares y la ázigos. Es nolabie en el ejemplo
citado por el doctor Baillie, el que la vena cava
inferior se encontrase obliterada en el punto
en que se abren las venas cavas hepáticas, de
modp, que no solo la sangre de las estremída-
des inferiores, sino también la procedente del
hígado, habia de dirigirse al" corazón por los
canales colaterales.
Habiéndonos estendido ya demasiado en
este articulo, y no siéndonos permitido tras-
pasar ciertos limites, nos limitaremos ahora
á mencionar las siguientes obras que pueden
consultar nuestros lectores si desean conocer
mas á fondo las dolencias y enfermedades,
muchas de ellas muy graves,, que pueden
afectar ;i una de ks parles mas interesantes
de nuestro complicado y maravilloso organis-
mo , cuales son las venas.
í.° J. llunter en sus Trans. for the im-
provement of med. and chir. knowleage,
toma I.
2. " Abernethy: Sus obras
3. " I. Hodgson: Ore the discases of arte-
rias and veins:
A." Longuet: Disertación sobre las infla-
maciones de las venas, Paris, 1815.
5. " E. Travers, en los Surginal essays,
parte primera, en 8.", Londres, 1818.
6. " F. A. B.. Pnchelt : Das verwnsysUm
in seinen krankhaften verhaltnissen, en 8.",
en Leipsic, publicado en 1818.
7. ° Ií. Carmicbact, en las Trans. of. the
associütion offellows, etc. of the king'a and
queen's college of physicians in Ireland , en
a.", en el tomo 11, Dublin, ISIS;
Ademas se han publicado modernamente en
l'raucia varias memorias, disertaciones y tra-
bajos que pueden consultar con fruto nuestros
lectores.
VENCEJO. \Hisloria natural.) Género de
páseres de la familia do las lisirostres diur-
nas. Tienen las alas mas largas y las patas
mas cortas que las golondrinas, la cola está
compuesta de diez peonas y, sus cuatro dedos
están dirigidos todos liácia adelante. Es muy
común en nuestro pais el vencejo de pared
[hirundo metba de Lin.) , como también el
h apus.
VEKDÉE. <BEPAMAHBN.ro be t,a) Topoyra-
4013
VKNDEE
fia y estadística.) Topografía, El departa-
mento de la Vendéc, situado en ]a región Oeste
déla Francia, corresponde al Majo Poitou. Con-
fina al !í. con el departamento del Loira Infe-
rior, al H, H. con el de Maine y Loira. A! E. con
el de los Dos Sevres, al S. con el Sevre Nior- ¡
tés, que le separa del Cbarenle Inferior, y con '
el Pertuis bretón, y al Oeste eon. el'Océano, 1
Debe su nombre á un rio que lo atraviesa. Su
estensiqn en superficie es de 681,700 hectá-
reas repartidas de este modo entre las distin-
tas naturalezas de suelo y de propiedades:
Espacio sujeto á contribución.
Tierras de labor 408,565 hects.
Prados. . ' . 109.8%
Landos, pastos, arbustos, ele, 05,826
Bosques 29,660 ,
Viñas..' 17,700
Jardines y planteles 8,232
Propiedades edificadas. . . . 3,234
Estanques, abrevaderos, pan-
tanos, y canales de riego. 3,103
Mimbreras, saucedales y ol-
medales . . 126
Espacio exento de co7üribucion.
Caminos, plazas públicas, ca-
lles, etc 23,061
Bosques, dominios improduc-
tivos ... 7,558
Ríos, lagos y arroyos. . . . 4,513
Cementerios, iglesias, edifi-
cios públicos 229
Total 681,700
El número de las propiedades edificadas era
á fines de 1837 de 71,699, de las que 09,723
estaban destinadas á habitación, 1,852 molinos
y 124 fábricas.
El deparlamento de la Veüdée se divide en
tres partes distintas: el Pantano, la Selva y el
Llano, nombres característicos tomados de la
natu raleza del pais. El Pantano se estiende prin-
cipalmente á lo largo de las cosías; la Selva
ocupa el centro y el pais alto, alejándose del
mar y del Loira; el Llano limita en gran parle
el curso inferior de dicho rio. El Mano es una
comarca descubierta y bástanle fértil, cuyo
fondo es un banco alto de piedra calcárea
mezclada de concbas. La capa vegetal,- com-
puesta de tierra arcillosa, mezclada de un
poco de arena, de 1 ierra calcárea y de óxido
de Berro, reposa sobre una greda muy po-
rosa. El rio principal que lo riega es clVendée.
La Selva ó Bocage, asi llamado por los bos-
ques que contiene, forma casi las cinco nove-
nas partes del departamento. En general, la
tierra de que se compone, es fuerte y com-
pacta; pero el suelo es variado: en ciertas par-
tes es arcilloso y en otras gredoso'o arenoso
El fondo es de granito. La Selva está llena de
pucblecitos, chozas y alguno que otro custiHo
en sus gargantas y valles. Tiene pocos caminos.
Las habitaciones y propiedades, cerradas por
vallados de matas y espinos muy espesos, se
comunican unas con otras por medios de eállc-
jones estrechos y fangosos. En el centro de la
Selva, los caminos vecinales, abiertos sucesiva-
raenlc en la roca por las ruedas de los carrua-
jes, y encajonados entre altos vallados, sirven
de lecho á los arroyos, asi es que en ciertos
puntos están siempre inundados, y raras ve-
ces se encuentra espacio suficiente para que
puedan cruzarse dos carros. En las comarcas
del Llano los caminos tienen mas anchura; pe-
ro establecidos sobre greda movediza en que
se estancan las aguas pluviales, eslán entera-
mente intransitables las dos terceras parles del
año. Los campesinos que viajan á pie trepan '
por los declives y siguen los senderos que liay
detrás de los valles, escalando á cada instante
las barreras que separan los campos y atrave-
sando corno jabalíes por las parles menos espe-
sas de tos matorrales que forman los cercados.
La comarca, conocida con el nombre de l'anla-
nu contiene cuatro clases de estos: los panta-
nos salados, los que se licúan de agua duran-
te una parte del año, los estauques y los
desecados."
Las costas del deparlameuto son lianas y
les sirven de dique una linca de médanos pa-
co elevados. Hay dos puertos: las Arenas de
Oloune y Saint-tilles.
Entre la multitud de rios y arroyos que
surcan el deparlamento seis solamente son na-
vegables: el Antin, el Vendée, el Lay, elVic,
el Sevre Niortés y el Sevre Mantés. Se calcula
en 74,000 metros la longitud total de su linea
navegable. El departamento posee un canal de
navegación desde Luzon al golfo de Aiguillon,
y un gran canal de deseccion, llamado de los
ílolandeses, que forma ia faja de uua vusía os-
tensión de pantanos.
•El -departamento tiene 5 caminos naciona-
les y 5 departamentales. La estension de los
primeros es de 351,942 metros y la de los se-
gundos de 232,780.
Dependen del departamento dos islas uo-
lables, la de Yeu ó ile-Dicu, y la de Noirmon-
tiers.
Producciones.— Historia natural. Las ra-
zas de animales domésticos son las comunes í
todos los paiscsjigrtcolas. Hay en -el departa-
mento lobos, zorras, gatos monteses, ardillas,
tejones, etc. En las orillas de los estanques
se encuentran martas y nutrias. Hay algunos
jabalíes y muchas liebres, abundando, sobre
todo, ¡a volatería. En las costas y rios se cria
mucha pesca. La llora del departamento es po-
co conocida, pues no se ha estudiado mas que
los arboles y arbustos de los bosques y las
plantas cultivadas. Es, sin embargo, cierto, que
los numerosos valles de la Selva y las laudas
cubiertas de retamas grandísimas ofrecerían
Í0Í7
VENDEE— VENDIMÍATUO
1018
ancho campo al botánico Las minas de plo-
mo, de hierro, granito, mármol, piedra caliza
y arcilla de alfarería, completan con las de an-
timonio y de carbón de piedra, que se benefi-
cian de algún tiempo á esta parte, la liste de
ks riquezas minerales. Hay en el país gran
número de fuentes minerales, entre las que
debemos citar la fuente ferruginosa acidula de
Foutenetles.
División administrativa. La capital de la
prefectura esNapoleon-Vendée- El deparlamen-
to se divide en tres siib-preíectnras ó distritos
comunales: Napoleon-Vendée, Fonlenay' y las
Arenas de Olonne. El número do los cantones
es de 30, y e! délos comunes de 294.
El departamento forma parle de la 12.* di-
visión militar-, de que es cabeza Nantes; de-
pende del tribunal do apelación de Poitiers,
Luzon es sede de un obispado, sufragáneo de
liurdeos.
Población. Según el último censo es de
370,184 individuos, repartidos de este modo
entre los tres distritos.
Fontcnay . 132,633
Napoleon-Vendée 135,554
Las Arenas de Olonne. . 107,997
Total 376,184
Industria agrícola. El deparlanienío con-
tiene cerca de 30, 000 caballos y muías; 190,000
cabezas de ganado vacuno, y 377,000 carne-
ros. El producto del suelo fué en 1837 de
2.785,730 hectolitros en cereales, 73,500 de
avena y 525,000 de vino.
El agricultor vendeano es laborioso; sus
métodos de cultivo, aunque antiguos, son muy
adecuados á la naturaleza del país, ofrecién-
dole una industria muy productiva la cria de
muías y los bueyes cebados; el lino y el cáña-
mo que se cosecha cu el pais son de escelen-
te calidad.
La renta territorial se calcula en 15.000,000
de francos.
Á Unes de 1837 ascendía el número de
propietarios territoriales a 123,540, lo que da
pura cada uno de ellos, por término medio,
una renta de mas de 126 francos. En la mis-
ma época el número de las divisiones de la
propiedad era de 1.572,584, 6 algo menos
de 13, término medio, por propietario.
Industriamanufaclureray comercial. Las
revueltas civiles han perjudicado con frecuen-
cia á la prosperidad comercial é industrial de
este departamento, donde por estas causas
puede decirse que la industria se halla todavía
en la infancia. Hay algunas fábricas de papel
y de azúcar de remolacha; tenerías, cordele-
vías, fábricas de sombreros y de lienzos co-
munes para el uso de los habitantes del cam-
po. Los de las Arenas de Olonne y Saint Gi-
líes se ocupan en la pesca de la sardina. Tam-
bién se hacen en las Arenas algunos armamen-
tos para la pesca del bacalao en el banco de
Terra Nova. El comercio de esportacion se ha-
lla esclusivamcnte sostenido por las sales, los
gaDados, las muías y los granos.
- Aduanas. El departamento tiene Iros ofi-
cinas que dependen de la dirección de la Ho-
cbelle: Luzon, las Arenas de Olonne y Saint
Gilíes.
Ferias. El número tolal de las ferias del
departamento es de 578, y en ellas se venden
caballos, muías, ganado vacuno y lanar, gra-
nos, telas de lana y algodón, resina, etc¡
Impuestos directos. El deparlamenlo paga
al Estado un año con otro;
Contribución territorial. . . .
Id. personal y de bienes mue-
bles . . . , ■
Id. de puertas y ventanas. . ,
Total de losimpneslosdirectos.
1.567,736 fr.
263,000
114,072
1.934,808 fr.
Biografía. Han nacido en este departa-
mento el célebre geómetra Viéte, Nic. Rapiu,
Brisson, 'naturalista, Sapinaud de la Ven ¡e y
Ifarigny, gefes vendeanos; los convencionales
Goupilleau (de Montaigul y Goupilleau (de Fon-
tenay); el director La Reveillióre Lepaux; el
ministro Alquier, los generales Bonamy, Be-
lliard, etc.
Cavoleau: Statistique du deparlament de ta ren-
tó, OM, en 8."
Crétineau-Joly: HUtmre du la Vendéd mimni-
re, 1813, cota.*
VEND1M1AR10. (Historia moderna.) Nom-
bre del primer mes del año republicano ffaá-
cés. Comenzaba sobre el 20 de setiembre del
año comim. Es célebre por el acontecimiento
que hizo aparecer por la vez primera el nom-
bre de Bonaparte en los asuntos políticos del
pais vecino, inaugurando la forluua de tan
grande. hombre.
. La Convención iba i retirarse después de
tres años de dictadura. Llamada para hacer
una constitución, tal vez fué lo único en que
no pensó, porque redactada y volada en dos
días para satisfacer las pasiones del momento,
fué suspendida al día siguiente, de su pro-
mulgación.
La opinión, por otra parte, habia cambiado
y podía espresarse con libertad. La caída de
Robespierre y de sus adictos liabja dado fuer-
za al partido contrario, al que entonces perte-
necía casi toda la Francia. Todos los que ha-
bían tenido mas ó menos parle en los eseesos
de la época del terror temblaban y ludan. Eran
denunciados y perseguidos con una irritación
igual á los males que habían lieeho padecer.
La Convención obedeció á este movimien-
ío. Habla llamado á su seno los dípulados gi-
rondinos proscritos , tristes restos escapados
de la persecución del 31 de mayo. Volvieron
estos hombres con toda la amargura de sus
loto
VENDIMIA RIO
1020
resentimientos, y con sus antiguos colegas riel
partido moderado, formaron la mayoría. El par-
tido de la montaña, disperso desde el 9 do ter-
midor ya no estaba representado en la Con-
vención mas (pie por algunos individuos esca-
sos en número y muy débiles para oponerse ¡i
la nueva mayoría; ademas estaban llenos de
inquietud y esperando diariamente Una acu-
sación.
Algunos habian sido deportados; otros iíinn
áser sentenciados, y muchos habían perecido
en el cadalso. Hasta Se lemiaqne.la gran fama
de Carnotnole librase de la suerte de sus com-
pañeros.
El ardor de esle odio indicaba que la Fran-
cia quería borrar hasta los vestiglos de una
época funesta. Era necesaria otra constitución
que estuviera en armonía con el estado de los
ánimos. En este trabajo empleó la Convención
los dos uíttmos meses ríe su existencia.
La constitución, una vez discutida y votada,
fué sometida á Ja sanción del pueblo. Erabas-
tanto moderada y correspondía á las circuns-
tancias; la nación francesa quería nn gobier-
no estable y regular para vivir tranquila y feliz.
Los que reduclaron la constitución del
año III dividieron la magistratura suprema en-
tre cinco di rectores porque temian que el poder
confiado á uno solo so convirtiera en mo-
nárquico.
La asamblea era republicana y no podía ser
otra cosa. Todos aquellos termidorianos que
ocupaban los asientos de la Convención , no
eran en realidad más que unosanliguos térro,
risliis que por la necesidad de salvar su cabe-
za se habido armado contra él comité de sal-
vación púbiiea. La fuerza fie las circunstan-
cias y la influencia de la opinión los arrojaron
al partirlo moderado.
En cuanto á los girondinos, demasiado sa-
bido es .que por cobardía habían entregarlo la
monarquía á los que la sacrilicaron.
Todos debían naturalmente desear la con-
servación de la república , y todos estaban in-
teresados en levanlarla sobre sólidas bases. To-
dos estaban comprometidas en favor de osla
forma de gobierno.
Había cundido mucho la opinión de que
la Asamblea constituyente al retirarse cometió
una grave falta decidiendo que ninguno de'sus
miembros pudiera formar parte de las asam-
bleas futuras.
Este decreto hubo de contrariar la volun-
tad de los electores, porque- es bien seguro
que muchos individuos de la antigua Asamblea
constituyente hubiesen formado parte 'de. la
Convención, y entonces no se hubiese visto
la Francia entregarla á las terribles escenas del
terrorismo.
La Convención uq creyó conveniente se-
guir el ejemplo de da Asamblea constituyente.
La república era obra suya yqueria conservar-
la ¿todo trance.
Al presentar la constitución al pueblo, aña-
dió dos artículos adicionales estableciendo, -me
las dos terceras partes de diputados llamados
A formar la nueva legislatura hablan de ser
precisamente tomados de la Convención. Solo
se dejaba, pues, á los electores la tercera par-
te de los nombramientos. El decreto advertía
que solo por aquella vez seria observado lo
dicho, atendidos los peligros que resultan de
una elección por completo.
Semejante decreto causó en París mucha
fermentación. Se levantaron gritos contra la
Convención, porque se creyó que deseaba per-
peinarse con otro nombre. Ante bis imagina-
ciones volvía á aparecer el año 93, sin re-
flexionar que ni las circunstancias, ni los inte-
reses misinos.de los convencionales podían ya
conspirar á reproducir el terror.
Sin embargo, los recelos crecieron y fue-
ron fomentados por esos agentes tenebrosos
que en toda época de desórden político traba-
jan porsacar provecho de las turbulencias, ¡se-
mejantes intrigantes nunca tienen otra aspira-
ción que la satisfacción de sus ambiciones,
Esparcíanse por los cafés y parages públicos,
alarmaban los ánimos, halagaban todas tas es-
peranzas y con frecuencia se engañaban i si
mismos engañando á los demás,.- ■
Xo hablaban de olra cosa mas que de ejér-
citos de cien mil hombres que acudían contra
la Francia, de principes que aguardaban ehno-
mento de presentarse en París, de provincias
enteras dispuestas á sublevarse contra la Con-
vención, l'or otra parle, el lenguajedel partido
jacobino aumentaba la exasperaeiou. Se oían
siempre las mismas amenazas y los mismos
furores.
Sabido es que l'aris estaba dividido en cua-
renta y ocho secciones. Eran otros tantos clubs
polpieos con su tribuna, su presidente y sus
secretarios cada uno, con la única diferencia
do que allí no dominaban ya losjacobinos. Es-
tos habían sido arrojados de lodas partes des-
de el 9 termidor.
Los decretos habían sido volados el 21 de
enero de 1795 con la constitución, poro no se
sometieron al sufragio popular hasta el ti du
setiembre. Los votos eran favorables, ora por-
que las provincias mas tímidas que la capital
obedeciesen el impulso del gobierno, ora por-
que comprendiesen que no era tiempo aun de
luchar con éste, ora porque la votación queda-
se abandonada únicamente á los funcionarías
públicos. La Convención rlió á conocer el re-
sultado cu 23 de' setiembre,
Este era el momento decisivo para los eme
no-quei'ian someterse. Apenas fue conocida la
votación, cumulo las secciones se reunieron cu
tumulto y se aprobaron las mociones mas atre-
vidas, Las juntas se declararon en permanen-
cia, se nombraron presidentes y secretarios
realistas,' como Suard, ¡toreUe!, Laorelelle, Qur
pont de Xemnms, l.malremÍM'o de (Juincy, etc.
Se levantaba contra el gobierno la bandera de
la rebelión. '
VENDIMIARIO
Í032
Se empezó, como de- costumbre, con pa-
seos y gritos por las caites. Loa barrius eran
recorridos por bandadas de jóvenes que,grila-
ban: \abajo los dos leTcios'. Estos jóvenes per^
teneeian á las clases acomodadas y se distin-
guían por sus modales linos. Eran casi iodos
lujos de familia, de esas familias que habían
sufrido las consecuencias del terror cuando
existía y querían combatirlo ahora que no
existia.
El pueblo, desarmado desde termidor, se
mantenía indiferente, como acontece siempre
que una derrota le priva del sentimiento de
su fuerzo. No se mezcló en la lucha un solo
instante. Conocía ademas que la victoria, para
quien quiera que fuese, no iiabia de ser en
provecho suyo . La sección de los Qu inze-vingls,
en el barrio de San Antonio era la única que
hubiese aceptado la constitución y los artícu-
los adicionales.
f,a clase media tenia 40,000 guardias na-
cionales sobre las armas, los cuates, sin espe-
rar órden alguna, se hablan reunido á la voz
de las secciones.
Era el 1 1 vendimiarlo. El peligro crecia á
cada paso y la Convención no habia tomado
aun medidas formales. Solo habia hecho venir
de fuera cierto número de tropas á las órde-
nes del gerieralMenon en la llanura de Sablons,
donde se habia formado un campamento poco
considerable, para evitar las declamaciones de
los partidos. En París no habia guarnición
porque la constitución no permitía grandes
reuniones de soldados dentro de cierto limite
alrededor de la capital. En aquel campamento
estaban los cañones que pertenecían á las sec-
ciones antes del 9 termidor.
El centro del movimiento insurreccional
estaba en la sección de Sanio Tomás, en cuyo
convento se hallaba reunida. De allí partían
todas las órdenes. Las secciones estaban en
comunicación y las que mas se hacían notar
eran las de ta liuttc-des-Moulins, del Contrato
social, del Teatro francés (Odeon), del Luxeni-
bnrgo, de la calle Poissonniérc, de Bruto y del
Temple. El 1 1 por la mañana habían hecho ya
tocar generala y todo anunciaba que dentro de
pocas horas la Convención dejaría de existir.
Esta no podia vacilar. Decidióse á resistir, y
si podia, á derrotar á sus adversarios. Nombró
una comisión de defensa encargada de atender
á su salvación. Componíase de cuarenta indivi-
duos y se reunió al ponto para' mandar al ge-
neral Menou que entrase en París con sus tro-
pas y la artillería. Sin embargo, le agregaron
unos representantes, de quienes habia de re-
cibir órdenes.
tos insurgentes habían convenido en que
la sección del Odeon comenzase el ataque, y á
ella enviaron delegados tenias las demás. Asi
se instaló una especie de comisión militar de
la insurrección. También se habían reunido
alli todos las hombres que creían aptos por su
energía para ponerse al frente del movimiento
La comisión estaba reunida en el teatro citado-
bajo la protección de algunos batallones de,
guardia nacional. Se pasó todo el dia en deli-
berar sobre el plan de ataque. Los comisiona-
dos de la_Convencion, por su parte, tampoco
habían hecho nada masque pronunciar discur-
sos inútiles.
Sin embargo, era preciso obrar; pero se
quiso evitar el empleo de ¡a fuerza. Se decretó
la disolución- di las secciones, y como se que-
rían conservar las formas de la moderación se
enviaron á la sección del Odeon algunos em-
pleados de policía para notificar el decreto <Je
ta asamblea y ordenar la dispersión de ¡os in-
surgentes. Dichos empleados, acompañados de
una escoila de dragones, fueron acometidos
por los .del Odeon y desarmados, teniendo que
huir precipitadamente. Como si este sócese in-
significante hubiese decidido de todo, los insur-
gentes prorumpierün en aclamaciones y jura-
ron destruir la Convención.'
Era menester reparar aquella derrota; pero
se comprendió que el único medio de conse-
guirlo consistía en herir la insurreccionen su
cabeza. El general Menou recibió la órden de
marchar sobre la sección de Santo Tomás, foco
principal de la rebelión, cercarla y ametra-
llarla.
Comenzó su movimiento á las doce "de la
noche al frente de 5,000 hombres. Desgracia-
damente para la Convención, no era Menou e!
hombre que en aquellas circunstancias conve-
nia. Todos los contemporáneos lo representan
como un oflcial instruido, buen administrador
y soldado intrépido. Pero era de carácter débil,
por un contraste mas común de lo que se. oree
en los militares, siempre inciertos ademas y
vacilantes cuando tienen que intervenir en dis-
cordias civiles. Perturbaban también sus fun-
ciones los representantes comisionados junto
á él. Asi es que lomó muy malas disposicio-
nes. En vez de distribuir sus tropas ele modo
que pudieran maniobrar libremente, Jas habia
colocado en calles angostas y sinuosas donde
era imposible desplegar una compañía. La ma-
yor parte estaba en la. calle de Vivienne, mas
ancha, pero obstruida á consecuencia de malas
combinaciones, pues en ella se encontraba
amontonada en masa confusa la caballería, in-
fantería y artillería. Nadie podia moverse sin
esponerse al fuego de los insurgentes, quienes
por su parte cometieron también la torñeza de
no hacer otra cosa más que gritar. Habia por
-ambas partes temor de empeñar el combate,
aunque la sección conocía las ventajas, del
puesto que ocupaba. Al fin se envalentonó con
la irresolución de sus contrarios. El presidente
Lalot salió para arengar á las tropas, y tratar
de ganarlas. Menou nada podia hacer con sus
5,000 hombres, y lejos de cercarte! convento
resultó él mismo sitiado, pites los de las sec-
ciones habían tomado las bocas-calles, forman-
do un cordón alrededor de las tropas. Sin em-
bargo, la artillería avanzó y el general entró
10S3
VENDIM1AR10
1031
en persona para intimar la rendición. Le res-
pondieron los insurgentes que no se marcha-
rían sin que la Convención hubiese revocado
los decretos. Los diputados comisionados no
se atrevieron á atacar y prefirieron entrar en
negociaciones. Se pasó todo el día en confe-
rencias, y al fin se convino en que et general
se retirase con sus tropas, prometiendo la sec-
ción disolverse después,. dando nada masque
su palabra como garantía. El general hubo de
sufrir esta humillación; dió la órden de retira-
da con gusto, porque sacaba á las tropas de
aquellas horcas caudinas, aunque dejando allí
perdidos el honor y la fuerza del gobierno.
La Convención al recibir estas noticias se
indignó. Mil voces surgieron contra el desgra-
ciado genera!, acusado do traición, y cuyo
arresto fué al punto decretado. Los diputados
comisionados, autores del daño en gran parle,
no se avergonzaron de achacarle :'i él toda !a
culpa. Se trataba de juzgarle sobre la marcha-,
peroesto no daba la victoria á la Convención.
La confusión era estreñía. Se sabia que la
sección Lepelletier, lejos de cumplir sii pro-
mesa, se halda reunido de nuevo y se dispo-
nía, á sitiar la Convención. Todos proponían
medios para conjurar el peligro. Louvet pidió
que se volviera á armar el barrio de San An-
tonio; pero no hubo valor para acudir Atan pe-
ligroso auxiliar. Entretanto las secciones avan-
zaban. El comité de defensa no adoptaba me-
dida alguna; no había mas que desorden en
todas parles; se discutía; las proposiciones se
cruzaban, pero nada se decidía, cuando, por
último, pronunció un diputado -el nombre de
Bonaparte para el mundo de las tropas.
Ese nombre , desconocido atm entre la
multitud, era únicamente recordado por unos
pocos que tenían presente los servicios que el
jóveu Bonaparte había prestado en el sitio cíe
Tolón y en las lineas de Saorgio. Este último
hecho de armas le había valido el grado de
general de brigada; pero sospechoso y denun-
ciado á la Convención como moderado, había
quedado oscurecido, y hasta hubo de valerse
de llobespierre el jóven.con quien tenía rela-
ciones para poderse librar de un juicio. Mas
larde, lo habían destituido por considerarlo ja-
cobino, y á pesar de sus gestiones, no le ha-
bía sido posible colocarse. Se le había pro-
puesto enviarlo á la Vendée, pero se negó
porque no veia ocasiones de distinguirse en
una guerra oscura de solos y barrancos. Ha-
llábase eu París olvidado y dedicado á estudios
solitarios, y su posición era tal que mas de
una vez tuvo que vivir con los auxilios de sus
amigos. Entonces fué cuando escribió á Taima
una caria pidiéndole prestados algunos escu-
dos que le prometía devolver sobre el primer
reino que conquistase con su espada. Hacía
i algunos meses que lo habían presentado á ma-
dama Tallien, que lo protegía. Esta lo habia re-
comendado á Barras, por mediación del cual
habia eiflrado de redactor de despachos en la
oficina del movimiento de tropas del ministe-
rio de la Guerra. En esta situación se hallaba
el trece doendimiario.
Habitaba entonces en un cuarto de hués-
pedes de la calle del Mail. Para saber lo que
pasaba habia salido muy temprano , fué dete-
nido en la plaza délas Victorias por unos gru-
pos que le obligaron á gritar: Vivrn ¡as seccio-
nes; abaj'i la Convención. Por la tarde estaba
en el teatro Ffeydeau cerca de Santo Tomás
cuando Mcnou, después de capitular, retroce-
día con las tropas.
Fué á la Convención para ver el efectu que
habia de producir la retirada de las tropas. Al-
gunos diputado; lo vieron en la tribuna y [<i
indicaron que bajase. Se le ofreció el mando.
Estuvo media hora pensando lo que debía ha-
cer y por último aceptó, pero declarando que
no quería tener á su lado comisionado alguno.
El comilé vacilaba, pero ocurrió un medio
conciliatorio. Barras era miembro de la Con-
vención; ya en otra circunstancia habia sido
nombrado general del ejército del interior; su
cualidad de representante le dispensaba de te-
ner adjuntos y se le confió el mando; Bonapar-
te fué nombrado general bajo las órdenes de
Barras; pero encargándole la dirección csclu-
siva de las operaciones militares. Eran cerca
de las dos de la mañana.
Al punto comenzó Bonaparte ádar órdenes.
Las tropas se reunieron alrededor de la Con-
vención ; una parle de ellas se hallaba en el
jardín de las Tnllerias, otra en la plaza del
Carrousel. Lo primero que hizo ■el general fué
enviar el entonces comandante Murat con 300
caballos á la llanura de Sablous para traérsela,
artillería. Media hora después hubiera sido lar-
de, porque las secciones que habian concebi-
do el mismo pensamiento eníiaron algunas
fuerzas que fueron fácilmente dispersadas por
la caballería. Habia 40 piezas, y todas ellas se
colocaron en la plaza de ta Concordia, dando
frente á las calles por donde pudieran avanzar
los insurgentes.
Solo quedaban libres los pretiles y la calle
de San Honorato. Las tropas de la Convención
ocupaban el lado del pretil que sigue la gale-
ría del Louvre. Bonaparte hizo colocar á lo lar-
go del parapeto cierto número de piezas para
batir de frente las casas del pretil de Vollaire,
Al mismo tiempo, hizo avanzar hasta la entra-
da del Puente Real, esquina de la calle del l!;¡c
otras piezas, que enfilaban el pretil Vollaire
en toda su longitud hasta el Instituto. Dos
piezas se hallaban en la calle del Dellln frente
á San Roque, y este era el único punto por
donde pudiera penetrarse del lado de la calle
de San Honorato. El general estaba allí con su
estado mayor.
En aquel momento critico se habian acep-
tado los servicios de mil quinientos indivi-
duos, antiguos jacobinos, los" cuales á pesar
. de sus resentimientos contra la Convención se
habian puesto á sus órdenes por odio al partí»
1025
VENDIMIARLO
do moderado. Habían pedido ellos mismos las |
armas; debían batirse bajo el mando del ge-
neral Berruyer. Formaban -una tropa aparto,
colocada cerca fle la calle del Dolfln, al lado
opuesto de la iglesia. El emperador en sus Me-
morias dice que se batieron con gran valor y
contribuyeron mucho al éxito de la jornada La
sección de los Quinze-víugts dió también 250
hombres. ,
El general dispuso. también que se arma-
sen los representantes, de quienes en caso ne-
cesario, pensaba echar mano como cuerpo de
reserva. Hizo establecer nn hospital de sangre
debajo de las galerías del palacio, por la par-
te del jardín. Entonces comprendieron todos
la estensíon del peligro.
Eran las seis de la mañana. Con las fuer-
zas y la actividad mencionadas, se esperaba á
los insurgentes. Esto", por su parte, no ha-
bían ' estado inactivos. Habían establecido un
gobierno cuyo primer decreto declaraba á la
Convención fuera de la ley. Se Rabia nombrado
también nn tribunal para juzgar á los que- no
se sometiesen inmediatamente. Por todas par-
tes se habían hecho lomar armas; el plan es-
taba trazado y dadas las órdenes necesarias
para la ejecución.
Todas las secciones de la izquierda del Se-
na debían desembocar por el pretil Se Vol-
tajre: su cuartel general estaba en el Qdeon.
Mandábalas, el conde de Maulevrier, de üna fa-
milia noble bien conocida, que se había bati-
do en la Vcndée contra' las tropas republica-
nas; contaban" ademas con otrogefe, el joven
Lafond, muy, intrépido que rué hecho prisio-
nero durante el combate y. á quien se- quiso
librar del cadalso, por el interés que había ins-
pirado; pero éí rehusó la. gracia que se. le
of recia.
lias! secciones de la orilla derecha debían
avanzar por la calle de San Honorato á las ór-
denes .de Dadican que habla servido en la
Vendéeen las filas. republicanas. Era general.
Por su carácter díscolo y descontentadizo, el
gobierno le había destituido , y si ahora se
ponía al frente de los moderados lo hacia im-
pulsado por 'un sentimiento de venganza. El
ejército de las 'secciones reunido constaba de
40,000 hombres. ' .
Lafond partió á la diez de la mañana al
Trente de una-tropa numerosa para apoderarse
del Puente Nuevo, cuya defensa estaba confia-
da al general Carteaux, con unos. 400 hom-
bres. Este punto era de mucha importada para
los insurgentes, porque ' establecía comunica-
ción entre las columnas de la orilla izquierda
y las de la derecha. Se presentaron allí con
mucha resolución. Carteaux, tan .débil como
llenou, se replegó sin haber tratado de defen-
derse.. Las columnas, dueñas con esto de am-
bas orillas, formaban como uu semicírculo que
estrechándose iba reduciendo el espacio alre-
dedor de la Convención, k las tres los insur-
gentes habían desembocado por todas partes.
2Í34 UIULIOTKCA POPULAH.
La' calle de San Honorato hasta la plaza de!
Palacio Itca!, la calle de Roban , la plaza del
Carrousel hasta el. palacio de ííoaiiles, en el
eje de la calle de Richelieu, estaban llenas
de guardias nacionales. Los centinelas de am-
bos partidos se hallaban á tan corta distancia
unos de otros, que podian hablarse. Una co-
lumna, avanzando por el baluarte y por la ca-
lle nueva de San Roque había ocupado- las
gradas de esta iglesia. Por ningún punto Ra-
bia habido oposición al movimiento, no que-
riendo el gobierno queso le culpase de inicia-
tiva en el combate. Se esperaba y se vacilaba.
Las cosas no podían, sin embargo, estar
mucho tiempo así. Dadican, que mandaba en
la calle de San Honorato, envió- un parlamen-
tario para indicar por última vez á la Conven-
ción la voluntad de las secciones. £1 parla-
mentario fué introducido con los ojos venda-
dos y presentado á la Convención; estase
mostraba muy inclinada á entrar en negocia-
ciones, pero como trascurría mucho tiempo y
el parlamentario no volvía, Dadican creyó que
¡o habían detenido y mandó hacer fuego.
Bonaparte estaba dispuesto. Mandó avanzar
la artillería y cubrió - de metralla el atrio de
San Roque. El cuerpo del general Berruyer y
los 'granaderos se arrojaron á las gradas don-
do se empeñó uii combate terrible, basta que
los insurgentes huyeron, dejando un centenar
de cadáveres en el sitio. Bonaparte, desem-
barazado por esa parte, hace volver los caño-
nes á derecha é izquierda de la callé de San
Honorato y la barre en toda su- longitud. Todo
había durado menos' de un cuarto de hora,
fío quedando nada, que .hacer alli marcha á
todo galope, sobre el Puente Real. Una parte
de lof fugitivos se había unido con Lafond que
avanzaba hacia el mismo punto qué Bonapar-
te.La columna de las secciones contaba 8,000
hombres; pero ya no se veia en ella m,as qne
algunos nacionales. Era cuanto 'quedaba de
los 40,000 hombres.
. -Bonaparte, situado en el Puente Real, es-
peraba, dejando avanzar la columna'. Apenas
desemboca esta por la calle Beaune, la baten
de frente y costado las baterías de la calle del
Rae y las de !a otra orilla y en nn momento
queda destrozada. Lafond intenta en vano reu-
nir los dispersos. Desesperado, se dirige ha-
cia- las piezas 'para hacerse matar , pero cae
prisionero..
Entretanto, una columna republicana, ba- '
jando por la calle de San Honorato, se había
apoderado del Puente Nuevo, Bonaparte se en-
tretuvo después durante dos horas en disparar
salvas para asustar á las secciones.
Tal fué el primer hecho de armas impor-
tante de Bonaparte; el combate del 13 vendi-
miario fué el bautismo de la constitución del
año tercero y termino los motines de la revo-
lución. Era la vez primera que el gobierno se
defendía, y la única en que no sucumbía. La
asamblea, victoriosa y soberana, esperó que
T« 2.XXIII. 65
Í027 VENDIMIAR]
estuviesen terminadas las elecciones para re-
signar sus poderes. Se verificaron á los quin-
ce dias.
El combate liabia durado unas dos horas y
costado la vida á 400 hombres entre soldados
y ciudadanos, llubierapodido ser terrible sin la
energía y rapidez de acción de Bonaparte. La
victoria ganada por éste dio" algún soplo de
vida á la constitución que tres años después
estaba destinada ¡i perecer por la mano misma
que la defendió en su promulgación.
VEMECIA. [Geografía é historia.) En el
fondo del golfo Adriático, en la estremidad
nordeste de la Italia, se estieude entre el Pó,
el Tagliamento y los Alpes, un territorio for-
mado á espensasdc las aguas del golfo por el
limo que han depositado aili sucesivamente los
rios mas caudalosos de la península. La con-
formación particular de esta ribera que no es
ya el mar, ni tampoco tierra firme, donde el
Lrvenza, el Piave, elBrenta, el Adige y las
diferentes bocas del Pó han abierto canales
profundos cubierlos apenas de dos pies de
agua, cuya superficie solo pueden surcar bar-
cos ligeros, esta conformación escepcional,
decimos, ha asegurado por largo tiempo la in-
dependencia de ios Estados Venecianos. Cuan-
do á Unes del siglo último se hizo el Austria
dueña de Venecia por el tratado de Campo-
Forxnio, podia esta reina del mar gloriarse de
una existencia mas larga que ninguno de los
demás estados importantes de Europa: había
visto caer el imperio de Occidente; había asis-
tido sin someterse á la conquista de ta Italia
por los bárbaros, habia visto formarse todas
aquellas repúblicas que debían morir antes que
ella; y gracias á su posición inespugnable y á
la estabilidad de sus instituciones, cada revo-
lución que se verificaba en torno suyo habia
aumentado su inlluencia ó su territorio. Al-
ternativamente aliada ó enemiga de los empe-
radores .de Constantinopla, habia vengado la
caida de su trono haciendo guerra incesante á
los turcos, merced á la cual habia añadido á
sus títulos el de dueña de una cuaría parte y
media del imperio romano; y lo que no habia
dominado por sus armas, lo habia conquista-
do por su comercio. Alli donde no podían pe-
netrar sus soldados, enviaba mercaderes, y los
jicos productos de Oriente trasportados á lo
interior de sus muros alimentaban la -fuente
dolos tesoros, de donde sacaba la digna, re-
compensa de los artistas que edificaban sus
palacios ó los decoraban con esos cuadros que
forman todavía su gloria. En fin, después de
haberse anticipado setecientos años á la inde-
pendencia de las ciudades lombardas en el si-
glo XIF, después de haber sobrevivido tres-
cientos años á la destrucción de la república
florentina por Carlos V, perdió su libertad; pe-
ro quedó siendo en su duelo una de las ma-
ravillas de esa hermosa Italia adonde los pin-
tores van á buscar modelos y los poetas ins-
piración.
)-VENECIA 1028
El nombre de Venecia proviene de sus pn.
meros habitantes los henetos ó vénetos, sobre
cuyo origen ni aun los antiguos eslá'n'iñuy'
acordes. La opinión mas popular y la tradi-
ción poética los identificaba con esos hcnelos
de Pallagonia mencionados por Homero anui-
do hace la enumeración de los aliados que
acudieron al socorro de Troya (1): «es un he-
cho constante, dice Tito Livio, que después de,
la toma de Troya, puesto Antenor á la raheza
de una tropa numerosa de henetos, que «pul-
sados de la Pallagonia por una sedición y pri-
vados de su rey Pílemenos, muerto bajo loa
muros de la ciudad de I'riamo, buscaban ¡ni
gefe y una retirada, penetró hasta el rondo del
golfo Adriático, y que echando delante de ello*
á los euganéos establecidos entre el mar y los
Alpes, ios henetos, reunidos á los (royanos,
tomaron posesión de su territorio. El lugar
adonde arribaron primeramente conservó el
nombre de Troya, asi como el cantón pe de-
pende de él, y toda la nación formada por
ellos lleva el nombre de vénetos (2).» Pliriin,
Justino, Scimo de Qtiio, Virgilio, Ovidio y Ks-
trabon, refieren la misma tradición, aunque
Estrabon se inclina á considerar los habitantes
de la Transpadana como celtas, y á darles una
fuente comun con la tribu de los vénetos que
habitaban la Armórica; sea de esto lo que quie-
ra, el conde Fagliari, que lia compuesto una
obra erudita sobre los orígenes de Venecia,
ha demostrado con argumentos muy plausi-
bles que aquellos vénetos, cuya mansión en
el fondo del golfo Adriático nos fija la histo-
ria desde los tiempos mas remotos, habitaban
no solamente esta provincia que se llamó des-
pués los Estados Venecianos de tierra firme,
sino también las islas que bordan la costa, de
donde procedía que se dividía Venecia en Vi-
netia prima y Venetia secunda, aplicandu
el primer nombre é la parte del continente
habitada por los vénetos y el segundo á sus
posesiones insulares.- Determinando la natura-
leza, del suelo en cada una de estas dos co-
marcas la vocación de los habitantes, los unos
cultivaban las ricas llanuras que la suerle les
habia deparado, y los otros se habían delica-
do á ja navegación y al comercio. Por lo de-
mas, su historia no ofrece nada de notable, si
ya no és que fueron los únicos habitantes de
ía Italia que no intentaron resistir á los roma:
nos, á quienes por el contrario, scgim Poll-
bio, hicieron un señalado servicio, cuando los
galos que habían tomado á Roma tuvieron que
acudir de pronto á la defensa de sus hogares
á causa de la brusca irrupción que los veno-
tos hicieron cu sií territorio (3). A esta diver-
sión acertada y feliz siguió, según el mismo
autor, un tratado de alianza entro los roma-
nos y vénetos; hecho que encontramos can-
to Iliada.lib. II, v. 352.
, <a) Libro 1, gl.
$t Polio. II, 18.
VENECIA
1030
firmado en Estrabon (1), A favor deesfa alian-
za poderosa , vieron los habitantes de Vénc-
ela desarrollarse en paz entre ellos la agri-
ciillara y las artes á f|iie aquella da vida. Sti ;
suelo formado de aluviones, tenia una ferti-
lidad que todavía conserva, .y en sus pingües
dehesas se criaba una raza de caballos que mas
de una vez ganó el premio de los juegos de
la Grecia. «Entre los henetos fué, dice Estra-
trubon, donde Dionisio , tirano de Siracusa,
estableció su yeguacería para los caballos que
destinaba á dispular el premio de los juegos
olímpicos; de suerle, que Ja raza de los po-
tros henetos fué largo tiempo célebre entre
los griegos (2).» Acostumbrados asi á las dul-
zuras de la paz, los vénetos, de aliados que
eran al principio, se hicieron subditos de los
romanos sin tratar do defender su independen-
cia, é incorporados mas adelante á la Galia
cisalpina, que se habia convertido en provin-
cia romana , gozaron , después de la guerra
social, del derecho de ciudadanía que les con-
cedió Julio César.
Empero si la suerle de Venecia fué ventu-
rosa y tranquila por mucho tiempo, debia pa-
gar mas tarde los dias de pnx que le habian
sido concedidos. Ya mas de una vez, en tiem-
po de los Césares, los pretendientes al impe-
rio habian elegido sus llanos como campos de
batalla, y cuando hacia la decadencia del po-
der romano, atravesaron los barbaros la bar-
rera del Danubio y bajaron de los Alpes Julia-
nos ú Italia, Venecia fué la primera que se
ofreció á sus golpes. Sin embargo, la suerte
de las dos divisiones de aquel territorio estu-
¡¡0 muy íejos de ser la misma, pues en tanto
que las islas habitadas por una población que
se ocupaba escSusivamente en la pesca, en el
cabolage ó en la producción de la sal, esca-
paban de los vencedores por su pobreza y por
las dificultades de su posición, las ricas ciu-
dades del continente, Pádua, Verona y Aqui-
lea erau asoladas y diezmadas por el hierro ó
el fuego. Tal fué la causa de la fundación de
Venecia. Cuando en el año de 452 corrió Atila
á vengarle del desprecio que Valentiniano ha-
cia de.su alianza (3), llevando elfuego á Aqui-
lea, Altino, Concordia y Pádua, los habitantes
aterrados se refugiaron en los islotes que se le-
vantaban en el seno de las lagunas: uno de
estos islotes conleuia la aldea' de Rivo-alto'ó
lüalto. rpic llegó á ser el centro'; á cuyo al-
rededor se instalaron las nuevas habitaciones
que exigia aquel aumento de población, y
muy en breve muchos islotes reumidos eulrc
^i por medio de puentes no formaron mas que
una sola ciudad. Sin embargo, cuando Atila se
retiró á la I'anonia, no todos los nuevos habi-
tantes de las islas abandonaron el asilo que
acababa de librarles de los desastres de la in-
H) Lib. v. 216.
12) Lib. V, 213.
(3) Acababa tde negarlu la mano- de su bvimana
vasion: algunos de ellos, sobre todq, los agri-
cultores, volvieron á cultivarlas fértiles llanu-
ras del continente, pero las familias patricias,
satisfechas de haber hallado un abrigo contra
la tempestad que rugia entonces en todas par-
tes, se establecieron en medio de las lagunas
dando con sns riquezas nuevo impulso al co-
mercio y á la navegación, de los que hasta
entonces habian sacado los primeros habitan-
tes sus principales recursos. De aqui proce-
dieron las dos clases que han formado la na-
ción veneciana; de una parte la nobleza mas
antigua de Europa que hacia remontar su ori-
gen hasta las familias mas ilustres del patri-
ciado romano, y de la otra esa raza de mari-
neros atrevidos descendientes de los primeros
habitantes de la Venecia insular.
la historia de Venecia durante la primera
mitad de la edad medía, participa de la se-
quedad y oscuridad de las crónicas de la época.
Sabemos que durante el reinado de Justino el
Anciano (desde 5 1 8 á 527), se habian apode-
rado de la Dalmacia los esclavones, y que
adoptando las costumbres de los antiguos ili-
ríos se entregaban, á una piratería continua.
Tri pillando frágiles barcas atravesaban el Adriá-
tico para ir á ejercer sus estragos en la costa
italiana; pero esos mismos vénetos que habian
huido ante los soldados de Atila, envalentona-
dos por la costumbre de la mar y de sus pe-
ligros, resistieron victoriosamente á los ata-
ques de tos piratas esclavones, y atacándolos
A su vez, no cesáron de perseguirlos hasta qne
toda la Dalmacia hubo reconocido la superio-
ridad de sus armas. Cuando los lombardos vi-
nieron en' 5C8 á vengar sobre la desgraciada
Italia la supremacía que Roma habia ejercido
por tanto ; tiempo sobre eí antiguo mundo, la
invasión de las provincias traspadanas, tuvo
para Yenecia un resultado doblemente, venta-
joso, aumentando por una parte la población
de las islas venecianas por medio de una emi-
gración nueva y proporcionándoles un clero
independiente, pues el patriarca de Aquilea,
el obispo de Concordia y el de Pádua, huyendo
del arriauismo que llevaban consigo los con-
quistadores, fijaron sus sillas en las islas que
habian permanecido constantes en la fé. Algu-
nos años mas adelante (697), vino la constitu-
ción civil á acabar la obra que ya habia co-
menzado la constitución religiosa. Iodos los
principales habitantes de la Venecia insular,
clero, ciudadanos y patricios, se reunieron en
lleraclea, resueltos aponer por encima de los
tribunos, que hasta entonces habian goberna-
do aisladamente cada islote, y cuyas preten-
siones ocasionaban incesantes disturbios, un
gefcá quien contMéronel titulo de Duco ó Du-
que, y el cual mismo tiempo que respetase las
decisiones de ías asambleas nacionales debia
reunir todos los derechos de -Tin poder ejecuti-
vo fuertemente constituido. Disponiendo de
, los empleos y arbitro de hacer la paz ó de-
clarar la guerra, dirigia las fuerzas comunes
4031
YENECIA.
de la nación contra los enemigos de fuera 6
contra las facciones- interiores, y esta magis-
tratura suprema que el pueblo confiaba ¿ vida,
se confirió por primera vez á Paduecio y Ana-
fecto de Heraclea, que se sirvió de ella para
calmar los áuimos escitados por las preteusio-
nes envidiosas de los tribunos, rechazar á los
esclavones como á los lombardos, y asegurar
contra.toda agresión nueva los límites det ter-
ritorio veneciano. .
fiuando los Carlovingios derribaron la do-
minación de los lombardos, no tardaron estos
nuevos conquistadores en querer engrandecer-
se á espensas de los estados venecianos, que
seguían reconociendo, á lo menos nominativa-
mente, la soberanía de los emperadores de
Constantinopla. En su consecuencia el- bijo
de Carlo-Magno, Pepiuo, rey ya de Italia,
no habiendo podido obtener de los habi-
tantes de Yenecia el pleito boraenage que exi-
gía de- -ellos, se apoderó de Cbioggia, de Pa-
leslriná, y después penetró basta la isla de
Albiola, de donde solo un canal ■estrecho le
separaba de Malamocco, residencia del gobier-
no. En este momento supremo en que la in-
dependencia veneciana iba á perecer en su cu-
na, uno de los principales habitantes, Angelo
Parlecipazio, logró determinará sus conciuda-
danos á seguirle á la isla cié Kialto, rodéada de
bancos de arena á donde no podrían. seguirlos
las embarcaciones que^ Pepino babia armado
enRávena. En efecto, el rey franco que cono-
cía poco aquellos peligrosos escollos penetró
en las lagunas, y sus bagelcs encallados en
las arenas cuando bajaba la marea, fueron in-
cendiados sin poder oponer resistencia. Obli-
gado Pepino á retirarse vergonzosamente, se
vengó de su derrota quemando á su vez las
poblaciones de que se había apoderado;- pero
estas crueles represalias no le, dispensaron de
tener que sufrir una paz gloriosa para los ve-
necianos, quienes habieudo debido dos veces
su salvación é la posición de Pinito, la hicieron
en adelante la capital de su república, reunie-
ron por medio de puentes los sesenta islotes
que la rodean, edificaron el palacio ducal en
el mismo sitio donde boy se ve y comenzaron
esa larga serie de embellecimientos, que han
hecho de Yenecia, asi llamada del nombre de
la provincia., de la que venia á ser capilal, la
digna y espléndida residencia de los descen-
dientes del pueblo-rey. Pocos años después
trajeron los venecianos de Alejandría el cuer-
po de San Marcos,, que desde entonces fué pa-
trono de la república. Se ie consagró im tem-
plo augusto; monedas, pabellones y estandar-
tes llevaron su efigie ó la del león que le sir-
ve de emblema, y el nombre de San Marcos
fué tan querido á los venecianos como _el .de
En el siglo X un aiaque pérfido de los pi-
ratas de la Isfria, aírajo soty'e este pais la ven-
ganza de los venecianos. Era costumbre en
entre los principales; habitantes habían de ce
lebrarse en un mismo día con la' mayor pom-
pa, en la que lomaban parte todos los cuerpos
constituidos de la república. La víspera do la
Candelaria, góndolas elegantemenle adornadas
y tripuladas por los novios que iban á unirse
se dírjgian hacia la isla de San Piutra di Cas-
Ultoj donde residía el patriarca: de todos los
cuarteles de la ciudad, los parientes y amibos
de los desposados salían á acompañarlos, y |a
multitud agolpándose en el muelle de los Es-
clavónos acogía con sus gritos de júbilo á ca-
da embarcación que llegaba. Enterados de este
uso los piratas de la Islria, tuvieron el atrevi-
miento de venir á ocultarse durante la noche
enmedio de tos islotes sobre los cuales está
construido el arsenal, que entonces no existia
todaviá, y en el momento de entrar los novios
en la iglesia, atraviesan apresuradamente el
cana! que los separaba de la isla de San Pedro,
se lanzan sobre aquellas doncellas que sus
amigos no pueden defender, se las llevan á
sus barcas y fuerzan velas para ir á poner en
seguridad su- precioso bolin. El dux Canda-
no íll fué testigo de este ultrage: indignado
se pone á la cabeza de los alügidos esposos y
recorre la ciudad llamando á los venecianos á
la venganza. Todos le responden cogiendo sus
armas y correir en persecución de los rapto-
res, á quienes alcanzan en las lagunas de Caor-
lo. En muy pocos instantes fueron .rescatadas
las bellas cautivas y destrozados los piratas,
llevándose después la venganza mas adelante,
puesto que se obligó á la Islria á pagar tributo
á la república, y al concluir el siglo X, no
solamente Capo de Istria y Narcnta, las dos
guaridps de los piratas, estaban destruidas, sino
toda la costa de Iliria, Zara, Sulona, Sebenigo,
Spalatro, Trau, Belgrado, Almissay Ragusa ha-
bían reconocido la supremacía de Yenecia.
Desde que los venecianos se vieron dueños
del Adriático llevaron á lo lejos su pabellón y
estendieron su comercio basta las cosías mas
orientales del Mediterráneo; allí sin embargo,
hallaron en los musulmanes rivales ó mas bien
enemigos que amenazaban no dejarles libre
ninguno de los mercados del Oriente. De esta
suerte favorecieron las cruzadas con un celo
que sin duda nacía de un sentimiento religioso;
pero al cual no perjudicaba su propio interés.
Kp contentos con llevar á los cruzados en sus
bageles, se encargaronde abastecer de provisio-
nes á su ejércit&, y mas de una voz juntaron
victoriosamente sus -armas con las de los caba-
lleros que acudían de todos los puntos de Euro-
pa á la conquista del santo sepulcro. Desdóla
primera cruzada doscientas naves venecianas,
mandadas por el hijo del dux Vital Michieli.so
apoderaron de Esmirna y concurrieron activa-
mente á la loma de Jah'a. No quedaron sin re-
compensa estos servicios, pues por un diploma
especial (l 130), el rey de. Jevusále» Baldui-
no 11 les' concedió el privilegio de teper cu
Yenecia que todos los matrimonios contratadoscada ciudad del nuevo reino fúnbvlo par
4033
latinos un cuartel que les pertenecía esclusi-
vamente y en el cual ejercían el derecho de
edificar una iglesia, un molino, un baño y un
torno. Los emuleadtís del (¡seo no podian pe-
netraren ese cuarlel, y los. venecianos nom-
brando ellos mismos sus magistrados forma-
ban de este modo, pequeñas colonias indepen-
dientes, donde protegían de la manera mas efi-
caz los intereses de su comercio. Por lo de-
más, esta alianza estrechaenlre los venecianos
y los cruzados. produjo pronto, como debia su-
ceder, una gran disidencia entre Venecía y
(lonslantinopla, disidencia que por primera vez
venia ú interrumpir las buenas relaciones que
los dos estados sostenían liacia largo tiempo.
Arrastrados por el ejemplo de los cruzados,
que trataban generalmente como enemigos á
los griegos del mismo modo que á los sarra-
cenos, los venecianos renunciaran al respeto
tradicional que habían conservado á la corte
de Bízancio , y se apoderaron de Rodas , de
Scio, de Sanios, de Mililene y de Andros, con-
quistas poco gloriosas; porque los griegos,
ocupados en defenderse contra los turcos so-
bre el .continente, habían retirado las guarní-'
ciónos que protegían sus posiciones insulares.
Sin embargo, esta primera guerra de Venecia
conlra él imperio del Oriente no fué de larga
duración. El dux Michielí que la habia dirigido
volvió al Adriático , quitando á los húngaros
que se habían apoderado de él las ciudades de
Trau y de Spalatro; y tal era entonces la debi-
lidad de los sucesores de Constantino, que le-
jos de intentar vengarse, volvieron á implorar
el socorro de Venecia cuando pocos años mas
adelante fueron atacados por los príncipes nor-
mandos de Sicilia; pero otra guerra con el em-
perador Manuel, en la que el dux Vital Mi-
chieli II vid destruida por la peste lá ilota mas
brillante que jamás había armado Venecia,
produjo tan viólenla sedición que el gefe im-
prudente pereció á manos del pueblo irritado,
y en un interregno de seis meses que prece-
dió á la elección del nuevo' dnx, se prepara-
ron las instituciones qne restringieron en ade-
lante los poderes del gefe del Estado y consli-
, luyeron la oligarquía veneciana.
llíiala la época á que hemos llegado 1 17J),
el dux, inamovible, juez supremo, due'ño de
las fuerzas de tierra y mar, obteniendo fre-
cuenienienle la autorización de traínutír su
poder á sus hijos, venia á ejercer por sus pri-
vilegios una verdadera autoridad monárquica,
cuyo único contrapeso eran las asambleas-ge-
nerales, que por consecuencia del aumento de
población espresaban-cada día con mas confu-
sión y dilicultad los deseos de ta mayoría; pe-
ro cuando los desastres que atrajo sobre Vene-
cia Vílal MichieÜ hicieron reflexionara) pueblo
sobre la necesidad de no dejar á sus duques
una parle tan grande en la dirección del Esta-
do, ie tomó la resolución de crear un gran
consejo anual, compuesto de 480 individuos,
y el cual debia partir con e[ dux el pode)* so-
berano. Doce electores, sacados de los seíd
cuarteles 'de la ciudad, elegían, cada uno en
su 'cuartel -cuarenta ciudadanos para formar
el consejo; pero si en un principio nombró el
pueblo á estos doce electores, propto le arre-
bataron este privilegio, y el gran consejo, que
ya confería lodos los cargos del Estado, se
apropió. también el nombramiento délos elec-
tores que habían de renovarlo. Dueños asi de
su reelección los consejeros tenían el mayor
interés en legar su cargo á su familia, siendo
indudable que la medida que en el siglo XIII
hizo hereditaria la plaza de consejero venia
preparada "por la larga costumbre de ver per-
petuarse los_ mismos nombres en aquellos
puestos importantes. Tal es el origen de la po-
derosa aristocracia veneciana, que supo con-
servar intactos sus derechos por espacio do
tantos siglos, pues raras veces abusaba de
ellos y aplicaba todos sus esfuerzos al engran-
decimiento de la nación, en lo estertor, y den-
tro á la igualdad de los nobles entre si, á la
represión de las facciones ó de, las querellas
de familia y en fin á la prosperidad de todos.
Entre las atribuciones del gran consejo, que se
había apoderado desde luego del conocimien-
to de las causas, criminales con el estableci-
miento de un tribunal compuesto de, cuarenta
individuos elegidos de su seno, debemos con-
tar como el privilegio mas importante el de
nombrar el dux; asi es que acompañaron este
privilegio de precauciones que algunos histo-
riadores han admirado como una obra maestra
de habilidad política, al paso que otros no ven
en él mas que la imposibilidad que habia de
prever de antemano el resultado de elección
tan complicada. Treinta individuos elegidos por
la suerte en el gran consejo eran reducidos á
nueve por. una eliminación sucesiva confiada
igualmente á la suerte. Estos nueve iudivid nos
elegían cuarenta, que por una eliminación
igual se reducían á doce. Estos nombraban á
veinte y cinco , reducidos después á nueve,
los cuales elegían cuarenta y cinco, que la
suerte reducía también á once, y en fin estos
últimos nombran los cuarenta y un electores,
que por la mayoría de veinte y cinco sufra-
gios debían -elegir definitivamente el.géfe del
Estado. Se comprende que .una serie de com-
binaciones que de hecbo entregaban la elec-
ción á todas las probabilidades déla suerte, no
podia convenir sino para la elección de un ge-
fe cuyos poderes restringidos se limitaban á
representar y no á obrar. Si. se hubiera que-
rido un valiente general ó un hábil administra-
dor, es probable que se hubiera procedido de
otro modo.
-Durante el gobierno de Sebastiano Zani,
primer dux nombrado desde la creación del
gran consejo, fué cuando Venecia, que no ha-
bía tomado basta entonces ninguna parte en
las querellas de Jos soberanos pontífices y de
lus emperadores, recibió dentro de sus muros
al papa 4'ejandro % que vino, como á m
VENECIA
1035
VENEGU
1036
terreno neutral, á tratar de la paz con Federi-
co Barbaroja. El 24 de junio de 1177 se en-
contraron los dos soberanos en la plaza de San
Márcos, á donde habían sido conducidos en
pompa por el dux, el patriarca, el clero y to-
da 1.a nobleza. En cuanto Federico percibió al
soberano pontiflee que iba á entrar en la igle-
sia, se desembozó la capa y se prosternó á
sus pies. Alejandro', enternecido al ver la efu-
sión con que parecía reconocer sus culpas, le
levantó y abrazó, cñ tanto que todos los cir-
cunstantes entonaban el Te-Deum. Una losa
de pórfido rojo marca todavía en el vestíbulo
de San Márcos, á la derecha de la puerta de
entrada, el sitio donde esta reconciliación de-
volvió la paz ¡i la Italia. Esta paz, tan preciosa
para la generalidad de la península, afectaba
poco por lo demás á los Estados venecianos,
pues casi cst ranos á lo que pasaba entre sus.
vecinos de tierra [irme, solo estaban ocupados
en sus rivalidades con las demás repúblicas
marítimas, Pisa ó Genova, y subretodo en sus
querellas con el imperio de Gonstantinopla.
Cuanto Inocencio II i mandó a Fulques de fíe-
uilly predicar la cruzada en MUS y Sos baro-
nes mas esforzados de Francia, Tibaldo conde
de Champaña, Litis conde de fflois, Balduiuo
conde de Flandes, Simón conde de Monfort y
Godofredo, conde del Perche, se resolvieron ú
reconquistar el~Saríto Sepulcro , pidieron á los
venecianos qne los condujeran en sus bíigeles,
y habiendo convocado el dux Enrique Dándolo
para esta importante deliberación una asamblea
general, Godofredo de Viüeiiardouin, mariscal
de Champaña, tomó, la palabra en nombre de
los cruzados, según nos lo dice él mismo, y se
espresó de esle modo na su lenguaje natural
y sencillo: '.'Señores, los mas altos barones de
Francia nos han enviado á vosotros, y os pi-
den gracia y que os compadezcáis de Jerusa-
len, que está en servidumbre de los turcos;
que por Dios tengáis 4 bien acompañarlos y
vengar la afrenta de Jesucristo. Os lian elegi-
do porque saben que ninguna gente de las
que andan por el mar, tiene tan gran poder
como vosotros y vuestro pueblo; nos lian man-
dado que nos echemos ¡i vuestros pies y no
ños levantemos hasta que no nos otorguéis que
mirareis con piedad la Tierra Santa de Ultra-
mar.» Entonces Sos mensugerosse arrodillaron
á sus pies, llorando mucho, y el duque y to-
dos los demás esclamaron á uua voz, tendie-
ron sus -manos y dijeron : Lo otorgamos , lo
otorgamos (!).»
De este modo parecía resuella la gran cues-
tión del trasporte de los cruzados; mas el en-
lusiasmo de los venecianos no ¡labia sido tanto
que no estipulasen por premio de sus servi-
cios una suma de 85,000 marcos de piala, que
los' barones franceses, reunidos en Venecia en
la siguiente primavera, se hallaron en. ¡a im-
(1) Villehardoiiín: De la conmiétodn Captlantino-
ple, apua Scripl. Byzanl. , t, XX, c. X Vil.
posibilidad de pagar. Entonces les propuso el
dux: que concedieran á ¡os venecianos, como
complemento de la suma por laque 'se ha-
bían comprometido, el auxilio de sus brazos
a fin de reconquistar la ciudad de Zara en hul-
macia, de que se había apoderado el rey de
Hungriahacia muchos años. A este precio Dán-
dolo, á pesar de su mucha edad, « pues era vie-
jo, dice Villehardouin, y auuque tenia heruiu-
sos ojos en la cara, no veía nada, porque ha-
bía perdido la vista á causa de una herida que
recibiera en la cabeza,» á este precio, deci-
mos, tomó Dándolo la cruz y se resolvió a,
acompañar la espedicion. Aunque Zara fuese
una de las ciudades mejor fornicadas de ape-
lla época, no pudo resistir mucho tiempo a!
• valiente ejército de los latinos y de los cruza-
dos reunidos; á los pocos dias de sitio se rin-
dió á discreción; pero la estación estaba ya
demasiado avanzada para que la ilota pudiera
salir al mar y dirigirse á Palestina, de suerte
que todo el ejército tomó en Zara sus cuarte-
les de invierno. En esta ciudad se presentó ú
los cruzados el jóven principe Alejo Angel, cu-
yo padre Isaac, había sido lanzado por su her-
mano del trono de Conslanlinopía y sepultado
eu el fondo de un calabozo, y les pidió su ayu-
da para rescatar la corona,- prometiéndoles, en
cambio, someter el imperio griego á la obe-
diencia de Roma, repartir entre todos los cru-
zados 200,000 marcos de plata y acompañar-
los en seguida á la conquista del Santo Sepul-
cro á la cabeza de 10,000 soldados. Seducidos
por estas brillantes ofertas, latinos y venecia-
nos tomaron en la primavera el camino de
Constantiuopla, á donde llegaron la víspera de
San Juan. Los venecianos querían atacar y
aproximarse á las murallas á bordo de sus na-
ves, desde donde pensaban arrojar puente;
levadizos, clavándolos eu las murallas;- poro
los franceses., habían respondido; "que no su-
hrian valerse y defenderse menos en la mar,
que lo habían hecho en tierra, cuando tenían
sus caballos y sus^ armas (I).» Eu su conse-
cuencia se resolvió dividir el ataque, peleando
cada una de las dos naciones sobre el elemen-
to que creía deber serle mas favorable. Dán-
dolo presentó su Ilota en una sola linea y su
condujo con tal vigor eu el ataque dado á las
murallas, donde llovían las (lechas de sus ba-
llesteros, que plantó cu ellas la cruz de Sun
Míreos, se apoderó de veinte y cinco turres y
habría tomado lá' ciudad entera sino le hubiera
distraído de su victoria el peligro que porfían
sus aliados. En efecto, los franceses que m>
tenían mas que seis batallones, detenidos en
su marcha, por un anchísimo círculo de-tropas,
se vieron atacados por sesenta batallones, cu-
da uno de los cuales era mas numeroso que
ninguno délos suyos, A pesar de su valor ha-
hrian sucumbido al número de los enemigos,
si el anciano dux no hubiera saltado á tierra
(t) VMebardouin, ti LXXXIV.
4037
VEN EGA
4 038
con todos los venecianos que no eran necesa-
rios para la maniobra de los buques. Al verle
llegar el emperador mandó tocar retirada, y á
la noche siguiente salió de !a ciudad abando-
nando el imperio á su competidor. Restableci-
do en su trono Isaac Angel, nu pudo, sin vejar
á su pueblo, cumplir las promésas que su ¡li-
jo habiu hecho ¡i los cruzados. Por otro lado,
habiendo escitado los latinos con su rapacidad
y su intolerancia el odio de toda la población
griega, estalló otra sublevación que destronó
á Isaac y su hijo y puso .en su lugar á Alejo
Dueas, y el ejército latino tuvo que empezar
de nuevo el sitio de Constantinopla. No atre-
viéndose esta vez los cruzados como la pri-
mera á confiar solamente en sus fuerzas, mon-
taron en los bageles de los venecianos, y ma-
logrado el primer ataque, porque la corriente
de Bosforo separaba á unos buques de otros,
lus ataron de dos en Sos, á On de que cada
una de las torres que defendían las murallas
tuviese por lo menos dos contrarios que com-
batir. J,os navios que llevaban á los obispos
de Soissons y de Troyes fueron los primeros que
se acercaron á la muralla;- un francés y un
veneciano los que se lanzaron á ella, seguidos
muy en breve de multitud de combatientes.
Fué tomada la ciudad, y conquistado de este
modo por nu puñado de soldados £l imperio de
Oriente, ocupóse en el acto de elegirle sobe-
rano. Seis varones franceses y seis nobles ve-
necianos recibieron el encargo de proceder á
la elección del nuevo emperador: los vene-
cianos eran: Yital Dándolo, OttonGuerini, Ber-
tucio Coníarini', Pantaleon Barbo y Giovanni
Bassaggio. Dicese que uno de los barones fran-
ceses indicó como el mas digno del imperio
al viejo dux Enrique Dándolo; pero que es-
clamando entonces Pantaleon Barbo que el ti-
tulo de dux de una república como Veaecía
era superior á lodos los demás títulos, dió su
voto áBaldnino, conde de Flandes, y arrastró
tras si todos los sufragios. Desde entonces los
aliados no pensaron mas que en repartirse sus
conquistas, y Gallipoli, Mgos Potamos, Hodos-
lu, Engia, Lacedemonia, Janto,Cefalonia y Dir-
ranníq tocaron á los venecianos. Bonifacio,
marqués de Montferrat y rey de Tésaíóntea,
liabla obtenido en la partición la isla de Can-
día; pero la cambió con los venecianos por
(ierras en el continente, y aquella isla tan fér-
til y tan perfectamente situada entre el Egipto,
la Grecia y la Siria, llegó á ser una de las po-
sesiones mas importantes de la república. Tal
fué él resultado de aquella brillante espedicion
que parecía elevar á su apogeo la gloria de los
lisiados venecianos y que de hecho le fué aca-
fo mas perjudicial que útil, despertando cu la
nación el gusto por las espediciones aventu-
reras, que reemplazaron pronto á la suerte
menos brillante, pero mas segura, del comer-
cio marítimo; entonces se vio ¡i simples par-
ticulares armar buques á porfía para ir ¡i con-
quistarlos condados y las baronías. Cierto que
muebos de ellos lograron quitar al imperio
griego algunos girones de aquella púrpura que
ya no le defendía contra los ultrajes: ¿larco
Sañudo se hizo dueño deSaxos, Marin Dándolo
de la isla de-Andros, Andrés- y Gerónimo Gbisi
de Míconia y de Scira, Pietro Giusliniani de
Ceos y fíavagieri de hemnos; empero estas es-
pediciones absorbían los capitales del Estado
y se llevaban sus mejores mariuos, sin contar
que la gradual postración del Oriente prepara-
ba el advenimirfnto de los turcos, que mas
adelante debían despojar á Yenecia, no obs-
tante su larga defensa, de todas las conquis-
tas que le habían dado las victorias de Enrique
Dándolo.
Pedro Ziani sucedió á Dándolo, que murió
en 1205 en Constantinopla, y la república no,
queriendo que en lo sucesivo pudiera el gefe
del Estado abandonar á Yenecia para ir á vcr
larporlas posesiones nltramarinas, decretó que
un magistrado, á quien se daba el nombre de
bayle, gobernaría la parle de aquella ciudad,
que -pertenecía á los venecianos. Por lo demás
ocupaba hasta tal punto i la nación el sosteni-
miento do su poder en Oriente, que no tomó
parte alguna en aquellas luchas sangrientas de
güelfos y gibelinos que trastornaron en el si-
glo Xlll á toda la Italia. Sostener álos latinos
contra las rebeliones de los griegos que habian
despertado de su letargo y que trataban de
reconquistar la capital de su imperio, tal era
la principal ocupación de Yenecia, y aun hay
cronistas que aseguran que en . 1225 se agitó
en el gran consejo la cuestión de si seria con-
veniente trasladar a Constantinopla, que tan
mal se defendía de lejos, la residencia del go-
bierno; y que esta eslrafia proposición solo
había sido desechada por la mayoría de dos
votos. A la muerte de Pedro Ziani empleó el
gran consejo un interregno de seis meses en
restringir mucho mas el poder, ya tan reduci-
do, de los gefes del Estado, lo que verificó
quitándoles el privilegio de formar por sí mis-
mos el consejo ds los Pregadi, consejeros que
ellos designaban según su voluntad ó sus pre-
ferencias, para consultarles en caso de necesi-
dad sobre los asuntos de la república: en ade-
lante se compuso este consejo de 60 individuos
nombrados anualmente por el gran consejo, y
sus atribuciones eran preparar los negocios,
especialmente los relativos al comercio y á
las relaciones esteriores, qué debían someter-
se en seguida á la decisión del senado; mas
otras dos instituciones croadas en la misma
época obraron mucho mas directamente sobre
aquella autoridad ducal, cuyas usurpaciones
se temían constantemente. Fué la una el esta-
blecimiento de cinco correltori della promi-
sión ducale, ó correctores del juramento que
dchia pi'onuuciar el dux al tomar posesión de
su cargo; y la olra era la creación de tres in-
quisidores de la conducta del dnx difunto, in-
quisitori deldoge defunto. Su misión era exa-
minar la conducta del gefedel Estado tan pron-
VENECIA
1040
to cúrao dejava de existir; recibir las quejas
délos ciudadanos, si algunas se producían con-
tra su conducta, y condenar su memoria al
olvido, asi como á sus herederos á la indem-
nización, si estas quejas eran fundadas. En
cuanto á los corretori dalla promisión duca-
le, estaban encargados de añadir al juramento
del dux, bajo la influencia del gran consejo,
lodo lo que creyeran masa propósito para con-
tener la ambición de! nuevo elegido. Asi fué
como en el discurso del siglo XIII los que eran
investidos de la dignidad de dux llegaron á
obligarse á n,o mantener bajo pretesto alguno
correspondencia con los gobiernos cslrange-
ros,. á no recibir sus embajadores ni aun á
abrir sus cartas, sino en presencia del cqu-
sejo; observar eslo mismo aun con las cartas
que le dirigían los subditos del Estado; á no
poseer nada fuera de los Estados venecianos;
í no tomar parte en juicio alguno de derecho
ni de hecho, y, en Bu, á no permitir á ningu-
na persona que estuviese unida á ellos por los
vínculos de la sangre., e! ejercicio de ningún
empleo público, eclesiástico, civil y militar.
• Venecia, sin embargo , no habla sometido
gran parte del Oriente, ni llevado sus'colonias
á las isias mas ricas del Mediterráneo, sin es-
citar la envidia de los genoveses dedicados co-
mo tos venecianos á la marina y al comercio.
Las dos naciones eran rivales , y por conse-
cuencia se hallaban muy próximas á conver-
tirse en enemigas: una chispa produjo el in-
cendio. Los genoveses quitaron á viva fuerza á
los venecianos la iglesia de San Sabas cu San
Juan de Acre, Iglesia cuya posesión hacia al-
gún tiempo disputaban ambas partes : fortifi-
cándose después en ella, quemaron en una sa-
lida los almacenes de los venecianos, y en Ti-
ro, donde taínbien se hallaron los dos ejérci-
tos el uno frente al otro, los echaron do la
ciudad, lo que dio margen á una serie de re-
presalias con las que recíprocamente agotaban
sus recursos de hombres y diñero sin llegar á
un resultado definitivo; pero el efecto impor-
tante de aquella guerra fué el cambio que píoT
dujo'en la política veneciana. Hasta entonces
Yeneeia se había mantenido las mas de 3as
veces indiferente,- como hemos. dicho, á las
contiendas de losgtlelfos y gibelinos, y si en-
alguna ocasión había tomado .parte, como en
la cruzada contra el tirano de Padua, Éeceiliñb,
habia sido en favor del papa contra el empe-
rador. Elodio contra los genoveses, unidos en-
tonces al soberano pontífice, obligó á los vene-
cianos á abrazar la causa' de los. gibelinos,
uniéndose á Manfredo tle Sicilia, resolución
que precipitó la caida del imperio de ios lati-
nos. En efecto , la liga de los venecianos con
los enemigos de la tiara animó á los genove-
ses a formar otra que produjo mayor escánda-
lo, pues se aliaron á Miguel Paleólogo, que
ocupaba en ffieéa, capital ya délos griegos, el,
trono de los sucesores de, Constantino , y se
comprometieron á ayudarle con su Ilota á lo-
mar nuevamente á Conslanfinopla, siempre que
él prometiera cerrar sus puertos á los vene-
cianos y concederles á ellos la eütraüá exenta
de toda clase de derechos. Daldtiino II , prjn-
eipe inepto y sin energía, ocupaba entonces
el trono de Constuntifiopia, que no sin gran
trabajo , podia defender contra el emperador
de Hicca. Sin embargo , acababa de -concluir
una tregua de un año con Miguel Paleólogo,
cuando el nuevo baylc de Venecia, Marco úv¿
dénigo, queriendo señalar con alguna empré-
sa su llegada á Oriente , indujo á Ualdtiino i
romper la tregua é ir á poner sitio á Dafüu'siá
en la entrada del Ponto Éüxiijo. Irritado con
aquella violación de los tratados, y aprovechan-
do el abandono en que se encontraba Constati-
tinopla, cuyas mejores tropas habían partido
para el sitio, Miguel Paleólogo , que se habia
proporcionado inteligencias cu la .ciudad, en-
tró en ella "por sorpresa entre las aclamaciones
de la población griega; de suerte, que. preci-
sado á huir Balduino , tuvo que considerarse
dichoso con encontrar la Ilota veneciana que
volvia de Ilafnnsia, y en la cual halló un re-
fugio; aSi como el patriarca latino, todos los
franceses, y la mayor parte de los venecianos
.que habitaban la ciudad. Era entonces el mes
de julio de 12GI, y el imperio latino habia
durado 57 años. En lanto que los refugiados
se retiraban á Negroponlo , colonia veneciana,
Miguel Paleólogo, siguiendo la carrera de sus
triunfos, se apoderó de otras muchas de' sus
posesiones, tales como Quio, Rodas y Lemnos,
y sin embargo, era tal el ascendiente del co-
mercio veneciano,' que á pesar de las prome-
sas hechas á Génova, cuyo socorro habia ob-
tenido, á pesar déla malquerencia de los vene-
cianos, que babian sido los mas firmes apoyos
del imperio latino en Conslnntinoplu, no pudo
resolverse á privarse de hombres industriosos
que podían, asi por sus recursos como por sn
actividad tan conocida, cicatrizar las heridas
ocasionadas por largas guerras y traer la vida
á Bizancio. Asi es que no solo permitió ú Jos
venecianos , que no hablan huido, continuar
residiendo en su capital, sino que los conce-
dió los mismos privilegios que álüs genove-
ses, señalándoles un cuarto! separado donde
vivían bajo la sola autoridad de subaylo.
Hacia fines del siglo XIII, en ¡29,3, volvió
á encenderse la guerra enlre Génova y Venecia.
Cuatro galeazas venecianas fueron atacadas en
los mares de Chipre y tomadas por siete bu-
ques genoveses, Pedro Gradónlgo era enton-
ces dux de Venecia: mandó armar la Ilota para
vengar este ultrage; pero en la altura de Ajac-
cio fué derrotada por el almirante genovés
Spinola. Inmediatamente se equipó en Venecia
oirá flota de sesenta gateras, cuyo mando ftié
condado i Sicolás Gueriní con órde'n de ir "
buscar al enemigo, en los mares de Grecia,
misión qüe no pudo desempeñar, porque los
genoveses que hablan logrado evadirse de este
encuentro fueron á incendiar la Canea, uno de
VENECLV
Í042
los establecimientos venecianos mas florecien-
tes de la isla de Creta. Sin embargo, no se üi-
20 esperar la venganza de Venecia: sesenta y
cinco galeras venecianas mandadas por Ruggie-
vo Morosini, vinieron á alacar á Calata, cuartel
habitado por los genoveses en Constantinopla,
y como estos, á causa de no tener las fuerzas
necesarias para defenderse, se habían retirado
;'i la dudad de los griegos, al otro lado del Cuer-
no deOro, los venecianos. en represalias entre-
garon á las llamas sus habitaciones y sus alma-
cenes. El último acto de este drama se ejecuto
al año siguiente. El'almirante geuovés Lamba
Doria, vino liasta el Adriático, cerca-de la isla
ele Cozorla, á presentar el combate á Andrés
Dándolo, que ala cabeza de 95 galeras, no po-
día esquivar una acción donde tenia á la vez
\a ventaja del número y la de combatir en una
cosía perfectamente conocida de los venecia-
nos. Sin embargo, habiendo venido i alacar
por el flanco á la escuadra de Dándolo quince
naves separadas de la flota genovesa,, y cre-
yendo aquella tener á la vista á todos sus ene-
migos, fué corlada la linea de los venecianos,
y la derrota se hizo tan completa , que solo
volvieron á Venecia doce galeras para llevar la
noticia del desastre. Los genoveses quemaron
setenta y condujeron diez y ocho á Génova,
donde entraron también 7,000 prisioneros, en
cuyo número estaba también el almirante An-
drés Dándolo. Después de este grande desca-
labro, Venecia no pensó ya en prolongar la
guerra, y los genoveses, casi tan debilitados
por la victoria como sus enemigos por la der-
rota, consintieron en la paz, que fué firmada
en 1299:
Mientras los venecianos veian amenazado
de este modo su poder estertor por una guer-
ra peligrosa, disturbios interiores ocasionaban
on la ciudad colisiones sangrientas y modifi-
caban profundamente la constitución del Esta-
do. Pedro Gradénigo, cuya elección habia si-
do aceptada por el pueblo con dificultad, con-
servaba contra laclase media profundo resen-
timiento, que manifestó privando áloshombres
nuevos por medio de una medida arbitraria déla
esperanza de llegar jamás á formar parte del gran
cunsejo. Ya hemos dicho que este consejo se
había reclutado desde su origen las mas de
las veces de unas mismas familias, y que des-
pués de haber sido nombrado por el puebto
durante los primeros aüos que siguieron á su
instalación, habia gozado del singular privile-
gio de nombrar por si mismo á los electores
encargados de su renovación; pero esto no era
bastante para redro Gradénigo: no atreviéndo-
se todavía á decretar que fuese hereditario 'el
título de consejero , propuso que á lo menos
no fueran reelegidos los mismos miembros,
como venia haciéndose de mucho tiempo atrás,
y que se examinase solamente _si alguno de
ellos habia merecido ser escluido por cualquier
delito, de tal suerte, que en el caso contrario
quedaba de derecho investido de sus funcio-
2235 BIBLIOTECA I'OI'ULAB.
nes. Esta proposición pasó en 1297, y desde
el año siguiente se díó'un decreto prescri-
biendo á los electores que, en caso de vacan-
te, no pudiera ser presentado quien no hubiera
ya tomado asiento en el gran consejo, ó cuyos
antepasados por linea paterna no hubieran ya
pertenecido al mismo. De esto a la formación
de un libro de'oro no habia mas que oh paso.
En efecto , pronto se espidió otro decreto qne
venia á completar el sistema aristocrático:
exámen, investigación, renovación periódica,
todo quedó suprimido , y el que pertenecía á
las familias patricias, donde hasta entonces se
había reclutado el consejo, tuvo el derecho de
entrar en él á los 25 años cumplidos, de don-
de vino la fórmula usada en Venecia para las
pruebas de nobleza: Per suos et per viginte
quinqué annos.
Por graduales que hubiesen sido estas re-
formas, que no se realizaron en un dia, como
muchos historiadores parecen dispuestos á
creer, sino en muchos años, el pueblo no se
dejó despojar sin resistencia de toda participa-
ción posible en los asuntos del Estado. Desde
el año de 1299, poco después del tratado de
paz que habia puesto fin á la guerra entre Gé-
nova y Venecia, tres plebeyos, Marín Bocconio,
Giovanni Baldo vino y Miguel Giuda, tramaron
una conspiración que tenia por objeto disolver
el gran consejo y reformarlo por medio de las
asambleas generales: sin embargo, la vigilan-
cia del dux frustró sus proyectos, que pagaron
con sus cabezas. Pocos años después estalló
otra conspiración mucho mas amenazadora.
Algunos patricios que no formaban parte del
gran consejo, al verificarse la reforma de 1297,
se hallaron asi escluidos de esa parte del po-
der á que creian tener derecho por su naci-
miento. Uniendo, pues, su resentimiento al
del pueblo, que quisieron dirigir, formaron el
proyecto de apoderarse del palacio ducal, ma-
lar á Pedro Gradénigo y dar otra constitución
al Estado. Hasta la víspera del dia lijado para
la ejecución, no supo el dux los nombres ni
los designios de los conjurados. Reuníase ta
muchedumbre en los palacios de Boemundo
Tiépolo y de Guerini , principales gefes de la
conspiración: precaverla no era ya posible , y
el dux tuvo que contentarse con avisar a todos
aquellos con quienes creia poder contar, y for-
tilicar las salidas que daban á la plaza de San
Marcos. Desde la mañana del dia siguiente, los
hechos vinieron á probar cuan necesarias eran
todas aquellas precauciones, pues los conjura-
dos, que habían reclutado gran número de sol-
dados estrangeros, avanzaron hácia la plaza.
Reñida fué la refriega: las tropas del dux, fuer-
temente atrincheradas , rechazaban todos los
ataques, y los conjurados, embarazados por su
mismo número en las calles estrechas que des-
embocan á la plaza de San Marcos, sufrían ta-
les pérdidas, que tuvieron al fin que retirarse
hácia el puente de Rialto, donde á su vez se
atrincheraron. Contentó con su victoria, eldnx
T. xxxiii. 66
1043
no quiso perseguirlos; pero aprovechando el
desaliento en que habían caído por su don-ota,
los obligó fácilmente á salir de la ciudad 1 con
la condición cieno volver mas á ella y marchar
al logar del destierro que les fuese designado.
.Apenas el partido aristocrático se VIS libre
del peligro quo había áména*ído «u o'xlsten-
cia, tuvo que adoptar medidas que modificaron
profundamente la constitución política de Ve-
necía en ocasión en que acabíib'a ya de sufrir
tan graves alteraciones. El peligro se habia ale-
jado, pero no desaparecido, puesto que cierto
número de conjurados se hablan quedado ar-
mados en Trevlsa ó en las inmediaciones déla
ciudad, y en presencia dé esta actitud ame-
nazadora, queriendo el gran consejo reconcen-
trar el poder en pocas manos enérgicas, ins-
tituyó un consejo superior compuesto de diez
individuos, al cual dejó ana autoridad sobera-
na, encargándole que indagase, reprimiese y
castigase los crímenes de felouia ó alfa trai-
ción, dándole al mismo tiempo facultad dodis-
ponercou este objeto, asi de las fuerzas como
de los tesoros del Estado, y on una .palabra,
decidir sobre todas las cosas de una pianera
absoluta, como hubiese podido hacer el mis-
mo gran consejo. Elegido al principio por dos
meses el consejo de los Diez, duró cerca do
quinientos años, concentrando todos los po-
deres y dando ála autoridad una fuerza de di-
rección que no había tenido basta entonces.
Vigilante, estable en su política, formando sus
proyectos con prudente madurez y planteándo-
los con una constancia iuallerable, supo en-
grandecer la república en lo esterior y man-
tener dentro la mayor tranquilidad; empero los
patricios de Venecia tuvieron que pagar estos
beneficios de la unidad y de la energía del
poder con su libertad política y aun con su in-
dependencia personal. Vigilábalos sin cesar
una policía inquisitorial y recelosa, todos los
procedimientos eran secretos; 'no solé no eran
careados los testigos con el acusado, pero ni
aun le decian sus nombres y se descartaba
cuidadosamente de sus declaraciones cuanto
hubiera podido servir para darles á conocer,
estimulando de este modo la delación, que lle-
gó á ser una de las Hagas siempre abiertas
del gobierno veneciano. Difícilmente se com-
prendería que una nobleza fuertemente cons-
tituida y habituada largo tiempo hacia á ejer-
cer el poder soberano hubiese soportado tan-
tos años semejante despotismo, si no seespli-
oase esa sumisión y longanimidad por el viví-
simo deseo- que tenia cada familia patricia de
ver á cualquiera de sus individuos formar á su
vez parte de aquel /terrible consejo, que tan
temido fué mientras existió, y que decidía á
se antojo de la suerte del Estado. El eonsejode
los Diez era. elegido por el gran consejo, que
se habia impuesto como regla obligatoria de
no llevar nunca á él al mismo tiempo dos in-
dividuos pertenecientes á la misma familia.
Ademaste los diez consejeros que daban su
1044
nombre á este cuerpo, llamados los oonsejeroa
negros por el color de su trage , cuyo car^
duraba un año, habia los seis consejeros rojos
que formaban el consejo particular del dux v
los cuales eran nombrados solamente por ocho
meses, y en (ln, el dux que presidia el conseja,
lie esta suerte venia ii componerse en realidad
de diez y siete individuos que se renovaban en
diferentes épocas: el dux, presidente ¡I vida,
los diez consejeros negros, elegidos cada uno
por un año, aunque renovados por emulas par-
tes en cuatro asambleas, que habían do reunir-
se en los meses de agosto y de setiembre, y
por úitimo los seis consejeros rujos, que se
renovaban de tres en tres cada cuatro meses,
cuya movilidad, despertando constantemente
la ambición de los patricios, los distraía del
proyecto de abólir un poder de que constante-
mente se creían con derecho y en aptitud dp
participar.
Ocupada asi Venccía en las modificaciones
que introducía en la forma de su gobierno,,
parecía indiferente á las revoluciones dé la
Italia, y sus lagunas, que la defendían contra
todo ataque que viniera del continente, le per-
mitían fijar (ota su atención en su organiza-
ción interior, sin dejarse distraer por el cui-
dado de su seguridad; apenas habia tenido al-
gún pensamiento de engrandecimiento territo-
rial cuando losdisturbios suscitados en Ferrara
por la muerte de Azzo de liste, octavo de su
nombre, le obligaron á enviar alii un ejercito
para rechazar las pretensiones del papa, que
quería reunir á Ferrara al dominio de la Igle-
sia; menps afortunada en tierra quo en mar,
su intervención no le proporcionó sino derro-
tas y una excomunión fulminada contra ella
por el cardenal Arnaldo de Pellagrue, legada
del papa Clemente V para la guerra de Ferra-
ra. Tal era entonces la importancia de aque-
llas armas espirituales, que se necesitaron
quince años para que ta república, á fuerza de
ruegos é instancias, obtuviese en 1323 que le
alzaran aquel anatema, y aun para eso tuvo
(pie pagaf 100,000 florines de oro que llevó á
Aviñon un Dándolo, que se presentó al sobe-
rano pontífice con un collar al pescuezo, co-
mo un perro, y conducido con una cuerda por
los penitenciarios que de esta suerte lo lleva-
ron hasta los pies del papa í quien pidió per-
don. Poco estimulada Venecia por el triste re-
sultado de aquella guerra continental, trasladó
toda su energía al Oriente, que hacia tantos
años lo daba 'gloria' y riquezas. Reprimir las
rebeliones de sus colonias y rechazar á los
turcos que amenazaban con su barbarie las
provincias mas hermosas del Levante, tal era
el cuidado incesante de los venecianos, que
habrian sido harto felices si no se hubieran de-
jado distraer de intereses tan positivos por
esas querellas de rivalidad con la república di-
Génova quo venían periódicamente á ensangren-
tar los mares de Grecia en provecho solo de los
sultanes de Iconio. Dueños de Caffaen Crimea,
VENECIA
M5-
VENECIA
1046
los genoveses, sobradamente avaros del rico
comercio que hacían en las cosías del mar fíes
gro, emprendieron cerrar su entrada á los ye?
nccianós, y en sti consecuencia apresaron mu-
chos buques que navegaban porel Ponto Euxi-
iio cun el pabellón de San Marcos ycoiiüscarou
sus mercancías Inmediatamente la república
armó Ireinia y tres galeras, cuyo mando dio á
Marco itiiziiini con intimación de pedir ú obte-
ner a la fuerza una reparación completa. Este
almirante encontró al E. de laEubea once ga-
leras genovesas que se dirigían á Caffa; tas
atacó, apresó nueve y las envió á Candía; mas
el almirante genovés Felipe Doria vino á blo-
queav aquel puerto de improviso , penetró en
61 á viva fuerza, quemó lodo un barrio, soltó á
lodos sus prisioneros y volvió á tomar el ca-
mino deGalata, cuartel fortificado de los geno-
veses en el puerto de Couslantinopla. Los ve-
necianos enviaron entonces una embajada al
emperador Canbieuzeno, proponiéndole una
alianza ofensiva contra Venecia, afianza con
cuyo auxilio podría deshacerse al (¡ti de los te-
mibles vecinos que habían levantado hasta en-
tonces en su capilal fortificaciones detrás de las
cuales desafiaban cada dia su autoridad. Cual-
quiera que fuese el resentimiento que abriga-
se Cautacuzcno contra Genova, se negó á to-
mar abiertamente partido contra ella. Hallába-
se entonces aquel Estado en el apogeo de su
poder; los partidos que lo desgarraban. tan fre-
cuentemente se encontraban reconciliados, y
el senado bahía aprovechado esta concordia
para hacer grandes reclutamientos entre los
valientes marineros que pueblan ¡áseoslas de
la Liguria. Una Ilota de sesenta y cuatro gale-
ras mandadas por l'aganino Doria vino á desa-
fiar el poder veneciano basta en el Adriático,
donde destruyó muchos de los establecimien-
tos de la república, y desde allí se dirigió al
Archipiélago esperando anonadar con la supe-
rioridad de sus fuerzas al almirante veneciano
Picólo Pisani, que se encontraba alli con vein-
fe galeras. Entretanto el senado de Venecia,
que no había podido' determinar al emperador
de Constantinopla que se pusiera de acuerdo
con él, había propuesto, su alianza al rey de
Aragón Pedro IV, que por algunas disensiones
ocurridas con motivo de la Cerdeña se hallaba
fuertemente irritado contra (¡énova, Et tratado
fué lirmado en el mes de agosto de 1351 , y
habiendo llegado pronto & Oriente la noticia,
Ganiacuzimono encontraba ya motivo para no
abrazar abiertamente mi partido que conside-
raba como el mas fuerte.' Asi, pues, los grie-
gos llamaron á Nicolu Pisani, cuya flota era en-
tonces de treinta y tres galeras, ^juntándose
á él le indujeron á comenzar et silio de Gala-
taj pero muy en breve dejando el almirante ve-
neciano á los griegos proseguir solos los tra-
bajos del sitio, vino á esperar en Cálcis' la es-
cuadra catalana (¡uc le enviaba1 el rey de Ara-
gón, lina vez verificada la reunión, volví-') á
emprender la ruta del Bosforo á la cabeza de
setenta y cinco naves , inclusas ocho galeras^
bizantinas, y en los primeros días del mes de
febrero de 1352, dió á los genoveses un com-
bate encarnizado á muy pocas millas de Cons-
lantinopla. Pagauitio Doria babia anclado con
sesenta y cuatro galeras en la costa de Asia,
á la entrada del mar de Mármara. Pisani, pro-
cedenle de la isla délos Príncipes., arribó á
aquella misma costa y vinoá caer sobre Paga-
nino Doria empujado por el viento del Medio-
día y por una mar gruesísima que hacia las
maniobras muy difíciles; asi es que la acción
fue mas bien una refriega que uu combate re-
gular, y á pesar de la tempestad duró desde la
aurora hasta la noche, sin que ninguna de las
dos partes pudiera adjudicarse la victoria. En,
flu, Sicolo Pisani, que se senfia mas débil se
retiró al puerto de Terapia: babia perdido ca-
torce gateras venecianas, diez catalanas y dos
bizantinas; los genoveses habían perdido tre-
ce solamente. En cuanto á las tripulaciones,
cada una de las partes babia sufrido una baja
de 2, DUO hombres entre muertos y heridos.
Los venecianos contaban en el número de sus
muertos á Conlarini y Pancracio Guistiniani pro-
curadores de San Mareos, á Giovani Steno y Ee-
nalino Jiunbo, vice-almirantes
La escuadra genovesa fué la primera que
se bailó en estado de darse a ,1a vela, y en
tanto que Pisanij que contaba veinte y ocho
buques menos ibj á refrescar víveres á Gandía,
Doria ponía sitio á Constantinopla y obligaba á
Cantacuzenoá concluir Un tratado de paz porel
que se comprometía acerrar todos sus puertos
á los venecianos. Estos, sin embargo, no se ha-
bían desanimado por los resultados de un com-
bate que podia pasar por una derrota. El rey-
de Aragón les babia enviudo nuevos refuerzos
y las' dos escuadras habían venido á cruzar en
conserva los mares de Cerdeña, encontrando á
los genoveses en la Loiera, al Norte de esta
isla. Grimaldi, que mandaba la escuadra de es-
to últimos, conociendo que los venecianos eran
superiores en fuerza, mandó alar sus galeras
de dos en dos por medio de largas cadenas de
hierro á lin de que no pudiera ser rota su lí-
nea; pero el viento, que apenas se había dejado
sentir al principio de la acción, arreció en ta-
les términos que dió fuerte impulso á tres
enormes galeotas catalanas que se habían que-
dado atrás porque no llevaban remos, y vinie-
ron á chocar con todo su peso contra el ala
derecha de la flota genovesa y la separaron del
cuerpo de batalla, que viéndose envuelto por
todas las fuerzas venecianas tuvo que rendir-
se. Treinta galeras y 3, ¿00 prisioneros, entre
los cuales, había gran número pertenecientes
á Jas primeras familias de Genova, fueron para
Venecia .el fruto de aquella victoria, á la que
respondieron los genoveses con nuevos arma-
mentos". Nombrado por ellos almirante el ven-
cedor del Bosforo, Pagauino Doria aprovechó el
momento en que los venecianos apoyaban el
desembarque de un.ejéreito catalán en-Cerdeña,
1047
para penetrar en el Adriático: alli taló toda la
costa de lalstria, quemó la ciudad de Purenzo y
obligó á los venecianos á llamar inmediatamen-
te á Nicolo Pisani para libertarlos del temor
que tenían de verse atacados hasta en medio
de sus lagunas. Doria entretanto, en vez de
aguardar la vuelta de los venecianos al Adriá-
tico, se había dirigido á los mares de (¡recia,
á donde le persiguieron ¡í su vez los venecia-
nos. Después de haber Imitado por algún tiem-
po á los genoveses sin dar con ellos," Picólo
Pisani ancló en la bahia de Navarino para re-
parar sus bageles, estropeados por una nave-
gación borrascosa. Habíase situado á la entrada
de la balita con algunos de sus mejores hoques
para vigilar la aproximación del enemigo,
mientras que el resto de la ilota, medio de-
sarmada y apoyada la proa en tierra, refresca-
ba viveres en el fondo de la rada. En esta po-
sición los encontró Paganino Doria el 3 de no-
viembre de 1354. Este almirante, segregando
de su flota una división á las órdenes de su so-
brino, .luán Doria, la bizo pasar por entre ia
costa y las embarcaciones de Pisani, que cre-
yendo cogerlos entre sus dos escuadras, les
dejó forzar la entrada de la bahía; pero Juan
Doria cayendo instantáneamente sobre los bu-
ques amarrados á la playa los atacó con tal vi-
gor que aterradas sus tripulaciones no aprove-
charon su posición sino para saltar en tierra,
lío se trataba, pues, ya sino de marinar los bu-
ques apresados, y el joven Doria, volviendo
otra vez á atacar por retaguardia la linea del
almirante veneciano, en tanto que su tio lu
abordaba de frente, contribuyó poderosamente
á la victoria. Fué completísima: 4,000 marine-
ros ó soldados venecianos habían perecido en
las dos acciones; 5,800 prisioneros, entre los
que se hallaba Nicolo Pisani, habían caído en las
manos de los genoveses, y Yenecia fué obli-
gada^ comprar la paz al precio de 200,000
florines pagados en Genova para los gastos- de
la guerra.
En tanto que la república de San Marcos es-
piaba tan cruelmente los triunfos de la campa-
ña anterior, corría su constitución nuevos pe-
ligros, y una conspiración mas temible que to-
das las demás le hacia olvidar la derrota de
sus armas. Acababa de morir el dos Andrés
Dándolo, el historiador mas antiguo de Vene-
cía, y se le había nombrado por sucesor á Ma-
lino Falieri, viejo de selenta y seis años, á
quién la antigüedad de -sn casa, asi como sus
grandes riquezas, colocaban en el primer ran-
go del patriciado veneciano. A pesar de so
mucha edad, Falieri se había casado con una
muger muy joven y hermosa, por la que sen-
tía lodos los tormentos de los celos, harto jus-
ti/icadospor sus cabellos blancos. Recaían prin-
cipalmente sus sospechas sobre Miguel Steno,
uno de los fres gefes del tribunal de los Cua-
renta, jóven patricio, á quien no la esposa del
dux, sino, uña de las mugeres de, su servidum-
bre atraía . con frecuencia al palacio ducal. Cíe-
go por su pasión, Falieri usó de su autoridad
para echará Steno de una asamblea pública un
día de fiesta en que creyó sorprender entre su
muger y él signos de inteligencia, y el gefe lie
los Cuarenta se vengó escribiendo en el Irono
ducal dos líneas insultantes para el honor del
dux, injuria que exasperó cu el mas alio erado
su odio contra su supuesto rival. Denuncióle,
pues, a! gran consejo reclamando un castigó
ejemplar; pero el consejo, sea que admitiese
como escusa el insulto hecho á un noble ve-
neciano con una exclusión pública, sea que
quisiera favorecer á uno de los gefes del mas
temido tribunal, declaró que la licencia que
autorizaban las llestas de carnaval atenuaba la
falta cometida, y no condenó á Steno sino á
una pena ligera. Desde entonces el viejo itiix
envolvió en un mismo deseo de venganza al
que habia'comelido la ofensa y á ios que nu
habían querido castigarle, y procurando reani-
mar el odio secreto que el pueblo profesaba
todavía á la aristocracia, que le había despoja-
do de sus derechos, se unió con los principa-
les descontentos, los escitó, recordó la inso-
lencia de algunos jóvenes nobles que abusaban
de sus privilegios, y muy pronto el palacin
ducal llegó á ser por las noeles el punto de
reunión de todos los que querían en Venena
el triunfo de la democracia-. Quince gefes
principales habían reclutado cada uno cuaren-
ta conjurados, y todos, al primer toque de lis
campanaide San Marcos, que no sonaba jamás
sin urden del dux, debiau marchar armados á
la plaza, ocupar todas sus avenidas y dar muer-
te á los individuos del gran consejo á medida
que acudieran al palacio á informarse de la
causa de la señal de alarma, que no debía te-
sar un momento. La noche del 1 5 de diciembre
de 135a fué la designada para la ejecución,
pero la víspera, uno do los conjurados, sea por
arrepentimiento ó por ignorancia del verdade-
ro objeto de la conspiración, reveló algunos
pormenores á N'icolo Lioni, uno de losindividiios
del consejo de los Diez, quien iumodiatanieidc
se dirigió al palacio del dux sin creer todavía
que él fuera el gefe do una trama tan bien urdi-
da. Aloirleseturvó Falieri, y sus respuestas y su
vacilación en mandar prender álos culpables,
escitaron víolenlassospecbas, por lo que el con-
sejo mandó prender inmediatamente á varias
personas cuyos nombres lenian en su poder, y
el tormento les arrancó ia confesión completa
desu crimen asi como lalista de sus cómplices.
Desde aquel momento fué vigilado el dux en su
propio palacio, y el consejo de los Diez, llamar
do a fallar sobre su suerle, nombró por adjun-
tos ea aquella grave ocasión veinte patricios
de las familias mas antiguas, formando uu tri-
bunal que tomó el nombre de yiunta, y todos
estuvieron acordes en dictar una sentencia de
muerte. Marino Falieri fué decapitado en el
mismo lugar donde se coronaban los duques,
y hoy todavía en la sala del gran consejo, el
silio que deberla ocupar su retrato, está cu-
VENECIA.
VENECIA.
1050
Merlo con un velo negro donde se leen estas
palabras: Hir, esllocus Marini Falieri, deca-
pitan pro criminibus.
Por esla época vemos aparecer en la histo-
ria de las guerras venecianas el nombre de
otro enemigo; Luis, rey de Hungría, secreia
con derechos á las plazas marítimas de la Dal-
macia, que habían sido en otro tiempo una de-
pendencia de su corona. Las reclamó, pues, á
los venecianos, y obtenido una negativa mar-
chó contra ellos á la cabeza de 50,000 solda-
dos húngaros de caballería. Trevisa era enton-
ces la Unica ciudad que la república poseía en
el continente italiano. Embistióla Luis y em-
prendió minar sus altas fortificaciones; pero
halló un obstáculo invencible en la naturaleza
del terreno tan pantanoso, que el agua brotaba
en cuanto se cavaba la tierra, de suerte que no
vio otro medio de reducir á la plaza que por
el hambre y el bloqueo. Entretanto Juan Gra-
dénigo, que había sido elegido dux al ocurrir
la trágica muerte de Marino Palies!, murió
también, y el gran consejo le nombró por su-
cesor á Juan Delfino, proveedor á la sazón de
Trevisa, donde se hallaba encerrado. Si hemos
de creer lo que dice Andrés Gataro, historiador
dePadua (I), el señorío mandó á pedir al rey
de Hungría que permitiese al nuevo dux atra-
vesar libremente sus lineas para que fuera á
ocuparen Venecia el puesto que debía á la con-
fianza de sus conciudadanos, y fué lal la gene-
rosidad del monarca que les concedió desde
luego lo que pedían; pero otros cronistas pre-
tenden que á la negativa del rey, salió Juan
Dellino de la ciudad a la cabeza de 600 caba-
llos y se abrió paso por entre el ejército hún-
garo. Sea de esto lo que quiera, asustado Luis
con la dificultad que esperimenlaba en propor-
cionarse víveres para sus numerosos soldados,
tomó el partido de retirarse, dejando solamen-
te un cuerpo de 5,000 hombres, .encargados
de mantener el bloqueo de la ciudad, y envió
al ban de Bosnia á poner sitio á Zara, Esla ca-
pital de la Dalmacia, perfectamente defendida,
por su posición y sus murallas, habría desa-
liado probablemente todos los esfuerzos de la
caballería húngara; ya el ban había pasado mas
de un año delante de sus muros, cuando la
traición hizo lo que no había podido la fuerza.
El convento de San Crisóstomo estaba enclava-
do en las murallas. El prior, que era alemán,
se puso de acuerdo con algunos oficiales del
ejército húngaro, -compatriotas suyos, y por
medio de escalas los introdujo en la plaza.
Atacada asi por sorpresa la guarnición vene-
ciana tuvo que retirarse al castillo, que fué lo-
mado á los tres meses. Durante este tiempo
Spalalro y Trau abrían sus puertas al rey Luis;
Trevisa era cada dia mas estrechada y ios ve-
necianos, viendo la imposibilidad de resistir á
un enemigo á quien no podían atacar en su
elemento favonio, concluyeron al fin una paz
' !*) Slorla padovana, pág. S6.
onerosa para la república, pues cedía al rey
Luis la Isiria, la Croacia y toda-Ia Dalmacia, de
sueiie, que el dux, que desde la conquista de
CoiisUmüuopla llevaba el titulo fastuoso de se-
ñor de una cuarta parte y media del imperio
romano, tuvo que contentarse hasta época mas
afortunada con el modesto titulo de dux de Ve-
necia.
Lorenzo Celso habia sucedido como dux á
Juan Delfino (1361) y Marco Cornaro á Lorenzo
Celso (1365), sin que su magistratura se hu-
biese señalado con otros acontecimientos qué
la represión de algunas sediciones en la isla
de Candía, cuando Andrés Contarini fué llama-
do en 1367 á la' primera dignidad de la repú-
blica en momentos en que esta república iba á
verse espuesta á pruebas mas rudas que cuau-
tas hasta entonces habia sufrido. El primer
acto del largo drama, llamado en los anales
venecianos, la guerra de Chioggia, fué ori-
ginado por el resentimiento que habían con-
cebido los venecianos contra Francisco Car-
rara, señor de Pádua, que durante la espedi-
cion dirigida contra ellos por Luis dé Hungría,
había proporcionado constantemente víveres
al ejército de aquel principe. Atacaron, pues,
á sus estados en el mes de octubre de 1372, y
en menos de un año, á pesar de los socorros
del vaivode de Transilvania, le redujeron á en-
viar su hijo para pedir de rodillas al senado de
Venecia que se dignara conceder la paz ¿ su
padre. Semejantes humillaciones no se olvidan
nunca; asi es que Carrara aprovechó la primera
ocasión de ligarse con los eternos enemigos de
los venecianos, los genoveses, que les dispu-
taban la posesión de la isla de Tenedos; mas
no se contentó con entrar personalmente en
la alianza geuovesa, sino que envió ;l todas
partes emisarios para escitar contra la domina-
dora de los mares la envidia de las demás na-
ciones, y muy en breve el rey de Hungría, el
patriarca de Aquilea, señor del Muí, los Sea-
ligeros, principes de Yerona, el duque de Aus-
tria y la reina de Ñapóles formaron una liga
formidable, que parecía deber abrumar á Ve-
necia bajo el número de sus adversarios. Juan
Obizzi, general de Francisco Carrara, entró el
primero, como el mas vecino, eu el Estado
veneciano, en tanto que el vaivode de Transil-
vania asolaba el territorio de Trevisa. Durante
este tiempo, Génova, á la que el almirante
Vettor Písani habia causado muchas vergonzo-
sas derrotas á la cabeza de la escuadra vene-
ciaua, en los añares de Levante, acababa de
enviar al Adriático una escuadra poderosa,
que á las órdenes de Luciano Doria amenazaba
á Venecia, y habia obligado al senado á llamar
á Písani de las aguas de Chipre, que recorría
entonces como vencedor, para venir á defender
la entrada de las lagunas. Las dos escuadras
se encontraron en la costa de Isiria el 29 de
mayo de 1379; pero Pisani habia ya perdido ta
mitad- de sus tripulaciones á causado la peste
que se habia declarado á bordo de sus buques:
1031
VENECIA
en \-ano quiso suplir con su valor y con la im-
petuosidad de.su ataque la debilidad numérica
de sus marineros; en vano el almirante Lucia-,
no Doria pereció en la refriega, y el buque
que montaba fué cogido al abordage; los geno-
veses, mandados por Ambrosio Doria, hermano
de su almirante, cobraron ánimo al ver la difi-
cultad que esperimentabaiilos buques venecia-
nos en maniobrar, y en ícenos de dos horas
les perteneció la victoria, quedando en- su po-
der 15 galeras y 1,900 prisioneros, entre
ellos 24 individuos deljgra» consejo. En cnan-
to á Pisani, que se había refugiado en Venecia
con siete navios, fué, encerrado ea un calabo-
zo sin consideración á su gloria pasada, y sin
que quisieran reconocer sus enemigos que
habia sido vencido mas bien por la enferme-
dad que por ellos. Por lo demás, esta injusticia
recibió pronto su casí-igo. 'Envanecido con su
triunfóla Ilota genovesa, atacó á Chioggia por
mar, en tanto que Francisco Rafeara !o hacia
por las lagunas, y bien pronto aquel" baluarte
40 Venecia fió flotar sobre sus torres ol estan-
darte del señor de Padua. Rota asi la línea de
defensa que forman las islas largas y estre-
chas que separan á Venecia de la alta mar, se
apoderó de toda la ciudad el terror, y el sena-
do sufriendo la influencia de una muchedum-
bre' que sé reunía todos, los dias al' rededor
del palacio de San Marcos para pedir la paz á
grandes voces, envió tres embajadores ánhing-.
gia, los que introducidos en el consejo que
presidian Carrara'y Doria, pusieron en manos
cíe estos una hoja de pergamino diciendo:
«Nuestro dux nos ha dado esta hoja en blanco
á íln de que vosotros mismos dictéis las con-
diciones que tengáis á bien imponernos De
antemano las acepta, de antemano consiente
en todos los snorilieios; con tal que Venecia
conserve su libertad, sufrirá la ley del vence-
dor, por rigorosa que sea.» Cariara, sumamente
complacido de ver humillado de aquel modo
el orgullo del senado, y temiendo que la deses-
peración diese á los venecianos nuevos recur-
sos, quiso concluir un tratado sobre bases que
le parecían tan ventajosas; pero el antiguo odio
de los genoveses no estaba aun satisfecho; «Tío
obtendréis la paz, respondió Doria á los emba-
jadores, sino cuando hayamos embridado con
nuestras manos los caballos de -bronce que
hay en vuestra plaza de San Mitróos, pues solo
poniéndoles un freno nosotros mismos, es co-
mo estaremos seguros de su docilidad
Rechazados asi los venecianos no pensaron
ya sino en defenderse y creyeron que solo un
hombre podría salvarlos. Vetlor Pisani salió de
la prisión para ponerse á la cabezudo las fuer-
zas de la república. Madera, metales, cablea,
todo fue empleado en construir ó armas ó ga-
leras; los canales que conducen á Venecia fue-
ron cerrados con estacas ó cadenas; barcos
redondos cargados de artillería, cuyo uso em-
(t) Daniele Cliinazjo, Guerra di Chigua, p. 727
pezaba á generalizarse, fueron colocados álas
entradas de dichos canales; todos los ciudada-
nos se hicieron soldados bajo la dirección de
un gefe que creían invencible, y el viejo dui
Contaiüui, llevando el estandarte de San Mar-
cos, declaró que ;i pesar de sus setenta y dos
años se embarcarla en la galera del general.
Tanto entusiasmo y perseverancia fueron al
fin recompensados; el sitio de Chioggia duró
seis meses, y los genoveses tuvieron que de-
fenderse á su vez, y fuerza es confesar, que
lo hicieron con valor, destruyendo en mus de
una ocasión en sus vigorosas salidas lus 1ra-
bajosque los venecianos dirigían contra Chiog-
gia,. pero Carlo'Zeno había llegado de Candía
al socorro de San Marcos. Sus calurcu galeras
iban licúas de provisiones de toda especie, y
los genoveses, cuyas comunicaciones con til
conlinente habían sido corladas, tuvieron al tin
que rendirse, habiendo perdido veinte y nue-
ve galeras y la mitad de su ejército. Sin em-
bargo, esta importante indemnización de los
venecianos no ponia término á la guerra. Ve-
necia no estaba ya amenazada de estermiuio;
pero quedaban todavía armados contra ella
enemigo* formidables. El tesoro de San Mín-
eos eslnba exhausto; todas las ciudades sajelas
á ¡a república fueron desguarnecidas pura foni-
licar la capital: habían sido tomadas Trieste,
Capo de Istriay Arbo. ios húngaros habían re-
ducido al último estremo á Xrevisa, y lo que
era mas desagradable que la pérdida de uua
ciudad ó de una batalla, Vetlor Pisani habia
muerto en Mauírednnia, á donde había ido en
busca de víveres. Nombraron por sucesor á
Cario Zeno, quien perdida la esperanza de sal-
var á Trevisa, que Cari-ara sitiaba con los hún-
garos, indujo á los venecianos a cederla á Leo-
poldo, duque de Austria, que á este precio con-
sentía en separarse de sus aliados; después,
no teniendo ya territorio que defender en el
continente, reconcenlró todos sus esfuerzos
en el armamento de una nueva ilota, que pa-
reció á los genoveses bastante respetable para
acceder al Un á la paz, de que fué mediador
el conde Amadeo de Sabova. El trat.ido fué
firmado en Turin el C de agosto de I3SI, yon
su virtud los venecianos debían abandonar á
Tcnedos, causa primera do aquella lucha san-
grienta, , devolver a Currara la integridad de
su territorio y reconocer nuevamente al rey
de llimsrla por único dueño de toda la Dahua-
eia; Asi .concluyó la guerra de Chioggia, que
dejó estenuados en recursos de hombres y di-
nero á las dos grandes potencias marítimas de
la hallas sin proporcionarles ventajaalguna en
medio de tantos sacrificios.
Con todo, era tal la poderosa organización
de la república de Venecia, tal la energía de
sus ciudadanos y los recursos de su marina,
que pocos años después déla paz de Turin ha-
bía reconquistado en Europa su rango y su
"inüuencia. En el año de 1386, la isla 0 CQt-
fú, escapándose del yugo de los napolitanos,
VENECli
se entregó voluntariamente á Venecia, que por
la misma época se apoderaba de Durazzo, Ar-
gos vSapoli de Romanía; ademas, su profun-
do resentimiento contra el señor de Pádua,
Francisco Carrara, se despertó á los primeros
síntomas de prosperidad, y para vengarse de
la liga que él había armado contra ella, escit6
á su vez la ambición de los señores de" Vrro-
na y se comprometía á pagarles subsidios
mientras Carrara tío fuera espumado de Pádua.
De esta época data la verdadera intervención
de los venecianos en los contiendas de la pe-
nínsula. Ocupados en su poder marítimo, no
prestaban al parecer hasta entonces ínteres al-
guno ¿aquellas ricas provincias que percibían
sobro el continente desde lo alto del campa-
nario de San Marcos; pero cuando Mastino
della Scala, cumpliendo la larea que Se habia
impuesto, derribó á Francisco Carrara.para po-
nerse en su lugar, y onsanebú sus fronteras
hasta las lagunas, comprendió Venecia que
podía perderlo lodo con tan poderosa vecindad,
y que valia nías traer á Pádua al hijo de Car->
rara, que ver ondear á pocas millas de distan-
cíala bandera deuno de los principes mas te-
mibles de la Italia superior, UestabSecido Fran-
cisco Carrara por los venecianos, les sirvió
fielmente reprimiendo alternativamente la am-
bicien de los señores de Verona y !a de los
Yisconli: sin embargo, el espirita de conquista
que impelía al dux Miguel Steno á ilustrar su
reinado con alguna brillante empresa, le mo-
vió á probar de nuevo la suerte de la guerra.1
Páduafué atacada so preleslo de socorrerá los
vicentinos, que para escapar de la dominación
de Carrara, se habían entregado á los vene-
cianos. El sitio fué largo, y sin la traición de
los centinelas encargados de vigilar la puerta
áe.Santa Croce, hubiera durado mucho mas:
viendo Francisco en la plaza al enemigo, or-
ganizó rápidamente la defensa de las calles
con numerosas barricadas, y después pidió
un armisticio y un salvo-conducto para diri-
girse al campo de los venecianos, Alli espaso
sn resoluciun de defenderse hasta el último
estremo sino le concedían condiciones honro-
sas, y como los tres proveedores de San Mar-
cos, encargados de cuidar de la dirección de la
guerra, le respondiesen que no tenían poder
bastante para tratar con él, y que por lo tan-
to debía ir á ver al dux ó rendirse sin condi-
ciones, Carrara, pretiriendo á la palabra do es-
tos la de nn bravo militar, se dirigió al gene-
ral de la república, Galeas de Mantua, y le di-
jo: «General, pongo en vuestras manos mi
fortuna y la de Pádua: quedad dueño de la
ciudad, y si no pnedo obtener de Venecia que
ratifique las condiciones que me es posible
aceptar, prometedme que me devolvereis, en
el estado en que os lo dejo, el depósito que
confio á vuestra lealtad:* La manera con que
tlduxy el señorío correspondieron á esta
confianza será siempre una mancha pava el
gobierno de la república:. Pádua vió desple-
garse sobre sus murallas ' el pabellón de San
Mareos, á cuya sombra debían vivir en lo su-
cesivo sus habitantes, y Carrara, sepultado en
una prisión con sus' hijos, fué ahorcado como
ellos por orden del senado. Si semejantes
crueldades pudieran disculparse con el triunfo,
Venecia tendria una disculpa. Sn terrible poli-
"líca la proporcionó todas las provincias que
todavía forman hoy ei Estado veneciano. Fel-
tro, Beliune, l'adua, Yicencia y Verona no fue-
ron ya gobernadas sino por podestás enviados
por Venecia, cuya preponderancia en Italia
aceptaron desde entonces todas las demás
potencias.
Miguel Steno habia rntierlo en 1413, sien-
do su sucesor Tomás Mocéñigo, cuya hábil
conducta supo agregar á Jas posesiones de la
república la provincia del Friul. Luis, patriar-
ca de Aquilea, que la poseía, se atrajo aquella
agresión temible aliándose con el emperador
Sigismundo, en el momento en que se esfor-
zaba por rescatar de los venecianos las ciuda-
des principales de la Dalmaeia, que habían
quitado al rey Ladislao. Atacada Udino por Fe-
lipe Arcelli, general de la república, se rindió
el 7 de junio de 14*20, y toda la provincia fué
sometida en la misma campaña. El conde de
Goritz dió ademas en homenage al dux las tier-
ras que ocupaba como feudatario de la Iglesia,
de suerte que todo el Friul vino á formar par-
te integrante de los Estados-venecianos. Tres
años después (1423) sncedia á Mocénigo Fran-
cisco Foscari, y su ardor militar arrostraba á
Venecia á nuevas espediciones: aliada la repú-
blica con Florencia declaróla guerra ai duque
de Müan, y las tropas venecianas, mandadas
por el hábil general Carmagnoia, ganaron mu-
chas victorias que tuvieron por resultado la
sumisión á San Máreos del Bergamasco, del
territorio de Cremona y de el de Brescia.
En 1428, por mediación del papa Martin V,
obtuvo la paz el duqae de Milán, que por otra
parte cedia a los venecianos sus cunqnistas,
pero encendida de nuevo la guerra en 1431,
Carmagnoia fué derrotado cerca de Soncino por
Francisco Sforza, en tanto que la flota vene-
ciana !o era completamente en el Pó por las
galeras milanesas. Acosado de traición Carma-
gnoia, cuya derrota se esplicaba por una epi-
zootia que habia desmontado á la mitad de sn
caballería, fué llamado áVenecia bajo prelesio
de redactar las condiciones de un tratado de
paz que los venecianos deseaban concluir. In-
troducido en el senado, le retuvieron alli
con fingidas deliberaciones hasta media noche
en que fué arrestado, y el dia siguiente le apli-
caron el rudo tormento de la estrapada ó trato
de la cuerda, que hacia mucho mas cruel y
doloroso una herida recibida en el servicio
de aquella república que lo entregaba á los
verdugos. ¿Es cierto que confesó en medio de
los tormentos- la traición de que se le acusaba?
Esto es lo que no prneba niuguñ documento
auténtico: sin embargo, fué condenado a muer-
1055
te y ejecutado entre las dos columnas que se
levantan á orillas del gran canal en lapiazzetta
de San Marcos. Después de esta triste vengan-
za fué concluida la paz que dnró hasta el año
de 1438, época en que el señorío y el duque
de Milán vino á poner otra vez en campaña las
fuerzas venecianas. Las hermosas llanuras que
riegan el Adda, el Pó, el Tesino y elAdige lle-
garon á ser nuevamente teatro de cúmbates
donde la fortuna de las armas abandonó y si-
guió alternativamente la bandera de San Mar-
cos, según el talento del gefe & quien la con-
fiaba ta república. Francisco Sforza, á la ca-
beza de los railaneses hizo, sufrir desde luego
á los venecianos derrotas sobre derrotas. Pla-
sencia, la mas fuerte de sus plazas en las ori-
llas del Pó, habia sido tomada por' asalto; su
ilota babia sido quemada y su ejército hecho
prisionero; pero Sforza, dejó la bandera de,
Milán por la de Venecia, y la victoria le siguió
al campo veneciano. Rescató á Plusencia, se
apoderó de Abbialo Grasso, sometió todo el
país que bañan los hermosos lagos Mayor, de
Como y de lugano; Itomagnano, Tortona y
Alejandría le abrieron sus puertas, y Crema y
Lodi fueron sometidas pocos años después por
Miguel Cotignoia, otro general de los venecia-
nos, de suerte que los railaneses se vieron
obligados á aceptar en Brescia el 27 de setiem-
bre de 1449 Uiia paz Onerosa por la que se
aseguraba Sforza á sus espensas un estado in-
dependiente compuesto de Novara, Tortona,
Alejandría, Pavía, Piasencia, Parma, Crémona
y las ricas provincias que las rodean; posesio-
nes á las cuales agregó pronto la del Milane-
sado, ya impotente para defenderse. ¿Hasta qué
punto babia servido á los intereses de su pa-
tria el dux Francisco Foscari escitando entre
los venecianos el espíritu de conquista y obli-
gándoles de este modo á atacará Milán sin pro-
vocación alguna? Cuestión era esta que el por-
venir debia decidir y que en efecto decidió
contra él. ha caida de los Visconti llamando i
los Sforza al trono de Milán, fué la causa pri-
mera de las guerras en que pronto ibau á ver-
se empeñados franceses y alemanes por la
posesión de su mismo Milanesado, guerras en
que Venecia fué.comprometida mas de una vez
y que la pusieron á dos dedos de su pérdida;
pero entretanto la segunda milad del siglo XV,
es decir, la época aquella á que hemos llega-
do, es sin conlradiccion el período mas bri-
llante de los fastos de Venecia.
Las armas le habían dado la gloria y Vas-
tas provincias en tierra (irme. Su bandera on-
deaba desde el pie de los Alpes basta Ilávena,
que acababa de quitar á los Polonia, Cervia y
liímini; desde la Islria hasta Dérgamo y flres-
eiu, toda la costa de la Dalmaciu reconocía su
autoridad; habia quitado la ciudad, de Veglia ú
los Frangipani, y Lepauío, Pairas, Modon, Co-
ron, Argos y Nápoli de Romanía se habían en-
tregado á ella; poseia á Chipre y á Candia, y,
sin embargo, debia su poder mucho mas á su
(ose
comercio que á sus conquistas. Desde las pla-
yas de! mar Caspio hasta la Cirenáica, sobre las
orillas del mar Negro, en la de Azof y sobre
las márgenes del Ponto Enxino, en los' barda-
nelos, en el Archipiélago, en las cosías de Si-
ria y en las del Africa lenian los venecianos
almacenes donde cambiaban los productos dp
tantas regiones diversas, que su poder maríti-
mo trasportaba hasta los conllncs del anuido
conocido. Todos los años salían numerosas
flotas de las lagunas para ir á buscar hasta eii
los puertos de Caña, en la embocadura del Ta-
ñáis, los producios del Asia Central, ó en el
Egipto los del mar, Hojo y de la India, ó para
salir del estrecho de Gibrallar y llevar á Por-
tugal, España, Francia, Países Bajos é Ingla-
terra los preciosos géuuros de Oriente, fres
mil trescientos buques tripulados por -40,000
marineros apenas bastaban á tan activa nave-
gación, y 16,000 obraros habia empleados ca
las arsenales de Valencia para construir ó re-
parar el inmenso material de la marina vene-
ciana, A pesar del buen éxito de las guerras
emprendidas por instigación de Francisco Fos-
ear!, este dux habría estado mas acertado di-
rigiendo tos esfuerzos de su pais sobre el des-
arrollo de sus fuerzas marítimas, fuentes prin-
cipales de su riqueza, que armando hasta 1B,0Ü0
caballos y doble fuerza de infantería para ad-
quirir algunas provincias continentales codi-
ciadas,por todos los príncipes vecinos. Por lo
demás Foscari esperimentó duramente la ingra-
titud de esa república á la que babia querido
servir. El1 hijo único que tenia fué poruña
mera sospecha preso, atormentado y desterra-
do, y el desgraciado padre obligado á abdicar
á los treinta y cuatro años de reinado (1457],
salió del palacio ducal á los ochenta y cuatro
de edad para morir de dolor oyendo la campa-
na de San Márcos anunciar la elección de su
sucesor.
SI fin del siglo XV no trajo otro engrande-
cimiento al poder veneciano, que la posesión
completa del reino de Chipre, donde largo
tiempo hacia que Venecia ejercía grande in-
fluencia, y que le tocó por sucesión á la muer-
te de Jacobo de Lusiñan, esposo de Catalina,
Coruuro, bija adoptiva de San Marcos; pero es-
la nueva adquisición fué mas que compensada
por las pérdidas inmensas que tuvo que sufrir
e! comercio veneciano cuando el descubri-
miento de la América y el del paso á las lu-
dias por el Cabo" de buena Esperanza colocaron
á la España y á Portugal en el primer rango
de las potencias comerciales y marítimas, Por
olra parle Constantinopla habia caído en ma-
nos de los turcos; el imperio griego no existía
ya ni aun de nombre, y la necesidad de resis-
tir á las armas otomanas habia ocupado de lal
modo á los venecianos, que 'por decirlo asi
habían permanecido estraños ú la conquista del
Milanesado por los franceses, asi como á -la
del reino deNápoles por los españoles, aconte-
cimientos ambos que modificaron profunda-
VPIECIA
mi
VENECÜ
mente el estado político de la Italia. Verdad ea ni, conde de Peligüano y Bartolomé de Alvia
que Veneeia habia contraído una alianza nomi-
nal con Luis XII , cuando se presentó como
heredero de los Yisconti para quitar el ilita-
ne'sado á los Sforcsa, y aunque ella no hubiese
tomado una parte activa en la guerra , habia
obtenido por recompensa de su cooperación las márgenes del Adda el 14 de mayo de ¡509,
no eran los dos gefes de aquel ejército.
Luis XII por su parte habia pasado los Alpes á
la cabeza de un ejército de 30,000 hombres,
20,000 infantes y 10,000 caballos. El comba-
te entre las dos potencias rivales se verifico en
moral Crémona y la Ghiara de Adda. Sin era
bargo, cuando & principios del siglo XVI se
vio el rey de Francia en pacífica posesión de la
herencia de Valentina de Milán, se dio no so-
lamente á deplorar las provincias que miraba
como inalienables, sino á revindicar á Brescia
y Bergamo, que formaban parte del ducado de
Milán cuando este pertenecía á los Yisconti.
- Por su parte, el emperador del deciden le Ma-
ximiliano veía una usurpación al imperio en la
posesión de Trevisa, Padua, Yerona y Yicen-
cia por los venecianos,- y el papa Julio II con-
sideraba como enemigos de la Santa Sede á los
detentores de Rávena, Cervia y Itlraini. Tales
fueron los pretestos y el origen de la liga de
Cambrai, formada por toda Europa contra Ve-
necia sola. El año de 1508 fué cuando las po-
tencias contratantes Armaron en Cambrai este
tratado, donde se decia que habiéndose aliado
el emperador y el rey de Francia á instancias
de Julio 11 para hacer !a guerra á los turcos,
quedando en el campo de batalla 6,000 vene-
cianos, y herido y hecho prisionero Bartolomé
de Alviano. Quince dias después de esta com-
pleta victoria Luis Xll habia conquistado ya
toda la parte del territorio veneciano que le se-
ñalaba el tratado de Cambras : Caravaggio,
Bérgamo, Brescia, Crema, Crémona, hasta Pes-
cara, á donde se habia retirado primeramen-
te el resto del ejército veneciano habían abier-
to las puertas d los franceses y esta rápida su-
misión fué para todos los enemigos de Vene-
eia la señal de invadir sus fronteras. El duque
de Urhino, á la cabeza de las fuerzas pontifi-
cias, se apoderó de Bímini, Cervia, Faenza y
Ráveua; en tanto que Alfonso de Este ocupaba
Ja Polesina de Rovigo, antiguo patrimonio de
su familia; y el marqués de Mantua se -apode-
raba de Asóla y de Lunato , y el duque de
Brunswic!: tomaba á Feltre y "Bellune en el
Friul, pues que las ciudades "de la Istria y de
la Dalmacia levantaban unas la bandera de la
era indispensable antes «poner término i i las ! casa de Austria y las otras la del rey de
pérdidas y daños causados por los venecianos,
no solamente ála Sania Sede apóstotica, sino
al sanio imperio romano, á la casa de Austria,
á los duques de MiUn, á los reyes de Ñapóles
y á otros muchos principes, ocupando y usur-
pando sus posesiones, tierras, villas ó casti-
llos; de suerte que los venecianos tenían que
devolver al papa las ciudades de Hávena, Cer
Hungría.
En este desastre general no se abandonó la
república al desaliento, y halló su salvación en
el número mismo de 'sus enemigos, que no
tardaron en dividirse entre si. El papa Julio ií
no amaba á los franceses ni á los alemanes;
habia aceplado y deseado sus socorros sola-
mente para obligar á Veneeia á renunciar aque-
Tia, Faenza y Rímini; al imperio romano las ' Has de sus posesiones que dependían de la
de Padua, Vicenciay Yerona; ála casa de Aus- ' Iglesia; pero una vez conseguido este objeto,
tria las de Roveredo, Trevisa y el Friul; al rey j su mayor deseo era forzar á ios ultramontanos
de Francia las de Bergamo, Brescia, Crema, i á repasar los Alpes. Seis embajadores vene-
Cremona y todas las dependencias del ducado ¡ cianos fueron á Roma á hacer una pública re-
de Milán; al rey de Nápoles, las de Trani, Brin- j traclacion, y el 54 de febrero de 1510 levan-
dis, Olranto, Gallipoli, Mola y Polignano; al tó Julio al Estado de San Marcos las censuras
rey de Hungría , la Dalmacia; al duque de Sa- ! eclesiásticas con que le habia castigado' el año
boya la isla de Chipre, y á las casas de Este y ! anterior. Retirándose luego do la liga de Cam-
de Gonzaga las posesiones conquistadas á las ' brai, concluyó con los venecianos una alianza
mismas: » de suerte que no debia quedar á en la que quiso hacer entrar al rey de Ingla-
aquelta potencia, que contaba entonces mas de térra y á los suizos. El primero se negó, y los
tres millones de súbditos mas que la ciudad de segundos, mas dóciles, invadieron el Milane-
Venecia y sus lagunas. I sado, y con esta diversión obligaron a los fran-
Aunque sin aliados en presencia de tantos ceses á replegarse sobre Milán, abandonando
enemigos los venecianos no desesperaron de la Veneeia. El emperador Maximiliano por su
la fortuna dé San Marcos: con el auxilio desús parte habia perdido á Padua, recobrada por el
riquezas enganchaban buen número Je esos conde de Petigliano , y los venecianos, apro-
condotlieri que vendían sus soldados al que vechando los nuevos favores de la suerte llá-
maseles ofrecía y que por espacio de mas de bian dividido su ejército en dos cuerpos, de
un siglo decidieron de la snerle de las armas los cuales uuo cubría ¡i Bassano, Feltre , Civi-
en Italia. Asi lograron reunir sobre las márge- dale y casi todo, el Friul, en tanto que e'i otro
nes del üglio 2,000 lanzas, lo que supone cer- euarbolaba>de nuevo el pabellón de San Marcos
ca de 10,000 caballos; 1,500 caballos ligeros sobre Monselice, Montagnana, Rovigo y lodo
italianos; 2,000 estradiotas; 18,000 hombres sa territorio. Entretanto , habiendo sabido Ju-
do infantería á sueldo de la república y 12,000 lio 11 que el emperador de Alemania y el rey
hombres de milicias venecianas. Nicolás Orsi- de Francia, que acababan de verse tan comple-
'■!23í¡ «ihuoteca poimilah, t. jtüxiri, 67
VBNECIA '
Mo-
tamente-abandonados poi- él, ^abajaban paiii
reunir un 'concilio m B¡§a para destituirlo,
cjn.pleó toda lá energía dfc su volunta! y ludo
ol ardor (lis su carácter en ligar contra la Fran-
cia las poleuciasdoiairopa, como las había li-
aadii contra Venccia, Durante esta liga, ilama-
ihi la liga. sania, rué cuando- {¡aslnn da Fui:;
ganó en el discurso del año de I512 la victo-
ria ile Jiávena [piB le costó la vida, l'nr ío de-
e- la fué la última ventaja que nbliivieinii
bis franceses en acftótíá guerra; Julio halló me-,
ilid-de separar del partido déoslos a! empera-
díir de Alemania, con (|uieii obligó á los ve-
necianos .á concltúr una tregua do diez nu-íc-,
tregua onerosa para el Estado de San Aláreos.
Asi es que a la muerte del papa seimieron bis
venecianos á los franceses para atacar á los
idemanes y españoles. En los tres años suce-
sivos (desde lf;!3 hlista IfiUi) continuó la guar-
ní bajo este nuevo aspecto con varia snei;[e |
hasta que (¡irlos V y Francisco l concluyeron
aj íin la paz, á cuyo favor recobraron ios ve-
necianos/lodos sus Estados de tierra liníie.
A contar desde esla época, en que había
tetado Yeuecia á punto de pagar tan eara su
'tutci-\ciic¡üii en los asuntos del 'continente, I
«vitó todas Jus ocasiones de lomar una parle';
demasiado activa cu las guerras de Italia, y:
puede decirse que fui papel se aminoró en Bus ;
ropa, ¡labia resistido á la liga nías formidable i
que se hubo- visto en el espaeiu de muchos si- j
glos; pero lo habla hecho á espeusas de [os
tesoros amontonados en sus áreas por mi iu- :
ínenso. comercio que disminuía cada dia por la
competencia de naciones rivales que aprove-
chaban, las nuevas vias abiertas, á la uavr-ira- '
ciot.i. Per otro lado» los turros se hacían mas'
terribles (pie étnica en el Mediterráneo. Se- 1
Uu I se habla apoderado del Egipto, cuyo co-'
mercio habían monopolizado hasta entonces
¡u> venecianos, y en I51U tuvieron que ceder
á.tioliman casi, todas las islas del Archipiélago
así. como las plazas mas importantes de la Alo-
rea. Treinta años mas adelante (I.V7ÍL, en los
«gómenlos- en que l.uis Moccnign acababa de
ejercer las funciones de (lux, rompiendo la
paz Keli'ii II se presentaba en actitud .hostil
delante .de Chipre. A este ataque respondieron
los venecianos con un llamamiento á todas las
naciones cristianas, á fin de delenJor contra
ios musulmanes ese -último baluarte de la fé
cnb'ilicu eo Oriente. Pío V riló el ejemplo en-
vu'uulnles 12 galeras á las órdenes de Mareo
Antonio Colorína, y la España envió a? man-
dadas por Andrés Doria. Veuecia por sn lado
lialiia reunido lí>() velas á las órdenes del al-
mirante Zeuo. Todas estas fuerzas se. juntaron
en Candía; pero la discordia que estalló entre
eliís las hizo iludes, y los turcos, habiendo
podido desembarcar sin oposición, lomaron
(Uir asalio á Kicosia, y las domas plaV.as, ater-
radas con aquel desenlace tan terrible, se apre-
suraron ¡i abrirles las puertas; ¡i eseepeum de
í'aniügu.-ta. inlonio Bragadin , que mandaba
la guarnición, süsluyd el iiiio diiranlc un ano
y no se rindió sino cuando le. fallaron las mu-
niciones. La balalia de Lepanlo, en la¡ rjtvo.lcis
venecianos tomaron la mayor parte, vino á
vengar su derrota; pero no por eso hablan de-
jado de perder la isla de tlhipre, que no reco-
braron ni con la paz concluida con el sallan
en el mes do' marzo do 1.773.
El siglo XVII comenzó ¡jara Veneci i con
una nueva querella con la .Santa Sede. Tres
cansas la babiau .producidu: !." la prÍEÍOfl de
un canónigo de Vicenzia y del abate i¡e Ner-
vosa por urden del consejo do los Diez: <!.'lel
restablecimiento de un decreto i|iie prohibía
á los eclesiásticos adquirir bienes raices: :¡.:l
la prollibiOtO.fi publicada en 1 G!)3 -fio r el se-
nado de edificar nuevas iglesias sin espresu
permiso. Pablo Y, soberano ponlilice á la sa-
zou, vio en estas decisiones oirás lanías me-
didas atentatorias;! las inmuuitlades eciesiás-
lie.as, y en su consecuencia fulminó el 17 do
abril en pleno consislorio una sentencia niu-
nilorial por la (pie declaraba al dux y á lodo
el senado escomulgados, y en entredicho i la
señoría de la república, si á ios veinte y raa-
tro dias siguientes ú la sentencia- no ostahia
derogadas las dos leyes y puestos ¡i disposi-
ción del nuncio los dos presos. Habituada Ve-
necia largo tiempo hacia á resistir las prnloa-
■ sionesMe la Iglesia y que prot'i^aba la inue-
! pendeucia de sus opiniones religiosas hasla
' ¿c\ ponto de decir publicamente «que sus r-in-
I datluiius eran venecianos anlcs de ser católi-
eos,» no hizo caso de los rayos del Vaticano y
. prohibió á lodos los prelados publicar, y á los
¡ magistrados dejar lijar cualquier breve, bala
ó escrito procedente de liorna, buego quges-
| piró el plazo, mandó el senado .que conliuaara
• celebrándose el servicio divino como sieíHpK)
1 en todas las ciudades del Estado, fictefjesjiilusi
leatinos y capuchinos , fueron los únicos de
. todas las corporaciones religiosas qne obede-
cieron en aquella ocasión el entredicho pro-
nunciado por el papas Los demás oclesiAslieiM
siguieron en el ejercicio de su ministerio; ou
tanto que quisieron observar fielmente la de-
'Cisiou del papa reciñan orden rio dejar las
tierras de ta república. Asi se vió el !) de ma-
yo de 1606 salir losjesuilas procesionaluionlii
de Véncela á las 'nueve do la noche, llcvaiulu
'cada uno colgado al cuello una caja que ron-
tenia la Santa Eucaristía.
Desde entonces comenzó una larga polé-
mica en la que los cardenales llelaruiiuu y Bar
ronio defendían los derechos del papado, en
(anlo que la causa de Voneeia era soslenida
por el servita Pablo Sarpi, mas conocido con el
nombre de Fra-PatAo. Dossuel isa dicho 'IOS
debajo de su hábito ocultaba -Saypi nn corazón
calvinista, que ti-abajaba sordaiuenle en des-
acredilar la misa, que decía lodos los dias, y
que si no hubiera dependido mas que de él,
hahria arrastrado á la república i una separa-
ción completa, no seto cío la corlo, sino de lu
1061
VENECIA.
1062
tetela de Roma (1). El hecho es que el sabio
Boíl, capellán de la embajada inglesa, escribió
enlonces a Piodati: Eecksiw Venetmreforma-
lionem hrevi sperapius, y que le exorlaba á
venir á Su lado, pu'esle aguardaban con im-
paclBnclÜ su" embajador y Fra-Paolo. Diodati
parlicipó osla correspondencia á Duplessis-
Mornay, ge7e de los calvinistas en Franoia, y
partió para Yenecia , donde el buen sentido
publico, y probablemente lambien los senti-
mientos finimos de Fra-Paolo, menos avanza-
do de lo qne se habla creído en la via de la
reforma, frustraron sus esperanzas. Al año si-
guiente (1607) el cardenal Joyense, enviado
I Veoccia por Enrique IV, tuvo muebas con-
:ferencias con el senado y pasó áRoma, donde
supo decidir á Pablo V á un acomodamiento
va necesario en el interés de la religión. En
'¿0 consecuencia el 2.1 de abril fueron pues-
tos en manos del embajador de Francia los dos
presos eclesiásticos, en. tanto que el cardenal
éiítfcinÜo en el consejo, donde el senado estaba
reunido, levantó el entredicho y las censuras,
aunque la república no quiso consentir el res-
tablecimiento délos jesuítas,
Pocos años después tuvieron los venecia-
nos que defenderse contra los uscoques, pi-
mías ¡lirios, sostenidos secretamente por el
íSátriá, y acaso contra una conjuración trama-
da por el marqués de Bedmar, embajador ríe
España en Yenecia. Seria el año 1618, cuando
seg'Sii Saint-Real, aquel impríulente. dlplomá-
■ tico,, después de haberse entendido con dón
Pedro de Toledo, gobernador do Milán, y vi
duque de Osuna, virey de Xápoles, emprendió
, derribar la república, cerca ¡lo la cual ejtaba
acredUadoJiar su curte. Fomentar las divisio-
yWs* introducir en las tropas do la iefioria
. ivombres '-vendidos á España, ganar. |iur medio
de presentes ó promesas á algunos "ge/es fn-
lluycutes, la'es habían sido los preliminares
do su proyectos. Después deberían marchar
bis tropas del Milanesado contra la Yenecia, y-
ciibyí'r las lagunas de barcos cargados de sol-
dados, en tanto que los conjurados, pegando
fuego al arsenal, se apoderaban do los puntos
importantes, degollaban al senado y procla-
maban al rey de España soberano de Yenecia.
La vigilancia de la policía secreta supo descu-
brir á tiempo la conspiración, y muí litad de
aventureros, cómplices deBediruS', fóeroncon-
demidos a. muerte y 'ejecutados, y el mismo
marqués tuvo que huir á Milán. Se han susci-
tado dudas sobre la autenticidad (te esta con-
juración, mucho mas conocida en efecto pol-
la obra do Saint-Real que por los documentos
históricos. Mr. Daru, después de largas inves-
tigaciones, cree haber hallado el hiló dé aque-
lla vasta- intriga en el designio formado por el
duque de Osuna de apoderarse del reino de
Súpoles en provecho suyo. Según este autor,
para ocultar el duque al de Bedmar su e.onni-
Ml Hisl.'ckís Y'avIaliÍBS. 1. YII.
vencía con Yenecia, que por odio á España, ' le
apoyaba en sus ambiciosos "proyectos, asala-
riaba en Yenecia á agentes á quienes engañaba
también, pues creían que trabajaban en una
trama qne tenia por objeto la conquista de W
república por los españolea. Sea de esto Ib
que quiera, los turcos fueron para los veñe-
ciauos durante todo el resto del siglo XVII lo's
enemigos mas temibles. El año de 1669, á pe-
sar do los refuerzos que llevaron de Francia,
á flaudiu los duques de Beaufort y de ?favaiL
He, tuvo qne ceder aquella isla á un sitio dé
veinte y nueve meses; el mas mortífero dé
cuantos habla habido en el espacio de mu-
chos siglos, puesto qúe perecieron en él
30,000 cristianos y 108,000 inlieles. En vano
vengó Morosini esta derrota con algunas con-
quistas en Marea: esta cayó en poder de' ló's
tilicos á principios del siglo XVIII,' y deStfe
entonces Yeneeia, enclavada en los vastos oS-
íados fiel imperio de Austria, perdidas sus po-
sesiones en Oriente y decaídos su comercio y
su industria, no vivió ya sino por la toleran-
cia de sus poderosas vecinos. Asi es que cuan-
do con motivo de las guerras de la revolución
pasó un ejército francés á la alta Italia, el Se-
nado fué impotente para hacer Tospefar la in-
tegridad del territorio veneciano. Al principio
vió con -alegría humillada el Austria, y des-
pués se armó en sn favor, menos por afección
que por lemor, y sobre todo.- por odio dios
principios revolucionario?. Esta indecisión,
esta variación política no hizo otra cosa q'ifls
comprometer mas y mas la- existencia de úh
estado, cuyos, resortes estaban gastados y eif-
ya energía se 'habia estíngnido en la 'forzada
ociosidad de mía larga paz. El IG de mayo de
1797 entraron 3,000 franceses en Yenecia, ál
pasó que el' senado - se apresuraba á> pronun-
ciar la abdicación de si! poder, devolviendo al
pueblo la '.soberanía que- residía eft sus máüds
hacia lautos siglos ; pero ya era demasiado
tarde, la república de San Marcos habia cesa-
do de existir, y el tratado de paz. de Campo-
Formio dió al Austria Yenecia y lodo su ter-
ritorio hasta el Adige. Desde entonces Vene-
cía perdió su autonomía. Unida al imperio aus-
tríaco hasta 1805, fué incorporada en dicho
año por el tratado de Presburgo al nuevo reino
fie Italia, y así continuó hasta 1815 en (¡no
volvió" á poderdel Austria. Las conmociones de
1848 le dieron por un momento la libertad,
y todos los partidos le hacen esta justicia, que.
no manchó su causa con los escesos que aUi-
gian entonces ^ tantas otras provincias.
Yenecia, hoy una de las dus capitales del
reino Lombardo -Y eneto, se levanta del seno de
las lagunas, á unas dos leguas de tierra (irme,
sobre un grupo de sesenta islotes, unidos unos
á otros por trescientos seis puentes de un solo
arco. Su forma irregular sn aproxima á la de
un triángulo, y está dividida en dos partes por
un canal llamado Canal grande, cuya longi-
tud es de 3,750 metros, y su mayor latitud de
40tí:í
unos 70'melFOs. Pocas ciudades han sido mas
descritas que Yenecia ó -representadas por el
pincel l)iijo mas aspectos; ysin embargo, cuando
elviagero se aproximad aquellas cúpulas, pala-
cios y torrecillas que salen del seco délas aguas,
cuando se desliza en uña negra góndola á lo
largo de aquellos canales silenciosos que cor-
lian por debajo de los balcones, elegantes de
los bellos edificios de los patricios, debidos
al genio de ios Palladlo o de los Sansoviuos;
cuando el ojo penetra por debajo de aquellos
pórticos de mármol ó de aquellas fachadas oji-
vales, cuyo carácter oriental se revela á cada
paso, es imposible no esperiraeular una dulce
sorpresa viendo de aquel modo realizarse los
caprichos mas graciosos de la imaginación. El
islote mas considerable está ocupado por la
plaza de San Múreos .y los monumentos que la
rodean. Alli se encuentran reunidos todos los
recuerdos históricos de esa república que ha'
vivido gloriosamente catorce siglos. Alli des-
cuella en primer lugar la basílica de San Mar-
cos, cuyas columnas de Grecia, mosaicos de
Bizancio y pinturas venecianas, forman uno de
los templos mas ricos erigidos á la verdadera
fé. Contiguo é la catedral se levanta el palacio
ducal, cuyo estilo árabe nos recuerda el Cairo,
Damasco 6 Córdoba: visitarlo es hacer un viage
al través de los anales venecianos que viven
en aquellos lienzos, donde los Ticianos, los
Tintoretos, Pablo Veronés, Palma Vcechio,
Leandro Rassano y Carlos Cagliari, han trazado
páginas inmortales, inspiradas por las conquis-
las ó los herrticos hechos de la república. Ver-
dad es que alli se ve también la boca del león
donde venían ácaer las delaciones dirigidas k
los inquisidores, los calabozos, los plomos
bajo los cuales encerraba una implacable polí-
tica á los que intentaban enlorpecer su marcha
ó conocer sus designios; pero en cambio alli
están, igualmente aquellas salas, gloriosas don-
| de el gran consejo decidía de/ la suerte de tañ-
ías provincias é inscribía en eí libro de Oro en
! el número de los nobles venecianos, á los mo-
narcas mas ilustres que solicitaban este titulo
como un favor. Describir las iglesias ó los pa-
lacios que merecen en Veuecia la atención del
observador por el monumento en si mismo, o
por los objetos artísticos que contiene, seria
escribir un libro y no un- artículo. En el día
la ciudad de San Marcos ha perdido su impor-
tancia política; pero le han quedado sus rique-
zas artísticas. So cuenta mas que con la milad
de los 200,000 habitantes que la poblaban cu
el siglo X.Y1U; sus canales están desiertos y
sus palacios abandonados; Trieste le ha qui-
tado su comercio, y la Francia y el Austria su
independencia. Aun cuando han querido favo-
recerla, se ha visto que la quüaban basta su tí-
tulo de reina del Adriático, atándola al conti-
nente por medio de un camino de hierro arro-
jado sobre aquellas lagunas, y sin embargo,
lo que se ha hecho contra ella o por ella no \\¿
podido romper sobre su frente esa poética co-
rona de obras maestras que prueban sus dere-
chos á la monarquía.
Fis¡l:issi; Memoria de Veneíiprimi é seemidi, Vunt-
cia, I7BU.
Andrn Danduli: Clironicon apad Sfttrat, Bentm
Hat scrip. U XII.
Marín Sánalo: Ittniríii di duchi di Fenecía, ají. Rf-
ram. Hat. scrip-, t. XXII.
IVdr" Biünho: Ri'rum vetwlanim kütoriee , li-
bro XII, Veneria, 1551.
Andrea Tíavlü pro: Sloria veneciana, ap. Renw
Ital. scrip. l.XXIH.
YellorSamli; Síoria civile neneta.
Lámíjer' llistoire de V nise.
Temori: Saqqin sulla sloria di Venezia, Vénoda,
(783-90. 42 vo'Lin 1-2."
Daru: Hktnire de larepábtique de Vtnise, París,
1823. 8 vol. ¡ifS."
Tienoio: Discorsi svila síoria del tiqnar Dum,
Udine, 1828, 3 vol. in 16.a
VENE CU
FIN DEL TOMO TREINTA Y TRES.
INDICE
DE LOS ARTICULOS CONTENIDOS EN ESTE TOMO TREINTA. ¥ TRES.
PAGS.
Templarios. (Caballeros)
Templo. ..../.,..,
Temporal.
Tenáculo. (Ctruoíol
Tencas. Iffisloria natural)
Tenebrion. i Historia natural)
Tenedero [Marina) ; '. . .
Tenia ó Solitaria. (Historia natural). . .
Tenioides, {Historia natural)
Tenreco. (Historia natural)
Tensión
Tentación, (R< Ugiorí) .
TentreJ.o. (Historio natural)
Tenuirostros. (Historia natural)
Teocracia.
Teología
Terapeutas. (Historia natural)
Terapéutica. (Medicina)
Tercería. (Jurisprudencia).
Terceto. (Literatura) ,. . .
Terebela. (Historia natural).
Terebiatáceas. (Familia dé las) (Botánica).
Terebintina,
Terebrantes.- (Animales) (Historia no-
fwrai).
Terebrábala.
Teraiites. (Historio naturoí).
Termómetros. (Físico)
Terodáctilas. (Historio jiotwrat), . . .
Terodáclilo. (Historia natural)
Terrjpodos. (Historio natura!)
Teropos. (Historia natural). . . . . . .
Terra-nova, (Geografía)
Terrenos. (Geología)
Terrenos. (Geología)
Terrestres. (Historia natural)
Terrícolas. (Historia natural]
PAG?.
9 Teruel. ({Geografía)
14 Teruel, (ffisloriot
15 Teruel. (Obispada de)
16 Teruel. (Partido de). .........
Id. Tesalia. ({Geografía i historia). . . .
Id. Tesoro. (Jurisprudencia)
Id. Testáceos. (Historia natural)
17 Testamento, (¿ejisiacion)
19 Testamento antiguo y nuevo. (Religión).
Id. Testigo, testimonio, prueba testimonial.
Id. (Legislación)
24 Testimoniales -
25 Testimonio. (Jurisprudencia)
Id. Tétanos. (Medicina)
Id. Tetabranquios. (Historia natural). . .
26 Tetragonuro (Historia natural). ....
48 Tetrámetros- (Historia natural). ....
49 Tetras. (Historia natura!) -
57 Tetrodonttís.Jffistoria natura!)
Ct Teutios. (Historia natural). .......
Id. Teutónica. (Orden)
(52 Tiara ,
66 Tiburón. (Historia natural)
Tiempo. (Marina)
Id. Tiermas. (Baños de)
70 Tierra. (Jtforina)
Id. Tierra ,
Id. Tierras. (Mineralogía)
75 Tifón. (Marina)
Id. Tifus ó Tifo. (Medicina)
Id. Tigre, (Historio naturoí)
Id. | Tijeretas, (ffistorio naturoí)
Id. : Tilo. (Botánica y setoicuííura)
77 Timbal.
80 Timbre '. . -
139 Timón. (Marina).
Id. Tímpano. (Anatomía y cirugía). . . ,
139
143
145
Id.
Id.
146
148
Id.
158
163
169
170
171
176
177
Id.
Id.
Id.
Id.
Id.
180
181
Id.
Id.
185
18C¡
216
218
Id.
228
229
id.
232
233
Id.
236
•101)7
LNDIClí
PAGS.
Tinte. (Tecnología)
Tilia. (Medicina)
Tioilriclilos. {Historia natural).. . '. . .
Tipografía
Típula. {Historia natural)
Tirano. [Historia natural)
Tisanuro. {Historia natural)
Tisis {Medicina) ¿]
Titanes :
Titanio. {Mineralogía], . . .
Titis. (Historia natural).,
Tili-tigre. {Historia natural)
Tocad*.'.».* M \¡t? r
Toisón dé oro . .
Mejilla, (Marina) ,.
Tolcrlo. {Geografía é historia)
Tolcdo.Jífisiúria)
Tolerancia religiosa ,
Tolón. {Hisloriay geografía]
Tolosa. (Historia y geografía)
Tómale. [Botánica y horticultura). . .
Tomillo. (Botánica)
Tsjne!. (Historia natural)
Tonelada. {Marina.— Navegación 'y co-
mercio) .■...'
Tónicos. (Medicina)..
Tono. \Música). .
Tonsur;
240
248
253
Id.
265
Id.
266
IT.
277
280
Id.
jd,
Id.
2S4
Topacio. ( ¡1/í neralogia)
Topacio, [Eistofia natural)
Tripo. (Historia natural). . . ,
Topo marino. (Historia natural). . . .
Topografía..
Toraco»o'arios. [Historia natural). . . .
Torcedora o Torlrix. {Historia natural).
Tonto. {Historia natural)
Tormentila, Tormcníilla. {Botánica). . .
Tormento. (Legislación).
Tornasol. (Tcbnoloyia)
Torneo
Tornero. (Tecnología).. . ;
Torniquete. (Historia natural). ......
Torozón. (Medicina veterinaria). . , .
Torso "
Tórtola. (Historia natural)
Toscana. (Grao ducado de) ^{Geografía).
T©tipá!niasi (Historia naíurul)
Tonrs. (Geografiai historia)
Trabajo. (Economía, -política)
Tradición. .• .-, •
Tradiciones universales, (Religión). . .
Trage clerical
í i'Sgcdiit (Literatura)
Tragos nacionales. ......
Traquelípodos. (Historia natural). . . .
Traslación
Trasmigración de las almas
Tratados de comercio. (Economía polí-
tica)
Trébol 1
Tremadotos . i
Trementina
Tremielga, Trimielga, Tembladora ó Tor-
pedo. (Historia natural)
Tremolita. (Mineralogía). .
Trepadoras.. [Historia-natural). .■
Trepadores de pared. [U tutoría nalu-
. ral)
m
tí.
458
m
M.
Transacción ; (Jurisprudencia)..
Translivania. (Geografía). . . .
Trapa,. (Orden religiosa de la).
Trápani. ...... . . . . .
Tráquea. (Anatomía)
Traquéanos. (Historia uatural<.
Xrari'uélidos, [Historia natural'.
286
Id.
290
324
331
332
Id.
334
Id:
Id.
33
'338
344
345
Id.
Id
Id
Id.
3-49
Id.
3
Id.
351
354
353
393
394
395
402
403
404
405
Id.
40C
4tl
Id.
415
4 ! 6
427
431
434
1(1.
436
í'i-t
. h'-A
4 »:;
id.
Trépano. (Cirugía)
Triaca. -(Medicina)
Triángulo. {Geometría)
Tribunal. [Jurisprudencia)
Tribunal supremo de Justicia
Tribunal supremo de Outírra y Marina. .
Tribunal de Cuentas
Tribunal contencioso administrativo. . ,
TMifunal de Comercio
■Tribunal de aguas de Valencia .....
■Tribuno. (Historia) '
Tribus de Israel .' .
Tribuios ..........
iricoeéfaló del hombre. {Historia na-
,hl tnral) .................
Trideutino
Trieste. {Geografía) . . .
frigio! les. (Historia natural)
■Trigo . . .-
Trigonocéfalú. (Historia natural) ¿ . .
Trigonometría (Geometría) .......
TrigoiKinu.'liia esférica. (Geometría) . .
Trímeros. (Historia natural) .....
Trimielgas. [Historia natural) .....
Trincado (Marina) ■
Trincadura. (Marina), ........ .
Trinidad. ¡Santifeitoiil ■•. .
Trinquete. (Marinai . ,
Triodonte. (Historia natural]. . . . . .
Tripa. (Anatomía) .■
Tripas de mar. Historia natural). . . .
Trípoli (Regencia de) (Geografía é his-
toria) ,
Trisas. (Historia natural) .......
Tritón. (Historia natural) .......
Tritones. (Historia natural) ......
Tritoüia. (Historia natural)
Triunviros
Tricoidea. (Historia natural)
Trocos. (Historia nat-ural)
Troglodita. {Historia natural).
Tromba marina .
Trompetero. (Historia natural).
Trompo. (Historia natural) . , ¡ . . .
Tropias. (Historia natural) .
Trópico. . ....... . .. . . .
Tropos ' ........
Trovador. (Lile ral uro)
403
Id.
464
40!)
471
472
481
483
488
496
Id.
504
5úi;
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Valladolid
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Vándalos. [Historia]
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INDICE
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Vecindad. (Jurisprudencia 945
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